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Universidad de Los Andes

“Dr. Pedro Rincón Gutiérrez”


Consejo de Estudios de Postgrado
Maestría en Literatura Latinoamericana y del Caribe
XI Cohorte

Literatura femenina y narrativa del bolero


en Arráncame la vida de Ángeles Mastretta

Autor: Lic. Pedro Nelson Montes

San Cristóbal, Septiembre 1 de 2012


Literatura femenina y narrativa del bolero
en Arráncame la vida de Ángeles Mastretta

Resumen

La novela Arráncame la vida (1994) de la escritora mexicana, Ángeles Mastretta, es


un relato plurívoco y con un rasgo característico de la nueva narrativa del Caribe:
femenino. La visión plurisignificativa como multiplicidad de voces en el texto, revela el
perspectivismo ideológico centrado en una crítica marginal, en especial, en el horizonte de
la mujer. Por una parte, visibiliza el estado de dominación del poder político de la
revolución institucional sobre el pueblo mexicano y por otro lado, el sometimiento de la
mujer por la estructura patriarcal y machista de la sociedad, simbolizada en el relato por la
imagen de Andrés, un viejo ex-revolucionario que ejerce un control sobre su esposa
Catalina y poder sobre el pueblo mediante el terror. Ambas situaciones de la trama tienen
una relación: la política como escenario de poder de dominación proyectada a través del
discurso musical del bolero.

Descriptores: bolero, femenino, marginal.

1. Literatura femenina

Una característica de la literatura del post-boom caribeño es la presencia crítica y


liberadora de la mujer frente al carácter patriarcal de la escritura y la cultura
homocéntrica. Por ello, la narrativa creada por mujeres es una expresión propia para
comprender la realidad de sí misma o la condición humana desde el imaginario maternal o
femenino. Un mundo diferente, no opuesto; que interpreta la vida a partir de criterios
menos racionales y más emocionales. Por consiguiente, la diferenciación entre la
literatura femenina y la feminista consiste en que la segunda tiene una postura ideológica
y de resistencia política frente a las relaciones de poder con el hombre, mientras que la
primera es una postura moderada de autoconciencia y liberación de su estado de
dominación.
Guardia (s/f) en el texto Literatura y escritura femenina en América Latina
considera que el objetivo del estudio de la literatura femenina es:

Leer los textos escritos por las mujeres, interpretando sus silencios, y aquello que
critican e interrogan de la tradicional cultura de América Latina como medio de
remplazar el discurso falocéntrico y apropiarse de una identidad que les es negada.

En relación a lo anterior, la escritora y periodista peruana (Sara B. Guardía)


manifiesta la innecesaria postura feminista, en el sentido clásico del término, para
enfatizar una narrativa de reivindicación ontológica de la mujer como un ser Otro, igual al
hombre; con una naturaleza propia, que en el transcurso de la historia fue enajenada y,
por ende, negada y excluida. Es por eso, que una lectura de la historia y la memoria de la
mujer, a través de la literatura, es una forma de comprenderse y reencontrarse a sí
misma. El enfoque estético demuestra la dignificación de la mujer, sin la negación del otro
(hombre). En ningún instante, la literatura femenina pretende yuxtaponerse ante el ser
masculino, ni repetir las formas de dominación; la intención es existir o hacerse presente
en la existencia humana y social de una manera libre.
Asimismo, Martha Traba (en Salvador, 1999) considera la literatura femenina como
un lugar [que] no está en contra de la literatura masculina… ni por encima de la
literatura masculina, ni por debajo de la literatura masculina, sino que es una literatura
diferente, es decir, que su territorio ocupa un espacio diferente (1175).

En este sentido, no se puede definir una literatura feminista porque no se trata de


una lucha ideológica contra la sociedad falocéntrica, ni una confrontación de género
frente a la literatura masculina. Es una narrativa que comprende la realidad desde la
óptica de la mujer, desde su situación como madre, esposa, amante, etc. y como ser
dominada, sometida, excluida, pero que a partir de un contexto disímil, no pretende ser
superior a la mirada del hombre. Aunque puede parecer contradictoria y opositora no es
una literatura rival, solo es narrativa de la différance1 (Derrida, 1998) o de la otredad
(Bajtin, en Zabala, 1991); en otras palabras, Salvador (1999) señala la “literatura femenina
como una ‘literatura diferente’ ” (5).
Ahora bien, una razón esencial del carácter femenino y no feminista de la novela
Arráncame la vida (1994) es la expresión típica de la mujer a través del bolero. Género
musical que posibilita las manifestaciones sentimentales, la historia de amor, el
desengaño amoroso, la esperanza idílica frente a una situación de frustración y muerte,
que el relato muestra en la personificación de Catalina. Por ello, la presencia de la
escritora como mujer y la necesidad de un narrador femenino que justifique la perspectiva
hermenéutica del marginado. Pero además, la interpretación femenina en su condición
maternal.
El primer aspecto importante de la nueva narrativa, que retoma y enriquece la
literatura de mujeres del siglo XIX, es la inclinación hacia el marginado, puesto que, su
principal papel consistía en ser voces, no de sí mismas, sino de los sujetos anónimos de la
sociedad. En su recuento histórico, Guardia (s/f) señala que no fue sencillo romper con el

1
La différance es el «origen» no-pleno, no-simple, el origen estructurado y diferente (de diferir) de las
diferencias. El nombre de «origen», pues, ya no le conviene. (Derrida, 1998:s/p). Además, se puede
comprender en su raíz etimológica diferre (diferir), en una segunda definición como “El otro sentido de
diferires el más común y el más identificable: no ser idéntico, ser otro, discernible”(Derrida,1998:s/p)
silencio dentro de un sistema indiferente e intolerante del poder patriarcal pero que fue
posible a través de escritoras como

Gertrudis Gómez de Avellaneda (Cuba 1814-1873), Juana Manuela Gorriti (Argentina


1818-1892), María Firmina dos Reis (Brasil 1825-1917), Mercedes Cabello de
Carbonera (Perú (1842-1909), Lindaura Anzoátegui (Bolivia 1846-1898), Clorinda
Matto de Turner (Perú 1852-1909), y Adela Zamudio (Bolivia 1854-1928). Excluidas y
marginadas del sistema de poder, estas escritoras le otorgaron voz a los desvalidos,
excluidos, cuestionando las relaciones interraciales y de clase (s/p).

Por tal razón, la literatura femenina actual, no solo abarca la necesidad de


situarse en la periferia para visibilizar el lado oscuro de la sociedad, la cara oculta de
las personas exiliadas de sus derechos fundamentales, sino que además, sienten el
deseo imperioso, en su condición como mujer, de posicionarse en la sociedad, no solo
ante el discurso falocéntrico sino ante la hegemonía de la escritura masculina. Es así
como a partir de los años ’80 comienza un enfoque nuevo de literatura que genera una
ruptura ante la tendencia del boom hacia lo mítico, lo real maravilloso, lo alegórico
para ubicar la escritura en el universo de la realidad concreta y cotidiana (cfr. Salvador,
1999).
Asimismo, una postura moderada de lo femenino como reivindicación de su
posición social en el seno de la cultura machista, permitirá una hermenéutica femenina
distinta a la lectura de poder y sometimiento, de clasicismo y xenofobia que el discurso
del hombre construyó a través del tiempo en las diversas culturas de los pueblos, en
especial, la mexicana que es donde se circunscribe la trama de la novela Arráncame la vida
de la escritora Ángeles Mastretta. Pero además, ser una voz “desde el interior de la mujer,
desde la intimidad de la conciencia periférica… como una nueva perspectiva de análisis
que denuncia y cuestiona radicalmente las falsas hegemonías…” (Salvador, 1999:5).
2. La narrativa del bolero

El bolero es una expresión musical de carácter popular, convertido en texto


cultural que inscribe los anhelos y deseos amorosos del hombre, en una pretensión
erótica por seducir y conquistar (Cfr. Davis, 1995). Sin embargo, este ritmo caribeño
contiene tópicos de desencanto, tristeza y soledad producto de los amores imposibles o
de las frustraciones afectivas. No siempre el bolero, es una apología al amor sino una
reflexión al desamor; aunque es romántico, expresa sentimientos de ausencia y dolor.
Por otro lado, este género musical se convierte en un medio de registro de la
cultura y los imaginarios populares. A partir de ellos, es posible un conocimiento de los
rasgos identitarios de un pueblo pero, a la vez, los comportamientos psíquicos y
emocionales cotidianos del hombre en relación a la vida amorosa y erótica. Además,
despierta el saber por los arquetipos masculinos que ejercen dominio afectivo sobre la
mujer, contribuyendo a formar un ethos o imaginario del hombre conquistador y galán
como la novela si yo fuera Pedro Infante de Eduardo Liendo (1989). Relato que crea un
personaje intrascendente, que desea ser como el ídolo de la canción popular Pedro
Infante, con la finalidad de convertirse en un ladrón de corazones solitarios. La
importancia y la función del bolero como vehículo de conocimiento del sujeto, motivan al
“escritor caribeño [a integrarlo] en la literatura desde los sesenta como representación de
la comunidad” (Vélez, 2003) popular.
A partir del ingreso a la narrativa de uno de los géneros románticos más populares
de la música del Caribe, como instrumento intertextual para la comprensión de la
realidad, es posible aproximar los estudios literarios, a espacios nuevos de indagación
histórica del sujeto hispano-caribeño desde la cotidianidad en los escenarios de amor.
También, permite, como texto cultural, conocer las actividades, pensamientos y sentires
que el hombre utiliza para organizar el poder e imponer la masculinidad autoritaria contra
la mujer, en una perspectiva de subordinación y utilidad (cfr. Vélez, 2003).
Dentro de las obras más sobresalientes, con diversos matices en el uso del bolero
como estratagema narrativa, en un estudio realizado por Vélez se enumeran:

Gestos (1963) de Severo Sarduy, tres tristes tigres (1964) de Guillermo Cabrera
Infante, sólo cenizas hallarás ( 1945 ) de Pedro Vergés, la importancia de llamarse
Daniel Santos (1988) de Luis Rafael Sánchez, la última noche que paso contigo
(1991) de Mayra Montero y el trabajo actual, Arráncame la vida (1986) de Ángeles
Mastretta (1).

A pesar de utilizarse el ritmo del bolero en el dinamismo de la trama de la narrativa


caribeña, no todas las obras señaladas centran su interés en el amor, y si lo desarrollan, no
es con el mismo significado. Puesto que, existen diversos matices que obedecen a la
intencionalidad el autor y al contexto propio de la cultura donde sitúan los relatos.
Con relación al uso del bolero como ardid en la construcción narrativa, es
necesario indicar que la nueva generación de escritores caribeños, indaga al interior del
sujeto mismo en interacción con el mundo afectivo; pero además, es una oportunidad
para aproximar una mirada a hechos históricos, culturales, sociales y políticos. Sin
embargo, es importante resaltar que la presencia de la música romántica (bolero) permite
el registro del discurso popular en la nueva literatura latinoamericana. Este discurso es
una descripción del universo cultural o las construcciones imaginarias que se oponen
históricamente ante las clases dominantes o a la alta cultura.
Por ello, es preciso afirmar que la razón de la estética del pots-boom, propia de
América latina, consiste en visibilizar la existencia de la realidad política, el ethos
humorístico, la presencia innegable de antagonismos, como aparece en la novela
Arráncame la vida, el uso del lenguaje sencillo, y en especial, registrar la cultura de masas.
Esta última legitima el ingreso del bolero en la literatura del Caribe, comienza a ser parte
de una estética narrativa musical. El paradigma narrativo del Post-boom, se identifica por
una serie de temáticas que constituye una ruptura a la literatura del Boom. Blaustein
(2009) señala como rasgos distintivos
El afán de preservar, fomentar o recuperar la(s) identidad(es) latinoamericana(s)…
el trágico impacto causado por los regímenes dictatoriales… la experiencia del exilio
y el desarraigo… [con una fuerte tendencia abundante de] la denuncia social,
ideológica y política (179).

En este horizonte, la narrativa del bolero cumple un papel trascendente por


articular el ritmo musical romántico con el nuevo estilo narrativo que procura profundizar
en el conocimiento histórico del sujeto hispano-caribeño. Los registros culturales surgen
de la observación cotidiana, de las experiencias vivenciales de una clase concreta con
relación a una cultura de masas. Del mismo modo, es imprescindible la presencia del
discurso amoroso del bolero. Sin embargo, es importante aclarar que este género musical
se manifiesta de forma plural; no solo son registros de los imaginarios del amor sino que
“también emerge como dispositivo sexual” (Vélez, 2003:8). Por eso, el bolero representa
la condición del enamorado pero también la pretensión machista del embaucador
masculino. Es así como en la nueva poética amorosa del Caribe se registran las relaciones
de poder entre las parejas y los géneros.
A pesar de la pluralidad semántica del bolero en la literatura caribeña, Castillo
Zapata afirma que este ritmo representa la “trama simbólica del fenómeno amoroso”
(Salvador, 1999:11). Pero la experiencia del amor no es independiente, está íntimamente
unida a la realidad social, política e histórica. Por otra parte, Zavala (1991) agrega que el
bolero es “un texto cultural [que] trasmite toda la cartografía amorosa hispano-americana
moderna… la enciclopedia de las fantasías culturales” (67). Pero lo fundamental del
registro amoroso en la literatura de Caribe es la de considerar que “el bolero aún difunde
sus tristezas y ensoñaciones… con identidad y pluralidad propia de las diversas
plataformas (Vélez, 2003:1).
En este enfoque de la narrativa del bolero, se circunscribe el estudio literario de la
Novela Arráncame la vida de Mastretta, considerando que la presencia de este ritmo
musical es el eje estructural del relato. El bolero facilita plasmar un trazo de una historia
de amor frustrado, que en su intento de amar, terminó en un estado de tristeza y soledad.
Pero además, es un amor articulado a la historia y la política. La intencionalidad de la
escritora mexicana es acercar al lector crítico a la problemática clasista de la sociedad, al
discurso masculino o machista a través del lenguaje varonil del bolero y a la cultura
popular hispano-caribeña.

3. Discurso femenino en la novela “arráncame la vida”

Catalina, personaje central de la historia, inicia la narración a través de la memoria


de un modo catártico, de liberación y reencuentro consigo misma, para superar a través
del tiempo el fuerte dominio del universo machista que le ha impedido poder llegar a ser
lo que es. En el recorrido por su historia de vida, realiza una reflexión crítica desde afuera
del sistema, para denunciar el abuso de poder de la dirigencia política en contra de la
mujer y la clase popular. La mirada hermenéutica del personaje surge desde la condición
marginal. Eso facilita a la escritora una comprensión diferente y nueva de la realidad que
se encuentra aún en el presente soterrado u oculto en la indiferencia gubernamental y en
la inconsciencia o ceguera de la población. La intencionalidad de la autora y la narradora
es develar la dominación de la cultura y el discurso falocéntrico en la medida que dignifica
a la mujer.
Un primer elemento significativo y recurrente que teje la trama del relato es la
necesidad de la mujer de recuperar el sentir como expresión propia y, a la vez, exigir el
reconocimiento social como persona. No es fortuito que Mastretta introduzca una
narradora femenina junto a un representante de la revolución, para reivindicar la posición
real de la mujer en la familia y en la sociedad, negado en la antigua cultura conservadora.
Piensa que el nuevo escenario, podría propiciar las condiciones para su dignificación, pero
en el transcurso del relato descubre el sofisma de la revolución. Mastretta denuncia y
cuestiona las falsas promesas y el incumplimiento histórico de la política hacia el
empoderamiento social de la mujer y reafirma la permanente condición falocéntrica de la
sociedad. El siguiente fragmento del relato, evidencia el anhelo femenino

¿Por qué no me enseñas? —le dije.


—¿A qué?
—Pues a sentir.
—Eso no se enseña, se aprende contestó.
Entonces me propuse aprender. Por lo pronto me dediqué a estar flojita,
tanto que a veces parecía lela. (1994:12)

El texto proyecta la visión utilitarista de la mujer. La expresión “…me dedique a


estar flojita” significa la imposición de la masculinidad y la cosificación sexual de la misma.
La función social de la mujer fue limitada a satisfacer el deseo corporal del hombre y
luego, regresaba al ostracismo y la soledad, a la inexistencia, a convertirse en sombra de la
sombra. Las formas de poder comienzan a visibilizarse en la relación de dominación entre
los géneros. A pesar de ello, la escritora mexicana demuestra algunos instantes de
reconocimiento de la mujer y es después de liberarse del poder masculino. Al final de la
historia, la muerte de Ascencio es el pretexto para que Catalina, símbolo de la mujer
oprimida, tenga un breve reconocimiento, aún en apariencia.

Era yo el centro de atención y eso me gustó. Al entrar todos me buscaban


con los ojos, casi todos querían abrazarme y decir cosas, pero lo mejor fue lo que
me dijo Josefita Rojas… ¡Vaya! —dijo. Me da gusto por ti. La viudez es el estado
ideal de la mujer. Se pone al difunto en un altar, se honra su memoria cada vez que
sea necesario y se dedica uno a hacer todo lo que no pudo hacer con él en vida
(1994:248).

El anterior pasaje, afirma que la única forma de la mujer de ser libre y de poder
actuar conforme a sus sentires y deseos es la viudez. La muerte masculina es símbolo de
libertad en la cultura machista. Ni siquiera el divorcio o la separación hacen posible la
realización de la mujer, solo la condición de viudez. Además, el texto revela una práctica
cultural de los pueblos caribeños: el ofrecimiento de condolencias a la esposa del difunto.
Este acontecimiento es un dispositivo social que permite por un momento valorar, en
forma indirecta, la importancia de la mujer.
Otro aspecto de la literatura femenina, en el marco de la historia, es la constante
búsqueda de formación, resistencia y lucha contra la sociedad patriarcal. Este tipo de
combate surge en los bordes de la realidad, en una des-yoización consciente del sistema
totalitario y opresor. Por la misma razón, la mujer debe construir un imaginario y un
discurso femenino que ayude a liberarse. En la novela de Mastretta, el personaje de
Catalina comienza en una confrontación continua con su esposo (símbolo del poder
masculino). No acepta más la sumisión, incluso llega a retar la autoridad suprema.

Claro que es un pendejo. Y tú qué te metes, ¿quién te pidió tu opinión?


—Hace cuatro días que hablas de lo mismo, ya me dio tiempo de tener una opinión.
—Vaya con la señorita. No sabe ni cómo se hacen los niños y ya quiere dirigir
generales… (1994:12)

La escritora revela por medio de Catalina, la posición feminista frente a la


connotación de la autoridad. El hecho que Ascencio sea un alto dignatario militar, en
especial general, permite señalar que la mujer puede cuestionar las decisiones del poder.
En ningún momento, la autora y la narradora escatiman o vacilan en asumir una posición
de iguales a través de la palabra. El hecho de que Mastretta construya una narradora
femenina, ya es una postura enérgica y crítica frente a la supremacía de la escritura
masculina. De igual forma, la actitud batalladora de Catalina demuestra la posibilidad de
reivindicar su condición de sujeto libre y esto es posible al defender que ella puede
pensar por sí misma. Aquí pretende el texto revelar el verdadero fin de la revolución: ser
una sociedad democrática y garante de derechos; es la visión política de la mujer
marginada, en contra de la concepción institucional que por mucho tiempo, ha negado a
la clase popular y a la mujer el lugar de ser ciudadanos libres.
Existe un elemento central en la historia, que aproxima elementos de antagonismo
en la estructura de la narración, propio de la literatura caribeña y postmoderna, para
comprender en otra perspectiva la concepción falocénctrica de la cultura socio-política de
una sociedad. Este rasgo comparativo refiere a la razón de ser del Estado frente a sus
gobernados. Mastretta utiliza la imagen de la mujer protectora frente a la visión
despaternalizada del hombre. El relato narra la actitud irresponsable de Ascencio con sus
hijos, cuya función asume Catalina al cuidar a sus hijastros. El personaje resalta los vacíos
de la cultura patriarcal y la importancia de la mujer en la construcción de la familia y la
nación. La escritora mexicana aprovecha su condición femenina para exaltar y reconocer
el papel vital de la mujer frente a una clase excluida y marginada, incluso la existencia de
la vida, puesto que “de las mujeres depende que se coma en el mundo” (1994:29).
En este sentido, el relato describe algunos hechos que muestran el papel histórico
que jugaron las mujeres en la sobrevivencia de la familia. Las grandes dificultades de
alimento y los pocos espacios laborales causados por el conflicto militar y político hicieron
que ellas actuaran desesperadamente. Mastretta presenta un cuadro político de la mujer

De repente las puertas cedieron y las mujeres entraron a la panadería tan


enardecidas como hambrientas y se fueron sobre los panes peleándose por ellos y
echando en sus canastas lo que podían (1994:42).

Este acto simbólico retoma el papel femenino en la construcción social, destaca el


compromiso implícito y silencioso adquirido en los pequeños escenarios y espacios
locales. De igual manera, el relato muestra la intención participativa de las mujeres en la
política, pero una vez más continúan negándoles, con el discurso de la inclusión de la
mujer a través de las supuestas organizaciones. Catalina termina por aceptar con
incredulidad que la retórica política de su esposo es el espejo de la mentira de la
revolución, a pesar de ser la única en participar en el trabajo social desde la gobernación
de su esposo. También se convirtió en la intermediaria de casos de justicia.

Al principio la gente iba a la casa a solicitar audiencia y me pedía que la ayudara con
Andrés. Yo oía todo y Bárbara apuntaba. En las noches me llevaba una lista de
peticiones que le leía a mi general de corrido y aceptando instrucciones: ése que
vea a Godínez, ésa que venga a mi despacho, eso no se puede, a ése dale algo
de tu caja chica (1994:55)

Por otro lado, Mastretta parece liberar a través del personaje de Catalina, una
sensación pesimista y desesperanzadora, pero alcanza la plenitud de la libertad con la
muerte de Ascencio. Sin embargo, es libre del discurso de la masculinidad pero no
logra la felicidad del amor. Además, ella es producto del atraso cultural. Simboliza la
falta de derecho a la educación, el impedimento a la libre expresión, la genitalización
del amor, el silenciamiento de la autoridad inconsulta, la concepción doméstica de la
mujer.

4. El bolero como discurso narrativo

Ante el discurso machista y dominante sobre la mujer, la presencia simbólica del


bolero adquiere un papel bipolar: reflejar los estados emocionales de Catalina producidos
por la ensoñación del amor y, a su vez, registrar las tristezas, anhelos, deseos más
profundos que habían despertado del primer amor frustrado con el general Ascencio y,
luego, con su amante Carlos Vives. Por eso, la canción Arráncame la vida, del cantautor
mexicano Agustín Lara, sirve de elemento intertextual en la construcción de la trama de la
novela de Ángeles Mastretta, obra intitulada con el mismo nombre.
La estructura del relato parece obedecer el orden lógico del contenido del bolero
“arráncame la vida”, el lenguaje del relato expresa una atmosfera melancólica y los
acontecimientos descritos revelan el estado decadente y de angustia existencial de la
sociedad. Estos elementos estéticos en la novela hacen presente una literatura nueva: la
narrativa del bolero. Este estilo impregna la trama de sensaciones amorosas, con
ingredientes opuestos a la naturaleza del amor como el dolor, el sufrimiento, la tristeza,
etc. Aunque el Bolero tiene como característica expresar sentimientos afectivos o de
amor, en él mismo habitan rasgos de tragedia. Este último aspecto hace que la canción
pase de un estado a otro, podría considerar: una dialéctica entre el bolero y el tango.
De acuerdo a lo anterior, el estilo narrativo asume un carácter antagónico entre los
elementos y los personajes. Por una parte, el personaje Catalina oscila entre el mundo
sensorial – erótico, propio del tango y el estado idílico y emocional del amor,
representado en el bolero. También, el relato se desarrolla en forma paralela o
simultánea: entre el recuento histórico de la política mexicana y los conflictos ideológicos
ante las experiencias amorosas de Catalina. Este rasgo orgánico de la trama es propio de
la literatura postmoderna, estética que sitúa la novela en el plano de la cotidianidad y la
realidad concreta del marginado.
Por otra parte, el relato tiene unas etapas o partes que obedecen a la canción. En
primer lugar, las descripciones de Catalina sobre la situación precaria de la sociedad se
relaciona con el inicio de la canción arráncame la vida. Lara, en la primera estrofa hace
referencia al mundo exterior del enamorado que lo afecta en su más honda humanidad.
Aquí se muestra la idea de desolación y pena

En estas noches de frió, de duro cierzo invernal


Llegan hasta el cuarto mío, las quejas, del arrabal
En estas noches de frió, de duro cierzo invernal
Llegan hasta el cuarto mío, las quejas, del arrabal

El fragmento citado alude a tres ideas básicas: el cuarto mío, escenario donde
habita el personaje Catalina, su estilo de vida y su condición social después de casada; las
quejas consiste en los reclamos y los ayes de la población frente a la problemática que
viven y el arrabal es aquel mundo externo: los barrios populares, las provincias, las
instituciones, etc. donde acaecen los hechos de orden social. Si observamos las
secuenciación del relato es notable que la narradora comience a través de la memoria a
describir la problemática de México en tiempos de la postrevolución. En ese marco
señala algunos acontecimientos: un arqueo de la historia de vida de Ascencio, desde su
estado de pobreza hasta su alta posición; la muerte de los campesinos e indígenas por el
despojo de la tierra; los conflictos entre los dirigentes revolucionarios; la serie de
asesinatos ante opositores políticos para garantizar la estabilidad y el poder, el asalto de
las mujeres a centros de distribución de comestibles, etc. Estos hechos relacionan la
actitud de escucha de Catalina y el compromiso de la misma por los ciudadanos con los
versos de la canción.
El segundo momento, refiere el despertar amoroso en el alma de Catalina. Ella
soñó en aprender a sentir y por fin la vida le posibilitaba algunos instantes de fuga para
acariciar la pureza del amor, pero siempre contenían algunas limitaciones y traían consigo
sensaciones de dolor y tristeza, elementos esenciales de la narrativa del bolero. En la
siguiente estrofa de la canción aparece esta dualidad: felicidad-infelicidad; alegría-tristeza,
amor – desamor que mantiene el vaso comunicante de la estructura sintagmática del
relato

Arráncame la vida, con el último beso de amor


Arráncala, toma mi corazón, arráncame la vida,
Y si acaso te hiere el dolor, ha de ser de no verme
Porque al fin tus ojos, me los llevo yo

La figura literaria de antítesis que utiliza Lara en el verso, expresa la relación


opuesta entre el deseo de la enamorada por perder la vida a cambio del deseo excesivo
de experienciar el amor al menos por un instante. Catalina se identifica con el sentido del
bolero, puesto que vive una situación afectiva vacía de amor con su esposo Ascencio. Sin
embargo, su máximo anhelo es alcanzar a descubrir y sentir el amor que tanto fue negado
por el general. Es importante recordar que el inicio amoroso de la narradora con el
general Ascencio nace en la experiencia corporal – genital y que en el transcurso de la vida
no pudo descubrir ese sentimiento de los enamorados hasta que apareció Fernando
Arizmendi.
El segundo verso es la necesidad de entregarse a pesar de las implicaciones que
aparecen enunciadas en el tercer verso. Por eso, es importante constatar que el bolero es
símbolo de los amorres no correspondidos. El primer sentimiento de amor despierta con
la presencia elegante de Arizmendi pero pronto descubre que su amado platónico es
homosexual, luego despierta su interés por Carlos Vives a quién su esposo manda a
asesinar. Estos personajes permiten que los actantes protagónicos fluctúen entre el amor
y el desamor, para que al final termine interiorizando y sublimando el amor en la soledad
y la distancia como refiere el último verso: “porque al fin tus ojos, me los llevo yo”.
Y del mismo modo, la tercera estrofa es la liberación del amor reprimido de la
narradora que por fin tiene la oportunidad de exteriorizarlo ante su amante

La canción que pedías, te la vengo a cantar


La llevaba en el alma, la llevaba escondida
Y te la voy a dar

La secuencia narrativa conduce al lector a acompañar al personaje hacia el estado


de liberación: desde el silencio y la sumisión hasta la libre expresión y la rebeldía. Catalina
al sentir el amor por Carlos Vives asume una posición decisoria de emanciparse del
dominio del hombre a pesar de los riesgos o consecuencias. Existe un momento real para
arriesgar su vida. Esta ruptura con el dominio falocéntrico que representa el general
Ascencio, la lleva a expresar el sentimiento a Vives frente a su esposo. La escena donde
sucede este evento público e inesperado del amor de Catalina, es en su propia casa
cuando invitan a la famosa Toña a cantar boleros. Allí sucede un hecho extraño para
Ascencio, su esposa devela lo que siente ante Vives, a pesar del intento de reprimirla ella
hace caso omiso, como aparece en el siguiente fragmento

… —canté con todo lo que tenía de voz y me recargué en Carlos que por un
momento quitó una mano del pianoy me acarició la pierna.
—Ahora la que está echando a perder todo eres tú, Catalina —dijo
Andrés. Cállate, deja actuar a los grandes.
No le hice caso. Seguí: «pero ¿qué tú estás haciendo de mí?, que estoy
sintiendo lo que nunca sentí?» Mi voz parecía un silbato junto a la de Toña
pero yo la seguía. «Te lo juro, todo es nuevo para mí.»

Esta situación cierra el círculo de dominación y abre un nuevo capítulo en la


historia. Por fin la mujer está dispuesta a vivir desde sí misma. La frase “no le hice caso.
Seguí”, junto a las frases siguientes de la canción revela que el verdadero amor supera el
temor y el miedo. Por fin descubre Catalina el anhelado sentir que tanto le pidió a su
esposo. Ahora cambió el sometimiento, es Ascencio que reconoce su fuerte dependencia
y necesidad hacia su esposa. Más tarde, el general manda a asesinar a Vives y vuelve
Catalina a su estado de tristeza y dolor, que a propósito, el bolero arráncame la vida
reitera en el estribillo hasta la emancipación total con la muerte de su esposo, el general.
Por una parte, el verso “Y si acaso te hiere el dolor, ha de ser de no verme” simboliza la
ruptura con su esposo pero también es dirigido hacia su amado junto al último verso
“Porque al fin tus ojos, me los llevo yo”, para expresar la imposibilidad de amar. Ya en la
canción se avizora el final de Catalina. La escritora organiza el relato de acuerdo al
esquema sintagmático y semántico del bolero.
Además de la estructura del relato, es imprescindible anotar la intención orgánica
de la escena de la ruptura, porque las canciones mencionadas producen la tensión en la
historia y causa la fuerza gravitacional de la reflexión de la escritora mexicana. En primer
lugar, el encuentro festivo comienza con un diálogo entre las canciones y produce un
ambiente de catarsis.
Primero, el bolero Temor de Gonzalo Curiel que facilita liberar el sentimiento
reprimido al general Ascencio; luego obsesión de Pedro Flores que permite expresar con
sinceridad el amor que siente catalina por Vives; la noche de anoche de Daniela Romo
reafirma el sentimiento despertado en la esposa del general después de un tiempo de
sosiego; Sólo cenizas hallarás de Pedro Vergés es el encuentro del mismo sentimiento que
siente la pareja protagónica, las ruinas del amor que presiente Ascencio de su esposa y el
reclamo de Catalina al general del amor nunca vivido; canta, canta de Rafael Hernández
introduce el personaje Carlos para relacionar el sentimiento de Catalina y anunciar la
llegada de un nuevo amor: «Canta, si olvidar quieres tu dolor» —cantó Carlos mientras
tocaba dando golpes breves. «Canta, si un amor hoy de ti se va” y por último, la canción
central arráncame la vida de Agustín Lara, canción que teje la trama del relato de
Mastretta.
El bolero se convierte en el motor principal de la trama de la novela porque se
manifiesta en los instantes no solo amorosos y sentimentales (en contraposición a lo dicho
por Salvador, 1999) sino las expresiones de tristeza y soledad. El bolero Arráncame la vida
tiene dos perspectivas: expresar el amor hacia Carlos Vives y, a su vez, una manifestación
sentimental hacia su esposo, el general Andrés Ascencio con relación a la problemática
social.

Al cierre

La novela de la escritora mexicana Ángeles Mastretta, se convierte en una nueva


forma estética de aproximar la mirada al mundo cotidiano del hombre, desde las
experiencias emocionales y psíquicas hasta las realidades externas y concretas del mundo
de la vida. A pesar de ser parte de la narrativa del bolero, no reduce la interpretación a
los conflictos amorosos, ni los aborda desde la perspectiva del enamorado idílico, sino que
los sitúa en las contradicciones de la vida y en la desesperanza. De la misma manera,
introduce elementos de la historia y la política, de la problemática social y de las acciones
inmorales de los sujetos, para manifestar con pesimismo el eterno retorno de lo mismo,
registrar el devenir regenerativo de la nación mexicana y, asimismo, con el objeto de
producir la misma sensación que causa el bolero en los personajes enamorados.
La nueva narrativa musical permite expresar los ascensos y descensos del hombre
y los ciclos económicos y sociales de la vida. Es un estilo que hace ruptura con otras
formas narrativas y la ubica dentro de los lineamientos estéticos de la postmodernidad.
Por una parte, sitúa la novela en una hermenéutica marginal con visión clasista y por otro
lado, reivindica la literatura femenina, es decir, escritura hecha por mujeres con una
mirada no racional sino emocional.
Arráncame la vida es una novela que devela la racionalidad de la política ante la
emocionalidad del amor, describe la imagen del amante, cuestiona la cultura machista y el
discurso masculino, señala la corrupción e incoherencia de los gobiernos, el abuso de
poder, la apropiación y el despojo de las tierras por la fuerza, la manifestación erótica de
los enamorados, critica la genitalización del amor, desenmascara el verdadero rostro de la
violencia. Esta novela, aunada al bolero permite enunciar en palabras de Zavala (1991)
que “la música popular emerge como una máquina ante-opresiva: es el discurso del otro y
la otredad seductora que libera el cuerpo” (17)
REFERENCIAS

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Guardia, S. (s/f). Literatura y escritura femenina en américa Latina. Disponible en:


http://www.uesc.br/seminariomulher/anais/PDF/conferencias/SARA_ORIGINAL.pdf.
Consultado [15/08/2012].

Salvador, A. (1999). Novelas como boleros, boleros como novelas: una lectura de
Arráncame la vida. Madrid: Anales de literatura hispanoamericana. 1171-1190.

Derrida, J. (1998). La différance. Traducción de Carmen González Marín. Disponible en:


http://www.jacquesderrida.com.ar/textos/la_differance.htm. Consultado [17/08/2012].

Zavala, I. (1991). La Postmodernidad y Mijael Bajtin: Una poética dialógica. Madrid,


España: Ed. Espasa-Calpe.

Davis, M. (1995). Boleros y erotismo: transgresión en la última noche que pase contigo.
Disponible en: http://lasa.international.pitt.edu/members/congress-papers/lasa1995/
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Vélez, J. (2003). Configuraciones político-eróticas del bolero en la narrativa caribeña.


Revista Iberoamericana. Vol. LXIX, No. 205. Octubre-diciembre.
Blaustein, Daniel. (2009). Rasgos distintivos del Post-Boom. Disponible en:
http://iberoamericaglobal.huji.ac.il/Num5/Art_13.pdf. Consultado [21/08/2012].

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