Vous êtes sur la page 1sur 11

La palabra ADVIENTO es de origen latín y quiere decir VENIDA.

Es el tiempo en que
los cristianos nos preparamos para la venida de Jesucristo. El tiempo de adviento abarca
cuatro semanas antes de Navidad.
Su forma circular, nos recuerda la eternidad de Nuestro Señor, pues Él quien no tiene
principio ni fin. Él es ETERNO.
Por su significado, es una muy importante costumbre que nos prepara, no sólo vivir
estas fechas con un mejor espíritu -«espíritu navideño como dirían muchos»- sino
también, a VIVIR mejor la navidad y a darle su verdadero significado, que no es otro que
el del inicio de nuestra redención.
Tristemente y muy a pesar nuestro, con el pasar del tiempo, esta hermosa costumbre
ha ido desapareciendo de muchos hogares católicos.
Recordemos pues, que la Guirnalda de Adviento, es el primer anuncio que tenemos de
la llegada de nuestro Señor Jesucristo en la Navidad.
A continuación, la manera de practicarla. Invita a todos los miembros de tu familia y
amigos (sobre todo si en sus casas no practican esta hermosa forma de prepararnos
para la Navidad) a que sean parte de la corona y que dejen sus propias peticiones
personales.

Primer Domingo de Adviento


Todos: Hacen la Señal de la Cruz.
Guía: Reconozcamos ante Dios que somos pecadores.
Todos: Yo, pecador me confieso a Dios todopoderoso, a la bienaventurada siempre
Virgen María, al bienaventurado san Miguel Arcángel, al bienaventurado san Juan
Bautista, a los santos Apóstoles Pedro y Pablo, a todos los santos, y a vosotros,
hermanos, que pequé gravemente de pensamiento, palabra y obra; por mi culpa, por mi
culpa, por mi gravísima culpa.
Por eso, ruego a Santa María siempre Virgen, al bienaventurado san Miguel Arcángel,
al bienaventurado san Juan Bautista, a los santos Apóstoles Pedro y Pablo, a todos los
santos, y a vosotros, hermanos, que roguéis por mí a Dios nuestro Señor. Amén.
A continuación, se apagan las luces y se procede con la bendición de la Corona
de Adviento.
Todos: “Señor Jesús, queremos hoy armar la Corona de Adviento y encender la primera
vela morada, para reconocerte como la luz del mundo que ha triunfado sobre las
tinieblas y la muerte. Amén”.
Señor Dios, bendice con tu poder nuestra corona de adviento para que, al encenderla,
despierte en nosotros el deseo de esperar la venida de Cristo practicando las buenas
obras, y para que así, cuando Él llegue, seamos admitidos al Reino de los Cielos.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén.
Guía: La bendición de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre esta Corona
y sobre todos los que con ella queremos preparar la venida de Jesús.
El Guía hace la lectura de Juan 3: 7-11:
“No te asombres de que te haya dicho: Tenéis que nacer de lo alto. El viento sopla donde
quiere, y oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que
nace del Espíritu.». Respondió Nicodemo: «¿Cómo puede ser eso?». Jesús le
respondió: «Tú eres maestro en Israel y ¿no sabes estas cosas? «En verdad, en verdad
te digo: nosotros hablamos de lo que sabemos y damos testimonio de lo que hemos
visto, pero vosotros no aceptáis nuestro testimonio.”
Guía: Amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios. Y todo el que ama ha nacido
de Dios y conoce a Dios. En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios
envió a su Hijo único. A Dios nadie lo ha visto nunca, pero si nos amamos los unos a los
otros, Dios permanece en nosotros. Palabra del Señor.
Todos: Te alabamos Señor.
La persona designada enciende la primera vela.
Guía: Encendemos, Señor, esta luz, como aquel que enciende su lámpara para salir,
en la noche, al encuentro del amigo que ya viene. En esta primera semana de Adviento
queremos levantarnos para esperarte preparados, para recibirte con alegría. Muchas
sombras nos envuelven. Muchos halagos nos adormecen.
El Guía hace la lectura de Marcos 13,33
“Estén preparados y vigilando, ya que no saben cuál será el momento”. Palabra del
Señor.
Todos: Te alabamos Señor.
Reflexión. (Breve pausa para meditar).
Todos: Queremos estar despiertos y vigilantes, porque tú traes la luz más clara, la paz
más profunda y la alegría más verdadera. ¡Ven, Señor Jesús! ¡Ven, Señor Jesús!
Para cantar: “Ven, Ven, Señor, no tardes”
Ven, ven Señor no tardes;
Ven, ven Señor que te esperamos:
Ven, ven Señor no tardes;
Ven pronto Señor.
El mundo muere de frío,
el alma perdió el calor;
los hombres no son hermanos,
el mundo no tiene amor.
Envuelto en sombría noche,
el mundo sin paz no ve,
buscando va una esperanza,
buscando, Señor, tu fe.
Al mundo le falta vida,
al mundo le falta luz,
al mundo le falta el cielo,
al mundo le faltas Tú.
Todos: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre; venga a
nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro
pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los
que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.
Amén.
Conclusión
Guía: Ven, Señor, haz resplandecer tu rostro sobre nosotros.
Todos: Y seremos salvados. Amén.
Oración final – Todos: Querida Madre, se te ha encomendado la misión de estar
siempre despierta para atender a todas nuestras necesidades, particularmente cuando
el peso de las responsabilidades nos agobia. Camina junto a nosotros en este Adviento.
Amén.

Segundo Domingo de Adviento.


Todos: Hacen la Señal de la Cruz.
Guía: Reconozcamos ante Dios que somos pecadores.
Todos: Yo, pecador me confieso a Dios todopoderoso, a la bienaventurada siempre
Virgen María, al bienaventurado san Miguel Arcángel, al bienaventurado san Juan
Bautista, a los santos Apóstoles Pedro y Pablo, a todos los santos, y a vosotros,
hermanos, que pequé gravemente de pensamiento, palabra y obra; por mi culpa, por mi
culpa, por mi gravísima culpa.
Por eso, ruego a Santa María siempre Virgen, al bienaventurado san Miguel Arcángel,
al bienaventurado san Juan Bautista, a los santos Apóstoles Pedro y Pablo, a todos los
santos, y a vosotros, hermanos, que roguéis por mí a Dios nuestro Señor. Amén.
El Guía hace la lectura de Pedro 3:13-14:
Nosotros esperamos según la promesa de Dios cielos nuevos y tierra nueva, un mundo
en que reinará la justicia. Por eso, queridos hermanos, durante esta espera, esfuércense
para que Dios los halle sin mancha ni culpa, viviendo en paz».
Guía: Palabra de Dios.
Todos: Te alabamos Señor.
Guía: Señor Jesús, estamos cerca de vivir un gran acontecimiento: tu nacimiento en
medio de nosotros. Juan el Bautista anunció tu llegada pidiendo a los hombres que se
arrepintieran de corazón. Hoy, nosotros, arrepentidos, te pedimos perdón a Ti, que vives
y reinas por los siglos de los siglos.
Todos: Amén.
La persona designada enciende la segunda vela.
Guía: Los profetas mantenían encendida la esperanza de Israel. Nosotros, como un
símbolo, encendemos estas dos velas. El viejo tronco está rebrotando se estremece
porque Dios se ha sembrado en nuestra carne…
Que cada uno de nosotros, Señor, te abra su vida para que brotes, para que florezcas,
para que nazcas y mantengas en nuestro corazón encendida la esperanza. ¡Ven pronto,
Señor! ¡Ven, Salvador!
El Guía hace la lectura de Lucas 3:1-6:
En el año quince del imperio de Tiberio César, siendo Poncio Pilato procurador de
Judea, y Herodes tetrarca de Galilea; Filipo, su hermano, tetrarca de Iturea y de
Traconítida, y Lisanias tetrarca de Abilene; en el pontificado de Anás y Caifás, fue
dirigida la palabra de Dios a Juan, hijo de Zacarías, en el desierto. Y se fue por toda la
región del Jordán proclamando un bautismo de conversión para perdón de los pecados,
como está escrito en el libro de los oráculos del profeta Isaías: Voz del que clama en
el desierto: Preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas; todo barranco será
rellenado, todo monte y colina será rebajado, lo tortuoso se hará recto y las asperezas
serán caminos llanos. Y todos verán la salvación de Dios.
Guía: Palabra de Dios.
Todos: Te alabamos Señor.
Reflexión. (Breve pausa para meditar).
Todos: Queremos estar despiertos y vigilantes, porque tú traes la luz más clara, la paz
más profunda y la alegría más verdadera. ¡Ven, Señor Jesús! ¡Ven, Señor Jesús!
Para cantar: “Ven, Ven, Señor, no tardes”
Ven, ven Señor no tardes;
Ven, ven Señor que te esperamos:
Ven, ven Señor no tardes;
Ven pronto Señor.
El mundo muere de frío,
el alma perdió el calor;
los hombres no son hermanos,
el mundo no tiene amor.
Envuelto en sombría noche,
el mundo sin paz no ve,
buscando va una esperanza,
buscando, Señor, tu fe.
Al mundo le falta vida,
al mundo le falta luz,
al mundo le falta el cielo,
al mundo le faltas Tú.

Todos: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre; venga a
nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro
pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los
que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.
Amén.
Conclusión
Guía: Ven, Señor, haz resplandecer tu rostro sobre nosotros.
Todos: Y seremos salvados. Amén.
Oración final – Todos: Querida Virgen María, Tú sabes que nuestro camino al corazón
está lleno de piedras, que no dejan que tu Hijo Jesús pueda venir a nosotros. Te pedimos
tu ayuda para sacar estos obstáculos del camino y permitir que El pueda nacer en
nosotros esta Navidad. Amén”.

Tercer Domingo de Adviento.


Todos: Hacen la Señal de la Cruz.
Guía: Reconozcamos ante Dios que somos pecadores.
Todos: Yo, pecador me confieso a Dios todopoderoso, a la bienaventurada siempre
Virgen María, al bienaventurado san Miguel Arcángel, al bienaventurado san Juan
Bautista, a los santos Apóstoles Pedro y Pablo, a todos los santos, y a vosotros,
hermanos, que pequé gravemente de pensamiento, palabra y obra; por mi culpa, por mi
culpa, por mi gravísima culpa.
Por eso, ruego a Santa María siempre Virgen, al bienaventurado san Miguel Arcángel,
al bienaventurado san Juan Bautista, a los santos Apóstoles Pedro y Pablo, a todos los
santos, y a vosotros, hermanos, que roguéis por mí a Dios nuestro Señor. Amén.
El Guía hace la lectura de Tesalonicenses 1:5,23:
”Que el propio Dios de la paz los santifique, llevándolos a la perfección. Guárdense
enteramente, sin mancha, en todo su espíritu, su alma y su cuerpo, hasta la venida de
Cristo Jesús, nuestro Señor”.
Guía: Palabra de Dios.
Todos: Te alabamos Señor.
Guía: Los hombres de hoy no verán en persona a Cristo en esta Navidad. Pero sí verán
a la Iglesia, nos verán a nosotros. ¿Habrá más luz, más amor, más esperanza reflejada
en nuestra vida para que puedan creer en El?
Señor Jesús, no dejes que la alegría de tu presencia se borre de nuestro corazón, a
pesar de los acontecimientos dolorosos que estamos viviendo en nuestra patria. Que la
razón de nuestra alegría sea siempre el sentirnos amados por Ti. Tú, que vives y reinas
por los siglos de los siglos.
Todos: Amén.
La persona designada enciende la tercera vela.
Guía: En las tinieblas se encendió una luz, en el desierto clamó una voz. Se anuncia la
buena noticia: el Señor va a llegar. Preparad sus caminos, porque ya se acerca. Adornad
vuestra alma como una novia se engalana el día de su boda. Ya llega el mensajero.
Juan Bautista no es la luz, sino el que nos anuncia la luz. Cuando encendemos estas
tres velas cada uno de nosotros quiere ser antorcha tuya para que brilles, llama para
que calientes. ¡Ven, Señor, a salvarnos, envuélvenos en tu luz, ¡caliéntanos en tu amor!
El Guía hace la lectura de Lucas 3:10-18:
«La gente le preguntaba: «Pues ¿qué debemos hacer?». Y él les respondía: «El que
tenga dos túnicas, que las reparta con el que no tiene; el que tenga para comer, que
haga lo mismo.». Vinieron también publicanos a bautizarse, y le dijeron: «Maestro, ¿qué
debemos hacer?». Él les dijo: «No exijáis más de lo que os está fijado.» Preguntáronle
también unos soldados:
«Y nosotros ¿qué debemos hacer?» Él les dijo: «No hagáis extorsión a nadie, no hagáis
denuncias falsas, y contentaos con vuestra soldada.» Como el pueblo estaba a la
espera, andaban todos pensando en sus corazones acerca de Juan, si no sería él el
Cristo; respondió Juan a todos, diciendo: «Yo os bautizo con agua; pero viene el que es
más fuerte que yo, y no soy digno de desatarle la correa de sus sandalias. Él os
bautizará en Espíritu Santo y fuego. En su mano tiene el bieldo para limpiar su era y
recoger el trigo en su granero; pero la paja la quemará con fuego que no se apaga.» Y,
con otras muchas exhortaciones, anunciaba al pueblo la Buena Nueva.
Guía: Palabra de Dios.
Todos: Te alabamos Señor.
Reflexión. (Breve pausa para meditar).
Todos: Queremos estar despiertos y vigilantes, porque tú traes la luz más clara, la paz
más profunda y la alegría más verdadera. ¡Ven, Señor Jesús! ¡Ven, Señor Jesús!
Para cantar: “Ven, Ven, Señor, no tardes”
Ven, ven Señor no tardes;
Ven, ven Señor que te esperamos:
Ven, ven Señor no tardes;
Ven pronto Señor.
El mundo muere de frío,
el alma perdió el calor;
los hombres no son hermanos,
el mundo no tiene amor.
Envuelto en sombría noche,
el mundo sin paz no ve,
buscando va una esperanza,
buscando, Señor, tu fe.
Al mundo le falta vida,
al mundo le falta luz,
al mundo le falta el cielo,
al mundo le faltas Tú.
Todos: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre; venga a
nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro
pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los
que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.
Amén.
Conclusión
Guía: Ven, Señor, haz resplandecer tu rostro sobre nosotros.
Todos: Y seremos salvados. Amén.
Guía: Padre, en nuestra familia crecemos y aprendemos a ser mejores, te pedimos hoy
que nos ayudes a ser una familia cristiana y ser un buen ejemplo para los que nos
rodean, Te pedimos fuerzas para mejorar o cambiar lo que sea necesario de nosotros
para que nuestra familia sea mejor cada día. Amén.
Oración final – Todos: Querida Madre de Dios, que viviste con alegría los nueve meses
de tu Adviento llevando al Niño Dios en tu seno, ayúdanos con tu oración para que no
se borre nunca de nuestro corazón la alegría que nos trae Jesús. Amén.

Cuarto Domingo de Adviento.


Todos: Hacen la Señal de la Cruz.
Guía: Reconozcamos ante Dios que somos pecadores.
Todos: Yo, pecador me confieso a Dios todopoderoso, a la bienaventurada siempre
Virgen María, al bienaventurado san Miguel Arcángel, al bienaventurado san Juan
Bautista, a los santos Apóstoles Pedro y Pablo, a todos los santos, y a vosotros,
hermanos, que pequé gravemente de pensamiento, palabra y obra; por mi culpa, por mi
culpa, por mi gravísima culpa.
Por eso, ruego a Santa María siempre Virgen, al bienaventurado san Miguel Arcángel,
al bienaventurado san Juan Bautista, a los santos Apóstoles Pedro y Pablo, a todos los
santos, y a vosotros, hermanos, que roguéis por mí a Dios nuestro Señor. Amén.
El Guía hace la lectura de Romanos 13,13-14:
Conduzcámonos como en pleno día, con dignidad. Nada de comilonas y borracheras,
nada de lujuria ni desenfreno, nada de riñas ni pendencias. Vestíos del Señor Jesucristo.
Guía: Palabra de Dios
Todos: Te alabamos Señor.
Guía: Padre, que nos has dado una familia en la cual te hemos conocido y amado,
ayúdanos a vivir teniéndote siempre presente en nuestras vidas. Te pedimos que en
esta Navidad nos regales el quedarte con nosotros en nuestros corazones y sentir que
vives en nuestro hogar, en nuestras familias.
Todos: Amén.
La persona designada enciende las cuatro velas.
Guía: “Al encender estas cuatro velas, en el último domingo de Adviento, pensamos en
ella, la Virgen, tu madre y nuestra madre. Nadie te esperó con más ansia, con más
ternura, con más amor. Nadie te recibió con más alegría. Te sembraste en ella como el
grano de trigo se siembra en el surco. En sus brazos encontraste la cuna más hermosa.
También nosotros queremos prepararnos así: en la fe, en el amor y en el trabajo de
cada día. ¡Ven pronto, Señor! ¡Ven a salvarnos!”
El Guía hace la lectura de Lucas 2:6-7:
Y sucedió que, mientras ellos estaban allí, se le cumplieron los días del alumbramiento,
y dio a luz a su hijo primogénito, le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre,
porque no tenían sitio en el alojamiento. Palabra de Dios.
Todos: Te alabamos Señor.
Reflexión. (Breve pausa para meditar).
Todos: La Virgen y San José, con su fe, esperanza y caridad salen victoriosos en la
prueba. No hay rechazo, ni frío, ni oscuridad ni incomodidad que les pueda separar del
amor de Cristo que nace. Ellos son los benditos de Dios que le reciben. Dios no
encuentra lugar mejor que aquel pesebre, porque allí estaba el amor inmaculado que lo
recibe.
Nos unimos a La Virgen y San José con un sincero deseo de renunciar a todo lo que
impide que Jesús nazca en nuestro corazón.
Para cantar: «El camino que lleva a Belén».
Por el camino que lleva a Belén
baja hasta el valle que la nieve cubrió.
Los pastorcillos quieren ver a su Rey,
le traen regalos en su humilde zurrón.
Ropo pom pom, ropo pom pom.
Ha nacido en un portal de Belén
el Niño Dios.
Yo quisiera traer a tus pies
algún presente que te alabe Señor
más Tú ya sabes que soy pobre también,
y no poseo más que un viejo tambor,
ropo pom, pom, ropo pom, pom.
Todos: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre; venga a
nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro
pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los
que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.
Amén.
Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo. Bendita tú eres entre
todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte.
Amén.
Conclusión
Guía: Ven, Señor, haz resplandecer tu rostro sobre nosotros.
Todos: Y seremos salvados. Amén.
Guía: Derrama Señor, tu gracia sobre nosotros, que, por el anuncio del ángel, hemos
conocido la encarnación de tu Hijo, para que lleguemos por su pasión y su cruz a la
gloria de la resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo.
Oración final – Todos: Querida Madre de Dios, te pedimos que nos hagas sentir
aquella misma alegría y gozo que sentiste al dar la vida humana a Jesús. Nuestra familia
quiere llevar esta felicidad a todas las personas que más sufren. Amén.

Noche Buena.
Todos: Hacen la Señal de la Cruz.
Guía: Reconozcamos ante Dios que somos pecadores.
Todos: Yo, pecador me confieso a Dios todopoderoso, a la bienaventurada siempre
Virgen María, al bienaventurado san Miguel Arcángel, al bienaventurado san Juan
Bautista, a los santos Apóstoles Pedro y Pablo, a todos los santos, y a vosotros,
hermanos, que pequé gravemente de pensamiento, palabra y obra; por mi culpa, por mi
culpa, por mi gravísima culpa.
Por eso, ruego a Santa María siempre Virgen, al bienaventurado san Miguel Arcángel,
al bienaventurado san Juan Bautista, a los santos Apóstoles Pedro y Pablo, a todos los
santos, y a vosotros, hermanos, que roguéis por mí a Dios nuestro Señor. Amén.
Guía: Concede, Señor todopoderoso, que hoy brille para nosotros y todas las familias
del mundo, la luz de tu Palabra.
Todos: Amén.
La persona designada enciende las cuatro velas y una vela blanca.
El Guía hace la lectura de Lucas 2:6-7:
Y sucedió que, mientras ellos estaban allí, se le cumplieron los días del alumbramiento,
y dio a luz a su hijo primogénito, le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre,
porque no tenían sitio en el alojamiento.
Guía: Palabra de Dios.
Todos: Te alabamos Señor.
Reflexión. (Breve pausa para meditar).
Guía: La Virgen y San José, con su fe, esperanza y caridad salen victoriosos en la
prueba. No hay rechazo, ni frío, ni oscuridad ni incomodidad que les pueda separar del
amor de Cristo que nace. Ellos son los benditos de Dios que le reciben. Dios no
encuentra lugar mejor que aquel pesebre, porque allí estaba el amor inmaculado que lo
recibe.
Nos unimos a La Virgen y San José con un sincero deseo de renunciar a todo lo que
impide que Jesús nazca en nuestro corazón.
A continuación, entonamos algún alegre villancico, y mientras cantamos, nos
pasamos al Niño Jesús de mano en mano y nos disponemos a agregarlo en el
pesebre.
Para cantar: «El camino que lleva a Belén».
Por el camino que lleva a Belén
baja hasta el valle que la nieve cubrió.
Los pastorcillos quieren ver a su Rey,
le traen regalos en su humilde zurrón.
Ropo pom pom, ropo pom pom.
Ha nacido en un portal de Belén
el Niño Dios.
Yo quisiera traer a tus pies
algún presente que te alabe Señor
más Tú ya sabes que soy pobre también,
y no poseo más que un viejo tambor,
ropo pom, pom, ropo pom, pom.
Cuando el Niño Jesús es puesto en el pesebre, todos nos ponemos de rodillas y
en un acto de profunda devoción y respeto, meditamos las palabras que el guía
dirá a continuación:
Guía: “No temáis, porque he aquí, os traigo buenas nuevas de gran gozo que serán
para todo el pueblo; porque os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que
es Cristo el Señor. Y esto os servirá de señal: hallaréis a un niño envuelto en pañales y
acostado en un pesebre. Y de repente apareció con el ángel una multitud de los ejércitos
celestiales, alabando a Dios y diciendo: Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz
entre los hombres en quienes EL se complace…”
Lector 1: Querido Padre, Dios del cielo y de la tierra, en esta noche santa te queremos
dar gracias por tanto amor. Gracias por nuestra familia y por nuestro hogar. Gracias por
las personas que trabajan con nosotros.
Bendícenos en este día tan especial en el que esperamos el nacimiento de tu Hijo.
Ayúdanos a preparar nuestros corazones para recibir al Niño Jesús con amor, con
alegría y esperanza. Estamos aquí reunidos para adorarlo y darle gracias por venir a
nuestro mundo a llenar nuestras vidas.
Hoy al contemplar el pesebre recordamos especialmente a las familias que no tienen
techo, alimento y comodidad. Te pedimos por ellas para que la Virgen y San José les
ayuden a encontrar un cálido hogar.

Lector 2: Padre bueno, te pedimos que el Niño Jesús nazca también en nuestros
corazones para que podamos regalarles a otros el amor que Tu nos muestras día a día.
Ayúdanos a reflejar con nuestra vida tu abundante misericordia. Que junto con tus
Ángeles y Arcángeles vivamos siempre alabándote y glorificándote.
Lector 3: Santísima Virgen María, gracias por aceptar ser la Madre de Jesús y Madre
nuestra, gracias por tu amor y protección. Sabemos que día a día intercedes por
nosotros y por nuestras intenciones, gracias Madre.
Querido San José, gracias por ser padre y protector del Niño Jesús, te pedimos que
ruegues a Dios por nosotros para que seamos una familia unida en el amor y podamos
ser ejemplo de paz y reconciliación para los demás.
Amén.
Todos: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre; venga a
nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro
pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los
que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.
Amén.
Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo. Bendita tú eres entre
todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte.
Amén.
Conclusión
Guía: Derrama Señor, tu gracia sobre nosotros, que, por el anuncio del ángel, hemos
conocido la encarnación de tu Hijo, para que lleguemos por su pasión y su cruz a la
gloria de la resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo.
Oración final – Todos: Hoy la Virgen da a luz al Trascendente. Y la tierra ofrece una
cueva al inaccesible. Los ángeles y los pastores le alaban. Los magos caminan con la
estrella; porque ha nacido por nosotros, niño pequeñito, el Dios de antes de los siglos.
Amén

Vous aimerez peut-être aussi