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La zona conocida como Bouhachem está situada al oeste de Chaouen, apenas a una decena de kilómetros de esta
turística ciudad; comprende una región montañosa con forma de media luna, con varios picos que superan los 1600
m (Jbel Kareha 1658 m), y cuyas cumbres sirven de divisoria de aguas de la cuenca del Martil y del Loukos. El
Oued el Kebir afluente del Martil recoge las aguas de las vertientes septentrionales y el oued Mqyl Lbarrya,
afluente del Lukos, de las meridionales.
Accesibilidad
Aunque es una zona de paso desde Chaouen hacia Moulay Abdessalam y hacia Larache, su travesía no es fácil por
la ausencia de carreteras y por el mal mantenimiento de las pistas que la atraviesan.
Desde hace unos años se puede acceder por la carretera que sale desde la de Chaouen a la altura de Beni Hassan
(El Hamra) y que llega a Moulay Abdessalam y conecta con la que va a Tazrout. También se puede acceder por las
dos carreteras que llevan a Moulay Abdessalam, la que viene desde Larache y la que sale de Zinat aunque son más
largas que la primera. Así pues, se puede llegar en coche al pie del macizo por las vertientes noreste y oeste y
adentrarse después a pie por sus senderos y pistas.
Las carreteras están en mal estado y hay que tener especial cuidado durante la época de lluvias, además la de Zinat
es posible que pronto quede inundada por el agua del nuevo embalse sobre el río Martil.
Geología
Los materiales geológicos que forman el macizo pertenecen a la capa de flychs numidiense, formada por areniscas
de grano muy grueso de cuarzo englobadas por una matriz muy dura también silícea, que las hace resistentes a la
erosión y forman crestas, semejantes a las cuarcíticas, cuando las capas están casi verticales o bien paisajes en
bolas un poco caóticas o desprendidas de forma individual en medio del bosque. La capa de areniscas está sobre la
capa blanda areno-margosa del flychs de Ben Ider.
Paisaje en bolas Morfología redondeada en capas plegadas
Crestones de capas de areniscas con fuerte buzamiento Plano con estrías y espejo de falla
Vegetación
Su elevada pluviometría y humedad, los suelos ácidos de las areniscas y los básicos de la base margosa, las
diferencias de altitud, han posibilitado el desarrollo de una vegetación y asociaciones florísticas muy interesantes,
donde conviven plantas típicas termomediterráneas con otras eurosiberianas, endemismos, plantas de turbera y una
enorme variedad de helechos y hongos
Los picos más altos están coronados por cedros (Cedrus atlantica); los pinos rodenos (Pinus pinaster ssp
maghrebiana), alcornoques (Quercus suber) y quejigos moros (Quercus canariensis) se mezclan en las laderas
donde es fácil encontrar ejemplares centenarios de porte magnífico e impresionante, y en el fondo de los
riachuelos, los retorcidos alisos (Alnus glutinosa) con sus raíces al descubierto luchan por sobrevivir a la
amenazante sequía que podría acabar con ellos y con la laurisilva que conforma los bosques de galería.
Fauna
Un sotobosque de jaras, brezos y madroños (en las partes bajas) sirve de refugio a una variada fauna entre la que es
fácil ver: el macaco ( Macaca marocana), cuya población pasa por una difícil situación debido a la presión
humana; los anfibios (sapos, salamandras, ranitas de San Antonio) y una enorme variedad de aves y mariposas.
Salamandra Sapo
Rebaño de cabras debajo de los quejigos moros Árboles cortados para obtener ramas para el ganado y leña
Destrucción del suelo por la tala de la vegetación Erosión de las capas margosas por la tala de la vegetación
Proyectos de futuro
Actualmente el proyecto Développement de l’Accueil Rural Ecotouristique au Jbel Bouhacem (DARE Bouhachem)
http://www.bouhachem.ma ha señalizado 5 circuitos para realizar senderismo y han acondicionado 4 casas rurales,
cada una de las cuales tiene una habitación con 4 camas, un salón y aseo con ducha.
Se pretende que la zona sea protegida y declarada parque natural.
La región, por su proximidad al santuario de Moulay Abdessalam, – uno de los más importantes santuarios del
país- tiene numerosos morabitos donde están enterrados santos a los que se hacen ofrendas para que protejan los
campos y los ganados, curen las enfermedades, den hijos a las mujeres infértiles y concedan los deseos que se les
solicite. Una vez al año suele haber alguna romería.
La materia de los santos se reintegró en la naturaleza y ahora sirve para alimentar los árboles que crecen sobre las
tumbas; la savia que contienen circuló antes por el cuerpo de estos santos y los convierte en árboles sagrados que
no se pueden cortar.
Gracias a esta comunión de las creencias religiosas con la naturaleza, en torno a estos lugares sagrados se han
conservado bosquetes de árboles centenarios que guardan la esencia del misticismo sufí más puro.