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Cuando se estudia la vida de las personas se debe estudiar también su

historia. No se puede separar a las personas del contexto de su tiempo.

El acero del carácter se forma a martillazos sobre el yunque del tiempo y


se fragua en el contexto de la historia (Charles Swindoll)

CANAAN
Tratemos de ubicar inicialmente las naciones según Génesis capítulo 10
para geográficamente hacernos una idea aproximada de la región de
la que estamos hablando.
Primeramente conviene aclarar que partiremos del reparto de las tierras
que se produce después del diluvio entre los hijos de Noé
No olvidemos que Canaán es un término hebreo válido para el nombre
de un personaje bíblico, no sólo el nombre de una región. Un personaje
además, sobre el que descendió una maldición. "Maldito sea Canaán.
Sea el siervo de los siervos de sus hermanos." Gn 9.2

Canaán fue hijo de Cam y nieto de Noé. De acuerdo al testimonio


bíblico, Noé maldijo a Canaán, quizás porque junto a su padre vio la
desnudez de su abuelo (Gn 9.18, 22–27; • Cam). Más tarde Canaán se
identifica en la lista de la naciones (Gn 10.15–19) y sus descendientes
(cananeos) se relacionan con once grupos o pueblos que históricamente
habitaban en Fenicia y Siria Palestina.

Los cananeos eran personas impías, idólatras, descendientes de Canaán,


nieto de Noé, (Génesis 9:18).

Génesis 12 Reina-Valera

Llamamiento de Abram
Jehová había dicho a Abram: «Vete de tu tierra, de tu parentela y de la casa de tu
padre, a la tierra que te mostraré. 2 Haré de ti una nación grande, te bendeciré,
engrandeceré tu nombre y serás bendición. 3 Bendeciré a los que te bendigan, y a
los que te maldigan maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la
tierra.»

4
Se fue Abram, como Jehová le dijo, y con él marchó Lot. Tenía Abram setenta y
cinco años de edad cuando salió de Harán. 5 Tomó, pues, Abram a Sarai, su mujer,
y a Lot, hijo de su hermano, y todos los bienes que habían ganado y las personas
que habían adquirido en Harán, y salieron para ir a tierra de Canaán.
Llegaron a Canaán, 6 y pasó Abram por aquella tierra hasta el lugar de Siquem,
donde está la encina de More. El cananeo vivía entonces en la tierra. 7 Y se apareció
Jehová a Abram, y le dijo: «A tu descendencia daré esta tierra.» Y edificó allí un
altar a Jehová, quien se le había aparecido. 8 De allí pasó a un monte al oriente de
Bet-el, y plantó su tienda entre Bet-el al occidente y Hai al oriente; edificó en ese
lugar un altar a Jehová, e invocó el nombre de Jehová. 9 Luego Abram partió de allí,
avanzando poco a poco hacia el Neguev.

Abram en Egipto
10
Hubo entonces hambre en la tierra; y descendió Abram a Egipto para vivir allí,
porque era mucha el hambre en la tierra.

Genesis 15

13
Entonces Jehová le dijo:

—Ten por cierto que tu descendencia habitará en tierra ajena, será esclava allí y
será oprimida cuatrocientos años. 14
Pero también a la nación a la cual servirán
juzgaré yo; y después de esto saldrán con gran riqueza. 15
Tú, en tanto, te reunirás
en paz con tus padres y serás sepultado en buena vejez. 16
Y tus descendientes
volverán acá en la cuarta generación, porque hasta entonces no habrá llegado a su
colmo la maldad del amorreo.

La tierra de Canaán era la tierra que Dios prometió dar a los


descendientes de Abraham (Génesis 12:7). Los cananeos se describen en
la biblia como un pueblo grande y fuerte, que no eran fácilmente
derrotados. Por lo tanto, los israelitas necesitarían la ayuda divina para
venir contra ellos, derrotarlos y despojarlos de sus tierras. Dios prometió esa
ayuda a Moisés y Josué (Josué 1:3).

Por qué había que expulsar a los cananeos de la Tierra Prometida? Porque no les pertenecía
aquel territorio; eran lo que hoy llamaríamos ocupantes ilegales. Unos cuatrocientos años
antes, Dios les había prometido aquella tierra a su siervo Abrahán y a sus descendientes
(Génesis 15:18). Y cumplió su promesa al permitir que los descendientes de Abrahán —
la nación de Israel— ocuparan la región. Quizás algunos objeten que los cananeos tenían
derechos sobre la tierra porque vivían allí antes que los israelitas. Pero ¿quién tiene la
última palabra al decidir a quién le pertenece un territorio? Está claro que Dios, pues es
el Soberano del universo

Recordemos que Israel sale de Egipto por voluntad de Dios con mano
poderosa a través de su siervo Moisés para ser llevado como un pueblo
libre a una nueva tierra, Canaán en cumplimiento de lo que Dios había
prometido a su siervo Abraham hacía muchos años, El mandato consistía
en conquistar y eliminar toda contaminación de esa tierra.

Con respecto a los cananeos, Dios le advirtió a Israel: “No deben morar
en tu tierra, para que no te hagan pecar contra mí. En caso de que
sirvieras a sus dioses, eso llegaría a ser un lazo para ti” (Éxodo 23:33).
Y tiempo después, Moisés le recordó al pueblo: “Es por la iniquidad de
estas naciones por lo que Jehová tu Dios las va a expulsar de delante de
ti” (Deuteronomio 9:5).

Porque dios le quita la tierra a los cananeos

El propósito de Dios al ordenar el exterminio de los Cananeos además de


ser un juicio sobre éstos, era mantener a Israel libre de la idolatría y de sus
prácticas diabólicas. Dios estaba fundando la nación israelita con un sólo
gran propósito; preparar el camino para la venida de Cristo,
estableciendo en el mundo la idea de que hay un sólo, vivo y verdadero
Dios. Si Israel caía en idolatría, dejaría de tener razón de existir como
nación.

Las perversiones sexuales de estas naciones eran propensas a auspiciar y


desarrollar enfermedades venéreas que podrían acabar con gran parte
de la población de aquella época. Si tales enfermedades hubieran
afligido a Israel, el medio físico para traer el Mesías venidero al mundo
podía verse diezmado.

Más aún, el tiempo de gracia para estas tribus fue extendido 38 años más
de lo que Dios hubiese querido. Al echar a Israel al desierto por 38 años
más por su rebelión, estas tribus tuvieron otra oportunidad para
abandonar sus caminos de mal, pero se resistieron. Terminaron
rechazando esta última oportunidad que el Cielo les brindaba.

Por vía de precaución era necesario borrar del país los últimos vestigios
del culto idólatra. En esto, Josué dio a la nación un buen comienzo. Si
Israel hubiese seguido por el mismo camino, ¡cuán distinta hubiera sido la
historia!

¿Nos preguntamos todavía por qué Dios mandó a Israel que exterminara
a los cananeos? Tenía derecho a seguir viviendo una civilización de
semejante inmundicia y brutalidad? Esto es uno de los ejemplos de la
historia, de la ira de Dios contra la maldad de las naciones. Los
arqueólogos que cavan en las ruinas de las ciudades cananeas se
preguntan por qué Dios no las destruyó mucho antes

Debemos mencionar la gracia de Dios en favor de los cananeos. A pesar


de su maldad, Dios le dio amplio tiempo y ejemplos para abandonar el
culto a los demonios y buscarle.

Genesis 15: 12 Mas á la caída del sol sobrecogió el sueño á Abram, y he aquí que el
pavor de una grande obscuridad cayó sobre él. 13 Entonces dijo á Abram: Ten por
cierto que tu simiente será peregrina en tierra no suya, y servirá á los de allí, y serán por
ellos afligidos cuatrocientos años. 14 Mas también á la gente á quien servirán, juzgaré
yo; y después de esto saldrán con grande riqueza. 15 Y tú vendrás á tus padres en paz,
y serás sepultado en buena vejez. 16 Y en la cuarta generación volverán acá: porque
aun no está cumplida la maldad del Amorrheo hasta aquí.

Dios le concedió 400 años para arrepentirse mas 40 años adicionales por
Israel andar por el desierto por su falta de fe. Era suficiente tiempo para
abandonar el pecado y seguir al Dios de Noé, sus antecesor. Entre los
cananeos hubo quien aceptara servir a Jehová de los ejercitos, por
ejemplo Rahab y su famila fue salva por su fe. No todos los cananeos
necesariamente participaban en los cultos a los demonios. Quienes lo
hicieron lo hicieron por su propia voluntad.

El odio de Dios hacia estas prácticas era muy clara y por razones muy
justas; eran dirigidas a demonios y sacrificaban a los inocentes. La
prácticas de los cananeos eran muy conocidas desde tiempos antiguos.
Antes de poseer la tierra prometida, a Israel se le encargo que erradicara
estos pueblos por el pecado de los pueblos y por el porpio bien de Israel.

En Números 33 encontramos la advertencia de Jehova sobre este asunto:

50 Y habló Jehová á Moisés en los campos de Moab junto al Jordán de Jericó,


diciendo: 51 Habla á los hijos de Israel, y diles: Cuando hubiereis pasado el Jordán á la
tierra de Canaán, 52 Echaréis á todos los moradores del país de delante de vosotros, y
destruiréis todas sus pinturas, y todas sus imágenes de fundición, y arruinaréis todos sus
altos; 53 Y echaréis los moradores de la tierra, y habitaréis en ella; porque yo os la he
dado para que la poseáis. 54 Y heredaréis la tierra por suertes por vuestras familias: á los
muchos daréis mucho por su heredad, y á los pocos daréis menos por heredad suya:
donde le saliere la suerte, allí la tendrá cada uno: por las tribus de vuestros padres
heredaréis. 55 Y si no echareis los moradores del país de delante de vosotros, sucederá
que los que dejareis de ellos serán por aguijones en vuestros ojos, y por espinas en
vuestros costados, y afligiros han sobre la tierra en que vosotros habitareis. 56 Será
además, que haré á vosotros como yo pensé hacerles á ellos.
¿Como llegaron estos cultos a Israel?

¿Como llegaron estos cultos a Israel? Primero, los Israelitas no erradicaron


a los cananeos por completo después de establecerse en la Tierra
Prometido cuando llegaron dirigidos por Josué. Los cananeos que
quedaron les sirvieron de estorbo y causa de caer.

Los jueces, profetas, el Rey Saúl, y el Rey David les hicieron frente a estas
naciones y sus prácticas trayendo paz y estabilidad a Israel. Pero la
apostasía y mal ejemplo del Rey Salomón que lo trajo a Israel y enseñó a
su pueblo a practicarlo impunemente.

1 ro Reyes 11:6-8;
Empero el rey Salomón amó, a más de la hija de Faraón, muchas mujeres extranjeras: a
las de Moab, a las de Ammón, a las de Idumea, a las de Sidón, y a las Hetheas; 2 Gentes
de las cuales Jehová había dicho a los hijos de Israel: No entraréis a ellas, ni ellas entrarán
a vosotros; porque ciertamente harán inclinar vuestros corazones tras sus dioses. A éstas
pues se juntó Salomón con amor. 3 Y tuvo setecientas mujeres reinas, y trescientas
concubinas; y sus mujeres torcieron su corazón. 4 Y ya que Salomón era viejo, sus mujeres
inclinaron su corazón tras dioses ajenos; y su corazón no era perfecto con Jehová su
Dios, como el corazón de su padre David. 5 Porque Salomón siguió á Astaroth, diosa de
los Sidonios, y á Milcom, abominación de los Ammonitas. 6 E hizo Salomón lo malo en los
ojos de Jehová, y no fue cumplidamente tras Jehová como David su
padre. 7Entonces edificó Salomón un alto á Chêmos, abominación de Moab, en el
monte que está enfrente de Jerusalem (Nota: Esto es el Monte de los Olivos); y á Moloch,
abominación de los hijos de Ammón. 8 Y así hizo para todas sus mujeres extranjeras, las
cuales quemaban perfumes, y sacrificaban a sus dioses.
El pueblo de Dios era muy dado a compaginar el culto a Dios con el culto
a los ídolos, sol, luna, animales… Esto fue una constante también después
de Moisés.
En la etapa que empieza con la salida de la esclavitud de Egipto, Dios va
educando a su pueblo para que acepte la liberación plena volviendo a
la adoración a Dios, reconociéndole como único Dios.
Esto es lo que realmente le cuesta al hombre, liberarse de las esclavitudes
de los ídolos. De hecho, va buscando nuevas esclavitudes a medida que
va saliendo de otras. A pesar de ello, Dios nunca lo abandona y lo va
conduciendo hacia la verdadera libertad.

AL SACERDOCIO

Dios usa a su siervo Moises como Profeta, líder y a través de él habla y da


las instrucciones que el pueblo debía seguir. Luego Dios establece el
tabernáculo

EL TABERNACULO
Es una tienda especial para adorar a Jehová. Se le llama el tabernáculo. El
pueblo lo terminó en un solo año después que salió de Egipto.

Fue idea de Jehová. Mientras Moisés estaba arriba en el monte Sinaí, Jehová le
dijo cómo hacerlo. Le dijo que lo hiciera de modo que pudiera desmontarse
fácilmente. Así las partes se podrían llevar a otro lugar, y allí juntarse de nuevo.
Por eso, cuando los israelitas se mudaban de un lugar a otro en el desierto,
llevaban consigo la tienda. La tienda está en el medio del campamento, y los
israelitas viven en sus tiendas alrededor de ella.

Durante la travesía del Éxodo por el desierto del Sinaí, Dios constituyó al
pueblo de Israel como "un reino de sacerdotes y una nación consagrada"
(Ex 19,6). Pero dentro de ese pueblo sacerdotal, escogió una de las doce
tribus, la de Levi, para el servicio litúrgico. Estos sacerdotes eran
consagrados mediante un rito propio ( Ex 29,1-30) y sus funciones,
deberes y ritos vienen establecidos minuciosamente, sobre todo en el
libro del Levítico.

El oficio del sacerdocio fue puesto por Dios (Éxodo 28:1). Los sacerdotes de
Israel tenían que ser de la tribu de Leví, y estaban a cargo del servicio a Dios.
Los levitas que no fueran sacerdotes estaban al servicio de ellos (Números 3:59).
Aarón fue elegido como el primer sumo sacerdote, y sus hijos Nadab, Abiú,
Eleazar e Itamar fueron nombrados sacerdotes. Antes de ellos ser considerados
sacerdotes siquiera, tenían que ser lavados con agua (Éxodo 29:4),
demostrando así la necesidad e importancia de una pureza moral o santidad.
Aarón mismo era de la tribu de Leví, mientras que sólo a el y sus descendientes
se les fue dado el sacerdocio, toda la tribu de Leví tenía un llamado especial a
ayudar a Aarón y los sacerdotes. El sacerdocio se le confió a la tribu de Leví. Había
grados: el Sumo Pontífice, los sacerdotes jefes y los simples sacerdotes. Dios mandó consagrar
a Aarón como Sumo Pontífice. Los Los levitas estaban para apoyar el ministerio de
los sacerdotes, ellos no tenían una posición destacada, pero importantes para
su servicio detrás de escenas. Hoy todos queremos figurar en la plataforma. Los
Levitas no tenían permiso de hacer lo que los sacerdotes hacían. En la misma
manera el Nuevo Testamento dice que todos nosotros somos “partes” diferentes
del cuerpo cada uno con dones particulares y llamados.
Los pertenecientes a esta tribu, sacerdotal por excelencia, no recibieron
ninguna parte de heredad, cuando el pueblo llegó a establecerse en la
tierra prometida. Dios mismo fue la parte de su herencia (Jos 13,33).

Aarón como sumo sacerdote primero fue lavado y luego ungido con aceite
(Éxodo 29:7. El aceite es símbolo del Espíritu Santo). Lo cual es un tipo de Cristo,
quién siguiendo el orden de consagración de los sacerdotes fue
primeramente bautizado en agua y después “ungido" con el Espíritu Santo de
Dios (Mateo 3:16-17)
No solo Aarón sino también los demás sacerdotes fueron primero "lavados" y
luego "ungidos" (Levítico 8:24, 30), con aceite y rociados con la sangre del
sacrificio que estaba sobre el altar. Esto es figura de la conversión que ocurre
en los seres humanos que se arrepienten de sus pecados, se lavan sus
pecados por medio del bautismo para el perdón de pecados y reciben el don
del Espíritu Santo (Hechos 2:38). La sangre de Cristo, el Cordero de Dios
inmolado en la cruz, les REVISTE, LES SANTIFICA. Esto es lo que el apóstol
Pablo escribe a los Romanos: "…el poder de Dios para salvación"(Romanos
1:16).
En este punto es bueno mencionar que la vocación sacerdotal de Aarón tuvo su
origen en Dios mismo; porque "…nadie toma para sí esta honra, sino el que
es llamado por Dios como lo fue Aarón" (Hebreos 5:4).
Las calificaciones morales, espirituales y hasta físicas que debían reunir los
sacerdotes, la forma de ordenación y el atuendo o vestimenta que les
caracterizaba, particularmente al sumo sacerdote, fueron establecidas por Dios
mismo con el propósito de proyectar de una forma inequívoca, el ideal de
que sin santidad nadie "verá al Señor"(Hebreos 12:14).

Por disposición del mismo Dios en su palabra los sacerdotes y la tribu de Leví no recibieron

poción de tierra sino que Jehová fue su porción y esto es símbolo de más que suficiencia pues

podemos ver en la descripción de las escrituras todos los beneficios que traía el oficio del

sacerdocio para la persona y su familia, mucho mayores a recibir una tierra para cuidarla y

trabajarla.

EL SACERDOCIO EMPIEZA A CORROMPERSE

Impiedad de los hijos de Elí (Nieto de Aarón)


12
Los hijos de Elí eran hombres impíos, que no tenían conocimiento
de Jehová

27
Vino un varón de Dios ante Elí, y le dijo: «Así ha dicho Jehová: “¿No me
manifesté yo claramente a la casa de tu padre cuando estaban en Egipto en
la casa del faraón? 28 Lo escogí para que fuera mi sacerdote entre todas las
tribus de Israel, para que ofreciera sobre mi altar, quemara incienso y
llevara efod delante de mí. Yo concedí a la casa de tu padre todas las
ofrendas de los hijos de Israel. 29 ¿Por qué habéis pisoteado los sacrificios y
las ofrendas que yo mandé ofrecer en el Tabernáculo? ¿Por qué has honrado
a tus hijos más que a mí, haciéndolos engordar con lo principal de todas las
ofrendas de mi pueblo Israel?” 30 Por eso Jehová, el Dios de Israel, dice: “Yo
había prometido que tu casa y la casa de tu padre andarían siempre delante
de mí”; pero ahora ha dicho Jehová: “Nunca haga yo tal cosa, porque yo
honro a los que me honran, y los que me desprecian serán tenidos en
poco. 31 Vienen días en que cortaré tu brazo y el brazo de la casa de tu padre,
de modo que no haya ancianos en tu casa. 32 Verás tu casa humillada,
mientras Dios colma de bienes a Israel, de manera que nunca habrá
ancianos en tu casa. 33 Aquel de los tuyos a quien yo no excluya del servicio
de mi altar, será para que se consuman tus ojos y se llene tu alma de dolor;
y todos los nacidos en tu casa morirán en la plenitud de la edad. 34 Te será
por señal esto que acontecerá a tus dos hijos, Ofni y Finees: ambos morirán
el mismo día. 35 En cambio, yo me suscitaré un sacerdote fiel, que obre
conforme a mi corazón y mis deseos; le edificaré casa firme y andará delante
de mi ungido todos los días. 36 El que haya quedado en tu casa vendrá a
postrarse delante de él por una moneda de plata y un bocado de pan, y le
dirá: ‘Te ruego que me agregues a alguno de los servicios sacerdotales para
que pueda comer un bocado de pan.’”»

De jueces y a los reyes

El objetivo supremo de cada judío es usar su libre albedrio para diferenciar


entre lo que está mal y lo que es correcto, utilizando la Torá como guía. Y esto
es lo que ocurrió en el período de los Jueces.

La Torá, los primeros cinco libros del Antiguo Testamento, es el texto más antiguo y
sagrado para los judíos.

En aquellos días, no había rey en Israel, todos hacían lo que era correcto a
sus ojos (Jueces 21:25).

Durante éste período gran mayoría de los judíos estaban totalmente dedicados
a la Torá y tomaban decisiones de forma acertada sin necesitar que alguien les
dijera qué hacer. Con seguridad, ésta es la situación ideal. Las tribus operaban
como una unión de estados independientes, con un fuerte liderazgo central que
se erguía sólo cuando la nación era amenazada por un enemigo externo.

Por supuesto, la falta de una autoridad central luego de la muerte de Josué tuvo
consecuencias negativas; una pequeña minoría tomó esto como una licencia
para caer en la idolatría y en la inmoralidad. Esto ocurrió en gran parte porque
los judíos no se deshicieron completamente de los canaanitas como se les había
ordenado, y la influencia canaanita pagana se hizo sentir.

Siempre que los judíos abandonan a Dios, las repercusiones son inmediatas:

Y dejaron al Dios de sus padres, que los había sacado de la tierra de Egipto,
y fueron tras otros dioses… Por eso se encendió la ira de Hashem contra
Israel, y los entregó en manos de saqueadores que los despojaron y en
manos de sus enemigos (Jueces 2:12-14).

Éste es uno de los patrones más importantes y repetitivos que tenemos que
entender sobre cómo funciona la historia judía. Cuando los judíos no cumplen
su pacto con Dios, ocurren cosas malas – por lo general, viene un enemigo y los
ataca.
Los jueces en el Antiguo testamento fueron 12 hombres y una mujer que
actuaron como jueces durante el período comprendido entre la muerte
de Josué y el tiempo de Samuel.

Dios constituyó jueces para liberar a Su pueblo cuando apostató y clamó


al Señor en su miseria.
Estos jueces gobernaron entre el tiempo de Josué y Samuel quienes
ejercieron su ministerio en su mayor parte, en un área local y limitada, no
para toda la nación de Israel.
Los JUECES nos presentan a Israel en una de las etapas más críticas de su
historia. Es el tiempo que transcurre entre la penetración de las tribus
hebreas en Canaán (la conquista) y la instauración de la monarquía.
El pueblo se encuentra amenazado por todas partes. Algunos grupos
cananeos, sólidamente atrincherados en sus plazas fuertes, continúan
oponiendo una tenaz resistencia. Otros invasores –especialmente los
filisteos, mucho mejor organizados y armados que Israel– luchan por
adueñarse de los mismos territorios.
Las tribus israelitas se encuentran aisladas unas de otras, sin un gobierno
central que pueda asegurar una firme cohesión interna. Y la única base
de la unidad nacional –la fe en el Señor, el Dios de Israel– corre el peligro
de dejarse contaminar por los seductores cultos cananeos.
En este clima de inseguridad y anarquía, se ve surgir a los héroes llamados
“Jueces”.
Los Jueces de Israel son “caudillos”, que se constituyen en defensores de
la “justicia” para hacer valer sus derechos. Bajo la presión de un grave
peligro, se ponen al frente de una o varias tribus y liberan a sus hermanos
de la opresión a que estos han sido sometidos.
Su autoridad no es estable, sino transitoria y excepcional. Una vez
concluida la acción militar, vuelven a su vida ordinaria, aunque el
prestigio adquirido con sus hazañas les asegura a veces una cierta
preeminencia sobre las tribus liberadas.
Todos los jueces estaban en sí mismos limitados en sus capacidades. El
hecho es que cada uno tenía algún defecto y sufría de alguna limitación
que no le resultó un impedimento para ejercer sus funciones, sino que
llegó a ser un elemento positivo para el éxito, bajo la soberana dirección
de Dios. Ninguno de ellos fue un líder nacional que apelara a toda la
nación, como había sucedido con Moisés y Josué.
Por su origen, su carácter y su condición social, estos caudillos y
libertadores difieren considerablemente unos de otros. Pero tienen un
rasgo común: todos actúan bajo el impulso del “espíritu”. El espíritu del
Señor se manifiesta siempre como una fuerza divina, que irrumpe
súbitamente, se posesiona de ellos y los mueve a realizar proezas que
están por encima de sus capacidades naturales.

Los israelitas entraron en la tierra prometida con grandes esperanzas y


una exuberante expectativa. Uno habría esperado que este pueblo,
liberado de Egipto, conducido a través del desierto durante cuarenta
años, e introducido en la tierra con una gran demostración de la
dirección y el poder de Dios, obtuviera un alto nivel de vida y victoria en
ese territorio y en sus vidas. Pero no fue así. Fracasaron vilmente y sufrieron
una miserable derrota tras otra.

El período de los jueces relata la historia de la nación de Israel desde la


muerte de Josué hasta Samuel, último de los jueces, y primero de los
profetas. Llena el vacío entre Josué y el principio de la monarquía. No
había un líder que ocupara el lugar de Josué de la manera en que él
había asumido el lugar de Moisés. Éste fue el período de prueba de la
teocracia, es decir, del gobierno de Dios, después de que entraron en la
tierra prometida.

Moralmente fue el tiempo de la decadencia profunda de los israelitas al


apartarse de Dios, el Líder no visible, y al descender hasta el nivel bajo,
descrito por la siguiente frase: "en aquellos días no había rey en Israel;
cada uno hacía lo que bien le parecía." Esta debiera haber sido una
época de gran progreso. Pero en cambio, fue un tiempo oscuro de
repetidos fracasos.
El ciclo de la historia de Israel comenzó con:
La nación sirviendo a Dios.
Luego dio ciertos pasos hacia abajo.
Los israelitas hicieron lo malo ante los ojos del Señor, y sirvieron a los
baales,
Abandonaron al Señor y luego, ¿qué sucedió?
Sirvieron a Baal y a Astoret.
El furor del Señor actuó contra los israelitas.
Los entregó en mano de sus enemigos e Israel entró entonces en un
período de servidumbre.
Pero muy pronto Israel imploró a su Dios, estando en su condición triste y
en gran aflicción.
Volvieron a Dios y se arrepintieron.
Dios oyó sus oraciones y
Levantó a jueces, quienes libertaron a Israel.
Y de nuevo la nación sirvió a Dios.

Pero pronto se repitió la misma vieja historia.

Los hijos de Israel hicieron lo malo,


Abandonaron a Dios, siguieron su propio camino,
Fueron vendidos en esclavitud,
Entraron en un período de servidumbre entonces
Clamaron a Dios en su aflicción y volvieron a Él.
Se levantaron jueces, y los israelitas fueron libertados.
La nación empezó a servir nuevamente a Dios y una vez más se
encontraron en lo alto del ciclo.

Pero el ciclo de la historia, simplemente continuó repitiéndose una y otra


vez. Su trayectoria puede verse por toda la Biblia, y aún es evidente en la
actualidad. La verdad expresada por el antiguo dicho que declara que
la historia se repite, se cumplió una vez más.

Más que un estado o una nación, Israel es una comunidad de diversas tribus, unida
por una misma fe. Pero esta fe también se ve amenazada por la corrupción de sus
sacerdotes. El sacerdote Elí es justo, pero no sus hijos. Los hijos de Samuel tampoco
serán íntegros como su padre y se dejarán comprar a cambio de favores y dinero. Al
declive político se suma la degeneración religiosa. – Los Israelitas quitaron sus ojos
de Dios y los pusieron en las circunstancias y la opresión igual que lo hacemos
nosotros hoy.

Samuel fue Sacerdote, profeta, juez: en Samuel se unen tres facetas que lo
convierten en el segundo gran personaje del Antiguo Testamento después de Moisés,
y en una figura de transición entre la era de las tribus y la monarquía israelita.
LOS REYES DE ISRAEL Y DE JUDA

En el periodo de los jueces existía una teocracia, donde los líderes eran
elegidos y dirigidos por Dios, y no una monarquía hereditaria como
sucedió con los reyes.

El pretexto que usaron los judíos para pedir un rey como las otras naciones
fue que los jueces Y SACERDOTES de ese momento (hijos de Samuel) “se
volvieron tras la avaricia, dejándose sobornar y pervirtiendo el derecho”
(1 S. 8.3) pero esto se debía principalmente a que no habían sido elegidos
por Dios, sino por el mismo Samuel (1 S. 8.1-22).

Israel pide rey


8 Aconteció que cuando Samuel envejeció puso a sus hijos por jueces sobre
Israel. 2 Su hijo primogénito se llamaba Joel, y el segundo, Abías; ambos
eran jueces en Beerseba. 3 Pero no anduvieron los hijos por los caminos de
su padre, sino que se dejaron llevar por la avaricia, dejándose sobornar y
pervirtiendo el derecho. 4 Entonces todos los ancianos de Israel se reunieron
y vinieron a Ramá para ver a Samuel,5 y le dijeron: «Tú has envejecido y tus
hijos no andan en tus caminos; por tanto, danos ahora un rey que nos
juzgue, como tienen todas las naciones.»

6
Pero no agradó a Samuel que le dijeran: «Danos un rey que nos juzgue», y
oró a Jehová. 7 Dijo Jehová a Samuel: «Oye la voz del pueblo en todo lo que
ellos digan; porque no te han desechado a ti, sino a mí me han desechado,
para que no reine sobre ellos. 8 Conforme a todas las obras que han hecho
desde el día que los saqué de Egipto hasta hoy, dejándome a mí y sirviendo
a dioses ajenos, así hacen también contigo. 9 Ahora, pues, oye su voz; pero
hazles una advertencia solemne y muéstrales cómo los tratará el rey que
reinará sobre ellos.»

Ante la insistencia del pueblo judío de tener su propio rey, Dios les advirtió
las consecuencias de esta decisión. Esto se conoce como la voluntad
permisiva de Dios, ante tanta insistencia de una persona por algo,
finalmente Dios lo permite, sin embargo esto no significa que Dios haya
cambiado de parecer, Él les advierte lo que les va suceder, para que
después no intenten culparlo. Finalmente Dios les permitió que tuvieran su
rey, pero no era la voluntad directa de Dios, como SI lo eran los jueces.
10
Samuel repitió todas las palabras de Jehová al pueblo que le había pedido
rey. 11
Dijo, pues:

—Así hará el rey que reine sobre vosotros: tomará vuestros hijos y los
destinará a sus carros y a su gente de a caballo, para que corran delante de
su carro. 12
Los empleará como jefes de millar y jefes de cincuentenas; los
pondrá a que aren sus campos y sieguen sus mieses, y a que fabriquen sus
armas de guerra y los pertrechos de sus carros.13 Tomará también a vuestras
hijas para perfumistas, cocineras y amasadoras. 14
Asimismo tomará lo
mejor de vuestras tierras, de vuestras viñas y de vuestros olivares, para
dárselo a sus siervos.15 Diezmará vuestro grano y vuestras viñas, para
dárselo a sus oficiales y a sus siervos. 16
Tomará vuestros siervos y vuestras
siervas, vuestros mejores jóvenes y vuestros asnos, para emplearlos en sus
obras.17 Diezmará también vuestros rebaños y seréis sus siervos. 18
Aquel día
os lamentaréis a causa del rey que habréis elegido, pero entonces Jehová no
os responderá.

19
Pero el pueblo no quiso oír la voz de Samuel, y dijo:

—No. Habrá un rey sobre nosotros, 20


y seremos también como todas las
naciones. Nuestro rey nos gobernará, saldrá delante de nosotros y hará
nuestras guerras.

21
Oyó Samuel todas las palabras del pueblo y las repitió a oídos de
Jehová. 22
Pero Jehová dijo a Samuel:

—Oye su voz y dales un rey.

Dios nunca estuvo de acuerdo con este sistema de gobierno


monárquico, en el que se alzara a un hombre como máximo
soberano. Recordemos que Dios es el único Rey verdadero y siempre dijo
al Pueblo que EL sería SU Dios y ellos serían SU pueblo.

Son altas las probabilidades de que una persona al ser gobernante


termine apartándose del camino de Dios, y siguiendo su propia voluntad,
o la de sus consejeros. La principal causa de esta tendencia no se debe
totalmente a factores externos, o en las condiciones que rodeen el
gobernante, sino principalmente en la reacción que tiene el corazón de
la persona cuando es sometido a la radioactividad del poder. No en
vano el señor Jesús nos dejó ejemplo de servicio, y no de ser servidos (Mt.
20.27-28).
Dios entonces les concede un rey como LO PIDIO EL PUEBLO y Samuel
unge a Saúl de acuerdo a la voluntad de Dios. 1 de Samuel 9 y
conocemos la historia, Saúl hizo lo malo delante de los ojos de Jehová.
Aquí vamos nuevamente con la serie de repeticiones como ocurrió con
los Jueces.

Luego vino David como Rey de Israel (1 Samuel 16) un hombre conforme
al corazón de Dios que hizo grandes hazañas, conquistó pueblos ganó
guerras extendió la nación pero que en algunos momentos también …
Conocemos la historia.

Sucedió en el trono a David, su hijo Salomón quien como lo relata la


escritura fue el hombre más sabio que haya habido y no habrá hombre
más sabio que él. Salvo Cristo. Y finalmente … hizo lo malo delante de los
ojos de Jehová

Dios hizo lo que había prometido desde Abraham a quien en su


omnisciencia le había revelado todo lo malo que iba a hacer el pueblo,
hasta los resultados de pedir Rey para un pueblo que debía ser
gobernado por él como único y verdadero Dios. Dios igualmente le había
revelado a Salomón tanto sus bendiciones como las consecuencias de la
desobediencia y ahora habrían de afrontar las consecuencias de sus
decisiones.

Dios había dicho a Salomón que quitaría el Reinado y dividiría el reino y


así lo hizo. En una repetida serie de sucesos Dios les mostró a cada uno
de los reyes lo que haría y en su soberana fidelidad Dios cumplió tanto
para bendición como para maldición. _Tú escoges pues.

Si tú anduvieres delante de mí como anduvo David tu padre... yo afirmaré


el trono de tu reino sobre Israel para siempre: La respuesta de Dios a la
oración previa de Salomón tenía una gran condición. Si Salomón andaba
delante de Dios en obediencia y fidelidad, él pudo esperar la bendición en su
reinado y el reinado de sus descendientes, y la dinastía de David duraría para
siempre.
i. Dios no demandaba una obediencia perfecta de Salomón. David ciertamente
no caminó perfectamente delante del Señor, y Dios le dijo a Salomón que
anduviera delante de mí como anduvo David tu padre. Esto era algo que
Salomón tuviera fuera de su alcance.
MONARQUIA

Hasta ahora han existido 3 Reyes: Saúl, David y Salomón. Han gobernado
por casi 120 años.

Saúl unificó las tribus y formó el Reino;

Luego vino David, quien lo expandió a través de conquistas. Y luego vino


Salomón, que construyó cosas muy importantes, principalmente el
Templo.

SALOMON

1 Reyes 3:5

Dios aparece a Salomón y le da sabiduría dice la palabra que no hubo


ni habrá hombre más sabio que él, pero a pesar de esa sabiduría, él se
equivocó mucho e hizo lo malo delante de Dios, sus esposas paganas lo
desviaron del corazón de Dios. Recordemos que habían reglas para los
reyes que ninguno de ellos cumplió.

Se entregó a las cosas mundanas, a las riquezas, a lo sensual, a la lujuria, no


se apartó de las malas compañías y de amores y alianzas equivocadas, de las cuales
le había advertido Yavé reiteradamente. Todo esto lo hizo orgulloso y fue perdiendo la
gracia divina. Y, ¡lo peor! no escuchó la voz de Dios cuando lo llamaba a la
conversión:

Yavé se enojó contra Salomón, porque se había apartado de él. Dos veces se le
había aparecido, y le había dado órdenes al respecto: «No sigas a otros dioses.» Pero
Salomón no lo tomó en cuenta. (1 Rey 11, 1-9).

LEER HOJA DE SALOMON ESCRITA A MANO

Salomón construyó obras muy importantes y muy costosas. ¿Cómo creen


ustedes que financiaba esas obras?

Las construcciones has hizo financiándolas con impuestos al pueblo,


tomó sus tierras y usó a la gente. Había un disgusto de la gente por la
cantidad de impuestos que exigió Salomón.

A la muerte de Salomón el reino quedó dividido como consecuencia de


las disputas interminables surgidas del malestar generalizado de la
población por la opresión tributaria.

Roboam, hijo del Rey Salomón le sucede en el trono


Cuando están a punto de ungir como rey a Roboam, hijo de
Salomón, aparece un personaje que había servido a Salomón, llamado
Jeroboam. Este le reclama los impuestos tan altos y los trabajos pesados
que padece el pueblo.

Pide tiempo para consultar y luego responder. Consulta a los mayores


que habían estado con su padre, Salomón, y también consulta a los
jóvenes amigos suyos. Conocemos la historia

Solamente los israelitas del sur, los del país de Judá, reconocieron a
Roboam por su rey. (1 Re 12, 17)

Sólo los israelitas del sur, las tribus de Judá y Benjamín + los Levitas que
eran los Sacerdotes se quedaron con Roboam.

Jeroboam reina en el norte con las otras 10 Tribus, pero sin Sacerdotes,
pues los Levitas se habían quedado con Roboam.

Pero Jeroboam tiene un problema. Tiene tierra, tiene súbditos, pero no


tiene el Templo y no tiene Sacerdotes. El Templo está en Jerusalén que es
la capital de Judá. Y los Sacerdotes también están en Judá, porque los
Levitas quedaron en el Sur

Se le ocurre algo muy grave, que va a ser el hundimiento del Reino de


Norte o Israel.

Pensó: Si este pueblo continúa yendo a Jerusalén para ofrecer sus


sacrificios en la Casa de Yavé, se reconciliarán con su señor Roboam, rey
de Judá. Entonces me matarán y mi reino volverá a Roboam.» (2 Rey 12,
27) Entonces inventó su propia religión, con sus propios sacerdotes y
templos a ídolos paganos.

¿Qué hizo Yavé? Le mandó este mensaje a Jeroboam: Yavé dispersará


a los hijos de Israel por todas las naciones debido a los pecados que
Jeroboam ha cometido y en los cuales arrastró a su pueblo.» (1 Re 14, 16)

La división de los dos reinos los convierte en presas fáciles para las
apetencias de los vecinos y las venganzas pendientes.

Los profetas dijeron: en ambos reinos, los reyes de Israel y Judá persiguen
solamente el lucro (Is 9.18-21).
Asiria invade a Israel y se lleva a la mayoría de la gente, dejando un
pequeño resto en el Norte. Esas 10 tribus que constituían en Reino de
Norte o Israel desaparecen y las dispersan por el Reino Asirio.

Se cumple lo que Dios había mandado a decir a Jeroboam: Yavé


dispersará a los hijos de Israel por todas las naciones debido a los
pecados que Jeroboam ha cometido y en los cuales arrastró a su
pueblo.» (1 Re 14, 16)

¿Qué más hizo el Rey de Asiria con los habitantes del Reino del Norte?

Después de sacar a casi todos del Reino de Israel y dispersarlos en tres


sitios diferentes en Asiria, el Rey asirio llevó a Samaria (capital del Norte)
gente de cinco naciones paganas distintas, para que se mezclaran con
el resto de los israelitas que había dejado allí. Y esa mezcla fue lo que
originó el pueblo que se conoce como los Samaritanos. La religión de los
Samaritanos era una mezcla de Judaísmo y Paganismo. Por eso no se
trataban entre si los Samaritanos y los Judíos.

VOLVAMOS A LA MONARQUIA

Aquellas prácticas corruptas que se encontraban en los pueblos vecinos


(ambición, envidia, opresión de los más débiles…) fueron introducidas en
Israel contrariando la Ley de Yahvé. La antigua advertencia (vivir
aparte… no imitar las costumbres de las demás naciones… Deut.
12.29,30) se había echado al olvido. Se dejó de lado aquel sentido de
“pueblo religioso” (Dt 12.5,14) y las tribus se dividieron debido a problemas
económico (los tributos) (1ª Re 12.15, 18).

1 Reyes 11:29-32

Dios quita el reinado de Salomón y divide a Israel en los 2 reinos y se inicia


una serie de reinados que van y vienen en ambos reinos.

LEER MONARQUIAS 2 REINOS ESCRITA A MANO


INTERPRETACIÓN
En esta tabla se observa en primer lugar dos reinos (Israel y Judá), estos
fueron producto de la división después de la muerte de Salomón.

El reino del norte o Israel (Grupo A) tuvo su inicio con un gobernante


elegido por el pueblo, Jeroboam (1 R. 12) y el cual terminó levantando
becerros de oro, para que la gente de Israel los adorara, y también
ordenó sacerdotes. Todo esto era abominable delante de Dios, y de esta
forma vemos que el 100% o los 19 reyes terminaron ofendiendo a Dios,
principalmente con la idolatría, hasta su destrucción unos 200 años
después.

En el reino del Sur, o Judá (Grupo B) a pesar de seguir la voluntad


(permisiva) de Dios, sigue camino parecido. Los finales de estos
gobernantes no fueron muy buenos, porque solo un escaso 40% terminó
más o menos bien, y el 60% al igual que sus homólogos del Norte
terminaron mal, ofendiendo a Dios, y no pudiendo durar algo más de 300
años.

Al considerar el total de los 39 reyes de Israel y Judá se observa que el 79%


de los reyes terminaron mal, y que sólo el 21% finalizaron más o menos
conforme al sentido religioso que late en la Biblia. En esta perspectiva
podemos entender mejor por qué Dios no estaba de acuerdo con el
sistema de gobierno monárquico, pues la tendencia de estos
gobernantes era a seguir su propia voluntad, e ignorar los consejos y
ordenes de Dios.

DATOS DE LAS MONARQUIAS

En el reino del Norte hubo 19 reyes y todos hicieron lo malo delante de los
ojos de Jehová, siendo uno tras otro cada vez peores, hubo sucesivos
cambios de linaje, la monarquía no se mantuvo en una familia sino que
fue reemplazada 8 veces. Alguien se levantaba contra el rey y lo
derrocaba y mataba a toda su descendencia, siervos y hasta sus
sacerdotes y otro linaje gobernaba.

En Judá a pesar de que algunos reyes hicieron lo malo, otros hicieron lo


correcto (8) Dios mantuvo su palabra de no sacar el linaje de David del
Trono. (2 SAMUEL 7) Aún a pesar del pecado de Salomón lo hizo por amor
a David.
El Reino del Norte ISRAEL, capital Samaria permaneció casi 200 años
antes de ser exiliada por Asiria en el año 721 AC

El Reino del sur JUDÁ capital Jerusalén existió 344 años hasta que fue
exiliado en Babilonia en el año 587 AC

Muchos de los habitantes del reino del Norte, al verse oprimidos por la
maldad de sus reyes se exiliaron en el Reino del sur permitiendo así el
crecimiento de Jerusalén que había quedado como una pequeña
nación y además permitió que recogiera un remanente de todas las
tribus iniciales. Esto se presentó mayormente durante el reinado de Acab.
Jerusalén fue reconstruida y su cautiverio fueron 70 años.

El rey de asiria los exilió en 3 naciones diferentes y llevó a Samaria capital


de Israel a 5 naciones paganas logrando que se mezclaran y perdieran
su identidad.

Asiria conquistó las diez tribus norteñas de Israel destruyendo su capital,


Samaria, y enviando a la población al exilio y cautiverio. La mayoría de
los habitantes, incluyendo la clase dirigente, fue deportada a otras tierras
ocupadas por el imperio asirio y se trajeron gentes de esos lugares a
Samaria. Así, dispersados entre otras naciones, asimilados en nuevas
culturas, llegaron a perder su identidad original. Nunca volvieron, como
pueblo, a la tierra de Israel, se les llamó las diez tribus perdidas. El rey de
asiria los exilió en 3 naciones diferentes y llevó a Samaria capital de Israel
a 5 naciones paganas logrando que se mezclaran y perdieran su
identidad.
GOBERNADORES

Quienes reinaron después que el pueblo regresó del exilio.

PROFFETAS

En esta época de la División del Reino, como había tanta confusión y se


habían alejado tanto de El, Dios manda Profetas a hablar al Norte, al Sur
y a otras naciones también. ¿Recuerdan el nombre de algunos Profetas?

Elías, Eliseo, Amós profetizan para el Norte. ISRAEL

Isaías, Jeremías, Ezequiel profetizan para el Sur. JUDÁ

Jonás profetiza para Babilonia.

TRANSICIONES DE SU LABOR

Los profetas del Antiguo Testamento tenían una labor que realizar, pero
en tanto se desarrollaba la historia de la Biblia, sus labores pasaron por
transiciones.

Para entender cómo pasaron por transiciones las labores de los profetas
del Antiguo Testamento, nos ayudaría pensar en la profecía durante
cuatro etapas históricas:

Pre-Monárquico
Cuando exploramos estos tiempos antes de que hubiera un rey en Israel,
es fácil ver varios aspectos de la profecía. Primero, había relativamente
pocos profetas durante este tiempo. El término "nabi " no aparece muy
seguido en los libros desde Génesis hasta Jueces. Hay menos de veinte
referencias en estos libros, y varias de ellas concernientes a los futuros
profetas que estaban por venir. Así que había muy pocos profetas
durante el inicio del tiempo cuando no había rey.

Además de esto, durante el período pre-monárquico, los profetas


servicios relativamente informales. Muchas de sus labores parecen haber
sido temporales, designadas para situaciones particulares y tiempos
particulares. El término "nabi " se usa en el período pre-monárquico para
significar una amplia variedad de gente haciendo muchas cosas
diferentes.

Llegamos a un cambio dramático en la profecía del Antiguo Testamento.

Monárquico

El período monárquico trajo muchos cambios a la nación de Israel,


incluyendo cambios en el papel de los profetas. En contraste con el
período pre-monárquico, ya aparecen los profetas en grandes
cantidades. Una y otra vez, leemos de este profeta y de aquel profeta en
los libros como Samuel, Reyes y Crónicas. De hecho, hubo más profetas
en la Biblia durante este período de tiempo que cualquier otro.

Junto con el incremento en el número de profetas durante los tiempos


monárquicos, la profecía también llegó a ser mucho más formal. Con el
comienzo del reinado, Dios dio a los profetas la labor de enfocarse en las
acciones de los reyes y asegurarse de que fueran obedientes a la ley de
Moisés.

Aunque Dios quería que Israel tuviera un rey humano, Él sabía también
que los reyes de naturaleza humana caída presentarían un peligro serio
a la nación. Los seres humanos simplemente no saben cómo manejar
demasiado poder. Por lo regular, se corrompen y abusan de aquellos que
están bajo su autoridad.

En el caso de la historia de Israel, cuando los reyes se volvían corruptos,


era muy peligroso porque sus acciones frecuentemente traían juicio de
Dios a toda la nación. Por esta razón, Moisés puso un buen número de
restricciones sobre el poder de los reyes. En Deuteronomio capítulo 17,
versículos 14 al 20, Moisés presenta un número de restricciones sobre los
reyes de Israel. Israel únicamente debe de tener un rey que el Señor haya
escogido. El rey debe de ser "de entre tus hermanos " -- en otras palabras,
un Israelita. El rey no debe de adquirir gran cantidad de caballos. No
debe regresar a Egipto. No debe de tener muchas esposas, y con esto,
probablemente Moisés se refirió a las esposas extranjeras. Él no debe de
acumular grandes cantidades de plata y oro. El rey debe de escribir una
copia para él de la ley de Moisés. Y el rey debe de leer la ley todos los
días de su vida. Debe seguir cuidadosamente todas las palabras de la ley
de Moisés, y no debe de considerarse mejor que sus hermanos.

Claro que tan pronto como leemos la historia de los reyes de Israel,
descubrimos que no observaban las restricciones que Moisés les puso. Y
así que Dios envió profetas para atestiguar en contra de la
desobediencia de los reyes y de la gente que los seguía. Los profetas
sustentaban un oficio formal para balancear el poder de los reyes.
Podemos ver esta asociación de los profetas y los reyes en muchos
pasajes de la Biblia. Natán el profeta estuvo delante de David. Oded
profetizó a Acaz. Elías criticó a Acab.

Ahora, sin necesidad de decirlo, no todos los profetas sirvieron


oficialmente en la corte real. Muchos profetas verdaderos fueron
rechazados por los reyes de sus tiempos. Pero ya sea en las cortes o en las
calles de las ciudades, los profetas del período monárquico hacían
responsables a los reyes y a otros funcionarios ante la ley de Dios. Ellos
servían a Dios, en algunas ocasiones, indicando cuando los reyes y los
oficiales violaban la ley de Dios. Así que, durante el período monárquico,
vemos un aumento de profetas, y también vemos una función más formal
para los profetas en tanto servían al Señor en las cortes de los reyes.

Ahora que hemos visto algunos de los desarrollos en la profecía desde el


período pre-monárquico hasta el período monárquico, debemos dirigir
nuestra atención al período del exilio.

Exílico

¿Qué le pasó a la profecía durante el exilio?

Bien, en el 722 AC., Samaria, la capital del norte de Israel, cayó ante los
Asirios. Y en el 586 AC., Jerusalén cayó ante los Babilonios. Un gran número
del pueblo de Dios fue tomado de sus tierras y fueron exiliados a otras
naciones. Durante este tiempo, dos rasgos caracterizaron los ministerios
de los profetas.

Primero, hubo una disminución numérica de profetas. No hubo muchos


profetas que fueran lo suficientemente prominentes para tener sus
profecías registradas en la Biblia. Daniel y Ezequiel, por ejemplo, son los
mejores conocidos de los pocos que había durante este tiempo.

Claro, junto al exilio estaba la disolución del reinado de Israel, y por esta
razón, el servicio de los profetas a Dios llegó a ser más y más diverso e
informal otra vez. En su mayoría, los verdaderos profetas de Dios pasaban
su tiempo explicando el exilio e instruyendo al pueblo de Dios acerca de
la posibilidad de regresar a la tierra. Así que podemos ver que durante el
exilio había menos profetas, y se preocupaban mucho menos de los reyes
de Israel.

Post-Exílico

Después del período del exilio, llegamos a esas escasas generaciones que
vieron la actividad profética en el período post-exílico. El primer líder del
período post-exílico, Zorobabel, comenzó a revivir a la nación. El
potencial para una monarquía re-instituida resucitó. Como resultado, dos
cosas le pasó a la profecía. El número de profetas permaneció
relativamente igual, pero hubo alguna actividad muy importante que se
llevó a cabo entre los profetas.

Hageo, Zacarías, y Malaquías son los profetas importantes que


conocemos de este período. Los profetas nuevamente comenzaron a
regresar ligeramente hacia un rol más formal. Zorobabel se convirtió en el
gobernador de Judá, y las esperanzas fueron puestas en él como el
próximo monarca.

Como resultado, Hageo y Zacarías animaron a los funcionarios de Israel


para reconstruir el Templo. Malaquías reprendió a los oficiales y al pueblo
de la comunidad restaurada por continuar rebelándose en contra de
Dios. Durante todo el período post-exílico los profetas continuaron
vigilando a los líderes y a la población en general, así como animándolos
a ser fieles a Dios.

Así fue que la profecía se volvió algo prominente, y más o menos formal,
en tanto que la institución de la monarquía se levantó y cayó. Cuando
exploramos las palabras de algunos profetas en particular, siempre
debemos tener en mente en qué período estamos, ya sea en el pre-
monarquíco, monárquico, exílico, o post-exílico. Estas transiciones en la
labor de los profetas nos darán una orientación para entender sus
palabras.

Hasta aquí, hemos visto los diversos títulos dados a los profetas, y las
maneras en que se desarrolló la profecía en la historia de Israel. Ahora,
veremos las expectativas de la labor de un profeta.

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