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Para lograr un desarrollo de crecimiento humano en el ámbito educativo es de vital

importancia identificar las necesidades y satisfactores que permitan mejorar su ausencia y


ayudarlos a crecer como personas desde su proceso pedagógico.

Realizando un análisis en el proceso educativo es evidente que el afecto es un elemento


clave y es uno de los satisfactores que enmarca de manera negativa el desarrollo del niño,
emociones y los sentimientos de una persona se encuentran presentes a lo largo de toda su
vida. Se encuentran que las familias en su mayoría son disfuncional y el afecto que los
niños reciben no es el adecuado, por ello transmiten en las escuelas inseguridades,
rechazos, baja autoestima, rebeldías, bajo rendimiento escolar como una alerta a como se
sienten y por ello en ocasiones buscan en las escuelas un espacio donde recibir ese afecto
principalmente de sus maestros y compañeros.

Una persona con un desarrollo afectivo y emocional adecuado será una persona segura de sí
misma, con una capacidad de autocontrol y autoestima que harán que pueda llegar a
potenciar el resto de sus capacidades y de esta manera fortalecer su desarrollo
integralmente. Desde las escuelas podemos sembrar y crear ese tipo de ciudadanos, capaces
de subsistir en un mundo cada vez más globalizado, creando ambientes de aprendizajes
basados en la afectividad estableciendo vínculos con el alumnado, creando ciudadanos con
seguridad y confianza en sí mismos, de manera que sean capaces de fijar y alcanzar
objetivos y logros personales, por ello, “La pedagogía del amor es una manera holística de
entender a las personas que comparten el ámbito educativo, se trata de hacer la educación
con el corazón, pedagogía del cariño, de la ternura de los afectos” (Ortiz, 2005)

La protección es otro de los satisfactores que se evidencian en nuestros estudiantes y que de


igual manera va vinculado con sus relaciones familiares, los niños se sienten protegidos por
esa persona que constantemente los cuida, están al pendiente de ellos y principalmente son
abuelos, tíos, maestros ya que en su mayoría los padres se encuentran constantemente
trabajando, y que también va ligado a la afectividad que recibe de parte de su grupo
familiar y de su entorno, el niño muestra en la escuela sentimiento de agrado y tranquilidad
si se siente seguro, aceptado y amado en ella, por ello debemos llegar a nuestras escuelas
con una sonrisa dejando a una lado los problemas que tengamos y brindarle a los niños todo
el amor posible e involucrar a la familia a promover valores y actitudes positivas entre sus
miembros para fortalecer la formación integral de nuestros niños.

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