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APORTES DE LA CLINICA Y LA PSICOPATOLOGIA AL CAMPO FORENSE

EN EL MARCO DE LA INVESTIGACIÓN CRIMINAL

Lic. Gabriel Alberto Letaifi

1. Introducción al marco general de la problemática:

La criminalidad de la época comporta sin duda alguna diferentes niveles de análisis que
deben examinarse sin embargo en la singularidad de cada caso.

Un primer nivel de análisis, el del sentido común, nos presenta a la víctima del crimen. Es
casi una evidencia: el crimen no acontece, en principio, sin una víctima concreta ó
potencial, aunque esto nada diga acerca de las razones ó de las circunstancias en las que
se produce.

¿Qué lugar ocupa el criminal en relación a su crimen?, se interroga el psicoanálisis. Freud


no se detiene exclusivamente en la voluntad conciente de matar, temática propia de la
justicia, sino que analiza al acto criminal inconsciente, característico del neurótico – que
delinque ó mata por sentimientos inconscientes de culpabilidad – y busca los motivos
involucrados en su acto asesino.

Freud plantea que el psicoanálisis se beneficia de la clínica del criminal. Los criminales no
son individuos que no tienen conciencia. Es más se puede aislar en ellos el sentimiento de
culpabilidad antes de cometer el acto criminal.
El criminal se caracteriza por ser aquel que, en su interior, en principio, no parece
conservar una instancia crítica, una conciencia de culpa que lo declare culpable. Tiene en sí
la culpabilidad bajo la forma de la necesidad de un juez externa. Comete el crimen y el juez
lo declara culpable. Esta necesidad del criminal puede repetirse en la búsqueda incesante
de jueces, causas y condenas. De esta manera, la culpa se vuelve el núcleo central del
sujeto.

En el libro El Criminal y su juez (Alexander y Staub) psicoanalistas contemporáneos a Freud


que se han interesado por la criminología, distinguen tres grupos de criminales; el primero
hacer referencia al criminal neurótico (cuyo accionar reposa en procesos inconscientes
como los que conducen a la formación de la neurosis, pero en este caso, los sujetos
padecen un conflicto psíquico interior entre la parte social y asocial de su personalidad). La
etiología es – aquí psicológica. Tanto el neurótico como el criminal resultan impotentes
para resolver en un sentido social, sus conflictos psíquicos. Pero si el neurótico logra
resolverlos a través de los síntomas que le producen un padecimiento subjetivo, el criminal,
por el contrario, los ejecuta en acciones reales. Como consecuencia de ello, el castigo
procederá del exterior.

El segundo grupo está integrado por llamados criminales normales cuya estructura
psíquica es similar a la de un hombre normal, sin embargo, estos se encuentran
identificados a modelos criminales. En este caso la etiología es planteada como sociológica
e identificatoria. Aquí la identificación se juega en relación a una comunidad criminal.

El tercer grupo hace referencia a los criminales que matan empujados por enfermedades
orgánicas.
Los mismos autores ya advertían que en muchos casos el criminal puede hallarse dentro de
un proceso de “psicosis cortada”. La actividad criminal se vuelve entonces una tentativa de
curación espontánea que es lograda sólo en parte.

La falta y la culpa son propias de todo sujeto, por lo que el criminal y la justicia forman un
conjunto a través del crimen y la expiación. El neurótico condensa este binomio en sus
síntomas.

Hasta aquí efectuamos un recorrido por algunas de las concepciones fundamentales del
psicoanálisis en torno al acto criminal; de lo que podríamos extraer algunos puntos de
nodal importancia para nuestras prácticas:

 Sujeto responsable = sujeto del inconsciente

 Culpa subjetiva (fundante de la subjetividad) = culpabilidad jurídica

La responsabilidad del sujeto, que involucra la toma de posición frente al crimen, se opone
a la supuesta responsabilidad yoica determinada como resultado de un juicio criminal ó
por una simple confesión del yo. Un sujeto puede sentirse responsable de un crimen que no
cometió, mientras que otro, culpable ante la ley por ajustarse a lo que Sebastián Soler
define en la “Teoría del Delito” como una acción típicamente anti-jurídica, culpable y
adecuada a una figura legal conforme a las condiciones objetivas de ésta ii; podría no
subjetivar la responsabilidad de su acto.
El examen de un crimen nos conduce inevitablemente al entrecruzamiento entre dos
dimensiones, la referida a la estructura y la que remite a la contingencia del
acontecimiento imprevisto que desencadena el acto criminal. Las acciones no son
independientes de la estructura. Dentro de determinada configuración estructural se aloja
“la maquinaria original del sujeto”, al decir de Jacques Alain Miller y allí es donde se
incluye la irrupción del acto criminal.

Tanto la responsabilidad como la irresponsabilidad son formas contemporáneas del


síntoma. El mundo actual se caracteriza por una disyunción radical entre el núcleo de la
culpa y el de la responsabilidad. Lo no subjetivado como responsabilidad puede retornar
como culpa junto con el castigo concomitante.

“Matar, sin ser llamado homicida” – dice Paul Legendre – a esto estamos confrontados
cuando se trata de situar el acto de matar en la humanidad.

A través de la presente producción, se pretende analizar la intersección de los discursos


penal, psicopatológico y psicoanalítico que nos permitan dirimir algo acerca de la relación
del sujeto criminal con su acto. Avanzando en un más allá de la sola clasificación a la que
pudiéramos apelar por el “uso” del manual clasificador de las enfermedades mentales
(entiéndase el DSM IV – CIE 10), adentrándonos al estudio de la relación acto criminal y su
producido en la visibilización, interpretación y consecuencias de las variables subjetivas y
sociales que en la misma se ponen en juego.

Para este cometido he pensado en la siguiente distribución temática:


 El ejercicio de nuestra práctica en el con-texto del Derecho

 La “necesidad / mandato” de sistematizar los diagnósticos en el campo forense

 Los métodos de análisis del comportamiento criminal

 Presentación del caso

2. El ejercicio de nuestra práctica en el con-texto del Derech o:

La Psicología es una disciplina que se entrecruza con diversos campos del conocimiento,
como la medicina, la antropología, el derecho, la economía. En el decir de Ángela Tapias iii,
en cada una de esas intersecciones se genera un intrincado acervo de conocimientos; al
entrecruzamiento entre el conocimiento psicológico y jurídico se denomina Psicología
Jurídica.

Un derecho- referencia, cerrado en sí mismo no garantiza la regulación de los modos de


vida en la sociedad. La referencia se encuentra en el texto y el texto no es sin con-texto. La
complejidad de la aplicación del Derecho en la regulación de la pulsión de muerte, está en
conjugar principios referentes que en sí son contradictorios, tensos y disjuntos, en una
sociedad compleja y plural y con modos de vida tan desiguales. La experiencia real exige
un derecho abierto y afectado por la contingencia, un derecho posible y plural que se
orienta por un eje de principios. Prescindir del Derecho, entonces, es prescindir de la
creencia en un derecho referente – todo.

Así, entendemos que las situaciones de alta complejidad y conflictividad que se presentan
en los estrados judiciales han planteado la necesidad explícita de psicólogos que
coadyuven al aparato de administración de justicia, esta demanda es creciente desde las
instituciones judiciales, las policiales, los profesionales de otras disciplinas y los diversos
actores involucrados en los actos justiciables.

Es allí en donde la mirada psicológica jurídica está convocada a dar parte acerca de las
diversidades subjetivas, de hecho, siempre hay un modo de vida nuevo, una nueva forma
de gozar. Sin embargo las “ficciones” jurídicas no apuntan a atender tal pluralidad de
goces, nombrándolos y fijándolos a través de la creación infinita de normas jurídicas.
Aunque las formas diferentes de vida y del goce busquen su regulación a través de su
inscripción en el registro de la ley, incluir las diferencias debe ser la condición de incluir lo
contingente en el campo de las posibilidades, lo que requiere considerar en el campo de lo
imposible, un resto que lleva a lo absoluto fuera de la ley.

Nuestro momento social está marcado por el modo de ejercicio de un poder que pone en
acción los recursos de “normalización” en beneficio del lucro de un plus de goce. Como
señala Foucault, vivimos en una sociedad en que el poder se ejerce a través de normas que
apuntan a generar progresivamente cada momento de la vida. El avance de la regulación
social a través de procesos de normalización funcional de las actividades no se hace sin
generar una multitud de desclasificados y no clasificables, excluidos de los medios del
poder y también del goce del producto social. Empuje éste en el que frecuentemente nos
vemos involucrados en nuestras prácticas en el ámbito jurídico.

El montaje de un Estado de Derecho se nutrió de la creencia en una estructura normativa


con capacidad para distribuir la satisfacción en el espacio público, es decir, función de
regular lo que dice respecto al goce (lo mortífero), a través de su indexación a las normas,
en su montaje significante. Sin embargo, el montaje nombre del padre y significante fálico
que tempera deseo y goce, atraviesa una dura prueba en todos los niveles de la
civilizacióniv; así lo jurídico muestra su insuficiencia en la tarea de fijar una cuota de goce y
la obediencia de la ley vacila.

Desde el ejercicio profesional investido de la ética del “bien decir” podremos advertir al
Otro (representante de la ley) acerca de los riesgos de la ilusión “absolutista” del tener
“todo bajo control”; un buen ejemplo de eso es un programa en Brasil conocido como “Ojo
Vivo”v, el que se trata de un trabajo conjunto de la Policía Militar y de la Secretaría de
Defensa Social y el Club de Directores de Shoppings “Ahora usted podrá hacer sus compras
con tranquilidad” , dice su slogan. La tecnología garantizará al consumidor vigilancia
permanente, usando cámaras filmadoras, cuidadosamente dispuestas en el campo
geográfico del consumidor. Un equipo vivo estará vigilando a los muchachos que pasan
por allí, protegiendo al consumidor del robo y de la violencia. En escenas sospechosas, la
policía será inmediatamente accionada. Pero el campo de lo imposible está allí insituable!
El mayor problema de ese dispositivo son los puntos ciegos y la simulación que los
muchachos hacen frente a las cámaras; creo que el ejemplo aquí vertido no nos aleja
demasiado de las experiencias tecnológicas análogas en nuestras ciudades en materia de
seguridad.

Ante las cámaras, se monta una escena, lo que el montaje busca capturar, los sujetos se
ofrecen como personajes del film que ese “panóptico” desea colocar en primer plano. Pero
es allí donde no se ve, donde el “ojo está muerto”, que realizan lo que en lo real asombra:
una escena mortífera que profana la vida. En verdad, hay el goce.

Todo dispositivo tiene un punto ciego, que escapa a cualquier abordaje posible.

La apuesta es en ese sentido desde la Psicología Jurídica en el campo del Derecho a no


retroceder ante lo cotidiano de los servicios en los cuales esos casos se presentan.
En la práctica al tolerar ese barullo, extrajimos la exigencia de un esfuerzo más para
escuchar al sujeto en su singularidad, su realidad psíquica, en definitiva al sujeto del
inconsciente. Resulta así que cuando el Derecho se deja aprender como una ficción útil y
desde el plano de la psicología jurídica se encuentra la posibilidad de insertarlo, se puede
seguir desde una lógica que permita pensar caso por caso, produciéndose la torsión
necesaria para enlazar lo singular con lo universal.

El entrecruzamiento de los campos del Derecho y la Psicología Jurídica muestran


paradigmáticamente un mismo lecho: el lenguaje. Sus sinuosos caminos se tocan
sincrónica y diacrónicamente más allá de su específico campo de aplicación. Estos pueden
interrelacionarse ó transitar por bordes que imbrican ó excluyen los dos discursos.

La vida humana, que no es sino vida instituida, institucionalizada, es el objeto de estudio


tanto del Derecho como de la propia Psicología Jurídica.

Mientras el sujeto del Derecho es el agente, el autor de un acto, y de lo que se trata es de


delimitar su “capacidad para comprender la criminalidad de su acto ó dirigir sus acciones,
no suprimida por insuficiencia de las facultades mentales ó estado de inconsciencia” – art.
34. Inc. 1 º Código Penal de la República Argentina (Frías Caballero, J. et al., 1993, p. 308),
el sujeto que ocupa a la Psicología Jurídica es el sujeto de esa “inconsciencia”, y no es

agente, sino el resultado, el producto de las palabras de Otros (llámese instituciones,


cultura, Ley, padres, historia ó lenguaje), y se muestra, justamente, en los equívocos.

Autor Resultado de su acto


Agente Sujeto del ICS

(sujeto del Derecho// (sujeto del

Dueño de sus actos) Psicoanálisis)

Sabemos que la culpa, no es sino el lazo mismo que une a todo sujeto humano con su
procreador, en el lugar de la Ley.

Es decir, postulamos a la culpa como efecto de la humanización y como anudamiento de


todo sujeto a la Ley, ó sea, al montaje institucional. Sabemos que el Derecho postula a la
culpa como ACTITUD, diferenciándola (pero en relación) de la imputabilidad, postulada
como APTITUD, la Psicología Jurídica (desde la perspectiva psicoanalítica) ubicará a la
culpa como nodal en la estructura subjetiva.

En “Teoría del Delito” Frías Caballero enuncia, siguiendo a Jiménez de Asúa, que “para ser
culpable es indispensable ser, previamente, imputable” vi y plantea una prelación necesaria
entre la imputabilidad y la culpabilidad.

El Derecho, en el texto antes mencionado, diferencia culpabilidad de imputabilidad,


cuando dice que la “culpabilidad es temporalmente momentánea, ya que refiere a un
delito concreto, mientras la imputabilidad, como estado ó calidad del sujeto, es algo
permanente ó al menos, durable en el tiempo”.

Se enuncia como delito genuino (punible, que une el dolo – culpa e imputabilidad), aquel
donde hay un nexo entre el acto y el autor, sin vulnerar el principio básico de la
“responsabilidad por el hecho”, los presupuestos de la pena (…) se hallan situados en el
autor (imputabilidad – culpabilidad) y desde allí gravitan, se reflejan ó confluyen sobre el
acto, transformándolo en acción punible (delito criminal) Frías Caballero, J. “Teoría del
Delito”. 1993, p. 303.

Hasta aquí pareciera estar planteando, en consonancia con lo afirmado por Jacques Alain
Miller vii que a la clínica convencional se le agrega una clínica jurídica; ella debe, por
ejemplo, evaluar la posibilidad de que el sospechoso, para la satisfacción de las familias de
las víctimas, pueda sostener su presencia y responder ante un Tribunal.

Ello pone sobre el tapete otra de las cuestiones cruciales en la práctica de la Psicología
Jurídica, el tema de la “responsabilidad” del sujeto; Freud lo trabaja de un modo exquisito
en “La responsabilidad moral por el contenido de los sueños” viii; en el que Freud se
pregunta sobre la implicación de un sujeto en el contenido del sueño: ¿el sujeto, debe
sentirse responsable? En el sueño ocurre siempre una transgresión de la ley. Uno sueña
siempre, según Freud, en contra del derecho. En la formulación de Freud los soñadores son
criminales enmascarados. De manera tal que, cuando se habla de un crimen, de un
asesinato, lo primero que desde el punto de vista analítico se podría decir con seguridad es
que en esta historia se trata de sí mismo y no del otro.

Lo que también es seguro, es que desde nuestra práctica no podríamos asumir, en el lugar
del jurista, la tarea de decidir la capacidad de asumir responsabilidades con fines sociales.
La definición de responsabilidad para el bien de la sociedad no conviene al psi. Freud
solamente podía ver la capacidad jurídica como una limitación del yo metapsicológico,
situaba a la responsabilidad del jurista como una simple construcción social.

Según Miller, la responsabilidad jurídica es como una construcción específica que depende
de las circunstancias, de las épocas, de las tradiciones.

Amén de los planteos aquí esbozados y de los múltiples que podrían desprenderse de éstos
y otros son parte del contexto en que se inscribe la práctica de la Psicología Jurídica.

La Psicología Jurídica en el actual contexto de lo JURIDICO:

Coyunturalmente la transición del sistema penal mixto hacia el sistema acusatorio, amplía
las posibilidades de intervención y de ámbitos de ejercicio profesional para los psicólogos
jurídicos y forenses. Obligándonos a una revisión constante de las prácticas profesionales,
en particular de aquellas que se articulan al Derecho desde otros paradigmas científicos;
tal es el caso de nuestra práctica.

La complejidad de lo social y el avance de las investigaciones en el campo jurídico, nos


determina hacia nuevos desafíos a través de una formación sistemática en los ámbitos de
la práctica de la Criminología, la Victimología, el ejercicio forense, la Psicología
Penitenciaria, la Psicología Policial y un ámbito de reciente inclusión – al menos para la
comunidad psi en nuestro País – que constituye la inclusión de la psicología jurídica en las
investigaciones criminológicas.

En el Sistema Penal Acusatorio hay que evidenciar la ocurrencia de un delito , sustentar


que hay una persona afectada en sus bienes jurídicos, justificar que hay una víctima a
través de alguno de los medios probatorios previstos por el estatuto procesal penal entre
los que se encuentra el peritaje. El peritaje debe ser practicado de manera imparcial.

El peritaje psicológico es un procedimiento matizado con responsabilidad social para


auxiliar a las víctimas (según Beristain 2001) y uno auxiliar de la justicia.

Adscribir lo pericial a una función, y no simplemente a un actuar profesional, es intentar


develar cuáles pueden ser las lógicas posibles que sostienen, en un dispositivo
determinado, el encuentro discursivo entre campos semánticos que son de órdenes
diferentes, como lo es el “psi” y el “jurídico”.

3- La “necesidad / mandato” de sistematizar los diagnósticos en el campo forense:

El paradigma de la ciencia insta a investigar, ordenar conceptos y, entre otras cosas,


construir clasificaciones. La psiquiatría tiene las suyas, y la psicología en este ámbito se
hizo causa en sintonía con ese cometido. Una clasificación muy difundida es la
confeccionada por la Asociación Americana de Psiquiatría, conocida como DSM-IV, es un
detallado y extenso compendio de prácticamente todas las posibilidades existentes en el
ámbito psiquiátrico. Sus propios precursores y seguidores coinciden en afirmar que el
mencionado nomenclador no da parte de las causas y tampoco considera de un modo
profundo las diferencias entre “trastorno” y “síndrome”.

Así el DSM ha decretado la existencia de los trastornos en lugar de las neurosis y los
síntomas de estas. Categoría blanda (Roudinesco), toma el relevo de los diagnósticos
psicoanalíticos y psiquiátricos y se dedica a recopilar síntomas que terminan siendo
defectos (tal la idea de trastorno), alejados de la lógica del deseo, la defensa, las
determinaciones inconscientes. De esta manera el camino para el reinado de los
psicofármacos se ha facilitado. De esta manera el DSM es algo que apunta
fundamentalmente a “demostrar que el trastorno del alma y del psiquismo, debía ser
reducido al equivalente de una avería en el motor” (Roudinesco, E. ¿Por qué el
Psicoanálisis? – Paidós – Bs. As. 2000).

Se responde a la lógica denominada por Cornelius Castoriadis como conjuntista –


identitaria. Aplicable sobre aquello que en lo real puede ser clasificado, ordenado,
medido… ordenar, clasificar, jerarquizar, sumar, restar, y la lista podría seguir.

El DSM supone la existencia de patologías por fuera de los sujetos. No es de extrañar: esto
responde a la absurda y peligrosa pretensión de dominar lo real (pseudo dominio) y
confirmar el pasaje de una sociedad de vigilancia y castigo, a una de control (Foucault),
que se completa con el pasaje del panóptico al sinóptico: todos mirando el mismo
hipnotizante punto.

Las nosologías, nomenclaturas ó denominación de una patología, son producto del


acuerdo entre los psiquiatras y las Escuelas de Psiquiatría; que apuntan hacia el consenso
entre los profesionales. Es conocido por todos que en el ámbito judicial los informes
periciales hagan referencia tanto al DSM como al CIE 10 como forma de impeler a la
objetividad; lo que desafortunadamente no siempre dan parte de las subjetividades de sus
actores (sean éstos víctimas y /ó autores de un hecho).

En la actualidad hay una tendencia hacia la psicopatologización de conductas en los


sujetos, que muy al contrario de promover su responsabilización (es decir su implicancia
subjetiva) genera un conocimiento de la responsabilidad que le cabe en cada una de sus
acciones. Lo que en más de las ocasiones cronifica y coagula conductas violentas
incrementando el nivel de impunidad para el sujeto autor de un hecho como también
“fijando” en un lugar de permanencia a la víctima (estigmatización social y subjetiva).

Hacia una práctica diagnóstica clínica en el campo Forense:

Debemos tener en claro que un trastorno mental es todo signo ó síntoma que afecte a la
vida personal, familiar, social, laboral de una persona ó a sus lazos sociales. Es decir todo
aquello que pudiere resultar significativo clínicamente.

Se excluye de la categoría del trastorno mental a todo aquello que sea del orden de una
respuesta culturalmente aceptada a un acontecimiento particular, el comportamiento
diferente de un sujeto tanto de tipo político, religioso ó sexual. ix

Además se tendrá en cuenta para el diagnóstico de un trastorno mental una serie de


variables excluyentes:

 Descartar el consumo de substancias

 Descartar enfermedad médica

 Establecer el límite con la ausencia de trastorno mental


 Descartar siempre la simulación

Una vez evaluado esto, nuestra práctica debiera afianzarse en la clínica y en una suerte de
“negociación” con el discurso del Amo que ordena la homgeneización, concluir la tarea
diagnóstica en base a codificaciones (DSM / CIE 10).

Según la Dra. Raquel Barrero Albax la estandarización de nuestra práctica en el campo


forense fortalece la validación jurídica, resultando en:

 Aumentar el valor y fiabilidad

 Entendimiento de rasgos relevantes

 Sirve de control para las especulaciones no fundamentadas

 Permite aunar las nomenclaturas en las sentencias judiciales

 Posibilita diferenciar nuestra práctica de la práctica jurídica, dejando las


clasificaciones y nominalismos jurídicos sólo para sus actores, por ejemplo
difícilmente nos expediríamos acerca de la imputabilidad de un sujeto.

Finalmente deberá identificarse en un COMPORTAMIENTO ANTISOCIAL los siguientes


componentes interactuando entre sí:
4- Los métodos de análisis del comportamiento criminal

La deducción y el razonamiento analítico ó lo que es lo mismo de Sherlock Holmes a


Sigmund Freud:
Algo podemos sostener de un modo firme: No se puede reducir la cosa al establecimiento
de leyes universales de la criminología.

Hay una afirmación de Holmes que es reconocida por los especialistas como una valiosa
contribución al campo de la probabilidad y la estadística:

“No hay una probabilidad a priori, el hombre es un extraño enigma (…) mientras que el
individuo aislado es un rompecabezas insoluble, colectivamente se convierte en una
certidumbre matemática. Por ejemplo, no es posible predecir lo que un hombre hará, pero
puede decirse con precisión qué se dispone a hacer una muestra promedio. Los individuos
varían, pero los porcentajes permanecen constantes…”

Holmes pone aquí de relieve cierta paradoja en torno de lo cual gira la oposición entre los
principales teóricos de la estadística y sus fundamentos, paradoja en la que él mismo
parece estar capturado por momentos, a pesar que desde el más exacerbado pensamiento
positivista, no parce vacilar en su pretensión de alcanzar una formalización de su método
tal que lo sitúe del lado de las ciencias exactas, lo cierto es que mientras habla como un
racionalista, en la resolución de cada caso procede, sin embargo, como un analista.

Aquí será necesario diferenciar los tres tipos canónicos de razonamiento a los que alude
Sanders Peirce xi:
 La DEDUCCION: Depende de nuestra confianza en la habilidad para analizar el
significado de los signos con los que, ó por medio de lo que, pensamos. Según el
Diccionario de Filosofía Abreviado de Ferrater Mora es un proceso discursivo
descendente que pasa de lo general a lo particular.

 La INDUCCION: instigar, persuadir. Ascender lógicamente el conocimiento de los


fenómenos, hechos ó cosas, a la ley ó principio que virtualmente los contiene ó
que se efectúa en todos ellos uniformemente.

 La ABDUCCION: Es meramente preparatorio, constituye el paso de adoptar una


hipótesis ó una proposición que conduzca a la predicción de lo que, aparentemente,
son hechos sorprendentes.

Cualquiera sea el método que se elija, hemos de afirmar los cortocircuitos que se
producirán en su devenir por la implicancia del sujeto allí involucrado.

La pregunta por la verdad que se pone de manifiesto en cada requerimiento de la justicia,


nos lleva ineludiblemente a indagar hacia atrás, desde la escena del crimen hacia la
búsqueda de su autor, en el intento de configurar las condiciones singulares que puedan
haberlo conducido a ese acto.

Podríamos sostener que desde la corriente del profiling – establecida por la Unidad de
Ciencias del Comportamiento (1980) hasta los diversos métodos y técnicas existentes en la
actualidad, tales como:
 Análisis del crimen violento (FBI _ VICAP)

 Sistema de análisis de unión de crímenes violentos (VICLAS – Canadá)

 Psicología Investigativa (D. Canter)

 Autopsia Psicológica (MAPI)

 Análisis operativo de casos (BKA – Alemania)

 Análisis del comportamiento ambiental ó geográfico

Se tratan de Técnicas de investigación para situar aspectos psicosociales (aspectos del lazo

social) de uno ó varios agresores desconocidos y su motivación, a partir de la escena del

crimen, características sociales y psicológicas de la víctima, hallazgos forenses y

criminalísticos, con el fin de orientar la investigación.

Las marcas instituyentes de cada una de las técnicas se mantienen a pesar de las

modificaciones que se le fueron imprimiendo; en principio y básicamente son técnicas

abocadas al estudio de la víctima y del autor.

Principios y Objetivos:
 Es necesario para su elaboración la participación directa ó indirecta en el caso

concreto

 Se analiza el comportamiento al margen de la existencia ó no de la patología del

autor

 Relevancia de los procesos informáticos

 Exhaustividad en la recolección de información, su análisis y la constatación en

forma continua

 Disponer de conocimientos complementarios a las disciplinas “psi”: criminología –

Criminalística – Psicopatología.

 Se debe analizar el acto criminal desde las variables temporales y espaciales.

Elaboración y Desarrollo:

 Evaluación de la información de la EdC (lugar de hecho, lugar de hallazgo y lugar

de contacto): evidencias físicas, posiciones de cuerpos y objetos, armas

encontradas, fotografías
 Análisis victimológico: empleo, hábitos, personalidad y estilo de vida, condición

física, etc.

 Análisis de los informes policiales: Observaciones, hora del hecho y/ ó hallazgo,

características del vecindario, nivel educativo y socio-económico, declaraciones

testimoniales, etc.

 Análisis de informe médico-legal: hora y causa de la muerte, armas utilizadas,

lesiones, etc.

 Clasificación del delito a nivel investigativo: luego de organizar la información, se

sugiere el tipo y estilo de delito.

 Intención y motivación primaria y secundaria del autor / es

 Reconstrucción secuencial

 Comportamiento de la víctima / victimario

 Elección de víctima

 Mecanismos de muerte

 Grado de violencia ejercido


 Comportamiento físico, verbal y sexual tanto del victimario como de la víctima en

los delitos contra la integridad sexual.

 Generación del perfil descriptivo del tipo de persona /s relacionados con la autoría

del delito

 Organización del su comportamiento en relación al hecho: antes, durante y

después

 Propuesta de estrategias para la investigación

 Informe escrito (siempre abierto si sigue la investigación)

Datos generales que conforman el perfil de autor desconocido:

 Sexo

 Edad

 Estado civil

 Situación familiar

 Domicilio
 Formación profesional u oficio

 Posibles antecedentes penales

 Estructura de personalidad

 Aspecto físico

 Conducta pre y post delictual

Análisis del comportamiento geográfico

 El sujeto no desentona con ese tiempo y espacio.

 Principio de proximidad

 Reducción de frecuencia por aumento de distancia: delito de oportunidad y

planificado

 Teoría de la elección racional: ante la situación concreta se deciden a favor de la

ganancia criminal y en detrimento de ser descubierto

 Los secuestros de niños con motivaciones sexuales; un 34% de los niños es

asesinado en la primera hora de secuestrado; y pasada las tres horas un 90%.


Respecto de la elección de niños menores de doce años por la indefinición de los

caracteres sexuales secundarios.

 Aún no son métodos periciales, es una puerta a la investigación.

“Análisis criminal y análisis comportamental” Informe del Grupo de trabajo

interministerial – Auspiciado por el Ministerio de la Justicia. Francia 2003.

“La efectividad del perfilamiento criminal en el contexto de la seguridad nacional Informe

de la Comisión Candiense de DD. HH 2009xii

El MAPI (Método de Autopsia Psicológica Integrado).

Diremos en forma acotada, que el MAPI se trata de un estudio retrospectivo de los rasgos

de personalidad de la víctima. Siendo su aplicación efectiva en casos de homicidios –

suicidio – accidentes; bajo sus varias formas de aplicación: Criminológica – Crminalística –

Penal – Civil – Sanitaria.

La realización del MAPI nos posibilita efectuar inferencias que se plasmarán en el marco de

indicios con que cuenta la Fiscalía de Investigación del caso en particular.

Lic. Gabriel Alberto Letaif – Psicólogo Especialista en Psicología Clínica – Psicoanalista –Diplomado
Internacional en Investigación Judicial y Violencia Femicida por la Escuela de Práctica Jurídica de la
Universidad Complutense de Madrid Profesional del Dpto. de Psicología Jurídica y Forense de la Procuración
Gral. Del Poder Judicial del Chubut – Presidente de la Asociación Latinoamericana de Psicología Jurídica y
Forense – Conferencista en Congresos Internacionales, Nacionales y Regionales de la Especialidad- Cuenta
con diversos artículos y libros publicados de la Especialidad. Correspondencia al correo electrónico
gletaif@gmail.com
i
Lic. Gabriel Alberto Letaif – Psicólogo Especialista en Psicología Clínica – Psicoanalista –Diplomado Internacional en
Investigación Judicial y Violencia Femicida por la Escuela de Práctica Jurídica de la Universidad Complutense de Madrid
Profesional del Dpto. de Psicología Jurídica y Forense de la Procuración Gral. Del Poder Judicial del Chubut – Presidente
de la Asociación Latinoamericana de Psicología Jurídica y Forense – Conferencista en Congresos Internacionales,
Nacionales y Regionales de la Especialidad- Cuenta con diversos artículos y libros publicados de la Especialidad.
Correspondencia al correo electrónico gletaif@gmail.com

ii
Rombolá, N. D y Reboiras, L. M. “Diccionario RUY DIAZ de Ciencias Jurídicas y Sociales”. Ed. RUY DIAZ – Bs. As. ,
Argentina 2005.

iii
Tapias, Ángela “Qué es la Psicología Jurídica?” en Psicología Jurídica Perspectiva Latinoamericana – Ed. Digital – ALPJF –
Bogotá, Colombia 2008

iv
Miller, J. A. “Lacan e a política” en Opção Lacaniana, n. 40, ago. 2004. P. 19

v
Mandil, R. A. Conferencia realizada no Núcleo de Psicanálise e Direito do IPSM/MG – 18/04/05.

vi
Frías Caballero, J. “Teoría del Delito”. 1993, p. 307.

vii
Miller, J.A. “ Nada es más humano que el crimen” – en Rev. Digital Virtualia N º 18 – Bs. As. Nov. 2008.

viii
Freud, S. Obras Completas, Amorrortu, Bs. As. , 1976, “Algunas notas adicionales a la interpretación de los sueños en
su conjunto”, 1925.

ix
Letaif, Gabriel Alberto “Variantes Psicopatológicas del Agresor en la Violencia Femicida” – Trabajo Integrador
presentado en el Diplomado de Investigación Judicial y Violencia Femicida, AECID – CEDDET – Santa Cruz de la Sierra,
(Bolivia) – Marzo de 2010.

x
Barrero Alba, Raquel “Variantes Psicopatológicas en la violencia Femicida” en Diplomado de Investigación Judicial y
Violencia femicida – Escuela de Práctica Jurídica e Instituto Clínico Legal de Madrid, 2010.

xi
Sanders Peirce (1839 – 1914) fue uno de los más importantes precursores de la moderna teoría semiótica – En Pulice,
Gabriel; Manson, Federico y Zelis, Oscar “Investigación y Psicoanálisis” Letra Viva Editorial – Bs. As. 2000.

xii
Citados por el Lic. Luis Disanto en ocasión de las Segundas Jornadas Patagónicas de Psicología Jurídica t Forense –
Cipolletti (Río Negro) Octubre de 2010.

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