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Muchos piensan que la Epístola a los Hebreos fue escrita por el apóstol Pablo (el
estilo literario es similar, con un gran manejo del lenguaje y con un profundo
conocimiento de la Ley de Moisés, tantas veces referida en la Epístola) mientras
otros piensan que no (la Epístola no está firmada por nadie, siendo que Pablo firmó
todas sus Epístolas), atribuyéndole la autoría a Apolos (un discípulo de Pablo).
Sea quien fuere que haya sido su autor, en lo que si existe consenso es en que la
Epístola a los Hebreos fue escrita para demostrar la obsolescencia del Antiguo
Pacto ahora reemplazado por el Nuevo Pacto, establecido a partir de la muerte
expiatoria de Cristo en la cruz.
Y ahora en inglés:
Y ahora en inglés:
Otra confirmación, además de 1 Corintios, 15:51-56, de que “la nueva criatura” de
2 Corintios, 5:17 no incluye nuestro cuerpo, es lo que dice el apóstol Juan en 1 Juan.
Por un lado, el apóstol Juan dice que, luego de ser salvos, continuamos pecando:
1 Juan, 1:8 Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros
mismos, y la verdad no está en nosotros.
Por el otro, el apóstol Juan afirma que, si somos nacidos de Dios, no pecamos:
1 Juan, 3:9 Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la
simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios.
¿En qué quedamos?. ¿Pecamos o no pecamos luego de que hemos sido salvos?.
No se pierdan este detalle: mientras en 1 Juan, 1:8 el apóstol Juan se refiere al
cuerpo, que “sigue pecando”, en 1 Juan, 3:9 se refiere al espíritu y el alma (la nueva
criatura), que es lo que es “nacido de Dios y no puede pecar”.
Una señal de alarma de que la salvación no ha acontecido en nuestra vida es, por
un lado, haber confesado a Cristo y, por el otro, seguir viviendo indefinidamente
como vivíamos en el mundo. Debemos dudar de haber alcanzado la salvación si,
habiendo confesado a Cristo, la forma en que vivimos no se diferencia en nada de
la forma en que vive un mundano.
Por eso Pablo escribe:
2 Corintios, 13:5 Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros
mismos. ¿O no os conocéis a vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros, a
menos que estéis reprobados?.
La Biblia dice que Dios ha de confirmarnos que somos salvos:
Romanos, 8:16 El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos
hijos de Dios.
Tarde o temprano y por diferentes medios (pastores, profetas, ministros), Dios ha
de confirmarnos que somos verdaderamente salvos. Una cosa es “creer” que somos
salvos y otra, muy distinta, es “saber” que somos salvos.
La palabra “recayeron” de Hebreos, 6:4-6, entonces, no puede tener que ver con
“volver a pecar, luego de haber sido salvos” porque, como hemos visto, la misma
Biblia reconoce que, luego de ser salvos, continuamos pecando (1 Juan, 1:8-9).
Probemos, ahora con “recayeron = volvieron a confiar en el antiguo sistema levítico
de sacrificios de templo, prescripto en la Ley de Moisés” (una solución que había
quedado obsoleta).
¿Cuál era el problema con aquellos que, una vez derramada la sangre de Cristo,
querían volver al viejo sistema levítico de sacrificios?. El problema era seguir con la
práctica de los remedios del Antiguo Pacto para el pecado, en vez de recurrir a la
solución de 1 Juan, 1:9 (la confesión). Ellos rebajaron la muerte del Señor al mismo
nivel que la de los animales que se sacrificaban por los pecados del pueblo. La Ley
solamente era una sombra de las cosas que habrían de venir, no de las realidades
mismas. Una vez que la Realidad apareció, la sombra ya no era efectiva….
Por consiguiente, siendo la Epístola a los Hebreos una carta dirigida, precisamente,
a los judíos, Hebreos, 6:4-6 es un pasaje particularmente dirigido a todos aquellos
que, siendo judíos, se dejaron contaminar por los falsos maestros judaizantes
volviendo, ya derramada la sangre de Cristo, al sistema levítico de sacrificios de
animales en el templo inserto en la ley de Moisés, pisoteando y teniendo en poco,
de esta manera, las sangre del Hijo de Dios, mucho más valiosa y eficaz que la de
los animales.
Conclusión:
El principio que debe usarse para interpretar y comprender la Epístola a los Hebreos
en general y los pasajes de Hebreos, 6:4-6 y Hebreos, 10:26-29 en particular, es el
“principio de interpretación contextual” y no el “principio de interpretación literal”.
Refutación (por el absurdo) de la “interpretación literal” de Hebreos, 6:4-6
Si Hebreos 6:4-6 se refiriera, como muchos afirman, a la perdida irreversible de
nuestra salvación, por volver a pecar luego de haber sido salvos, entonces debemos
reconocer que estamos perdidos para siempre, sin ninguna esperanza de
“recuperar” la salvación (el pasaje dice “es imposible que sean renovados para
arrepentimiento”).
Con esto, tendríamos que llegar a la conclusión de que el Nuevo Pacto es peor que
el Antiguo Pacto, no mejor (en general, existe consenso en que los cristianos - judíos
y gentiles - tenemos un mejor pacto que los judíos ortodoxos). Ellos (los israelitas)
fueron condenados por sus acciones. Pero según Mateo, 5 nosotros seríamos
condenados por nuestros pensamientos.
Los israelitas del AT no podían asesinar. Nosotros no podríamos siquiera enojarnos:
Mateo, 5:21 Oísteis que fue dicho a los antiguos: No matarás; y cualquiera que
matare será culpable de juicio. 5:22 Pero yo os digo que cualquiera que se enoje
contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga: Necio, a su
hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga: Fatuo, quedará
expuesto al infierno de fuego.
Los israelitas del AT no podían cometer adulterio. Nosotros no podríamos siquiera
tener un pensamiento lujurioso.
Mateo, 5:27 Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio. 5:28 Pero yo os digo
que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su
corazón.
Piensen en ello. Nunca enojarse, nunca desear nada, nunca envidiar, nunca ser
idólatras. Nunca ningún favoritismo o discriminación. Nunca ningún mal
pensamiento o mala obra de cualquier clase, por mínima que sea.
¿Son estas las Buenas Nuevas (eso significa Evangelio) y las riquezas
incomparables de su gracia?. ¿Se convirtió Dios en hombre y murió de la muerte
más horrible jamás ideada por el ser humano solamente para ponernos en una
posición más inalcanzable que antes?. Resulta difícil creer en esto…
Aprendiendo a usar la hermenéutica
Recordemos el “principio de consistencia o coherencia interna de las Escrituras”:
Siendo la Biblia la Palabra de Dios, inspirada por el Espíritu Santo, es imposible que
se contradiga a sí misma, de modo que, cuando nos topamos con dos o más pasajes
sobre un mismo tópico que, aparentemente, resultan contradictorios, tenemos que
descartar cualquier posibilidad de contradicción y aceptar, en cambio, que no
estamos interpretando correctamente alguno de esos pasajes.
Recordemos nuevamente el pasaje de Hebreos, 6:4-6:
Hebreos, 6:4 Porque es imposible que los que una vez fueron iluminados y gustaron
del don celestial, y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo, 6:5 y asimismo
gustaron de la buena palabra de Dios y los poderes del siglo venidero, 6:6 y
recayeron, sean otra vez renovados para arrepentimiento, crucificando de nuevo
para sí mismos al Hijo de Dios y exponiéndole a vituperio.
Quienes pretenden demostrar que Hebreos, 6:4-6 se refiere a la perdida irreversible
de nuestra salvación, por volver a pecar luego de haber sido salvos, deben
reconocer que esta idea entra en clara contradicción, por lo menos, con los
siguientes pasajes:
Juan, 10:27 Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, 10:28 y yo les
doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. 10:29 Mi
Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano
de mi Padre.
Si es cierto que la salvación puede perderse por volver a pecar ¿por qué Jesucristo,
al referirse a “sus ovejas” (se entiende “las personas que son salvas”), dice que “no
perecerán jamás” y que “nadie las puede arrebatar de la mano de su Padre” (se
entiende “jamás perderán la salvación”)?.
Hebreos, 10:14 porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los
santificados.
En la misma Epístola a los Hebreos, esta este pasaje que parece contradecir la
idea que pretende adjudicársele a Hebreos, 6:4-6.
Efesios, 1:13 En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el
evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el
Espíritu Santo de la promesa, 1:14 que es las arras de nuestra herencia hasta la
redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria.
Pablo dice que cuando oímos el Evangelio de la salvación con fe somos “sellados”
con el Espíritu Santo de la promesa. ¿Hasta cuándo?. ¿Hasta que pecamos de
nuevo?. No. Hasta la “redención de la posesión adquirida” (hasta el rapto de la
iglesia).
1 Juan, 1:8 Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros
mismos, y la verdad no está en nosotros. 1:9 Si confesamos nuestros pecados, él
es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.
Como hemos visto, el propio apóstol Juan reconoce que, gente que es salva,
lamentablemente sigue pecando luego de haber obtenido su salvación (este solo
pasaje debiera bastar y sobrar para refutar la idea que muchos pretenden
adjudicarle a Hebreos, 6:4-6). Por supuesto que el apóstol da un paso más y habla
de cuál es la solución: la confesión.
Cuando pecamos, luego de ser salvos, no perdemos la salvación pero si podemos
perder la comunión con Dios, la cual, al verse interrumpida, puede frenar las
bendiciones que Dios tenía para nosotros. La manera de recuperar la comunión
interrumpida es la confesión (el reconocimiento verbal) del o los pecados cometidos.
¿Cómo hacemos para conciliar 1 Juan, 1:8-9 con Hebreos, 10:26-29?.
Recordemos:
Hebreos, 10:26 Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el
conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados, 10:27 sino
una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los
adversarios. 10:28 El que viola la ley de Moisés, por el testimonio de dos o de tres
testigos muere irremisiblemente. 10:29 ¿Cuánto mayor castigo pensáis que
merecerá el que pisoteare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del pacto
en la cual fue santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de gracia?.
¿Cómo hacemos para salvar estas contradicciones?. Con la hermenéutica.
Los principios hermenéuticos deben ser aplicados del siguiente modo:
[1] aplicamos el “principio de interpretación literal” para 1 Juan, 1:8-9:
1 Juan, 1:8 Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros
mismos, y la verdad no está en nosotros. 1:9 Si confesamos nuestros pecados, él
es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.
Aplicando este principio, llegamos a la conclusión de que Juan, en efecto, quiere
decir lo mismo que escribe: que cualquier miembro de la iglesia (incluso, el mismo)
sigue pecando, aun después de haber sido salvo (1 Juan, 1:8). La solución para
Juan es la confesión (1 Juan, 1:9).
[2] por aplicación del “principio de consistencia o coherencia interna de las
Escrituras” llegamos a la conclusión de que no puede existir contradicción entre 1
Juan, 1:8-9 y Hebreos, 10:26-29;
[3] por lo tanto, Hebreos, 10:26-29 tiene que estar refiriéndose a otra cosa;
[4] aplicamos el “principio de interpretación contextual” para Hebreos, 10:26-29 y
llegamos a la conclusión de que, al igual que Hebreos, 6:4-6, este pasaje no se
refiere a perder la salvación por volver a pecar luego de ser salvos, sino a volver al
sistema levítico de sacrificios del templo luego de derramada la sangre de Cristo,
“pisoteando al Hijo de Dios, teniendo por inmunda la sangre del nuevo pacto y
afrentando al Espíritu Santo” (Hebreos, 10:29);
¿Cómo resolvimos la cuestión?. Aplicando dos principios hermenéuticos distintos:
el “principio de interpretación literal” para 1 Juan, 1:8-9 y el “principio de
interpretación contextual” para Hebreos, 10:26-29 (y para Hebreos, 6:4-6).
La regla general para interpretar la Biblia es la “literalidad”: la Biblia quiere decir
exactamente lo que está escrito en ella. Pero debemos tener cuidado de no
literalizar absolutamente todo, porque es ahí donde aparecen las contradicciones.
La interpretación literal de la Biblia es una regla que admite excepciones. Como
hemos visto, mientras algunos pasajes requieren ser interpretados literalmente (1
Juan, 1:8-9), otros, en cambio, deben ser puestos en contexto (Hebreos, 6:4-6,
Hebreos, 10:26-29).
Toda contradicción aparente, entre dos o más pasajes de las Escrituras, debe ser
salvada por la vía de la correcta aplicación de los principios de la hermenéutica y
jamás de otro modo. Para el caso que venimos viendo, por ejemplo, predicando
sobre Hebreos, 6:4-6 y Hebreos, 10:26-29 en su interpretación equivocada (literal)
e ignorando lo que dice 1 Juan, 1:8-9 y otros pasajes de las Escrituras. Esto implica
sesgar el Evangelio, lo cual es una herejía. Y de las herejías, desde ya, provienen
las falsas doctrinas.
Interpretar los pasajes menos claros a la luz de los más claros (y no al revés)
Este principio hermenéutico debiera llevarnos a interpretar Hebreos, 6:4-6 y
Hebreos, 10:26-29 a la luz o bajo la tutela o guía de pasajes más claros sobre la
cuestión de la pérdida de la salvación, como los que hemos visto: Juan, 10:27-29,
Hebreos, 10:14, Efesios, 1:13-14, 1 Juan, 1:8-9.
La apostasía
Otra de las interpretaciones que usualmente se pretende dar a Hebreos, 6:4-6, es
que estos pasajes hablan de la apostasía personal, la cual puede ser definida como
el abandono voluntario de la fe, con la consecuente pérdida de la salvación y la
posterior condenación. La pérdida de la salvación seria, en este caso, voluntaria y
a sabiendas de sus consecuencias.
Recordemos lo que dijo Pablo respecto de la salvación:
Efesios, 2:8 Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros,
pues es don de Dios; 2:9 no por obras, para que nadie se gloríe.
La palabra “don” utilizada por Pablo en este pasaje significa “regalo”. Para Pablo,
entonces, la salvación es un regalo de Dios que hemos recibido por gracia, por
medio de la fe, sin haber hecho ningún mérito para merecerlo.
Entre los que creen que la salvación puede perderse y los que creen que no, surgen
algunos que han adoptado una posición alternativa: la salvación es un regalo que
hemos recibido de Dios, sin haber hecho ningún mérito y que Dios, aunque pudiera
hacerlo, no nos quitaría jamás. Pero nosotros podemos devolverlo.
La apostasía consistiría, entonces, en devolver voluntariamente el regalo de la
salvación. Nuevamente debemos someter esta idea a los principios de la
hermenéutica. Si los resiste sin vulnerarlos, entonces esta idea será bíblica. De lo
contrario, se tratará solo de una idea humana con “pretensiones de bíblica”.
Analicemos la “consistencia o coherencia interna de las Escrituras” sobre este tema.
Pablo escribe:
1 Corintios, 6:19 ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el
cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? 6:20
Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo
y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.
Cuando Pablo nos dice “ustedes no son de ustedes, porque fueron comprados por
precio”, nos sugiere que ya no estamos en control de nuestro destino eterno.
A su vez, en 1 Pedro, 1:18-19 se nos aclara cual ha sido el precio por el que fuimos
comprados:
1 Pedro, 1:18 sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la
cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o
plata, 1:19 sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y
sin contaminación,
Si yo le preguntara a usted si puede regalar el auto de su vecino, usted contestaría
rápidamente que no. Si yo le preguntara por qué, usted seguramente me contestaría
que el auto no es suyo sino de su vecino y que por eso usted no puede regalarlo.
Usted estaría reconociendo que no puede disponer de algo que no es suyo.
La Biblia dice que usted ya no es de usted sino de Dios, porque se ha pagado por
usted un determinado precio, que resulta ser la sangre misma de Dios. ¿Por qué
usted, entonces, insistiría en pensar que puede devolver su salvación?. Tenemos
que terminar de entender, de una buena vez y para siempre, que la salvación, una
vez consumada, desencadena, en la esfera espiritual, una serie de eventos que
resultan IRREVERSIBLES.
La Biblia dice que Cristo apareció para deshacer las obras del diablo:
1 Juan, 3:8 Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo.
No obstante, lo contrario no es verdad: el diablo no puede deshacer las obras de
Dios. La salvación es una obra de Dios que no puede ser deshecha, ni por el diablo,
ni por usted.
Por si esto fuera poco, el apóstol Pablo agrega:
Romanos, 8:38 Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles,
ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, 8:39 ni lo alto, ni lo
profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es
en Cristo Jesús Señor nuestro.
Conclusión:
No hay poder en el Cielo o en la Tierra (incluyéndonos a nosotros mismos), que
pueda deshacer lo que Dios ha hecho por nosotros, con lo cual la apostasía solo
puede ser practicada por personas que no son salvas, aunque se encuentren, al
momento de apostatar, dentro de la iglesia.
Pregunta: ¿puede haber gente que no sea salva dentro de la iglesia?.
Respuesta: desde ya te anticipo que si y te invito a que veas un video donde predico
sobre este tema en el siguiente link:
http://escudriniandolabiblia.blogspot.com/2017/07/dentro-de-la-iglesia-pero-no-
salvos.html