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ARIEL SALAZAR RAMÍREZ

Magistrado ponente

STC3242-2017
Radicación n.° 17001-22-13-000-2016-00602-01
(Aprobado en sesión de ocho de marzo de dos mil diecisiete)

Bogotá, D. C., nueve (09) de marzo de dos mil


diecisiete (2017).

Decide la Corte la impugnación formulada contra el


fallo proferido el trece de enero de dos mil diecisiete por la
Sala Civil Familia del Tribunal Superior del Distrito Judicial
de Manizales, dentro de la acción de tutela promovida por
Orlando Enrique Orozco Lozada frente al Juzgado
Promiscuo del Circuito de Puerto Boyacá; trámite al que se
ordenó vincular a los Juzgados Primero y Segundo
Promiscuos Municipales de la misma localidad y a las
partes e intervinientes en el proceso ejecutivo donde se
origina la queja.

I. ANTECEDENTES

A. La pretensión

El ciudadano solicitó el amparo de sus derechos


fundamentales al debido proceso y acceso a la
Radicación n° 17001-22-13-000-2016-00602-01

administración de justicia, que considera vulnerados por la


autoridad judicial accionada, al proseguir con la ejecución
en su contra, con base en un título ejecutivo que había sido
objeto de invalidación en un proceso ejecutivo anterior,
donde se presentó para el cobro.

En consecuencia, pretende que se declare la nulidad de


la actuación judicial cuestionada y se dicten las órdenes
que sean necesarias para lograr el cumplimiento de la
protección que se otorgue. [Folios 4-41, c. 1]

B. Los hechos

1. El 23 de noviembre del año 2012, Carina Alejandra


Guerrero, promovió demanda ejecutiva contra el tutelante,
para lograr el recaudo de veinticinco millones de pesos,
representados en una letra de cambio, con fecha de
exigibilidad del día 13 de noviembre de 2012.

2. El conocimiento del asunto correspondió por reparto


al Juzgado 1º Promiscuo Municipal de Puerto Boyacá, que
mediante auto del 27 de noviembre siguiente, dictó
mandamiento de pago.

3. Agotada la actuación procesal pertinente, el Juzgado


2º de la misma especialidad, al que fueron reasignadas las
diligencias, dictó sentencia el 8 de julio de 2014, a través de
la cual dispuso seguir adelante la ejecución.

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4. Inconforme, el ejecutado apeló aquella decisión.

5. El 20 de enero de 2015, el Juzgado Promiscuo del


Circuito de Puerto Boyacá revocó la decisión del A quo, al
declarar que el título base de la ejecución era inexistente
por carecer de uno de sus requisitos esenciales, como era la
firma de su creador, pues, señaló el juzgador «…allí aparece
inscrita la firma del señor Orlando Enrique Orozco Lozada, como girado
aceptante. A su vez, se hace mención a la señora Carina Alejandra
Alvarado como beneficiaria de la orden de pago a cargo del señor
Orlando Enrique. No obstante, no aparecen (sic) en el título la
firma del creador (…) De otro lado, existe un beneficiario, que para el
caso es la aquí demandante, mas no se advierte quién es la persona
que emite la orden de pago.»

6. El 22 de abril de 2015, fue desglosado el documento


crediticio del expediente antes reseñado y el 23 siguiente,
Cayetano García Clavijo, en su calidad de endosatario y
tenedor legítimo, la presentó de nuevo para el cobro.

7. Al día siguiente, el Juzgado 2º Promiscuo Municipal


de Puerto Boyacá libró nueva orden de apremio.

8. La notificación personal al demandado se surtió el


11 de mayo de 2015. En su defensa, éste propuso las
excepciones de mérito que denominó “falta de buena fe excenta
de culpa en el demandante”, “cosa juzgada”, “falsedad ideológica y
material del título valor objeto de recaudo”, “inexistencia de la
obligación incoada y cobro de lo no debido” y “las genéricas”.

9. El 14 de marzo de 2016, el Juzgado cognoscente


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desestimó los argumentos defensivos de la pasiva y ordenó


seguir adelante la ejecución.

10. En desacuerdo, el tutelante formuló recurso de


apelación.

11. En providencia de 1º de septiembre de 2016, el


Juzgado Promiscuo del Circuito de Puerto Boyacá, confirmó
integralmente la decisión censurada.

12. El promotor del amparo, acude a este mecanismo


constitucional, porque, en su sentir, las decisiones
adoptadas en contra de sus intereses por los falladores de
la segunda demanda ejecutiva, vulneran sus derechos
fundamentales invocados, puesto que desconocen que en el
proceso adelantado con antelación, se había invalidado el
título base de la ejecución, luego éste no podía ser
nuevamente ejecutado.

C. El trámite de la primera instancia

1. El 12 de diciembre de 2016 se admitió la acción de


tutela, ordenándose dar traslado a los interesados para que
ejercieran su derecho de defensa. [Folio 43, c. 1]

2. El Juzgado 2º Promiscuo Municipal de Puerto


Boyacá, realizó una breve reseña de la actuación judicial
cuestionada y concluyó que no ha vulnerado garantía
fundamental alguna al reclamante, puesto que su decisión,

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que, destaca, fue confirmada por su superior funcional, se


ciñó a las normas procesales y sustanciales que regulan la
materia.[Folios 53-55, c.1]

La ejecutante en el primer juicio compulsivo, en su


calidad de vinculada al trámite constitucional, hizo énfasis
en que no existe la vulneración alegada, porque las
decisiones reprochadas por el tutelante, obedecen a la
correcta aplicación de las normas que regulan el asunto.

3. En sentencia de trece de enero de 2017, el Tribunal


concedió el amparo invocado, por considerar que al haberse
declarado inexistente el título valor en el primer proceso
ejecutivo adelantado contra el tutelante, era improcedente
tomar este documento como la base de una segunda
ejecución. Por ello, ordenó a los falladores accionados
invalidar la actuación surtida al interior del trámite
censurado.

4. Inconformes con la decisión, los integrantes de la


parte actora en ambos juicios ejecutivos, la impugnaron,
con fundamento en que el juez constitucional A quo invadió
esferas reservadas exclusivamente a los funcionarios
naturales e interpretó erradamente las consecuencias del
fallo emitido en el primer proceso, en tanto que «…dice que el
documento título valor se extinguió cuando procesalmente no es esa la
consecuencia jurídica de la inexistencia de un título valor por un
requisito de forma…». Así mismo, afirmaron que en el asunto

no se dieron los presupuestos de que trata el artículo 1625


del Código Civil, como para afirmar que la obligación se
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extinguió. [Folios 102-115 y 120-130, c.1]


II. CONSIDERACIONES

1. Tal como ha sido sostenido po r la jurisprudencia


nacional, por regla general la acción de tutela no procede
contra providencias judiciales y, por tanto, sólo en forma
excepcional resulta viable para atacar tales decisiones
cuando con ellas se causa vulneración a los derechos
fundamentales de los asociados.

Los criterios que se han sostenido para identificar las


causales de procedibilidad en esos eventos están
cimentados en el reproche que merece toda actividad
judicial arbitraria, caprichosa, infundada o rebelada contra
las preceptivas legales que rigen el respectivo juicio, con
detrimento de las garantías de las personas que han
sometido la ventilación de sus conflictos a la jurisdicción.

Una de las causas que justifican la procedencia de la


tutela contra actuaciones judiciales se da cuando en
desarrollo de la actividad judicial el funcionario se aparta de
manera evidente de las normas sustanciales o procesales
aplicables al caso, cuya situación termina produciendo
decisiones que vulneran derechos fundamentales.

2. En el caso sub judice, a partir del examen de la


actuación acusada, no logra advertirse una vulneración de
los derechos fundamentales invocados, pues, contrario a lo
determinado por el Tribunal Superior de Manizales, en sede

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de primera instancia, las autoridades judiciales accionadas


han realizado una legítima interpretación de la
normatividad legal aplicable al asunto en cada uno de los
estadios procesales en los que han intervenido como
falladores, atendiendo, primordialmente, a la naturaleza del
juicio donde se suscita la inconformidad del tutelante.

En efecto, de una cuidadosa revisión al fallo de


segunda instancia, dictado el 1º de septiembre de 2016, por
el Juzgado Promiscuo del Circuito de Puerto Boyacá, que es
el que resuelve de manera definitiva la controversia aquí
planteada y en el cual hubo pronunciamiento frente a todos
y cada uno de los medios exceptivos propuestos por el
ejecutado, así como frente a sus reparos contra la sentencia
de primera instancia, que, en esencia, son los mismos que
dan soporte a esta queja constitucional, la Sala concluye
que no existió la vulneración alegada.

Al respecto, se tiene que el juzgador explicó en detalle


los motivos por los cuales no era viable considerar extinta o
inexistente la obligación expresada en el título base de la
ejecución – letra de cambio -, con base en la sentencia
dictada en el primer proceso ejecutivo adelantado contra el
reclamante, donde en sede de segunda instancia se
desestimaron las pretensiones de la ejecutante, por carecer
el documento de uno de sus requisitos esenciales: la firma
del creador, pues tal elemento se encuentra satisfecho con
la firma del aceptante, quien puede ser considerado, al

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mismo tiempo, como girador y girado, según lo ha expuesto


la doctrina y la jurisprudencia sobre la materia.
Así lo señaló el Juez accionado:

«…encuentra el despacho, que la letra de cambio, tal como fue


presentada en este asunto, que obra a folio 1º del expediente, cumple
con las exigencias del artículo 621 del código de comercio, claramente
indica el derecho que en él se incorpora, ante la mención de tratarse de
$25.000.000, y que además se encuentra firmada directamente por el
obligado.

Expresamente refiere las fechas y lugar de creación, indicando


como fecha de creación el 26 de octubre de 2012 en Puerto Boyacá,
tópicos sobre los que no existe discusión.

Aunado a lo puntualizado, bajo el principio de la literalidad del


convenio contractual por medio del cual se ejerce la facultad ejecutiva
ligada a la acción cambiaria, en el anverso de la letra de cambio se
encuentran dos constancias; primero, tendiente a certificar el trámite
ejecutivo en el que se discutió la letra de cambio contra el deudor; dos,
encaminada al endoso en propiedad, “sin responsabilidad”, que utilizó
la tenedora del título, con la que en definitiva, desplazó su calidad de
tenedora en el endosante, respecto del derecho incorporado en la letra
de cambio, a favor de un tercero.

(…)

(…) no existe duda de que en efecto la tenedora inicial del título lo


fue la abogada Carina Alejandra Alvarado Guerrero, ello le permite
entonces endosar, como así sucedió la acreencia al acá demandante
Cayetano García Clavijo, de ahí, puede afirmarse que en ejercicio de
uno de los elementos esenciales del título valor, transmitió la
legitimación del derecho en cabeza de un tercero, así lo aceptó el A quo,
al considerar solventadas las irregularidades que sobre el título
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encontró el juzgador en el proceso ejecutivo seguido con el radicado


2014-00093-00, para llegar a la conclusión que debía salvaguardar la
buena fe exenta de culpa del ahora ejecutante. Tal situación se
desprende precisamente al analizar el contenido mismo del título valor,
como lo señaló la inicial tenedora Carina Alejandra Alvarado Guerrero
cuando rindiera testimonio (…) incluso, como lo asevera el demandante
en esa nueva oportunidad (…) cuando rindiera interrogatorio de parte.

Ahora bien, a pesar de que en otrora oportunidad se dijera por la


entonces titular de este despacho judicial Promiscuo del circuito y
confrontando el título valor objeto de recaudo, la ausencia de uno de
los requisitos generales, como lo es la firma del creador, nada impide
en esta nueva sede procesal, como se dijo al inicio y es obligación del
juzgado pronunciarse, como es obligación, reitero, acerca de sus
requisitos (sic) de la letra de cambio traída como base de recaudo. El
artículo 621 del código de comercio, dispone que todo título valor debe
reunir los siguientes requisitos, a) la mención del derecho que en él se
incorpora; b) la firma de quien lo crea. En relación con las letras de
cambio, el artículo 671 de la misma normativa, indica los siguientes:
orden incondicional de pagar una suma de dinero, nombre del girado,
fecha de vencimiento, indicación de ser pagadero a la orden o al
portador.

Advierte el artículo 676 ibídem, que la letra de cambio puede


girarse a la orden o a cargo del mismo girador, precepto del cual se
infiere que en un momento dado pueden converger en una sola
persona, las calidades de girador y girado, por manera que en estos
casos, el girador – creador, queda obligado como otorgante, por lo que
no se requiere nueva signatura.

Cierto es que la disposición 621 que inicialmente se transcribe ha


dado lugar a numerosas y variadas disquisiciones y discrepancias
entre quienes consideran, como lo fue para la juez anterior de segunda
instancia, que las letras de cambio deben contener en forma expresa y

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concreta la firma de quien lo crea, estimándose que esa persona es el


girador; mientras que otros exponen que, como la orden de pago se la
está extendiendo el girado, a sí mismo es éste quien hace las veces de
creador del título valor y por ende será su firma la que cumplirá los dos
cometidos en el documento: la del girado y la del creador.
(…)

En relación con la interpretación que hoy día debe darse a la


norma sobre la que se discierne, la doctrina ha expuesto lo siguiente:

“Denominamos teoría del formato la posición judicial y la


doctrina de autores según la cual, la falta de firma en el lugar
reservado para el girador en los formularios, machotes o esqueletos
impresos, destinados a mudarse en letras de cambio, no logran ser
título valor y se convierten en pagaré, con el argumento, según el cual,
la firma del creador es un elemento esencial y sin él el documento no
está llamado a producir los efectos cambiarios. No obstante que
aparezca en otro sitio del formulario, generalmente perpendicular a la
firma de quien dice aceptar la orden de pago.

No compartimos las posiciones que desconocen que el documento


en cuestión no es letra de cambio (sic), porque en ninguna parte del
Código dice en qué lugar del documento debe ir la firma del creador
(…), de allí que afirmemos que cuando se precisa que falta la firma del
girador, es porque sólo se observa el espacio que el formulario ha
reservado para éste, que nos ha llevado a bautizar como la teoría del
formato

Se desconoce además que una misma persona puede ocupar los


lugares de girador y girado y que una sola firma, es suficiente para
que se tenga como girada a cargo de ella misma, según el artículo 676.
Si en el documento se consigna una orden de pago dirigida de “P” a
Fulano y éste estampa su firma, es indudable que la orden se la está
dando él mismo. (…)

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Igualmente, de vieja data la jurisprudencia se ha manifestado en


el mismo sentido, como puede leerse en el auto del 30 de marzo de
1976 del Tribunal Superior de Manizales (…): “…no objeta la Sala la
premisa del Juzgado de primera instancia en cuanto se refiere a los
requisitos que con sujeción a la precitada disposición del código de comercio
debe llenar todo título valor, a los cuales, en el caso de la letra de cambio se
suman los otros tres, que enuncia el artículo 671 del mismo código, según el
cual, la letra de cambio debe contener además del derecho que el título
incorpora y de la firma de quien lo crea, la orden incondicional de pagar una
suma de dinero, el nombre del girado y la forma de vencimiento, la indicación
de ser pagadera, a la orden o al portador.

Pero si se aparta esta entidad del concepto del A quo, en lo


concerniente a que a quien debe entenderse como creador de la letra, para
efecto de exigir la firma en ella, pues según el criterio de aquel ese creador
tiene que ser una persona distinta, al aceptante de la misma, lo que implica el
desconocimiento de que girador y girado puede ser una misma persona y la
exigencia de un requisito extralegal, como sería el de que la letra para ser tal,
debe contener más de una firma, lo que es ajustado a la reglamentación legal
de esta clase de títulos valores, con arreglo a la cual, como se vio, basta una
firma, la del creador de la letra de cambio porque en cuanto al girado, baste
mencionar su nombre.

Creador de la letra de cambio es quien da la orden de pagar una suma


de dinero, pero en ninguna parte ha dicho la ley que esa orden no la pueda
dar el mismo girado, de ahí que si éste acepta sin que ninguna otra persona
suscriba dicha orden, asume, indudablemente la calidad de girador o creador
de la letra sin que pueda entonces decirse que le falta a ese título valor, el
segundo de los requisitos generales a que alude el artículo 621 del código de
comercio.

(…)

En el anterior orden de ideas y como el despacho comparte la


posición que ha quedado expuesta en estas citas doctrinales y
jurisprudenciales, no podría exigirse en el presente título valor, como
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base de ejecución, la firma del creador, en tanto, como quedó probado,


incluso, así lo aceptan las partes y el mismo demandado, el creador
del título valor fue precisamente Orlando Enrique Orozco Lozada,
elemento éste que le da, la verdadera eficacia a la obligación cambiaria
que aquí se cobra.

Ahora, independientemente de que se hubiese firmado o no en la


parte anterior del documento, como se alega por el apoderado judicial
de la parte demandado, como tacha de falsedad, tal situación en
momento alguno le resta esa validez y eficacia a la letra de cambio,
pues siempre ha subsistido la obligación de cancelar la suma de dinero
en cabeza del demandado, quien entre otras cosas, no ha negado ni la
subsistencia de la misma, es decir su firma en el título valor, no ha
tachado de falsa esa rúbrica que allí representa y por consiguiente,
entonces, no se puede decir que efectivamente entonces se está frente
a una (…) falsedad en la rúbrica.

Acto seguido, procedió al análisis de las excepciones


propuestas por el reclamante, respecto de las cuales
concluyó que no estaban respaldadas probatoriamente y,
por tanto, no tenían vocación de prosperidad:

«…no existe entonces, elemento de prueba válido para entender


que en este evento se dio cosa juzgada que impidiera entonces
nuevamente realizar pronunciamiento como en efecto se hizo por parte
del Juez 2º Promiscuo Municipal, esta excepción no prospera, en tanto
se reitera, no podemos hablar de que estén las mismas partes
involucradas en el conflicto.

(…)

En este proceso, está probado que el señor Cayetano García


Clavijo adquirió directamente de la beneficiaria o endosante (…) el

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título valor objeto del litigio, lo adquirió previa negociación,


perfectamente permitida por la ley por lo que conforme lo anteriormente
dicho, adqurió el título de buena fe sin que se hubiese allegado
elemento de prueba alguno que permita suponer que ese negocio
jurídico no se llevó a cabo, pues tal consideración no solo va en
contravía del principio de la buena fe, de la misma negociabilidad de
los títulos valores, sino que se itera además, no hay prueba en el
plenario que se hubiesen utilizado argucias, artimañas jurídicas, como
las tilda el apoderado del demandado, pero sin que se allegue soporte
probatorio alguno.

(…)

La presunta falsedad tampoco encuentra demostración en tanto


que se observa o se evidencia que a ciencia cierta que quien suscribió y
se obligó en el título valor fue directamente el señor Orlando Enrique
Orozco Lozada. Respecto de la firma colocada por la beneficiaria en la
parte anterior del título, como se dijo, no le resta eficacia ni validez a
ese título valor, en consecuencia, ninguna falsedad puede predicarse.

Es certera y clara no solo la existencia del título valor como tal, la


suscripción por el demandado y el endoso que se hizo de la misma. Se
reitera, ese endoso está permitido por la ley, el artículo 657 del Código
de Comercio, claramente indica que el endosante contraerá obligación
frente a todos los tenedores posteriores a él, pero podrá liberarse de su
obligación cambiaria mediante la cláusula “sin mi responsabilidad” u
otra equivalente agregada al endoso que fue lo que se hizo en este
evento.

(…)

Ya se explicó al inicio del proveído, porqué nos apartamos


entonces de la decisión adoptada en sede de segunda instancia en
este mismo despacho judicial, en tanto que de un plumazo se dijo

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simplemente que al documento le faltaba la firma del creador, cuando


era evidente que el creador era precisa y justamente el directamente
obligado (…)»
3. De este modo, es indiscutible que las extensas y
detalladas consideraciones que el juzgador Ad quem
accionado esgrimió como soporte de su sentencia
confirmatoria de segunda instancia, están soportados en la
normatividad legal y no transgreden los derechos
fundamentales del tutelante, de ahí que el reclamo
constitucional queda reducido a una simple manifestación
de disenso con el criterio de la autoridad judicial convocada
a este trámite, que no tiene entidad para fundar
válidamente la petición de amparo, pues como lo tiene dicho
esta Corporación: “no constituyen vía de hecho las meras
discrepancias que se tengan con las interpretaciones normativas y las
apreciaciones probatorias en las decisiones judiciales, por ser ello de
competencia de los jueces”.1

De este modo, es necesario destacar como el fallador


tomó en consideración cada uno de los argumentos que el
tutelante planteó para su defensa, para posteriormente
desestimarlos con base en la motivación que quedó
expuesta y que no se muestra irrazonable, caprichoza ni
antojadiza como para considerar que es trasgresora de las
garantías fundamentales invocadas en esta queja,
contrario, se insiste a lo dicho de manera somera por el
Tribunal A quo.

1 Fallo de 18 de octubre de 2011, exp. 2011-00177-01.


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Razones que llevan a esta Corporación a revocar la


sentencia que por vía de impugnación se ha revisado, para,
en su lugar, negar el amparo constitucional invocado.

III. DECISIÓN

En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de


Justicia, en Sala de Casación Civil, administrando justicia
en nombre de la República y por autoridad de la ley,
REVOCA la sentencia impugnada y en su lugar, NIEGA el
amparo invocado.

Comuníquese telegráficamente lo aquí resuelto a las


partes; y, en oportunidad, remítase el expediente a la Corte
Constitucional, para su eventual revisión.

LUIS ALONSO RICO PUERTA


Presidente de Sala

MARGARITA CABELLO BLANCO

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ÁLVARO FERNANDO GARCÍA RESTREPO

AROLDO WILSON QUIROZ MONSALVO

ARIEL SALAZAR RAMÍREZ

LUIS ARMANDO TOLOSA VILLABONA

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