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La etapa proteccionista del comercio interior tuvo momentos culminantes a través de decisiones

estatales que perseguían una protección indiscriminada a la producción interna, sobre todo después de
la caída de la dictadura de Pérez Jimenez en 1958, pues luego de esa fecha se adopta un conjunto de
políticas comerciales, las cuales tenían como objetivo cambiar la tendencia importadora de la economía
venezolana. Sin embargo, ya en la década de los 80, el desarrollo del mercado se convirtió en un freno
para su desarrollo, en un competidor peligroso en momentos en que el mercado mundial se globalizaba
rápidamente y dominaban de nuevo, como a comienzos de siglo, las corrientes neoliberales en el
gobierno y en el comercio.
Mientras que, el segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez, en 1989, asume el
compromiso de romper con el proteccionismo y sus secuelas, e impuso una política distinta,
de corriente neoliberal, llamada Programa de Ajuste Estructural, cuyos objetivos, eran la
liberación del área financiera del control del Estado, la privatización de las empresas
públicas, la liberación de precios, liberación de las tasas de interés, devaluación del bolívar,
desgravámenes arancelarios, eliminación de los subsidios, apertura comercial externa y una
política de integración en el marco del Grupo Andino. Dicho gobierno complació las
aspiraciones de las organizaciones patronales de Venezuela, restituyéndoles plenamente las
libertades económicas y en especial la de comercio.
Es importante agregar, que otro de los aportes del Estado al comercio interior está en la
creación de toda una estructura legal (leyes, reglamentos, decretos, resoluciones, etc.) que
fueron dando normatividad y razón de ser a la realización del intercambio mercantil, y en
especial, a su comercio al detal. Desde los propios inicios del siglo XX, con la promulgación
del Código de Comercio de 1903 hasta el último decreto de fijación de nuevos precios
máximos de artículos de consumo masivo dictado por el Ministerio de Producción y Comercio
en 2002, el Estado no ha abandonado su voluntad política de intervenir en el mercado
mediante la creación de distintos instrumentos legales a medida que el comercio interior se
ha tornado cada vez más complejo.
En cuanto, a las Políticas implementadas por parte del Estado venezolano en Materia de
Comercio Exterior a mediados siglo XIX, ha estado direccionado o sometido a las
regulaciones establecidas por tratados bilateral o multilaterales, por leyes y reglamentos
internos, por los lineamientos de la política económica y por las condiciones del mercado
externo.
Siguiendo el mismo orden de ideas, entre los tratados bilaterales destaca el Tratado Comercial con
Estados Unidos de 1939 por la importancia de las relaciones con ese país. El mismo establecía
reducciones tarifarias que nominalmente beneficiarían a los 2 países, aunque en la práctica amparaba
privilegios a las importaciones de Estados Unidos debido a la limitada capacidad de exportación de
Venezuela en otros renglones que no fueran el petróleo. El tratado fue objeto de ajustes hasta su
denuncia por Venezuela el 31 de diciembre de 1971 y su definitivo abandono en 1972.

Así mismo, las relaciones comerciales con América Latina están reguladas por tratados y
acuerdos multilaterales como se menciono anteriormente, algunos de estos son la Asociación
Latinoamericana de Integración (ALADI) el Sistema Económico Latinoamericano (SELA) y el
Pacto Andino. Las regulaciones más importantes relacionadas con la exportación de petróleo
son las establecidas por la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP)
fundada en 1960, cuya función es de establecer una política petrolera homogénea para los
países miembros, particularmente en lo que se refiere a precios y volumen de producción,
alcanzó su máxima expresión en la década de 1970 para entrar en decadencia en los años
1980.

Cabe destacar que las regulaciones internas del comercio exterior han operado mediante
2 mecanismos fundamentales: el régimen aduanero y los controles establecidos como
respuesta a determinadas coyunturas. La tarifa aduanera durante el ciclo petrolero dejó de
tener la función fundamental de fuente de los recursos fiscales que tenía en la economía del
ciclo agrario, para pasar a cumplir, al menos teóricamente, una función proteccionista de la
producción local. La aplicación de este criterio ha variado según las circunstancias de la
producción interna y la política económica de cada gobierno. Por otra parte, el Estado aplicó
mecanismos de control de las importaciones, primero en los años 1930 y más recientemente,
en 1983 para detener la excesiva salida de divisas.
En 1937, se estableció la Oficina Centralizadora del Cambio, para controlar la venta de divisas y en
1940, se creó la Comisión de Control de Importaciones que sometía las compras en el exterior a
autorización previa y establecía una clasificación de las importaciones de acuerdo con su importancia
para la economía nacional. En 1983, la devaluación del bolívar y el establecimiento de un régimen de
cambios diferenciales impusieron restricciones a las importaciones que se hicieron más estrictas con el
establecimiento de tarifas aduaneras, particularmente elevadas para ciertos productos.

Dentro de las regulaciones del comercio, cabe mencionar, como medida favorable al
aumento del consumo de importaciones, el establecimiento del régimen de puerto libre para
la isla de Margarita, que había sido tradicionalmente una vía utilizada por el contrabando. La
introducción ilegal de mercancías no ha dejado de ser un problema, no tanto como en el siglo
XIX, por la reducción de los ingresos fiscales como por sus efectos negativos sobre algunas
industrias que tienen que competir con la producción importada.

Desde comienzos de 1989 y hasta la fecha, en nuestro país se ha generado una intensa
actividad en materia de política comercial, destacándose principalmente su participación
plena en el sistema multilateral de comercio, mediante su adhesión al GATT en 1990 y su
posterior incorporación a la Organización Mundial del Comercio (OMC) en enero de 1995.En
1992, dentro de los principios generales del Acuerdo General de Aranceles y Comercio
(GATT), Venezuela dictó la ley sobre prácticas desleales del comercio internacional y su
reglamento, especialmente destinados a establecer los criterios indispensables respecto del
dumping y subsidios a las importaciones que afecten a los productores de bienes similares.

Por su parte, se ha profundizado la integración comercial con nuestros vecinos próximos,


lográndose la consolidación de la Unión Aduanera en el Grupo Andino (Acuerdo de
Cartagena) y la suscripción de acuerdos de libre comercio conjuntamente con Colombia,
tanto con México (Grupo de los Tres) como con los países centroamericanos (Acuerdo sobre
Comercio e Inversión). Con los países de CARICOM, por su parte, se suscribió un acuerdo
de libre comercio asimétrico, además de varios acuerdos comerciales bilaterales suscritos
con algunos países del Caribe.
En concordancia con lo anteriormente planteado, el libre comercio y el socialismo del siglo XXI de
Venezuela son incompatibles. El país se retiró del Tratado de Libre Comercio con Colombia y México
en el 2006, y de la Comunidad Andina en el 2011. Logró entrar al Mercosur en el 2012. En diciembre
del 2016 fue suspendido por incumplimiento de sus obligaciones en materia de derechos humanos y
comerciales, pues no ha adoptado 116 Resoluciones del mismo.

Aunque la necesidad más apremiante para Venezuela sea la superación de sus


problemas macroeconómicos, también es necesario que lleve adelante la reforma de sus
políticas comerciales y conexas. Para los años próximos Venezuela continuará con su
política de negociaciones y apertura comercial con miras a lograr un espacio económico
ampliado que permita una mayor competitividad de su economía en el entorno económico
internacional.

Aunado a esto la política comercial de Venezuela deja varias lecciones como lo es que el
comercio exterior no explica el nivel general de empleo de un país: la tasa de desempleo en
Venezuela es del 21 por ciento, mientras que su balanza comercial, históricamente, ha sido
positiva, también el comportamiento de las importaciones es un indicador de la vitalidad de
una economía; la caída de las importaciones es síntoma de una economía anémica, además
la protección comercial no es la mejor política industrial, pues encarece los insumos y afecta
negativamente la competitividad.

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