LIBERTAD DE OPINIÓN

NUMERO: 5 AÑO: I SEMANA: I SEPTEMBRE 2010

TOMAR DE LA PROPIA RECETA

Que pena me da como ex presidente Nacional de la AME
observar al máximo organismo representativo de las
municipalidades del Ecuador, que mientras el COOTAD les
arrebata competencias, que en todos los países civilizados
del mundo corresponden a los Gobiernos locales, aquí las
únicas preocupaciones a destiempo resultan ser las
consecuencias de tanto enunciado garantista introducido en
una Constitución del Estado frondosa en derechos, y
gratuidades, pero llena de reglamentaciones centralistas y
contradicciones en su parte estructural que vuelven etéreos
todas estas proclamas, sin forma alguna de concreción en la
realidad.
Ya estamos viendo lo que sucede con la gratuidad de la
educación en todos sus niveles, la salud y la protección
social, sin ninguna garantía de calidad, equidad ni
evaluación, porque los derechos del usuario de un servicio
público, chocan con las garantías y conquistas del aparato
burocrático encargado de otorgarlo.
Los derechos plena e inmediatamente justiciables
mediante medidas cautelares o recursos de protección
constitucional, chocan con un enrevesado sometido y lento
sistema de justicia, lleno de recursos dilatorios, que en la
realidad vuelven imposible la protección de esos derechos.
Vayan a ver si ahora se da trámite a uno solo de los recursos
de protección constitucional.
El ejercicio de autoridad en defensa del interés general
por sobre los intereses parciales o grupales es otro
enunciado, bloqueado por la inestabilidad sistemática, que
lleva al sometimiento oportunista de la autoridad a los grupos
de presión o gremios más influyentes y al uso de recursos
públicos en una permanente y costosa campaña publicitaria,
acompañada de la filantropía con fondos públicos.
El derecho al trabajo choca con los obstáculos y
dificultades puestas a toda inversión productiva y la anarquía
y desaliento económico que se deriva de ello.
El derecho a la seguridad pública choca, con las
exageradas garantías penales frente al delincuente.
El derecho a la participación democrática, bloqueada
por un aparato político cada vez más excluyente y centralista.
Así podríamos seguir analizando el caso de una
infinidad de derechos y garantías, convertidos tan solo en
enunciados absolutamente distantes de la realidad.
Nos toca ahora tomar de nuestra propia receta, hasta
que nos sea posible aprender las lecciones de la realidad y
retomar con firmeza, la aun no absuelta y siempre postergada
tarea de la reforma política. Mientras tanto el caos y el
desorden resultan ser la obvia consecuencia de la
contradicción entre los hechos y los enunciados y esto no se
cura evidentemente con reglamentos o decretos de última
hora que modifiquen las normas constitucionales como se ha
tratado de insinuar.
Es verdad que estamos pagando bien caro a lo largo y
ancho de nuestro país la aplicación de novelerías no bien
asimiladas que en la realidad han contribuido
paradójicamente a la negación de derechos humanos
fundamentales. La tarea que nos queda es dura, pero si el
camino es largo hay que comenzarlo a andar.