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Solórzano Suverza Víctor Daniel

Hegel

29 de abril del 2019

CERTEZA SENSIBLE
El ser humano se ha preguntado cómo conoce la realidad, cómo la filtra y qué
respuestas puede conseguir de ella para desentrañar el misterio que implica su
existencia y su estar en el mundo; la filosofía siempre ha tratado de aportar la
respuesta a estas cuestiones y se ha percatado de que sólo podrá resolverlas a
partir de lo que es más notorio para nosotros y que a su vez, nos mostrará la puerta
para llevarnos al acceso al conocimiento de la realidad.

El Idealismo alemán buscó dar respuesta a la obtención de un conocimiento


absoluto y también buscó dar respuesta a la nueva explicación del mundo por parte
de la ciencia, donde el conocimiento metafísico y la especulación sin fundamentos
empíricos ya no son suficientes. En esta búsqueda por satisfacer estos
presupuestos, Kant y Hegel aportaron una forma de explicar el mundo desde su
propia comprensión de la obtención del conocimiento y de la ciencia.

Para comenzar este trabajo iremos desglosando poco a poco lo que


entienden Kant y Hegel como la puerta del acceso a la obtención del conocimiento
que es el de la certeza sensible o sensibilidad. Para hacerlo, daremos un pequeño
clavado a lo que Kant entiende por sensibilidad y lo que esta produce, dando
espacio a los elementos que conforman el proceso del entendimiento; por otra parte,
nos acercaremos a Hegel y entraremos a la certeza sensible y al concepto que tiene
del conocimiento, esto para concluir con las diferencias que presentan ambos
filósofos con respecto a la sensibilidad y al conocimiento aquí obtenido.

En su obra maestra Kant desea poner en claro que el objeto de su filosofía


radica en la obtención de una ciencia que logre dar una síntesis entre el dogmatismo
y el empirismo, algo que logre explicar en su totalidad la obtención del conocimiento
y el funcionamiento de la razón en el hombre.
Para comenzar con el camino de la búsqueda del conocimiento, Kant en la
Introducción de la Crítica a la Razón Pura mencionará lo siguiente:

No hay duda alguna de que todo nuestro conocimiento comienza con la


experiencia. Pues ¿cómo podría ser despertada a actuar la facultad de
conocer sino mediante objetos que afectan a nuestros sentidos y que ora
producen por sí mismos representaciones, ora ponen en movimiento la
capacidad del entendimiento para comparar estas representaciones para
enlazarlas o separarlas y para elaborar de este modo la materia bruta de las
impresiones sensibles con vistas a un conocimiento de los objetos
denominado experiencia? Por consiguiente, en el orden temporal, ningún
conocimiento precede a la experiencia y todo conocimiento comienza de ella.

Pero, aunque todo nuestro conocimiento empiece por la experiencia,


no por eso procede todo él de la experiencia. En efecto, podría ocurrir que
nuestro mismo conocimiento empírico fuera una composición de lo que
recibimos mediante las impresiones y de lo nuestra propia facultad de
conocer produce (simplemente motivada por las impresiones) a partir de sí
mismas.1

De lo citado con anterioridad, podemos decir lo siguiente: 1) para Kant, el


primer paso para el conocimiento es el de la experiencia; 2) el conocimiento solo se
da a partir de la facultad del entendimiento; 3) que lo que aporta la sensibilidad son
sólo representaciones de lo que es objeto de la experiencia y que esta sólo ayuda
a nuestra facultad de conocer la facultad de hacer una síntesis de nuestras
impresiones; y, 4) que no todo conocimiento proviene de la experiencia.

Él mismo más delante en la Introducción dirá que “tal conocimiento (el que
no depende de la experiencia) se llama a priori y se distingue de lo empírico, que
tiene fuentes a posteriori, es decir de la experiencia” 2. Este conocimiento es algo
que la persona sabe y que no necesita de la experiencia para concretar este
conocimiento; asimismo, dentro del conocimiento hay algunos que necesitan ser

1
Emmanuel Kant, La crítica a la razón pura, Taurus, México, 2006, pp.41-42.
2
Ibidem. P.43
llamados puros, es decir aquellos que no tienen ninguna relación con la experiencia,
que no tienen algún motivo para hacer referencia a la experiencia. Las distinciones
de este tipo de conocimiento es que sean de carácter necesario y universal;
necesario en el sentido de que lo pensado sea opuesto a la contingencia y que sea
acorde a o de conformidad con lo real; y que sea universal, es decir, que no deriva
de otro y que contenga a todas las excepciones.

Al darse cuenta de la posibilidad de la existencia de este tipo de


conocimiento, desea desentrañar sus orígenes y su funcionamiento y es, a partir de
aquí, que crea una teoría del conocimiento. En el desarrollo de la misma se percata
que únicamente se puede conocer aquello que es susceptible de pensarse y
experimentarse, que hay determinados conceptos que no podemos afirmar o negar
algo en razón de que no son experienciales o susceptibles a sentirse.

Ahora bien, según lo dicho con anterioridad, Kant logra distinguir que todo
nuestro conocimiento proviene de la experiencia, pero ¿cómo experimentamos? Y
¿Todo lo que experimentamos podemos llamarlo conocimiento o hay otra forma de
llamar a esto que se suscita y que me lleva a decir tal o cual cosa de lo que
experimento? Dado lo anterior y para resolver estas preguntas Kant, en la Crítica a
la razón pura, se centrará en estudiar la sensibilidad en el apartado establecido
como estética trascendental. En este apartado dice Kant que el modo por el cual el
conocimiento se refiere a los objetos se llamará intuición, y esta es el modo por el
cual el conocimiento se refiere inmediatamente a los objetos y es aquello a que
apunta todo conocimiento como medio. Dirá también que esta intuición sólo se nos
presentará si el objeto que se nos está dando afecta nuestro psiquismo, esta
afectación sólo se presenta por nuestra capacidad receptiva de recibir
representaciones, al ser afectados por los objetos es la sensibilidad. La sensibilidad
es la encargada de dotarnos de los objetos y al mismo tiempo es la encargada de
darnos las intuiciones; sólo el entendimiento podrá hacer una síntesis de lo que
hemos recibido y al ser pensados darán como resultado el nacimiento de nuevos
conceptos. Kant, reconocerá que “todo pensar tiene que hacer referencia, directa o
indirectamente (mediante ciertas características), a intuiciones y, por consiguiente
(entre los humanos) a la sensibilidad, ya que ningún objeto se nos puede dar de
otra forma”3. Aquí, nuestro filósofo nos expone que la única forma de poder filtrar
el mundo es por medio de la sensibilidad; esta sensibilidad dará lugar a la
sensación, y esta dará lugar a una intuición empírica, que es la referencia al objeto
que produjo el efecto.

Dice que los objetos son referencias o representaciones en el sentido de que,


para él, el ser de las cosas no es cognoscible, en el sentido de que únicamente
diremos aquello que es la cosa con respecto a nuestra sensación, pero que nunca
podremos decir qué es en sí la cosa por ser esto externo a nosotros, a esto se le
conocerá como nóumeno. Esto que se obtiene de la afectación de nuestra
sensibilidad serán objetos indeterminados; los cuales serán llamados como
fenómenos; los cuales están compuestos por la materia (aquello que corresponde
a la sensación) y forma (aquello que hace que lo diverso del mismo pueda ser
ordenado en ciertas relaciones). Esta composición del fenómeno tendrá caracteres
distintos, por una parte, la materia será a posteriori para la sensación, mientras que
la forma sólo será a priori en el sentido de que sólo puede estar dispuesta al conjunto
de sensaciones en el psiquismo y debe ser susceptible de una consideración
independiente de la sensación.

También establece que, dentro del mundo de las representaciones, habrá


algunas que no se encuentra nada perteneciente a la sensación y que, a su vez, se
halla a priori en el psiquismo y las denominará intuiciones puras. Estas intuiciones
puras apartan la representación del cuerpo del objeto y lo que se piensa de él,
únicamente queda la extensión y la figura. Señalará que hay dos formas puras de
la intuición que llevarán al hombre al hombre al conocimiento a priori que son
espacio y tiempo, y todo aquello que el hombre obtenga será en referencia a estas
dos intuiciones puras que son tiempo y espacio Por tiempo se entiende como

…el tiempo no es un concepto derivado de experiencia alguna, porque la


simultaneidad o la sucesión no serían percibidas… El tiempo es una
representación necesaria que sirve de base a todas las intuiciones. No se

3
Ibidem. P. 66
puede suprimir el tiempo en los fenómenos en general, aunque se puedan
separar muy bien estos de él. El tiempo… es una forma pura de intuición
sensible. La naturaleza infinita del tiempo significa que toda cantidad
determinada de tiempo es solamente posible por las limitaciones de un único
tiempo que sirve de fundamento.4

Y por espacio dirá

Mediante el sentido externo nos representamos objetos exteriores a nosotros


y como reunidos en el Espacio. En el espacio, pues, están determinados o
son determinables de figura, tamaños y relaciones respectivos de tales
objetos5.

Sólo con estas dos intuiciones podemos representarnos a los fenómenos.

Ahora bien, de lo expuesto con anterioridad podemos concluir lo siguiente:


1) el hombre es el sujeto que se le da el objeto por medio de la sensación; 2) lo que
obtiene el sujeto de la sensación es aquello que se denomina representación y no
verdadero conocimiento de la cosa en sí; 3) el nóumeno no es importante, lo que se
obtiene es el fenómeno, aquello que se suscita en el sujeto de la experiencia
sensible; 4) lo que permite la representación del objeto es la intuición que se
presenta en el interior del sujeto por medio del tiempo y del espacio. Estas
conclusiones, desde el esquema Kantiano darían un respuesta satisfactoria para
comprender el acceso al conocimiento, pero Hegel, con el pasar delos años y lo
expuesto por los idealistas posteriores a Kant, se da cuenta que el conocimiento no
puede solo centrarse en el sujeto y las representaciones que este formula y que el
noúmeno no se puede quedar sin otro aporte que no sea la afectación de los
sentidos o sensación; asimismo, no sería posible que se pueda realizar otra síntesis
que de un nuevo conocimiento o un nuevo objeto de la filosofía.

4
Ibidem. P.74

5
Ibidem. P.67.
En la fenomenología del Espíritu, Hegel establece que el objeto de estudio de
la fenomenología es el saber, que este es un saber inmediato o de lo que es. Ante
esta afirmación, lo primero que nos hace pensar es que entonces el saber primero
o el saber de lo inmediato es aquél que proviene de lo sensible, de nuestros
sentidos; establece a la conciencia como el yo (sujeto) pero no es un yo filosófico,
sino que es un nuevo yo, un yo o una conciencia natural o la conciencia a-filosófica..
Dirá Hegel:

Yo, este, no estoy cierto de esta cosa porque me haya desarrollado aquí
como conciencia y haya puesto en marcha el pensamiento de diversos modos.
Ni tampoco porque la cosa de que estoy cierto sea en ella misma atendiendo
a multitud de diversas cualidades una relación plena de riqueza o un múltiple
comportamiento con respecto a otras. Nada de esto interesa a la verdad de la
certeza sensible, ni el yo ni la cosa tienen aquí la significación de una
mediación múltiple; el yo no significa representarse o pensar múltiple, ni la
cosa tiene la significación de múltiples cualidades, sino que la cosa es y es
solamente porque es; ella es: he ahí lo esencial para el saber sensible, y este
puro ser o esta inmediatez simple constituye la verdad de la cosa. Y asimismo
la certeza, como relación es una pura relación inmediata: la conciencia es yo
y nada más, un puro este; el singular sabe un puro esto o lo singular 6.

De la cita anterior podemos observar que Hegel se hace un par de pasos hacia
atrás antes de declarar aquello que considera como conocimiento verdadero o
representación; reconoce que el sujeto mismo no puede ser el que dé origen al
conocimiento verdadero de la cosa y tampoco es la cosa en sí misma la que se da
por entero, sino que sólo es posible la generación del conocimiento verdadero a
partir de la relación que se suscita entre la cosa y el sujeto. Este sujeto o conciencia
no es el sujeto al que Kant en la Crítica a la razón pura ensalza, sino que es una
conciencia que simplemente no se representa nada, que es una conciencia libre de
toda cualidad o mediación; por su parte, el objeto del saber, la cosa simplemente es
ella misma; con el ejercicio dialéctico presentado entre ambos da origen al saber de

6
Friedrich Hegel, Fenomenología del Espíritu, Fondo de Cultura Económica, México, 1987,p. 63.
la certeza sensible. Este saber dirá Hegel que es un saber verdadero, infinito, es el
más rico, el más abstracto y más pobre, en el sentido de que lo único que enuncia
es el ser de la cosa que se enuncia en el sujeto. A esta relación Hegel dirá que la
certeza sensible no sólo es algo inmediato que está presente en la relación, sino
que al mismo tiempo es algo mediado, ya que “Yo tengo la certeza por medio de
otro que es precisamente la cosa ; y ésta a su vez, es en la certeza por medio de
otro, que es precisamente el yo7”.

Aquí podemos observar que hay dos conceptos o circunstancias que se


contraponen, la primera que es el objeto que es de forma simple e inmediata, que
sabe porque es y puede ser o no ser; y por el otro lado, el Yo que es mediado, que
no es en sí, sino que es por medio de otro. Aquí el objeto es, es lo verdadero y la
esencia, es indiferente a ser sabido o no.

A partir de lo que hemos observado hasta este punto, podemos ver una
diferencia con lo expuesto por Kant, la cual consiste en observar que en la certeza
sensible el conocimiento que se obtiene necesita del sujeto y del objeto, que ambos
necesitan de la presencia del otro para poder decir u obtener una afirmación con
respecto a lo que se está presentando; el objeto es para Hegel como lo más real en
el sentido de que es estrictamente, su verdad se muestra de manifiesto, es evidente;
aunque, el objeto cuenta con dos momentos, el aquí y el ahora. Él ahora se
manifiesta como el momento en el que el objeto está siendo y que implica un no ser
al mismo tiempo; el aquí implica un constante cambio y una posición de la cosa, de
lo que es y lo que no es. Aquí el objeto es universal en el sentido que contiene lo
que es y que va mutando con cada aquí y cada ahora.

Al sujeto, en cambio, no es aquél que se representa y formula algo respecto


del fenómeno que está presenciando, sino que aquí es aquél que dota de contenido
al aquí y al ahora, estos son porque yo los percibo, pero al mismo tiempo estos no
son porque otro yo percibe algo más. Las verdades que se enuncian de estos yo
son legítimas y el yo es el universal.

7
Ibídem. P. 64.
Sólo en el ejercicio dialectico del objeto y del yo puede darse la presentación
de la verdad, no puede darse esta presentación o este nuevo concepto sin alguno
de los dos; objeto y yo son el universal, son cambio, son no ser y ser al mismo
tiempo totalidad en la relación. Sólo puede mantenerse esta universalidad en la
medida en la que ambos se mantienen, el este (yo) no cambia de dirección, se es
pura intuición.

Con lo anterior podemos concluir lo siguiente: 1) para Hegel el deseo o la


búsqueda del conocimiento o de la filosofía no es un mero saber, sino que este
saber debe partir desde lo que es más sencillo y a filosófico, desde una conciencia
en la que no haya ningún intento de representar; 2) Este saber proviene de la
sensación y es un saber y un ser que es, que no depende de la intuición del sujeto,
ni tampoco depende de la cosa; 3) Sólo en el ejercicio dialéctico que se presente
entre la cosa y el sujeto podrá darse el conocimiento absoluto y universal, sólo el
sujeto cuando está frente a la cosa y sólo la cosa cuando esté frente al sujeto podrán
aportar y podrán ser.

Desde estas perspectivas podemos observar las grandes diferencias entre el


pensamiento de Hegel y de Kant. Estas diferencias son claras y la forma en la que
buscan explicar el conocimiento que se extrae de la realidad es totalmente distinto.
Mientras que para Kant, el conocimiento que se obtiene del contacto del objeto con
la sensibilidad no es verdadero conocimiento porque sólo el sujeto se representará
lo que es el objeto o el nóumeno (que le es ajeno y que jamás podrá acceder a la
esencia de este), para Hegel el conocimiento que se obtiene de la sensación es
verdadero, pero es confuso y obscuro porque el objeto sólo da lo que es, posee lo
que verdaderamente es y puede o no puede ser; mientras que el sujeto es una
conciencia que no sólo está intuyendo, sino que vierte contenido al objeto a partir
del contacto que tiene con este y a partir de lo que le aporta el objeto. El
conocimiento que se extrae de la certeza sensible necesita de ambos elementos
para poder dar origen a algo nuevo, no podemos eliminar a alguno de ellos porque,
en ausencia de uno, sólo nos quedaremos lo que el otro aporta. El conocimiento
para Hegel es cambio, es ser y no ser al mismo tiempo, en el sentido de que el
sujeto y el objeto están en movimiento constante, su aquí y su ahora pueden
actualizarse y cambiar, lo importante es la relación que existe entre ellos; si cambia,
el sujeto y el objeto y la relación darán lugar a otro momento, a otro aquí, a otro
ahora. Desde esta perspectiva, podemos decir que el pensamiento de Hegel es más
profundo, en el sentido de que no niega la posibilidad de conocer el objeto, ni
tampoco niega su presencia, sino que crea y recrea posibilidad, reconoce la
importancia de este y del hombre en el acceso de la realidad, funda su filosofía
desde el cambio y no desde lo estático, transforma y pone las ideas sobre el suelo
de lo material, se inclina y fusiona a ambos para obtener la realidad y llevarnos a un
camino de descubrimiento y de toma de conciencia progresivamente.

Bibliografía

Copleston, Frederick, Historia de la filosofía tomo 6, Ariel, México, 1988.

Copleston, Frederick, Historia de la filosofía tomo 7, Ariel, México, 1988.

Ferrater Mora, José, Diccionario de filosofía tomo III, Ariel, Barcelona, 2001.

Ferrater Mora, José, Diccionario de filosofía tomo IV, Ariel, Barcelona, 2001.

Hegel, G.W.F, Fenomenología del Espíritu, Fondo de Cultura Económica,


México, 1987.

Kant, Immanuel, Crítica a la Razón Pura, Taurus, México, 2013.

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