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LAS DISCUTIDAS INSCRIPCIONES PÚNICAS, NEOPÚNICAS Y

LATINAS DE LAS ISLAS CANARIAS1

Antonio TEJERA GASPAR

En esta ponencia reflexionamos sobre uno de los hallazgos más interesantes


de caracteres alfabéticos encontrados en las islas Canarias, en 1983, dados a
conocer en esa fecha por sus descubridores, José de León Hernández, Roberto
Hernández y Ma Antonia Perera2. Se documentaba por vez primera en Lanzarote
un nuevo tipo de escritura, que se parecía bien poco a la líbico-beréber, que
desde el último tercio del siglo XIX se había localizado en la isla de El Hierro, y
de la que hoy contamos con un repertorio epigráfico en todo el Archipiélago, que
conforma, sin duda, un patrimonio de un valor extraordinario.
La aparición de aquella escritura contribuiría al descubrimiento posterior de
un buen número de yacimientos en esta isla, y en la cercana de Fuerteventura,
siendo las únicas por el momento, en las que se ha documentado este alfabeto.
Existe, sin embargo, cierto parecido con algunos signos de La Gomera,
grabados en el asa de un recipiente de madera, aunque por el momento no se
han podido precisar con toda certeza.
Si bien hoy resulta relativamente fácil adscribir cultural e históricamente la
escritura líbico beréber, tanto la del continente africano, como la de las islas
Canarias, mucho más controvertida es, sin embargo, la valoración de estos otros
caracteres alfabéticos, a los que se les denominó desde su descubrimiento como
escritura “latina cursiva pompeyana”, o de manera más simplificada “latina”. Se
trataba de signos alfabéticos en extremo diferentes a lo que se había documentado
hasta la fecha, por lo que se le buscó este otro origen, al observar ciertas
similitudes con aquélla en los trazos de algunas letras. Esta denominación se ha
ido generalizando, hasta el extremo de que algunos investigadores, como
veremos, los consideran propios de la citada escritura.
Una dificultad similar sobre su denominación y adscripción cultural, se
produjo en fechas cercanas, con el descubrimiento en el norte de África de un
1Los autores hubieran deseado manejar algunas referencias que se recogen en la bibliografía, pero no ha
sido posible. Somos conscientes asimismo de la necesidad de llevar a cabo una revisión profunda de los
muchos trabajos existentes sobre estos temas, porque de ese modo se podrían aportar algunas otras
sugerencias para avanzar algo más de lo que conocemos hasta el momento. Es probable también que en
algunos de esos trabajos, que no hemos podido consultar, se encuentren algunas hipótesis que nos
permitan complementar otros aspectos de los aquí tratados, o simplemente que rebatan los que
proponemos en este trabajo, que ha de entenderse como una primera reflexión que habrá de enriquecerse
en un próximo futuro.
2R. Hernández Bautista, M. A. Perera Betancort, (1983): «Primeras inscripciones latinas en Canarias»,
periódico La Provincia.

1
alfabeto en el que existía un cierto parecido con algunos signos de los
encontrados en Canarias, y que al no poderlos definir tampoco de manera precisa,
algunos investigadores, como Th. Monod3 y M. Milburn4, optaron por
denominarlos con un término igualmente impreciso. El de “inscripciones
enigmáticas”.
El problema de esta escritura radica no sólo en la determinación correcta de
su contexto y adscripción cultural, sino en el de definir su denominación precisa.
En un trabajo anterior, propusimos sustituir el término de “escritura latina” por
otro menos comprometido, denominándola líbico-canaria, hasta tanto no
pudiéramos precisar debidamente su adscripción cultural y cronológica5.
Nombre compuesto con el que poníamos de manifiesto su evidente origen
norteafricano. Con el término libio se hacía referencia al nombre antiguo de
Libia, utilizado por los griegos para denominar al África mediterránea, situada al
oeste de Egipto, que conocemos en la actualidad con el apelativo árabe de
Magreb. Y con el de canario se ponía de relieve la única zona fuera del
continente, las islas Canarias, en donde también se había localizado esta escritura.
Nos referimos al yacimiento de “Bu Njem” en Libia, en el que existen algunos
caracteres que poseen mucha semejanza con los canarios, para los que René
Rebuffat6 había utilizado la denominación de “líbico de Bu Njem”, o de alfabeto
“Bujenien”. Y como quiera que no se ha podido adscribir de manera segura a
ningún contexto cultural, el citado investigador quería que con esa denominación
no se prejuzgara la naturaleza histórico-cultural de los textos hallados en el
yacimiento de Libia, del mismo modo que hicimos con los de Lanzarote y
Fuerteventura.
Estos caracteres alfabéticos han sido localizados en diversos yacimientos de
las islas de Lanzarote y Fuerteventura. De esta última isla, conocemos los
yacimientos con escritura líbico–canaria en “Pico de la Fortaleza”, Tetir;
“Montaña de Enmedio” y “Morro Pinacho” en “Tejuate”, y “Jacomar” en Gran
Tarajal, mientras que en los que coexiste la escritura de líbico–beréber y la
líbico–canaria, los encontramos en “Barranco del Cabadero”, La Oliva; “Morro

3 Th. Monod Th. “Sur quelques inscriptiones sahariennes n´appartenant ni à l´ecriture arabe, ni à l´alphabet
tifinagh”. Memoire della Societá Italiana di Scienze Naturali e del Museo Civico di Storia Naturale di
Milano. Vol. XXVI. 1993, Fascicolo II, pp.381-386.
4M. Milburn, (1983) “Enigmatic inscriptions at Bengazi (Cyrenaïca) and Er-Roui (N.E. Niger)”. Club Newsletter.
London, 17, pp. 8-11. (1984) “Sur quelques inscriptions énigmatiques des confines Nigéro-Fezzanais. Le
Saharien, 91, pp. 22-25.(1984) “Du Sud Fezzanais au Nord Nigérien à l´époque protohistorique. L´Universo,
Firenze, LXIV, 5, pp. 130-149 et 197-199. (1985) “Some unidentified inscriptions of Libya and Northern
Níger. Discussions in Egyptology, Oxford, III, pp. 31-37. (1986) “Le bilan actuel des inscriptions énigmatiques
des confins Nigéro-Fezzanais”. Le Saharien, 98, pp. 12-15.
5A. Tejera Gaspar, M.A. Perera Betancor: «Las manifestaciones rupestres de Fuerteventura», en Las
manifestaciones rupestres de las Islas Canarias, Dirección General de Patrimonio Histórico, Gobierno de
Canarias, 1996 pp. 107-131.
6R. Rebuffat (1975).
2
de la Galera”, Tetir; “Montaña del Sombrero”, “Montaña Blanca de Arriba” y
“Cuchillete de Buenavista” en Triquivijate y “Morrete de Tierras Malas”, en
Pájara.
En la isla de Lanzarote conocemos quince yacimientos de los que siete
presentan ambas escrituras; cinco poseen sólo grafía líbico–beréber y dos de los
enclaves registran exclusivamente signos de líbico–canario. Ésta la encontramos
en la “Peña del Letrero”, San Bartolomé y “Montaña Cardona”, en Masdache.
Las de líbico–beréber y líbico-canario existen en el “Barranco del Mojón”, El
Mojón; “Barranco Piletas”, Teseguite; “Montaña Tenésara” y “Montaña Ortiz”,
en Tinajo; “Cueva Palomas” y “El Castillejo”, en Femés y “Cejo Romero”,
Maciot.
Una característica de esta escritura en Fuerteventura es la ausencia
exclusiva de yacimientos con inscripciones líbico–beréber, ya que lo común es
que se encuentre asociada a las de líbico–canario, al contrario que en Lanzarote,
en donde estos signos están presentes de manera exclusiva, al menos en seis de
los quince yacimientos que conocemos7.
En ambas islas estas escrituras aparecen en soportes basálticos fijos, aunque
existe un caso de soporte móvil8 en el yacimiento de “Montaña Blanca de Arriba”
en Fuerteventura. En las dos, los yacimientos rupestres alfabetiformes no
responden tampoco a una distribución homogénea, ya que en Fuerteventura se
distribuyen preferentemente en la zona centro-este de la isla, en donde hay tres
yacimientos que se alejan de esta franja. Se constata una acumulación en el área
de Tetir, hasta el norte del Barranco de la Torre. En este reducido espacio se
concentran los yacimientos del “Pico de la Fortaleza”, “Morro de la Galera”,
“Montaña de Enmedio”, “Morro Pinacho”, “Montaña del Sombrero”, “Montaña
Blanca de Arriba” y “Cuchillete de Buenavista”. Fuera de esta agrupación se
localizan en el “Barranco del Cabadero”, “Jacomar” y “Morretes de Tierras
Malas”. Destacamos que el área en donde se localiza un significativo número de
yacimientos coincide con la que posee un índice superior de pluviosidad, y que
existe una concentración mayor, en torno al norte del Barranco de la Torre, que
reúne el mayor registro de asentamientos.
Destacamos, por una parte, la existencia de yacimientos complejos
compuestos por un número importante de paneles y líneas escriturarias, como en
“Morro Pinacho”, “Barranco del Cabadero”, “Cuchillete de Buenavista” y por
otro, existen otros alfabetiformes, en los que sólo se ha grabado un panel e
incluso un solo grabado, o dos veces la misma línea de signos, como el “Pico de
la Fortaleza”.
En la isla de Fuerteventura se muestra más variable con la cantidad de
paneles que componen cada yacimiento, al existir menos homogeneización
7“Peña Juan del Hierro”, Soo; “Peña Luis Cabrera” y “Barranco Mulión”, Guatiza; “Peña de los Ancones”
en la Costa de Teguise; “Peña del Cuenquito” y la “Montaña de Guatisea” en San Bartolomé.
8Cuando el soporte está exento de la superficie, pero su peso imposibilita el manejo fácil, no lo
contabilizamos como móvil, como sucede en el yacimiento del “Barranco Mulión”, Lanzarote.
3
cuantitativa en ellos. En Lanzarote prevalecen los yacimientos rupestres
formados por pequeñas y medianas cantidades de soportes. Igualmente existen
otros compuestos por muchos paneles de los que sólo uno contiene escritura.
En cuanto a la técnica de ejecución, generalmente para los signos de tipo
líbico–beréber en ambas islas se ha empleado la incisión, y sólo puntualmente el
rayado, como en el “Morro de la Galera”, o “Montaña Blanca de Arriba” -ambos
en Fuerteventura-. La única excepción a las dos técnicas son los signos líbico–
beréber de la “Montaña de Guatisea” en Lanzarote. Por su parte, la grafía líbico–
canaria se realiza mayoritariamente con técnica incisa, y sólo en el “Barranco del
Cabadero”, se han grabado haciendo uso de piqueteado continuo. Cuando existe
una superposición clara, esta técnica se superpone a la incisa.
Con respecto a las unidades geográficas de acogida y a sus características
espaciales, existe divergencia entre ambas islas, ya que la unidad geográfica
mayoritaria de Fuerteventura es el afloramiento rocoso en montaña, en los que de
nueve de los diez yacimientos rupestres que conocemos, en seis ocasiones se
emplazan en cordillera,9 tres en cimas montañosas10 y uno en paredes de
barranco11, descartándose los malpaíses y grandes áreas que permanecen
desprovistas de yacimientos de esta naturaleza, y que sólo en Jandía se
documenta de modo testimonial12. Si atendemos a los yacimientos alfabetiformes,
se sitúan en su totalidad en zonas altas, excepto en un caso, igualmente
excepcional por otros motivos, que es el “Barranco del Cabadero”13.
Deteniéndonos en los cuatro enclaves con representaciones de grafía
líbico–canaria advertimos que en todas las ocasiones se ha elegido zonas altas
que demarcan un área de forma equilátera muy estrecha, que se alarga desde Tetir
a Jacomar. Entre ellas existen diferencias sustanciales, ya que mientras el
yacimiento del “Pico de la Fortaleza” sólo consta de un panel en el que en dos
ocasiones se ha grabado la misma palabra en sentido horizontal y vertical, que se
registra nuevamente en el cercano yacimiento del “Morro de la Galera”. Por el
contrario, en “Morro Pinacho” se contabilizan sesenta y nueve paneles de los que
treinta y ocho contienen líbico–canario con más de cien líneas de signos.
Los seis yacimientos con grafía líbico–beréber y líbico–canaria aparecen
en zonas altas, excepto el del “Barranco del Cabadero”, que asimismo lo
consideramos un yacimiento exclusivo por la cantidad de evidencias rupestres

9“Pico de la Fortaleza” -la estación no se ubica en la cima-, “Morro Pinacho”, “Jacomar” -la estación
tampoco se ubica en la cima-, “Morro de la Galera”, “Cuchillete de Buenavista” y “Morrete de Tierras
Malas”.
10“Montaña de Enmedio”, “Montaña del Sombrero” y “Montaña Blanca de Arriba”.
11“Barranco del Cabadero”.
12En el yacimiento de “Castillejo Alto” aparecen motivos podomorfos, geométricos rectilíneos y

reticulados.
13Esta depresión se caracteriza además por mostrar mayor variabilidad en técnicas de ejecución,

exclusividad del empleo del piqueteado para las grafías líbico–canarias, superposiciones, posibilidad de
estudiar los aspectos compositivos de los paneles, organización del barranco, etc.
4
que se constatan en esta unidad geográfica. No conocemos otro barranco, en
ninguna de las dos islas, en el que aparezca una frecuencia tan significativa de
caracteres escriturarios. Sin embargo, existen diferencias relevantes entre los
otros yacimientos, pues el “Morro de la Galera” muestra escasas líneas de ambos
tipos, para continuar con “Tierras Malas”, “Montaña del Sombrero”, “Montaña
Blanca de Arriba”, y finalmente el “Cuchillete de Buenavista” en el que hay una
mayor proporción de elementos escriturarios.
El resultado de la forma geométrica uniendo las distancias de los
yacimientos con grafía líbico–beréber y líbico–canaria14 contornea, al igual que
en Lanzarote, una parte irregular del centro de la Isla, a la vez que invade suelos
ya delimitados que unen los yacimientos rupestres con letras de tipo líbico–
canario.
En Lanzarote se eligen mayoritariamente las montañas, en las que se
localizan siete15 de los quince yacimientos conocidos en la isla, seguida por cinco
que aparecen en peñas16 –ausentes en Fuerteventura–, y tres yacimientos en
barrancos17. Cuatro de los seis yacimientos con un único registro líbico–beréber,
se documentan en peñas18, de los que en una ocasión aparece en un barranco,19
en una gran piedra ubicada en el margen izquierdo, y otro se emplaza en la ladera
de una montaña. Éste último es el yacimiento de la “Montaña de Guatisea”,
singularizado por el tamaño de sus signos, las formalidades técnicas de
confección y asociación de los caracteres representados con los canales, que se
documentan en este yacimiento de montaña. Si obviamos estas dos estaciones –
“Barranco Mulión” y la “Montaña de Guatisea”– advertimos que las cuatro peñas
delinean una forma poligonal en torno al núcleo poblacional de Teguise.
Con respecto a los dos yacimientos que en Lanzarote muestran de modo
exclusivo caracteres de líbico–canario aparecen en unidades diferentes, en la
“Peña del Letrero” y en la cima de la suave elevación de “Montaña Cardona”. No
obstante, la “Peña del Letrero” permanece a escasos metros de la “Peña del
Cuenquito”, que contiene grafía líbico–beréber, así como “Montaña Cardona”,
que se halla próxima a la de Ortiz, que en su único panel comparte grafía líbico–

14“Barranco del Cabadero”, “Morro de la Galera”, “Montaña del Sombrero”, “Montaña Blanca de Arriba”,
“Cuchillete de Buenavista” y “Morretes de Tierras Malas”.
15“Montaña Tenésara”, “Ortiz”, “Cueva Palomas”, “Castillejo”, “Cejo Romero”, “Montaña Cardona” y

“Guatisea”. Advertimos que tanto en la “Montaña Ortiz” como “Castillejo”, “Cejo Romero” y “Guatisea”
no se emplazan en las cimas de estas elevaciones.
16“Peña Juan del Hierro”, “Peña Luis Cabrera”, “Peña de los Ancones” (es una denominación propia, al

ignorar cualquier otra designación), “Peña del Cuenquito” y “Peña del Letrero”.
17“Barranco Mulión”, “Barranco del Mojón” y “Barranco Piletas”. No obstante, sólo en una ocasión, en el

“Barranco del Mojón”, el yacimiento se localiza en las paredes de este accidente orográfico. En los otros
dos casos se emplazan en afloramientos rocosos o piedras de significativo tamaño emplazadas en el curso
del propio barranco.
18 “Peña Juan del Hierro”, Soo; “Peña de Luis Cabrera”, Guatiza; “Peña de los Ancones”, Guatiza y “Peña

del Cuenquito”, Zonzamas.


19 En el “Barranco Mulión”.

5
beréber con la líbico–canaria. En Lanzarote existen dos yacimientos que
contienen escritura líbico–canaria de modo exclusivo, y que mantienen un
vínculo espacial más estrecho con otros en los que hay líbico–beréber como en
Fuerteventura, según se recoge en los yacimientos que figuran en el anexo de
este trabajo.

I.- HIPÓTESIS SOBRE SU ADSCRIPCIÓN CULTURAL

La singularidad y novedad de este alfabeto ha planteado una seria discusión


científica del máximo interés, sobre todo –como hemos señalado–, en lo que
respecta a su adscripción cultural, lo que ha propiciado una serie de hipótesis para
explicar su origen y contexto cultural. De las diferentes propuestas –todas ellas
muy discutidas, como veremos–, destacamos tres. Algunos investigadores han
interpretado estos signos como propios del alfabeto latino; otros le han buscado
un origen púnico o neopúnico, frente a quienes se han decantado por enmarcarlos
en una tradición autóctona norteafricana, cuyo origen se podría remontar incluso
a una etapa anterior a la presencia en el Magreb de las culturas protohistóricas
mediterráneas. H. J. Ulbrich los emparenta con escrituras ibéricas, aunque más
tarde se inclinaría por atribuirles igualmente una filiación latina.
Sin embargo, algunas palabras de Lanzarote y Fuerteventura se han grabado
en piedra, empleando los dos alfabetos y sus signos corresponden a los mismos
valores de ambos. En este caso se muestra cierta correspondencia entre las dos
escrituras –la líbico–beréber y la líbico–canaria–, pudiéndose leer sólo si es una
palabra a la que se le considera una influencia latina.

I.1.- El origen latino

La comparación con el alfabeto latino ha sido, sin duda, la hipótesis que ha


hecho mayor fortuna, y aunque parece existir una aparente afinidad de algunos
caracteres con esa escritura, resulta, a nuestro juicio, muy difícil de adscribirlos
en su totalidad como propios de aquél.
El supuesto origen latino de algunas inscripciones alfabéticas de las islas,
ya había sido defendido por el investigador Pedro Hernández Benítez, quien en
1955 interpretó como tales unas líneas de texto halladas en Fuerteventura20. Se
trata de unos epígrafes aparecidos en 1874 y 1878, en el barranco de la Torre, y
en unas construcciones monumentales de trazado laberíntico de Jandía. Fueron
descubiertos por el Marqués de La Florida, don Luis Benítez de Lugo, y por el

20Un estudio clarificador y enjundioso sobre los supuestos caracteres latinos de Canarias puede verse en el
trabajo de M. Ramírez Sánchez, “Saxa Sscripta, la búsqueda de inscripciones paleohispánicas y latinas en
Canarias (1876-1955)”. XV Coloquio de Historia Canario-americana, pp. 2112-2130.
6
erudito majorero don Ramón Castañeyra21, dados a conocer en la obra de Sabino
Berthelot22, quien los consideró “un fragmento de inscripción lapidaria con
signos grabados muy parecidos a los de Los Letreros de la isla del Hierro”23. Se
trata de un bloque pétreo, del que ignoramos las medidas, que contenía cinco o
siete signos dispuestos en posición vertical, aunque probablemente de lectura
horizontal. J. Álvarez Delgado consideró asimismo estos signos epigráficos
como propios de aquélla escritura norteafricana, para la que propuso la siguiente
lectura. Uno de ellos, lo lee (a) mdlrny y lo traduce por el tuareg “amadel-
aranah”, o amadal-iranay “tierra mala”; y el otro, (b) idyn, lo considera un
plural beréber de eidi con el significado de “perro” o bien como iudayan con el
de “demonio”24.
El citado investigador teldense P. Hernández Benítez, como decíamos, se
había inclinado por considerarlas de origen latino-romana, para las que proponía
una fecha próxima a nuestra era25. Para defender su hipótesis utilizaba
argumentos históricos, sosteniendo que las islas habían sido descubiertas por los
romanos, quienes más tarde “…dominaron a los naturales con los que
comerciaban, visitando nuestro archipiélago periódicamente”26. Después de hacer
una serie de disquisiciones históricas de la supuesta presencia de los romanos en
las islas, especialmente en Gran Canaria y en ésta de Fuerteventura, concluye
diciendo que uno de los epígrafes, el localizado por el Marqués de La Florida en
1874, es un texto votivo para el que proponía la siguiente lectura: “Centum Vir
Iulius Iovi Optimo Maximo”, y “cuya versión a la lengua vernácula sería: `El
Centuviro Julio a Júpiter Optimo Máximo”27, la misma que Álvarez Delgado
había leído por el tuareg, “amadel-aranah”. La otra inscripción encontrada
cuatro años después, en 1878, por don Ramón Castañeyra, fue también
considerada por Sabino Berthelot como signos de tipo líbico-beréber, aunque
para nuestro investigador se trataba igualmente de un texto latino, similar al
anterior, aunque en esta ocasión lo interpretaba sin discusión como una “piedra
miliaria” que tradujo como “Piedra miliaria.-Cinco millas”28, leída por J. Álvarez
como “iudayan”.
Estas inscripciones han desaparecido y sólo contamos con los dibujos
insertados en las obras citadas. La revisión a que han sido sometidas estas líneas
de texto coinciden con la opinión expresada desde el primer momento por Sabino
Berthelot, de que se trataba de una escritura líbico-beréber, que nada tenía que
ver con la forzada interpretación hecha por Hernández Benítez, no sólo en lo

21J. Álvarez Delgado, 1964:398-399.


22Sabino Berthelot. Antigüedades Canarias, [1980]: 220.
23S. Berthelot, Antigüedades Canarias [1980]:142.
24J. Álvarez Delgado, 1964:399.
25Hernández Benítez, 1955:183.
26Ibídem.
27Ibídem, p.185.
28Ibídem, pp.185-186.

7
referido a sus lecturas, sino también sobre las argumentaciones históricas con las
que pretendía contextualizarlas, y que no resisten hoy una mínima crítica.
Respecto a los más recientes hallazgos de la llamada “escritura latina”, uno
de sus mayores defensores ha sido, sin duda, el investigador austriaco W. Pichler,
quien ha propuesto asociar los signos con los correspondientes de aquélla
escritura, traduciendo buena parte de las líneas de texto de Fuerteventura, como
una serie de antropónimos propios de la tradición indígena beréber, con quienes
se hallan emparentadas las poblaciones preeuropeas de las islas Canarias29.
Su hipótesis resulta de gran interés, a pesar de los problemas que plantea y
que trataremos de analizar. En primer lugar, no resulta fácil aceptar que en su
totalidad podamos hablar de una escritura latina, la misma duda, por cierto, que
planteara R. Rebuffat con relación a los signos del citado yacimiento de “Bu
Njem”, al que hemos hecho referencia para establecer ciertas comparaciones con
los de Canarias, por creer que existe alguna semejanza entre los caracteres de
uno y otro sitio. Este investigador, aunque señala ciertas letras que pudieran
tener alguna filiación con otras latinas, no cree tampoco que en su totalidad tenga
este origen, tal y como para Fuerteventura ha sido defendido por el autor
austriaco.
Un estudio de estas características requiere, como es usual en cualquier
análisis epigráfico, conocer primeramente la dirección en la que deben ser leídas
las líneas de los textos. W. Pichler se ha decantado por hacer una lectura de
izquierda a derecha, la usual en el alfabeto latino, al que considera deben
adscribirse los encontrados en los yacimientos de Fuerteventura y Lanzarote.
Para ello habría que tener en cuenta algunas cuestiones. La primera se refiere al
carácter de horizontalidad en el que se han grabado la mayoría de las líneas de
texto localizadas hasta este momento. Y en el supuesto de que se tratara de
caracteres latinos, cabría pensar que quienes los utilizaron podrían haber escrito
indistintamente en una u otra dirección. Se trata, sin duda, de una posibilidad a
tener en cuenta, ya que la dirección no es en este caso un argumento concluyente
para considerar en todos los casos que esa fuera en la que habría de hacerse
siempre la lectura. Para ello hay que tener en consideración que la posición en la
que normalmente se dispone la escritura líbico-beréber es la vertical, y no la
horizontal, aunque también existe en las islas algún ejemplo en este sentido. Uno
muy significativo se ha documentado en el yacimiento de la “Peña de Luis
Cabrera” en Guatiza (Teguise), pero esta posición no tiene porqué ser
determinante de la dirección de la lectura, ya que puede hacerse también de arriba
abajo, o de abajo arriba. Y en su caso de izquierda a derecha, de derecha a
izquierda, e incluso de forma bustrofedónica, consistente en que cada línea de
escritura tiene una dirección de lectura distinta, ya sea empezando de izquierda a
derecha, y luego de derecha a izquierda, según el orden de las líneas en el panel.
Este podría ser el mismo caso de la escritura líbico-canaria o líbico-latina, ya

29W.Pichler, 2003:106-107 y 118.


8
que al no saber con exactitud en qué lengua están escritos estos textos, pero
sobre todo al no estar seguros del valor exacto de cada uno de ellos, cabe pensar
que la lectura pudiera hacerse indistintamente de izquierda a derecha; o
viceversa.
La otra cuestión está relacionada con el valor que se le ha de atribuir a cada
uno de los signos de esta escritura. W. Pichler parte del supuesto de que las letras
conocidas en los textos epigráficos de Fuerteventura, se corresponden con otros
similares y equivalentes del alfabeto latino. Desde esta perspectiva, existe qué
duda cabe, una serie de problemas que son advertidos por el citado investigador
en su documentada monografía sobre la escritura de Fuerteventura. Sin embargo,
al considerar que se trata de caracteres alfabéticos bien conocidos, no encuentra
ninguna dificultad para traducir las líneas de texto, ya que sólo es necesario
acudir a los signos latinos correspondientes para resolver el problema, aunque,
como él mismo señala, “el alfabeto de la escritura latino-canaria presenta frente
al alfabeto del latín clásico y, sobre todo, frente al empleado por los cronistas
españoles, un repertorio de signos marcadamente reducido. Faltan las letras J, K,
Q, Y, Z y, probablemente también, O y X”30. Se hace necesario por otra parte
saber si las letras que no existen se han suplido con otros sonidos31
En cuanto a la lengua de esta escritura, W. Pichler ha intentado analizarla
mediante pruebas de frecuencia de las letras, leyéndolas a partir del alfabeto
latino y basándose en su parecido formal para su trascripción. Mediante este
método ha obtenido en todos los casos una probabilidad alta de que se trate de
una de las modalidades de la lengua líbica antigua32, concluyendo que “con un
elevadísimo grado de probabilidad, la lengua de las inscripciones latino-canarias
es idéntica a la lengua aborigen canaria hablada en las islas orientales en el
periodo en torno al nacimiento de Cristo o al líbico hablado en esa época en el
Norte de África, o está muy estrechamente emparentada con ellas”33. En ese caso
restaría saber por cuál de las variantes dialectales de las lenguas líbicas ha de ser
leída la escritura, a juzgar por las diferencias lingüísticas existentes en el pasado
en estas comunidades. Problema que, como bien señala el citado investigador, es
bien conocido también en las siete islas del archipiélago canario, en las que no
era fácil que los de una isla se pudiesen comunicar con los hablantes de las
otras34.
A continuación nos referiremos a una serie de cuestiones que nos parecen
imprescindibles para entender mejor este problema. Creemos necesario, como
hemos señalado, conocer en primer lugar el valor de los signos para saber cuál es

30W. Pichler, 2003:163.


31
Así por ejemplo la K y la Q pudieron intercambiarse con la C; la J con la H y algunas, como la Z, es
probable que no existiera
32A. Tejera Gaspar, J.J. Jiménez González, J. Allen, (2008): Historia Cultural del Arte en Canarias. Las
manifestaciones artísticas prehispánicas y su huella. Gobierno de Canarias.
33W. Pichler, 2003:151.
34Ibídem, 152.
9
la dirección correcta de su lectura. Pero al tiempo, y algo menos complejo y
problemático que esto, es el de la necesidad de saber si se trata de una escritura
vocálica o silábica, porque las interpretaciones serían en ese caso muy diferentes,
según se trate de uno y otro. Si acudimos a los alfabetos latinos encontramos en
efecto una correspondencia evidente entre algunos de aquéllos signos, y éstos de
Fuerteventura y Lanzarote. Pero si hiciéramos igual ejercicio y esa misma
comparación con otros alfabetos antiguos de la cuenca mediterránea –como el
etrusco, las escrituras tartesias e iberas, entre otras–, nos encontraríamos con que
en ellos también existen letras semejantes a las latinas, pero sin posibilidad de
establecer ninguna correspondencia, a pesar de tales semejanzas. Y con la
dificultad añadida de que algunos no son caracteres alfabéticos, sino silábicos. Es
el mismo problema que los canarios, con lo que la cuestión se hace aún más
compleja. No obstante, nos inclinamos porque se trate de una lengua silábica, dado
el número de signos que se contabilizan, mucho menor que si fuera vocálica.
Estos y parecidos problemas se repiten en los textos encontrados en los
yacimientos del norte de África. La horizontalidad y la forma de algunos de los
signos, han hecho pensar a R. Rebuffat en una posible influencia del alfabeto
latino, aunque haciendo hincapié en que muchos pueden ser explicados también
por los líbicos conocidos en África, aspectos que asimismo es necesario revisar
igualmente en los conocidos de las islas Canarias35.

I.2. El origen púnico y neopúnico

Otra de las explicaciones dadas a esta escritura ha sido la de considerarla de


origen púnico o neopúnico. La raíz púnica de los signos la puso de manifiesto
R. Muñoz, en su análisis de un conjunto de líneas de texto procedentes de
Lanzarote y Fuerteventura. Este investigador pensaba que los caracteres
considerados de escritura latina se trataba en realidad de púnicos. Y partiendo
de esta escritura establece una serie de lecturas de muchas de las líneas de texto
de Fuerteventura, siguiendo el corpus publicado por W. Pichler, así como
también de las conocidas en Lanzarote. Con relación a una de las inscripciones de
esta isla, quizá la más divulgada por ser de las primeras que se dieron a conocer -
comúnmente leída por el latín como SINCICAVA-, este investigador piensa que
“no es latina, sino púnica”.36
Asimismo se refería R. Muñoz a la existencia de unos pocos textos
bilingües líbico-púnicos de Fuerteventura, para los que propone su propia
lectura37, y sobre los que quisiéramos hacer algunas consideraciones. El primer
35La presencia de las tropas romanas en el Magreb está documentada desde el verano del año 146 a.C. -
mediado el siglo II a.C.-, cuando se produjo la destrucción de la ciudad púnica de Cartago.
36R. Muñoz, 1993: 40.
37R. Muñoz, 1993:34-35.

10
problema radica en saber cuál es el sentido de la lectura de las dos inscripciones
para determinar si los caracteres considerados púnicos, son vocálicos o silábicos,
como a ello ya nos hemos referido en otro apartado. El autor opta indistintamente
por darle un sentido de lectura sinistrógira, es decir de izquierda a derecha, a los
signos considerados púnicos, mientras que propone una lectura de abajo arriba
para la escritura líbica. Pero como quiera que en estas escrituras la dirección
puede ser diferente en cada caso, el problema no resulta fácil de solucionar. Más
complejo aún es determinar si en realidad son púnicos estos signos escriturarios -
los mismos, por cierto, que W. Pichler considera latinos-, ya que, a nuestro juicio,
esta escritura nada tiene que ver con los alfabetos fenicio-púnicos que
conocemos hasta el momento en la cuenca del Mediterráneo.
La creencia sobre escrituras fenicio-púnicas presentes en las islas, no es
tampoco un hecho nuevo, ya que a fines del siglo XIX se dio a conocer un
breve texto con una serie de caracteres que se pretendieron emparentar, entre
otros alfabetos, con el fenicio. Se hallaban inscritos en la conocida y muy
discutida “Piedra de Anaga”, encontrada el año 1886 en el entorno de Roque
Bermejo (Anaga, Santa Cruz de Tenerife)38, en la que Manuel de Ossuna, su
descubridor, pretendió ver signos similares a los púnicos, hebreos, árabes e
ibéricos, turdetanos y líbicos a la vez39. Muchos investigadores consideraron este
hallazgo como una piedra falsa, atribuyéndole “sus trazos a simples fisuras
naturales del aragonito en que aparece”40. Se trata de una piedra cristalina de 8
cms de longitud. En una de las caras, convenientemente rebajada, se hallaban los
citados signos de escritura. En recientes revisiones se ha vuelto a poner de
manifiesto el valor de los caracteres inscritos en ella, considerándolos en esta
ocasión de origen neopúnico41, y para los que se propone la siguiente lectura:
“Debido a la fractura del sello, puede darse el caso de no estar completa parte de
su lectura:]-ht II. Los dos últimos signos, dos trazos verticales paralelos
consideramos que corresponden a un numeral, posiblemente el número dos. Si
atendemos a la posibilidad de un antropónimo seguido de un numeral, podemos
hallarnos ante un nombre finalizado en ´ht “hermana”, femenino de ´h
“hermano”, con caída del primer ´aleph. Pero también hay otras alternativas a la
utilización de un nombre personal, como puede ser la referencia a un producto, o
también a una zona geográfica, origen probablemente de una determinada
mercancía”42. Por su parte, A. José Farrujia en un trabajo muy documentado
sobre las circunstancias del hallazgo de este objeto, así como en todo lo relativo a

38A.Mederos Martín, G. Escribano Cobo, L. Ruiz Cabrero, “Pioneros. Manuel de Ossuna”. Revista de
Arqueología, nº 236, Año XXI, 2000:47.
39J. Álvarez, 1964:398.
40Ibídem.
41A. Mederos, ob. cit. En el texto, los autores no se refieren a la escritura como de origen neopúnico,
aunque sólo aparece tal clasificación en el pie de foto de la p. 47, en la que se dice: “Piedra de Anaga.
Caliza cristalizada con sello inscrito neopúnico”.
42Ibídem, p. 49.

11
su discusión científica, cree que “la presencia en ella de un nombre terminado en
ht, “hermana” haría referencia a un teóforo o teónimo identificable con una
deidad femenina, Tanit, paredra de Baal Hammón. En relación con este hecho, en
la isla de Fuerteventura ya se ha señalado la presencia de una inscripción
bilingüe, en púnico y líbico –sólo que en un soporte inmueble-, donde también se
ha documentado el mismo teóforo”43.
Sobre el supuesto valor atribuido a los citados caracteres como propios de
una escritura neopúnica, conviene tener en consideración dos aspectos. En primer
lugar, nos parece pertinente determinar lo que se entiende con este término. Bajo
tal denominación se agrupan todas las manifestaciones culturales arraigadas en la
tradición fenicio-púnica, que después del 146 a.C. pervivieron bajo la ocupación
romana del Magreb44. La escritura neopúnica, conocida en distintos ámbitos del
Mediterráneo, sigue la pauta de los caracteres fenicios antiguos, aunque con
algunas evoluciones formales, que se desarrollarán en distintos contextos
culturales, ya sean de tradición autóctona, en según qué lugares del Mediterráneo,
o de los fenicios que continuaron sus modos de vida durante siglos en las costas
de este mar, o en distintas zonas del norte de África, en donde esta escritura
convivió con otras, como la latina, a lo largo de varias centurias después de la
ocupación romana del continente. Esta asociación es muy común en muchos
otros ámbitos norteafricanos, sobre todo en Túnez, en donde, en algunos casos lo
hace con la escritura líbico-beréber, como está muy bien documentado en muchas
estelas bilingües púnico-latinas. O coexistiendo también con el latín en
dedicatorias de carácter público, como la conocida de la scaenae frons del teatro
romano de Leptis Magna en Libia, que se fecha en el año 1 de la Era.
No existe pues una escritura diferenciada que podamos definir como
neopúnica, distinta a la de tradición fenicia, sino que se trata de los mismos
signos de esta antigua escritura, cuya evolución gráfica se ha hecho a partir de
otros más antiguos. Pero a la postre es el mismo sistema alfabético, y de grafía
similar a aquélla, que se parece bien poco por cierto a la conocida como líbica o
púnica de las dos islas citadas.
Para explicar un objeto de estas características con caracteres alfabéticos
de escritura neopúnica, como la de la piedra de Anaga de Tenerife, o los textos
púnicos, o los bilingües libio-púnicos, señalados en Fuerteventura, habría que
entenderlos, a nuestro juicio, con relación a la presencia de los púnicos en las
islas, o en su caso, a unas posibles relaciones continuadas con el Archipiélago,
ya que de lo contrario resulta difícil entender un objeto de estas características,
completamente descontextualizado, en una isla en la que no existe ninguna
evidencia arqueológica de esta cultura, ni nada hay tampoco, a nuestro juicio, “en
la arqueología de las Islas Canarias que nos permita siquiera atisbar la presencia
de gentes fenicio-púnicas, a pesar de que en época romana, este Archipiélago

43A. J. Farrujia. En el texto alude a la obra de R. Muñoz, 1994:35-36.


44S. Fernández Ardanaz, 1994:97-114.
12
formó parte de las tierras extremas del mundo antiguo. Pero hasta donde sabemos
por la investigación, bien contrastada en la actualidad, sólo alcanzamos a conocer
que fueron pobladas por grupos libio-beréberes norteafricanos, en una fecha
probable que iría desde fines del siglo I a.C., al primer tercio del s. I d.C. Y hasta
tanto no existan evidencias materiales más precisas y mejor definidas sobre estas
cuestiones, la supuesta presencia de fenicios y púnicos en estas islas, no deja de
ser más que un problema histórico y arqueológico, reiteradamente estudiado
desde antiguo, y que en ningún caso permite vincular las antiguas culturas
canarias con ese mundo”45.
Quisiéramos terminar estas consideraciones con las palabras autorizadas de
M. Ramírez Sánchez “Ha transcurrido el tiempo suficiente para poder echar la
vista atrás con la mirada reflexiva y, sobre todo, crítica, que nos impone nuestra
condición de historiadores. Pero a juzgar por varias publicaciones recientes,
algunos colegas prefieren desempolvar estos trabajos como justificación de
algunas líneas de investigación que parecen estar en boga hoy en día, a juzgar por
el número de publicaciones que, de forma reiterada, pretenden demostrar, en
ocasiones con más vehemencia que argumentos, la existencia de inscripciones
neopúnicas y latinas en Canarias (R. González et alii, 2003). Rescatada del olvido
la piedra de Anaga nada parece contradecir la posibilidad de que los trabajos de
Hernández Benítez puedan resucitar de la mano de algún historiador que, con
vocación de epigrafista o filólogo, pretenda confirmar las teorías del sacerdote
teldense”46.

I.3. La hipótesis de un origen africano: ¿es una escritura de los garamantes?

Una última propuesta ha sido la de considerar que esta escritura, circunscrita


por ahora en Canarias a estas dos islas orientales, y en el norte de África al área
de la provincia de la Tripolitania, podría explicarse como la interpretación que
hicieron las poblaciones libias de la escritura latina aprendida de los romanos,
después de una primera etapa de contacto, y más tarde como resultado de un
largo proceso de aculturación entre ambas comunidades. Se trata sólo de
conjeturas, ya que nada de esto se halla bien definido por el momento, pero que
cabría tenerla en consideración, en el supuesto de que el proceso de mestizaje se
hubiera hecho con una cierta rapidez, ya que a pesar de que la destrucción de
Cartago se fija en el 146 a.C., la presencia efectiva de Roma en esta parte del
continente, sólo se manifiesta desde mediado el siglo I a.C., es decir, casi cien
años después de aquélla primera incursión bélica. Y sobre todo, a partir del

45Antonio Tejera Gaspar y Mª Esther Chávez Álvarez “Fenicios y púnicos en las Islas Canarias. Un
problema histórico y arqueológico” (e.p.).
46M. Ramírez Sánchez. “Saxa Scripta, la búsqueda de inscripciones paleohispánicas y latinas en Canarias
(1876-1955)”. XV Coloquio de Historia Canario-americana, pp. 2112-2130, p.2120.
13
mandato de Augusto (27 a.C.-14 d.C.). A esta reflexión se acerca asimismo W.
Pichler en su planteamiento.
Los signos escriturarios del yacimiento de “Bu Njem” están bien fechados
en los siglos III y IV d.C. en una etapa perteneciente al Bajo Imperio. Tiempo
que consideramos suficiente para que en el continente se hubiera producido ese
proceso de mestizaje, mientras que para los signos de Canarias, por el contrario,
no contamos con ninguna fecha, ni siquiera aproximada, para ubicarlos en una
secuencia histórica determinada. Se ha hablado de que la presencia de esta
escritura en las islas pudo ser resultado de la llegada de indígenas norteafricanos
romanizados, de gentes aculturadas que en el continente habían conocido,
siquiera de manera rudimentaria, la lengua y la escritura latinas47. En ese caso, y
siguiendo los modelos africanos de esos mismos procesos de aculturación, cabría
pensar que esos acontecimientos hubieran tenido lugar al menos por las fechas a
las que nos hemos referido para “Bu Njem”, que por ahora –y con todas las
reservas que requiere el caso–, pueden servir de referencia para explicar la
presencia de estas gentes en Lanzarote y Fuerteventura, ya que en el caso canario,
al no contar con datos cronológicos precisos, no podemos decantarnos por
ninguna.
G. Camps, entre otros investigadores, ha planteado otra hipótesis no exenta
tampoco de problemas, fundamentada en la posibilidad de que la base de este
alfabeto se encontrara en la protohistoria norteafricana, pudiendo atribuírselo a
los garamantes, o a otras etnias relacionadas con culturas mediterráneas de fines
del II y principios del primer milenio a.C., que se corresponde con una época
muy anterior a la presencia romana, e incluso a la llegada de fenicios y griegos al
Norte de África48. En ese mismo sentido se manifestaba R. Rebuffat, al
considerar que los garamantes, como otras gentes de la Tipolitania meridional,
tuvieron en común una forma de escritura particular. Es en el Fezzan en donde se
encuentran los signos más próximos a la escritura de “Bu Njem”, como asimismo
en los yacimientos de “Maknussa” y en el “Tmed el-Koumas”49.
En apariencia podría pensarse que definir esta escritura como perteneciente
a los garamantes sería como no decir nada, pero no es así, en absoluto. Por
nuestra parte, creemos que es esta una perspectiva de investigación que encierra
un gran interés por si estuviera relacionada con viejas escrituras mediterráneas
prelatinas, aún por analizar, emparentadas de alguna manera con otras de la
cuenca mediterránea, que acaso pudieran relacionarse con el sustrato cultural de
los llamados “pueblos del mar”. En este sentido conviene recordar aquí una vieja
discusión, aún no resuelta, acerca de la presencia de carros de dos ruedas
grabados en muchos yacimientos rupestres que se asociaron con la llamada “ruta
de los carros saharianos”, y que se creyeron vinculados con prototipos micénicos.

47W. Pichler, 2003:141-142.


48G. Camps, 1987:202.
49R. Rebuffat, 1975:167.

14
Una revisión minuciosa de todos estos aspectos, en los que habrían de incluirse
las llamadas “inscripciones enigmáticas”, podría si no resolver el problema, al
menos replantear estas cuestiones con una perspectiva diferente a la que
manejamos actualmente.
Se trata una vez más de conjeturas, pero no cabría desdeñar que algo de eso
pudiera estar reflejando algunos de los signos escriturarios que se encuentran en
muchos lugares del Mediterráneo, entre los que existe un cierto aire de familia,
aunque por el momento resulte muy arriesgado decantarse por una propuesta en
este sentido, pero creemos que conviene dejar abierta esta otra posibilidad que
complementaría algunas de las propuestas que aquí se han ido recogiendo.
Estas y otras muchas hipótesis creemos que pueden ser manejadas hasta
tanto se conozca algo más sobre este aspecto relevante y novedoso de la epigrafía
antigua de Canarias, y en especial de estos alfabetos, que por ahora sólo se han
documentado en las islas de Lanzarote y Fuerteventura, y cuya determinación
cultural ha de contribuir, sin duda, a entender mejor el origen antiguo de las
etnias insulares.

II. Escritura y poblamiento

El poblamiento de Fuerteventura y Lanzarote puede servir de argumento


para explicar el origen, y en parte la antigüedad misma de esta escritura. Resulta
cuanto menos sugerente que nos encontremos ante un hecho de esta relevancia,
cuál es la génesis de un alfabeto que sobre una base indígena preexistente, unas
poblaciones asumieran y adoptaran algunos caracteres latinos hasta llegar a crear
unas formas propias en donde se reflejaría la influencia de ambas tradiciones. De
ser así, contaríamos con una documentación excepcional para fijar el
poblamiento de estas dos islas, ya que en ese caso la llegada de sus gentes no se
habría producido en una fecha anterior al l46 a.C., mediados del siglo II, período
en el que, como hemos visto, los romanos penetraron en el Norte de África.
Nuestra propuesta es que el poblamiento de Canarias, y en concreto el de
estas islas orientales, debió de haber tenido lugar a partir de la presencia romana
en el Magreb, momento en el que las islas podrían haber sido pobladas con
gentes castigadas por los romanos, a causa de las revueltas y de la tenaz
resistencia que sostuvieron los beréberes ante el sometimiento de Roma, debido a
una serie de acontecimientos que habían tenido lugar en los primeros años del
siglo I d.C. Nos referimos a las insurrecciones de las etnias que habitaban un
extenso territorio que se extiende desde el Atlas marroquí hasta Túnez, y que se
alzarían contra el poder de Roma después de que les hubieran usurpado sus
territorios. De todas ellas, destaca la protagonizada por la tribu de los Musulames
que tuvo lugar entre los años 5 y 6 d.C. Con posterioridad, otras etnias formarían

15
parte de la gran confederación que luchó de manera coaligada contra la presencia
romana en el Magreb bajo el mando del célebre númida Tacfarinas, junto al que
participaron muchas tribus en uno de los episodios más cruentos acaecidos
durante el sojuzgamiento por Roma de las provincias africanas, y que coincidió
con el mandato del emperador Tiberio (14-37), quien sofocaría las revueltas de
Tacfarinas iniciadas el 17 d.C., y al que asesinaron en el año 22 d.C. Los
enfrentamientos de las tribus beréberes no terminaron con su muerte, sino que
continuaron durante varios siglos hasta el Bajo Imperio, con periodos muy
cruentos, como ha sido bien estudiado por M. Rachet (1970) y M. Benabou
(1976), entre otros historiadores50. Otros investigadores51, sin embargo, sugieren
la presencia de los romanos en el Archipiélago, pero relacionada con algún tipo
de actividad comercial o exploratoria52.

En todo caso, y hasta tanto no tengamos una secuencia cronológica y


cultural más precisa, conviene dejar abiertas estas y otras posibilidades que el
futuro permitirá determinarlas con más precisión.

50Ver A. Tejera Gaspar, “Los libio–beréberes que poblaron las islas Canarias en la Antigüedad”, en Canarias
y el África Antigua, A. Tejera Gaspar, M.E. Chávez Álvarez, M. Montesdeoca. Taller de Historia – 41.
Dirección General de Patrimonio Histórico, Cabildo de Fuerteventura y Centro de la Cultura Popular
Canaria. 2006:96-98.
51J. de León et al., 1988; V. Valencia, T. Oropesa, 1990; I. Hernández y M.A. Perera, 1991
52A. Tejera, A. Chausa, (1999) “Les nouvelles inscriptions indigènes et les relations entre l´Afrique et les
îles Canaries”. Bulletin Archéologique du Comité des Travaux Historiques C.T.H.S. nou. Sér. Afrique du Nord,
fasc. 25, pp. 69-74, Paris.

16
ANEXO
Yacimientos de Fuerteventura con escritura líbico–canaria
Pico de la Fortaleza

Esta prominencia encabeza por el oeste, una cordillera de desarrollo oeste–


este, que separa los núcleos poblacionales de Tetir y Casillas del Ángel, en el
término municipal de Puerto del Rosario. Este enclave del “Pico de la Fortaleza”
se asienta en un espacio significativo desde el punto de vista orográfico,
etnoarqueológico y arqueológico. La cordillera en la que se inserta esta
elevación, delimita de norte a sur el área de mayor pluviometría de la Isla. Se
trata de una elevación significativa de 597 m.s.n.m. que se prolonga hasta
“Castillejo Grande”, en La Asomada, que alberga motivos grabados –a los que
se les considera representaciones de juegos- dispuestos en paneles verticales. En
general, en toda la cordillera existen motivos alfabetiformes de tipo líbico–
canario, líbico–beréber, geométrico rectilíneo, curvilíneo, triangular y
barquiformes. Los temas más numerosos son los geométricos, que acompañan a
casi la totalidad de los otros motivos que se registran en la Isla.

Montaña de Enmedio

Se ubica al norte del Barranco de Río Cabras y al este de la Montaña de


Tejuate. El yacimiento se asienta en la cara sureste de la cima de la “Montaña de
Enmedio” o “Jaifa”, coronada por un resalte basáltico producido por la
superposición de coladas. Las intervenciones rupestres se distribuyen en cinco
paneles que pertenecen a un solo sector. De ellos nos interesa el denominado
panel 5, de tamaño significativo,53 en el que concurren motivos alfabetiformes de
líbico–canario encajados en la parte superior del soporte, muy mimetizados con
los trazos rectilíneos que se distribuyen principalmente en el área central del
panel, reticulados con una mayor abundancia de las líneas paralelas con
disposición oblicua, emplazadas en la parte superior derecha, e imágenes de
juegos en el lateral derecho del panel.

Morro Pinacho

Forma parte de la cordillera que alcanza su máxima altitud en la Rosa el


Taro, de 593 m.s.n.m. al suroeste de Puerto del Rosario54. El ascenso desde la

531.80 de alto por 1.40 m de ancho.


54A partir de esta altura, la cordillera forma al noreste una degollada que se prolonga por el este por “Morro
17
“Degollada del Taro” a “Morro Pinacho” se jalona de afloramientos basálticos
configurando peñas, o paredes pronunciadas, resultantes de la sucesión de las
coladas lávicas. Por el yacimiento discurre una pared que actualmente separa la
Costa Ganadera de Valle Corto, de la de Jenejey.
El yacimiento lo integran tres núcleos distribuidos en quince sectores con
sesenta y nueve paneles. No se documentan signos de escritura líbico-beréber,
siendo el motivo representado más numeroso el alfabetiforme líbico–canario,
presente en veinticuatro paneles.

Jacomar

Se sitúa en un afloramiento rocoso cercano a las cotas altas de la cordillera


de Jacomar, por el extremo más alejado del mar. El yacimiento se estructura en
un solo sector con cuatro paneles de los que tres contienen 17 líneas escriturarias
líbico–canaria, que se agrupan fundamentalmente en dos de ellos, ya que en el
tercero sólo se documenta dos signos.

Yacimientos de Fuerteventura con alfabetiformes líbico–beréber y líbico-


canario

Barranco del Cabadero

Situado en la parte nororiental de la isla, nace con un fuerte desnivel


caracterizado por sus paredes de formación columnar de basalto, de coloración
gris–azul muy erosionadas por el agua. Este primer tramo del barranco se
denomina “Barranco Azul”, en donde, a juzgar por la información
etnoarqueológica, se encuentra el “Pie de la Virgen”55. El yacimiento se prolonga
a lo largo de 900 m en el que hemos distinguido cinco núcleos de
manifestaciones, que a su vez se dividen en trece sectores, con ochenta y seis
paneles.
Con respecto a la disposición y sentido de las grafías alfabetiformes se
muestran homogéneas, predominando para los signos líbico–canario la posición
horizontal, aunque existen excepciones56 de colocación vertical cuya lectura es en

Pinacho”, de 476 m, para continuar con el “Morro del Valle Corto”, de 458 m.s.n.m. y el “Cuchillo de
Goroy”. Por el sureste, la cordillera continúa con altitudes significativas, como el “Morro de los Asientos”,
“Montañas Negras” o “Cuchillo de Palomares” hasta finalizar en la “Punta del Morrito”, de 150 m.s.n.m.,
extendiéndose en una llanura situada sur del núcleo poblacional de El Matorral.
55La información se refiere a cuando la Virgen María iba a lavar al barranco y se le quedó la huella grabada.
56Como sucede en el P14 y P15 del S3, N1.
18
sentido horizontal. Existe un caso de grabado líbico–canario inciso57 en
disposición vertical, pero con sentido de lectura horizontal. De igual manera se
documentan dos paneles58 con motivos líbico–canarios elaborados con incisión,
acompañados de trazos rectilíneos en posición sesgada, así como otro panel59 en
el que dos líneas escriturarias presentan una posición vertical, con sentido de
escritura horizontal.
La grafía líbico–canaria no muestra siempre una posición horizontal, sino
que se presenta bajo lo que consideramos influencia de la escritura líbico-beréber,
al reproducirse los signos en posición vertical, cuando corresponde a una
escritura y/o lectura en sentido horizontal. En un panel60 podemos ver una línea
de signos líbico–beréber en posición vertical –como la mayoría de los paneles de
la isla–, junto a una fila de líbico–canaria en posición horizontal, en
correspondencia con su sentido horizontal. Por el contrario, en otro caso61 existe
un conjunto epigráfico en disposición vertical, del mismo modo que el trazo
líbico–canario que se documenta. Esta influencia entre ambos tipos de escritura la
hemos comprobado asimismo en yacimientos en el que conviven ambas grafías
de Lanzarote.
En el yacimiento existen dos paneles en el que se encuentran más de seis
líneas de letras, destacando por ocupar la totalidad del panel que corresponden a
signos de tamaño significativo para la media, siendo los de mayores dimensiones
conocidos en ambas islas. Se trata de signos de líbico–canario, facturados con
piqueteado continuo, y en ocasiones grabados sobre otros motivos de líbico–
canario tallados con incisión.
En el “Barranco del Cabadero” se registran ochenta y seis paneles, setenta
de ellos emplazados en la margen derecha y dieciocho en la izquierda, que se
organizan en trece sectores y cinco núcleos. Con respecto a la grafía líbico–
canaria se contabilizan un total de sesenta y dos líneas con trescientas cincuenta y
dos formas o recurrencias, de las que catorce se representan sueltas. Existen
quince hileras de signos de líbico–beréber divididas en tres, cuatro y ocho letras,
en los tres paneles en los que existe este alfabeto. Los signos líbicos se
representan en su totalidad en sentido vertical, y en todos figuran junto al líbico–
canario. Las superposiciones que se advierten corresponden a signos del líbico–
canario elaborados con técnica de piqueteado continuo sobre otros del mismo
alfabeto, pero tallados con técnica incisa.

Morro de la Galera

57P7 del S3 del N1.


58P4 del S2 del N2 y P10, del S2 del N2.
59P10 del S3 del N1.
60P2 del S2 del N5.
61P5 del S1 del N5.

19
Con este nombre nos referimos a diversas estaciones rupestres que se
sitúan entre “Morro Bermejo” al oeste, y “Morro de la Atalaya” al este, siendo las
más relevantes además de ésta, y la ya citada del “Pico de la Fortaleza”, la de la
“Degollada de la Sargenta”, “Solana de Casillas” y “Degollada de la Brita”. En
ellas se han grabado signos de los alfabetos líbico–canario y líbico–beréber,
geométricos rectilíneos y barquiformes. Para el caso que nos interesa, destacamos
que una de las líneas de escritura líbico–canaria es idéntica a la del “Pico de la
Fortaleza”, que a su vez se ha reproducido en dos ocasiones, y existen otras dos
muy similares -(AVYAYI)- en el yacimiento de “Morretes de Tierras Malas”.
A lo largo de la cordillera, y en un ambiente de estructuras ganaderas con
escaso registro fértil, se contabilizan tres líneas de líbico–beréber, y cinco del
alfabeto líbico–canario. De ellas resaltamos un panel en la “Degollada de la
Brita” en donde se reproduce igualmente los signos “AVAYI”, y en la parte
inferior “AVA”, aparentando ser la repetición de una palabra, en tres paneles
diferentes de la misma cordillera, así como también en “Morretes de Tierras
Malas”, tal y como lo hemos expresado.

Montaña del Sombrero

Se levanta a 306 m.s.n.m., en una planicie de la franja este del centro de la


isla. El yacimiento rupestre se circunscribe a la cara sureste del extremo Este de
la cima, en el que existen motivos representativos de ambas escrituras, además de
trazos geométricos rectilíneos. Todas las manifestaciones rupestres se acumulan
en ocho sectores repartidos en veinticinco paneles. De ellos, seis contienen
motivos líbico–beréber que se disponen en sentido vertical, y de los que cuatro
acogen igualmente grafía líbico–canaria, trazos geométricos rectilíneos y en
forma de juegos.

Montaña Blanca de Arriba

Esta elevación se sitúa al sureste de la “Montaña del Sombrero” y al


noreste del “Cuchillete de Buenavista”, ambos yacimientos rupestres se insertan
en el espacio más fértil de la isla, desde el punto de vista arqueológico. El
yacimiento lo constituye un afloramiento basáltico encajado en el suroeste de su
cúspide. Entre la cumbre máxima, con 231 m.s.n.m. y el enclave rupestre, se
localiza un conjunto de estructuras tumulares configuradas como acumulaciones
de piedra, de planta elipsoidal alineadas al noroeste.
El yacimiento se organiza en un solo núcleo, dividido en cuatro sectores,

20
en el que se distribuyen veinticinco paneles. Lo más destacado son los signos
líbico–canarios, líbico–beréber y geométricos rectilíneos. En menor cuantía
existe una figura en forma de espiga, cuatro barquiformes, algunos de tipo juego
y varias figuras astrales. Todas estas expresiones se han realizado mediante
técnica incisa y rayado.

Cuchillete de Buenavista

Yacimiento que se halla emplazado muy próximo a la “Montaña del


Sombrero”, a “Montaña Blanca de Arriba” y al área de mayor ocupación de la
Isla. Se compone de más de treinta paneles, de los que diecinueve albergan
escritura líbico–canaria. Tres de ellos contienen ambos caracteres, en el que se
contabilizan cuarenta y dos líneas de tipo líbico–canaria y cuatro líbico–beréber.

Morretes de Tierras Malas

Esta elevación se asienta al norte del Barranco de la Solapa, al sur de la


Playa de Ajui, en el término municipal de Pájara. Se trata de una piedra del
complejo basal, formada por varios componentes geológicos de diferente
coloración, que a modo de bandas se distribuye por el soporte en donde se hallan
las inscripciones rupestres. El enclave consta de un solo panel, de soporte móvil.
En la parte orientada al sureste se contabiliza nueve líneas de escritura líbico–
canaria con un total de cuarenta signos. Igualmente se distribuyen tres líneas
líbico–beréber con once formas, y algunos trazos geométricos rectilíneos. Las
inscripciones se han realizado con incisión, al igual que parte de los motivos
geométricos rectilíneos, elaborados a base de rayados.

LANZAROTE

En esta isla conocemos quince yacimientos con inscripciones rupestres, de


los que predominan siete estaciones en las que se documentan ambas grafías,
seguidas de seis que albergan exclusivamente signos de líbico–beréber, y
finalmente en dos yacimientos se contabilizan otros grabados de líbico–canario.
La organización espacial de los yacimientos alfabetiformes en esta Isla
varía significativamente con respecto a los de Fuerteventura, si bien se constata
una concentración en la zona centro-norte, que coincide, como veremos
seguidamente, con tres yacimientos que albergan únicamente signos del alfabeto
líbico–beréber, ausente con este carácter excepcional en Fuerteventura, y dos
yacimientos en los que coexisten ambos alfabetos. No obstante, hemos de
21
advertir, que para esta agrupación prescindimos del yacimiento de la “Montaña
de Guatisea” por su carácter único en cuanto a la ubicación, técnicas del trazado,
dimensión de los signos y disposición, así como por el entorno cultural en el que
se inserta. A excepción de este yacimiento, la distribución de los restantes que
albergan inscripciones líbico–beréber, forman una elipse entre la “Peña de Luis
Cabrera”, “Barranco Mulión”, “Peña de los Ancones”, “Peña del Cuenquito” y
“Peña Juan del Hierro”. No existen otros yacimientos rupestres con grafía líbico–
beréber fuera de esta franja. En ella se encuentran los dos yacimientos en donde
aparece un único registro de signos líbico–canarios, como la “Peña del Letrero” y
“Montaña Cardona”. En cambio, existe una cierta concentración de yacimientos
con ambas grafías en la zona sur, en el área de Femés62.
Del mismo modo que en Fuerteventura, aquí existen dos yacimientos
aislados63, la “Peña de Juan del Hierro” y “Montaña Tenésara”, si bien esto
hemos de expresarlo con ciertas reservas, ya que probablemente se documenten
yacimientos rupestres en torno a la “Peña de Juan del Hierro” que aún no hemos
estudiado, por lo que no los hemos incluido en este trabajo.

Yacimientos de Lanzarote con grafía líbico–beréber y líbico–canaria


Barranco del Mojón

Este yacimiento se emplaza al sureste del núcleo poblacional de El Mojón,


término municipal de Teguise, en la margen izquierda del barranco, a la altura de
un pronunciado ere, el más significativo de esta unidad. Se documentan cuatro
líneas de tipo líbico–canario y cinco de líbico–beréber. Existen además trazos
geométricos rectilíneos, algunos distribuidos de forma paralela. De este sitio
destacamos dos hechos: la presencia de líneas de escritura líbico–canaria en
disposición vertical, y la estrecha vinculación entre las letras de ambos sistemas
escriturarios por su semejanza con las del yacimiento de “Castillejo”, de Femés.

Barranco Piletas

Muy cerca del anterior yacimiento, y en el curso del mismo barranco que toma
otra denominación, se encuentra este enclave formado por tres núcleos que
albergan tres, uno y dos paneles respectivamente, conteniendo además de
motivos geométricos rectilíneos y curvilíneos, reticulados, una línea de líbico–
canario de seis letras, y dos líneas líbicas de tres signos cada uno, y otras letras de
tipo líbico–beréber, grabadas aisladas o sueltas.

62“Cueva Palomas”, “Castillejo” y “Cejo Romero”.


63“Barranco del Cabadero”, “Jacomar” y “Morrete de Tierras Malas”.
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Montaña Tenésara

Se trata de una montaña relevante por su altitud (368 m.s.n.m.), exenta y


cercana a la costa del núcleo de Tinajo. En su ladera oeste se documenta una
importante cantidad de canales excavados en la toba, así como peldaños,
cazoletas y canalillos. El yacimiento rupestre de grabados se distribuye en dos
sectores con ocho y seis paneles respectivamente, aunque los signos
alfabetiformes se concentran en el sector uno, distribuyéndose en cinco paneles,
quince líneas de líbico–canario y tres de líbico–beréber, además de signos sueltos
de esta última grafía.

Montaña Ortiz

Se encuentra en un paisaje afectado por las emisiones de ceniza de los


procesos eruptivos del volcán de Timanfaya. En la cara este de la ladera de esta
montaña sobresale unos salientes basálticos con un solo panel en el que se ha
grabado dos líneas verticales de escritura líbico–beréber, de tres signos cada
una64, así como otra incisa de líbico–canario, probablemente compuesta por
cuatro signos.

Cueva Palomas

Constituye un complejo yacimiento por la cantidad de paneles, que llega a


alcanzar la cifra de 101, distribuidos en dos sectores. Se asienta en la cima de una
cordillera que nace en Pico Naos y continúa delimitando todos Los Ajaches hasta
los Morros de Hacha Chica. De este yacimiento destacamos el que ambas grafías
sólo se encuentren en un mismo panel65 en una ocasión y de forma nada clara.
Por el contrario, contienen veintiún panel de líneas de líbico–canario y en menor
cantidad -seis-, son los paneles que sólo tienen signos líbico–beréber. Del
mismo modo resaltamos que en el interior de una figura podomorfa piqueteada,
se ha grabado con incisión una línea de líbico–canario. Esta figura se encuentra
próxima, en el mismo soporte, a una silueta de sandalia, la única que conocemos
para Fuerteventura y Lanzarote. Además de las inscripciones se contabilizan
formas geométricas y motivos figurativos podomorfos y barquiformes. Este
yacimiento de “Cueva Palomas” se inserta en un conjunto de resaltes con
intervenciones rupestres en Los Ajaches. A su vez, en el interior de este

64Una de ellas es posible que tenga cuatro.


65Núcleo 1, Sector 2, Panel 42.
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ecosistema existen otras expresiones rupestres, especialmente yacimientos de
cazoletas y canalillos.

El Castillejo

Se trata de un afloramiento basáltico situado en la parte sureste de “La


Atalaya”, en Femés. Se halla próximo al yacimiento de “Cueva Palomas” y a
“Cejo Romero”. Diversos bloques sobresalen en la ladera, conteniendo en dos
sectores cinco paneles, orientados en su totalidad al sureste, excepto el panel 1
del sector 1, que se alinea al norte. Los soportes albergan ocho motivos
barquiformes, otro figurativo de óvalo, diversos trazos geométricos rectilíneos,
que conviven con las inscripciones, en las que hay nueve líneas de líbico–canario
con cuarenta letras, y unas líneas de líbico–beréber con cinco signos, además de
otros que se han grabado aislados.

Cejo Romero

Se trata de una pared basáltica de desarrollo en vertical y horizontal,


encajada en la parte suroeste de Los Ajaches, en el sur de Lanzarote. En tres
sectores se distribuyen dieciséis paneles orientados en su totalidad en la franja
sureste y suroeste. En ellos se han representado veintidós figuras barquiformes66,
cinco líneas de escritura líbico–canaria, con veintitrés formas y un signo suelto,
así como tres líneas de grafía líbico–beréber con trece recurrencias.

Yacimientos de Lanzarote con grafía líbico–canaria


Peña del Letrero

Se trata de una de las tres peñas conocidas con expresiones rupestres en el


“Llano de Zonzamas”. La que nos ocupa contiene diecinueve motivos
concentrados en un solo sector, de los que hay geométricos rectilíneos,
reticulados y una línea horizontal con nueve marcas de tipo líbico–canario. En la
base de la peña se registra material arqueológico en superficie, a la vez que este
yacimiento forma parte del complejo arqueológico de Zonzamas, y se encuentra
espacial y culturalmente asociado a las peñas vecinas, como la del “Cuenquito” y
el “Conchero”, con grabados de tipo líbico–beréber y figurativos de podomorfos,
además de geométricos rectilíneos y reticulados.

66Dos de los paneles con motivos barquiformes contiene grafía actual (A 2106 añ y 12 marzo de 1956).
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Montaña Cardona

Constituye una pequeña elevación enclavada en Mancha Blanca, término


municipal de Tinajo, en la que en una pequeña piedra aislada de la cima hay una
línea de escritura líbico–canaria en disposición vertical y sentido de lectura
horizontal, formada por siete signos elaborados con técnica incisa. Este
yacimiento se ha hecho visible recientemente después del paso del huracán
Delta67.

67Localizado por Julián Rodríguez Rodríguez, Antonio Montelongo Franquiz, Marcial Medina Medina y
Jose Farray Barreto.
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