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14.

DOCE SENTENCIAS RELEVANTES DE LA SALA SEGUNDA DE LA


CORTE SUPREMA DE JUSTICIA REDACTADAS POR LA MAGISTRADA
SUPLENTE MA. DEL ROCIO CARRO HERNÁNDEZ. TRES VOTOS SALVADOS

Expediente: 11-000827-1178-LA

Resolución: 2015-000235

SALA SEGUNDA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. San José, a las


nueve horas cincuenta y cinco minutos del veintisiete de febrero de dos mil
quince.

Proceso ordinario establecido ante el Juzgado de Trabajo del Segundo


Circuito Judicial de San José por ROXANA MARÍA BARQUERO ARAYA
contra HWCG CENTRAL AMERICAN SERVICE SOCIEDAD ANÓNIMA.

 Breve resumen de los hechos:

La actora promueve la acción para que se condene a la demanda al pago de


diferencias salariales y otros extremos. El Juzgado de Trabajo declara sin lugar la
demanda en todos sus extremos. La actora apela y el Tribunal confirma la
sentencia recurrida. Posterior formula recurso ante la Sala Segunda. Señala que
ella tenía una relación laboral con la empresa demandada, que su horario lo
disponían los clientes, ya que cuando la requerían ella debía de tener
disponibilidad. En el año 2010 no la llamaron a trabajar y tenía que estar llamando
todas las semanas para preguntar sí había trabajo, ya que la mantenían sin
asignarle ningún trabajo esto por un período de un año, ganando un salario
mensual de $15 dólares, adicional el contrato de trabajo que había firmado tenía
una cláusula según la cual, no podía trabajar para la competencia ni por cuenta
propia hasta por dos años después de terminar la relación laboral, bajo pena de
indemnización al patrono.

 Aspectos relevantes de la sentencia de casación y fundamentos de la


decisión:

Uno de los aspectos más importantes en esta sentencia es la figura del despido
encubierto, en virtud de la cual, no hay un despido directo, sino que se incurren en
ciertas prácticas abusivas e ilegales con la finalidad de que sea la trabajadora la
que termina el contrato y no la parte patronal.
En el caso en particular se analizan las siguientes situaciones: no brindarle trabajo
a la accionada; establecer cláusulas abusivas en el contrato de trabajo como la
prohibición de trabajar para la competencia y por cuenta propia; otorgar un salario
muy bajo para así variar el cálculo de las prestaciones laborales; los constantes
reclamos por falta de pago hacia el demandado, en general una serie de
circunstancias, de las cuales se puede concluir que la empresa las habría hecho
de manera tal que se configurara un despido encubierto, en la sentencia se indica
que: “…Todos estos elementos, analizados en forma conjunta y tomando en
cuenta la negativa de la empresa de asignarle trabajo durante todo el año 2010,
dejan en evidencia que lo que se dio, en este caso, fue un despido encubierto …”

Adicional, se realiza un análisis de los daños y perjuicios y la relación entre el


accionar de la empresa y su responsabilidad de indemnizarlos según el artículo
1045 del Código Civil. “Las actuaciones de la empresa demandada generaron un
perjuicio para la actora, quien vio vulnerados sus derechos laborales por
actuaciones abusivas de parte de su empleadora…De acuerdo con el artículo 41
constitucional, es un derecho fundamental de los individuos el recibir reparo a los
daños (término genérico) injustamente sufridos. En este mismo sentido, el ordinal
1045 del Código Civil establece la obligación general de que, de acuerdo con el
principio de responsabilidad civil, todo aquel que causa un daño, está obligado a
repararlo en conjunto con sus perjuicios…”

En el fallo de Casación se revoca de manera parcial la sentencia recurrida y se


declara parcialmente con lugar la demanda, se condena a la demandada al pago
de diferencias en el pago del preaviso, cesantía, vacaciones y aguinaldo. Así
mismo se condena a la parte demanda al pago de los perjuicios.

Expediente: 08-001716-0166-LA

Resolución: 2012-000758

SALA SEGUNDA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. San José, a las


nueve horas del treinta y uno de agosto de dos mil doce.

Proceso ordinario establecido ante el Juzgado de Trabajo del Segundo


Circuito Judicial de San José, por O., […], contra el INSTITUTO NACIONAL
DE APRENDIZAJE

 Breve resumen de los hechos:

El actor, planteó demanda laboral contra el Instituto Nacional de Aprendizaje


alegando haber sido víctima de acoso laboral y de un despido encubierto, el actor,
explicó que en marzo de 2003 fue contratado para que se desempeñara en el
diseño y confección de material didáctico y publicitario. No obstante, se dio un
cambio en las funciones que debía desempeñar, se le recargó con otro tipo de
trabajo. Se le nombró en propiedad el 31 de enero de 2008. Sin embargo, dada la
presión psicológica y “la degradación profesional”, se vio obligado a presentar su
renuncia el 6 de mayo de 2008. La demanda es declarada sin lugar en todos sus
extremos. El actor plantea recurso de apelación, el Tribunal de Trabajo resuelve y
revoca la sentencia recurrida y se declara que el accionante fue presionado a
renunciar por el acoso laboral del que era víctima.

Disconforme con lo resuelto, la representante del Instituto Nacional de Aprendizaje


acude a la Sala Segunda. Considera que se incurrió en una indebida valoración de
la prueba. Reprocha que el tribunal tuviera por acreditada la existencia de acoso
laboral y de un despido encubierto cuando, en su criterio, tuvo lugar la renuncia
pura y simple del actor.

 Aspectos relevantes de la sentencia de casación y fundamento de la


decisión:

La Magistrada Carro Hernández, junto con otro Magistrado salva el voto,


declarando que no existe acoso laboral ni despido encubierto. En primer término
se analiza el deber que posee el trabajador de poner en conocimiento al
empleador de los motivos por los cuales se siente inconforme en su puesto de
trabajo, esto para brindarle al patrono la posibilidad de corregir la situación que
está generando el problema, situación que no se presentó en este caso y que fue
omitido examinar.

Además, se analiza la improcedencia de aducir causas posteriores o adicionales a


las alegadas en la carta de renuncia, ya que el trabajador de manera posterior a
su renuncia es cuando aduce que es víctima de acoso laboral. De igual forma la
jurisprudencia ha indicado que después del despido de un trabajador, no se
pueden alegar causas posteriores que sustenten el despido.

Para concluir se analiza la necesidad de que se configuren los elementos


constitutivos del acoso laboral para que éste pueda ser declarado.

Expediente: 10-000355-0166-LA

Resolución: 2013-000467

SALA SEGUNDA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. San José, a las diez


horas quince minutos del ocho de mayo de dos mil trece.

Proceso ordinario establecido ante el Juzgado de Trabajo del Segundo


Circuito Judicial de San José, por GERARDO ARIAS GONZÁLEZ contra la
CAJA COSTARRICENSE DE SEGURO SOCIAL.
 Breve Resumen de los hechos:

En la demanda se pidió condenar a la accionada a cancelar al actor las diferencias


salariales, surgidas con motivo de la valoración de los puestos vía estudio grupal;
en los mismos términos y condiciones reconocidas a los demás asesores de
gerencia, quienes ocupan la misma categoría que el accionante, demanda se
declara sin lugar y posteriormente el Tribunal confirma el pronunciamiento del a
quo que desestimó la demanda en todos sus extremos. La parte actora se opone a
lo dispuesto y formula recurso ante la Sala Segunda, alegando que se le causó
daño al no pagársele las diferencias salariales por no revalorizarse su puesto.

 Aspectos Relevantes de la sentencia de casación y fundamento de la


decisión:

Aplicación del principio de igualdad salarial, según el cual, el salario debe ser
siempre igual, en idénticas condiciones de eficiencia. Análisis de la
correspondencia del artículo 57 de la Carta Fundamental y el artículo 167 del
Código de Trabajo. En esta sentencia, se realiza un análisis de las funciones del
actor, con el fin de determinar si el actor realizaba un trabajo igual al de las
personas cuyos puestos fueron revalorizados. En caso en particular contiene una
complejidad de elementos que hacen difícil determinar la aplicación o no del
principio de igualdad salarial, que es sobre el cual versa la sentencia. Se concluye
que: “…Lo cierto del caso es que está claro que el actor al momento del estudio
que interesa y que dio origen a la referida revaloración, en el plano de los hechos
no realizaba las funciones propias del puesto en el que estaba nombrado.... Por
otro lado, es evidente que al no reconocerse a favor suyo los efectos de la
revaloración de los puestos de asesores de gerencias, no se quebrantó lo
dispuesto en relación con el traslado original, pues, no se observa que algunas de
las condiciones que para entonces tenía el actor, haya sido vulnerada en forma
injustificada... Por otro lado, debe tomarse en consideración que el referido
principio de igualdad se quebranta cuando la diferenciación que se hace no tiene
una justificación objetiva y razonable; y no como en este caso, en el que los
trabajos desempeñados son distintos”

En el fallo de casación se confirma la sentencia recurrida, se aduce que los cargos


desempeñados por el trabajador y los colaboradores beneficiados por la
valoración de los puestos son distintos, por lo tanto no proceden los extremos
solicitados por el demandante y se declara sin lugar la demanda.

Expediente: 11-000420-0641-LA
Resolución: 2015-000150

SALA SEGUNDA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. San José, a las diez


horas cinco minutos del once de febrero de dos mil quince.

Proceso de riesgo del trabajo establecido ante el Juzgado de Trabajo de


Cartago, por TERESITA DE LOS ÁNGELES GUZMÁN ALVARADO contra el
INSTITUTO NACIONAL DE SEGUROS.

 Breve Resumen de los hechos:

Actora acciona para que se condene a la demandada al pago de incapacidad


temporal y permanente que se derivan del riesgo laboral sufrido y que se le brinde
rehabilitación de su condición actual. Juzgado declara parcialmente con lugar la
demanda, la parte actora por no estar conforme apela. Tribunal revoca sentencia
de primera instancia y condena al pago de sumas adicionales. La actora no se
muestra conforme, puesto que la Unidad Médico Legal de Cartago fija la
incapacidad permanente en un 20% y el Consejo Médico la disminuyó fijándola en
un 5%. La parte demandada al no estar de acuerdo, formuló recurso ante la Sala
Segunda.

 Aspectos Relevantes de la sentencia de casación y fundamento de la


decisión:

Se realiza un análisis del Principio de No Reforma en Perjuicio, ya que la parte


actora lo alega respecto a la discrepancia entre la fijación del porcentaje de
incapacidad permanente que fijó la Unidad Médico Legal de Cartago y el Consejo
Médico. Asociado a este principio, se analiza la naturaleza de los criterios
técnicos cuya resolución definen el proceso en concordancia con el Principio de
Comunidad de la Prueba. Al respecto se concluye que “…El juzgador no está
atado a una prueba pericial -como lo hace ver el tribunal-, que fue rebatida por otro
perito; ni esa probanza por ser favorable a una parte le pertenece, ni sujeta con
ella que se falle a su favor.” La claridad de la correspondencia entre diversos
Principios del Derecho, junto con el examen de la situación en concreto, hace que
esta sentencia sea relevante.

La Sala Segunda falla modificando la sentencia recurrida, en consecuencia ordena


modificar el fallo impugnado respecto del extremo de incapacidad permanente,
aduce que la experticia elaborada por el Consejo Médico tiene un análisis integral
de las patologías más recientes de la actora y cuenta con mayores elementos al
valorarle que las dispuestas por la Unidad Médica; pues adjuntó el criterio experto
de tres especialistas, se dictaminó que su condición equivalía a una pérdida del
5% de su capacidad permanente. Por dichas razones, se estima que la actora
tiene una incapacidad permanente del 5%.

Expediente: 13-000294-0929-LA

Resolución: 2015-000305

SALA SEGUNDA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. San José, a las


nueve horas cuarenta minutos del doce de marzo de dos mil quince.

Proceso ordinario establecido ante el Juzgado de Trabajo del Segundo


Circuito Judicial de la Zona Atlántica, sede Pococí, por JENNY PATRICIA
BARRANTES GONZÁLEZ contra el INSTITUTO NACIONAL DE SEGUROS.

 Breve resumen de los hechos:

La actora formula demanda contra el Instituto Nacional de Seguros, para la cual


prestaba sus servicios, fue despedida con responsabilidad patronal. Alega que su
jornada laboral fue incrementada y que no se le realiza el aumento establecido en
la Convención Colectiva vigente para ese entonces, reclama prestaciones legales,
vacaciones no disfrutadas, horas extras y diferencias salariales generadas. La
sentencia de Primera Instancia declara sin lugar la demanda en todos sus
extremos. El Tribunal de Trabajo revocó parcialmente el fallo y condenó al INS al
pago de diferencias salariales, generadas por el aumento de la jornada ordinaria y
horas extras. La parte demandada alegó que la trabajadora no se encontraba
sometida a la jornada ordinaria al ser trabajadora de confianza. El apoderado
general judicial de la parte demandada, al no estar conforme, formuló recurso de
casación ante la Sala Segunda.

 Aspectos Relevantes de la sentencia y fundamento de la decisión:

En esta sentencia se realiza un análisis del concepto de trabajador de confianza,


respecto al cual existe una regulación poco detallada, provocando confusiones en
el uso de este calificativo en los trabajadores. Uno de los aspectos relevantes de
la sentencia es la claridad con la que se expone y se define este concepto, se
examinan de manera minuciosa la modalidad propia de los servicios que la
persona trabajadora prestaba, su responsabilidad ante los empleadores, lo
delicado de las tareas que realizaba y en general la relación de la trabajadora en
forma inmediata y directa con la vida misma de la empresa, así como sus
intereses y fines. Esta sentencia es relevante porque fija parámetros que han sido
omitidos en la legislación laboral, respecto al uso del término trabajador de
confianza.

La Sala Segunda resuelve revocando la sentencia impugnada y confirmando la


sentencia de primera instancia, declarando sin lugar la demanda en todos sus
extremos.

Expediente: 11-000030-1178-LA

Resolución: 2015-000183

SALA SEGUNDA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. San José, a las


nueve horas cuarenta minutos del trece de febrero de dos mil quince.

Proceso ordinario establecido ante el Juzgado de Trabajo del Segundo


Circuito Judicial de San José por MARÍA ISABEL GAMEZ GUZMÁN contra el
ESTADO.

 Breve resumen de los hechos:

La actora formula demanda para que ordenara al Estado a pagar pluses


correspondientes al horario ampliado y educación de adultos durante el periodo en
el que se encontraba reubicada, además de diferencias salariales derivadas de la
supresión de ambos rubros. En la sentencia de primera instancia se declara con
lugar, el Estado apela y el Tribunal de Trabajo confirma el fallo recurrido. El Estado
reprocha que se haya mantenido la condena en su contra por horario ampliado y
recargo de educación de adultos, pues indica que la actora no los laboró en el
tanto se encontraba reubicada. La representante del Estado al no encontrarse
conforme formuló recurso de casación ante la Sala Segunda.

 Aspectos Relevantes de la sentencia de casación y fundamento de la


decisión:

En el voto de mayoría se confirma la sentencia recurrida únicamente se modifica


en cuanto a la fijación de las costas personales. La Magistrada Carro Hernández
emite voto salvado, por cuanto considera que algunos de los recargos salariales
en las funciones de los Servidores Públicos tienen naturaleza típicamente
temporal y transitoria, dicho aspecto fue omitido en el voto de mayoría. Indica que
“…En consecuencia aquellos sobresueldos que dependan de alguna condición
particular para ser otorgados no se configuran como un derecho adquirido, que se
incorpore irremediablemente al salario total de la persona trabajadora…” Con base
en estas premisas se examina la situación de la Actora, que se encontraba
reubicada en un puesto administrativo por razones de salud, a verse modificadas
las circunstancias bajo las cuales se había otorgado los sobresueldos por los
conceptos anteriormente mencionados, razón por la cual no existe derecho laboral
adquirido alguno. La sentencia es relevante porque analiza el concepto de
derecho adquirido en concordancia con la situación de la actora, además se
examina el artículo 174 del Estatuto del Servicio Civil y sus alcances, se concluye
que “La referida norma prescribe en forma meridianamente clara y expresa que a
la servidora pública que se encuentre, incapacitada por enfermedad o en período
de maternidad, que viniere devengando salario adicional por zonaje, por horario
alterno o por cualquier otro sobresueldo, tales complementos si se tomarán en
consideración para establecer el importe del subsidio a pagarle. En el caso que
nos ocupa la actora no se encuentra ni incapacitada temporalmente ni disfrutando
de licencia por maternidad…Por tanto son funciones que ella no laboró. En
consecuencia, si no se ejerció el recargo no le corresponde el pago de este plus
salarial ya que, por el principio de legalidad, la Administración, no puede pagar a
sus servidores por funciones que no realizan.”

El voto salvado es relevante porque indica que la reclamante no tenía derecho a


los pluses salariales y demás extremos que reclamaba, porque se encuentra
reubicada y no está trabajando en la posición en la que se deben de pagar los
recargos por el horario ampliado y educación de adultos.

Expediente: 07-000804-0639-LA

Resolución: 2014-000197

SALA SEGUNDA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. San José, a las diez


horas del veintiséis de febrero de dos mil catorce.

Proceso o ordinario establecido ante el Juzgado de Trabajo del Primer


Circuito Judicial de Alajuela, por MARÍA ISABEL GUIDO MATAMOROS
contra JARDINES DEL RECUERDO SOCIEDAD ANÓNIMA.

 Breve resumen de los hechos:

La actora promueve la acción para que en sentencia se condene a la demandada


al pago de las diferencias salariales entre el salario mínimo legal y el percibido,
vacaciones, aguinaldo, preaviso. Juzgado de Trabajo declara parcialmente con
lugar la demanda. Tribunal de Trabajo confirma la sentencia recurrida. La empresa
accionada dice que a lo largo del proceso se aseveró que la trabajadora no había
percibido el salario mínimo legal debido a que desde el momento de la
contratación se pactó una jornada laboral de siete horas diarias por cinco días
para un total de treinta y cinco horas semanales y no las cuarenta y ocho horas
que se consideran como jornada ordinaria. La demandada al no estar de acuerdo,
formula recurso ante la Sala Segunda.

 Aspectos Relevantes de la sentencia de casación y fundamento de la


decisión:

En la sentencia se señalan diversos aspectos importantes sobre la jornada de


trabajo, los límites de ésta y su aplicación. Al respecto se indica que: “… Cabe
acotar que ya este órgano jurisdiccional ha señalado expresamente que en
nuestro sistema jurídico laboral, el límite a la jornada ordinaria diaria de trabajo es
de ocho horas para la jornada diurna y de seis, para la nocturna, por lo que el
trabajo extraordinario es el laborado fuera de esos topes. No es posible
considerar, como lo pretende tácitamente la demandada, la posibilidad de
acumular tiempo ordinario hasta completar 48 o 36 horas semanales, porque ello
sería desconocer la limitación constitucional que se fijó en beneficio de los
trabajadores. Por ende, la actora, en virtud de su perfil profesional, debía ser
remunerada como una trabajadora calificada de conformidad con los decretos de
salarios vigentes…”

En la sentencia se expresa, que la jornada ordinaria corresponde a un límite en


cuanto al máximo de horas que deben ser trabajadas, no así un mínimo. En este
caso el patrono debió de asegurar que la trabajadora devengara el salario mínimo
legal y que recibiera este salario con base en su calificación según la tabla de
salarios mínimos del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social. Aunado a esto, se
analiza la potestad del empleador de cambiar las condiciones no esenciales de la
relación laboral, sin embargo estos cambios no pueden ir en detrimento de los
derechos de la trabajadora, como en este caso con la reducción de la jornada
laboral y del salario.

La Sala Segunda rectifica el fallo impugnado e indica que no se pueden cambiar


las condiciones laborales en perjuicio de la trabajadora.

Expediente: 12-000166-0505-LA

Resolución: 2013-000589
SALA SEGUNDA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. San José, a las
once horas treinta y cinco minutos del treinta y uno de mayo de dos mil
trece.

Proceso ordinario establecido ante el Juzgado de Trabajo de Heredia, por


JUDITH GONZÁLEZ SALAZAR, viuda y vecina de Heredia, contra la CAJA
COSTARRICENSE DE SEGURO SOCIAL.

 Breve resumen de los hechos:

La actora promovió la acción para que se condenara a la demandada al pago de


una pensión por el régimen no contributivo o en su defecto por el régimen de
invalidez, la madre del beneficiario relata que el joven padece de autismo y que
por su enfermedad depende de sus cuidados y necesita de su constante atención,
la Caja Costarricense del Seguro Social se negó a brindar la pensión,
argumentando que la madre tiene otra hija que labora y que puede ayudar a
sufragar los gastos familiares. En primera instancia se declara con lugar la
demanda y se ordena a la CCSS a pagar una pensión por el Régimen No
Contributivo. La apoderada general judicial de la parte formuló recurso de
casación ante la Sala Segunda.

 Aspectos Relevantes de la sentencia de casación y fundamento de la


decisión:

En esta sentencia se estudian los aspectos propios que deben de ser tomados en
cuenta para optar por el beneficio jubilatorio, tales como el padecimiento de una
enfermedad como parálisis cerebral profunda o autismo y encontrarse en estado
de abandono o en pobreza extrema. Además se analizan los elementos técnicos
tomados en consideración a la hora de emitir el informe técnico de la trabajadora
social, que dio fundamento a que se denegara el beneficio de la pensión. En el
informe de trabajo social se indica que la familia no se encuentra en pobreza
extrema, ya que la hermana del potencial beneficiario trabaja y aporta ₡
20.000,000 mensuales para la manutención del hogar, además la madre cuenta
con una liquidación laboral, con la que estuvo haciendo frente a los gastos. En
razón del principio de razonabilidad se concluye que no es posible calcular el
ingreso del hogar basándose en criterios como los mencionados en el informe de
trabajo social. La sentencia es relevante por cuanto analiza los supuestos de
hecho y de derecho que deben de ser tomados en consideración para poder
acceder al beneficio de la pensión por el Régimen No Contributivo.

La Sala Segunda confirma la resolución impugnada, en cuanto acogió el derecho


de pensión desde la solicitud en sede administrativa.
Expediente: 05-002402-0166-LA

Resolución: 2013-000565

SALA SEGUNDA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. San José, a las


nueve horas treinta y cinco minutos del treinta y uno de mayo de dos mil
trece.

Proceso ordinario establecido ante el Juzgado de Trabajo del Segundo


Circuito Judicial de San José, por JOSÉ FEDERICO BOLAÑOS RIGIONI,
administrador, contra MERCK SHARP Y DOHME I A CORPORACIÓN

 Breve resumen de los hechos:

El actor promueve la acción para que se condene a la demanda a cancelarle lo


correspondiente a salario en especie, preaviso, auxilio de cesantía y demás
extremos además de daños y perjuicios. En primera instancia se declara
parcialmente con lugar. Ambas partes apelan y el Tribunal confirma el fallo
recurrido. La parte demandada formula recurso de casación ante la Sala Segunda.
La parte accionada razona que la sentencia de segunda instancia es
absolutamente nula, porque no llena los requisitos esenciales del debido proceso.
Destaca que hubo una interpretación errónea de la prueba. Considera que en
instancias anteriores de manera injustificada e ilegal, no se recibieron los
testimonios de los testigos. Asegura que en el resultando de la sentencia, se
omitió referirse a los motivos legales del despido justificado del actor. Por su parte,
el actor pretende que se le condene a la demandada por el rubro de salarios
caídos a título de daños y perjuicios. Discute que no existe ningún documento en
el proceso que demuestre las supuestas faltas graves cometidas.

 Aspectos Relevantes de la sentencia de casación y fundamento de la


decisión:

En la sentencia se analizan los aspectos formales de la valoración de la prueba y


su incidencia en un proceso de naturaleza oral, donde no se realiza la
transcripción de la prueba testimonial y confesional, aspecto que no causa
indefensión a la empresa demanda. Se analiza en principio de informalidad, de
inmediación y comunidad de la prueba en los procesos orales.

Por otro lado un aspecto relevante es el análisis del daño moral ejercido en el caso
de un despido y su relación con el detrimento sufrido por la parte trabajadora, al
respecto se indica “…En el caso concreto se aprecie que el despido por sus
características y por la forma en que fue ejecutado, haya infringido un sufrimiento
más allá del que un cese común podría ocasionar; para ello deberá ubicarse una
necesaria relación de causalidad entre la conducta del patrono y el menoscabo
experimentado en la esfera de la persona trabajadora e igualmente, que ese daño
sea real y evaluable…”

Al respecto se analiza la procedencia de los daños y perjuicios a los que hace


alusión el Código de Trabajo y su procedencia que no es irrestricta, sino que para
su asignación debe recurrirse a una valoración adecuada de los hechos “pues esa
valoración es para faltas inexistentes y para aquellas que resultan insuficientes
para el fenecimiento del contrato de trabajo”. La Sala Segunda confirma la
sentencia impugnada y la declara parcialmente con lugar, por improcedente no ha
lugar de condenar a la demandada al pago de daños y perjuicios, ni al pago de
daño moral reclamado.

Expediente: 99-000711-0166-LA

Resolución: 2007-000119

SALA SEGUNDA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. San José, a las


nueve horas treinta minutos del veintiocho de febrero del dos mil siete.

Proceso ordinario establecido ante el Juzgado de Trabajo del Segundo


Circuito Judicial de San José, por ANA CECILIA MADRIGAL SÁNCHEZ,
contra el ESTADO y contra la JUNTA DE PENSIONES Y JUBILACIONES DEL
MAGISTERIO NACIONAL,

 Breve resumen de los hechos:

La actora promueve la acción para que en sentencia se declare su derecho a tener


pensión por sucesión en el Régimen del Magisterio Nacional y que se ordene a la
Junta de Pensiones del Magisterio a pagarle todas las diferencias salariales no
pagadas por la denegatoria del derecho pretendido. En primera instancia se
declara sin lugar la demanda en todos sus extremos. La actora apela y el Tribunal
conforma el fallo recurrido, posterior la parte accionante formula recurso ante la
Sala Segunda. La demandante reclama la pensión en su condición de conviviente
de hecho del causante.

 Aspectos relevantes de la sentencia de casación y fundamento de la


decisión:

En el voto de mayoría se analiza la procedencia del otorgamiento de la pensión


para convivientes de hecho, al respecto se estudian los artículos 51 y 52 de la
Constitución Política y su relación con las llamadas familias de hecho. Aunado a
esto se examinan los elementos que dan lugar a una unión de hecho, tales como
la estabilidad, publicidad, cohabitación y singularidad. La mayoría revoca el fallo
impugnado y en su lugar concede a la demandante la pensión solicitada. La
Magistrada Carro Hernández salva el voto, ya que se omitió analizar un aspecto
relevante para resolución del caso, la actora era una mujer que tenía impedimento
legal para contraer nupcias ya que estuvo y continua unida en matrimonio con
otra persona, es por esto que la actora no posee el elemento de la aptitud legal
para contraer matrimonio, al respecto “…Llega a la conclusión de que ninguna de
las leyes que regulan o regulaban el régimen sucesorio y de pensiones del
Magisterio Nacional le otorgan u otorgaban derecho a una conviviente en unión de
hecho sin libertad de estado para ser beneficiaria de una pensión por sucesión…”
es así como se evidencia la necesidad de gozar de libertad de estado para poder
acceder al beneficio de la pensión.

Expediente: 04-000951-0166-LA

Resolución: 2009-000196

SALA SEGUNDA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. San José, a las diez


horas veinte minutos del veintisiete de febrero de dos mil nueve.

Proceso ordinario establecido ante el Juzgado de Trabajo del Segundo


Circuito Judicial de San José, por JUAN DIEGO ACUÑA UREÑA contra el
INSTITUTO COSTARRICENSE DE ELECTRICIDAD.

Breve resumen de los hechos:

El actor promueve la acción para que en sentencia se anule el acto de despido, se


le reinstale en su puesto de trabajo y se le paguen salarios caídos. En primera
instancia se declara sin lugar el proceso ordinario laboral en todos sus extremos.
El apoderado especial judicial del actor apela y el Tribunal de Trabajo confirma el
fallo recurrido. Producto de su inconformidad el actor plantea recurso de casación
ante la Sala Segunda. Al actor se le imputaron varios cargos, tales como
llamadas y recados telefónicos mortificantes, hostiles, humillantes y ofensivos de
naturaleza sexual en contra de una funcionaria. Luego de realizarse el
procedimiento por acoso sexual según la Ley Contra el Hostigamiento Sexual en
el Empleo y la Docencia (Ley número 7476), el actor es destituido de su puesto de
trabajo.

Aspectos relevantes de la sentencia de casación y fundamento de la decisión:

En el voto de mayoría redactado por la Magistrada Carro Hernández, se realiza un


análisis detallado de la Ley 7476 y su correspondencia con la situación de acoso
sexual telefónico denunciado por la ofendida. La sentencia es relevante porque se
analizan aspectos como la relación de poder, el elemento subjetivo del acoso
sexual, los efectos perjudiciales en la victima, entre otras situaciones que hacen
que se configure el acoso sexual.

La Sala Segunda confirma la sentencia recurrida, concluye que sí existió acoso


laboral y declara la demanda sin lugar en todos sus extremos.

Exp: 98-400450-0187-FA

Res: 2008-000026

SALA SEGUNDA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. San José, a las


nueve horas cuarenta minutos del dieciocho de enero del dos mil ocho.

Proceso abreviado de divorcio y subsidiariamente de separación judicial


establecido ante el Juzgado Segundo de Familia de San José, por MANUEL
ALBERTO ESQUIVEL CHAVES contra SNJEZANA VIDOV BLASLOV.

Breve resumen de los hechos:

El actor promueve la demanda para que en sentencia se declare el divorcio y


subsidiariamente la separación judicial, que de la unión no se procrearon hijos,
que la demandada como cónyuge culpable no tiene derecho a alimentos por parte
del actor y que tiene derecho a un cincuenta por ciento de los bienes en calidad de
gananciales. En primera instancia se declara parcialmente con lugar la demanda.
El actor por mostrarse inconforme apela el fallo, el Tribunal de Familia resuelve y
confirma la sentencia recurrida. La parte actora formula recurso de casación ante
la Sala Segunda.

Aspectos relevantes de la sentencia de casación y fundamento de la decisión:

La sentencia realiza un estudio acerca de la ganancialidad de los bienes y de la


procedencia del disfrute de estos con absoluta independencia del calificativo de
inocente o de culpable. El análisis principal de la sentencia versa sobre la
capacidad de los cónyuges próximos a divorciarse, de disponer de sus bienes con
evidente buena fe y en caso contrario la eventual distracción de estos, previo al
divorcio. Al respecto indica que: “…Es cierto que en la ley no se establece ninguna
limitación para disponer de los bienes propios con vocación ganancial, sin
embargo, ese derecho no es absoluto, sobre todo para cuando se vislumbraba la
disolución del vínculo matrimonial, lo que indudablemente se daba en el caso en
estudio, pues debe ejercerse conforme a la buena fe, por lo que si se hizo para
esa época, no pierde el carácter de bien ganancial...”
La Sala Segunda acoge el recurso y resuelve que el inmueble en disputa es
ganancial y que el actor tiene derecho a participar en la mitad del valor neto de la
finca.
ANEXOS
SENTENCIAS COMPLETAS
Texto de la sentencia

*110008271178LA*

Corte Suprema de Justicia

SALA SEGUNDA

Exp: 11-000827-1178-LA

Res: 2015-000235

SALA SEGUNDA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. San José, a las


nueve horas cincuenta y cinco minutos del veintisiete de febrero de dos mil
quince.

Proceso ordinario establecido ante el Juzgado de Trabajo del Segundo Circuito


Judicial de San José (oral-electrónico), por ROXANA MARÍA BARQUERO
ARAYA, divorciada y masajista, contra HWCG CENTRAL AMERICAN
SERVICE SOCIEDAD ANÓNIMA representada por su apoderado generalísimo
Luis Diego Osborne Cortés, administrador de empresas. Actúan como
apoderados especiales judiciales de la demandada los licenciados Ricardo
Vargas Aguilar y Pedro Oller Taylor, vecino de Cartago. Todos mayores,
casados y vecinos de San José, con las excepciones indicadas.

RESULTANDO:

1.-

La actora, en escrito de demanda de fecha veinte de junio de dos mil once,


promovió la presente acción para que en sentencia se condenara a la
demandada al pago de diferencias salariales, salarios caídos, diferencias en
aguinaldo, vacaciones, preaviso, cesantía, horas extra, diferencial cambiario del
dólar, así como intereses, indexación. daños y perjuicios y ambas costas del
proceso.

2.-

La parte demandada contestó la acción en el memorial de fecha veintiocho de


setiembre de dos mil once y opuso las excepciones prescripción, caducidad,
transacción, cosa juzgada, pago parcial y total, falta de derecho, falta de interés
actual y falta de legitimación ad causam activa y pasiva.

3.-

El Juzgado de Trabajo del Segundo Circuito Judicial de San José (oral-


electrónico), por sentencia de las ocho horas diez minutos del dieciocho de
setiembre de dos mil trece, dispuso: “Con fundamento en los argumentos
expuestos y normativa señalada, se declara SIN LUGAR en todos sus extremos
la presente demanda ordinaria laboral de ROXANA MARIA BARQUERO
ARAYA contra HWCG CENTRAL AMERICAN SERVICES SOCIEDAD
ANÓNIMA, cédula jurídica 3-101-431355, representada por Luis Diego Osborne
Cortés en su condición de Presidente con facultades de Apoderado
Generalísimo sin límite de suma. Lo anterior ante la imposibilidad de calcular los
montos percibidos por la actora según las horas laboradas, no queda más
remedio que rechazar la pretensión del reconocimiento de diferencias salariales
y consecuentemente las diferencias en cuanto al aguinaldo, vacaciones, horas
extras, diferencial cambiario del dólar, preaviso y cesantía ya que al haberse
rechazado las diferencias salariales por estar imposibilitada para realizar los
extremos de diferencias salariales existe imposibilidad para calcular las
diferencias en los demás extremos todas vez que éstas pendían de la existencia
de la pretensión principal y al ser la primera rechazada todas las accesorias
tienen la misma suerte. Se deniegan los extremos de salarios caídos y daños y
perjuicios por ser los mismos improcedentes. Las excepciones de pago parcial y
total, falta de derecho, falta de interés actual y falta de legitimación ad
causam activa y pasiva se acogen. Las excepciones de prescripción, caducidad,
transacción y cosa juzgada se rechazan. Se resuelve este asunto sin especial
condenatoria en costas...”.

4.-

La parte actora apeló y el Tribunal de Trabajo, Sección Primera, del Segundo


Circuito Judicial de San José, por sentencia de las diez horas treinta minutos del
dieciocho de julio del año en curso, resolvió: “Se declara, que en la tramitación
de este asunto, no se advierte omisión alguna, que haya podido causar nulidad
o indefensión y se confirma la sentencia apelada”.

5.-

La actora formuló recurso para ante esta Sala, en memorial presentado el cinco
de setiembre del dos mil catorce, el cual se fundamenta en las razones que de
seguido se dirán en la parte considerativa.
6.-

En los procedimientos se han observado las prescripciones de ley.

Redacta la Magistrada Carro Hernández; y,

CONSIDERANDO

I.-

ANTECEDENTES. La actora solicitó el pago de diferencias en salarios, salarios


caídos, horas extra, diferencial cambiario del dólar, aguinaldo, vacaciones,
preaviso, cesantía, por un total de ₡ 16.479.091,29, más intereses, indexación,
daños y perjuicios y ambas costas (documento agregado al escritorio virtual el
28 de junio del 2011 a la 01:27:54 pm). La demandada interpuso las
excepciones de prescripción, caducidad, transacción, cosa juzgada, pago
parcial y total, falta de derecho, falta de interés actual, falta de legitimación ad
causam activa y pasiva (documento agregado al escritorio virtual el 03 de
octubre del 2011 a las 08:30:49 am). Mediante sentencia de primera instancia,
se declaró sin lugar la demanda y se resolvió sin especial condenatoria en
costas (documento agregado al escritorio virtual el 26 de setiembre del 2013 a
las 09:04:24 am). La actora apeló (documento agregado al escritorio virtual el 02
de octubre del 2013 a las 11:41:26 am), pero el Tribunal confirmó la sentencia
recurrida (documento agregado al escritorio virtual el 29 de julio del 2014 a las
08:53:55 am).

II.-

AGRAVIOS. La actora combate la sentencia del Tribunal con fundamento en los


siguientes puntos de agravio (los cuales no coinciden con la numeración del
recurso, pero se agrupan por tema). 1) El Tribunal violentó el principio de
razonabilidad en la valoración de la prueba, ya que no tomó en consideración
aquella de las horas laboradas mensualmente, los días que laboró, las horas por
día, las laboradas en jornada diurna o nocturna. Se refiere a las pruebas # 5 a
154, sin especificar a cuáles documentos se refiere. Afirma que con tales
documentos se puede definir el tipo de cambio utilizado. 2) Afirma que de la
cláusula tercera del contrato de trabajo, se desprende que no era ella quien
establecía el horario, sino los clientes, quienes necesitaban ayuda día y noche.
También indica que, desde que empezó a laborar para la empresa, cada vez
fueron solicitando más tiempo, lo cual se evidencia en la certificación de salarios
de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS). Manifiesta que presentó
prueba para mejor proveer de que era indispensable tener disponibilidad y no
podía negarse a los horarios, las que denomina como # 5 a 154. 3) Afirma que
la cláusula cuarta del contrato de trabajo era abusiva y corresponde a un ius
variandi abusivo, por lo que es nula, ya que durante el 2010 no la llamaron a
trabajar y tenía que llamar todas las semanas para saber si había trabajo.
Agrega que su contrato era por tiempo indefinido, no por servicios profesionales.
Cita la sentencia de esta Sala 921-04 y reclama que el Tribunal haya
considerado que la suya era una forma particular de contratación laboral, con lo
que no aplicó el principio protector ni el de irrenunciabilidad de los derechos
laborales, al considerar que no tiene razón para que se le reconozca salario
mínimo, horas extra, diferencias salariales y los otros extremos laborales.
Apunta que en los últimos 6 meses que laboró, tuvo ingresos
por ₡ 2.018.649,25, para un promedio mensual de ₡ 336.441,55 y
de ₡ 12.940,05 diarios. También muestra inconformidad con que el Tribunal
haya considerado que ella podía haber gestionado judicialmente antes, pues
estuvo 12 meses recibiendo $15 mensuales. Considera que la demandada
actuó de mala fe cuando le decía que llamara la semana siguiente y que, el 8 de
julio del 2010, cuando envió una comunicación, le contestaron que le pagarían
las vacaciones si renunciaba. De esta manera, se utilizó la cláusula cuarta del
contrato para presionarla a renunciar, mientras ella esperaba para que se le
asignara horario de trabajo. 4) Indica que, al extinguirse la relación laboral el 20
de diciembre del 2010, el cálculo de los extremos laborales debía hacerse con el
salario devengado en los últimos 6 meses de la relación laboral, sin embargo, la
demandada optó por calcularlo con base en una remuneración de $15 por mes,
lo que no corresponde a los últimos salarios devengados. Manifiesta que nunca
ha aceptado que su salario fuera de $15 por mes, por lo que el Tribunal se
equivoca en la apreciación de la prueba cuando afirma que no tiene interés el
valor de cada hora, ya que el salario recibido por ella el último año fue de $15
por mes. Indica que es necesario valorar si la hora se le pagaba era a $4 o a
$2.30, ya que a todos les pagaban igual desde el inicio de la relación
laboral. 5) Muestra inconformidad con que el Tribunal no haya analizado si inició
labores el 23 de abril del 2007 o el 24 de mayo, ya que eso cambia el monto que
debe recibir por cesantía. Por ello, insertó una imagen en el recurso, que
demuestra un pago de la demandada del 15 de mayo del 2007. 6) Contradice
que no se le haya causado un daño, como afirma el Tribunal, ya que todas las
semanas tenía que llamar, aún cuando no estuviera de acuerdo con que la
mantuvieran sin asignación de trabajo, máxime tomando en cuenta la cláusula
décima quinta del contrato de trabajo de no competencia, según la cual, no
podía trabajar para la competencia ni por cuenta propia hasta por dos años
después de terminar la relación laboral, bajo pena de indemnización al patrono.
Indica que ella se preparó en la Clínica Bíblica para ese trabajo y no lo iba a
poder efectuar, por lo que decidió esperar, además de que perdió los clientes de
masaje que tenía antes. Agregó que no está reclamando ninguno de los
términos de la conciliación en el Ministerio de Trabajo, pero reitera que la aceptó
bajo presión. Finaliza solicitando que se revoque la sentencia recurrida y que se
declare con lugar la demanda (documento agregado al escritorio virtual el 5 de
setiembre del 2014 a las 04:24:34 pm).

III.-

ACERCA DE LA PRUEBA. En relación con el primer punto de agravio debe


indicarse que, si bien la recurrente no expresa con claridad a cuáles
documentos se refiere como pruebas no valoradas, se entiende que son
aquellos que aportó con la presentación de la apelación, ya que más adelante lo
menciona así. Sin embargo, el Tribunal no se pronunció acerca de su
admisibilidad y la parte agraviada no viene recurriendo nada con respecto a
esto, ni hace ninguna solicitud a esta Sala sobre ese punto, sino que se limita a
reclamar que el ad-quem, en su criterio, faltó al principio de razonabilidad en la
valoración de la prueba. De esta manera, esos documentos no pueden ser
utilizados para la resolución del asunto, debido a que, al no haber sido
admitidos, no fueron puestos en conocimiento de la otra parte, por lo que se le
estaría dejando en indefensión al utilizar prueba indebidamente incorporada al
debate. Lo mismo sucede con lo dicho en el segundo motivo de agravio, así
como cualquier otra referencia a esos documentos. Dicho esto, es necesario
indicar que el primer motivo de agravio, al versar sobre la supuesta violación del
principio de razonabilidad en la valoración de prueba no admitida, debe ser
rechazado. En el que se numeró como segundo punto de agravio, la actora
menciona que debía estar disponible en el momento en que la empresa
solicitara sus servicios, pero esto no está ligado a ninguna pretensión específica
de las enumeradas en la demanda, de manera que es un tema que no tiene
relación con el fondo del asunto. Además, en cuanto hace referencia a pruebas
no admitidas, como se dijo, tampoco es de recibo. Así, los dos primeros
agravios deben ser rechazados.

IV.-

ACERCA DEL SALARIO. En cuanto al tercer motivo de agravio, la actora


menciona que existió un ius variandi abusivo en su perjuicio que no ha sido
analizado hasta el momento, relacionado con la aplicación de la cláusula cuarta
del contrato de trabajo. Por su parte, en el cuarto motivo de agravio, expresa
inconformidad con que se haya tomado para el pago de prestaciones un salario
de $15 mensuales. Al respecto, una vez analizado el expediente, considera esta
Sala que, efectivamente, se dio un ius variandi abusivo en perjuicio de la
trabajadora, cuyo objetivo era que ella renunciara. Esto se desprende de la
comunicación aportada por ella y que consta en las imágenes 90 y 91 del
archivo incorporado el 28 de junio del 2011 a la 01:22:27 pm, en la cual la actora
solicita que se le reconozca el pago de vacaciones desde diciembre del 2008 y
de la empresa le responden que ese pago está condicionado a que presente la
renuncia. Esta “invitación” a renunciar fue realizada el 8 de julio del 2010,
después de que tenía casi ocho meses de que no la llamaban a trabajar y medio
año después de que recibiera los montos otorgados en la conciliación en el
Ministerio de Trabajo. Asimismo, en ese archivo, también se encuentran otros
correos, de los cuales se desprende que había problemas de pago y que la
actora hacía reclamos periódicos por ello (imágenes 71 a 92). En adición a esto,
según lo que se dijo atrás, el día 21 de enero del 2010, las partes llegaron a una
conciliación en el Ministerio de Trabajo en la cual se le cancelaron horas no
pagadas entre noviembre del 2007 y agosto del 2009, aguinaldo
correspondiente al período del 1° de diciembre del 2007 al 30 de noviembre del
2008 y vacaciones acumuladas hasta diciembre del 2008 (imagen 98 del mismo
documento), de manera que se le hizo una cancelación parcial de los montos
adeudados hasta el momento. Todos estos elementos, analizados en forma
conjunta y tomando en cuenta la negativa de la empresa de asignarle trabajo
durante todo el año 2010, dejan en evidencia que lo que se dio, en este caso,
fue un despido encubierto. De esta forma, el no asignarle clientes durante todo
el año 2010 constituyó un ius variandi abusivo que, sin lugar a dudas, le
perjudicó en su condición laboral. Además, con esta decisión, se dio un uso
abusivo de la cláusula cuarta del contrato, que establecía el pago de $15
durante los meses en los que no se le asignara trabajo. Esto por cuanto,
finalmente, la empresa decidió rescindir el contrato de trabajo el 20 de diciembre
del 2010 (imagen 93 del mismo documento) y usó para el cálculo de las
prestaciones laborales adeudadas, un salario de $15 por mes, con lo que se dio
un pago mucho menor que aquel que hubiera tenido que cancelar de haberla
cesado y liquidado cuando decidió dejar de asignarle trabajo el año anterior. Por
ello es que los pagos solicitados por la actora, debieron de haberse calculado
con el salario percibido antes del mes de diciembre del 2009. Ahora bien, en
cuanto al reproche de que no se analizó el valor de la hora, lleva razón la
accionante, por cuanto esto influye en los cálculos de las prestaciones y de
eventuales diferencias salariales solicitadas desde la demanda. Se tiene que la
actora recrimina que se le haya comenzado a pagar a cuatro dólares ($4) la
hora y que, posteriormente, se le pasara a pagar la hora a dos dólares treinta
centavos ($2.30). Para efectos de este análisis, no se pueden utilizar los
cuadros presentados por la accionante con la demanda y confeccionados por
ella misma, ya que esos son sus propios cálculos y aceptarlos como ciertos,
sería como aceptar su dicho sin prueba que lo fundamente. De acuerdo con la
cláusula cuarta del contrato, el monto a cancelar por hora laborada era de dos
dólares treinta centavos ($2.30). De la prueba aportada con la demanda, los
documentos del BAC no son idóneos para determinar cuánto se le pagaba en la
realidad por cada hora laborada. La actora presentó unos recibos que firmaba,
con logo de la demandada, y en algunos casos, viene una especie de desglose
de lo que se le estaba pagando. No obstante, esto no aclara lo que se busca,
que es el monto que se le pagaba por hora laborada. En los desgloses sí indica
cuántas horas se están cancelando, pero el valor que se le da a la hora no es
siempre el mismo. Nótese que en algunos casos dice que era 4 (se presume
que son dólares), pero en otros casos dice que son tres mil quinientos colones
( ₡ 3.500) (imágenes 43 a 48), dos (se presume que son dólares, imágenes 37,
44), mil novecientos noventa y ocho colones( ₡ 1.998) (imagen 49), dos mil
doscientos veintiocho colones ( ₡ 2.228) (imágenes 52, 53), dos dólares y
medio ($2.5) (imagen 62), de lo cual parece desprenderse que el salario no era
fijo, sino variable, ya que eran montos siempre diferentes los que se cancelaban
por la hora. La prueba testimonial no aporta elementos adicionales para lograr
determinar el monto que debía cancelarse y sólo se cuenta con el dicho de la
actora en la confesional, en el que reitera lo que dijo en la demanda e incluso
aclara que había un caso de una señora a la que tenía que bañar, en que la
tarifa pactada era diferente. De esta manera, no es posible acceder a lo que
solicita la actora, de ordenar a la empresa demandada cancelarle la diferencia
entre los $4 que considera debía de pagársele por hora y los dos dólares treinta
centavos ($2.30) que dice el contrato. Consecuentemente, aunque sí debía ser
analizado el punto a diferencia de lo que hizo el Tribunal, en nada beneficia a la
actora, ya que lo único de lo que hay certeza es de que el acuerdo salarial era
cancelar dos dólares treinta centavos ($2.30) por hora laborada, aunque en
ocasiones se cancelaban montos diferentes (como se evidencia incluso de los
documentos que la recurrente inserta en el texto del recurso), sin lograr
determinarse los motivos por los cuales se hacían variaciones.

V.-

FECHA DE INICIO DE LABORES. El quinto motivo de agravio se refiere la


fecha de inicio de la actora, en lo cual debe reiterarse el criterio vertido por el
Tribunal en este sentido. El monto de la cesantía no variaría si se determina que
la actora comenzó en abril o en mayo, ya que, de conformidad con el artículo 29
inciso 3.c del Código de Trabajo, le correspondía el pago de 20,5 días por año
laborado o fracción superior a seis meses. Si hubiera ingresado a trabajar en
abril, habría laborado 3 años y 8 meses, mientras que si hubiera sido en mayo,
habrían sido 3 años y 7 meses, de manera que, de acuerdo con lo resaltado, el
resultado habría sido el mismo porque en ambos casos, tendría que
considerarse una fracción superior a los seis meses. Así, este agravio debe ser
rechazado.

VI.-

CÁLCULOS. Una vez resuelto todo lo anterior, es menester realizar los cálculos
respectivos en cuanto a preaviso, cesantía, vacaciones y aguinaldo, con el fin
de determinar la diferencia a cancelar, según los salarios percibidos a diciembre
del 2009. A falta de otro tipo de pruebas, para esto, se va a utilizar el reporte
acumulado de salarios emitido por la Caja Costarricense de Seguro Social
incorporado al escritorio virtual el 25 de octubre del 2011 a las 03:56:48 pm,
imagen 2. Tal reporte, tiene el salario anual percibido por la actora en el año
2009, correspondiente a dos millones doscientos treinta y nueve mil cincuenta y
tres colones ( ₡ 2.239.053) de enero a noviembre, lo que corresponde a un
promedio mensual por ese período de doscientos tres mil quinientos cincuenta
colones veintisiete céntimos ( ₡203.550,27). Vacaciones: De acuerdo con la
conciliación a la que se llegó ante el Ministerio de Trabajo que consta en la
imagen 98 de los documentos aportados con la demanda, a la actora le habían
cancelado hasta las vacaciones del mes de diciembre del 2008, por lo que
faltarían aquellas de enero del 2009 a diciembre del 2010, que corresponden a
un mes (dos semanas por cada año de conformidad con el artículo 153 del
Código de Trabajo), sean doscientos tres mil quinientos cincuenta colones
veintisiete céntimos ( ₡ 203.550,27). Aguinaldo: De acuerdo con la conciliación
dicha, se le canceló el aguinaldo hasta el 30 de noviembre del 2008, por lo que
le corresponde el período de diciembre del 2008 a diciembre del 2010. Dado
que de acuerdo con la Ley de Pago de Aguinaldo a Servidores Empresa Privada
n.º 2412, le corresponde el equivalente a un mes de salario por lo percibido de
diciembre a noviembre del año siguiente. Como no se tienen datos para calcular
lo correspondiente al mes de diciembre del 2008, se toma como si hubiera
percibido el mismo salario dicho, de manera que, de diciembre del 2008 a
noviembre del 2010 hay dos años, por los cuales le conciernen cuatrocientos
siete mil cien colones cincuenta y cuatro céntimos ( ₡ 407.100,54), más once
mil trescientos ocho colones con treinta y cinco céntimos ( ₡ 11.308,35)
correspondientes a los 20 días del mes de diciembre del 2010, para un total de
cuatrocientos dieciocho mil cuatrocientos ocho colones ochenta y nueve
céntimos (₡ 418.408,89). Preaviso: De acuerdo con el artículo 28 inciso c) del
Código de rito, le corresponde un mes, sea doscientos tres mil quinientos
cincuenta colones con veintisiete céntimos ( ₡ 203.550,27). Auxilio de
cesantía: Según el artículo 29 inciso 3.c del mismo cuerpo legal, le
corresponden de 20,5 días por año laborado o fracción superior a seis meses,
es decir, le corresponde el pago de 82 días, tomando en cuenta un valor de seis
mil setecientos ochenta y cinco colones (₡ 6.785) por día, para un total de
quinientos cincuenta y seis mil trescientos setenta colones
(₡ 556.370). Total: de acuerdo con estos cálculos, el monto a cancelar sería de
setecientos cincuenta y nueve mil novecientos veinte colones veintisiete
céntimos ( ₡ 759.920,27), sin embargo, de acuerdo con las imágenes 94 y 95
de las pruebas aportadas con la demanda (archivo incorporado el 28 de junio
del 2011 a la 01:22:27 pm), por estos conceptos se le había ya cancelado un
monto de ciento veintidós mil novecientos setenta colones noventa y un
céntimos ( ₡ 122.970,91), que se le debe restar a la liquidación hecha. De esta
manera, lo que debe cancelársele es un total de seiscientos treinta y seis mil
novecientos cuarenta y nueve colones treinta y seis céntimos
( ₡636.949,36) , más los intereses que genere el monto desde la fecha de
despido y hasta su efectivo pago.

VII.-

EN CUANTO A LOS DAÑOS Y PERJUICIOS. El último agravio se refiere a que


el Tribunal no consideró el daño que le generó estar un año sin ser llamada a
trabajar, con un pago de únicamente $15. Considera la Sala que la actora lleva
razón en su reclamo, sin embargo, lo que le corresponde en este caso es el
pago de perjuicios. Esto por cuanto el daño consiste en la pérdida sufrida,
mientras que el perjuicio corresponde a la ganancia dejada de percibir (se
puede consultar en este sentido BRENES CÓRDOBA, Alberto. Tratado de las
Obligaciones, 8ª edición, San José, Editorial Juricentro, 2010, p. 99). El
reconocimiento de los salarios dejados de percibir por la accionante durante el
tiempo en el cual no se le llamó a realizar trabajo efectivo, es acorde con la
pretensión de la actora del pago de daños y perjuicios y cuyo rechazo viene
reclamando. Las actuaciones de la empresa demandada generaron un perjuicio
para la actora, quien vio vulnerados sus derechos laborales por actuaciones
abusivas de parte de su empleadora (de acuerdo con lo que se dijo en el
considerando IV), quien no sólo modificó las condiciones laborales en su
detrimento, sino que hizo un uso inicuo y antisocial del derecho, al aplicar
abusivamente la cláusula cuarta del contrato laboral para disimular un despido
encubierto. Esto le perjudicó no sólo porque ella tenía buenas relaciones con las
personas y los familiares de aquellos pacientes a quienes atendía, sino también
porque dejó a sus propios pacientes de terapia por trabajar para la empresa, tal
y como se observa de las notas que se encuentran en el documento
incorporado al expediente electrónico el 08 de marzo del 2012 a las 02:54:53
pm. De acuerdo con el artículo 41 constitucional, es un derecho fundamental de
los individuos el recibir reparo a los daños (término genérico) injustamente
sufridos. En este mismo sentido, el ordinal 1045 del Código Civil establece la
obligación general de que, de acuerdo con el principio de responsabilidad civil,
todo aquel que causa un daño, está obligado a repararlo en conjunto con sus
perjuicios. Por este motivo, es imperativo concederle a la actora una
indemnización por el perjuicio sufrido, por no haber recibido salario durante todo
un año. De conformidad con el considerando anterior, el salario promedio
mensual que percibió durante el año 2009 fue de doscientos tres mil quinientos
cincuenta colones veintisiete céntimos (₡ 203.550,27), de manera que, tomando
ese salario por el año 2010, se fijan los perjuicios sufridos en la suma de dos
millones cuatrocientos cuarenta y dos mil seiscientos tres colones veinticuatro
céntimos (₡ 2.442.603,24).

VIII.-

CONCLUSIÓN. Corolario de lo anterior, debe revocarse de manera parcial la


sentencia recurrida y declararse parcialmente con lugar la demanda. Por ello, es
menester condenar a la demandada a cancelar a la actora un monto de
seiscientos treinta y seis mil novecientos cuarenta y nueve colones treinta y seis
céntimos ( ₡636.949,36), por diferencias en el pago de preaviso, cesantía,
vacaciones y aguinaldo, más los intereses que genere el monto desde la fecha
de despido y hasta su efectivo pago, de conformidad con el artículo 1163 del
Código Civil. Las sumas aquí indicadas deberán de ser indexadas, pero los
intereses correrán sobre los montos sin indexar. Asimismo, por concepto de
perjuicios deberá cancelarle la suma de dos millones cuatrocientos cuarenta y
dos mil seiscientos tres colones veinticuatro céntimos ( ₡ 2.442.603,24). Por lo
aquí resuelto y de conformidad con el artículo 221 del Código Procesal Civil,
corresponde condenar a la demandada al pago de ambas costas, fijando las
personales en el 20% del total de la condenatoria.

POR TANTO

Se revoca parcialmente la sentencia venida en alzada. Se declara


parcialmente con lugar la demanda y se condena a la demandada a cancelar a
la actora doscientos tres mil quinientos cincuenta colones con veintisiete
céntimos por concepto de vacaciones, cuatrocientos dieciocho mil cuatrocientos
ocho colones con ochenta y nueve céntimos por aguinaldo, doscientos tres mil
quinientos cincuenta colones con veintisiete céntimos por preaviso y quinientos
cincuenta y seis mil trescientos setenta colones por auxilio de cesantía, para un
total de seiscientos treinta y seis mil novecientos cuarenta y nueve colones con
treinta y seis céntimos, más los intereses que genere el monto desde la fecha
de despido y hasta su efectivo pago, de conformidad con el artículo mil ciento
treinta y seis del Código Civil. Las sumas aquí indicadas deberán de ser
indexadas, pero los intereses correrán sobre los montos sin indexar. Por
concepto de perjuicios, se condena a la demandada al pago de dos millones
cuatrocientos cuarenta y dos mil seiscientos tres colones veinticuatro céntimos.
Se condena a la demandada al pago de ambas costas y se fijan las personales
en el veinte por ciento del total de la condenatoria. En lo demás que fue objeto
de recurso, se confirma la sentencia venida en alzada.

Orlando Aguirre Gómez

Eva María Camacho Vargas María del Rocío Carro Hernández

Diego Benavides Santos Héctor Blanco González

Res: 2015000235

AMONTEROM
Sentencia:
00758 Expediente:
08-001716-0166-
LA Fecha:
31/08/2012 Hora:
09:00:00
a.m. Emitido por:
Sala Segunda de la
Corte

Tipo de Sentencia: De Fondo


Redactor: Diego Benavides Santos
Clase de Asunto: Proceso ordinario laboral

Texto de la sentencia
* Sentencia con datos protegidos, de conformidad con la normativa
vigente

*080017160166LA*

Corte Suprema de Justicia

SALA SEGUNDA

Exp: 08-001716-0166-LA

Res: 2012-000758

SALA SEGUNDA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA . San José, a las


nueve horas del treinta y uno de agosto de dos mil doce.

Proceso ordinario establecido ante el Juzgado de Trabajo del Segundo Circuito


Judicial de San José, por O., […], contra el INSTITUTO NACIONAL DE
APRENDIZAJE, representado por su apoderado general judicial el licenciado
Esteban González Maltes. Figura como apoderado especial
judicial del demandado la licenciada Mariela Moncada Rojas, casada. […].

RESULTANDO:

1.-

El actor, en escrito fechado veinticinco de junio de dos mil ocho, promovió la


presente acción para que en sentencia se condenara al demandado a
cancelarle preaviso, auxilio de cesantía, daños y perjuicios del artículo 82 del
Código de Trabajo, daño moral con fundamento en el artículo 1045 del Código
Civil, intereses y ambas costas del proceso.

2.-

La parte demandada contestó en los términos que indicó en el memorial de


fecha veintiséis de agosto de dos mil ocho y no opuso excepciones.

3.-

La jueza, licenciada Carolina Fallas Sánchez, por sentencia de las diecisiete


horas del dieciséis de diciembre de dos mil nueve, dispuso: De conformidad
con lo expuesto, normas legales, artículos 28, 29, 82, 83, 84 del Código de
Trabajo y antecedentes jurisprudenciales señalados, se declara SIN LUGAR en
todos sus extremos la demanda interpuesta por O., […], contra INSTITUTO
NACIONAL DE APRENDIZAJE cédula de persona jurídica […] representada
por su apoderada especial judicial, licenciada Mariela Moncada Rojas, […]. Se
rechaza el pago de preaviso, auxilio de cesantía, daños y perjuicios de
conformidad con el numeral 82 delCódigo de Trabajo y daño
moral. Adicionalmente, se rechaza el pago de intereses por ser estos accesorios
a la pretensión principal. Se omite pronunciamiento sobre las excepciones, por
cuanto no fueron interpuestas. Por considerar la suscrita que el actor litigó con
evidente buena fe, se resuelve sin especial condena en costas, con fundamento
en el numeral 222 del Código Procesal Civil, el cual resulta de aplicación
supletoria en este tipo de procesos. Se advierte a las partes que, esta sentencia
admite el recurso de apelación, el cual deberá interponerse ante este juzgado
en el término de tres días. En ese mismo plazo y ante este órgano jurisdiccional
también deberán exponer, en forma verbal o escrita, los motivos de hecho o de
derecho en que la parte recurrente apoya su inconformidad, bajo el
apercibimiento de declarar inatendible el recurso (artículos 500 y 501 incisos c)
y d) (sic); votos de la Sala Constitucional números 5798, de las 16:21 horas, del
11 de agosto de 1998 y 13:06 de las 16:27 horas del 23 de febrero de 1999 y
voto de la Sala Segunda número 386, de las 14:20 horas del 10 de diciembre de
1999).

4.-

La parte accionante apeló y el Tribunal de Trabajo, Sección Segunda, del


Segundo Circuito Judicial de San José, integrado por los licenciados Ana Luisa
Meseguer Monge, Juan Carlos Segura Solís y Leila Shadid Gamboa, por
sentencia de las nueve horas veinte minutos del treinta y uno de octubre de dos
mil once, resolvió: Se declara que en el presente proceso no existen vicios
implicativos de nulidad o indefensión. SE REVOCA la sentencia recurrida. En
todos sus extremos petitorios, se acoge la demanda. Se declara que el
demandante fue presionado a renunciar por el acoso laboral de que fue víctima;
de manera que se está en presencia de undespido encubierto. Se obliga al
Instituto Nacional de Aprendizaje, a pagarle al actor O., las siguientes
cantidades: cuatrocientos ochenta mil dos colones con cincuenta céntimos por
un mes de preaviso y un millón seiscientos treinta y cinco mil ochocientos
cuarenta y ocho colones con cuarenta céntimos por 102.24 días de auxilio de
cesantía. Además, deberá pagar la suma de dos millones ochocientos ochenta
mil un colones con cincuenta céntimos, equivalente a seis meses de salario, a
título de daños y perjuicios y la cantidad de cinco millones de colones por
concepto de daño moral. Únicamente, sobre las sumas concedidas por
concepto de preaviso y cesantía, corresponde otorgar intereses de acuerdo al
tipo fijado por el Banco Nacional de Costa Rica, para los certificados
semestrales a plazo fijo en moneda nacional, los cuales rigen desde la
presentación de la demanda y hasta su efectivo pago. Se condena a la
Institución demandada al pago de ambas costas del juicio, fijándose los
honorarios de abogado en el porcentaje del veinte por ciento de la condenatoria.

5.-

La parte accionada formuló recurso para ante esta Sala en memorial de data
quince de diciembre de dos mil once, el cual se fundamenta en los motivos que
se dirán en la parte considerativa.
6.-

En los procedimientos se han observado las prescripciones de ley.

Redacta el Magistrado Benavides Santos; y,

CONSIDERANDO:

I.-

ANTECEDENTES: El actor, diseñador gráfico, planteó demanda laboral contra


el Instituto Nacional de Aprendizaje alegando haber sido víctima de acoso
laboral y de un despido encubierto. Explicó que en marzo de 2003 fue
contratado para que se desempeñara en el diseño y confección de material
didáctico y publicitario. No obstante lo anterior, se dio un cambio en las
funciones que debía desempeñar. Inicialmente se le recargó con el
manejo del equipo de reproducción digital -a pesar de no ser técnico- y
posteriormente se le pedía realizar tareas tales como limpiar bodegas, sacar
material de desecho y cargarlo en camiones y trasladar sillas. Narró que las
labores propias de su puesto y, acordes a su preparación profesional, cada vez
fueron menos. Ante esa problemática realizó múltiples gestiones ante la jefatura
pero los encargados no definían su situación laboral y le proferían frases
amenazantes. Aunado a lo anterior su recinto de trabajo se había convertido
en un lugar de almacenamiento de resmas de papel que, según su decir,
obstaculizaban el paso. Indicó que en el año 2008 fue trasladado a la Unidad
Tecnológica de Formación donde se agravó la problemática pues se le mantuvo
físicamente aislado de sus compañeros y no le fueron asignadas funciones lo
que imposibilitó que presentara el correspondiente informe de resultados. A
pesar de su precaria situación, la falta de trabajo y contra todo pronóstico, se le
nombró en propiedad el 31 de enero de 2008. Sin embargo, dada la presión
psicológica y “la degradación profesional”, se vio obligado a presentar su
renuncia el 6 de mayo de 2008. Con base en esos argumentos solicitó que en
sentencia se condene a ese instituto a cancelarle preaviso, cesantía, daños y
perjuicios y ambas costas del proceso. También requirió el pago de una
indemnización por daño moral (folios 1 a 15). La apoderada especial judicial de
la parte accionada contestó la demanda en los términos del memorial visible a
folios 55 a 78. Requirió el rechazo de las pretensiones del promovente mas no
opuso excepciones. La señora jueza de primera instancia declaró sin lugar la
demanda y resolvió sin especial condenatoria en costas (folios 152 a 160). Ante
la apelación del actor, la Sección Segunda del Tribunal de Trabajo del Segundo
Circuito Judicial de San José revocó aquel fallo y declaró con lugar la acción.
Condenó al I.N.A. al pago de ¢480.002,50 por preaviso y ¢1.635.848,40
equivalente a 102.24 días de auxilio de cesantía. Sobre esos rubros concedió
intereses. Asimismo ordenó el pago de ¢2.880.001,50 correspondiente a 6
meses de salario y una indemnización de ¢5.000.000,00 por daño moral.
Estableció las costas a cargo del ente vencido fijando las personales en el 20%
de la condenatoria (folios 161 a 170 y 195 a 210).

II .-

AGRAVIOS DE LA RECURRENTE: Disconforme con lo resuelto, la


representante del Instituto Nacional de Aprendizaje acude ante esta tercera
instancia rogada. Considera que se incurrió en una indebida valoración de la
prueba. Reprocha que el tribunal tuviera por acreditada la existencia de acoso
laboral y de un despido encubierto cuando, en su criterio, tuvo lugar la renuncia
pura y simple del actor. Arguye que no se tomó en cuenta que el
nombramiento del accionante comodiseñador gráfico obedeció en su momento
a la necesidad institucional originada en la instalación de un Centro de
Reproducción Digital. Indica que la falta de tareas atinentes a ese cargo y la
asignación de funciones distintas se dio por la imposibilidad de poner en
funcionamiento el equipo técnico y, por otro lado, por el impedimento legal para
suprimir el puesto que ocupaba el señor O. habida cuenta que para ello hubiera
sido necesario cumplir con los requisitos establecidos por el Estatuto Civil.
Indica que ante ese inconveniente se le pidió efectuar otras actividades las
cuales el actor siempre estuvo anuente a realizar. Sostiene que, contrario a lo
señalado por el ad quem, los jefes inmediatos del actor siempre mostraron su
preocupación y el deseo de solucionar su situación laboral. La encargada de la
Unidad de Servicio al Usuario -doña M.-
trató con las autoridades superiores el tema de la reparación del equipo.
Además, el señor C., jefe inmediato de don O., le propuso otras opciones de
trabajo ya fuera dentro del Área de Promoción, considerando su especialidad en
mercadeo, o como instructor de diseño en el Núcleo de Industria Gráfica del
INA. Manifiesta que la buena fe en el accionar de la parte demandada quedó
demostrada con el traslado del promovente a la UTEFOR, dependencia donde
sí podía desempeñar funciones acordes a su nivel profesional y donde fue
nombrado en propiedad. Incluso apunta que en ese momento se recomendó al
actor como una persona apta e idónea para ocupar ese cargo. Enfatiza en que
nunca se suscitaron conductas de acoso ni maltrato laboral. En ese sentido
explica que, por motivos de colaboración y solidaridad, ocasionalmente se
requería la ayuda de los funcionarios para que efectuaran tareas
tales como acarrear sillas o banderas hacia algún auditorio, trasladar
computadoras a otras oficinas o acomodar resmas de papel. Aclara que esas
tareas consistían en colaboraciones voluntarias solicitadas solo en algunas
ocasiones y en un contexto de respeto y cortesía. Niega que se diera un recargo
de funciones y que se aislara del resto de compañeros o que el recinto donde
laboraba se utilizara de bodega y tuviera problemas de espacio y de ventilación.
Asevera que el actor nunca mostró enfermedad o daño físico o emocional
mientras trabajó en el Centro de Reproducción Digital y que su renuncia
fue un acto voluntario. Apunta una indebida aplicación de criterios
jurisprudenciales. En relación con ese agravio señala que el trabajador debió
prevenir al empleador para brindarle la oportunidad de modificar su conducta.
Afirma que las presuntas conductas de acoso laboral serían atribuibles a los
mandos medios de la institución y que el accionante no demostró haber puesto
esa situación en conocimiento de las instancias superiores de la
institución. Finalmente considera injustificado y desproporcional el monto
concedido por el tribunal por concepto de daño moral. Destaca que no se
proporcionaron argumentos que expliquen la fijación de esa indemnización,
máxime que el actor no especificó una suma por ese extremo, dentro de la
petitoria (folios 214 a 223).

III .-

ANÁLISIS DEL CASO CONCRETO: En lo fundamental, la situación que se


plantea en el proceso en examen es determinar la verdadera causa por la cual
el trabajador concluyó la relación laboral, pues está claro que ese desenlace no
obedeció a una decisión expresa del patrono, sino del actor. El punto es
establecer si con las probanzas allegadas al expediente se logró demostrar que
lo acontecido en la especie fue una renuncia pura y simple por
parte del trabajador -como lo argumenta la parte demandada- o bien, un despido
encubierto o indirecto por hostigamiento laboral que lo motivó a romper
unilateralmente esa relación -como se aduce en la demanda-. Al estudiar
minuciosamente el elenco probatorio que consta en autos es factible concluir –
por los argumentos que se esgrimirán- que la valoración de la prueba efectuada
por el tribunal resulta acertada por cuanto, efectivamente, de ella resulta visible
la situación de acoso u hostigamiento laboral enfrentada por el actor, que lo
motivó a dar por concluida la relación laboral. En relación con esta figura,
también conocida como “mobbing”, el autor argentino Tomás Ignacio González
Pondal la define como: “aquellas conductas que reiteradas en un cierto período,
de uno u otro modo tienden a la destrucción anímica y psíquica del acosado” y
señala que con esas conductas se hace alusión: “tanto a los comportamientos
activos como a los pasivos, es decir, comisiones u omisiones de actos. Así, a
modo de ejemplo, en el primer grupo podemos incluir los gritos, las
murmuraciones, los insultos, los golpes. Dentro del segundo, incluimos el no
responder cuando se pregunta algo, el no dar actividad al trabajador y
hacerlo sentir inútil”. Añade que: “…Es común que el patrón, para apabullar,
aplastar y mortificar la psiquis del acosado, recurra a inutilizarlo, vale decir que
se le impide de una u otra manera que desempeñe sus tareas. Así, se tienen
empleados paseando de un lado para el otro, sin hacer nada y a la vista de sus
compañeros, o relegados a una oficina en donde nada hay para hacer;
literalmente se lo deja mirando al techo”. (Énfasis suplido por el
redactor) (GONZÁLEZ PONDAL (T), Mobbing: el acoso psicológico en el ámbito
laboral, Euros Editores S.R.L. Argentina, 2010, p. 8, 44 y 45). Son muchos los
instrumentos jurídicos internacionales que contemplan derechos directamente
violentados dentro de una situación de hostigamiento laboral. En la Declaración
Americana de los Derechos y Deberes del Hombre se establece el derecho a
la “integridad de la persona” y su artículo 14 indica que toda persona tiene
derecho a trabajar en condiciones dignas. Por su parte, la Declaración Universal
de Derechos Humanos en su canon 23 dispone el derecho al trabajo, a
condiciones equitativas y satisfactorias del mismo, a la protección contra el
desempleo y a un salario equitativo y satisfactorio, acorde a la dignidad humana.
También en igual sentido el numeral 5 del Pacto de San José de Costa Rica
refiere que: “Toda persona tiene derecho a que se respete su integridad física,
psíquica y moral”. Debe acotarse que, si bien no con el carácter de norma
internacional de trabajo, en el marco de la OIT, en el Convenio Colectivo sobre
Prevención y Solución de Reclamaciones en materia de acoso, firmado entre
esa organización y su sindicato, el acoso laboral se definió con una gran
amplitud al abarcar todo acto, conducta o declaración que resulte inoportuna
para la persona afectada y que pueda considerarse razonablemente como un
comportamiento de acoso con carácter discriminatorio, ofensivo, humillante,
intimidatorio o violento (art. 2.9). En definitiva, la protección contra el acoso
laboral obedece a que atenta contra el derecho fundamental a trabajar, y
hacerlo en condiciones de respeto a la dignidad de la persona, de la cual los
patronos no pueden disponer. Por esa razón es que los jueces y juezas están
obligados a sancionar estas prácticas, contrarias a la dignidad del ser humano,
en procura de mantener ambientes de trabajo libres de violencia y previniendo
conductas que puedan generar daños graves, algunas veces irreversibles, para
la persona trabajadora. En el sub litem, el actor ha sostenido que fue
contratado como profesional en diseño publicitario pero paulatinamente se le fue
despojando de las funciones inherentes a su puesto al punto que, al no tener
nada que hacer, le fueron asignadas tareas propias de un encargado de
mantenimiento tales como acarreo de sillas y traslado de computadoras. En
pocas palabras se dio, en decir del Tribunal ad quem, un vaciamiento de
funciones en el cargo que desempeñaba lo cual, en criterio de ese despacho,
constituye una forma de acoso laboral. Quienes suscribimos el voto de mayoría
concurrimos con esa tesis por cuanto, de la prueba traída al proceso nos resulta
evidente que de manera consciente para la jerarquía patronal, al actor se le
mantuvo durante mucho tiempo en la condición de no poder realizar las
funciones del puesto para el que fue contratado, a pesar de las instancias
efectuadas por él con el determinado propósito de que se resolviera la situación
operativa del centro de trabajo y la suya. Tal inconveniente situación se
constituye en hostigadora por cuanto se convierte, en el día a día en el que la
persona acude a su centro de labores, en una violación constante y latente al
derecho fundamental al trabajo que la persona trabajadora debe soportar
porque la solución corresponde tomarla a su jefatura, sobre todo, cuando como
en el caso en estudio, existe una unidad de personal que debe estar atenta a
atender y resolver los problemas que enfrenta el personal al servicio de la
institución. Tal protección contra los vejámenes a derechos fundamentales
procede otorgarla independientemente de que esa situación obedeciera a
problemas técnicos o de operación del equipo del centro de labores pues, antes
que ello, la obligación de todo patrono es priorizar y garantizar los derechos
fundamentales de sus trabajadores y trabajadoras. De los autos resulta evidente
que el departamento donde el actor se desempañó, poco a poco fue perdiendo
su funcionalidad debido a problemas técnicos y de operación de su equipo.Esa
situación fue abiertamente admitida por la parte demandada y se vio reafirmada
con las declaraciones de quien fuera jefa del actor, las cuales se transcriben
para poder visualizar la dinámica de lo enfrentado por el actor, en su centro de
trabajo. Esa testigo mencionó:

“el trabajo de la USU disminuyó por los problemas de conecciones eléctricas y


daños del equipo no pudo seguir operando tuvo que suspenderse primero
porque el contrato de mantenimiento del equipo, Xerox dijo que ese equipo si se
ponía a operar con ese arreglo eléctrico se dañara se hizo un estudio eléctrico y
de el se vio que efectivamente había problemas eléctricos y se solicitó también
a mantenimiento hicieran el arreglo pero no se logró porque había una solicitud
de estudio de qué se iba a ser (sic) con el centro por ello no se hacía el arreglo,
de hecho la administración decidió sacar a remate el equipo, se dijo también con
una nota a la Gerencia de nuestra parte diciendo que se decidiera qué se iba a
hacer con el equipo y el funcionario de ese centro, también algunas veces había
falta de suministro no había mantenimiento, se tenía que comprar los
suministros, se hizo una compra directa y se agotó y luego se compró por caja
chica si había problemas de suministros. Se buscó una medida respecto a los
funcionarios a las jefaturas se les preguntó si tenían trabajo para ellos, en
Comunicación llegaban trabajos y se reubicó al señor G. y respecto de O. que
era diseñador gráfico y por su especialidad en comunicación se le solicitó a la
compañera A. que trabajara con él porque es un servicio dentro del mismo
proceso donde él trabaja, también se le solicitó la oportunidad para que laborara
como docente en industria gráfica pero O. dijo que no le gustaba, la otra opción
era trabajar en diseñador gráfico en UTEFOR, que fue donde se le hizo el
traslado pero se solicitó que un porcentaje de su trabajo fuera para trabajos
específicos de la unidad, la administración hizo una gestión para nombrar en
propiedad a las personas que tenían más de dos años de laborar al servicio Civil
para estar en propiedad dentro de esas personas estaba O., cuando se nombró
en propiedad yo era su jefe inmediata porque tenía el periodo de prueba…”
(Folios 122 y 123).

Esos problemas de operación que comenzó a enfrentar el centro de trabajo


donde laboraba el actor, fueron puestos en conocimiento de la jefatura, por el
actor, desde el oficio USU-0108-06 del 3 de febrero de 2006, donde
mencionaba su preocupación por los “tiempos muertos” y la falta de trabajo en
vista de la inoperancia del equipo tecnológico. En esa oportunidad indicó:

“Como es de su conocimiento dichos equipos se encuentran detenidos en este


momento, y la pregunta que surge es: ¿qué funciones se asignarán mientras
se resuelve dicho contratiempo?. Como una forma de solventar la
situación, se han estado buscando y realizando otras labores tales
como la ilustración de material didáctico y trabajos del área de diseño
gráfico para la Asesoría de Comunicación y algunas dependencias, sin
embargo dicha carga de trabajo no se considera suficiente. Y en el estado
actual de las cosas, es preocupante que la labor de dos profesionales en el
área de las artes gráficas quede simplemente reducida a que un equipo de
impresión funcione o no” (folios 98 y 99).

Asimismo en el informe remitido a la Encargada de la Unidad de Servicio al


Cliente, fechado “4 de octubre, 2006 ” , el actor y su excompañero hicieron las
siguientes observaciones:

“Para la fecha de redacción del presente informe (4 de octubre del 2006), las
labores de impresión del Centro de Reproducción no están
funcionando, por diversos factores como lo han sido la falta de presupuesto en
la compra de suministros para el Equipo Docutech 6180 y Docucolor 40 pro,
problemas del sistema eléctrico entre otros factores. A esto hay que mencionar
los problemas generados por el contrato de mantenimiento preventivo y
correctivo debido a la falta de repuestos por parte de la empresa Di Foto. El año
anterior dicho contrato ha caducado por lo que se requiere de una nueva
negociación para el mismo… “ (folio 23).

Dentro de las recomendaciones finales, de ese informe, los propios funcionarios


propusieron, en primer lugar:

“Que tanto la jefatura inmediata, como las autoridades superiores definan cuál
es realmente la razón de ser del Centro de Reproducción del INA, cuáles son
sus expectativas tanto de los funcionarios como del equipo en general y los
funcionarios cumplan con las necesidades institucionales sin falsas expectativas
o improvisaciones y sin necesidad de forzar los equipos a niveles que
actualmente son imposibles de cubrir” (folio 26).

Sobre este mismo tema, el testigo B. V., Encargado de Proceso del instituto
demandado declaró:

“En un par de oportunidades G. y O. por escrito me dieron una nota sobre los
problemas del mantenimiento del equipo porque requería un proceso de compra
directa o la falta de trabajo que qué hacíamos, se buscó una solución de ir a
varias empresas para ver cómo solucionaban su problema de equipo, se buscó
hacer ilustraiones varias y buscó otro tipo de quehaceres dentro del área
de diseño gráfico para que ellos realizaran, estas
eran momentáneos, mientras estuve yo no se pensó en cerrar el área de
diseño gráfico” (folio 126).

También, sumamente ilustrativo y coherente con estas declaraciones es el


testimonio de U., quien relató:

“Conozco a O. por un periodo de 6 años aproximadamente que trabajo en el


INA, lo que conozco de trabajar como 5 años y resto en los cuales
continuamente me manifestó su disconformidad en aspectos laborales
como el hecho de que en los últimos años no tenía prácticamente ninguna
labor que hacer y que no era tratado de la mejor manera y tuvo que salir de la
institución, continuamente él expresaba que en un principio se trabajaba con un
equipo de edición gráfica y tenía una serie de problemáticas que expresaban él
y G., el equipo dejó de funcionar por aspectos técnicos que no detallar, y nos
decía que su labor profesional había sido disminuida hasta prácticamente
cero, era muy muy poco y me comentaba de que no se vían acciones o no
se concretaban acciones por parte del INA para resolver el
punto,… también el lugar donde estaba ubicada su oficina no cumplía con los
requerimientos de un lugar donde existía equipo y se utilizaba equipo de edición
gráfica que utilizaba químicos y por lo tanto requería de una adecuada
ventilación, ese último aspecto si me consta visualmente y presencialmente
porque formé parte de la comisión de salud ocupacional de la USU…O. y G. se
quejaban de que de funciones que hacer y no tener un trato y se veía en su
estado de ánimo no se si se le puede llamar depresión o qué… Si puedo decir
que la situación de O. la conocía al menos la mayoría de los compañeros
del edificio, de la disconformidad de O. por su situación porque
acostumbrábamos a desayunar juntos y comentábamos eso… Lo que me
consta es que O. me dijo que se había reunido con C. C. jefe de Recursos
Humanos y que le había mencionado de que la solución a su problemática se
las tenía que dar sus jefes… Realmente no conozco las medidas que tomaron o
no sus jefes porque no pertenecía a esa área lo que puedo decir es que a la
hora de la práctica en concreto no se vio que buscaran una solución al
problema, tanto es así que el centro de reproducción ahora no está
funcionando. Realmente nunca estuve presente en algún acto de irrespeto de
O. hacia sus jefes o de ellos hacia él. Lo que sucede es que todos estamos
dispuestos a ayudar pero lo que pasa es que ellos de una u otra manera al
disminuirse sus labores que nos constaba a todos eran más utilizados en
ese tipo de actividades de ayudas y que no formaban parte de su labor…”
(folios 135 al 137)".

La prueba relacionada es suficiente para tener por acreditado que ya desde el


mes de febrero del 2006 el actor había comunicado a sus superiores los
problemas operativos del equipo del Centro de Reproducción Digital y su
preocupación por la falta de trabajo, en lo que denominó como “tiempos
muertos” situación que finalmente desencadenó en que ese Centro dejó de
operar desde el año 2006 (ver oficio remitido por la Unidad de Servicio al
Usuario al Encargado Proceso Soporte Administrativo, folio 91 expediente
administrativo) y consecuentemente el actor quedara sin poder laborar en las
funciones en las que fue contratado, condición que la jerarquía patronal conocía
y a pesar de ello no adoptó, en forma oportuna, una solución. Lejos de ello, por
esa misma situación, en la que se advertía que el actor estaba sin trabajo que
realizar, se le ocupaba en funciones propias de otras categorías laborales
mucho menores a las de su condición profesional, con lo cual se le agravaba la
ya de por sí desmejorada condición laboral. La demandada ha defendido la tesis
de que, de parte de la jefatura nunca hubo un trato hostil para con el actor,
tendente a buscar su renuncia. Sobre este particular, los suscritos concluimos
que ciertamente no se advierten decisiones de la jefatura inmediata que fueran
con el definido y determinado propósito de afectarlo. Sin embargo, el
hostigamiento laboral se produjo, en este caso, por una conducta omisa de la
jerarquía patronal al no advertir el grave daño que la falta de solución a lo que
estaba sucediendo en ese centro de labores, por tanto tiempo, estaba
generando en la condición laboral y personal del trabajador. Esto por cuanto, tal
y como se desprende de los oficios mencionados y como lo señalaron los
testigos M. y U., los problemas operativos del Centro de Reproducción Digital y
la consecuente falta de labores para quienes ahí laboraban, eran de pleno
conocimiento de la jefatura, apoyada por una Unidad de Recursos Humanos,
quienes a pesar de conocer la situación del actor nunca adoptaron, tal y como
les correspondía, la decisión necesaria para resolver su grave situación laboral,
obligándolo a él a tomarla por ellos. Es decir, está demostrado que el actor fue
puesto -debido al mal funcionamiento del equipo de trabajo y a la falta de una
decisión rápida y oportuna en cuanto a su reparación o restitución- en la
condición de no poder ejecutar las funciones profesionales por las que fue
contratado, sin que se tomara respecto de él y en forma igualmente oportuna,
una solución adecuada. En el recurso planteado ante la Sala, la recurrente
objeta que el actor nunca puso esa situación en conocimiento de las instancias
superiores de la institución con el objeto de darle la posibilidad de corregir la
situación. Tal argumentación no es acertada si, como se dijo, su jefatura
inmediata, lo mismo que la Unidad de Recursos Humanos conocían de la
irregular condición laboral delactor. A folios 68 y 69 del legajo administrativo
consta la misiva enviada por el señor C. a la señora M., en fecha 16 de
noviembre donde le manifestó: “Por otro lado, la partida del señor G. afecta
sensiblemente el servicio que se ofrece en el Centro de Reproducción Digital, ya
que solamente estaría trabajando el señor O., quien a la fecha se encuentra
bastante confundido y con la incertidumbre de qué va a pasar. Mientras
tanto, él seguirá como hasta ahora apoyando al Proceso en lo que se refiere a
diseño gráfico y cualquier otra colaboración que, aunque no sea atinente a
su puesto, nos pueda brindar. Como es de su conocimiento, el Centro de
Reproducción no ha podido brindar su servicio normal durante este
año, debido al problema eléctrico que se detectó por parte del Núcleo Eléctrico
y Servicios Generales, el cual hasta hoy no ha sido reparado, a pesar de que ya
se realizó la solicitud de mantenimiento respectiva” (la negrilla y el subrayado
son agregados). También el señor S. quien laboró como Encargado de Proceso,
en estrados indicó: “En un par de oportunidades G. y O. por escrito me
dieron una nota sobre los problemas del mantenimiento del equipo porque
requerí un proceso de compra directa o la falta de insumos del centro,
ellos lo que me decían era que estaban preocupados por la falta de trabajo
que que hacíamos, se buscó una solución de ir a varias empresas para ver
como solucionaban su problema de equipo, se buscó hacer ilustraciones varias
y buscó (sic) otro tipo de quehaceres dentro del área de diseño gráfico para que
ellos realizaran, estos eran momentáneos, mientras estuve yo no se pensó en
cerrar el área de diseño gráfico” (folio 126). Por eso es que no es razonable
exigirle al actor otras solicitudes en reclamo de su situación. La jerarquía
patronal conocía claramente de la situación del actor, e incluso le ofreció otras
opciones de trabajo. Sin embargo, el rechazo a tales ofrecimientos no puede
justificar la decisión patronal de no acordar una solución definitiva a aquella
irregular situación. En primer lugar, en autos no existen suficientes elementos
para valorar si la negativa del actor de trasladarse a esos otros puestos era o no
justificada; y en segundo término, era la administración la que
debía adoptar cualquier decisión, de acuerdo con los procedimientos legales
que el propio Estatuto de Servicio Civil establece en estos casos, tal y como se
menciona en el recurso. En este punto se debe resaltar que lo enfrentado por el
actor no fue un simple cambio de labores –lo cual se habría traducido en un
tema de ius variandi- sino del vaciamiento absoluto de las labores propias, lo
que la misma administración aprovechó para ocupar al actor en funciones de un
puesto con una categoría laboral mucho menor. Innegablemente, dejar a una
persona trabajadora sin las funciones propias del puesto profesional en el que
es nombrado afrenta su dignidad y consideración propia y frente a los demás.
Se trata de una afectación no solo a su estima profesional sino también personal
y social porque se le afecta en su reputación y se le limita en el crecimiento y en
la experticia de su campo. Se constituye en una conducta hostigadora en el
tanto, durante la persona es puesta en esa condición enfrenta en el día a día, la
violación de su derecho a trabajar, a ocuparse en las labores profesionales para
las que se preparó, por las que fue contratado y por las que se le retribuye,
elementos todos que forman parte de la dignidad que provee el trabajo. La
situación se agrava cuando, amén de la “falta de trabajo” la persona trabajadora
es ocupada en funciones que irrespetan su condición profesional.
Sobre este tema la demandada alega que se trataron de simples colaboraciones
las cuales eran solicitadas a todos los funcionarios bajo un ambiente de
cooperación. Sin lugar a dudas, la colaboración que pueda brindar una persona
trabajadora respecto de otras labores que no son las propias a su cargo no
puede, bajo ningún supuesto, constituirse en una situación de abuso y mucho
menos de hostigamiento. El punto es que, en este caso, las probanzas
allegadas permiten confirmar que ante el vaciamiento de funciones, el actor fue
empleado de manera regular en otras de una categoría muy inferior a la suya.
La recurrente acepta que el actor era ocupado en esas otras funciones, pero
sostiene que se trataba de tareas ocasionales realizadas como colaboración
voluntaria y solidaria. Sin embargo, la prueba recibida descarta esa
justificación. Sobre este particular, el testigo G., compañero del actor
aseveró: “(…) el problema que teníamos era que no teníamos suficiente carga
de trabajo por problemas de equipo y ya más observación mía que nos daban
más trabajos manuales que nos pedían siempre éramos (sic) el compañero y yo
que teníamos que jalar sillas, etc pienso que por eso la queja de O., el
supervisor inmediato las solicitaba, la jefatura u otros compañeros, por ejemplo
eran de jalar cosas, computadoras, jalar papel en perras y otras cosas a pesar
de que éramos como 30 personas siempre éramos O. y yo (…) Las labores no
profesionales que nos solicitaban eran jalar sillas o mesas o cosas, siempre nos
llamaban a nosotros dos, a pesar de que éramos como 30 siempre éramos él y
yo no sé si era por algo o que pero siempre éramos él y yo, recuerdo el caso de
compra de papel aproximadamente 7 millones de hojas que eran varias tarimas
que se debían distribuir en todo el edificio, nosotros teníamos que almacenarlo
en un espacio de nuestra oficina que no estaba muy acondicionado para ello,
teníamos que montar las tarimas y sin equipo especial apilarlas incluso cuando
se dañó el equipo tuvimos que distribuirlas, yo considero que esas actividades
eran denigrantes porque siempre éramos nosotros dos (…) Las colaboraciones
que se pedían verbalmente se hizo la insinuación de queja no por escrito por mi
parte al menos (…) respecto a la situación de diseño gráfico siempre fue muy
poco no se nos estimuló esa labor había mucho tiempo muerto. Si el equipo no
estaba funcionando no había trabajo estuve sin hacer nada era intermitente
estuvo a veces mal el equipo hasta 4 meses a veces nos pedían colaboración
de otras unidades pero había mucho tiempo muerto, tanto O. como yo
profesionalmente estábamos frustrados no veíamos ningún avance.- Mi traslado
se dio por esa razón por la falta de trabajo informalmente se nos decía que no
estábamos haciendo nada.- Sino me hubiera podido trasladar yo hubiera
pensado en renunciar porque diay estar tanto tiempo sin hacer nada. Yo
comentaba que siempre O. y yo siempre éramos los que jalábamos cosas
siendo profesionales y habiendo más gente, en una oportunidad nos
hicieron subir sillas a un camión pero nunca a otro edificio, si armar unas
tarimas a una feria de empleo, estuvimos O., yo y otro compañero del
USU (…) las solicitudes de colaboraciones no fueron groseras ni nada por
el estilo pero siempre se referían a nosotros como las cuadrillas del
MOPT, lo decía el encargado S., estas colaboraciones fueron de mi parte
porque tenía que hacerlo, eran las peticiones de un superior no podía
arriesgarme a decir que no, como apreciación propia considero que como
profesional yo no debía negarme a hacer funciones que no eran propias de mi
cargo porque yo no me arriesgaría, no vi a O. negarse a dar este tipo de
colaboraciones (…)” (folios 127 y 128). También hizo alusión a la denominación
“cuadrilla del MOPT” el testigo U. . Los patronos o sus representantes
patronales, además de las obligaciones más generales que tienen para con las
personas trabajadoras, dispuestas por el artículo 19 del Código de Trabajo,
están obligados a guardarles la debida consideración,
absteniéndose de maltrato de palabra o de obra (artículo 69 inciso c, ídem), bajo
la prohibición expresa de ejecutar cualquier acto que restrinja los derechos que
el trabajador tiene (artículo 70 inciso i, ídem). Sobre la incertidumbre y la
inestabilidad que genera en el trabajador el no tener funciones asignadas la
Sala Constitucional consideró: “El recurrente afirma que a partir del 21 de
octubre de 2010, se reintegró a sus labores, y desde ese momento hasta la
fecha en que presentó este recurso, habían transcurrido más de 4 meses sin
que la Administración le hubiera asignado funciones permanentes. Señala que
pese a sus solicitudes para que le restituyan sus funciones como Jefe de
Gerencia de Adquisiciones y Finanzas, no se ha resuelto nada, con lo que se
generan condiciones concretas. Indica que por oficio DIE-01-11-0115 del 10 de
enero de 2011, sin respeto a sus condiciones laborales y al criterio emitido por
el área competente, se le asignan funciones específicas que no cumplen con su
nivel dentro de la organización y no corresponden a su cargo y, además, son
temporales. Del estudio del expediente, este Tribunal concluye que las
autoridades recurridas no logran desvirtuar lo reclamado por el recurrente y por
el contrario en el informe rendido bajo juramento por el Director Ejecutivo a.i. del
Consejo Nacional de Vialidad, indica que efectivamente varias dependencias
emitieron criterio respeto las funciones de la clase de Gerente de Servicio Civil 1
y sobre el cargo de Gerente de Adquisiciones y Finanzas, no obstante ese
Consejo decidió no tomar acciones oportunas en ese tema, sino postergar la
decisión. En ese mismo orden de ideas, se extrae del informe rendido que la
Dirección de Gestión del Recurso Humano del Consejo Nacional de Vialidad en
el oficio GRH-01-10-1869 de fecha 8 de noviembre del 2010, recomienda
nombrar al funcionario amparado en el cargo de Gerente de Adquisiciones y
Finanzas, pero la Administración recurrida una vez más, no adopta decisiones
inmediatas sino que ante tal criterio decide una vez más postergar la
incertidumbre del recurrente y pospone la decisión y el Consejo de
Administración del Consejo en la Sesión número 790-10 celebrada el 18 de
noviembre del 2010, acuerda solicitar el respectivo criterio a la Gerencia de
Gestión de Asuntos Jurídicos. Del expediente no consta que pese al transcurso
de más de cinco meses, a la fecha dicho criterio haya sido efectivo, ni mucho
menos que dicha Gerencia hubiera emitido algún criterio al respecto. Así las
cosas, este Tribunal estima que la Administración ha colocado al
recurrente en una situación de incertidumbre e inestabilidad lesiva de su
derecho a la estabilidad laboral. En consecuencia, lo procedente es acoger el
recurso con las consecuencias indicadas en la parte dispositiva (énfasis suplido)
(resolución nº 6421 de las 8:48 horas del 20 de mayo de 2011).

IV.-

No desvirtúa el hostigamiento propiciado al señor O., ni tampoco constituye un


acto reflejo de buena intención para solucionarle su situación, el hecho de que
fuera nombrado en propiedad a partir del 1 de febrero de 2008 (folio 44
expediente principal) pues tal y como fue narrado por algunos testigos y se
reafirma con el documento visible a folio 91 vuelto del expediente administrativo,
ese nombramiento obedeció a un traslado colectivo de plazas administrativas,
dentro de las cuales se encontraba la del actor y no, una búsqueda de una
solución específica para su situación. Además, aún nombrado en ese otro
puesto, al actor se le mantuvo en las mismas condiciones materiales de empleo.
Sobre este tópico dio cuenta el testigo U. quien explicó: “El nombramiento de O.
en propiedad lo conozco porque él formaba parte de un paquete que se dio de
gestiones del INA y del sindicato y en ese momento yo también me vi
beneficiado, porque trabajé bajo el tipo de contratación de servicios
profesionales y se hizo una lista como de 300 funcionarios por los años de
servicio se nos otorgaba el derecho de otorgarnos la propiedad (…) Entiendo
que para nombrar en propiedad se necesita el aval de la jefatura, en este caso
fue diferente porque fue por un paquete, el proceso normal es que hacen una
terna por parte del Servicio Civil, en este caso fue diferente porque fue por
paquete para evitar seguir en servicios especiales y pasar todos en
propiedad” (folios 136 y 137). Es decir, no se trató de una
específica solución para el actor, en busca de su reubicación en funciones
propias o atinentes a su cargo. Por otra parte, la demandada no refutó la
imputación del actor en el sentido de que, a pesar de esa reubicación, a él se le
mantuvo en la misma condición laboral denunciada. Por el contrario, en apoyo
del alegato del actor, se cuenta con el testimonio de U. quien dijo: “Me consta al
menos que en abril del 2008 creo que cuando es trasladado a UTEFOR dentro
del mismo edificio en el segundo piso pero no físicamente, lo que me consta es
que una vez nombrado si me llamó la atención de que no se si se puede llamar
que se le aisló o no, pero seguía en el primer piso como siempre…”
( folio 136). Por ende, de las acotaciones realizadas y a manera de
síntesis, nose encuentra motivo alguno para variar lo resuelto por el ad quem en
tanto resulta evidente que por más de un año el actor fue puesto en la condición
de un trabajador al que no solo no se le asignan las funciones propias al cargo
profesional en el que fue nombrado sino que se le ocupaba en otras propias a
un puesto de una categoría muy inferior. Se insiste, el vaciamiento de funciones,
lo mismo que la desmotivación y la afectación en el estado anímico del actor
eran evidentes para su jefatura inmediata y para los encargados de la Unidad de
Personal del instituto demandado quienes a pesar de ese conocimiento no le
resolvieron en forma oportuna la inadmisible condición laboral en que fue puesto
ante los problemas de operación del Centro de Reproducción Digital. Ninguna
justificación tiene la inacción de dichos jerarcas porque su obligación era definir
la situación laboral del trabajador conforme a los mecanismos establecidos y
autorizados por ley. Frente a semejantes situaciones no corresponde a la
persona trabajadora, porque no está en la condición de poder hacerlo, resolver
o definir su situación. En tal disyuntiva, la única salida que tenía era renunciar, lo
que finalmente ocurrió.

V.-

ACERCA DE LA RENUNCIA DEL ACTOR: La recurrente objeta el que no se


haya advertido que la renuncia del actor fue “pura y simple”. Esta Sala, al
conocer de otros asuntos en los que se discute la existencia de la renuncia del
trabajador, ha declarado que por ser un acto de renuncia de derechos laborales
(derecho al trabajo y a las prestaciones derivadas de la terminación del contrato
laboral) esta debe reputarse siempre, y así quedar demostrado, como una
manifestación libre y expresa de dar por finiquitada la relación laboral en esa
forma. En un caso donde se denuncia hostigamiento laboral, la decisión de
renunciar, aún manifestada en forma expresa, debe valorarse entendiendo la
afectación que genera en la condición anímica de la persona trabajadora, una
situación de esa naturaleza. Según se dijo, luego de un periodo considerable de
tiempo –que superó el año- de acudir a su centro de trabajo sin poder
desempeñar las funciones profesionales atinentes a su formación y por las que
fue contratado; y debiendo asumir el desempeño de funciones correspondientes
a puestos de categorías manuales, el actor es nombrado en propiedad en otro
puesto, pero en donde se le mantiene en la misma condición de falta de
trabajo. Esa fue la solución que los representantes patronales le brindaron a su
desmejorada condición. Frente a esa situación, el actor solicitó un permiso sin
goce de salario que lo sustentó en las siguientes consideraciones: “Lo anterior
se debe a que mi situación laboral (la cual es ampliamente conocida por
todos) no ha sido definida en forma satisfactoria, y sumándole una
constante necesidad personal de buscar nuevos horizontes que me permitan
llenar mis expectativas desarrollando proyectos que den como resultado un
mejor futuro profesional” (folio 90 del expediente administrativo). Esta solicitud,
que evidencia la búsqueda, por parte del actor, de una salida a su crítica
situación, le es denegada. Para los suscritos tal estado de cosas no puede dejar
de valorarse sino como una escalada en la afectación de la condición anímica
de una persona trabajadora que se ve obligada a tomar una decisión que el
demandado debió acordar en su momento, si no ocupaba más de sus servicios.
De modo que aunque en la comunicación de la conclusión de la relación laboral
el actor haya indicado que “renunciaba”, los tribunales de esta materia no
podrían interpretar dicho comunicado como una “renuncia pura y simple”
desconociendo el antecedente laboral y la condición anímica de un trabajador
que por un periodo irrazonable de tiempo es violentado en un derecho
fundamental, lo mismo que en su consideración personal y profesional, que lo
impulsan a tomar esa decisión como única salida frente aquella inaceptable
situación. Es decir, la decisión del actor no puede interpretarse, según se dijo,
como un acto voluntario de desvinculación con el patrono y renuncia a las
prestaciones laborales que toda persona trabajadora tiene como expectativa de
su antigüedad laboral, sino, como es lo propio de los despidos indirectos, como
una decisión motivada en la afectación causada por el patrono a los intereses y
derechos de la persona trabajadora, que esta no está obligada a mantener y
soportar. Además, el actor presentó su renuncia el 20 de mayo de 2008 (folios
92 vuelto y 93, del expediente administrativo), la cual haría efectiva a partir del 9
de junio de ese año; y siendo aún funcionario del demandado, el 4 de junio le
remitió a los representantes patronales el comunicado -visible a folio 38- en el
que les expresó el cúmulo de circunstancias concretas que motivaron su
decisión, sin que de parte de la representación institucional se adoptara alguna
acción inmediata o al menos una respuesta para contradecir las motivaciones
expuestas en esa misiva, que el actor concluye en estos términos: “Sin
encontrar una respuesta al respecto y en forma dolorosa me vi obligado ante
tantas presiones y circunstancias adversas, a presentar finalmente mi renuncia
el día 6 de mayo del presente año…”.

VI .-

SOBRE EL DAÑO MORAL: No encuentran los suscritos que el fallo del tribunal
haya sido omiso en razones para fundamentar la condena al pago por daño
moral. Por el contrario, se observa que el ad quem realizó una exposición
razonablemente fundamentada al motivar esa condena. En relación con el
fundamento para acordar esta indemnización la doctrina y la
jurisprudencia han distinguido en forma reiterada entre el daño moral objetivo y
el daño moral subjetivo o puro. Este último, supone generalmente una
perturbación injusta de las condiciones anímicas de la persona, como disgustos,
desánimo, desesperación, pérdida de la satisfacción de vivir, agravio contra el
honor, dignidad, intimidad, entre otros; mientras que el objetivo, se encuentra
referido a las ofensas al buen nombre, la reputación, prestigio. El fundamento
jurídico de su reconocimiento radica en el artículo 41 de nuestra Constitución
Política lo mismo que en la Ley General de la Administración Pública, artículos
192 y 197 para el caso en que la lesión es provocada por agentes al servicio de
la Administración Pública. La procedencia de ese daño moral, tanto en punto al
contenido como a su existencia, depende de la prueba, cuya carga incumbe a la
víctima, es decir, compete al perjudicado suministrar la prueba necesaria para
contribuir a formar la convicción del juzgador acerca de la existencia del daño
causado, lo mismo que en relación al quantum del daño resarcible, pues esa
convicción constituye el presupuesto de la declaración. En el caso concreto, se
estima que el hostigamiento generado por la indebida condición laboral en que
fue mantenido el actor, durante tanto tiempo, le generó una grave perturbación
en su ánimo, de lo que dio cuenta el testigo U. que en palabras llanas calificó el
estado del actor de “depresión”. Refiriéndose al daño derivado del mobbing a la
luz de la jurisprudencia italiana, María Dolores Santos Fernández indica: “En
cuanto a los daños que como consecuencia del mobbing podrían provocarse al
trabajador, la jurisprudencia más reciente está concentrando sus esfuerzos en la
racionalización de los numerosos daños no patrimoniales que se derivan del
comportamiento constitutivo de acoso moral y que se dividen en daño moral, el
relativo a un sufrimiento interior relativo a la alteración del estado de ánimo;
daño biológico, que afecta a la salud física y psicológica en sentido estricto; y
daño existencial, referido a la dignidad y la vida relacional de la víctima y, en
general, a la violación de intereses de rango constitucional inherentes a la
persona” (Santos Fernández María Dolores, El acoso moral en la experiencia
comparada Los medios de tutela frente al acoso moral en el trabajo. Editorial
Comares, Granada España. 1a. ed. 2007, p. 55 y 56). Situaciones como la
acontecida al actor abaten el estado anímico y psicológico de
la persona trabajadora, al punto de afectar su estima y consideración personal.
El testimonio de Cambronero Anchía refleja los signos de esa afectación:

“… cada vez que entro lo veo viendo la pantalla del monitor y atina solo a decir
que no tiene nada que hacer que no se le dan trabajos relacionados con sus
conocimientos y profesión. O. desea poner en práctica lo que sabe y me hace
ver que se encuentra ante una problemática que no logra entender el porqué
inicia el posiblemente dada la situación difícil que encuentra a mejorar esa
condición y el resultado es el mismo no tiene respuesta.- O. empieza a
desmotivarse, a verse enfermo y se convierte eso en el tema de congregación
de cada día… desde mi punto de vista es evidente que cuando hay un equipo
de 30 personas o más pero hay 2 a las que no se les asignan muchas tareas,
que están ociosas se acuda a ellos, cosa que me parece empieza a afectar la
autoestima y a generar en ellos una necesidad por buscar mejores condiciones
de trabajo, lugares donde realmente puedan realizarse como profesionales… No
soy médico pero me aventuro a decir que cuando una persona tiene deseos de
vivir es saludable y era notorio que O. estaba incluso débil, mal por la situación
que estaba viviendo, eso me dijo a mí me indicó que su salud no era buena
(folios 131 al 133)".

También, prueba de la condición anímica en que fue puesto el actor es la


declaración de su excompañero de trabajo. Dijo ese testigo:

“… tanto O. como yo profesionalmente estábamos frustrados no veíamos


ningún avance. Mi traslado se dio por esa razón por la falta de trabajo
informalmente se nos decía que no estábamos haciendo nada. Si no me hubiera
podido trasladar yo hubiera pensado en renunciar porque diay estar tanto
tiempo sin hacer nada (folio 127)”.

La prueba psicológica aportada también abona en ese sentido (folios 86 y 87).


El cúmulo de circunstancias descritas, dentro de ellas, el tiempo durante el cual
el actor fue mantenido en esa condición; y la evidente afectación anímica que le
generó la condición laboral en que fue puesto por la inacción patronal de
resolver su situación laboral permiten estimar que la decisión de condenar al
demandado al pago de daño moral resulta acertada; sin perjuicio de la potestad
que le asiste de recobrar lo pagado de acuerdo con lo dispuesto por los
ordinales 191, 203, 204 y 205 de la Ley General de la Administración Pública.
Sin embargo, atendiendo a un elemento objetivo como lo es el salario mensual
percibido por el actor -¢480.002,50- a partir del cual resulta posible una mejor
ponderación y razonabilidad en el monto indemnizatorio que se debe acordar,
los suscritos estimamos procedente variar la suma acordada por el tribunal y
fijar la condena en daño moral en tres millones de colones, que consideramos
más razonable.

VII .-

CONSIDERACIÓN FINAL: Por las consideraciones hechas, al no ser de recibo


los agravios expuestos en el recurso el fallo del tribunal deberá ser confirmado
salvo en cuanto al monto establecido por daño moral, el cual se fijará en la
suma de tres millones de colones.

POR TANTO:

Se confirma la sentencia recurrida, salvo en cuanto al monto establecido


por daño moral el cual se modifica y se fija en la suma de tres millones de
colones.

Mario Antonio Gutiérrez Quintero

María del Rocío Carro Hernández Héctor Blanco González

Diego Benavides Santos Flora Marcela Allón Zúñiga

El magistrado Gutiérrez Quintero y la magistrada Carro Hernández salvan


el voto y lo emiten de la siguiente manera:

I.-

Procedemos a apartarnos del criterio de mayoría, por el contrario confirmamos


la sentencia de primera instancia en la que con apego a Derecho, y desde luego
al mérito de los autos, se declaró sin lugar la presente demanda y resolvió el
asunto sin especial condena en costas. El actor, quien había sido nombrado en
propiedad en el INA el 31 de enero del 2008, el día 6 de mayo de ese mismo
año, presentó de manera libre y voluntaria, su renuncia pura y simple al trabajo.
En ese documento, dirigido al señor A. V. de la Unidad Tecnología de
Formación del demandado indicó: “Por este medio de la presente le comunico
que por convenir así a mis intereses particulares, he resuelto dar por terminada
voluntariamente la relación laboral y/o contrato individual de trabajo que me uní
con la institución a partir del 9 de junio próximo. Así mismo le hago ver que a
partir de la fecha de presentación de esta carta, inicia el preaviso requerido por
ley” (folio 92 vuelto del expediente administrativo).

II .-

El voto de mayoría estima que medió un rompimiento de la relación de trabajo


con responsabilidad patronal; sin embargo, en criterio de los suscritos eso no
fue así,tal y como lo explicamos a continuación. De acuerdo con los criterios que
se derivan del principio de la buena fe, esta Sala ha desarrollado una amplia
jurisprudencia en relación con la terminación del contrato con responsabilidad
patronal en la que se enfatiza la importancia de poner en conocimiento del
empleador los motivos de inconformidad que tiene el funcionario, para brindar
así al Patrono la posibilidad de corregir la situación que está generando el
problema; una vez que esto se ha hecho, si no se corrige la situación, queda
abierta la vía para la terminación con responsabilidad patronal. En este caso
concreto el actor no hizo esta gestión por lo que su empleador no tuvo la
oportunidad de tomar las medidas correctivas del caso. El reclamante aporta
como prueba de que sí puso en conocimiento de su situación a sus superiores
la nota de fecha 16 de mayo de 2005 dirigida a la Licenciada M., Encargada de
la Unidad de Servicio al Usuario (folios 18-20) y la nota de fecha 4 de octubre de
2006 también remitida a la señora M. (folios 21-37); sin embargo, examinada
esta prueba, en ninguna de ellas se hace mención a una situación de acoso
laboral, y mucho menos una denuncia de situación alguna de hostigamiento
laboral o persecución del empleador hacia el actor. En las cartas en mención se
señalan hechos generales relacionados con la situación del departamento en
general y al Centro de Reproducción Digital, no se desprende de las mismas,
relación personal alguna. Adicionalmente ambas notas datan del 2005 y 2006,
es decir, casi dos años antes de la renuncia por lo que carecen de actualidad.
De esta forma, no medió por parte del reclamante una gestión previa al
empleador en cuanto a señalar la supuesta existencia de determinados hechos
que le originaban un perjuicio objetivo grave, los cuales solicitaba fueran
eliminados, en el entendido que en caso contrario se estaría poniéndole término
a la relación de trabajo con responsabilidad patronal.

III.-

Por otro lado, es fundamental enfatizar en que el día 6 de mayo de 2008 el actor
presentó una carta de terminación del contrato de trabajo, la cual fue una
renuncia pura y simple, no se da ninguna justificación o alegato. En esa misiva
el accionante otorgó el preaviso el cual se le canceló. Sin embargo, mediante
nota del 4 de junio de 2008 presentada ante el señor C. S., Presidente Ejecutivo
del accionado y otras autoridades de la institución, el aquí reclamante,
argumenta causas que justificaron el rompimiento unilateral de la relación
laboral. Es decir, casi un mes después cambia la causa de terminación -de
renuncia pura y simple a una renuncia con responsabilidad patronal y menciona
por primera vez, los motivos de su terminación. El darle validez a esta segunda
carta es algo sumamente grave porque se estaría permitiendo que, con
posterioridad a la renuncia se argumenten las causas lo cual causa inseguridad
jurídica en cuanto a la terminación. En este sentido, consideramos que es
aplicable a esta situación la jurisprudencia emitida en relación con el despido
donde se indica que no se pueden aducir causas posteriores y/o adicionales a
las alegadas para el despido y contenidas en la carta de despido. En el sub-
júdice se debe de tener por cierta la carta de renuncia pura y simple y no se
puede aducir como justificante el hecho de que el actor se encontraba
disminuido o menoscabado por su situación, dado que en el expediente no hay
prueba de que así fuera.
IV .-

En los hechos alegados por el reclamante no se dan los elementos


constitutivos del acoso laboral, no hay pruebas de que sus superiores acordaran
medidas para perjudicarlo, perseguirlo u hostigarlo, tampoco hay prueba de que
tomaran decisiones dirigidas a incomodarlo o con el objetivo de obligarlo a
renunciar. Por otro lado no se observa reiteración en esas medidas o acciones
por parte del empleador. Ninguno de los cuestionamientos hechos en este
sentido, evidencia o denota interés por parte de las autoridades del INA de
menoscabar la autoestima o la dignidad del aquí actor a través de acciones u
omisiones que, por su gravedad, trascendencia, o reiteración en el tiempo,
pudieran originar a don O. perjuicios objetivos graves. Por el contrario, revisado
el material probatorio existente, no hay elementos suficientes que demuestren la
configuración de un acoso laboral, en el que es necesario una conducta
insistente y reiterada de hostigamiento hacia una persona. La gestión estatal
deficiente, el posible “vaciamiento” de funciones así como los posibles cambios
que se dieron sobre las condiciones laborales no pueden confundirse con el
hostigamiento laboral, en el que debe haber una clara intención de perjudicar al
empleado.

V.-

Finalmente, en relación con el pago de daño moral estimamos que el mismo es


improcedente ya que el reclamante no ha aportado prueba alguna que
demuestre el posible daño sufrido; adicionalmente, el monto que se fijó es
excesivo.

POR TANTO:

Revocamos la sentencia recurrida y confirmamos la sentencia de primera


instancia.

Mario Antonio Gutiérrez Quintero María del Rocío Carro Hernández

Res: 2012-000766

Yaz.-

CONSTANCIA
De conformidad con el artículo 154, párrafo final, del Código Procesal
Civil, se hace constar, que la magistrada suplente María del
Rocío Carro Hernández, concurrió con su voto al dictado de esta sentencia,
pero no firma por estar imposibilitada por encontrarse incapacitada. San José,
20 de noviembre de 2012.

Gabriela Salas Zamora

Secretaria a.í .

dhv .

Sentencia:
00467 Expediente:
10-000355-0166-
LA Fecha:
08/05/2013 Hora:
10:15:00
a.m. Emitido por:
Sala Segunda de la
Corte

Tipo de Sentencia: De Fondo


Redactor: María del Rocío Carro Hernández
Clase de Asunto: Proceso ordinario

Texto de la sentencia
Contenido de interés 1

*100003550166LA*

Corte Suprema de Justicia

SALA SEGUNDA
Exp: 10-000355-0166-LA

Res: 2013-000467

SALA SEGUNDA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA . San José, a las


diez horas quince minutos del ocho de mayo de dos mil trece.

Proceso ordinario establecido ante el Juzgado de Trabajo del Segundo Circuito


Judicial de San José, por GERARDO ARIAS GONZÁLEZ, divorciado,
administrador de negocios, contra la CAJA COSTARRICENSE DE SEGURO
SOCIAL, representada por su apoderada general judicial la licenciada Marcela
Morales Álvarez, soltera. Figura como apoderado especial judicial del actor el
licenciado Rafael Ángel Ugalde Quirós, casado. Todos mayores, abogados y
vecinos de San José, con la excepción indicada.

RESULTANDO:

1.-

El apoderado especial judicial del actor, en escrito presentado el nueve de


marzo de dos mil diez, promovió la presente acción para que en sentencia se
condenara a la demandada a cancelarle a su representado las diferencias
salariales, surgidas con motivo de la valoración vía estudio grupal con fecha de
rige 1° de abril de 2006; en los mismos términos y condiciones reconocidas a los
demás asesores de gerencia, quienes ocupan la misma categoría que el
accionante, así como el pago del reajuste correspondiente en los pluses
salariales (como antigüedad, dedicación exclusiva y disponibilidad por jefatura),
vacaciones, aguinaldos, salario escolar y demás beneficios, intereses y ambas
costas del proceso.

2.-

La parte demandada contestó en los términos que indicó en el memorial de


fecha veintitrés de abril de dos mil diez y opuso las excepciones de falta de
derecho, prescripción y la genérica sine actione agit.

3.-

El juez, licenciado Luis Eduardo Mesén García, por sentencia de las diez horas
veinticinco minutos del diez de marzo de dos mil once, dispuso: "En mérito de
lo expuesto, citas de ley invocadas, artículos 492 y siguientes del Código de
Trabajo, FALLO: Se declara con lugar la excepción de falta de derecho y sin
lugar las de prescripción y sine actione agit, SIN LUGAR, en todos sus
extremos, la demanda ordinaria laboral promovida por GERARDO ARIAS
GONZÁLEZ, contra LA CAJA COSTARRICENSE DE SEGURO SOCIAL. Se
falla el presente asunto sin especial condenatoria en costas..."
. (Sic)

4.-

La parte accionante apeló y el Tribunal de Trabajo, Sección Primera, del


Segundo Circuito Judicial de San José, integrado por los licenciados Óscar
Ugalde Miranda, Eugenie Salas Chavarría y Ana Ruth Fallas Gómez, por
sentencia de las diez horas treinta y cinco minutos del diez de agosto de dos mil
doce, resolvió: "Se declara, que en la tramitación de este asunto, no se advierte
omisión alguna, que haya podido causar nulidad o indefensión y se confirma la
sentencia dictada".

5.-

La parte actora formuló recurso para ante esta Sala en memorial de data
veintitrés de octubre de dos mil doce, el cual se fundamenta en los motivos que
se dirán en la parte considerativa.

6.-

En los procedimientos se han observado las prescripciones de ley.

Redacta la Magistrada Carro Hernández; y,

CONSIDERANDO:

I.-

En la demanda se pidió condenar a la accionada a cancelar al actor las


diferencias salariales, surgidas con motivo de la valoración vía estudio grupal
con fecha de rige 1° de abril de 2006; en los mismos términos y condiciones
reconocidas a los demás asesores de gerencia, quienes ocupan la misma
categoría que el accionante. Asimismo se solicitó imponerle la obligación de
pagar el reajuste correspondiente en los pluses salariales (como en la
antigüedad, la dedicación exclusiva y la disponibilidad por jefatura), las
vacaciones, los aguinaldos, el salario escolar y demás beneficios; todo a
determinar en la etapa de ejecución de sentencia. Pidió el reconocimiento de
intereses conforme con el numeral 1163 del Código Civil y de costas (folios 1 a
4). La parte accionada se opuso a esas pretensiones y alegó las excepciones de
falta de derecho, prescripción y la genérica sine actione agit (folios 58 y
siguientes). Mediante voto número 305 de las 10:35 horas del 10 de agosto de
2012, el Tribunal de Trabajo, Sección Primera, del Segundo Circuito Judicial de
San José confirmó el pronunciamiento del a quo, que desestimó la demanda en
todos sus extremos y resolvió el asunto sin especial condena en costas (folios
104 a 109 y 162 a 164).

II.-

La parte actora se opone a lo dispuesto en las instancias precedentes. Como


sustento de su impugnación cita antecedentes de la Sala Constitucional y de
este otro órgano así como los artículos 33 de la Constitución Política, 24 de la
Convención Americana de Derechos Humanos y 2 de la Declaración Universal
de Derechos Humanos. Argumenta que en la revaloración realizada vía estudio
grupal, varios años después de que el actor fuera trasladado a otro lugar dentro
de la misma institución, no se relacionó al actor, causándole daño por no
practicarse a su favor correspondiente reconocimiento salarial. Según el
recurso, a su respecto se incurrió en una errónea valoración de las probanzas.
Agrega que, de la prueba documental se desprenden las funciones realizadas
por el demandante en el Hospital Calderón Guardia, las mismas llevadas a cabo
por los “Asesores de Gerencia”, pero con más complejidad y responsabilidad.
Se opone a la afirmación del tribunal, según la cual, la Caja eliminó la gerencia
en dicho nosocomio, pues, ese puesto nunca ha existido, lo que hay en los
hospitales es Dirección Médica. Seguidamente, se muestra inconforme con la
aseveración acerca de la inexistencia de resistencia de su parte, al momento del
traslado, pues justifica su actitud en el hecho de que se hizo con todo y plaza
(Asesor de Gerencia), con el pleno goce de sus derechos; el estudio grupal de
los “Asesores de gerencia” se puso en práctica en el año 2006 y el traslado se
había dado desde 1996; y, en esas circunstancias, el actor no tenía ninguna
razón lógica para oponerse. Mas, agrega que en segunda instancia calificó la
decisión de unilateral, abusiva y violatoria del debido proceso porque “… NO ES
JUSTO NI EQUITATIVO que a los demás servidores de la institución que
ostentan la misma categoría que mi representado se les revaloró el puesto en
virtud del “estudio grupal” y a … (se refiere al actor), no le fue considerado ni
tomado en cuenta ese reajuste, por el contrario se incurrió en una violación al
derecho de igualdad consagrado en el numeral 33 Constitucional y además al
numeral 57 de nuestra Carta Magna. Entonces no es cierto que el reclamo se
hiciera 10 años después de sucedido el traslado”. A su respecto indica que el
hecho generador del reclamo se ubica en el año 2006. Dice que se aceptó el
traslado porque se daba en las mismas condiciones salariales y en los dieciséis
años laborados en la Dirección Médica del referido hospital, no se le han
cuestionado sus funciones. Aduce que el traslado unilateral, sin cumplirse con el
debido proceso, implicó una modificación al ius variandi en perjuicio del actor,
pues, los derechos ya estaban incorporados en la relación de servicio (derechos
adquiridos). También da cuenta que, con la prueba testimonial se acreditó que
el denominado modelo de “claves pasivas” u “otras claves”, sólo ha servido para
que la demandada desconozca derechos constitucionales y legales de sus
empleados y empleadas. Sobre el particular transcribe el oficio dirigido al
Director de Recursos Humanos de la accionada, así como el ALMERT-268-2006
de fecha 28 de noviembre de 2006. Acusa que el pronunciamiento del a
quo confirmado por el tribunal aplicó incorrectamente el dictamen emitido por la
Procuraduría General de la República número C-395-2006 del 6 de octubre de
ese año. Reitera que no cuestiona las facultades de la institución de hacer
ajustes estructurales, pero, sin obviar el debido proceso y en el caso concreto
las funciones del demandante son muy parecidas por no decir que iguales a la
de “Asesor de Gerencia”, pero con más complejidad y responsabilidad. Sobre
ese aspecto y la ausencia de estudios en relación con el específico puesto
ocupado por el demandante, destaca la declaración de la señora Fernández,
para indicar que la deponente “… contrasta, se diferencia y hasta pareciera
busca distorsionar la prueba documental aquí aportada por la misma
demandada, pero del legajo de documentos que se aporta, se deja evidenciada
la inconsistencia de tales afirmaciones”; aparte de que la orden del Gerente de
la División Administrativa desvirtuó las apreciaciones de esa testigo. Como
prueba de que el traslado se dispuso con el pleno goce de todos los derechos,
también hace referencia a la copia de la acción de personal emitida el 8 de
marzo de 1996, al oficio del 5 de agosto de ese año suscrito por el Director del
Hospital Calderón Guardia y dirigido a éste por la Gerente de la División Médica.
Seguidamente, argumenta: “Del análisis de la prueba documental quedó
fundamentado que el traslado que se le hizo al actor de las Oficinas Centrales al
Hospital Dr. Rafael Ángel Calderón Guardia, lo fue: a) en forma unilateral; b) sin
respeto al debido proceso y c) en el pleno goce de todos sus derechos por lo
que desde el año 2006 se le vienen violentando sus derechos y no obstante las
gestiones sobre el particular no se le resolvió el asunto en sede administrativa”.
Y agrega: “Si la plaza del actor fue revalorada desde Abril del 2006, al actor le
corresponde el reajuste salarial respectivo, en razón de que el contrato de
trabajo tiene la virtud de ser un Contrato Realidad, pero además está
demostrado que al actor le asiste pleno derecho a reclamar las diferencias
salariales dejadas de percibir, en virtud de la revaloración de la plaza que ocupa
el actor, así como las futuras, porque además en la Escala de Salarios (anexo
adjunto numerado como N° 9, en el legajo de documentos aportados con la
apelación de la sentencia de primera instancia) Clave 00199, Puesto Asesor de
Gerencia, Categoría 433, documento emitido por la Gerencia División
Administrativa, Dirección de Recursos Humanos y Subárea de Clasificación y
Valoración de Puestos, se indicó: Una vez que estas plazas queden vacantes la
Oficina de Recursos Humanos respectiva, deberá clasificarla de acuerdo con las
tareas, deberes y responsabilidades en ese momento, siguiendo lo que
establece el Manual de Procedimientos correspondientes. U.L. (Ver parte final
de dicha nota… (Documento Marcado como N° 9, citado)”. A la luz de lo
expuesto considera que la sentencia impugnada adolece de fundamentación,
aparte de que en el expediente consta que la accionada “… en cuanto al
reclamo concreto en la contestación de la demanda se allanó al mismo, pues no
hizo objeción al respecto”, específicamente dice que se aceptaron los hechos 1,
2, 3 y 4, lo que implica allanamiento en relación con las pretensiones. Por último
insiste que el tribunal quebrantó las reglas de la sana crítica; que al trabarse la
litis la demandada indicó que se atenía a la prueba que se aportara y ésta ha
sido abundante, clara, precisa y concisa. Consecuentemente, pide revocar las
sentencias de primera y de segunda instancias, acoger la demanda en todos
sus extremos, incluido el pago de costas (folios 168 a 197).

III.-

En aplicación del principio de igualdad salarial consagrado en la Carta


Fundamental, el salario debe ser siempre igual para trabajo igual, en idénticas
condiciones de eficiencia. Así, el numeral 57 de la Carta Fundamental, en lo que
interesa dispone: “... El salario será siempre igual para trabajo igual en
idénticas condiciones de eficiencia...” (énfasis suplido). Esa norma armoniza con
el artículo 167 del Código de Trabajo, el cual reza: “Para fijar el importe del
salario en cada clase de trabajo se tendrán en cuenta la cantidad y calidad del
mismo./ A trabajo igual, desempeñado en puesto, jornada y condiciones de
eficiencia iguales, corresponde salario igual, comprendiendo en éste, tanto
los pagos por cuota diaria, como las percepciones, servicios como el de
habitación y cualquier otro bien que se diere a un trabajador a cambio de su
labor ordinaria” (énfasis suplido). Respecto de esas normas, la Sala
Constitucional en el voto número 1478 de las 11:08 horas, del 13 de febrero de
2004, reiteró las consideraciones externadas en su resolución número 4883 de
las 12:54 horas, del 22 de agosto de 1997, así: “...este Tribunal Constitucional
ha señalado en su jurisprudencia que el principio enunciado constituye una
especialidad del derecho de igualdad garantizado en el artículo 33 de la
Constitución, pero que por derecho a la igualdad salarial debe entenderse el
derecho a recibir igual remuneración por igual tarea realizada; asimismo, la
Sala también ha negado que exista discriminación salarial en caso de servidores
que realicen diversas funciones, que laboren para diferentes poderes públicos, o
que trabajen para distintos sectores laborales -público y privado- (véanse
resoluciones números 1472-94 de las 17:54 horas del 21 de marzo de 1994 y
6471-94 de las 9:39 horas del 4 de noviembre de 1994). Así se aprecia en el
siguiente extracto: "El principio de igualdad, contenido en el Artículo 33 de la
Constitución Política, no implica que en todos los casos, se deba dar un
tratamiento igual prescindiendo de los posibles elementos diferenciadores de
relevancia jurídica que puedan existir; o lo que es lo mismo, no toda desigualdad
constituye necesariamente una discriminación. La igualdad, como lo ha dicho
esta Sala, sólo es violada cuando la desigualdad está desprovista de una
justificación objetiva y razonable. Pero además, la causa de justificación del acto
considerado desigual, debe ser evaluada en relación con la finalidad y sus
efectos, de tal forma que debe existir, necesariamente, una relación razonable
de proporcionalidad entre los medios empleados y la finalidad propiamente
dicha. Es decir, que la igualdad debe entenderse en función de las
circunstancias que concurren en cada supuesto concreto en el que se invoca,
de tal forma que la aplicación universal de la ley, no prohíbe que se contemplen
soluciones distintas ante situaciones distintas, con tratamiento diverso. Todo lo
expresado quiere decir, que la igualdad ante la ley no puede implicar una
igualdad material o igualdad económica real y efectiva" (énfasis agregado). En
relación con el tema, la jurisprudencia de esta otra Sala ha considerado: “Por su
parte, el principio de igualdad salarial, es aún más amplio, puesto que conlleva
el conceder a todo trabajador (a), una idéntica retribución económica, que la que
perciben sus compañeros (as) de labores, ante una misma prestación de
servicios. Lo que interesa desde este punto de vista no es que haya algún
empleado (a) más favorecido (a) que otro (a), sino que ante tal prerrogativa,
resulte perjudicado (a) subjetivamente algún otro trabajador (a), esto es, que no
exista ningún fundamento objetivo y justificado que de mérito a la diferencia de
trato. Bajo esta perspectiva, podemos afirmar que, el principio de igualdad, no
significa una prohibición un tratamiento desigual para quienes son
sustancialmente diferentes. En este orden de ideas debe entenderse el canon
56 de la Carta Magna cuando afirma: “El trabajo es un derecho del individuo y
una obligación con la sociedad. El Estado debe procurar que todos tengan
ocupación honesta y útil, debidamente remunerada, e impedir que por causa de
ella se establezcan condiciones que en alguna forma menoscaben la libertad o
la dignidad del hombre o degraden su trabajo a la condición de simple
mercancía. El Estado garantiza el derecho de libre elección de trabajo”. Es
decir, dicho artículo contiene el desarrollo de una idea general respecto al
Estado Social de Derecho que pone de manifiesto la democratización de las
relaciones de trabajo, con la finalidad de garantizar el acceso de la persona
trabajadora a trabajo digno y bien remunerado. Y el precepto constitucional 57
expresa que “(…) El salario base será siempre igual para trabajo igual en
idénticas condiciones de eficiencia (…)”. Asimismo la Sala Constitucional al
abordar el tema indicó que “(...) El principio de igualdad, contenido en el artículo
33 de la Constitución Política, no implica que en todos los casos, se deba dar un
tratamiento igual prescindiendo de los posibles elementos diferenciadores de
relevancia jurídica que puedan existir; o lo que es lo mismo, no toda desigualdad
constituye necesariamente, una discriminación. La igualdad, como lo ha dicho
esta Sala, sólo es violada cuando la desigualdad está desprovista de una
justificación objetiva y razonable. Pero además, la causa de justificación del acto
considerado desigual, debe ser evaluada en relación con la finalidad y sus
efectos, de tal forma que debe existir, necesariamente, una relación razonable
de proporcionalidad entre los medios empleados y la finalidad propiamente
dicha. Es decir, que la igualdad debe entenderse en función de las
circunstancias que concurren en cada supuesto concreto en el que se invoca,
de tal forma que la aplicación universal de la ley, no prohíbe que se contemplen
soluciones distintas ante situaciones distintas, con tratamiento diverso. Todo lo
expresado quiere decir, que la igualdad ante la ley, no puede implicar una
igualdad material o igualdad económica, real y efectiva (...)”. Voto n° 2568 de las
11:48 horas del 4 de junio de 1993” (voto 2004-0170 de las 11:10 horas del 12
de marzo de 2004). Como puede dilucidarse de lo anterior, el principio de
igualdad salarial implica la no arbitrariedad en materia remuneratoria, de ahí
que, a igualdad de condiciones en la prestación del servicio será igual la paga
recibida, concepto que es también recogido y desarrollado por el Código de
Trabajo en su artículo 167” Por su parte, el principio de igualdad salarial, es aún
más amplio, puesto que conlleva el conceder a todo trabajador (a), una idéntica
retribución económica, que la que perciben sus compañeros (as) de labores,
ante una misma prestación de servicios. Lo que interesa desde este punto de
vista no es que haya algún empleado (a) más favorecido (a) que otro (a), sino
que ante tal prerrogativa, resulte perjudicado (a) subjetivamente algún otro
trabajador (a), esto es, que no exista ningún fundamento objetivo y justificado
que de mérito a la diferencia de trato. Bajo esta perspectiva, podemos afirmar
que, el principio de igualdad, no significa una prohibición un tratamiento desigual
para quienes son sustancialmente diferentes. En este orden de ideas debe
entenderse el canon 56 de la Carta Magna cuando afirma: “El trabajo es un
derecho del individuo y una obligación con la sociedad. El Estado debe procurar
que todos tengan ocupación honesta y útil, debidamente remunerada, e impedir
que por causa de ella se establezcan condiciones que en alguna forma
menoscaben la libertad o la dignidad del hombre o degraden su trabajo a la
condición de simple mercancía. El Estado garantiza el derecho de libre elección
de trabajo”. Es decir, dicho artículo contiene el desarrollo de una idea general
respecto al Estado Social de Derecho que pone de manifiesto la
democratización de las relaciones de trabajo, con la finalidad de garantizar el
acceso de la persona trabajadora a trabajo digno y bien remunerado. Y el
precepto constitucional 57 expresa que “(…) El salario base será siempre igual
para trabajo igual en idénticas condiciones de eficiencia (…)”. Asimismo la Sala
Constitucional al abordar el tema indicó que “(...) El principio de igualdad,
contenido en el artículo 33 de la Constitución Política, no implica que en todos
los casos, se deba dar un tratamiento igual prescindiendo de los posibles
elementos diferenciadores de relevancia jurídica que puedan existir; o lo que es
lo mismo, no toda desigualdad constituye necesariamente, una discriminación.
La igualdad, como lo ha dicho esta Sala, sólo es violada cuando la desigualdad
está desprovista de una justificación objetiva y razonable. Pero además, la
causa de justificación del acto considerado desigual, debe ser evaluada en
relación con la finalidad y sus efectos, de tal forma que debe existir,
necesariamente, una relación razonable de proporcionalidad entre los medios
empleados y la finalidad propiamente dicha. Es decir, que la igualdad debe
entenderse en función de las circunstancias que concurren en cada supuesto
concreto en el que se invoca, de tal forma que la aplicación universal de la ley,
no prohíbe que se contemplen soluciones distintas ante situaciones distintas,
con tratamiento diverso. Todo lo expresado quiere decir, que la igualdad ante la
ley, no puede implicar una igualdad material o igualdad económica, real y
efectiva (...)”. Voto n° 2568 de las 11;48 horas del 4 de junio de 1993” (voto
2004-0170 de las 11:10 horas del 12 de marzo de 2004). Como puede
dilucidarse de lo anterior, el principio de igualdad salarial implica la no
arbitrariedad en materia remuneratoria, de ahí que, a igualdad de condiciones
en la prestación del servicio será igual la paga recibida, concepto que es
también recogido y desarrollado por el Código de Trabajo en su artículo 167”
(voto número 641 de las 9:35 horas del 1° de agosto de 2012). Para resolver el
caso concreto, debe comenzarse indicando que no se comparte la aseveración
contenida en el recurso, según la cual, al trabarse la litis, la parte accionada se
allanó a las pretensiones contenidas en ella; la circunstancia de que al contestar
los hechos del primero al cuarto se indicara “me atengo a la prueba”, en modo
alguno puede equipararse a un allanamiento, mucho menos si de la simple
lectura de la contestación de la demanda, se extrae claramente su oposición a
ellas (folios 8 y siguientes). Luego, son hechos no controvertidos en esta
instancia que: el actor ocupa la plaza 26806 que tiene el perfil de “Asesor de
Gerencia”; que en el año 1996 fue trasladado con todo y puesto, de la Gerencia
de la División de Operaciones a la Dirección Médica del Hospital Calderón
Guardia, lugar en donde no existen gerencias, sino, la dirección del hospital; que
dicho traslado se hizo respetando las mismas condiciones que hasta entonces
tenía; y, que diez años después, la Sub-área de Clasificación de Puestos, de la
Dirección de Recursos Humanos del Nivel Central llevó a cabo un estudio grupal
de puestos en relación con los Asesores de Gerencias, del que se derivó una
revaloración salarial, en el que no se tomó en cuenta el ocupado por el actor y
por consiguiente no se le aplicó la referida revaloración. Por otro lado, del propio
libelo de recurso se desprende que el actor mostró conformidad con el traslado
dispuesto en el año 1996, no fue combatido por él, precisamente, porque, según
su criterio, no le deparaba perjuicio. Aparte de ello, este órgano se encuentra
inhibido para valorar si se dio en armonía con el ordenamiento jurídico, porque
en la demanda no se planteó ninguna pretensión relacionada con una supuesta
nulidad del acto de traslado por violación al debido proceso. En ese orden de
ideas, el objeto de debate en esta instancia tiene que ver con la determinación
de si la ausencia de revaloración del puesto específico ocupado por el actor,
vulneró sus derechos adquiridos y el principio de igualdad salarial. Para la Sala,
en modo alguno puede considerarse que se violentó la normativa en la que se
sustenta el recurso, por cuanto, según las probanzas, al momento en que se
llevó a cabo esa revaloración, el accionante no realizaba las mismas funciones
que tenían las personas que efectivamente estaban asignadas a las distintas
gerencias de la accionada. Lo anterior, precisamente, debido a que en el
hospital en donde presta servicios, no existen gerencias. Sobre el particular, la
jefa de Sub-área de Diseño y Valoración de Puestos, al declarar en sede judicial
se manifestó conocedora del caso del accionante y a su respecto textualmente
dijo: “En el año 2006 2007, la institución realizó varios estudios grupales a
diferentes ocupacionales, entre ellos el grupo de asistentes o asesores de
Gerencia, cuyo fin fue clasificar los puestos de acuerdo a las tareas y
responsabilidades asignadas, en este caso no se incluyó en dicho estudio al
actor, por cuanto don … (se refiere al actor) no se destaca a esta fecha en
ninguna Gerencia de la Institución, por lo tanto posteriormente, le corresponde
realizarle un estudio individual de puestos y clasificarlo de acuerdo con las
tareas que realiza actualmente, aplicando para ello el procedimiento establecido
en el manual de procedimientos para estudios de reasignación de puestos
vigente en la CCSS, donde se establece, además, de que APRA tal fin debe
obtenerse información mediante el cuestionario de clasificación de puestos que
llena el interesado con su jefatura inmediata”. Dio cuenta que el actor ha
mantenido el puesto de Asesor de Gerencia con el salario que aparece en la
clase de puesto correspondiente. Manifiesta que ese tipo de puesto está
solamente destacado en la Gerencia institucional y no a nivel hospitalario.
Expresó que al actor no se le pudo incluir en el estudio de revaloración porque
no desempeñaba funciones en alguna gerencia de la institución. Dijo que no se
ha hecho ningún análisis individual de las funciones realizadas en la actualidad
por el accionante, debido a que, no se ha remitido la información requerida en el
cuestionario de clasificación de puestos. Ubicó el puesto ocupado por el actor
en una clase pasiva, luego denominada otras claves que “… son puestos que
han quedado en etapa transitoria luego de la aplicación de un estudio grupal y
donde el funcionario no se incluyó por falta de algún requisito establecido en el
manual de procedimientos para estudios de clasificación y valoración de
puestos. Se encuentran en un grupo aparte en los cuales procede el estudio
individual de puestos para su clasificación correcta de acuerdo a las funciones
que realiza. La clave la ostenta… (hace referencia al nombre del actor) después
de realizado el estudio grupal en el año 2006 a los asistentes y asesores de
Gerencia” (folios 101 a 103). Los cuestionamientos que se hacen de ese
testimonio no son de recibo, porque en lo fundamental, para resolver el punto
sometido a examen, lo que importa es la determinación de si el actor hacía un
trabajo igual al de las personas cuyos puestos fueron revalorados. Esa
declaración no entra en contradicción y mas bien armoniza con el oficio SDVP-
334-10 de 23 de abril de 2010 suscrito por ella y dirigido a la Dirección Jurídica
de la demandada (folios 73 a 81); así como con el documento de folio 81 del
fólder aparte (se repite en el folio 86) firmado por la señora Obando (Técnica de
Clasificación), del que se extrae que la plaza ocupada por el actor no fue
afectada, porque aunque conserva la clasificación “… no tiene asignadas las
tareas correspondientes al perfil del puesto” y con el oficio ORH-CVP-133-2010
del 12 de abril de ese año (folios 82 a 85). Con independencia de la
problemática suscitada en la institución relacionada con la utilización de la
denominación “claves pasivas” u “otras claves”, lo cierto del caso es que está
claro que el actor al momento del estudio que interesa y que dio origen a la
referida revaloración, en el plano de los hechos no realizaba las funciones
propias del puesto en el que estaba nombrado; dado que ellas se ejecutaban en
las gerencias institucionales y no a nivel hospitalario. Por otro lado, es evidente
que al no reconocerse a favor suyo los efectos de la revaloración de los puestos
de asesores de gerencias, no se quebrantó lo dispuesto en relación con el
traslado original, pues, no se observa que algunas de las condiciones que para
entonces tenía el actor, haya sido vulnerada en forma injustificada; pues, en el
año 2006 lo que se hizo fue -atendiendo a las reales funciones desempeñadas-
revalorar los puestos en relación con los cuales verdaderamente se cumplían
las relacionadas con él, es decir, las propias del asesor de gerencia. Por otro
lado, debe tomarse en consideración que el referido principio de igualdad se
quebranta cuando la diferenciación que se hace no tiene una justificación
objetiva y razonable; y no como en este caso, en el que los trabajos
desempeñados son distintos.

V.-

Por las razones expresadas, la sentencia recurrida debe confirmarse.

POR TANTO:

Se confirma la sentencia recurrida.

Julia Varela Araya

Rolando Vega Robert Eva María Camacho Vargas

Héctor Blanco González María del Rocío Carro Hernández

Res: 2013-000467

Sentencia:
00150 Expediente:
11-000420-0641-
LA Fecha:
11/02/2015 Hora:
10:05:00
a.m. Emitido por:
Sala Segunda de la
Corte

Tipo de Sentencia: De Fondo


Redactor: María del Rocío Carro Hernández
Clase de Asunto: Proceso de riesgo del trabajo
Texto de la sentencia
Documentos relacionados: Referencia a otra jurisprudencia

Contenido de interés 1

*110004200641LA*

Corte Suprema de Justicia

SALA SEGUNDA

Exp: 11-000420-0641-LA

Res: 2015-000150

SALA SEGUNDA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA . San José, a las


diez horas cinco minutos del once de febrero de dos mil quince.

Proceso de riesgo del trabajo establecido ante el Juzgado de Trabajo de


Cartago, por TERESITA DE LOS ÁNGELES GUZMÁN ALVARADO, operaria,
vecina de Cartago, contra el INSTITUTO NACIONAL DE SEGUROS,
representada por su apoderada general judicial la licenciada Marcela Delgado
Araya. Figuran como apoderados especiales judiciales; de la actora, el
licenciado Eduardo Alberto Castillo Mora, soltero, vecino de San José; y del
demandado, la licenciada Isabel Solano Cerdas. Todos mayores.

RESULTANDO:

1.-

La actora, en acta de demanda fechada veinticinco de mayo de dos mil once,


promovió la presente acción para que en sentencia se condenara a la
demandada al pago de la incapacidad temporal y permanente que se derivan
del riesgo laboral sufrido, intereses y ambas costas del proceso. Asimismo se le
brinde la atención médica, farmacéutica, hospitalaria, quirúrgica y de
rehabilitación que su actual condición de salud requiera.

2.-

La parte demandada contestó en los términos que indicó en el memorial de


fecha cinco de julio de dos mil once y opuso la excepción de pago.

3.-

El Juzgado de Cartago, por sentencia de las trece horas ocho minutos del nueve
de junio de dos mil catorce, dispuso: "SE DECLARA parcialmente CON
LUGAR, la presente demanda por RIESGO DE TRABAJO interpuesta
por TERESITA GUZMÁN ALVARADO contra el INSTITUTO NACIONAL DE
SEGUROS. Se rechazan la excepción de pago. Debe pagar el INS al actor lo
siguiente: INCAPACIDAD TEMPORAL: una diferencia de 6 días sea un monto
de CUARENTA Y SIETE MIL TRESCIENTOS VEINTICINCO COLONES
SETENTA Y OCHO CÉNTIMOS (47325.78). Por INCAPACIDAD
PERMANENTE: un 3% sea una renta anual de CIENTO OCHENTA Y SIETE
MIL CIENTO OCHENTA Y DOS COLONES (78362.97) que corresponde a la
renta anual, la cual se deberá pagar en mensualidades adelantadas y
consecutivas de 6530.24 colones, y durante 5 años, como lo dispone la ley, a
partir del alta dada sea el 28 de marzo del 2011. INTERESES: Deben pagar los
intereses legales sobre las rentas debidas al tipo de interés que rige en el Banco
Nacional de Costa Rica, conforme al 1163 del Código Civil, desde que cada una
se hizo exigible y hasta su efectivo pago. La ATENCIÓN MÉDICA,
FARMACÉUTICA, QUIRÚRGICA, DE REHABILITACIÓN Y
HOSPITALARIA: acoge, la accionante requiere de más atención médica según
su evolución y criterio de médicos tratantes. COSTAS: La condenatoria en
costas procesales y personales es a cargo del INS, fijándose las personales en
un quince por ciento del total de la mejora. Lo anterior sin perjuicio que, al
momento de la cancelación, el Instituto Nacional de Seguros pueda deducir de
los montos aquí indicados, otras sumas de dinero que ya hubiesen sido
canceladas a la parte actora en sede administrativa durante el trámite de este
proceso, si así fuera el caso..."
(sic). El juzgado, por resolución de once horas cincuenta y un minutos del
dieciséis de junio de dos mil catorce, aclaró: "De conformidad con el artículo
161 del Código Procesal Civil, de aplicación supletoria por mandato directo del
artículo 452 del Código de de Trabajo, se corrige error material en la sentencia
n° 219-2014, toda vez que se consignó por error el monto en letras
correspondiente a la Incapacidad Permanente, debiéndose leer de forma
correcta SETENTA Y OCHO MIL TRESCIENTOS SESENTA Y DOS COLONES
CON NOVENTA Y SIETE CÉNTIMOS (¢78,362.97), y no como por error se
consignó. Por misma indicación del ordinal 161 supra citado, se declara firme la
presente resolución. Del escrito presentado por el Apoderado de la demandada
incorporado al expediente electrónico en fecha 11/06/14, se le indica al
accionado que tome nota de lo aquí resuelto" (sic).

4.-

La parte accionada apeló y el Tribunal de Cartago, por sentencia de las catorce


horas cuarenta minutos del doce de agosto de dos mil catorce, resolvió: "Se
declara que no hay vicios de procedimiento capaces de producir nulidad o
indefensión. En lo que ha sido motivo de agravio, se revoca la sentencia de
primera instancia, respecto del porcentaje y monto del extremo de incapacidad
permanente. En su lugar, se condena a la demandada al pago a favor de la
actora de una renta anual de ¢522.419.80 pagadera en mensualidad
adelantadas de ¢43.535 durante 5 años que totalizan ¢2.612.100. En lo demás,
por no ser objeto de agravio, se mantiene incólume la sentencia de primera"
(sic).

5.-

La parte demandada formuló recurso para ante esta Sala en memorial remitido
vía facsímil el once de setiembre de dos mil catorce, el cual se fundamenta en
los motivos que se dirán en la parte considerativa.

6.-

En los procedimientos se han observado las prescripciones de ley.

Redacta la Magistrada Carro Hernández; y,

CONSIDERANDO:

I.-

ANTECEDENTES: En la demanda, la actora alegó que el 16 de marzo de 2010


sufrió un accidente de trabajo en su hombro izquierdo, provocado por el
movimiento repetido de brazos al realizar sus labores. Explicó que el INS le
brindó atención médica inicialmente; pero, con el transcurso del tiempo, su
padecimiento continuó. Señaló que el 10 de mayo de 2011 le pidió una boleta
de reapertura a la sociedad inicialmente demandada, más le aseguró que no se
la facilitarían porque la lesión carecía de relación con sus faenas. Solicita
condenar a la entidad aseguradora y a Bali Manufacturera de Cartago a pagarle
las incapacidades temporal y permanente; así como, mayor atención médica
farmacéutica, hospitalaria quirúrgica y de rehabilitación, intereses y ambas
costas. El ente demandado contestó negativamente y pidió desestimar dichas
pretensiones en el evento de que la inconformidad del trabajador no tuviera
sustento técnico médico-legal, no se aportaran pruebas que sustentaran su
decir, o bien, en el supuesto de demostrarse que ya se reconocieron los
derechos e indemnizaciones correspondientes al reclamante. Requirió que
independientemente de las resultas del proceso, se proceda a eximirle de una
posible condena en costas. Opuso la excepción de pago. La Unidad Médico
Legal de Cartago, mediante dictamen DML Nº 2011- 3336, concluyó que la
actora sufrió una incapacidad temporal de 2 meses y una permanente de un
20% de su capacidad general orgánica. Además declaró que la actora si
requiere mayor atención médica. La parte actora se mostró inconforme con esa
conclusión y el Consejo Médico le valoró. Ese órgano discrepó con la Unidad
Médica, únicamente respecto de la incapacidad permanente; pues la fijó en un
5%. El Consejo conoció la solicitud de aclaración dispuesta por el juzgado, para
dilucidar si la valuación sobre la accionante se limitó a su dolencia en el hombro
izquierdo o versó también sobre una patología que externó poseía (posterior al
acta de demanda) en su mano. El Consejo remitió a la actora ante la Unidad
Médica de Cartago, la cual indicó que no ameritaba ninguna incapacidad, ni más
tratamiento médico. El a quo declaró parcialmente con lugar la acción, obligando
al INS a cancelar 6 días de incapacidad temporal de ¢47.325,78 y un 3% de
incapacidad permanente (una renta anual de ¢78,362.97 la cual se deberá
pagar en mensualidades de ¢6.530,24 colones, durante 5 años a partir del alta
dada el 28 de marzo de 2011). También, ese ente, debe proveer la atención
médica, farmacéutica, rehabilitación y quirúrgica; además de cancelar los
intereses legales y ambas costas (las personales se fijaron en un 15% del total
de la mejora). La parte actora apeló y el ad quem modificó parcialmente lo
dispuesto, específicamente lo concedido por incapacidad permanente que fijó
en un 20% para una renta anual de ¢522.419,80, pagadera en mensualidades
adelantadas de ¢43.535 durante 5 años para un total de ¢2.612.100.

II.-

AGRAVIOS: La apoderada especial judicial del demandado alega ante la Sala,


que el ad quem aplica el principio de no reforma en perjuicio para fundamentar
que la incapacidad permanente indicada por la Unidad Médica de Cartago tiene
carácter vinculante para el juzgador, si quien la impugna ve desmejorada su
condición ante el Consejo Médico. De ahí que, si la Unidad Médica de Cartago
dispuso que la accionante tiene una incapacidad permanente del 20% y el
Consejo Médico un 5%; no podría el juez -al valorar la prueba- llegar a la
conclusión que el porcentaje de incapacidad es del 5%, si quien se mostró
inconforme con la primera pericia es la actora. Asimismo, expuso que, según
consta en certificación en autos, a la actora se le canceló un 2% de incapacidad
permanente en sede administrativa, monto que debe descontarse a efecto del
cálculo en esta instancia. Pide que se modifique el fallo en ese aspecto y
subsidiariamente se proceda a rebajar el 2% de indemnización por incapacidad
permanente cancelado en sede administrativa.

III.-

DEL PRINCIPIO DE NO REFORMA EN PERJUICIO EN EL CASO


CONCRETO: El recurso resulta acertado dado que la aplicación del principio de
no reforma en perjuicio como regla de valoración de la prueba resulta errado;
pues, este es un limite al juez al resolver el recurso dispuesto sobre
la sentencia de instancia, o en el ámbito administrativo, al órgano cuya
resolución define el proceso. Couture indica “La reforma en perjuicio (reformatio
in peius) consiste en una prohibición al juez superior de empeorar la situación
del apelante, en los casos en que no ha mediado recurso de su adversario. El
principio de la reforma en perjuicio es, en cierto modo, un principio negativo:
consiste fundamentalmente en una prohibición. No es posible reformar la
sentencia apelada en perjuicio del único apelante” (COUTURE, Eduardo J.
„Fundamentos del Derecho Procesal Civil” 13 ED. (reimpresión), Ediciones
Dapalma, Bs. As., p. 265). En sede administrativa, Sanz Rubiales explica que
este principio tiene por objeto impedir que la resolución de un procedimiento
iniciado a instancia de parte agrave la situación inicial del solicitante.
Específicamente señala «la mera realización de determinadas actuaciones
procedimentales que pueden provocar perjuicios en el recurrente no conlleva,
en principio, reformatio in peius, porque carecen del carácter definitivo de la
resolución, salvo que se trate de perjuicio irreparable o indefensión...” (Sanz
Rubiales, Iñigo. Revista de Administración Pública. Contenido y alcance de la
prohibición de reformatio in peius en el procedimiento administrativo. Número
190, Madrid, enero-abril (2013), p. 260). De estos conceptos se deduce que la
reforma peyorativa o reformatio in peius es preciso que se de en partes
dispositivas de la resolución dictada para resolver el fondo del asunto. En
consecuencia, este principio se manifiesta cuando se agrava la situación del
impugnante respecto de la resolución que decide las pretensiones del proceso.
Esta lógica sigue el numeral 565 del Código Procesal Civil -en aplicación
supletoria por medio del ordinal 452 del Código de Trabajo- que cita el tribunal
para fundar su fallo. Es decir, se requiere de un empeoramiento real para el
recurrente de forma que se modifique la sentencia inicial, privándolo de
la «ventaja” que tuviese con anterioridad. En el caso bajo examen, el Tribunal
de Cartago aplica este principio a la pericia vertida por el Consejo Médico, la
cual dictamina que la actora tiene una menor incapacidad permanente a la
establecida en el dictamen de la Unidad Médica. De esta situación, el tribunal
establece que si la actora apeló la pericia del Consejo, ella no puede ver
disminuido el porcentaje de incapacidad que se dio por la Unidad Médica. Así, al
ad quem aplica a una prueba pericial un principio propio de las sentencias y
resoluciones que ponen fin a un proceso judicial o administrativo (que deciden el
asunto que les es sometido). Además, el dictamen de los peritos -Unidad
Médica o Consejo Médico- constituye una prueba más que debe ser valorada
con el resto de las probanzas que constan en autos. Como reiteradamente se
ha fallado por esta Sala, el peritaje no tiene carácter constitutivo de un derecho,
sino de criterio técnico. Bien lo ilustra Couture cuando describe que los
dictámenes son tan solo uno de los muchos elementos que se valoran por el
juez en sus operaciones intelectuales al decidir, frente al caso, el conflicto de
intereses que se le presentan -Couture, p. 170- También olvida el ad quem, que
razonar conforme a su fallo conlleva a violentar directamente el principio de
comunidad de la prueba, el cual dispone que «Todos los elementos probatorios
una vez introducidos al proceso son comunes a todos los sujetos
procesales”. (Voto de la Sala Constitucional nº 139-92 de las 11:45 horas del 1
de julio de 1992). Los resultados de la actividad procesal son comunes a todas
las partes y son del proceso ya que se destinan al juez, quien funda su decisión
en la actividad probatoria desenvuelta en su conjunto. El juzgador no está atado
a una prueba pericial -como lo hace ver el tribunal-, que fue rebatida por otro
perito; ni esa probanza por ser favorable a una parte le pertenece, ni sujeta con
ella que se falle a su favor. Claramente esto va contra el artículo 493 del Código
de Trabajo. Por las razones expuestas procede entonces analizar el porcentaje
de incapacidad permanente otorgado.

IV.-

SOBRE EL CÁLCULO DE LA INCAPACIDAD PERMANENTE: El a quo y el ad


quem establecieron que la accionante sufrió un accidente laboral que fue
reportado el 16 de marzo de 2010 -hecho no controvertido en esta instancia
según consta en el primer hecho probado del a quo, avalado por el ad quem-,
cuando padeció una sintomatología en su hombro izquierdo, por el cual le fue
cancelado un 2% de incapacidad permanente (segundo hecho probado de la
sentencia de primera instancia, avalada por el ad quem). El dictamen de la
Unidad Médico Legal de Cartago determinó que la actora tiene una incapacidad
permanente de un 20%. Para ello concluyó: «Como consecuencia del trauma
referido por la actora quedó bursitis subdeltoidea izquierda con limitación severa
a los movimientos del hombro que comprometen el resto del miembro superior
izquierdo junto con el elemento de dolor en forma severa en todo ese
miembro” (véase dictamen DML 2011-3336 de la Unidad Médico Legal de
Cartago). Por su parte, el Consejo Médico fijó la incapacidad permanente en un
5% debido a una omalgia izquierda y bursitis subdeltoidea asociada a
movimientos repetitivos y el dolor residual (Dictamen Médico Legal DML 2012-
0098 del Consejo Médico). Es decir, en la especie se cuenta con dos
dictámenes médicos divergentes respecto al porcentaje de incapacidad
permanente a otorgar. El tema sobre la valoración y eficacia probatoria de los
dictámenes médicos en esta materia, no es novedoso. Reiteradamente, como
se indicó en el considerando anterior, la Sala ha señalado con atino, que los
jueces y las juezas únicamente están vinculados por el principio de valoración
de la prueba que impera en esta materia, es decir, según las reglas dispuestas
por el numeral 493 del Código de Trabajo. De acuerdo con ese numeral, la
prueba se apreciará en conciencia, sin sujeción a las normas del Derecho
Común, debiendo eso si, quien juzga, expresar los principios de equidad o de
cualquier otra naturaleza en que funde su criterio. En este sentido se ha dicho:
"también puede concluirse que el dictamen del Consejo Médico Forense no es
vinculante para quien juzga, sino que su pronunciamiento debe ser valorado a la
luz de las demás pruebas que constan en los autos" (voto nº 330-03 de 10:20
horas de 4 de julio de 2003). Sobre la valoración en conciencia se ha señalado
que no se trata de un sistema de íntima convicción; sino siempre apegado a los
principios de razonabilidad, de lógica, de sentido común, de ciencia y de técnica
e incluso de la experiencia. Se debe reconocer que la actividad jurisdiccional es
una potestad de quien ejerce la jurisdicción, quien sólo está vinculado por la
Constitución y la ley. De tener que suscribirse al resultado de la pericia médica
se estaría delegando la decisión al profesional o al técnico encargado de rendir
la pericia. En consecuencia, los dictámenes médicos, como sucede en este
caso, se deben valorar, como prueba pericial, a la luz de la sana crítica, para
resolver en justicia el litigio. Al respecto esta Sala ha dicho: “No obstante el
carácter de prueba calificada que tienen losdictámenes emanados del órgano
colegiado, de conformidad con la norma, él o la juzgadora deben resolver
el caso concreto, en atención no solo a lo dispuesto por el Consejo Médico
Forense, sino que deben atender las demás pruebas que constan en los autos”
(voto número 790 de las 10:15 horas del 12 de setiembre de 2008). La demanda
indica que la actora ejercía como operaria de costura. La descripción del
accidente explica que se debe a “movimientos repetitivos por aprox. 10 hr al
laborar corno operaria de costura desde hace 3 a” (sic). La Unidad Médico Legal
documenta que el reporte de Ultrasonido de músculos, tendones y
articulaciones (hombro) apuntó: “cambios inflamatorios a nivel de la bursa
subdeltoidea en relación con bursitis, sin embargo los tendones del manguito
rotador se encuentran íntegros”. Al ser examinada por los tres médicos -
especialistas en medicina legal- que conforman el Consejo Médico, ese órgano
menciona que los padecimientos derivados de su hombro izquierdo conllevan a
establecer una incapacidad permanente del 5%. Adicionó que las masas
musculares de las extremidades superiores están bien definidas de buen tono y
fuerza; además con arcos de movilidad completa (aún frente al dolor
remanente). Ahora bien, la disparidad de criterio entre lo fijado en la pericia y la
Unidad Médica radica en la valoración que realiza un solo especialista, mientras
que en el Consejo se brinda el criterio conjunto. También el cuadro clínico de la
actora cuando se hizo el primer dictamen (año 2011) es diferente a cuando se
presentó frente al Consejo (año 2012), porque en el primero al ser evaluada por
el galeno mostró arcos de movilidad limitados, con masa y tonos disminuidos.
Más ante el Consejo, como se reseño, la actora tuvo arcos de movilidad
completa; así como masas musculares bien definidas de buen tono y fuerza. De
ahí, se concluye, que la experticia elaborada por el Consejo Médico tiene un
análisis integral de las patologías más recientes de la actora y cuenta con
mayores elementos al valorarle que las dispuestas por la Unidad Médica; pues
adjuntó el criterio experto de tres especialistas, se dictaminó que su condición
equivalía a una pérdida del 5% de su capacidad permanente. Por dichas
razones, se estima que la actora tiene una incapacidad permanente del 5%.
Consecuentemente, procede modificar el porcentaje otorgado por incapacidad
permanente y reconocer el 2% de incapacidad permanente que el ente
demandado le canceló en sede administrativa a la actora; por lo que el cálculo
debe realizarse por el 3% de incapacidad remanente (ver tercer hecho probado
del a quo, avalado por el ad quem). En consecuencia, si el salario promedio
anual fue de ¢2.612.099; la renta anual debió fijarse en ¢78.362,97 y la mensual
en ¢6.530,25, para un total de ¢391.814,85 por los cinco años.

V.-

CONSIDERACIÓN FINAL: Con fundamento en las razones descritas, debe


acogerse el recurso incoado. En consecuencia, ha de modificarse el fallo
impugnado respecto del extremo de incapacidad permanente, para en su lugar
condenar al ente demandado a cancelarle a la actora una renta anual de setenta
y ocho mil trescientos sesenta y dos colones con noventa y siete céntimos;
pagadera en mensualidades de seis mil quinientos treinta colones con
veinticinco céntimos, durante cinco años para una suma de trescientos noventa
y un mil ochocientos catorce con ochenta y cinco céntimos.
POR TANTO:

Se modifica la sentencia recurrida, en el sentido de que el derecho de la actora


por incapacidad permanente es a una renta anual de setenta y ocho mil
trescientos sesenta y dos colones con noventa y siete céntimos, pagadera en
mensualidades de seis mil quinientos treinta colones con veinticinco céntimos
durante cinco años, para un total de trescientos noventa y un mil ochocientos
catorce con ochenta y cinco céntimos.

Orlando Aguirre Gómez

Julia Varela Araya Rolando Vega Robert

Eva María Camacho Vargas María del Rocío Carro Hernández

Res: 2015-000150

Yaz.-

EXP: 11-000420-0641-LA

Sentencia:
00305 Expediente:
13-000294-0929-
LA Fecha:
12/03/2015 Hora:
09:40:00
a.m. Emitido por:
Sala Segunda de la
Corte

Tipo de Sentencia: De Fondo


Redactor: María del Rocío Carro Hernández
Clase de Asunto: Proceso ordinario laboral
Texto de la sentencia
Documentos relacionados: Referencia a otra jurisprudencia

Contenido de interés 1

Exp: 13-000294-0929-LA

Res: 2015-000305

SALA SEGUNDA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA . San José, a


las nueve horas cuarenta minutos del doce de marzo de dos mil quince.

Proceso ordinario establecido ante el Juzgado de Trabajo del Segundo


Circuito Judicial de la Zona Atlántica , sede Pococí, por JENNY PATRICIA
BARRANTES GONZÁLEZ , de ocupación no indicada, vecina de
Limón, contra el INSTITUTO NACIONAL DE SEGUROS, representado por
su apoderado general judicial, el licenciado William De La O Villalobos,
divorciado. Figura como apoderada especial judicial de la demandada la
licenciada Carol Oconitrillo Chaves, casada, vecina de Cartago. Todos
mayores, abogados, casados, vecinos de Heredia, con las excepciones
indicadas.

RESULTANDO:

1.-

La actora, en escrito fechado ocho de marzo de dos mil trece, promovió la


presente acción para que en sentencia se condenara a la demandada al :
"Pago por salario por jornada adicional a partir del 2008 de siete horas y
veinte minutos semanales (hasta las 5:20 p.m.). Pago por horas
extraordinarias laboradas en exceso a partir de las 5:20 p.m. que me adeuda
esa institución. Pago por vacaciones no disfrutadas señaladas en el punto 7.
Pago por prestaciones laborales de los rubros citados con anterioridad. Que
se condene a la institución al pago de intereses futuros al tipo legal de la
suma adeudada a paritr de la liquidación hasta su efectivo pago. Solicito que
condene a la institución demandada al pago de ambas costas (costas
procesales y personales) de esta acción" . (Sic).

2.-
El apoderado general judicial de la parte demandada contestó en los
términos que indicó en el memorial de fecha diecinueve de abril de dos mil
trece y opuso la excepción de pago.

3.-

El Juzgado de Trabajo del Segundo Circuito Judicial de la Zona Atlántica,


sede Pococí, por sentencia de las once horas del trece de marzo de dos mil
catorce, dispuso :"De conformidad con lo expuesto y normativa citada se
declara SIN LUGAR en todos los extremos la demanda incoada
por JENNY PATRICIA BARRANTES GONZÁLEZ , mayor, casada una vez,
cédula de identidad número 1-517-420, vecina de La Rita, Pococí, contra
el INSTITUTO NACIONAL DE SEGUROS , representado por su Apoderado
General Judicial, el Licenciado William de la O Villalobos .-
Se acoge la excepción de Pago.- Se condena a la parte actora al pago de
ambas costas, estableciendo las personales en forma prudencial en la suma
de CINCUENTA MIL COLONES ... " . (Sic).

4.-

La actora apeló y el Tribunal de l Segundo Circuito Judicial de la Zona


Atlántica, por sentencia de las siete horas quince minutos del veinte de
octubre de dos mil catorce, resolvió : "No se notan defectos u omisiones
que puedan haber causado nulidad o indefensión a ninguna de las partes, y
en lo que es objeto el recurso, se revoca parcialmente el fallo recurrido. En
consecuencia, se condena al Instituto Nacional de Seguros a pagar a favor
de Jenny González Barrantes las diferencias salariales generadas por el
aumento de siete horas semanales en la jornada ordinaria de trabajo; así
como las horas extra laboradas, a partir de que operó ese cambio de
horario, sea desde el veintiocho de enero de dos mil ocho; y las diferencias
que la condenatoria al pago de diferencias salariales por aumento de
jornada y horas extra adeudadas implique en los extremos de preaviso de
despido y auxilio de cesantía. La determinación de los rubros adeudados se
deberá dejar para la etapa de ejecución del fallo. También se condena al
Instituto demandado al pago de los intereses generados por estas sumas a
partir de la terminación de la relación de trabajo, sea desde el nueve de
marzo de dos mil doce y hasta su cancelación definitiva al mismo tipo que
pague el Banco Nacional de Costa Rica para los depósitos a seis meses
plazo en colones. Son las costas procesales y personales a cargo del
accionado, estableciéndose las segundas en el veinticinco por ciento del
importe de la condenatoria " . (Sic).

5.-

El apoderado general judicial de la parte demandada formuló recurso para


ante esta Sala en memorial de data doce de noviembre de dos mil catorce,
el cual se fundamenta en los motivos que se dirán en la parte considerativa.

6.-

En los procedimientos se han observado las prescripciones de ley.

Redacta la Magistrada Carro Hernández; y,

CONSIDERANDO:

I. ANTECEDENTES: La actora formuló demanda contra el Instituto


Nacional de Seguros –en adelante INS-. Señaló que prestó sus servicios al
instituto accionado del 27 de julio de 1979 al 9 de marzo de 2012, día en que
fue despedida con responsabilidad patronal. Alegó que en el año 2008 su
jornada laboral fue incrementada y no se le realizó el aumento salarial
establecido en el artículo 5 de la Convención Colectiva vigente para ese
entonces. Refirió que debía registrar su ingreso y salida, realizar informes,
solicitar permiso para ausentarse (independientemente del tiempo requerido)
y recibir órdenes e instrucciones de su jefatura directa. Solicitó el pago por
las jornadas adicional y extraordinaria laboradas a partir del 2008. Pidió
también el pago por las vacaciones no disfrutadas y prestaciones legales.
Reclamó los intereses y ambas costas (folios 55 a 58 frente y vuelto). El
apoderado general judicial del instituto demandado reconoció la relación
laboral entre la actora y este último. Negó que tuviera derecho a las
pretensiones reclamadas y opuso la excepción de pago (folio 90 a 96). La
sentencia de primera instancia declaró sin lugar la demanda en todos los
extremos y acogió la excepción referida (folios 141 a 149). La parte actora
apeló la resolución (folios 150 a 152 frente y vuelto) y el Tribunal de Trabajo
del Segundo Circuito Judicial de la Zona Atlántica revocó parcialmente el
fallo. En su lugar, condenó al INS al pago de las diferencias salariales
generadas por el aumento en la jornada ordinaria; de las horas extra
laboradas a partir del 28 de enero de 2008; las diferencias que la
condenatoria al pago de diferencias salariales por aumento de jornada y
horas extra implique en el preaviso y el auxilio de cesantía; pagar intereses y
ambas costas (folios 163 a 176).

II. AGRAVIOS DEL RECURRENTE: El apoderado general judicial del


INS muestra disconformidad con lo resuelto por el tribunal. Alega que la
actora ocupaba un cargo de jefatura y, por ende, su jornada laboral era
hasta de doce horas. Aclara que como Directora Ejecutiva de la Sede de
Guápiles no había una persona con rango superior que la supervisara, pero
sí debía mantener comunicación continua con la Dirección de Operaciones,
por ser esta última la rectora de todas las sedes del INS. Señala que como
empleada del instituto debía laborar dentro de la jornada y horario
correspondiente a su puesto. Refiere que en lo relativo a vacaciones la
promovente debía informar y coordinar, pues la Dirección de la Sede debía
quedar a cargo de otra persona. Sostiene que en virtud del puesto que
ostentaba la demandante y de conformidad con lo establecido en el artículo
5, párrafo 6, de la Convención Colectiva, el pago de horas extra no procede.
Aunado a ello, la trabajadora no acreditó que contara con la autorización del
superior, tal y como lo exige la norma antes citada. Solicita se declare con
lugar el recurso y se condene en costas a la actora (folios 183 a 185 frente y
vuelto).

III. DE LA JORNADA DE TRABAJO DE LA ACTORA: La limitación


de la jornada de trabajo constituye uno de los mayores logros en la lucha de
los trabajadores y trabajadoras por dignificar su condición humana. Con
tales limitaciones, la parte empleadora, aún dentro de su más amplio poder
de dirección, no puede disponer de las fuerzas de sus colaboradores y
colaboradoras más allá de los límites establecidos por la Constitución
Política como jornada ordinaria. Por principio (artículo 58 Constitucional), la
limitación a la jornada ordinaria no podrá exceder de ocho horas en el día ni
de seis horas durante la noche. Esa limitación refleja el interés del
constituyente en evitar las jornadas extenuantes que ponen en franco peligro
no sólo la salud física y mental de quien trabaja, sino también, su vida
familiar y social, siendo como lo es, que la vida en familia y en sociedad es
el entorno imprescindible para el desarrollo humano. Sin embargo, la misma
norma autoriza a fijar ciertas labores específicas, en las cuales esa limitación
se amplía a doce horas diarias. Esas excepciones, están enunciadas en el
artículo 143 del Código de Trabajo que reza: “Quedarán excluidos de la
limitación de la jornada de trabajo, los gerentes, administradores,
apoderados y todos aquellos empleados que trabajan sin fiscalización
superior inmediata ; los trabajadores que ocupan puestos de confianza; los
agentes comisionistas y empleados similares que no cumplen su cometido
en el local del establecimiento; los que desempeñen funciones discontinuas
o que requieran su sola presencia; y las personas que realizan labores que
por su indudable naturaleza no están sometidas a jornadas de trabajo. / Sin
embargo, estas personas no estarán obligadas a permanecer más de doce
horas en su trabajo y tendrán derecho, dentro de esta jornada, a un
descanso mínimo de una hora y media” (énfasis agregado). En el caso que
nos ocupa, el instituto demandado se ampara en esa disposición por la
remisión que se hace en el artículo 5, párrafo 6, de la Convención Colectiva,
señalando que la actora se desempeñaba como Directora Ejecutiva de la
Sede de Guápiles, puesto que se ajusta al concepto de empleado de
confianza establecido en ese numeral y, en consecuencia, su jornada laboral
ordinaria era hasta de doce horas. El tribunal concluyó que el puesto
ocupado por la demandante no tenía esa naturaleza y, por ello, ordenó el
pago del aumento de jornada operado el 28 de enero de 2008, así como el
de las horas extra laboradas por encima de las ocho horas diarias. Sobre
este tema, esta Sala ha sostenido que el cuerpo normativo antes citado, al
igual que sucede en muchas legislaciones laborales de la región, es omiso
en la definición del término trabajador (a) o empleado (a) “de
confianza” contenido particularmente en el numeral trascrito. Su contenido
ha ido definiéndose a través de criterios jurisprudenciales y de la doctrina
jurídica más autorizada. Un concepto bastante difundido entre los juristas
más connotados que han abordado el tema, en países en los que también
existe esa omisión, ha sido el de calificar como trabajadores de confianza a
aquellos cuya actividad se relaciona en forma inmediata y directa con la vida
misma de la empresa, sus intereses, la realización de sus fines y con su
dirección, administración y vigilancia generales; dentro de los cuales se
comprende también las personas que están en contacto inmediato y directo
con el patrono (ver en ese sentido: DE LA CUEVA (Mario). El nuevo derecho
mexicano del Trabajo , México, Editorial Porrúa, 1990, pp. 154-159; DE
BUEN (Néstor), Derecho del Trabajo , México, Editorial Porrúa, Tomo I,
1991, p. 471). En la jurisprudencia patria se ha dicho que, para realizar tal
calificación, es necesario examinar la modalidad propia de los servicios que
la persona trabajadora presta, su responsabilidad ante los empleadores, lo
delicado de su tarea, el grado de autonomía o independencia en que puede
desenvolverse y ejecutar sus labores, la fiscalización superior inmediata a
que esté sujeto el trabajador o la trabajadora, el sometimiento a una jornada
de trabajo y el grado de vinculación de la gestión de la persona a la vida y a
las políticas de la empresa. En atención a lo expuesto, del elenco probatorio
recabado en el proceso se concluye que la promovente desempeñaba un
puesto que, dentro de la estructura organizativa específica del INS, era de
confianza. Obsérvese que ella ocupaba el puesto de Directora Ejecutiva de
la Sede del INS en Guápiles, por lo que era la responsable de esa sede, es
decir, tenía a su cargo la dirección y administración de esta, lo cual se ajusta
a lo referido en la citada norma convencional, que expresamente señala: “No
obstante lo regulado en el primer párrafo de este artículo sobre la jornada
ordinaria, para los Jefes de Dirección, Departamento o Sección y todos los
demás trabajadores que laboran dentro de las previsiones del artículo 143
del Código de Trabajo, regirá una jornada total diaria hasta de doce horas,
con hora y treinta minutos (1h. 30”) de descanso dentro de su curso…” La
actora ostentaba un grado de autonomía e independencia bastante elevado
en el ejercicio de su cargo. Ella era la jefa de la oficina de Guápiles y sobre
ella no había supervisión directa e inmediata, lo que se ajusta a otro
supuesto del numeral del Código de Trabajo antes referido y más bien ella
era la encargada de velar por el buen funcionamiento de esa oficina. En esa
sucursal no existía una persona con rango superior y si bien es cierto debía
reportarse con la Directora y el Subdirector de sedes y rendirles informes,
estos se encontraban en las oficinas centrales ubicadas en San José, por lo
cual no había esa inmediatez en la fiscalización. Está claro que, por la
naturaleza de su puesto, la actora no estaba sujeta a ese control, es decir,
carecía de un superior en la zona que controlara su desempeño y, como se
advirtió, más bien en ella se delegó la confianza para el buen funcionamiento
de esa oficina. Esa responsabilidad recaía sobre ella y formaba parte de sus
funciones. Con base en lo expuesto, su jornada ordinaria podría ser hasta
de doce horas. Por otra parte, de conformidad con lo indicado, se concluye
que el fallo del tribunal debe ser revocado en cuanto ordenó el pago del
aumento de jornada, pues la jornada ordinaria de la accionante estaba en
los supuestos de excepción regulados en la convención colectiva sin que la
circunstancia de que una variación anterior haya sido remunerada obligara al
demandado a proceder de la misma manera. A esto debe adicionarse que, si
bien la trabajadora laboró con una jornada de ocho horas antes del 2008,
según la Convención Colectiva y de acuerdo con su puesto, su jornada
debió de ser en todo momento de doce horas y el salario que recibía era por
esta jornada. El haber laborado menos horas antes del 2008 fue un beneficio
que, por los motivos que fueren, no se mantuvo después de esa fecha,
lo que no implica que cuando pasó a trabajar las doce horas que le
correspondían, tuviera que cancelársele un monto adicional en el salario (el
cual siempre fue por la jornada de las doce horas). Ahora bien, en cuanto a
las horas extra, lleva razón el recurrente en el sentido de que la actora no
demostró contar con autorización para laborar horas extra. Según el artículo
5 de la Convención Colectiva (folio 20), el trabajo fuera de la jornada
ordinaria sólo podía ser autorizado por el jefe correspondiente por
acumulación de trabajo, lo cual no fue probado en el caso de la actora. Así
las cosas, debe revocarse la sentencia recurrida en este sentido y
confirmarse la de primera instancia, incluso en cuanto a la condenatoria en
costas, de conformidad con el artículo 221 del Código Procesal Civil, de
aplicación según el numeral 452 del Código de Trabajo.

POR TANTO

Se revoca la sentencia impugnada y en su lugar, se confirma la de


primera instancia , salvo en cuanto fijó las costas en cincuenta mil colones y
se fija ese extremo en ciento cincuenta mil colones.

Orlando Aguirre Gómez

Julia Varela Araya Rolando Vega Robert

Eva María Camacho Vargas María del Rocío Carro Hernández

jbarquero

Sentencia:
00183 Expediente:
11-000030-1178-
LA Fecha:
13/02/2015 Hora:
09:40:00
a.m. Emitido por:
Sala Segunda de la
Corte

Tipo de Sentencia: De Fondo


Redactor: María Alexandra Bogantes Rodríguez
Clase de Asunto: Proceso ordinario laboral

Tiene voto salvado


Texto de la sentencia

*110000301178LA*

Corte Suprema de Justicia

SALA SEGUNDA

Exp: 11-000030-1178-LA

Res: 2015-000183

SALA SEGUNDA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA . San José, a las


nueve horas cuarenta minutos del trece de febrero de dos mil quince.

Proceso ordinario establecido ante el Juzgado de Trabajo del Segundo Circuito


Judicial de San José (oral-electrónico), por MARÍA ISABEL GAMEZ GUZMÁN,
docente y vecina de Alajuela, contra el ESTADO representado por su
procuradora adjunta la licenciada Kattya Vega Sancho, divorciada. Actúa como
apoderada especial judicial de la actora la licenciada Nancy Sandí Sanabria,
vecina de Heredia y casada. Todos mayores.

RESULTANDO:

1.-

La actora, en escrito de demanda de fecha seis de abril de dos mil once,


promovió la presente acción para que en sentencia se condenara a la
demandada a restituirle el pago equivalente al 20% del horario ampliado como
profesora de enseñanza general básica I y II Ciclo, así como a la cancelación
del 30% del recargo de educación de adultos mientras se mantenga la condición
de reubicada, al pago de las diferencias adeudadas por concepto de: a) lo
adeudado del 20% por concepto de horario ampliado como profesora de
educación general básica I y II Ciclo por laborar en una escuela con modalidad
de horario ampliado desde el 01 de febrero de 2011 y hasta su efectivo pago. b)
se cancele lo adeudado del 30% sobre el salario base del recargo de Educación
de Adultos desde el 01 de febrero de 2011 y hasta su efectivo pago, c) así
también todos los extremos proporcionales de aguinaldo, vacaciones, zonaje,
incentivo didáctico, salario escolar originados por dichas supresiones. El pago
de los intereses generados por el total del capital adeudado, desde la fecha en
que el pago se debió realizar y hasta su efectiva cancelación. Asimismo, solicita
se le cancelen ambas costas de esta acción.

2.-

La personera estatal contestó la acción en el memorial de fecha veinticinco de


mayo de dos mil once y opuso las excepciones de falta de competencia por
razón de la cuantía y falta de derecho.

3.-

El Juzgado de Trabajo del Segundo Circuito Judicial de San José (oral-


electrónico), por sentencia de las once horas del seis de setiembre de dos mil
trece, dispuso:“Razones expuestas, artículos 492 y siguientes del Código de
Trabajo, artículos 174 y 167 del Estatuto de Servicio Civil, se declara sin lugar la
excepción de falta de derecho opuestas por la representación de El Estado,
consecuentemente se declara CON LUGAR el ORDINARIO LABORAL incoado
por MARÍA ISABEL GAMEZ GUZMÁN, contra del ESTADO, representado por
la PROCURADURÍA GENERAL DE LA REPÚBLICA, en la persona de su
Procuradora Adjunta Licenciada KATTIA VEGA SANCHO, por lo que deberá
El Estado restituir y pagar a la actora desde 01 de febrero del 2011 y mientras
se mantenga la condición de reubicada, los siguientes montos: a) El 20% sobre
su salario base por horario ampliado; b.) El 30% por recargo de Educación de
Adultos, c.) así como las diferencias generadas en el aguinaldo, vacaciones,
zonaje, incentivo didáctico y salario escolar, durante ese período; d.) los
intereses que resulten exigibles sobre las sumas adeudadas desde que surgió la
obligación de pago y hasta su efectiva satisfacción, en los términos del artículo
1163 del Código Civil, sea la establecida para la tasa básica pasiva de depósitos
a seis meses plazo en colones emitidos por el Banco Central de Costa Rica, los
cuales correrán desde la fecha que debió pagarse dicho rublos y hasta aquella
de su efectivo pago. Se condena al Estado al pago de las costas personales -
honorarios de abogados- las que se fijan en un 15% del total de la condenatoria.
Estos cálculos se realizarán en la sede administrativa, y en caso de
disconformidad de alguna parte en la etapa de ejecución de sentencia, por
cuanto no se cuenta con las probanzas necesarias para dicha cuantificación.-
De conformidad con lo dispuesto en la circular # 79-2001, publicada en el
Boletín Judicial # 148, Gaceta 3 de agosto de 2001...”. (Sic).

4.-
La personera estatal apeló y el Tribunal de Trabajo, Sección Tercera, del
Segundo Circuito Judicial de San José, por sentencia de las ocho horas diez
minutos del doce de setiembre de dos mil catorce, resolvió: “Se declara que en
el presente proceso no existen vicios implicativos de nulidad o indefensión. En lo
que ha sido objeto de recurso, se confirma el fallo recurrido, excepto en el pago
de diferencias por vacaciones, que se rechaza y se acoge al efecto las
excepciones de falta de derecho y de pago”.

5.-

La representante estatal formuló recurso para ante esta Sala, en memorial


fechado el diez de noviembre del año en curso, el cual se fundamenta en las
razones que de seguido se dirán en la parte considerativa.

6.-

En los procedimientos se han observado las prescripciones de ley.

Redacta la Magistrada Camacho Vargas; y,

CONSIDERANDO:

I.-

ANTECEDENTES: La actora formuló la demanda para que se ordenara al


Estado restituirle los pluses correspondientes al Horario Ampliado y Educación
de Adultos, durante todo el período en que mantuviera su condición de
reubicada. También pidió que se le condenara a pagar las diferencias salariales
derivadas de la supresión de ambos rubros, a partir del 1° de febrero de 2011,
así como las ocasionadas en los rubros de aguinaldo, vacaciones, zonaje,
incentivo didáctico y salario escolar. Por último, demando el reconocimiento de
los intereses legales sobre las sumas adeudadas y el pago de ambas costas
(archivo digital del 07/04/2011, de las 02:16:27 horas). La representación del
Estado contestó en términos negativos y opuso las excepciones de falta de
competencia en razón de la cuantía (denegada en el interlocutorio) y falta de
derecho (documento incorporado el 24/05/2011, a las 04:10:06 horas). En
primera instancia fueron acogidas todas las pretensiones deducidas por la
accionante (resolución incorporada el 06/09/2013, a las 12:42:24 horas). La
parte demandada formuló recurso de apelación (véase archivo digital del
16/09/2013, de las 09:16:20 horas), el cual fue parcialmente acogido por el
órgano de alzada. Este revocó el fallo en cuanto concedió las diferencias en
salario escolar, vacaciones y zonaje (resolución incorporada el 18/09/2014, a las
02:43:09 horas).

II.-

AGRAVIOS: La representante del Estado reprocha que se haya mantenido la


condena en contra de su patrocinado a restituir los pluses salariales de Recargo
por Horario Ampliado y Recargo de Educación de Adultos, pues indica que la
actora no los laboró en el tanto en que estaba reubicada y realizaba labores
administrativas, aparte de que para el curso de 2011 no tenía tramitado el pago
de ningún sobresueldo. Aduce que la reubicación se dispuso a solicitud de la
demandante sin que presentara ninguna incapacidad parcial o permanente,
conforme a lo estipulado en el artículo 174 del Estatuto del Servicio Civil. A su
juicio, no puede equipararse una recomendación médica con una licencia o una
incapacidad y no cabe aplicar los efectos de la normativa sino media una
incapacidad emitida por la Caja Costarricense del Seguro Social o por el
Instituto Nacional de Seguros. Además, expone que no puede dársele trato de
derecho adquirido al recargo de funciones, pues este depende de varios
requisitos y responde a un interés público y a una necesidad institucional,
tendiente a brindar un servicio eficaz y eficiente. Así, señala que no es
aceptable que se mantenga el recargo en el curso lectivo siguiente cuando no
se va a cumplir y lo propio es asignárselo a otra persona servidora para
satisfacer el indicado interés, sin que resulte pertinente el pago de un recargo
que no se trabaja o el pago doble en perjuicio del erario público. Por otra parte,
también objeta que se haya condenado a pagar diferencias en el salario escolar,
a pesar de que se trata de un pago diferido, de un monto retenido o deducción,
que se cancela en enero. Por último, recurre la condena en costas. Dice que su
representado ha procedido con evidente buena fe, en estricto cumplimiento del
principio de legalidad y al amparo de la jurisprudencia constitucional; que de
mantenerse la condenatoria, las personales deben ser fijadas de manera
prudencial y no porcentualmente, como se hizo. Solicita que se acoja el recurso
(documento incorporado el 11/11/2014, a las 12:34:07 horas).

III.-

CONSIDERACIONES PREVIAS: El reclamo formulado por la representante


estatal, en relación con el pago de las diferencias en el rubro de salario escolar
no resulta admisible, por cuanto lo decidido sobre ese aspecto por el tribunal no
le resultó desfavorable. El fallo impugnado revocó el de primera instancia en
cuanto había concedido las diferencias en el salario escolar.
IV.-

ANÁLISIS DEL CASO: Estudiados los agravios planteados en esta tercera


instancia rogada, relativos a la disconformidad de la parte demandada con la
decisión de que se mantenga el pago, a favor de la demandante, de los
sobresueldos por los recargos de horario ampliado y de educación de adultos, la
sala concluye que no pueden ser acogidos. El tribunal no aplicó de manera
directa el canon 174 del Estatuto de Servicio Civil, cuyo uso indebido se reclama
al indicarse que se requiere la existencia de una incapacidad o licencia médicas
emitidas por la Caja o por el INS y que, en el caso concreto, únicamente media
una simple reubicación, basada en una recomendación médica, con lo cual no
se está en los supuestos de la norma. En efecto, dicho órgano jurisdiccional
manifestó, en forma expresa, que la normativa aplicable era el Reglamento de
Licencias Especiales (Decreto n.° 19.133), que en el artículo 8 establece la
obligación del Estado de conceder una licencia especial a las personas
servidoras a quienes la Caja o el INS les haya recomendado un cambio de
funciones y que esa situación permitía reconocer el pago de los recargos
pretendidos, al igual que en el caso de las personas incapacitadas. A tales
efectos invocó los numerales 17 y 23 de ese mismo decreto, que remiten al
canon 174 citado. De ahí que no pueda concluirse, como lo alega la recurrente,
que no se está en los supuestos de este último artículo (incapacidad), pues esa
norma se aplicó por remisión del reglamento especial. La recurrente no objeta
en forma alguna la aplicación que del citado decreto hizo el tribunal, sino que
acusa un empleo indebido del artículo 174 del Estatuto del Servicio Civil, que
como se vio fue aplicado por remisión del reglamento dicho, lo que impide
analizar si el órgano de alzada incurrió en el error de derecho endilgado. En
cualquier caso, cabe señalar que esta sala ya ha tenido la oportunidad de
pronunciarse sobre asuntos similares al presente. En la sentencia 604, de las
9:40 horas del 20 de junio de 2014, a cargo de esta misma ponente, se indicó:
“Tal y como quedó explicado en las instancias precedentes, se ha estimado que
en casos de esta naturaleza resulta de aplicación el Decreto Ejecutivo número
19113, del 28 de julio de 1989, que es el Reglamento Licencias Especiales
Servidores del Ministerio de Educación Pública. En el canon primero de esa
reglamentación se establece que ahí se prevén las normas y procedimientos
que debe seguir el citado Ministerio para conceder licencia a las personas
servidoras, con motivo de la disminución de sus facultades o aptitudes para el
trabajo, derivada de un riesgo laboral o de una enfermedad. En el artículo
segundo se reafirma que las licencias que la reglamentación contempla se
concederán a quienes sufran una disminución en sus facultades y que por ello
no puedan ejecutar las funciones y atribuciones del cargo que venían
desempeñando. De conformidad con lo regulado en los numerales 5 y 8, las
personas servidoras a las que la Caja o el INS les declaren una incapacidad
menor o Tal y como quedó explicado en las instancias precedentes, se ha
estimado que en casos de esta naturaleza resulta de aplicación el Decreto
Ejecutivo número 19113, del 28 de julio de 1989, que es el Reglamento
Licencias Especiales Servidores del Ministerio de Educación Pública. En el
canon primero de esa reglamentación se establece que ahí se prevén las
normas y procedimientos que debe seguir el citado Ministerio para conceder
licencia a las personas servidoras, con motivo de la disminución de sus
facultades o aptitudes para el trabajo, derivada de un riesgo laboral o de una
enfermedad. En el artículo segundo se reafirma que las licencias que la
reglamentación contempla se concederán a quienes sufran una disminución en
sus facultades y que por ello no puedan ejecutar las funciones y atribuciones del
cargo que venían desempeñando. De conformidad con lo regulado en los
numerales 5 y 8, las personas servidoras a las que la Caja o el INS les declaren
una incapacidad menor o parcial permanente y recomienden un cambio de
funciones tienen derecho a una licencia especial. Ahora bien, el canon 9 estipula
que de previo a la concesión de la licencia, el Ministerio procederá a la
reubicación de la persona servidora, lo que se ratifica en las normas siguientes,
según las cuales '…esta licencia especial podrá ser suspendida, a juicio del
Ministro de Educación Pública, a los efectos de asignar labores y funciones
compatibles con sus condiciones personales, con las recomendaciones médicas
y la formación académica del beneficiario, que con carácter temporal se
requiera' y que '…el Ministerio de Educación Pública, podrá hacer uso del
recurso humano que estuviere en disfrute de licencia especial para la atención
de tareas y funciones de carácter administrativo, administrativo-docente o de
carácter técnico, en cualquiera de sus dependencias cuando tales servicios se
requieran para la buena marcha de las instituciones o para implementar
programas especiales', lo cual guarda absoluta correspondencia con el artículo
254 del Código de Trabajo. Luego, en el artículo 17 se establece, de manera
expresa, que 'Los beneficiarios de las licencias previstas en este reglamentación
gozarán de un subsidio equivalente a la totalidad de su salario con arreglo a lo
dispuesto por el Estatuto de Servicio Civil y el Código de Educación sobre la
materia'. De esa manera, se ha considerado que esta normativa más bien
complementa el artículo 174 del Estatuto del Servicio Civil, el cual no hace
diferencia alguna entre incapacidades permanentes o parciales y, de ahí que
tampoco quepa realizar diferenciación para los efectos del pago entre las
licencias permanentes y especiales. En consecuencia, si al momento de la
reubicación la actora devengaba un sobresueldo por recargo de lecciones
resulta indiscutible el derecho que tiene, conforme a esa normativa especial, a
que dentro de su remuneración como funcionaria administrativa se le contemple
ese plus.(Sobre el mismo tema puede verse, por todas, la reciente sentencia de
esta sala, número 308, de las 10:30 horas del 26 de marzo de 2014). Luego, a
la luz de lo argumentado en el recurso, resulta importante señalar que ninguna
relevancia tiene el hecho de que la reubicación se haya acordado ante gestión
realizada por la demandante, pues está claro que la petición estuvo basada en
una recomendación médica”. En consecuencia, el recurso no puede prosperar
en cuanto a este punto.

V.-

COSTAS : La exoneración en costas que pretende la recurrente no es de recibo


por cuanto no se advierte que exista buena fe en el actuar procesal del
demandado, dado que existen numerosos pronunciamientos de esta sala sobre
el tema debatido.La negativa del accionado a corregir la situación de la actora la
obligó a recurrir a la instancia judicial, con evidente gasto de su tiempo y de
pago de honorarios de un profesional en derecho que atendiera su posición en
juicio. Por eso no se estima justo que ella deba cargar con dichos gastos. Sin
embargo, la recurrente lleva razón en cuanto sostiene que las costas personales
deben fijarse de manera prudencial, ya que efectivamente se está en presencia
de un asunto no susceptible de estimación económica, en el tanto en que no
está determinada la fecha en que cesará la reubicación de la demandante. Así,
cabe modificar ese aspecto del fallo, para establecer los honorarios de abogado
en la cantidad de quinientos mil colones.

VI.-

CONSIDERACIONES FINALES: A la luz de las explicaciones dadas, resulta


claro que solo cabe modificar la sentencia en cuanto fijó las costas personales
en forma porcentual, para en su lugar establecerlas en la cantidad prudencial de
quinientos mil colones, conforme a los parámetros que prevé el canon 495
del Código de Trabajo.

VII. VOTO SALVADO DE LA MAGISTRADA CARRO HERNÁNDEZ. Me


aparto del criterio de mayoría pues considero que por razones de principio y
motivos de legalidad algunos de los recargos salariales en las funciones de los
servidores públicos tienen naturaleza típicamente temporal y transitoria. Así lo
dispone el artículo 15 de la Ley de Salarios de la Administración Pública al
prescribir que “el exceso se mantendrá como un recargo, por ende, de carácter
temporal”. En consecuencia aquellos sobresueldos que dependan de alguna
condición particular para ser otorgados no se configuran como un derecho
adquirido, que se incorpore irremediablemente al salario total de la persona
trabajadora. En este sentido, la Sala Constitucional ha indicado que: “si los
supuestos por los cuales fue otorgado un sobresueldo varían, y la persona ya no
se encuentra en las mismas circunstancias, no resulta arbitrario que la
Administración revoque en forma unilateral tal beneficio, toda vez que no se
cumple la condición bajo la cual se originó” (voto 3306 de las 12:48 horas del 9
de marzo de 2007). En el caso que nos ocupa a la actora se le reubicó en un
puesto administrativo por razones de salud, y por lo tanto, se han visto
modificadas las circunstancias bajo las cuales se había otorgado los
sobresueldos por recargo de horario ampliado y de educación de adultos, razón
por la cual no existe derecho laboral adquirido alguno máxime si valoramos que
este tipo de recargos de funciones fenecen con el respectivo curso lectivo.
Ahora bien, téngase presente que el numeral 174 del Estatuto del Servicio Civil
establece que: “a) Si el servidor, en el momento de incapacitarse por
enfermedad o maternidad, estuviese devengando salario adicional por zonaje,
por "horario alterno", o cualquier sobresueldo, tendrá derecho a
un subsidio equivalente al salario total que en dicho momento estuviese
devengando. / b) Las licencias por enfermedad, cualquiera que sea su duración,
no interrumpirán el derecho que tienen los servidores para recibir los aumentos
de sueldos correspondientes. (Así reformado por el artículo 1º de la Ley
No.5659 de 17 de diciembre de 1974). / c) Para todos los efectos legales, tanto
el subsidio, como los auxilios a que se refiere el artículo 167, tendrán el carácter
de salario, y serán, en consecuencia, la base para el cálculo de pensiones y
prestaciones legales, entre otros extremos, que pudieran corresponder. / (Así
adicionado el inciso anterior por el artículo 1º de la Ley No. 6110 de 9 de
noviembre de 1977)” (resaltado no es del original).La referida norma prescribe
en forma meridianamente clara y expresa que a la servidora pública que se
encuentre, incapacitada por enfermedad o en período de maternidad, que
viniere devengando salario adicional por zonaje, por horario alterno o por
cualquier otro sobresueldo, tales complementos si se tomarán en consideración
para establecer el importe del subsidio a pagarle. En el caso que nos ocupa la
actora no se encuentra ni incapacitada temporalmente ni disfrutando de licencia
por maternidad, sino que se encuentra reubicada, por razones de salud, en
funciones administrativas, según lo dispuesto por el artículo 5 del Reglamento
de Licencias Especiales Servidores Ministerio de Educación Pública n.º 19113
de 17 de julio de 1989, por tanto son funciones que ella no laboró. En
consecuencia, si no se ejerció el recargo no le corresponde el pago de este plus
salarial ya que, por el principio de legalidad, la Administración, no puede pagar a
sus servidores por funciones que no realizan. La supresión de dicho
sobresueldo “no sólo no es ni lesiva de los derechos fundamentales de la
amparada sino que, por el contrario, es el actuar debido por parte de la
Administración que, al no estar recibiendo la contraprestación laboral
correspondiente, no puede, en atención del principio de legalidad, seguir
cancelando un monto por salario que no corresponde y que más bien está
provocando un enriquecimiento ilícito de la amparada” (voto nº 14933-2009 de
las quince horas treinta minutos del veintidós de septiembre de dos mil nueve de
la Sala Constitucional). Lo contrario afectaría al principio de legalidad
presupuestaria consagrado en el artículo 180 de nuestra Constitución Política. A
la actora se le paga su salario por una cantidad de horas mensuales, pero no
más, y actúa conforme al ordenamiento jurídico vigente el Ministerio de
Educación al cancelarle por retribución salarial solamente lo que en derecho
corresponde, puesto que en el fondo de trata del manejo de fondos públicos. En
consecuencia, revoco la sentencia que se conoce y deniego la demanda en
todos sus extremos, acojo la excepción de falta de derecho, y lo hago sin
especial condenatoria en costas ya que la parte accionante actuó de buena fe.

POR TANTO:

Se modifica la sentencia recurrida únicamente en cuanto fijó las costas


personales en el quince por ciento de la condena. En su lugar, se fijan en
quinientos mil colones. En todos los demás puntos objeto de agravio, el fallo se
confirma. VOTO SALVADO: La Magistrada Carro Hernández salva el voto;
revoca la sentencia recurrida, acoge la excepción de falta de derecho, declara
sin lugar la presente reclamación y resuelve el asunto sin especial condenatoria
en costas.

Orlando Aguirre Gómez

Julia Varela Araya Rolando Vega Robert

Eva María Camacho Vargas María del Rocío Carro Hernández

Res: 2015-000183
Sentencia:
00197 Expediente:
07-000804-0639-
LA Fecha:
26/02/2014 Hora:
10:00:00
a.m. Emitido por:
Sala Segunda de la
Corte

Tipo de Sentencia: De Fondo


Redactor: María del Rocío Carro Hernández
Clase de Asunto: Proceso ordinario

Texto de la sentencia

Exp: 07-000804-0639-LA

Res: 2014-000197

SALA SEGUNDA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA . San José, a


las diez horas del veintiséis de febrero de dos mil catorce .

Proceso o rdinario establecido ante el Juzgado de Trabajo del Primer


Circuito Judicial de Alajuela, por MARÍA ISABEL GUIDO MATAMOROS ,
ejecutiva de tele mercadeo y vecina de Alajuela, contra JARDINES DEL
RECUERDO SOCIEDAD ANÓNIMA representada por su apoderado
generalísimo Jorge Federico Escobar Pardo, divorciado, administrador de
empresas y vecino de San José San José y Juan Francisco Escobar Crespo,
de calidades no indicadas . Figura como apoderado especial judicial de la
demandada el licenciado Orlando Araya Amador, vecino de San
José . Todos mayores.

RESULTANDO:
1.-

La actor a , en escrito fechado cuatro de diciembre de dos mil siete ,


promovió la presente acción para que en sentencia se condenara a la
demandada al pago de las diferencias entre el salario mínimo legal y el
percibido, vacaciones, aguinaldo, preaviso, intereses y ambas costas del
proceso.

2.-

La parte demandada contestó en los términos que indicó en el memorial de


fecha primero de abril de dos mil ocho y no opuso excepciones.

3.-

El Juzgado de Trabajo del Primer Circuito Judicial de Alajuela, por sentencia


de las trece horas treinta y seis minutos del treinta y uno de octubre de dos
mil doce , dispuso : "Con fundamento en los artículos 1, 2, 4, 18, 28, 153,
157, 461, 495 y siguientes del Código de Trabajo y 221 del Código Procesal
Civil y razones expuestas en el considerando anterior, SE DECLARA
PARCIALMENTE CON LUGAR la presente demanda ordinaria laboral
incoada por MARÍA ISABEL GUIDO MATAMOROS contra JARDINES
DEL RECUERDO S.A. , entendiéndose por denegada en lo que no sea de
pronunciamiento expreso. Debe pagar la empresa demandada al actor los
siguientes extremos: 1- Por DIFERENCIA SALARIAL de toda la relación
laboral la suma de UN MILLÓN SEISCIENTOS TREINTA Y UN MIL
TRESCIENTOS NOVENTA Y SEIS COLONES CON CINCUENTA
CÉNTIMOS. 2- Por REAJUSTE DE AGUINALDO de toda la relación
laboral la suma de OCHENTA Y TRES OCHOCIENTOS VEINTE
COLONES CON CATORCE CÉNTIMOS. 3- Por REAJUSTE DE
VACACIONES de toda la relación laboral la suma de CUARENTA MIL
SEISCIENTOS SETENTA COLONES. Todo lo anterior para un monto
global de UN MILLÓN SETECIENTOS QUINCE MIL SEISCIENTOS
VEINTITRÉS COLONES CON TREINTA Y CUATRO CÉNTIMOS , monto
sobre el cual deberá pagar además la empresa demandada los INTERESES
LEGALES que corresponden de conformidad con el artículo 1163 del Código
Civil, contados a partir de la finalización del contrato de trabajo (15 de
noviembre del 2007) y hasta el efectivo pago. Se condena a la parte
demandada al pago de las costas personales y procesales, fijándose los
honorarios en un veinte por ciento del importe total de la condenatoria..."
. (Sic)

4.-

La accionada apeló y el Tribunal del Primer Circuito Judicial de Alajuela , por


sentencia de las once horas treinta minutos del veintiuno de agosto de dos
mil trece , resolvió : "No se notan defectos no omisiones capaces de
producir nulidad o indefensión. Se confirma el fallo apelado en lo que es
objeto de recurso". (Sic)

5.-

El apoderado especial judicial de la demandada formuló recurso para ante


esta Sala en memorial de data veintiocho de octubre de dos mil trece , el
cual se fundamenta en los motivos que se dirán en la parte considerativa.

6.-

En los procedimientos se han observado las prescripciones de ley.

Redacta l a Magistrad a Carro Hernández ; y,

CONSIDERANDO:

I.-

ANTECEDENTES: La actora acudió a estrados judiciales con el fin de que


se obligue a Jardines del Recuerdo S.A. a cancelarle las diferencias entre el
salario mínimo legal y el percibido, así como aquellas generadas en los
rubros de vacaciones y aguinaldo. Requirió también el pago de preaviso,
intereses legales y de ambas costas del proceso. Como sustento de sus
pretensiones explicó que se desempeñó como ejecutiva de telemercadeo
desde el 14 de agosto de 2000 devengando un salario mensual de
¢60.000,00 que luego fue incrementado a ¢90.000,00; ello aunado a una
comisión del 1% sobre la venta de lotes y servicios funerarios. Relató que su
horario de trabajo era de 8:00 a.m. a 5:00 p.m. de lunes a viernes con dos
días de descanso. Dada la negativa de su empleador de ajustar su salario al
mínimo legal, presentó su renuncia el 1º de noviembre de 2007 (folios 81 a
86 y 118 a 119). La contestación fue rendida en términos negativos según
memorial visible a folios 112 a 113. El juzgado declaró parcialmente con
lugar la demanda y condenó a la accionada a cancelarle: ¢1.631.396,50 por
concepto de diferencias salariales, ¢83.820,14 y ¢40.670,00 por reajustes de
aguinaldo y vacaciones respectivamente; sumas que ascienden a un total de
¢1.715.623,34. Sobre ese monto deberán reconocerse intereses legales.
Estableció ambas costas a cargo de la parte vencida fijando las personales
en el 20% de la condenatoria (folios 189 a 196). Ante la apelación formulada,
el Tribunal Civil y de Trabajo del Primer Circuito Judicial de Alajuela confirmó
ese pronunciamiento (folios 216 a 218).

II.-

AGRAVIOS DEL RECURRENTE: Disconforme, el apoderado especial


judicial de la empresa accionada, acude ante esta tercera instancia rogada.
Discrepa del criterio del ad quem y estima que éste tergiversó los
argumentos de su representada. Al respecto explica que nunca se
argumentó que la estructura del salario devengado por la actora (salario
base más un porcentaje por comisión) o que la reducción de la jornada a
partir de febrero de 2005, le facultara para no cancelar el salario mínimo
legal o a proceder a su rebajo. Por el contrario, a lo largo del proceso se
aseveró que la promovente no había percibido el salario mínimo establecido
por ley debido a que desde el momento de la contratación se pactó una
jornada laboral de siete horas diarias por cinco días para un total de treinta y
cinco horas semanales y no las cuarenta y ocho que se consideran como
jornada ordinaria. De ahí que los emolumentos percibidos eran
proporcionales a la jornada efectivamente laborada. Por lo anterior sostiene
que no tiene relevancia, a efectos de dilucidar la litis, que el sueldo estuviera
conformado por una base más comisiones. Con base en lo expuesto solicita
la revocatoria del fallo (folios 222 a 227).

III.-

SOBRE EL CASO CONCRETO: Vistos los reproches esbozados por la


parte demandada y, analizada la prueba que consta en autos, se estima que
el tribunal resolvió conforme a derecho. El recurrente sostiene que, dado que
la actora no laboraba las 48 horas diurnas semanales reconocidas como
jornada ordinaria por el canon 136 del Código de Trabajo, no le correspondía
el pago del salario mínimo legal sino una proporción de este según las horas
efectivamente trabajadas. Dicho argumento no es de recibo. Tal y como fue
acreditado la promovente fue contratada inicialmente para que trabajara
ocho horas diarias de lunes a viernes. Ello se colige de la ampliación de la
demanda donde se alegó que el horario de trabajo era de 8:00 a.m. a 5:00
p.m. (ver folios 119 y 143), hecho que no fue desvirtuado por la accionada.
En ese sentido en la contestación no se hizo referencia a la jornada laboral
de la accionante sino que únicamente se enfatizó en que “el salario de la
actora siempre se ajustó al mínimo legal” (folio 112). Esta Sala ha sostenido
reiteradamente que le corresponde al trabajador demostrar la prestación
personal del servicio, y al empleador los hechos impeditivos que invoque
(artículo 317 del Código Procesal Civil aplicable en la materia por remisión
del 452 del de Trabajo) y aquellos que deba mantener documentados; entre
estos: fecha de ingreso del trabajador, antigüedad, puesto y naturaleza de
las labores ejecutadas, causas de extinción del contrato, entrega de carta de
despido, pago de obligaciones salariales, clase y duración de la jornada ,
pago y disfrute de feriados, descansos, licencias, aguinaldo y vacaciones,
cumplimiento de obligaciones de la seguridad social, justificación de la
objetividad, racionalidad y proporcionalidad de las medidas señaladas como
discriminatorias, y cualquier otra situación fáctica cuya fuente de prueba le
sea de más fácil acceso que al trabajador (entre muchas otras, puede verse
la sentencia número 91-2007, de las 9:30 horas del 16 de febrero de 2007).
También cabe acotar que ya este órgano jurisdiccional ha señalado
expresamente que en nuestro sistema jurídico laboral, el límite a la jornada
ordinaria diaria de trabajo es de ocho horas para la jornada diurna y de seis,
para la nocturna, por lo que el trabajo extraordinario es el laborado fuera de
esos topes. No es posible considerar, como lo pretende tácitamente la
demandada, la posibilidad de acumular tiempo ordinario hasta completar 48
o 36 horas semanales, porque ello sería desconocer la limitación
constitucional que se fijó en beneficio de los trabajadores. Por ende, la
actora, en virtud de su perfil profesional, debía ser remunerada como una
trabajadora calificada de conformidad con los decretos de salarios vigentes.
Ha de enfatizarse que ambas partes pactaron, tal y como se desprende de la
demanda y la contestación, que el sueldo a devengar consistiría inicialmente
en ¢60.000,00 más una comisión del 1% sobre la venta de lotes y servicios
funerarios, de ahí que, al observar los salarios reportados a la Caja
Costarricense de Seguro Social (folios 105 a 109) se deduce claramente que
se incluyen las comisiones ganadas. Si bien es cierto, puede acordarse el
pago de salario mediante comisiones, siempre ha de garantizarse el ingreso
mínimo legal y en el sub litem, se desprende que la actora no percibió como
salario base el mínimo de ley. En otras palabras, el hecho de que una parte
del salario consistiera en un porcentaje por comisiones no es óbice para que
la trabajadora devengara el salario mínimo legal. Por otro lado, consta que la
accionante suscribió un documento de fecha 9 de febrero de 2005 (folio 13)
en el cual se consigna que a partir del día siguiente, el horario de trabajo
sería de 8:00 a.m. a 3:00 p.m., no obstante en momento alguno se acordó
una deducción salarial. En ese sentido no podrían cambiarse las condiciones
en perjuicio de la trabajadora. Es innegable la facultad jurídica que tiene el
empleador, para poder modificar legítimamente, en forma unilateral, las
condiciones no esenciales de la relación laboral, en el efectivo ejercicio de
sus potestades de mando, de dirección, de organización, de fiscalización y
de disciplina; las cuales le son conferidas en virtud del poder directivo del
cual goza, dentro de una contratación. Sin embargo, las modificaciones que
se hagan no pueden ir en detrimento de los derechos de los trabajadores y
en el caso concreto no se demostró motivo que tornara necesario el cambio
de horario lo que conllevaba evidentemente un menoscabo patrimonial para
la actora.

IV.-

CONSIDERACIÓN FINAL: En concordancia con lo previamente referido,


cabe ratificar el fallo impugnado, en tanto no resultan procedentes los
agravios del recurrente.

POR TANTO:

Se confirma la sentencia recurrida.

Orlando Aguirre Gómez

Diego Benavides Santos Héctor Blanco


González

María Alexandra Bogantes Rodríguez María del


Rocío Carro Hernández

dhv.

Sentencia:
00589 Expediente:
12-000166-0505-
LA Fecha:
31/05/2013 Hora:
11:35:00
a.m. Emitido por:
Sala Segunda de la
Corte

Tipo de Sentencia: De Fondo


Redactor: María del Rocío Carro Hernández
Clase de Asunto: Proceso ordinario

Texto de la sentencia
Documentos relacionados: Referencia a otra jurisprudencia

*120001660505LA*

Corte Suprema de Justicia

SALA SEGUNDA

Exp: 12-000166-0505-LA

Res: 2013-000589

SALA SEGUNDA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA . San José, a las


once horas treinta y cinco minutos del treinta y uno de mayo de dos mil trece.

Proceso ordinario establecido ante el Juzgado de Trabajo de Heredia,


por JUDITH GONZÁLEZ SALAZAR, viuda y vecina de Heredia, contra la CAJA
COSTARRICENSE DE SEGURO SOCIAL representada por su apoderada
general judicial la licenciada Rita María Arias González, casada y vecina de
Alajuela. Ambas mayores.

RESULTANDO:

1.-
La parte actora, en acta de demanda de fecha veintinueve de febrero de dos mil
doce, promovió la presente acción para que en sentencia se condenara a la
demandada a otorgarle una pensión por el régimen no contributivo o en su
defecto por el régimen de invalidez, así como al pago de intereses y ambas
costas del proceso.

2.-

La apoderada general judicial de la demandada contestó en los términos que


indicó en el memorial de fecha veinticinco de abril de dos mil doce y opuso la
excepción de falta de derecho.

3.-

La jueza, licenciada Silvia Palma Elizondo, por sentencia de las nueve horas del
veinte de setiembre de dos mil doce, dispuso: "De conformidad con lo
expuesto, citas jurisprudenciales invocadas, artículos 494 del Código de Trabajo
en relación con el 221 del Código Procesal Civil, artículos 2 y 3 del Reglamento
de Régimen No Contributivo del 15 de enero de 2003, se declara CON
LUGAR la demanda establecida por JUDITH GONZÁLEZ SALAZAR en su
condición de madre de JORGE ALONSO RAMIREZ GONZALEZ contra
la CAJA COSTARRICENSE DEL SEGURO SOCIAL. Se condena a la
demandada a otorgarle a JORGE ALONSO PAMIREZ GONZALEZ una pensión
por el Régimen No Contributivo, la cual se calculará conforme a las
disposiciones reglamentarias aplicables, a partir de la fecha de presentación de
la solicitud en la vía administrativa, sea desde el 16 de febrero de 2009 (ver folio
2 expediente administrativo que se guarda en el archivo del despacho). Se
condena a la demandada al pago de los intereses legales al tipo fijado por el
Banco Nacional de Costa Rica para los certificados a seis meses plazo, sobre
los montos de renta insolutos y hasta su efectivo pago. Se rechaza la excepción
de Falta de Derecho, por cuanto se probó que el actor si cumple con los
requisitos establecidos en el Reglamento aplicable. Son las costas a cargo de la
parte demandada, fijándose las personales en la suma prudencial de ciento
cincuenta mil colones..."
. (Sic)

4.-

La apoderada general judicial de la demandada apeló y el Tribunal de Heredia,


integrado por los licenciados Javier Víquez Herrera, Carmen M. Blanco
Meléndez y Jorge Mario Soto Álvarez, por sentencia de las diez horas del del
dieciséis de noviembre de dos mil doce, resolvió: "No se observan defectos u
omisiones productoras de nulidad o indefensión. Se confirma la sentencia".

5.-

La apoderada general judicial de la accionada formuló recurso para ante esta


Sala en memorial recibido vía facsímile el veintidós de enero del año en curso,
el cual se fundamenta en los motivos que se dirán en la parte considerativa.

6.-

En los procedimientos se han observado las prescripciones de ley.

Redacta la Magistrada Carro Hernández; y,

CONSIDERANDO:

I.-

ANTECEDENTES: La actora entabló una demanda con el fin de que se


conceda a su hijo una pensión por el régimen no contributivo. Relató que el
joven padece de autismo y que por su enfermedad depende completamente de
sus cuidados y necesita de constante atención médica. Señaló que
administrativamente se denegó su solicitud argumentándose que tiene otra hija
que labora y que puede ayudar a sufragar los gastos familiares (folios 1 a 3). La
acción fue contestada negativamente y se tuvo por opuesta la excepción de falta
de derecho (folios 28 y 29). El Consejo Médico Forense, luego de valorar al
joven, llegó a la misma conclusión que la doctora de la Sección de Medicina del
Trabajo y dictaminó que debido a su padecimiento presenta una pérdida de más
de las dos terceras partes de la capacidad general orgánica (folios 20 a 22, 44 y
45). La señora jueza de primera instancia declaró con lugar la demanda y
condenó a la Caja Costarricense de Seguro Social a conceder el beneficio
jubilatorio pretendido a partir de la solicitud administrativa, sea desde el 16 de
febrero de 2009. Ordenó el pago de intereses legales y estableció las costas a
cargo de la parte vencida fijando las personales en la suma prudencial de
¢150.000,00 (folios 53 a 61 frente y vuelto). Ante la apelación suscitada, el
Tribunal de Trabajo de Heredia confirmó ese pronunciamiento (folios 75 a 83 y
87 a 89).

II.-
AGRAVIOS DEL RECURRENTE: Disconforme con lo resuelto, la apoderada
general judicial de la entidad demandada acude ante esta Sala. Alega una
incorrecta valoración de las probanzas y estima que se violenta la
reglamentación del régimen no contributivo de pensiones y por ende el principio
de legalidad. En su criterio, no se acreditó fehacientemente el estado de
necesidad de amparo económico del solicitante. En ese sentido arguye que sus
necesidades básicas se encuentran cubiertas con los ingresos familiares,
cuenta con una vivienda en buenas condiciones y vehículo propio y tiene una
hermana que labora en el Poder Judicial quien tiene la obligación de colaborar
con los gastos del hogar. Recrimina que se desacreditara el informe
socioeconómico rendido por la trabajadora social de la institución y que se
otorgara credibilidad al único testimonio vertido en el proceso y que proviene de
una amiga de la familia. Reclama también que se concediera el derecho a partir
de la gestión administrativa pues en aquel momento claramente no cumplía con
los requisitos para optar por la pensión. Con base en esos alegatos requiere la
revocatoria del fallo y pide que se exonere a su mandante del pago de las
costas por tratarse de fondos públicos y porque su actuación ha sido en apego a
la normativa vigente (folios 123 a 128 frente y vuelto).

III.-

SOBRE EL CASO CONCRETO: Analizada la prueba que consta en autos, se


estima que los reclamos formulados por la recurrente no son de recibo.
Tratándose de una demanda de pensión, en sede jurisdiccional, se revisa la
legalidad del acto administrativo denegatorio del derecho. Esto, sobre la base de
los presupuestos de hecho y de derecho que, a la fecha de la solicitud, hacían
procedente acceder a él y regían el accionar de la entidad demandada y, a partir
de ahí, los órganos competentes deben determinar si lo resuelto por ella se
ajusta o no a las previsiones legales aplicables. En el caso que nos ocupa, la
actora, en representación de su hijo, solicitó una pensión por parálisis cerebral
profunda dentro del Régimen no Contributivo de la Caja Costarricense de
Seguro Social. Al respecto, el artículo 1° de la Ley n° 7125, del 24 de enero de
1989, publicada en el Diario Oficial La Gaceta número 32, del 14 de febrero de
ese mismo año, establecía: “Las personas que padezcan parálisis cerebral
profunda, que se encuentren en estado de abandono, o cuyas familias carezcan
de recursos económicos, tendrán derecho a una pensión vitalicia equivalente al
menor salario mínimo legal mensual fijado por el Poder Ejecutivo. La pensión se
pagará mensualmente de los fondos del Régimen no Contributivo a cargo de la
Caja Costarricense de Seguro Social, y se ajustará a la suma correspondiente
cada vez que se haga una nueva fijación de salarios mínimos”. Ese canon fue
reformado por la Ley n° 8769 del 1 de setiembre de 2009, de ahí que
actualmente reza de la siguiente manera: “Las personas que padezcan parálisis
cerebral profunda o autismo, mielomeningocele o cualquier otra enfermedad
ocurrida en la primera infancia con manifestaciones neurológicas equiparables
en severidad, de acuerdo con el dictamen de la Comisión calificadora del estado
de la invalidez, que se encuentren en estado de abandono o cuyas familias
estén en estado de pobreza y/o pobreza extrema, tendrán derecho a una
pensión vitalicia equivalente al menor salario mínimo legal mensual fijado por el
Poder Ejecutivo. La pensión se pagará en forma mensual de los fondos del
Régimen No Contributivo que administra la Caja Costarricense de Seguro Social
(CCSS), y se ajustará a la suma correspondiente, cada vez que se realice una
nueva fijación de salarios mínimos”. El numeral 2 de dicha normativa dispone
que para la concesión de la pensión, se debe cumplir con los requisitos y
trámites establecidos para tal efecto en la ley y en el reglamento del Régimen no
Contributivo. Esa ley fue reglamentada, mediante decreto n° 18936-S, publicado
en La Gaceta n° 82, del 28 de abril de 1989, el que en su artículo 1°, señala: “El
presente reglamento regula la aplicación de la Ley de Pensión Vitalicia para
Personas que Padecen de Parálisis Cerebral Profunda, número 7125, del 24 de
enero de 1989, cuyo objetivo es proteger a las personas que padecen de
parálisis cerebral profunda, que se encuentran en estado de abandono o cuyos
familiares carezcan de recursos económicos y que por su difícil situación
económica requieran del auxilio del Estado para cubrir las necesidades básicas
del inválido; todo de acuerdo con lo estipulado en el Reglamento del Régimen
No Contributivo de la Caja Costarricense de Seguro Social, a cuyo cargo estará
el trámite y pago de estas pensiones”. En síntesis, como se infiere de las
normas transcritas, para optar por el beneficio jubilatorio deben de reunirse dos
presupuestos necesarios: el padecimiento de una enfermedad como parálisis
cerebral profunda o autismo y encontrarse en estado de abandono o pobreza
extrema. En el sub litem se tiene que en sede administrativa se denegó la
petición de la pensión por considerarse que la familia del demandante no carece
de recursos económicos. Al respecto se tomó como base el Informe rendido por
la trabajadora social el día primero de junio de 2010 donde se determinó que la
situación económica del solicitante no evidenciaba, en ese momento, un estado
de pobreza extrema (folios 14 a 20 del expediente administrativo). Para arribar a
esa conclusión la profesional hizo un balance de ingresos y egresos monetarios
del núcleo familiar del joven discapacitado consistente en su madre y su
hermana quien labora como auxiliar en el Poder Judicial y señaló: “Solicitante de
20 años de edad, soltero, portador de autismo según consta en dictamen
médico. Integra hogar con su madre y hermana. No habla, emite ruidos,
requiere supervisión para realizar las actividades de la vida diaria. En este
momento el hogar dispone del dinero que posee la señora Judith González en
su cuenta de ahorro bancario tras el pago de su liquidación. Quedó cesante el
24 de marzo del año en curso. Existe aporte económico de la
joven María Vanessa Ramírez González, la cual es soltera, sin hijos, estudia en
la Universidad Hispanoamericana y trabaja. Esta joven cancela el 100 por ciento
de sus estudios. Por el momento su madre está cubriendo la alimentación,
techo, atención médica del joven Jorge Alonso. No se evidenció que se
encuentran en estado de abandono o que su familia esté en estado de pobreza
y/o pobreza extrema. En este momento recurso económico tanto de la madre
como de la hermana que han posibilitado seguir asumiendo los egresos
mensuales del hogar”. Ahora bien, en relación con el aporte que realiza la
hermana, el mismo se limita a la suma de ¢20.000,00 por mes pues como se
expuso, debe cancelar la matrícula y el material didáctico en la universidad
donde cursa sus estudios superiores (folio 36 del legajo administrativo).
Además, de conformidad con lo expuesto por la testigo Rosibeth Padilla, la
joven ya no habita bajo el mismo techo que el solicitante (disco compacto de la
audiencia de recepción de prueba testimonial). Por otro lado, en cuanto a los
ingresos de la actora, tal y como lo aceptara la profesional que rindió el citado
informe, se calcularon con base en el reporte histórico de movimientos de su
cuenta de ahorros a ese momento donde aparecía un depósito de más de un
millón de colones y que correspondía a la liquidación de los extremos laborales.
Lo anterior en virtud de que en marzo de 2010 debió renunciar a su trabajo
precisamente para dedicarse al cuidado de su hijo. Es necesario destacar que
se trata del caso de un joven que padece de autismo, que no puede hablar, que
muestra conductas agresivas y de autodestrucción y quien requiere de la
asistencia de su madre para todas las actividades básicas de la vida (ver
dictámenes visibles a folios 20 a 22, 44 y 45). Llama enormemente la atención
que se calculara su ingreso mensual a partir de la liquidación laboral la cual,
lógica y evidentemente, servirá para hacer frente a los gastos de la familia solo
por un corto período de tiempo. Es inaceptable -en el caso concreto- el pretexto
de que en los informes sociales no se hacen proyecciones a futuro (tal y como
se colige del testimonio rendido por la señora Lorena Montenegro en el disco
compacto) lo cual resulta contrario a las reglas de la sana crítica tomando en
cuenta que se trata de un joven discapacitado que depende económicamente de
su madre quien es viuda y además se encuentra desempleada.
Consecuentemente, la Sala estima acertado lo resuelto por las instancias
precedentes en cuanto concedieron el beneficio jubilatorio solicitado, no siendo
de recibo los reproches formulados por la recurrente, inclusive el relativo al rige
de la pensión. En ese sentido, al determinarse que el solicitante cumplió con los
requisitos para el otorgamiento del beneficio cuando su madre hizo la gestión en
sede administrativa (toda vez que al momento en que se realizó el estudio socio
económico se tenía conocimiento de que la madre había renunciado a su
trabajo para cuidar a su hijo y, a pesar de que la hermana del joven aun vivía
bajo el mismo techo solo podía hacer un pequeño aporte monetario), es a partir
de ese momento en que debe otorgarse la pensión tal y como se estableció en
la sentencia impugnada.

IV.-

EN CUANTO A LAS COSTAS: En materia laboral, el tema de las costas, está


regulado en los numerales 494 y 495 del Código de Trabajo. El primerodispone
que la sentencia debe contener pronunciamiento de ese extremo, ya sea para
condenar al pago de las procesales, o de ambas; o bien, para fallar sin especial
condenatoria.En este último supuesto cada parte correría con sus respectivos
gastos. Por su parte, el artículo 495 establece que la sentencia deberá regular
prudencialmente los honorarios correspondientes a los abogados, sin que se
fijen en un porcentaje menor al quince por ciento ni mayor al veinticinco, del
importe líquido de la condenatoria o de la absolución y, cuando el asunto no sea
susceptible de estimación pecuniaria, el juzgador debe fijarlos prudencialmente
según el dictado racional de su conciencia. Esa normativa debe relacionarse
con el numeral 222 del Código Procesal Civil, aplicable conforme al artículo 452
del Código de Trabajo, según el cual, el juez puede eximir al vencido del pago
de las costas personales y aún de las procesales, cuando haya litigado con
evidente buena fe, cuando la demanda o contrademanda comprendan
pretensiones exageradas, cuando el fallo acoja solo parte de las peticiones
fundamentales de la demanda o reconvención, cuando el fallo admita defensas
de importancia invocadas por el vencido, o cuando haya vencimiento recíproco.
Ahora bien, en el caso concreto la accionante se vio obligada a acudir a
estrados judiciales en procura de la satisfacción de los derechos de su hijo
siendo acogidos sus reclamos. Además no se constata que la parte demandada
haya actuado de buena fe tanto es así que, a pesar de que ni siquiera en sede
administrativa se cuestionó el grado de invalidez del gestionante, la apoderada
de la Caja incluso apeló el dictamen médico legal (folio 35). Tampoco la
circunstancia de ser administradora de fondos públicos está prevista en la ley
como causal de exoneración en costas. Por ello debe ratificarse lo resuelto en
relación con este tema.

V.-

CONSIDERACIÓN FINAL: De conformidad con lo expuesto, se debe confirmar


la resolución impugnada en cuanto acogió el derecho de pensión desde la
solicitud en sede administrativa y condenó en costas a la entidad demandada, al
no observarse ningún motivo para que proceda la exención en cuanto a esos
gastos.

POR TANTO:

Se confirma la sentencia recurrida.

Orlando Aguirre Gómez

Julia Varela Araya Eva María Camacho Vargas

Diego Benavides Santos María del Rocío Carro Hernández

dhv.

CONSTANCIA:

De conformidad con el artículo 154, párrafo final, del Código Procesal Civil, se
hace constar, que la Magistrada Eva María Camacho Vargas concurrió con su
voto al dictado de esta sentencia, pero no firma por encontrarse fuera del país.
San José, 13 de junio de 2013.

Gabriela Salas Zamora

Secretaria a.i.

Sentencia:
00565 Expediente:
05-002402-0166-
LA Fecha:
31/05/2013 Hora:
09:35:00
a.m. Emitido por:
Sala Segunda de la
Corte

Tipo de Sentencia: De Fondo


Redactor: María del Rocío Carro Hernández
Clase de Asunto: Proceso ordinario

Texto de la sentencia
Documentos relacionados: Referencia a otra jurisprudencia

Contenido de interés 1

*050024020166LA*

Corte Suprema de Justicia

SALA SEGUNDA

Exp: 05-002402-0166-LA

Res: 2013-000565

SALA SEGUNDA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA . San José, a las


nueve horas treinta y cinco minutos del treinta y uno de mayo de dos mil trece.

Proceso ordinario establecido ante el Juzgado de Trabajo del Segundo Circuito


Judicial de San José, por JOSÉ FEDERICO BOLAÑOS RIGIONI,
administrador, contra MERCK SHARP Y DOHME I A
CORPORACIÓN representado por su apoderado generalísimo el señor Gerald
Robert Arthur Kirk, psicólogo. Figuran como apoderados especiales judiciales;
de la parte actora el licenciado Mario Antonio Gutiérrez Quintero, divorciado; y
de la parte demandada los licenciados Manuel Francisco Umaña Soto, Edgar
Villalobos Jiménez y Carlos Manuel Umaña Elizondo. Todos mayores, casados
y vecinos de San José, con la excepción indicada.

RESULTANDO:

1.-
El actor, en escrito fechado veintitrés de agosto de dos mil cinco, promovió la
presente acción para que en sentencia se condenara a la demandada a
cancelarle lo correspondiente a salario en especie, preaviso, auxilio de cesantía,
vacaciones, aguinaldo, daños y perjuicios, daño moral, intereses y ambas
costas de la acción.

2.-

El apoderado especial judicial de la corporación demandada contestó en los


términos que indicó en el memorial de fecha ocho de diciembre de dos mil cinco
y opuso las excepciones de falta de derecho, pago y la genérica sine actine agit.

3.-

El juez, licenciado Luis Porfirio Sánchez Rodríguez, por sentencia de las diez
horas diez minutos del veintiséis de mayo del dos mil diez, dispuso: “Con
fundamento en lo expuesto, citas de ley mencionadas y artículos 490 siguientes
y concordantes del Código de Trabajo, se declara parcialmente con lugar la
presente demanda de JOSÉ FEDERICO BOLAÑOS RIGIONI, en contra de
MERCK SHARP Y DOHME (I.A.) CORP. Se condena a la demandada al pago
de un mes, por concepto de preaviso, el cual se fija en la suma de CINCO
MILLONES TRESCIENTOS CINCUENTA Y SEIS MIL NOVECIENTOS
VEINTIDÓS COLONES CON CINCUENTA Y OCHO CÉNTIMOS. Por concepto
de auxilio de cesantía, se condena a la demandada al pago de doscientos punto
sesenta y siete días, que se fijan en la suma de TREINTA Y CINCO MILLONES
OCHOCIENTOS TREINTA Y UN MIL OCHOCIENTOS CINCUENTA Y NUEVE
COLONES CON NOVENTA Y DOS CÉNTIMOS. Por concepto de diferencia de
aguinaldo proporcional se condena a la demandada al pago de CIENTO
CUATRO MIL TRESCIENTOS UN COLONES CON OCHENTA Y UN
CÉNTIMOS y por reajuste de vacaciones DOS MILLONES CUATROCIENTOS
SETENTA Y DOS MIL CIENTO CUARENTA Y SIETE COLONES CON SIETE
CÉNTIMOS. Se condena a la empresa demandada al reconocimiento del pago
retroactivo de las vacaciones y el aguinaldo tomando en consideración el salario
en especie fijado en el quince por ciento para toda la relación correspondiente a
seis períodos de vacaciones y seis de aguinaldo. Para efecto de su
cuantificación, no se tomaran los cuatro punto cinco doceavo de aguinaldo
correspondiente de diciembre de dos mil cuatro a abril del dos mil cinco, así
como la parte correspondiente a veintidós días de vacaciones, cuya diferencia
ya fue otorgada en el presente. Sobre las sumas que se otorgan en el presente
fallo, así como las diferencias que correspondan por concepto de vacaciones y
aguinaldos durante la relación laboral, se condena a la demandada al pago de
intereses, al tipo legal establecido para los certificados a seis meses plazo en
colones, del Banco Nacional de Costa Rica, con un rige a partir de la fecha del
despido el catorce de abril del dos mil cinco y hasta su efectivo pago. Por
improcedente, no ha lugar de condenar a la demandada al pago de daños y
perjuicios establecidos en el numeral 82 del Código de Trabajo, ni al pago de
daño moral reclamado, así como al pago de intereses sobre ambos rubros
solicitado. Igualmente, se rechaza por improcedente la gestión que formula la
demandada, a fin de que se imponga al actor la multa establecida por el
numeral 82 del Código de Trabajo. La excepción de pago, se acoge
parcialmente respecto a los extremos cancelados oportunamente. La excepción
de falta de derecho y la genérica de sine actione agit, se acoge respecto a los
extremos denegados y se rechaza en cuanto a lo concedido. Se condena a la
demandada al pago de ambas costas del proceso, fijándose las personales por
concepto de honorarios de abogado en el veinte por ciento del monto total de la
condenatoria parcial.."
. (Sic)

4.-

Ambas partes apelaron y el Tribunal de Trabajo, Sección Primera, del Segundo


Circuito Judicial de San José, integrado por los licenciados Óscar Ugalde
Miranda, Eugenie Salas Chavarría y Ana Ruth Fallas Gómez, por sentencia de
las nueve horas cuarenta y cinco minutos del diez de agosto de dos mil
doce, resolvió: "Se declara, que en la tramitación de este asunto, no se notan
vicios u omisiones que puedan causar nulidad o indefensión. Se confirma el
fallo".

5.-

La parte demandada formuló recurso para ante esta Sala en memorial de data
dos de noviembre de dos mil doce, el cual se fundamenta en los motivos que se
dirán en la parte considerativa.

6.-

En los procedimientos se han observado las prescripciones de ley.

Redacta la Magistrada Carro Hernández; y,


CONSIDERANDO:

I.-

ANTECEDENTES: El actor estableció demanda ordinaria contra Merck Sharp &


Dohme I.A. Corp reclamando el pago de salario en especie, preaviso, auxilio de
cesantía, vacaciones, aguinaldo, daños y perjuicios, daño moral, intereses
legales y costas del proceso (folios 1 a 13). La demandada contestó de forma
negativa y opuso las excepciones de falta de derecho, pago y la genérica sine
actine agit (folios 59 a 98). La sentencia de primera instancia n.° 1146 de las
10:10 horas del 26 de mayo de 2010 estimó parcialmente la demanda y ordenó
el pago preaviso, auxilio de cesantía, diferencias de aguinaldo, reajuste de
vacaciones, intereses legales y costas del proceso, fijando las personales en el
20% de la condena (folios 235 a 249). Ambas partes apelaron (folios 256 a 264
y 314 a 330) y el tribunal confirmó el veredicto (folios 365 a 370).

II.-

AGRAVIOS DEL RECURSO: El actor y la demandada recurren ante esta Sala y


expresan los siguientes agravios. RECURSO DE LA ACCIONADA: Razona que
la sentencia de segunda instancia es absolutamente nula, porque no llena los
requisitos esenciales del debido proceso. Destaca que hubo una interpretación
errónea de la prueba. Considera que en instancias anteriores de manera
injustificada e ilegal, no se recibieron los testimonios de los señores Ortiz-
Monasterio Ramos y Piedra Cordero. Asegura que en el resultando de la
sentencia, se omitió referirse a los motivos legales del despido justificado del
actor. Agrega que se debió hacer referencia a la carta de fecha 26 de abril de
2005. Considera que no se cumplieron los requisitos del debido proceso y que el
accionante no desvirtuó la falta achacada. Apunta que el juzgado para
fundamentar su fallo, recurrió a transcripciones parciales de declaraciones de
algunos testigos y acomodó el criterio del tratadista Cabanellas de Torres. Opina
que el fallo se basó en testigos de referencia, ya que ninguno acudió a la
reunión del 14 de abril de 2005 en el que se dio el presunto despido. Asevera
que las únicas personas que estuvieron en esa reunión fueron los personeros
de la empresa Robert Kirk y Jaime Angüeira, quienes expusieron
categóricamente que el litigante no fue despedido en esa ocasión. Señala que el
gestionante hizo abandono voluntario y malicioso de su trabajo. Objeta que
incluso se le hiciera un apercibimiento de que regresara a la empresa, sin
embargo, rehusó cumplir con esa obligación. Destaca que los proyectos de
finalización del contrato de trabajo, eran simples borradores, por lo cual no era
factible asignarles valor probatorio. Adiciona que tampoco de las declaraciones
confesionales del señor Kirk y la señora Víquez puede opinarse que el día 14 de
abril se hubiese despedido al demandante. Desde su perspectiva, la carta del 26
de abril de 2005 demuestra que esa fue la data del cese. Subraya que el
despido fue con causa, fundamentado en el ausentismo del actor. Recalca que
el salario del actor se canceló completo hasta el 30 de abril de 2006. Objeta que
no comprende como se le condena a su representada a cancelar la suma de
¢52.506.000, si se tuvo por acreditado que el despido había sido comunicado el
26 de abril de 2005. Arguye que existe una contradicción en cuanto se demostró
que se le informó del despido al petente el día 26 de abril de 2005 y, al mismo
tiempo se tuvo como hecho no probado que el cese se diera en esa fecha. Se
muestra disconforme al considerar que se dieron una serie de faltas al debido
proceso. En concreto señala los siguientes aspectos: 1) no se recibió la
declaración de dos testigos propuestos por su parte, 2) no hubo derecho de
audiencia, 3) se desatendió su derecho de defensa y los principios de inocencia
e in dubio pro reo. Sostiene que la prueba se recibió de manera irregular y
antojadiza. Critica que se generaran una serie de grabaciones inaudibles e
incomprensibles, lo que entorpeció su derecho de defensa. Menciona que en el
caso de las declaraciones de los testigos Perdomo y Angüeira, se violentaron
los esquemas de declaración de testigos que residen en el extranjero. Enuncia
que no se cumplió el principio pro sentencia al no recibirse la prueba testimonial
y por la forma deficiente en que se consignó el material que si fue recibido.
Ruega a este despacho que se transcriba la prueba y, que se retrotraigan los
efectos procesales de la causa, para que pueda impugnar con mayor propiedad
y certeza los alcances de las sentencias de instancias precedentes. Dice que se
quebrantaron los derechos de doble instancia y de recurrir el fallo ante un juez o
tribunal superior. Solicita que se reciban los testimonios que ilegalmente fueron
omitidos. Opina que el litigante no tiene ningún derecho a que se le paguen los
rubros y montos concedidos. Insiste que no es acertado que se le hubiese
condenado a cancelar costas a su representada. Con base en lo anterior,
requiere la revocatoria del fallo (folios 374 a 402). RECURSO DEL
ACTOR: Pretende que se le condene a la demandada por el rubro de salarios
caídos a título de daños y perjuicios. Discute que no existe ningún documento
en el proceso que demuestre las supuestas faltas graves cometidas. Explica
que la prueba testimonial no es clara tampoco en determinar esa situación. De
ahí deba concluirse que el demandante nunca incurrió en ninguna alteración a
los registros contables ni en modificación de documento alguno, razón por la
cual, debe cancelársele el extremo que discute. Indica que al momento de
tomarse la decisión de finalizar la relación laboral por parte de la empresa,
adolecían de causa justa para ese proceder. Expone “Quedó amplia y
categóricamente acreditado que el vínculo de trabajo finalizó el 14 de abril del
2005, cuando la empresa le presentó a (…) de manera intimidante dos
alternativas, tal y como era una práctica interna en la trasnacional farmacéutica
demandada: o bien que renunciara al trabajo (acto que se intentaba disfrazar
bajo la figura de “cese laboral por mutuo acuerdo”) con la condición de que se le
cancelarían una liquidación por la suma total de ¢15.148.575,47, o en su
defecto, así se formuló la amenaza implícita, que se le despediría recibiendo un
único pago de ¢4.648.575,45, sin incluir los extremos de preaviso ni auxilio de
cesantía, sino únicamente salarios pendientes, unos días de vacaciones y
aguinaldo proporcional” (folio 418). Colige que nunca se demostró la supuesta
causa del despido que de forma verbal y de manera escrita le fue imputado al
gestionante. A su juicio, la interpretación restrictiva que hace el juzgado y el
tribunal, traería como resultado que las empresas adopten políticas en las
cuales a la hora de despedir a sus empleados sin responsabilidad, no imputen
causa alguna, para así ahorrarse el extremo que se discute. Reclama que se
condene a la accionada a resarcir el daño moral ocasionado. Acentúa que la
empresa no tenía elementos de prueba para despedir al trabajador y por ello,
actuó de manera desleal y arrogante, buscando que firmase una documentación
que le perjudicaría. Asegura que la declaración del señor Perdomo fue clara en
que al momento de la finalización del vínculo no había prueba en contra del
servidor, por eso le presionaron e intimidaron para economizarse el pago de una
liquidación completa. Argumenta que ante la imputación de una falta tan dañina
y con tantos efectos negativos sobre la carrera profesional del demandante,
debería la empresa responder. Describe que el actor después del despido,
nunca ocupó un puesto de director financiero en ninguna otra trasnacional y
enfrentó serios problemas emocionales. Respecto al salario en especie, enuncia
que es muy baja e insuficiente su fijación en el 15%. Por último, pide que se le
aumente el importe por costas a un 25% de la condenatoria. Con base en lo
anterior, pretende la revocatoria del fallo.

III.-

SOBRE LOS AGRAVIOS REFERIDOS A LA FORMA: La parte accionada


establece una serie de agravios referidos a la forma, a saber: a) que no fueran
recibidas las manifestaciones de dos testigos, b) que no se cumpliera con el
debido proceso, c) que la forma en que se recibió la prueba le generó
indefensión y d) la existencia de grabaciones inaudibles que entorpecieron su
derecho de defensa. Pide que se ordene transcribir la prueba testimonial y
confesional, al igual de que se retrotraigan las etapas del proceso, para poder
así, preparar mejor su defensa. Sobre este aspecto debe indicarse que en
materia laboral, el recurso de tercera instancia rogada no es admisible por
razones de forma, sino, solo por el fondo, quedando excluida la posibilidad de
analizar los reclamos por meros vicios procesales, salvo que se trate de alguno
sumamente grave.Esto por cuanto el artículo 559 del Código de Trabajo
expresamente establece: “Recibidos los autos, la Sala rechazará de plano el
recurso si se ha interpuesto contra lo que disponen los artículos 556 y 557. Lo
mismo hará cuando en el recurso se pida únicamente la corrección, reposición o
práctica de trámites procesales”. En todo caso, analizados los autos no se
observan los vicios que señala. Durante la tramitación del proceso nunca existió
conculcación alguna del derecho de defensa de la empresa accionada. Nótese,
que esta a través de sus representantes, pudo hacer ejercicio de todos los
mecanismos que el ordenamiento jurídico disponía para tutelar sus intereses. El
artículo 502 del Código de Trabajo dispone que será competencia de los
Tribunales Superiores la constatación de que se hubiera cumplido con las
formas procesales, pudiendo incluso, en caso de comprobarse que haya
existido indefensión, decretar la nulidad de lo actuado y devolver el expediente
al juzgado de origen para que el proceso sea sustanciado conforme a derecho
y, en efecto, el órgano de segunda instancia en su fallo razonó que no existían
vicios causantes de nulidad o indefensión. Los alegatos que realiza sobre la
utilización de medios electrónicos para documentar la audiencia deben
descartarse. Al respecto, esta Sala ha sido prolija en destacar, que esta clase
de sistema, en realidad beneficia a las partes de la controversia, pues les
permite una interacción directa con el material probatorio que se hubiese
recabado. Así, en el voto n.° 2012-0745 de las 11:38 horas del 24 de agosto de
2012 se dijo: “La oralidad en el proceso lejos de contradecir los derechos
constitucionales de los ciudadanos, brinda un sistema más garantista para quien
accede a la justicia. En efecto, con la aplicación de esta modalidad procesal,
además de promoverse valores y principios como el de inmediación,
concertación y celeridad. Al mismo tiempo, se permite una valoración integral de
la prueba, ya que los juzgadores de instancias posteriores, contarán con un
registro puntual del contenido de la audiencia, brindándoseles un margen mayor
de estudio al momento de decidir un aspecto controvertido”. Por otro lado, luego
de hacer un examen minucioso de las grabaciones, se percibe que los registros
audibles se encuentran en perfecto estado, de tal suerte, que no hay razón para
decretar la nulidad de las actuaciones y, regresar el juicio a etapas procesales
anteriores (artículo 197 del Código Procesal Civil aplicable a la materia laboral
por remisión del ordinal 452 del Código de Trabajo). Debe descartase por
completo, la posibilidad que la no transcripción de la prueba testimonial y
confesional, haya causado indefensión a la empresa demandada. Es claro, que
su representación no sólo participó de su producción, sino que en todo momento
tuvo acceso irrestricto a ese material. Por otro lado, debe recordarse que en
nuestra materia rige el principio de informalidad, de ahí que no es correcta la
aseveración respecto a que la forma en que se recibió la declaración de los
testigos Perdomo y Angüeira, trajera consigo algún irrespeto a los principios
constitucionales que rigen la administración de justicia. En lo concerniente a la
no admisión de los dos testimonios que señala, no se visualiza el vicio
apuntado. A folio 172 se observa la resolución del a-quo de las 13:55 horas del
4 de noviembre de 2008 en la cual se fundamentó acerca a las deposiciones del
señor Ortiz-Monasterio Ramos: “Respecto al argumento de que precede recibir
al señor Luis Eduardo Ortiz Monasterio Ramos como testigo, debemos señalar
que esta posibilidad está vedada, por cuanto nadie puede ser testigo de su
propia causa, con lo cual se evita que la misma parte se constituya como medio
de prueba. Claro que no puede decirse que el representante de una persona
jurídica, sea parte procesalmente, pero definitivamente, mientras ostente ese
carácter, va a actuar a su nombre, de ahí que los representantes de una
sociedad anónima, no son aptos, para que declaren como testigos en un
proceso” (folio 173). En lo tocante al testigo Piedra Cordero se resolvió en la
sentencia de primera instancia: “se prescinde del testimonio del Oscar Piedra
Cordero, el cual fue ofrecido por la parte demandada para declarar en relación
con los hechos generales de la demanda y su contestación, aspecto sobre los
cuales ya se refirieron abundantemente los deponentes Jaime Angüiera y José
Luis Perdomo en la audiencia de las trece horas con treinta minutos del
veinticuatro de junio del año dos mil nueve” (folio 236). A la luz de estos
elementos, la no evacuación de los testimonios contó con una amplia y válida
argumentación parte del órgano de primera instancia, la cual, como se dijo fue
revisada por el tribunal determinando que no hubo quebranto de las formas
procesales.

V.-

CONSIDERACIÓN PREVIA REFERIDA A LOS AGRAVIOS DE FONDO


EXTERNADO EN EL RECURSO DE LA PARTE ACCIONADA: Estudiado con
sumo detenimiento el recurso planteado por el representante de Merck Sharp &
Dohme I.A. Corp se denota que fundamenta su disconformidad únicamente en
la fecha asignada al despido del accionante, con el propósito de demostrar que
incurrió en ausentismo injustificado. Así las cosas, no se ingresará al estudio de
la otra falta imputada en la carta de despido que se describe de la siguiente
manera: “usted ha admitido que alteró los registros contables y/o documentación
correspondiente a dichos registros de esta Compañía (…)” (folio 101).
V.-

RESPECTO A LA FECHA DEL DESPIDO : Protesta la demandada porque se


fijó como fecha del despido el 14 de abril de 2005; su tesis es que este ostentó
su calidad de funcionario de la empresa hasta el 26 de abril de 2005. Reprueba
el valor probatorio que se le diera a las declaraciones de los testigos Arias
Sánchez y Soto Solano, aduce que en la reunión en que presuntamente se le
despidió al actor no se encontraban presentes. La argumentación del órgano de
primera instancia (avalada por el tribunal), consistió en que estos deponentes
expusieron una serie de situaciones, las cuales ponderadas junto a la
declaración confesional del señor Kirk, permitieron arribar a la conclusión de que
la voluntad de la empleadora al momento de citar al actor a una reunión el 14 de
abril del año antes mencionado, siempre fue dar por roto el vínculo jurídico que
existía. Sobre el tema, el apoderado de Merck Sharp & Dohme (I.A.) Corp sirvió
contestar que el trabajador fue citado en su oficina en la fecha señalada y, que
nunca le informó que iba a ser sometido a una investigación interna para
confirmar la existencia de la presunta falta que se le achacaba. Asimismo,
admitió que el día en que se realizó la junta, se le comunicó que la empresa
quería terminar la relación que hasta ese momento mantenían. Además agregó:
“yo dije a él en esa reunión, que por razón que el había violado las políticas de
la compañía y también las normas prácticas de contabilidad de Estados Unidos
e internacional, la compañía había decido que es necesario terminar su trabajo
con causa. Aunque por dos razones, yo había obtenido un acuerdo con la
compañía con la casa matriz, por dos razones, para ofrecer a él una terminación
de mutuo acuerdo, si recuerdo bien, pagándole tres meses de salario y
beneficios, creo. Las dos razones, una para ayudarle en el tiempo durante él
estar buscando nuevo puesto y, la segunda para no dañar la posibilidad de
encontrar un nuevo puesto. (…). Como dije antes, la compañía había decido por
estas acciones, que la compañía consideró muy grave terminar la relación
laboral con causa, sin embargo, en lugar de esto la compañía había acordado
ofrecerle una terminación de mutuo acuerdo con estos pagos, no fue presentado
como aquí hay dos opciones. (…)”. (Declaración audible contenida en el disco
compacto adjunto al expediente). Estas afirmaciones contradicen la posición de
la parte demandada respecto a que el actor no fue despedido en esa fecha, sino
que iba a ser objeto de una investigación. Es claro que para ese instante la
empleadora había tomado ya la decisión de finalizar la relación de trabajo,
situación que fue bien entendida por el accionante, quien producto de esa
circunstancia dejó de presentarse a su recinto laboral. Lo anterior, se refuerza si
contemplamos lo dicho por el señor Angüeira quien explicó: “Yo estaba ahí
como representante de recursos humanos de la compañía. (…). Se discutió que
don (…) había violentado unos procedimientos en el área financiera y que
debido a eso, ya no tenía la confianza de la compañía. Se le dijo que se quería
llegar a un acuerdo mutuo con él, debido a que anterior a esos eventos él había
sido un muy buen empleado de la compañía y que la compañía no quería
perjudicarlo en el sentido que pudiese conseguir empleo en otra empresa. (…).
El señor Kirk le hizo el comentario de que había violado las políticas de la
compañía interna y posiblemente algunas leyes de los Estados Unidos que es
donde la compañía está registrada y que debido a eso no podíamos tenerlo más
con nosotros, debido otra vez a la confianza que ya no podíamos tener en él”.
(Declaración contenida en el disco compacto adjunto al expediente). A esta
evidencia deben adjuntársele el hecho apuntado por el a-quo, respecto a que
para ese día la demandada se había cerciorado de tener los fondos suficientes
para cancelar la liquidación del actor; premisa que desacredita por completo el
material de folio 99 que la demandada aportó a los autos, pues no se estima
lógico que realizara esa serie de actos, si su intención era apenas iniciar la
averiguación de los hechos. Veamos lo depuesto por la atestiguante Arias
Sánchez: “tuvimos una reunión fuera de la oficina, era en el Hotel Marriot de
Escazú, el Courtyard, íbamos a estar ahí del lunes al jueves. Fue la semana del
14 de abril de 2005, para esa semana se había planeado hacer una despedida a
(…) porque él había cambiado de puesto, había dejado de ser director financiero
y había pasado a ser el jefe de información, chief information officer era el
nombre del puesto. Eso iba a ser el miércoles y estando en la reunión con los
demás gerentes (…), se nos anunció que la despedida se había cancelado. Yo
como mi función era tesorera, yo era la que manejaba los fondos, en esa
semana (…) me preguntó que si teníamos fondos en la cuenta en colones, me
precisó un monto que yo ahora no recuerdo, yo le dije que tenía que verificar, yo
llamé a la oficina y verifiqué los fondos de la cuenta con uno de mis muchachos
y entonces le dije que sí, que el monto que me había dicho sí estaba disponible,
me dijo que iban a hacer una liquidación y ocupaban unos cheque en blanco.
Era una práctica normal cuando la persona que se iba a despedir era una
persona de cierta importancia”. (Declaración audible contenida en el disco
compacto adjunto al expediente). Por su parte, el señor Soto Solano confirmó
esa versión de los hechos: “(…) que era la Directora de Recursos Humanos en
ese momento, llamó una o dos veces buscando a (…), fueron bastante
repetidas las llamadas, para el día martes (…) le pidió a (…) que era la tesorera
que hiciese una liquidación de fondos o que se asegurase que tuviese una
determinada cantidad de fondos en la cuenta. (…). Yo tenía una leve sospecha
de que por la actitud de (…), tal vez él iba a tomar una decisión sobre (…) o
sobre uno por lo que había pasado, pero tenía esperanzas a que se iba a dar el
debido proceso con la auditoría que se había prometido. La sorpresa es que en
el tiempo en que yo estuve, en el tiempo que fui tesorero me tocaba firmar
cheques (…), yo sabía del nivel de liquidaciones que se hacían eran amplias,
jugosas, que iban más allá de lo que estipula la ley. (…). Me generó sorpresa es
que para el día miércoles se le iba a dar una recepción o una comida de
despedida del departamento de finanzas, puesto que (…) había sido promovido
a otra área y era una recepción para él, el comentario de (…) es que la actividad
del día de mañana se cancela de manera indefinida”. (Declaración audible
contenida en el disco compacto adjunto al expediente). Con base en estos
elementos, no cabe duda que la fecha de finalización del contrato fue la alegada
por el accionante. No es creíble que la demandada no tuviera el día 14 de abril
la idea de despedirlo, si se analiza que para esa data, había traído a su Director
de Recursos Humanos para América Latina al país, con el objeto de que
estuviera presente en la tantas veces citada junta con el accionante. Además,
elaboró y presentó documentación tendiente a finalizar dicho vínculo (folios 16 y
17) y, por último, confeccionó varios cheques en ese sentido. Conforme a esto,
las restantes gestiones que hizo la empleadora carecieron de cualquier
justificación, pues una vez materializado el cese, no se entiende cómo se
pretendió sancionar al gestionante por ausentismo, cuando era diáfano que este
no poseía la obligación de presentarse a sus órdenes. El hecho de que la
empresa el día 26 de abril de 2005 (folios 101) dictara una carta de despido, en
nada beneficia su posición, pues ya le había externado su voluntad al
demandante, la cual había tenido plenos efectos jurídicos previamente.

VI.-

DAÑO MORAL: En el presente asunto el accionante requiere el resarcimiento


del daño moral que la demandada le causó al despedirlo. Basa su criterio en
que se le imputó una falta dañina para su carrera profesional y que nunca más
pudo optar por un puesto en las mismas condiciones en alguna otra empresa.
Esta Sala ha estimado la procedencia de un extremo de ese tipo siempre y
cuando en el caso concreto se aprecie que el despido por sus características y
por la forma en que fue ejecutado, haya infringido un sufrimiento más allá del
que un cese común podría ocasionar; para ello deberá ubicarse una necesaria
relación de causalidad entre la conducta del patrono y el menoscabo
experimentado en la esfera de la persona trabajadora e igualmente, que ese
daño sea real y evaluable. Sobre este tema debe recordarse lo dicho por este
órgano en la sentencia 2004-0481 de las 10:40 horas del 11 de junio de
2004 en cuanto en ella se afirmó lo siguiente: “La terminación de la relación
laboral por decisión unilateral del patrono, es incompatible con el derecho
fundamental a la estabilidad en el empleo y su permanencia en él. Cuando el
patrono, sin causa justificada, decide poner término a la relación obrero –
patronal, la indemnización tarifada compensa los menoscabos que representa la
pérdida del empleo y consecuente transgresión de aquel derecho. Pero la
indemnización por daño moral, se funda en la violación de derechos o
bienes de naturaleza extra patrimonial, a causa de los motivos que
determinaron el despido o por la forma en que éste se produjo. La nota
característica de la indemnización, más que en la responsabilidad
económica del patrono, está en la reparación del daño causado por actos
que extralimitan el poder sancionador. Todo daño debe ser reparado. La
atención se desplaza desde la óptica del patrono hacia la del ex trabajador, a
quienes las normas, valores y principios del Derecho Laboral tienden a proteger
desde siempre. Y si ese es el espíritu y finalidad de las normas que sancionan el
daño, con mayor razón debe ser la fuerza motriz que oriente la labor del
intérprete (artículo 10 del Código Civil, y Plá Rodríguez. “LOS PRINCIPIOS DEL
DERECHO DEL TRABAJO”, 2º edición, Depalma, 1978, páginas 25 y 26). De
manera que si el despido origina lesiones morales, estas también deben ser
reparadas en la jurisdicción laboral. (…). Tratándose del daño moral subjetivo o
puro, los Tribunales están facultados para decretar y determinar el monto de la
indemnización, en atención a su naturaleza jurídica, correspondiente a la esfera
interna de la persona. Se deduce de pretensiones de hombre. La prueba pericial
es inconducente para fijar la cuantía o monto de la indemnización. Hay que
ponderar la intensidad del dolor sufrido, gravedad de la falta, circunstancias
personales, aflicción, angustia, desesperanza, ansiedad, tiempo de duración,
todos esos aspectos valorados con amplitud y libertad de parte del juzgador
(Cfr. Sala I de la Corte Suprema de Justicia, Nº 105 de 14-30 horas de 21 de
noviembre de 1997). Si es objetivo, hay que determinar su repercusión social,
profesional, laboral y trascendencia, como ocurre con el daño patrimonial” (la
negrita y el subrayado no son del original). El accionante en su recurso habla de
hechos que técnicamente no corresponden a daño moral, sino que se
relacionan directamente a un menoscabo en su patrimonio producto de la
pérdida de su empleo, las cuales de por sí, ya son contempladas por los
resarcimientos tarifados que se asignaron en instancias precedentes. De ahí
que no sea atendible la gestión.

VII.-

SALARIO EN ESPECIE : En instancias anteriores se fijó en el 15% del salario el


vehículo marca BMW modelo 2005, que la empresa le brindaba al accionante
para su uso discrecional. Este reclama que ese monto es muy bajo y que debe
elevarse. Respecto a la fijación económica de esta clase de remuneración, este
órgano ha indicado: “Nuestro ordenamiento jurídico, en el artículo 166 señala
que “por salario en especie se entiende únicamente lo que reciba el trabajador o
su familia en alimentos, habitación, vestidos y demás artículos destinados a su
consumo personal inmediato. En lo tocante a la parte del salario, que pueda
legítimamente ser pagado en especie, con base en la interpretación que se hace
de lo establecido en el tercer párrafo del indicado numeral, se ha considerado
que, ese porcentaje (cincuenta por ciento), es el máximo a conceder en especie;
mientras no se haga, en cada caso, una valoración diferente. En cuanto a la
estimación del mismo, por lo general, las partes no le dan un valor determinado,
a lo pagado en especie, y no es sino hasta que concluye el contrato, cuando se
pretende establecer su valor, a los efectos de calcular, correctamente, los
derechos derivados de tal conclusión. El citado párrafo tercero, del artículo 166,
del Código de Trabajo establece que “...mientras no se determine en cada caso
concreto el valor de la remuneración en especie, se estimará equivalente al
cincuenta por ciento del salario que perciba en dinero el trabajador”; sin
embargo, ha sido criterio reiterado el de que, en esas circunstancias, la fijación
no debe hacerse de por sí y de una vez, siempre en el cincuenta por ciento
indicado, sino que deben establecerse parámetros objetivos de valoración y
fijarse, luego, en el porcentaje que se considere pertinente; tal y como bien lo
hizo el A-quo ”. (Voto n.° 2002-0036 de las 10:20 horas del 6 de febrero de
2002). También en la resolución 2001-0110 de las 14:50 horas del 9 de febrero
de 2001 se expresó: “Ya esta Sala, en reiteradas ocasiones ha señalado que la
determinación del valor correspondiente al salario en especie que reciba un
trabajador, deberá realizarse en cada caso específico, y sólo cuando ello resulte
imposible, se acudirá a la fijación del porcentaje establecido por ley. El hecho de
que, en el contrato de trabajo, no exista estipulación al respecto, no significa que
tal fijación opere en forma automática, menos en esta materia, en la cual las
relaciones laborales se nutren, con mayor énfasis, de la propia realidad. Tal
estimación debe hacerla el juzgador, en forma prudencial, en relación con lo
efectivamente percibido por el trabajador, con el mencionado carácter salarial y
no en relación con todos los beneficios recibidos del patrono; pues lo cierto es
que existen muchas liberalidades patronales que carecen de esa naturaleza”. El
salario mensual en metálico del petente se fijó en ¢4.658.193,54, de tal modo,
que se comparte el criterio del ad quem de establecer el valor de la
remuneración en especie en el 15% de esa suma, ya que el beneficio
económico que razonablemente pudo obtener el servidor por gozar de ese
suntuoso bien es equiparable a ese monto (¢698.728,04).
VIII.-

SALARIOS CAÍDOS A TÍTULO DE DAÑOS Y PERJUICOS: Se muestra


disconforme el accionante con la denegatoria del extremo por salarios caídos a
título de daños y perjuicios. El criterio que empleó el juzgado (confirmado por el
tribunal) para denegar este punto de la litis fue el siguiente: “Respecto a la
pretensión de que se condene a la accionada al pago de los daños y perjuicios
establecidos en el numeral 82 del Código de Trabajo, debemos señalar que
para el otorgamiento por concepto de salarios caídos debe darse el presupuesto
legal que el patrono despida a un trabajador por alguna de las causales
enumeradas en el artículo 81 del mismo Código y no lo comprobare. En el
presente caso, a pesar de que la accionada alegó que existió justa causa en el
despido, se refiere al que supuestamente realizó el veintiséis de abril del dos mil
cinco, cuando lo cierto, tal y como quedó demostrado, fue que el actor fue
despedido el catorce de abril del mismo año. En esa oportunidad al actor en el
preciso acto de despido no se le imputó falta o incumplimiento laboral
injustificado alguno relacionado con una eventual y supuesta alteración de
registros contables y documentación correspondiente a dichos registro (…), por
lo que resulta improcedente la pretensión de condenar a la demandada al pago
de daños y perjuicios establecidos en el numeral 82 del Código de Trabajo”
(folio 248 vuelto). Este despacho no comparte esa argumentación. Desde el
momento en que se trabó el proceso, la parte demandada alegó como causa de
la finalización del vínculo, la adulteración de estados financieros y ausentismo,
situación que se lee igualmente en la carta que se le entregó al actor y en la
prueba confesional rendida por el apoderado de la accionanda. La
jurisprudencia de la Sala ha considerado que el pago de los daños y perjuicios
contemplados por el ordinal 82 del cuerpo normativo de estudio no proceden de
manera irrestricta, sino que para su asignación debe recurrirse a una valoración
adecuada de los hechos, pues esa indemnización es para faltas inexistentes y
no para aquellas que resultan insuficientes para el fenecimiento del contrato de
trabajo. Al respecto en la sentencia n.° 1999-0104 de las 15:00 horas del 5 de
mayo de 1999 se opinó: “Sí le asiste razón al recurrente cuando afirma que la
reparación prevista en el artículo 82 del Código de Trabajo no procede de modo
automático en todos los procesos en los cuales no se logra acreditar la
existencia de una causa justa de despido. Efectivamente, la jurisprudencia ha
decretado, de manera reiterada, la exoneración reclamada en el recurso, en
aquellos casos en los que la situación fáctica atribuida a la parte trabajadora,
por su co-contratante, no es falsa, ni es producto de una actuación de mala fe.
En esas hipótesis se ha considerado que, durante la sustanciación del proceso,
se demostraron circunstancias de hecho importantes que, dentro del contexto,
hace excusable su errónea valoración y calificación como fundamento de un
cese sin responsabilidad patronal (ver, entre otros, los votos Nos. 123, de las 14
horas del 16 de julio de 1986; 234, de las 14:40 horas del 8; y 259, de las 9:40
horas del 29; ambos del mes de octubre de 1997)”. El criterio esbozado es
aplicable al caso de estudio. Como se desprende de la prueba testimonial,
existió un hecho objetivo que motivó la actuación de la demandada, el cual fue
que se detectara un movimiento financiero que erróneamente la llevó a
considerar que había existido falta grave de parte del servidor. Así, aunque este
evento, que forma parte medular de lo imputado al actor, no dio lugar al cese
justificado, sí hace improcedente el pago de la indemnización que se analiza en
este considerando, pues aunque no ameritaba un despido sin responsabilidad
patronal, si existió un hecho objetivo que motivó la sanción.

IX.-

COSTAS : Ambas partes reparan sobre las costas. La demandada pide que se
le exonere de su pago y el trabajador que la cantidad establecida, se eleve al
25% del importe de la condenatoria. Conforme lo prevé el artículo 494 del
Código de Trabajo, en concordancia con el 221 del Procesal Civil, aplicable a la
materia laboral al tenor de lo estipulado por el 452 del primer código citado, la
regla general es que a la parte “vencida” en juicio se le deben imponer las
costas del proceso. Excepcionalmente, el numeral 222 permite la exoneración
en ese rubro, en los expresos y taxativos supuestos que esa norma menciona.
Esos supuestos son: a) cuando haya litigado con evidente buena fe; b) cuando
la demanda o contrademanda comprendan pretensiones exageradas; c) cuando
el fallo acoja solamente parte de las peticiones fundamentales de la demanda o
reconvención; d) cuando el fallo admita defensas de importancia invocadas por
el vencido, y e) cuando medie vencimiento recíproco.En el presente asunto no
existe motivo para liberar del pago de esas sumas a la empresa accionada.
Nótese también que en la tramitación del proceso negó pretensiones evidentes
de la demanda (ordinal 223 del Código Procesal Civil). Por otra parte, el artículo
495 del Código de Trabajo en lo que interesa regula sobre el tema: “Aunque
haya estipulación en contrario, la sentencia regulará prudencialmente los
honorarios que corresponden a los abogados de las partes. Al efecto, los
tribunales tomarán en cuenta la labor realizada, la cuantía de la cosa litigada y
la posición económica del actor y del demandado. Dichos honorarios no podrán
ser menores del quince por ciento ni mayores del veinticinco por ciento del
importe líquido de la condenatoria o de la absolución en su caso; (…)”. Una vez
ponderados los parámetros expuestos por la norma transcrita se estima que la
fijación de los honorarios de abogado hecha por el ad quem fue ajustada a
derecho, de modo que no existe razón para variar lo fallado.

X.-

CONSIDERACIONES FINALES : En mérito de lo que viene debe darse


confirmatoria al fallo que se conoce.

POR TANTO

Se confirma la sentencia impugnada.

Orlando Aguirre Gómez

Julia Varela Araya Eva María Camacho Vargas

Diego Benavides Santos María del Rocío Carro Hernánd

Sentencia:
00119 Expediente:
99-000711-0166-
LA Fecha:
28/02/2007 Hora:
09:30:00
a.m. Emitido por:
Sala Segunda de la
Corte

Tipo de Sentencia: De Fondo


Redactor: Eva María Camacho Vargas
Clase de Asunto: Proceso ordinario

Tiene voto salvado

Texto de la sentencia
Sentencia Relevante
Contenido de interés 1 (Relevante) , Contenido de interés 2 (Voto salvado)

*990007110166LA*

Exp: 99-000711-0166-LA

Res: 2007-000119

SALA SEGUNDA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. San José, a


las nueve horas treinta minutos del veintiocho de febrero del dos mil siete.

Proceso ordinario establecido ante el Juzgado de Trabajo del Segundo


Circuito Judicial de San José, por ANA CECILIA MADRIGAL SÁNCHEZ, de
oficios domésticos, contra el ESTADO representado por su procuradora
adjunta la licenciada Luz Marina Gutiérrez Porras, soltera, y contra
la JUNTA DE PENSIONES Y JUBILACIONES DEL MAGISTERIO
NACIONAL, representada por su apoderado general judicial el licenciado
Humberto Gómez Alfaro, vecino de Alajuela. Todos mayores, casados y
vecinos de San José, con las excepciones indicadas.

RESULTANDO:

1. La actora, en escrito presentado el veinticuatro de marzo de mil


novecientos noventa y nueve, promovió la presente acción para que en
sentencia se declare: "...mi derecho a tener pensión por sucesión en el
régimen del Magisterio Nacional conforme a la ley 7532/95. Se ordene a la
Junta de Pensiones del Magisterio Nacional pagarme todas las diferencias
salariales no pagadas por la denegatoria del derecho pretendido, dejadas de
percibir desde 1994 a la fecha".

2.-

La Junta demandada contestó la acción en los términos que indicó en el


memorial de fecha once de octubre de mil novecientos noventa y nueve y
opuso las excepciones de litis consorcio pasiva necesaria, prescripción y la
genérica de sine actione agit. La representación estatal lo hizo en memorial
de data catorce de marzo del dos mil y opuso las defensas de falta de
legitimación activa y pasiva, falta de derecho, prescripción y la genérica de
sine actione agit.
3.-

La jueza, Licenciada Patricia Lobo Marín, por sentencia de las diez horas
treinta y dos minutos del veintiséis de setiembre del dos mil
tres, dispuso: “Con fundamento en lo expuesto, citas legales mencionadas
y artículo 461 y siguientes del Código de Trabajo, se declara SIN LUGAR en
todos sus extremos petitorios la presente demanda ordinaria laboral
establecida por ANA CECILIA MADRIGAL SÁNCHEZ contra la JUNTA DE
PENSIONES Y JUBILACIONES DEL MAGISTERIO
NACIONAL representada por Humberto Gómez Alfaro, y el ESTADO,
representado por la procuradora adjunta Luz Marina Gutiérrez Porras. Se
resuelve el presente asunto sin especial condenatoria en costas. Se
advierte a las partes que, esta sentencia admite el recurso de
apelación, el cual deberá interponerse ante este Juzgado en el término
de tres días. En ese mismo plazo y ante este órgano jurisdiccional
también se deberán exponer, en forma verbal o escrita, los motivos de
hecho o de derecho en que la parte recurrente apoya su inconformidad;
bajo el apercibimiento de declarar inatendible el recurso. (Artículos 500
y 501 incisos c) y d); (sic) votos de la Sala Constitucional números
5798, de las 16:21 horas, del 11 de agosto de 1998 y 1306 de las 16:27
horas del 23 de febrero de 1999 y voto de la Sala Segunda número 386,
de las 14:20 horas, del 10 de diciembre de 1999) -publicado en el
Boletín Judicial número 148 del viernes tres de agosto del 2001,
circular de la Secretaría General de la Corte Suprema de Justicia
número 79-2001-”.

4.-

La actora apeló y el Tribunal de Trabajo, Sección Primera del Segundo


Circuito Judicial de San José, integrado por los licenciados Luis Fernando
Salazar Alvarado, Mayita Ramón Barquero y Guillermo Bonilla Vindas, por
sentencia de las ocho horas veinte minutos del veintiocho de febrero del dos
mil seis, resolvió: “Se declara, que en el procedimiento no se notan vicios u
omisiones que pueden causar nulidad e indefensión. Se confirma el fallo
recurrido, en lo que fue motivo de impugnación”.

5.-

La parte accionante formuló recurso, para ante esta Sala, en memorial


presentado el cinco de abril del año próximo pasado, el cual se fundamenta
en las razones que de seguido se dirán en la parte considerativa.

6.-

En los procedimientos se han observado las prescripciones de ley.

Redacta el Magistrado Aguirre Gómez; y,

CONSIDERANDO:

I.-

La demandante en su condición de conviviente de hecho de quien en vida


fue Carlos Manuel Vargas Monge, solicitó a la Junta de Pensiones y
Jubilaciones del Magisterio Nacional, una pensión por sucesión de ese
régimen (folios 42 a 45 del expediente administrativo). En sesión ordinaria
de dicha Junta N° 53-94 celebrada el 4 de octubre de 1994, se conoció la
solicitud de la accionante y se acordó: “…Se deniega solicitud de Pensión
por Sucesión del señor Carlos Manuel Vargas Monge cédula de identidad N°
1-267-046, a favor de su compañera Ana Cecilia Madrigal Sánchez, pues la
interesada no demuestra hallarse en ninguno de los casos expuestos en el
artículo 7 y sus incisos (sic) ni el artículo 572, inciso ch) del Código Civil…”
(folios 75 y 94 del expediente administrativo). El 4 de octubre de 1995 la
accionante reiteró su reclamo y la Junta en sesión ordinaria N° 34-96,
celebrada el 18 de junio de 1996, nuevamente le denegó su solicitud de
pensión por sucesión (folios 76 a 80 y 101-102 del expediente
administrativo). Dicha resolución fue trasladada junto con el expediente
administrativo a la Dirección Nacional de Pensiones del Ministerio de
Trabajo y Seguridad Social para su aprobación (folios 103-104 del
expediente administrativo). Mediante resolución DNP-M-DE-2950-97, de las
12:00 horas del 16 de junio de 1997, la Dirección Ejecutiva de la Dirección
Nacional de Pensiones denegó la pensión por sucesión solicitada (folios 106
a 108 del expediente administrativo). La actora recurrió lo resuelto (folios
111- 112 del expediente administrativo) y la Sección Primera del Tribunal de
Trabajo del Segundo Circuito Judicial de San José, actuando como órgano
jerárquico impropio, lo confirmó mediante resolución N° 1028, de las 9:55
horas del 21 de agosto de 1998 (folios 150 a 152 del expediente
administrativo). Inconforme con esa denegatoria, planteó la presente
demanda para que se le reconozca la pensión por sucesión del Magisterio
Nacional conforme a la Ley 2248 de 5 de setiembre de 1958, en relación con
la 7532 del 8 de agosto de 1995 y se le reconozca todo lo no pagado o
dejado de percibir desde 1994 a la fecha, con los aumentos por costo de
vida, pago de aguinaldos e intereses por la denegatoria del derecho
pretendido (folios 2 a 4 y 145 a 148). La demanda fue contestada
negativamente y a las pretensiones de la actora el apoderado de la Junta de
Pensiones y Jubilaciones del Magisterio Nacional opuso las excepciones de
litis consorcio pasiva necesaria (resuelta interlocutoriamente), prescripción y
la genérica sine actione agit. La representación del Estado opuso las
defensas de falta de legitimación activa y pasiva, falta de derecho,
prescripción y la genérica sine actione agit. Ambos representantes señalaron
que la demandante no tiene derecho al beneficio reclamado, conforme lo
prescrito por el artículo 7 de la Ley 2248 de 5 de setiembre de 1958 y sus
reformas y artículo 572 inciso ch) del Código Civil (folios 23-37, 43-50). La
juzgadora de primera instancia declaró sin lugar la demanda y resolvió sin
especial condena en costas (folios 117-125). La accionante apeló lo
resuelto, pero la Sección Primera del Tribunal de Trabajo del Segundo
Circuito Judicial de San José, confirmó el fallo del A-quo (folios 129-131 y
149-153). Ante la Sala, la actora muestra disconformidad con la decisión del
órgano de alzada. Considera que lo resuelto no se ajusta al caso concreto ni
a lo determinado por la ley, ni resuelve a satisfacción su pretensión de
fondo. Señala que cumple con los requisitos que prescribía la Ley 2248 del 5
de setiembre de 1958 y sus reformas, desde cuando el ser compañera de
hecho no era problema aunque se tuviera un vínculo de estado con otra
persona. Reprocha que se le denegara su pretensión sin razón legal alguna,
a pesar del principio de la condición más favorable y de que en su momento
se ajustaba a la legislación. Alega que debió reconocérsele el derecho al
beneficio reclamado desde el deceso de su compañero y no denegársele
cuando la Sala Constitucional declaró “contra legem” la reforma del numeral
242 –entiéndase 246- del Código de Familia, lo que prácticamente
desconoció su condición. Con base en esos argumentos pretende la
revocatoria de lo fallado, para que se declare con lugar el beneficio
reclamado con los intereses de ley generados desde su reclamo
administrativo y se imponga a los accionados el pago de las costas
procesales y personales de esta acción (folios 163-166).

II.-

El artículo 106 del Código Procesal Civil aplicable a la materia laboral a tenor
de lo dispuesto por el numeral 452 del de Trabajo reza: “Litis consorcio
necesario. Cuando por disposición de la ley o por la naturaleza de la
relación jurídica material, la decisión deba hacerse en relación con varias
personas, éstas deberán demandar o ser demandadas en el mismo proceso.
Si la demanda o la contrademanda no comprende a todos los litis consortes,
el juez ordenará a la parte que, dentro del plazo de ocho días, amplíe su
demanda o contrademanda en cuanto a los que faltan, bajo el
apercibimiento de dar por terminado el proceso, en el primer supuesto, y de
declarar inadmisible la contrademanda, en el segundo”. Respecto de la
integración de la litis, en el voto de esta Sala número 38, de las 10:10 horas
del 5 de febrero del 2003 se indicó: “La ineludible integración de la relación
jurídico-procesal, constituye un presupuesto necesario, para la validez de la
resolución final que posteriormente se emita; pues, la que se dicte, sin
haberse llamado a todas las partes que debieron figurar en el proceso,
implicaría su invalidez; pues pone a los no convocados al proceso, en un
manifiesto estado de indefensión. Pero es también uno de los deberes del
juzgador y lo debe realizar oficiosamente, no sólo a instancia de parte; pues
es al órgano que imparte justicia, al cual le corresponde la dirección del
proceso (artículo 315, Código Procesal Civil). Se trata de una labor propia
del juez, con la finalidad de sanear el proceso y siempre deberá realizarla
antes de que inicie la fase demostrativa; para evitar que las partes que
efectiva y necesariamente tengan que ser traídas al proceso, queden
indefensas; porque ello acarrearía la nulidad absoluta -por ende,
insubsanable- de todo lo actuado”. En el caso concreto, la señora Ana
Cecilia Madrigal Sánchez planteó la demanda contra la Junta de Pensiones
y Jubilaciones del Magisterio Nacional y el Estado, para que se le
reconociera desde 1994 a la fecha, el beneficio de la pensión por sucesión
del señor Carlos Manuel Vargas Monge, conforme a la Ley 2248 de 5 de
setiembre de 1958, en relación con la 7532 del 8 de agosto de 1995,
derecho que se le concedió al señor Raúl Vargas Esquivel -padre del
causante-, a partir del 1° de abril de 1994 en un cien por ciento. Así las
cosas, es evidente que la decisión que recaiga en el proceso puede afectar
el derecho ya declarado a favor del padre del causante. De ahí que la
demanda debió ampliarse respecto de él y al no haberse hecho así, lo
procedente sería acoger de oficio la excepción de litis consorcio pasiva
necesaria y anular las sentencias de primera y de segunda instancias, para
que se procediera conforme a derecho. No obstante, en vista de que el
señor Raúl Vargas Esquivel falleció, según oficio OMC- 8391-2006 de la
Oficialía Mayor Civil del Tribunal Supremo de Elecciones y certificaciones de
folios 207 a 209 emitidas por el Registro Civil -defunción con citas 2-0206-
499-0997-, a nada conduciría anular el presente proceso para integrar la litis
con una persona extinta a la cual no se le puede ya causar indefensión
alguna, por ello, en aras del principio de economía procesal, esta Sala
considera que puede emitirse válidamente un pronunciamiento sobre el
fondo, sin perjudicar a la persona que no fue llamada a juicio.

III.-

Previo a resolver lo que en derecho corresponde, se apunta que en este


asunto no es aplicable la Ley N° 7532, del 8 de agosto de 1995, vigente a
partir de su publicación en La Gaceta N° 162 del 28 de agosto de ese año,
que adicionó al Código de Familia el Título VII, con un único Capítulo,
denominado “De la Unión de Hecho”, el cual comprendía los artículos del
229 al 233, cuya numeración, posteriormente, fue corrida a raíz de otra
reforma y, en la actualidad, corresponden a los artículos 242 al 246 -este
último anulado por la Sala Constitucional, mediante el voto N° 3858-99, de
las 16:48 horas del 25 de mayo de 1999-, porque dicha legislación entró en
vigencia después del fallecimiento del señor Carlos Manuel Vargas Monge,
de quien la señora Ana Cecilia Madrigal Sánchez pretende derivar su
derecho de pensión por sucesión del Magisterio Nacional. De ahí que esa
legislación y voto de la Sala Constitucional que anuló uno de sus artículos,
nunca la pudo beneficiar ni perjudicar. En el caso que nos ocupa, nos
encontramos ante una unión de hecho o convivencia por más de una
década, entre un varón -el causante, que disfrutaba de una pensión del
régimen del Magisterio Nacional- y una mujer -la actora-. El artículo 2 de la
Ley 7531 de 10 de julio de 1995, señala: “Artículo 2°- Derechos
Adquiridos / Las pensiones y las jubilaciones otorgadas por los regímenes
mencionados en los incisos a) y b) del artículo anterior, continuarán
regulados por las normas vigentes en el momento de su adquisición…”. Se
entiende, de lo trascrito, que los derechos adquiridos al amparo de la Ley
2448 del 5 de setiembre de 1958 y sus reformas, incluida la 7268 del 14 de
noviembre de 1991, se mantienen vigentes en todos sus alcances para sus
beneficiarios. De ahí que si el causante Carlos Manuel Vargas Monge se
pensionó en noviembre de 1983 (folios 34 a 39), la pensión por sucesión que
pretende la actora debe de ser analizada al amparo de los artículos 7 y 9 de
la Ley 2248 del 5 de setiembre de 1958 que establecían: “Artículo 7°.-
Cuando falleciere un funcionario jubilado o con derecho a la jubilación, de
conformidad con las disposiciones de la presente ley, el derecho de
sucesión podrá ser aprovechado por las siguientes personas, en el orden
que a continuación se indica, sin otro trámite que el de identificación: a) El
cónyuge supérstite en concurrencia con los hijos; b) Los hijos, solamente; c)
El cónyuge supérstite en concurrencia con los padres del causante; ch) El
cónyuge supérstite; d) Los hermanos huérfanos del fallecido, menores de
edad, que a la fecha del fallecimiento estuvieren a su cargo; e) Los padres
del fallecido; y f) Los nietos menores de edad dependientes del causante. El
derecho que establece el presente artículo será igual al cien por ciento de la
suma que gozaba o hubiere gozado el causante” y “Artículo 9°.-
Cuando hubiere personas con derecho a sucesión y una de ellas pierda ese
derecho, su parte acrecerá la de los demás, distribuida equitativamente”.-
De conformidad con el artículo 10 del Código Civil “Las normas se
interpretarán según el sentido propio de sus palabras, en relación con el
contexto, los antecedentes históricos y legislativos y la realidad social del
tiempo en que han de ser aplicadas, atendiendo fundamentalmente al
espíritu y finalidad de ellas”. Contra los incisos a), c) y ch) del artículo 7
citado, se interpuso acción de inconstitucionalidad por discriminación al
señalar que el cónyuge supérstite puede adquirir el beneficio y no
contemplar la posibilidad de que el compañero en unión de hecho pueda
igualmente disfrutar de tal beneficio. Esa acción se declaró sin lugar,
señalando que las normas impugnadas resultan constitucionales, siempre y
cuando se entienda que la expresión “cónyuge supérstite” hace referencia
también al conviviente supérstite. El voto N° 1486-02 de las 14:51 horas del
13 de febrero del 2002 de la Sala Constitucional, que declaró sin lugar el
citado recurso, en sus considerandos VI y VII señaló: “ VI.-
Del concepto de familia en la constitución política. Sobre este punto, esta
Sala se ha pronunciado en varias oportunidades. En sentencia No. 1151-94
la Sala se pronunció así: / “… si analizamos las actas de la Asamblea
Nacional Constituyente, se puede corroborar la intención del legislador de no
excluir a las familias de hecho de la protección constitucional. Como bien lo
afirma la Procuraduría, la primera moción discutida en relación con la norma
de comentario se redactó en los siguientes términos: / „ El matrimonio es
la base legal de la familia y descansa en la igualdad de derechos de los
cónyuges.‟ / “A esta moción se opuso el Diputado Ortíz diciendo que: / „
...decir "legal" significa excluir a aquellas familias de hecho, que sin
tener origen en el matrimonio, son sin embargo familias.’ / “Por esa
oposición, se aprobó el artículo 52 en los términos actuales, eliminándose la
frase „base legal‟ y sustituyéndose por la de „base esencial‟, lo cual significa
que el hecho de que el legislador le haya dado protección constitucional al
matrimonio, considerándolo la base esencial de la familia, no es excluyente
de otros tipos de familia. El matrimonio es entonces, base esencial, pero no
única de familia, a los ojos del legislador. Si además tomamos en
consideración que el legislador quiso proteger a la „familia‟ -sin hacer
distingos-, en el artículo 51, no podemos interpretar que „familia‟ sea sólo la
constituida por vínculo legal, sino por el contrario, que el término es
comprensivo de otros núcleos familiares, aún cuando el legislador haya
manifestado su preferencia por los constituidos por matrimonio.
/ “IVo. Según lo expuesto, para el legislador constituyente, las llamadas
„familias de hecho‟ y el matrimonio son simultáneamente dos fuentes
morales y legales de familia (hay que tomar en cuenta que no existe
impedimento legal para constituir una familia de hecho); ambos garantizan la
estabilidad necesaria para una permanente vida familiar, porque se originan
en una fuente común: el amor que vincula al hombre y la mujer, el deseo de
compartir, de auxiliarse y apoyarse mutuamente y de tener descendencia.
En nuestro país, según datos de la Oficina de Estadística y Censo de julio de
mil novecientos noventa y tres, un dieciocho punto trece porciento (18.13 %)
de las parejas que conviven, lo hacen en unión libre, dándose la gran
mayoría de esas uniones en el área rural, por razones culturales e históricas,
que no es propio censurar ni desconocer a la luz de la libertad de culto,
expresión y pensamiento que protege la Constitución Política. Esa realidad
histórica y cultural que se mantiene con fuerza aún a pocos años del cambio
de siglo, existió mucho antes de que el derecho y la religión crearan al
matrimonio. […] / “Vo. No obstante los calificativos que algunas religiones le
han dado al concubinato, sigue siendo hoy en día una fuente de familia, y
desconocer esta realidad social, sólo nos lleva a la desigualdad y
desprotección de quienes componen ese núcleo, incluyendo a los hijos,
quienes a la luz de la „Convención de Derechos del Niño‟ y de nuestra
Constitución, merecen una protección por encima de prejuicios sociales o
morales. La familia de hecho es una fuente de „familia‟, entendida esta como
el conjunto de personas que vinculadas por la unión estable de un hombre y
una mujer, viven bajo el mismo techo e integran una unidad social primaria.
Sin embargo, debe quedar claro que no pueden equipararse a las uniones
de hecho, los amoríos o las relaciones esporádicas o superficiales; las
uniones de hecho, cumplen funciones familiares iguales a las del
matrimonio, y se caracterizan al igual que éste, por estar dotados al menos
de, estabilidad (en la misma medida en que lo está el
matrimonio), publicidad (no es oculta es pública y
notoria), cohabitación (convivencia bajo el mismo techo, deseo de
compartir una vida en común, de auxiliarse y socorrerse mutuamente)
y singularidad (no es una relación plural en varios centros convivenciales). /
“VIo. Nuestro sistema de vida está basado en principios que guardan la
creencia de que todos los seres humanos nacemos libres, e iguales en
dignidad y derechos, sin distinción de raza, sexo, color, idioma, religión u
opinión política. La familia por otra parte, es indiscutiblemente el elemento
natural y fundamental de la sociedad porque es en ella que se dan los
elementos fundamentales para el desarrollo de las mejores cualidades del
ser humano y donde se traspasan nuestras costumbres, tradiciones y
enseñanzas de generación en generación. En consecuencia, la familia,
compuesta por individuos libres e iguales en dignidad y derechos ante la ley,
tiene derecho a la protección de la sociedad y del
Estado independientemente de la causa que le haya dado origen; su
naturaleza e importancia justifican su protección.” / No hay razón para variar,
en cuanto al fondo, el anterior criterio, que ha sido expuesto también en las
sentencias No. 2129-94, No. 1151-94, No. 3693-94, y No. 7521-2001, entre
otras. / VII.-
Sobre la debida interpretación de la normativa impugnada. Los artículos
que se impugnan ante la Sala no contemplan explícitamente al conviviente
supérstite como beneficiario de la pensión del causante, aunque sí
contemplan explícitamente al cónyuge supérstite unido en matrimonio. A
primera vista parecen establecer una distinción no razonable entre el
cónyuge supérstite y el conviviente supérstite, contraria, por las razones
arriba expuestas, a la Constitución misma. Sin embargo, examinadas con
más detenimiento, se llega a la conclusión que no hay razón para
declararlas inconstitucionales. Su contenido normativo en sí mismo no es
contrario a la Constitución Política. El problema surge al interpretarlas. Tales
normas son constitucionales siempre y cuando se interpreten de tal manera
que se incluya también al conviviente supérstite de una unión de hecho
como posible beneficiario. La unión de hecho debe cumplir con los requisitos
de estabilidad, publicidad, cohabitación y singularidad, arriba mencionados.
La autoridad encargada de resolver cada caso concreto analizará si se
presentan o no esas condiciones. Finalmente vale recordar que el artículo 13
de la Ley de la Jurisdicción Constitucional establece que la jurisprudencia y
los precedentes de la jurisdicción constitucional son vinculantes erga omnes.
Habiendo tantos antecedentes del Tribunal en el sentido señalado en el
considerando anterior, las autoridades administrativas no solo podían sino
que debían interpretar la normativa de conformidad con ellos, sin que fuera
necesario plantear la acción constitucional ”. No cabe duda de que a la
demandante y al causante los unió el amor que enlaza a un hombre y una
mujer, con su correspondiente deseo de compartir, auxiliarse y apoyarse
mutuamente, unión de hecho que a no dudarlo cumplió con los requisitos de
estabilidad, publicidad, cohabitación y singularidad mencionados. De ahí que
el inciso c) del artículo 7 de la Ley 2248 aplicable al caso, ha de ser
interpretado como lo hizo la Sala Constitucional, atendiendo
fundamentalmente al espíritu y finalidad de la norma, según la realidad
social de nuestros tiempos, que a no dudarlo es la protección de quienes en
el vínculo familiar dependían del beneficio del causante. Así las cosas,
entendiendo que la expresión “cónyuge supérstite” hace referencia también
al “conviviente supérstite”, a la accionante era en corresponderle desde el 1°
de abril de 1994 junto con los padres del causante, el cien por ciento del
derecho de pensión por sucesión, de conformidad con el inciso c) del
artículo 7 de la Ley 2248 y sus reformas. De ahí que si el monto de la
jubilación que correspondía al causante era de setenta y dos mil doscientos
cincuenta y ocho colones, a la conviviente supérstite era en corresponderles
la suma de treinta y seis mil ciento veintinueve colones al igual que al padre
del causante, quien al fallecer perdió su derecho, lo que de conformidad con
el artículo 9 de Ley 2248 acreció el derecho de la conviviente supérstite al
cien por ciento del beneficio, a partir del fallecimiento de aquel.

IV.-

De acuerdo con las consideraciones precedentes, se debe revocar el fallo


impugnado, para en su lugar, conceder a la actora la pensión solicitada,
ordenando a la Junta de Pensiones y Jubilaciones del Magisterio Nacional,
la cancelación del cincuenta por ciento del beneficio de la pensión por
sucesión, desde el 1° de abril de 1994 hasta cuando falleció el padre del
causante y el cien por ciento desde que acreció su derecho después de esa
data, todo con los respectivos aumentos por costo de vida , pago de
aguinaldos e intereses desde el momento en que debió hacerse cada
cancelación y hasta su efectivo pago, lo que se calculará
administrativamente y, en su defecto, en la vía de ejecución.

V. Por considerarse que la parte accionada ha litigado con evidente buena fe


procesal, esta litis se resuelve sin especial condenatoria en costas.

POR TANTO:

Se revoca el fallo impugnado, en su lugar se concede a la demandante la


pensión solicitada y se ordena a la Junta de Pensiones y Jubilaciones del
Magisterio Nacional, la cancelación del cincuenta por ciento del beneficio de
la pensión por sucesión, desde el 1° de abril de 1994 hasta cuando falleció
el padre del causante y el cien por ciento desde que acreció su derecho
después de esa data, todo con los respectivos aumentos por costo de la
vida , pago de aguinaldos e intereses desde el momento en que debió
hacerse cada cancelación y hasta su efectivo pago, lo que se calculará
administrativamente y en su defecto, en la vía de ejecución. Se resuelve sin
especial condenatoria en costas.

Orlando Aguirre Gómez

Zarela María Villanueva Monge Bernardo van der Laat Echeverría

Rolando Vega Robert María del Rocío Carro Hernández

La Magistrada Carro Hernández salva el voto y lo emite de la siguiente


manera:

CONSIDERANDO:

I.-

Comparto el criterio de mayoría de que en este caso no resulta aplicable la


Ley N° 7532 del 8 de agosto de 1995, la cual entró a regir a partir de su
publicación en La Gaceta N° 162 del 28 de agosto de ese año, que adicionó
al Código de Familia el Título VII, con un único Capítulo, denominado “De la
Unión de Hecho” -ni, consecuentemente, el voto de la Sala Constitucional N°
3858 de las 16:48 horas del 25 de mayo de 1999, que anuló el artículo 246
del Código de Familia, referente a la unión de hecho irregular-, debido a que
la convivencia entre la actora y el causante inició y finalizó antes de la
vigencia de esa normativa.

II.-

En el caso que nos ocupa, nos encontramos ante una unión de hecho o
convivencia por más de una década, entre un varón -el causante, quien
disfrutaba de una pensión del régimen del Magisterio Nacional- y una mujer -
la actora- que tenía y tiene impedimento para contraer nupcias, porque
estuvo y continúa unida en matrimonio con el señor José Francisco Vargas
Monge (folios 65 y 69 del expediente administrativo). Analizados los
elementos de prueba constantes en autos, la suscrita, al igual que lo hicieron
los juzgadores de las instancias precedentes, llega a la conclusión de que
ninguna de las leyes que regulan o regulaban el régimen sucesorio y de
pensiones del Magisterio Nacional le otorgan u otorgaban derecho a una
conviviente en unión de hecho sin libertad de estado para ser beneficiaria de
una pensión por sucesión. El artículo 2 de la Ley N° 7531 del 10 de julio de
1995 señala: “Derechos Adquiridos. Las pensiones y las jubilaciones
otorgadas por los regímenes mencionados en los incisos a) y b) del artículo
anterior, continuarán regulados por las normas vigentes en el momento de
su adquisición…”. Se entiende de lo transcrito que los derechos adquiridos
al amparo de la Ley N° 2448 del 5 de setiembre de 1958 y sus reformas,
incluida la Ley N° 7268 del 14 de noviembre de 1991, se mantienen vigentes
en todos sus alcances para sus beneficiarios. De ahí que si el causante
Carlos Manuel Vargas Monge se pensionó en noviembre de 1983 (folios 34
a 39), la pensión por sucesión que pretende la actora debe de ser analizada
al amparo del artículo 7 de la Ley 2248 del 5 de setiembre de 1958, que
establecía: “Cuando fallezca un funcionario que goce de jubilación o que
tuviera derecho a gozar de ella, de conformidad con las disposiciones de la
presente ley, el derecho de sucesión podrá ser aprovechado por las
personas y en el orden que a continuación se indican, sin otro trámite que el
de identificación: 1°- La viuda en concurrencia con los hijos; 2°- Los hijos
solamente; 3°- La viuda en concurrencia con los padres del jubilado; 4°- La
viuda; 5°- Los hermanos huérfanos del jubilado fallecido, menores de edad,
que a la fecha del fallecimiento estuvieren a su cargo; y 6- Los padres”. La
Sala Constitucional, en el voto N° 1486 de las 14:51 horas del 13 de febrero
del 2002, indicó que tales normas no son inconstitucionales siempre que se
interpreten de tal manera que se incluya también al conviviente supérstite de
una unión de hecho como posible beneficiario. Queda claro, entonces, que
sí es posible que el conviviente supérstite goce de una pensión por sucesión
del Magisterio Nacional, pero eso sí, siempre que goce de libertad de
estado. Ello es así porque el artículo 572 inciso ch) del Código Civil,
reformado mediante la Ley N° 7142 de 8 de marzo de 1990 -norma esta que
sí estuvo vigente durante la unión de hecho que mantuvo la actora con el
causante-, dispone: “Son herederos legítimos: 1) Los hijos, los padres y el
consorte o conviviente en unión de hecho, con las siguientes advertencias:
… ch) El conviviente en unión de hecho sólo tendrá derecho cuando dicha
unión se haya constituido entre un hombre y una mujer con aptitud legal
para contraer matrimonio, y se haya mantenido una relación pública, singular
y estable durante tres años, al menos, respecto de los bienes adquiridos
durante dicha unión” (no subrayado en el original). Consta a folio 69 del
expediente administrativo, certificado de estado civil expedido por el Registro
Civil, en el que se señala que Ana Cecilia Madrigal Sánchez está casada
con el señor José Francisco Vargas Monge desde el 4 de mayo de 1970. Así
las cosas, aun y cuando se haya logrado determinar la convivencia del
causante con la señora Madrigal Sánchez, al encontrarse esta última
casada, no tiene aptitud legal para derivar el derecho a la pensión que
pretende, toda vez que durante la unión de hecho y al momento del deceso
del causante, no se encontraba con aptitud legal para contraer matrimonio. A
mayor abundamiento, en el voto N° 1151-94 de la Sala Constitucional,
referente al tema del reconocimiento de la unión de hecho -antes de que se
incluyese la normativa correspondiente en el Código de Familia- se indicó:
“En consecuencia, la familia, compuesta por individuos libres e iguales en
dignidad y derechos ante la ley, tiene derecho a la protección de la sociedad
y del Estado independientemente de la causa que le haya dado
origen” (destacado por la redactora). Nótese que la Sala Constitucional en
aquella oportunidad hizo referencia a familias de hecho conformadas por
“individuos libres”, es decir, que gocen de libertad de estado.

III-. Por las razones dichas, procede denegar el recurso que se conoce y
confirmar la sentencia recurrida.

POR TANTO

Confirmo la sentencia recurrida.

María del Rocío Carro Hernández

Exp: 99-000711-0166-LA

dhv

Es copia fiel del original - Tomado del Sistema Costarricense de


Información Jurídica el: 29/8/2018 01:12:49 p.m.

Sentencia:
00196 Expediente:
04-000951-0166-
LA Fecha:
27/02/2009 Hora:
10:20:00
a.m. Emitido por:
Sala Segunda de la
Corte

Tipo de Sentencia: De Fondo


Redactor: María del Rocío Carro Hernández
Clase de Asunto: Proceso ordinario laboral

Tiene voto salvado

Texto de la sentencia
Contenido de interés 1 , Contenido de interés 2 (Voto salvado)

*040009510166LA*

Corte Suprema de Justicia

SALA SEGUNDA

Exp: 04-000951-0166-LA

Res: 2009-000196

SALA SEGUNDA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA . San José, a las


diez horas veinte minutos del veintisiete de febrero de dos mil nueve.

Proceso ordinario establecido ante el Juzgado de Trabajo del Segundo Circuito


Judicial de San José, por JUAN DIEGO ACUÑA UREÑA, soltero y técnico en
comunicaciones y vecino de Cartago, contra el INSTITUTO COSTARRICENSE
DE ELECTRICIDAD, representado por su apoderada general judicial la
licenciada Adriana Jiménez Calderón. Figuran como apoderados especiales
judiciales; del actor, los licenciados Hubert May Cantillano y Danilo May
Cantillano; y del demandado, la licenciada Ana María Bolaños Calderón, soltera.
Todos mayores y vecinos de San José, con la excepción indicada.

RESULTANDO:

1.-
El actor, en escrito fechado catorce de marzo de dos mil cuatro, promovió la
presente acción para que en sentencia: "... se anule el acto de despido
reinstalando al actor en su puesto de trabajo con pago de salarios caídos por
todo el período en que se encuentra cesante contados desde la fecha de
despido y hasta la fecha de reingreso efectivo. Se condenará al pago de
intereses de ley sobre las sumas concedidas contados desde la fecha de
despido y hasta la efectiva reinstalación. Ambas costas de esta acción, las
cuales desde ya solicito sea fijadas en un 25% de la condenatoria. En ejecución
de sentencia el trabajador podrá renunciar a la reinstalación y optar por el pago
de preaviso, cesantía, más todos los salarios caídos con sus respectivos
intereses y las costas". (sic)

2.-

La apoderada especial judicial del demandado contestó la acción en los


términos que indicó en el memorial de fecha veinte de diciembre de dos mil
cuatro y opuso las excepciones de falta de agotamiento de la via administrativa,
falta de derecho y la genérica de sine actione agit.

3.-

La jueza, licenciada Mayela Gómez Pacheco, por sentencia de las diez horas
catorce minutos del doce de octubre de dos mil seis, dispuso: "En mérito de lo
expuesto y artículos 63 y 74 de la Constitución Política, 155, 317, del Código
Procesal Civil, 452 y siguientes del Código de Trabajo. Se acoge la excepción
de falta de derecho, se rechazan las de falta de interés, falta de legitimación
activa y pasiva, comprendidas en la genérica de sine actione agit. Se declara sin
lugar el Proceso Ordinario Laboral en todos sus extremos, establecido
por JUAN DIEGO ACUÑA UREÑA contra INSTITUTO COSTARRICENSE DE
ELECTRICIDAD. Son ambas costas a cargo de la parte actora, fijándose las
personales en la suma prudencial de setenta y cinco mil colones. Se advierte a
las partes que esta sentencia admite recurso de apelación el cual deberá
interponerse ante este Juzgado en el termino de TRES DÍAS.-
En ese mismo plazo y ante este órgano judicial, también deberán exponerse en
forma verbal o escrita los motivos de hecho o de derecho en que la parte
recurrente apoya su inconformidad, bajo el apercibimiento de declarar
inatendible el reclamo.- (Artículo 500 y 501 incisos c y d del Código de Trabajo.-
Votos número 5798-98 y 1306-99 de la Sala Constitucional y número 386-99 de
la Sala Segunda)". (sic)
4.-

El apoderado especial judicial del actor apeló y el Tribunal de Trabajo, Sección


Tercera, del Segundo Circuito Judicial de San José, integrado por los
licenciados Lorena Esquivel Agüero, Guillermo Bonilla Vindas y Maureen
Jiménez Gómez, por sentencia de las ocho horas cuarenta y cinco minutos del
trece de marzo de dos mil ocho, resolvió: "No existiendo en autos vicios que
puedan causar nulidad, se confirma la sentencia en lo que fue motivo del
recurso. De conformidad con el artículo 154, párrafo final del Código Procesal
Civil, se hace constar que el Licencido Guillermo Bonilla Vindas concurrió
con su voto al dictado de esta sentencia, pero no firma por encontrarse
incapacitado".

5.-

El apoderado especial judicial del accionante formuló recurso para ante esta
Sala en memorial de data cinco de mayo del año próximo pasado, el cual se
fundamenta en los motivos que se dirán en la parte considerativa.

6.-

En los procedimientos se han observado las prescripciones de ley.

Redacta la Magistrada Carro Hernández y,

CONSIDERANDO:

I.-

ANTECEDENTES. En fecha 23 de marzo de 2004, los apoderados especiales


judiciales del actor formularon demanda para que en sentencia se anulara el
acto de despido, y se reinstalara a su representado en su puesto de trabajo con
pago de salaros caídos desde el despido y hasta su reingreso efectivo; intereses
legales de ese mismo período; y ambas costas del proceso, fijando las
personales en el veinticinco por ciento de la condenatoria. Además, que en
ejecución de sentencia el trabajador puede renunciar a la reinstalación, y optar
por el pago de preaviso, cesantía, salarios caídos con sus respectivos intereses
y costas. Como fundamento de la pretensión afirmaron que la resolución emitida
por la Subgerencia del Sector Telecomunicaciones del I.C.E., que ordenó el
despido sin responsabilidad patronal de su apoderado, así como el
procedimiento llevado a cabo, violentaron gravemente el debido proceso
sustancial y formal, quedando el señor Acuña Ureña en total estado de
indefensión con quebranto del artículo 39 en relación al 41 de la Constitución
Política, y la jurisprudencia de la Sala Constitucional contenida en innumerables
fallos, entre ellos, el 1739-92. También, que en el proceso ordinario disciplinario
se imputaron a su poderdante varios cargos, según vienen descritos en el auto
de apertura del proceso, resolución número T-054-03, tales como supuestas
llamadas y recados telefónicos mortificantes, hostiles, humillantes y ofensivos,
de naturaleza sexual, realizados por el señor Juan Diego Acuña Ureña a la
funcionaria Rocío Cerdas Esquivel, según el siguiente detalle: a.-
en diciembre de 2002 recibió varias llamadas del tipo indicado entre las 10:30
p.m. y las 11:30 p.m., que entraban directamente a la contestadora y no se
pudieron rastrear; y b.-
en julio de 2003, recibió de nuevo dos mensajes de voz, supuestamente de la
misma persona, hostiles, humillantes, ofensivos y de naturaleza sexual.
Añadieron que del legajo de pruebas, no es posible deducir la responsabilidad
del señor Acuña Ureña, desconociéndose a ciencia cierta quién realizó dicha
trascripción, aparte de que a la fecha de las llamadas se encontraba con su
novia, quien es testigo de que no se realizó ningún tipo de llamadas. Indicaron
que únicamente con la orden de un juez es posible tener acceso a la
información concerniente a las llamadas entrantes o salientes de un teléfono
celular o de cualquiera; y el hecho de que pertenezca al I.C.E., no lo autoriza a
obviar dicha disposición fundamental, máxime que estaba asignado al señor
Acuña Ureña para su uso, por lo que se violentó grave y flagrantemente el
derecho a la inviolabilidad de las comunicaciones, establecido en el artículo 24
de la Constitución Política. Asimismo, el órgano del debido proceso va más allá,
al inducir con sus preguntas a la testigo Goebell Prestinary, para que identificara
y señalara los números telefónicos de los que supuestamente se realizaron las
llamadas telefónicas, a pesar de no saber nada del tema. Respecto a la testigo
Maribel Porras Benavides, indicaron que se enteró de las llamadas telefónicas
por comentarios de la denunciante, de modo que su declaración no debió ser
tenida en consideración al resolver el caso. Añadieron que al preguntarle a la
testigo Irina Rivera Castillo ¿sabe de alguna otra compañera suya o amiga que
se haya sentido acosada sexualmente por don Juan Diego?, violentó
gravemente la presunción de inocencia que debe imperar en todo proceso
ordinario disciplinario, máxime al darse prácticamente por un hecho que el señor
Acuña Ureña acosó sexualmente a la denunciante. Refirieron que de la
declaración del testigo Jorge Esquivel Barahona, se desprende la posibilidad de
clonación de celulares, y por ello existe una duda razonable para declarar
inocente al demandante. Además, que del informe de llamadas presentado
como prueba, en el que consta el número de teléfono asignado al señor Acuña
Ureña, no es posible deducir con meridiana claridad que efectivamente los
números telefónicos correspondientes a llamadas entrantes o salientes del
teléfono de la denunciante, correspondieran al número telefónico asignado al
actor. Tampoco la denunciante, ni los testigos que escucharon las grabaciones,
indicaron que la voz era del señor Acuña Ureña. Refirieron que la señora Rocío
Cerdas Esquivel, dentro del escrito de interposición de la denuncia, indicó en el
párrafo cuarto, que las llamadas telefónicas se realizaron el lunes 28 de julio de
2003, a las 9:24 p.m. y 9:31 p.m., pero del documento presentado como prueba
(folios 8 y 9 del expediente administrativo), no es posible deducir tal cosa, pues
al pie del folio 8 y en negrita, textualmente se señala: “Start
Date/Time:03/07/28 21:21:46:65 Duration (sssssst)1928, Called
Number:2503235 Calling Number:3869999”. Conforme a esto, la hora de la
posible llamada entrante al teléfono de la denunciante, y en donde aparece el
número 3869999 asignado al señor Acuña Ureña, no coincide con lo
denunciado por la señora Rocío Cerdas, siendo otra la hora indicada. De igual
forma a folio 9, se indica: “Start Date/Time:03/07/28 21:29:22:12 Duration
(sssssst)1123, Called Number:2503235 Calling Number:3869999”. Además,
la hora de la posible llamada entrante al teléfono de la denunciante, y en donde
aparece el número 3869999, asignado al señor Acuña Ureña, no coincide con lo
denunciado por Rocío Cerdas, siendo otra la hora indicada, por lo que es
imposible derivar la realización de tales llamadas por parte del actor. Por
consiguiente, afirmaron que el despido contraría el principio de congruencia y
el “in dubio pro operario”, citando como sustento el voto de esta Sala, nº 239 de
noviembre de 1991. También dieron cuenta de las siguientes infracciones: a.-
no realización de la previa advertencia a la denunciante acerca de las
consecuencias legales de interposición de una denuncia falsa, según lo
establece el artículo 13 del Reglamento contra el Acoso Sexual en el Instituto
Costarricense de Electricidad, publicado en la Gaceta nº 122 de fecha 26 de
junio de 2003; b.-
los supuestos hechos ocurrieron el 28 de julio de 2003, y la denuncia se
interpuso el 5 de setiembre de ese año, para cuando el plazo de prescripción
señalado por la Ley Laboral había operado, por lo que interpone la excepción de
prescripción y caducidad respecto de la potestad administrativa para
disciplinar; c.-
el documento aportado como prueba, de folios 8 y 9 del expediente
administrativo, está escrito en idioma distinto al español, por lo que se debió
declarar inadmisible, al dejar en absoluto estado de indefensión al señor Acuña
Ureña, quien no entiende el idioma inglés; d.-
el artículo 14 del Reglamento contra el Acoso Sexual del I.C.E., establece que
una vez interpuesta una denuncia, la persona denunciante tiene un plazo de tres
días para realizar cualquier ampliación, modificación o rectificación. De manera
que si la denuncia fue interpuesta el 5 de setiembre de 2003 y la comparecencia
de la denunciante para la adición se realizó el 22 de ese mes, se hizo diecisiete
días después, lo que invalida la misma, al llevarse a cabo extemporáneamente;
y e.-
el numeral 14 del Reglamento citado, señala un plazo de ocho días hábiles para
que el órgano director notifique a las partes la resolución de apertura del
procedimiento. La Dirección de Recursos Humanos del I.C.E., con fecha 17 de
setiembre de 2003, delegó la instrucción del procedimiento ordinario disciplinario
en los funcionarios Chavarría Picado, Pérez Aguilar y Pérez Miranda (órgano
director), quienes contaban con ocho días hábiles para notificar la apertura del
procedimiento disciplinario, lo que no se hizo hasta el 30 de setiembre de 2003,
para cuando había operado el plazo de prescripción; y f.-
El artículo 17 del Reglamento y el 5 inciso 2) de la Ley contra Hostigamiento o
Acoso Sexual en el Empleo y la Docencia, Ley nº 7476 de 3 de febrero de 1995,
establecen que desde la interposición de la denuncia hasta la resolución final,
no deberá transcurrir un plazo mayor a los tres meses; sin embargo, la denuncia
fue interpuesta el 5 de setiembre de 2003 y la comunicación de la resolución
final al señor Acuña Ureña, el 24 de enero de 2004, para cuando se encontraba
prescrito el procedimiento disciplinario. Entonces, si la Administración no
respetó ninguno de los plazos a los que está sujeta según la Ley y el
Reglamento citados, sus actos y resoluciones se dieron extemporáneamente,
resultando absolutamente nulos e ineficaces (folios 1 a 17). La apoderada
especial judicial del instituto accionado contestó en forma negativa la demanda y
opuso las excepciones de falta de agotamiento de la vía administrativa, resuelta
en forma interlocutoria, falta de derecho y la genérica de sine actione agit. Alegó
que su representado en cumplimiento del principio de legalidad y como garantía
del debido proceso para el señor Acuña Ureña, instauró un procedimiento
ordinario disciplinario a cargo del órgano director, donde se formó un
expediente, con amplia audiencia al aquí actor para que hiciera valer sus
derechos, todo de conformidad con los principios constitucionales y la Ley
General de la Administración Pública (artículos 211 y 308). Prueba de ello es
que una vez notificada la apertura del procedimiento ordinario disciplinario, en
escrito de las 9:25 horas del 13 de octubre de 2004 presentó sus alegatos de
descargo, y se presentó a la comparecencia celebrada a las 8:30 horas del 23
de octubre de 2003, sin abogado, a pesar de habérsele comunicado que lo
podía hacer. Señaló que según se tuvo por demostrado en el expediente
administrativo, las pruebas documentales, técnicas y testimoniales aportadas,
fueron la base sobre la cual el órgano director fundamentó su recomendación
avalada por la Subgerencia del Sector de Telecomunicaciones, quedando
ampliamente demostrados los hechos. Según declaración de la señora Ana
Goebell Prestinary, quien detalló el procedimiento que se sigue para rastrear
llamadas; y el criterio de la Dirección Jurídica, donde viendo las características
del caso y tomando en cuenta que las llamadas salieron de un teléfono
institucional y dirigido a una funcionaria, se facilitó la información solicitada por
la afectada. Agregó que desconoce la manifestación hecha por el actor de que
se encontraba con su novia, testimonio que pudo haber sido de gran utilidad si
fuera cierto, pero que nunca ofreció. Invocó que según lo establece el
Reglamento General de Servicios de Telecomunicaciones por Decreto Ejecutivo
# 30110-MP-G-MEIC, publicado en el Diario Oficial la Gaceta # 27 del 07/02/02,
en su “Artículo 34: INFORMES SOBRE CARGOS FACTURADOS: …d)
Facturación detallada de tráfico nacional de los servicios convencionales
alámbricos e inalámbricos fijos: La facturación detallada de tráfico nacional
dentro de la misma red del servicio de que se trate, es una facilidad que
ofrecerá el operador cuando técnicamente sea factible a aquellos clientes que
así lo soliciten…”. Esto faculta a su representada, tanto para solicitar los
registros de llamadas entrantes y salientes, toda vez que el servicio telefónico le
fue suministrado al actor en calidad de herramienta de trabajo con el fin de
facilitarle el mismo; práctica que se extendía a todos los técnicos que laboraban
en la central telefónica, quienes lo utilizaban en los momentos en que se
realizaban pruebas o en caso de estar de guardia, debiendo entenderse que el
servicio telefónico asignado al actor no puede considerarse un servicio privado,
sino, netamente público, el cual puede ser auditado por la institución en el
momento que lo considere oportuno. Tampoco es cierto que el órgano director
trate de inducir las respuestas de los testigos, ya que lo que se busca es la
verdad real. Refirió que según las declaraciones de la señora Maribel Porras
Benavides, el día que se realizaba el paseo de la oficina la afectada les comentó
sobre una nueva llamada ingresada y fue donde escuchó la grabación, así como
que los comentarios sobre este tipo de llamadas se repitieron en otras
ocasiones. Sobre el contenido de las llamadas, el folio 25 del expediente
administrativo corresponde a la trascripción de los mensajes de voz, registrados
en un disquete, del que se aporta la impresión. Dio cuenta de la importancia de
rescatar el testimonio de Jorge Esquivel Barahona, según el cual, técnicamente
es posible establecer las llamadas entrantes o salientes en los servicios
telefónicos, y determinar en el momento en que se está produciendo una
clonación, sin que se haya detectado ninguna en el último año, debiendo
descartarse la afirmación del actor sobre una posible clonación. De igual forma,
no es cierto que la prueba técnica aportada a folios 11 y 12 del expediente
administrativo, no fuera entendida por el testigo, pues, según sus propias
palabras: “no le puedo decir exactamente cual campo es cada cosa, pero si le
puedo con toda seguridad cual es una llamada entrante, cual es una llamada
saliente, desde donde se hizo, el sector donde se hizo…” Añadió que tampoco
es cierto que no se preguntara si se trataba de la misma persona en las
grabaciones, ya que según el testimonio de la señora Irina Rivera Castillo, era la
misma persona que había realizado las llamadas humillantes y mortificantes, al
punto que detalló el contenido de las mismas. Aseveró que no fue la señora
Maribel Porras Benavides la que emitió el reporte de llamadas solicitado por
Rocío Cerdas, sino Ana Goebell Prestinary. Asimismo, la diferencia de horas
citada por el actor no es de relevancia, toda vez que se trata de horas
aproximadas, no exactas, lo que en todo caso no cambia el reporte técnico, ni el
comportamiento exhibido por el actor al efectuar las llamadas. Además, el
accionante en ningún momento desvirtuó las pruebas técnicas aportadas, por lo
que la resolución emitida por su representado no contradice el principio de
congruencia y proporcionalidad. Negó que existan transgresiones de forma, ya
que al interponer la denuncia por acoso sexual, a la señorita Rocío Cerdas se le
juramentó. En cuanto a que los hechos ocurrieron el 28 de julio de 2003 y la
denuncia el 5 de setiembre de ese año, para cuando había transcurrido el plazo
de prescripción que establece la ley, manifestó que la jurisprudencia ha sido
conteste en que tratándose de instituciones públicas, una vez interpuesta la
denuncia, deben efectuarse las investigaciones preliminares. Respecto al
documento aportado como prueba que corre a folios 8 y 9 del expediente
administrativo, el actor no se manifestó ni se opuso al mismo, y no es posible
para su representada aceptara que desconoce el significado de la información,
con la que debe estar familiarizado como funcionario de la central GSM (folios
41 a 52). El Juzgado de Trabajo de Mayor Cuantía del Segundo Circuito Judicial
de San José, en sentencia nº 4229 de las 10:14 horas del 12 de octubre de
2006, declaró sin lugar la demanda, con costas a cargo de la parte actora,
fijando las personales en la suma prudencial de setenta y cinco mil colones
(folios 95 a 104). El apoderado especial judicial del demandante formuló recurso
de apelación (folios 110 a 116 y 120). El Tribunal de Trabajo, Sección Tercera,
del mismo circuito judicial, en Voto nº 126 de las 08:45 horas del 13 de marzo de
2008, confirmó la sentencia (folios 128 a 133). II.-
AGRAVIOS. El apoderado especial judicial de la parte actora se muestra
inconforme con lo resuelto en la instancia precedente. En concreto
reclama: a) que el tribunal evidencia un abordaje y visión subjetiva y no objetiva
de los hechos, a partir de lo cual desconoce la letra y sentido de la Ley de
Acoso Sexual, que exige como elemento central, el escenario de poder y la
afectación negativa en el ánimo de la víctima, por lo que una conducta de
contenido sexual fuera de este escenario, no es acoso sexual, lo que es por sí
mismo motivo suficiente para casar la sentencia. Agrega que el Reglamento no
puede convertir en falta laboral, conductas que se salen de la esfera de la ley,
entre compañeros sin escenario de poder, sin que se cumpla el presupuesto
del quid pro quo; b) infracción de la doctrina de los artículos 2, 3, 4 en
concordancia con el 25 de la Ley contra el Hostigamiento Sexual en el Empleo y
la Docencia, en conexión con el 18 del Reglamento de Acoso Sexual vigente en
el I.C.E., publicado en la Gaceta número 122 del 26 de junio de 2003. Esto
porque para la existencia del acoso la víctima debe sentirse así. La conducta
típica del acoso era la de quid pro quo, el toma y daca de contenido sexual,
humillante e indigno, una especie de abuso de poder, por ello, el ámbito de la
ley es reconducido al empleo y la docencia.Así, el artículo 2 de la Ley fija como
objetivo evitar discriminaciones por razón de sexo. Para que haya acoso debe
existir una afectación de la víctima, recogido ese elemento en el numeral 3, al
dar cuenta de los efectos perjudiciales en la víctima, en sus condiciones
materiales de empleo, en su desempeño, en su estado general de bienestar
personal. Las manifestaciones del acoso son las establecidas en el 4 de la Ley
de Acoso Sexual, y ninguna es subsumible en la supuesta conducta del actor.
En todo caso, es a la parte actora a quien corresponde probar que los
presupuestos del acoso han sido realizados por el supuesto acosador, para lo
que se prevé inclusive considerar a la víctima como parte y no como testigo,
dada la afectación anímica, nada de lo cual ha ocurrido en este caso, y si se
observan los testimonios y declaración de la víctima, no siente ésta lo que el
tribunal dice que sintió, por lo que el asunto esta mal analizado, mal interpretado
y mal aplicada la ley. La denunciante en ningún momento ha afirmado sentirse
humillada o acosada por las llamadas, tampoco refiere un trato indigno o
sentirse acosada permanente y constantemente por el actor, ni sentirse
afectada en sus condiciones de trabajo, en su desempeño, o en su estado
general de bienestar personal. Lo primero y fundamental es que la funcionaria
no lo valora y percibe de esa manera, al manifestar: “Yo le indiqué a mi jefe lo
que había pasado Juan Diego en ese momento tenía problemas laborales y mi
jefe a raíz de los problemas que presentaba él, y que le habían dado varias
oportunidades y mi jefe solicita que se le abra un procedimiento administrativo, y
expone como nueve puntos para ello. El mío era como el ocho, sea que el
procedimiento administrativo no se dio sólo por mí, sino por varios hechos que
se presentaban. Yo personalmente no ejercí ninguna acción.” Esta declaración
no puede ser desconocida, pues si no ejerció ninguna acción, ¿qué clase de
acoso es ese?, aparte de no parecer importarle demasiado el asunto, al decir:
“Cuando yo tenía el control de las llamadas que entraron a mi celular, entonces
yo se lo enseñé a mi jefe, porque me pareció un abuso por el tipo de llamadas
con un activo del Ice y un compañero de trabajo…”, lo que no evidencia ninguna
connotación sexual. Por otra parte, las supuestas llamadas se dieron fuera del
horario y del lugar de trabajo, son mensajes telefónicos grabados en una
contestadora, todos indirectos, y sin que se haya probado que fuera el actor el
que los dejara, con lo que se infringen los postulados de inocencia y el in dubio
pro operario. Invoca también ausencia de proporción y de razonabilidad en la
sanción, pues el numeral 18 del Reglamento de Acoso vigente en el I.C.E.,
exige a efecto de las sanciones, una adecuada ponderación de los efectos
perjudiciales sufridos por la víctima, sin que exista una valoración en este
sentido, respaldada por prueba cierta, pues, el proceso parece iniciarse más por
instancia del jefe, que por molestia de la víctima. Lo que debió probarse fue el
perjuicio causado a la víctima por las llamadas, en qué sentido se dio en
relación a las condiciones materiales de su trabajo, a sus sentimientos y a su
estado general de bienestar personal, nada de lo cual se demostró. Un mensaje
en una contestadora que es mirado con desdén por su destinatario, no puede
calificarse como acoso sexual, en los términos previstos en la ley. No está
probado que el actor hiciera tales llamadas, a lo sumo se podría tener por
acreditado que la llamada salió del teléfono del actor, pero eso no significa que
haya sido realizada por él. Además, la señora Rocío Cerdas en ningún momento
afirmó que la voz de los mensajes sea la del actor, como tampoco que tenga
certeza que haya sido Juan Diego quien hizo las llamadas, presentándose una
duda razonable, aparte de que el accionante siempre ha negado ser el autor de
esas llamadas. Reiteró las excepciones de prescripción y caducidad de la
potestad disciplinaria, pues el plazo empezó a contar desde que el jefe de la
señora Rocío Cerdas tuvo conocimiento del hecho. En consecuencia, solicita se
case la sentencia, y en su lugar se estime la demanda en todos sus extremos
con condena en costas al demandado (folios 141 a 147).

III.-

DE LA PRESCRIPCIÓN DE LA POTESTAD DISCIPLINARIA. En una relación


de trabajo, la parte empleadora tiene la potestad de dirección, y
correlativamente, la disciplinaria, la que se debe ejercer conforme al principio de
actualidad, en aras de la seguridad jurídica para el trabajador. En resguardo de
este principio, el artículo 603 del Código de Trabajo, establece: “… Los
derechos y acciones de los patronos para despedir justificadamente a los
trabajadores o para disciplinar sus faltas prescriben en un mes, que comenzará
a correr desde que se dio causa para la separación o, en su caso, desde que
fueron conocidos los hechos que dieron lugar a la corrección disciplinaria…”. En
el caso en estudio, la denuncia por acoso sexual fue interpuesta por Rocío
Cerdas Esquivel, en fecha 5 de setiembre de 2003 (folios 5 y 6 del expediente
administrativo). El 11 de ese mes, el Ing. Francisco Hernández Fuentes solicitó
al Coordinador Sectorial, Dirección de Recursos Humanos del I.C.E., la apertura
del procedimiento disciplinario contra el señor Juan Diego Acuña Ureña (folios 2
y 3 del expediente administrativo). El 17 de setiembre de ese año, se delegó la
instrucción del procedimiento en los funcionarios Licda. María de los A.
Chavarría Picado, Franklin Pérez Aguilar y Nicsy Pérez Miranda (folio 23 del
expediente administrativo). El 26 de setiembre de 2003, se dio la apertura de
dicho procedimiento por acoso sexual (folios 26 a 31 del expediente
administrativo), la que fue notificada a Juan Diego Acuña Ureña el 30 de ese
mes (folio 33 del expediente administrativo). Posteriormente, el 12 de diciembre
de 2003, se notificó a don Juan Diego y a la señorita Rocío Cerdas Esquivel, el
acta de comparecencia y se le otorgó un plazo de tres días para realizar las
conclusiones, el que vencería el 17 de ese mes (folios 120 y 121). El 6 de enero
de 2004, la Dirección de Recursos Humanos del I.C.E., recomendó el despido
sin responsabilidad patronal por incurrir en acoso sexual contra la señorita
Cerdas Esquivel (folios 123 a 130). El acto final se dio el 27 de enero de
2004 (folios 135 a 143). Según se evidencia, entre la fecha en que la Dirección
de Recursos Humanos del I.C.E. recomendó el despido sin responsabilidad
patronal, 6 de enero de 2004, y aquella en que el Subgerente del Sector de
Comunicaciones, lo ordenó, el 27 de ese mes, no transcurrió el plazo de un mes
que tiene el patrono para despedir. En consecuencia, no lleva razón el
casacionista al invocar que la potestad disciplinaria del patrono se encuentra
prescrita.

IV.-

DE LA LEY DE ACOSO SEXUAL. El objetivo de la Ley contra el Hostigamiento


Sexual en el Empleo y la Docencia (Ley nº 7476 de 3 de febrero de 1995), es
prohibir y sancionar el acoso u hostigamiento sexual como práctica
discriminatoria en razón del sexo, contra la dignidad de la mujer y del hombre en
las relaciones laborales y de docencia (artículo 2°). Se entiende por acoso u
hostigamiento sexual toda conducta sexual indeseada por quien la recibe,
reiterada y que provoque efectos perjudiciales en los siguientes
casos: a) condiciones materiales de empleo o de docencia; b) desempeño y
cumplimiento laboral o educativo; y c) estado general de bienestar personal.
También, la conducta grave que, habiendo ocurrido una sola vez, perjudique a
la víctima en cualquiera de los aspectos indicados (numeral 3° ibídem).
Asimismo, se puede manifestar por medio de los siguientes
comportamientos: 1.-
Requerimientos de favores sexuales que impliquen: a) promesa, implícita o
expresa, de un trato preferencial, respecto de la situación, actual o futura, de
empleo o de estudio de quien la reciba; b) amenazas implícitas o expresas,
físicas o morales de daños o castigos referidos a la situación, actual o futura, de
empleo o de estudio de quien las reciba; c) exigencia de una conducta cuya
sujeción o rechazo sea, en forma implícita o explícita, condición para el empleo
o el estudio; 2.-
Uso de palabras de naturaleza sexual, escritas u orales, que resulten hostiles,
humillantes u ofensivas para quien las reciba; y 3.-
Acercamientos corporales u otras conductas físicas de naturaleza sexual,
indeseados y ofensivos para quien los reciba (artículo 4°).

V.-

ANÁLISIS DEL CASO CONCRETO. Analizados los motivos de agravio que


opone el recurrente, estima la mayoría de esta Sala que los mismos no son de
recibo. El recurrente invoca la ausencia del elemento subjetivo (que la víctima
se sienta acosada) y la falta de una relación de poder como requisitos
indispensables para tener por cierto el hostigamiento sexual. Pero eso no es así,
es importante destacar que de las pruebas que constan en el expediente sí es
posible evidenciar que la víctima se sintió agraviada y acosada pues no sólo
trató de averiguar la proveniencia de los mensajes, sino, que lo hizo de
conocimiento de su jefe y, posteriormente, interpuso la denuncia para que se
investigaran los hechos. Por otro lado, en cuanto al argumento de la inexistencia
de la relación de poder, hay que resaltar que la Ley de Hostigamiento Sexual
sanciona con mayor énfasis cuando se da esa circunstancia, pero no se
encuentra limitada únicamente a situaciones en las cuales se da una relación de
poder. Por esta misma razón, la Sala no considera que el Reglamento contra el
Hostigamiento Sexual del I.C.E. en su artículo 4 incisos a, b, c, d, e y f se
exceda o contradiga a la Ley cuando regula las situaciones de acoso sexual sin
incluir como condición indispensable la existencia de una relación de poder. En
el sub-lite quedó demostrado que doña Rocío Cerdas Esquivel recibió llamadas
provenientes del teléfono celular institucional número 386-9999, el cual estaba
asignado en ese momento al accionante. En este sentido, la testigo y
denunciante Rocío Cerdas Esquivel, manifestó: “…Trabajando en el ICE, fuera
de las horas laborales, en las noches en diciembre del dos mil dos, dejaron
mensajes en el casillero de voz, mensajes vulgares. Se notaba que la persona
me conocía, porque me decía como andaba yo vestida ese día. Yo en ese
momento no supe quien me dejaba esos mensajes, porque no me salía el
número. En diciembre fueron solo dos mensajes, pero en julio del dos mil tres,
recibí dos llamadas más del mismo tono, y la misma persona, y se que era la
misma porque era la misma voz, la misma forma de hablar. La forma de las
llamadas eran iguales, siempre me decía como andaba yo vestida ese día y
además que se estaba masturbando en ese momento, era la misma línea de
llamada, y la misma voz…De acuerdo al registro, el teléfono del ICE
correspondía a Juan Diego Acuña. Yo antes de saber el nombre de Juan Diego
como el dueño del teléfono, no identifiqué la voz. En realidad era difícil, porque
nunca le oí la voz por teléfono…En las llamadas de julio del dos mil tres, Juan
Diego si trabajaba en el proceso. Si recuerdo que en julio él trabajaba con
nosotros porque en ese mes él llegó a buscar a mi jefe y se sentó en una silla
que yo tenía en la oficina. Yo ese día pensé que cómo la persona que me
llamaba me describía tan bien…mi jefe lo trasladó pero por los problemas que
tenía ningún jefe lo quería y lo devolvían al área de mi Jefe, y por último
entonces mi Jefe lo mandó a sub proceso afuera. Creo que esto era en Paso
Ancho. La oficina donde yo trabajo es en el Edificio de San Pedro. Creo que
para las llamadas de julio el actor estaba en el otro sub proceso de Paso Ancho,
pero no se…Cuando yo tenía el control de las llamadas que entraron a mi
celular, entonces yo se lo enseñé a mi jefe, porque me pareció un abuso por el
tipo de llamadas con el activo del Ice y un compañero de trabajo…Cuando yo
solicité al ICE como usuaria verificar las llamadas entrantes mías y de este
documento se extrae que las únicas llamadas entrantes eran de ese número,
que era un activo del ICE, y ya luego se verificó que el activo estaba a cargo de
Juan Diego. Los encargados son los que verifican los números, en ese
momento la Jefatura de Juan Diego era de Cortés, y éste a la vez lo asignó a
Juan Diego, hay una bitácora de la asignación de números…” (folios 91 a 93).
Por su parte, el testigo Jorge Luis EsquivelBarahona, técnico en
telecomunicaciones, refirió: “…Yo laboro en operación y mantenimiento de la
central de teléfonos celulares…En mi departamento recibimos una orden para
rastrear llamadas, como se hacen muchas del Poder Judicial o que alguien lo
solicitó. Luego a mi me llamaron en un proceso legal para verificar que un
rastreo que habíamos hecho era correcto, de llamadas entrantes y salientes de
un número. En el rastreo salió un número de llamadas salientes que era
nuestro, de la oficina, el 386-9999…asignado al compañero Ureña…El teléfono
que Juan Diego utilizaba era un TDMA Ericsson. En ese momento era
prácticamente imposible que se hubiera podido dar una clonación de teléfonos,
para que las llamadas se pudieran cargar de un número a otro…Esta protección
es un software que se llama autenticación. En el caso de Juan Diego el teléfono
estaba autenticado. Los técnicos que trabajan en esa central de San José
pueden quitar la autenticación al teléfono. Juan Diego no tenía la posibilidad de
haber quitado la autenticación…” (folio 94). La testigo Maribel Porras Benavides,
refirió: “…yo laboro en la oficina de Operación y Mantenimiento Celular, soy
analista de sistemas informáticos y digamos mantengo el control de las
centrales GSM, Ericsson, después de la parte técnica más que todo, en lo que
se refiere a respaldo, cuestiones provenientes…, análisis de las
computadoras…Ella nos había mencionado que estaba recibiendo llamadas
verdad un poco mortificantes, pero nunca nos mencionó digamos que nunca
escuchábamos nada, el día del paseo de la oficina ella nos comentó que le
había ingresado otra, y fue donde escuchamos la grabación, propiamente esa
fue la primera vez…Si era…en lo referente a lo sexual, digamos palabras o
cosas vulgar a mi parecer…Si el 28 de julio, ella…bueno eso, nosotros fuimos a
almorzar el 29 verdad y ella nos comentó que le había ingresado una llamada
…Aja si ella, entraban siempre en la noche, ella nos comentaba que siempre era
entre las 10, para arriba de las 10 de la noche, entonces ella nos dijo que otra
vez la habían vuelto a llamar…Si eran parecidas a las primeras, si igual la
misma voz y siempre con palabras vulgares…” (folios 94 a 96 del expediente
administrativo). En sentido similar, lo hace Irina Rivera Castillo, al afirmar: “…Si
bueno la primera vez que escuché el mensaje fue el día 20 de diciembre, que
ese día íbamos para un paseo, íbamos para Recope, entonces llegó Rocío
diciéndonos que el día 19 a horas muy tarde, como a las 10 de la noche recibió
unos mensajes directo al contestador, al casillero de voz, en ese mensaje lo que
me acuerdo que decía era que describía como ella andaba ese día, y eso nos, o
sea en cierto modo nos asustó porque la persona estaba cercana, si la conocía
a ella, le decía que le fascinaba como se veía un pantalón que andaba crema,
crema o blanco no me acuerdo bien eso, que le gustaba mucho como se le veía
y hacía insinuaciones, o sea era de carácter así como un poco obscenos…de
casualidad el día 29 de julio yo salí a almorzar con ella, como había recibido la
llamada entonces ella me volvió a mostrar, dice es que me volvieron a llamar me
hace, otra vez me volvieron a dejar una llamada en casillero de voz, ese día,
esa llamada lo que había dicho era que le gustaba mucho los hilitos que andaba
y que, o sea que tenía un problema con los pechos de ella, o sea que quería
besarlos…Si yo lo escuché, ella me prestó el teléfono para que yo escuchara
todo el contenido, yo escuché los de diciembre y escuché el de julio, ese día
que fui a almorzar porque acababa de llegar, me dice que escuche lo que me
llegó…Si o sea sinceramente yo cuando los escuchaba sentía como que la
persona estaba o sea masturbándose, no se por lo menos estaba haciendo algo
porque lo escuchaba muy agitado, yo lo escuchaba así como de un carácter
sexual…no puedo decirles exactamente la misma persona, pero si la voz me
sonaba muy parecida, podría decir que si…Si o sea era así como que ya sabía,
como que ya lo había hecho una vez, como que se repetía el mismo patrón en
cierto modo, porque era con agitación y ciertas cosas que le decía, mencionaba
hechos como…partes muy parecidas, como digamos los hilos o la ropa que
andaba, ciertos detalles como que tenían mucha coincidencia los dos mensajes,
digamos en los dos períodos…” (folios 97 a 100 del expediente administrativo).
Sumado a lo anterior tenemos que, la persona que llamó conocía muy bien a la
víctima al punto de describir la vestimenta, que el informe de rastreo de las
llamadas telefónicas identificó como origen de las mismas, el número 3869999,
asignado al señor Acuña Ureña como instrumento de trabajo (folios 8 y 9 del
expediente administrativo), quién, en sede administrativa manifestó que nunca
ha dejado el teléfono sólo, es decir, fuera de su control. Además, quedó
debidamente demostrado que el teléfono no estaba clonado (folios 105 a 116
del expediente administrativo) y que el actor conocía a la denunciante víctima de
acoso. De ahí que en aplicación de las reglas de la sana crítica (artículo 493 del
Código de Trabajo) a la Sala no le cabe la menor duda de que el actor fue el
autor responsable del acoso. Resta señalar que, en cuanto a la proporcionalidad
de la sanción, es criterio de la mayoría de esta Sala que la gravedad de la falta
cometida se ajusta plenamente a la sanción aplicada. De acuerdo con todo lo
expresado, los reproches formulados, resultan improcedentes.

VI.-

Conforme a lo expuesto, se debe confirmar el fallo recurrido.

POR TANTO:

Se confirma la sentencia recurrida.

Orlando Aguirre Gómez

Zarela María Villanueva Monge Julia Varela Araya

María Alexandra Bogantes Rodríguez María del Rocío Carro Hernández

La magistrada Varela Araya salva el voto y lo emite de la siguiente manera:

CONSIDERANDO:

I. La suscrita juzgadora me aparto del voto de mayoría en cuanto confirmó


la sentencia y determinó que la conducta del señor Juan Diego Acuña Ureña
tipificó la figura de acoso sexual, con base en las siguientes consideraciones: la
Dirección de Recursos Humanos del Instituto Costarricense de Electricidad,
abrió un procedimiento disciplinario por acoso sexual al señor Juan Diego Acuña
Ureña, con fundamento en la denuncia presentada por la funcionaria Rocío
Cerdas Esquivel, según el siguiente detalle: a.- en diciembre de 2002, doña
Roció recibió varias llamadas de fuerte contenido sexual entre las 10:30 p.m. y
las 11:30 p.m. Esas llamadas entraron directamente a la contestadota de doña
Rocío Cerdas, y no se pudieron ubicar; y b.- en julio de 2003, la señora Cerdas
recibió nuevamente dos mensajes de voz, supuestamente de la misma persona,
hostiles, humillantes, ofensivas y de naturaleza sexual; cuyo origen era el
número telefónico institucional 386-9999, asignado al técnico Juan Diego Acuña
Ureña, que laboraba en la Central GSM de Paso Ancho, lo que se pudo
determinar mediante la emisión de un listado de llamadas entrantes del 28 de
julio de 2003, con hora de las 21:24 y 21:31 p.m. (folios 26 a 31 del expediente
administrativo). El señor Acuña Ureña rechazó los cargos, alegando que ni en
sede administrativa, ni en este proceso, se demostró que él hubiese incurrido en
las conductas que tipifican de acoso sexual en el trabajo, o que hubiese hecho
llamadas en diciembre de 2002, o las reportadas en informe en julio de 2003,
prueba de estas últimas que califica de espuria, por la forma en que se obtuvo.
Señaló que existía la posibilidad de clonación de su celular, por lo que no es
posible deducir con certeza que las llamadas recibidas por la denunciante
salieran del teléfono asignado a él, por lo que afirma que no hay prueba para
declarar que él es culpable de tal hecho. Como prueba el demandado aportó el
reporte de llamadas visible a folios 8 y 9, en el que se indica que el 28 de julio
de 2003, a las 21:24 y 21:31, doña Roció recibió dos llamadas que se originaron
en el teléfono institucional, cuyo número es 3869999, y que en ese momento
estaba asignado al señor Acuña Ureña, (folios 8 y 9 del expediente
administrativo).

II. SOBRE EL ACOSO SEXUAL. Se considera acoso u hostigamiento


sexual todo tipo de acercamiento sexual no deseado, el requerimiento de
favores sexuales y cualquier manifestación verbal o física con matices
sexuales, especialmente en los casos en que la admisión de esa conducta
se constituya de algún modo en una condición para que la persona
adquiera o mantenga su empleo, o bien cuando el rechazo o aceptación de
esa conducta afecte las condiciones de empleo o de estudio o tenga
influencia en el desempeño laboral, haciendo que el ambiente de trabajo se
vuelva hostil o intimidante. En doctrina el acoso sexual se define como: "La
conducta de naturaleza sexual u otros comportamientos basados en el sexo que
afecta a la dignidad de la mujer en el trabajo, incluida la conducta de superiores
y compañeros, si:

a) Dicha conducta es indeseada, irrazonable y ofensiva para la persona que es


objeto de la misma.

b) La negativa o sometimiento de una persona a dicha conducta por parte de


empresas o trabajadores (incluidos los superiores y compañeros) se utiliza de
forma explícita o implícita como base para una decisión que tenga efectos
sobre el acceso de dicho persona a la formación profesional y el empleo,
sobre la continuación del mismo, los ascensos, el salario o cualesquiera
otras decisiones relativas al empleo; y/o

c) Dicha conducta crea un entorno laboral intimidatorio, hostil o humillante para


la persona que es objeto de la misma; y que dicha conducta pueda ser, en
determinadas circunstancias, contraria al principio de igualdad de trato”. (el
énfasis es suplido) (Martínez Arrieta, Andrés. Consejo General del Poder
Judicial. Cuadernos de derecho judicial: Acoso Sexual: Delitos contra la libertad
sexual: Madrid, España Consejo General del Poder Judicial, 1997, en CD ROM
27). La Ley contra el Hostigamiento Sexual en el Empleo y la Docencia define,
en el artículo 3, el acoso u hostigamiento sexual como “toda conducta sexual
indeseada por quien la recibe, reiterada y que provoque efectos perjudiciales en
los siguientes casos:

a. Condiciones materiales de empleo o de docencia.

b. Desempeño y cumplimiento laboral o educativo,

c. Estado general de bienestar personal

Para determinar si una conducta es constitutiva de acoso sexual debe


tomarse en cuenta la totalidad de circunstancias que rodean el caso así como el
contexto en que se dio la situación denunciada. Sobre este tema Andrés
Martínez Arrieta señala:“Se hace preciso delimitar claramente los contornos del
comportamiento típico si no queremos llegar a criminalizar las relaciones
interpersonales en los ámbitos docentes y laborales, a veces teñidas de
situaciones equívocas y dudosas, y conscientes de que un mismo
comportamiento en el mismo seno de la relación permite ser interpretado desde
distintos sujetos, unos como una mera actuación jocosa o desconsiderada y
otros de atentado grave a la dignidad de una persona. Ese abanico de posibles
interpretaciones dependerá, en gran medida, de la concurrencia de
circunstancias, de su contexto y de la subjetividad de cada interviniente” (pp.cit.
CD Rom). De lo anterior se colige que el acoso sexual se da en una relación de
poder desigual, en la que el acosador tiene poder para incidir en la esfera
laboral o estudiantil de la víctima. El hostigamiento sexual tiene elementos
subjetivos y objetivos porque lesiona la autoestima de la víctima a la vez que
obstaculiza su desempeño laboral, de manera que se configura cuando median
esas condiciones. Sobre este tema la doctrina ha señalado que: “Para que haya
acoso sexual,…es preciso que concurran dos circunstancias: primera, que se
trate de proposiciones no deseadas y rechazadas por su destinatario, si bien no
es exigible una reacción inmediata; segunda, que dichas proposiciones sean
objetivamente susceptibles de crear un ambiente de trabajo hostil. Este segundo
requisito es objetivo, en el sentido que no basta que la víctima se sienta
agredida, sino que la hostilidad debe ser perceptible a una persona de
sensibilidad media:” (Diez Picazo-Giménez, Luis María y Yañez Vivero
Fátima: Derecho al Honor, Intimidad e Imagen, en Manuales de Formación
Continuada 22, Derechos Procesales Fundamentales, Consejo General del
Poder Judicial: Escuela Judicial Madrid, España, 2005, p. 111).

III.-

ANÁLISIS DEL CASO CONCRETO: Con el propósito de determinar como se


fueron desarrollando los hechos que se calificaron de acoso sexual y que
originaron el despido, es necesario analizar la falta endilgada a don Juan Diego,
y la forma en que los hechos fueron expuestos por doña Roció y valorados por
el tribunal. De la prueba constante en autos se desprende que ni en el mes de
diciembre de 2002, ni en el mes de julio de 2003 se dio una relación de
compañeros de trabajo en el mismo centro de labores entre don Juan Diego
Acuña Ureña y la señorita Rocío Cerdas Esquivel. Esa deponente (quien
denunció haber recibido mensajes de voz obscenos en el mes de diciembre de
2002 y en julio de 2003, acreditando únicamente dos mensajes de julio de
2003), en autos declaró que labora como asistente administrativa en el ICE, que
el actor trabajó en el proceso donde ella lo hace, en la Sección de
Mantenimiento, que ella estaba en la sección de facturas, que conoció al actor
pero no tiene amistad con él, que solo tuvo contacto con él por razones de
trabajo cuando éste ocupaba una firma del jefe, y ella lo dejaba pasar, que
nunca tuvo problemas con él (folio 91). También indicó esa deponente que los
mensajes de voz que recibió en el 2002 y en el 2003 no supo de quien eran
porque no se veía el número de procedencia, afirmando que eran de la misma
persona, porque era la misma voz, la misma forma de hablar. Presumió que la
persona la conocía porque en los mensajes siempre le decía como andaba
vestida ese día. Agregó que debido a no tener identificado al hombre que le dejó
esos mensajes, procedió a solicitar al ICE que verificara todas las llamadas que
se hicieron a su celular en las citadas fechas, de donde obtuvo como resultado
que éstas se hicieron de un número que era un activo del ICE que estaba
asignado al aquí accionante y coincidieron las horas que se indicaban en el
estudio de esas llamadas que ella recibió; también indicó que no había recibido
más llamadas que las citadas en la denuncia y que no se obtuvo registros de las
que recibió en diciembre de 2002. Agregó que antes de saber el nombre de
Juan Diego como el dueño del teléfono, no identificó que la voz era de este,
indicando: “En realidad era difícil, porque nunca le oí la voz por teléfono (se
refiere al actor). Yo le indiqué a mi jefe lo que había pasado. Juan Diego en ese
momento tenía problemas laborales y mi jefe a raíz de los problemas que
presentaba él, y le habían dado varias oportunidades y mi jefe solicita que
se le abra un procedimiento Administrativo y expone como nueve puntos
para ello, el mío era como el ocho, sea que el procedimiento administrativo
no se dio solo por mi, sino por varios hechos que se presentaban. Yo
personalmente no ejercí ninguna acción (…) Yo no noté que el actor me
pretendiera con algún interés más allá de lo laboral, como todos que uno se
saluda nada más(…) Yo sé que a Juan Diego lo trasladaron, pero no recuerdo
cual mes. Lo que si recuerdo es que mi jefe lo trasladó pero por los problemas
que tenía ningún jefe lo quería y lo devolvían al área de mi jefe, y por último
entonces mi jefe lo mando a subproceso afuera. Creo que esto era en Paso
Ancho. La oficina donde yo trabajo es en el Edificio de San Pedro. Creo que
para las llamadas de julio el actor estaba en el otro subproceso de Paso Ancho
(…) el contenido de las llamadas que recibí lo hice del conocimiento de otras
personas. Se lo hice saber a las amigas con las que iba para el paseo, ellas si
las escucharon. A la jefatura lo puse en conocimiento de las llamadas, pero por
pena no lo puse a escucharlas. Cuando yo tenía el control de las llamadas que
entraron a mi celular, entonces yo se lo enseñé a mi jefe porque me pareció un
abuso por el tipo de llamadas con un activo del ICE y un compañero de
trabajo (…) Después del traslado, como indiqué antes, yo vi a Juan Diego una
vez en mi oficina…” (folios 91 a 93, lo destacado no es del original). Del
testimonio de la supuesta afectada por acoso sexual se desprenden varios
hechos relevantes para decidir, en criterio de quien suscribe este voto de
minoría, apegados a la realidad de lo acontecido y a la justicia del caso
concreto. Primero: Que el procedimiento administrativo para despedir al actor
tuvo su origen en las inconformidades que tenía tanto la jefatura directa de este,
como los jefes de otras oficinas, lo que había motivado un ambiente hostil en
contra del señor Acuña Ureña; y que un argumento utilizado para lograr su
despido fue la denuncia que, a instancia del jefe de la señorita Rocío Cerdas
Esquivel, a su vez jefe del área donde laboraba el actor, se logró por escrito por
supuesto acoso sexual, proveyéndose la señorita Cerdas Esquivel, por medios
administrativos, la trascripción de dos mensajes de voz supuestamente hechas
del teléfono que el ICE le había dado al señor Acuña Ureña. También se colige
de esa declaración que la señorita Rocío Cerdas Esquivel reprochó no solo el
contenido de los mensajes de voz hechos en horas de la noche, sino que su
denuncia fue basada más que nada por provenir de una persona que trabajaba
con su mismo empleador y con un activo de este (teléfono celular número
3869999). También se desprende de la deposición de la señorita Cerdas
Esquivel, que no pensaba ejercer ninguna acción contra el actor, que nunca
había tenido problemas con él, que no había una relación de compañeros en
una misma oficina -pues su única relación de compañeros era por trabajar en la
misma institución-, no existió la posibilidad real de que el actor se enterara de
cómo andaba vestida los días en que ella recibió las llamadas en la noche -
porque el actor estaba laborando en otro sector- y, no identificó la voz de los
mensajes como la propia del señor Juan Diego Acuña Ureña. Toda esa
situación fáctica que se desprende, con meridiana claridad, del testimonio de la
señorita Cerdas Esquivel y se complementa con la prueba recabada en el
proceso administrativo, lleva a la suscrita juzgadora a concluir que en el caso
concreto no se dieron los supuestos fácticos contenidos en la Ley Contra el
Hostigamiento Sexual en el Trabajo y la Docencia, ni en la normativa interna del
ICE que permita imputar al actor una conducta típica de acoso sexual en el
trabajo. Es cierto que se acreditó que los mensajes de voz recibidos por la
señorita Cerdas Esquivel en el mes de julio de 2003, provinieron del celular que
estaba asignado en ese momento al señor Acuña Ureña. Pero también es cierto
que este negó haber dejado dichos mensajes y queda la duda razonable de que
fuese él quien efectivamente realizó dichas llamadas, pues de las declaraciones
recibidas en sede administrativa y de la deposición del señor Jorge Luis
Esquivel Barahona se colige que si es posible la existencia de clonación de
líneas, como lo afirmó el actor en su demanda, aunque afirma que en el
momento en que se registraron llamadas hechas del celular asignado al actor,
era “prácticamente imposible que se hubiera podido dar una clonación de
teléfonos para que las llamadas se pudieran cargar de un número a otro”.
Existiendo la posibilidad de que se diera una clonación de números, ante la
duda, estimo que debe aplicarse la duda a favor del trabajador, tal y como lo ha
requerido este desde su demanda y lo prevé la jurisprudencia de esta Sala en
aplicación del principio protector en su regla del in dubio pro operario. En todo
caso, de haberse acreditado en forma indubitable que el actor fue el que dejó
los mensajes de voz en el mes de julio de 2003, lo que no quedó demostrado en
criterio de esta juzgadora, tampoco estaríamos ante el supuesto de acoso
sexual en el trabajo, sancionado por la normativa vigente sobre este tema,
regulación que para los supuestos de acoso sexual en el trabajo, también prevé
sanciones proporcionales a la falta, la cual obviamente, debe valorarse de
conformidad con el escenario en que la misma ocurrió y los efectos en la
víctima. Por consiguiente, en el caso de estudio, de haberse acreditado el hecho
imputado al actor y que originó finalmente su despido, en aplicación del principio
de proporcionalidad, lo que ameritó fue una sanción por el uso de un activo del
empleador para fines distintos al otorgado, y por haber molestado a la
destinataria de tales llamadas, lo que se dio fuera del contexto laboral.
Finalmente, debo acotar que esta juzgadora estima que a ningún trabajador le
es permitido usar los implementos de trabajo para fines distintos a los previstos,
y más reprochable es la actuación del trabajador o la trabajadora cuando dicho
uso molesta u ofende a un tercero, ya sea de la misma Institución (como ocurrió
en el caso concreto), o fuera de esta.

IV.-

Conforme a lo expuesto, se debe revocar la sentencia recurrida. En su lugar,


procede acoger la demanda rechazar las excepciones de falta de derecho y la
genérica de sine actione agit. Se debe obligar al instituto accionado a reinstalar
al actor en el puesto de trabajo que venía ocupando con el pago de salarios
caídos, intereses al tipo legal desde la fecha del despido y hasta su efectiva
reinstalación y ambas costas del proceso, fijándose las personales en el 20% de
la condenatoria. En ejecución de sentencia, el trabajador podrá renunciar a la
reinstalación y optar al pago de preaviso, cesantía más todos los salarios caídos
a esa fecha, intereses y costas. Asimismo se deben denegar las excepciones de
prescripción y caducidad de la potestad disciplinaria por improcedentes.

POR TANTO:

Revoco la sentencia recurrida. En su lugar, acojo la demanda y deniego las


excepciones de falta de derecho y la genérica de sine actione agit. Obligo al
instituto accionado a reinstalar al actor en el puesto de trabajo que venía
ocupando con el pago de todos los salarios caídos; intereses al tipo legal desde
la fecha del despido y hasta su efectiva reinstalación; y ambas costas del
proceso, fijo las personales en el veinte por ciento de la condenatoria. En
ejecución de sentencia, el trabajador podrá renunciar a la reinstalación y optar
por el pago del preaviso, cesantía, más todos los salarios caídos, intereses y
costas. Deniego las excepciones de prescripción y caducidad de la potestad
disciplinaria.

Julia Varela Araya

dhv.
Sentencia:
00026 Expediente:
98-400450-0187-
FA Fecha:
18/01/2008 Hora:
09:40:00
a.m. Emitido por:
Sala Segunda de la
Corte

Tipo de Sentencia: De Fondo


Redactor: María del Rocío Carro Hernández
Clase de Asunto: Proceso abreviado de divorcio y subsidiariamente de
separación judicial

Texto de la sentencia
Documentos relacionados: Referencia a otra jurisprudencia

Contenido de interés 1

*984004500187FA*

Corte Suprema de Justicia

SALA SEGUNDA

Exp: 98-400450-0187-FA

Res: 2008-000026

SALA SEGUNDA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA . San José, a las


nueve horas cuarenta minutos del dieciocho de enero del dos mil ocho.

Proceso abreviado de divorcio y subsidiariamente de separación judicial


establecido ante el Juzgado Segundo de Familia de San José, por MANUEL
ALBERTO ESQUIVEL CHAVES, comerciante, con residencia en los Estados
Unidos de Norteamérica, contra SNJEZANA VIDOV BLASLOV, administradora,
vecina del Estado de New York, Estados Unidos de Norteamérica. Figuran como
apoderados especiales judiciales; del actor el licenciado Armando Luis Cortés
Villalobos, vecino de San José; y de la parte demandada el licenciado Luis
Alonso Gutiérrez Herrera, soltero. Todos mayores.

RESULTANDO:

1.-

El actor, en escrito fechado veinticuatro de marzo de mil novecientos noventa y


ocho, promovió la presente acción para que en sentencia se declare el divorcio
y subsidiariamente la separación judicial de él con la demandada; que de la
unión no se procrearon hijos; que la demandada como cónyuge culpable no
tiene derecho a alimentos por parte del actor; que el demandante tiene derecho
a un cincuenta por ciento de la finca inscrita en el Registro Público, Sección de
Propiedad, bajo el sistema de folio real matrícula número 1-357-546-000; que la
sentencia por medio de ejecuturia se inscriba en el Registro Civil, al margen del
asiento 782, visible al folio 391, del tomo 322; y que la accionada está obligada
al pago de ambas costas de acción y daños y perjuicios causados.

2.-

El apoderado de la demandada contestó la acción en los términos que indicó en


el memorial de fecha seis de octubre de mil novecientos noventa y ocho y opuso
la excepción de falta de competencia, resuelta en forma interlocutoria. A la vez
contrademandó al actor para que en sentencia: "a) Se rechace la demanda de
divorcio y subsidiaria de separación judicial de la señora Vidov y el señor
Esquivel por los hechos inexactos e inexistentes en ella indicados. b) Que se
acoja los extremos de los hechos de esta reconvención y por lo tanto se declare
disuelto o nulo el vínculo matrimonial de Manuel Alberto Esquivel Chaves y
Snjezana Vidov Blaslov y en forma subsidiaria la separación judicial de ambos.
c) Que de dicha unión no se procrearon hijos. d) Que como cónyuge culpable el
señor Esquivel Chaves no tiene derecho a solicitar alimentos de parte de
Snjenzana Vidov Blaslov. e) Que la señora Vidov Blaslov tiene derecho al
cincuenta porciento de los bienes que se encuentran a nombre del señor
Esquivel Chaves. a) Finca inscrita en Registro Público, Sección Propiedad, bajo
sistema de folio real de San José matrícula 236865-000. b) Del mismo Registro
pero Sección Vehículos el pick-up placa CL 127961. c) Vehículo con placa del
Estado de New York, Estados Unidos de América número 3EY921. f) Que por
medio de ejecutoria de sentencia se inscriba en el Registro Civil al margen del
asiento 782, visible al folio 391, del tomo 322. g) Que Manuel Alberto Esquivel
Chaves quede obligado al pago de ambas costas de esta acción; además de los
daños y perjuicios ocasionados".

3.-

El actor contestó la reconvención en memorial de fecha nueve de noviembre de


mil novecientos noventa y nueve y no opuso excepciones.

4.-

La jueza, licenciada Girlany Alpízar Murillo, por sentencia de las quince horas
del veintiuno de noviembre del dos mil seis, dispuso: "Razones dichas y
artículos 15, 34, 40, 41, 48 incisos 1, 2 y 4 y 58 del Código de Familia, 222, 317,
330 y 420 del Código Procesal Civil, se declara parcialmente con lugar la
demanda de DIVORCIO incoada por MANUEL ALBERTO ESQUIVEL
CHAVES contra SNJEZANA VIDOV BLASLOV por incurrir la demandada en la
causal de adulterio; y se rechaza de plano la contrademanda de divorcio, al no
comprobarse ninguna de las causales alegadas por la reconventora para el
divorcio, separación judicial o nulidad de matrimonio. 1. Disuelto el vínculo
matrimonial que une a las partes. 2.-
Ninguna de las partes queda obligada a pagarse pensión alimentaria. 3. Se
decreta como bienes gananciales: a) el vehículo placa CL 127961 y b) la finca
inscrita en el Registro Público, Sección de Propiedad de San José, bajo el
sistema de folio real matrícula número 236865-000, ambos propiedad del señor
Esquibel Campos y adquiridos por causa onerosa dentro de la unión
matrimonial. 4. Se rechaza el pago de daños y perjuicios que alegaron las
partes mutuamente. 5. Firme esta sentencia, expídase ejecutoria para que se
inscriba el divorcio al margen del tomo 322, folio 391 y asiento 782 de la
Sección de Matrimonios de la Provincia de San José. 6. Se pronuncia el
Despacho sin especial condenatoria en costas".

5.-

El apoderado especial judicial del actor apeló y alegó la nulidad concomitante. El


Tribunal de Familia, integrado por los licenciados Nydia Sánchez Boschini, Olga
Marta Muñoz González y Diego Benavides Santos, por sentencia de las nueve
horas del primero de marzo del año dos mil siete, resolvió: "Se rechaza la
nulidad incoada. Y se confirma en lo apelado la sentencia recurrida".
6.-

La parte actora formuló recurso para ante esta Sala en memorial de data
dieciséis de julio del dos mil siete, el cual se fundamenta en los motivos que se
dirán en la parte considerativa.

7.-

En los procedimientos se han observado las prescripciones de ley.

Redacta la Magistrada Carro Hernández; y,

CONSIDERANDO:

I.-

ANTECEDENTES. El 24 de marzo de 1998, el señor Esquivel Chaves, formuló


proceso abreviado de divorcio y subsidiario de separación judicial contra la
señora Vidov Blaslov, para que en sentencia se declarara: a) el divorcio y
subsidiariamente la separación judicial; b) que de la unión no se procrearon
hijos; c) que la demandada como cónyuge culpable no tiene derecho a
alimentos por parte del actor; d) que el demandante tiene derecho a un
cincuenta por ciento de la finca inscrita en el Registro Público, Sección
Propiedad, bajo el sistema de folio real matrícula número 1-357-546-000; e) que
la sentencia por medio de ejecutoria se inscriba en el Registro Civil, al margen
del asiento 782, visible al folio 391, del tomo 322; y f) que la accionada está
obligada al pago de ambas costas de acción, daños y perjuicios causados.
Como fundamento de su pretensión afirmó que contrajeron matrimonio el 28 de
febrero de 1991, y adquirieron el inmueble matrícula número 1-357546-000, que
es terreno para construir con una casa de habitación, situada en Curridabat.
Refirió que desde hace un año la accionada decidió hacer abandono voluntario
y malicioso del hogar. Agregó que el 14 de febrero de 1998 la sorprendió con su
amante Pedro Fernández, dentro de un vehículo en acciones amorosas,
quienes sin el menor recato confesaron que mantenían relaciones íntimas, y son
compañeros de trabajo en el hotel “Holiday Crown Plaza”, lo que lo tiene en un
estado de depresión grave (folios 4 a 7 y 9). El apoderado especial judicial de la
accionada contestó en forma negativa la demanda y opuso la excepción de falta
de competencia, resuelta en forma interlocutoria. Alegó que su representada no
pudo hacer abandono malicioso y voluntario del hogar por cuanto nunca ha
tenido ninguno, ya que desde que contrajeron matrimonio vive con sus padres
en la dirección 23-06 21st.Street, L.I.C., New York 11105, mientras que el señor
Esquivel en su casa-carro en 107 Renor Street, Freeport, NY 111520, producto
de su desinterés de mantener un hogar para la convivencia matrimonial. Negó
que su poderdante haya mantenido relaciones íntimas extramatrimoniales, y
afirmó que el señor Pedro de la Rosa ha sido durante muchos años un
compañero de trabajo con quien ha tenido una relación de amistad muy
respetuosa. Asimismo, que la única persona que ha sido afectada y abusada
económica, física y psicológicamente ha sido su representada, y que no es sino
hasta hace dos años, momento en que decide detener su aporte económico,
que se le conoce trabajo fijo al actor. Formuló reconvención para que en
sentencia se declarara: a) que se rechace la demanda de divorcio y subsidiaria
de separación judicial por los hechos inexactos e inexistentes en ella
indicados; b) que se acojan los extremos de los hechos de la reconvención, y
por lo tanto se declare disuelto o nulo el vínculo matrimonial, y en forma
subsidiaria la separación judicial; c) que de dicha unión no se procrearon
hijos; d) que como cónyuge culpable el señor Esquivel Chaves no tiene derecho
a solicitar alimentos de parte de la señora Vidov; e) que su representada tiene
derecho al cincuenta por ciento de los bienes que se encuentran a nombre del
señor Esquivel Chaves, finca de Folio Real de San José Matrícula 236865-000,
vehículo placa CL 127961 y automotor con placa del Estado de New York,
Estados Unidos de América Número 3EY921; f) que por medio de ejecutoria se
inscriba en el Registro Civil al margen del asiento 782, visible al folio 391, del
tomo 322; y g) que el señor Esquivel Chaves queda obligado al pago de ambas
costas de esta acción, daños y perjuicios ocasionados. Como fundamento de su
pretensión afirmó que el señor Esquivel Chaves ha faltado a los deberes de
cooperación y mutuo auxilio para con su esposa, ya que nunca ha procurado
una vida en común, ni una vivienda digna a pesar de tener casa propia en San
Sebastián, Costa Rica, siendo el fin principal de su matrimonio lograr de la
señora Vidov el mayor beneficio económico posible. Agregó que la noche del 13
de marzo abusó físicamente de ella hasta dejarle marcas en su cuello, hombros
y brazos, que la incapacitaron para laborar por diez días. Asimismo, que ha
llamado a la casa de la señora Vidov para amedrentarla y a su familia, y que
durante el mes de marzo de 1998 viajó a Costa Rica e irrumpió en la vivienda
que en ese entonces poseía la señora Vidov en Curridabat, y con la ayuda de
varios, se llevaron todos los muebles, aparatos eléctricos y enseres también
propiedad de la señora Vidov que habían en dicha vivienda que se encontraba
deshabitada, y también provocaron daños en la instalación eléctrica de la
vivienda, lo que estuvo a punto de provocar un incendio que la habría destruido,
sustracción que provocó daños y pérdidas por dieciséis mil dólares (folios 58 a
62, 80, 110 y 111). El apoderado especial judicial del actor contestó en forma
negativa la reconvención. Invocó que su poderdante cumplió con los deberes de
cooperación y mutuo auxilio para con su cónyuge, siempre procurando una vida
en común y lo mejor para ella, y fue la señora Vidov con los actos descritos en
el líbelo de demanda, al hacer abandono malicioso del hogar y sostener una
relación amorosa extramatrimonial, la que faltó a los deberes de esposa fiel.
Agregó que nunca su representado agredió física ni moralmente a la accionada,
y que por el contrario, fue ella quien lo hizo psicológicamente (folio 116 y 117).

II.-

AGRAVIOS. El apoderado especial judicial del actor se muestra inconforme con


lo resuelto por el ad quem, y en concreto reclama: a) que la sentencia acogió
parcialmente la demanda, declarando disuelto el vínculo matrimonial por haber
incurrido la accionada en la causal de adulterio, y declarando como bienes
gananciales el vehículo placa CL 127961 y la finca folio real matrícula 236865-
000, bienes propiedad del actor, aunque en el por tanto se indica Esquivel
Campos, lo que podrá ser objeto de nulidad y así lo solicita. Expone que se
observan vicios de fondo en las sentencia, por errónea apreciación de las
pruebas y aplicación del principio de legalidad. Añade que en el considerando
tercero, se indica: “…Por ello, en punto a la nulidad concomitante planteada, en
razón de que el pronunciamiento omite cualquier tipo de referencia a la prueba
de orden confesional, cabe destacar que en la especie no puede ni siquiera
establecerse que hubo confesión ficta, porque el cónsul de Costa Rica en New
York, devuelve el exhorto sin diligenciar, en virtud de que nadie se presentó con
el objetivo de accionar o activar la prueba. De modo tal que sin haber siquiera
convocatoria, se procede a la devolución del exhorto. En tales circunstancias, el
órgano a quo no está obligado a pronunciarse sobre pruebas inexistentes y que
por demás, la parte interesada, ni siquiera solicitó o diligenció posteriormente.
De modo tal que resulta impositivo proceder rechazando la nulidad incoada”.
“Señores Magistrados, consta a folio 351 del expediente que, el señor CARLOS
CAMACHO G., a la data Cónsul General de Costa Rica en Nueva York indica
que: Dicho exhorto no fue diligenciado por cuanto las partes interesadas no
contactaron a esta oficina consular para poder fijar fecha para la recepción de la
prueba”. Refiere que de manera indubitable se deduce que si las partes no
contactaron a la oficina consular, lo fue porque nunca se les notificó la diligencia
y que debían comparecer a la hora y fecha señalada para cumplir con el
exhorto; por lo que si el Consulado en Nueva York nunca notificó a las partes a
comparecer al Despacho, no es culpa de éstas que no hubieran evacuado la
prueba, pues es obligación del cónsul notificarlas, debiendo solicitar las
expensas para poderse desplazar a cumplir con la misma. Agrega que evacuar
dicha prueba confesional es de vital importancia para los intereses de su
patrocinado, por lo que solicita se anule la sentencia y se ordene la recepción de
la misma. Refiere que en la sentencia de primera instancia y que avala el
Tribunal, en el punto b) se dice: "La señora demandada fue dueña registral del
dominio de la finca inscrita en el Registro Público de la Propiedad, bajo el
sistema de folio real matrícula número 1-357546-000, que fue adquirida por
compra encontrándose ya casada" (ver certificación registral a folio 2 y 13).
Invoca que estando bien probado que la demandada fue dueña de ese
inmueble, se deniegue el pago de daños y perjuicios ocasionados con la venta
del mismo o que se tenga como bien ganancial, ya que está probado que lo
traspasó, toda vez que al momento de la presentación de la demandada, el 24
de marzo de 1998, la citada finca le pertenecía, la que vendió perjudicando
notoriamente los intereses del señor Esquivel Chaves. Señala que la sentencia
tiene como bien probado que la finca le pertenece al señor Edwin Jan Zwwart,
sin embargo, en escrito recibido por el Despacho el 16 de marzo de 2005,
adjuntó certificaciones expedidas por el Registro Público, en las que consta la
historia registral de ese inmueble hasta llegar a ser dueño este señor, lo que se
ignoró al momento del dictado de la sentencia, y que la primera venta fue el 17
de agosto de 1998 a don Dinko Vidov, quien vendió a “Bosque Yaboc Sociedad
Anónima”, inscrita la venta el 15 de enero de 1999, la que vende a Edwin Yan
Zwwart y Grettel Cedeño González, venta inscrita el 10 de julio de 2000, para
que posteriormente quedara como único dueño Yan Zwwart. Alega que de lo
anterior la sentencia carece de un análisis profundo y objetivo, cuando se trata
de hechos bien probados, ya que si se hubiera hecho conforme a las pruebas
aportadas, se concluiría que el señor Esquivel Chaves era merecedor del pago
de daños y perjuicios, o que el inmueble se considerara bien ganancial y que le
asiste ese derecho. Añade que en el considerando segundo de la sentencia de
primera instancia avalada por el Tribunal en el punto 5), se dice: “No hay prueba
que determine la ganancialidad del actor sobre la finca inscrita en el Registro
Público, Sección de Propiedad, bajo el sistema de folio real matrícula número 1-
357546-000”, con lo que se incurre en contradicción, pues si la demandada fue
dueña del inmueble y posteriormente lo traspasó en forma fraudulenta,
incurriendo inclusive en el delito de Fraude de Simulación, cómo es que luego
se diga que no hay prueba que determine que el actor no tiene derecho a
gananciales sobre ese bien”. Asimismo, en el hecho primero, punto d) de la
sentencia de primera instancia que aprueba el ad quem, se señala: “El señor
Esquivel Chaves es dueño registral de la finca inscrita en el Registro Público,
Sección de Propiedad de San José, bajo el sistema de folio real matrícula
número 236865-000, siendo inscrito tal bien en mayo de 1991 por compra”, lo
que es falso, puesto que para ante el Tribunal aportó certificaciones expedidas
por el Registro Público de la Propiedad, en las que constan que ese inmueble
número 236865-001 y 002, no pertenece al actor Esquivel Chaves, las que
ofreció para mejor proveer, ya que mediante escritura otorgada ante la Notaría
del apoderado, a las 16:30 horas del 23 de julio de 1998, fue traspasado a la
señora Jenny Esquivel Pochet, mediante donación, la que actualmente
pertenece a Nancy Cristina Esquivel Pochet, como dueña de la nuda propiedad,
por lo que no puede ser de recibo tener como hecho probado que la finca
pertenece a su poderdante y que se inscribió en mayo de 1991 por compra,
pues de lo que es dueño es del usufructo, por lo que no es de recibo se decrete
como bien ganancial la finca 236865-001 y 002 y no 000 como erróneamente se
indicó. Manifiesta que ambos bienes decretados como gananciales, el vehículo
placas CL-127961 y la finca 236865-001 y 002, fueron adquiridos por el señor
Chaves Esquivel antes de su matrimonio con la demandada Vidov, la que tenía
pleno conocimiento, de ahí que es de vital importancia la petición de que
absolviera posiciones, para demostrar que no tiene derecho alguno sobre esos
bienes. En consecuencia, solicita se case la sentencia que se impugna del
Juzgado, confirmada por el Tribunal, únicamente en cuanto declaró como
bienes gananciales: a) el vehículo placas CL-127961, y b) la finca inscrita en el
Registro Público, bajo el sistema de folio real matrícula número 236865-001 y
002; además de que se rechazó el pago de daños y perjuicios a favor del señor
Esquivel Chaves, y se decrete que esos bienes no son gananciales, y que tiene
derecho a gananciales sobre la finca matrícula número 357546-000 de la
Provincia de San José, o a ser indemnizado conforme se solicitó en memorial de
folio 182 (folios 446 a 451).

III.-

CASACIÓN POR RAZONES PROCESALES. El párrafo 3° del artículo 8° del


Código de Familia, reformado por Ley N° 7689 de 21 de agosto de 1997,
literalmente establece lo siguiente: “... El recurso admisible para ante la Sala de
Casación se regirá, en todo lo aplicable, por las disposiciones del Capítulo V,
Título VII del Código de Trabajo”. De conformidad con esa reforma, se ha
interpretado que la tramitación del recurso para ante la Sala de Casación, en
materia de familia, debe regirse, en todo lo que sea de aplicación, por las
normas laborales; sin embargo, los presupuestos para la admisibilidad de la
impugnación siguen siendo los contemplados en el Código Procesal Civil; pues,
respecto de éstos no se introdujo modificación alguna. Por ello, en esta materia,
a diferencia de la laboral, cabe el recurso por razones formales o procesales; y
su admisibilidad queda sujeta a los expresos supuestos contemplados en el
numeral 594 del Código Procesal Civil (sentencia número 301 de las 9:30 horas
del 5 de mayo; 627 y 628, de las 9:20 y 9:25 horas, respectivamente, ambas del
6 de agosto, todas de 2004). Taxativamente, se establecen los siguientes: 1) por
falta de emplazamiento o notificación defectuosa de éste, no sólo a las partes
sino a los intervinientes principales. 2) Por denegación de pruebas admisibles o
falta de citación para alguna diligencia probatoria durante la tramitación, cuyas
faltas hayan podido producir indefensión. 3) Si el fallo fuere incongruente con las
pretensiones oportunamente deducidas por las partes, u omitiere hacer
declaraciones sobre alguna de tales pretensiones, hechas a su tiempo en el
pleito, o si otorgare más de lo pedido, o contuviere disposiciones contradictorias.
No obstante, no será motivo de nulidad la omisión de pronunciamiento en
cuanto a costas; o sobre incidentes que no influyan de modo directo en la
resolución de fondo del negocio; o cuando no se hubiere pedido adición del fallo
para llenar la omisión, de acuerdo con lo dispuesto en el artículo 158. 4) Si el
proceso no fuere de competencia de los tribunales civiles, ya sea por razón de
territorio nacional o por razón de materia. 5) Si la sentencia se hubiere dictado
por menor número de los jueces superiores que el señalado por la
ley. 6) Cuando la sentencia haga más gravosa la situación del único
apelante. 7) Cuando se omiten o no se den completos los plazos para formular
alegatos de conclusiones o de expresión de agravios, salvo renuncia de la parte.
Analizados los presupuestos de hecho previstos en la normativa procesal civil,
en el que podría incluirse el vicio que se alega, es el inciso 2°. Al respecto, en
resolución de las 13 horas del 21 de marzo de 2000, el Juzgado admitió la
prueba confesional de la señora Snjezana Vidov Blaslov, para lo que comisionó
al cónsul de Costa Rica en Nueva York (folio 125). Posteriormente, el 17 de
noviembre de 2005, por conducto de la Secretaría General de la Corte Suprema
de Justicia y del Ministerio de Relaciones Exteriores, remitió exhorto al Cónsul
General de Costa Rica en Nueva York, a quien comisionó para que recabara la
prueba confesional que debía rendir la demandada reconventora Snjezana
Vidov Blaslov (folios 321 a 324). Sin embargo, el exhorto fue devuelto sin
diligenciar por cuanto las partes interesadas no contactaron a la oficina Consular
para fijar fecha para la recepción de prueba (folios 316, 346 a 353). Por ello, el
reproche que se formula en el sentido que al no recibirse la prueba confesional,
se debe anular la sentencia, no resulta admisible. Por otra parte, la nulidad que
se alega en torno a que en la sentencia se consignó como segundo apellido del
señor Manuel Alberto, Campos y no Chaves, no es de recibo, ya que no se
encuentra previsto como motivo de casación por razones procesales.

IV.-

SOBRE EL RÉGIMEN DE BIENES GANANCIALES. El casacionista acusa


errónea apreciación de la prueba, acerca del régimen de ganaciales, por
haberse considerado como tales el inmueble matrícula 236865-000 y el vehículo
placa CL-127961. Además este reproche en que a pesar de que en el
considerando primero de la sentencia de primera instancia, que avala el
Tribunal, en el punto b) se dice: “La señora demandada fue dueña registral del
dominio de la finca inscrita en el Registro Público de la Propiedad, bajo el
sistema de folio real matrícula número 1-357546-000, que fue adquirida por
compra encontrándose ya casada (ver certificación registral a folios 2 y 13), se
deniega su pretensión en cuanto al pago de daños y perjuicios ocasionados con
la venta de ese inmueble o que se tenga como bien ganancial. Al respecto,
interesa indicar que el sistema jurídico contempla un régimen de participación
diferida en los bienes gananciales; según el cual, si no hubiere capitulaciones
matrimoniales, cada cónyuge queda dueño y puede disponer libremente de los
bienes que se constaten en su patrimonio -de los que tenía al contraer
matrimonio, de los que adquiera durante él por cualquier título, y de los frutos de
unos y otros-. Es entonces al disolverse o declarase nulo el matrimonio, al
disponerse la separación judicial y al celebrarse, después de las nupcias,
capitulaciones matrimoniales, cuando cada uno adquiere el derecho de
participar en la mitad del valor neto de los bienes que con ese carácter jurídico
sean constatados en el patrimonio del otro (artículos 40 y 41 del Código de
Familia). En la doctrina consultada, se ha considerado:

“Se suele aludir a él como régimen mixto, porque operando como el régimen de
separación durante el matrimonio, acuerda derechos de participación entre los
cónyuges ... a su disolución. Pero, he aquí lo fundamental, no se constituye una
masa partible (lo típico en los regímenes de comunidad), sino que la
participación se resuelve en un crédito a favor de uno de los cónyuges contra el
otro para equiparar las ganancias operadas durante el matrimonio. Adviértase: a
la disolución del régimen no se constituye una comunidad o masa común con
los bienes adquiridos o ganados por ambos cónyuges, sino que los patrimonios
de cada cual mantienen su independencia, naciendo en cabeza de uno de ellos
el derecho a obtener, mediante un crédito, una participación en las ganancias
del otro,...” (ZANNONI, Eduardo A. Derecho de Familia, Tomo I, Buenos Aires,
Editorial Astrea, cuarta edición, 2.002, p. 456).

Para determinar si el bien es o no ganancial, lo que interesa es precisar si


fue adquirido durante la existencia del vínculo matrimonial, "mediante el
esfuerzo y la cooperación, reales y efectivos, de ambos cónyuges". En este
sentido, se ha estimado: “bienes gananciales son todos aquellos adquiridos a
título oneroso dentro del matrimonio, mediante el trabajo, el esfuerzo y la
cooperación de ambos cónyuges en su comunidad de vida y que han significado
un aumento en el patrimonio de cada uno de ellos, respecto del que se aportó al
constituirse el matrimonio. Observamos así que los bienes gananciales son
aquellos que implican un aumento de capital, un acrecentamiento patrimonial,
forjado mediante el esfuerzo común de los esposos.” (TREJOS SALAS, Gerardo
y RAMÍREZ, Marina. Derecho de Familia Costarricense. Tomo I, San José,
Editorial Juricentro, segunda edición, 1998, p. 225). Por su parte, el numeral 41
del Código de Familia, reformado por Ley N° 7689 de 21 de agosto de 1997, en
forma expresa dispone que únicamente no son gananciales los siguientes
bienes, sobre los cuales no existe el derecho de participación:

1) Los que fueren introducidos al matrimonio, o adquiridos durante él,


por título gratuito o por causa aleatoria;

2) Los comprados con valores propios de uno de los cónyuges,


destinados a ello en las capitulaciones matrimoniales;

3) Aquellos cuya causa o título de adquisición precedió al matrimonio;

4) Los muebles o inmuebles, que fueron subrogados a otros propios de


alguno de los cónyuges; y

5) Los adquiridos durante la separación de hecho de los cónyuges.”

A partir de esta reforma, ambos cónyuges adquieren el derecho a


participar en los bienes gananciales que se constaten en el patrimonio del otro,
con absoluta independencia del calificativo de inocente o de culpable, dentro de
un proceso que concluya con la disolución del vínculo matrimonial. Sin embargo,
y a pesar de la libertad indicada de cada uno de los consortes para disponer de
los bienes que adquieran durante la vigencia del matrimonio, esta Sala ha
estimado que la misma no resulta ser plena cuando el vínculo entra en conflicto
y se vislumbra su disolución; pues, en ese supuesto, la validez de los actos
queda sujeta a la existencia de la buena fe. En este sentido, en voto N° 142, de
las 10:00 horas del 17 de junio de 1998, se consideró:

“Es cierto que, en Costa Rica, la regulación legal de las relaciones patrimoniales
entre los cónyuges, durante la vigencia del matrimonio, tiene como principio
rector la independencia total de los bienes de cada uno. De conformidad con
ese régimen, denominado de participación diferida, cada consorte es dueño y
puede disponer, libremente, de aquellas cosas que tenía al contraer nupcias, de
las que adquiera por cualquier título mientras se desarrolla la vida en común y
de los frutos de unas y de otras (artículo 40 del Código de Familia). El derecho
de participar de la mitad del valor neto de las que, constatadas en el patrimonio
del esposo o de la esposa, tengan el carácter de gananciales, surge al
celebrarse capitulaciones matrimoniales, después del enlace marital, o en el
momento en que se declare su nulidad o su disolución, o bien, cuando se
decrete la separación judicial (ordinal 41 ibídem). Antes de la emisión de
cualquiera de tales actos jurídicos, lo que existe es una expectativa de derecho,
que no cuenta con una protección especial. Sin embargo, a pesar de que no se
establezca, en la normativa de familia, alguna limitación concreta a esa libertad
de administración y de disposición de los bienes propios, con vocación de
ganancialidad; es innegable que, ese derecho, no es absoluto, pues tiene como
barrera infranqueable, máxime cuando se vislumbra la disolución del vínculo, las
exigencias de la buena fe. Esto se infiere de un principio general y del numeral
21 del Código Civil. Nótese, también, que esa pauta otorga el fundamento
material a la facultad de pedir la liquidación anticipada, de los bienes de esa
naturaleza. Adicionalmente, el último cuerpo legal citado, reconoce y sanciona el
fraude de la ley en su artículo 20; disposición que es aplicable en todas las
materias. Al efecto se instituye: "Los actos realizados al amparo del texto de una
norma, que persigan un resultado prohibido por el ordenamiento jurídico; o
contrario a él, se considerarán ejecutados en fraude de la ley y no impedirán la
debida aplicación de la norma que se hubiere tratado de eludir." Del mismo
modo, se establece la obligación, a cargo de quien abusó de su derecho o de
quien lo ejerció antisocialmente, de reparar el daño producido por cualquiera de
esos actos suyos, y la de adoptar las medidas judiciales necesarias para impedir
la persistencia de sus ilegítimos efectos, en perjuicio de una persona
determinada (ordinales 22 y 1045 ibídem). Esas reglas y principios imponen,
a los juzgadores y a las juzgadoras, el deber de evitar que, el derecho a la
participación diferida en los gananciales, pueda ser burlado, invocando,
por ejemplo, la existencia de un acto de disposición formalmente válido y
eficaz, pero cuyo efecto es, en realidad, contrario a derecho”. (La negrita y
el subrayado no son del original. En el mismo sentido, pueden consultarse las
sentencias N°s. 322, de las 14:30 horas del 17 de diciembre de 1997; 163, de
las 16:00 horas del 9 de julio de 1998; 950, de las 8:30 horas del 24 de
noviembre del 2000; 372, de las 15:00 horas del 26 de julio; y, 451, de las 10:40
horas del 6 de septiembre, estas últimas del 2002).

V.-

ANÁLISIS DEL CASO CONCRETO. En autos consta que el 28 de febrero de


1991 las partes contrajeron matrimonio (folio 1). En la relación de hechos
probados que contiene la sentencia de primera instancia, avalada por el
Tribunal, se tienen como tal que las partes están separadas de hecho desde el
año 2000, y se indica como fundamento de prueba el testimonio de Nancy
Cristina Esquivel Pochet (hecho f) (folios 385 y 421 v.). Sin embargo, revisada
esta declaración, la que se practicó el 17 de agosto del año 2000, se afirma:
“…Mi padre y la señora Vidov tienen casi dos años de estar separados
precisamente a raíz de este asunto del divorcio. En el año de mil novecientos
noventa y ocho, ellos se separaron… (folio 144 f. y v.), con lo que se demuestra
que la separación de hecho se dio en 1998, y no en el año que se indicó.
Asimismo, se tiene por probado que la demandada fue dueña registral del
dominio de la finca inscrita bajo el sistema de folio real matrícula número 1-
357546-000 (hecho b) (folio 384 y 421 v.); y que ese inmueble fue propiedad en
derechos iguales a nombre del señor Edwin Jan Zwwart y la señora Grettel
Cedeño González, siendo adquirida por compra, e inscrita registralmente el 10
de julio de 2000, no obstante, el derecho 002 fue donado al señor Jan Zwwart e
inscrito en octubre de 2001, convirtiéndose en absoluto propietario del bien
(certificación registral de folios 172 a 173 y 272 a 275) (hecho g) (folios 385 y
421 v.). El ad quem consideró que la parte recurrente no demostró (requisito
indispensable para fallar de la forma que se solicita), que el inmueble número 1-
357546-000 ostente la condición de ganancial (folio 422). En autos consta que
al 19 de marzo de 1998, la finca del Partido de San José, matrícula número
357546-000, que es terreno para construir con una casa, situada en Curridabat,
con una medida de ciento cuarenta y dos metros setenta y un decímetros
cuadrados, pertenecía a la señora Blaslov Snjezana Vidov, siendo la causa
adquisitiva la compra (folio 2). Asimismo, el Registro Público de la Propiedad de
Inmuebles certificó que para el mes de octubre de 1998, la señora Vidov no
poseía bienes inmuebles inscritos (folio 13). Esta prueba documental permite
concluir que el traspaso del inmueble se hizo para cuando se había dado la
separación de hecho entre las partes, y al menos siete meses después de que
se presentó la demanda. Es cierto que en la ley no se establece ninguna
limitación para disponer de los bienes propios con vocación ganancial, sin
embargo, ese derecho no es absoluto, sobre todo para cuando se vislumbraba
la disolución del vínculo matrimonial, lo que indudablemente se daba en el caso
en estudio, pues debe ejercerse conforme a la buena fe, por lo que si se hizo
para esa época, no pierde el carácter de bien ganancial. En consecuencia, el
señor Esquivel Chaves tiene derecho a participar en la mitad del valor neto de la
finca matrícula número 357546-000.

VI.-
El casacionista alega que el inmueble matrícula número 236865-000 no le
pertenece, ya que en escritura pública de las 16:30 horas del 23 de julio de
1998, lo traspasó a la señora Jenny Esquivel Pochet, mediante donación, el que
actualmente pertenece a Nancy Cristina Esquivel Pochet, como dueña de la
nuda propiedad, por lo que estima no es bien ganancial. Agrega que ambos
bienes decretados gananciales, el vehículo placas CL-127961 y la finca
indicada, fueron adquiridos mucho antes de contraer matrimonio con la señora
Vidov, por lo que tampoco tienen ese carácter. Sin embargo, no ha ofrecido
prueba de que el inmueble fuera adquirido antes del matrimonio. En
Certificación del Registro Nacional, consta que el propietario de la finca 236865-
000, que es terreno para construir con una casa, situada en San Sebastián, es
del señor Manuel Alberto Esquivel Chaves, siendo la causa de adquisición la
compra, y la fecha de inscripción el 9 de mayo de 1991 (folio 16). Asimismo,
aunque en fecha 23 de julio de 1998 traspasara la nuda propiedad del inmueble,
reservándose el usufructo, lo hizo con posterioridad a la presentación de la
demanda, por lo que no puede negarse su naturaleza ganancial. Esto porque -
tal y como se indicó- aunque la ley no establece ninguna restricción para
disponer de los bienes propios con vocación ganancial, ese derecho se debe
ejercer conforme a la buena fe. Tampoco existe prueba de que el vehículo placa
CL-127961 haya sido adquirido con anterioridad al matrimonio, pues para el 8
de octubre de 1998 aparecía inscrito a nombre del señor Manuel Alberto
Esquivel Chaves (folio 15). En consecuencia, en cuanto a lo resuelto acerca de
estos bienes, se debe confirmar la sentencia recurrida.

VII.-

CONSIDERACIONES FINALES. De conformidad con lo expuesto, se acoge el


recurso en cuanto resuelve que el inmueble número 357546-000 no es
ganancial, para en su lugar declarar que el señor Manuel Alberto Esquivel
Chaves tiene derecho a participar en la mitad del valor neto de la finca matrícula
357546-000. En lo demás, se confirma la sentencia.

POR TANTO:

Se acoge el recurso en cuanto resuelve que el inmueble matrícula


número trescientos cincuenta y siete mil quinientos cuarenta y seis-cero cero
cero no es ganancial, para en su lugar declarar que el señor Manuel Alberto
Esquivel Chaves tiene derecho a participar en la mitad del valor neto de la finca
matrícula trescientos cincuenta y siete mil quinientos cuarenta y seis-cero cero
cero. En lo demás, se confirma la sentencia recurrida.

Orlando Aguirre Gómez

Julia Varela Araya María Alexandra Bogantes Rodríguez

María del Rocio Carro Hernández Juan Carlos Segura Solís

Exp:98-400450-0187-FA

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