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Idea y Führer

Alfred Rosenberg
Idea y Führer
Alfred Rosenberg

1930
Idea y Führer
Síntesis de un artículo publicado el 3 de mayo de 1930 en el Völkischer Beobachter.

Toda gran idea - según Goethe - se manifiesta legislando. Toda verdadera gran
revolución, sin embargo, es siempre el nacimiento anímico-espiritual de una
personalidad.
Una idea precisa en este mundo, para representarse, de un cuerpo. De este afán salen
el Partenón así como la Capilla Sixtina o la Novena Sinfonía. Hombre, idea y obra son
una unidad espacio-temporal que nunca se ha deshecho.
El movimiento nacionalsocialista tiene su propia ley, por la cual se ha administrado
desde el primer día de su existencia: sangre y suelo, la premisa de todo obrar;
personalidad, la coronación de un pueblo; caudillaje frente al afán de nivelación de
clases democrático; lucha final contra la tiranía del marxismo, o de la socialdemocracia
así como del bolchevismo; desprendimiento de la inútil burguesía a través de una nueva
selección de la nación.
Antes de que una idea pueda ser engendradora, formadora de un tipo humano, está
inseparablemente unida con su generador viviente. Esto es algo que cualquiera que
tenga y desarrolle esta misma idea, comprende sin ninguna dificultad. Además, también
esto es algo que todo carácter germánico, incluso el más simple, siente un modo
profundo e inmediato. Si, de este modo, los enemigos intentasen hacer creer que todo
depende solo de la grandeza de la idea, y no de la persona que la genera, podríamos
cualificar este intento tal como lo indica Heinrich Heine como ruido y humo. Es
totalmente evidente que nosotros no tenemos nada que ver con motivos ideales, con
fidelidad a la idea, ni con campos estériles, que no conciben ni la idea ni la gran
personalidad y por eso no son capaces de valorarlos...
Muchos se afilian con la ingenua creencia de encontrar en el partido un cómodo foro
para sus discusiones y proyectos, por si alguien allí los quiere escuchar. Estas personas
hablan luego familiarmente de la idea, con la cual se representan sólo los engendros de
su fantasía y consideran sólo al nacionalsocialismo como objeto de ensayo. Es por ello
que, para estas personas, la personalidad del Führer es en sí desagradable, porque aquí
idea y forma existen ya, y, si intentan colocarse en su lugar, serán rechazados a la
mínima ocasión.
Insisten celosamente en la fidelidad a la idea y luego se recurren a ejemplos
históricos, todo esto es una distracción de café.
Todo aquel que sea realmente fiel a esta idea deberá poner de relieve por ello la
insolubilidad de Führer e idea, y, las personas arriba mencionadas, o aceptan una férrea
disciplina o - en el caso de que exista junto a la ambición vulgar la característica
inferioridad - tienen que darse de baja.
Pues precisamente se rechaza la más fuerte personalidad y la más alta conciencia del
movimiento nacionalsocialista para hacer del partido un club de debates públicos, de
hombres que entran como torbellinos, confundiendo la palabrería con la solución de
problemas y los portaplumas acaso con espadas y lanzas: la idea existe rígidamente,
fuertemente unida con el Führer, de cuyo centro surgen las decisiones. Toda
participación valiosa será tenida en cuenta ¡pero después de que se haya pronunciado la
jefatura!

-1-
“Antes de que una idea pueda ser
engendradora, formadora de un tipo
humano, está inseparablemente
unida con su generador viviente.
Esto es algo que cualquiera que
tenga y desarrolle esta misma idea,
comprende sin ninguna dificultad.”

(Alfred Rosenberg)

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