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Las guerras y las revueltas se originan en el cuerpo junto a los deseos, pues, por
ejemplo, al tener la ambición de querer riquezas (como deseo) se pueden llegar a originar
guerras, viéndonos forzados a querer adquirir cosas por el cuerpo (deseos, excesos); somos
esclavos de su cuidado, quedándonos sin tiempo para cosas más importantes como la filosofía
y, si tenemos el tiempo, nos vemos perturbados (alborotados, confundidos), por él, perdiendo
la capacidad de contemplar la verdad.
Sin embargo, no es sensato provocar la muerte hacia nosotros mismos, ya que somos
“propiedad” de los dioses, teniendo que esperar a que estos deseen liberarlos. Los humanos
nos encontramos en una especie de prisión, en la que los dioses cuidan de nosotros, entonces,
¿somos prisioneros de los dioses? Si nos suicidáramos o matáramos a otros probablemente
recibiríamos un castigo por parte de estos. Se dice, que para los griegos, al cuerpo morir, el
alma iba directo al hades, donde, si se fue virtuoso en vida, se estaría con los dioses, sino,
esta, se quemaría en el fuego del mismísimo hades; para Platón, en cambio, el alma al ser
inmortal, si se es virtuoso al ser esta parte del mundo de las ideas viaja al mismo, donde
posteriormente reencarna en otro cuerpo, pero si en vida, la persona vive de excesos y deseos
el alma se contamina o “mancha”, impidiéndole el paso al mundo de las ideas, quedándose
divagando en el mundo físico.
Platón, además, reconoce que todo viene de su contrario, es decir, la belleza viene de
la fealdad, dormir de despertar, y morir de vivir; afirma que las almas de los muertos existen
en un lugar para volver a nacer, y si esto no fuera así, ¿qué recurso habría para impedir que
todo muriera? (esta analogía hace alusión al miedo o la incredibilidad de las personas de que
el alma vive después de que se muere el cuerpo).
Según Platón, el alma es inmortal porque:
-afinidad del alma a las ideas: las ideas no cambian a través del tiempo, como el alma,
que es igual.
-la reminiscencia: se recuerdan las ideas, no los saberes previos de otras vidas.
Sabemos que, según Platón, no hay vida sino hay muerte y viceversa, por lo tanto,
esta teoría que relaciona a los opuestos, da lugar al alma, pues, cuando el cuerpo muere, el
alma va al hades, ya sea de manera virtuosa o no, posteriormente vuelve y reencarna en un
nuevo cuerpo (todo proviene de su opuesto).
En segundo lugar, dice que es por la reminiscencia, explicando que, hay dos mundos,
el mundo sensible (físico) y el mundo de las ideas; él explica que, el cuerpo como algo mortal,
impuro y visible, se queda en la tierra, y el alma, viaja al mundo de las ideas (hades) donde
todo es intangible, inmortal, inmutable, eterno, etc. Lo que ocurre en el mundo de las ideas,
es que el alma ve la verdad, y al volver, y reencarnar, sabemos las cosas porque el alma ya
tenía un saber previo de todo, pero este conocimiento, es perdido al nacer, y reaparece por
medio de la reminiscencia; los objetos sensibles (físicos) son una copia imperfecta de una
idea del mundo de las ideas. Si todas las cosas existían antes de nosotros, es necesario que
nosotros (alma) también hayamos existido antes.
Es cuando se prescinde de todos los deseos impuestos por el cuerpo, alejándose lo más
posible de estos (comiendo, durmiendo lo necesario, no teniendo sexo, etc.), pudiendo así, a
la hora de la muerte, saber la verdad.