Nuestro título es una parodia inexacta de la afirmación expresada siete veces por el Cristo glorificado en los capítulos dos y tres de Apocalipsis. Dijo el Señor a Ju an: "Escribe al ángel de la iglesia" en Efeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Fi ladelfia y Laodicea. Antes de dirigirse a estas iglesias, Jesucristo había comunicado al visionario del Apocalipsis el significado de las siete estrellas que tenía en su mano derecha . Las siete estrellas según Jesús eran los siete ángeles de las siete iglesias (1:20). ¿Angeles? ¿de las Iglesias? ¿Quienes son estos ángeles? La cristiandad protestante tradicionalmente ha visto en estos ángeles "al pasto r" de la iglesia. No obstante Cristo haber dirigido sus siete mensajes "al ángel de la iglesia", en el análisis final, los destinatarios eran las iglesias mismas. Al escudriñar esto s mensajes, se percibe una como identidad inherente e innegable entre ángel e igle sia. Resulta imposible separarlos. Esta observación llevó al destacado interprete Juan Nelson Darby a afirmar que "e l ángel es la iglesia". Darby percibía comunicación directa entre las iglesias y Crist o sin la participación de intermediarios. Otros han especulado que este ángel o mens ajero era una persona que actuando como correo llevaría la carta a las iglesias. E sta última conjetura nos parece menos plausible. Pero de ser correcta cualquiera d e estas dos interpretaciones, la que presume que el ángel significa "el pastor" de la iglesia quedaría desplazada. Por más de una razón creemos que ver en el ángel de la iglesia al "pastor", es un error de apreciación. En primer lugar eso de "el pastor" es un concepto extraño al Nuevo Testamento d el cual el Apocalipsis es parte integral. El Testamento Nuevo no habla de "el pa stor" (singular) excepto cuando se refiere a Jesucristo mismo "el gran pastor de las ovejas", pero sí suele hablar de "pastores" o ancianos (plural) cuando de líder es espirituales humanos se trata. A todas luces, el gobierno, el liderazgo, y el ministerio de las iglesias primitivas o asambleas locales, era colegiado, plura lista, nunca el de un solo hombre como se practica hoy. Resultaría una incongruenc ia mayor si el Apocalipsis estuviera ahora señalando al ángel de la iglesia como "el pastor" cuando en efecto ese término, y la función que representa, brillan por su a usencia en el Nuevo Testamento. La cultura protestante moderna se vería innecesariamente amenazada de decapita ción si le pidiéramos que renunciara al concepto de "pastor" como significando un ho mbre que está al frente de una congregación. El pastor moderno en virtud de sus done s, talentos, habilidades, especialidades, educación y adiestramiento teológico, es v isto como una célula aparte del resto de los miembros del organismo viviente que e s la iglesia. En efecto, al resto de la grey suelen llamar y considerar "laicos" en contraposición a la "clerecía". Pero el término 'laico' tampoco es un término de la Biblia. Su uso no cabe dentro del contexto de un cuerpo de creyentes que suponen tener acceso igual a su Cabeza Federal en los cielos. Al final de cuentas Jesuc risto es el único cabeza de la iglesia independientemente de lo que pueda creerse el papa o de lo que arbitrariamente practiquen algunos pastores protestantes. El Nuevo Testamento en cambio sostiene el sacerdocio de todos los creyentes (1 Ped ro 2:5-9; Hebreos 10:22; 13:15). El ministerio por un solo hombre resulta a la p ostre el privilegio exclusivo de una casta y por ende es una abierta negación del sacerdocio universal de todos los creyentes. El más molestoso recordatorio de la diferencia artificial que se hace entre "c lérigos" y "laicos" se incuba en el uso del título 'Reverendo'. Con este apellido, e n conciencia o inocencia, se pedestaliza "al pastor". La palabra 'reverendo' enc uentra su raíz con la palabra 'reverenciable' y solo Dios es digno de tal pleitesía. En consecuencia, resulta presuntuoso y antiescritural colocarle el título de 'rev erendo' a quién supone ser solamente un 'siervo-esclavo' (doulos) del Señor, y un 'm inistro-servidor' (diaconos) de sus hermanos. Ni Pedro, ni Pablo, ni Juan, ni ninguno de los apóstoles llevaron títulos lisonje ros. No deben llevarlo tampoco quienes suponen ser sus contraparte modernos. A e ste efecto, Job 32:21 no podía ser más cortante: "No haré ahora acepción de personas. Ni usaré con nadie de títulos lisonjeros". Los amadores del reverendo título, se tiran por la vereda contraria al espíritu d el principio enunciado en Mateo 23:8-12: "Pero vosotros no queráis que os llamen R abí; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo, y todos vosotros sois hermanos. Y n o llaméis padre vuestro a nadie en la tierra; porque uno es vuestro Padre, el que está en los cielos. Ni seáis llamados maestros; porque uno es vuestro Maestro, el Cr isto. El que es el mayor de vosotros, sea vuestro siervo. Porque el que se enal tece será humillado, y el que se humilla será enaltecido". Esta amonestación, claro, s e aplica en el plano espiritual, no en el natural, profesional o académico. Es pue s correcto, que un niño llame 'padre' a su progenitor, y que un escolar llame 'mae stro' a su tutor. La versión inglesa de la Biblia, King James, traduce el Salmo 111:9 así: "Holy an d Reverend is His Name" (Santo y Reverendo es Su Nombre). Otras versiones ingles as más recientes optan por traducir: "Santo es Su Nombre e inspirador de temor" (r everencial). Por su parte, las versiones castellanas de la Biblia traducen este versículo como "Santo y temible o Santo y terrible es Su Nombre". La idea en todo caso es la misma. Lo formidable de la santidad y absoluta perfección de Dios inspiran temor reverencial en la frágil criatura. Sólo Dio s es reverenciable. Un himno congregacional que con deleite cantamos, recoge esta idea de lo reve rencial en Dios cuando dice: "¡Santo! ¡Santo! Grande eterno Dios Con alegría, hoy te alabamos. Rey de Reyes, grande Capitán Todopoderoso Guerrero. ¡Juez majestuoso! ¡y Reverendo! Fuego y Vida eres Señor ¡Santo! ¡Santo! eres Tú Señor ¡Dios de las batallas, glorioso!" Por otra parte, es desubicado que el así llamado "pastor" se constituya o lo co nstituyan en el oficial encargado de predicar, enseñar, aconsejar, dirigir el cult o, hacer los anuncios, bautizar, casar y hacer el funeral. Esta practica no repr esenta bien el modelo neotestamentario que prevé la posesión, desarrollo y ejercicio de los dones espirituales por parte de cada uno de los miembros del cuerpo (1 C orintios 14; Efesios 4:7-12). Bien se ha dicho que "el pastor" es uno con quien se hace un negocio o contrato antiescriturario (ponerlo a la cabeza de todo), uno que requiere una obligación an tiescrituraria (aquella de pagarle un sueldo), uno que en la práctica hace un pape l antiescriturario (el de atajarle los dones espirituales al resto de los miembr os del cuerpo). Como resultado, se cae inevitable y colectivamente en una práctica antiescrituraria (la negligencia de lo que supone ser la "obra del ministerio" de parte de todos los miembros del cuerpo). Efesios 4:11 y 2 Timoteo 2:2 estable cen la dinámica y el ciclo del ministerio cristiano a través de los dones y de los d otados por el Espíritu Santo. La palabra 'ángel' aparece 76 veces en Apocalipsis. Se refiere vez tras vez a l os seres espirituales, celestiales, al mando y servicio de Dios. Resulta el colm o de la incongruencia hermenéutica forzarle el significado de "pastor" en el caso particular del "ángel de la iglesia", sólo para salkr del paso en un punto que no en tendemos momentáneamente. La etimología u origen de la palabra "ángel" refuerza nuestro argumento. 'Angel' viene de la palabra griega 'aggelo' de la cual 'ángel' es una traducción. El signifi cado primario de 'aggelo' es aquél de "mensajero" o "enviado", "el que vigila", o el que "protege". Estas funciones están claramente establecidas y adjudicadas a lo s seres celestiales en las Sagradas Escrituras. Por ejemplo, en Lucas 1:26-27 leemos: "Al sexto mes el ángel Gabriel fue enviad o por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón que se llamaba José". Gabriel fue el privilegiado 'mensajero' de la Encarna ción. Los ángeles según Exodo 23:20 tomaban parte también en la protección de los individu os. Al israelita se le tenía dicho: "he aquí yo envío mi ángel delante de ti, para que t e guarde en el camino y te introduzca en el lugar que yo he preparado". Hablando de los niños en Mateo 18:10 Cristo aseguró "que sus angeles en los cielos ven siemp re la faz de mi Padre que está en los cielos". Con toda probabilidad los ángeles aquí son ángeles guardianes de los niños (Hebreos 1:14; Salmos 91:11). Según Daniel 10:13, 20 y 21 los ángeles también vigilan y pelean en favor de las naciones. El arcángel Mig uel, príncipe del pueblo de Israel, peleó contra el príncipe o ángel de Persia y el prínci pe de Grecia. Los ángeles tomaban parte además en el gobierno del mundo material com o es el caso en Apocalipsis 7:1 donde cuatro ángeles detienen los cuatro vientos d e la tierra. Concedemos, el término griego 'aggelo' se ha traducido como 'mensajero' refiriénd ose a hombres en algunos pasajes del Nuevo Testamento. Por ejemplo, los 'mensaje ros' de Juan el Bautista en Lucas 7:24 y los 'mensajeros' que Cristo envió delante de sí a una aldea de samaritanos (Lucas 9:52). Pero en ambos casos el contexto es el que determina el significado de la palabra 'ángel'. El contexto en los dos cas os mencionados no admite características celestiales para los 'angeles' de que hab la, ni el tenor general del Apocalipsis admite características humanas para sus ánge les. En los dos pasajes aludidos las distintas versiones de la Biblia castellana hacen lo correcto al traducir el griego 'aggelo' como 'mensajeros' o 'enviados' , nunca como 'ángeles'. Si bien en el uso presente "el pastor" también se adjudica o le adjudican las a ntes mencionadas funciones de mensajero, enviado, vigilante y protector, en Apoc alipsis la palabra 'aggelo' significa un ser espiritual sobrenatural que ejecuta con presteza las ordenes que emanan del trono de Dios. No es accidente, pues, q ue al vidente Juan se le diera la Revelación o Apocalipsis vía un mensajero celestia l y no mediante un correo humano (Apoc. 1:1). Dos versículos más corroboran lo dicho : "Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel para most rar a sus siervos las cosas que deben suceder presto" (Apoc. 22:6). "Yo Jesús he e nviado mi ángel, para daros testimonio de estas cosas en las iglesias" (Apoc. 22:1 6). Es por tanto inconsecuente cambiarle a la palabra ángel el significado usual qu e tiene en todo el libro de Apocalipsis, en aras de acomodar una práctica moderna que ni siquiera sancionan las Escrituras. El ángel de la iglesia bien pudiera ser un representante celeste de la iglesia ante Jesucristo, o quizás el ángel guardián de una congregación. No es ilógico pues concluir que cada iglesia del Señor tenía y tiene u n ángel asignado por Dios para velar por ella y protegerla.