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Universidad Estatal de Moldova

Facultad de Letras
Departamento Lingüística Románica y Comunicación Intercultural

Introducción a la práctica lingüística


Tema: Las colocaciones españolas del lenguaje económico

Presentado: Ursu Nicoleta


Profesor: Angela Roșca
¿Qué son las colocaciones?
Según Corpas Pastor fue el primer autor que empleó el término colocación en lingüística y añade que
éste fue introducido al ámbito hispánico gracias a Manuel Seco en 1978. En cuanto a su definición,
dicha autora afirma que este se trata de una “coaparición frecuente y lineal de las palabras en el
discurso”. Asimismo, Mitchell sostiene que su aspecto semántico es fundamental, hasta el punto de que
define colocación “no como una combinación de palabras, sino de lexemas”. Por su parte, Mendívil, ni
siquiera emplea el término colocación, sino que utiliza el de preferencias usuales para referirse a una
serie de “términos que tienden a vincularse a otros, sin que exista la copresencia obligada en el o que un
elemento suponga semánticamente al otro”.
Las colocaciones, pues, debido a su fijación en la norma, presentan restricciones de combinación
establecidas por el uso, generalmente de base semántica. El colocado semánticamente autónomo no sólo
determina la elección del colocativo, es decir, como este vocablo desea combinarse con otros términos,
sino que, además, selecciona en este una acepción especial, a veces de carácter figurativo o abstracto.
Por ejemplo, si pensamos en el colocativo craso o garrafal, observamos en ambos una cierta atracción a
combinarse con el sustantivo error, dotando al término de otro significado. En efecto, “cometer un
error”, no tiene las mismas implicaciones que “cometer un error garrafal” o “un craso error”. Por ello,
podemos afirmar que las colocaciones están formadas, generalmente, por dos palabras que suelen
aparecer juntas en el discurso siendo una de ellas la base o colocado que determina la elección de la
segunda, denominado colocativo. Tal es el caso de combinaciones como: “enjambre de abejas, tableta
de chocolate, casa adosada, enemigo acérrimo o visiblemente afectado”.
Sin embargo, en el término subyacen ciertas controversias entre los lingüistas, e incluso en ocasiones se
pone en tela de juicio si forman parte o no de la fraseología y/o reúnen las características que deben
poseer las UF. En este sentido, la investigadora Penadés Martínez resalta que no hay unanimidad en
cuanto a la sistematización de las UF. Asimismo, no son pocos los teóricos que invisibilizan este
fenómeno lingüístico. Más adelante, podremos incluso observar que en las clasificaciones que Casares y
Zuluaga proponen con relación a los fraseologismos, ni siquiera mencionen el término colocación, ya
que en ocasiones se confunde o se toma como sinónimo de locución. No obstante, Corpas Pastor sí que
recoge el concepto y clasifica las UF en colocaciones y locuciones, denominadas oraciones sin sentido
completo, correspondientes a la esfera uno y dos de su clasificación, dejando la esfera tres para los
enunciados fraseológicos u oraciones con sentido completo que abarcarían las paremias y fórmulas
rutinarias. Asimismo, Penadés Martínez también las incluye entre las expresiones o unidades
pluriverbales, lexicalizadas o habituales y unidades léxicas pluriverbales. De cualquier forma, está claro
que las colocaciones han sido también objeto de estudio en fraseología desde las más diversas
perspectivas. Una vez definida colocación, ¿cómo distinguir lo que es colocación de lo que no es?
Si bien es cierto que las colocaciones tienen rasgos propios de las UF como fijación o inalterabilidad
semántica de las palabras que las componen, sí que podemos resaltar que en éstas hay una cierta
autonomía de los componentes y, lo que es más importante, que existe la posibilidad de sustituir el
colocativo. Si pensamos en ejemplos, tales como: “sacar la basura” o “sacar al perro”, estas pueden ser
sustituidas por otras combinaciones como “sacar la bolsa de basura” o “sacar al gato”. No obstante,
defendemos que en ambos casos, el verbo “sacar” detenta una relación típica con el colocativo, es decir,
posee las características más importantes de estas UF, tales como: 1) la coocurrencia frecuente de dos
unidades léxicas; 2) las restricciones combinatorias; 3) el vínculo semántico de los dos lexemas; y 4) la
relación típica entre sus componentes.
En cuanto a la fijación estructural, en las colocaciones ésta es parcial como podemos dilucidar en las
diferentes combinaciones que nos ofrece la propia colocación “poner en duda”, al admitir la posibilidad
de modificar el colocativo sin alterar el significado en casos como: “poner en cuestión” o poner en
entredicho”. Por ello, estas son más flexibles que las locuciones, puesto que éstas últimas son
estructuras rígidas que no permiten transformaciones sintácticas como la nominalización, la
modificación, o la transformación en pasiva, entre otras, que sí admiten las colocaciones. Tomando en
cuenta la colocación: “poner en cuestión” podemos observar que es fácil nominalizar el verbo soporte:
“la puesta en cuestión”. De la misma forma, estas UF además admiten intercalar otras lexías entre el
verbo soporte y el colocativo como por ejemplo: “poner un poco en cuestión”. Difícilmente una
locución como “hacer pellas” permitirá nominalizar la misma o intercalar un elemento entre sus
componentes.
Del mismo modo, se hace necesario comprender qué rasgos hacen que se distingan las colocaciones de
las combinaciones libres. Corpas Pastor afirma que “el rasgo esencial que diferencia las colocaciones de
las combinaciones libres de palabras es que las colocaciones presentan cierto grado de restricción
combinatoria determinada por el uso. Asimismo, Koike señala que “las combinaciones libres presentan
una mayor flexibilidad combinatoria, morfológica y sintáctica que las colocaciones, que, a su vez, son
más flexibles que las locuciones”. En efecto, parece que el principal parámetro para definir una
colocación es, como hemos visto anteriormente, la relación típica existente entre sus elementos, cierta
vinculación semántica entre sus componentes, ya que en las combinaciones libres tal relación no existe.
En este sentido, para Koike, “tocar la guitarra” y “rasguear la guitarra” son colocaciones, pero “limpiar
la guitarra” y “guardar la guitarra” no lo son, puesto que los verbos limpiar y guardar no establecen una
relación típica con un instrumento musical.
Con relación a las colocaciones no hay duda, no existen colocaciones monolexicales, ya que la propia
naturaleza de las mismas se basa en la combinación de palabras y su restricción de uso.
En definitiva, una colocación es una: “unidad fraseológica formada por dos unidades léxicas en relación
sintáctica, que no constituyen, por sí mismas, actos de habla ni enunciados, y que debido a su fijación en
la norma, presentan restricciones de combinación establecidas por el uso, generalmente de base
semántica”.
Bibliografía:
„Fraseología española en uso ¡Si tú lo dices! ¡Venga! Ya verás como sí”, Javier Martín Salcedo, SP.
Brasil, 2017

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