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Febvre, Lucien y Henri-Jean Martin, La aparición cancía sobre la historia política e intelectual
del libro, México, Libraria-Fondo de Cultura Eco- de Occidente en los siglos ulteriores a su
nómica (Libros sobre libros), 2005, XXXIX + 515 p.
aparición. El volumen se ocupa, asimismo,
Armando González Torres de los antecedentes que posibilitaron la
aparición de la imprenta, como la introduc-
S uele reputarse a la innovación técnica ción del papel en Europa; los vericuetos de
que reunió la prensa con el tipo móvil co- la utilización de la prensa y el refinamiento
mo uno de los actos inaugurales de la vida de los tipos móviles que hacen factible la
moderna que posibilitó la multiplicación y imprenta; la evolución del aspecto físico, el
circulación de los textos y, por lo tanto, la tamaño y las características de encuaderna-
mayor extensión y democratización del ción e ilustración de los libros impresos en
conocimiento y el albedrío. La aparición del sus primeros siglos de vida; la geografía
libro, estudio realizado en lo fundamental económica y política de la industria librera
por Henri-Jean Martin, aunque diseñado y de impresión en Europa y otras partes del
en su arquitectura intelectual por Lucien mundo; la rica variedad humana de obre-
Febvre, se publicó por primera vez en 1958 ros, negociantes, artistas y editores eminen-
y resulta el fruto clásico tanto de una ambi- tes que se formó alrededor del mundo del
ciosa perspectiva histórica como de un libro y algunas de las repercusiones sociales
trabajo exhaustivo, casi minimalista, de y políticas que se pueden atribuir a este
registro de datos, rescate de testimonios y objeto.
reconstrucción de atmósferas sociales, La introducción del papel en Europa,
costumbres y formas de pensamiento. Una dos siglos antes de la aparición de la im-
de las numerosas aportaciones de este libro prenta, es el antecedente obligado de la
consiste precisamente en mostrar que la invención de ésta y La aparición del libro se
invención de la imprenta, si bien disminuía ocupa desde, una lógica geográfica, del
potencialmente el costo y aumentaba las establecimiento de las fábricas papeleras,
posibilidades de difusión del libro, no fue de las políticas de regulación de los precios
un acontecimiento prodigioso que cam- de las materias primas y de los oficios pin-
biara de súbito la concepción del libro o las torescos y picarescos que florecen alre-
prácticas de lectura; la asimilación de esta dedor de esta actividad. El papel es un so-
innovación técnica se realizó gradualmente porte adecuado y, sobre todo, barato para la
de acuerdo con múltiples determinantes impresión, por lo que la invención de la im-
económicos, geográficos, políticos y cul- prenta, atribuida a Gutenberg, detona una
turales. La aparición del libro analiza las nueva industria. Con todo, como consigna
condiciones materiales en que surgió la im- el libro, debieron superarse importantes
prenta, la evolución del libro y sus indus- dificultades técnicas, como el rápido des-
trias adyacentes y el impacto de esta mer- gaste de los caracteres. La historia del

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aspecto físico del libro y su gradual diferen- cer una eficaz actividad de censura. Con
ciación del manuscrito incluye detalles todo, la mutación más importante del flore-
sobre el mercado de los caracteres, las mi- cimiento de la industria editorial fue el
nucias del diseño, la encuadernación, las cambio del artesano libre al obrero asala-
prácticas de foliación, la conjunción de la le- riado. Es en el gremio de los tipógrafos, por
tra y la imagen y el simbolismo de las mar- ejemplo, se desarrolló una semilla de re-
cas tipográficas que distinguían a libreros y beldía, estallaron huelgas y protestas y se
editores. En especial, la mayor demanda del reclutó a los primeros socialistas. El libro
libro y su salida de los claustros y recintos recrea la dura vida de los tipógrafos, y el re-
universitarios hacia un público consumidor trato de estos obreros –libertarios, bebedo-
más amplio y hacia las bibliotecas particu- res, pendencieros, pícaros y resentidos– es
lares, posibilitó cambios en su dimensión y una estampa bellamente literaria y con-
el éxito de los tamaños portátiles. Si los movedoramente humana. Por su parte, los
eruditos eclesiásticos y laicos consultaban maestros e impresores se reunían para evitar
grandes y onerosos volúmenes, los lectores la entrada de nuevos competidores y solu-
emergentes se inclinaban por libros más cionar problemas comunes. Desde luego,
ligeros y susceptibles de guardarse en espa- no todos los impresores eran meros nego-
cios domésticos. Como dicen los autores, ciantes y el fenómeno de los impresores
“Había, pues, desde esta época, un contras- cultos, como Jean Amerbach, Aldo Manuzio
te entre las pesadas ediciones de los libros y Josse Bade, permitió la publicación de
científicos, destinados a la lectura en las bi- textos clásicos y antiguos y el auge de la
bliotecas, y las pequeñas ediciones, más li- cultura humanista. La vigilancia de las igle-
geras, de obras literarias o escritos de com- sias y la inflamación de las pasiones religio-
bate para un público más amplio”. sas produjeron que muchos editores se colo-
La impresión, por el costo de las pren- caran en las primeras filas en las sospechas
sas, los caracteres y el papel, era un negocio de herejías y sufrieron destierros, y perse-
rentable, pero requería de capital y los arte- cuciones o se convirtieron en mártires,
sanos tipógrafos no siempre disponían de él. como el apasionante Étienne Dolet. Otros
Por eso, es importante la aparición de socios personajes del mundo del libro, no necesa-
capitalistas, algunos de los cuales, como el riamente protagónicos como ahora, eran los
célebre editor de Lyon, Barthelemy Buyer, autores, cuyo papel era atípico, ya que al no
reunían la afición por los libros con el existir los derechos de autor solían confiar
interés económico. Por supuesto, también más en los mecenazgos que en la venta ma-
era importante la participación de poderes siva de sus obras. Pese a ello, los autores
eclesiásticos o estatales como compradores más populares, con menos pretensiones y
o reguladores de los monopolios, lo que per- contactos encumbrados, comenzaron a ven-
mitía, además de orientar el mercado, ejer- der sus obras a los libreros. De hecho, ante

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la percepción de injusticia, muchos publi- perspectivas, desde su hechura material
caban sus propios ejemplares, hasta que en hasta su fermento espiritual, y ha abierto
el siglo XVIII empezaron a esbozarse los campos que han sido continuados fecun-
derechos de autor. damente. Es probable que se haya avan-
A partir de su establecimiento en Ma- zado mucho en algunos de los campos de
guncia, la imprenta comenzó su difusión estudio que esboza este volumen y que
por Europa y los talleres florecieron alre- muchas aseveraciones estén superadas; sin
dedor de las clientelas eclesiásticas y, sobre embargo, la articulación, la solidez y la so-
todo, en torno a las grandes ciudades uni- bria belleza de su estilo aún seducen al lec-
versitarias, para luego extenderse por toda tor, pues los datos económicos, los hechos
ciudad importante europea. La geografía de históricos, los testimonios humanos y la
los grandes centros editoriales fue modifi- miniatura literaria se mezclan para formar
cada por las guerras religiosas y conflictos un libro sin edad.
políticos. Los libros sagrados y de índole re-
ligiosa fueron los más populares, aunque los
clásicos también tenían un buen mercado Alberto Mangel, La Bibliothèque, la nuit. Tradu-
cción del francés de Christine Le Bœuf Artés,
en los espacios universitarios. La mayoría
Francia, Actes Sud, 2006, 335 p.
de los textos se publicaba en latín y sólo un
pequeño porcentaje en lenguas vulgares. Adolfo Castañón
Con el renacimiento del humanismo an-
tiguo, el griego también adquirió popu- L a Bibliothèque, la nuit es la traducción
laridad. Igualmente, la imprenta atrajo a co- francesa del ensayo del argentino-cana-
munidades de judíos que empezaron a diense Alberto Manguel, The Library at
imprimir en hebreo los grandes éxitos de la Night. Su título podría traducirse al español
época, como Erasmo, Rabelais y Tomás como La biblioteca en la noche, una de las fra-
Moro. Curiosamente, la imprenta no ayudó ses que se repiten como leitmotif a lo largo
al progreso científico; “al vulgarizar ciertas de este libro pletórico de erudición imagi-
nociones adquiridas desde tiempo atrás, nativa, fantasía noticiosa, reflexión y expe-
arraigando antiguos prejuicios y seductores riencia personal. La obra es un ensayo bien
errores, parece haber opuesto una fuerza de escrito y llevado que se lee casi como una
inercia a buen número de nuevos conoci- novela de aventuras o un cuento de hadas y
mientos”. La imprenta fue también un as- brujas; hace la historia de las bibliotecas, de
pecto importante en las luchas religiosas y los catálogos, de las formas de acomodar los
contribuyó a la guerra propagandística que libros, para terminar preguntándose sobre
acaso coadyuvó al éxito de la Reforma. el futuro –ya presente– del libro (y los cal-
En fin, La aparición del libro es una his- varios e infiernos de la digitalización) y
toria social del libro que integra diversas reflexionar en torno al infinito o los infinitos

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que se pueden encontrar alojados en una cobran unidad y singularidad en la voz leída
pantalla. de ese lector fosforescente llamado Alberto
En La biblioteca en la noche se despliega Manguel.
también la autobiografía de un lector que se La biblioteca en la noche es también una
ha tomado en serio el arte de leer y que ha historia de esos santuarios librescos que son
querido y sabido reconstruir la historia de las enciclopedias y en, particular, L´Encyclo-
ese oficio en cuyas llaves se cifra, en última pédie, de Diderot, publicada originalmente
instancia, la experiencia y la utopía, la es- en 28 volúmenes (17 volúmenes de texto y
peranza y la fe humana o en lo humano. 11 de ilustraciones). Dos sentencias reflejan
A lo largo de La biblioteca en la noche, his- su borgesiano contenido: “La enciclopedia
toria universal del libro y de las bibliotecas, mundial, la biblioteca universal existe: es el
de los lectores y de los bibliotecarios, aflora mundo mismo” y “Si una biblioteca es un
cierto sentimiento de urgencia y una sen- espejo del universo, entonces un catálogo
sación apremiante: la de la salvación del sa- es un espejo de ese espejo”.
ber universal, que es como decir la salvación El libro de Alberto Manguel trae a la
de la (posibilidad de) salvación humana. Es mente figuras de ayer, como las de Ernest
una obra escrita al filo de las devastaciones Robert Curtius, Albert Béguin o Mario
y deforestaciones del Tsunami informático Praz, así como de hoy, como las de Claudio
que parece avasallar el juicio y el conoci- Guillén, Antonio Candido, Antonio Alato-
miento embruteciéndolos a fuerza de multi- rre, Harold Bloom y, desde luego, George
plicar la información, el estupor y la perple- Steiner.
jidad. La biblioteca en la noche cuenta una
historia, de algún modo, optimista y ad-
mirable: la de la sed de saberlo todo y de as- Zahar Vergara, Juana, Historia de las librerías de la
ciudad de México. Una evocación. México,
pirar al conocimiento universal que da a la
Universidad Nacional Autónoma de México,1995.
aventura humana sus no siempre furtivas
señas de identidad. La idea de la Biblioteca Malva Flores
oscila, según Alberto Manguel, como un
péndulo entre el mito de la torre de Babel No es ningún misterio que las librerías
(que encierra una biblioteca) y la realidad que aún sobreviven en nuestro país –al
histórica y mítica de la biblioteca de Ale- margen de las grandes tiendas departamen-
jandría. Entre esos dos polos navega y se tales que venden libros o de empresas como
extrema, evoluciona, sueña y despierta este Ghandi, El Sótano o el Fondo de Cultura
libro que, ilustrado y sembrado de fotogra- Económica–, se encuentran no en peligro
fías, cabe ser leído como un cuento inago- sino en extinción forzosa. La aventura ro-
table donde las mil y una noches se des- mántica de tener una librería es, por su-
doblan en mil y una bibliotecas, que a la vez puesto, una aventura idiota a menos que,

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como dice Gabriel Zaid “tengas dinero para Santo Oficio en el siglo XVI, que tenían co-
pagarte una afición costosa”. Si no es así, mo “fin expurgar toda la literatura que lle-
advierte el poeta, “no te metas. En México, gaba a la Colonia y eliminar la que repre-
todo está organizado para acabar con las sentaba un peligro para la fe católica”, hasta
librerías”.1 la irrupción, en el mercado librero, de las
Nada de esto podría suponer Juan tiendas de autoservicio (Aurrerá la primera
Cromberg, el tipógrafo alemán avecindado de ellas, nos recuerda Zaid).2
en Sevilla que decidió probar fortuna en el Pero Historia de las librerías de la ciudad
nuevo continente y mandó a su oficial del de México no es sólo un resumen de amar-
taller –Juan Pablos (Giovanni Paoli)–, a guras. Dispuesto en un formato pedagógico
fundar una imprenta, la primera, en la Nue- que reúne, para cada siglo, un apartado no
va España. Con 120 mil maravedíes –de los explícito pero dirigido a mostrar algunos
195 mil que finalmente costaría instalar la testimonios de libreros, escritores, historia-
nueva empresa–, Juan Pablos llegó a la ciu- dores o gente de a pie que en su siglo escri-
dad de México con Jerónima Gutiérrez, su bieron algún dato interesante o curioso rela-
esposa, entre septiembre y octubre de 1539, cionado con las librerías o los libros, Zahar
según cuentan las múltiples narraciones de muestra enseguida un recorrido por las ca-
esa aventura tipográfica. lles de la ciudad de México, efectuando la
Historia de las librerías de la ciudad de Mé- relación de librerías que en ellas se encon-
xico. Una evocación, de Juana Zahar Vergara, traban, desde la Colonia hasta mediados del
es una de ellas. Publicado en 1995, el libro siglo XX. En cada establecimiento se detie-
de Zahar nos enseña cómo, durante varios ne, nos cuenta su historia, y la de sus pro-
siglos, editar y vender libros no fueron dos pietarios y la de sus clientes más reconoci-
actividades separadas sino parte de una mis- dos. Así sabemos que en el siglo que acaba
ma vocación, cuyo verdadero fin, a veces de concluir, Rulfo, Fuentes, García Már-
pienso, está relacionado con el anhelo de quez, Monsiváis y muchos otros se reunían
poner sitio a las formas huidizas del azar. En
las páginas de esta Historia... –que irónica- 1
Gabriel Zaid, “Librerías y precio fijo”, Letras Li-
mente son el ejemplo cumplido de lo que bres 80 (agosto 2005), p. 43.
2
“Alguna vez salió en la primera plana de Excélsior
un editor no debe hacer en materia de dise- que había llegado a México un barco cargado de libros
ño tipográfico– se encuentra un compendio españoles. Era un saldo comprado por Aurrerá. Los edi-
tores españoles no tenían problemas, sino incentivos
de nombres, calles, palabras, fotografías, fiscales y comerciales, para saldar en México. El exceso de
edificios que en el Centro Histórico de la producción en España, los incentivos para exportar y los
precios altos que fijaban los importadores mexicanos
ciudad de México, en el Ajusco, La Conde- creaban una oportunidad ideal para Aurrerá y otros que
sa o Clavería han ido poblando la singular canalizaron el dumping español. Lo hicieron, con éxito
espectacular, la Librería Gandhi y la Librería Parroquial
historia de un oficio no exento de tribula-
(que de hecho acabó con las librerías católicas).” Gabriel,
ciones: desde la práctica de las “visitas” del Zaid, art. cit, p. 43.

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en la Gandhi de los años setenta; asimismo, la Alameda Central y desocupada en 1973
que veinte años antes fueron asiduos de la durante la presidencia del licenciado Luis
Librería de Cristal Octavio Paz, Arreola, Echeverría, cuando se iniciaron las obras de
Novo y Remedios Varo, entre otros; y que la Línea 2 del Metro”. Mi padre me llevaba
Trotsky, Siqueiros, Orozco, Tamayo, Rivera a esa librería y en ella me compró a Phileas
y Khalo hacían lo propio, cuarenta años Fogg, a Nemo y a Sandokan (nunca tuve el
antes, en la librería de Alberto Misrachi. Así problema de preferir a Verne o a Salgari).
como Justo Sierra, Luis G. Urbina y otros se También allí obtuve Un yankee en la corte del
reunían en la Librería Bouret a finales del rey Arturo, de Mark Twain, libro que disfru-
siglo XIX y principios del XX, Efrén Rebo- té enormemente, tanto como ahora me en-
lledo, López Velarde y Enrique González tristece ver aquel sitio, de cuyo recuerdo
Martínez lo hacían en la Librería Biblos, ini- conservo –además de esos y otros libros de
ciado el siglo XX. A manera de colofón de mi infancia– el olor singular de aquellos lo-
cada uno de los capítulos Zahar resume las cales, que en mi cabeza se relacionan con el
incidencias del siglo, definiéndolo en un nerviosismo que anticipa un regocijo dura-
breve resumen. dero, la escalerilla de madera que fue utiliza-
Las 104 librerías incluidas en el índice da para bajar de los estantes más altos el vo-
no son, por supuesto, todas las librerías que lumen de Twain y, ahora, este libro con su
desde el siglo XVI se han establecido en Mé- fotografía. Sólo Amazon estará contenta.
xico. Una curiosa lista que me prestó Adolfo
Castañón –realizada, imagino, durante sus
paseos por la ciudad de México, escrita con Fernando Báez, Historia universal de la destrucción
de los libros. De las tablillas sumerias a la guerra
aquellas ya viejas máquinas mecánicas y
de Irak, México, Debate, 2004, 386 p., y Rebecca
concluida en forma manuscrita– se titula Knuth, Libricide. The Regime-Sponsored Destruc-
“Librerías que existían hacia 1960” e in- tion of Books and Libraries in the Twentieth Centu-
cluye 49 establecimientos, de los cuales más ry, Westport, Praeger Publishers, 2003, 275 p.
del 80% no están en el libro de Juana Zahar.
Diego Flores Magón
Pero La historia de las librerías de la ciudad de
México no tiene un afán exhaustivo sino,
más bien, panorámico. A ello contribuye La destrucción del libro –y la destrucción
también la inclusión de un apartado fotográ- a secas– es un tema que enseguida anima
fico donde podemos observar no sólo los interrogantes. Como tema para una historia,
establecimientos donde se vendían los li- como es el caso de estos dos libros, parecie-
bros sino, sobre todo, el paso del tiempo so- ra imprescindible proceder de acuerdo con
bre la ciudad de México. La última de esas una distinción clara del agente, dado que el
fotografías es una “vista panorámica de la objeto está definido por principio de cuen-
librería de Cristal ubicada en las pérgolas de tas (el libro). Los dos títulos se asemejan en

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el objeto de la destrucción. Cada uno de la magnitud de la destrucción del patri-
ellos, sin embargo, hace una discriminación monio cultural que ocasionó la guerra. A pe-
distinta según el agente destructor. A partir sar de la vastedad del horizonte, de alguna
de esta discriminación se define el ámbito manera es un recorrido que no se decide a
de cada libro y el sentido de las respuestas ser panorámico o sinóptico, porque su pro-
que el problema de la destrucción bibliográ- cedimiento entorpece la visión de conjunto.
fica –ético, político, histórico– adquiere en Se trata más bien de un recorrido en que
cada una de sus reconstrucciones históricas. predominan las partes, que se compone
La investigación de Fernando Báez es principalmente de ocasiones, en que los su-
la más ambiciosa (Historia universal de la cesos y, en muchos casos, las anécdotas
destrucción de los libros) porque, con respecto sirven de eslabones sin más nexo ni arti-
al objeto, no hay distinción de la escala: for- culación. Su libro está dividido en tres
ma parte de su historia la destrucción de un secciones; la primera comprende el mundo
ejemplar del Quijote, la destrucción de una antiguo hasta el primer cristianismo; la se-
biblioteca (Alejandría) y la destrucción de gunda, de la edad media al siglo XIX, y la
todas las bibliotecas de un territorio (Dres- tercera, del comienzo del XX a la fecha.
de, tras el bombardeo aliado). Tampoco hay Varían considerablemente la densidad
distinción del ejecutor: ratas, polillas y pe- empírica y el estilo compositivo de cada
rros, invasiones bárbaras, ejércitos desman- apartado. Tendrían interés las secciones que
dados, literatos celosos de la posteridad o se refieren a la guerra civil española, la
convulsiones cismáticas forman parte de su dictadura argentina y el régimen cubano si
tentativa contable. Hay una desmesura en no fuera porque la magnitud del propósito
el propósito que no es, por principio de universal de su investigación reduce todos
cuentas, objetable, pero que emprende con los temas tratados a tan sólo un apunte que
menoscabo de la pregunta acerca del signi- se sospecha dictado del fichero.
ficado de la destrucción de los textos; aun- Como es lógico, el trabajo de documen-
que hay movimientos en esa dirección (ana- tación histórica es formidable. Hay en Báez
lítica), son esporádicos y de ninguna manera la vocación del arqueólogo y el anticuario:
determinan la totalidad de la empresa histo- en su libro, el experto –o el erudito– sofoca
riográfica –y arqueológica– del autor. la voz del narrador –quien podría aligerar el
Cronológicamente, su tentativa de do- trayecto a un lector impaciente por la inte-
cumentación parte de la aparición, preser- ligibilidad del sentido implícito (un lector
vación parcial y destrucción irremediable de escolar, cuando menos)–. Si un libro, que se
gran parte de los primeros vestigios escritos, presenta como una historia, pierde legibili-
que datan de hace cinco mil años, y con- dad en la medida que no es una narración
cluye en 2003, cuando visitó Irak como par- ni la argumentación en el orden de una te-
te de un comité internacional para estimar sis, queda la posibilidad de que la Historia

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universal de Báez adquiera su valor en tanto ción científica, con un ensayo teórico pre-
que colección y museo, curados con aplica- liminar (que no está a la altura de la comple-
ción y comedimiento –eso se lee–. Hay una jidad del desarrollo histórico) y una sección
piedad por el dato que explica y posible- dedicada a la reconstrucción empírica del
mente compensa la falta de restricciones fenómeno, reproducido en cinco casos a los
discriminatorias. Por citar un ejemplo que que dedica monografías acabadas que pue-
ilustra el extremo al que propende su colec- den leerse como trabajos de investigación
cionismo, el autor incluye un subtítulo (de autónomos.
tres párrafos) para dar fe de la destrucción Los cinco “estudios de caso” rebasan
que Newton sufrió “en carne propia de su con mucho, aquí felizmente, el propósito
obra” porque “un desafortunado accidente que declara el autor, porque se dedica a do-
redujo a cenizas sus manuscritos, cuando su cumentar la política específicamente orien-
perro tumbó una vela y los papeles se in- tada a la destrucción de libros luego de ubi-
cendiaron. Entre otras, desaparecieron carla en su circunstancia política concreta, y
observaciones agudas sobre óptica y sobre su trabajo revela de manera obvia y primaria
religión” (p. 163). No cito este pasaje para que la política de erradicación bibliográfica
caricaturizar la obra, sino para caracterizar la es parte –en ocasiones, el menor de los ma-
actitud del coleccionista, que no renuncia a les si nos atenemos al horror– de la violencia
una sola pieza y nos pasea con delectación ideológica, nacionalista y militar, es decir,
por su inventario, y para dar una muestra del ensayo de control, con resultados varia-
del tipo de amenidades que el libro depara dos en cuanto a la totalidad de todo lo que
al bibliómano. El libro es el producto de se declare extraño a la doctrina, la comuni-
una ambición de totalidad que podría ganar dad y, en el caso de la dominación externa,
mucho con algo de la fluidez que el lector los símbolos de la soberanía cultural del
extraña en obras acumulativas. dominado, que se traduce en el control de
El libro de Knuth (Libricide) es un pun- poblaciones, textos, instituciones.
to de contraste radical. Se trata de un tra- Los “casos” de que se ocupa son: 1) la
bajo académico que se ocupa de un periodo destrucción de libros judíos y polacos por
específico (el siglo XX) y de un agente sin- las autoridades del régimen nazi; 2) la des-
gular: cinco regímenes; y una batería de in- trucción de libros bosnios y croatas a manos
terrogantes tutelan el acopio de un acervo del ejército yugoslavo, dominado por Ser-
de herramientas conceptuales y materiales bia, durante el conflicto étnico de los pri-
históricos, con la guía de un sentido analí- meros años de los noventa; 3) la destrucción
tico fino y de una prudencia empírica de de libros kuwaitís durante la invasión de
historiador. El libro consta de nueve capítu- Irak en el mismo periodo; 4) los atentados
los que más o menos corresponden a las contra los tesoros bibliográficos chinos –y
secciones convencionales de una investiga- tibetanos– durante la Revolución cultural

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de los años sesenta y 5) la depredación de estrategia de absorción o erradicación; ata-
todo tipo de textos bajo la dominación china ques a la memoria y la identidad dirigidos
del Tíbet desde la invasión de 1949 hasta la contra las representaciones que les dan pre-
Revolución cultural. sencia y de las que dependen fatalmente,
Hay una idea capital en la obra, que no trátese de representaciones textuales o mo-
se enuncia de manera explícita en el texto, numentales: la documentación que Knuth
pero que es un postulado que la evidencia convoca se refiere igualmente a la destruc-
apunta constantemente: el libro es una ción de iglesias, archivos, cementerios, sitios
dimensión de la existencia humana. El que son, como los textos, registros de la
ataque al libro es el ataque a una comuni- memoria, es decir, el vínculo de las comuni-
dad, pues el texto tiene el poder de identifi- dades con su dimensión histórica. La fragi-
car y delimitar la comunidad lingüística a lidad de la memoria, ligada precariamente a
que pertenece. Esto explica el caso de la su correlato físico, es ya una fragilidad de la
destrucción de bibliotecas judías, bosnias, identidad colectiva y, en esa medida, el ata-
croatas y, acaso, tibetanas. El edificio docu- que a los libros es un atentado directo y te-
mental de Knuth corrobora una y otra vez rrible contra las comunidades.
este vínculo entre comunidad y texto cuya El libro de Knuth repasa también las
fuerza y necesidad, en tanto que eslabón bibliotecas como víctimas de las empresas
analítico, recuerda la tesis de Benedict An- de manipulación ideológica, tema que de-
derson sobre el nacionalismo, a quien curio- sarrolla en el apartado sobre la Revolución
samente cita de paso y al margen, pero del cultural china (también en el Tíbet) y la
que podría servirse para seguir el sendero Alemania nazi. Este punto da pie a un
de la destrucción del libro hasta sus conse- desarrollo secundario muy notable del libro
cuencias radicales, que posiblemente se acerca de la subordinación de la cultura a la
encuentren en la propuesta de que las co- ideología desde una perspectiva institu-
munidades lingüísticas nacionales son el cional. El régimen nazi, por ejemplo, creó
sucedáneo de las comunidades religiosas de institutos capaces de producir conocimiento
la antigüedad, reunidas en torno y en virtud según las restricciones y requerimientos de
de un texto y una lengua. Sobre este punto, la ideología, para revestir al discurso ideoló-
con todos sus defectos, el libro de Báez no gico con la textura del conocimiento cientí-
deja lugar a dudas: las primeras destruccio- fico (estadísticas, mediciones numéricas,
nes orquestadas de textos son episodios del registros taxonómicos, nomenclaturas); y
conflicto entre comunidades religiosas. La libreros y bibliotecarios incorporados plena-
violencia contra los textos en los “casos” de mente al Estado (por coacción o fanatismo)
que se ocupa Knuth es una forma de bruta- purgaron las colecciones que tenían bajo su
lidad contra la identidad colectiva que esos cargo. La matrícula de las universidades
textos preservan y reproducen, parte de una disminuyó 50 por ciento, las bibliotecas

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públicas de Munich purgaron 76 por ciento provisional. Hay un ideal de ecumenismo
de su catálogo y el monto de solicitudes de que una biblioteca siempre, sin excepción,
préstamo disminuyó 60 por ciento. Com- por pequeña que sea, si no realiza, cuando
posiciones semejantes se pueden consultar menos postula. Como imagen del mundo,
en el libro sobre las consecuencias que la la biblioteca declara que el mundo es
ideología tiene sobre la infraestructura complejo y, a la vez, legible: es una invi-
cultural del Estado. Junto a esta destrucción tación a la comunidad (o comunicación) a
selectiva que se deriva de los postulados de partir de la pluralidad. Los regímenes ideo-
la doctrina, ejecutada por ciudadanos-buró- lógicos, los nacionalismos intolerantes, los
cratas o guardias rojas enfebrecidos, se en- fundamentalismos religiosos son los incan-
cuentra el impulso furiosamente destructivo sables destructores de libros de la moder-
de la utopía contra el pasado, en que se nidad. Y aún así, es posible que nada rebase
prestan la voz un lema de la Revolución la constancia, aplicación y destructividad
cultural (acabar con todo lo viejo) y la arenga del tiempo –conclusión melancólica a que
de Goebbels a la Asociación de Estudiantes invita el punto de fuga arqueológico de
Alemanes ante la hoguera: “hacen ustedes Báez–. El destino del hombre es insepa-
lo correcto cuando… entregan a las llamas rable de la cultura, y el lenguaje escrito es
el espíritu diabólico del pasado.” su medio de almacenamiento, preservación
Con respecto a la elección de sus herra- y transmisión insuperable.
mientas conceptuales, y aunque el libro se
refiere a un problema esencialmente polí-
Robert Darnton, El negocio de la Ilustración. His-
tico (The Regime-Sponsored Destruction of
toria editorial de la Encyclopédie, 1775-1800. Tra-
Books and Libraries), Knuth no explota la ri- ducción del inglés de Márgara Averbach; traducción
queza explicativa del liberalismo como arte- de los fragmentos en francés de Kenya Bello.
facto conceptual; en su lugar alude a un México: Libraria-Fondo de Cultura Económica
humanismo que, en comparación, resulta (Libros sobre libros), 2006, 698 p.

un tanto difuso: “la segunda guerra mundial Juan Antonio Rosado Z.


se peleó entre ideólogos y humanistas”, di-
ce en el epílogo, y en seguida opone al ex- Desde finales del siglo XVIII y principios
tremismo ideológico de los regímenes estu- del XIX, la Encyclopédie, de Denis Diderot y
diados el “humanismo democrático”, cuando Jean D’Alembert, ha sido uno de los refe-
debería leerse la “democracia liberal”. rentes obligados más prestigiados en el
Los ataques contra los libros son mundo occidental. Este “diccionario razo-
siempre intentos de suprimir la heteroge- nado de ciencias, arte y oficios” es, en efec-
neidad. La biblioteca, con sólo un estante, to, el principal antecedente, en nuestra cul-
dice algo inadmisible para la mentalidad tura, de las actuales enciclopedias. Sin
dogmática: el conocimiento es múltiple y embargo, ¿qué hay detrás de aquella magna

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obra, considerada como síntesis de la Ilus- otro lado, a las diversas recepciones. En este
tración? ¿Empezó siendo un libro para to- sentido, hay un aspecto en la “biografía” de
dos? ¿Cómo surgió la excesiva demanda de la gran obra de la Ilustración que ha sido po-
estos volúmenes que despliegan y organi- co atendido. Dicha tarea la emprendió con
zan el saber como si se tratara de una obra gran fortuna Robert Darnton.
total? ¿De qué modo influyó en la Re- El investigador analiza cerca de 50 mil
volución Francesa? Si la Enciclopedia de cartas de la Sociedad Tipográfica de Neu-
Diderot y D’Alembert se convirtió con el châtel con el objeto de reconstruir el
tiempo en una de las obras más vendidas, se funcionamiento de la industria editorial
debió, sin duda, al papel que desempeñaron durante la época de la Ilustración. Pero no
los empresarios editoriales franceses y sui- se queda ahí: explica cómo surgieron y se
zos. El investigador norteamericano Robert difundieron las ideas revolucionarias de los
Darnton, en su extenso libro El negocio de la filósofos. Asimismo, como “nada proviene
Ilustración, responde a todas las preguntas de la nada”, advierte que el éxito de la En-
anteriores y penetra en el mundo de la Ilus- ciclopedia no fue únicamente fruto de sus
tración y de la Revolución francesa desde autores. Gracias a los, hasta ahora, casi des-
una óptica novedosa: a través de una de las conocidos Charles-Joseph Panckoucke,
obras paradigmáticas de la cultura moderna Joseph Duplain y la Sociedad Tipográfica
en Occidente, la Enciclopedia. de Neuchâtel, el “diccionario razonado” de
En el “Prólogo” a la edición mexicana, Diderot y D’Alembert se convirtió en una
Tomás Granados Salinas advierte que “La obra de masas.
industria editorial no suele ser tema de inte- Para el historiador del fenómeno “libro”,
rés de la industria editorial. Aunque cada para el bibliófilo, el estudioso de la Ilus-
vez hay más, los libros acerca de la edición tración, el lector voraz o el simple curioso,
de libros siguen siendo escasos...” Más allá esta aventura editorial no sólo podría repre-
de esta autorreferencialidad, las enciclope- sentar un nuevo conocimiento, la revelación
dias y diccionarios, por su intención de de los misterios que subsisten detrás de la
condensar lo más posible el saber humano, publicación de una obra decisiva y casi ina-
han sido casi siempre los libros más ven- barcable, sino también un motivo de placer,
didos; por ello, aunque Granados considere en la medida en que el libro de Darnton,
que la Enciclopedia no es ni la primera ni la escrito de manera amena, aunque sin esca-
mejor, es inevitable referirse a ella por su timar el rigor académico, nos introduce en
importancia histórica y cultural, y, si es ver- una época y en una cultura que ya no exis-
dad que todo libro tiene su “biografía”, ten, pero sin las cuales no entenderíamos el
existe un aspecto en ella que va más allá de desarrollo de lo que viene, pues leer el libro
los autores y colaboradores: su proceso edi- de Darnton es hurgar en los orígenes intelec-
torial y de difusión, lo que nos lleva, por tuales y sociales de la Revolución francesa.

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Emmanuel Le Roy-Ladurie afirma en libro, nada menos que uno de los productos
su “Prólogo” que el trabajo de Darnton nos culturales más influyentes en nuestra ci-
presenta una Enciclopedia que no sólo es el vilización. Con erudición inigualable, el
“proyecto colectivo de un grupo de intelec- autor expone el plan de reimpresión de la
tuales entusiastas, sino que se integra a un Enciclopedia y su versión revisada, la “se-
proceso de desestabilización del conjunto gunda edición”, los orígenes de la “tercera”
de socioculturas del Antiguo Régimen. Pero y otros “malabares” editoriales. Temas tan
esta desestabilización no era un objetivo en actuales como la piratería, las guerras co-
sí misma...” La Ilustración, el enciclopedis- merciales, los problemas administrativos,
mo y las sociedades de intelectuales, no los vendedores de libros, los suscriptores,
obstante, contribuyeron al resquebraja- así como el vínculo entre enciclopedismo,
miento de un mundo cerrado, intolerante, capitalismo y revolución, dan cuenta de un
lleno de órdenes jerárquicos: el mundo de proceso lleno de vericuetos, sucesos que
la monarquía y de la Iglesia católica, que por lindan con la aventura, la polémica... Todo
fortuna fue fisurado sin remedio, fenómeno ello prefigura el intrincado mundo editorial
que dio lugar a nuevas libertades y derechos del presente y su relación con el universo
para el individuo en su sociedad. del mercado y el negocio, la oferta y la de-
Robert Darnton, al narrar una “historia manda. Leer este libro de Darnton es pro-
personal” de la Enciclopedia, trata, como él fundizar en los mecanismos que hubo de-
mismo lo advierte, de “disipar algo de la trás de la edición de libros, pero también
oscuridad que rodea la historia de los libros conocer los antecedentes de la intelectuali-
en general”. El negocio de la Ilustración es un dad moderna, sus libertades y limitaciones
libro sobre otro libro, pero no cualquier en cuanto a expresión y difusión.

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COLABORADORES seño con estudios en México, Argentina y
Suiza (UAM-X, UNAM, UBA y HFG-Basilea). Es
coautora de La Biblioteca Nacional, triunfo de
dossier la República (2006). Actualmente realiza su
tesis doctoral sobre Historia de la tipografía
ENRIQUE FUENTES CASTILLA (Saltillo, 1939). colonial para lenguas indígenas en el pos-
Sociólogo de formación, se dedica desde ha- grado de Historia del Arte (Facultad de Fi-
ce varios años al conocimiento, selección y losofía y Letras, UNAM).
comercio de libros antiguos, de rara especie
y especializados, al frente de la Librería EMMA RIVAS MATA, maestra en Historia de
Madero. México por la UNAM e Investigadora de la Di-
rección de Estudios Históricos del INAH, es
INMACULADA GARCÍA GUADALUPE (Madrid, autora de Entretenimientos literarios. Epis-
1972) es licenciada en Filología Hispánica tolarios entre los bibliógrafos Joaquín García
por la Universidad Complutense de Madrid. Icazbalceta y Manuel Remón Zarco del Valle
(2003).
TOMÁS GRANADOS SALINAS (ciudad de Mé-
xico, 1970) es licenciado en matemáticas apli- coindidencias y divergencias
cadas por el ITAM y cursó la maestría en
edición de la UdeG. Es autor de Olvidos me- JOSÉ MARÍA ESPINASA (ciudad de México,
morables (1996). Dirige el suplemento de li- 1957) es profesor, periodista y editor. Ha di-
bros Hoja por Hoja, así como las colecciones rigido las revistas La orquesta, Casa del tiempo
Libros sobre Libros, que publica materiales y Nitrato de plata. Actualmente es Coordina-
para los profesionales del mundo editorial, y dor de producción editorial en El Colegio de
QED, que publica obra de divulgación de las México y director de Ediciones Sin Nombre.
matemáticas.
ventana al mundo
MICHEL MELOT (Blois, 1943) fue presidente
del Consejo Superior de Bibliotecas de Fran- MARCO AURELIO TORRES H MANTECÓN (ciu-
cia entre 1993 y 1996 y estuvo a cargo del dad de México, 1961) es licenciado en Cien-
Inventario General del Patrimonio en el Mi- cias Políticas y Administración Pública por la
nisterio de Cultura de su país. Entre muchas UNAM niversidad Nacional Autónoma de
otras obras, es autor de La sagesse du bibliothé- México, donde obtuvo la Medalla Gabino
caire (2004) y Livre (2006). Barreda por el promedio más alto de califica-
ciones de su generación. Está a cargo del
PHILIPPE RICAUD (Dijón, 1959), doctor en archivo de José Ignacio Mantecón, su abuelo
ciencias del lenguaje por la Ecole des Hautes materno, de quien publicó una biografía: José
Etudes en Sciences Sociales, es profesor y Ignacio Mantecón, vida y obra de un aragonés del
conferencista de la Universidad de Borgoña. destierro (2005).

notas y diálogos

MARINA GARONE GRAVIER (Argentina, 1971)


es diseñadora, tipógrafa e historiadora del di-

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istor
año VIII, número 31, invierno de 2007, se
terminó de imprimir en el mes de octubre
de 2007 en Impresora y Encuadernadora
Progreso, S.A. de C.V. (IEPSA), calzada
de San Lorenzo 244, 09830, México, D. F.
En su formación se utilizaron tipos Caslon
540 Roman de 11 y 8 puntos. El tiro fue de
1000 ejemplares.

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