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INDIOS AMIGOS
E
INDIOS ALIADOS
O rígenes del "N egocio Pacífico"
en la P r o v in c ia de B uenos A ir e s (18 29 -18 32 )
Silvia Ratto
Decano
Dr. Luis A. Yanes
Vicedecana
Lie. Edith Litwin
Secretario Académico
Lie. Ricardo P. Graziano
Secretario de Investigación y Posgrado
Dr. Félix Schuster
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Consejo Editor
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Prosecretaría de Publicaciones
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Director
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Consejo Editorial
Prof. José Carlos Chiaramonte
Dra. Noemí Goldman
Prof. Oscar Terán.
I.S.S.N.: 0524-9767
CUADERNOS DEL INSTITUTO RAVIGNANI
Instituto de Historia
Argentina y Americana
"Dr. Emilio Ravignani"
5
Introducción
La importancia del período rosista en lo que hace a la política indígena del gobierno radica en la
instauración de un sistema regular de relaciones pacíficas que se llamó 'negocio pacífico de los indios'
y que, por primera vez, contó con una partida especial en el presupuesto de la provincia. La expresión
■negocio pacífico’ era utilizada por Rosas para designar su política de paz con los indios mediante la
entrega de alimentos y regalos. A partir de 1833, dicho concepto designó la partida presupuestaria del
Departamento de Hacienda que consignaba todos aquellos gastos realizados para el mantenimiento de
la paz con los ‘indios amigos'.
Los elementos principales que conformaban este sistema no eran nuevos para el gobierno bonaerense.
El reconocimiento de lugares de asentamiento de las tribus aliadas cerca de la frontera y la entrega de
regalos a los caciques amigos se remontaban a principios del siglo XVIII1. Lo importante del período es
que esos elementos, a los que se agregaron otros nuevos, se formalizaron en un sistema que garantizó
una relativa paz en la campaña bonaerense por veinte años y que cayó poco después de la batalla de
Caseros.
La descripción que realiza la historiografía de la política indígena de Rosas presenta, en general, algunos
errores. Se considera, por ejemplo, que la expedición al desierto de 1833 tuvo por objetivo terminar con
las hostilidades de las tribus pampas; algunos autores sostienen que la misma logró expulsar a las
'hordas salvajes' más allá del río Colorado, incorporándose nuevas tierras a la provincia (Saldías
1987,1:296; Walther 1970:234). En un trabajo de 1949, Allende advirtió el error de considerar que la
campaña militar de Rosas había llevado a la incorporación de nuevas tierras, idea que fue retomada por
Halperín (1972) para quien la expedición de 1833 tuvo por objetivo la 'consolidación' de una linea
fronteriza ya existente2. Otro error en el que caen algunos autores es estimar que la demostración de
fuerza que significó la expedición militar habría llevado a que algunas tribus buscaran la concertación de
paces con el gobierno situando en este momento el inicio del negocio pacífico, sistema que reducen a
dos únicos aspectos: los indios amigos mediante acuerdos con el gobierno bonaerense se instalaban
en forma permanente en la frontera con el fin de defenderla y eventualmente servir como milicias
auxiliares; como contrapartida esas tribus recibían lo necesario para su subsistencia (ganado, 'vicios',
vestimenta) además de obsequios y gratificaciones especiales para determinadas jerarquías indígenas’.
El análisis de las fuentes contables de la época y la correspondencia de Rosas con sus colaboradores
nos permiten apreciar importantes variaciones en el negocio pacífico a lo largo del período. En función
de ellas, habíamos propuesto la siguiente periodización: una primera etapa abarcaría el primer gobierno
de Rosas (1829-1832) y constituye un período de prueba o experimentación ya que las urgencias del
gobierno están centradas en la guerra contra la Liga del Interior. Un segundo momento lo situamos a
continuación y hasta fines de 1839, cuando los ataques al gobierno rosista ponen en peligro la
continuidad del régimen. Esta fase correspondería, en términos generales y con algunas salvedades, a
la descripción mencionada por la bibliografía consistente en la instalación de tribus amigas sobre la zona
fronteriza con el propósito de que actúen como barrera de contención ante posibles ataques y la entrega
mensual de raciones en compensación por ese servicio. El último subperíodo abarcaría el lapso entre
I-a política borbónica, que tuvo su mayor expresión durante el reinado de Carlos III impulsó una nueva relación con respecto al indio
en los dominios americanos cuyo objetivo era poner fin a las depredaciones cometidas por los aborígenes. Dentro de los puntos que
contemplaba la política de pacificación estaba el interés por "instaurar un sistema regular de regalos y agasajos con el fin de crear lazos
de dependencia y lealtad" entre los indios (I .eón Solís 1982:35).
2 Sin embargo, trabajos posteriores como los de Lynch (1984) y Socolow (1987) recurren a la bibliografía m.1s tradicional para afirmar
que Rosas logró extender la línea fronteriza.
’ Rsta caracterización puede encontrarse en Dozo Iebeaud (1952:95); Grau (1949:117); Ronco (1930:177) y l.yncli (1984:58/59).
6
1840 y 1852 cuando, como consecuencia de los ataques al régimen ya mencionados, se produce una
extrema 'militarización* de la sociedad a la que no escapan las tribus amigas; varios grupos fueron
reubicados, abandonando sus puestos de frontera y pasando a formar parte del ejército rosista4.
En este trabajo nos centraremos en el análisis del primero de los períodos a los que hacíamos referencia.
La característica principal es la inexistencia de un esquema formal de obligaciones mutuas; la relación
de las tribus con el gobierno (entendida en términos de obligaciones de las tribus y entrega de raciones
por parte del gobierno) depende de la relación personal de cada cacique con Rosas, situación que lleva
a la existencia de una gran jerarquización entre los grupos incluidos en este sistema. El arribo de dos
importantes contingentes de indígenas provenientes de Chile en 1830 y 1831 pondría en evidencia la
fragilidad de este esquema planteándose la necesidad de una modificación sustancial en el mismo. Al
final dei período, cuando Rosas abandona por primera vez el gobierno de la provincia y, en
consecuencia, antes de su expedición al desierto, ya se ha estructurado la segunda etapa del negocio
pacífico consistente en la instalación de tribus en la frontera y la formalización de un sistema mensual
de raciones.
El trabajo consta de tres partes. En la primera haremos una breve reseña de las políticas implementadas
por el gobierno bonaerense a partir de 1820 como consecuencia de la necesidad de expandir su territorio
sobre dominios indígenas. En la segunda analizaremos los rasgos principales del negocio pacífico
durante esta etapa y finalmente, en la tercer parte, a través de la descripción de los hechos que llevan
al agotamiento de la misma, veremos cómo se estructuró la segunda etapa.
Las fuentes
Las fuentes utilizadas para este trabajo son de dos tipos; fuentes contables y los documentos de la
Secretaría de Rosas existentes ambas en el Archivo General de la Nación (en adelante AGN).
Dentro de las fuentes contables consultamos ios Libros Mayores de Contaduría de la provincia de Buenos
Aires y los recibos de Tesorería; los primeros consignan los gastos anuales realizados por los distinos
Departamentos de Estado; el correspondiente a las negociaciones de paz con los indios amigos estuvo
incluido en distintos rubros (Eventuales de Guerra, perteneciente al Departamento de Guerra y Eventuales
de Gobierno y Diplomacia, incluidos en el Departamento de Gobierno) hasta el año 1833 en que se
asignó una partida propia con la denominación de Negocio Pacífico de Indios dentro del Departamento
de Gobierno.
Los Libros Mayores sirven como una primera aproximación al tema ya que proporcionan los montos
totales invertidos en las compras de los bienes que formaban parte de las regalos a las tribus (ganado,
artículos de consumo y vestimenta y regalos especiales) y, en algunos casos, el nombre de los
proveedores. Los recibos de la Tesorería nos permitieron ampliar ia información anterior al aportar más
datos relativos a cantidad de ganado y artículos comprados a cada proveedor, precios pagados, destino
de los mismos, etc.
4 Ver Rallo, Silvia: "El negocio pacifico de los indios: la frontera bonaerense durante el gobierno de Juan Manuel de Rosas (1829-
1852)". Artículo aceptado por la revista Siglo XIX y próximo a publicarse en un volumen especial dedicado a la frontera y las relaciones
fronterizas.
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En el trabajo clásico de Halperín sobre la expansión ganadera en la provincia de Buenos Aires (1963)
se planteaban las condiciones económicas (apertura del comercio libre y crisis de la ganadería del Litoral)
y sociales de la misma; esta expansión derivó obviamente en la adquisición de tierras ocupadas por las
tribus pampeanas. Una constante del gobierno bonaerense ante este problema fue la alternancia de
políticas agresivas y de pacificación.
En marzo de 1820 el entonces gobernador de la provincia de Buenos Aires, Martín Rodríguez, firmó con
los caciques radicados en las inmediaciones de Chapaleufú, el tratado de Miraflores en el que se
establecía, entre otros puntos, la línea divisoria entre ambos grupos; la misma sería '... el terreno que
ocupan en esta frontera los hacendados, sin que en adelante pueda ningún habitante de la Provincia de
Buenos Aires internarse mas al territorio de los indios', lo que implicaba detener el avance de las
estancias hacia el su r\ Sin embargo, la fundación del fuerte Independencia (Tandil) el 4 de abril de 1823
implicó el rompimiento del tratado y la expulsión de las tribus que habitaban las serranías (Grau
1949:35)*.
La reacción de los indígenas no tardó en hacerse sentir; en distintas partes de la frontera, desde
Chascomús hasta la Guardia de Luján fueron atacadas las estancias fronterizas arreándose gran cantidad
de ganado. El hecho hizo ver al gobierno el fracaso de la política indígena de Rodríguez y la necesidad
de variar la misma.
En septiembre de 1825 el gobernador Las Heras envió comisionados a los indios ranqueles, boroganos,
tehuelches y pampas, con el propósito de poder avanzar la frontera y asegurar la amistad de las tribus
indígenas disgustadas con la actuación del gobernador Rodríguez; estos tratados permitirían, por un lado
realizar una mejor defensa de las estancias que habían sobrepasado la línea efectiva de la frontera y, por
otro, facilitar la acción del gobierno en el caso de que hiciera crisis el estado tirante de las relaciones con
el Brasil y fuera atacada la guarnición de Carmen de Patagones.
El 20 de diciembre de 1825, los delegados de los gobiernos de Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe,
Vicente Azpillaga, Pedro Vargas y Pedro de Bengolea, lograron concertar con 50 caciques y caciquillos
ranqueles un tratado de paz en la laguna del Guanaco, jurisdicción de la provincia de Córdoba (El
mensajero argentino, 20/1/1826). Para tratar la paz con los indios boroganos y tehuelches se envió a los
comisionados Fernando y Angel María de la Oyuela. El tratado fue firmado con 39 caciques reunidos en
las proximidades de Bahia Blanca ente ellos los tehuelches Llanpilcó o cacique Negro y Chañil, los
boroganos Pablo, Rondeau y Camullan y el pampa Pichiloncoy (El Mensajero Argentino 3/1/26).
En octubre de 1825, Juan Manuel de Rosas hizo su ingreso en el escenario de la política indígena siendo
comisionado por el gobierno bonaerense para dos tareas: como miembro de una comisión encargada
de establecer la frontera del sur de la provincia (junto a Felipe Senillosa y Juan Lavalle)5
7*y, completando
6
la obra de los hermanos Oyuela en Bahía Blanca, encargado de concretar las paces con las tribus
pampas ofreciéndoles la protección del Estado y la donación de recursos (AGN, X, 27.7.6)8.
En las instrucciones de Rosas para tratar la paz con los caciques del sur se establecían algunos puntos
que prefiguran aspectos esenciales de lo que sería 'el negocio pacífico': instalación de los indios en
estancias, entrega de bienes para su subsistencia9 y ayuda militar contra tribus enemigas:
'Los Indios que quieran venir a vivir de este lado de las guardias en tierra de christianos
lo podran hacer pidiendo licencia y nombrando un patrón hacendado que valga para
protegerlos contra los malos christianos y cuidar que no se buelvan ellos malos. A estos
Indios y a sus hijos á sus hijas y asus mugeres el Go. los cuidara ademas como a hijos
pobres y proveerá que lo pasen bien y tengan de que vivir (...) Quando los casiques
amigos sean perseguidos por otros enemigos y se vean mal, lo avisaran al Govo. para
que puedan venir con sus familias y ganado a tierra de christianos y para que puedan
también ser ayudados por los soldados del Gobierno asta vencer a sus enemigos ...*
(AGN, Vil, 3.3.1, p. 221-224).
Paralelamente a esta política de tratados de paz con miras a la expansión de la línea fronteriza, se
produjeron las campañas del Coronel Federico Rauch como consecuencia de varios avisos de alerta (del
gobierno de Chile, de caciques tehuelches y de cautivos escapados de las tolderías) sobre posibles
ataques a la frontera por parte de indios araucanos10. Por primera vez, grupos indígenas participaron
del lado del gobierno bonaerense para pelear contra otras tribus (Bechis 1984:415); entre estos grupos
colaboradores se encontraba la tribu del cacique Catriel (del que hablaremos más adelante) que había
sido captado por Rodríguez en sus campañas al sur.
Caído el régimen presidencial, asumió la gobernación de la provincia Manuel Dorrego quien retomó el
proyecto de adelantamiento de la frontera. Por decreto del 13 de noviembre de 1827 se "autorizajbaj al
gobierno para establecer la nueva línea de fronteras, facilitar el transito hasta Bahía Blanca y habilitar su
puerto" (Registro Oficial, III: 89).
Para preparar el terreno para esta expansión de la frontera, Dorrego nombró en octubre de 1827 al
cacique Venancio Coñuepan11, Teniente coronel por los servicios prestados comisionándolo para que
Paralelamente, el 17 de marzo de 1826 Rivadavia designó a Pedro Vargas, Juan Francisco Ullúa y Jacinto Barrera para negociar la
paz con los salvajes del sur celebrándose en Pigué la paz con los indios del cacique mayor Pablo y los caciques Nicolás y Venancio y sus
indiadas boroanas entre las que figuraban como capitanes Alón, Kondeau y Canuillan (Grau 1949:42).
g
A diferencia de Chile en donde el financiamiento de los regalos ofrecidos a los indígenas en los parlamentos estaba considerado
dentro del presupuesto anual del ejercito colonial (Mendez Beltrán 1982:139), en nuestro país, no se contó con un ramo particular
destinado a regalar a las tribus amigas hasta el segundo gobierno de Rosas. I a necesidad de contar con un sistema estable de obsequios
fue planteada en varias oportunidades por Rosas en su carácter de delegado del gobierno para tratar las paces con las tribus pampas, sin
mayor éxito (Ratto s/f:5/6).
10 Rivadavia anunciaba su plan de "guerra total" contra los "barbaros" ranqueles y chilenos que amenazaban la frontera; sin embargo
el plan también preveía el ataque a los indios pampas que no habían aceptado las tratativas de paz con el gobierno bonaerense (Bechis
1984:410-411).
11 FJ cacique Venancio Coñuepan, proveniente de Chile, pertenecía a la agrupación mapuche abajina, la más numerosa desde fines
del siglo XVIII y durante todo el XIX, que habitaban la llanuras al pie de la cordillera de Nahuelbuta hacia el valle Central (Bengoa
1985:71). ¡ j t presencia de este caciqueen nuestro país se remonta a la década de 1820 cuando cruzó la cordillera persiguiendo a las tropas
9
tratara con los caciques situados afuera de la línea de la frontera y los instara a que se acercaran a tratar
las paces con el gobierno (AGN, X, 27.7.6). Rosas, como delegado del gobierno bonaerense y en su
carácter de presidente de la "Comisión Pacificadora de Indios", fue el encargado de alojar a las partidas
indígenas en dos de sus estancias: Los Cerrillos y San Martin.
En su memoria al gobierno de julio del año siguiente, Rosas mencionaba el nombre de los caciques
hospedados y la rendición de cuentas por los gastos ocasionados12. Luego de las negociaciones de
paz, los caciques regresaron a sus tolderías con la excepción de Llanquelén que fue ubicado a
inmediaciones del Fuerte Federación (AGN, X, 24.5.2) y Catriel, Cachul y Venancio que permanecieron
en Los Cerrillos con sus tolderías hasta agosto de 1832 (AGN, X, 43.1.2).
Entre fines de 1827 y 1828 se fundaron cuatro nuevos fuertes con disímil resultado; el fuerte Federación
(actual Junín) se encontraba agonizante en 1829; el fuerte de Laguna Blanca fue abandonado a fines de
1828; 25 de Mayo corrió igual suerte en enero de 1829; solamente la Fortaleza Protectora Argentina pudo
mantenerse.
En diciembre de 1828 se produjo la revolución unitaria que puso fin al gobierno de Manuel Dorrego; un
año más tarde, fracasado el movimiento revolucionario en la provincia de Buenos Aires, obtenía la
gobernación, con la suma del poder público, Juan Manuel de Rosas. En estos enfrentamientos se registró
por primera vez la participación masiva de los grupos indígenas de las pampas en ambos bandos13.
Mientras Rosas se hacía cargo de la provincia, en el interior, por el contrario, los unitarios se
consolidaban con el triunfo de Paz sobre Bustos y Quiroga; como respuesta, los gobiernos de Buenos
Aires, Santa Fe y Entre Ríos constituían, en enero de 1831, la Liga del Litoral confiándose el mando de
las tropas a Juan Facundo Quiroga. Rosas se trasladó a Pavón para coordinar las operaciones militares
delegando el gobierno de la provincia en sus tres ministros Tomás Anchorena (Gobierno y Relaciones
Exteriores), Ramón Balcarce (Guerra y Marina) y Manuel García (Hacienda). Para la custodia de la
frontera norte se designó al coronel Angel Pacheco y Gervasio Rosas se encargó de la vigilancia de la
frontera sur14.
En esta etapa el gobierno mantiene relaciones con dos categorías de tribus que hemos denominado,
para diferenciarlas, tribus amigas y tribus aliadas. Si bien ninguna de las dos tenía obligaciones definidas,*
de los hermanos Pincheira. Desde entonces entabló relaciones amistosas con las autoridades bonaerenses (Argéntina. Política... 1973,11:95).
El documento se encabeza "Razón de lo q'. el subscrivente ha desembolsado desde dos de Agosto de mil ochocientos veinte y siete
hasta la Cha en cumplimiento de las disposiciones del Exmo Oovno.. respecto de los desertores, y voluntarios que se hallaron con el C'apn.
Molina; y de la Comisión Pacificadora de Indios, de los cuales han bajado hasta la Ciudad, y sido obsequiados en ella veintidós Casiques
y casiquillos con sus comitivas, fuera de otros q'. han arribado hasta los establecimientos particulares de su cargo, en donde han sido
igualmte. obsequiados, mantenidos, y aun se conservan" (AGN, Vil, 3.3.1, f 245-246). l-os caciques mencionados en el documento eran
Catriel, Quirulef, Siriaco, Cachul, Ancampá, Venancio, Treteque, I lanquelen, Calquiñantig, Quentrel. landao, Millapan. I.epiguan.
Chafiafiel, Burí Nahucl (?) y Baiguan (?).
' En diciembre de 1830 se ordenaba la entrega de 3673 pesos y 2 reales ai cacique Llanquelen y sus indios "que aun no se le ha pagado
del tiempo de la campaña en defensa de las leyes" (AGN, X, 15.7.3); en noviembre de 1832 se entregaban 28.700 pesos, entre otros, a los
indios Collinao (perteneciente al cacique Venancio), parientes de Catriel y Llanquelen "q. sirvieron en el ejercito restaurador" (AGN. X.
43.1.1). Sin embargo, parece haber existido la posibilidad de sustraerse al servicio de la milicia, optando el interesado por el trabajo rural
(R atto s/f:22).
H
Dentro de esta división de funciones los asuntos relacionados con el negocio pacífico eran dirigidos, además de Rosas, por Manuel
G arda como encargado de los recursos de la Tesorería y Angel Pacheco y Gervasio Rosas por su jurisdicción sobre la zona fronteriza.
10
tanto el sistema de racionamiento15como su ubicación geográfica variaba entre unas y otras. Las tribus
aliadas mantenían su habitat en las pampas registrándose frecuentes desplazamientos de sus tolderías
pero siempre en los alrededores de un fuerte y recibían del gobierno artículos de consumo. Las tribus
amigas tenían un asentamiento estable, determinado por el gobierno, en el interior de la frontera o en
las inmediaciones de un fuerte y eran racionadas fundamentalmente con ganado. En el Mapa hemos
ubicado el asentamiento de algunas tribus amigas y aliadas según los datos recogidos para el período
1829-1831.
Tribus aliadas
Las tribus aliadas se concentraban fundamentalmente alrededor de la Fortaleza Argentina (actual Bahía
Blanca)16 y del Fuerte Independencia. Partidas pertenecientes a estos caciques aliados, arribaban
permanentemente a los fuertes para comerciar y, circunstancialmente, notificar cualquier novedad de
importancia sobre movimientos de tribus hostiles y realizar tareas de chasques. Esos servicios eran
pagados mediante la entrega de 'vicios'.
El principal artículo ofrecido por los indios en sus 'cambalaches' era el ganado vacuno17. La provisión
de ganado por esta vía era, en ocasiones, imprescindible para el abastecimiento del fuerte. La posición
de aislamiento en que se encontraba Bahía Blanca llevaba a que el envío de ganado desde Tandil o
Carmen de Patagones no se realizara con la regularidad necesaria y se debiera recurrir constantemente
al comercio con las tribus circundantes18.
15 En la bibliografía consultada se denomina sistema de raciones a la entrega mensual de determinada cantidad de bienes (ganado y
artículos de consumo) a las tribus amigas (Díaz 1959:238; Ronco 1930:177/178; González 1967:8/9). Esta definición no refleja la
complejidad del financiamiento del negocio pacífico, por lo que en esta investigación nos referiremos al sistema de raciones como el
"conjunto de gastos efectuados por el gobierno dentro del marco de las relaciones pacíficas con los indios amigos y aliados". Así definido,
el sistema de raciones no se limitaba a la compra de ganado y artículos de consumo para los indios; los recibos incluidos en el negocio
pacífico hacen referencia al "alojamiento" de caciques y chasques en sitios pertenecientes al estado donde eran racionados diariamente con
lo necesario para su subsistencia. En el período que consideramos esta práctica se llevó a cabo en la Chacarita de los Colegiales, los
Hornos de la Merced y casas alquiladas por el gobierno para tal fin en la ciudad de Buenos Aires (R allo s/f:13 y 16/17). Esta práctica
suponemos que respondía a la necesidad de alojar a los caciques que debían entrevistarse con Rosas durante el tiempo que les demandara
la realización del parlamento. O tro aspecto a tener en cuenta es que la estructura del negocio pacífico requería la existencia de un
determinado número de empleados a su servicio. Podemos citar a modo de ejemplo a Juan Alberto Peralta, peón a cargo de los indios
existentes en los Hornos de la Merced (AGN, X, 43,1,2); el Dr. Feliciano Ruiz contratado ”p* desempeñar las funciones de Cirujano en
el negocio pacífico de los indios" desde el 1 de enero de 1830 (AGN, X, 15.6.1); "un piquete de hombres q* a las ordenes de Dn Juan José
Dias en los Cerillos sirvan en cuanto fuere necesario para atender al negocio pacifico de indios (AGN, X, 24.3.2); Don Matías Gutiérrez
enviado a la estancia Milagros de Pedro Burgos para la enseñanza de "algunos indiecitos que tengan disposición" (AGN, X, 23.9.5); en
la Chacarita de los Colegiales, los indígenas hospedados contaban con la asistencia de un peón y una cocinera (AGN, X, 43.1.1).
16 I xjs caciques principales que negociaban con las autoridades del fuerte eran Chocori, Reynaguel y Tetruel.
17 La venta de ganado por parte de estas tribus indica la persistencia de un ecosistema pastoril indígena aún en esta época. Para una
descripción de la base material de los indígenas pampeanos ver los trabajos ya clásicos de Mandrini (1986 y 1987) y Palermo (1988).
18
El comandante de Bahía Blanca reconocía en diciembre de 1830 que "...el consumo de carne de este Establecimiento (en la época
presente) (...) [tiene] su origen del ganado negociado de los Pampas por los vivanderos de este punto..." (AGN, X, 23.9.4).
11
que indicaría un cambio importante en la dieta de estas tribus. Los artículos de vestir no tenían
demasiada significación y se centraban en mantas, pañuelos, calzoncillos y cortes de bayeta (ver
cuadros 1 y 2).
Los comerciantes de los fuertes enviaban las cuentas producidas por el hospedaje de las partidas
indígenas al comandante del fuerte y éste las giraba al Ministerio de Guerra y Marina donde eran
aprobadas, ordenándose a la Tesorería su posterior pago.
Si bien existía entre estas tribus, por su política de amistad con el gobierno, el compromiso tácito de no
realizar ningún tipo de ataque a las estancias fronterizas, la posición de aislamiento en que se encontraba
Bahía Blanca, llevaba a que se pasaran por alto algunas incursiones de estos indios. Por ejemplo, en
1830 se produjeron ataques de los caciques aliados a estancias ubicadas en las zonas del arroyo
Vivoretá y Chascomús; aunque el comandante del fuerte conocía con exactitud a los responsables de
estas incursiones, las mismas no fueron reprendidas (AGN, X, 23.9.4).
Tribus amigas
La ubicación de las tribus amigas que figuran en el Mapa, nos plantea un interrogante; las tribus
instaladas sobre los arroyos del Zapallar, laguna de Villanueva, arroyos Chapaleufu, Napaleufu, Pichileufu
que se encontraban en el interior de la frontera, ¿tendrían sus tolderías en terrenos desocupados, lo que
hablaría de una muy escasa ocupación de la tierra, o, por el contrario, se habrían instalado dentro de
alguna estancia?” Recordemos que en las instrucciones recibidas por Rosas en 1827 para tratar la paz
con las tribus del sur, se comtemplaba la ubicación de algunos, grupos en el interior de establecimientos
rurales donde serían protegidos por los estancieros.
I -OS grupos indígenas que se cnmnlriihnn en los alrededores del Fuerte Independencia compartirían, según la caracterización que
hemos dado, rasgos de indios aliados e indios amigos ya que si bien se ubicaban en las inmediaciones del fuerte, su vinculación con el
mismo estaba basada fundamentalmente en las relaciones comerciales; circunslancialmente y en caso de extrema necesidad fueron
socorridos con ganado por la guarnición, como se produjo en mayo de 1831 cuando Rosas ordenó la entrega de "una res diaria para cada
150 personas chicas y grandes (...) solo (...) a los [indios] que esten establecidos por los contornos del fuerte" (ACiN, X, 24.4.3). Más allá
de estos casos extremos, eran lr>s indios los que frecuentemente vendían reses al comandante del fuerte, para la manutención de la tropa.
20 En I .os Cerrillos no se había instalado la totalidad de las tolderías de estos caciques; en la laguna del Gualicho existían seis toldos
pertenecientes al cacique Cachul (AGN, X, 24.7.1); en la laguna Ulanca Chica, grupos que respondían al cacique Venancio (AGN, X.
23.9.5).
21
El encargado de la estancia, Manuel Morilla, recibía dinero de Gervasio Rosas como encargado del negocio pacífico, para la compra
de yeguas con destino a la mantención "de los indios a su cargo" (AGN, X, 15.7.3 y 24.3.1). Fn otra estancia, localizada en Raigónia, el
encargado Pascual Percdo envió la "('lienta de la carne, yeguas, obejas y caballos entregados para la mantension de los yndios y biages
a sus toldos por orden del I'xmn Sr (Job. de la Provincia" que incluía tres rendiciones desde diciembre de 1829 a febrero de 1832. Id
ganado entregado en ese pcrítxlo fue el siguiente: Carne de 171 reses; 62 caballos; 4.668 ovejas; 1.425 yeguas; 56 potros (A( ¡N. X. 43 1.2).
12
hemos visto para los indios aliados, el gobierno entregaba regularmente ganado para consumo22; los
"vicios", por el contrario, provenían de la actividad comercial de estos indios23.
Dentro del grupo de las tribus amigas también existía una jerarquización siendo las más importantes las
ya nombradas de Catriel, Cachul, Venancio y, en segundo lugar, Llanquelen. Haremos una breve
referencia a la relación de éstas con el gobierno.
La referencia más temprana a Catriel es de 1821 cuando Martín Rodríguez logró atraerlo a la protección
del gobierno; en ese mismo año hay constancias de que el cacique se alojaba en la estancia Las dos
Islas, propiedad de Rosas y Anchorena (AGN, Vil, 3.3.1); en 1827, Catriel acompañó al coronel Rauch
en una expedición contra un grupo de indios araucanos situados en Sauce Grande (Argentina. Política
_ II: 73-74). En la memoria de Rosas al gobierno de 1821, se menciona que Cachul vivía por ese
entonces en Los Cerrillos (en Saldías 1987, l:296). Con respecto al cacique Venancio, ya hemos visto que
su vinculación con el gobierno de la provincia también era de larga data24.
Parte de las tribus de estos caciques se alojaron en este período en Los Cerrillos donde recibían
regularmente yeguas y ovejas para su alimentación; Vicente González, comandante del parque de San
Miguel del Monte, era el encargado de la compra de ganado para el negocio pacífico23. Estas ayudas
no bastaban para garantizar la subsistencia de los indios sino que éstos mantenían un activo comercio
en el pueblo de Monte mediante la venta de los cueros de las yeguas de consumo, textiles y plumas de
avestruz (Ratto s/f:12/13).
San Miguel del Monte era un lugar de gran importancia dentro del negocio pacífico; allí arribaban partidas
indígenas pertenecientes a distintos caciques para parlamentar con González en su carácter de
representante de Rosas, con el objeto de acceder al gobernador, solicitar bienes, etc. Para hospedar a
dichas partidas se había alquilado un corralón donde los indios eran asistidos con todo lo necesario para
su subsistencia el tiempo que durara su estadía en el pueblo. La permanencia de estos grupos en Monte
permitía intentar una difícil tarea: su evangelización. En octubre de 1829 Rosas escribía a Pacheco
"Con los pocos días que he podido dedicar á los Indios es increíble lo que he podido
adelantar. Estoy ya contraido al templo y dándole yo mismo el exemplo (...) El domingo
se han bautizado barios habiendo sido yo el padrino" (AGN, Vil, 1.2.5).
22 F.ntre 1830 y 1831 la contabilidad respecto al negocio pacífico es verdaderamente caótica ya que, al no existir un centro de
distribución de dinero, las sumas necesarias para la compra de artículos destinadas a los indios amigos, eran giradas esporádicamente. Por
un lado Gervasio Rosas, a través de su apoderado Gregorio Gómez y como encargado de la frontera sur, recibió parte importante de las
sumas destinadas al negocio pacífico por la Tesorería encargándose de su distribución. Por otro lado existen recibos sueltos dirigidos a
Rosas que hacen referencia a distintos gastos, los que son girados con su visto bueno al Ministerio de Hacienda para su posterior reintegro.
23 Esto podría suponer que los grupos instalados en las estancias habrían abandonado su actividad pastoril o, lo que creemos más
probable, mantuvieran sus ganados en parajes más alejados al cuidado de algún grupo indígena. Este parece ser el caso del cacique
Venancio que según informe de Cachul poseía una "imbemada (...) guardada por treinta chilenos armados de chuza (...) entre la caveza
del Toro, blanca vieja y arroyo del Gualicho" (AGN, X, 24.5.2).
24 Ver nota 11.
23 En noviembre de 1830, González realizó una presentación al gobierno exigiendo ciertas condiciones para mantener el contrato
celebrado para el abastecimiento de carne: "Monte, 22 de noviembre de 1830. Vicente González vecino de la Guardia del Monte hace
presente que para poder seguir abasteciendo de carne al negocio pacifico como esta obligado por la contrata que tiene celebrada con el
Gobierno le es necesario se le anticipen 12.000 p. p* poder con ellos comprar y reunir el numero de yeguas que sea posible con esta
cantidad, pa poder asi dar cumplimiento a su contrata; y pr ultimo que si V.E. no tubiese a bien hacer esta anticipación, se le releve por
otra persona de su referida contrata...". 1.a respuesta del gobierno fue afirmativa (AGN, X, 15.6.1).
13
Con respecto a Llanquelén, Rosas se vanagloriaba de haber conseguido captar dicha tribu y, de esta
manera, restarle apoyo a Paz que la tenía 'situada en el rio 4 [de donde] se la arranque'26. En diciembre
de 1830 el cacique se trasladó a Buenos Aires para concertar los términos de su acuerdo con el
gobierno; en el parlamento participaron también los caciques Catriel y Cachul y entre los puntos que se
trataron, Llanquelen solicitó armas para defenderse de los boroganos. Ante el pedido, Rosas ordenó a
Pacheco el envío de baqueanos a los toldos para examinar la situación de la tribu (AGN, X, 15.7.3). El
informe presentado por los baqueanos en enero de 1831, brinda algunos datos sobre la envergadura
de la tribu; los toldos se hallaban en la Punta del Sauce y estaban habitados p o r"... poco menos de dos
cientos indios un numero considerable de criaturas, tienen siete cautivas grandes y como treinta chicos,
no hay mas que diez lanzas entre toda la gente'; en cuanto a sus recursos, se informaba que ‘solo tienen
como 400 caballos, cien vacas, poco mas de 400 ovejas y otras tantas cabras, yeguas ninguna y de todo
lo demas muy pobres' (AGN, X, 24.5.2).
En el parlamento con Rosas se había determinado el nuevo lugar que ocuparía la tribu 'De acuerdo con
Cachul (...) una grande laguna que esta al sueste del Potroso de este lado, ó al oriente del camino de
la Cruz de Guerra. Lo q ' pase la seca se aproximara mas al sueste para estar mas cerca de Cachul y
Catrie y tener pronta la correspondencia' (AGN, Vil, 1.2.5)27*2
.
9
Luego del parlamento que culminó en enero de 1831, Llanquelén recibió 150 yeguas (AGN, X, 1.2.5); al
mes siguiente el cacique solicitaba en Salto 800 cabezas 'q. cdo. estubo en Bs. Ays el S. gov. le ordeno
pidiera' (AGN, X, 24.5.2). José María Cortinas, jefe accidental de Arrecifes, había verificado la contrata del
ganado, pero luego de varias consultas, se entregaron al cacique solamente 375 cabezas en marzo
(AGN, X, 24.3.5) y otras 300 en mayo (AGN, X, 24.5.2). Ante la consulta de Cortinas sobre si en la
'mantención que según la voluntad de V.E. debe pasarse cada 15 dias o cada mes (...) p". la Milicia qe.
marcha [al fuerte Federación, debía incluir también] (...) a los indios amigos', Rosas contestaba que 'sera
solamente para la guarnición del fuerte' (AGN, X, 24.5.2), lo que evidencia la inexistencia de un sistema
regular de racionamiento para las tribus amigas.
La ayuda del gobierno estaba centrada en la entrega de ganado; con respecto a otro tipo de artículos
las remesas eran muy esporádicas26 por lo que los indios debían procurárselas a través del comercio
con poblaciones fronterizas. Las partidas de comercio se dirigían principalmente a Salto, Rojas y
Pergamino donde eran hospedadas y mantenidas durante su permanencia en dichas poblaciones (AGN,
X, 24.5.2). La práctica de alojar a las partidas de comercio indígenas en lugares especialmente
determinados para ello, era una práctica que se remonta a la época colonial. En diciembre de 1831 se
ordenaba a Pacheco ‘alquilar alguna casa con corralón seguro para que paren en ella los indios que
vaian a negocio [a Salto], siendo prevención que sera mejor este fuera del centro del pueblo para que
los indios no incomoden con sus majaderías' (AGN, X, 24.5.2).
También encontramos datos sobre el acceso de comerciantes blancos a las tolderías de Llanquelén. En
agosto de 1831, los hermanos José Santos y Juan José Muñoz procedentes de la guardia de Salto,
26 En cartas de Rosas a [ .opez, 19 junio 1831, AGN, X, 24.1.5 y Rosas a Marcos Balcarce, 13 julio 1831. AGN, X. 23.9.5.
27 La consulta a los caciques Cachul y Catriel es una constante en lo referente a asuntos relacionados con los indios lo que indica la
posición privilegiada que ocupaban estos caciques dentro del negocio pacífico.
29
Por ejemplo, recién en mayo se entregan las 100 lanzas y 100 sables que habían sido solicitados en el parlamento de diciembre del
año anterior además de 5 monturas, 1 lomillo fino con carona, 2 tercios de yerba y 2 rollas de tabaco (AGN, X, 24.5.2). Con respecto
específicamente a los artículos de consumo, en enero de 1832 se remil ía yerba para Llanquelen y 14 frascos aguardiente para obsequiar
a su suegro Calquin "recien llegado de tierra adentro y antiguo amigo de S.F.."; y en noviembre aguardiente y yerba (AGN, X, 24.5.4).
14
presentaban en Federación un pasaporte expedido por el juez de paz de dicha guardia en el que se les
autorizaba pasar a "los toldos de Yanquelen para vender efectos y bebidas' (AGN, X, 24.5.2)1*.
Otra forma de ayuda del gobierno fue el Incentivo para que los indios aprendieran el cultivo de la tierra.
En agosto de 1831 Rosas ordenaba al lenguaraz José Antonio Cornejo trasladarse a los toldos de
Llanquelen para enseñarles a los indios la siembra de cereales. Cornejo debía contratar un hombre
entendido en siembras y cosechas para que les enseñara y permaneciera en los toldos el tiempo
necesario; entre septiembre y octubre de ese año Cornejo invirtió 1.458 pesos en la compra de hachas,
palas, semillas de sandía, semillas de zapallo, semillas de melón, maíz, azadores, arados con aperos y
bueyes (AGN, X, 24.2.2).
Entre los términos del tratado concertado entre Rosas y Llanquelen, figuraban el auxilio mutuo en caso
de ser atacados por enemigos (AGN, X, 24.5.4). Sin embargo, en enero de 1831 cuando se contempló
la posibilidad de que indios pertenecientes a Llanquelen acompañaran a Quiroga en su campaña contra
Paz, el temor a una actitud 'dudosa* de dichos indios habría hecho desistir a Rosas de ordenar su
incorporación al ejercito confederado (AGN, X, 24.1.5). La única actividad que pudimos constatar entre
estos indios fue la persecución y entrega de 'baqueanos-cristianos que anden por el campo sin señas
del gobierno' (AGN, X, 14.5.2).
Con respecto a los indios de Los Cerrillos sus obligaciones son menos claras; con excepción de la
función de chasque o la comunicación de novedades sobre tribus de las pampas, no hemos hallado otra
obligación. Por el contrario, eran frecuentes las quejas sobre su comportamiento registrándose frecuentes
robos de ganado” .
La situación existente con los indios amigos no parecía convencer a los estancieros; la ecuación ayuda
económica-inexistencia de obligaciones puntuales no convencía al poblador de la campaña. Una carta
de septiembre de 1831, sin destinatario, reflejaba fielmente la visión de los hacendados con respecto a
la política indígena del momento:
'Los Indios se pasean como dueños pr nuestros campos considerándose amos de todo
q'° hay en ella, de tal modo qc el otro dia llego un casique ala estancia de Díaz Velez y
habiéndose resistido el capataz a darle caballos a 60 y tantos indios q ' lo acompañaban,
aquel recojio las manadas de su autoridad, los hizo mudar (?) a todos y se marcho, sin
q ' auxilio alguno protejiese la propiedad atacada. (...) Estos malditos indios como
>9
El comercio de los indígenas no se limitaba a los pueblos de campaña sino que también se realizaba en la ciudad de Buenos Aires.
Rosas, en esta época, se mostraba reticente en permitir el acceso de los indios a esc mercado por dos motivos; por temor a que cometieran
algún robo en su trayecto y para impedir que intentaran acceder al gobierno sustituto para solicitar bienes. Así, ante un pedido de los
indios boroganos de "bajar á Bs. Ays. a vender sus mercaderías" ordenaba a Vicente González que "Para que puedan ser despachados en
Bs. Ays debe V mandar a Dn. Pepe o alguno otra persona de capacidad. Este debe llevarlos y traerlos (...) En esta ciudad nada mas tienen
que hacer que vender sus mercaderías, recibir lo que se les hade dar y volverse. Quiere decir esto que de ningún modo se les debe permitir
darles la importancia de hablar con el Ministro si lo solicitan [que yo ya he arreglado| lo qe se les hade entregar." (AGN, X, 23.9.5). En
general se consideraba que la expansión territorial producida en la década de 1820, a la vez que desplazó al indígena de las tierras más
allá del Salado, conllevó el distanciamiento espacial de las zonas de intercambio interétnico; el indígena no llegaría entonces a la ciudad
de Buenos Aires sino que su comercio sería intermediado por el pulpero de campaña, personaje que cobraría gran importancia en su rol
de eslabón en este comercio (Ronco 1920:18; Jones 1985:12). Sin descartar el papel de creciente importancia desempeñado por las
pulperías, lo cierto es que durante el período a que nos referimos, las partidas de comercio indígenas seguían arribando a la ciudad donde
eran hospedadas en corralones. 1.a captura de caballos patrios en |ioder de los indígenas nos permitió conocer la ubicación de dos de esos
corralones en 1832: uno "en la calle Belgrano á sus orillas en el q ' existe el Icnguaras José Laureano Ramos, alias Lignan" y otro "en el
cuartel 20, calle de Santiago del Estero" propiedad del Sr. Cabrera (AGN, X, 24.7.3). En abril de ese año un decreto del gobierno
establecía las pautas para regularizar el comercio con los indios amigos (Registro Oficial No. 4 Libro II).
Este hecho fue denunciado por Manuel Morilla, capataz de Camarones y Juan José Diaz, encargado de lo s Cerrillos a Gervasio
Rosas (AGN, X, 24.5.2).
15
En una carta enviada a su hermano desde Azul, Gervasio Rosas comentaba la 'insolencia de los indios*
y la necesidad de escarmentarlos: Todos en la campaña, pobres y ricos, federales y unitarios están de
acuerdo en castigar definitivamente a los indios’ (AGN, X, 24.5.2). Esta ausencia de obligaciones
puntuales jugará un papel importante en los cambios registrados a partir de 1831 dentro de la estructura
del negocio pacífico.
III. Quiebre de la primera etapa del negocio pacifico: el asedio de los Plnchelra y boroganos a Bahía
Blanca (1830) y el arribo de Indios chilenos (1831)
Entre fines de 1830 y fines de 1831 se registraron dos hechos que pusieron en evidencia las fallas
estructurales de esta etapa del negocio pacífico. Estos acontecimientos fueron el asedio sufrido por el
fuerte de Bahía Blanca desde agosto a diciembre de 1830, en un primer momento por la alianza entre
los hermanos Pincheira y los indios boroganos y en un segundo momento por los indios aliados: y el
arribo de un contingente de 2.000 indios chilenos a la frontera bonaerense a comienzos de 1831.
La tribu de los boroganos, procedente de Chile, se había instalado en las cercanías de las Salinas
Grandes constituyendo a comienzos del siglo XIX el grupo indígena más poderoso de las pampas” .
Aliados de los hermanos Pincheira, realistas chilenos que cruzaron la cordillera en la década de 1820
representaban un peligro latente para la provincia de Buenos Aires.
La captación de los boroganos por Rosas es un hecho que figura en todos los trabajos que hemos
consultado sobre ei período” . Eugenio del Busto, cautivo de los indios desde niño había sido rescatado
por Rauch en 1825, a la edad de 25 años. Conociendo Rosas su pasado entre los indios lo destinó en
julio de 1829 a las tolderías de los boroganos en Guaminí. Paralelamente Rosas utilizó a la cacica Luisa,
esposa del cacique mayor borogano Cañuiquir, hecha prisionera en 1826 por Rauch y que Rosas alojara
desde entonces en Cerrillos, para completar la tarea de acercamiento y pacificación. Los boroganos
ponían como condición para las paces que se les entregaran las cabezas de los caciques Venancio,
31 Durante los siglos XVIII y XIX se produjo la expansión araucana hacia el oriente (la llamada araueanización de la pampa) que
abarcó la cordillera, patagonia septentrional y pampa. la s primeras migraciones constituían expediciones de caza para proveerse de ganado
caballar y vacuno (Zapater F.quioiz 1982:104/105); según Bengoa, el viaje a las pampas constituía un ritual de iniciación para los jovenes
guerreros (Bengoa 1985:102). En un segundo momento, se produjo la instalación permanente de grupos araucanos en las pampas como
es el caso de los boroganos. Para Bcchis, esta migración no fue producto de un crecimiento de población que implicó la necesidad de
expandirse sobre nuevas tierras; por el contrario se trataba de un meditado plan cuyo objetivo era expandir el dominio sobre áreas
estratégicas, en este caso las Salinas Grandes (1982:464/465).
32 Ver, entre otros. Del Valle 1926. Muñiz 1966, Schoo la stra 1977.
16
Catriel y Cachul333
. Rosas no aceptó la exigencia ya que se trataba de tribus verdaderamente leales;
4
merced a varias tratativas, finalmente se logró la concertación de paces entre boroganos, pampas y los
chilenos de Venancio en Chacarita (Argentina. Política...lV:201/204)
El diario de Bahía Blanca de agosto a diciembre de 1830 contiene abundante información no sólo sobre
las negociaciones de paz del gobierno con los boroganos y la vanguardia de los Pincheira unida a ellos,
sino también sobre los enfrentamientos entre Pincheiras-boroganos e indios pampas aliados y la relación
de los indios aliados con el fuerte de Bahía Blanca (AGN, X, 23.9.4).
A comienzos de agosto de 1830 las tribus aliadas situadas en los alrededores del fuerte tuvieron noticias
del arribo de la vanguardia de Pincheira unida a los boroganos a la región de Salinas Grandes. Ante el
temor de ser atacados por ellos, se reunieron en el arroyo Sauce Chico para determinar la actitud a
tomar. En el parlamento se decidió enviar chasques al fuerte de Bahía Blanca para solicitar auxilio en
armas y hombres e informar sobre un presunto plan de los Pincheira y boroganos de atacar la
guarnición. Sistemáticamente se denegó el pedido de ayuda militar que fue reiterado hasta el infinito por
chasques de diferentes caciques; Martiniano Rodríguez, comandante del fuerte, se limitó a ofrecerles
protección en caso de ser atacados, autorizándoles a que se acercaran a la fortaleza.
A fines de agosto se produjo el primer parlamento entre una partida perteneciente a la vanguardia de
los Pincheira y las autoridades del fuerte; los chasques afirmaron que sus intenciones eran pacíficas y
para corroborarlo entregaron una carta de los caciques boroganos en la que se encuentran algunas
precisiones sobre las tratativas de paz que ya habían comenzado a entablar con Rosas. En la carta los
caciques expresaban que en mayo se había realizado en Charileo, una Junta General entre los
principales caciques aliados para tratar los términos de las paces con el gobierno; en dicha junta, los que
se negaron a tratar la alianza y amistad con el gobierno fueron asesinados. A fines de junio los
boroganos enviaron dos misivas a Rosas para verificar las paces; la conductora de las mismas fue la
cacica Luisa que había sido enviada por el mismo Rosas para reunirse con su esposo.
En septiembre se recibieron por dos veces chasques de los Pincheira con comunicaciones de Zúñiga
(comandante general de la vanguardia) y de los indios boroganos; en ellas se informaba a Rodríguez que
el sacerdote indio Pablo Millalican había asumido la representación de los caciques boroganos para tratar
las paces con Rosas y que la intención de éstos no era atacar la guarnición sino que, por el contrario,
esperaban la finalización del parlamento con el gobernador donde se les diría "que pueblo debían
invadir"3’.
Estos contactos entre los Pincheira-boroganos y las autoridades del fuerte, llevaron a que los indios
aliados se sintieran traicionados y exigieran a Rodríguez la ejecución de los chasques; ante la negativa
33 Venancio Cofiuepan había defendido siempre los intereses de los criollos participando en enfrentamientos contra bandos realistas;
desde el inicio de la "Guerra a Muerte" en Chile había sido enemigo de los realistas boroganos. Con respecto a los pampas, los boroganos
pretendían su desaparición para poder extender su dominio sobre las pampas desde Chile hasta la frontera bonaerense (Bechis 1982:456).
34
La política de Rosas de "autorizar" ataques indígenas a algunos puntos servía a dos fines: aliviar el peso del gobierno en dar auxilio
económico a algunas tribus y utilizarlas indirectamente para atacar a los unitarios. Sin embargo, esta política que podía ser muy útil en
un momento, con el desplazamiento de los unitarios de las provincias del interior, se convirtió en un arma de doble filo; así lo comentaba
en una carta a López en junio de 1831: "... los indios estos [boroganos] y varias otras tribus de mas afuera ajustaron con migo hace meses
un tratado de paz por el qe hicieron mil juramentos de no faltar a los artículos convenidos. El principal era q ' en sus invasiones habían
de mirarlo como cosa sagrada las fronteras de Sante Fe y Buenos Ays; y al mejor efecto y claridad se nombraron todas las guardias una
porción de veces. Mas se deja veer q ' esto se hizo cuando podía hacerse. Ni era posible hacer entonces otra cosa puesto q ' estando
ocupadas las provincias pr nuestros enemigos cualesquiera cosa qe se les dijera en favor de estos, no nos favorecia." I a carta continúa con
el temor de Rosas de que, faltando recursos para ayudarlos, se procuren "su mantención de las provincias amigas (...) Pero no son solo
estos mis recelos. Temo que en sus invasiones invoquen mi nombre y quedar en el peor punto de vista con los goviemos amigas...” (AGN,
X, 24.1.5). D e hecho, en septiembre de ese año. los boroganos, junto con el cacique ranquel Llanquetruz, atacaron la frontera de Córdoba
(AGN, X, 23.9.5).
17
del comandante del fuerte, el cacique aliado Chocorí se trasladó a inmediaciones del fuerte con el objeto
de asesinarlos él mismo cuando regresaran a su campamento. A partir de aquí el deterioro de las
relaciones entre el fuerte y los indios aliados va en aumento ya que, además de no haber obtenido la
ayuda solicitada, los caciques aliados veían que la guardia mantenía buenas relaciones con sus
enemigos.
El diario culmina en diciembre de 1830 con la narración de otro parlamento con el cacique Felipe,
perteneciente a los boroganos, que informaba el regreso a los tolderías de la cacica Luisa acompañada
por el Teniente Coronel Miranda y 30 milicianos "con las nuebas de las paces deceadas; y combenientes
tratados de alianza con el Exmo. Gobernador Rosas". A partir de ese momento los boroganos comienzan
a recibir intermitentemente obsequios por parte del gobierno15.
En marzo de 1831, Manuel Delgado condujo a los toldos boroganos una importante remesa de artículos entre los que llama la
atención la vestimenta enviada, no sólo por la cantidad sino por la especificación realizada en cuanto al tipo de prenda a entregar (ver
cuadro 3). La importancia dada por el gobierno al atuendo de las indios amigas puede verse en una resolución superior del 23 de abril
de 1830 por la cual debía enviarse al Subinspector de Campaña "vestuarios constuidos para indios", los que se dividían en dos categorías.
El vestuario "fino" incluía chaquetas de paño color grana, chaquetas de paño azul, camisas de algodón con pechera, chalecos de color grana
y gorras azules con borla de oro: de este vestuario se enviaron 25 equipos. El vestuario "regular" se componía de chaquetas color grana,
pantalones de paño azul con una franja encarnada y gorras grana con borla de seda (AON, X, 15.6.5). El interés de los indios por las
prendas militares puede tener relación con el prestigio que las mismas otorgaban a su poseedor dentro de la tribu. En su análisis de los
parlamentos en Chile, Mendez. Beltrán anotaba la variedad de géneros, cintas de colores y chaquiras entregadas en los parlamentos de fines
del siglo XVIII. Para la autora "la vistosidad de los colores y la variedad de las telas atraían la atención de los indios; pero también esos
regalos provocaban mayor diferenciación entre ellos. A los caciques, para alabarlos, se les entregaban cortes de ritan, cintas para el adorno
de sombreros (...) El resto de los indios era contentado con los mismos artículos que se daban a los caciques pero de inferior calidad
(1982:168-169).
Esta aparición de 2.000 indios chilenos no ha despertado el interés de los trabajos consultados sobre la historia de los
enfrentamientos con los indios. Para citar solamente unos ejemplos podemos decir que Walther directamente ignora el hecho y en el
trabajo Política seguida con el aborigen se transcribe en términos generales lo expuesto por Grau en su libro sobre el fuerte 25 de mayo.
De todas maneras el tratamiento que éste le da al hecho es confuso y contiene varios errores. Creemos que el acontecimiento merece, por
el contrario un tratamiento mucho más detallado ya que es a consecuencia de él que se perciben las grietas o fallas en la primera etapa
del negocio pacífico.
18
Entre junio y julio de 1831, Bahía Blanca se convirtió en el centro de atención con respecto a la llegada
de estos indios37. Durante el mes de junio, las tres partidas enviaron chasques, por separado, para
parlamentar con las autoridades del fuerte. Todas coincidían en indicar que su arribo tenia el objeto de
comerciar sus productos; concertar paces con el gobierno y batir a sus enemigos, los boroganos y los
Pincheira38*4
, para lo cual solicitaban incensantemente se les obsequiase con distintos productos
0
(vestimenta, ganado, vicios). Sin embargo, paralelamente se producían hechos que hacían dudar de sus
verdaderos propósitos: envío de espías al fuerte para 'observar todo lo que puedan (...) y muy
particularmente sobre la obserbacion de si había ó nó muchos soldados'; ocupación de los terrenos que
circundaban el fuerte cortando las comunicaciones del mismo con el resto de la provincia; prisión de dos
chasques que habían sido enviados a Buenos Aires.
El pedido de artículos por parte de los caciques araucanos era rechazado constantemente por Rodríguez
alegando la extrema pobreza del fuerte pero les autorizaba a comerciar con los negociantes del lugar,
siendo hospedados y agasajados durante su estadía en el establecimiento. Ante ,la posición de
Rodríguez, los chilenos parecen convencerse de que no podrán obtener ningún tipo de ayuda por parte
de la guarnición de Bahía Blanca y el centro de atracción se desplaza más hacia el norte siendo un punto
de importancia la estancia Los Cerrillos34.
Como hemos visto, el objetivo declarado por estos Indios era el de concertar paces con el gobierno de
Buenos Aires y pelear contra los Pincheira con la idea de obtener en compensación algún tipo de ayuda
en ganado y vicios; sin embargo la conducta de los mismos creaba sospechas sobre sus verdaderas
intenciones. La correspondencia de Vicente González (comandante del parque de San Miguel del Monte),
Gervasio Rosas (comandante de la sección sur de la frontera) y Marcos Balcarce (ministro de guerra) con
Rosas, reflejan la preocupación ante la llegada de este nutrido contingente de indios chilenos.
Rosas mostraba al comienzo una gran seguridad con respecto a los objetivos de los indios. Esto se
evidencia en distintas comunicaciones. En julio escribía a Marcos Balcarce, su ministro de guerra, que
Toriano era enemigo de los indios boroganos de Salinas Grandes y según él la aproximación del cacique
a Bahía Blanca obedecía a la búsqueda de protección por parte del gobierno y la intención de unirse a
los indios aliados para batir a los boroganos (AGN, X, 23.9.5)"“ . Con respecto al hermano de Venancio,
su venida le había sido anunciada por el cacique desde el año anterior (AGN, X, 23.9.5). Sin embargo,
Rosas no descartaba que estos indios alimentaran la esperanza de robar algo al retirarse creyendo no
ser descubiertos; por tal motivo y para evitar cualquier sorpresa, en agosto de 1831 encargaba el
37 Contamos para este periodo con fragmentos del Diario de Observaciones de dicho fuerte, justamente aquellos que fueron enviados
a Buenos Aires para notificar al gobierno el curso de las negociaciones con los araucanos (AGN, X, 24.4.3).
Para los motivos de la rivalidad entre boroganos-Pincheira y los Coñuepan, ver nota 32. El enfrentamiento de Calfucurá con los
Ixtroganos también se remonta a las luchas por la independencia; el cacique de Llaima había realizado un ataque a los realistas boroganos
pero fue ferozmente vencido. A partir de ese momento se instalé la enemistad entre dichas familias (Guevara Silva, citado por Bechis
1982:501). La rivalidad entre el cacique norpehuenche Toriano y los boroganos-Pincheira es más compleja. l o s pehuenches habían sido
aliados de los hermanos chilenos en la "guerra a muerte" (Bengoa 1982:93) pero Toriano habría sido separado de los últimos por Rosas
mediante la oferta de un espacio, cerca del fuerte de Bahía Blanca para que se instalara con sus indios (Bechis 1982:467). Los boroganos,
por otra parte, aliados en un principio con pehuenches del norte, habían modificado la alianza desvinculándose de los grupos del norte
para relacionarse con los pehuenches del sur; esta unión les resultaba más estratégica ya que los territorios ocupados por los surpchucnchcs
en la cordillera se encontraban en la misma latitud que las tierras boroganas en Chile (Bechis 1982:468).
1.a primera referencia que tenemos a contactos con los indios residentes en dicha estancia es bastante temprana; en marzo de 1831
el cacique Catriel comunicaba a González haber recibido chasques de Toriano ”qe traen grandes noticias" y que pensaba tener "unos
quantos dias de Parlamento con ellos afin de enterarse bien del negocio aque bienen" tal vez, sobre el arribo de una importante partida
de araucanos (AGN, X, 23.9.5).
40 En carta a Gervasio reproduce el mismo sentido: "los qe vienen no es con la intención de descuidamos y hacer una entrada general,
sino con la de recibir regalos, vender algunas mercaderías y unirse a sus aliados para ponerse en estado de no temer a sus enemigos" (AGN.
VII. 3.3.2, f. 206).
19
establecimiento de dos cantones que se ubicarían en la parte exterior del Salado, a la altura del Monte
y en Tapalqué (AGN, X, 24.3.5).
Vicente González y Gervasio Rosas eran los encargados de sondear permanentemente a los indios (tanto
a los chilenos recién llegados como a los aliados que tenían contacto con ellos) intentando descubrir el
verdadero motivo de su llegada a las pampas. A fines de julio, el hermano de Venancio con 40 indios
arribaba a Los Cerrillos donde se instaló con su comitiva; interrogado por González volvió a expresar que
venían en son de paz y que *s¡ ha venido armado hera por que todo el camino tiene enemigos como son
las indiadas de Pincheyra Cañuquil y otras con quien su hermano ha peleado para venir aqui'
(AGN,X,23.9.5). Sin embargo el cacique Venancio, más tarde, le brindaba a González otra versión sobre
su llegada. Según ésta, su hermano había sido seducido por Toriano y los caciques de Llaima para
cruzar la cordillera "prometiéndoles qe llegando ala frontera de Bus. Ays tendrían mucho ganado y Ropa";
al no obtener ningún tipo de ayuda de los comandantes de frontera comenzaron a producirse choques
entre los distintos grupos: algunos proponían atacar los establecimientos fronterizos y otros consultar con
el cacique Venancio, para que intercediera por ellos ante el gobierno (AGN, X, 23.9.5).
¿Ataque a las estancias fronterizas o concertación de paces con el gobierno para obtener algún tipo de
auxilio? Cualquiera que haya sido el motivo verdadero del ingreso de estos grupos, el objetivo final era
el mismo: obtener ganado y distintos bienes. Lo cierto es que hacia agosto los recursos recibidos por
parte del gobierno habían sido prácticamente inexistentes (solamente se le entregaron 1.000 yeguas a
Toriano).
La situación creó un gran descontento entre los araucanos y la división de las tres partidas que
componían la comitiva se hizo bien evidente. En agosto, un chasque de Toriano expresaba a González
el descontento del cacique por no haber recibido demostraciones de amistad por parte de Rosas ni
auxilio en ganado o provisiones. Esta situación, decía el chasque, había llevado a la separación de los
caciques Namuncurá y Calfucurá que decían desconfiar de las intenciones del gobierno, ‘que era todo
engaño y dilación para mandar matarlos" (AGN, X, 23.9.5). En octubre, partidas de dichos caciques
invadieron la frontera por tres puntos: un puesto de Díaz Velez y los toldos de los caciques amigos
Antuan y Guilitru en el arroyo de Chapaleufú (arreando unas 7.000 cabezas entre vacuno y lanar), una
hacienda de Balcarce en Tapalqué y las haciendas de Sheridan y Cía en la laguna de Leonchos (AGN,
X, 15.8.1). En noviembre volvieron a atacar por las lagunas de Palantelén, partido de Navarro (AGN, X,
24.3.5)41.
Es a partir de este momento que comienza a plantearse la necesidad de que los llamados indios amigos,
como contrapartida de la ayuda económica brindada por el gobierno en ganado y otros artículos,
prestasen servicios como milicia auxiliar para perseguir a los ladrones (AGN, X, 23.9.5). Sin embargo la
exigencia no fue homogénea con respecto a todos los grupos indígenas. En octubre de 1831 Rosas
ordenaba al coronel Espinosa, que
"... haga mover a los Casiques amigos de los Cerrillos, p". q*. marchen a escarmentar a
los ladrones (...) hasta dejar tranquila la tierra y qe. no deben regresar hasta conseguir
este objeto..." (AGN, X, 24.3.2; subrayado nuestro)*
Con respecto a los otros dos grupos chilenos. Toriano temeroso de un ataque tanto de los boroganos como de los indios de
Calfucurá se acercó al arroyo Azul pidiendo protección; su estado de miseria era tan extremo que del Valle informaba que al salir a cazar
avestruces se peleaban por el botín y que debía darles 5 reses diarias para evitar que comieran los pocos y malos caballos que tenía en
la guarnición (AGN, Vil, 3.3.2). Bl hermano de Venancio decidió regresar a Chile solicitando permiso para pasar a Rueños Aires a vender
algunos artículos para poder retirarse. I a partida de los 200 indios chilenos de I.iquelmilla se verificó desde I xis Cerrillos el 9 de diciembre
siendo acompañados por el Comandante Miranda con 100 soldados y el cacique Venancio que debía responder por la buena conduela de
esos indios en su retirada (AGN. X. 23 9 5)
20
La posición con respecto a Llanqueleó fue distinta. En noviembre le encomendaba a Cortinas que saliera
a perseguir a los indios invasores y que podía llevar consigo a Llanquelen y sus indios de pelea
"...si es qe tienen caballos en q* poder seguir las marchas de V.S. (...) y q* si habían de
ir docientos indios mal montados es mejor qe baian ciento y q ' Deben caballos de sobra
[y] q ' si esto no puede ser es menos malo q* no vaian qeel q ' lo hagan para volverse del
camino alegando falta de caballos ó de mantención’ (AGN, X, 24.5.2).
Los boroganos no fueron convocados formalmente pero Rosas, conociendo su rivalidad con los chilenos
recién llegados les autorizó a "escarmentarlos y atacarlos de muerte" (AGN, X, 23.9.5).
Si bien varios caciques amigos prometieron su colaboración, en los hechos, la división del coronel del
Valle contó con la ayuda de solo 24 indios incluido el cacique Antuan, ya que el resto regresó alegando
no tener que comer (AGN, X, 24.5.2); de la división del Tandil al mando de Sosa también desertaron los
caciques Tacuman y Chana por motivos similares (AGN, X, 24.5.2); los caciques Anquepan, Guanquen
y Anquelen ubicados en el Zapallar negaron su ayuda, la que se limitó, en consecuencia a los caciques
Catriel, Cachul, Venancio, Antica y ios atacados Antuan y Guilitru (AGN, X, 24.3.5).
Para Rosas, el balance había sido muy claro: la falta de recursos para obsequiar a los indios chilenos
habia jugado un papel clave en el desenlace. En carta a Juan Baleares del 15 de noviembre de 1831
expresaba:
"Cuando se aproximaron los indios Araucanos (...) dixe q ' ellos venian de paz; pero qe
era necesario matarles la ambre seme contesto por el Sr. Dn Marcos Ministro entonces,
q* el era de la misma opinión (...) pero yo seguí sin recursos (...) Los Indios sin embargo
esperaron asi cuatro meses comiéndose asta sus propios caballos. Al fin me estrecharon
tanto con sus plegarias de ambre qe les mande mil yeguas; mas como este numero era
muy poco respecto de los dos mil que eran los q ' havian venido, resulto de aquí la
decisión de un parte de ellos á robar de donde pudiesen. (...) lo peor es q* de resultas
de haber faltado los recursos (...) este negocio pacifico esta expuesto a perderse con
grande perjuicio del pavs..." (AGN, X, 23.9.5; subrayado nuestro).
La situación evidenció que el negocio pacífico, en los términos en que estaba planteado hasta ese
momento, no cumplía la función de asegurar la paz en la frontera. Los ataques perpetrados por los
chilenos y la conducta dual de los indios aliados y amigos llevaron a que se planteara la necesidad
imperiosa de un cambio en la política del gobierno. En distintas comunicaciones Rosas va esbozando
los puntos principales de ésta: fortificación de la frontera; traslado de los indios amigos a la misma y
persecución de aquellas tribus que no habían mostraron fidelidad ante el pedido de ayuda del
gobierno42. Todos estos elementos se pusieron en ejecución antes de que Rosas abandonara la
gobernación, de manera que, antes de la expedición al desierto, se habían delineado los rasgos que
42 En agosto de 1831 le notificaba a González que "... acabada la guerra [con los unitarios) me es necesario decir tales y tales indios
son enemigos, para declararles guerra de frente (...) por q* a todos hade ser imposible mantener” (AGN, X, 23.9.5). Dos meses más tarde,
en una carta a su ministro de guerra, expresaba: ”... Luego que me retire pasare al sur y arreglare este negocio de la manera que sea
posible. Poblar y edificar laguna Blanca y Arroyo Azul (...) seria el principal remedio..." (AGN, X, 23.9.5) y a González le exponía su plan
con respecto a los indios amigos: ”l>os yndios amigos y enemigos necesitan ya de un arreglo formal. Es necesario qe yo pase al Sud (...)
el mejor arreglo es la formación de las Guardias y la colocación allí mismo en ellos de todos los indios amigos. Si esto no se hace, los
yndios hande seguir embromando y el crédito del gobierno hade padecer" (9 de octubre de 1831; AGN, X, 23.9.5).
21
caracterizarán la que denominamos segunda etapa del negocio pacífico lo que vendría a abonar la idea
de que dicha expedición representó solamente la consolidación de una situación ya establecida.
Estas campañas, realizadas durante todo el año 1832 no se limitaron a atacar los restos de los indios
chilenos que el año anterior habían puesto en jaque la estabilidad de la frontera, sino también a aquellas
tribus amigas que habían manifestado una actitud dudosa con respecto al gobierno y a las tribus 'ex-
aliadas'.
En abril, Narciso del Valle derrotó a las indiadas de los caciques Calfiao, Maicá, Peti y Cañuanti que,
situados en el arroyo Pichileufu, no habían concurrido al llamado del gobierno (AGN, X, 27.7.6); ante el
ataque de del Valle depusieron su actitud de hostilidad solicitando "se Jes permitiese vivir como antes
baxo la protección del Gobierno'. Por el contrario, el cacique Marinecul que vivía sobre el Arroyo Grande
o Napaleufú se unió a los indios ex-aliados Quiñegual y Chocorí. El cacique Anquen, rebelde al gobierno,
cuyos toldos se ubicaban sobre el Zapallar fue atacado y ejecutado en una incursión (AGN, X, 24.7.1).
Con respecto al cacique Toriano, los comandantes de frontera informaban en marzo, sobre una posible
alianza del cacique con los chilenos de Namuncurá y Calfucurá que aún no se habían retirado del país
(AGN, X, 24.7.1). El 1 de junio en Nahuel-Mapu se apresó a Toriano que fue enviado en calidad de
prisionero a Bahía Blanca. Allí fue solicitado por los indios boroganos para ejecutarlo en su campamento;
luego de varias consultas en el Consejo de Guerra de la guarnición se decidió su ejecución en la misma
fortaleza, la que se verificó el 30 de agosto de 1832 ante la presencia del cacique Guechan como
representante de los boroganos (AGN, X, 24.5.4; 24.6.4A).
El 20 de junio Rosas transcribía al comandante del Fuerte de Bahía Blanca los términos de un acuerdo
logrado con los indios boroganos para perseguir a los restos de la alianza chilena (AGN, X, 24.5.4). En
agosto, Manuel Delgado junto a una división borogana atacó a los caciques Quillapi y Cumio en la sierra
de la Ventana; los indios que lograron escapar se unieron a Chocorí (AGN, X, 27.7.6).
En octubre de 1832 se reconocía que los caciques Quiñigual, Chocorí, Cumio y Cayupan 'son los únicos
enemigos que hay' (AGN, X, 24.7.1) y de hecho, la división izquierda de la campaña de 1833-34,
comandada por Rosas, se dirigió a batir a dichos caciques.
La instalación de las tribus amigas en la frontera tenía dos objetivos: servir como barrera de contención
en caso de peligro externo y reunirios en solamente tres puntos (Tandil, Tapalqué y Azul) donde estarían
bajo la mira de los caciques más fieles (Catriel, Cachul y Venancio)4'. Las tribus que aceptaran esas
condiciones recibirían raciones mensuales (AGN, X, 24.5.3A).*lo
43 En una comunicación al comandante de Tapalqué, Rosas expresaba que "El motivo de haber empesado a sacarlos de las Estancias
[a los indios amigos] es por que consevi el plan de poderlos asi hacer entrar en orden y servir en algo a la provincia en compensación a
lo que se gasta con ellos" (AGN, X, 24.5.3A). En carta a Cachul, le avisaba que a todos los indios amigos les ha intimado a que "todos
los toldos se vaian para la Guardia Laguna Blanca, bien para la Bahía Blanca, o bien para donde vos estas [Tapalqué], pues repito qe solo
asi estando reunidos bajo la obediencia y vista inmediata de los caciques mayores y lejos de la ocasión para robar y hacer daño podran
ser buenos y entrar en orden" (AGN, X, 24.5.3A). Ante la negativa de algunos caciques de instalarse en parajes "desconocidos" como la
laguna Blanca y Bahía Blanca, se ordenó que se ubicaran en los siguientes tres sitios sobre la linea de frontera: Tapalqué, Arroyo Azul
y Fuerte Independencia (AGN, X, 27.7.6).
22
En los alrededores de Tandil se instalaron las tribus de Chaná, Anteluan, Calfiao, Calfiao grande,
Cañuanti, Chañabil, Guilitru, Peti y Antuan. Sin embargo la concentración de las tolderías a inmediaciones
del fuerte no parecía ser tarea fácil. En octubre de 1832, el comandante del fuerte, Felipe Pereyra
informaba a Rosas que los caciques:
"...no quieren estar reunidos por tener sus majadas de ovejas y algunas vacas y andar
continuamente en movimiento en busca de los mejores lugares entre losdos arroyos del
fuerte habiendo tolderías hasta una legua de distancia del fuerte* (AGN, X, 24.7.3).
En Tapalqué se destinaron las tribus de Catriel y Cachul que habían recibido en agosto una importante
suma de dinero para aviarse y ocupar su nuevo lugar (AGN, X, 43.1.1). A estos caciques se agregaron
posteriormente los caciques Tacuman proveniente de Tandil y Anquelen y Anepan desde el arroyo Azul
(AGN, X, 24.7.2). En dicho lugar quedó solamente la toldería del cacique Venancio que también había
recibido una suma de dinero para emprender el viaje desde Los Cerrillos.
El interés principal de Rosas era que los indios situados en la frontera no estuvieran 'ociosos*; de ahí la
exigencia de que 'debían alludar a defender la tierra y las haciendas de los indios ladrones y malos
amigos* (AGN, X, 24.5.3A). Sin embargo ésto no era todo. En nota a Cachul fechada en mayo de 1832,
Rosas señalaba que, a su entender, la mala conducta observada en los indios amigos se debía a que
‘no tienen un trabajo útil en que entretenerse* y proponía como solución a este problema el que los
indios trabajaran en una salina cercana a Bahía Blanca44. La sal que obtuvieran sería comprada por el
gobierno, pudiendo elegir los indios el pago por cada fanega: 8 pesos, una yegua o tres ovejas (AGN,
X, 24.5.3A).
No sabemos si el proyecto prosperó; lo cierto es que un mes más tarde, la propuesta con idénticos
términos, formaba parte de los puntos concertados con los indios boroganos en el acuerdo para
perseguir a los indios chilenos que había sido enviado al comandante de Bahía Blanca. Sin embargo,
parece que Rosas no confiaba en el cumplimiento de este "contrato* ya que se aclaraba a Rodríguez que
“Si lo indicado en el antecedente articulo tiene efecto, puede U. tomar dinero de los negociantes, para
los pagos y librar contra el gobierno el importe á ocho, quince dias vistas las libranzas.* (AGN, X, 24.5.4).
En 1832, coincidiendo con la intención de reformular algunos aspectos del negocio pacífico, se creó la
Caja del Negocio Pacífico, partida perteneciente al Departamento de Guerra en la que se incluyeron
gastos relacionados con la política indígena del gobierno. Hemos localizado dos rendiciones de cuentas
del comisario encargado de dicha Caja que abarcan el período comprendido entre abril y diciembre de
ese año (AGN, X, 43.1.1 y 43.1.2) en las que se pueden observar dos tipos de gastos: aquellos realizados
en el ejército "blanco" que incluyen pagos de sueldos atrasados de algunas divisiones, gratificaciones
por enganche de soldados, retribuciones por servicios especiales (combatir en el ejercito restaurador,
cuidado de caballada patria, etc), pago de ganado consumido por el ejército y pensiones a viudas; y un
segundo grupo que se refiere específicamente a los gastos realizados con los indios amigos en
obsequios y alojamiento. Sin embargo, la caja no concentró todas las erogaciones del negocio pacífico
ya que, paralelamente, comenzó la práctica de realizar compras de artículos a través del Ministerio de
Hacienda, los que eran depositados en los almacenes de la Comandancia del Parque y de allí retirados
posteriormente para racionar a las tribus amigas.
44 Rste proyecto ya había sido discutido entre Rosas y Catriel y el cacique había estado de acuerdo con los términos del mismo; sólo
restaba el acuerdo de Cachul para ponerlo en ejecución.
23
La diferencia existente entre una y otra vía se relaciona con el tipo de artículo entregado. Mientras la Caja
del Negocio Pacífico consignaba entregas de ganado y dinero45 (ver cuadro 4) de los almacenes del
Ministerio de Hacienda se retiraba fundamentalmente artículos de consumo y vestimenta (ver cuadro 5).
Al término del primer gobierno de Rosas, se establece también un sistema regular de raciones por el
cual, mensualmente, las tribus amigas recibirían ganado y artículos de consumo. En octubre se informaba
a Vicente González la composición de las raciones mensuales para los caciques Venancio, Catriel y
Cachul y demás tribus situadas con ellos y ya en noviembre comienzan a enviarse desde San Miguel del
Monte, ganado y "vicios" para los indios amigos ubicados en el arroyo Azul y en Tapalqué (AGN, III,
3.8.13).
Hacia la misma época se estructura el sistema de entrega mensual de ganado yeguarizo a los indios
boroganos asentados en Guaminí. La provisión de dicho ganado debían realizarla los vecinos de Guardia
de Luján, Villa de Luján, Fortín de Areco y San Andrés de Giles. Los jueces de paz de cada localidad
debían enviar mensualmente 100 cabezas yeguarizas al juzgado de paz de Navarro; de allí se remitirían
al fuerte Mayo donde serían retiradas por chasques de los boroganos. En las notas enviadas por el
gobierno a los jueces de paz de cada localidad se apuntaba que este medio de provisión era "el único
qe se presenta como indispensable mientras el Gobno. realiza una contrata de animales yeguarizos para
la mantención de dhos Indios"; y, tal vez conociendo la resistencia que traería la medida, se recomendaba
que "el reparto en la saca sea igual, en proporción a los animales de cada hacendado para que asi sea
mas llevadera al qe no venda de buena voluntad por no convenirle". Finalmente se establecía que el
precio pagado "por todo lo que camina: yegua o potrillo" fuera de 10 pesos (AGN, X, 24.7.2).
El sistema no pareció dar grandes resultados; en la remesa de diciembre de ese año solo pudieron
recolectarse 324 cabezas según se ve en el siguiente cuadro:
V i l l a d e L u ján 50 26 76
S a n A n d r é s d e Giles 40 40
Areco 50 2 52
G u a r d i a d e L u ján 100 56 156
Fuente: AGN. X. 24 . 7 . 2
45 .
La referencia a entrega de dinero a los indios puede llamar a engaño ya que frecuentemente significaba el valor en pesos de los
artículos que debían repartirse.
24
Conclusiones
En las páginas precedentes hemos descripto una etapa de las relaciones entre el gobierno bonaerense
y las tribus existentes en las pampas que había sido prácticamente ignorada por la bibliografía
consultada. La cronología de la política indígena de la provincia desde 1820 hasta el segundo gobierno
de Rosas iniciado en 1835, se concentraba en algunos hechos básicos: las expediciones de Rodríguez
con la fundación del fuerte Independencia; las campañas del Coronel Rauch; las 'paces* del gobierno
de Las Heras; la fundación de fuertes durante el gobierno de Dorrego y la campaña al desierto de 1833-
1834. De esta manera se producía un hiato entre 1829-1833 en el que la atención se centraba en la
guerra civil entre federales y unitarios.
Durante ese período, sin embargo, las relaciones entre el gobierno y las tribus indígenas que habitaban
en las pampas reflejaban una gran complejidad. Algunas tribus, captadas por el gobierno, habían
trasladado sus tolderías hacia el interior del territorio blanco donde eran obsequiadas con ganado para
su alimentación; a estas tribus las hemos denominado amigas. Otros grupos indígenas que permanecían
en las pampas, mantenían relaciones amistosas con el gobierno siendo obsequiados en los fuertes de
frontera cuando se acercaban a comerciar o a presentar informes; son los grupos que llamamos aliados.
No obstante, alianzas y rivalidades se sucedían entre ambos grupos y el gobierno reflejando una
situación de inestabilidad crónica en este esquema.
El agotamiento del mismo se hizo más evidente con el ingreso de grupos indígenas provenientes de Chile
entre 1830 y 1831. La aparición de estas partidas puso en evidencia las rivalidades entre chilenos y
pampas. El gobierno bonaerense se encontró presionado por ambas partes; los pampas exigían ayuda
militar para defenderse de sus enemigos; los chilenos pretendían ingresar en el sistema de raciones y
obsequios. El fin de la guerra contra la Liga del Interior, permitió al gobierno centrar su atención, y desviar
recursos, hacia este problema. Las tribus enemigas y aquellas que, incluidas en el negocio pacífico no
habían respondido con fidelidad ante el llamado del gobierno para batir a los chilenos que incursionaron
la frontera, fueron perseguidas y expulsadas hacia el interior de las pampas. Las tribus fieles se
trasladaron a la línea de frontera de manera de concentrarlas en sólo cuatro sitios: fuerte Federación,
Tapalqué, arroyo Azul y fuerte Independencia. Estos grupos debían comprometerse a defender la frontera
de ataques externos y en compensación recibirían raciones mensuales de ganado y artículos de
consumo.
En té f minos generales, éstas fueron las características del período que acabamos de analizar. A partir
de 1833 el negocio pacífico reflejaría una mayor estabilidad: había quedado claro qué pretendía cada
parte de la otra.
25
Apéndice documental
Fuente: AGN, III, 3,6.9, 3.6.18 y 3.8.2 (sin datos para los meses de abril, mayo y agosto).
28
Para repartir entre los caciques 2 tercios de yerba, 2 rollos de tabaco, 2 barriles de aguardien
te, 2 @ de harina y 2 de azúcar, 1 libra de añil.
Para repartir entre los indios Un vestuario de soldado con poncho para cada uno, un poco
que acompañan a Delgado de yerba y 50 pesos. 'Si hubiese algún capitán se le dara
vestuario de Capitán y yerva y tabaco en proporción a su clase
y cien pesos'.
CUADRO 4: OBSEQUIOS A CACIQUES CONSIGNADOS POR LA CAJA DEL NEGOCIO PACIFICO ENTRE
ABRIL Y DICIEMBRE DE 1832.
Indio Antonio Rosas 100 pesos; 50 pesos para ‘su marcha en comisión'
Caciquíllo González 300 pesos;
Cacique Millacay 300 pesos;
Cañuiquir 1.500 pesos; objetos de plata (copas y espuelas); 32p 6r "en
celebridad de las derrotas a los indios enemigos'
Llanquelen 3.000 pesos; una marca de herrar; 3.000 pesos 'para aviarflo]
y gratificarlo]'; 600 yeguas, 1500 ovejas, 10 caballos. 40
vacas, 10 fanegas de maiz y zapallo.
Juan Coñuepan 500 pesos "por el rescate de su hijo'
Cacique borogano Guechan y 6.000 pesos "para repartir porque parten a atacar a los indios
sus indios rebeldes"
Cacique borogano Meliñamcu y 2.000 pesos "parten de la Guardia Mayo para atacar a los
sus indios indios rebeldes"
Venancio 1 recado para montar; 4.500 pesos para 'aviarflo] y despa
charlo] a los campos"; 350 yeguas, 60 vacas. 6 caballos, 20
fanegas de maiz y zapallo
indios de Cachul que regresan 1.000 pesos
con el capitán Necumil
Indio Mateo Raynaguel 200 pesos por su servicio de chasque desde Bahía Blanca
indios del cacique Cañuiquir 6.360 pesos para repartir a los 109 indios 'que marchan a
incorporarse a la división que opera por afuera de Salinas'
Antiguan 300 yeguas y 500 ovejas
Juan Landao 200 yeguas, 500 ovejas y 20 caballos.
Quiñagual 300 yeguas y 1000 ovejas
Guechan 300 yeguas y 20 caballos
Burinaquel 200 yeguas, 500 ovejas, 40 vacas, 10 caballos, 10 fanegas de
maiz y zapallo
Chanil y Canehum 3.000 pesos para regresar a sus toldos
octubre 3 lomillos, 4 frenos, 4 pis ólas 36 (chillos con vaina, 1 sable bueno, 1 par de
espuelas, 2 piezas de bayeta colorada, 2 Id de bayeta de calidad regular, 4 piezas
de bayeta verde, 4 piezas de paño grana, 3 piezas de paño verde, 100 collares de
cuenta, 4 gruesas de deda'es, 5 f negas de sal 2 gruesas de cascabeles. 4 tercios
de yerba. 4 rollos de tabaco, 4 resmas de cape' blanco, 4 sacos de pasas, 1 libra
de azúcar, 25 chaquetas de par.o, 2o chalecos de lanilla, 25 camisas Je algodón,
25 calzoncillos de algodón, 25 sombreros, 25 pañue’os, 25 cuchillos con vaina 25
chlripás
diciembre 10 tercios de yerba, 8 rollos de tabaco, 6 libras de añil, 6 resmas de paoel blanco,
12 arrobas de azúcar, 12 arrobas de pasas de higo, 6 barricas de harina. 10
barriles de aguardiente
é.r’ r sv
* • PERGAMINO V-
• ARRECIFES
• SALTO
• ARECO
«FEDERACION
• GUARDIA LU,
navarro
• LOBOS
Lttg, Polvi
25 DB MAYO 1 N , • MONTE
Lag. <U Wllanimv • RANCHOS
Leg ¡¡tonca . y
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Introducción 5
Las fuentes 6
Conclusiones 24
Apéndice documental 25
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