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“El testigo”: Una obra fotoperiodística a través de los ojos de Rancière y Debord

Juan Pablo Arenas, Isabella Barrera y Valentina Leal

Vivimos en una era donde el espectáculo se ha transformado en la nueva forma de ver el mundo;
donde las sociedades se vuelven objetos de este y, a su vez, cada sujeto perteneciente a estas
asume un rol dentro de esa gran esfera que les permite observar el mundo.

Ahora bien, esa esfera está compuesta de distintas imágenes del mundo, de acuerdo con el
filósofo francés Guy Debord (1967) “el espectáculo es un movimiento autónomo de lo no viviente”,
es decir, es aquello que nos permite ver la vida a partir de imágenes que intentan mostrar la
realidad. Sin embargo, esa “realidad” es subjetiva, ya que el espectáculo puede darnos una
dimensión diferente a lo real, falsa o como la define el autor “realmente invertida”. Para Debord
(1967), el espectáculo forma parte de la sociedad, el espectáculo es la misma sociedad unificada,
ya que este viene siendo el lugar donde se concentra la mirada de todos los sujetos que
pertenecen a esa sociedad. A lo largo de del texto “La sociedad del espectáculo” Guy Debord,
menciona a la imagen como pieza fundamental para entender el espectáculo, para él las
imágenes y este concepto van estrictamente relacionadas, define que la relación directa entre los
sujetos va mediada por imágenes y a esto se le conoce como el espectáculo. Es decir que el
concepto de las imágenes por sí solas, no son el espectáculo, pero al causar una reacción en el
individuo, llegando a tener una relación con el mismo, pasa a convertirse en espectáculo. Los
sujetos empiezan a formar parte de este y se convierten es espectadores, en una sociedad de
apariencias, donde los hombres se encuentran sometidos debido a que el espectáculo va
tomando fuerza y se convierte en un movimiento económico. “El espectáculo no es más que una
economía desarrollándose para sí misma” (Debord, 1967, pág. 12). A partir de esto se puede
entender que el espectáculo necesita de sus espectadores para seguir creciendo y a su vez estos
son esclavos del mismo debido a que todo gira entorno a las economías y hoy en día, el
espectáculo mueve a la sociedad moderna a través de las imágenes que emite, ya que el mundo
real se convierte en simples imágenes y estas se vuelven tan importantes que llegan a verse y
sentirse tan reales, que empiezan a transformar los comportamientos de los individuos que las
observan.

Debord maneja una visión más crítica del espectáculo y la imagen. El espectáculo se presenta
como un instrumento de unificación, de unión entre los individuos que pertenecen a una sociedad,
no se basa en un conjunto de imágenes, sino “una relación social entre personas mediatizada
por imágenes” (Debord, 1967, pág. 9). Las imágenes tienen la capacidad de sostenerse debido
a que la realidad surge del espectáculo y el espectáculo es real (Debord, 1967, pág. 10); desde
la misma concepción de Debord, el espectáculo es el efecto y el plan de un modo de producción
existente, es decir la industria y el mundo lo vuelve veraz, de tal forma que se convierte en algo
absolutamente real para el público que lo observa y que se encuentra sumergido dentro del
mismo. El espectáculo llega a ser tan importante que se convierte en algo más que un
complemento o un añadido al mundo real, se vuelve, “el corazón del irrealismo de la sociedad
real” (Debord, 1967, pág. 9). Es decir, que cumple la función vital de dirigir el ilusorio mundo que
se encarna en la sociedad.

“...el espectáculo es la afirmación de la apariencia y la afirmación de toda vida humana, es decir


social, como simple apariencia. Pero la crítica que alcanza la verdad del espectáculo lo descubre como la
negación visible de la vida; como una negación de la vida que ha llegado a ser visible” (Debord, 1967, pág.
10-11).

La actitud que exige el espectáculo es la aceptación de la pasividad y es algo que han podido
formar por su manera de aparecer sin réplica (ningún argumento o expresión en su contra), dado
a lo que el autor llama “el espectáculo de la apariencia”.

Contrario a la visión de Debord, Jacques Rancière en su apartado “El espectador emancipado”:


El espectador es un ser activo, lleno de preconceptos que ha construido a lo largo de su vida por
vivencias o acciones que le hayan mostrado algo que no sabía “No hay ignorante que no sepa ya
un millón de cosas”.( Rancière, 2010. Pág.16) En el teatro, según Rancière, el espectador puede
llegar a tener una participación al momento en que este va comprendiendo, asimilado y
relacionando lo que ve con lo que piensa. “El espectador también actúa, como el alumno o como
el docto. Observa, selecciona, compara, interpreta” (Rancière, 2010. Pág.19).

Por ello, en medio de los diferentes actos, el espectador, así como el maestro pueden aprender
simultáneamente, aunque es probable que no aprendan lo mismo, ya que han estudiado, vivido
y piensan diferente “Participa en la performance rehaciéndola a su manera (…) para hacer de ella
una pura imagen y asociar esa pura imagen a una historia que ha leído o soñado, vivido o
inventado.” (Rancière, 2010. Pág.20)

Por otra parte, el espectáculo se podría comprender a los ojos de Rancière como en la que “Todas
las formas de espectáculo -Acción dramática, danza, performance, mimo u otras- que ponen
cuerpos en acción ante un público reunido.” (Rancière, 2010. Pág.20) Da ha entender que este
es el resultado del como los artistas realizan sus representaciones en un escenario ante sus
espectadores, que para este pueden ser críticos con el conocimiento propio, basándose
principalmente en el teatro, donde se ve claramente el papel que tiene el espectador, frente al
espectáculo. “Siempre y cuando la performance los arranque de su actitud pasiva y los transforme
en participantes activos de un mundo común.” (Rancière, 2010. Pág.18) Es decir que, el el
espectador empieza a ser activo en el espectaculo y cumple un rol, con el simple hecho de
observar.

En este contexto, “La imagen no es el doble de una cosa. Es un juego complejo de relaciones
entre lo visible y lo invisible, lo visible y la palabra, lo dicho y lo no dicho”. (Rancière, 2010. Pág.94)
Por lo tanto se puede afirmar que de lo que el autor intenta explicar es que es la representación
de lo que ve el ojo, o lo que quiere captar el artista, es solo una parte de la realidad sujeta a la
subjetividad del realizador.

Para entender los conceptos expuestos a lo largo de este texto, es importante hablar de la
exposición de “El testigo” por el fotoperiodista, Jesús Abad Colorado, en términos de Rancière en
el espectador emancipado (2008), esta obra vendría siendo una representación certera de cómo
la oposición de la apariencia es transformada por una imagen de la realidad, enfrentando a los
visitantes de una manera directa para contextualizar a través de imágenes que reflejan el conflicto
en Colombia. En algunos casos, las fotografías que se pueden apreciar se convierten en
“imágenes intolerables” debido al alto contenido de realidad que se puede apreciar. Por el otro
lado, lo tolerable se convierte en un concepto mínimo, llegando a perder el respeto por cada una
de las imágenes que en realidad guardan un significado mucho más profundo. Por ejemplo,
muchos de los asistentes posaban con entusiasmo para ser fotografiados frente a imágenes que
mostraban lo más crudo del posconflicto: Desde personas dejando sus hogares, cuerpos de niños
y adultos, personas asimilando la pérdida de un ser querido, lugares con señales de balas, restos
de hogares, etc… La exposición cuenta con tantas imágenes que muestran la realidad de una
Colombia que sólo aquellos que han vivido esas experiencias pueden comprender. Sin embargo,
los espectadores que se paran enfrente de esas fotografías llegan a tener una percepción
cercana, más no igual a la de aquellos que han tenido que enfrentarse a esa violencia. Por lo
anterior se puede decir que las imágenes llegan a sensibilizar al espectador, creando un vínculo
con el mismo, un sentimiento de solidaridad con el otro; busca generar una relación con el otro,
concepto del que habla Guy Debord en su texto, donde establece que el espectáculo es una
forma de unificación a través de las relaciones que crean las imágenes con los individuos que las
observan.

La constitución propia de estas imágenes nos muestra la capacidad que no tiene todo el mundo
de hablar y ver. Incluso, en el documental “El testigo” (2019) podemos apreciar una explicación
que el fotoperiodista hace sobre una de sus fotos: En la fotografía se aprecia una mujer llena de
sangre en su camisa tras socorrer a su hijo pequeño. La explicación que Jesús Abad Colorado
hace sobre esta fotografía es que tomó la decisión de tomar esta fotografía en blanco y negro
para disminuir el impacto de la camisa manchada de sangre. Con lo dicho con anterioridad
podemos notar que hay un cuidado extremo por preocuparse en el valor de la realidad no por
producir cualquier sensación de morbo por parte del espectador. es que el impacto de la
exposición no sólo reside en lo que trata de mostrar imagen tras imagen, sino que también en los
textos que recopilan las experiencias de autor de las imágenes y el contexto de las
conversaciones que suscitan lo que está ocurriendo en la mayoría de las fotos. Lo que se trata
de decir es que, al apreciar el contenido de los textos, se puede también apreciar una nueva
concepción dentro de nuestro imaginario y brinda por unos instantes la imagen en nuestra mente
como si estuviera pasando en aquel instante, y todo esto a través de la lectura que se hace. Lo
intolerable pasa a jugar un papel intolerable también en lo que se está leyendo y no sólo en la
mera observación crítica de las imágenes. Lo que se está haciendo en esta exposición es
conectar una imagen con elementos verbales y visuales para que cada uno de los individuos que
participan hagan parte de una pieza donde tengan una voz desde su experiencia individual y no
queden amontonados en simplemente cifras (Olivos, A.M, teoría de la comunicación II, 24 de
septiembre de 2019).

Tomando en cuenta la relación entre la imagen y el sujeto que la observa, donde este crea
un vínculo, ¿Es posible afirmar que en la exposición "El Testigo” el espectador llega a
sumergirse en el mundo retratado en la fotografía, pesé a que esta está en un espacio-
tiempo distinto, ¿pero que a su vez causa alguna reacción el presente?

¿Cómo puedo transformar el efecto inmediato de los medios para hacer tolerable las
imágenes que presentan la realidad?

¿Este tipo de imágenes intolerables, que se miran con morbo y amarillismo, pueden llegar
a generar un impacto positivo? O ¿Es necesario manejar cierto tipo prudencia al momento
de difundirlas?
INDICE DE IMÁGENES

Juan Pablo Arenas, Claustro de San Agustín, Exposición El Testigo: Memorias del conflicto
armado colombiano

Isabella Barrera, Claustro de San Agustín, Exposición El Testigo: Memorias del conflicto armado
colombiano
Valentina Leal, Claustro de San Agustín, Exposición El Testigo: Memorias del conflicto armado
colombiano

Abad J. (2002). Pieza de: Observadores. [Fotografía] .Recuperado de: El Testigo Documental.
Isabella Barrera, Claustro de San Agustín, Exposición El Testigo: Memorias del conflicto armado
colombiano
BIBLIOGRAFÍA

Arenas, J., Barrera, I. & Leal, V. (30 de septiembre de 2019), Museo Claustro San Agustín,
Exposición "El Testigo" por Jesús Abad Colorado

Debord, G. (1995). La sociedad del espectáculo. Santiago de Chile, Chile: Ediciones Naufragio

Galdos, G & Horne K. (2018). El Testigo [Documental]. Colombia: Horne Productions

Ranciére, J. (2010). El espectador Enmancipado. Buenos Aires, Argentina: Manantial

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