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Deseo, fidelidad, intimidad, pareja

Tere Díaz Sendra y Rafael Manrique Solana

Ninguna idea merece respeto porque todas son discutibles. Hay que respetar a las personas pero no lo
que piensan.
Rafael Manrique

Nadie llena por completo el deseo de nadie. Una persona puede casarse con otra, incluso puede casarse
con quien ama, pero el deseo no, el deseo no se casa con nadie. El deseo no se limita... somos seres de
deseos. Quien no desea, muere. Pero desear, tal vez la acción más humana, es una de las más difíciles de
ejecutar y satisfacer y de las más reacias a ser modificadas por la terapia. Cuando uno trabaja con parejas
observa que el amor, el matrimonio y el deseo con frecuencia entran en colisión. Disponer de una precisa
comprensión de estos temas parece clave en el trabajo terapéutico. Supongo que esa necesidad llevó a
Tere Díaz a iniciar estas conversaciones.

¿Hay que hacer explícito que el deseo no se agota en el otro?

No creo que sea necesario. Pero sí es necesario estar dispuesto a decir, si llega el caso, que "mi mundo de
deseos, de erotismo o de encuentros ha crecido, se ha expandido... y mis intereses, deseos y valores - y a
veces mi sexualidad - están también en otro juego sin que eso menoscabe lo que tenemos. Todo lo que
tengo contigo lo tengo contigo y sólo contigo. Pero sí, soy más que eso..."

Llegó a mis manos el libro que ha escrito: Conyugal y Extraconyugal. Nuevas geografías amorosas.
Interesante, diferente... me gustó, pero necesitaba hacer precisiones, por eso le escribí. Me alegra la
posibilidad de ahora presentar esas conversaciones casi tal y como se produjeron por correo electrónico.

Y sí... yo agregaría, que a través de sus preguntas me di cuenta de que algunos conceptos precisaban una
mayor nitidez, sobre todo si se trabaja como terapeuta de parejas.

Por eso le propongo precisar, ya que habla de geografías, una especie de atlas de geografía amorosa que
contenga los puntos más importantes de ese mapa, los accidentes más notables, lo que una persona se va
a encontrar si se adentra en ese territorio. ¿Empezamos por el enamoramiento? Usted afirma que las
personas que se enamoran están en un estado de carencia...

El enamoramiento es un estado muy complejo del ser humano con expresiones en el campo cognitivo,
bioquímico, afectivo… que se produce en situaciones de carencia personal. Por eso se vive como una
experiencia de cambio, de renovación, de creatividad, de fantasía, de bondad. El estar enamorado supone
la unión de dos seres que previamente estaban separados. Se borran las diferencias entre "mí mismo "y
"el otro". Es una experiencia de compartir el mundo, de ser transparente, seguro, armónico, total... Los
elementos del mundo adquieren una significación personal e imborrable.

¿Algo medio "narcisista"?


Sí, el enamoramiento es un movimiento cerrado en el que el individuo sale de él, idealiza su yo (que es lo
que es el otro, el amante) y vuelve hacia él mismo. De esta manera ven, sienten y piensan lo mismo. Se
da en estados de carencia, de duda, de crisis… Los que más se enamoran son los adolescentes y los
"cuarentones".

Pero, ¿no es el enamoramiento una puerta de entrada al amor?

Sí, pero no la única. De hecho nada hay en el enamoramiento que garantice el amor. Si hiciéramos el
experimento de casar a 100 personas por perfiles y a otras 100 enamoradas, dudo que al cabo de 10 años
hubiera diferencias en el número de los que han llegado a amarse. En todas las épocas de la humanidad
ha habido amor, pero piense por ejemplo en la Roma Clásica, donde no se consideraba que el
enamoramiento fuera básico.

Entonces, ¿podría decirse que una persona más satisfecha, más madura se enamoraría menos?

Sí, una persona más madura (esto es, capaz de gestionar de forma eficaz sus deseos) se enamoraría
menos y amaría y disfrutaría más.

Quizá estoy influenciada por el romanticismo y aunque no dejo de ver los problemas del paso del
enamoramiento al amor, me parece que esa sensación de completitud es deliciosa siempre que no se viva
como indispensable y adictiva, siempre que no nuble tanto como para perderse en esa fusión que termina
por ahogar. ¿Será que también hay enamoramientos más maduros que otros? ¿Será que a estas alturas
de la vida estoy confundiendo el enamoramiento con el amor? ¿O es que existe otro nombre para
mencionar esa atracción y ese deseo de acercarse a otro, compartir y hacer posible crear vínculos que
puedan hacernos sentir acompañados y compartiendo una parte de la vida?

Todo el mundo ha de enamorarse alguna vez. Es una experiencia deliciosa, pero no se deben tomar
decisiones en función de ella.

Y no puedo dejar de imaginar el enamoramiento sin un componente erótico que siempre puede terminar
siendo sexual.

Si he entendido bien su biografía, usted sólo ha tenido cuatro relaciones sexuales en su vida (el sexo es
para reproducirse); el resto han sido relaciones eróticas. Sí, lo erótico siempre está en cualquier relación,
incluso en la génesis y desarrollo de esta conversación, en estos correos o en cualquier relación
mínimamente significativa. Otra cosa es que eso se exprese también en relaciones físicas (lo que en
España se llama "follar") vinculadas en su origen a la reproducción, pero que ya hace mucho se
despegaron hasta hacerse la parte fundamental de lo erótico.

Vuelvo un poco atrás. Usted afirma que una persona madura (capaz de gestionar de forma eficaz sus
deseos) se enamora menos y ama y disfruta más. Me queda claro que no es lo mismo enamorarse a los
15 que a los 36 años, aquí entra la madurez. También dice usted que el deseo es una explicación y un
movimiento más importante que el enamoramiento. ¿Cómo lo diferencia? ¿El deseo tiene que ver más con
una elección?

El deseo es un movimiento y una motivación más importante, más humana que el enamoramiento. El
deseo no es una contabilidad o una cantidad con la que puedes llegar a tener bastante. Una o un millón,
el deseo no sabe de cuentas, no sabe de moral. Aparece y si no se reprime hay que gestionarlo
eficazmente, pero no de manera contable. Trato de explicarme a la manera de silogismo: somos seres de
deseos, desear es desear tener, esto crea vínculos con los objetos. Gracias a nuestro ser deseante nos
vinculamos. El deseo sexual es quizás el más poderoso; se une a nuestra naturaleza de seres sexuados.
Por eso podemos desear lo sexual y más aún lo erótico, que en los humanos es lo más importante.

Es decir, a partir del deseo que va del sujeto a los objetos se crean relaciones personales que pueden
acabar en amorosas. Pero esos deseos han de gestionarse de forma eficaz. La terapia y la pedagogía se
ocupan de ello...

Y sí, pero siempre estamos deseando. No siempre nos enamoramos. Esa intensa pasión se da sólo en
circunstancias especiales de la vida; es conmovedora, pero no buena consejera. El orden social estimula el
enamoramiento más que la madurez de desear, o bien inocula deseos ya fabricados por medio de la
publicidad. Así que vivamos deseando y no enamorándonos… y consumiendo.

¿Cómo distinguiría o cómo se muestra alguien que se vincula desde el deseo hacia otro del que se vincula
desde el enamoramiento?

Las diferencias son notables. El enamorado se proyecta, idealiza, altera su estado de ánimo, devora, no
piensa, goza, se fusiona... El deseante diferencia, separa, aprovecha las características del otro, es
moderado, escéptico, pasional, pero no fusional.

Precisemos. ¿Cómo definiría usted el deseo, el erotismo y la seducción?

Para mí el deseo es la tendencia natural humana a tener, a poseer objetos (y aquí las otras personas o
uno mismo son objetos). El erotismo es la forma en la que el deseo, que se apoya en la dimensión sexual
humana, se expresa, se hace personal, cultural y significativo; el erotismo está prácticamente en todos los
actos que tienen algún significado, impregna nuestra vida. La seducción es hacer que el otro se vincule a
ti, que su mundo de significados y de deseos y erotismo pase por ti (vincular, no atar).

Deseo, erotismo, seducción… todavía no hemos hablado de amor.

El amor no existe. Es una metáfora, una forma de hablar, un resumen de un conjunto de realidades que sí
son las que existen. Lo que llamamos amor es una experiencia emocional que nos habla de cómo nos va
en una serie de características. De forma son:

1. Domesticidad: El gusto por lo cotidiano, lo predecible, lo familiar, lo hogareño; el gusto por la


repetición y la rutina que contiene toda felicidad.
2. Apego: Describe el placer de aquellos que se aman por estar juntos físicamente.
3. Erotismo: Es el placer del sexo después de su elaboración por la fantasía y la imaginación.
4. Enamoramiento: Es el estado de placer por la fusión y la proyección de un amante en otro.
5. Racionalidad: Es la evaluación que según los intereses, deseos y valores de cada uno se realiza
acerca del otro.
6. Memoria: Es la presencia de la historia de la relación en el día a día de la experiencia amorosa.
7. Mutualidad: Es la reciprocidad, el intercambio que se da entre las acciones de ambos amantes.
8. Diversión: Describe la dimensión lúdica, festiva, de juego, de "como si", de risa y alegría en la
interacción de los que se aman.

¿A la suma de todo esto lo llama amor?

El amor es el resumen emocional de la mezcla variable de esas dimensiones.

Eso implica que todos los amores son distintos, ya que en cada persona la mezcla será diferente...

Sí, así es. Por eso no hay una pareja genérica, no hay un amor genérico. En cada caso es distinto y las
descripciones sobre el amor o los consejos acerca del amor y la corrección tipo "autoayuda" no tienen
ningún sentido.

¿Y el amor conyugal tiene sentido?

El amor siempre tiene sentido. Lo que ocurre es que en la relación conyugal, el matrimonio y el amor
tienen una lógica contradictoria. El amor pide cambio, pasión, novedad, riesgo; lo conyugal conservación,
rutina, hijos, estabilidad. Se hace difícil compaginar amor y conyugalidad. De ahí el fracaso constante que
vemos: divorcios, infelicidad… violencia.

Usted dice que el amor tiene que ver con la sexualidad y también con la intimidad y los afectos; por otro
lado habla de que el ser humano tiene un mundo público, uno privado y uno íntimo ¿Cómo definiría usted
la intimidad?

El ser humano tiene tres ámbitos de existencia, el público, el privado y el íntimo. Este último es
incomunicable aunque se quisiera hacer. Por eso "dime todo de ti" es una petición absurda e imposible,
como la oferta de "te diré todo de mí".

Pero las personas sí se sienten íntimas...


Pero se refieren a otra cosa. Es un término mal empleado. Creo que la gente se refiere más a un
desvelamiento que cuando es bueno para la pareja adquiere esta forma: "Quiero decirte quien creo que
soy. Espero que eso nos acerque, pero no espero que tú hagas lo mismo ni que me apruebes. Tú no estás
en el mundo para reafirmarme a mí. Pero quiero tener la experiencia de saber qué sabes de mí". Esto es
intimidad, algo que se da, o no, en diferentes cuantías según las personas. Es un componente deseable,
pero no necesario del amor. Y no es un intercambio ni un chantaje del tipo "si yo soy íntimo tú también,
eso es lo justo". El amor no tiene que ver con la justicia.

Me sorprende el que usted diga que la intimidad no es un componente necesario para el amor. ¿Sabe de
Robert Sternberg y su teoría triangular del amor donde dice que las relaciones de parejas satisfactorias
tienen tres componentes: pasión, intimidad y compromiso. ¿Cómo ve usted esta propuesta?

Es una clasificación sencilla y clara y eso es bueno, aunque la veo poco interesante, e incluso perjudicial,
para entender la complejidad del fenómeno amoroso. Para este autor el amor es algo que tiene una
existencia real y es único y general para todos los seres humanos. Para Sternberg, y otros muchos
autores, el amor es una entidad objetiva y no valorativa según los amantes. Ve el amor como una esencia
y no como una relación pero, al tiempo, los tres componentes que cita son muy abstractos. No hay lugar
para la contradicción tan típica de la relación amorosa.

Y regreso a lo de la intimidad. En algún momento me he planteado la posibilidad de que la profundidad de


la intimidad en una relación pudiera sustituir a la excitación de la novedad o, al menos, compensarla,
como si existiese la posibilidad de que la intimidad profunda alimentara la pasión, ¿Qué le parece?

Nada más leer este comentario me dije: No lo creo posible. Pero hay que matizar. La intimidad y su
correlato de cercanía y calor emocional es algo que sólo se da a veces y sólo en algunas personas. Pero es
un placer distinto al erótico. Puede ocurrir que, en ocasiones, alimente la pasión, aunque sólo de forma
esporádica y, sobre todo, al inicio de una relación amorosa. Lo que sí es verdad es que con el tiempo la
relación amorosa no es pasional y hay que apoyarse en otras cosas. ¿En la intimidad? difícil...

El amor, en dos palabras, se caracteriza por…

Compromiso y erotismo.

En su libro concreta estas características en mutualidad, fuerza y unicidad.

Planteo que el amor es una metáfora que resume el estado emocional que se crea al poner en juego las
ocho características que he mencionado. Eso crea una relación amorosa diferente en cada persona, en
cada pareja, pero que tienen en común la mutualidad, la unicidad y la fortaleza.

¿Cómo define unicidad si no se refiere con este término a exclusividad?


La fidelidad no tiene que ver con la exclusividad. La fidelidad no se tiene, no se guarda, no se defiende; el
amor no es una fortaleza. La fidelidad nos habla de un pacto, de un acuerdo que no tiene que ver
necesariamente con el sexo. Se puede ser muy infiel a la relación amorosa sin haber tenido nunca sexo
con nadie y se puede ser fiel a la relación amorosa aun teniendo con otras relaciones sexuales. La
fidelidad es un pacto que tiene como contenido cualquier cosa que una pareja decidan entre los dos. La
relación amorosa es mutua, única y fuerte y a eso es a lo que hay que ser fiel. La posesión o la exclusión
sexual no son símbolos del amor, son símbolos de consumo. La fidelidad, por tanto, es una creación de
dos voluntades, un efecto de un proyecto amoroso y no una relación objetiva o un sistema de exclusiones.

¿Monogamia, poligamia… Monogamias sucesivas, por épocas, por gustos?

En realidad deberíamos asumir que podemos ser seres monógamos o polígamos en lo social y en lo
sexual. Sólo en ocasiones algunas personas deciden por su propio deseo llevar una monogamia social
acompañada de una monogamia sexual; se trata de una opción con ventajas e inconvenientes. Quizá
también aquí los seres humanos nos distribuimos en campana de Gauss con personas muy monógamas y
personas nada monógamas y muchas situaciones en el medio. ¿Por qué ha de haber un único modelo
para todos? Hay que ser consciente de que siendo fiel a un objeto también se es infiel a otro. La fidelidad
extrema, objetiva, depende de la petición de totalidad que se hace en el amor convencional: déjame
poseerte, déjame controlarte, déjame estar pegado a ti…

¿A qué se es fiel cuando se es fiel?

Se es fiel a la relación amorosa, a su unicidad, no a una exclusividad impuesta. Una relación es única en la
medida que los afectos, la historia, la memoria, el sexo, la experiencia, el dinero... son únicos con esa
persona y no es intercambiable ni superponible con otra relación. Ser fiel es respetar la propia identidad y
la del otro; fiel a lo que el amor crea en cada uno, a la memoria de su relación… Ser fiel es saber que
nada es inmutable y estar abierto a las modificaciones que sean necesarias y a las que se produzcan por
azar. La fidelidad es un acuerdo, no una conducta.

Relaciones conyugales y extraconyugales… ¿No es inmanejable? ¿No es una afectiva y la otra sexual? ¿No
estamos ante una nueva versión de la mujer esposa o prostituta?

Con frecuencia se plantea, ante el desarrollo de relaciones extraconyugales, la implicación sentimental que
se puede producir. Así es. No existe, ni en ésta ni en ningún tipo de relación, lo sexual sin lo sentimental,
ni lo sentimental sin lo sexual. Es una mezquindad sostener que puede haber relaciones sexuales sin
implicación emocional - quizá con la excepción del sexo rápido de una "noche de copas" -. Hay siempre
una sobreimplicación en toda relación y más si incluye el sexo. Lo uno implica y tiñe lo otro. La expresión
y el dibujo del símbolo chino ying-yang puede ser útil para comprender esa dinámica mixta que existe
entre el sexo y el amor, así como entre lo conyugal y lo extraconyugal. Es expresión de la dualidad y
complementariedad de todo lo que existe. En toda relación sexual se crea, se genera o contiene algo de
una relación amorosa. Toda relación amorosa crea, genera o contiene deseo sexual. El problema estriba
en la gestión de esa realidad doble.
Sí, claro, habría mucho que decir sobre todo eso. Pero antes de ir mas allá, le comento que su propuesta
en México es avanzada. Me atrevo a decir que escasos sectores podrían integrarla. O peor, podrían apoyar
una postura patriarcal, machista de dominio donde "el hombre puede tener muchas viejas", pero "su vieja
tiene que ser sólo suya". Me parece que las nuevas generaciones van integrando otras premisas, pero no
tienen ni cuestionamientos ni modelos sólidos a los que recurrir. ¿Será que en España los criterios dan
para más?

Quizá en Europa haya ahora mismo una mayor libertad, pero tampoco es tanta y es muy cambiante. No
hay más que leer las recientes declaraciones de un ministro polaco acerca de la homosexualidad, el sexo,
la familia o el aborto. En realidad yo no propongo nada; lo que digo es que ha de haber muchas formas
diferentes de vivir el amor y que la actual, la conyugal, matrimonial, de totalidad y exclusividad no parece
la mejor. Miremos las estadísticas: anualmente en España 60 mujeres son asesinadas por sus parejas.
Quienes quieran vivir así su relación, perfecto, pero no es la única opción ni siquiera ha de ser la más
deseable.

He visto personas que enfrentaban el dilema de "traicionar la relación" o "traicionarse a uno mismo".
Pienso que todo lo que propone lleva su tiempo, que no se puede hacer de un tirón, no se trata de
mandar todo a "volar", que finalmente tenemos una vida solamente, y con lo que hay se tiene que decidir.
¿Qué me dice, doctor?

Una de las grandes revoluciones de la modernidad fue separar la reproducción de la sexualidad, o del
erotismo, gracias a los medios anticonceptivos hormonales que eran baratos y de fácil adquisición. La
siguiente revolución en este terreno será la separación entre erotismo, amor y matrimonio. "Que nazcan
cien flores", como decía Mao Zedong, que nazcan cien formas diferentes de mezclar esas realidades
humanas.

Es cierto que no se puede ir rápido. Hay que abrir caminos y eso a veces exige cierta opacidad, cierta
oscuridad... no es lo ideal, pero no se pasa de lo real a lo ideal sin contradicciones.

A nuestra generación (40-50años) le toca iniciar esta revolución, no completarla. Así pasó con el
feminismo, tardó 100 años en estar sólido y aun así, ¡lo que cuesta! Pero no hay que vivir para obedecer a
los prejuicios e intereses de sociedades burguesas y reaccionarias.

A ver si entendí. Se trata de decir de forma sincera y apropiada al otro: te quiero para toda la vida, pero
mi vida no se limita sólo a lo nuestro...

Hay que ir despacio en el desarrollo de nuevas formas dentro de un matrimonio ya hecho. Pero hay que ir
abriéndole e ir haciendo planes por separado, acciones y emociones que no pertenecen a la relación. Es
una paradoja, pero para que la pasión se conserve en una relación de larga duración ha de haber otras
pasiones. La pasión sólo vive en la novedad, sólo se puede desear lo que no se tiene. Por tanto es
necesario, si no se quiere vivir en una institución en lugar de una relación, poner un tanto en juego esa
relación. En el amor la conservación es la muerte. Y como todo mundo nuevo e incierto, esta nueva
geografía amorosa requiere a veces silencio, prudencia... Difícil, pero importante y apasionante.
¿Y cómo desarrollar nuevas relaciones dentro de la relación básica? Corremos el riesgo de replicar la
relación original o que ésta deje de ser significativa…

Hay dos versiones de lo extraconyugal que provienen de la lógica religiosa burguesa y conservadora. Una
es la idea de un amante, que es como otro esposo o esposa. Sería en ese caso una relación alternativa
que no se atreve a serlo. La otra posibilidad convencional es la aventura "loca". Nada de eso me convence
(bueno, una aventura loca está bien… pero es un momento puntual). Hay que plantearse la pareja dentro
de formas nuevas, que no sea optar entre el dilema de la relación tradicional o el divorcio o el engaño.
Una especie de tercera vía: el encuentro entre dos seres humanos en lo que todo está abierto y nada
decidido o comprometido de antemano. ¿Cómo desarrollar nuevas relaciones dentro de la relación básica?
Sí, hay que debatirlo.

Menciona que lo propio de la relación de pareja es el compromiso y lo erótico. De este último hemos
conversado. Pero, ¿Cómo integrar el compromiso en lo que propone? De hecho me pregunto si un modelo
así ayuda a la crianza de los hijos que finalmente de uno u otro modo entra en juego...

Hay muchos tipos de compromiso. El conyugal tan solo es uno de ellos, es uno especial que funda una
familia para la crianza de hijos. Por unos años modifica las relaciones de pareja, pero no tendría que ser
tanto como suele ocurrir. Por otra parte, no todo el mundo desea tener hijos y, sin embargo, los tiene
debido a la presión social. Una cosa es la familia y otra, el amor. Aún no somos capaces de mezclarlas
bien. La actual fórmula es particularmente mala: ni sirve para el amor ni está dando una buena crianza. El
machismo, la insolidaridad, la xenofobia están creciendo y algo tiene que ver la familia en ello.

¿Se puede hablar también de mutualidad, unicidad y fuerza en los espacios extraconyugales? ¿También de
compromiso, pero en otra escala?

Sí, pero su contenido es diferente y su comprensión, también. Quizá hay que empezar por decir que la
multiplicidad de las relaciones nos aleja de la coherencia que esclaviza y de la muerte que todo lo iguala.
Tenemos relaciones diferentes y compromisos diferentes que no se pueden comparar ni superponer.
Tampoco los amores son comparables. Lo que sí es importante es que la multiplicidad de relaciones que
puedan existir no sean unas alternativas de otras, que no compitan por el mismo nicho. Recuerde el
ejemplo de Adonis que era tan bello que se lo disputaban Venus, diosa del amor, y Proserpina, diosa del
infierno. Al final de la historia Júpiter decidió que pasara cuatro meses con cada una y cuatro meses sólo.
Son esos amores los que en la mitología griega explican las estaciones de la tierra.

Me pregunto cómo llevar todo esto a la terapia de pareja...

Tema muy importante y amplio. Hagamos al menos cuatro observaciones.

 con frecuencia la terapia de pareja es conservadora, utiliza conceptos erróneos, imprecisos o


meramente románticos.
 con frecuencia promete lo que no puede hacer: "revitalizar" un amor. Es muy difícil, si no
imposible, arreglar un amor roto.
 es muy lícito reparar una institución, un dispositivo como el del matrimonio, pero se debe decir
así: es el matrimonio, no el amor.
 la posición intelectual más apropiada para tratar problemas de pareja es la de perplejidad. Por
eso el planteamiento general para una pareja puede ser éste: No sabemos casi nada… ¿Qué le
parece si hablamos como si nada fuera fijo?

Para terminar, - valga decir que el tema, no se puede terminar...- entonces, para "intentar terminar" le
cuento: por ahí encontré un escrito suyo que se llama: "¿Me quieres?", estoy empezando a leerlo, pero
después de lo conversado le pregunto, ¿Y se le puede decir a alguien: te quiero mucho?

Sí, como juego, como seducción, como metáfora… Conceptualmente esa afirmación es falsa punto por
punto.

Quien ha leído hasta aquí seguramente adivinará por qué. Y quienes no… quizá se mantendrán
interesados para la próxima conversación.

Y me quedo interesada yo...

Gracias Doctor. Y hasta la próxima...

Psiquiatra y doctor por la Universidad de Cantabria. Ha sido becario del Fondo de Investigaciones
Sanitarias de la Seguridad Social y de la Universidad de Massachussets. Es supervisor docente en terapia
familiar y de pareja. Miembro de la European Association of Psychiatry, de la Asociación Española de
Neuropsiquiatría y de la Federación Española de Asociaciones de Terapia Familiar. Ha publicado La
psicoterapia como conversación crítica, Sexo, erotismo y amor, El diamante sin límites y Al fondo a la
izquierda. En la actualidad trabaja en Santander donde ejerce la práctica privada.

Tere Díaz Sendra. Lic. en Psicopedagogía. Promotora en Procesos de Desarrollo Humano Grupal.
Terapeuta familiar y de pareja por Crisol. Coordinadora del área familiar en la Clínica Ángeles TCA.
Coordinación clínica de Crisol. Consulta privada.

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