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63
El Monte Parnaso es una imagen tópica que por todas partes ilustra la
dificultad de adquirir destreza en el arte poético en términos usados hoy para
describir el alpinismo. El “Parnaso” representa no sólo la meta o consagración
del poeta, sino también el proceso para lograrla. La imagen y su metáfora
correlativa, encierran la noción humanística de una ascensión lenta y
dificultosa por parte del joven poeta, porfiado en dominar el arte. Si logra
subir a la cumbre, es decir, hacerse por fin un doctus poeta, su esfuerzo será
recompensado por la adquisición de la fama merecida, y se incorporará al
círculo de los consagrados. El Pinciano, tan admirado por Cervantes, definió
la poesía como “un subir la áspera cuesta del Parnaso para obtener como
premio el laurel de la fama.”12 Al hacer que Lope no “suba,” sino “descienda”
al Parnaso, sin ningún esfuerzo propio, Cervantes hace trizas el consagrado
tópico e ilustra bien la falta de credenciales intelectuales de Lope para hallarse
en el sagrado monte, aunque sin pregonarlo de modo explícito. La imagen de
un Lope que “cae” al Parnaso marcha acorde con la crítica recurrente que hace
Cervantes de la superficialidad de la cultura de Lope, y de su alarde de una
hueca erudición de Polianteas.13
Ahora habría que preguntarnos ¿por qué hace Cervantes que baje Lope
precisamente de una nube? Encontramos parte de la respuesta en un emblema
de 1610, compuesto por Sebastián de Covarrubias Orozco, autor también
del Tesoro de la lengua castellana. Al cotejar el emblema de Covarrubias con
la imagen emblemática de Cervantes, saltan a la vista unas correlaciones muy
sugerentes. La subscriptiodel emblema dice:
hay nube que a su sol claro deslumbre” (II, 21). Esto querrá decir,
figurativamente, que no hay nada que oscurezca su ingenio. No obstante,
Cervantes elimina a Poyo de su lista de los defensores del Parnaso porque:
“. . . como está siempre entretenido en trazas, en quimeras e invenciones, / no
ha de acudir a este marcial ruido” (II, 22-24). Damián Salustio del Poyo tenía
especial fama de tracista; sus comedias utilizaban gran aparato escénico.18 “La
nube,” una invención en que se bajaba y subía a los actores, era la forma más
popular de la tramoya, término general que designaba a las máquinas teatrales.
El rechazo de Poyo es un rechazo no sólo del abuso de las tramoyas, sino
también de todo tipo de comedia que halague al vulgo. No es la primera vez
que Cervantes critica el uso de las tramoyas. En el capítulo 48 de la primera
parte del Quijote, el canónigo se queja de que las apariencias están en las
comedias “para que gente ignorante se admire y venga a la comedia.”19 No
andaba equivocado Cervantes. Es cierto que hubo una relación directa entre el
uso de estas máquinas y la popularidad de una comedia con las masas. Lope
mismo, que protestaba amargamente contra la tiranía de las tramoyas en sus
escritos teóricos, se sirvió de ellas sin escrúpulo en la práctica, porque “los
efectos visuales guardaban estrecha relación con las posibilidades
monetarias.”20 Cervantes denunciaría de nuevo la situación del teatro en otro
triste testamento literario, el “Prólogo” a sus Ocho comedias y ocho
entremeses nuevos, nunca representados de 1615. Habla con nostalgia de la
edad de oro del teatro en tiempos de Lope de Rueda, cuando “no avia . . .
tramoyas, . . . ni menos baxavan del cielo nubes con angeles o con
almas.”21 La cita documenta que el término nube llegó a ser casi metonimia
por la ‘tramoya.’ Fue altamente ingeniosa la ocurrencia de Cervantes de bajar
a Lope de una nube —‘tramoya’ al escenario del Parnaso, burlándose así de la
comedia mercenaria, forraje poético para las masas. Podemos de nuevo
admirar la intensidad y eficacia de la imagen emblemática. El debate entero
sobre la comedia queda plasmado en la imagen de la bajada de Lope. Sin
ningún comentario más explícito, Cervantes ha dado un golpe de gracia a
Lope, poniendo en evidencia que, en realidad, la comedia y el halago del
vulgo eran el único pasaporte de Lope para nada más que acercarse al Parnaso
y no ya llegar a su cumbre.
Conviene tomar en cuenta, además, un texto burlesco de finales de 1600,
época en que estallaron las desavenencias entre Cervantes y Lope. Es un
soneto todavía sin atribuir, que anticipa de manera curiosa muchos temas
presentes en el Viaje, sobre todo la misma imagen emblemática que venimos
comentando:
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NOTES
11
Tenemos aquí, seguramente, una referencia al poeta sastre de Toledo,
Agustín Castellanos, autor de la comedia, Mientras yo podo las
viñas. Castellanos, aunque analfabeto, fue miembro de la corte literaria de
Lope de Vega. También hablaron de él Suárez de Figueroa en El Pasajero y
Plaza Universal de Todas Ciencias y Artes; Quevedo en la Perinola; y
Villegas en las Eróticas. Véase Francisco de Borja de San Román y
Fernández, “Quién fue el ‘Sastre de Toledo,’”Lope de Vega, los cómicos
toledanos y el poeta sastre. Serie de documentos inéditos de los años de 1590
a 1615 (Madrid: Impr. Góngora, 1935) LXXXVII-CVIII.
12
Alonso López Pinciano, Philosophia antigua poética, ed. Alfredo
Carballo Picazo, 3 vols. (Madrid: C. S. 1. C., 1953) I: 148.
13
Véase A. K. Jameson, “The Sources of Lope de Vega's
erudition,” Hispanic Review 5, (1937): 124-39; and Alan S. Trueblood,
“The Officina of Ravisius Textor in Lope de Vega's La Dorotea,” Hispanic
Review 36 (1958): 131-41. Sobre el ataque de los gramáticos a Lope por su
cultura de enciclopedias, véase José de Entrambasaguas, “Una guerra literaria
del Siglo de Oro. Lope de Vega y los preceptistas aristotélicos,” Estudios
sobre Lope de Vega (Madrid: C. S. I. C., 1946-7)
14
Sebastián de Covarrubias Orozco, Emblemas Morales, ed. Carmen
Bravo Villasante (Madrid: Fundación Universitaria Española, 1978) 118.
15
Javier Herrero, “La Metáfora del libro en Cervantes,” en Actas del
Séptimo Congreso de la Asociación Internacional de Hispanistas celebrado
en Venecia del 25 al 30 agosto 1980 (Roma: Bulzoni Editore, 1982) 580.
16
Véase Francisco Márquez Villanueva, “La locura emblemática en la
segunda parte del Quijote,” en Cervantes and the Renaissance. Papers of the
Pomona College Cervantes Symposium, November 16-18, 1978 (Easton, PA:
Juan de la Cuesta, 1980) 87-112.
17
Mariano José de Larra fue el creador de una encarnación inolvidable de
la vacuidad en su figura del “hombre-globo.” Los caracteres del “hombre-
globo” son la ascensión, el deseo de gran fama, y prestigio, y la tendencia a
hincharse. Dice, en su artículo llamado “El Hombre-Globo” de 1835: “. . . casi
todos nuestros globos, mientras están abajo entre nosotros asombra su
grandeza, y su aparato y su fama. Pero conforme se van elevando, se les va
viendo más pequeños; a la altura apenas de Palacio, que no es grande altura,
ya se le ve tamaños de avellanas, ya el hombre-globo no es nada: un poco de
humo, una gran tela, pero vacía . . . ,” en Mariano José de Larra, Antología
fugaz (Madrid: Alianza, 1979) 161. La noción del hombre que es “full of hot
air,” persiste aún en nuestros días.
18
Esta fama se encuentra documentado en el juicio crítico de la obra de
Poyo en el Ragguaglio di Parnasso. Essequie Poetiche, etc. del italiano Fabio
Franchi. El catálogo de ingenios de Franchi constituye una especie de vejamen
de varios poetas dramáticos contemporáneos de Lope. Dice: “Poio, ch'é
questo Pretino . . . dimanda, che si diano le sue Commedie ad alcun Poeta
novello scopator di frasi vecchie, e spazzacamino di moralità matusalemme,
che con perifrasi, e locuzione sbarbate, se non può rinovar l'edificio, almeno
lo resarcisca; ma sopra tutto prega, che in nessuna commedia sua si lasci (al
più) più di dodici apparenze di nuvole, nè più di due Principi volati da mine,
nè due o trè Princcipesse precipitate da Montagne, perchè ha la coscienza
troppo gravata per li Comici, che stroppiarono queste sue invenzioni.” Véase
Lope Félix de Vega Carpio, Colección de las obras sueltas assi en prosa
como en verso, ed. Francisco Cerdá y Rico, 21 vols. (Madrid: A. Sancha,
1776-79) 21: 64 [el énfasis es mío.]
19
Miguel de Cervantes Saavedra, Don Quijote de la Mancha, ed. Martín de
https://www.h-net.org/~cervantes/csa/artics89/lokos.htm