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Causas de la aparición del sistema feudal
La guerra fue endémica durante toda la época feudal, pero el feudalismo no provocó esta
situación; al contrario, la guerra originó el feudalismo. Tampoco el feudalismo fue responsable
del colapso del Imperio Carolingio, más bien el fracaso de éste hizo necesaria la existencia del
régimen feudal. El Imperio Carolingio se hundió porque estaba basado en la autoridad de una
sola persona y no estaba dotado de instituciones lo suficientemente desarrolladas. La
desaparición del Imperio amenazó con sumir a Europa en una situación de anarquía: cientos
de señores individuales gobernaban a sus pueblos con completa independencia respecto de
cualquier autoridad soberana. Los vínculos feudales devolvieron cierta unidad, dentro de la
cual los señores renunciaban a parte de su libertad, lo que era necesario para lograr una
cooperación eficaz. Bajo la dirección de sus señores feudales, los vasallos pudieron defenderse
de sus enemigos, y más tarde crear principados feudales de cierta importancia y complejidad.
Una vez que el feudalismo demostró su utilidad local reyes y emperadores lo adoptaron para
fortalecer sus monarquías.
Herencia y tutela
Otro aspecto del feudalismo que requirió una regulación fue la sucesión de los feudos. Cuando
éstos se hicieron hereditarios, el señor estableció un impuesto de herencia llamado µsocorro¶. Su
cuantía fue en ocasiones motivo de conflictos. La Carta Magna estableció el socorro en 100
libras por barón y 5 libras por caballero; en todo caso, la tasa varió según el feudo. Los señores
se reservaron el derecho de asegurarse que el propietario del feudo fuese leal y cumplidor de
sus obligaciones. Si un vasallo moría y dejaba a un heredero mayor de edad y buen caballero, el
señor no tenía por qué objetar su sucesión. Sin embargo, si el hijo era menor de edad o si el
heredero era mujer, el señor podía asumir el control del feudo hasta que el heredero alcanzara
la mayoría de edad o la heredera se casara con un hombre que tuviera su aprobación. De este
modo surgió el derecho señorial de tutela de los herederos menores de edad o de las herederas
y el derecho de vigilar sobre el matrimonio de éstas, lo que en ciertos casos supuso que el señor
se eligiera a sí mismo como marido. La viuda de un vasallo tenía derecho a una pensión de por
vida sobre el feudo de su marido (por lo general un tercio de su valor) lo que también llevaba a
provocar el interés del señor por que la viuda contrajera nuevas nupcias. En algunos feudos el
señor tenía pleno derecho para controlar estas segundas nupcias. En el caso de muerte de un
vasallo sin sucesores directos, la relación de los herederos con el señor variaban: los hermanos
fueron normalmente aceptados como herederos, no así los primos. Si los herederos no eran
aceptados por el señor, la propiedad del feudo revertía en éste, que así recuperaba el pleno
control sobre el feudo; entonces podía quedárselo para su dominio directo o cederlo a cualquier
caballero en un nuevo vasallaje.

  


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Entre los tributos o impuestos que se los súbditos de la Corona española debían pagar estaba el
diezmo; un tributo de corte eclesiástico con el que se financiaban los gastos del culto y afectaba a la
décima parte de la producción agropecuaria. Otro impuesto era el quinto real, que correspondía a la
quinta parte de la producción de oro; sin embargo, en la etapa periodo inicial de este periodo, este
tributo no se pagaba por completo sino que sólo una fracción de él.
† medida que los españoles consolidaban su presencia en Chile, se fueron aplicando una serie de
impuestos como la alcabala y el almojarifazgo. La alcabala se debía cancelar cuando se realizaban
transacciones comerciales; el almojarifazgo era un arancel aduanero. Otro tipo de tributos fue el que
correspondía al papel sellado y que obligaba a que todos los trámites de carácter oficial fueran
consignados en hojas de papel que llevaban estampado un sello y que poseían un valor determinado.
La Corona española, además, aplicaba impuestos a los extranjeros que residían de forma ilegal en sus
colonias. †parte de los tributos sobre determinados eventos, el aparato administrativo colonial
contaba con otras fuentes para recaudar recurso; una de ellas es la denominada bula de cruzada, y
que consistía en una autorización para comer carne los días viernes, no obstante, era de carácter
voluntario.

†sí como la Corona aplicaba toda la serie de tributos que acabamos de describir, también existían
prácticas para evitar el pago de las imposiciones; ello llevó a los oficiales reales encargados de cobrar
el diezmo a denunciar frente al Cabildo de Santiago a algunos vecinos que mentían sobre sus
propiedades para no pagar aquel tributo. Una situación similar ocurría con el pago del quinto real,
puesto que a pesar de que la única fundición de oro autorizada era de propiedad del rey, existían
varias fundiciones privadas ilegales; la consecuencia de esta práctica era la evasión del quinto real ya
que el oro en polvo que circulaba lo hacía sin tributar.

Los encargados de recaudar los impuestos reales y de administrarlos eran los tres oficiales que la
Corona disponía para ello: un tesorero, quién resguardaba el dinero recolectado; un contador, que
tenía a su cargo las cuentas; y un factor, el que estaba encargado de realizar las transacciones reales,
como por ejemplo la remuneración de los funcionarios de la Corona en territorio americano. La
elección de los oficiales reales se realizaba mediante un complejo proceso que, entre varias cosas,
obligaba a los postulantes a hacer una declaración de sus bienes y a efectuar un depósito como
garantía de su probidad. Los tres oficiales actuaban siempre de forma conjunta y, de hecho, los cofres
que contenían el dinero recaudado tenías tres llaves, es decir, una por cada funcionario; estos
funcionarios eran regularmente sometidos a inspecciones en las que se contaba el dinero presente en
los cofres.

Las presiones impuestas por los españoles causaron efectos muy diversos sobre los
indígenas. †lgunos cayeron en el agotamiento, la desesperación y el desaliento que los
llevaron a la muerte. Esto ocurrió, por ejemplo, en Santo Domingo, donde los
indígenas se extinguieron ya en el siglo XVI, agotados por el sobretrabajo exigido por
los españoles. Otros huyeron de sus lugares de residencia, para alejarse del
encomendero y del tributo. En estos casos se produjeron grandes migraciones
indígenas tanto en Nueva España como en los †ndes. Los que se quedaron en sus
lugares de origen lograron un acuerdo con el encomendero: podían producir alimentos
y venderlos en los mercados de las ciudades, para conseguir dinero y pagar el tributo.
También podían recurrir a la justicia española para proteger sus tierras y bienes en
caso de tener que enfrentar los abusos de un encomendero. †sí lo hicieron los
indígenas de toda †mérica, sobre todo los de Nueva España y Perú. Como último
recurso frente a las imposiciones españolas, los indígenas se rebelaron, como ocurrió
en varias ocasiones durante los siglos XVI, XVIIy XVIII. 
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