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3 Réplicas y desacuerdos entre iusnaturalistas y iuspositivistas

Significado de iuspositivismo.

Se conoce como iuspositivismo o positivismo jurídico a la corriente filosófica del área


jurídica que se basa en separar y diferenciar los términos derecho y moral, por
considerar que no existe un vínculo entre ambos.

El iuspositivismo se desarrolló a mediados del siglo XIX, y entre sus principales


teóricos se pueden mencionar a Hans Kelsen, Thomas Hobbes y Jeremy Brentham.

El iuspositivismo tiene como objeto de estudio el derecho positivo en sí mismo, el


cual ha sido desarrollado a partir de una serie de necesidades y fenómenos sociales
que deben ser regulados por ley.

Por su parte, las leyes y normas son creadas por el ser humano con un propósito
en particular, y establecidas por el Estado. Por ejemplo, la necesidad de establecer
una serie de leyes mercantiles, entre otros.

Significado de iusnaturalismo

El iusnaturalismo es una corriente filosófica o de pensamiento desarrollada en el


ámbito del derecho como fundamento de los derechos humanos. Para el
iusnaturalismo, el origen de este tipo de derechos se halla en la propia naturaleza
de las personas.

De este modo, el iusnaturalismo sostiene que el derecho natural es aquel que tienen
los seres humanos por el hecho de ser, justamente, seres humanos. Está vinculado,
por lo tanto, a la naturaleza de los individuos.

Esto quiere decir que, para el iusnaturalismo, existen derechos universales que son
superiores, precedentes e independientes al derecho consuetudinario, al derecho
positivo y al derecho escrito. Esos derechos universales se corresponden a leyes
naturales.
Opiniones de algunos filósofos sobre el tema

La historia de de la filosofía del derecho se ha dividido en dos grandes bloques


opuestos: el iusnaturalismo y el positivismo

La oposición entre iusnaturalismo y iuspositivismo sigue estando presente hoy en


día: “En 1953 Leo Strauus prologó su studio de la ley natural con la advertencia de
que ‘la cuestión del derecho natural se presenta hoy como un asunto de lealtad
partidista. Si miramos a nuestro alrededor, vemos dos campos hostiles, fuertemente
fortificados y vigilados. Uno está ocupado por los liberales de diversas clases, el
otro por los discípulos católicos y no católicos de Tomas de Aquino.”

El antagonismo entre la doctrina del derecho natural y el positivismo jurídico,


imperante en todo tiempo en la Filosofía del Derecho, es un caso especial del
antagonismo más general, existente dentro de la filosofía, entre la especulación
metafísica y el positivismo empírico científico. Este último, en oposición consciente
a aquélla, limita el objeto del conocimiento a lo dado en la experiencia externa e
interna, y en este sentido, a lo real o idealmente existente, como lo único
cognoscible. Porque la doctrina del derecho natural es una “metafísica del derecho”,
mientras que el positivismo jurídico sólo admite un saber del derecho cuyo objeto
es el derecho “positivo”, esto es, el derecho creado mediante actos de voluntad de
los hombres, mediante la legislación y la costumbre.

En esta contienda, los que enarbolan la bandera del positivismo afirman que el
derecho no tiene nada que ver con la moral, y que una ley es ley por el hecho de su
creación de acuerdo a lo establecido en la norma fundamental, sin que el contenido
de la misma sea determinante y ni siquiera de importancia para definir su carácter
de ley. El derecho, dicen, no puede estar supeditado a la moral ni a cualquier otra
doctrina filosófica o religiosa que pretenda arrogarse prioridades sobre las
conductas del hombre en sociedad. El argumento recurrente en contra de los
iusnaturalistas es que las sociedades actuales son totalmente distintas a las de la
edad media, cuando Santo Tomás de Aquino escribió la Suma Teológica y trató las
cuestiones sobre la ley. Antes la sociedad era monovalente; es decir, predominaba,
con exclusión de cualquier otra religión o ideología, la doctrina católica. Ahora el
mundo es polivalente; existen muchas maneras de concebir el mundo, la
religiosidad, las costumbres. Por consiguiente, no se puede afirmar que existan
principios universales en la concepción de lo que moralmente es correcto.

Incluso, acusan los positivistas, muchos comportamientos que en otros tiempos la


misma moral católica condenaba, hoy en día los defiende: la libertad de creencia, la
igualdad entre marido y mujer, la hipoteca social sobre la propiedad privada.

Los puntos del contraste

El iusnaturalismo privilegia el contenido sobre la forma; la relación del derecho con


la justicia y, en definitiva, las normas positivas como una especificación y concreción
de una ley universal, válida en todo tiempo y lugar. Los positivistas, en cambio,
niegan la relación del derecho con la moral, y la validez de la ley la da la creación
de las mismas por el Estado. Los iusnaturalistas sostienen que la fuerza coactiva
del derecho radica en la justicia: “Para el Aquinate es ley aquel mandato que vincula
la responsabilidad personal del hombre, que le obliga en conciencia, lo que quiere
decir que es norma de su obrar en cuanto persona; no es un problema de coacción
o de imperativo hipotético meramente externo, sino de un imperativo que pone en
juego su condición de persona…”190. Los positivistas, en cambio, afirman la
coacción como elemento esencial de las leyes, en virtud de que éstas deben ser
aplicadas independientemente de la actitud que se tenga hacia ellas.

Por lo tanto, sería una contradicción para los iusnaturalistas, como ya se ha


indicado, que una ley fuera injusta. Esto es, que atentara contra los principios de la
ley natural. En cambio, para los positivistas, la ley es ley si cumple con los requisitos
de forma, independientemente de su contenido. Para los primeros la razón del bien
moral es el fundamento del derecho; para los segundos, es la certeza jurídica. El
contenido de la ley es esencial para los iusnaturalistas. Para los positivistas, no. La
despenalización del aborto, la protección jurídica de la eutanasia, la legalización de
los matrimonios entre personas del mismo sexo, la regulación de la maternidad
subrogada son temas que han venido a polarizar, en la práctica y no sólo a nivel de
las discusiones académicas, las posturas sobre el derecho. Los iusnaturalistas
consideran que la normatividad en relación a los temas antes indicados es contraria
a la moral; y, por lo tanto, leyes injustas. Por el contrario, los positivistas consideran
que son normas progresistas que protegen los derechos de libertad de las personas.
Independientemente de que buscan dar soluciones realistas a situaciones sociales
que no se pueden esconder ni negar.

Algunos iusnaturalistas, como se vio antes, sostienen que las leyes injustas no
tienen por qué ser obedecidas. Los positivistas sostienen que toda ley, si lo es, sin
importar su contenido, tiene que ser observada y, en su caso, impuesta o hecha
cumplir por el Estado, con toda la fuerza que sea necesaria.

El sofista Trasímaco, por su parte, expresó con toda claridad la posición


voluntarística: “… cada gobierno establece las leyes según lo que a él conviene: la
democracia de manera democrática; la tiranía, tiránicamente, y así todos los demás.
Una vez establecidas estas leyes, declaran que es justo para los gobernados lo que
sólo a los que mandan conviene, y al que de esto se aparta lo castigan como
contravertor de las leyes y de la justicia. Lo que yo digo, mi buen amigo, que es
igualmente justo en todas las ciudades, es lo que conviene para el que detenta el
poder, o lo que es lo mismo, para el que manda; de modo que para todo hombre
que discurre rectamente, lo justo es siempre lo mismo: lo que conviene para el más
fuerte.

El contraste fuerte, como lo comenta Kelsen, está entre los que afirman un “derecho
ideal”, válido siempre y en todas las circunstancias históricas; y los que propugnan
por un “derecho real”, limitado a una determinada época y para una determinada
sociedad, sin ninguna connotación moral; un simple instrumento para la
organización de una sociedad concreta. El iusnaturalismo busca una aplicación de
la ley racional, acorde con la justicia. El iuspositivismo, defiende una aplicación casi
mecánica, meramente literal de la norma.

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