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Editorial editado que fue publicado en el diario "El Heraldo" de mayor circulación en la ciudad de Ambato - Ecuador - Sudamérica, acerca de la felicidad, qué nos hace felices, las herramientas mentales para lograr superar las dificultades.
Editorial editado que fue publicado en el diario "El Heraldo" de mayor circulación en la ciudad de Ambato - Ecuador - Sudamérica, acerca de la felicidad, qué nos hace felices, las herramientas mentales para lograr superar las dificultades.
Editorial editado que fue publicado en el diario "El Heraldo" de mayor circulación en la ciudad de Ambato - Ecuador - Sudamérica, acerca de la felicidad, qué nos hace felices, las herramientas mentales para lograr superar las dificultades.
MEDICO ACUPUNTURISTA Doctor en Medicina y Cirugía en la Universidad Central del Ecuador Especialización de dos años de postgrado en la República de China en ACUPUNTURA Y MOXIBUSTIÓN
¿Qué nos hace felices?
¿Qué nos mantiene sanos y felices mientras atravesamos la vida? ¿dónde pondríamos nuestro tiempo y nuestra energía? Existe miles de encuestas realizadas a los Millenials, también denominados Generación Y o Generación Peter Pan, nacidos entre 1980 y 1999 preguntándoles cuáles eran sus metas de vida más importantes, y más del 80% dijo que una de las principales metas de vida para ellos era enriquecerse. Y otro 50% de esos mismos adultos jóvenes dijo que otro objetivo importante de la vida era llegar a ser famoso. Constantemente se nos dice que nos apoyemos en el trabajo, que nos esforcemos más y consigamos más para tener una buena vida. Pero ¿qué pasaría si pudiéramos ver vidas enteras a medida que se desarrollan a través del tiempo? ¿Qué pasaría si pudiéramos estudiar a la gente desde el momento en que eran adolescentes hasta llegar a la vejez para ver qué es lo que realmente mantiene a la gente feliz y saludable? Pues, eso, se hizo. El “Harvard Study of Adult Development” puede ser el estudio más largo de la vida adulta que se haya hecho. Durante 75 años, se siguió la pista de la vida de más de un millar de personas, año tras año, preguntando por su trabajo, su vida en el hogar, su salud sin saber cómo iban a salir sus historias de vida. Casi todos los proyectos de este tipo se desmoronan debido a que demasiadas personas abandonan el estudio, o la financiación para la investigación se suspende, o los investigadores se distraen o mueren. Pero a través de una combinación de suerte y la persistencia de varias generaciones de investigadores, este estudio logró sobrevivir. Los grupos eran muy variados, estudiantes de universidades costosas, gente que sirvió como soldados de guerra, grupos de personas de los barrios más pobres, niños elegidos para el estudio específicamente porque eran de algunas de las familias más problemáticas y desfavorecidas, entre otras. Los adolescentes se convirtieron en adultos que entraron en todos los ámbitos de la vida, se convirtieron en trabajadores de fábricas, abogados, albañiles, médicos, un presidente de los Estados Unidos y así. Algunos desarrollaron alcoholismo, algunos desarrollaron enfermedades mentales. Otros subieron la escalera social, cultural, económica considerablemente y algunos hicieron ese viaje, pero en la dirección opuesta. Los fundadores de este estudio nunca en sus sueños más optimistas habrían imaginado que estarían, 75 años más tarde, diciéndoles que el estudio continuaría. Así que, ¿qué se aprendió? ¿Cuáles fueron las lecciones de las decenas de miles de páginas de información que se generó de estas vidas? Bueno, las lecciones no son sobre la riqueza o la fama o trabajar más y más duro. El mensaje más claro que se obtuvo de este estudio de 75 años es que, las buenas relaciones con los demás nos mantienen más felices y saludables, las conexiones sociales, a la familia, a los amigos, a la comunidad, son realmente buenas para nosotros, nos hace físicamente más sanos, vivimos más tiempo y que la soledad resulta ser tóxica, la salud disminuye antes en la mediana edad y el funcionamiento cerebral disminuye más pronto. Pero lo triste es que, el sentido de comunidad y de amor al prójimo se está desvaneciendo y eso hace que seamos solos entre tanta multitud. La inseguridad, la desconfianza y el miedo hace que nos aislemos y se incremente paradójicamente una sed de socialización que ya nada compensa. Dicen que la felicidad no es un lugar, ni hay un camino, no es una búsqueda, o son siete o diez pasos para ser feliz. Aseguran que ser feliz es una decisión que tomamos por decreto mental y decisión propia, pues pese a que hay circunstancia dolorosas y hasta devastadoramente terribles en el transcurrir de nuestra vida, debemos concebir que en muchas ocasiones existe circunstancias muy dolorosas que no las podemos cambiar, pero muy importante meternos en la cabeza de que la actitud que pongamos ante ellas, eso sí, depende de nosotros, que ejercicio mental hacemos, cuán útil es nuestra gimnasia mental, cuantos argumentados slogans mentales tengo a mi haber para desarrollarlos: “…ya pasará porque la vida es como las manecillas de un reloj, todos tenemos momentos maravillosos, felices, alegres y también tristes, penosos y hasta trágicos”. O como dice Pablo Raúl Trullenque: “El hombre nace y muere a veces sin vivir, camina desde el niño a viejo sin gozar y eso que él mismo le llama felicidad, si la tiene aquí pues la va a buscar allá. Si tiene tira y quiere tener mucho más, tropieza tantas veces en una misma piedra, solo se diferencia del reino animal porque es el hombre el único capaz de odiar y es muy capaz de dar la vida o de matar, quiere ser tantas cosas sin darse cuenta que nunca es más que cuando tan solo es él.” Quizás necesitamos recordar tanto alguna frase que deberíamos escribirlo en el espejo de nuestro baño: “Me sentí el hombre más desgraciado por no tener zapatos hasta que vi un hombre sin piernas”. Pero el problema es que en nuestro cerebro convive un juez y una víctima, el juez nos ataca con culpas y la víctima con “pobrecito” que nos induce a permanecer en el “gran arte de amargarnos la vida”, como si sufriendo nos pagan o cambiamos la situación difícil por la que estamos atravesando…y claro basta un segundo para que salga otra vez la víctima cerebral y decir: “es que no es fácil”, “ya te viera si estuvieras en mi lugar”. Decidimos decir: “quizás mis problemas no sean tan graves o, decidimos pensar en que somos los más desgraciados de este planeta”. En fin, nadie entiende lo que pasa ni lo que nos pasa, al final todo pasa...pero ya de que nos enfermamos decimos: “Con esta enfermedad que me dio, he aprendido que tengo que tomar las cosas con más serenidad…” pero para eso las defensas han bajado o nos atacan a nosotros mismos, la presión arterial ha subido, el corazón ha comenzado a disfuncionar, los síntomas de gastritis han aparecido, el Herpes Zoster ha brotado, la migraña está rebelde a los medicamentos, la parálisis facial está demorando en recuperarse, el tic facial no responde al tratamiento, Duele por todo lado y los doctores aseguran que son enfermedades de origen desconocido y más…y más…