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LA COMUNIDAD DE MADRID EN LA
PRESENTACIÓN DEL LIBRO DE
HERMANN TERTSCH “LIBELO
CONTRA LA SECTA”
(Madrid 1 de diciembre de 2010)
Señoras y señores,
1
Esta generosa invitación, además,
me da la oportunidad de compartir
mesa con mi admirado Santiago
González. Santiago González, con sus
artículos y, de forma muy señalada,
con su concurridísimo blog, se ha
convertido en un imprescindible testigo
de cargo de estos años de gobierno de
Zapatero. Y, como saben todos
ustedes, los años de Zapatero
constituyen el asunto del libro que hoy
presentamos.
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Empezaré por decirles que
cualquiera que se asome a las páginas
de este libro -que Hermann quiere
calificar de libelo- va a comprobar que
su autor lo ha escrito poniendo en cada
línea toda su pasión y toda su
vehemencia. Y los que conocemos a
Hermann sabemos hasta dónde
pueden llegar en intensidad su pasión y
su vehemencia.
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Se nota que lo ha escrito movido
por un imperativo ineludible de
denunciar los errores de Zapatero y de
sacudir las conciencias de los lectores.
Y ha puesto en cada página un trozo
de su biografía más íntima.
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Y esto es lo primero que hay que
destacar en este libro, su subjetividad.
Es un libro escrito, como ya anuncia su
subtítulo, para darnos cuenta de “la
agitada peripecia personal del autor
en los años negros del
zapaterismo”. Es un libro escrito por
Hermann Tertsch para explicarse a sí
mismo y para explicar a sus lectores
las características de los años de
gobierno de José Luis Rodríguez
Zapatero, unos años de gobierno que,
sin duda, han conmovido los cimientos
de la sociedad española en
muchísimos aspectos.
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El libro, como les digo, está escrito
desde la propia e intransferible
experiencia personal del autor. Y la
fuerza de sus testimonios, la solidez de
sus argumentos y la intensa
preocupación que nos transmite acerca
de los actuales problemas de nuestra
Patria están tan presentes en todas sus
páginas que el lector se queda
atrapado desde la primera línea y no
puede dejar de leerlo con
apasionamiento y, por supuesto, con
honda preocupación.
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Los años de Zapatero han dado y
están dando materia para muchos
análisis, para muchos artículos más o
menos extensos y, ya, para algunos
libros. Yo misma, como política en
ejercicio, he pensado mucho acerca de
las peculiaridades de estos años de
gobierno que, a mi entender, tanto han
dañado muchos de los fundamentos de
nuestra convivencia. He pensado
mucho en el nefasto balance que los
años de Zapatero están dejando en
España.
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Pues bien, este libro de Hermann
Tertsch constituye la crítica más viva,
apasionada y fundamentada que hasta
ahora he leído de estos años. Una
crítica que, con argumentos similares a
los de nuestro autor, estoy segura de
que comparten muchos españoles.
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Se trata de “El duelo y la
revancha”, unas reflexiones, también
apasionadas, de Joaquín Leguina a
propósito del antifranquismo
sobrevenido de algunos y de las
trampas que se esconden detrás de la
llamada “memoria histórica”.
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Eso es lo que hace Hermann
Tertsch en su libelo, cumplir con ese
deber cívico que prescribe Leguina y
denunciar el sectarismo.
Me ha parecido interesante
constatar que, desde presupuestos
ideológicos distintos, Leguina y Tertsch
coinciden en el diagnóstico de uno
de los males de la Patria: el espíritu
de secta, el sectarismo.
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Y denunciar esa voluntad sectaria
de dividir a los españoles es el eje del
libro de Hermann Tertsch.
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Y se lo ha creído, aunque sólo ha
contado con una mayoría relativa en
las Cortes.
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Y la verdad es que no fue nunca un
régimen idílico precisamente porque en
ningún momento cultivó el espíritu de
consenso entre los españoles, sino
todo lo contrario. Por eso, me parece
absurda y peligrosa la voluntad de
Zapatero de enlazar el régimen
constitucional del 78, el régimen
basado en la concordia, con la lejana y
fallida II República.
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El recuerdo de la República y la
Guerra Civil estuvo muy presente en
los debates constitucionales. Lo que
pasó realmente es que los padres de la
Constitución sabían de la Historia de
España mucho más que Zapatero y sus
adláteres.
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Porque no querían que se repitiera
la experiencia republicana, con una
Constitución elaborada de espaldas a
media España, y con unos gobiernos,
señaladamente el del Frente Popular,
que creían que la mayoría en el
Parlamento, por muy exigua que fuera,
les eximía de respetar a las minorías.
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Querer cambiar sustancialmente
España, según sus ideas, sin tener en
cuenta que muchos españoles –por lo
menos, la mitad- se consideran
liberales, conservadores y, desde
luego, no son colectivistas ni socialistas
ni comunistas, ha sido un ataque en
toda regla contra la convivencia de los
españoles. Un ataque que Zapatero ha
tenido que articular desde el
sectarismo.
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Un sectarismo que, por definición,
busca la anulación y la descalificación
del que no es miembro de la secta. Y a
la hora de describir cómo el
establishment de estos años ha
funcionado como una secta, Hermann
Tertsch es un verdadero maestro.
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Porque sólo desde el sectarismo
más profundo puede entenderse que
unos partidos que se llaman
democráticos se comprometieran,
como se comprometieron, a no llegar
nunca a un acuerdo con el Partido
Popular para mejorar el gobierno de los
administrados.
¡Qué insoportable hipocresía la de
Zapatero cuando ahora se duele de no
tener apoyos del Partido Popular en su
política económica! Él, que impulsó el
Pacto del Tinell, que buscaba echar al
Partido Popular de la vida política
catalana y española, quiere exigir la
ayuda del Partido Popular para
mantenerse algunos meses más en La
Moncloa.
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Otra muestra del sectarismo político
de Zapatero la tuvimos en el mitin del
Palau Sant Jordi de noviembre de
2003, cuando se comprometió
solemnemente a aceptar el Estatuto
que saliera del Parlament de Cataluña.
Hasta entonces todos los Estatutos de
Autonomía, como la propia
Constitución, habían sido aprobados
con un amplio consenso. Zapatero ha
terminado con esa sana y lógica
costumbre de pactar el marco global de
la vida política.
Señoras y señores,
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Nadie duda de que estamos
viviendo en medio de una profunda
crisis económica, que, dada su
virulencia, está poniendo de manifiesto
otras crisis que, quizás, son aún más
graves, como son la política, la cultural
y la de los valores de nuestra sociedad.
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¿Con qué autoridad moral Zapatero
puede llamar a la Nación a hacer esos
sacrificios, cuando, por voluntad propia,
ha gobernado siete años pensando
sólo en media Nación? ¿Con qué
autoridad moral puede Zapatero
requerir el apoyo de la Nación para
poner en práctica las políticas de sudor
y esfuerzo que ahora se necesitan, si
esa Nación es, para él, un concepto
discutido y discutible?
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Yo les digo, ahora que todos
hablamos sin parar de las posibles
soluciones a la crisis, que la clave de la
salvación económica de España pasa,
sin duda, por que esté dirigida por
alguien que sepa qué es la Nación y
sea capaz de unir a sus ciudadanos en
una empresa dura y difícil pero
ineludible.
Señoras y señores,
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Como los son todas sus iniciativas
inspiradas en el anticlericalismo, que es
otra de las banderas que ha levantado
en su afán de dividir a los españoles.
Un anticlericalismo de raigambre
masónica, más propio de casino del
siglo XIX.
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O a llamar “matrimonio” a la unión
civil de dos personas del mismo sexo,
sólo para molestar a los creyentes,
que, aunque él no lo crea, no somos
minoría entre los ciudadanos
españoles.
Señoras y señores,
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Son muchos los elementos de la
política de estos siete años que
Hermann Tertsch disecciona con el
escalpelo de su inteligencia, la
brillantez de su prosa y su profundo
conocimiento de toda la historia y la
literatura de Occidente. Aquí hay que
señalar el apabullante dominio que
Hermann tiene de la cultura y la
literatura de los países del Este, esos
países europeos donde la secta del
comunismo puso en práctica sus
delirios totalitarios. Conocerlos a fondo,
como los conoce Hermann, le ha
vacunado para siempre contra el
sectarismo.
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Son muchas, como digo, las
denuncias del sectarismo de Zapatero
que Hermann Tertsch ha reunido en
este apasionado libelo. No voy a
enumerarlas aquí. Léanlas en este libro
no apto para tibios.
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Creo que este libro es, sin duda, un
aldabonazo en las conciencias de
todos para no dar ni un paso más en la
dirección de los errores que en él se
denuncian. Y, en ese sentido, quiero
creer que se trata de un libro que llama
a la esperanza. A la esperanza de que,
entre todos, restauremos en nuestra
Patria los valores que Zapatero ha
despreciado y que Hermann Tertsch
reivindica.
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El valor del mérito porque no puede
convertirse en ley la selección negativa
de nuestros políticos. Necesitamos que
nuestros líderes sean los mejores, no
los que más enredan en los partidos
políticos.
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El reconocimiento de la dimensión
trascendente del hombre,
independientemente de las creencias
concretas de cada cual. Entre otras
razones porque esa dimensión religiosa
del hombre es la expresión más
profunda de su individualidad. Y
nosotros siempre antepondremos las
personas al Estado.
Señoras y señores,
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Sólo me queda felicitar a Hermann
Tertsch por este valiente alegato, que
va a remover las conciencias de los
que lo lean por su sinceridad, por su
fuerza expresiva y por su espíritu
combativo.
Muchas gracias
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