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EN EL NOMBRE
DE
FRANCISCO DE ASÍS
C o le c c ió n H e rm a n o F ra n c is c o - n° 50
GRADO GIOVANNI MERLO
EN EL NOMBRE
DE
FRANCISCO DE ASÍS
HISTORIA DE LOS HERMANOS MENORES
Y DEL FRANCISCANISMO
HASTA LOS COMIENZOS DEL SIGLO XVI
£ IR ^ IZ A Z U
2005
Versión castellana
d e l.i o b ra ita lia n a d e G r a d o G io va n n i M e r lo
N al nom e d i san Francesco. Storia dei
im ti M in ori e de l francescanesim o sino ag li inizi
d e l X V I secolo
© 2003 by E fr-Editrici Francescane
Via O rto B otánico, 11 - 35123 P adova (Italia)
ISBN 88-8135-012-2
I.S.B.N: 84 -7240-213-4
D.L.: M -4 0515-2005
Im prim e: Lettergraf, S.L.
M adrid - 2005
Í n d ic e
P refacio ..............................................................................................IX
Preámbulo
El valor del pasado y el presente............................................. 1
Capítulo primero
De la primera fraternidad a la Orden....................................... 9
1. La conversión evangélica de Francisco,
hijo de Pedro Bernardone........................................................10
2. La formación de la fraternidad y de la
primera generación minorítica................................................. 22
3. Se va imponiendo definitivamente la Orden ........................... 32
4. La difícil herencia y la canonización
del hermano Francisco............................................................. 49
Capítulo segundo
Expansión de la Otrden y cambios en
el franciscanismo............................................................................65
1. De la precariedad existencial a las moradas
estables....................................................................................68
2. La extraordinaria difusión geográfica de la Orden................... 83
3. La inserción de los hermanos en la Iglesia y
en la sociedad..........................................................................97
4. Estudiar y predicar: factores de vocación y
agentes de cambios................................................................121
5. Madonna Clara de Asís, San Damián y la
Orden de San Damián............................................................133
i - i i m ii 11 1111 i i' i i
Capítulo cuarto
Elementos de fuerza y de debilidad de una
Orden religiosa y de su identidad........................................ 227
1. Dentro y más allá de la cristiandad romana:
dinamismos cuantitativos y cualitativos de
Una Orden mendicante........................................................229
2. Los penitentes del área de los Menores y la
cuestión de la Tercera O rden..............................................247
3. La difícil coexistencia entre orientaciones di
versas: hermanos de la “comunidad” y herma
nos “espirituales” ................................................................ 261
4. Espirituales, hermanos de la “Comunidad” y
papado: la identidad negada............................................. 282
Capítulo quinto
La unidad imposible: pluralidad de orientaciones
de orientacionés y divisiones institucionales 111
1. Frailes y “fraticelli”: obediencia y desobediencia
a las jerarquías eclesiásticas.................. :i i:t
2. El evidente estancamiento de una Orden noim.ili.-.uLi .i.’ií
3. Del eremitorio a la ciudad: los múltiples rnslms
iniciales de la Observancia.................... ¡ i.
4. El crecimiento de los Observantes y las resistencias
de los Conventuales............................................................... 363
5. Control pontificio de la Orden e interferencias
en el gobierno y en la vida de los frailes............................... 383
Capítulo sexto
Entre pasado y futuro: continuidad, cambios
y novedades............................................................................... 405
1. La conquista observante de la representación
institucional de la Orden y del franciscanismo................... 408
2. De los «hermanos Menores de la vida eremí
tica» a los Capuchinos: nacimiento de una
Nueva congregación........................................................... 425
3. «Si san Francisco fue hereje, sus imitadores
son luteranos»; el evangelismo franciscano de
los Capuchinos................................................................... 442
4. Desangrándose entre el «Nuevo mundo» y los
desgarramientos de la cristiandad..................................... 459
B ibliografía.......................................................................................489
Prefacio....................................José AntonioGuerra
Preámbulo................................ José AntonioGuerra
Capítulo primero............ José Antonio Guerra
Capítulo segundo.......... José Antonio Guerra
Capítulo tercero................. Miguel de la Mata
Capítulo cuarto.......................Manuel Pagóla
Capítulo quinto...................Tomás Larrañaga
Capítulo sexto.................. Fernando Guillén
Bibliografía...............................José AntonioGuerra
índice cronológico.......... José Antonio Guerra
índice de nombres........ José Antonio Guerra
PREFACIO
No creo que forcemos nada si afirmamos que los estudios fran
ciscanos constituyen, desde hace unos decenios, uno de los secto
res más vivos y fecundos en la investigación medieval italiana e inter
nacional. Tras el giro representado por la Vie de saint Frangois de
Paul Sabatier (1893), se ha dado un fenómeno recurrente con sus
puntos altos y los momentos de serena bonanza. Creo que se puede
añadir que en el momento actual está fructificando el imponente
trabajo iniciado por los grandes franciscanistas de la primera mitad
del siglo pasado, un trabajo, por otra parte, que, aún teniendo en
cuenta las desaceleraciones obvias, siempre se ha mantenido vivo,
gracias sobre todo al nunca suficientemente alabado Colegio de los
Franciscanos de Grottaferrata.
Éstas son las bases que han permitido que madurara la obra
fecunda de la Biblioteca francescana y los cursos del la Universitas
Franciscana Mediolanensis, la una y otros animados por Aristide
Cabassi, como también las numerosas reuniones promovidas por la
Universidad pontificia del Antonianum, gracias a la labor de Alvaro
Cacciotti, por el Centro studi antoniani de los Conventuales de
Padua, dirigido por Luciano Bertazzo, y por el Istituto storico delpadrí
cappuccini de Roma, actualmente dirigido por Servus Gieben; un
conjunto de iniciativas y de encuentros que, en aportaciones
comunes y reconocimientos mutuos en la renacida "Societá interna-
zionale di studi francesacani” encuentran su momento de unión y de
confrontación.
Por consiguiente, creo que se puede decir que los tres siglos de
historia, cuyas etapas traza Merlo, constituyen, como período de
alguna manera unitario por identidad de problemas, de aspiraciones
y de batallas, el momento cumbre y creativo del movimiento francis
cano, en el que el carácter dramáticamente repetitivo de las cuestio
nes que se plantean, evidencia toda la fuerza que encierra -razón
contradictoria a la vez que inesperada fragilidad institucional e iden-
titaria—la propuesta cristiana que había tenido en Francisco su pro
tagonista extraordinario. Ciertamente, la lucha sin remisión que en
los primeros años del Trescientos opondrá a los hermanos de la
Comunidad y a los Espirituales, como también el enfrentamiento que
mantendrá la dirección de la Orden con Juan XXII, supondrán que
inevitablemente se ponga en sordina, por no decir que se redimen-
sionen drásticamente, aquellas reivindicaciones de excelencia evan
gélica que, junto con la recurrente sutil aspiración a ser el fermento
providencial de una renovación general de la Iglesia y de la vida cris
tiana, recorren como un hilo rojo y animan más o menos explícita
mente la vida y los debates del primer siglo de la Orden, traduciendo
así en una perspectiva y en un programa ideológica y eclesiástica
mente definidos cuanto en Francisco había sido originariamente pro
puesta de mero testimonio evangélico, que agotaba, por así decirlo,
en sí misma la carga vital que encerraba. Pero no serán sin embargo
XV
Giovanni Miccoli
PREÁMBULO
EL VALOR DEL PASADO Y EL PRESENTE
9-gm
Nos parece, por una parte, que la palabra “hermano” recoge con
mayor precisión el significado de la palabra “frater”, tal como la entendía
“el hermano Francisco”: “El Señor me dio hermanos”; "Ámense mutua
mente...; muestren con obras el amor que mutuamente se tienen”.
“Cada uno ame y nutra a su hermano como la madre ama -e incluso
más- y nutre a su hijo carnal”.
bien del grupo, que sigue la vida del Evangelio de manera tal que
el propio Francisco, en su Testamento, lo recuerda y presenta por
su ejemplaridad:
«Et illi qui veniebant ad recipiendam vitam, omnia que
habere poterant dabant pauperibus et erant contempti
túnica una intus et foris repetiata cum cingulo et brachis:
et nolebamus plus habere. Officium dicebamus clerici
secundum alios clericos, layci dicebant Pater noster. Et
satis libenter manebamus in ecclesiis et eramus ydiote et
subditi ómnibus».
recuerda que los fratres y las sórores Menores -ha sido la opción
religiosa la que ha transformado a quienes eran «ricos y seglares
(divites et seculares)» en «sencillos y pobres (simplices et paupe-
res)»~ «son tenidos en gran honor por el señor papa y los carde
nales» y atraen hacia ellos a colaboradores cercanos del pontífi
ce. Los motivos de tan alta estima nacerían de la ejemplaridad
cristiana de su vida -de forma forzada e impropia Jacobo de Vitry
la considera modelada «según la forma de la Iglesia primitiva
(.secundum formam primitive ecc/es/e)»-, toda ella entregada a la
salvación de las almas y a la relación con Dios, vivida en pobreza
y en precariedad, en la alternancia entre eremitorio y ciudad:
«De die intrant civitates et villas, ut aliquos lucrifaciant
operam dantes actione. Nocte vero revertuntur ad
heremum vel loca solitaria vacantes contemplatione».
Hayan sido las que hayan sido las razones de tal gesto, no
hay duda de que indica la dificultad subjetiva y objetiva que el
hermano Francisco tenía ante su Orden, que se le estaba esca
pando de la mano; eran las dificultades de quien no quería
adoptar actitudes y decisiones de poder y dominio, tratando de ser
44
incontrastado. Cierto, en los años veinte y treinta del siglo XIII los
Menores recibieron apoyos por parte tanto de los eclesiásticos y
de la nobleza mayor y menor como de la aristocracia ciudadana
para poderse introducir y establecerse en una ciudad o localidad.
No obstante, encontraron también resistencias, que, en ocasio
nes, fueron verdaderamente duras. Pensemos, por ejemplo, en la
carta Cum dilecti filii de Gregorio IX del 20 de febrero de 1229,
enviada al obispo de Constanza para que procediese a la consa
gración de la iglesia de los hermanos Menores de Friburgo; éstos
se habían dirigido al papa porque «algunos hombres malignos»
llamaban a la iglesia de los hermanos, todavía no consagrada,
«sinagoga hebrea (synagoga Giudaica)». Otro ejemplo tenemos
en una carta gregoriana posterior, la Nimis iniqua del 28 de agosto
de 1231, dirigida a los arzobispos de Colonia y de Magdeburgo y
al obispo de Würzburgo, para defender a los Menores de las
molestias que les causaban algunos prelados y hombres de
Iglesia; éstos querían ejercer sobre los hermanos sus derechos de
control y de cura de almas, como hacían con el clero secular y
regular, y hacerse con la décima sobre los productos de los
huertos de los hermanos y con una tasa sobre los habitacula de
los mismos, como si se tratase «de casas de Hebreos (de
ludeorum domibus)».
Por otra parte, más o menos en este mismo tiempo, o sea entre
1222 y 1224, el ingreso en la Orden de Haymón de Faversham,
«sacerdote y famoso orador» de origen inglés, acaecido en París,
puede ser considerado como indicio, a modo de ejemplo, del
momento evolutivo de los Menores, o bien de la evolución pastoral
de los mismos. Leamos lo que a este propósito escribe el hermano
Tomás de Eccleston en su De adventu fratrum Minorum inAngliam:
«In die vero Pasche [de 1223 o 1224] cum videret frater
Haymo tam numerosum populum in parochia in qua
fratres audiebant Divina -non enim habebant adhuc can
tarían!- dixit custodi qui erat laicus, Beneventus nomine,
quod, si auderet, libenter predicaret populo ne forte com-
municarent in mortali. Iniunxit ergo ei custos ex parte
Spiritus sancti ut predicaret. Predicavit ergo ita motive ut
multi diferrent communicare quousque fuissent ei con-
fessi. Sedit itaque tribus diebus in ecclesia et audivit
confessiones et confortavit non mediocriter populum».
4. Estudiar y predicar:
factores de vocación y agentes de cambios
por un lado, ponerle freno y, por otro, dar m ayor uniform idad a
aquellas órdenes de m ujeres a las que se había obligado a que
necesariam ente dependieran de las Ó rdenes m asculinas. Para la
,O rd e n de San Dam ián, Inocencio IV, con la Cum omnis del 6 de
agosto de 1247, prom ulga una “segunda” regla, que no pretende
sustituir la forma vitae de G regorio IX, sino aportar com plem entos
y ajustes. En verdad, la carta pontificia introduce un cam bio
notable: el referente canónico legitim ador no es ya la Regla de san
Benito, sino la Regla de san Francisco, aunque enseguida se
precisa que ello vale para la obligación de los tres votos de
pobreza personal, castidad y obediencia. En el plano institucional
se ratificaba la total dependencia de las «m oniales inclusae» de la
O rden de los herm anos M enores, cuyo m inistro general asum ía,
de hecho y de derecho, todas las funciones antes atribuidas al
cardenal protector. A l m inistro general y a los m inistros provincia
les incum bía designar los visitadores, confirm ar la elección de las
abadesas, expedir la eventual dispensa de la clausura, autorizar
el acceso de los “extraños” al m onasterio. La fórm ula de profesión
de las “m onjas” preveía la m ención de san Francisco. La cura
monialium com petía a los M enores m ediante un herm ano cape
llán ayudado por un «socio», residentes de m odo estable en los
alrededores del m onasterio, cuando en el lugar no hubiera un con
vento m inorítico. Sin em bargo, tal connotación m inorítica no
afecta a los principios gregorianos de la rígida clausura y de la
posesión de bienes. A pesar de las intenciones de Inocencio IV, la
Cum omnis no resolvió los problem as de gobierno de la O rden de
San D am ián. El cardenal protector R inaldo de lenne no renunció
a sus prerrogativas ni al ejercicio de sus funciones, que incluso
fueron aum entadas por el m ism o Inocencio IV apenas surgieron
problem as entre las com unidades “dam ianitas” y los herm anos
M enores; esas prerrogativas y funciones las reivindicó con
energía en una carta dirigida al capítulo general de G énova del
21b
riana, por el que tam bién Inocencio IV había optado y al que éste
había aportado correcciones form ales y organizativas, si bien
dejándolo intacto en su substancia religiosa. El que, a pesar de
todo, M adonna C lara haya obtenido la confirm ación papal del
texto que había elaborado, fue sin duda un resultado de gran
im portancia para ella m ism a y para sus “herm anas"; tanto que
-s e g ú n el testim onio de la herm ana F e lip a - M adonna C lara, «ya
próxim a a la m uerte», habiendo recibido la carta pontificia,
«tom ándola reverentem ente, ella m ism a se llevó la bula a los
labios para besarla». La adhesión plena de Clara al docum ento
papal fue percibida con nitidez por quienes la rodeaban en el
m om ento del fallecim iento, según da a entender el hecho de que
el pergam ino original fuera sepultado con M adonna Clara -n o fue
encontrado hasta 1893, en un pliegue del vestido de Santa Clara,
y se conserva todavía en el Protom onasterio de A s ís -. Con la
alegría en el corazón y las lágrim as en los ojos de los presentes
-e n tre ellos se encontraban los herm anos Junípero, Á ngel y León,
“com pañeros” del bienaventurado F ran cisco-, la abadesa de San
Dam ián moría el 11 de agosto de 1253, sólo dos días después de
que se cum pliera lo que, hum anam ente, m ás había deseado en
los últim os años de su vida.
optado por la vida regular. Para sus exequias, que tuvieron lugar
el 12 de agosto de 1253 en San Dam ián, se desplazó Inocencio
IV en persona con sus cardenales y los hom bres de toda la curia
rom ana. Al térm ino de la cerem onia el cuerpo fue trasladado a la
iglesia urbana de San Jorge, la m ism a que en octubre de 1226
había acogido los despojos m ortales del herm ano Francisco. El
papa estuvo tentado de proceder a una canonización de hecho
estando presente el cadáver, pero lo detuvo el cardenal R inaldo
de O stia, que probablem ente tuvo en cuenta las dificultades que
en aquel m om ento se estaban viviendo en las relaciones entre
Inocencio IV y la O rden de los herm anos M enores. De todas
form as, en octubre de 1253, con la Gloriosus Deus, el papa
dispuso la apertura de la investigación sobre la vita, conversio et
conversatio de M adonna C lara y los m ilagros atribuidos a su
intercesión. Los «interrogatorios», para los cuales había sido
redactado un esquem a adjunto a la Gloriosus Deus, se hicieron
en San Dam ián y en A sís entre el 24 y el 29 de noviem bre del
m ism o año, siendo escuchados en calidad de testigos cinco ciu
dadanos de A sís y quince m onjas dam ianitas. Pero para la cano
nización se tuvo que e sperar hasta agosto de 1255, pues en
diciem bre de 1254 falleció Inocencio IV y fue elegido su sucesor
en la persona del cardenal R inaldo de O stia, que tom ó el nom bre
de A lejandro IV.
ción social. Q ueda por aclarar cóm o los M enores, participando del
dinam ism o y de las lógicas expansionistas de la catolicidad occi
dental, se com portaron en las fronteras y m ás allá de las fronteras
de la cristiandad y qué estím ulos y m otivaciones les im pulsaron
hacia una obra que llam aríam os de cristianización en una doble
acepción: por un lado, llevando el Evangelio a quien jam ás lo
había conocido o a quien nunca se había adherido a él; por otro
lado, trayendo de nuevo el Evangelio a quien lo había olvidado,
abandonado o traicionado. ¿Con qué m edios y con qué conteni
dos evangélicos? La cristianización en sí, com o puro acto de fe,
no existe, ni habría podido existir, en los siglos XIII y XIV. Existió
en cam bio la aventura de la evangelización, no separable ni sepa
rada de la vida concreta de hom bres y m ujeres y de los contextos
socio-económ icos, institucionales e ideológicos. Y sem ejante
aventura no pudo realizarse sino en relación con el papado, con
los que detentaban el poder y con los que constituían los vértices
de la sociedad: se tratase de la evangelización de la península
ibérica en dependencia del avance y de la im posición de la
Reconquista, o de la conversión de los C um anes en el O riente
europeo, o de la expansión de la Iglesia rom ana en los países bal
cánicos dentro de la siem pre presente y nunca resuelta cuestión
de la separación/unión con la Iglesia bizantina. En este discurso
adquiere un interés específico el problem a de las relaciones con
el m undo islám ico y de la reconquista de Tierra Santa.
ción de M arsch acerca del «poder universal» del papa sobre toda
la hum anidad. Los infieles form aban parte de la grey de Cristo en
virtud de la creación y, por tanto, eran reconducidos a la grey de
la que se habían separado transform ándose en «lobos»; he ahí
por qué el «hierro» no puede acallar a la «palabra» y por qué los
«predicadores» no deben te n e r m iedo de lanzarse com o “corde
ros en m edio de lobos” .
los años veinte del siglo XIII - s e habla de una prim era redacción
de 1221 y de una revisión m ás cercana de 1 2 2 8 -, que lleva el
título de Memoriale propositi fratrum et sororum de poenitentia ¡n
domibus propriis existentium (m ás conocido de form a abreviada
com o Memoriale propositi), y cuya com pilación parecería rem on
tarse al cardenal H ugolino de O stia con la ayuda de algunos
canonistas. ¿Q ué hay de franciscano en la regla de 1289? Más
allá de una genérica inspiración penitencial y de la referencia al
bienaventurado Francisco com o «fundador (institutor)» de la
«vivendi form a» de aquellos Penitentes, se encuentra la asigna
ción de com etidos de «visitadores y form adores (visitatores et
informatores)» a M enores sacerdotes (nunca a herm anos laicos)
que, previa petición, deberán ser señalados por los custodios o
por el guardián interpelados. Pero al m ism o tiem po, se concede
la posibilidad de te ne r com o «visitador» un sacerdote de «alguna
de las O rdenes aprobadas». El vínculo entre P enitentes y
M enores viene a se r bastante sutil, si se com para con el de los
P enitentes y los P redicadores: éstos atribuyen al propio m aestro
general y a los priores provinciales la « dirección y corrección
(directio et correctio)» de los «fratres et sórores»; adem ás, cada
fraternidad debe te ne r siem pre un fraile P redicador sacerdote,
elegido por el m aestro general o por el provincial, que ejerza de
«m aestro y dire cto r (magister et director)». A p esar de esto,
desde el punto de vista de identificación, pocos m eses después
de la publicación de la Supra montem -e x p líc ita m e n te recordada
en el texto de sus «constituciones», prom ulgadas en el capítulo
de B olonia del 29 noviem bre de 1 2 8 9 - los representantes de los
«collegia» italianos se autodefinen com o «herm anos de la peni
tencia de la Tercera O rden de san Francisco (fratres de peniten
ta tertii ordinis sancti Francisci)». Su interés por lo franciscano
parece concretarse tan sólo en la obligación de a yunar en la
«vigilia beati Francisci» y de reunirse «in vesperis» de la m ism a
259
En el m a g m a de s e m e ja n te re a lid a d la « re g la » a p ro b a
da p o r N ic o lá s IV en 1289 c o n s titu irá a m e n u d o el fu n d a
m e n to c a n ó n ic o p a ra las e x p e rie n c ia s re lig io s a s m ás d is p a
ros; es de to d a s fo rm a s una « re g la » d is p o n ib le en el tie m p o
para p ro y e c to s de p e rfe c c ió n e v a n g é lic a q u e no lo g ra rá n o
no q u e rrá n e n c o n tra r s a lid a s en las e s tru c tu ra s ya c o n s o li
d a d a s de las O rd e n e s de los M e n o re s y de las C la ris a s . C on
to d o la Supra montem no se rá ca p a z de “o rd e n a r” d e fin itiv a
m e n te un u n iv e rs o la ic a l “fra n c is c a n o ” q u e b u sca v ía s a u tó
n o m a s de e x p e rie n c ia c ris tia n a re a liz a d a s , en fo rm a s c o m u
n ita ria s o in d iv id u a le s , en el c o ra z ó n de las s o c ie d a d e s
u rb a n a s o en fo rm a s e re m ític a s ; se tra ta de un u n iv e rs o
la ic a l m in o rita rio y m a rg in a l, en g e n e ra l im p o s ib ilita d o para
in c id ir re a lm e n te en las e s tru c tu ra s e c le s iá s tic a s . P o r el c o n
tra rio los h o m b re s de Ig le sia v e rá n en to d o e s to fe n ó m e n o s
de “d e s v ia c ió n ” que hay q u e p e rs e g u ir para c o n s e g u ir el
re fo rz a m ie n to d e l c o n fo rm is m o re lig io s o , q u e en la re p re s ió n
de la « d iv e rs id a d » te n ía m odo de le g itim a rs e y, al m ism o
tie m p o , de le g itim a r el o rd e n a m ie n to que d e c la ra b a s e r el
g a ra n te y el d e fe n s o r d e l c o n fo rm is m o re lig io s o . En fin , la
T e rce ra O rd e n y, en g e n e ra l, el « fra n c is c a n is m o » e ra n e le
m e n to s del s is te m a de la c a to lic id a d ro m a n a ; un sis te m a
que, en el in te n to de “d is c ip lin a r” la c ris tia n d a d con e m in e n
te s fin e s s a lv ífic o s , h a b ía e la b o ra d o p o co a p o co n u e vo s in s
titu to s para re g u la r la vid a re lig io s a in d iv id u a l y c o le c tiv a ,
p re s e n tá n d o s e ca d a v e z m ás c la ra m e n te en una p e rs p e c tiv a
de a u to c o n s e rv a c ió n . P o r e sto la h is to ria de la T e rce ra O rd e n
de a q u e llo s sig lo s , e n te n d id a é s ta en s e n tid o a m p lio , co m o
p o rta d o ra ta m b ié n de “d iv e rs id a d ” , se rá c o n tra s ta d a en
a lg u n a m e d id a : en la re la c ió n con a q u e llo s g ru p o s e in d iv i
d u os que en el fra n c is c a n is m o “v e rd a d e ro ” c o n tin u a b a n p e r
c ib ie n d o e le m e n to s fu e rte s de a u te n tic id a d c ris tia n a y un
ca m in o h a cia la p e rfe c c ió n y la s a lv a c ió n .
261
Nicolás III aceptó intervenir para elim inar los «puntos dudosos
(dubia)» referentes a la Regla, para com pletar algunas declaracio
nes de sus predecesores y para proveer a precisiones ulteriores.
El proyecto se plantea en una perspectiva am plia y determ inante,
264
Los frailes, por tanto, usan de hecho («usus facti») todas las
cosas que les son necesarias en relación «al alim ento, al vestido,
I
265
cías y acusaciones contra fray Pedro de Juan Olivi, entre ellas una
particularm ente infam ante y peligrosa, es decir, la de encabezar
una “secta” cism ática y supersticiosa. Frente a todo esto el fraile
provenzal parece m overse con gran prudencia y en espíritu de
plena obediencia; lo que le perm ite m antener buenas relaciones
con la dirección de la Orden, en singular contraste con la oposi
ción que m anifestaban respecto a él sobre todo los dirigentes
locales de los frailes provenzales.
blece los antiguos derechos del clero secular. Para predicar en las
parroquias, los frailes deben pedir la autorización de los párrocos;
ésta, por el contrario, no es necesaria para la predicación en sus
propias iglesias y en los espacios públicos, que en todo caso no
debe tener lugar si coincide con la predicación de las parroquias.
Para el ejercicio de la confesión los frailes necesitan del perm iso
de los obispos, pero, caso de que éstos se lo nieguen por un pre
juicio, en m ateria de confesión los frailes gozan de los m ism os
derechos que los párrocos. P or lo que concierne a las sepulturas,
los frailes son libres de acoger a cualquier persona en su última
m orada terrena, con tal de que se le entregue al párroco la cuarta
parte de los donativos, de los legados y de las ofertas recibidas.
armata)» a los que para ellos eran rebeldes y apóstatas, y les obli
garon a esconderse en «lugares rem otos». La gravedad de la deci
sión de C elestino V no hay que relacionarla solam ente con una
situación contingente; ¡con ella, de derecho y de hecho, había roto
la Orden y había sancionado la licitud de vivir el franciscanism o
perm aneciendo dentro de la Iglesia, pero sin encontrarse en el
seno de la Orden de los frailes M enores! La clam orosa renuncia de
Celestino V a m ediados de diciem bre de 1294 y la casi inm ediata
elección del cardenal B enedicto C aetani con el nom bre de
Bonifacio VIII pusieron en discusión la existencia de los «pobres
erem itas», que se vieron constreñidos a tom ar el cam ino de
O riente para llegar, quizá a principios de 1295, a una isla griega.
La situación se presentaba para ellos bastante difícil, m ientras para
la «com unidad» la elección del nuevo papa constituía un punto de
fuerza. Adem ás, en abril del m ism o año Bonifacio VIII quitó valor a
todas las decisiones de su predecesor que no fueran confirm adas
por él en un tiem po corto. A finales de 1295 fray Raim undo Gaufridi
fue forzado a dim itir por el nuevo papa, quien en el puesto de
“general” quería al m arquesano Juan M inio de M orrovalle de
Marca, elegido form alm ente en el capítulo de A nagni de 1296. El
prim er año del pontificado de Bonifacio VIII es rico en anteceden
tes para las inm inentes vicisitudes de la Orden de los M enores,
tanto para la «com unidad» com o para los «rigoristas».
282
Los prim eros treinta años del siglo X IV m arcan una progresi
va aceleración hacia la crisis de la Orden de los frailes M enores:
una crisis gravísim a. En este período se distinguen dos fases
principales. La prim era, que term ina en 1317, se caracteriza por el
endurecim iento de la oposición de los frailes de la «com unidad»
contra sus herm anos, los Espirituales, con oscilantes intervencio
nes pontificias; hasta la definitiva dispersión o deslizam iento de
los Espirituales hacia la herejía com o «fraticelli» y «fratres de
paupere vita». La segunda, de bastante m ayor relieve institucio
nal, en los prim eros años de la década de los veinte ve a la cúpula
de la «com unidad» entrar en conflicto con Juan XXII en el tem a de
la pobreza evangélica y franciscana, que llevó al m inistro general
y a algunos de los frailes m ás autorizados, después de un quin-
i
283
i i
295
308
rar a m uchos de ellos, pero sin lograrlo del todo). Había tam bién
una realidad bastante difusa y dispersa que tenía com o punto de
referencia a fray Ángel Clareno, que había em itido un juicio lúcido
sobre la situación en que la cúpula de la orden se había m etido sin
salida posible: una situación incom prensible de no tener en cuenta
la degradación de la O rden de los M enores y su responsabilidad
consiguiente en la decadencia de la Iglesia, cuya cabeza era un
papa que, habiendo declarado herética «la altísim a pobreza del
Evangelio, es excom ulgado por Dios y es hereje ante Cristo, que
es eterna e inm utable verdad (qui enim excomunicat et hereticat
altissimam Evangelii paupertatem, excomunicatus est a Deo et
hereticus coram Christo qui est eterna et incommutabilis veritas)».
Nótese: la condición herética de Juan XXII es objetiva; no hace
falta denunciarla subjetivam ente, adhiriéndose con ello a una
lógica de desencuentro político-eclesiástico del todo perdedora y
extraña a una genuina inspiración franciscana. No era m om ento de
denuncias clam orosas; era m om ento de espera en lo escondido de
lugares rem otos y solitarios, aguardando a que «Dios con su tre
m endo e im previsible juicio cam biase los tiem pos y renovase su
vida en la Iglesia (doñee Deus suo tremendo et occulto iudicio
mutabit témpora et suam innovabit in ecclesia vitam)».
catolicidad. Pero las dificultades y los cam bios no son sólo ecle
siásticos. En el curso de la tarda Edad M edia cam bian los contex
tos político-institucionales y socio-económ icos. Europa se estaba
estructurando según espacios estatales y nacionales coherentes,
aunque no siem pre coincidentes. Y la reestructuración europea
iba a la par con el inexorable ocaso de los planes universalistas
del papado y del im perio. Estaba acabándose la christianitas
com o “sistem a", com o respublica.
I
321
IhL
«I
325
citado pusiese fin a los com portam ientos del clero con cura de
alm as, de una vasta región de la Europa central y centro-m eri
dional, que públicam ente predicaba desde el púlpito contra la
actividad de los frailes M enores, tratando por todos los m edios de
separarlos de los fieles y lim itar la afluencia de donativos y recur
sos que para su sustento provenían de los m ism os fieles. Es
p a te n te que las p o s ib ilid a d e s de e n fre n ta m ie n to s, incluso
ásperos y violentos, entre los clérigos que adm inistraban iglesias
rurales y parroquias y los frailes M enores eran intrínsecas al
hecho de que éstos últim os -c o m o los m iem bros de las dem ás
Ó rdenes m e n d ic a n te s - ejercían una especie de “suplem ento”,
cualitativo y predom inante, en la cura de alm as, con las consi
guientes consecuencias en las estructuras eclesiásticas específi
cam ente destinadas a la organización y al servicio religioso ordi
nario de los fieles. Es igualm ente patente que la poderosa pre
sencia eclesiástica y “cu ria l” de los M enores constituía ya una
sólida barrera a la que ni siquiera era posible hacer una raspa
dura; una presencia que por otra parte estaba ju stificad a y enal
tecida a nivel eclesiástico y devocional. El legado pontificio podía
escribir que los frailes M enores, «con sus predicaciones y ora
ciones y con la escucha de las confesiones aportan sin cesar no
poco fruto a la Iglesia de Dios (suis praedicationibus et orationi-
bus et confessionibus audiendis fructum in Dei ecclesia non
modicum afferunt incessanter)».
Dios, com o lo había sido tam bién san Francisco, alter Christus,
había dado una cantidad enorm e de frutos adm irables a nivel
eclesial, eclesiástico y social, adem ás de que había producido una
cantidad igualm ente enorm e de hechos m aravillosos y m ilagrosos
en el plano religioso. Sin em bargo en la gran apología que sobre
la institución m inorítica se contiene en el De conformitate -c o m o
tam bién en la Chronica XXIV generalium ordinis Minorum, que le
p re c e d ió - no faltan algunas críticas respecto al desarrollo de la
vida de la Orden y al com portam iento de los frailes, pero viéndo
los com o el resultado de los duros ataques de los «dem onios»,
por un lado, y, por otro, de la relajación en la «observancia de la
Regla (Regulae observantia)» por parte tanto de los “prelados”
com o de los frailes. La observancia de la Regla es todavía, y con
tinuará siéndolo, la condición para la fecundidad “santa” del fran-
ciscanism o, de la que fray Bartolom é de Pisa recoge infinidad de
ejem plos y testim onios.
¡
337
midas, para ser propuesta de nuevo en las form as erem íticas que
fueron adoptadas a iniciativa de fray P aoluccio de Foligno. A éste
-p re se n ta do no ya con el patroním ico Vannotii, sino com o «con
sanguíneo de los señores de Foligno, cuya estirpe se llam aba de
los Trinéis (consanguineus dominorum Fulginentium, quorum
domus vocabatur de Trinéis)»- se le m itifica y se le m odela en
función de las sucesivas transform aciones y sim bolizaciones de un
erem itism o franciscano que pronto se integra en la dim ensión
minorítica de presencia activa en m edio de los hom bres.
lili
349
de particular rigor de vida, para la “cura de las alm as” de sus her
manas. Con el consejo de fray Enrique de Baum e, su confesor
personal y estrecho colaborador suyo, ella obtuvo que ju n to a
cada uno de los m onasterios fem eninos “coletanos” se estable
ciese un pequeño grupo de cuatro M enores: dos de ellos sacer
dotes, a los cuales se confiaba la cura monialium, y los otros dos
“laicos”, que se dedicaban a la m endicación. La realidad de la
“observancia” m asculina de quienes se llam arán Coletanos
-p a la b ra inventada para m ofa por los O bservantes ultram onta
n o s - quedará bajo la obediencia del m inistro general y conserva
rá su propia fisonom ía “autónom a”; se quiere así proveer a la
“reform a” de los conventos existentes y a la fundación de sedes
propias.
(conventus sive locus)» tuviese uno para el m anejo del dinero pro
veniente de las lim osnas, que habían de destinarse para la aten
ción de los edificios de conventos y lugares y para satisfacer nece
sidades vitales de los frailes según fueran apareciendo.
Con estos tres actos Eugenio IV definía los térm inos y los
m odos de funcionam iento autónom o de la O bservancia, no desli
gada todavía del todo del m inistro general, representante de la
unidad de la Orden, pero que, en relación con los frailes
O bservantes, no conservaba sino una función de “corrección",
más form al que efectiva. En realidad las decisiones del pontífice
creaban una doble estructura de gobierno, con dos órganos de
MI
372
l
373
lili
375
De m odo sem ejante a com o hacen las otras tres «colum nas
de la O bservancia», fray Juan de C apistrano está ante todo al ser
vicio del papado: un servicio que había de prestarse en la cris
tiandad afligida, dividida e insegura de los años treinta y cuarenta
del Cuatrocientos. Los niveles operativos de fray Juan son m últi
ples, aún cuando prevalezcan las tareas asignadas por el pontífi
ce, alternándolas con períodos de predicación en la Italia septen
trional. En 1434 tiene un ciclo de serm ones en Ferrara. En 1435
Eugenio IV lo envía a Nápoles para desarrollar una no fácil misión
en plena lucha entre Angevinos y Aragoneses por la conquista del
trono real. Cuatro años después el concillo de Basilea pronuncia
la destitución del m ism o papa, eligiendo en su lugar el 5 de
noviem bre de 1439 al duque de Saboya A m adeo VIII, que tom a el
nom bre de Félix V. En 1440 fray Juan se traslada a Milán para
sustituir a fray Bernardino de Siena en el papel de predicador
“oficial” y para vigilar que el viejo duque Felipe María Viscontl, vin
culado por parentesco con el Saboya, no se pusiese del lado del
papa de Basilea.
387
I
f
389
En los prim eros d ecenios del siglo XVI se llegó finalm ente a
la solución, o m ejor, a una solución, de las luchas y divisiones
entre C onventuales y O bservantes que durante un siglo habían
a torm entado a la O rden de herm anos M enores, tanto en la
cúspide com o en la base. En realidad la solución que había
encontrado e im puesto León X en m ayo-junio de 1517, m ás allá
de una deseada apariencia “un io nista ” y “co n co rd ista ” , se d e can
ta ba p o r un tra s v a s e del lid e ra to in s titu c io n a l de los
C onventuales a los O bservantes, que fue im puesto con un acto
de legítim a autoridad. Sin em bargo, las d ecisiones pontificias no
respondían a las exig e ncia s de “reform a” so licitad a s en m uchas
partes, ni satisfacían a las orientaciones rigoristas, que volvían a
a p arecer por d o q u ie r en el vastísim o y com plejo organism o de
los M enores, y que reivindicaban con energía su derecho a
e xistir en cuanto expresiones de un fra n cisca n ism o “a u té n tico ”
que O bservantes y C onventuales no estaban d ispuestos a
aceptar, ni querían lle va r a la práctica. Se asiste, pues, al cre ci
m ien to de la p e tició n de p o d e r v iv ir una «m ás e stre ch a
O bservancia» de la Regla en determ inados lugares de retiro, las
n
406
411
413
445
-
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453
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IA
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I
467
[Pues, com o en otros tiem pos les fue quitado a los judíos
el reino y el sacerdocio, porque habían repudiado a Cristo,
así es de tem er para m uchos cristianos, sobre todo para
nuestros G erm anos, que, habiendo adm itido la defección
de la fe, con la fe perdam os tam bién a C risto y el Imperio,
y que por ello el reino sea transferido a los lugares en que
C risto era desconocido, pero ya com ienza a ser conocido,
celebrado, venerado y glorificado. Los G erm anos destru
yen los tem plos, m uchos conculcan los sacram entos ecle
siásticos, otros los olvidan, otros los tocan con m anos
incestuosas. Por el contrario los indios destrozan los sim u
lacros y las im ágenes de los dioses, construyen tem plos y
lugares sagrados para Dios, con m ucha devoción y vene
ración m uestran el aprecio por los sacram entos eclesiásti
cos. A sí ocurrió en otros tiem pos: después de que pereció
Jerusalén, y por su m aldad perdió a Cristo, volvieron a
Cristo G recia y toda la Iglesia latina. Q uiera Dios que yo
sea un adivino m entiroso. No obstante me tem o que, si no
adoptam os las m edidas convenientes, nos suceda el
m ism o mal a nosotros, que desde hace m ucho tiem po
468
át
473
t
l
*
477
Si en los inicios de los años tre in ta del sig lo XVI entre los
M enores co n ve ntu a le s había quienes se sentían a tra ído s por
las ideas re ligiosas que llegaban del m undo reform ado, entre
ellos había tam bién o tro s que estaban aten to s a esa s m ism as
ideas, pero para rechazarlas. En el m ism o año 1532 apareció el
así llam ado Incendio de zizanie lutherane (Incendio de cizañas
luteranas), prim era publicación en lengua italiana «contra las
p erniciosísim as herejías luteranas para los sencillos». El au to r
nos es ya conocido, pues no es otro que fra y Juan Pili de Fano,
que en 1526-1527 se había o puesto d uram ente a los « in icia d o
res» de los «frailes M enores llam ados de la vida e rem ítica», y
que, desengañado, entrará en los C a p u chin os en 1534. El
m ism o fra y Juan de Fano dio vida (de m odo in vo lu n tario ) a un
im portante debate sobre la predestinación, en el que tom aron
parte personajes de p rim e r plano del “e va n g e lism o ” italiano. Se
habían sentido a nim ados a ello por el hecho de que en febrero
de 1537, e n con trá n d o se en S iena para un ciclo cuaresm al, fray
Juan había a cu sa d o de h e re jía al fra ile e re m ita A g u stín
«M useo» de Treviso, a quien en la m ism a circunstancia el
g o bierno de S iena había invitado a p re d ica r en la catedral de la
ciudad. Para lanzarse a acusar, al capuchino m arquesano le
había bastado que el e rm itaño utilizara, a propósito del libre
alb e drío hum ano y de la predestinación divina, la doctrina de
478
479
481
ttá
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486
H is t o r ia s d e l c r is t ia n is m o y d e l a ig l e s ia
H is t o r io g r a f ía
CAMBIOS EN EL FRANCISCANISMO
_
If
506
III.- La in s t it u c io n a l iz a c ió n d e l a s m e t a m o r fo s is
¡I M ulino, 1990, pp. 133-167; r.e . lerner, Frederick II, Alive, Aloft
and Allayed, in Franciscan-Joachite Eschatology, en The Use and
Abuse of Eschatology in the MiddleAges, a cargo de W. W erbeke
et alii, Leuven/Louvain, U niversity Press, 1988, pp. 359-384 (trad.
italiana en r .e . lerner, Refrigerio dei santi. Gioacchino da Fiore e
Tescatologia medievale, Rom a, Viela, 1995, pp. 147-167). Sobre
la apertura de una “cuestión joaquinista” en referencia a los her
m anos M enores, h. denifle, Das Evangelium aetemum und die
Commission zu Anagni, en “A rc h iv fü r L ite ra tu r- und
Kirchengeschichte des M ittelalters”, 1 (1885), pp. 49-142. Sobre
las consecuencias del escatologism o en la interpretación de san
Francisco en relación con la “historia de la salvación” , stanislao da
campagnola, L’angelo del sesto sigillo
e T“alter Christus”. Genesi e
sviluppo di due temí francescani nei secoli XIII-XIV, Rom a,
Laurentianum -A ntonianum , 1971.
.
511
IV .- E l e m e n t o s d e f u e r z a y d e d e b il id a d
i .
515
V I.- E n t r e pasad o y fu tu ro :
1212
18 mar. Tonsura de Clara por Francisco 35,134
1218
27 agos. Carta de Honorio III Litterae tuae 138
nobis
1219
prim/ver. Viaje de Francisco y Pedro Cattani a 40,84
Ultramar
1220
enero Martirio en Marruecos de cinco her 39,84
manos
1222
29 marzo Carta de Honorio III Ex parte uni- 54
versitatis
1226
verano/ Francisco dicta el Testamento 9,48,52,
otoño 59
3-4 oct. Muerte de Francisco 59
1227
18 mar. Muerte de Honorio III 59
19 mar. Elección de Gregorio IX 60
29 mayo Elección de Juan Parenti como min 155
istro general
20 oct. Carta de Gregorio IX Licet sacrosanc- 109
ta Rom ana
1229
20 feb. Carta de Gregorio IX Cum dilecti filii 96
16 jun. Carta de Gregorio IX Sicut manifes- 148
tum est
1230
16 mayo Carta de Gregorio IX Mirificans mis 109
ericordias
1233
mayo Inicio de la “Gran devoción” o 118-119
“movimiento del Alleluia”
28 jun. Carta de Gregorio IX Cum ordinem 108
fratrum
1234
7 jun. Canonización de Domingo de 117
Calruega
1238
abril “Privilegium paupertatis” a Inés de 211
Bohemia
9 mayo Carta de Gregorio IX D e conditoris 251
omnium
1240
1 nov. Es elegido General Haymón de 169
Faversham en el Capítulo de Anagni
1241
21 feb. Carta de Gregorio IX A d audientiam 213
nostram
1245
abril Inicio del viaje ad Tártaros del her 242
mano Juan de Pian Carpino
Primer concilio de Lyon 244
1250
20 abril Carta de Inocencio IV Cum harum 213
rector
1255
14 abril Carta de Alejandro IV Quasi lignum 185
vitae
1285 270
2 abril Elección de Honorio IV
mayo Capítulo general de Milán 267
1287
3 enero Muerte de Honorio IV 270
mayo Elección para general de Mateo de 269
Acquasparta en el Capítulo general
de Montpellier
1288
15 febr. Elección de Nicolás IV (fray 268
Jerónimo de Áscoli)
26 mayo Carta de Nocolás IV Devotionis 225
vestrae
269,272
El hermano Mateo de Acquasparta
es nombrado cardenal
1289
mayo Elección para ministro general de 272,273
Raimundo Gaufridi en e capítulo
general de Rieti
18 agosto Carta de Nicolás IV Supra montem 257,380
29 nov. Capítulo en Bolonia de los her 258
manos de la Penitencia de la
Tercera Orden de san Francisco
1292
4 abril Muerte de Nicolás IV 275
mayo Nuevas constituciones en el capítu 317
lo general de París
1295
14 sep. Carta del hermano Pedro de Juan 277
Olivi al hermano Conrado de Offida
1296
mayo Es elegido ministro general fray 277
Juan Minio de Morrovalle en el capí
tulo general de Anagni
1297
10 mayo “Manifiesto de Lunghezza”: 280
declaración de que la elección de
Bonifacio VIII es inválida
1300
18 febr. Carta de Bonifacio VIII Super cathe- 270-271
dram
1302
diciem. Fray Juan Minio de Morrovale, 283
cardenal
549
1303
11 oct. Muerte de Bonifacio VIII 283
12 nov. Elección de Benedicto XI
1310
abril Carta de Clemente V Dudum ad 285,290
apostolatus
1311
octubre Apertura del concilio de Viena 285
1323
14 enero El “Libelo de provocación y 301
apelación” por parte de Bonagrazia
de Bérgamo
12 nov. Carta de Juan XXII Cum Ínter non- 303
nullos
1324
22 mayo “Appellatio” de Sachsenhausen 304-305
1328
17 enero Coronación romana de Luis de 305
Baviera
18 abril Sentencia imperial de excumunión 305
contra Juan XXII
26 mayo Fray Miguel de Cesena huye de 305
Avignon
28 mayo Carta de Juan XXII Cum M ichael de 305-306
Cesena
1346
junio Nuevas constituciones en el capítulo 317
general de Venecia
554
1348
junio Fray Guillermo Farinier es elegido 316
ministro general en el capítulo gen
eral de Verana
1351
junio Nuevas constituciones en el capítulo 317
general de Lyon
1352
6 dic. Muerte de Clemente VI
1370
19 dic. Muerte de Urbano V
30 dic. Elección de Gregorio XI
1374
22 junio Carta de Gregorio XI A d nostrum 340
auditum
556
1378
T I marzo Muerte de Gregorio XI 328
8 abril Elección de Urbano VI (papa “romano”) 325,328
20 sept. Elección de Clemente Vil (papa aviñonés): 325,328
inicio del Gran Cisma de Occidente
1388-90 Concesiones de fray Enrique de Asti 339
a fray Paoluccio Vagnozzi de Foligno
y compañeros
1392-1407 Nacimiento y afirmación de las frater 353
nidades “rurales” minoríticas en Galicia
1395 Retiro erem ítico de fr. Pedro de 353-354,
Villacreces con otros compañeros 372
1399 Aprobación del De conformitate de 333-334
fray Bartolomé de Pisa por el capítu
lo general de Asís (romano)
1402-4 Noviciado de Bernardino de Siena 350
1403 Aprobación pontificia de la expperien- 353
cia de Santo Espíritu del Monte en el
reino de Valencia
1409
17 junio Elección de Alejandro V (papa “pisano”) 354,369
24 sep. Carta de Alejandro V Ordinem fratrum 354
Minorum
1410
3 mayo Muerte de Alejandro V 354
1414
julio Carta de Juan XXIII Hiis quae 356
557
1417
11 nov. Elección de Martín V
1420
7 mayo Carta de Martín V Romanum pontificem 361
1424-5 Institución martiniana de una custo 361
dia “eremítica” en el reino de Aragón
1426 Encargo papal a Juan de Capistrano 362
y Jacobo de la Marca de reprimir a
los fraticelli
1427
3 mayo Se revocan las concesiones y privi 376
legios de los Hebreos en el reino de
Nápoles
1428 Martín V concede a los Observantes 361
de Brandeburgo que puedan ele
girse un vicario trienal
1430
junio Es depuesto fray Antonio de Masa y 362
elegido para ministro general fray
Guillermo de Casale
21 junio Constituciones “m artinianas” o 363,372
“asisienses”
27 julio Carta de Martín V Pervigilis more 367
23 ag. Carta de Martín V A d statum 349
1431
20 febr. Muere Martín V 368
558
1439
25 enero El concilio de Basilea depone a 377
Eugenio IV
1440
mayo Publicación del Defensorium tertii 378
ordinis beati Francisci de fray Juan
de Capistrano
1441 Elección de fray Juan de Capistrano 369
como coadjutor de fray Bernardino
de Siena
1442
2 febr. Muere fray Guillermo de Casale, y el 369
papa nombra como vicario general
a fray Alberto de Sarteano
1443
junio Es elegido ministro general fray 370
Antonio dei Rusconi en el capítulo
general de Padua
559
1444
20 mayo Muere fray Bernardino de Siena 381,396
1446
18 julio Carta de Eugenio IV Ut sacra 371
23 dic. Carta de Eugenio IV Vacantibus sub 371
religionis
1447
9 febr. Carta de Eugenio IV Dum praeclara 371
23 febr. Muere Eugenio IV 381
6 marzo Elección de Nicolás V 381
20 julio Carta de Nicolás V Pastoralis officii 379
1449
9 abril Renuncia Félix V al papado 329
18 sept. Nocolás V con la Romanus Pontifex 381
revoca la Pastoralis officii
1450
20 mayo Canonización de fray Bernardino de 382
Siena
560
1456
2 febr. Carta de Calixto III lllius cuius in pace 387
1457
junio Capítulo general de Milán 388
1458
mayo Elección para ministro general de fray 388
Jaime Zarzuela en el capítulo general
de Roma
8 agosto Muere Calixto III 388
1467
28 febr. Carta de Paulo II Cum sacerordo 389
Sept. Fray Francisco della Rovere es nom 389
brado cardenal
1471
28 julio Muere Paulo II
9 agosto Elección de Sixto IV (fray Francisco 389,391
della Rovere)
diciem. Fray Pedro Riario y el novicio Julián della 390
Rovere son nombrados cardenales
1472
marzo Carta de Sixto IV Pastoris aeterni 393
1473
marzo Carta de Sixto IV Dominus noster 391
1475
26 enero Carta de Sixto IV Mentís piae vitae 391
1498
junio Capítulo general de Milán 402
1498-9 Presiones de los reyes católicos 411-412
para la celebración de un capítulo
generalísimo
1503
agosto Capítulo de los Observantes ultra 410
montanos
18 agosto Muere Alejandro VI
22 sept. Elección de Pío III 412
563
577
I G u iller m o de n a r n i , h.M. 338 G r eg o r io X
G u iller m o de o c k h a m , h.M. H u m il la d o s , o rd e n re lig o s a 8 7
306 253
G u iller m o de r u b r u c k , h.M. H u n g ría 8 2 2 0 9 231 2 3 4 272
245 3 2 6 3 7 3 3 8 3 3 8 5 391 4 1 3
G u iller m o de s a in t ’a m o u r , 417
I ma- estro parisino 190 191 H usitas 3 7 3 3 84
203
G u iller m o de s a n t ’a m a n z io ,
h.M. 292 Ilu m in a d o d el a r c e , h.M . 27
G u iller m o h.M., car
f a r in ie r , India 246
denal 313 317 318 319 321 INDIANOS DE AMÉRICA 462
322 323 325 337 Indias occidentales 405 459
Güyük 24 5 460 464 465
I nés de b o h e m ia 168 211 251
Inés de fava ro n e , hermana de
Haití 462 Clara de Favarone di
Halbertstadt 92 Offreduccio 135 139
H aym ó n de fav e r s h a m , h.M. Inglaterra 68 70 80 81 82 87
105 125 126 127 132 157 164 93 94 95 107 124 125 126
169 170 172 176 131 160 163 234 240 299
Heidelberg 359 326 350 390 391 413
Hérault 460 I n o c en c io III, papa 20 24 26
H e r m a n n u s , h.M. 78 33 35 36 42 47 58 68 117
H ernán c o r tés 466 138 147 218 253
Hildesheim 91 104 I n o c en c io IV, papa 133 146
H o n o r io III 11 41 46 47 54 59 155 172 180 184 185 188
77 80 83 122 138 216 208 213 214 215 216 221
H o n o r io IV 270 244 252
Horda de oro 246 In o c en c io V, papa 210
H u g o de d ig n e 183 206 256 I n o c en c io VI, papa 320 324
H u g o lin o dei m edici de fe r 325 326
r a r a , dominus 257 In o c en c io VIII, papa 426
H u g o lin o de o s t ia , cardenal Irán 245 246
42 44 46 47 55 59 60 71 Irlanda 95 326
119 133 138 139 140 141 Is a b e l la c a tó lic a , re in a 411
147 148 151 172 172 175 459
219 224 250 257 258, v. Isla-de-Francia 131
578
Sin IVA
1. J. GARRIDO, La forma de vida franciscana (agotado)
2. K. ESSER, La Orden franciscana. Orígenes e ideales 8,00 euros
3. T. LARRAÑAGA, Oídme hermanos.Celebraciones
franciscanas (agotado)
4. E. LECLERC, El Cántico de las criaturas 8,00 euros
5. E. MOTTE - C. HEGO, La Pascua de san Francisco 6,00 euros
6. M. HUBAUT-M.T.MALEYSSYE, «Os anunciamos lo
que hemos visto» 6,00euros
7. J. GARRIDO, La forma de vida de Santa Clara 8,00euros
8. Los escritos de Francisco y Ciara de Asís (agotado)
9. K. ESSER, Temas espirituales 8,00euros
10 . K. ESSER, El Testamento de San Francisco de Asís 8,00 euros
11. T. LARRAÑAGA, Orando con san Francisco 10,00euros
12 . F. URIBE, La vida religiosa según san Francisco de Asís 6,00 euros
13. E. LECLERC, Francisco de Asis. El retorno al Evangelio 8,00 euros
14. C. A. LAINATI, Santa Clara de Asís 6,00 euros
15. J. GARRIDO, La forma de vida franciscana, ayer y hoy 10,00 euros
16. NGUYEN VAN KHANH, Cristo en el pensamiento
de Francisco de Asís 9,00 euros
17. CARLOS DÍAZ, Ecología y pobreza en Francisco de Asís 6,00 euros
18. M. ABDON SANTANER, Francisco de Asís y de Jesús 7,00 euros
19. D. DE AZEVEDO, San Francisco de Asís. Fe y vida 7,00 euros
20 . Celebraciones franciscanas por la paz 6,00 euros
21 . JESÚS SANZ, Francisco y Clara de Asís. Icono y palabra
de amistad 8.00 euros
22 . MICHEL HUBAUT, Cristo nuestra dicha. Aprenderá
orar con Francisco y Clara de Asís 8.00 euros
23. FERNANDO URIBE, Por los caminos de Francisco
de Asís 8.00 euros
24. THEOPHILE DESBONNETS, De la intuición a la ins
titución. Los franciscanos 8.00 euros
25. MARCO BARTOLI, Clara de Asís 10,00 euros
26. AA.W. Regla y vida. Comentario a la Regla y vida
de los hermanos y hermanas de la Tercera Orden
regular de san Francisco 12.00 euros
27. GIOVANNI MICCOLI, Francisco de Asís. Realidad y
memoria de una expriencia cristiana 10.00 euros
28. JEAN MARC CHARRON, Francisco de Asís en busca
de la identidad 10.00 euros
29. TADEO MATURA, En oración con Francisco de Asís 8.00 euros
30. DAVID FLOOD, Francisco de Asís y el movimiento
franciscano 8.00 euros
31. TADEO MATURA, Francisco de Asís, otro Francisco.
El mensaje de sus escritos 9.00 euros
32. RAOUL MANSELLI, Vida de San Francisco de Asís 12.00 euros
33. RAOUL MANSELLI, Para mejor conocer a Francisco
de Asís 12.00 euros
34. FIDEL AIZPURÚA, “¿Por qué a ti?’’ La espirituali
dad franciscana hoy 12.00 euros
35. JACQUES DALARUN, La malaventura de Francisco
de Asís 12.00 euros
36. LEONARDO LEHMANN, Francisco, maestro de ora
ción 12.00 euros
37. AA. W ., Francisco de Asís y el primer siglo de historia
franciscana 17.00 euros
38. AA. W., Franciscanos porta justicia, la paz, la eco
logía 12.00 euros
39. MARTÍ ÁVILA i SERRA, Los ojos del Espíritu. Comen
tario a las «Admoniciones» de Francisco de Asís 9.00 euros
40. Los escritos de Francisco y Clara de Asís. Textos y
apuntes de lectura 16.00 euros
41. TADEO MATURA, Francisco de Asís, Maestro de
espiritualidad, según sus escritos 7.00 euros
42. MANUEL AMUNÁRRIZ, ¡Load y bendecid a mi Señor!
El mundo interior de Francisco y Clara de Asís 8.00 euros
43. DIÑO DOZZI, “Así dice el Señor”. El evangelio en los
escritos de san Francisco 8.00 euros
44. JAVIER GARRIDO, Meditación del franciscanismo. Re
lectura de las Florecillas 12.50 euros
45. ÁNGEL M. FERNÁNDEZ DE PINEDO, La experien
cia cristiana de san Francisco de Asís y la identidad
franciscana 11.50 euros
46. CESARE VAIANI, Ver y creer. La experiencia cristiana
de Francisco de Asís 8.00 euros
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