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Giuseppe Mammarella
Florentino Portero
Alan Milward
Francisco Cornín
Mercedes Cabrera
Santos Juliá
Manuel Azcárate
Luis Arranz
Vera Zamagni
Pablo Martín Aceña
Juan Velarde
Ludolfo Paramio
Alec Nave
Carmen Claudín
Alexander Tsipko
Angel Rojo
EDITORIAL
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ÍNDICE
PRESENTACIÓN VII
I Mercedes Cabrera, Santos Juliá, Pablo Martín Aceña (comps.), Europa en crisis
(1919-1939), Madrid, Pablo Iglesias, 1991.
Vlll
Europa 1945-1990 Presentación IX
como en el proceso de integración occidental, han venido a demos- experiencia de las democracias populares al socialismo real. Bajo el
trarlo. Esta mezcla de convicción e incertidumbre tenía que impreg- férreo proceso de sovietización y el control de la Unión Soviética,
nar también, necesariamente, la mayor parte de las contribuciones al aquellas que fueron nuevas naciones después de la primera guerra
seminario. Muy pocos participantes, por no decir ninguno, pudieron mundial, y que constituyeron uno de los elementos de mayor ines-
sustraerse a la tentación de proyectar sus opiniones hacia el futuro, tabilidad en el período de entreguerras, congelaron sus problemas
desde sus respectivos temas. históricos durante décadas, contribuyendo así, aunque fuera negati-
Europa inició en 1945 un largo período de estabilidad que puso vamente por ausencia, a la larga paz europea de la segunda mitad
fin a la profunda crisis que arrastraba desde, al menos, 1914. Esa del siglo.
estabilidad, sin embargo, fue posible gracias a la progresiva conso- Mediada la década de los setenta, las bases de la prolongada es-
lidación de una política de bloques que dividió a Europa en dos y tabilidad comenzaron a debilitarse. Los nuevos movimientos sociales
la situó bajo la tutela de las dos grandes potencias: EE UU y la y la nueva conflictividad manifestada ya a finales de los sesenta -tan-
Unión Soviética. Los sueños de una Europa federal -de unos Es- to en algunos países occidentales como en el Este-, la crisis eco-
tados Unidos de Europa- como tercera fuerza entre ambas, se des- nómica internacional y el proceso abierto al Estado «providencia»
vanecieron rápidamente. No fue consecuencia de un nuevo orden introdujeron las primeras incertidumbres. Pero fue la década de los
internacional impuesto desde el otro lado del Atlántico, sino de la ochenta, con el progresivo deterioro de la situación en la Unión
voluntad de preservar un orden político plural y democrático. Soviética, el anuncio de la perestroika y la explosión de la glásnost,
Los primeros años de la posguerra siguen constituyendo un tema la que vio precipitarse el final de toda una etapa histórica. La caída
abierto al debate, mal conocido durante muchos años por haber del muro de Berlín y la unificación de Alemania fueron sólo uno de
quedado sepultado, salvo para los especialistas en la materia, bajo los espectaculares y significativos acontecimientos, no ya del fin de
recubrimientos ideológicos distorsionadores de la realidad. Aún hoy, los bloques, sino de los presupuestos sobre los que se había basado
muchos se negarían a aceptar las palabras/que pronunció en las Na- la estabilidad europea, y, más aún, de viejas utopías ideológicas y
ciones Unidas el socialista belga Paul Henri Spaak, en 1948, en res- radicales modelos alternativos de organización social.
puesta al ataque frontal del soviético Vichinsky contra los Estados Europa tiene que acostumbrarse a vivir sin muletas ajenas; el
occidentales firmantes del Tratado de Bruselas y contra EE UU, acu- sueño de los federalistas de los años cuarenta se ha convertido, en
sándalos de preparar una nueva guerra. La teoría de los «dos mun- un contexto internacional muy diferente, en un verdadero desafío
dos» apadrinada por la Unión Soviética, en la que ésta se reservaba para los europeos de los años noventa. El viejo continente despren-
la defensa de la paz, frente a la amenaza bélica supuestamente pro- dido de sus tutelas muestra con toda crudeza, por un lado, la difí-
tagonizada por Occidente, tuvo una asombrosa capacidad de encubri- cil herencia de cuatro décadas de socialismo real que está desenca-
miento. denando en el Este, además de situaciones económicas y sociales de
Los distintos países de Europa occidental -salvo excepciones penosa solución, anacrónicas explosiones de violencia y conflicto
como la española- se reconstruían políticamente bajo el paradigma nacionalistas. Y, por otro lado, la integración pragmática y fun-
de la democracia, con la decisiva contribución de nuevas y viejas cional, meramente económica, puesta en pie sobre los planes de Jean
fuerzas políticas que abandonaban la «guerra de ideas» reinante Monnet para resolver el viejo contencioso entre Francia y Alemania
durante todo el período de entreguerras, y disfrutaban de un cre- y propiciar la unión de la Europa occidental, está alcanzando la
cimiento económico sin precedentes que permitía poner en pie el desembocadura política que él mismo adivinó como final lógico del
Estado del bienestar. Por muy decisivo que pudiera ser el Plan Mar- proceso. Este desenlace se está produciendo en una Europa más
shall, las bases de la reconstrucción ya estaban puestas y era mani- amplia que la que firmó los Tratados de Roma, y a cuya puerta
fiesta la voluntad de las distintas fuerzas políticas, incluidas las llaman otros países y grandes contingentes de población no europea,
organizaciones obreras comunistas, de dirimir sus reivindicaciones atraídos por el crecimiento y el bienestar.
dentro del sistema. Mientras tanto, la Europa del Este pasaba de la En el seminario quisimos buscar explicaciones a muchos de los
x Europa 1945-1990
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