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EMERICH CORETH ¢QUE ES EL HOMBRE? Esquema de una antropologia filosofica Presentacién por ANDRES ORTIZ-OSES BARCELONA EDITORIAL HERDER 1985 INTRODUCCION 1. Ext PROBLEMA DEL HOMBRE. 1. ¢Qué es el hombre? Es ésta una pregunta, como muchas otras, que se nos impone, tanto en la vida cotidiana como en la investigacién cientifica, Nos preguntamos por el mundo y por las cosas, por la materia y por la vida, por su esencia y sus leyes. eQué es todo eso y cudl es su sentido? Y... qué es el hombre? Es ésta una pregunta como tantas otras, y sin embargo presenta unas ca- racteristicas especialisimas, porque afecta directamente al -hombre . que intetroga, porque le pone sobre el tapete de la discusién. El hombre se pregunta por su propia esencia, Y tiene que formulatse esa pregunta porque personalmente es problemético para si mismo. Y tanto mds problematico se resulta cuanto el espiritu y los acon- tecimientos de la época le ponen en tela de juicio, le amenazan con el trastorno y disolucién de todos los 6rdenes humanos y le en- frentan con el enigma y hasta con el absurdo apatente de su exis- tencia. De esta forma se plantea con nueva gravedad y urgencia nueva la pregunta acerca del ser del hombre, de su posicién en el mundo y del sentido que tiene su propia existencia. Mas cuando nosotros planteamos esa pregunta, de por si nos da ya — porque tal pregunta nos atafie de forma directa— una primera respuesta. El hombre es el que interroga; es el mismo que puede y debe pre- guntar. Sdlo el hombre es capaz de preguntar; cosa que no pueden hacer ni la piedra ni la planta ni tampoco el animal. Esos seres 29 Introduccién se mueven bajo una existencia que no se plantea problemas. Ni siquiera el animal, que percibe su entorno, es capaz de preguntar. Permanece ligado al dato concreto de un determinado fendmeno, sin poder alzarse sobre el mismo ni preguntarse por sus razones ocultas. Lo que se le muestra es para él algo absoluto. El animal queda por debajo de la posibilidad de interrogar. Sdlo el hombre se encuentra inmerso en la posibilidad y necesidad de preguntar. Es el distintivo peculiar de su forma de ser. Pero ¢qué clase de ser es ese que se diferencia de todos los otros por su capacidad y necesi- dad de tener que preguntar? ¢Qué ser es ese que al formularse su interrogante se convierte en problema para s{ mismo y que ha de preguntarse por su propia esencia? ¢Qué es el hombre? . Preguntar por su propia esencia sdlo el hombre puede hacerlo. Aqui es valida justamente la afirmacién de que ninguna otra cosa, ningiin otro ser vivo del mundo es capaz de hacerlo. Todos los demds seres tienen una existencia o presencia inconsciente y, por ende, ajena a cualquier problematicidad. No pueden preguntarse por su propia esencia. El interrogador en exclusiva es el hombre que pregunta a todo y hasta a si mismo por su propia esencia; con lo cual transciende la inmediatez de la realidad dada buscando su fundamento. Cada pregunta tiene, sin embargo, unas condiciones de posibi- lidad. Sdlo puedo preguntar cuando todavia desconozco aquello por lo que pregunto. De otro modo, la pregunta queda superada por el conocimiento, y deja de ser posible. Y, pese a todo, sdlo puedo preguntar cuando ya conozco aquello sobre lo que inmterrogo; de lo contrario, la pregunta no tendria objeto ni sentido, seria una pregunta imposible de momento, Supone un cierto pre-conocimiento de lo que sé pregunta. Un preconocimiento todavia vacio, todavia indeterminado, Es un saber por el que «sé que no sé», como ya’ decia Sécrates; es decir, un saber que no lo sé todo y que no sé nada de un modo acabado. Es un conocer los limites del cono- cimiento, un sabio no saber, la docta ignorantia, de que hablan Agustin y NicoLés DE Cusa. Ahora bien, conocer las limitaciones del conocimiento signifi- ca ya un sobrepasar las limitaciones de lo inmediatamente dado y de lo que ya se conocfa, en una anticipacién hacia aquello que to- 30. El problema del hombre davia no sé, pero que quiero saberlo y por ello pregunto. Interrogar sdlo es posible en un horizonte explorado de antemano que tras- ciertde el conocimiento concreto ya existente y que suscita el mo- vimiento de la pregunta. El hombre pregunta por su propio ser. Lo cual sdlo es posible porque siempre tiene un conocimiento de si mismo y porque el hombre se caracteriza por la conciencia y la comprension de si pro- pio. Gracias a ello se eleva por encima de la vinculacién ciega a la naturaleza, propia de los seres infrahumanos. Sdlo porque el hom- bre sabe de si mismo y se comprende es comprensible que pueda también preguntarse. Sin embargo se trata de un saber que no elimina Ja pregunta, sino que la hace posible. Sdlo porque el hom- bre no se comprende de un modo total, porque sigue siendo para “si mismo un enigma y un misterio, porque su saberse es a la vez un no saber y su auto-comprensién una incomprensién — un sabio ‘mo saber o una docta ignorantia—, sdlo por eso puede y debe Preguntarse acerca de su ser propio y especifico. De esta forma el hombre se encuentra en una exttafia penum- bra. Se sabe como un ser que se posee espiritualmente, que se com- prende a s{ mismo. Pero est4 ligado y trabado en la oscuridad de la realidad y acontecimientos materiales que le impiden la plena comprensién de si mismo. Esta dualidad condiciona el ser del hom- bre. Y a ella responden la posibilidad y necesidad de preguntarse. Tal preguntarse del hombre comporta ya una primera respues- ta. Es verdad que se trata de una respuesta provisional y necesitada de un desarrollo subsiguiente, mas no por ello deja de sefialar la direcci6n a nuestro interrogatorio y busqueda ulteriores acerca del ser del hombre. Lo que ¢l hombre sabe ya acerca de si mismo de wn modo originario e inmediato, pero que todavia no ha logrado una expresién teflexiva, tiene que sacarlo a la luz y expresarlo de forma explicita. Aquella autocomprensién originaria, que siempre posibilita, aqui y ahora, acompafia, determina y penetra todos nues- tros conocimientos, lenguaje y actuaciones de cardcter explicito, | por Jo general objetivo, debe exponerse, iluminarse y explicarse | temdticamente mediante una reflexién de lo que nosotros mismos j:somos y de lo que experimentamos y entendemos continuamente. | Esto parece muy simple. Se trata aqui en realidad de lo més ! t \ 31 f ' t \ Introduccién conocido y evidente. Pero sacarlo a luz de forma adecuada y expli- carlo de un modo temético resulta mas dificil que el logro de un conocimiento empirico-objetivo, el cual esté en la direccién de nuestra postura natural y espontdénea frente al mundo y que siem- pre puede remitirse a unos datos visibles y palpables. Aqu{, por el contrario, se requieren un rodeo y un andlisis en los que facilmente influyen los puntos de vista retorcidos, alicortos o etrados que conducen a interpretaciones unilaterales y deficientes del ser hu- mano. Ademas, y aunque formulada por el camino adecuado — es decir, con la vista puesta en la totalidad de la existencia humana —, la pregunta que reclama una respuesta nunca alcanza la meta de- finitiva. El ser del hombre muestra constantemente nuevas profun- didades y misterios que provocan a su vez nuevas preguntas. De ahi que las preguntas de la humanidad jams queden reducidas al silencio. El interrogatorio no puede cesar en tanto exista el pen- samiento humano que de continuo pregunta e investiga. Y aun- que a lo largo de la historia se hayan dado respuestas diversas y hasta —aparentemente o realmente — contradictorias, tales res- puestas no dejan de apuntar a fendmenos o problemas validos, que una exposicién filosdfica de la existencia humana ha de tener en cuenta. 2. De. ahi que se plantee la cuestidn de qué es realmente o qué debe ser una antropologia filoséfica; cudles deben ser su impos- tacién y desarrollo metodolégicos. Es el problema del método que aqui sdlo puede recibir una respuesta, a base de indicaciones pri- meras y esquematicas; el método tiene que acreditarse y hacerse valer en el terreno de los hechos '. En la actualidad existe un gran numero de ciencias particulares de cardcter empirico al servicio de la investigacién antropoldgica, tales como la biologia y la fisiologia, el andlisis del desarrollo y de la conducta, la psicologia y sociologfa empiricas, la etnologfa, la ciencia de la cultura y de la religién. Se habla de una antropologia médica, psicolégica y sociolégica, de una antropologia cultural y teligiosa. El] nombre de «antropologia» hace ya mucho tiempo que 1. Para cuanto sigue, véase E. Coren, Was ist philosophische Anthropologie?, en Zk Th 91 (1969) 252-273. 32 El problema del hombre ha dejado de ser exclusivo del quehacer filosdfico. Mas, como todas las ciencias particulares estén limitadas en su contenido y método, aunque ciertamente que pueden aportar aspectos parciales muy interesantes del hombre, hay que integrarlas en la totalidad para que puedan resultar fecundas de cara a la comprensién general del hombre. Por lo mismo, no pueden suplir a una axtropologia filo- sofica, cuya tatea es la de abarcar y analizar la totalidad del ser humano. Pero gcémo? eConsiste esa tarea en integrar los resultados de la investigacién Gientifica para construir la sintesis de una «imagen del hombre»? En tal caso seguiria abierto el interrogante de si en la hora pre- * sente, habida cuenta de la amplitud casi incalculable de la investi- gacién antropoldgica, es cientificamente seria y ni siquiera posible semejante sintesis; de si no estard condenada de antemano a con- vertirse en una seleccién arbitraria de unos conocimientos cienti- ficos particulares. La sintesis as{ forjada seria de un valor proble- mitico. Y mas grave atin resulta este otro interrogante: ¢De dénde wma su principio unificante y ordenador una sintesis de ele- mentos heterogéneos? La posterior unién de una pluralidad de dementos aislados supone como conditio sine qua non \a unidad precedente del todo. Tarea filoséfica es desarrollar sistemdticamente sa supuesta totalidad. Una simple coleccién de resultados cientifi- os patticulares que no alcance la unidad y totalidad precedente, que s¢ supone como condicidn, no es todavia una antropologfa filosdfica. El llevarlo a cabo es algo que supera en principio el campo de Iss posibilidades de una ciencia particular. Pues pertenece a su propia esencia el que sepa una parte de la realidad, perfectamente delimitada, y la estudie bajo un punto de vista asimismo perfecta- mente definido. Ahi se fundamenta la validez y la precisién del Planteamiento cientifico de las cuestiones. Se circunscribe a un de- serminado aspecto y desarrolla los métodos congruentes; pero pres- ande de otros aspectos y conexiones que no pertenecen al campo de su objeto y que escapan a los métodos que Je son propios. La Gencia particular es esencialmente abstracta; jamas alcanza el todo @oncreto, Aunque son muchas las ciencias particulares que se ocupan del hombre, cada una de ellas se orienta hacia un aspecto bien deli- mitado de la realidad humana. Ninguna puede alcanzar a todo el 33 Juerch Hombre 3 Introduccién hombre; ninguna es capaz de afirmar algo sobre su esencia, y ni siquiera preguntar por ella. Ademés, como la ciencia particular es una ciencia experimental en el sentido de ciencia empfrico-objetiva, no penetra en lo que es propiamente humano, en aquello que convierte al hombre en hom- bre. Toda ciencia empitica se ordena a un determinado objeto o campo de objetos, que ha de tomarse objetivamente. Su trabajo versa sobre cuanto se puede hallar ¢ investigar como objeto. El sujeto conocedor se enfrenta al objeto como frente a su otro, Cuando la investigacién cientifica se aplica al hombre —o mejor, a un as- pecto parcial del hombre —, le convierte en el «objeto» que se establece, observa y analiza desde fuera. La ciencia particular obje-_ tiviza, cosifica. No puede hacer otra cosa, porque eso pertenece a su misma esencia. Pero al propio tiempo constituye su limitacién. No puede alcanzar lo especificamente humano, que por principio escapa a la esfera de la objetividad. Aquellas dimensiones que carac- terizan al hombre como tal, que definen su autocomprensién y que confieren un sentido total a la existencia humana, esas dimensiones no aparecen en el campo visual de una ciencia empirico-objetiva ni pueden captarse jamds con sus métodos objetivantes. Una antropo- logia cientffica de cardcter empirico y particularista, no puede re- coger —ni aun en su despliegue mds amplio— la totalidad origi- naria del hombre, aunque la presupone necesariamente. ¢Por qué esto? Si un conocimiento empirico-cientifico pretende tener algtn relieve antropoldgico, ha de partir de una pre-compren-| sidn de lo que significa el ser hombre. Cuando un bidlogo, por eje1 plo, obtiene un conocimiento que es también importante para proceso vital humano, ese su conocimiento no le dice sin més que es el hombre. Tiene que saberlo con anterioridad pata conoct el alcance antropoldgico de sus puntos de vista. Cuando el estudio: de la evolucién tropieza con un fésil en el que reconoce o sos la presencia de un créneo humano — tal vez se trata de un d cubrimiento sumamente importante —, ese hueso no le dice na acerca de lo que es el hombre. Deber4 saberlo de antemano p: valorar el hallazgo concreto en toda su dimensién antropoldgi Lo mismo cabe decir del historiador o del arquedlogo que descub: restos de instrumentos o de construcciones pertenecientes a 34 El problema del hombre €poca antiquisima. Desde el punto de vista histdrico-cultural pue- den ser de suma importancia. Mas no lo son porque afirmen por si mismos algo acerca del hombre, sino unicamente porque sobre el tras- fondo de un preconocimiento del hombre, de su actividad y con- ducta, pueden entenderse como obras humanas e insertarse en la historia de la cultura. Pero esto vale incluso para las ciencias que se ocupan directa- mente del hombre. El médico no espera de su ciencia una respues- ta a la pregunta de ¢qué es el hombre?; es por saberlo de antes y por saberse obligado al hombre por lo que estudia y busca todos los remedios posibles pata ayudar al paciente. También cl psicélogo en su investigacién empirica y concreta se gufa por un conocimiento preliminar del hombre, y es ese conocimiento el que despierta su interés por los procesos ps{quicos y el que crea la posibilidad de integrar los datos concretos del saber cientifico en su compren- sién del hombre, El socidlogo, por su parte, supone asimismo un conocimiento del hombre, cuya conducta social intenta escudrifiar. Estos ejemplos presentan una nota en comin: un objeto de co- nocimiento empirico-cientifico particular no tiene importancia an- tropolégica porque exprese lo que es el hombre; ocurre més bien que los conocimientos empiricos alcanzan un significado antropolé- gico por el hecho de que nosotros sabemos de antemano — experi- menténdonos y comprendiéndonos a nosotros mismos como hom- bres — lo que significa ser hombre. De donde se sigue que los conocimientos cientificos particulares no ofrecen a la antropologia ningtin auténtico punto de partida filo- sdfico. Siempre suponen establecido aquello cuya formulacién sis- temdtica es tarea especifica de una reflexién filosdfica sobre el hom- bre. Esto vale, por ejemplo, para la historia de la evolucién. Sus in- vestigaciones pueden ser sumamente ilustrativas; pero filosdfica- mente seria ingenuo tomarlas como base de una antropologia. El problema acerca de la esencia del hombre no es equivalente al pro- blema de su desarrollo; ni se resuelve con datos o teorfas sobre el proceso evolucionista*, Aunque el hombre derive genéticamente de 2. M. LaNpMANN, Der Mensch als Evolutionsgtied oder Eigentypus, en G. HEBERER, Menschliche Abstammungsteore, Stuttgart 1965, 426-443, G. Hensrer, Der Ursprung des 33 Introduccién unas formas de vida animales, no se sigue por ello que sea un animal, que sea, por ejemplo, un simio superdesarrollado o infrade- sarrollado, cosa que también se ha afirmado. Sucede mds bien que los datos sobre el proceso evolutivo sdélo pueden entenderse y explicarse antropolégicamente sobre la pre- misa de un conocimiento anterior acerca del hombre. Antes debe- mos saber lo que es el hombre para poder formular con sentido la pregunta de cémo ha llegado a serlo >. Igualmente problematico resulta partir de la diferencia entre hombre y animal y, por consiguiente, querer definir e] ser del hom- bre separdndolo de la vida y conducta animales, aportando para ello materiales tomados de la biologfa, de la psicologia animal y del anélisis comparativo de los respectivos comportamientos*. Sin duda alguna que esos conocimientos pueden ser de gran importancia antropoldgica, pero sélo bajo el presupuesto del precedente autoco- nocimiento humano, desde el cual pretendemos conocer la conducta animal de forma analégica, con una analogia que por lo demés resulta muy problemdtica. Para entender al hombre partiendo del animal es necesario haber comprendido al animal a partir del hombre. Y ahi esta el problema. Inconscientemente se pasa por alto cuando de un modo simplista se hacen afirmaciones antropomorfas acerca del animal y se habla de su conducta inteligente, de su co- nocimiento y voluntad, de su amor y de su odio. El hombre em- pieza por ponerse en la piel del animal para intentar después enten- derse a si mismo desde el animal, y tal vez incluso para pretender Menschen. Unser gegenwirtiger Wissenstand, Stuttgart 1968; id., Die Evolution der Orea- nismen, 3 vols., Stuttgart 31967ss; H. Horer-G. ALINER, Die Sonderstellung des Menschen, Stuttgart 1972; GH.R. voN Kosnrswatn, Die Geschichte des Menschen, Berlin 71968; I. Scuwmercey, Das Menschenbild der Biologie, Stuttgart 71971. 3. A. Has, Das stammesgeschichtliche Werden der Organismen und des Menschen. I, Dew- tung und Bedeutung der Abstammungslehren, Friburgo de Brisgovia 1959; P. Ovenriact, Um das Erscheinungsbild der ersten Menschen («Quaestiones disputatae> 7), Friburgo de Brisgovia 1959; id., Das Problem der Humanisation («Quaest. disput.» 12-13), Friburgo de Brisgovia 1961; id., Die Evolution des Lebendigen (

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