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LA FÁBULA DEL LOBO Y EL CORDERO.

Sobre el engaño y la manipulación en el proceso de la mediación.

Mauricio José Hernández Sarti.

“…sabemos que los conflictos son


peligrosos, sin embargo esperamos
que la mediación sea segura…”1

Kenneth Cloke.

“La falsedad tiene alas y vuela, y la


verdad la sigue arrastrándose, de
modo que cuando las gentes se dan
cuenta del engaño ya es demasiado
tarde.”

Miguel de Cervantes Saavedra.

Introducción.

Sabemos que la mediación es un proceso de comunicación entre partes en conflicto


y un mediador imparcial, que procurará que las personas implicadas en una disputa puedan
llegar, por ellas mismas, a establecer un acuerdo que permita recomponer la buena relación
y dar por acabado, o al menos mitigado, el conflicto, que actúe preventivamente o de cara a
mejorar las relaciones con los demás.2 También se ha dicho que las personas eligen a la
mediación, entre otras razones, por que quieren llegar a un arreglo definitivo, quieren la
privacidad y confidencialidad que provee el proceso de mediación, y ven dicho proceso
como una forma de resolver una contienda en forma rápida y en sus propios términos; en
lugar de acudir a los tribunales, a la oficina del director, a un consejo disciplinario, con el
superior jerárquico o cualquier otra alternativa3.

¿Será así de seguro el ambiente que provee la mediación?, ¿ocurrirá que algunas
personas deseen totalmente lo opuesto? Es decir, algunos que aceptan el proceso de
mediación por una razón diferente: no buscan una forma rápida de solución o una forma de
resolver un conflicto mediante el acuerdo proveniente del consentimiento libre e informado
de ambas partes; lo que desean: utilizar a la mediación para ganar tiempo, para legitimar el
abuso de poder que resulta de sus habilidades, capacidades y energías superiores en
relación a la otra parte. En pocas palabras: existen personas que desean obtener un lucro
excesivo, que legal o moralmente no les corresponde, aprovechándose del ambiente de

1
CLOKE, Kenneth. Mediating Dangerously: The Frontiers of Conflict Resolution. New York, NY, USA, John Wiley &
Sons, 2001, p 20.
2
VINYAMATA CAMP, Eduard, Aprender Mediación, Paidós, Barcelona, 2003, p. 17.
3
WEIGAND, Edda (Editor). Negotiation and Power in Dialogic Interaction. Philadelphia, PA, USA: John Benjamins
Publishing Company, 2001. p 23.
neutralidad e imparcialidad que brinda la mediación utilizan el engaño y la manipulación
para obtenerlo.

La reflexión inmediata y lógica de todo mediador que se precie en conocer los


principios de su profesión será: no. La mediación precisamente se precia de ser un
proceso en el que se intenta aminorar todo peligro, pacificar sentimientos heridos, y crear
espacios seguros en los que la negociación legitima de intereses substituya a la
encarnizada lucha de poder”.4

¿Entonces, existen o no peligros que rodean a la mediación? Al respecto comenta


el escritor Kenneth Cloke: “…sabemos que los conflictos son peligrosos, sin embargo
esperamos que la mediación sea segura”5. Lo anterior tiene una profunda verdad: la
historia, la literatura, la vida misma, presentan muchos ejemplos de cómo los hombres y las
naciones han intentado justificar, encubrir y legitimar el uso de su poder frente a otros más
débiles. No es raro que los poderosos intenten justificar su actuar frente a los demás, que
engañen a los más avezados en reconocer la naturaleza humana.

Si en las relaciones humanas se observa a los poderosos que intentan legitimar su


conducta abusiva frente a los demás, luego entonces nos atrevemos a decir: el mediador
no esta exento de encontrarse con personas que pretenden legitimar tales conductas
durante el proceso de mediación; situaciones en las que no es tan seguro el proceso de
mediación; en las que existe un peligro real de que el resultado del proceso sea totalmente
contrario a los principios y objetivos de dicho proceso; situaciones en las que el engaño y
la manipulación sean usados por uno de los participantes para influir en el otro.

En pocas palabras: puede ser que el proceso de mediación no sea tan seguro
como se quisiera. Lo que nos lleva a planearnos preguntas más difíciles de contestar:
¿será fácil descubrir tales escenarios?, ¿cómo descubrir el peligro e intenciones de los que
pretenden abusar de su poder, si las conductas engañosas que proyectan generalmente
son sutiles?, ¿qué debe hacer el mediador para corregirlas? Y finalmente: ¿qué
consecuencia puede tener el ignorarlas?

En el presente trabajo intentaremos reflexionar sobre tan difíciles temas.


Pretendemos repasar los principios básicos que rigen a la mediación y los peligros a los
que se enfrenta el mediador. Pondremos especial hincapié en el mediador que desempeña
su actividad en los centros de mediación y conciliación pertenecientes al Poder Judicial de
los Estados de la República Mexicana6.
4
Idem.
5
Idem.
6
Centros de Mediación existentes en Argentina, Perú, Colombia y otros Estados Latinoamericanos. La
primera norma especial sobre conciliación en Latinoamérica se promulga en Colombia: La ley 23 de 1991
sobre Descongestión de Despachos Judiciales se convierte en un hito importante para los procesos de
institucionalización de los Medios Alternativos para la Resolución de Conflictos (MARC) en Latinoamérica.
Posteriormente, la ley 24573 de Argentina, de 1995, establece un sistema de mediación obligatorio en algunos
conflictos antes de ri a juicio para la provincia de Buenos Aires. En 1997 se promulgan más dispositivos en
Latinoamérica: la ley sobre Resolución Alterna de Conflictos y Promoción de la Paz Social de Costa Rica, la
Ley de Mediación y Arbitraje del Ecuador, y la Ley de Conciliación 26872 del Perú, que establece un sistema
de conciliación previo y obligatorio a algunos proceso judiciales a nivel mundial. Véase: ORMACHEA
CHOQUE, Iván. “Institucionalización de procesos de resolución de conflictos: el caso de la conciliación y
mediación”, Nuevos Caminos para la resolución de conflictos, Unidad para la Promoción de la Democracia,
En principio, estudiemos una situación que puede servir como caldo de cultivo para
que se presente el abuso de poder y el engaño: el sustancial desequilibrio o asimetría de
poder existente entre las partes.

I. EL DESEQUILIBRIO DEL PODER.

La palabra poder es definida por la Real Academia Española como:

“Poder. (Del lat. *potēre, formado según potes, etc.).


1. tr. Tener expedita la facultad o potencia de hacer algo.
2. tr. Tener facilidad, tiempo o lugar de hacer algo.”7

Si bien es cierto que existen gran número de acepciones de la palabra poder, para
efectos del presente trabajo y en relación con el proceso de mediación significará8:

PODER: la habilidad relativa de las partes para ejercer energía e influir en el proceso
de la mediación para satisfacer sus intereses propios9. Es decir, la capacidad de una
parte para intentar producir efectos o influencia en la otra10.

Existen muchas fuentes generadoras de “poder”. Algunas se dan por la edad, los
estudios, la posición institucional o jerárquica, las capacidades de comunicación o
negociación, la capacidad para ocultar las verdaderas intenciones y sentimientos: actuar,
etc.11
Ahora bien, es claro que este “poder” difiere de persona a persona. La diferencia
entre las habilidades y capacidades de los seres humanos, tanto en la mediación como en
la vida, es algo natural. Es muy difícil que en la mediación exista un equilibrio entre las
partes, difícilmente será como en el box: los boxeadores de un mismo peso pelean
Organización de Estados Americanos, 2002, pp. 57 a 80.
7
Diccionario de la Lengua Española, Vigésimo segunda edición. www.rae.es
8
Parecida a la definición de poder en sentido etológico, que puede definirse apelando a la idea de causalidad, como la
capacidad que un sujeto o un grupo de sujetos tienen para influir (desviando, impulsando, frenando) en la conducta de
otros sujetos de su misma especie o de otra especie distinta. Vinyamata Camp, Eduard. Conflictología, España: Editorial
Ariel, 2004, p 119
9
Así lo definen los textos del Proyecto para la mediación en México. Se recomienda acudir a la página de dicho proyecto:
http://www.mediacionenmexico.org/ryhmediador/desbalance.pdf
10
FRASER, Bruce. Negotiation and Power in Dialogic Interaction. Philadelphia, PA, USA, John Benjamins Publishing
Company, 2001. p 25.
11
Idem. Para el autor Bruce Fraser de la Universidad de Boston existen tres fuentes de poder a las que acuden las
partes:
A. Poder Personal: poder conferido por la edad (sobre todo en países asiáticos); poder conferido por un estatus social
más elevado, experiencia en áreas importantes del conocimiento y recursos financieros. Poder adicional viene de las
habilidades cruciales para la negociación, presentes en aspectos del lenguaje: habilidades para escuchar, ser articulado,
pericia en el análisis lógico, control de las emociones, creatividad para resolver problemas, valores, hábitos.
B. Poder por Posición. La segunda fuente de poder deriva de la autoridad institucional que tiene una de las partes pero
no la otra; o el poder que se tiene por que la ley, la práctica, la tradición o el ritual están de su lado. Otros aspectos del
poder por puesto o posición incluye la responsabilidad de obtener algunos resultados y la indeferencia en el resultado de
la negociación que tiene una parte, es decir, el poder que surge cuando a una de las partes no le importa el resultado de la
negociación y por lo tanto no esta sujeta a la presión del resultado.
C. Poder por de una parte de infringir daño en la otra parte. Esta fuente de poder se presenta, por ejemplo: cuando una
parte tiene en su poder información no publica pero vergonzante acerca de la otra; cuando una de las partes tiene
conexiones importantes fuera del ámbito de la mediación a las que pueden recurrir para ser apoyada.
únicamente con sus iguales, nunca se enfrenta un peso pesado y un peso ligero, inclusive,
las oportunidades de enfrentamientos se dan entre personas con un número de peleas
similar o jerarquía boxística.

No obstante natural, en ocasiones puede presentarse un sustancial desequilibrio


del poder entre las partes (al que suele llamarse “desbalance del poder”)12, una asimetría
de poder.

DESEQUILIBRIO DE PODER: cuando existe una sustancial disparidad o asimetría en


la habilidad, energía y capacidad de las partes para influir en la otra, lo cual se verá
reflejado en el acuerdo o convenio de mediación.

El Doctor en psicología social y abogado Joseph Redorta, en su libro “El poder y sus
conflictos o ¿Quién puede más?”, recomendable para quien quiere conocer sobre los temas
de la estructura del poder y el conflicto, comenta al respecto:

“Entendemos por relaciones desequilibradas aquellas en las que se atribuye más poder a
una parte en detrimento de otra. Así la relación profesor/alumno es desequilibrada, lo es la
relación médico/enfermo, lo es la relación entre un padre y su hijo (cuando éste aún no es
adulto), entre un banco y un pequeño impositor, etc. Las relaciones equilibradas se refieren
a situaciones donde la igualdad está mucho más presente…”13

El mismo Joseph Redorta realiza una atinada clasificación sobre las distintas
fuentes que originan el desequilibrio de poder. Dos de las fuentes analizadas por el
autor, que a los os ojos de las personas presentan distintas características, tienen que ver
con el propósito el presente trabajo:

1. La fuerza bruta. El ejercicio de poder amenazador tiene que ver con la capacidad de
producir daño físico. La historia de la evolución del armamento y la historia de las
guerras no son sino la historia de la evolución de cómo la tecnología aumenta la
fuerza bruta.

Ahora bien, estas conductas generalmente se dan a través de medios externos, como
los gritos, amenazas; lo que conlleva que el mediador las pueda descubrir mas fácil y poder
prevenirlas. Las que nos interesan y abordaremos en el presente trabajo, son las sutiles y
encubiertas

2. El engaño y la manipulación. Por su elocuencia, nos permitimos transcribir las


palabras del autor:

“Mentir es una característica tan central de la vida humana que una mejor comprensión de
ella resulta pertinente para casi todos los asuntos humanos…la fuerza y el fraude son dos
procesos vitales básicos que configuran los procesos de competición y, por tanto,
relacionados con el poder. Si observamos las mil trampas que nos ofrecen los animales
para atrapar mediante el engaño a sus presas, nos daremos cuenta de lo potente que
resulta la capacidad de ejercer fuerza, unida a la de generar engaño. Desde la araña que
12
De la traducción a la frase en idioma ingles: “power imbalance”.
13
REDORTA, Joseph, El poder y sus conflictos o ¿Quién puede más?, Paidos, Barcelona, 2005, p. 72.
espera paciente entre hilos invisibles hasta el calamar que huye entre su tinta o el gato que
espera silenciosos ocultando su presencia, parece claro que se pretende engañar a la
presa. En la naturaleza la capacidad de engañar puede ser crítica para sobrevivir y adopta
mil formas, desde cambios de color de la piel para camuflaje hasta enterrar nidos o usar
venenos…En los humanos, la palabra mentira tiene una fuerte connotación negativa. El
hecho de engañar a alguien tiene una fuerte reprobación moral…Mentir significa, en
general, dar una información falsa o falseada con intención de obtener un comportamiento
del otro acorde a nuestros intereses...Lo significativo aquí, y a nuestros efectos, es que la
persona que engaña tiene las opciones de decir o no la verdad y, por tanto, está en una
situación de dominio. Podemos pensar, por ejemplo, que alguien tiene más información
que otro y le oculta la información relevante. Lo importante es que lo que se pretende es un
comportamiento concreto del engañado (que siga haciendo lo mismo al no saber la verdad,
etc.)…la manipulación es siempre tergiversación de la realidad orientada a conseguir
objetivos que pueden ser más o menos legítimos. “14

Como comenta el autor, la mentira es reprobable socialmente, añadiríamos que


también desde el punto de vista legal, baste como ejemplo: el dolo y la mala fe que más
adelante serán comentados.

Desde nuestro punto de vista, el engaño y la manipulación, se convierten en las


fuentes de desequilibrio de poder más peligrosas en la actividad del mediador, las más
difíciles de distinguir: los que intentan aplicarlas no lo hacen abiertamente.

La pregunta lógica que sigue en el análisis: ¿qué hacer el mediador en caso de


percatarse que el sustancial desequilibrio de poder tendrá impacto en el convenio que
otorguen las partes? En el caso, cuando sospecha del engaño y la manipulación de una de
ellas. La respuesta no es sencilla, para intentar contestarla será necesario:

A. Recordar dos de los principios fundamentales que rigen a la mediación: los


principios de imparcialidad y neutralidad.

B. Establecer la compleja obligación del mediador (sobre todo para el mediador que
desempeña su labor los centros de mediación del Estado), consistente en cuidar que el
convenio o acuerdo otorgado entre las partes provenga de la voluntad libre e
informada de los mismos, no esté viciado en el consentimiento, y que en
consecuencia no sea contrario a derecho y a la moral.

II. LOS PRINCIPIOS DE LA MEDIACIÓN Y OTRAS OBLIGACIONES DEL


MEDIADOR.

14
Ibidem, pp. 73-75.
Si bien es cierto no hay un consenso universal sobre los principios de la mediación y
las obligaciones del mediador, se puede coincidir que la mediación se sustenta en los
principios de neutralidad e imparcialidad15.
El denominado “Proyecto de Mediación en México” 16 de la American Bar
Asocciation, Freeedom House y la USAID, señala y define como dos de los principales
principios que rigen a la mediación:

Neutralidad El mediador mantiene una postura y mentalidad de no ceder a sus propias


inclinaciones o preferencias durante todo el procedimiento de la mediación.

Imparcialidad: El mediador actuará libre de favoritismos, prejuicios o rituales, tratando a los


mediados con absoluta objetividad, sin hacer diferencia alguna.

El autor Eduard Vinyamata Camp sugiere unas de las actitudes y conocimientos que
debe poseer el mediador: “…imparcialidad…, sensibilidad para no dejarse influir por las
expresiones del conflictos y los intentos de las partes de que se ponga de su lado en contra
de la otra…”.17

Por otra parte, el Reglamento del Centro de Mediación y Conciliación del Poder
Judicial del Estado de México será citado a lo largo del presente trabajo como ejemplo de
las legislaciones que regulan la mediación ofrecida por los órganos del Estado, define a
dichos principios:

“Principio de neutralidad.
Artículo 1.12. Los mediadores-conciliadores no deben hacer alianza con ninguno
de los participantes en conflicto.

Principio de imparcialidad.
Artículo 1.14. El mediador-conciliador asignado a un determinado asunto, no
debe actuar a favor o en contra de alguno de los participantes en conflicto.”18

No obstante la claridad de dichos principios, sabemos que el ser humano presenta


una tendencia a tomar partido respecto de las cosas de la vida, no menos si se trata de un
conflicto. Muchas veces, sobre todo cuando no estamos entrenados, si se nos exige ser
neutrales e imparciales lo que generalmente hacemos es no intervenir en el asunto. Por la
extensión del presente trabajo, dejaremos para otra ocasión el estudio de este fenómeno
particular.

15
Principios que rescatan leyes y reglamentos en el mundo. Por ejemplo: la Ley de Mediación de Cataluña España, en su
artículo 12 habla sobre el principio de imparcialidad; la Ley de Mediación de Córdoba Argentina en su artículo 4º habla
sobre el principio de neutralidad; La Ley No. 5 de Panamá, en su artículo 53 se refiere también al principio de neutralidad.
16
“Mediación en México” de la American Bar Asocciation, Freeedom House, la USAID, y participantes mexicanos. En
septiembre del 2001, el LALIC-Consejo para las Iniciativas Jurídicas de Latinoamérica de la American Bar Association
(ABA), la Sección de Resolución de Controversias de la propia ABA y Freedom House iniciaron un proyecto para
incrementar el uso de la mediación en México. Este proyecto es financiado por USAID/México y funciona como
catalizador -impulsando el uso de la mediación en México, en la forma que México estime conveniente- creando
oportunidades para el diálogo, el aprendizaje y el desarrollo.
http://www.mediacionenmexico.org/mediacionenmexico.asp
17
VINYAMATA CAMP, Eduard, Aprender…, p. 26.
18
Reglamento del Centro de Mediación y Conciliación del Poder Judicial del Estado de México.
En general se ha dicho: “…El mediador es un extraño o tercero imparcial que asiste a
las personas en conflicto para que mutuamente lo resuelvan…”19 ¿Significa que si el
mediador interviene para equilibrar la sustancial asimetría de poder estará atentando
contra la principios de imparcialidad y neutralidad? ¿Si se percata del engaño y la
manipulación de una de las partes dejará de actuar para no convertirse en defensor de la
parte más débil?

Respuesta que se vuelve complicada, ya que a la par de los principios de neutralidad e


imparcialidad, se impone al mediador: la obligación de vigilar que los convenios a los
que lleguen las partes no contravengan la moral o disposiciones de orden público, que
provengan del consentimiento libre de vicios e informado de las partes20.

Es el caso del Reglamento sobre mediación antes comentado:

“Autorización del Convenio.


Artículo 6.13.
Los convenios sólo serán autorizados en caso de que no contravengan la moral o
disposiciones de orden público.

El Director del Centro deberá de asegurarse que los convenios no adolezcan de vicios
del consentimiento por lo que no podrán autorizarse convenios que no fuesen resultado de
las sesiones de mediación o conciliación desarrolladas en el centro.

Obligaciones del mediador-conciliador.


Artículo 4.2. El mediador-conciliador tendrá las obligaciones siguientes

e) Cerciorarse que la voluntad de los interesados no sufra algún vicio del
consentimiento;…
j) Propiciar una satisfactoria composición de intereses, mediante el consentimiento
informado de las partes;

Podemos afirmar que el mediador tiene la difícil21 tarea:

a) De guiar sus actos en forma imparcial y neutral.


b) Propiciar una satisfactoria composición de intereses de las partes y,
c) velar que esta composición de intereses se presente con el pleno consentimiento
informado de las partes, libre de cualquier vicio y sin contravenir a la moral o
disposiciones de orden público.

En otras palabras: los acuerdos o convenios otorgados por las partes deben ser:
razonables, efectivos, aceptables22, ya que provienen de la voluntad informada y libre de

19
WEINSTEIN, Rebecca Jane. Mediation in the Workplace : A Guide for Training, Practice & Administration. Westport, CT,
USA: Greenwood Publishing Group, Incorporated, 2000, p 55.
20
Lo anterior, como ya se ha establecido, se da sobre todo en los centros de mediación a cargo de los órganos del
Estado, que cuentan con reglas específicas de conducta, donde el Estado vela por la satisfacción de las personas que
acuden a recibir sus servicios.
21
Decimos difícil, ya que el mediador deberá ser de tal manera sutil al reequilibrar el poder, que la parte que lo ejercía
sobre la más débil no sienta que el mediador se convierte en abogado de la débil, e injusto con ella por tener más
habilidades e influencia. .
vicios, con plena certeza que dichos convenios no atentan contra la moral o leyes de orden
público: límites de la propia voluntad23.

Este tipo de obligación, no sólo la encontramos en los reglamentos de Centros de


Mediación de los Poderes Judiciales en la República Mexicana. De distinta redacción, pero
persiguiendo los mismos objetivos, tenemos a la Ley 7/2001 Reguladora de la Mediación
Familiar en el ámbito de la Comunidad Valenciana, la cual indica:

“Los deberes de las personas mediadoras:


(….)
Propiciar que las partes tomen sus propias decisiones disponiendo de la información
y el asesoramiento suficiente para que desarrollen los acuerdos de una manera libre,
voluntaria y exenta de coacciones.”

Por lo tanto, sostenemos que la intervención del mediador al percatarse del


desequilibrio de poder: es una necesidad. No es una opción filosófica o metodológica,
cuestión que abordaremos en un trabajo aparte. Por el momento, partamos de la necesidad
real de tal intervención.

Recordemos que la validez de todo convenio (y de los actos jurídicos en general) de


acuerdo al Código Civil del Estado de México, similar o idéntico al resto de las
Legislaciones Civiles de nuestra República, depende de varios elementos:

ARTICULO 7.8. PARA QUE EL ACTO JURIDICO SEA VALIDO SE REQUIERE:

I. CAPACIDAD;
II. AUSENCIA DE VICIOS EN EL CONSENTIMIENTO;
III. QUE EL OBJETO, MOTIVO O FIN SEA LICITO;
IV. FORMALIDADES, SALVO LAS EXCEPCIONES ESTABLECIDAS POR LA LEY.

Por lo tanto, es congruente que el reglamento de mediación antes estudiado exija que
el convenio y proceso de mediación estén libres de vicios del consentimiento, su objeto sea
lícito y no atente a la moral. Por otro lado, recordemos que los vicios del consentimiento de
acuerdo al mismo ordenamiento, son:

VICIOS DEL CONSENTIMIENTO

22
FERNANDEZ RIOS, Manuel. Formación de Mediadores. Revista de Psicología del trabajo y de las organizaciones. 1996
Vol. 12 (2-3) 14 páginas, España: Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid, 2003, p 7.
23
Recordemos que la voluntad tiene límites, los actos jurídicos también. El Código Civil para el Estado de
México y los demás Códigos Civiles de la República Mexicana (así también de gran parte del Mundo
Occidental), contienen disposiciones en éste sentido: Artículo 1.3.- La voluntad de los particulares no puede
eximir de la observancia de la ley, ni alterarla o modificarla. Sólo pueden renunciarse los derechos privados
que no afecten directamente al interés público o cuando no perjudiquen derechos de terceros.
ARTÍCULO 7.52. EL CONSENTIMIENTO NO ES VÁLIDO SI SE SUFRE LESIÓN, SI SE DA POR ERROR,
ARRANCADO POR VIOLENCIA O SORPRENDIDO POR DOLO O MALA FE.

Pensemos en el dolo y mala fe. De acuerdo al ordenamiento en estudio son:

ARTÍCULO 7.56.- ES DOLO EL ARTIFICIO O MAQUINACIÓN FRAUDULENTA QUE SE EMPLEE PARA

INDUCIR AL ERROR O MANTENER EN ÉL A ALGUNO DE LOS CONTRATANTES. MALA FE ES LA

DISIMULACIÓN DEL ERROR DE UNO DE LOS CONTRATANTES, UNA VEZ CONOCIDO.

Recordando las fuentes del desequilibrio de las relaciones de poder de acuerdo a


Josep Redorta previamente comentadas: el engaño y la manipulación, coinciden con las
conductas que acarrean vicios del consentimiento y en consecuencia la posible nulidad del
acto: dolo y mala fe.

Resulta aquí necesario aclarar que no sugerimos que el mediador se convierta en


abogado defensor de una de las partes, no lo debe hacer. No podría decirle directamente a
la ignorante: “…señor, no cree que lo están timando…”, o peor todavía, decirle al experto:
“señor, deje de mentir”; motivo válido para que una de las partes se sintiera ofendida o
atacada por el mediador. Más adelante abordaremos las formas sugeridas para lidiar con
dichas prácticas, por el momento, invitamos al lector a recordar la sabia fábula del Lobo y el
Cordero de Fedro.

IV. EL LOBO Y EL CORDERO. El engaño y la manipulación.

Antes de lidiar con desequilibrio sustancial de poder y con los posibles vicios de
consentimiento que puedan surgir, el mediador debe reconocer los indicios que los
preceden.

Tarea fácil en ciertas circunstancias: cuando una parte insulta, grita y amenaza a
su contraria, donde es fácil de reconocer y prevenir tales conductas24, en donde la fuerza
física o moral es observable a simple vista. Sin embargo, el uso del poder es más sutil:
cuando no hay gritos, aspavientos, miradas o amenazas claras; situaciones de poder
jerárquico o familiar. Lo difícil es cuando el engaño o la manipulación aparecen, ya que
generalmente no son tan aparentes.

El mediador cuenta con muy pocos elementos: palabras, argumentos, gestos


y discursos de las partes, que le harán saber si existe sustancial desequilibrio de
poder, la intención de alguna de las partes para hacer uso de su poder, si producto
de tal abuso resultarán viciado el convenio que suscriban.

Un ejemplo de los muchos registrados en la historia y literatura sobre la retórica25 del


abuso del poder lo tenemos en la “FÁBULA DEL LOBO Y EL CORDERO” de Fedro

24
Situaciones en donde es suficiente que el mediador les recuerde a las partes sobre el respeto que deben
guardar durante el proceso de mediación, le pida al más poderoso que permita hablar a la otra, etc.
25
De acuerdo a la vigésimo segunda edición del Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia
Española: 1. f. Arte de bien decir, de dar al lenguaje escrito o hablado eficacia bastante para deleitar, persuadir o
conmover. Página web: www.rae.es
(Lupus et Agnus). A continuación se transcribe el sabio ejemplo que nos descubre
algunos argumentos26 empleados por el que desea engañar y mentir:

Acosados por la sed llegaron a cierto arroyo un lobo y un cordero. Púsose


a beber éste en lo más bajo de la corriente; aquél, por lo contrario, fuése a
lo más alto.
«¿Por qué has enturbiado el agua mientras yo bebía? dijo el lobo,
buscando así un pretexto de rifia.
-¿Estás loco? repuso el inocente cordero; si el agua corre hacia mí desde
donde tú te encuentras; ¿cómo, pues, he de enturbiarla yo?»
A tal argumento hubo de callar y morderse los labios nuestro lobo. Pero
reponiéndose un tanto, dijo al poco:
«Pues has de saber que hace seis meses me llenaste de injurias.
–¡ Seis meses!.... contestó el infeliz cordero; ¡pues si no tengo más que
cinco!
–Bien; entonces sería tu padre...» , y arrojóse sobre su codiciada víctima y
la devoró.
Cuando los fuertes se empeñan en tener razón, ¡pobres de los débiles!

La fábula anterior nos provee de ciertos indicios para descubrir la conducta del que
quiere abusar de su poder. Quien lo hace: busca ante todo legitimarse; si la legitimación o
argumento son rebatidos, intenta hacerlo de nuevo, aún sin razón; intentará sostener lo
insostenible. Estudiémosla más a fondo.

El lobo intenta justificarse ante los argumentos válidos del cordero; ahí es cuando se
vuelven más claras sus intenciones: no escucha los argumentos de la otra parte, bien
sabe que el cordero lleva razón, aun así, intentará justificar su abuso.

Hay que ser muy cuidadosos: la conducta del lobo no es una simple necedad o el
deseo legítimo de influir en la otra parte. El mediador sabe que en muchas ocasiones,
aunque equivocada, es sincera la postura inamovible de las partes. Generalmente
están acostumbradas a ganar o perder, el todo o nada27; a simple vista parecen personas
necias28, simplemente. La conducta del lobo es diferente:

Para devorar al cordero, el lobo recurre a un casus belli29, es decir, trata de


convencer, al cordero y a nosotros, que se come al cordero porque ha cometido una
26
Argumento: 1. m. Razonamiento que se emplea para probar o demostrar una proposición, o bien para convencer a
alguien de aquello que se afirma o se niega. Página web: www.rae.es
27
DANA, Daniel, Adiós a los Conflictos, Mc-Graw-Hill, España, 2002, p. 46.
28
De acuerdo al Diccionario de la Lengua Española anteriormente consultado, necio significa: (Del lat. nescĭus). 1. adj.
Ignorante y que no sabe lo que podía o debía saber. U. t. c. s; 2. adj. Imprudente o falto de razón. U. t. c. s.; 3. adj. Terco y
porfiado en lo que hace o dice. U. t. c. s.; 4. adj. Dicho de una cosa: Ejecutada con ignorancia, imprudencia o presunción.
29
KAGAN, Donald, Sobre las causas de la guerra y la preservación de la paz, Madrid/México, FCE, 2003, pp. 5 a12. El
CASUS BELLI es el caso, causa o motivo de guerra. Es el acto ofensivo ejecutado por una nación contra otra, y que ésta
juzga suficiente para la declaración de guerra. Al respecto de la conducta del hombre dice el autor: “…Los filósofos
antiguos como Platón y Aristóteles dieron por sentado, como una condición natural duradera del hombre, su tendencia a
emprender guerras.”
injusticia contra él: primero que le enturbia el agua, posteriormente que habló mal de él,
finalmente, a falta de argumentos y ante la imposibilidad del acusar al cordero de
insultarlo ya que aún no nacía al momento de la injuria, sostiene entonces que la injuria
fue hecha por el padre del cordero y lo ataca.

El lobo pretende legitimar sus acciones basado en un argumento de injusticia, esa


es la causa que justifica su guerra (casus belli): la injusticia del cordero.

Como estudiaremos a continuación, el casus belli de quien pretende legitimar sus


acciones en el mundo real es más sutil; sobre todo si quien pretende utilizarlo se disfraza
de cordero y no de lobo para hacerlo.

VI. DEL ARRENDATARIO Y LA ARRENDADORA. DEL CASO DEL LOBO CON


PIEL CORDERO.

Un ejemplo de la actitud del lobo lo encontramos en el caso de cierto arrendatario y


cierta arrendadora que decidieron resolver su conflicto a través del proceso de mediación.
Ejemplo que nos enseña la vital intervención del mediador respecto del abuso de poder.

Si bien se ha dicho que las partes absolutamente débiles no negocian: se rinden;


por otro lado, las partes absolutamente fuertes no negocian: conquistan. 30 Nuestro ejemplo
muestra que los fuertes si negocian, sobre todo para legitimar su conducta: pretenden
justificarse, pretenden engañar y manipular, y de cómo la mediación podría convertirse en
el vehículo ideal para tales fines.

De una vez advertimos al lector: en el caso siguiente se aglutinaron muchos


elementos, sobre todo ocultos, que hicieron posible el desenlace que más adelante
comentaremos.

A. EL RELATO.

1. Todo comenzó con la aparente dificultad económica de un arrendatario de local


comercial. Después de 8 años de haber sido más o menos puntual en el pago las rentas,
comenzó a retrasarse en el pago de las mismas.

2. La arrendadora le permitió pagar las rentas después de vencida la fecha de pago, sin
cobrarle pena convencional o interés por mora. Llego el momento en que el arrendatario
le adeudaba 8 rentas, también debía una importante cantidad por adeudos de agua
equivalente al importe dos rentas.

La renta era justa, similar a los precios ofrecidos para espacios grandes, pero en
términos prácticos el local resultaba demasiado grande para las necesidades del
arrendatario. Por ello, la arrendadora le propuso desocupar el local y cambiarse a uno
más pequeño a tres metros de distancia del inmueble en cuestión. Para tal efecto le
concedería las siguientes ventajas: el plazo de 3 meses para encontrar un local más

30
WEIGAND, Edda (Editor), op. cit., p. 22
económico (existían locales disponibles, baratos y decorosos en el edificio de junto); quita
equivalente al 50% del pago de rentas y del adeudo de agua; conservar el numero
telefónico conocido por sus clientes, y colgar publicidad que pudiera indicar su nueva
ubicación.

3. El negocio del arrendatario había decaído; sin embargo, estaba en condiciones de


cumplir con sus obligaciones, sobre todo en las condiciones de ventaja ofrecidas por la
arrendadora. No estaba en bancarrota como decía; podía cambiarse de local y seguir con
su negocio, con la ventaja de pagar menos y rentar un local acorde a sus necesidades de
espacio. ¿Aceptaría la ventajosa propuesta? No. El arrendatario, como el lobo de la
fábula, tenía preparado un casus belli: la supuesta injusticia cometida por la arrendadora
en contra de su persona. ¿Qué injusticia?

Comentaba a los vecinos y conocidos: “...después de 8 años de arrendar el local,


lo menos que merezco es el perdón de toda la deuda…no es justo que me cobren 8
meses de renta, las dos meses equivalentes al servicio del agua..., la arrendadora quiere
abusar de mi…, se está aprovechando de mi pobreza…. No es justo, que grave injusticia
se comete en mi contra, no voy a desocupar el local como ella quiere…, es más: la voy a
demandar por las mejoras que hice al local (reparaciones mínimas que legalmente le
correspondían al arrendatario y no a la arrendadora), la ley debe protegerme, siempre
abusan del pobre”. No deseaba abandonar el local, no deseaba pagar, e insistía en la
injusticia de la arrendadora.

Pedir no empobrece, reza el dicho popular. Hasta aquí, el lector tal vez no
perciba nada raro. Puede verse como uno de esos casos en lo que una de las partes
solicita mayores ventajas (en comparación a lo que legalmente le corresponden).
Sin embargo, no es así: recordemos que no sólo esta negociando ventajas para si,
como cualquiera lo haría, sostiene sus argumentos en la injusticia contra él
cometida, tiene un casus belli para no negociar. ¿En que momento se complicó el
asunto?

e. La arrendadora decidió invitar al arrendatario a ponerse en manos de un mediador. La


arrendadora tuvo desafortunadas experiencias con abogados en su pasado, no le
agradaban las instancias judiciales. Se enteró del proceso de mediación: le comentaron
que era como estar ante un juez, pero sin todos los problemas que acarrean las instancias
contenciosas; que obtendría justicia de otra forma; nadie se aprovecharía de su buena fe.
La arrendadora creía sinceramente que el arrendatario no quería aprovecharse de ella, el
arrendador era un buen actor, bastante convincente en su casus belli.

La arrendadora sabía que la mediación era un proceso seguro, en el que sería


protegida por el mediador, nada contrario a la ley ocurriría en tal ambiente de
armonía.

¿Qué opinaba el arrendatario? El arrendatario acepto gustosamente, quería ganar


tiempo: quedarse algunos meses más en el local y finalmente no volver jamás.

6. El proceso de mediación se llevó a cabo en tan solo tres sesiones. En la tercera


llegaron a un convenio en el cual el arrendatario obtenía un lucro excesivo y
desproporcionado: no pagaría nada y obtendría tres meses para desocupar el local;
resultaba triunfador: recordemos que sí tenía dinero para responder de sus adeudos, no
estaba en condiciones de miseria como pregonaba a los cuatro vientos.

7. El mediador se encontraba satisfecho. En la primera sesión explicó los beneficios y


reglas de la mediación, las partes fueron muy receptivas de su discurso; en la segunda,
básicamente se dedicó a escuchar a ambas partes, y en la tercera, la arrendadora
aceptaba las pretensiones del arrendatario. Sin duda, el mediador había escuchado la
queja de injusticia del arrendatario (su casus belli), sin embargo, le parecía una de esas
simples quejas de una persona necia y obstinada, no lo percibía como alguien con un
plan perfectamente trazado y oculto; probablemente creyó gran parte de la historia del
arrendatario. .

La arrendadora no comentó gran cosa sobre los argumentos del arrendatario, no


se defendía, ni negociaba gran cosa; lo que llevó a pensar al mediador que la arrendadora
no necesitaba el dinero, que era una persona sumamente caritativa y compadecida al
molesto arrendatario. No hubo discusiones, amenazas, gritos, ni debates.

8. La realidad subyacente alcanzó a todos. El caso era un poco más complicado de lo


que el mediador pensaba. La arrendadora no se encontraba satisfecha con el arreglo,
firmo el convenio por razones distintas, que más adelante mencionaremos.

La arrendadora era una persona muy reservada y pocas veces se presentaba en el


inmueble, pero una vez firmado el convenio, lo hizo. Oportunidad que sus vecinos
aprovecharon para hacerle ver la realidad de nuestro arrendatario: no estaba en tan mala
situación económica como pregonaba; presumía que supo negociar y convenció a la
ingenua arrendadora, que se había ahorrado una importante cantidad de dinero, con lo
ahorrado rentaría un local más barato e invertiría en su negocio, que engañó al mediador
también.

No es raro que la arrendadora se sintiera abusada por el arrendatario, así también


por el mismo mediador. Se culpó de ignorante, de haber confiado en la mediación, de
haber creído en la actuación del arrendatario. Su resentimiento la llevó a incumplir con el
convenio pactado resultado de la mediación y en consecuencia: a ser demandada por el
arrendatario. Curiosamente, convenio en mano, el arrendatario pregona la falta de
honradez y valor cívico de la arrendadora al incumplirlo, lo engañosa que era como
persona, etc.

B. LA REFLEXIÓN.

¿Qué fue lo que sucedió? ¿Podemos juzgar de ingenua a la arrendadora?


¿Podemos culparla de suponer muchas cosas del proceso de mediación? ¿Podemos
culpar al mediador de suponer a su vez muchas cosas sobre la arrendadora? No
pretendemos hallar culpables, intentamos realizar un ejercicio constructivo de lo sucedido.
Repasemos algunos factores del caso planteado que, en el relato y a ojos del mediador,
no fueron observados:
1. El factor de abandono. El mediador probablemente no lo distinguió: la
arrendadora dejó sus energías y voluntad de lucha o negociación en las manos del
primero; bajó aun más la guardia y dejó de insistir, de negociar; flotó para que las olas le
llevaran a buen puerto, confiaba en el mediador para protegerla de todo mal. En pocas
palabras, dejó de luchar por sus intereses, pensó que el mediador estaba ahí para hacerlo
en su nombre.

En términos simples: la arrendadora veía al mediador como un juez o abogado de


los débiles, que previene el abuso; suponía: si el mediador nada dice del casus belli del
arrendatario, no lo confronta, luego entonces el mediador avala las pretenciones del
arrendatario.

Las palabras de apertura pronunciadas por el mediador fueron determinantes en la


mente de la arrendadora: “…la mediación es un proceso que busca resolver los
conflictos…, que busca una justicia distinta a la de los tribunales, a los procesos
contenciosos..., las ventajas de la mediación sobre los litigios en los tribunales
son…” Escuchó sobre las bondades del proceso, sobre la seguridad que proveía.

Con renovado sentido nos resulta la necesidad de aclarar a las partes que el
mediador y el proceso de mediación son distintos a la actividad y labor del juez; que el
mediador no decide por las partes, que son las partes las que negocian su propio
acuerdo, él les facilita el proceso, las ayuda, etc. Recordar a las partes que si bien es un
proceso de comunicación, se sigue negociando, que deben participar (con respecto y
lealtad) activamente para influir en el resultado del mismo.

2. El factor comunicación. Al contrario del arrendatario, que expresaba claramente sus


sentimientos, la arrendadora carecía de poder para confrontar y expresar sus ideas.
Nunca pudo enfrentar al arrendatario. No pudo decirle: “...señor arrendatario, no estoy
siendo injusta con usted, no tengo nada en su contra, le he intentado beneficiar, llevo un
año recibiendo rentas a destiempo, le he propuesto muchos beneficios, que más quiere…
explíqueme usted por que soy injusta…en que consiste mi injusticia…de acuerdo a la ley
y al contrato que firmamos puedo cobrarle todo los adeudos generados más lo intereses
correspondientes, y aún así le he propuesto perdonarle más del 50% de la deuda”.

Hay que aclarar que, a simple vista, la arrendadora parecía ser hábil para
comunicarse: era articulada, no era una persona de escasa preparación. Su problema
consistía en su incapacidad para enfrentar, confrontar y discutir de frente al arrendatario.
Lo anterior no es poco común: ¿a quién no le resulta casi imposible solicitar indicaciones
sobre alguna dirección; le resulta difícil quejarse frente a un prestador de servicios que no
ha realizado correctamente su trabajo; le da pena confrontarse directamente con otra
persona en una discusión, aún en el caso de una situación controlada? Tal vez, a los que
somos abogados nos resulta fácil, pero no todo mundo cuenta con esta capacidad.

El mediador no contó con los elementos para captar tal desventaja. Por otro lado, sí
tuvo elementos para sentirse satisfecho del convenio: a) La rapidez con que la
arrendadora accedió a firmarlo, lo interpretó como signo del pleno convencimiento. b) Al
renunciar a casi $70,000.00 adeudados por el arrendatario, se confirmaba, para él, que la
arrendadora era una persona sumamente caritativa o adinerada.
3. El factor del engaño y la manipulación. No olvidemos que el arrendatario preparó
par si un casus belli: la arrendadora cometía una injusticia directa contra su persona al no
dispensarle el pago total de los adeudos generados; mintió sobre su situación económica
(no era al grado precaria como decía), tenía capacidad de pagar sus adeudos. Deseaba
ganar tiempo, desesperar a la arrendadora y pagar lo menos posible.

Es claro que el consentimiento de la arrendadora fue arrancado en base a elementos


ajenos a la realidad; se presentaron vicios del consentimiento conocidos: dolo y mala fe,
inclusive la lesión31.

Lo más alarmante: toda vez que el convenio provino de un proceso de mediación


llevado por un mediador profesional, en el que supuestamente se ventiló el conflicto:
probar la existencia de dolo, mala fé, o lesión, será una tarea muy difícil para nuestra
arrendadora. Se argumentará que en un proceso libre ella aceptó dichas condiciones. Le
pido al lector que se ponga en los zapatos del juzgador que conozca del asunto, y
escuche los siguientes argumentos:

a) Por una parte: un arrendatario que exige el cumplimiento del convenio “libremente”
suscrito por las partes. Convenio otorgado en un proceso abierto y transparente como es
la mediación. Convenio que inclusive contiene las frases: “…las partes se manifiestan
sabedoras de los términos del presente convenio. Que han sido informadas de todas y
cada una de las implicaciones del mismo, por lo tanto manifiestan que no existe dolo,
mala fe, o cualquier otro vicio del consentimiento que pudiera invalidar el mismo…”

b) Por otro lado; una arrendadora que pide al juez la nulidad del mismo, toda vez que
firmó el convenio sin saber realmente lo que firmaba, que confió en el mediador y por tal
motivo lo firmó; que no sabía realmente la situación económica del arrendatario, que fue
engañada y manipulada por el arrendatario.

Por lo anterior, es que nos atrevimos a sugerir al inicio del presente trabajo: la
mediación se puede convertir en un instrumento para legitimar ciertas conductas
abusivas.

El arrendatario utilizó el engaño y la manipulación para influir en el resultado de la


negociación, actuó con dolo y mala fe, que nadie percibió, sólo él.

4. El factor tiempo. Se dio una circunstancia peligrosa y que seguramente nubló el


criterio del mediador: el proceso de mediación duró tan sólo tres sesiones. En la primera:
el mediador explicó todo sobre la mediación y las partes hablaron brevemente del
conflicto; la segunda: continuó el proceso de comunicación entre las partes y esbozaron
un posible acuerdo, y en la tercera: se firmó el convenio.

He aquí una alerta para el mediador: la rapidez del acuerdo entre las partes no
significa que ambas están suficientemente convencidas del mismo. ¿Cómo sucedió lo
anterior?

31
Código Civil del Estado de México, artículos: 7.10 en adelante.
El proceso de negociación previo a la mediación había durado varios meses, al
menos cinco. Fue agotador para la arrendadora, el arrendatario solamente ganaba
tiempo. La arrendadora sintió alivio en el proceso de mediación, se dejó guiar y firmó el
convenio. Si no valoramos cuanto tiempo ha durado el conflicto o el proceso de
negociación previo a la mediación, dos partes que se arreglan en la segunda sesión
parecerán las más satisfechas

C. RECOMENDACIONES.

Una vez planteados algunos de los muchos los elementos que hicieron compleja la
labor del mediador, intentamos sugerir algunas acciones a seguir en casos similares.

Aclaramos que nada nuevo proponemos al respecto, toda vez que nos serviremos
de las técnicas que de siempre se han sugerido implementar en la mediación. Repasemos
tan solo algunas de estas.

I. Conocer los datos personales y habilidades de comunicación de los mediados.

En nuestro caso, eran bastante similares los conocimientos teóricos de las partes:
escolaridad preparatoria, ambos comerciantes desde hacía 15 años, con negocio propio.
Ciertamente era imposible que el mediador se percatara a primera instancia del
desequilibrio de poder presentado por las partes. Por lo que hay que recordar que el
proceso de mediación sigue siendo un proceso de comunicación entre las partes; si una
de ellas carece de habilidades para expresar y confrontar sus sentimientos, ideas y
derechos, estará en desventaja respecto de la otra.

Razón por la cual se sugiere hacer una evaluación previa y general de las
habilidades de comunicación de las partes, del conocimiento personal y legal del tema de
conflicto, del tipo de relación que se tiene con la otra parte, etc.

I. Conocer la duración del conflicto. Quedó establecido que un acuerdo bien puede
otorgarse por desgaste de alguna de las partes, sobre todo cuando el plan de la otra es
ganar tiempo y desesperar a la otra durante la negociación previa a la mediación.

Razón por la cual se ha sugiere indagar sobre los datos de modo, tiempo y lugar en
que se ha desarrollado el conflicto, la intensidad del mismo, y la actitud de las partes a lo
largo del mismo. Datos que el mediador tendrá que analizar para determinar si las partes
acuden a la mediación con un deseo legítimo de resolver el conflicto, o de alargarlo o
sacar ventaja del mismo.

III. Destapar y descubrir todos los elementos del conflicto. Que nada
quede oculto.

Tal vez es el elemento más importante. Un intento fallido para resolver conflictos es
callarlos; se piensa que entre menos se escarbe en el conflicto, menos problemas saldrán
a la luz. Nada más contrario a lo que se debe proponer en la mediación. Si dichos
sentimientos, motivos, pensamientos, datos, no se destapan durante el proceso de la
mediación, sobre todo aquellos que intencionalmente se ocultaron, surgirán tarde o
temprano.

En voz de Kenneth Cloke: “Uno de los principales propósitos de la mediación, sobre


todo en estos casos en los que existen sentimientos e intenciones ocultas, consiste en
crear un efecto controlado de ‘reacción en cadena’, en la que se permita que el conflicto
llegue a la implosión y explosión sin dañar a las partes32.

Razón por la que se sugiere que el mediador indague y cuestione, en forma


respetuosa, sobre todos los factores que influyen en el conflicto. Que nada quede oculto,
de otra manera, tarde o temprano aflorarán esos elementos ocultos. Baste de ejemplo lo
ocurrido en el caso planteado: la verdad sobre la situación económica del arrendatario y
sus intenciones de lucro surgieron una vez firmado el convenio que puso fin al proceso de
mediación; una vez conocidos por la arrendadora: el conflicto se agravó. Los engaños y
mentiras del arrendatario fueron sutiles para los ojos de los demás.

A continuación se sugieren varias estrategias para descubrir algunos elementos


ocultos.

a. Auxiliar en la expresión de sentimientos e ideas. Cuando una de las partes no tiene


habilidad y energía para manifestar sus sentimientos, pensamientos e ideas, resulta
conveniente seguir el sencillo consejo de todo manual o guía de mediación, que nos dice:
solicitar a cada parte que comparta sus reacciones sobre lo que está diciendo la otra
parte33. Seguramente así lo hizo el mediador con la arrendadora, pero no consignó el
resultado deseado, la arrendadora no confrontó sus sentimientos o ideas con el
arrendatario.

b. Que se conozcan las razones y argumentos que las partes invocan en su


beneficio. Unas son las pretensiones expuestas por las partes: lo que desean obtener de
la negociación (las prestaciones comúnmente conocidas), y otros son sus argumentos: las
razones legales, personales, humanas que nos sirven de fundamento para reclamar
prestaciones en nuestro beneficio. Para conocer los argumentos de las partes los
mediadores tendrán que escucharlas con atención; pero sobre todo hacer que las otras
partes involucradas las escuchen y las entiendan, que les queden claras a fin de que
otorguen su consentimiento en forma libre e informada.

Lo que parece fácil de hacer cuando las personas son abiertas y sinceras. No
cuando se trata de alguien habilidoso para ocultar sus verdaderos objetivos; que ha
preparado para sí un casus belli como el de nuestro arrendatario, que pretende engañar y
ocultar información, así como las verdaderas intenciones de sus actos. Tampoco fácil
cuando se trata de personas sinceras y honestas, que no expresan fácilmente sus
sentimientos, que no pueden confrontar sus ideas.

32
CLOKE, Kenneth. Op, cit., p 42.
33
De los documentos del “Proyecto mediación en México:http://www.mediacionenmexico.org/ryhmediador/tecnbasmed.pdf
Por lo tanto, para conocer los argumentos e intenciones de las partes, por muy ocultas
que sean, es necesario escuchar y realizar las preguntas apropiadas.

Una pregunta pudo hacer brotar la falta de argumentos válidos del arrendatario, por
ejemplo: pedir que se clarifiquen ciertos términos con la intención de que todos los
presentes tengan un entendimiento nítido de lo que se dice: “…señor arrendatario, ¿cuándo
habla usted de injusticia se refiere a la situación económica por la que ésta pasando en su
negocio…por favor podría comentar más al respecto…”

A través de las preguntas, aclaraciones y parafraseo, el argumento planteado se divide


en muchas partes o elementos, se descubren las premisas34 o bases de las que parte una
persona para construir sus argumentos. Si el arrendatario cuenta con un argumento
sostenido en falsas premisas, no puede sostenerlo con preguntas específicas.35

La conclusión del arrendatario (casus belli) era que a arrendadora cometía una
injusticia en su contra. Para que sea sostenible la afirmación del arrendatario, tendríamos
que indagar las premisas, argumentos o ideas en las que sostiene tal conclusión. Si
alguna de estas es falsa, lo será por tanto también la conclusión. Si el arrendatario
concluye que es justo que no pague nada por haber arrendado el local por más de ocho
años, bastaría preguntarle en que se basa para sostener tal conclusión: ¿en la ley?, ¿en
la religión?, ¿en la moral?

c. Aminorar el trecho de ignorancia, inexperiencia que presente alguna de las


partes. Cuando es tal el desequilibrio en el poder de las partes, se ha sugerido que el
mediador aconseje a la parte menos experimentada o ignorante a que consulte a un
profesionista en el área. Uno de los temas que ignoraba la arrendadora era el legal, lo que
implica que el mediador recomiende el acercamiento con expertos en el área.

d. Si la parte que insiste en la legitimidad de sus pretensiones, a pesar de carecer de


fundamento moral o legal suficiente abiertamente expuesto, se recomienda hacerla
conciente de lo que el autor William Ury llama: LA MEJOR ALTERNATIVA PARA UN
ACUERDO NEGOCIADO36, es decir, si sabe que pasaría en caso de que las partes no
lleguen a un convenio en el proceso de mediación: ¿tendría posibilidades de ganar en
proceso judicial?, ¿podría exigir en un tribunal las ventajas ofrecidas en principio por la
arrendadora?, ¿el tribunal la absolvería de pagar todo lo adeudado basado en la supuesta
injusticia de la arrendadora?

Aquí el cuidado: es que el mediador no juzgue la conducta del arrendatario,


simplemente que le invite a reflexionar o informarse si le asiste el derecho, de sus
posibilidades en un litigio, platicarlo abiertamente.

34
Señal o indicio por donde se infiere algo o se viene en conocimiento de ello. Cada una de las dos primeras
proposiciones del silogismo, de donde se infiere y saca la conclusión. Vigésimo segunda edición del Diccionario de la
Lengua Española de la Real Academia Española, versión electrónica: www.rae.es.
35
Para conocer de otras formas de persuadir a través de las palabras, descifrar los engaños y estratagemas de los que
engañan, se recomienda al mediador: SCHOPENHAUER, Arthur, El arte de tener razón expuesto en 38 estratagemas,
(traducción y estudio de Dionisio Garzón) Biblioteca Edaf, 10ª edición, España, 2005.
36
URY, William, Supere el no, cómo negociar con personas que adoptan posiciones obstinadas, Editorial Norma,
Colombia, 1993, p. 19. Libro que se recomienda para conocer de otras estrategias que toman las personas obstinadas.
El propósito es explorar si las partes pueden satisfacer mejor sus intereses por medio de un acuerdo o un proceso como el
de la mediación, o tienen una MEJOR ALTERNATIVA A UN ACUERDO NEGOCIADO (MAPAN).
De hacerse ésta dinámica, un argumento de injusticia no será sostenible delante de
la otra parte o del mediador. Si decide continuar la mediación, tendrá que ceder en sus
pretensiones; si insiste en su casus belli, a pesar de que su falta de argumento está
totalmente expuesta, tendrá que suceder lo que sugerimos en el siguiente punto.

e. Concluir con el proceso de mediación. Recordemos que el mediador tiene la difícil


tarea de establecer si una de las partes está utilizando el proceso para ganar tiempo,
agravar la disputa o desesperar a la otra parte. Si el mediador tiene válidos fundamentos
para creerlo, no es necesario esperarse al final del proceso de mediación para
desautorizar el convenio que está viciado de dolo y mala fe o lesión; lo aconsejable es
que termine el proceso de mediación.

Lo anterior resulta complejo, sobre todo para el profesional comprometido con la


mediación, que sabe que la mejor forma de solucionar conflictos es a través de la misma.
No todos los conflictos deben solucionarse a través de la mediación, aunque en principio
parezcan serlo. Sobre tan difícil decisión, nos comenta el autor Kenneth Cloke:

“Como profesionales en la resolución de conflictos, “mediar” significa: alentar


a la gente a no llegar a un acuerdo cuando ellos piensen que la información es
deshonesta o la propuesta ofrecida no es justa, que tomen los pasos para verificar
la verdad. Solo de esta manera la gente puede estar de acuerdo con el resultado de
la negociación y dejar a un lado su deseo de venganza. 37.

Nuevamente, hay que destapar todo lo que subyace en el conflicto, no dejar nada
oculto, nada que posteriormente pueda surgir y afectar el consentimiento de las partes.

Desde nuestro particular punto de vista, la mediación debe ser un proceso que
orille a las partes a hacerse responsables de sus actos y sus consecuencias. En el caso
planteado, de haberse terminado dicho proceso por causas imputables al arrendatario, lo
más probable es que la arrendadora lo hubiera demandado. El arrendatario hubiera tenido
que responsabilizarse de sus deudas, máxime si tenía la capacidad económica para
hacerlo, responsabilizarse de no haber aceptado las ventajas en un principio ofrecidas por
la arrendadora. No todos los conflictos deben resolverse a través de la mediación. El caso
planteado es uno de ellos, debió darse por terminado. En cambio resulto en un convenio
viciado de dolo y mala fe, inclusive lesión.

Finalmente, sabemos que en la práctica se torna mucho más complicado descifrar


el abuso del poder fundado en la mentira y el engaño, advertir y corregir esas conductas
que pueden provocar un convenio viciado, contrario a derecho y a la moral. El mediador
debe estar atento a la forma en que los abusivos intentan legitimar el abuso del poder e
impedirlo, debe estar atento a lo que se dice y no se dice.

Agradeceremos los comentarios, ideas y sugerencias que nos hagan llegar a la


dirección de correo electrónico: sumediador@yahoo.com

37
Cloke, Kenneth. Op. cit., p 89.
BIBLIOGRAFÍA.

1. CLOKE, Kenneth. Mediating Dangerously: The Frontiers of Conflict Resolution. New York,
NY, USA, John Wiley & Sons, 2001.

2. DANA, Daniel, Adiós a los Conflictos, Mc-Graw-Hill, España, 2002.

3. FERNANDEZ RIOS, Manuel. Formación de Mediadores. Revista de Psicología del trabajo y


de las organizaciones. 1996 Vol. 12 (2-3) 14 páginas, España: Colegio Oficial de Psicólogos
de Madrid, 2003

4. FRASER, Bruce. Negotiation and Power in Dialogic Interaction. Philadelphia, PA, USA, John
Benjamins Publishing Company, 2001. p

5. KAGAN, Donald, Sobre las causas de la guerra y la preservación de la paz, Madrid/México,


FCE, 2003

6. ORMACHEA CHOQUE, Ivan. “Institucionalización de procesos de resolución de conflictos: el


caso de la conciliación y mediación”, Nuevos Caminos para la resolución de conflictos,
Unidad para la Promoción de la Democracia, Organización de Estados Americanos, 2002.

7. REDORTA, Joseph, El poder y sus conflictos o ¿Quién puede más?, Paidos, Barcelona,
2005.

8. SCHOPENHAUER, Arthur, El arte de tener razón expuesto en 38 estratagemas, (traducción


y estudio de Dionisio Garzón) Biblioteca Edaf, 10ª edición, España, 2005.

9. URY, William, Supere el no, cómo negociar con personas que adoptan posiciones
obstinadas, Editorial Norma, Colombia, 1993.

10. VINYAMATA CAMP, Eduard, Aprender Mediación, Paidós, Barcelona, 2003.


11. __________________, Conflictología, España: Editorial Ariel, 2004

12. WEIGAND, Edda (Editor). Negotiation and Power in Dialogic Interaction. Philadelphia, PA,
USA: John Benjamins Publishing Company, 2001.

13. WEINSTEIN, Rebecca Jane. Mediation in the Workplace : A Guide for Training, Practice &
Administration. Westport, CT, USA: Greenwood Publishing Group, Incorporated, 2000.

LEYES.
Código Civil del Estado de México
Reglamento del Centro de Mediación y Conciliación del Poder Judicial del Estado de México.

Ley de Mediación de Cataluña España


Ley de Mediación de Córdoba Argentina
La Ley No. 5 de Panamá.

PÁGINAS WEB.
www.mediacionenmexico.org
www.mediate.com
www.rae.es

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