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Jacques Lacan

Seminario 3
Las Psicosis

16 de noviembre de 1955

• El sentido no es lo mismo que la comprensión, siempre limítrofe e inasible. El


espejismo del psiquiatra: comprender a los enfermos, sostiene una supuesta
comprensión “para determinar precisamente lo que se presenta como ruptura y
como incomprensible”

Lo falso no es la restitución del sentido de los fenómenos (en lo que el psicoanálisis


también participa) sino (creer) que el sentido sea lo que se comprende (p.15)

• No hay PsicoGénesis (p.17), es decir, ningún origen meramente “psicológico”. Por


otro lado, ¿qué es lo psicológico sino etología humana?
Si se olvida el psicoanálisis volvemos a los mitos sobre la personalidad y el yo:
unidad, síntesis, funciones superiores e inferiores, etc.

• Lo simbólico, lo imaginario, y lo real : tres órdenes o registros de la experiencia


(analítica), para comprender la experiencia analítica (p.18)

• La PSICOSIS y el SIGNO: en la psicosis todo se ha vuelto signo (intuición delirante).


Freud toma el texto de Schreber y realiza un desciframiento del signo (muy similar a
lo que hace el mismo psicótico), leyendo los signos creados por Schreber y
reconstruyendo “(toda) la cadena del texto” y su lenguaje fundamental (p.19)

• Pero la psicosis va más allá de lo simbólico, el material de lo simbólico , del discurso


del psicótico, es el propio cuerpo, la relación con el propio cuerpo (su forma, su
imagen, sus “funciones”) caracteriza el campo irreductible de lo imaginario (p.22)

• El INCONSCIENTE ES UN LENGUAJE ARTICULADO, “que esté articulado no


implica (empero) que esté reconocido… El sujeto psicótico ignora la lengua que
habla” (y la lengua habla por sí misma en todo sujeto)
“El asunto no es tanto saber por qué el inconsciente queda excluido (forcluido) para
el sujeto, no asumido, sino saber por qué aparece en lo real” (p.23)

• En el ICS no todo está reprimido, desconocido por el sujeto luego de haber sido
representado (Lacan dice “verbalizado”) sino que un proceso de representación
implica una Bejahung primordial , una admisión o afirmación primordial en lo
simbólico (una especie de reconocimiento del hecho por una palabra o signo que se
registra a partir de él) que puede faltar. (p.23)

• “Freud admite un fenómeno de exclusión para el cual el término Verwerfung parece


válido…Puede ocurrir que un sujeto rehuse el acceso, a su mundo simbólico, de
algo que sin embargo experimentó” (p.23)

• Además, la Verneinung (la negación de lo reprimido que está a punto de dejar de


serlo, aquello que “en esta oportunidad no es ni más ni menos que la amenaza de
castración”), que “se produce en una etapa muy ulterior”, NO es la Verwerfung. La
negación sucede “en el sentido de lo reprimido” y lo que cae bajo la acción de lo
reprimido retorna en síntomas y otros fenómenos psíquicos que indican un
desplazamiento de esa representación propiamente reprimida o negada; a diferencia
de la Vewerfung, lo que cae bajo la acción de la Verwerfung tiene un destino
totalmente diferente. (p.24)

Todo lo rehusado (Verwerfung), o forcluido, reaparece en lo real (p.24). Hay ahí


una significativa suspensión de toda posibilidad de hablar, un abismo, un corte de la
experiencia (expresiones de Lacan en referencia al “Hombre de los Lobos”). Es un
“no saber nada de la cosa, ni siquiera en el sentido de lo reprimido” (ni siquiera se
trata de su representación) y la cosa reaparece en la alucinación, en el cuerpo, en lo
real. Es algo cuyo origen no se sitúa en el mismo nivel de historia.

• ESQUEMA “L” (letra “lambda” del alfabeto griego, para ilustrar “la función imaginaria
del yo y el discurso del inconsciente”): la irrupción de la palabra plena entre el sujeto
y el Otro, y su desvío por los dos yo (a (moi) y a’) y sus relaciones imaginarias, una
triplicidad del sujeto. En la psicosis un sujeto totalmente identificado a su yo o ese yo
es instrumental (p.26-28)
23 de noviembre de 1955

● El término LOCURA y su pertenencia tanto al lenguaje del vulgo como al lenguaje de


la sabiduría (la filosofía, ej. Erasmo de Rotterdam y su “Elogio de la locura”, en
donde la identifica con el comportamiento humano “normal”), y su ambigüedad
puesta en evidencia de manera relevante con la PARANOIA (p.29-30)

● La definición de PARANOIA en Kraepelin (1899) (p.30-31) contradice “todos los


datos de la clínica. Nada en ella es cierto”:
○ Su desarrollo no es insidioso sino que se da por brotes, fases y existe un
MOMENTO FECUNDO de RUPTURA, por lo que no hay una evolución
continua
○ “No se puede limitar la evolución de una paranoia a las causas internas”, sus
causas desencadenantes implican un elemento emocional a raíz de una
crisis vital que tiene que ver con sus relaciones externas
○ El sistema delirante que se construye no es duradero ni imposible de
quebrantar sino que varía, “hayámoslo o no quebrantado”. La variación se
debe a las intervenciones del exterior, el psicótico busca hacer entrar esos
elementos en composición con su delirio, así evoluciona su delirio
○ ¿Qué son la “claridad” y el “orden” del pensamiento que Kraepelin dice se
conservan completamente en la paranoia?, también la volición y la acción
habría que definirlas en función de comportamientos concretos, incluso en
función de la locura, y no en abstracto o en base a nociones establecidas

● Habría que distinguir los tipos y manifestaciones clínicas. No es lo mismo un delirio


de interpretación que un delirio de reivindicación (p.32). Pero no se trata de seguir
“definiendo” tipos clínicos específicos sino del modo de conceptualizar lo observado,
hay ahí una gran contradicción entre teoría y observación (ej. la locura psiquiátrica
sobre la paranoia)

● Los FENÓMENOS ELEMENTALES de la psicosis, concretamente de la paranoia, se


refieren a su ESTRUCTURA, a lo que la constituye y la diferencia del resto del
comportamiento humano. Pueden encontrarse incluso “estructuras análogas a nivel
de la composición, de la motivación, de la tematización del delirio”. El delirio mismo
es un fenómeno elemental y reproduce la fuerza constituyente de la paranoia, de la
psicosis. (p.33) No tiene importancia sustancial conocer el origen o la génesis
(intentar localizar la constitución del propio mecanismo o la causa específica de la
locura en la historia del sujeto) de una psicosis, sino sus fenómenos elementales.

● El RESORTE DE LA ESTRUCTURA ha sido profundamente desconocido por los


teóricos de la psicosis (incluyendo a Freud, quien también escribe a partir de la
psicosis desarrollos “maravillosos, concernientes al comportamiento de todo el
mundo”. O el ejemplo de Abraham, del demente precoz y sus guijarros, los que,
como una buena señal, podía dejar ir y volver a empezar a juntar) (p.34)

● Lo COMPRENSIBLE es fugitivo, inasible. Habría que comenzar por no comprender,


partir de la idea del MALENTENDIDO FUNDAMENTAL para el trabajo clínico, como
una disposición primera “sin la cual no existe verdaderamente ninguna razón para no
comprender todo y cualquier cosa”, como en la locura.
“La dificultad de abordar el problema de la paranoia se debe precisamente al hecho
de situarla en el plano de la comprensión. Aquí el fenómeno elemental irreductible,
está a nivel de la interpretación” (p.35)

● ¿Qué es lo que dice el sujeto psicótico en cierto periodo o momento de su delirio?


Que hay SIGNIFICACIÓN, “cuál, no sabe, pero ocupa el primer plano, se impone, y
para él es perfectamente comprensible” (p.36). “El momento en que han
comprendido (como analistas)…se han precipitado a tapar el caso con una
comprensión... si se escucha lo que ha dicho (el sujeto) se hubiera podido hacer una
pregunta…para construir la interpretación válida, o al menos para esbozarla” (p.37)

● Hay un núcleo comprensible del delirio, pero es inaccesible, inerte, estancado


en cuanto a una posibilidad dialéctica. “El fenómeno está cerrado a toda
composición dialéctica” por “estar más cerca del yo (je), del sujeto”.
Existe la posibilidad de una inversión de signo en función de la dialéctica, pero la
clínica se descarrió por que olvida esta posibilidad “en cuanto se está en presencia
de un semejante, al que se quiere objetivar” (p.37-39)

● Respecto a la PARANOIA, la pregunta principal es “¿Quién habla?”, por ejemplo en


la alucinación verbal. El sujeto articula lo que dice escuchar, pero la fuente de su
alucinación auditiva no precisamente es el “interior” del sujeto por no estar ubicada
evidentemente en el exterior, ya que cuando un sujeto habla se escucha a sí mismo,
entonces ¿quién habla en la paranoia?

● El caso Schreber: cierta lengua fundamental similar a lo que Freud trabaja respecto
al sentido doble de las palabras primitivas (en su texto “Sobre el sentido antitético de
las palabras primitivas”, de 1910, Tomo XI AE) y el lenguaje inconsciente (que no
admite contradicciones), algo presente en el delirio de Schreber (p.44)

● El delirio (de Schreber y probablemente muchos otros) presenta analogías


sorprendentes no sólo en su simbolismo, en su contenido, sino en su estructura y su
construcción, con el funcionamiento psíquico, el funcionamiento de los
inconscientes. El caso Schreber “objetiva ciertas estructuras que se suponen
correctas en teoría” (nociones estructurales que aplicarían a todos los casos) y el
mismo Freud le da ese lugar y reconocimiento al delirio de Schreber (p.44-45)

● “Encontramos también en el texto mismo del delirio una verdad que en este caso
no está escondida como en las neurosis, sino verdaderamente explicitada, y casi
teorizada. El delirio la proporciona… a partir del momento en que se lo toma como
lo que es, un doble perfectamente legible, de lo que aborda la investigación teórica.
Allí radica el carácter ejemplar del campo de las psicosis” (p.45)
30 de noviembre de 1955

• La ambigüedad en el concepto de defensa (en relación a la supuesta tendencia


homosexual en la paranoia): dicha defensa “mantiene con la causa que la provoca
una relación que dista mucho de ser unívoca. Se considera que o bien ayuda a
mantener determinado equilibrio, o bien provoca la enfermedad”, de ahí su constante
ambigüedad (p.48)

• También “la noción de conflicto siempre se utiliza de modo ambigüo: se coloca en el


mismo plano lo que es fuente de conflicto y la ausencia de conflicto, la cual es más
difícil de ver. El conflicto deja, podemos decir, un lugar vacío, y en el lugar vacío del
conflicto aparece una reacción, una construcción, una puesta en juego de la
subjetividad” Pero en el caso del conflicto, se trata de algo que sí se produce a partir
de una ambigüedad, de su contradicción implícita, y de la oposición de elementos.

Pero más importante aún, en la psicosis, es “la ambigüedad de la significación


misma del delirio… el decir psicótico”. Schreber muestra un decir, en su delirio, más
allá del conflicto desencadenante y de su defensa. En el sistema mismo del delirante
(no en las circunstancias del origen del delirio) están dados los elementos de su
significación, a través de esa misma ambigüedad (p.50)

• El lenguaje del delirante (en el límite del lenguaje) es neológico y pone en evidencia
que el significado (lo que se cree son objetos, cosas, conceptos, unívocos o
concretos) no es sino significación (que remite siempre a otra significación). “El
sistema del lenguaje… jamás culmina en un índice directamente dirigido hacia un
punto de la realidad, la realidad toda está cubierta por el conjunto de la red del
lenguaje” (p.51)

• “A nivel del significante… el delirio se distingue precisamente por esa forma especial
de discordancia con el lenguaje común que se llama neologismo”, y en el delirio la
significación no se agota al remitirse a otra significación (y por lo tanto no se remite a
un significado como resultado o efecto posible de la significación sino a la función de
significación en cuanto tal, que es la de siempre remitirse a otra significación). En la
psicosis ciertas palabras detienen al sujeto por que remiten a la significación en
cuanto tal, “una significación que fundamentalmente no remite más que a sí misma,
que permanece irreductible… El enfermo mismo subraya que la palabra en sí misma
pesa. Antes de poder ser reducida a otra significación, significa en sí misma algo
inefable, es una significación que remite ante todo a la significación en cuanto tal"
(p.52)

• Hay dos fenómenos de la significación en la psicosis: la intuición, plena, que


colma al sujeto en su carácter inundante y, en el polo opuesto, la fórmula, repetitiva,
reiterativa, estereotipada, es decir, el estribillo vacío. Ambas formas detienen la
significación (que estructuralmente no se detiene sino a través del imaginario, ej.
buscar una palabra en el diccionario y elegir una de sus referencias)

“Ese lenguaje que puede engañarnos en un primer abordaje del sujeto… nos lleva a
superar esa noción y a formular el término de discurso” No se va a tratar entonces
de trabajar ‘hablándole al paciente en su lenguaje’ sino de escuchar y abordar el
discurso que revela la estructura misma de un sujeto, su constitución, y no eludir “lo
que está en juego: la realidad de la palabra” (p.53-54)

• No podemos dar fundamento al sujeto en el pensamiento, más allá de que el sujeto


sea o no consciente de dicho pensamiento, ese fundamento es insuficiente y el
psicoanálisis, Freud mismo, admite que “el sujeto está en algún lado, en un punto
privilegiado donde una endoscopia de lo que pasa en su interior le está permitida. La
noción no sorprende a nadie cuando se trata de endoscopias más o menos
delirantes”, el sujeto se percata de lo que le sucede, de sus pensamientos, pero no
puede hacer nada al respecto, se trata de “un sujeto que es objeto de un eco de un
pensamiento”, de ahí que le llamemos “sujeto del inconsciente”, este es el sujeto
que aborda el psicoanálisis, y no otro (p.55)

• Las nociones puramente “funcionales” de la psiquiatría (y la psicodinamia, y la


psicología) son estériles, inútiles, al “suponer siempre en algún lado una entidad
unificante”, una función de síntesis, ideal, en el yo. Para el psicoanálisis “el único
modo de abordaje conforme con el descubrimiento freudiano es formular la pregunta
en el registro mismo en que el fenómeno aparece… en el de la palabra”, no el del
lenguaje. “El registro de la palabra crea toda la riqueza de la fenomenología de la
psicosis”, al considerar el fenómeno de la palabra en cuanto tal “¿no vemos…
“desprenderse una estructura primera, esencial, y evidente, que permite hacer
distinciones que no son míticas… que no suponen que el sujeto está en alguna
parte?” (p. 57)

Pero “¿qué es la palabra?... ¿qué distingue una palabra de un registro de lenguaje?


Hablar es ante todo, hablar a otros… Para nosotros, la estructura de la palabra… es
que el sujeto recibe su mensaje del otro en forma invertida (esquema L). La palabra
plena, esencial, la palabra comprometida (la del inconsciente que constituye al
sujeto), está fundada en esta estructura. Tenemos de ella dos formas ejemplares” y
dos elementos de la misma estructura:

o La “unidad” de la palabra como signo fundante de la posición de un sujeto


(dada del Otro a su objeto), fides (de fé, fidelidad mutua, confianza), la palabra
que se da: “tú eres____”, “tú eres lo que aún está en mi palabra, y esto, sólo
puedo afirmarlo tomando la palabra en tu lugar. Esto viene de ti para encontrar
allí la certeza de lo que comprometo. Esta palabra es una palabra que te
compromete a ti”, que compromete a quien la recibe.

o El signo de la relación de sujeto a sujeto, la palabra del engaño posible, el


fingimiento (revés de la fides, ¿dos caras de una misma moneda?). “Están en
presencia de un sujeto en la medida en que lo que dice y hace –es lo mismo-
puede suponerse haber sido dicho y hecho para engañarlos, con toda la
dialéctica que esto entraña, incluyendo en ello el que diga la verdad para que
crean lo contrario… Lo que el sujeto me dice está siempre en una relación
fundamental con un engaño posible, donde me envía o recibo el mensaje en
forma invertida”
En función de esta dialéctica podemos pensar en la posibilidad de la duda (en la
neurosis) vs. la certeza (en la psicosis, en el delirio) y en su oscilación y sus
posibles accidentes (p.56-58).
• Se habla al Otro y al otro en todo el sentido de una alteridad, hay aquí ¡un
momento de equivalencia entre “otro” y “Otro”!, no de igualdad pero sí de
equivalencia. Existe entonces, en el Otro, otro tipo de alteridad (p.59).

Vemos el paso de “otro” a “Otro” en Lacan en este momento “por una razón sin duda
delirante, como ocurre siempre que nos vemos obligados a introducir signos
suplementarios a los que el lenguaje brinda”, la de no saber ni estar seguros sobre
esa palabra fundante (“tú eres (mi)______”). Lo apuntado ahí por el mensaje “es que
el Otro está ahí en tanto que Otro absoluto” reconocido pero no conocido (tal vez sí
en su función, pero no en su posición, o su deseo). “Esta incógnita en la alteridad del
Otro es lo que caracteriza esencialmente la relación de la palabra en el nivel en que
es hablada al otro”. Esta es una descripción estructural (p.59) y una distinción
fundamental, entre el Otro en tanto desconocido y el otro que es yo, y “en el ángulo
abierto de ambas relaciones debe ser situada toda la dialéctica del delirio” (p. 63)

Pero la palabra “no sólo habla al otro, habla también del otro en tanto objeto. De esto
exactamente se trata cuando un sujeto les habla del él”, en ese momento dicho
sujeto se toma a sí mismo por objeto. (p.59)

• El sujeto psicótico habla al otro, y engaña en tanto sujero, pero también habla de él,
como objeto, y en su testimonio continúa comprometiéndose de todas formas. Al
psicoanálisis le interesan los testimonios (p. 60)

• “En el objeto está incluída una alteridad primitiva… sólo interesa como objeto de
deseo del otro”. El objeto del interés humano es el objeto del deseo del otro y el yo
humano es el otro, la primera síntesis del ego es básicamente un alter ego (el
estadio del espejo), está alienada a un otro (incluso la propia imagen vista como
otro), un semejante, con quien se identifica. “El sujeto humano deseante se
constituye en torno a un centro que es el otro en tanto le brinda su unidad, y el
primer abordaje que tiene del objeto es el objeto en cuanto objeto del deseo del otro”
(pág. 61)

“El conocimiento paranoico es un conocimiento instaurado… en el curso de esa


identificación primera que intenté definir a partir del estadio del espejo. Esta base de
rivalidad y competencia en el fundamento del objeto es, precisamente, lo que es
superado en la palabra, en la medida en que concierne al tercero” (p.61), a un
elemento tercero que otorga un lugar al sujeto, por el que ya no requiere competir ni
rivalizar.

• En el delirio, el sujeto habla de algo (el Otro, desconocido) que le habló (como
sucedió en un primer momento al constituirse como sujeto y como yo), “algo adquirió
forma de palabra, y le habla… El paranoico testimonia acerca de la estructura de
ese ser que habla al sujeto” (p.63)

• Hay una diferencia entre la alienación “como forma general de lo imaginario”,


constitutiva de toda subjetividad, y la alienación en la psicosis. Por supuesto que hay
un Otro en la psicosis, si no el sujeto no hablaría, “el asunto es saber cuál es la
estructura de ese ser que le habla, que todo mundo está de acuerdo (incluso el
psicótico) en definir como fantasmático”. Es S (el sujeto del inconsciente), “¿cuál es
esa parte en el sujeto, que habla? El análisis dice: es el inconsciente”, pero se trata
(en la psicosis) de un S “más un punto de interrogación”… la cuestión es saber cómo
eso habla, y cuál es la estructura del discurso paranoico. Freud nos proporcionó al
respecto una dialéctica realmente sorprendente” (p.64):

o Se encuentra en la enunciación (el enunciado) de una tendencia


fundamental, que no precisamente se remite a la homosexualidad (Freud)
sino a la especularidad con un otro a quien se vive semejante y con quien
nos alienamos imaginariamente (Lacan):

• Yo (je) lo amo, y tú me amas (o él/ella me ama), y sus tres modos de


negación según Freud (“hay muchas maneras de decir yo (je) lo
amo”, dice Lacan, como si estos modos de negación fuesen también
maneras de decirlo, no de afirmarlo pero sí, y de manera más
importante, de decirlo):

1. “No soy yo quien lo ama, es el otro, mi doble” (el partenaire)

2. “No es a él (ella) a quien amo, es a ella (él)” (a otro distinto al


auténtico partenaire)

3. “Yo (je) no lo amo, lo odio… él me odia” Esta es la inversión y


proyección de la que se trataría en el delirio de persecusión

• La proyección interviene como mecanismo adicional, ya que no se trata de borrar el


yo (je), y la negación en cada enunciado no tiene el mismo valor, ni efecto. Pero
habría que considerar si, de entrada, “yo (je) lo amo” es un mensaje, una palabra, un
testimonio, o el reconocimiento de un hecho “neutralizado” (p.65)

Si lo tomamos como un mensaje, sucede que (p.65-66):

1. “No soy yo quien lo ama, es el otro, mi doble” implica que el


sujeto haga que su mensaje lo lleve otro, en una alienación
con el otro (con minúscula) en la que el ego habla por
intermedio del alter ego.
En la locura se trataría del delirio de celos paranoide, dirigidos
no a un solo objeto “amado” pero negado, y sobre quien se
manifiestan los celos, sino a un sinnúmero de objetos, por lo
que el delirio es indefinidamente repetible.

2. “No es a él (ella) a quien amo, es a ella (él)” es otro tipo de


alienación, una en la que no se tiene relación concreta ni
vínculo con el objeto nombrado (como en el caso de la
erotomanía), o este es un objeto alejado (no se ama realmente
a quien se enuncia como objeto amado).
En la locura se trataría de un delirio erotomaníaco, en el que el
otro ha sido neutralizado, despersonalizado, y es solamente el
depositario de un “interés universal”, y para el sujeto es su
mundo entero.

3. “Yo (je) no lo amo, lo odio… él me odia” Esta es la inversión y


proyección de la que se trataría en el delirio de persecución,
algo que se acerca mucho más a la denegación por tratarse
de una alienación en la que el amor se convierte en su
contrario, en odio, y además su contenido es colocado
(proyectado) en ese otro perseguidor, manifestando una
“alteración profunda de todo el sistema del otro” y mostrando
“en el carácter extensivo de las interpretaciones sobre el
mundo… la perturbación propiamente imaginaria llevada al
máximo”

• Pero existe también, en base a lo señalado y propuesto por Lacan, la posibilidad de


plantear, en la estructura misma del discurso y del delirio, las relaciones que se
establecen con el Otro (con mayúscula), distinguiendo los elementos de su
esquema: el sujeto, el que habla (inconsciente), y el otro (con quien se está preso en
el eje imaginario como centro de su yo (otro elemento), y en el que no hay palabra)
para “caracterizar de manera nueva psicosis y neurosis” (p.66-67)

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