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HISTORIA
DE SANTIAGO
TUXTLA
BREVE
HISTORIA
DE SANTIAGO
TUXTLA
Por
Héctor Luis Campos
y Rafael Santiago
BREVE HISTORIADE SANTIAGO TUXTLA
CREDITOS DE ILUSTRACIONES
FIG. 1. Cabeza Colosal Olmeca. Procedencia: Predio Cobata, Mpio.
Santiago Tuxtla, Ver. Fotografía: Darih Campos Morales.
FIG. 2, 3 y 4. Láminas 26, 28 y 29. Matrícula de Los Tributos. Revista
Arqueología Mexicana. No. 14.Serie Códices. Ed. Especial. Dr.
León Miguel Portilla, et. al.
FIG. 5. Lámina 46 del Códice Mendoza. Raíces.
FIG. 6. Las imágenes de la polémica. Fuente: Breve Historia de Santia-
go Tuxtla.
FIG. 7. Zona tributaria de la Provincia de Tochtepec. Ibid.
FIG. 8. Escudo de Santiago Tuxtla. Fuente: Portada de la Revista Cro-
nos. Xalapa, Ver. 1982.
FIG. 9. Palacio Municipal del H. Ayuntamiento de Santiago Tuxtla,
Ver. Fotografía: Héctor Luis Campos Ortíz.
FIG. 10. Iglesia de Santiago Apóstol también conocida como Parroquia
del Sagrado Corazón de Jesús. Fotografía: Héctor Luis Campos
Ortíz.
FIG. 11. Templo y Seminario Menor de San Diego. Santiago Tuxtla,
Ver. Fotografía: Héctor Luis Campos Ortíz.
FIG. 12. Volcán de San Martín. Fotografía: Renovación blogspot.com.
ISBN: en Tramite
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cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informáti-
co, y la distribución de ejemplares de la misma mediante alquiler o préstamo públicos.
LA TOPONIMIA.
Antecedentes Históricos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Los caras anchas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Donde abundan los armadillos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
El Dios conejo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Pobrecita guacamaya . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Un pájaro amarillo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
LA PROVINCIA DE TOCHTEPEC . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Los pueblos tributarios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Los tributos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
EL SANTO PATRONO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
HOMBRES COLOSALES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
LA DESGRACIA A CABALLO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
BOLA DE MARQUESES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
La rebelión de Martín Cortés . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Recuperan bastón de mando . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Gobernados a distancia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
INDEPENDENCIA Y DESPOJO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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8 Héctor Luis Campos y Rafael Santiago
EL PORFIRISMO Y LA REVOLUCIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
LA EXPLOSIÓN DEL SAN MARTÍN
Un ataque sorpresivo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
De Titétpetl a San Martín . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
El big bang tuxtleco . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
BIBLIOGRAFÍA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
FIGURAS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
PrÓlogo
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INTRODUCCIÓN
El rostro del campo y su generosidad ancestral reflejan la historia
de Santiago Tuxtla. En el sudor de cada poro, en la mirada, en las
cicatrices del alma y el cuerpo, están personificadas la alegría y la
tragedia de este pueblo.
Caminar por las laderas del risco y observar en lontananza al
poblado tuxteco produce una sensación que seduce y confunde,
porque las nubes que se elevan en el amanecer entre su lujuriosa
vegetación, envuelven todo con un misticismo tan seductor como
intrigante.
Los aromas tienen colores, los paisajes sonidos, los sabores una
textura definida, todos los sentidos se juntan asemejándose al
principio de la creación. Desde la cuesta, la ciudad puede ser cap-
tada de un sólo vistazo, porque está atrapada en una red de cerros
y volcanes. A vuelo de pájaro se puede recorrer su caserío: desde el
peñasco hasta El Marqués, desde El Vigía hasta Chininita y, entre
espejismos creados por la mirada a la distancia, uno queda cauti-
vado por ese aire de convento y taberna atávica.
Las calles aparecen cargadas de destinos visibles en los rostros
de cada niño niño, mujer o anciano. Sus moradores no saben lo
que reflejan al cargar sobre sus espaldas siglos de historia, des-
de los olmecas que dejaron grandes esculturas de piedra hasta los
mestizos de ahora. Dichoso quien tiene un pasado, pero éste trae
consigo un peso que deben soportar quienes lo viven cuando su
grandeza ha quedado en el olvido. Generándose un sentimiento de
abandono y despojo, que se respira en la atmósfera, impregnando
su huella.
Cualquiera puede apreciar la hospitalidad. Es común que cuan-
do azota la tormenta en la sierra algún noble campesino abra las
puertas de su jacal para permitir al viajero guarecerse de la lluvia.
Aunque el viento del norte flagele, las casas de caña de zongón
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Poema “A Santiago Tuxtla”, compuesto por el párroco Eduardo L. Munguía el 25 de julio
de 1944.
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Eneas Rivas Castellanos, Voz nueva de relatos viejos (1982). Debemos a este autor la re-
copilación de documentos importantes, su paciente y brillante investigación acerca de los
orígenes, pero él defiende a ultranza esta versión de ‘caras anchas’. Desde siempre ha sido
un defensor radical de sus ideas, eso lo saben los tuztecos que de tarde en tarde han discu-
tido con él mientras realiza sus cotidianos recorridos bajo los umbrosos pinos de sombra
azulada que adornan las riveras del Tepango. Su palabra pesa y, para fortuna de todos, en
la nueva edición de sus obras (1999) mejor asume una prudente distancia y solamente cita
las diversas versiones acerca del significado de Tuxtla, con la advertencia de que no toma
partido por ninguna.
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El Dios conejo.
Hasta finales del siglo XVI nadie escribía con la consonante ‘x’
la palabra Tuztla. Existía todo tipo de variantes, pero ninguna
como se conoce actualmente. Fue en los siguientes siglos cuando
los sacerdotes católicos, quizá confundidos con la pronunciación
de la ‘z’, la transformaron en ‘ch’ o en ‘x’ para referirse a este lugar
y así quedaron asentados los documentos más importantes de pro-
piedades, casamientos, bautizos y defunciones. De tal modo, que
actualmente, la forma más tradicional, generalizada y difundida
que conocemos de la palabra de origen náhuatl es ‘Tuxtla’, y una
de sus posibles traducciones sería ‘lugar de los conejos’, como tér-
mino compuesto de las raíces tochtli o tuchtli, conejo, y tlan, lugar,
incluso sin la ‘n’, o sea, con terminación ‘tla’, lo que significaría
abundancia de conejos.
Cecilio Rovelo, nahuatlato de reconocido prestigio, autor del
Diccionario de aztequismos, fechado en 1912, traduce “Tuxtla, Tu-
chtlan; tuxtli, conejo; tlan, junto, cerca: Junto al conejo”.9 Con esta
misma definición coinciden gramáticos y lexicógrafos de los siglos
XVI, XVII y XVIII, como fray Andrés de Olmos, fray Alonso de Mo-
lina, fray Toribio de Benavente, A. Rincón, H. Carochi, Paredes,
Arenas y Francisco Javier Clavijero.
Tuxtla tiene su fundamento en la visión cosmogónica de los
antiguos pobladores, pues para ellos los nombres tenían un sig-
nificado mágico, relacionado con sus raíces históricas y religio-
sas.
Decir Tochtlan, tierra de conejos, tendría un enorme significado
místico que lo une con la enorme tradición esotérica de los habi-
tantes de estas tierras. El conejo está relacionado con la luna, y
podría suponerse que tierra de conejos, trasladada a la metáfora
aborigen, signifique lugar de los adoradores de la luna o, si se pre-
fiere algo más sutil, el lugar del dios conejo.
La presencia del conejo en la luna se debe, según la mitología
clásica mexicana, al famoso conejazo de Papátztac, quien le oscu-
reció la cara al segundo sol que brillaba en el cielo. Ése es el conejo
formado por los cráteres lunares y que vemos todas las noches al
caso apunta que los primeros pobladores llegaron en un mes conejo, y que por esa razón los
primeros pobladores le pusieron ese nombre a este lugar. Aquí vale recordar que era conejo
el octavo día del mes de 20 días y también el de 13, ubicado siempre entre venado y agua.
De estos días solamente tomaban cuatro para nombrar a los años: casa, conejo, caña y
pedernal. Cada 52 años coincidían los números 13 y los cuatro nombres de los días, lo cual
hacía un siglo azteca, y conejo era uno. La cita fue tomada del libro de Eneas Rivas, Voz
nueva de relatos viejos, pp. 38-39.
Bulmaro Palma Montesano, op. cit.
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Pobrecita guacamaya.
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Fray Bernardino de Sahagún, Historia general de las cosas de la Nueva España, tomo II, pp.
692-693. En su larga explicación el fraile describe otros papagayos de variados colores a los
que dice que los indios llamaban alo, cocho y quiliton, y hasta uno que nombran tlalacuezali.
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Un pájaro amarillo
Fray Bernardino de Sahagún, Historia general de las cosas de la Nueva España, tomo II, pp.
21
669.
Para los interesados en este tema acerca de las aves de bello plumaje mencionadas por
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Sahagún hay que explicar que quienes se refieren a quetzaltótotl o quetzaltotome evidente-
mente definen al quetzal (Pharomachrus mocinno), codiciado por sus largas plumas verdes,
por lo que no es el ave representada en el Códice Mendoza a Tuztlan. El tlauhquéchol (Ajaia
ajaia) es un ave lacustre con casquete de plumas rojas, por lo cual también queda descarta-
da, y lo mismo sucede con el xiuhtótotl o xiuhtotome (Cotinga amabilis), de color azul.
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(…)
amarillo, con las alas y la cola negras, así como el pico y las patas.
Se alimenta de insectos, gusanos y frutas y hace el nido colgándolo,
con hebras en las ramas horizontales de los árboles, de modo que
se mueva al impulso del viento”. Este pájaro es de la familia de las
icteridae y, si se le compara con el dibujo realizado por los tlacuilos, se
observa su gran parecido con el que aparece en el Códice Mendocino,
sobre el cual está escrito con caracteres hispánicos ‘Tuztlan’.
En la descripción presentada en los libros de taxonomía de la
familia Icteridae se menciona que existen 88 especies de pájaros
americanos, de tamaños medianos y grandes, a los cuales también
se les conoce como oropéndolas. Son aves sociales y poseen una
capacidad arquitectónica para construir sus nidos; los más bellos
son estructuras colgantes, algunos suspendidos mediante tirantes
cosidos al follaje, mientras que otros son como grandes péndulos
de casi dos metros de alto. El pico tiene habitualmente la punta
recta y afilada, pero varía debido a que las especies han explotado
diversos tipos de alimentos.
Es complejo llegar a una certidumbre plena, pero la idea es cla-
ra: Tuztlan sería “lugar de pájaros amarillos”, acorde con la diver-
sidad de pájaros existentes, verificables por los diversos tributos de
plumas que pagaban a los aztecas, y en ese mismo sentido pue-
de significar tanto la belleza solar y dominante de Huitzilopochtli
como la espiritualidad e inteligencia de Quetzalcóatl. Y no es des-
cartable que mitológicamente signifique “lugar donde se venera
al sol naciente”. Un lugar lleno de mitos. Se puede apreciar en
sus alrededores, y asumir con certeza que donde se asienta la ciu-
dad de Santiago Tuxtla era una selva perennifolia, la cual cubría
toda la sierra con un fresco verdor que apenas podría alcanzar la
imaginación. No es casual que el mítico Tlalocan, con el que los
antiguos pobladores del altiplano relacionaban a la región por lo
menos similar a la tuzteca, es decir un lugar con abundancia de
agua y donde hay un eterno verano. Allí habitaban los ancestros
de los tuztecos que ahora llaman a esta región como la suiza ve-
racruzana, a pesar de los graves daños ocasionados al ecosistema.
Asentados entre los más importantes afluentes, cerca de las fieras
salvajes, de los venados, recibían el aire seco que producían las su-
radas, mientras revoloteaban parvadas de pájaros variados, una
gran parte de ellos muy amarillos.
Los tuztecos habitantes de este paraíso terrenal, quienes disfru-
taban de toda la vegetación y la fauna y no solamente del santua-
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hasta ha sido freno para versiones frescas y profundas que han in-
tentado arrojar luz acerca de ese pasado que todavía visualizamos
indefinido y nebuloso, pero lleno de promesas. Ya no se puede to-
lerar especulaciones a estas alturas. No se vale decir: creo que está
pintada una guacamayita, creo que dice Tox-Clan, creo que es un
toznene, creo que es un conejo, creo que es un armadillo, mi abue-
lita me lo contó… No, ya no podemos inventar más, simplemente
debemos despojarnos de todo prejuicio y empezar con humildad
y paciencia la búsqueda de los orígenes de quienes poblaron esta
tierra.
Por eso es importante el Códice Mendocino, porque es un testimo-
nio escrito por manos indias y traducido por españoles, el cual da
una idea de todo lo que se producía en la región y de las cosas más
codiciadas por los aztecas.
1.- TOCHTEPEC.
Con este poblado, el más importante de la región en la antigüe-
dad, se inicia la lista de pueblos en la lámina 46 del Códice Men-
docino. Su colocación no es arbitraria. Era la cabeza regional, pues
en ella se concentraban todos los tributos. Los pueblos sojuzgados
debían aceptar la imposición de un gobernante designado por la
metrópoli azteca, el petlacalcatl, quien desde ahí servía como ga-
rante para dar continuidad y eficiencia al saqueo de los pueblos.
Para asegurarse su control hasta en las más retiradas poblaciones,
nombraba en cada poblado a un mayordomo, o calpixque, quien
era algo así como su receptor de rentas.
El glifo presenta la cabeza de un pequeño conejo, tochtli, sobre
un cerro que da la terminación tepec, lo cual puede tener varias
significaciones: el lugar en que habita el animal, algún año nota-
ble en la vida o peregrinación de las antiguas tribus, o una de las
cuatro estaciones, ya que al otoño se le llamaba tochtli. En general
se interpreta como “cerro del conejo” o “cerro donde abundan los
conejos”, y se forma dándole sonidos a las figuras indígenas: toch
(conejo), tepec (cerro).
Este sitio se ubica en la parte norte del estado de Oaxaca y se
le conoce como San Juan Bautista Tuxtepec. Allí se concentraban
todos los tributos de la región tributaria número 46, y por ello las
22 ciudades que lo componían, tenían en ese sitio a su contador,
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2.- XAYAGO.
Su símbolo, un rostro, viene de Xaya y co, que se puede traducir
como el “lugar de la máscara”. Algunos lo nombran también
como Xayaco. El signo de xayacatl, carátula, máscara, expresa
el lugar en que se les elabora. La escritura parece figurativa de
aquellos objetos que los mexicanos labraban en diferentes rocas,
siendo las más estimadas las de obsidiana, mármol y diorita. Se
debe anotar que no había máscaras de ninguno de estos mate-
riales en los tributos anotados para toda esta región, aunque,
ciertamente, aparecen muchos minerales, metales y resinas que
podían ser labrados en este lugar, como oro, chalchihuites, ám-
bar y liquidámbar.
Acerca de su localización actual no hay información.
3.- OTLATITLÁN.
La pictografía es una vara o un tallo de otate, otatl, signo de
una gigantesca planta gramínea, y dos hileras de dientes por un
lado que dan la terminación significan en el otatal o lugar don-
de abundan los otates. Actualmente se conoce como Otatitlán y
está ubicada en el estado de Veracruz. Este lugar es muy conocido
porque su templo es el santuario del Cristo Negro, muy venerado
y motivo de innumerables peregrinaciones.
4.- COZAMALOAPAN.
La figura que identifica a este lugar es un cuadrúpedo color
amarillo, conocido como cuzamatl o cuzatli, y la mayoría de los
autores coincide en que se traduce como comadreja. Este mamí-
fero nada sobre el agua, lo cual traducido al náhuatl significa-
ría Cosamaloapan y en español se puede decir que es “en el río
o agua de comadrejas”. Se le conoce como Cosamaloapan de
Carpio, Veracruz.
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5.- MIXTLAN.
Contiene el signo de nube, mixtli, debajo de la terminación tlan,
expresada por dos dientes pintados en la parte superior. Dice Oroz-
co y Berra: “mixtli, nube, expresada en la forma globular que los
pintores atribuyen, o con dos ojos compuestos de círculos concén-
tricos, debajo de los cuales se extienden unos dientes largos, curvos
y agudos, abreviatura del Dios Tláloc, junto a las nubes, lugar ne-
buloso, cubierto de nieblas”.
Algunos consideran que se ubicaba en lo que ahora es Mixtlán,
Oaxaca, y se dice que fue conquistada por los colúas y posteriormen-
te por Axayácatl cuando vino a apagar una rebelión de Cuetlaxt-
lan (como se puede apreciar en la lámina X del Códice Mendocino).
León Medel y Alvarado menciona que, “según datos vagos”, exis-
tió al lado oriente una población llamada Ixtlán, que en alguna
explosión quedó totalmente cubierta por las cenizas ardientes y
desapareció.
6.- MICHAPAN
Un pescado da el fonético mich, de michin, colocado sobre la termi-
nación apan, expresada por un canal de agua, lo cual puede ser
interpretado como “el agua que tiene pesca” o “río donde abun-
dan los pescados”. Algunos la relacionan con el actual San Juan
Evangelista, aunque en esa misma zona existen muchos lugares
con el mismo nombre.
7. -TEOPANTEC
Aquí hay una polémica en las anotaciones del códice que bien
conviene resaltar, sobre todo porque en este dibujo aparece ano-
tado el nombre de Ayotzintepec (al igual que en la figura 15). Lo
evidente en el pictograma es que hay un cerro, tepec, sobre el que
se observa unas escaleras de una pirámide y lo traducen como
Teopantepec.
Esto puede tener varias explicaciones. La más aceptada es
que el traductor español puso mal el nombre, pero hay sutile-
zas que conviene conocer. Empecemos por el nombre escrito en
náhuatl.
La voz ayotl tiene muchas acepciones y, si bien puede leerse
como tortuga o calabaza, también se le puede interpretar como
coraza (por ejemplo, los antiguos pobladores consideraban al ar-
madillo un conejo con caparazón y le llamaban ayotltochtli), pero
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8.- MICHTLAN.
El signo de pescado, michín, da la composición como la presente
radical micha, y sin otro signo la terminación tlan, por lo que debió
haberse escrito en castellano michatlan. Se traduce como el “lugar
donde abundan los pescados”. No se le ha ubicado, aunque en
Oaxaca hay un sitio llamado San Rafael Agua de Pescadito, lo
cual debe ser considerado como una pista solamente, pues prácti-
camente en cualquier río, de cualquier lugar, podía darse la abun-
dancia de peces en aquellos tiempos.
9.- TEOTITLÁN.
Lámina 46, folio 46, figura 9.
La mitad del sol, símbolo de teotl, Dios, debajo del signo calli,
que lleva dos cruces sobre fondo negro, figuradas en el marco de
la puerta, son signos fonéticos de un teocalli, templo o palacio y
del compuesto Teo-cal-ti-tlan, y por la figura de dicción conocida
como metaplasmo daría Teotitlán, cuyo significado es “entre las
casas de los dioses”. Se considera que actualmente es San Pedro
Teutila, Oaxaca.
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10.- XICALTEPEC.
El dibujo muestra un cerro, tepec, con un dibujo figurativo de jícara
azul, xicalli, “vaso de calabaza”, lo que da como resultado: “lugar
de las jícaras”.
11.- OXITLAN.
Se muestra una vasija con un contenido negro, sobre ella una cu-
chara o espátula, lo que da el radical oxi, de oxitipan, oxitl, un-
güento hecho de trementina. Encima se puede apreciar la termina-
ción tlan, formada por dos dientes. Se lee como Oxit tlan y significa
“lugar en que hay mucho oxitl”, una preparación inventada por
la diosa Tzapotlatena. Al lugar se le conoce actualmente como
San Lucas Ojitlán y está ubicado en Oaxaca. Es citado en varias
ocasiones en los Anales de Cuatitlán, cerca del río Quiotepec, brazo
del Papaloapan.
13.- TOTOLTEPEC.
“Lugar de las aves” o “cerro de los pájaros”. Sobre la terminación
fonética tepec, la conocida figura del cerro, está colocada la figura
de tototl, “ave general”, en este caso un perico verde, lo cual da por
sí solo la palabra que también puede interpretarse como el “lugar
en que hay aves”, ubicado por algunos en lo que ahora se llama
Tepetotutla, Oaxaca.
Otros lo ubican cerca de Puebla, pero esta opción está lejana de
la zona tributaria de Tuxtepec, por lo cual habría que buscar otras
opciones dentro de los límites territoriales de este estado tributario. To-
totepec es similar a Tuztlan por el hecho de que es también un lugar
donde los pájaros sin duda son importantes, definiendo su nombre.
14.- CHINANTLAN.
Chinantla, provincia de la costa del sur conquistada por Ahuit-
zotl, dice Tezozómoc. En el dibujo indio se observa una planta con
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15. –AYOTZINTEPEC.
Aquí parece no haber error humano que confunda los dibujos
con textos distintos, pues el glifo corresponde al nombre anotado.
Como se recordará, en la Figura 7 se anotaba este nombre, pero en
ésta se aprecia un cerro con una pirámide amarilla que produce el
fonético teopan, templo, sobre la terminación tepec: Teopantepec.
Pero en este dibujo de la Figura 15 se aprecia sobre el cerro, tepec,
un fruto amarillo partido por en medio, dejando ver dos semillas
blancas. Ayotzin es el diminutivo de ayutli o ayutetl, calabaza, por
lo que puede leerse como calabacilla y, según la descripción del
médico de Felipe II, doctor Francisco Hernández, se trata de una
planta venenosa, semejante al eléboro por sus raíces, y parecida
a la calabaza común en sus hojas. Ayotzin-tepec, “lugar o pueblo
del ayotzin”.
Para Jesús Sánchez la radical ayotzin está expresada por el figu-
rativo del caparazón de una pequeña tortuga, por lo que la pala-
bra significaría entonces “lugar de tortuguitas”, una especie muy
venerada en los rituales prehispánicos.
Aunque algunos consideran dudosa la localización de este
lugar, por existir muchas comunidades con este nombre, una
Breve historia de Santiago Tuxtla 49
16.- CUEZCOMATITLAN.
Sobre dos piedras una tabla, y encima una olla color café, da el
figurativo cuezcomatl, troje, recipiente para guardar, sobre todo el
maíz. La ligadura ti, agregada por eufonía a la terminación tlan,
da por sí misma el signo cuezcomatl, produciendo “cuezcoma-ti-
tlan, “lugar en que hay trojes de maíz” o “entre las trojes de maíz”,
“donde abundan las trojes”.
El cuezcomatl no era otra cosa que un gran arcón de tres metros
de alto, cuyas paredes de mimbre entretejido estaban recubiertas,
en el interior, de mortero. Su capacidad era de 4,000 a 5,000 fane-
gas (algunos dan a la fanega la capacidad de 55.5 litros y otros
aseguran que equivale más o menos a un hectolitro, o sea a 100
litros).
Un detalle destacable es que entre los productos tributados no
se encuentra el maíz, seguramente de gran abundancia en el al-
tiplano, por lo que este lugar, el cual no ha sido ubicado geográ-
ficamente en la actualidad, se podría ubicar en alguna zona de
grandes tierras fértiles de cultivo de esta gramínea. Se habla de un
pueblo con el nombre de Cuescomatitlan, en Oaxaca, pero no se
pudo localizar ese municipio en los archivos del INEGI.
17.- PUCTLAN.
El signo figurativo e ideográfico de humareda o fumarola, pocht-
li, dice por sí mismo Poctlan, “lugar de erupciones volcánicas”.
Este sitio tampoco ha sido localizado geográficamente y, aunque
muchos apuestan a que se trata de Putla de Guerrero, Oaxaca, lo
cierto es que éste se encuentra muy al oeste y cerca del estado de
Guerrero, por lo cual esa ciudad no corresponde a los límites terri-
toriales de las provincias tributarias de Tuxtepec, aunque podría
ser alguna localidad desaparecida.
En el terreno puramente especulativo se puede incluso men-
cionar que el único cerro que humeaba por estos lugares y tuvo
grandes explosiones fue el volcán conocido ahora como San
Martín, antes Tustantepec (aunque Medel y Alvarado le pone
Titépetl, sin citar fuente alguna), pero es necesario investigar
más.
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18.-TETEUTLAN.
Podemos observar una clase de delantal blanco con rayas peque-
ñas en el borde inferior, y la terminación tlan-tli debajo (formada
por los dos dientes) forma Teteu-tlan, derivado de teteutl, ídolo, “lu-
gar abundante de ídolos o dioses” o “santuario donde hay muchos
dioses”.
Orozco y Berra, al traducir una pictografía similar, con la dife-
rencia de las hileras interiores de puntos horizontales (Figura 6 de
la Lámina 7), dice que se debe pronunciar Teteuhtepec y traducirse
como “el cerro donde se tienden ropas”. Lo explica de la siguiente
manera: “el lienzo extendido parece expresar el verbo tetehuana,
tirar o restirar algo, extender o desarrugar alguna cosa, Teteuh-
tepe-c, cerro donde se tienden ropas”.
Sin embargo, esta especie de bandera aparece en el Códice Men-
docino dando la terminación quemecan o cuemecan, precedida por
alguna radical, o debajo del signo Tláloc. Incluso en otros códices
se anota como un atributo divino, por lo cual es más probable que
se pueda traducir como teteu, plural de teutl, dios, y por consiguien-
te a la palabra Teteutlan, “cerca de los dioses” o “lugar que tiene
muchas divinidades”.
Se le relaciona geográficamente con el lugar conocido como
Teotitlán, Oaxaca.
19.- IXMATLATLAN.
Aquí otra vez no corresponde lo anotado con el pictograma. Se-
gún lo escrito, Ixmatlatlan se podría leer como el fonético de ix,
“en la cara, en la sobrehaz”, y matlatl es el signo de “red”. Con
mucha imaginación, se podría decir en el refugio o santuario de
Tláloc.
Ciertamente, en este glifo la figura fantástica, símbolo del Dios
Tláloc, caracterizada por la serpiente azul o nube que atraviesa la
cara, signo también del día, quiahuitl, no parece tener relación con
el nombre que le pone el escribano español.
Al símbolo del dios se le puede leer como Tlalocan, considerado
como el paraíso prehispánico, y se ubica al oriente, en la morada
de los guerreros de la casa del sol, o Tlalo tepec, por abreviatura,
“lugar del Tláloc”. Se puede interpretar también como sitio donde
abundan las lluvias.
Actualmente se llama Santiago Ixmatlahuacan, Veracruz.
Breve historia de Santiago Tuxtla 51
20.-YAOTLAN.
El signo de Yaoyotl, guerra, está expresado por un chimalli y la espa-
da, maccuahuitl. Éste era uno de los medios con que los mexicanos
escribían “guerra”. Yautlalli, que nos ofrece las primeras radicales
de este nombre, se compone de Yautotl y tlalli, tierra. El significado
compuesto es de “tierra de guerra, lugar o sitio de combate”. La
terminación “n”, aunque de manera excepcional, es también uti-
lizada en nombres.
21.-TUZTLAN.
Un pájaro amarillo da el emblema a este pueblo. Sahagún decía
que toztli quería decir “cosa muy amarilla”, incluso hablaba de
guacamayas o papagayos que van volviéndose con la edad muy
amarillos, como el toznene. En la pictografía de Tuztlan hay un
pájaro amarillo, que no tiene mucho qué ver con loros o pericos;
incluso, esta ave no ha sido identificada, pero es muy evidente su
color. De tal manera que su significado puede ser “lugar de pájaros
amarillos” o, si se quiere, “donde se venera al sol naciente”.
Actualmente es conocido como Santiago Tuxtla, Veracruz, y se
comenta que por instrucciones de Moctezuma fue puesto bajo su-
pervisión desde la llegada del primer español. Seguramente tuvo
gran importancia económica y poblacional, porque en 1525 ya
tenía el título de Real Villa. Seguramente por sus buenas tierras la-
bradas y la gran cantidad de personas que la habitaban se instaló
aquí el primer ingenio azucarero del país.
En los tiempos de la conquista los tributos de Tuxtla eran im-
portantes. De todo lo mencionado en el códice, ciertamente buena
parte correspondía a esta región que en 1525 recibió la categoría
de villa (para tener una idea San Andrés recibió este nivel en 1830,
cuatro años después de que se llevara la cabecera de Cantón a su
pueblo y cambiara su nombre de San Andrés Zacualco a San An-
drés Tuxtla). Había mano de obra barata y abundante, y muchas
tierras listas para el cultivo de la caña de azúcar y la ganadería. Se
puede apreciar que para 1544, según Francisco González de Cossío,
en su libro de las tasaciones de pueblos de la Nueva España, estaba
comprometido a dar 60 indios diarios para el servicio del ingenio
azucarero de Cortés, construir cinco galeras para los empleados,
entregar 30 moldes cada semana y, ya en calidad de tributo, dar
al marqués cinco gallinas cada domingo, entregar los viernes y
sábados un chiquihuite (cesto de palma) de pescado, 20 huevos, un
52 Héctor Luis Campos y Rafael Santiago
22.- TLACOTALPAN.
La imagen que da el nombre a este lugar es un círculo dividido
por una línea vertical. Una parte, la derecha, está en blanco, la
otra muestra una tierra cultivada. Esto es un signo ideográfico de
tlaco, mitad, y figurativo de tlalli. El significado sería “división de
las tierras propias o conquistadas”. Centlacol o centlacolli, “mitad
de alguna cosa”, produce la radical tlaco o tlacol y el signo tlalli,
la de abundancia tlalla, lo que también se puede interpretar como
“en las tierras partidas”.
Actualmente al poblado se le conoce como Tlacotalpan, Vera-
cruz.
55
56 Héctor Luis Campos y Rafael Santiago
25
Datos tomados de la Biblia de Jerusalén, editada por Desclee de Brower, Bilbao, España,
1991. En ella se menciona que los apóstoles con este nombre son dos:
Santiago el Mayor, así llamado para distinguirlo de el Menor (Mc 15:40), era uno de los
hijos de Zebedeo (Mt. 27:56), hermano del apóstol Juan, con quien fue llamado al segui-
miento de Cristo (Mt. 4:21). Por su carácter impetuoso, ambos recibieron de Jesús el nombre
de Boanerges o hijos del trueno (Mc. 3:17).
Y Santiago el Menor: hijo de Cleofas y de María, hermano de José (Mc. 15:40). A S. también
se le llama hermano del Señor (Mt. 27:56 13:55). Según la mayoría de los acatólicos, este S.
es distinto del apóstol S., hijo de Alfeo (Mt. 10:3 Mc. 3:18)
Hernán Cortés, Cartas de relación.
26
58 Héctor Luis Campos y Rafael Santiago
61
62 Héctor Luis Campos y Rafael Santiago
Fray Bernardino de Sahagún, Historia general de las cosas de la Nueva España, p. 669.
33
66 Héctor Luis Campos y Rafael Santiago
67
68 Héctor Luis Campos y Rafael Santiago
las Antillas, pero que tenían, eso sí, mucha hambre de oro y po-
der.
Descubrieron las disputas entre los indios y rápidamente se alia-
ron con miles de guerreros tlaxcaltecas que estaban dispuestos a
todo para hundir a los aztecas. Para demostrar que iba en serio su
lucha, se mandó a cortar públicamente las manos a medio cen-
tenar de emisarios. Entre la confusión por la intrepidez de Cortés,
Moctezuma titubeó y los españoles aprovecharon para engañar a
los cholultecas y mexicas de que querían conocer las festividades
a sus dioses y en los momentos culminantes de las fiestas matar a
miles de jóvenes, mujeres y niños desarmados.
Tomaron preso a Moctezuma y Cortés le preguntó en 1520 acer-
ca de la posibilidad de puertos seguros en la costa, a lo que el
tlatoani respondió mostrándoles un rústico mapa hecho en tela
de algodón. Azuzada la curiosidad, Cortés envió a 10 españoles
encabezados por Diego de Ordaz a Coatzacoalcos. En su Carta de
relación a Carlos V escribe: “Y luego señalé diez hombres, entre
ellos algunos pilotos y personas que sabían del mar; y con recau-
do que él dio se partieron y fueron por la costa desde el puerto de
Chalchimeca, que dicen San Juan, y anduvieron por sesenta y tan-
tas leguas… hasta la provincia de Cuacalco.” De este mismo viaje,
Bernal Díaz del Castillo dice que “pasó por grandes pueblos, que
allí los nombro, y todos le hacían honra, y que en el camino cerca
de Guazaqualco topó a las guarniciones de Moctezuma que esta-
ban en la frontera, y que todas aquellas comarcas se quejaban de
ellos, así de robos que les hacían, y les tomaban sus mujeres, y les
demandaban otros tributos… y por aquella causa llaman hoy en
día donde aquella guerra pasó Cuylonemiquis, que en su lengua
quiere decir donde mataron los putos mexicanos.”37
En su reporte Ordaz informa a Cortés que el puerto es peligroso,
pero atenúa esa mala noticia con el informe de que por aquellos
lugares hay tierras buenas para ganado, granjerías y plantaciones
de cacahuates y algodón. El reporte, sin embargo, no dejó satisfe-
cho a Cortés, quien le recriminó acremente en privado que no le
ubicara dónde se encontraba oro y no trabajo para campesinos.
Mientras, en la capital, las enfermedades traídas por los españoles
hacían su parte de la conquista con terribles epidemias y, así las
cosas, en poco tiempo acorralaron a Cuauhtémoc, quien se de-
Bernal Díaz del Castillo, Historia verdadera de la Nueva España, capítulo XVI, pp. 329-
37
320.
Breve historia de Santiago Tuxtla 69
75
76 Héctor Luis Campos y Rafael Santiago
Juan de Cigorondo, Relación de lo que valieron las rentas del marqués del valle en los años de
48
1568 y 1569.
80 Héctor Luis Campos y Rafael Santiago
Ignacio Rubio Mañe, Introducción al estudio de los virreyes de Nueva España, p. 10.
50
Breve historia de Santiago Tuxtla 81
Torquemada, p. 392.
54
tísimas, muy chicas, que sólo estar en ellas un día era grandísima
pena, y había en ellas no uno sino dos o más presos”.59
Martín Cortés, el legítimo, fue absuelto por el Real Consejo de
las Indias, donde años más tarde sería alcanzado por su hermano,
el bastardo, quien, a pesar de las torturas de darles con embudo
litros y litros de agua, así como torcerles los brazos, siempre se de-
claró inocente. Y a media noche iba el secretario con la sentencia
y el confesor. La sentencia de muerte sorprendía a los detenidos
y al amanecer ya sonaban las campanillas de los monasterios,
estaban listos la mula, el cristo, el verdugo y el pregonero con su
trompeta de juicio final.
La supuesta conspiración pudo ser un ardid de los enemigos
de Martín Cortés, pero, de haber sido cierta esta temprana lucha
por la independencia, seguramente hubiera cambiado el destino
de la Nueva España y de las villas del Marquesado del Valle. Ello
quizá no habría significado mejorías sociales importantes, porque
el bolsillo de los indios se hubiera exprimido más con los planes de
los encomenderos de cobrar más tributos por medio de un control
inquisidor y violento, pero el marqués vio truncados sus sueños
imperiales, fue derrotado por la vieja clase política y, como todos
los derrotados, tuvo su castigo: lo despojaron de la jurisdicción de
su estado, lo condenaron a vivir desterrado a perpetuidad en todas
las Indias, fue obligado a prestar sus servicios de lanzas en Orán,
África, lo multaron con 50,000 ducados, le secuestraron sus bienes
y se le obligó a realizar un préstamo a la corona por 100,000 du-
cados.
Juan de Cigorondo, Relación de lo que valieron las rentas del marqués del valle en los años de
60
1568 y 1569.
86 Héctor Luis Campos y Rafael Santiago
Gobernados a distancia
A dos leguas ubicaba a San Andrés con 105 tributos, donde sem-
braban maíz, algodón y tabaco. San Juan Chiniapa era otro lugar
sujeto de la villa, con 29 tributos, aunque era visitado pocas veces
por lo peligroso del río, en el cual se habían ahogado muchos, y
que estaba como a cinco leguas de la villa. Menciona a San Juan
Matacapa, a tres leguas de distancia y al que se le exigía 39 tribu-
tos. Está San Miguel Catemaco, a cuatro leguas de la cabecera y
en el que destaca la enorme laguna. Por último cita a Santa María
Asunción Caxiapa, con 24 tributos, ubicada a siete leguas por ás-
pero camino, y cuyos pobladores, aparte de cosechar maíz, pescan
en la mar.
Sigue Antonio Gómez que esta relación la hizo sobre la base de la
información proporcionada por los caciques indios locales y que, al
no saber él cómo distribuirlos, hizo dos congregaciones, la de San-
tiago y su tributario San Andrés, para que pudieran llevar los tribu-
tos a cada cual basándose en la distancia en que se encuentran.
Pese a las condiciones de quiebra y mala administración, se
confirma en un documento de posesión de La Rinconada, fechado
el 10 de junio de 1602, como parte de la jurisdicción de la villa de
Tuxtla en lo civil y lo criminal.
Pero, al ingresar Pedro Cortés al marquesado, las cosas no fue-
ron del todo bien para Fernando, porque en 1606 solicitó y le fue
entregada una carta de recomendación para que pudiera encon-
trar chamba en la Nueva España. “Por favor os mando que lo ten-
gáis bien encomendado y que lo proveáis y ocupéis en oficios y
cargos a mi servicio para que según su calidad y suficiencia pueda
servirme honradamente.”
Las grandes plantaciones cañeras tenían todavía gran futuro, y
empezaban a desarrollarse las de tabaco, que después formarían
toda una industria en la manufactura de puros. La experiencia
acumulada por generaciones ha permitido que el tabaco utilizado
en su elaboración sea reconocido a escala mundial. Cultivo, seca-
do, fermentado y forja son todo un arte dominado por los tuztecos.
La picadura fue llevada por Cortés a España y pronto su uso se ex-
tendió por el puro placer de fumar, aspirarlo molido como rapé o
simplemente utilizado como hoja santa, que lo mismo tranquiliza-
ba o estimulaba. Xigar en maya significa “chupar humo”, aunque
en latín “fumar” quiere decir “echar humo”, y por su latinismo se
dice fumar y por su raíz india se les llama cigarros. Lo de la nicoti-
na proviene de Juan Nicot, quien lo introdujo a Francia.
92 Héctor Luis Campos y Rafael Santiago
El archivo del Hospital de Jesús contiene un volumen acerca de Títulos de las villas de
63
97
98 Héctor Luis Campos y Rafael Santiago
en dos terceras partes por familias españolas. Iturbide les pidió que
se rindieran porque el imperio había muerto y Dávila le solicitó en
respuesta que se uniera a la lucha a favor de éste porque estaba
rodeado de traidores que lo hundirían en la primera oportunidad.
Una tensa paz reinaba en el puerto jarocho. Muchas poblaciones
permanecían fieles a la corona española, y es muy posible que en-
tre ellas se encontrara Santiago Tuztla, por la saña con que fue tra-
tada después por los gobiernos independientes. Se habla de varios
intentos de insubordinación. Con cualquier pretexto se quemaba
poblados enteros acusados de realistas.
Muchos de los principales actores de estas revueltas eran ma-
sones que aprovecharon las logias para reunirse más libremente,
convertirse en verdaderos factores de poder y, en el ambiente inde-
pendentista, cortaron el cordón umbilical que los unía a España
para empezar a formar sus propias logias. Una de ellas fue dirigida
por el general Nicolás Bravo. Con estos apoyos de alto rango, en
los cuales se priorizaba el número más que la calidad de los inte-
grantes, el Rito Escocés creció más que el de York a lo largo y ancho
del país.68
En la capital del país naciente, el libertador de México, envuelto
por las redes del poder, ensoberbecido por el séquito de seguidores
que lo elogiaban, impulsado por grupos de poder eclesiástico, se
tomó en serio las sugerencias de los que le susurraban al oído que
sólo él podía salvar al país del desorden y el 21 de junio de 1822
Iturbide I fue coronado como emperador. La Iglesia y los criollos
elogiaron al “padre universal en el hemisferio estrellado y zona de
los más bravos adalides”.
En Veracruz Santa Anna manifestó su apoyo al naciente impe-
rio mexicano y consiguió sustituir a Manuel Rincón como gober-
nador de la provincia. Una de las primeras acciones del “seductor
de la patria” fue lograr acuerdos con los españoles alzados que
seguían fieles a la corona española en el castillo de Ulúa y que re-
presentaban el último eslabón al pasado colonial. Primero intentó
comprar y seducir a la guarnición española, pero después ejecutó
un plan para entregar la ciudad a las fuerzas españolas que de
común acuerdo debían desembarcar en varios puntos. Santa Anna
disfrazó a parte del ejército con el uniforme español e informó a los
independentistas que su plan era realmente engañar a las fuerzas
de los colonialistas y atraparlas en tierra continental.
Libro sobre los masones, México 1990, editorial Luna Nueva.
68
Breve historia de Santiago Tuxtla 101
les vivían ahí por los grandes negocios que realizaban. Y el primer
gran aire antihispánico, después de tantos años de opresión, se
convirtió en un rabioso huracán chauvinista, una histeria social
que buscaba acabar con todos los explotadores, desatando una ola
de persecuciones y expulsiones. El mismo repudio era manifiesto
contra la Iglesia y los curas por todos los excesos que cometían.
El 28 de enero de 1825 el brigadier de los ejércitos reales José
Coppinguer relevó a Francisco Lemaur como gobernador de Ulúa,
la resistencia de los colonizadores contra la república. Hubo deser-
ciones y cientos de enfermos por escorbuto y otras epidemias. Las
provisiones escaseaban por el abandono en que se encontraban
por parte de sus aliados españoles más que por el sitio al cual es-
taban sometidos.
Pese a todo este enfrentamiento, el 3 de julio de 1825 se pro-
mulgó la Constitución Política local de Veracruz. Los ataques a los
españoles que ocupaban Ulúa continuaban y Barragán enfermó
en septiembre. Lo suplió Manuel Rincón, quien logró acosar el 5 de
octubre de 1825 a un convoy de cuatro buques con víveres y armas
provenientes de La Habana. Era el principio del fin para los leales
a la corona. Estaban postrados y no tendrían otra opción que ren-
dirse. El 21 de octubre, después de entregar a 300 enfermos, se re-
tiraron. Ya recuperado, Barragán tomó posesión de la fortaleza al
mando de 732 hombres. Se izó la bandera nacional y fue saludada
por una triple salva de artillería.
Terminó el dominio español en forma definitiva, mientras Gua-
dalupe Victoria asumía como primer presidente electo. Posterior-
mente hubo aventuras de reconquista alimentadas por los penin-
sulares, como la intentada por el brigadier Isidro Barradas cuatro
años después, que fracasó al desarticularse un plan en el cual va-
rias provincias participarían en un levantamiento nacional a fa-
vor de España. Se supone que un polo de desarrollo creado y explo-
tado por los españoles como Tuxtla debió participar activamente
en apoyo y defensa de las fuerzas promonárquicas.
En ese entonces la república estaba constituida por 19 estados
y cuatro territorios. En Veracruz existían cinco departamentos, y
Tuxtla como partido formaba parte del de Acayucan. Después fue-
ron siete distritos subdivididos en 11 partidos, uno de los cuales
otra vez recayó en Tuxtla por su importancia regional. Por esas
fechas fueron erigidos los cantones como división territorial. San-
tiago Tuxtla era cabecera de uno.
Breve historia de Santiago Tuxtla 105
Las logias eran solamente parte de todo este coctel que los sen-
deros históricos habían preparado para México. Como resultado
de las luchas internas, eran notables el zigzagueo, los avatares,
la inestabilidad; por consiguiente, la ley fue tan voluble como la
época y con decisiones encontradas en las etapas del tránsito de la
nación. Era, en resumen, una ley trashumante, itinerante, que lo
mismo envileció o enriqueció al estado y que causó más molestias
y pesadumbres que beneficios a Santiago Tuxtla.
La Constitución de 1825, la primera del estado, dividía al Con-
greso local en dos cámaras, una de diputados y otra de senadores,
y la Legislatura duraba dos años en su encargo, pudiendo ser re-
electo alguno o algunos de sus miembros si la junta electoral, por
mayoría de las dos terceras partes de sus miembros, lo decidía.
El 3 de junio de 1825 el pleno de la Cámara de Diputados decla-
ró en Jalapa la promulgación del estado de Veracruz con apenas
tres artículos constitucionales, los cuales, según se anotaba en los
documentos oficiales, eran el 5º de la Independencia, el 4º de la
Libertad y el 2º de haberse constituido la Federación:
“Artículo primero. El Estado de Veracruz es parte integrante de
la Federación Mexicana.
“Artículo segundo. Es libre y soberano para su administración y
gobierno interior.
“Artículo tercero. Su territorio se compone de los antiguos Par-
tidos de Acayucan, Córdova, Cosamaloapan, Jalancingo, Jalapa,
Misantla, Orizaba, Papantla, Tampico, Veracruz y Tuxtla.”
Una ley constitucional arreglará y fijará los límites y la divi-
sión.
Hasta aquí la Constitución que sirvió como anclaje de unidad
estatal, y es destacable que Tuxtla se mostrara como uno de los
11 partidos fuertes del estado. Vale la pena citar los nombres de
quienes respaldaron a Santiago Tuxtla, porque ninguno de ellos
participó un año después en el despojo de la cabecera: el presiden-
te del Congreso, José de la Fuente; el vicepresidente del Congreso,
José Andrés de la Jáuregui; secretarios, Sebastián Camacho, Luis
Ruiz, Rafael Argüelles, Manuel Toro Rojo, Manuel Jiménez, Fran-
cisco Cueto, José Antonio Martínez, Diego María Alcalde. El dipu-
tado senador presidente, Francisco Bárcenas. El diputado senador
secretario, Pedro José Echeverría.
En este ambiente de choque entre quienes empujaban a una
patria naciente y los que añoraban y conspiraban por el retorno de
Breve historia de Santiago Tuxtla 107
el decreto menciona a los dos cantones, a los cuales les indica que
ambos tendrán un sólo asesor, por lo cual, no obstante el decreto
favorable, poco pudieron hacer los tuxtecos para realizar la recau-
dación fiscal y fueron arrollados por una estructura de poder que
buscaba aniquilarlos del escenario político. Aunque, basados en
este decreto, pueden hacer hoy las demandas pertinentes para re-
clamar a la comuna de San Andrés que entregue lo que por hecho
y derecho les correspondió y corresponde.
El presidente Guadalupe Victoria quería mantener una actitud
neutral con las logias, pero las presiones de los grupos lo orillaron
a una más decidida. El ambiente masón estaba tan cargado por
las pugnas que explotó en 1827, cuando el general Nicolás Bravo,
gran maestro del Rito Escocés, se rebeló contra el gobierno, y el
general Vicente Guerrero, gran maestro del de York, marchó para
combatir contra el rebelde. Santa Anna, entonces vicegobernador,
apoyó a los yorkistas porque de esa manera la gubernatura de Ve-
racruz quedaba prácticamente en sus manos. Los escoceses habían
tramado una conspiración para cuidar sus intereses y riquezas
contra la actitud de apoyarse en las clases bajas de los yorkinos.
Bravo fue vencido en Tulancingo luego de oscuras negociaciones
con Guerrero. Después de la captura del general Bravo, desarmado
el principal bastión de los escoceses, quedaba solamente la fortale-
za de esas logias en Veracruz.
En enero de 1828 las fuerzas de los generales Manuel Rincón e
Ignacio Mora controlaban el estado para el gobierno federal. El
gobierno y la Legislatura estatales seguían en manos del partido
escocés, mientras que los yorkinos controlaban el puerto de Vera-
cruz. El 7 de enero el Congreso estatal de Jalapa se unió a la re-
vuelta el mismo día que el general Barragán hizo lo propio, pero,
después de la detención de Bravo, las otras entidades no quisieron
arriesgarse a secundar el movimiento. Entonces el ejecutivo federal
decidió sustituir al general Barragán en su carácter de comandante
militar del estado, aunque éste escapó sin tropas hasta que fue de-
tenido el 2 de febrero. La Legislatura expresó arrepentimiento por
haber convocado a la rebeldía. Entonces el general Antonio López
de Santa Anna fue elevado a rango de gobernador del estado.73
Los motines continuaron y Guadalupe Victoria expulsó a los
peninsulares el 20 de diciembre. De esta acción resultó práctica-
mente la extinción de ambos ritos, porque el 25 de octubre de 1828
Harold D. Sims, op. cit., pp. 166-167.
73
Breve historia de Santiago Tuxtla 113
te. La patria, dijo, está en peligro y necesita del brazo de todos sus
hijos para defender su suelo. El efecto fue tal que hasta quienes no
estaban en la milicia gritaron estar dispuestos a dar su vida para
defender su suelo de la invasión gringa. Muchos heridos quisieron
volver a la campaña. Mujeres y niños lloraban de rabia y rencor y
animaban a los soldados tuxtecos a ofrendar su vida.
El combate fue desigual e incontables los muertos en esa cruel
batalla. Después del intenso bombardeo, las tropas invasoras, al
mando de Winfield Scott, ocuparon Veracruz el 29 de marzo de
1847. Los tuxtecos muertos no están registrados en los anales de la
historia, son héroes anónimos.
La invasión estadunidense llegó hasta el Palacio Nacional el 16
de septiembre de 1847, logrando arrebatar los territorios de Cali-
fornia y Nuevo México. Las tropas gringas permanecieron hasta
el 30 de julio de 1848, cuando abandonaron Veracruz, después de
firmado el Tratado de Guadalupe Hidalgo del 22 de febrero de ese
año. El gobierno mexicano tuvo que ceder más de la mitad del
territorio nacional (2’000,400 mil kilómetros cuadrados), precio es-
trastoférico pagado a cambio de la retirada del ejército de Estados
Unidos del suelo patrio.
No conformes con eso, en 1853 los gringos se apropiaron de otra
porción de México. En esa fecha inició la dictadura de Santa Anna,
quien en un acto muy político, es decir lleno de cinismo, juró por
Dios que defendería la integridad del territorio nacional. El tirano
fue llamado a formar un gobierno centralista, supuestamente con
el propósito de acabar con el desorden, y por eso lo trajeron los
conservadores del destierro.
El gobierno de éste se convirtió en el poder de un hombre. Supri-
mió los derechos y las libertades individuales e impuso su volun-
tad personal. Vendió a Estados Unidos el territorio de La Mesilla,
cobró impuestos por la posesión de coches, ventanas y perros y,
finalmente, hizo que lo llamaran Alteza Serenísima. Con todo eso,
el descontento se generalizó. En este desorden político, los aliados
a la potencia emergente del norte aprovecharon para correr a los
europeizantes.
En 1854 Juan Álvarez, un antiguo insurgente, se levantó contra
Santa Anna y proclamó el Plan de Ayutla. Éste exigía que el dic-
tador dejara el poder y se convocara un nuevo Congreso para ela-
borar una Constitución. La Revolución de Ayutla, como se llamó
a este movimiento, se extendió rápidamente. El déspota salió de
Breve historia de Santiago Tuxtla 117
119
120 Héctor Luis Campos y Rafael Santiago
125
126 Héctor Luis Campos y Rafael Santiago
lieron despavoridos a las iglesias para buscar con los curas una
explicación a tanto trueno. Los voladores de Papantla bajaron de
las alturas, sin respetar el ritmo que les marcaban el tambor y la
flauta del danzante que se sostenía con un pie en la punta del
poste que se entierra para tales espectáculos. En Misantla la pobla-
ción salió a conseguir más víveres que de costumbre por suponer
se trataba de una nueva aventura militar que les provocaría dolor,
muerte y pesadumbre. En Tampico tenían las espadas desenvai-
nadas porque suponían que algunos de los tantos enemigos con
quienes se tuviera guerra habían desembarcado en sus playas y,
como advertencia a los atrevidos y malos hijos de la patria, lan-
zaron más de 400 cañonazos hacia el mar al mismo tiempo que
entre gritos de hurras y vivas festivos reiteraban fidelidad, lealtad
y amor al soberano y a la patria.
El país se volvió una locura colectiva. Todos los que tenían un
cañón a la mano lo disparaban, y así lo hicieron pequeños pique-
tes de soldados y batallones completos de artillería, lo cual provocó
más confusión. Y ese ruido dominó la conciencia y la imaginación
de las tropas destacamentadas en el sur, a más de 100 leguas de
Santiago Tuxtla; pensaron que había una invasión por el río Gri-
jalva y las costas de Tabasco.
Quienes navegaban en la mar océano sintieron cómo la onda
sonora golpeaba la embarcación y vieron levantarse las olas en
campanadas de furia de manera imprevista. Asustados, los mari-
nos se encomendaron al altísimo mientras lanzaban plegarias y
se arrepentían de sus pecados. Ese endemoniado graznido salvaje
obligó a Ignacio Olañeta, capitán del bergantín Volador, a enviar
un oficio a la primera autoridad de la Nueva España para que se
tomara precauciones contra tan extraños y terribles acontecimien-
tos.
La humareda lanzó cenizas hasta Oaxaca y lugares más leja-
nos a donde solamente se puede llegar después de caminar bajo
varios soles y lunas. Pero, pasado el susto y cansados los soldados
de los fuertes de esperar a los enemigos ocultos que disparaban
sin piedad, cayeron en cuenta de que no había tal invasión y que
todos esos extraños sonidos que parecían resquebrajar peñas pro-
venían de la explosión del Volcán de San Martín. Por eso eran
incesantes sus bramidos de falsa artillería, porque nadie en esos
tiempos podría tener el suficiente parque para derrochar día y no-
che su pólvora y balas. Y lo confirmaron cuando llegaron infor-
Breve historia de Santiago Tuxtla 127
porque el mismo río que cruza la real villa de Santiago Tuxtla, por
el cual ha escurrido siempre la lava de las explosiones y que tiene
un lecho de basalto, se llama Tepango, significando “lugar donde se
pasa entre piedras” (Según D. F. Bustamante, existen datos de que el
cerro de El Vigía hizo erupción hace 2.2. millones de años). Vestigios
de la desbordante lava existen también en Catemaco y San Andrés,
que eran parte del cantón de Santiago Tuxtla.
Constantemente emitía humo, pero no se habló de mayores
deterioros por casi 500 años, hasta que el 15 de octubre de 1664
ocurrió otra de las importantes erupciones del volcán, ya de ma-
nera posterior a la sangrienta conquista y que los sanandrescanos
ubican en 1530 o 1532, porque con esta alteración del calendario
buscan agregarle unos años a su fundación. Esta erupción parece
que no fue tan dramática ni violenta. Aunque hay versiones que la
quieren reducir a unas fumarolas y temblores con el fin de amino-
rar la importancia del acontecimiento y destacan en sus crónicas
cierto desprecio e indiferencia de los moradores ante la erupción,
lo cierto es que ocurrió y marcó a los hombres de ese tiempo, aun-
que no existen registros contundentes que ofrezcan detalle de lo
sucedido. Aun así, todos reconocen que hubo terror momentáneo
al ver al coloso vomitar arena y llamas. Los tuxtecos tuvieron que
emigrar a lugares cercanos menos afectados. En Santiago los da-
ños fueron severos, y en la confusión muchos se fueron a vivir a
San Andrés Tzacoalco, donde tuvieron una gran recepción, y fue
de tal agrado su estancia que empezaron a dar nombre al lugar de
San Andrés Tuxtla, por ese lazo fraternal y el cariño característico
de los santiagueños.
Ya calmado el volcán y pasada la tensión, los sobrevivientes
partieron a realizar ofrendas al cráter. Como resucitados se entre-
garon en una mística actitud. Hubo rezos obsesivos, gritos desqui-
ciados, como de tetanizados, que seguramente dieron testimonio
del terror que sintieron por las explosiones. Sus fibras más sensi-
bles fueron sacudidas con rigor y, como un acto más de reverencia,
se hizo una “fiesta jurada con motivo de aquel suceso a la gloriosa
Virgen española Santa Teresa de Jesús”85. Y desde aquel tiempo
quedó la costumbre de tocar la puerta de la iglesia, acompañados
de tambores y clarines, la víspera y el día que se le celebra.
Aseguraban que solamente el poder divino de la Virgen pudo
haber salvado a los moradores de un calcinamiento volcánico. Y
René Grobet Palacio, El peregrinar de las flores, p. 20.
85
Breve historia de Santiago Tuxtla 129
El big-bang tuxteco
87
Esta pócima ejemplifica cómo el pueblo conserva sus tradiciones y salva lo mejor de su
pasado a pesar de que día a día, en las escuelas e iglesias, en las radios y en las televisoras
se les habla de las virtudes de la modernidad y se tritura sin piedad su pasado.
132 Héctor Luis Campos y Rafael Santiago
ducido por Francisco del Paso y Troncoso, Papeles de la Nueva España, 2da. Serie, Geografía
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Figuras
Fig. 1.
Lámina 29 de La Matrícula de Tributos, también llamada El Roll de Moctezuma.
Fuente: Revista Arqueología Mexicana No. 14. Serie Códices. Ed. Especial.
Fig. 2. Cabeza colosal de Cobata.
Fig. 3. Lámina 28 de La Matrícula de Tributos correspondiente a la Lámina No.
50 del Códice Mendoza. Fuente: Revista Arqueología Mexicana No. 14. Serie Có-
dices. Edición Especial.
Fig. 4. Lámina 26 de la Matrícula de Tributos, correspondiente a la Lámina 48
del Códice Mendocino. Fuente Revista Arqueología No.14, Serie códices. Edición
Especial.
Fig. 2. Cabeza colosal de Cobata.
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