Vous êtes sur la page 1sur 6

EXPOSICION DEL 2DO GOBIERNO DE FUJIMORI

Elecciones 1995, toma de mando[editar]


Las elecciones de 1995 se dieron en un contexto bastante particular. Luego del autogolpe en
1992, estas fueron vistas como un “retorno a la democracia” tal como citan diversos autores.
En dicho proceso participaron figuras como Pérez de Cuéllar, Toledo, Belmont y Diez
Canseco Terry, entre otros (Murakami 2007:398). No obstante, es importante señalar cómo
fue el proceso y qué áreas cambiaron para favorecer una elección sin fraudes.
En primer lugar, la valla electoral fue lo bastante alta como para permitir la candidatura de
partidos de oposición (LASA 1995:12). Por otro lado, tal como señala el informe de LASA, se
hicieron ciertas modificaciones con la finalidad de incrementar la participación y fiscalización
de los ciudadanos. Esto se ve evidenciado en el reporte de los resultados a través de un
sistema computarizado. Un factor importante, es que la prensa privada no estuvo igual de
regulada que la nacional. De manera que, favoreció desproporcionadamente al candidato
oficialista.
A pesar que Pérez de Cuéllar lideró la intención de voto, la guerra con Ecuador jugó un papel
importante en la reelección de Fujimori. El expresidente, instauró el lema “El Perú no puede
parar” como mensaje principal para promover los beneficios de la continuidad en el gobierno.
Por otro lado, tal como señala Murakami, la población no vio en los candidatos una nueva
alternativa. Probablemente, debido al mantenimiento de las desgastadas estructuras de los
partidos, las cuales no lograron capturar por complemento a la población, así como las figuras
personalistas y autoritarias. Asimismo, la percepción de cumplimiento y buen gobierno por
parte de la ciudadanía, reforzó el voto hacia Fujimori. Tal como señala Pease “el colapso fue
en 1995 con el triunfo electoral de Fujimori. Ante la pregunta sobre por qué triunfa Fujimori,
Tanaka encuentra que a la oposición le faltó fortaleza para combatir el golpe de 1992. Una
señal del colapso fue: que ninguno de los partidos que eran parte del precario sistema
anterior llegó al 5 % requerido por el Jurado Nacional de Elecciones en las candidaturas
presidenciales de 1995” (2000). Finalmente, Fujimori logra alcanzar la presidencia bajo
dudosas circunstancias. Además, el oficialismo tuvo mayoría congresal. Las circunstancias
para que Fujimori lograra reelegirse, fueron en parte dadas debido al control dentro del
gobierno.

El descontento social a inicios del 95[editar]


Ya en 1995, el gobierno empezaba con condiciones mucho más favorables que las que se
conocían en la década de los 80s. Ya no había hiperinflación, se daban las primeras
inyecciones de capital financiero externo y la economía empezaba a circular. Sin embargo,
Fujimori no supo aprovechar tales condiciones para crear un verdadero desarrollo. En ese
sentido, no generó empleo ni disminuyó los niveles de pobreza en la sociedad, dos factores
que fueron de suma importancia, ya que eran los motivos por los cuales fue capaz de
reelegirse. Tal situación produjo el inicio del descontento observado en 1995.
Hubo dos factores que, sumados al mal manejo de la economía y su planificación,
aumentaron el descontento hacia Fujimori:

1. Demetrio Chávez: perteneciente a un cartel de droga que declaró tener relaciones


directas con Fujimori y su asesor Montesinos.
2. El General Robles: oficial en retiro que realizó críticas al gobierno y al actuar de las
Fuerzas Armadas fue detenido. Fue visto ante los ojos de la opinión pública como un
crimen contra los derechos individuales.
El evidente aferramiento al poder fue otro factor que inició el declive de la popularidad de
Fujimori. Murakami señala como, debido al vasto apoyo del que se gozó en las elecciones de
1995, la bancada se tomó muy en serio la idea de mantenerse en el periodo 5 años más.
Fujimori, en vez de preocuparse por aprovechar la situación favorable que le tocó, estaba
más concentrado en encontrar la manera de mantenerse en el poder luego del 2000. Esta
percepción se dio automáticamente luego de tomar el poder en 1995 (Murakami 2012: 427).

Chavín de Huantar[editar]
La operación Chavín de Huantar fue una operación militar, considerada una de las
operaciones más exitosas a nivel mundial, donde se logró rescatar a 72 rehenes. Los rehenes
estuvieron capturados durante 125 días en la residencia del embajador japonés hasta que el
22 de abril de 1997 fueron liberados gracias a las fuerzas militares.
El 17 de diciembre de 1996, catorce miembros del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru
(MRTA), organización subversiva peruana de corte marxista- leninista, tomaron por asalto la
residencia del embajador japonés en Lima durante la celebración del cumpleaños del
emperador Akishito. Setecientos invitados quedaron tendidos en el piso amenazados por
ametralladoras y granadas. A la medianoche, los terroristas aceptaron la salida de mujeres y
ancianos y quedaron unas 380 personas cautivas entre ministros de Estado, embajadores,
políticos, empresarios, altos jefes militares y policiales. Después de negociaciones con la
Cruz Roja se aceptó dejar libre a políticos sin peso y a algunos políticos de izquierda.
En el tiempo que duró la crisis, el gobierno se mostró dispuesto a negociar y el ministro de
Educación, Domingo Palermo Cabrejos, fue designado para dialogar con los terroristas.
Adicionalmente, Juan Luis Cipriani, en ese entonces arzobispo de Ayacucho, fue parte de una
comisión negociadora. Mientras se llevaban a cabo las negociaciones, el gobierno entrenaba
a miembros del Ejército y de la Unidad Especial de Combate de la Fuerza de Infantería de
Marina de la Marina de Guerra del Perú (IMAP), para la operación secreta.
El operativo tuvo una duración de 16 minutos y logró el rescate de 71 rehenes. Se tuvieron
tres muertes, entre los cuales se encuentra el magistrado Carlos Giudti que falleció tras
resultar herido. También se perdió la vida del teniente Raúl Jiménez y la del capitán Juan
Valer, comandos que perdieron su vida en la realización del rescate. Uno de los rehenes, el
vicealmirante Luis Giampietri, retenido dentro de la casa del embajador tuvo un rol clave en la
realización de la operación de rescate. Se le entregó a Luis Giampietri, entre los alimentos y
medicinas entregados por la Cruz Roja, una biblia y una guitarra las cuales tenían micrófonos
y le permitía comunicarse con las fuerzas militares. Cuando los comandos Chavín de Huántar
iniciaron el rescate, 13 emerretistas se encontraban en el primer piso jugando fulbito y los
rehenes estaban custodiados por un solo hombre en el segundo piso con lo que hizo más
fácil el éxito del rescate.

La dinámica en el congreso[editar]
En las elecciones de 1995, Fujimori consigue una victoria con bastante facilidad, lo que le
otorga 67 escaños de un total de 120; es decir, una mayoría absoluta en el congreso. Sin
embargo, a pesar de la fuerza política dominante, no conseguía los ⅔ necesarios para poder
realizar un cambio en la constitución sin tener que entrar en diálogo con las demás
organizaciones políticas de la época. La oposición al fujimorismo era bastante fragmentada,
estaba constituida por varios grupos minoritarios que se fueron dividiendo con el paso del
tiempo. Esto generaba el ambiente propicio para ir preparando la posibilidad de una
continuidad del gobierno en el 2000.
Como señala Degregori y Meléndez, la bancada fujimorista tenía un perfil bastante
tecnocrático. Más de la mitad de los congresistas que llegaron al poder gracias Fujimori
tenían como profesión la economía o alguna carrera vinculada con la ingeniería, a diferencia
de lo que sucedía con las otras organizaciones. En el caso de Unión por el Perú -segunda
fuerza política más importante- sus 17 congresistas estaban vinculados con carreras de
letras, como lo son el derecho, la sociología y el periodismo (Degregori y Meléndez 2007: 68).
Por otro lado, es notable la gran cantidad de congresistas fujimoristas cuyo voto fuerte no
estuvo en Lima, sino en otras regiones del país. De los 67 escaños que obtienen en el
congreso, 41 de ellos eran miembros cuyo voto fuerte se encontraba concentrado en 2 o 3
regiones fuera de la capital. En ese sentido, el fujimorismo representa una suerte de apertura
y renovación política; sin embargo, este proceso se da, como señalan Meléndez y Degregori
en un esquema vertical y autoritario, dado el poco interés de Alberto Fujimori por construir un
partido político bien organizado. (Degregori y Meléndez 2007: 90).

Relación ejecutivo-legislativo-judicial[editar]
La concentración de poder por parte del ejecutivo es clara en tanto esta socavó otras arenas
con la finalidad de asegurar su mantenimiento en el poder. Una primera arena que se vio
totalmente vulnerada fue el poder judicial y el ministerio público como señala Henry Pease.
Con la ayuda de la mayoría parlamentaria, se instituyeron leyes que permitieron el
designamiento a “dedo” de los magistrados por parte del congreso (Pease 2000:16).
Asimismo, estos magistrados eran provisionales. De modo que, estaban subordinados a los
poderes mencionados. Recordemos que, al ser provisionales, las renovaciones laborales se
harían en tantos cumplan con los solicitado. Por tanto, podemos señalar que el parlamento
fujimorista junto al poder ejecutivo, manipulaban dicha arena. Esto, a su vez, implica que la
relación ejecutivo-legislativo, estaba muy consolidada, sobre todo, debido a la amplia mayoría
oficialista.
Por otro lado, tal como se observa en las tablas, Cambio 90/Nueva Mayoría contó con 67
parlamentarios, mientras que el partido que le sigue, Unión por el Perú, contó con 17
congresistas. Esta elección fue muy particular en tanto los partidos más antiguos y
consolidados obtuvieron porcentajes mínimos tanto en las presidenciales como en las
congresales. Esto se ve evidenciado en el 3.3 % que obtiene el APRA y el 1.3 % que obtiene
AP en las presidenciales. En adición, el PPC obtiene 3 %, el APRA 6.5 %, y el AP 3.3 % en
las elecciones congresales.

ECONOMICO
Déficit comercial permanente. En otras palabras, durante toda la década de los 90,
comprábamos más de lo que vendíamos, lo que se tradujo en un mayor
endeudamiento.

Política anti industrial. Fujimori desprotegió a los productores nacionales. Muchos quebraron
por el aumento de sus costos frente a la apertura comercial indiscriminada.

PBI. Los únicos periodos de crecimiento se dieron durante los años 1993, 1994, 1995 y 1997.
El resto del tiempo se registró una recesión agravada con la crisis financiera asiática del 97.
Luego, como se sabe, el PBI subió principalmente por la impresionante demanda externa
de nuestros minerales por parte de China.

Informalidad y desempleo. Las normas antilaborales permitieron que las empresas reduzcan
sus costos a través de la reducción de sus planillas. La consecuencia directa fue un incremento
de la informalidad del 52,0% en 1990 a 56,9% en 1997.

www.cepal.org (comisión económica para america latina y


el caribe)Estancamiento: 1997-2000 El período comprendido entre 1997 y
el 2000 se caracterizó por una drástica disminución en el ritmo de las operaciones de
transferencia de empresas públicas al sector privado, tanto por el mecanismo de venta de activos
y acciones, como por la vía de las concesiones. Ello fue acompañado, asimismo, por una fuerte
disminución en las inversiones proyectadas. A partir del año en que se inicia este período se
dejaron de utilizar también los títulos de la deuda externa en la compra de empresas públicas
Después de registrarse en 1996 el nivel más alto de ingresos al fisco por concepto de
transferencias de empresas públicas al sector privado desde el inicio del programa de
privatización, se 42 En 1998 las funciones de PROMCEPRI fueron transferidas a la COPRI a través
de un Decreto de Urgencia Nº 025-98, y ratificado de acuerdo a la Ley Nº 27111 en mayo de 1999.
43 Apoyo ¿Por qué seguir privatizando? La privatización y la inversión privada en el Perú, Lima,
noviembre de 1999 44 Ibid 43, pag.14 0.00% 5.00% 10.00% 15.00% 20.00% 25.00% 1990 1991
1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 El proceso de privatizaciones en el Perú durante el
período 1991-2002 38 produjo una abrupta caída en 1997, al registrarse un nivel de ingresos de
540 millones de dólares. Más del 20% de dicho valor, correspondió a ingresos por concepto de
concesiones de proyectos. En 1998 el ritmo de privatizaciones se redujo a 250 millones de
dólares, de los cuales, el 67% se generó como resultado de la privatización de dos importantes
unidades productivas pertenecientes a la empresa estatal Centromín Perú. Se trató del complejo
metalúrgico de La Oroya, dedicado a la refinación, industrialización y comercialización de
productos mineros. Asimismo, de la Empresa Minera Mahr Tunel, filial de Centromín Perú que
comprende dos unidades mineras y sus respectivas concentradoras.45 Con la venta de ambas
unidades mineras, la nueva propietaria – Compañía Minera Volcán, que operaba en la vecindad
de estas minas- controlaría el 12% de la producción interna de zinc. En ese mismo año, el
gobierno decidió otorgarle un nuevo impulso al mecanismo de las concesiones al darse paso al
proceso de concesión de obras de infraestructura. Surgieron los CEPRIs para la concesión de
aeropuertos, puertos, redes viales y la concesión de las bandas de telefonía móvil, entre otros Sin
embargo, la complejidad del proceso y las repercusiones de la crisis internacional iniciada en el
sudeste asiático, fueron algunos de los factores que determinaron que en dicho año sólo pudieran
registrarse operaciones por 35 millones de dólares a través de este mecanismo. Durante el año
siguiente, 1999, los ingresos derivados de la venta de activos y acciones de empresas públicas
registraron un nivel de 283 millones de dólares, similar al del año anterior. Los ingresos generados
por la vía del otorgamiento de concesión de proyectos no pudieron recuperarse y más bien
decrecieron registrándose valores de sólo 10 millones de dólares. En ese año, la inversión
relacionada a privatizaciones representó sólo el 4% de la inversión extranjera directa. En el año
2000 se registró el nivel más bajo de venta de activos y acciones de empresas públicas,
registrándose únicamente ingresos por un valor de 95 millones de dólares. No obstante, los
ingresos obtenidos mediante concesiones de proyectos registraron un incremento significativo al
superar los 209 millones de dólares. En esta etapa se vendieron algunos activos menores de
empresas en el sector eléctrico, pero se postergó la transferencia de importantes activos públicos
en el sector de hidrocarburos, aguas y saneamiento, y no se culminaron las privatizaciones en el
sector eléctrico, conforme había sido anunciado por el gobierno al iniciarse el proceso. Algunos
ejemplos son la postergación de la privatización de importantes generadoras de electricidad del
país, así como de las empresas de distribución. En el sector de hidrocarburos se dejó inconcluso el
proceso de privatización del resto de refinerías pertenecientes a PETROPERU46, mientras que en
el sector minero, tampoco se concluyó la privatización de algunas unidades de las empresas
Centromín y Minero Perú. El cambio de actitud del gobierno se tradujo en la aplicación de un
conjunto de medidas que se caracterizaron por una creciente disposición a intervenir
directamente en distintos mercados en vez de recurrir a mecanismos de regulación y de creación
de las condiciones para la competencia. En algunos casos, esto obedeció a problemas generados
por la aplicación de esquemas de regulación inadecuados, y en otros, por privatizaciones que
fueron mal concebidas.47 Estas acciones fueron interpretadas por algunos analistas como una
falta de convicción para defender los procesos de privatización en marcha, así como los ya
realizados, cediendo la iniciativa a los críticos de la privatización.48 Esa falta de convicción se
expresaba en la suspensión de 45 Las unidades mineras son San Cristóbal y Andaychagua, las
cuales tienen un potencial de reservas que determina una vida útil de 55 y 39 años,
respectivamente. 46 Están pendientes de ser privatizados o concesionados al sector privado las
refinerías de Talara e Iquitos, la refinería/terminal de Conchán, el oleoducto Nor-Peruano y
algunos activo importantes como el edificio de PETROPERU, así como las acciones que el Estado
aún mantiene en las unidades empresariales que ya cuentan con un operador privado 47 Ibid 43
pag. 72 48 Ibid 43 pag. 76 CEPAL - SERIE Gestión pública N° 22 39 procesos privatizaciones y
concesiones que ya habían iniciado el proceso de subasta después que los inversionistas ya
habían invertido importantes recursos financieros y humanos para investigar el mercado peruano;
el incumplimiento en realizar la completa transferencia de las empresas públicas en algunos
sectores económicos, ya que uno de los supuestos para el desarrollo de algunas actividades, en
los sectores eléctrico y de hidrocarburos, por ejemplo, era el pleno retiro del Estado como gestor
de empresas; la falta de información sobre el destino de los recursos de la privatización ya que la
población cifraba sus expectativas en que estos fueran utilizados en actividades vinculadas a la
erradicación de la extrema pobreza; y, finalmente, la falta de difusión para contrarrestar la
percepción que tiene la población de que la operatoria de los servicios públicos por empresas
privadas generan desempleo y tarifas elevadas. (Apoyo, 1999). Recuadro 6 ACCIONES QUE
INCIDIERON EN LA PARALIZACIÓN DEL PROCESO DE PRIVATIZACIONES EN EL PERÚ A PARTIR DE
1997 Fuente: Apoyo Comunicaciones. ¿Por qué seguir privatizando? La privatización y la inversión
privada en el Perú, Lima 1999 pags. 72-76 • La opción del gobierno por expandir y formalizar las
operaciones de TANS –la división de la Fuerza Aérea responsable inicialmente, de cubrir rutas no
rentables con fines sociales- en las rutas comerciales domésticas ante las continuas quejas de los
usuarios por la calidad del servicio aerocomercial en el mercado nacional y el agravamiento de los
problemas de Aeroperú. • El anuncio del gobierno respecto a la posibilidad de establecer “tarifas
piso”, lo que pasaría por alto los procedimientos vigentes para estos problemas en el Instituto de
Defensa de la Competencia y de Protección de la Propiedad Intelectual (INDECOPI) -órgano
competente para resolver sobre situaciones de competencia desleal-, ante la supuesta existencia
de tarifas aéreas predatorias. • La redefinición del papel de PETROPERU en el mercado de los
hidrocarburos, deteniendo la privatización de las refinerías de Conchán y Talara con el fin de
utilizarlas para ejercer influencia sobre el precio de venta ante la percepción de cierta rigidez a la
baja en el precio de los combustibles. • Desarrollo de una campaña en contra de algunas
empresas privadas del mercado de combustibles y a favor de otras de parte del gobierno. • La
continuación de la construcción de las centrales hidroeléctricas de San Gabán y Yuncán, lo que
significó una expansión de la actividad empresarial del Estado. • La decisión del gobierno de
suspender la privatización de las empresas distribuidoras eléctricas del sur utilizando el
argumento de que primero esperará para analizar el resultado de la privatización de las empresas
distribuidoras eléctricas del norte. • La formalización de la decisión del gobierno de suspender la
privatización de la Central Hidroeléctrica del Mantaro utilizando como argumento que las
utilidades generadas por esta empresa le permiten a Electroperú invertir en infraestructura
eléctrica en zonas en donde esto no resulta rentable para la empresa privada. Al respecto, el
gobierno descartó el esquema utilizado en el caso de las telecomunicaciones para financiar el
desarrollo de esta actividad en zonas rurales (el Fondo de Inversión de Telecomunicaciones, FITEL)
sobre la base del uso de criterios de mercado. • La creación de barreras a la entrada en el
mercado de generación eléctrica al detener el otorgamiento de concesiones para proyectos de
generación hidroeléctrica, con el fin de crear las condiciones para el desarrollo de un mercado
doméstico de gas. • El anuncio de la decisión de no sólo no privatizar Sedapal sino de promulgar
una ley que haga que esto sea prácticamente imposible de lograr en el futuro. Los argumentos
utilizados para ello van desde que se trata de una privatización muy compleja que no ha dado
buenos resultados en otros países, hasta que se trata de una empresa que es bien manejada por
el Estado. Los resultados obtenidos por la privatización en sectores como telecomunicaciones o
electricidad demuestran que, bajo un esquema adecuado, la participación privada en la
prestación de servicios públicos es posible y beneficiosa. En este sentido, la privatización del
sector saneamiento, en general, y de la empresa de agua potable y alcantarillado de Lima
(Sedapal) sí es posible no obstante su complejidad. Los argumentos utilizados por importantes
autoridades del gobierno para no privatizar Sedapal se parecen a aquellos de quienes se oponían
a la privatización de las telecomunicaciones y el sector eléctrico, hacia 1992. • El anuncio del
gobierno de que una parte sustancial de la demanda de gas provendría de contratos “take or pay”
firmados con empresas generadoras y que Electroperú sería un importante cliente. Para que ello
sea posible, sin embargo, será necesario que Electroperú invierta en la creación de capacidad de
generación dado que carece de unidades térmicas

Vous aimerez peut-être aussi