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Sin Presupuesto Ni Estrategia

No habrá Salud Universal

El gobierno ha decretado este año 2020 como el año de la “Universalización


de la Salud”, tras haber sacado en noviembre un decreto con ese mismo
objetivo. Salud para Todos es algo necesario para la vida, la justicia social, la
democracia y el bienestar de los peruanos que ha sido tontamente postergado
por siglos. Hay sin embargo un GRAN problema: este anuncio gubernamental
no tiene presupuesto. Y aunque sería lindo que la salud no tuviera costos, la
realidad es otra: profesionales, medicinas, hospitales y equipos cuestan, y
bastante. Hasta el momento, sin embargo, el presidente Vizcarra olvida la
verdad elemental de que no hay “lonche gratis” y la salud no es una
excepción.

Aclaremos algo de entrada: el decir que la salud cuesta no significa, para


nada, que ese costo deba ser cubierto por los pacientes en el momento de la
atención. Los peruanos estamos mal acostumbrados a que tengamos que sacar
de nuestros bolsillos fuertes sumas de dinero si queremos curarnos o tomar
medidas preventivas, pero no tiene que ser así: en la mayor parte del mundo es
el gobierno y/o la seguridad social quienes cubren esos costos. La
Organización Mundial de la Salud y el Banco Mundial establecen que un buen
sistema de salud es aquél en el cual las personas no pagan en el momento de la
atención y tienen el costo cubierto por seguros o gobiernos. Es lógico, una
base necesaria para universalizar la salud es que los cobros no sean una
barrera infranqueable para los pobres y enfermos. Es imprescindible reconocer
que la salud cuesta justamente para que tengamos formas de enfrentar esa
realidad que no sean el asalto directo a la billetera.

El dato sencillo

Por un lado, con el decreto de noviembre el gobierno ya ha afiliado 2 millones


500 mil personas al Seguro Integral de Salud, cifra que seguirá aumentando
los próximos meses. Es obvio que si es necesario atender a 3 millones de
personas más, incluso en las malas condiciones actuales es necesario mayor
presupuesto para las medicinas, los insumos de laboratorio y el trabajo de los
médicos y profesionales. Pero no hay: el presupuesto para el SIS ha
disminuido de 2,274 millones el 2018 a 1,893 millones el 2020. ¿Cómo
demonios creen que se puede atender a tres millones de personas adicionales
sin dinero para medicinas, equipos y personal?

Por si acaso, si alguien cree que eso es porque ese presupuesto destinado no se
ha gastado, como sucede en otros sectores, se equivoca: el año pasado el SIS
ejecutó el 99 por ciento de su presupuesto, una de las instituciones con mayor
porcentaje de gasto ejecutado en el país. Es que falta plata, pues, así que
rascan la olla.

Tampoco sucede que el sector salud, el ministerio y los gobiernos regionales,


tengan un presupuesto amplio, holgado o siquiera que llegue a lo mínimo
necesario. El gasto público en salud es apenas 2,3 por ciento del PBI, es decir,
de cada 100 soles de producción e ingresos nacionales solo 2 soles con 30
céntimos se destinan a la salud pública. El promedio latinoamericano es de 4
por ciento, Ecuador y Bolivia están en 4,5 por ciento, Colombia supera el 5
por ciento, Uruguay y Costa Rica están encima del 6 por ciento y Cuba supera
el 10 por ciento. Estanos hasta las cangallas. Por cierto, la necesidad de
dedicar más presupuesto a la salud con el objetivo de la universalización
forma parte de un acuerdo regional auspiciado por la Organización
Panamericana de la Salud el 2014 llamado “Estrategia para el acceso universal
a salud y cobertura universal de salud”, acuerdo que plantea destinar 6 por
ciento del PBI a salud pública, algo a lo que el Perú ni se acerca.

Que el presupuesto de salud es insuficiente en el Perú pueden dar fe cada día


miles de peruanos. Basta ir a cualquier centro de salud u hospital público y ver
cantidad de gente que sale con su receta a buscar donde comprarla o busca
algún sitio donde pueda tomarse unos rayos X, prueba de laboratorio,
tomografía u otro examen porque en el hospital no hay o la espera es de
semanas o meses.

La Universalización: Objetivo y Resultados Previsibles

Antes de la nueva política de “universalización” había unos 13 millones de


afiliados al SIS según la información del Censo Nacional. Aunque los
registros del gobierno arrojan cifras mayores, el Banco Mundial ha calculado
que hay 3 millones de asegurados en el SIS que ni saben que tienen este
beneficio. Este año el SIS llegará a unos 16 millones y pico, con un aumento
del 25 por ciento de los afiliados; por cada 4 asegurados el año pasado, el
2020 habrá uno más.

Si no hay más presupuesto, ¿qué pasará? Será como echarle más agua a un
caldo ya muy ralo. Si ya faltaban medicinas, aumentan los pacientes y el
presupuesto no mejora, lo que sucederá es que habrá más gente “asegurada”
en el SIS a la que no le darán los remedios que necesita. Si ya faltaban
equipos, ahora faltarán más. Si ya había mucha espera para determinados
exámenes o procedimientos, eso se agravará.

La letra chica por definirse

Hay una “letra chica” de la universalización de la salud que aún no está


definida y que, según el decreto del gobierno, debe resolverse en este primer
trimestre del año. Se trata de la lista de enfermedades, problemas de salud y
tratamientos que van a estar legalmente cubiertos por el Seguro Integral de
Salud y otros sistemas de seguros. El nombre técnico de esto es “Plan Esencial
de Aseguramiento en Salud” y se le conoce en el sector por su acrónimo,
“PEAS”. Es un asunto de gran importancia, igual que todos esos detalles que
nunca leemos cuando contratamos un seguro privado pero que luego nos
estallan en la cara: que tal cosa no está cubierta, que el seguro no lo considera
porque ya venía de antes, que eso recomendado por el médico no está
considerado en la póliza, etcétera, etcétera, etcétera.

La ley de hace una década dice que el PEAS debiéramos tenerlo todos los
asegurados. Es lógico: es un plan “esencial”. Y aunque la ciudadanía no lo
sabe, ya existe un listado detallado de “PEAS” establecido por ley. Pero ¿sirve
de algo? Para hacer este artículo, entré a la hoja web de Susalud, la
supervisora de salud, a ver cómo era mi seguro: como profesor soy afiliado a
EsSalud y en la universidad tenemos una aseguradora privada (EPS). Resulta
que, según me informa Susalud, yo no tengo el PEAS. Ha pasado una década
de la ley de aseguramiento en salud y un seguro privado todavía no cumple lo
que dice la ley. Algo tan importante como el plan básico de salud parece que
es simplemente letra muerta. En cuyo caso ¿para qué lo van a revisar y
reformular ahora? Dicho sea de paso la ley de hace una década decía que el
PEAS debía revisarse cada 2 años y nunca se ha hecho.
Sin Estrategia

Terminemos señalando que otro problema principal de la “universalización de


la salud” planteada es que carece de una estrategia integral en salud pública.
Si queremos llevar salud para todos, lo que es un objetivo correcto e
importante, tenemos que saber de dónde partimos y cómo hacerlo. Las
enfermedades hoy prevalecientes son males crónicos como cánceres, diabetes,
enfermedades del corazón, el esqueleto, el aparato nervioso y mentales, ya no
tanto las trasmitidas por virus y bacterias. Hoy hay mucho más ancianos que
antes requiriendo atención. Frente a estos males tenemos un presupuesto muy
bajo pero también un sistema de salud mal planteado. Tenemos unos
hospitales grandes e ineficientes junto a centros de salud que pueden resolver
muy poco; este sistema debe modernizarse y reacomodarse en nuevas redes de
atención. La prevención es hoy más importante que nunca pero ya no es solo
cuestión de vacunar a los niños sino de mejorar la alimentación y evitar el
sobrepeso, tener chequeos anuales y cuidar permanentemente nuestros riesgos
de salud, y para todo esto las personas y familias necesitamos nuevos
conocimientos y prácticas.

Si se planteara una estrategia que redujera obesidad, contaminación, estrés,


violencias y accidentes, y un sistema de salud que tuviera médicos integrales
de familia y una fuerte red de policlínicos para atención y seguimiento
especializados y con equipos modernos de diagnóstico, se podría avanzar
bastante en universalizar la salud y lograrlo con un aumento de presupuesto
público a nuestro alcance. Porque recordemos que si el Seguro Integral de
Salud- SIS tiene menos de 2 mil millones de soles de presupuesto anual, cada
año las exoneraciones tributarias para la banca suman una cifra similar y se
van otros 2 mil millones más para los dueños de las universidades-negocio
(como Cesar Acuña y Pepe Luna de Podemos Perú) de un total de
exoneraciones tributarias de 17 mil millones anuales. Está claro que plata hay,
es cuestión de priorizar la salud y de usarla bien con una estrategia bien
pensada.

La universalización es un gran objetivo, pero sin una estrategia sanitaria


integral y un buen respaldo presupuestal, mucho me temo que haber
nombrado el 2020 como el año de la “universalización de la salud” no pase de
ser una de esas buenas intenciones de las que está empedrado el infierno. Para
evitar el agravamiento de los males crónicos en la atención de salud se
necesita más presupuesto, AHORA.

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