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“Hola, mi nombre es Svali.

Tanto mi familia como yo fuimos parte de los Illuminati hasta hace


unos años, cuando logramos escapar”. Esta es la segunda parte de las declaraciones de Svali.
Para conocer más a fondo éste tema, visita la primera parte haciendo clic aquí. A continuación
exponemos unas estremecedoras revelaciones de la “programadora mental” Illuminati.
LOS RITUALES ILLUMINATI
La religiosidad Illuminati se deriva de toda una serie de religiones paganas ancestrales, tales
como el druidismo celta, los cultos de misterios babilónicos y egipcios, así como sus derivaciones
posteriores por templarios, rosacruces, satanistas, luciferianos, etc. Adoran a dioses como El,
Baal, Astarté, Isis, Osiris, Set, etc. Toman distintos elementos de estas religiones. Nos dice que
los Illuminati, más que satanistas, lo que son es luciferianos.
En todo caso, Svali nos aclara que no practican una única religión. Distintos grupos Illuminati se
sienten más cercanos a unas o a otras de estas tradiciones, y estas son las que enseñan y
practican. Por ejemplo, nos dice que en la zona en que ella operaba, San Diego, en la que Michael
Aquino era uno de los líderes, se practicaban sobre todo rituales derivados de los misterios
egipcios, reformulados por su Templo de Set.
Lo importe es comprender que la religiosidad Illuminati no es como la de los profanos, la de las
religiones de masas, sino la de iniciados que se involucran en ellas de manera más intensa. Esta
mecánica iniciática atraviesa todo en la vida de los Illuminati, y donde mejor lo vemos es en la
programación de control mental, que no es más que un ritual iniciático sistematizado,
relativamente profanizado. Pero que a pesar de todo sigue estando muy íntimamente unido con
el ritual. Programación de control mental y abuso satánico ritual son dos caras de la moneda
que no es posible separar.
Nos dice que el objetivo de los Illuminati, desde el punto de vista espiritual, es convertirse en
dioses. No creen en un dios, como lo hacen los judíos o los cristianos, sino en la divinización del
hombre:
“El objetivo último de su filosofía espiritual y de su sentido de la disciplina, se basa en su creencia
en que, una vez completada toda su instrucción, se convierten en dioses. Este es su verdadero
objetivo último. Creen en alcanzar la divinidad —o filosofía iluminista—, a través de lo que ellos
denominan Ilustración o Iluminación, que es de donde procede su nombre.”
Nos dice que todos los Illuminati participan en rituales a lo largo de toda su vida, en fechas
señaladas en el calendario y en ocasiones especiales. De hecho sus propios nacimientos tienden
a darse en el marco de rituales, así como en el de su traumatización-programación prenatal.
En estos rituales a menudo tienen lugar sacrificios, tanto de animales como de humanos,
bautismos de sangre, ingestas de carne y bebida de sangre, etc. Svali ha sido testigo de sacrificios
humanos, pero nos dice que sobre todo lo que vio fueron sacrificios animales.
“La rama espiritual celta de los Illuminati cree que el poder es traspasado en el momento que
separa la vida y la muerte. Hacen rituales con niños, o incluso con los adeptos más ancianos, en
los que la persona es atada, y un animal es desangrado hasta la muerte sobre ellos. La creencia
es que la persona recibe poder del espíritu saliente [del animal], que «entra» en la persona. Es
también altamente traumatizante y horrible que un animal atraviese la agonía de su muerte
encima de tí. Lo que te están diciendo, en otras palabras, es «esto te ocurrirá a tí si alguna vez
hablas», lo que causa una impresión muy fuerte en los niños pequeños.”
Esta cita es muy expresiva de cómo la ritualística Illuminati está vinculada al secretismo, y todo
ello a su vez, como vamos a ver, a la programación mental mediante trauma. Esta profunda
vinculación entre ritual, programación y modus operandi es clave para entender a los Illuminati.
Su manera de pensar, de comprender el mundo, de actuar, es resultado directo de sus rituales
y de la programación. Como venimos diciendo, la programación es la clave de bóveda que
sostiene toda esta mecánica psicopatocrática. Y lo mismo podemos decir del ritual de sangre al
máximo nivel, ya que la programación no es más que la sistematización y la extensión del ritual.
El ritual y la programación son claves para uno de los elementos que a su vez es central en el
modus operandi de la secta, como es la infiltración, como vamos a ver a continuación. Todo esto
no nos lo han contado los “expertos” en religión, en mitología, en antropología, etc. Porque
estos “expertos” están ahí para que se comprenda nada en profundidad y sobre todo para que
no se comprenda cómo funciona el poder-religión real en la sombra.
Otras variedades de rituales, de los que Svali nos habla, es encerrarlos en una caja de madera y
enterrarlos vivos, como si fuesen un cadáver. O con trozos de cadáveres podridos.
Estos simples ejemplos ya sirven para desmitificar todo el mundo de las iniciaciones y
comprender hasta qué punto son parte de una mecánica psicopatocrática de coacción, de
terrorismo estructural.
“En los días más sagrados se hacen también sacrificios. He visto cómo se «mataba
psíquicamente» a un animal delante de mí, y no sé cómo explicar lo que vi. He visto también
sacrificios humanos, pero estos eran muy excepcionales (creo que he visto dos o tres reales en
mi vida, el resto fueron escenificaciones).”
Hay que recordar que Svali formaba parte de la secta a un nivel relativamente bajo, y que a
niveles superiores tienen lugar más sacrificios humanos.
Svali también trabajaba en un ámbito de programación más cotidiando, por así decirlo,
programando a los niveles bajos de la secta, y no tanto en la programación más específica que
desarrollan en la inteligencia, el ejército o la NASA, para formar puestos más especializados
como supersoldados, políticos de alto nivel, prostitutas/os de lujo, “modelos presidenciales”,
etc.
La ex-Illuminati nos dice que a los 12 años es habitual que haya una ceremonia de iniciación más
singular, en la que los miembros de la secta son presentados a los consejos de líderes. A esta
edad habrá tenido ya lugar la programación más intensa, la creación de las plantillas de álters
fundamentales, aunque la traumatización y la programación siga teniendo lugar durante toda
la vida de los miembros, aunque sea en forma de refuerzos puntuales.
Dice que es un honor asistir a esta ceremonia, en la que se los vuelve a traumatizar y estos se
comprometen a obedecer a sus líderes de por vida. Miembros que a su vez serán internalizados
en sus sistemas de álters, como veremos después. Este es otro detalle que nos muestra hasta
qué punto todo el mundo Illuminati se basa en el miedo y el trauma, cómo los Illuminati no son
más que una organización terrorista muy sofisticada y refinada, que ha hecho del terror, del
sadismo y del masoquismo, un arte.
En el caso de los líderes, esta ceremonia iniciática de los 12 años, nos cuenta Svali, tiene lugar
en las cloacas del Vaticano. Ella participó en una de estas ceremonias. Le dijeron que se trataba
de un ritual muy importante de sellado. Antes pasó unos días con su padre alemán.
Tuvo lugar en una sala subterránea, redonda, debajo del Vaticano. Para llegar a ella había que
atravesar 13 salas con catacumbas, también redondas. Para la ocasión sacaron las momias de
estas catacumbas y las colocaron en cada una de las 13 salas, diciendo:
“Estos son los espíritus de los Padres vigilando la ceremonia.”
Suponemos que estas 13 momias son las de antepasados de los 13 linajes más importantes, o
figuras destacadas de la secta a lo largo de la historia.
En el centro de la sala había un gran pentagrama, y sobre él una mesa. A la ceremonia también
asistían otros 2 niños, además de Svali, y 3 adultos de la propia Iglesia. Era una ceremonia de
sellado de estas 6 personas. Según Svali, para alcanzar una cierta posición en la Iglesia Católica
había que pasar también por esa ceremonia, como era el caso de estos 3 adultos.
Nos dice que el Padre alemán y el Padre francés estaban también presentes en la ceremonia.
Pero no sabemos exactamente si nos habla de su padre biológico, que era, efectivamente,
alemán, o de “padres” Illuminati en sentido figurado. Pues en la “familia” hay una compleja
estructura en la que a ciertas personas se considera “padres” o “tíos”, sin serlo biológicamente.
En la medida en que todo gira alrededor de la confusión de las funciones protectora y
maltratadora de los padres, y la continuación de esta confusión en otras figuras de poder. Y en
definitiva en sublimar el miedo, de manera que se respete, se obedezca, se adore, se divinize,
etc., al que te aterroriza. Freud nos ha hablado de todo esto, como judío y buen conocedor del
Antiguo Testamento que era.
Siguiendo con la ceremonia, la mesa colocada sobre el pentagrama era de color negro, de una
piedra o vidrio muy oscuro y brillante, que Svali nunca había visto antes, quizás obsidiana u ónix.
La mesa tenía alrededor canales dorados para recoger fluidos. En el centro de la mesa colocaron
a un niño, de unos 3 o 4 años, posiblemente drogado, porque estaba muy quieto y silencioso. Y
este niño fue sacrificado. Svali nos dice que fue la experiencia más terrorífica que ha vivido
jamás. El verdugo iba vestido de color escarlata, y hablaba en latín, diciendo, algo parecido a
esto, según Svali:
“Te rogamos que aceptes este sacrificio que te hacemos hoy. Este sacrificio sellará la
ceremonia.”
Después, los que eran sellados, los 3 niños y los 3 adultos de la Iglesia, se acercaron al hombre
que vestía de escarlata, se arrodillaron ante él, besaron un anillo dorado que llevaba, y juraron
fidelidad de por vida al Nuevo Orden Mundial. También tuvieron que jurar fidelidad a “El que
está por venir”. Entonces les dijeron:
“Que lo mismo o algo peor te ocurra a tí en el caso de que rompas este juramento.”
Aquí vemos otra vez la clave del mecanismo sacrificial. El que asiste debe presenciar la muerte
de la víctima porque el ritual se hace para aterrorizarlo de por vida, para obligarlo a obedecer a
sus superiores ciegamente y guardar el secreto de todo lo que ve, escucha y hace. La mecánica
es la misma que la de siempre en la cultura humana desde sus orígenes: el sacrificio de sangre,
el terror, la amenaza, el castigo. Solo que aquí rodeado de más glamour, porque estamos
hablando de la gente más poderosa del planeta, y en el lugar más importante desde el punto de
vista ritual y sacrificial, por lo que parece, como son las catacumbas del Vaticano. Lo que vemos
al exterior es solo la cara visible. Pero lo que sostiene todo, la clave de bóveda que sostiene todo
el sistema, sigue siendo el sacrificio humano en las cloacas, en el sancta sanctorum al que solo
acceden los más poderosos, que no llegan a serlo si no pasan por estas iniciaciones sanguinarias.
Greg Szymanski, el interlocutor de Svali en la entrevista en la que contó esta ceremonia en el
Vaticano, dice que esto coincide completamente con lo que le contó una mujer italiana llamada
María Vendital a principios de la década de 1980, que poco después se suicidó saltando desde
los tejados del Vaticano. Vendital le contó a Szymanski que no podía escapar de los Illuminati,
de los que era miembro como descendiente de una rica familia del norte de Italia. Lo que nos
hace sospechar que era una programada en la que activaron un subprograma de suicidio,
después de revelar secretos incómodos.
Svali nos habla también de ciertos períodos del año, como la Navidad o la Semana Santa, en que
tienen lugar reuniones familiares particularmente marcadas por todo el doble juego que
caracteriza a la secta. Celebran las fiestas tradicionales, pero al mismo tiempo, hacen todo tipo
de rituales profanatorios y blasfemantes que refuerzan la programación disociativa y el
desprecio de los que valoran estas tradiciones, ceremonias, símbolos, etc., especialmente del
Cristianismo, que es su máximo enemigo. Por ejemplo, hacen rituales profanatorios del
nacimiento o de la crucifixión cristianas, o Santa Claus abusa de niños, o los sacrifican bajo un
árbol de Navidad.
Este doble juego, esta doble moral, es central para entender a los Illuminati, pero remite en
última instancia a la que ha existido siempre entre las castas del poder-religión y las sociedades
profanas. Y como vamos a ver también es central para producir la disociación y con ello sentar
las bases para lo que es la clave en el modus operandi de los Illuminati: la infiltración.
El doble juego con los símbolos cristianos, pero también con todo tipo de símbolos, como los
patrióticos, los nacionales, los matrimoniales, etc., es central porque hace de ellos disparadores
de disociación mental, de manera que cuando vuelven a aparecer en determinados contextos,
el programado sabe pasar de un álter a otro según lo determine el guión.
Se convierten así en los infiltrados perfectos, que se creen sus propias mentiras con fervor,
porque de hecho están en trances disociativos y amnésicos con respecto a otros álters. Son, la
mayoría de ellos, Dr. Jekyll y Mr. Hyde, pero esto aplicado a la política, a la inteligencia, al
espectáculo.
Esto explica, creemos, el episodio en el que Bill Gates, en un acto público, dijo que, si “hacían
un muy buen trabajo” podrían reducir la población mundial utilizando vacunas. Suponemos que
Gates es un Illuminati y un múltiple, y en ese momento concreto tuvo un pequeño fallo de
programación, de manera que uno de sus álters públicos se fusionó con otro oculto. El álter
filantropista y el álter eugenista y genocida, que debían estar compartimentalizados, se
fundieron por un momento. Probablemente dieron un toque a su programador y tuvo que pasar
después por un “tune up”.
Como nos decía antes, en estos rituales Svali ha sido testigo de fenómenos que no puede
explicar racionalmente:
“Cuando formaba parte de este grupo he visto cosas que creo que no pueden ser explicadas
racionalmente, cosas que me aterrorizaron, y que solo puedo decir que podrían ser una
combinación de control mental de la secta, estimulación por drogas, hipnosis y algún tipo de
actividad demoníaca real.”
Svali nos dice que los Illuminati creen que existen otras dimensiones espirituales, y que para
entrar en comunicación con ellas, para abrir o cerrar portales, para “sellar círculos”, son
necesarios sacrificios. La ex-Illuminati dice haber participado en rituales en los que fue testigo
de canalizaciones de espíritus, u otros en los que escuchó cómo voces extrañas salían de ciertos
participantes, etc.
“En el mundo oculto, yo creo que existen demonios, que son reales y que tienen una jerarquía
espiritual, que la jerarquía de la secta trata de emular en el plano físico. Existen principados y
demonios inferiores, y ellos controlan los portales que conducen a otras dimensiones
espirituales, acceder a las cuales NO ES ASUNTO de los humanos. Esto es destructivo hasta el
extremo para las personas que lo hacen.”
Nos dice que en estos rituales es frecuente que se utilicen símbolos cristianos, pero en sentido
inverso, profanatorio. Lo interesante, insistimos, es que esto forma parte de la programación
mental, en la que se persigue la disociación de álters de signo contrario:
“Algunos grupos usan las Escrituras en sentido negativo, o programan a los niños para odiar los
símbolos y la teología cristianos. Otros grupos fomentarán el que el frente amnésico [de álters]
abrace un estilo de vida cristiano, al mismo tiempo que obligan a los álters traseros a renunciar
y a blasfemar las elecciones que ha hecho el frente, para separar los dos grupos de álters aún
más.”
Aquí vemos lo que decíamos. El ritual profanatorio no es un simple acto de odio a otros grupos,
a cristianos, o a patriotas, blasfemando sus símbolos. Forma parte de hecho de la programación
y de la compartimentalización de álters, de manera que se creen barreras entre estos y cada
uno de ellos funcione mejor por separado.
Pero lo interesante es que aquí volvemos a ver cómo hay una correlación entre la escala micro
de las mentes de los programados y la escala macro de las sociedades de las que forman parte.
De hecho los programados son las bisagras que articulan la secta Illuminati y las sociedades
profanas. Los que proyectan en el público las paranoias artificiales de las élites y así lo
transforman hacia sociedades cada vez más desquiciadas, más sadomasoquistas, más
pervertidas, más artificiales.
En cuanto al tema alienígena, Svali nos dice lo mismo que Cathy O’Brien, que está siendo
utilizado como una tapadera, como parte de una estrategia de desinformación, en el marco de
la programación mental:
“Nunca he visto un alien o extraterrestre. He visto algunos programas utilizados para hacer
CREER que ven aliens, como una tapadera para la programación, en el caso en que recuerden.
Ninguno de los jefes instructores que conocí, u otras personas en los consejos de gobierno, creía
en aliens, aunque nunca pregunté sobre este tema. Mi creencia personal es que el tema
reptiliano es de hecho el resultado de lo demoníaco. He visto metamorfosis y otras cosas
provocadas por la influencia demoníaca…”
Pero cree que las metamorfosis podrían deberse también a las drogas utilizadas, a la histeria
colectiva, y en general, al contexto ritual.
Como nos dice Svali, es difícil separar la dimensión ritual y la de la programación. Esto es
importante para comprender que la ciencia y la tecnología están inscritas en un marco
ritualístico, iniciático, mágico, mistérico, etc. La oposición entre ciencia y religión no es más que
una cortina de humo para que no se comprenda esta estrecha vinculación. Y es justamente
estudiando los programas de control mental y su vinculación con los rituales como
comprendemos que la ciencia está inscrita en toda esta mecánica político-religiosa, que en
última instancia es una mecánica hierogámico-sacrificial.
Estas aparentes contradicciones no lo son para los Illuminati, especialmente para los que lideran
la secta, o para aquellos que conocen el ámbito de la programación, como es el caso de Svali, y
cómo la programación está imbricada con el ritual. Así, la ex-Illuminati primero nos dice que la
ciencia, la tecnología, la psicología del comportamiento, etc., son muy importantes para ellos. Y
acto seguido, afirma algo que podría parecer contradictorio, que el ámbito espiritual (ritual,
demónico) es aún más importante:
“Pero los Illuminati son primero y antes que nada, no cientifistas, sino espirituales. La verdadera
fundación del grupo es el ocultismo. Y dedican un gran esfuerzo a inculcar estas creencias
ocultistas en los sistemas [de programación mental] de su gente.”
LA PROGRAMACIÓN DE CONTROL MENTAL MEDIANTE TRAUMA
Ya lo hemos dicho: los rituales y la programación son dos caras de la misma moneda. Unos se
refuerzan a los otros. Son complementarios. La programación no es más que una forma más
sistematizada de ritual. Psicología, ciencia, tecnología, pero siempre supeditadas a una
mecánica ritual. Terrorismo sofisticado y sublimado sobre el que se sostiene todo.
Todos los Illuminati son objeto, en un grado u otro, de programación. La expresión no podía ser
más apropiada. La programación hace de ellos objetos, los objetualiza, los convierte en robots
obedientes a la agenda, se conozca o no, se comprenda o no, se comparta o no.
“La mayoría de las personas que conocí entre los Illuminati estaban bastante fragmentados
[tenían personalidades disociadas] (de hecho, no me viene a la mente nadie que no fuese
disociativo en algún grado).” Incluso los líderes, nos dice Svali, deben ir de cuando en cuando a
sesiones de “programación de refuerzo” o “tune up”:
“Incluso los líderes locales y regionales, todos ellos acuden a programaciones de refuerzo
regulares…”
Como hemos visto, los valores fundamentales de los Illuminati son el secretismo, el doble juego,
la obediencia, la lealtad al grupo, el espíritu de competición y dominación, la rivalidad, el
desprecio por el débil, etc. Viven y tienen que vivir en un estado patológico, en una suerte de
paranoia en la que nadie es de fiar y están permanentemente tratando de medrar y de pisarle
el cuello al vecino.
Todo esto no se sostendría sin el efecto fundamental que tiene la programación mediante
trauma. Por eso Svali nos dice que, cuando detectan en algún miembro signos de que está
poniendo en cuestión todos estos “valores”, si se les puede llamar así, los obligan a someterse
a programación de refuerzo. Si no crees en nuestros valores, no te preocupes, te haremos creer
sí o sí.
De hecho Svali afirma que son sometidos a programación a lo largo de toda su vida. En otras
palabras, solo mediante la coacción del terror de sus rituales y del trauma de la programación
son capaces de mantener la cohesión del grupo, la paranoia generalizada, obedecer sin
rechistar, asesinar en masa a los borregos en sus atentados de bandera falsa, pandemias de
laboratorio, catástrofes “naturales” geoingenierizadas, etc.
Hay que insistir en esto, todos o prácticamente la totalidad de los Illuminati son disociados, son
múltiples, sus manos derechas no saben lo que hacen sus manos izquierdas. De hecho el nombre
de “iluminado” viene de un estado extático de alta disociación mental que se consigue bajo el
efecto de trauma muy intenso. Y estos psicópatas nos gobiernan porque se creen superiores…
En todo caso, en las cúpulas Illuminati, según comenta Svali, aunque también pasan por
programación disociativa, esta no es la misma que la del resto de los miembros:
“Para los máximos líderes NO se utiliza la experimentación sistemática de control mental, o los
implantes, debido al riesgo que esto conlleva. Estos niños y adultos también SON disociativos,
pero ellos pasan por un programa especial que es diferente del de los niveles inferiores.”
La programación intencional empieza, a menudo, antes del nacimiento. Pero es importante
entender que entre los Illuminati todo es programación contextual, y el entorno en el que viven,
enormemente endogámico, contribuye sobre manera a la programación intencional. Familias,
amigos, entornos de trabajo, etc.; los Illuminati pueden llegar a pasar más tiempo y sin duda
tienen experiencias más intensas, entre otros Illuminati, y esto forma parte también de la
programación.
Svali nos dice que, desde que son niños, viven en entornos en los que hay una clara escisión
entre las actividades “de día” y las “de noche”:

“A menudo, el niño es críado en un entorno familiar en el que se combinan el abandono durante


el día con figuras parentales disfuncionales. El niño aprende pronto que las noches, y las
actividades de la secta, son las verdaderamente importantes. El niño puede ser desatendido, o
incluso maltratado, durante el día; y solo se le trata como especial, o los padres le prestan
atención, en el ámbito de la secta. Esto puede implicar álters muy jóvenes alrededor del núcleo
o en partes separadas del núcleo, que se sienten «invisibles», abandonados, rechazados,
indignos de amor o de atención, o que incluso no existen, si no están haciendo algo al servicio
de la «familia».”

Además, como casi siempre los padres y los adultos Illuminati son múltiples, los niños se crían
en un ambiente muy confuso, incoherente, que hace de ellos nuevos múltiples, todo ello
combinado con la programación mediante trauma. Todo esto es parte de lo que podemos
denominar la programación contextual. Pero ahora viene lo importante, la “programación
intencional”.

Como avanzábamos, la programación intencional entre los Illuminati a menudo comienza antes
del nacimiento:

“En la secta las separaciones mentales (‘splitting’) prenatales son muy conocidas, dado que el
feto es muy susceptible de fragmentación [mental] en el vientre, debido a traumas. Esto se hace
normalmente entre el séptimo y el noveno mes de embarazo. Se utilizan técnicas tales como
colocar auriculares en el abdomen de la madre, en los que se reproduce música alta y estridente
(como algunas obras clásicas modernas, o incluso operas de Wagner). También se utiliza rock
heavy, a gran volumen. Otros métodos son hacer que la madre ingiera sustancias amargas, o
gritar al el feto en el interior del vientre. Otra posibilidad es que golpeen el vientre de la madre.
También es posible que apliquen shocks suaves en el abdomen, especialmente cuando el plazo
está cerca, y esto puede servir para provocar un parto prematuro, o asegurar que el bebé nazca
en una festividad señalada. También es posible que le den a la madre ciertas drogas que
provocan el parto, si se desea que el nacimiento sea en una fecha determinada.”

Aquí vemos otra vez una vinculación muy profunda entre programación y ritual. En los niveles
más altos los niños son concebidos o nacen en determinadas fechas, en coincidencia con ciertas
constelaciones astrales, en el marco de rituales hierogámicos y sacrificiales.

Desde que son bebés los someten a todo tipo de maltratos para fragmentar sus mentes:
violaciones, sodomizaciones, felaciones, con órganos genitales, dedos u objetos, electroshocks
suaves en dedos, en genitales, cortes genitales rituales, etc. Todo ello con la intención de que la
disociación comience antes de que se forme el ego.

Lo interesante es que esta disociación mental, como ya avanzábamos, se realiza en el contexto


de una disociación paralela de los espacios, escenarios, ámbitos, en los que tiene lugar, de
manera que los miembros de la secta internalizan de manera muy profunda una realidad
marcadamente dividida entre el mundo Illuminati y el no Illuminati, entre la “familia” y el
ganado humano.

Esto se corresponde con la importancia que tiene para ellos la infiltración. Son
permanentemente infiltrados. Son dos cosas al mismo tiempo. Pertenecen a las sociedades en
las que viven y a la vez a la sociedad secreta. Por eso hay una afinidad muy profunda entre los
Illuminati y los judíos, y muchos de ellos de hecho lo son. Por eso la actividad de la inteligencia,
del espionaje, es central para ellos. Son maestros del disfraz, de la máscara, de la interpretación,
de la hipocresía.

“Los adultos abandonan o descuidan a los niños, intencionadamente, durante el día, y después
los cogen, los limpian, les prestan atención, mientras los preparan para un ritual o para una
reunión del grupo. Esto se hace para que el niño asocie las reuniones nocturnas con «amor» y
atención, y así contribuir al proceso de vinculación a la secta o la «familia». Al niño se le enseña
a asociar atención maternal con la asistencia a rituales, y eventualmente asociará las reuniones
de la secta con sentimientos de seguridad.”

Svali nos habla de una serie de “grados de disciplina” que los niños van atravesando
progresivamente hasta convertirse en servidores fieles a la secta: “no necesitar”, “no querer”,
“no desear”, “la supervivencia del más apto”, “el código de silencio”, etc.

Desde que el niño tiene 1 o 2 años es abandonado y aislado en una sala, sin estímulos, sin comida
ni bebida, durante largos períodos de tiempo, lo que lo aterroriza y lo lleva a estados críticos.
Entonces el instructor se arroga el papel de “salvador”, de ser quien le ha “rescatado”, como
miembro de la “familia”.

La mecánica viene a ser siempre la misma: romper los vínculos naturales y crear artificialmente
nuevos vínculos con la secta. Es la misma mecánica que utilizan a nivel político y social,
transformando el orden a partir de situaciones de caos y crisis ingenierizadas, creando
problemas para justificar soluciones prediseñadas. Hay una vinculación muy profunda entre lo
que hace a la escala micro y a la escala macro, entre sus experimentos inmorales, inhumanos,
sus sacrificios de sangre, y lo que luego hacen en las sociedades en general. Por eso es tan
importante el ritual de sexo y de sangre, porque es el laboratorio en el que estos sádicos
desalmados ensayan lo que luego hacen a nivel político y social.

Las separaciones (‘splits’) del núcleo mental se producen entre los 18 meses y los 3 años. Svali
nos dice que, para estas separaciones, al menos uno de los padres o cuidadores debe participar,
porque en ellas se requiere no solo el trauma físico sino sobre todo el psicológico. Las
separaciones del núcleo son como álters, pero más fuertes, que sirven como plantillas para, a
partir de ellos, crear sistemas de álters. Se producen hasta 8 separaciones del núcleo, según la
ex-programadora.

“La supervivencia del más apto” es un tema central en el adoctrinamiento Illuminati. Se trata de
hacer de los miembros perpertradores, verdugos. Esto lo hacen con todos los miembros. Lo
hacen a partir de los 2 años, con otros niños víctimas de la misma edad o ligeramente más
pequeños. El instructor golpea a este niño víctima fuertemente y por mucho tiempo, y luego le
ordena al niño que es objeto de adoctrinamiento, es decir, al niño verdugo, que lo golpee él
también. Si el niño verdugo se niega es severamente castigado o golpeado, hasta que aprende
que la única manera de librarse de los golpes es golpear al otro niño. Golpear o se golpeado.
Matar o ser matado. Esta es la filosofía Illuminati. Sobre esto se basa todo. No importa lo que la
gente normal, sana, humana hagamos, ellos siempre llegarán más lejos.

En otras palabras, generan una situación límite en la que solo cabe ser víctima o verdugo, y así
hacen de los miembros de la secta, o mejor, de los distintos álters de los múltiples que
conforman la secta, verdugos y víctimas, sí o sí. Todo ello con el refuerzo del adulto como
modelo de verdugo implacable, normalmente sádicos patológicos que disfrutan golpeando a
niños indefensos. Lo que los niños que están siendo adoctrinados acaban tomando por algo
normal, natural. Naturalmente esto precisa de muchos niños sacrificables, que recolectan con
sus ONGs en guerras, crisis migratorias, catástrofes “naturales”, etc.

Hay que precisar que todos estos ejercicios generan álters disociados que van siendo
adoctrinados de manera específica en las diversas habilidades, al tiempo que otros álters
acumulan y compartimentalizan las memorias traumáticas. Lo mismo que en las sociedades.

Un tema interesante es que una de estas especializaciones de álters, de las que nos habla Svali,
es la que se da entre álters cognitivos con respecto a otros más emocionales. Los álters
cognitivos son considerados “superiores” en la jerarquía interna con respecto a los emocionales,
de manera que los primeros le “pasan” a los segundos sus sentimientos. Entonces se trata de
generar división y conflicto entre ellos para que no se reconozcan como parte de un mismo
sistema.

A un lado álters académicos, científicos, empresarios, y a otros álters deprimidos, marginados,


parados, alcohólicos, suicidas… Lo mismo en las mentes disociadas y en las sociedades
desestructuradas. Y cuantos más múltiples más sociedades desestructuradas. Parace evidente
cuál es la fórmula para crear una sociedad desestructurada.

Lo interesante es que la mecánica social es muy similar. De hecho estamos convencidos de que
esta programación mental es la clave para comprender la ingeniería social y el papel central que
determinadas figuras desempeñan en esta ingeniería, tales como estrellas de Hollywood y la
Hollymúsica, entre otras, de la misma manera que sucedía en otras épocas con las figuras
religiosas, heroicas, legendarias. La programación de control mental mediante trauma es a la
religión hollycapitalista lo que el ritual sacrificial era a las religiones paganas.

Svali nos dice que las estructuras mentales de los programados siempre muestran algún tipo de
jerarquía. En otras palabras, unos álters tienen más importancia que otros, unos mandan sobre
otros, unos ordenan y otros obedecen. Y nos dice que esta jerarquía mental se corresponde con
la de la secta, que como hemos dicho es muy jerárquica. En otro punto nos dice que los
programados “tienden a internalizar a sus maltratadores”. O que “[e]stos grupos internos [de
álters] son correlativos, de manera aproximada, con los del mundo exterior”.

En suma, lo que ocurre es que la estructura mental de los programados es el resultado, a nivel
micro, de toda una serie de experiencias, rituales, traumatizaciones, programaciones, guiones,
películas, escenificaciones, etc., a nivel macro. En otras palabras, hay una correspondencia entre
el sistema mental de estos programados y las sociedades que los producen, en particular la secta
Illuminati. Pero también entre los programados y las sociedades profanas, programadas solo a
un nivel blando. Las mentas disociadas de los programados están a caballo de ambos mundos,
los articulan. De ahí que desempeñen un papel tan importante como intermediarios entre unos
y otros, transformando-programando a nivel blando a las sociedades profanas según los
intereses de estas sociedades secretas de iniciados-programados duros. Lo mismo que ha
sucedido siempre con las castas político-religiosas, pero hoy con un grado mayor de
profanización de esta ritualística, que toma la forma de estos programas de control mental
científico-tecnológicos.

Y otro tema interesante aquí es la importancia de lo ritual, en el sentido más amplio del término,
de lo escénico, de lo visual, de los cinematográfico, de lo dramático. Si los Illuminati trabajan
tanto con el ritual, con escenificaciones, con guiones y películas, todo ello cargado, en última
instancia, de la dimensión traumática, es porque con estas ficciones moldean la mente de los
programados y así producen la realidad desde la ficción. Otra vez, toda esta mecánica hace de
ellos los maestros de la escenificación, del atentado de bandera falsa, de la pandemias de
laboratorio, de la revolución de color, etc. Lo que están haciendo todo el rato es aplicar la magia
negra de sus sacrificios de sexo y sangre al conjunto de las sociedades, que a su vez son
adoctrinados en el pensamiento dominante para no comprender esta mecánica.

Otro tema de programación es el “código de silencio”. Obligan a los niños a decir lo que han
visto después de participar en rituales o en reuniones del grupo. Y después son duramente
castigados por ello, hasta que crean álters disociados a los que enseñan a guardar silencio. Esto
se hace a su vez con rituales en los que los entierran vivos, a veces con restos de cadáveres en
descomposición, o los ahogan. O los exponen a la “muerte del traidor”, rituales en los que
torturan lentamente, queman o desollan a otros niños.

En todo caso, Svali nos dice que fue testigo de cómo, en algunas ocasiones, miembros del grupo
eran sacrificados, como una forma de castigo, si no trabajaban o se comportaban como se
esperaba de ellos. Por ejemplo, en ejercicios militares. Pero, significativamente, esto solo
sucedía con miembros de los niveles inferiores de la secta, no con los hijos de los líderes.

En todo caso, hay que decir que parte de estos rituales son escenificados. Pero esto no
disminuye su eficacia en niños altamente sugestionables. De nuevo, esta misma mecánica, en la
que la realidad y la ficción se funden, es la que los Illuminati utilizan para traumatizar y
programar a las sociedades en su conjunto, con atentandos de bandera falsas, aviones
holográficos, pandemias de laboratorio, catástrofes naturales o accidentes ingenierizados,
actores de crisis, etc.

Svali nos habla también de la programación en la que utilizan metales o joyas, que se van
ganando como premios a medida que se ascienden los distintos niveles de adoctrinamiento. Así,
los distintos metales y piedras preciosas se van cargando de distintos significados, en la medida
en que representan ciertas pruebas o traumas sufridos, y a su vez funcionan como disparadores
de programación y como códigos que permiten reconocer a los distintos miembros, sus distintos
niveles, labores, etc.

Así, en el marco de esta programación, se heredan “joyas familiares” que han ido pasando de
unos descendientes a otros, en la medida en que se han hecho merecedores de ellas a través
del abuso, la tortura, la obediencia, la lealtad, el secretismo, etc.

De nuevo esto nos dice mucho de en qué consiste el capitalismo. Cómo el intercambio mercantil
tiene poco que ver con el mito de la necesidad de la que nos hablan los economistas dominantes
y mucho con los consumos lujosos, de los que trató Werner Sombart, cargados de esta
dimensión libidinoso-agresiva. Lo que mueve la maquinaria capitalista no es la necesidad, sino
la transformación progresiva de lo superfluo en “necesidad”, primero en una necesidad
aparente, y luego en una verdadera necesidad una vez que esto transforma la sociedad, lo que
era su objetivo encubierto.

A todo esto se suma la programación de “ondas cerebrales”, que se realiza entre los 8 y los 21
años, que consiste en inducir ciertos patrones de ondas cerebrales en estado de trance
profundo. Svali nos dice que esto es complejo y no todos los niños programados lo consiguen.
Estos patrones de ondas cerebrales son alfa, beta, gamma, delta, epsilon, phi, theta, omega, etc.
Cada uno de ellos ofrece características específicas para la programación de subsistemas de
álters con habilidades particulares para ciertas actividades: prostitución, memoria fotográfica,
asesinato, suicidio, etc.

Svali nos habla también de la progamación militar, que nos dice que es más importante a medida
que se acerca una toma de poder formal del Nuevo Orden Mundial. Como parte de esta
progamación militar escenifican campos de concentración nazis en los que los que jóvenes o
niños mayores actúan como guardias, y otros niños más pequeños como prisioneros. Así, crean
artificialmente un ambiente de obediencia, abuso, violencia, castigo, denigración, humillación,
etc. Jugando, preparan a los Illuminati para la dictadura (de derecho) futura. Nos dice que en
esta programación siguen fielmente los principios del nazismo alemán y las técnicas de las SS,
hasta el punto de que utilizan también el alemán. Los Illuminati son nazis pero encubiertos… por
el momento. Además, en cuanto a la toma de poder, que supuestamente veremos en un futuro
próximo, Svali nos dice que esta programación militar da mucha importancia al control de
aglomeraciones.

Lo que es importante entender es que los programas de control mental no son más que una
forma refinada de ritualismo sacrificial, y este remite en última instancia a los instintos más
bajos de supervivencia. De ahí que sea muy difícil establecer una separación entre todos estos
fenómenos, distintos solos aparentemente, pero que remiten a una misma mecánica que
podemos denominar sadismo refinado, ritualizado, programado, etc.:

“Hay niños con tan solo tres o cuatro años que son utilizados en películas pornográficas, a los
que se golpea hasta dejarlos amoratados si se niegan a obedecer. Hay niños de pocos años que
son obligados a presenciar brutalidades, y después les dan un palo y les dicen que golpeen a la
víctima ellos mismos, o si no, ellos serán golpeados. El niño vacila, no quiere hacerlo, y los
adultos lo golpean, hasta que va, con lágrimas cayéndole por el rostro, y, a pesar de no ser su
voluntad, hace lo que le dicen los adultos. Esto es de una crueldad increíble.”

Svali nos habla también de las ténicas de deshumanización de las que ya sabemos por otros ex-
Illuminati:

“… ver a un niño algo más mayor con un collar eléctrico de perro en el cuello, shockeado cuando
trata de «escapar», y tratado como un animal, mientras los adultos y otros niños más mayores
lo rodean, riéndose de él, y el niño se acerca a un arbusto y vomita de miedo y repugnancia
hacia sí mismo.”

En la época en que ella fue programadora, nos dice que a todos los niños se les programaban
álters asesinos. Nos explica una de estos protocolos de programación. Primero encierran al niño,
cuando tiene unos 2 años, en una jaula electrificada y lo someten a shocks. Después lo sacan, le
dan un gatito y le ordenan que le retuerza el cuello. Lo normal es que el niño se niege a hacerlo.
Entonces lo vuelven a encerrar en la jaula y lo siguen electrocutando. Vuelven a sacarlo y a
ordenarle que le retuerza el cuello al gatito. Y el niño terminará haciéndolo, aunque sea a
regañadientes, para evitar que le vuelvan a torturar a él. Torturar o ser torturado, esta es la alta
filosofía de los Illuminati.
La programación seguirá a lo largo de los años, con animales cada vez mayores, a medida que
los niños crecen. A veces lo hacen con escenificaciones o con realidad virtual. Pero otras veces
lo hacen con niños reales, considerados “sacrificables” (‘expendable’).

Con 8 o 9 años suelen saber ya manejar armas con destreza, después de un proceso progresivo
de entrenamiento en realidad virtual, escenificaciones, armas de fogueo, etc. Como parte de
esta programación, hacen también luchas similares a las de los gladiadores, a las que acuden
altos miembros de la secta, como espectadores. Todo esto como parte de la programación
específica de álters guerreros o asesinos, que obedecen a sus programadores o controladores
sin vacilar. Svali nos dice que ella fue programada de esta manera con los Illuminati alemanes,
que son particularmente fríos y sádicos, todo un ejemplo para el resto de la secta.

Svali nos habla de la programación de “cercanía a la muerte”, que de hecho se remontan a la


antigüedad, bajo el nombre de “resurrección”:

“A un niño pequeño de unos 2 o 3 años se le traumatiza intensamente en una ceremonia oculta.


Será abusado sexualmente, golpeado, shockeado, e incluso ahogado, y le darán drogas para
crear un estado cercano a la muerte. Entonces, casi siempre, el niño sentirá que está suspendido
sobre su cuerpo, mirando el cuerpo inconsciente debajo, que ha sido torturado hasta el punto
de estar cerca de la muerte. […]

En este punto límite, llamarán a su núcleo (‘core’) más profundo y lo traerán a la consciencia,
con extremo dolor. Entonces le dirán que tiene que hacer una elección: enfrentarse a algún tipo
de muerte, o elegir vivir, si invita a entrar a un poderoso demonio. El niño eligirá vivir. El
demonio entra, el niño se queda inconsciente. Y después se despierta con ropas limpias, en una
cama comfortable, ungido con sustancias curativas.

Entonces estará extremadamente débil y tembloroso, y una voz amable, cariñosa, suave, de
mujer (o de hombre), le dirá al niño que ha muerto, pero el demonio lo ha “traído de nuevo a la
vida”, que a él y a aquellos que “lo salvaron” le debe su propia vida y el latido de su corazón. Al
niño le dicen que si le pide a la entidad demoníaca que lo abandone, entonces ellos le
devolverán al estado de cercanía a la muerte o agonía en el que estaba cuando esta hizo su
entrada.”

Svali dice que esta programación de cercanía a la muerte se hace también en el ámbito
gubernamental, que de hecho es parte también del ámbito Illuminati, con los mismos científicos
y programadores. Un ejemplo de ello es el Tulane Medical Center, conocido como el “Institute”,
nos dice Svali.
En el “Institute” las víctimas son sometidas a abuso, tortura, drogas, privación sensorial, ruído
ensordecedor, desorientación luminosa, etc. y llevados, también, a un estado cercano a la
muerte física. En estas experiencias, los que son objeto de esta programación también se
observan a sí mismos desde encima de sus cuerpos. Entonces, de manera similar, se les dice que
están muriendo:

“En este momento, un instructor llegará y le dirá una y otra vez, con una voz amable y
recomfortante: «Mereces vivir, no dejaré que mueras. Me debes la vida». Entonces, reproducen
repetidamente mensajes grabados, que describen el «destino» futuro del «sujeto» en la
«familia», etc. Por último, lentamente, al sujeto le permiten que se despierte, que salga de la
inconsciencia, escuchando constantemente mensajes grabados que dicen que está
«renaciendo» en su «grupo familiar».”

Svali sufrió esta programación cuando era una niña, en los años 60 y principios de los 70, y
después fue programadora en el mismo “Instituto”, por lo que nos puede ofrecer las dos
perspectivas del mismo fenómeno. Nos dice que la experiencia es demoledora y, tras ella, las
víctimas están enormemente agradecidas por seguir vivas, a los adultos que las rodean, que son
tremendamente receptivas a los mensajes inculcados en esta situación tan límite, pues operan
al nivel del núcleo de la mente. Como vemos otra vez, la mecánica es la misma que la que utilizan
con las sociedades, con el problema-reacción-solución. Creando caos y crisis artificiales para
transformar con ello el orden.

Svali nos dice que esta programación de cercanía a la muerte, de la que hemos visto dos
ejemplos, se realiza de otras muchas maneras. Lo interesante de haber visto en paralelo estos
dos tipos tan diferentes, es que nos permiten comprender la profunda vinculación entre ritual
iniciático y programación científico-tecnológica.

La mecánica es similar en otros casos en los que la traumatización no llega tan lejos, pero en los
que se invoca también la intervención demoníaca. Las víctimas son sometidas a trauma.
Después se les da la opción de seguir infligiéndoles más dolor o aceptar la presencia de
“protectores” o “guardianes”, en cuyo caso no serán heridos más. Evidentemente, más tarde o
más temprano, las víctimas eligen dejar de ser torturadas, y ser poseídas, supuestamente, por
demonios.

Svali nos dice que los Illuminati creen en la existencia de estas entidades espirituales o
demoníacas. Nosotros simplemente decimos que estas entidades podrían ser proyecciones
creadas por la propia psique, en el marco de toda esta mecánica. De la misma manera que la
disociación crea álters, crea la impresión de que uno se ve a sí mismo desde fuera. O de la misma
manera que la traumatización produce fenómenos de disociación en los que las víctimas afirman
estar ante la presencia de ángeles, que podrían ser también estas proyecciones. Algo que la
propia Svali, como otras programadas, experimentó personalmente:

“Tuve también algunas experiencias con ángeles, en las que era protegida por ellos, cuando era
una niña, mientras era sometida a horribles traumas, y esto contribuyó a mi creencia en que
Dios existe.”

En general, Svali nos dice que la parte más importante de la programación no es el abuso y la
traumatización, sino el momento posterior en el que se recomforta a las víctimas con distintos
objetos, regalos, juguetes, bebidas, abrazos, palabras de apoyo, felicitación, etc. Se trata de
aprovechar una situación de extrema debilidad y devastación de las víctimas para crear vínculos
muy fuertes entre ellas y sus programadores. Y como decíamos, desplazar el círculo natural para
construir otro círculo artificial, esto es, maltrato familiar para crear lazos en la “familia”
Illuminati. De nuevo, la misma mecánica es la que aplican a la ingeniería social de las masas.

Como programadora, Svali nos dice que, aunque era excepcional, en ocasiones las víctimas de
la programación morían. Esto es, eran asesinados por lo propios programadores, aunque este
no fuese el objetivo:

“Trabajando como instructora jefe, he visto otras pérdidas de vida, excepcionales pero
horribles. En alguna ocasión, un instructor lleva a una persona demasiado lejos, y no comprueba
sus signos de estrés. […] A instructores poco experimentados se les pueden pasar signos [de
trauma y estrés] más sutiles, y en definitiva, se cargan a alguien. Es horrible trabajar con una
persona y que NO REGRESE. Se convierten en vegetales, o aún peor, gritan y gritan durante
horas sin parar.”

Pero para los Illuminati el fin justifica los medios, y las “buenas” causas merecen estos métodos.
Evidentemente se deshacen de estos daños colaterales de su programa de “mejora” de la
humanidad.

En cuanto a la programación mediante libros y películas, Svali nos dide que el instructor señala
al niño aquellos elementos más importantes de estas obras, y le obliga a verlos una y otra vez,
hasta que se graban fotográficamente en su memoria. En paralelo, creará un fragmento
disociado vacío en su mente mediante traumatización, y le dirá que él es uno de los personajes
del filme. Entonces lo que este álter disociado ve en la pantalla se convierte en su primera
memoria, y es vinculado por el programador con la ideología y la agenda Illuminati. Estos álters
estarán muy disociados de la realidad, tomarán las ficciones que han visto como realidad,
creerán que sus vidas, sus misiones, forman parte de un guión que los supera del que son
simples personajes. Lo ideal para conseguir un agente obediente que haga lo que tiene que
hacer sin rechistar y sin comprender “the whole picture”.

Otra de las estrategias de programación es el “gemelamiento” o ‘twinning’. Lo ideal es hacerlo


con gemelos, pero se puede hacer también con niños de una edad parecida, entre los que se
fomenta un vínculo muy fuerte desde que son muy pequeños. Se les puede llegar a decir, de
hecho, que son gemelos, aunque no sea cierto, que fueron separados al nacer. El niño, que a
menudo está aislado y desatendido por sus padres, desarrollará una relación especialmente
intensa con su “gemelo”, con el que participará en actividades en duo, programación conjunta,
compartirán secretos, etc.

Pero, como todo en los Illuminati, esta felicidad tiene un precio. Habrá sido de hecho fabricada
para, como contrapunto, en un momento dado romperla y programar en base a este trauma:

“Pero en algún momento se les obligará a herirse uno al otro. Si un «gemelo» es considerado
sacrificable, la última escenificación será una en la que uno de los gemelos es obligado a morir
mientras el otro observa. Un gemelo puede guardar secretos del otro gemelo, ser obligado a
revelarlos a un instructor o un líder de la secta, y después puede ser obligado a matar al otro.
Un gemelo puede ser obligado a golpear o herir al otro. Si se niega, el otro gemelo será agredido
brutalmente por el instructor, y al gemelo que se ha negado se le dirá que el otro fue herido por
haberse negado él a obedecer. En numerosas escenificaciones se hará que un gemelo se vea
obligado a traicionar al otro, pasando después al otro niño después de una programación
intensa. Esta escenificación de la traición devastará a ambos niños, y aprenderán la verdadera
lección: no confiar en nadie. Traiciona o serás traicionado.”

De esta manera se crea una mente psicopática en los miembros de la secta, o mejor,
psicopatocrática, en la que todos son enemigos y la única ley es la del más fuerte. En la que la
coacción de la secta es más fuerte que la de la familia, que las del resto de la sociedad. En la que
la vinculación a la secta es lo más importante y esta justifica cualquier comportamiento, sobre
todo con respecto al ganado humano.

Este es el centro del toroide, el centro del laberinto, el motor oculto y secreto de las sociedades.
Esto es lo que pocos han visto y pocos quieren ver. A pesar de ser la clave de bóveda que lo
sostiene todo. Pero no la clave de bóveda que se ve, sino de la cripta que está debajo en la que
se celebran los sacrificios de sexo y de sangre.

VER ▶ Impactantes declaraciones: “Estuve en los Illuminati y voy a contarlo todo”


Referencias:
Svali, “Svali Speaks: Breaking Free of Cult Programming”, Omnia Veritas (libro impreso).

http://educate-yourself.org/mc/mcsvaliinterviewpt1.shtml

https://www.bibliotecapleyades.net/sociopolitica/esp_sociopol_illuminati_svali.htm

http://web.archive.org/web/20080122132845/http://www.suite101.com:80/articles.cfm/ritual_abuse/

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