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Trabajo de ….

Tema: …..
1.- De que evangelio Trata? Argumentar
Pero muy acertadamente entiendo, también se define este escrito de S. Lucas
como “el Evangelio de la oración”, porque presenta a Jesús orando en todos los
grandes momentos de su vida e insiste continuamente en la necesidad de orar
siempre y de no cansarse de orar. En él, -la oración- casi siempre irá referida a
Jesús, pero Lucas no duda en citar la oración de otros personajes, como el
Bautista, Zacarías o la misma Virgen María. Este Evangelio, concede una gran
importancia a la oración personal de Jesús y de sus discípulos. Oración de
alabanza al Padre por haber revelado los misterios del Reino a los pequeños;
oración apremiante de Jesús en el huerto de los Olivos; oración de perdón en la
cruz; de intercesión por Pedro en el Cenáculo; oración en los momentos decisivos
de la misión: en el bautismo, predicación, elección de los discípulos,
transfiguración

2.- Jesús porque razón oraba antes de iniciar una misión?


Hay tres razones por las que Jesús oraba:

1. Disfrutaba la comunión con el Padre

La noche antes de ser entregado mientras compartía con sus discípulos en el


aposento alto, Jesús oró al Padre en presencia de ellos diciendo: “porque me has
amado desde antes de la fundación del mundo”. Desde esta declaración
entendemos que aun antes de la creación, había entre el Padre y el Hijo una
relación de amor y disfrute mutuo. El Padre gozaba con el Hijo y viceversa. Por
eso, no es de sorprender que Jesús tomara tiempo a solas para la oración con
Dios. El amor que hay entre ambos fue un vínculo indisoluble, y ni siquiera fue
interrumpido por el ministerio terrenal de nuestro Señor. Por eso, es necesario
concluir que Jesús oraba porque disfrutaba de la comunión de Su Padre.

2. En su humanidad, dependía del Padre

La Biblia también nos muestras que Jesús tuvo experiencias que pertenecen a la
esfera de la humanidad. El apóstol Juan en su primera epístola se encarga de
enfatizar que nuestro Señor no solo vino como Dios, sino que también “ha venido
en carne”, y en virtud de su humanidad, participó de las aflicciones, miserias y
necesidades del ser humano. Por eso, era absolutamente dependiente del Padre.
Su sostenimiento, provisión y protección venían de Él. El único que lo podía
entender en su angustia y socorrerlo en su necesidad era Su Padre. Su oración era
una evidencia que dependía de la ayuda divina. Por eso, el escritor de Hebreos
dice: “Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran
clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor
reverente”. A partir de aquí concluimos que Jesús también oraba porque, como
hombre, dependía del Padre.

3. Para modelarnos la vida que agrada al Padre

Cristo es nuestro ejemplo de obediencia perfecta y de una vida que agrada a Dios.
Él es nuestro ejemplo supremo de santidad, piedad y pureza. El apóstol Pedro dijo
que “Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus
pisadas”. Y en ese mismo contexto decía que “cuando padecía, no amenazaba,
sino encomendaba la causa al que juzga justamente”. Lo que el apóstol destacaba
era que la actitud que Jesús tenía de encomendarse a Dios es una virtud a imitar,
en especial cuando sufrimos. Además, otro apóstol dijo en un sentido parecido:
“El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo”. Esto quiere decir
que la vida de Jesús –incluyendo la vida de oración– es el ejemplo de una vida
que agrada al Padre. Él es nuestro modelo y nosotros lo imitamos. Nuestro Señor
no se limitó a ordenarnos a orar, sino que también él mismo fue un ejemplo de
oración.

Ahora bien, aunque la vida de oración de Jesús nos queda como un modelo, las
primeras dos razones son también aspectos de nuestra comunión con Dios que
debemos tener en cuenta. A través del sacrificio de Cristo ahora tenemos entrada
libre y podemos disfrutar de Su presencia y asimismo acercarnos confiadamente
para buscar Su ayuda y socorro. Mejor dicho, tenemos el privilegio de disfrutar
del amor del Padre y podemos depender de Él en todo momento. Y tal como hizo
Jesús, la oración nos provee ocasión para ambas.

3.- ¿Dios siempre responde…¡siempre!?


Incluso los verdaderos devotos piensan a veces que Dios no responde a sus
oraciones. Con certeza, Él responde de manera silenciosa mediante sus leyes;
pero hasta no estar por completo seguro del devoto, no le responderá ni le
hablará abiertamente. El Señor de los Universos es tan humilde que permanece
callado, para no influir en la libre voluntad del devoto de aceptarle o rechazarle.
4.- ¿Qué transforma la oración? Y ¿Quién debe cambiar?

Estamos atrapados en una corriente de la historia que no podemos controlar. Hay


un solo poder que puede cambiar el curso de la historia, y es el poder de la
oración: la oración de hombres y mujeres que creen en Cristo y reverencian a
Dios.

Pero hoy, hemos llegado a un punto en que muchas personas consideran que la
oración es una mera formalidad. No tenemos el sentido de buscar ese
acercamiento con Dios, sino, más bien, de cumplir una tradición venerable.
Miles de personas oran solo en tiempos de gran tensión, peligro o incertidumbre.
Cristo les enseñó a sus seguidores que oraran siempre. Tan fervientes y tan
directas eran las oraciones de Jesús que una vez, cuando Él había terminado de
orar, sus seguidores se acercaron a Él y le dijeron: “Señor, enséñanos a orar”
5.- ¿En que no debemos nosotros dudar?
Tenemos que tener la plena certeza que la oración, aunque seamos muy
pequeños en comparación con el universo, la Biblia dice: Jesús está cerca de todos
los que lo llaman, de todos los que lo llaman con sinceridad. Satisface el deseo de
los que le temen; oye sus gritos de auxilio, y los rescata, no debemos dudad que
al final del tiempo nos espera con los brazos abiertos.

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