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CAPITULO I

EL PROBLEMA

Planteamiento del problema

Toda sociedad y toda cultura están constantemente sujetas a cambios, los


cuales se consideran como leyes universales que ocurren asociados con procesos de
transformaciones en el mundo. En dicho desarrollo, el ser humano introduce
innovaciones o ajusta las formas de actuar y de pensar existentes, según una
diversidad de direcciones, ritmos e intensidades. La modernización del proceso
educativo a nivel mundial ha evolucionado, puesto que se ha centrado como parte
esencial en la formación del individuo. De allí pues, que son diversos los estudios que
han realizado aquellos que sienten necesidad de logros y viven bajo un permanente
deseo de crecimiento, para aportar alternativas que conduzcan a resolver
positivamente los retos y dificultades en dicho sector. Para afirmar lo anterior, Estacio
(1994) señala:

Por ello se coordinan esfuerzos para transformar los sistemas educativos


con el fin de cumplir con las exigencias de la sociedad actual. Muchos
países se han preocupado por revisar la situación de sus sistemas
educativos, la formación y desarrollo de sus recursos humanos y poder
hacer recomendaciones necesarias. (p. C/2).

Aunado a lo anterior, la crisis socioeconómica que afecta a casi todas las


naciones del mundo, ha producido un deterioro en la educación debido a la escasez de
recursos financieros (factor económico) y las elevadas tasas de crecimiento
demográfico (factor social), considerándose obstáculo para proveer educación a todos
los ciudadanos, lo que impide el aumento cuantitativo de la enseñanza. Ante esta
situación difícil de enfrentar, es necesario que los gobiernos, sociedades y organismos
internacionales implementen modernas estrategias basadas en nuevos métodos y
técnicas, con el fin de mejorar la problemática planteada e impulsar la educación
como instrumento de bienestar y avance de las sociedades.

Por otra parte, Venezuela no escapa de esta realidad, dado que el principal
drama de la educación es lo poco eficiente que resulta, aunado a esto la falta de
gerencia y supervisión continua. Es común observar, como las actividades educativas
no son sometidas a un estudio sistemático que posibilite la evaluación permanente del
resultado de la acción educativa, bien sea docente o administrativa, de manera que se
puedan proponer los correctivos necesarios a los efectos de incrementar en calidad y
en cantidad los niveles de eficacia institucional.

En este orden de ideas, para mejorar e impulsar una educación de calidad en la


era del conocimiento en que viven las sociedades modernas, es importante considerar
los desafíos y avances tecnológicos que causan profundo impacto en la educación,
donde ésta debe ser prioridad en las organizaciones y en los procesos administrativos
que conduzcan al avance del país. Cuando se impulsa la educación también se
alcanza el nuevo camino en las organizaciones con miras a garantizar el desarrollo de
los procesos en la alta gerencia, cambios y transformaciones dentro de los cuales
resalta el acto de supervisar cuya finalidad es contribuir a resolver los problemas del
aprendizaje e institucionales en los niveles y modalidades del sistema educativo.

En la actualidad, la supervisión es considerada como un proceso valioso a la


hora del desarrollo del quehacer educativo, es tema de preocupación. Hay que
preguntarse entonces, ¿será pertinente un modelo de supervisión para este siglo XXI?
De acuerdo con la situación actual, se observa con preocupación la controvertida
cuestión de los modelos educativos más diversos, industriales y otros con
características de una reminiscencia mitológica anclada en un sueño eterno de lo
perfecto, vigente; sin embargo, se trata de un “diseño de ideas”. La supervisión
educativa no ha podido librarse de la ansiedad de modelar, producto de la concepción
de formación heredada; tal vez, por encasillar actividades humanas afectadas por lo
coyuntural, lo contingente y lo limitado.

Por ende, cabe preguntarse ¿en qué forma la supervisión educativa puede
interactuar en el proceso de aprendizaje? Bastaría hablar de una práctica supervisora
actual, punitiva, espasmódica, fiscalizadora, incoherente y no subjetiva enfatizada en
lo administrativo más que en lo pedagógico. Las investigaciones sobre mejora de la
escuela, factores asociados al aprendizaje, cambio curricular y gestión pedagógica de
las instituciones escolares, coinciden en señalar al supervisor como personaje clave
en todos estos procesos.

Por otro lado, existe una gran desorientación de los egresados universitarios.
Muchos empiezan a trabajar sin culminar su carrera universitaria, esto quiere decir,
empiezan a dar clase y su base profesional es débil y alejada de la realidad del oficio.
La personalidad, preparación, actitudes y habilidades son esenciales para mantener la
vida cotidiana de la escuela, motivar al personal hacia el mejoramiento permanente,
desarrollar el sentido de pertenencia hacia la institución, promover el alcance
progresivo de metas cada vez más altas en el conjunto de la comunidad escolar. Por lo
tanto, la implementación del plan de formación permanente teórico-práctico para los
actores del proceso educativo que ejercen función supervisora es indispensable. Es
bueno señalar lo planteado por Rodríguez y Polo (2009): “la suspensión de los
concursos para los cargos y la asignación de los mismos, atendiendo a lineamientos
políticos no son la mejor estrategia, pues hasta ahora, se ha visto que no favorece la
selección de los mejores aspirantes” (p.22)

En efecto, para ascender a la jerarquía de docente supervisor se exige, entre


otros requisitos, la aprobación de curso de cuarto nivel relativo a la naturaleza,
funciones y atribuciones del cargo al cual se va a optar. La oferta del curso de parte
del Ministerio ha sido escasa, por lo tanto no se ha iniciado una política de selección
y formación de supervisores, esta limitación dificulta el contar en cada escuela, con
un personal de conducción y liderazgo capaz de centrarse en mejorar al máximo la
calidad de la acción pedagógica de las escuelas, en medio de condiciones pocos
favorables como las actuales, unido a esto el Ministerio del Poder Popular para la
Educación venezolana le asigna el nombre al personal de supervisión como
“funcionarios estratégicos” encargados de ser garantes de políticas públicas, modelo
social, pensamiento pedagógico de lineamientos educativos nacionales.

Desde esta perspectiva, el es y el deber ser de la acción supervisora


contribuyen a buscar soluciones a los problemas educativos en forma oportuna donde
se coordine y estimule el desenvolvimiento del docente en la sociedad a la cual
pertenece, con la intención de sincronizar las acciones que circunscriben las
actividades administrativas y su interacción con la supervisión. Es por esto que, el es,
representa la presencia de las funciones técnicas, administrativas, sociales, de
asistencia y mediación enlazadas con los procesos de planificación, organización,
orientación, El deber ser, se apoya en las funciones de: planificación, organización,
orientación, dirección, ejecución, coordinación, supervisión y evaluación.

De acuerdo a lo antes expuesto, la función supervisora en el país ha tenido


carácter fiscalizador, alejada de su concepción política y democrática, como un
mecanismo técnico, para que el proceso educativo se cumpla en forma positiva. Aun
cuando existen políticas de capacitación dirigidas a los supervisores. En tal sentido,
Bejarano (1991) señala:

El Ministerio de Educación instruye órdenes específicas a las diferentes


zonas educativas del país, para que programen actividades de
capacitación de los supervisores, acerca de las características, partes
fundamentales y roles del mismo; así como también los aspectos que
fundamentan a la supervisión educativa plasmados en la Constitución
Nacional. (p.6).

No obstante, las diferentes directrices que se implementan en las instituciones


educativas continúan siendo iguales, porque el personal ha carecido de asistencia y
lineamientos para cumplir sus funciones laborales con eficacia, solamente son
controladas para asegurar que ponen en práctica las disposiciones emanadas del nivel
jerárquico correspondiente. Por consiguiente, se observa en las diferentes
instituciones que el proceso de supervisión educativa no se realiza en forma
permanente y planificada, solo se cumplen visitas en las oficinas principales y plantas
físicas de los planteles, para luego elaborar informes que no van mas allá de los
archivos; hay falta de evaluación del hecho educativo para realimentar los programas
que los educadores desarrollan, carencia de información acerca de las normas que
deben regir para la administración del curriculum.

De igual forma, no se le brinda asesoría técnica al personal directivo,


inasistencia de orientación al docente de aula para ayudarlo a crecer
profesionalmente, necesidad de política de capacitación dirigida a los supervisores,
tampoco existe motivación de los que desempeñan estas funciones para planificar
actividades tendientes a realizar una acción efectiva que genere los resultados
deseados. Por lo que Mujica (1997) señala:

En la mayoría de las instituciones en diversos estados del país, llámese


Educación Básica o Superior, se evidencia que el proceso de supervisión
que se lleva a cabo no se realiza en forma continua, permanente, ni se
planifica en función de los educandos, y en consecuencia solo se hacen
visitas a la institución, sin dejar ningún tipo de información que permita
mejorar el proceso de enseñanza-aprendizaje e incluir dentro de la
planificación de lapso, novedosos conocimientos y estrategias acordes
con los niveles descritos (p. 12).

De acuerdo a este planteamiento, la evaluación realizada en la mayoría de las


instituciones educativas del país se excluyen las características de la supervisión, el
proceso no es continuo y permanente, no se precisan las funciones, existiendo falta de
comunicación, lo que lleva al caos al desarrollo educativo, puesto que los
supervisores realizan su labor de forma incompleta, solo ven lo que ellos les interesa.
Cabe resaltar, que a pesar de los cambios significativos de la educación a nivel
nacional, el proceso supervisorio no ha evolucionado debido a la inexistencia de
políticas eficaces, se sigue llevando a la supervisión como un “lastre”, por la forma
autocrática de los supervisores y la toma de decisiones que no están acordes con las
exigencias del sistema educativo actual.

En base a lo mencionado, la supervisión no se sustenta en principios como la


orientación y la ayuda permanente hacia los supervisados, con el objetivo de mejorar
la calidad de la enseñanza. En consecuencia, se puede apreciar que la problemática
de los centros educativos presentan las siguientes características: utilización
inadecuada de los programas oficiales y del manual del docente, aplicación de
estrategias de evaluación no aptas a los requerimientos, escasa actualización didáctica
y profesional, deficiencia en materiales didácticos, inadecuado sistema de supervisión
y evaluación del personal, deficiente información institucional, desconocimiento en
los avances pedagógicos en el proceso educativo, deficiente planificación en la
actividad docente, los supervisores no realización la función orientadora y carencia de
asesoría a los docentes en cuanto a la pedagogía a aplicar en concordancia con los
contenidos a desarrollar.

Por lo antes expuesto, es que surge la presente propuesta referente al


incumplimiento de planificación y recaudos administrativos, que a su vez busca
lograr una excelente supervisión que pudiera resolver las diferencias técnicas,
administrativas y pedagógicas que existen en el campo educativo. Asimismo, este
planteamiento representa para la supervisión educativa, la necesidad de cumplir
satisfactoriamente el acto supervisorio, es un espacio abierto, sistemático, flexible, de
formación, con principios y normas, proporcionando los cambios que amerite el
desarrollo educativo día a día.

Por ello, surgen las siguientes interrogantes:

Evaluar el rendimiento del personal docente y el de los propios supervisores.

Suministrar orientaciones precisas de orden pedagógico, metodológico,


administrativo y legal al personal en servicio.
 Elaborar, ejecutar y controlar los programas de supervisión de la labor docente
y administrativa que se realiza en los planteles.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS.

Bejarano, D. (1991). Proceso de supervisión educativa en el país. Maturin: El


Oriental.

Estacio, P. (1994). Articulo Educativo. El Nacional Caracas C/2.


Mujica, P. (1997). Propuesta para diseñar acciones básicas de supervisión que
permitan elevar la calidad del proceso de orientación. Aprendizaje en el Instituto
Universitario de Tecnología en Cumaná. Tesis de Grado.

Rodríguez, N. y Polo, M. (2009). Hacia una propuesta curricular alternativa.


Aportes para el diseño curricular del sistema educativo venezolano. Caracas:
Asociación Civil Asamblea de Educadores.

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