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Créditos
Moderadora de Traducción
Manati5b

Traducción
3lik@
Aelinfirebreathing
Dew’
Krispipe
Mais
Mary Rhysand
NaomiiMora
Rimed
Rose_Poison1324
Vale
Yiany

Recopilación y Revisión
Mais

Diseño
Evani
Índice
Sinopsis Capítulo 22

Capítulo 1 Capítulo 23

Capítulo 2 Capítulo 24

Capítulo 3 Capítulo 25

Capítulo 4 Capítulo 26

Capítulo 5 Capítulo 27

Capítulo 6 Capítulo 28

Capítulo 7 Capítulo 29

Capítulo 8 Capítulo 30

Capítulo 9 Capítulo 31

Capítulo 10 Capítulo 32

Capítulo 11 Capítulo 33

Capítulo 12 Capítulo 34

Capítulo 13 Capítulo 35

Capítulo 14 Capítulo 36

Capítulo 15 Capítulo 37

Capítulo 16 Capítulo 38

Capítulo 17 Capítulo 39

Capítulo 18 Capítulo 40

Capítulo 19 Supervivencia

Capítulo 20 Próximamente

Capítulo 21
Sinopsis
Angel es el hijo del diablo, y lleva la sangre de Luciano.

Adalyn está fascinada con los chicos malos, y lleva la sangre de Caruso.

Agarrado por sus enemigos, está a solo un momento de la muerte.

Jugando con el enemigo, ella está a punto de ser atrapada en su propia


trampa.

Un beso podría traicionar a su familia y sellas su destino.

Ese beso podría costarle la vida.

Solo soy un j**do peón.

Solo quiero ser una j**da esposa de la mafia.

Angel (Made Men #5)


1
Ángel Caído
Traducido por 3lik@

O
h, mierda. Mierda. Mierda.

Hubo un ligero impulso en su paso cuando ella bajó del


elevador y se dirigió hacia su oficina. Decir que estaba loca y
completamente obsesionada con el hombre que iba a ver sería quedarse
corta.

Basta. Él está con Chloe ahora.

Se detuvo en seco, el impulso en su paso de repente se desvaneció.

Lucca estaba con Chloe ahora, y aunque estaba enamorada del


demonio oscuro, él no la miraba de la misma manera en que miraba a su
belleza cicatrizada. De hecho, nunca lo hizo, y dudaba que alguna vez
hubiera sido observada de la forma en que ella lo miraba.

Son perfectos el uno para el otro porque... Con un suspiro de anhelo,


silenciosamente admitió ante el universo lo que antes no había podido
decir: «Son almas gemelas».

Desde que descubrió que Lucca y Chloe tenían oficialmente “algo”,


no había sido capaz de mirar a Lucca de la misma manera, sabiendo que
no era para él. Ahora, todo lo que podía esperar era encontrar a un
hombre que fuera hecho para ella, un hombre que pudiera hacer que
olvidara todo sobre Lucca, un hombre que pudiera hacer que se olvidara
del coco.

Puf. Sí, jodida suerte con eso.


Reanudó sus pasos hacia su oficina, la excitación había
desaparecido, se dijo a sí misma que ahora y siempre al menos disfrutaría
la oportunidad de estar en su presencia... y la vista.

Otros podrían temer a que se les llame a la oficina del coco por
primera vez, pero no a ella. Solo la atraía. La parte oscura y peligrosa de él
era lo que la atraía más y más cada día.

Al ver que la puerta de su oficina estaba abierta, dio un paso hacia


la puerta con una sonrisa brillante.

—Oye, Lucca, querías ver... —Su voz se apagó cuando notó que él
estaba hablando con alguien—. Lo siento, no me di cuenta de que
estabas... —Su voz se apagó una vez más, pero esta vez, fue porque el
hombre desconocido que estaba sentado frente a Lucca, le robó el aliento
cuando volteó hacia ella.

Santa mierda, él está caliente.

Sus ojos no podían apartarse de los suyos oscuros. Eran negros,


pero parecían una luz que brillaba detrás de ellos, convirtiéndolos en un
extraño tono gris oscuro. Bajando la mirada, notó un tatuaje debajo del ojo
izquierdo, en la parte alta de la mejilla, que consistía en cuatro pequeños
puntos que formaban un diamante. Cuando ella lentamente bajó los ojos
más debajo de su rostro, vio que su cuello estaba completamente cubierto
de oscuros tatuajes también. No se parecía a nadie que hubiera visto
antes, demasiado acostumbrada a los hombres bien arreglados de la mafia
que formaban la familia Caurso. Una cosa era segura. Él seguro como el
infierno no es un Caruso.

La voz oscura de Lucca resonó por la habitación con una leve


sonrisa en sus palabras.

—Estaré contigo en un momento.

Ni siquiera se había dado cuenta de que estaba conteniendo la


respiración hasta que retrocedió por la puerta y se giró, caminando hacia
un asiento al otro lado de la puerta.

Lamiéndose los labios ahora muy secos, no pudo evitar volver la


cabeza hacia la puerta, esperando ver al hombre desconocido. Podía oír la
voz amortiguada de Lucca mientras hablaba con el hombre que estaba
sentado allí sin expresión.

Tenía el cabello castaño oscuro cortado al ras en los costados, con el


cabello más largo hacia atrás y una barba corta y desaliñada que hacía
juego con su aura de chico malo.

Oh Dios, deja de mirarlo.

Rápidamente echó la cabeza hacia adelante, sabiendo que no era


más que problemas para ella. De ninguna jodida manera su familia la
dejaría entrar en un radio de cinco pies de él. Diablos, su hermano
probablemente estaba en camino ahora mismo: apostaría a que tenía un
radar que le decía cada vez que ella miraba a un hombre atractivo. No lo
culpaba. Aquellos a los que se sintió atraída fueron en su mayoría
psicópatas.

No pudo evitar volver la cabeza para mirarlo de nuevo, viendo que


sus tatuajes se perdían bajo su ropa oscura y desgastada, solo para
reaparecer y cubrir completamente sus manos.

Sip, es un psicópata. El dolor que este hombre debe haber soportado


para cubrir ese trocito de piel… para ella eso lo convertía en único.

Apretó las manos, cerró los ojos con fuerza y comenzó a rezar. Por
favor, Señor, ayúdame a no caer en la trampa del Diablo.

—¿Qué estás haciendo? —La voz de Lucca rompió su ferviente


oración.

—Yo estaba... —Se levantó rápidamente para mirar al magnífico


demonio, solo para mirar detrás de él y ver al hombre tatuado recogiendo
un anillo de oro del escritorio de Lucca.

Cuando comenzó a deslizarlo en su bolsillo, sus ojos grises se


volvieron para ver los suyos pardos observándolo. Finalmente, una
expresión pasó por su rostro, pero no era la de oh me atrapaste. En
cambio, cuando terminó de deslizarla en su bolsillo, fue como si sus ojos
oscuros la retaran a contarle.

Mirando de nuevo a Lucca, abrió la boca, sorprendiéndose por lo que


salió a continuación.
—N-ada. No estaba haciendo nada.

Volviendo a su escritorio, Lucca asintió con la cabeza al ladrón.

—Te veré más tarde, Angel.

¿Angel? Por Dios, estaba en problemas con un hombre que tenía un


nombre así.

Si él no hubiera robado algo de Lucca jodido Caruso, podría haberlo


tomado como una buena señal de que no era una trampa del mismísimo
Satanás. Pero como tenía las pelotas grandes para robarle al coco, era una
señal de que Dios le había dicho que se mantuviera muy lejos de él,
recordándole que Lucifer había sido un ángel caído antes de convertirse en
el rey del infierno.

Dios, protégeme de este hombre, rezó mientras él caminaba


lentamente hacia ella como un ángel hermoso y oscuro, con los ojos
penetrantes en su alma.

Su aliento se enredó de nuevo en su garganta cuando levantó su


mano, poniendo un largo y tatuado dedo en sus labios, el más silencioso
«Shh» los pasó solo para que ella lo escuchara.

Mierda, estoy condenada. Ninguna cantidad de rezos la salvaría.


Dios seguro como el infierno no la estaba salvando del ángel caído antes
que ella, o de ella misma.

Giró su cabeza, siguiéndolo con sus ojos cuando él pasó frente a ella
antes de desaparecer.

No pudo evitar sentir una sensación extraña, como si una parte de


ella se marchara con él, y una parte de él se quedara con ella. Como si al
pasar junto a ella y rozar ligeramente su brazo, él hubiera tomado un
pedazo de su aura, mientras ella tomaba un pedazo de la suya. Le había
quitado el aliento y se lo había devuelto en una gran ola. Ahora no pudo
atraparlo.

Lucca alzó la ceja, su misma voz oscura con una sonrisa haciendo
eco una vez más a través de la habitación sombría, preguntando:

—¿Adalyn?
2
Estás en Territorio Enemigo
Traducido por 3lik@

I ntentando sacudirse la idea del hombre que acababa de robar un


pedazo de ella, se volvió hacia Lucca, tratando de recomponerse.

—Sí, lo siento. Eh, ¿querías verme?

Lucca la miró por un momento, su mirada divertida de su rostro


nunca vacilando.

—¿Yo?

—¿Sí...? —Adalyn lo miró confundida—. Me pediste ayer que pasara


por tu oficina al mediodía.

—Debí haberlo olvidado —dijo simplemente mientras se recostaba en


su silla—. Voy a llevar a Chloe a almorzar en treinta minutos, y tengo algo
de trabajo que hacer antes, entonces si no te importa.

Su boca se abrió, y frunció el ceño, aún más confundida cuando


comenzó a salir por la puerta.

—Que tengas un buen día, Adalyn. —La sonrisa en su voz le dio un


escalofrío.

—T-tú también.

Al alejarse del extraño encuentro, no estaba exactamente segura de


lo que acababa de pasar. ¿Qué diablos?
Ella comenzó su trayecto de vuelta por donde había venido,
dirigiéndose hacia el elevador. ¿Por qué me quería aquí en primer lugar si
me iba a despe…?

—Ayy…

Un ligero grito había comenzado a escaparse de su garganta, pero


fue interrumpido rápidamente por una palma firme que cubría su boca
mientras la metían en un armario de limpieza con poca luz.

Adalyn miró a su captor, que la empujaba contra la puerta por la


que había sido atrapada. Mirando fijamente al ángel que tenía ante ella y
que mantenía su cuerpo hechizado, pudo ver que no era un ángel de la
luz; este ángel era de la oscuridad, y sus ojos guardaban una promesa de
maldad diferente a cualquiera que hubiera visto antes.

—No vas a gritar, ¿verdad? —preguntó fríamente, quitándole la


mano tatuada de la boca, lo que indicaba que sus palabras no eran
realmente una pregunta sino una observación.

—¿Cómo sabías que no lo haría? —Levantó la ceja. Cualquier otra


chica que hubiera metido en este armario lo hubiera hecho en un segundo.

Los ojos oscuros de Angel viajaron por su rostro.

—Porque no tienes miedo.

Eso era cierto; no lo tenía.

Era incapaz de apartar sus ojos del fascinante hombre.

—¿Y cómo lo sabes?

Una sonrisa comenzó a formarse a un lado de sus labios.

—Entraste a la oficina de Lucca Caruso, saltando y sonriendo, por lo


que o eres realmente estúpida o no te asustas fácilmente. —Con la mano
agarrándola de la muñeca, comenzó a viajar lentamente por su brazo—.
Vamos a averiguarlo, ¿de acuerdo?

Adalyn se quedó inmóvil peligrosamente, preguntándose qué iba a


hacer, hasta que él detuvo su mano sobre su garganta, su pulgar atrapó
su pulso.
—Fuerte... y constante.

Fue difícil para ella no derretirse en su ligero agarre. Los chicos


malos eran su debilidad, y joder si no parecía la cima de uno.

Tratando de mantenerse concentrada estando tan cerca de él, se


lamió los labios resecos.

—Bueno, tampoco debes asustarte fácilmente, teniendo en cuenta


que le robaste.

La leve sonrisa en su rostro pareció desvanecerse.

—Tomé algo que no le pertenecía.

—¿El anillo te pertenece?

Buscó en su bolsillo con la mano libre y sacó el anillo de oro que


llevaba una herradura rodeada de diamantes. Lo miró solo por un
momento antes de colocarlo nuevamente en su bolsillo, volviendo su
atención hacia ella.

—No, le pertenece a un amigo. —Su voz era fría y aguda, era más
que obvio que no le importaba mucho hablar.

—Bien entonces.

—Entonces, ¿no lo dirás?

—Quise decir que creo que realmente le pertenece a tu amigo… —


Una sonrisa apareció en sus labios—, no es que no se lo diría a Lucca.

Tal vez no debería...

Ella vio la levedad detrás de sus ojos oscuros parpadear mientras


usaba la mano en su garganta para obligarla a mirarlo aún más. Al mismo
tiempo, movió su rostro y su cuerpo tan cerca de ella, hasta que apenas
había espacio entre ellos. Luego bajó la voz a un tono peligrosamente bajo.

—No creo que veas que soy el que tiene la sartén por el mango en
esta situación, dulzura.

Ahora su corazón se aceleró, y sabía muy bien que podía sentirlo


bajo su control, pero no era por miedo. No, era por lo que le estaba
haciendo a su cuerpo incontrolable. Era masilla en sus manos, y si no
salía de allí y muy lejos de él pronto, el chico malo sabría exactamente qué
clase de ventaja tenía con ella.

—No me vas a lastimar —le dijo con la misma certeza que le había
dicho que no iba a gritar en el momento en que apartó su mano.

Algo en él cambió otra vez, devolviendo la sonrisa a medias a un lado


de sus labios. Le llevó la mano que no estaba sobre su garganta hasta su
rostro, deslizando sus largos y fríos dedos tatuados por un lado de su
mejilla para barrer gradualmente su espeso cabello castaño detrás de su
oreja izquierda. Siguió empujando hasta que los mechones cayeron detrás
de su hombro izquierdo, dejando al descubierto su piel bronceada. Cuando
comenzó a inclinarse, ella habría jurado que iba a besar su hombro
expuesto. En lugar de eso, se detuvo y volvió la boca hacia su oído,
acercándose tanto que, cuando habló, su desaliñada barba le hizo
cosquillas.

—¿Estás segura de eso?

Adalyn se mordió el labio, tratando de luchar contra la calidez que se


elevaba en su vientre. Realmente, realmente necesitaba alejarse antes de
hacer algo de lo que pronto se arrepentiría... Lo más probable es que me
arrepienta.

—Me lastimas y estás muerto. Considerando que no eres un Caruso,


estás en territorio enemigo. Estarás en un problema mucho más grande
lastimando a una de sus mujeres que si simplemente estuvieras robando
un anillo.

Angel retrocedió solo una pulgada, diciéndole que sabía que ella
tenía razón.

Ella volvió la cabeza lentamente, queriendo mirar a sus oscuras


profundidades una vez más antes de tener que irse.

—No te preocupes; mantendré tu secreto. Pero me lo deberás.

Él extendió su mano a lo largo de su garganta, estirando su cuello


hacia arriba.

—Dulzura, soy la última persona a la que querrías deberle.


Pudo escuchar el indicio de una amenaza en su tono, pero eso no la
detuvo. Demasiado seducida por el ángel, susurró:

—Algo me dice que sí.

—Estaba equivocado acerca de ti. —Permitiendo que sus ojos


viajaran sobre ella, finalmente dejó caer su mano de su garganta mientras
retrocedía un poco—. Eres estúpida.

Supuso que una parte de ella debería haber sido lastimada por esas
palabras, pero no podía negar el hecho de que debió haber sido estúpida
por no haber gritado cuando él le había quitado la fría mano de su boca.

Cuando giró el pomo de la puerta y abrió violentamente la puerta, la


luz del pasillo comenzó a iluminar al hombre sombrío, causando que un
halo tenue iluminara su cuerpo. No pudo evitar sonreír cuando salió y
comenzó a cerrarla, causando que el halo que lo rodeaba desapareciera
lentamente.

—Probablemente, pero no fui lo suficientemente estúpida como para


robarle a un Caruso.
3
«No exactamente un Caruso»
Traducido por 3lik@

A l día siguiente, Adalyn esperó en el aire otoñal a que llegaran a


buscarla y la llevaran a la universidad. Siempre era un Escalade
negro, conducido por un matón Caruso, resguardando a su mejor amiga,
Lake, así como a Elle y Maria. Otro Cadillac siempre los seguía, lleno de
otros matones que protegerían a las chicas durante todo el día.

Desde el robo en el hotel casino, los Caruso ya no corrían riesgos,


especialmente con sus mujeres. También pensó que, para cuando Chloe
asistiera a la universidad con ellas el próximo semestre, lo más probable es
que hubiera dos autos que llevaran Caruso’s para proteger a la chica del
segundo al mando.

Definitivamente había una jerarquía de protección entre las chicas.


En la parte superior estaba Maria Caruso, alias, la princesa de la mafia.
María era la hija del jefe y hermana de Lucca y Nero. Ella debía ser
protegida a toda costa. De lo contrario, estarías seguro de que sufrirías
una muerte miserable... si llegaran a ti antes de que pudieras suicidarte
por un fracaso. La siguiente en la lista era Elle, siendo la novia de Nero
con un guardaespaldas para protegerla. Y luego estaba la mejor amiga de
Adalyn, Lake, que era hija de un soldado y hermanastro de Adalyn, la
novia de Vincent, quien resultó ser el hijo del consejero. Ahora, dado que
ella y Lake compartían todas las mismas clases, también compartían un
guardaespaldas. Sin embargo, sabía que el guardaespaldas estaba allí para
proteger a Lake más que a ella. Y ahí es donde el nombre de Adalyn caía
en la lista… en el último puesto.

Es cierto que le dolió un poco, porque estaba completamente


fascinada con la familia y ninguna parte de ella la asustaba. La familia
realmente la intrigaba, haciéndole desear poder convertirse en una parte
aún más importante de ella. Probablemente era la razón por la que
siempre había estado enamorada de Lucca, el segundo al mando y futuro
jefe de la familia de la mafia. Para ser la esposa del jefe... bueno, eso era lo
más lejos que podía llegar a ser una mujer en la familia, y Adalyn habría
amado cada momento. Ahora, solo había una cosa que tenía que tener en
su futuro esposo... Tiene que ser Hecho.

Cuando un auto negro se detuvo en lugar del Escalade habitual, se


preocupó, preguntándose si algo había sucedido. Rápidamente se acercó al
lado del conductor para verla a ella y al guardaespaldas habitual de Lake,
Tom.

—¿Está todo bien? —preguntó, justo cuando sus ojos viajaban hacia
el hombre sentado en el asiento del pasajero.

Tratando de mantenerse tranquila, pudo decir que el chico malo


tatuado tampoco la había estado esperando.

—Sí, todo está bien —Tom calmó sus temores—. Este es Angel. A
partir de ahora, me ayudará a vigilarlas en la escuela.

—Hola. —Adalyn sonrió como si él no la hubiera arrastrado a un


armario de limpieza ayer.

Angel la saludó rápidamente antes de volver la cabeza hacia


adelante.

—¿Dónde está el Escalade? —preguntó ella, desesperada por hablar


con Lake.

—No vendrá. Entra.

¿Eh, está bien…?

Yendo hacia la puerta de atrás, se deslizó dentro. Sentada detrás de


Tom, tenía la vista lateral perfecta del Ángel oscuro.

Entonces, ¿esto significa que es un Caruso? No se ve como uno... No


pudo evitar notar los tatuajes, la barba, la falta de un traje. Además, ¿qué
Caruso en su sano juicio le robaría a Lucca?
Los pensamientos se arremolinaban en su cabeza cuando el auto
recorría la ciudad, hasta que su curiosidad se apoderó de ella y ya no pudo
retenerla.

—¿Eres un Caruso?

Angel no miró hacia atrás, ni dijo nada.

Adalyn luego miró a Tom por el espejo retrovisor.

—¿Lo es?

Cuando Tom la miró por el espejo, era obvio que no estaba seguro de
cómo responder.

—No exactamente.

Una de sus cejas se levantó.

—Entonces, ¿cómo hace un «no exactamente un Caruso» conseguir


el trabajo de vigilar las chicas Caruso?

—Por Lucca dándole el trabajo —le dijo con naturalidad.

—Entonces, está tratando de convertirse en un Hecho —susurró en


voz baja, sonriendo.

—Dije, él no es exactamente un Caruso, no es que no fuera... —Eso


fue todo lo que Tom consiguió decir antes de que la voz baja de Angel
hablara sobre él.

—No le decimos a nuestras mujeres sobre nuestro negocio familiar,


especialmente a las niñitas.

La cara de Adalyn cayó mientras se cruzaba de brazos frente a su


pecho.

—¿Disculpa? No soy una niñita.

De nuevo, Angel no respondió a su réplica, eso empezaba a


molestarla.

Sonriendo, ella comenzó a murmurar en voz baja:

—No creo que pensaras en mí como una niñita ayer en el armar…


—¿Qué haces cuando no te escuchan? —Angel había girado la
cabeza para mirar a Tom.

Tom parecía confundido.

—¿Las chicas?

—Sí. ¿Cómo las reprendes?

Aclarando su garganta, una mirada seria vino del conductor.

—No castigamos a nuestras mujeres, si eso es lo que estás


preguntando. Y ciertamente no debes tocar ninguna de ellas.

Vaya, demasiado tarde para eso.

—Está bien, pero eso no responde mi pregunta de qué haces cuando


no te escuchan.

—Solo a dos de ellas parece gustarles causar problemas de vez en


cuando, y yo me encargaré de ellas si te dan alguno.

Angel asintió rápidamente antes de hacer una pregunta más.

—¿Quiénes son los dos que causan problemas?

—Maria es un verdadero dolor en el culo, pero... —Tom hizo una


pausa, mirando por el espejo retrovisor a una Adalyn petulante—. Con la
de atrás, tienes que tener cuidado. Tiende a hacer cosas sin pensarlas
detenidamente.

—¿No me digas? —La voz de Angel tenía un toque de sarcasmo.


4
El Engendro de Satanás
Traducido por Vale

A l salir del automóvil, ella sintió alivio. Decir que fue un extraño viaje
en auto sería quedarse corto. La incomodidad entre Angel y ella era
muy evidente, y solo podía esperar que Tom no lo haya notado. En
realidad, debería ser el Angel ladrón el que debería rezar para que Tom no
lo haya hecho: iba a ser su funeral.

Mientras Adalyn se acercaba a las chicas que estaban junto al


Escalade y sus guardaespaldas, esperando a que los alcanzara, no pudo
dejar de notar que los ojos de Lake y de Elle se habían agrandado,
admirando al nuevo placer para los ojos. Mientras tanto, Angel tuvo el
efecto opuesto sobre María, una mirada dura cruzando sus facciones
suaves mientras se cruzaba de brazos.

Adalyn se encontraba en algún lugar entre las chicas en el espectro


de gustarle a Angel; sí, no podía negar lo caliente que se veía el chico malo,
pero maldita sea si no la hubiera enojado ignorándola frente a Tom porque
era una «niñita».

Maria miró hacia arriba y abajo al tatuado recién llegado.

—¿Por qué está él aquí?

Supongo que sabe exactamente quién es él, lo cual era bueno


teniendo en cuenta que ella todavía no tenía ninguna maldita idea.

—Porque tu hermano le dio este trabajo —respondió Tom.

—¿Estás bromeando? —Maria se rió antes de sacar el teléfono de su


bolso Louis Vuitton y marcar un número antes de llevárselo a la oreja—.
¿Por qué diablos...? —Fue todo lo que consiguió antes de quedarse en
silencio, escuchando el otro lado de la llamada durante varios minutos.
Cuando terminó la llamada, su rostro había pasado rápidamente de
pensar que era una broma a la expresión dura que había usado cuando lo
había visto salir del auto.

Allí estaba un Angel despreocupado, indiferente, como si ella ni


siquiera hablara de él.

La princesa de la mafia quiso aclarar algo.

—Será mejor que no sea para mí —le dijo a Tom.

—Lucca no te lo asignó a ti —le aseguró Tom.

Moviendo sus largos mechones rubios y hermosos detrás de su


hombro, caminó hacia el hombre de aspecto peligroso. Sus piernas ya
largas, hechas aún más por sus altos tacones de aguja, la hacían no
mucho más baja que él.

—No estoy segura de lo que Lucca pensaba al asignarte a este


trabajo, pero es mejor que no tengamos un problema.

Adalyn, Lake y Elle se miraron la una a la otra con caras de Oh-


mierda.

Sus ojos grises oscuros se clavaron en la rubia que lo había


amenazado.

—Esperemos que no, princesa —dijo él, demostrando que también


sabía exactamente quién era ella.

—Um... ¿Nos estamos perdiendo de algo aquí? —Adalyn ya no podía


soportar no saber qué demonios estaba pasando.

—Es un Luciano. —Maria dio un paso atrás, prácticamente


escupiendo la última de sus palabras a sus pies—. Pero no cualquier
Luciano. Es el hijo de Lucifer.

Oh, mierda.

—Me gustaría ir a clase ahora —dijo Elle antes de irse con un


Caruso siguiéndola justo detrás de ella.

Era obvio para el resto de ellos por qué tenía que irse. Elle había
protegido a su mejor amiga, Chloe, durante toda la escuela secundaria
después de que su amiga había sido secuestrada y marcada por el que
llamaban Lucifer.

Lucifer Luciano era el jefe de la mafia de la familia Luciano... hasta


hace poco, cuando Lucca lo removió no solo de la familia sino de esta
tierra. Al menos, Adalyn estaba bastante segura de que Lucca lo había
destripado después de haber secuestrado a Chloe una vez más, queriendo
terminar lo que había comenzado años atrás. Excepto esta vez, fue de la
casa de la familia Caruso.

—Nunca te acerques a Elle ni le hables —Maria lo amenazó—. Ella


es la única persona a la que Chloe le contó lo que le pasó hace años, y han
sido mejores amigas desde entonces.

Esta vez, Angel asintió con la cabeza en comprensión.

Por primera vez, Adalyn vio algo diferente detrás de sus ojos grises.
Qué era exactamente, no lo sabía.

—Está bien, creo que es hora de que todas vayan a clase —


interrumpió Tom.

Maria pasó junto a Angel, asegurándose de golpearle el hombro.

Mirando a Angel... Luciano, todo lo que pasó entre él y Adalyn se


convirtió en una historia diferente. Era un Luciano quien le robó a Lucca.
Un Luciano que la había arrastrado al armario y, como dijo Maria, no
cualquier Luciano. Es el hijo de Lucifer.

Un escalofrío subió por su columna dándose cuenta de lo que la


había estado molestando en el fondo de su mente desde que lo conoció era
correcto. Angel sí venía del mismísimo Diablo.

Es el engendro de Satanás.

***

Gracias a Dios, fue todo lo que Adalyn pudo pensar cuando tomaron
sus asientos en la parte posterior de la clase abarrotada mientras que Tom
y Angel esperaban fuera de la puerta. Sus asientos estaban muy juntos
afortunadamente, para que así pudieran susurrarse entre ellas sin
molestar a nadie. Al menos, eso esperaban.

Adalyn acercó a su amiga más cerca. Descubrir quién era Angel


cambiaba las cosas, y definitivamente iba a necesitar ayuda en el futuro.

—Tengo que decirte algo, y debes prometer que lo mantendrás en


secreto.

—¿Tiene algo que ver con Angel? —preguntó Lake, conociéndola


demasiado bien.

—Em…

—¡Adalyn! —susurró Lake con dureza—. ¡No puedo prometer


esconderle algo a Vincent si involucra al hijo de Lucifer!

Aturdida, miró a su mejor amiga desde siempre.

—Entonces, ¿estás eligiendo a mi hermano antes que a mí? ¿Pensé


que era amigas sobre novios?

—¿Dejarás de sacar esa carta? Usaste eso conmigo la semana


pasada cuando querías McDonalds a la una de la madrugada, y te dije que
no podía simplemente 'robarle' el coche a Vincent mientras dormía para
que te recogiera y te trajera unos malditos nuggets de pollo.

—Sí, y nunca te perdonaré por eso —resopló, cruzando los brazos.

—Oh, Dios mío... Sabes que podrías haber ido por tu cuenta,
¿verdad?

—No, porque entonces habría sido una culo-gordo vergonzosa que


necesitaba McDonalds a la una de la madrugada. Todo el mundo sabe que
si te vas con una amiga en el medio de la noche, se considera 'genial'. Es
como una regla tácita.

—¿Qué tipo de regla es esa? ¡Ni siquiera estás gorda! —La voz de
Lake se había levantado, causando que algunos estudiantes se dieran
vuelta y las miraran.

Sonriendo a los espectadores, Adalyn esperó a que volvieran la


cabeza para ocuparse de sus asuntos antes de volver a mirar a su amiga.
—No importa si eres físicamente gorda o no; simplemente tienes
grasa automáticamente si tienes que comer nuggets de pollo en el medio
de la noche. La regla es real. Pregúntale a Maria si no me crees.

Lake solo la miró, parpadeó por un momento, tratando de digerir la


mierda que Adalyn acababa de vomitar.

—Bien, volvamos al tema. ¿Puedes guardar el secreto de tu mejor


amiga? ¿La que estuvo allí para ti mucho antes de que tu novio lo
estuviera? —Los ojos de Adalyn penetraron en los de Lake, listos para
juzgarla si decía que no.

—Está bien, de acuerdo, prometo mantener tu secreto. Pero será


mejor que no me meta en problemas con Vincent.

—No lo hará si no le dices —le aseguró Adalyn antes de acercarse


para susurrar suavemente—: En realidad lo conocí ayer. Puede o no
haberme metido en un armario en el hotel casino...

—¿Hizo qué?

Adalyn se mordió el labio, deseando haber podido pensar bien en


esto.

—Él, ya sabes... me metió en un armario.

—¿Por qué hizo eso? ¿Te lastimó? —Lake realmente comenzó a


preocuparse.

Adalyn iba a tener que tener cuidado ya que quería guardar el


secreto de que le robó el anillo a Lucca.

—No, no me lastimó. Solo quería hablar.

—No metes a alguien a un armario solo para hablar.

Era realmente difícil mentirle a su mejor amiga, pero... MIENTE.

—Bueno, lo hizo.

—Está bien, entonces, ¿de qué quería hablar? —Claramente Lake no


se lo estaba tragando.

—Solo quería llegar a conocerme, supongo…


—¿En serio, Adalyn? ¿Esperas que crea eso? ¿Por qué me dices este
secreto si no vas a decirme realmente?

—Porque... —Hizo una pausa, respirando profundamente,


preguntándose si debería revelar esta parte—. Necesito que me mantengas
alejada de él. Es malas noticias, y lo sé. Pero... ya sabes cómo me pongo
cuando están calientes, malos y calientes.

—Dijiste que estaba caliente dos veces... Oh Dios, te gusta. —La


cautela de Lake solo empeoraba.

—No, no me gusta. Dije que creo que está caliente, no es que me


guste. De hecho, creo que es un imbécil sexista, y no sé por qué lo
encuentro atractivo, de todos modos.

—Oh no. Oh no. Oh no.

—¿Qué? ¿Estás bien? —Adalyn estaba empezando a preocuparse de


que algo estuviera mal con Lake.

—Así es como se sentía Elle con Nero, cómo me sentía con Vincent y
cómo se sentía Chloe con Lucca. ¿Ves a dónde me estoy dirigiendo?

Tragó saliva, y los vellos en la parte posterior de sus brazos se


levantaron.

—Oh no.

—Es el hijo de Lucifer... un Luciano... y tú eres una Caruso —


susurró—. Que Dios te ayude.

Se había contado una historia para Elle, Lake y Chloe, y ahora era
como si pudiera sentir el libro del resto de su vida abierto, pero no tenía su
nombre en él.

Tenía el nombre: Angel.

La pregunta era: ¿quería meterse en ella? Si lo hiciera, era casi


inevitable que se estrellaran y quemaran debido a su apellido. Las familias
no habían mezclado sangre por lo que sabía... nunca.
5
Un nombre agradable… para una
chica desafortunada
Traducido por Vale

C ambiando su peso a su pie derecho después de permanecer allí tanto


tiempo, miró su reloj para ver cuánto tiempo más tenía que soportar
esta tortura. Mierda, esto es aburrido.

Un zumbido hizo que buscara su teléfono en el bolsillo trasero de


sus jeans.

—¿Te importa? —le preguntó al hombre que estaba a su lado, que lo


había estado mirando todo el día como un halcón.

Se suponía que Tom debía mostrarle cómo funcionaban las cosas, y


aunque el Caruso estaba haciendo todo lo posible para ocultar el hecho de
que estaba observando todos sus movimientos, era obvio para un hombre
como Angel.

—Claro. —Asintió Tom, dándole el visto bueno.

Caminando un poco lejos para mantener su conversación privada,


respondió el teléfono con un:

—¿Sí?

—¿Cómo va? —preguntó una voz similar a la suya.

—Lento.

—No diría eso. Estás en una universidad, rodeado de chicas


calientes. Siempre fuiste el bastardo afortunado entre nosotros.
La voz de Angel se apagó.

—¿Te refieres a la suerte de ser el elegido?

—Sí, bueno, no se engaña a Lucca Caruso. Tu nombre podría ser


Angel, y entre los dos, otros podrían pensar que eres uno, pero los dos
sabemos que eres el gemelo malvado.

Angel sonrió, sabiendo que su hermano gemelo, Matthias, tenía


razón. Se habían divertido desde que nacieron, dejando que todos
pensaran que Matthias era el más fuerte, el más inteligente y el más cruel,
pero en realidad, era él.

Al crecer como lo hicieron, no fue fácil, por decir lo mínimo, por lo


que todos pensaron que no deberían meterse con Matthias mientras que
siempre ignoraron o subestimaron que Angel los había protegido. Era su
armadura. Durante el lapso de sus vidas, muy pocos descubrieron la
verdad sobre ellos, y cuando lo hicieron, se dieron cuenta demasiado
tarde.

Hasta Lucca.

—¿Ya lo conseguiste? —preguntó Matthias, llegando al verdadero


motivo de la llamada telefónica.

Sintiendo el peso pesado del anillo en su bolsillo, pudo decirle lo que


no había podido hacer ayer.

—Lo hice.

—Entonces debe haber sucedido exitosamente.

—Bueno, no exactamente. —La imagen de la pequeña morena


problemática llenó su mente—. No me di cuenta de que tenía una
audiencia.

—¿Quién? —Apareció un asomo de preocupación en la voz de


Matthias.

—Una chica Caruso.

La cautela en la voz de su hermano se volvió oscura.

—¿Será un problema?
—Me ocuparé de ella —dijo simplemente, sin una pizca de
remordimiento.

—Bien. —Matthias hizo una pausa. Sabiendo que Angel haría lo que
fuera necesario, le dio a su hermano una última advertencia con el tono
oscuro aún presente—: Ten cuidado, Angel. Recuerda, no importa cuánto
tiempo pases con ellos, eres y siempre serás un Luciano, nunca un
Caruso.

Angel miró a Tom, que se quedó en el pasillo, mientras metía la


mano profundamente en el bolsillo. Al ver que los músculos de Tom se
tensaban y sus ojos se estrecharon ligeramente, se entrenó en lo que Angel
estaba a punto de sacar de su bolsillo y le reveló a Angel todo lo que
necesitaba saber.

Frotándose el anillo con el pulgar, pensó en a quién le pertenecía y


por qué lo había robado. Por la familia.

—Lo sé, hermano —fue todo lo que dijo antes de colgar y regresar al
lugar de donde había venido.

Cuando finalmente sacó su mano de su bolsillo, saliendo limpia, vio


a Tom relajarse nuevamente. Tuvo que evitar poner los ojos en blanco.
Cabrón estúpido.

No, no se engañaba a Angel, que conocía todos los trucos del libro
cuando se trataba de mirar a alguien. Se había convertido en un experto
en eso, y no había sido detectado por el acto que interpretó. No solo eso,
sino que la razón por la que había aprendido a tener un ojo vigilante en
primer lugar era porque había sentido lo que era ser observado desde una
edad muy temprana. Sentir los ojos críticos de los demás era algo que
siempre podría sentir. Nunca dejó de hacer que su piel se erizara...

...—Cada uno puede elegir una cosa —su hermano mayor, Dominic,
les había dicho cuando entraron en la gasolinera.

Angel no pudo evitar notar las miradas que recibieron en el momento


en que entraron; no solo de los clientes, sino también del cajero. No estaba
seguro de por qué los miraban de esa manera. Se preguntó si era por la ropa
sucia y gastada que llevaban, o si era porque su hermano de trece años
estaba cuidando a sus hermanos gemelos de ocho años.

—Ooo... quiero esto. —Matthias agarró una bolsa de gomitas desde el


estante.

—No. —Su hermano mayor le arrebató las gomitas de la mano y volvió


a colocarlas—. Es el desayuno; escoge donas o algo. Solo apúrate o vamos a
ser estar más retrasados para ir a la escuela.

A Angel le costaba concentrarse en escoger algo cuando el cajero salió


de detrás del mostrador para mirarlos más cerca. Por lo tanto, simplemente
agarró un paquete de rosquillas empolvadas, sin querer demorar más a su
hermano.

Dominic los llevaba a su escuela primaria todas las mañanas antes


de ir a sus clases en la escuela secundaria, lo que siempre lo llevaba a
llegar tarde. La escuela iba a reprobar a su hermano mayor si continuaba
con su tardanza.

—Será mejor que pagues por eso, muchacho, y quiero revisar todas
sus mochilas antes de que se vayan. Hoy en día, ustedes son muy astutos
—dijo el cajero de aspecto asqueado a Dominic.

Ahora Angel entendía por qué todos los miraban.

Bajando la mirada hacia su ropa sucia, pensó que no parecía que


tenían suficiente dinero para pagar un paquete de chicles.

—Tenemos dinero —gruñó un joven Dominic mientras recogía un bollo


de miel para sí mismo.

El cajero se rió en sus caras.

—Sí, apuesto a que sí.

Un destello apareció detrás de los ojos de su hermano. A pesar de que


solo tenía trece años, su altura y estatura lo hacían parecer mayor.

Dando un paso hacia el hombre, Dominic gruñó una vez más, sacando
un billete de veinte dólares que su padre les había tirado antes.

—Dije. Que. Tenemos. Dinero.


Claro, no eran ricos, pero el dinero nunca fue el problema. Con su
padre siendo quien era, la gente le daría los ahorros de toda su vida si
pensaban que lo deseaba lo suficiente. El problema era la crianza de los
hijos.

Dándoles la espalda, el cajero se dirigió hacia su lugar detrás de la


caja registradora.

—Bien, entonces paga por tu mierda y vete de aquí.

—¿Sabes quién es nuestro padre? —preguntó Dominic con tanta


frialdad que el hombre obeso se detuvo en seco. Entonces, un simple susurro
reveló un nombre que hizo que los clientes se apresuraran a irse—. Lucifer.

Los ojos que habían mirado a Angel en sospecha ahora tenían miedo.
En ese momento, nunca olvidaría cómo se sentía como si miles de
escarabajos del estiércol cubrieran su cuerpo mientras sus pequeñas
piernas patinaban sobre su piel.

El viejo comenzó a tartamudear, a punto de hacerme pipí en los


pantalones.

—Yo-yo-yo no sabía. Lo... lo s-siento.

—Matthias, agarra el dulce que querías —ordenó Dominic a su


hermanito sin apartar los ojos del cajero.

Matthias no perdió el tiempo obedeciendo, agarrando las gomitas que


originalmente había recogido y sosteniéndolas con su segunda opción de
donas sencillas.

Guardando los veinte en su bolsillo, Dominic sonrió cuando todos


comenzaron a irse.

—Si quieres, haré que mi papá venga a devolverte el dinero.

Lo único que hizo el cajero fue sacudir violentamente la cabeza de un


lado a otro.

—Eso pensé. —Dominic escupió en el piso antes de irse.

Era todo lo que Angel podía hacer para no huir de los ojos y los
susurros que habían viajado por el aire, pero no lo había hecho. En lugar de
eso, había elegido caminar constantemente junto a su orgulloso hermano
mayor mientras se hacía la silenciosa promesa de que haría lo que fuera
necesario para que los escarabajos no se arrastraran sobre su piel otra
vez...

...Las puertas junto a las que estaba parado se abrieron cuando los
estudiantes comenzaron a salir. Esperó hasta que pareció que ya no
quedaba nadie cuando la puerta se abrió de nuevo, saliendo dos chicas
sonrientes. La morena alta ya pertenecía a un Caruso, pero la más baja
era la que ya se le había metido bajo la piel.

Siguiéndolas detrás con Tom, le susurró al oído:

—¿Exactamente a quién me asignó Lucca para vigilar?

Cuando su pregunta fue respondida con una sola sonrisa, los ojos
de Angel volvieron a la morena baja y problemática.

Adalyn.

Era un nombre agradable... para una chica desafortunada.


6
Los Nuggets de Pollo no esperan a
nadie
Traducido por Vale

L os lunes, miércoles y viernes eran los días largos de las chicas,


teniendo dos clases por la mañana y una por la tarde, dándoles
tiempo para almorzar en el medio. Por lo general, iban a la cafetería
durante el receso, lo que les daba un par de opciones, o una de las pocas
opciones de comida rápida en el mini patio de comidas de la escuela, el
favorito obvio de Adalyn.

También solían encontrarse con Elle y Maria en la cafetería, pero


Adalyn se preguntaba si podrían comer fuera del campus hoy, teniendo en
cuenta quién estaba a unos pocos centímetros detrás de ella, siguiéndola,
distrayéndola.

—¿Estás bien? —susurró Lake solo para sus oídos.

No.

—Sí.

La cara de su amiga no parecía como si se hubiera tragado la


mentira.

Al llegar a la cafetería, Adalyn se sorprendió al ver a las otras chicas


ya sentadas en una mesa con su comida. Por la expresión de la cara de
Maria, no parecía complacida, especialmente cuando vio a Angel sentarse
en la mesa junto a la suya con los otros Carusos.

Honestamente, la cara de Adalyn tampoco parecía feliz, pero la de


ella era por la comida en el plato de Elle, que consistía en ternera en una
salsa marrón de aspecto burdo, y el plato de Maria, que era el mismo todos
los días: algunas hojas de la barra de ensaladas. Ew.

—Eso se ve bien, Elle. Creo que voy a conseguir eso. —Lake miró su
plato.

Adalyn prácticamente se atragantó con la bilis que le brotaba del


estómago.

—¡Y un infierno que lo hace!

—Creo que sabe muy bien —dijo Elle, tomando un bocado.

Incluso Maria le hizo una mueca de disgusto.

—Es por eso que tengo una ensalada.

Poniendo los ojos en blanco, todas le gritaron a la hermosa rubia que


se preocupaba un poco demasiado por su apariencia.

—¡Siempre tienes una ensalada!

—¿Realmente vas a comer esas cosas asquerosas que parece que les
costó cinco centavos hacer? —Adalyn miró a su mejor amiga, rezando para
que dijera que no.

—Crecí con comida de gente pobre, ¿recuerdas? Fui criada para


nunca rechazar alimentos que se ven bien y son baratos. Ustedes dos
nunca lo entenderán. —Lake miró a su amiga y a Maria, sabiendo que Elle
también había crecido frugal.

—Eres desagradable, y no puedo creer que me hagas comer hojas en


lugar de ir al patio de comidas.

—Yo te llevaré —dijo una voz relajada, haciéndoles girar la cabeza


para ver a Angel parecer tan relajado como su voz.

—¿En serio? —preguntó, contemplándolo, aunque eso significaba


que estaría a solas con él. Luego miró hacia Tom para ver si él lo permitía
y fue respondida con un asentimiento.

Hm, no sé si debería...

María se volteó el cabello.


—Las ensaladas saben bien...

—Vámonos. —Adalyn se levantó rápidamente, cortando sus tonterías


y lastimando los sentimientos de la rubia, si es que tiene alguno.

—Esto es para pagar su comida. —Tom le entregó una tarjeta de


platino a Angel.

Adalyn ya estaba a medio camino del patio de comidas antes de que


colocara la tarjeta en su bolsillo. Los nuggets de pollo no esperan por nadie.

—Me llevaré los nuggets de veinte piezas. —Sonrió al cajero antes de


volverse para mirar a Angel—. ¿Quieres algo?

—Um, no, gracias.

Mientras le entregaba la tarjeta al cajero, una hermosa bolsa llena


de nuggets fue llevada al mostrador.

—Gracias, Dios —dijo, tomando la bolsa y llenándola con paquetes


de kétchup antes de ir a una mesa pequeña.

Angel se unió a ella mientras sacaba el contenido de la bolsa y


comenzaba a servir kétchup para mojar los nuggets.

Metiendo uno en su boca, trató de romper la incomodidad entre


ellos.

—¿Estás seguro de que no quieres nada?

Un gesto de asentimiento fue todo lo que obtuvo del hombre tatuado


sentado frente a ella, echándose hacia atrás en su silla con los brazos
cruzados frente a él. Parecía que no le importaba nada en el mundo.

—¿Cómo va tu primer día? —preguntó, tratando de comenzar otra


conversación con él.

Esta vez, lo único que consiguió fue un encogimiento de hombros.

Su sangre comenzaba a hervir ahora. No le gustaba su actitud y se


preguntaba si tendría pene, ¿hablaría con ella entonces?

—¿Alguna vez vas a decirme más de dos palabras?


—Dije que te traería aquí, no que hablaría contigo —le dijo
simplemente.

Sonriendo a lo grande, no pudo evitarlo.

—Y yo dije que no le contaría a nadie sobre tus manos de ladrón,


pero podría escapárseme.

Sus negras profundidades la fulminaron con la mirada antes de que


una larga mano cubierta de tinta se extendiera hacia ella. No sabía qué
esperar y se sorprendió cuando tomó un nugget de su montón y lo
sumergió en el kétchup.

—Hablas demasiado.

Los acercó más a ella.

—Y tú robas mucho.

—Realmente no te puedes comer todo eso, ¿verdad? —preguntó


antes de colocar el robado en su boca.

—Mírame.

Volviendo a su pose indiferente, fue él quien mantuvo la


conversación.

—¿Lucca siempre paga tu comida?

Tardó un segundo en darse cuenta de que debía haberse referido al


nombre de Lucca en la tarjeta que Tom le había dado. Pensó que era una
pregunta extraña para preguntar, sin embargo, pensó que no le estaba
diciendo nada que no sabría lo suficientemente pronto.

—Se asegura de que no solo estemos seguras aquí en la escuela,


sino también cuidadas.

La mirada oculta en su rostro le decía que tenía una opinión sobre


eso.

—¿Hay algo malo sobre eso?

Alcanzando más lento esta vez, tomó otro nugget.

—Creo que las trata como a bebés.


No podría estar más consternada.

—No lo hace.

—Lo hace, también. Dudo que ninguna mujer o niña de la familia


Caruso tenga un trabajo.

Adalyn tuvo que pensar realmente por un segundo.

—Eso no es cierto en absoluto.

—¿Están casadas con soldados? —preguntó, sabiendo muy bien cuál


era la respuesta.

¿Y qué?

—Las que están casadas con hombres de más nivel tienen hijos a los
que cuidar, ese es un trabajo.

—Sí, lo es, pero no todas las madres tienen el lujo de ser madres que
se quedan en casa.

—Lo sé, pero ¿qué quieres que diga? ¿Siento que Lucca y nuestra
familia nos permitan obtener una educación para trabajar en el futuro? No
es que seamos perezosas.

Robando otro nugget, él sonrió diabólicamente mientras lo sumergía


generosamente en el kétchup.

—No, pero son mimadas.

—¡Puedes dejar de robar mis malditos nuggets! —Las acercó aún


más a ella y al borde de la mesa—. ¡Y no soy mimada! Lo siento por las
mujeres de la familia Luciano —se burló.

—No deberías. Las cuidamos mucho. —Esa sonrisa diabólica aún se


aferraba a sus labios cuando terminó con un guiño que casi la hizo olvidar
su comentario sexista.

—Apuesto a que sí —dijo con sarcasmo, esperaba que no pudiera


escuchar el desvanecimiento secreto en su voz. Sin embargo, estaba
segura de que lo notó por la expresión petulante en su rostro. Sin
embargo, en vez de mencionarlo, dijo algo más mientras se recostaba.

—Tus amigas están viniendo.


—¿Maria está con ellas? —Tomando un bocado de un nugget, solo
podía esperar.

Cruzando sus brazos sobre su pecho, su rostro volvió a no dar una


mierda.

—Desafortunadamente.

Se rió entre dientes antes de recordar que se suponía que debía


odiarlo.

—Ladrón.

—Mocosa —susurró en voz baja mientras se levantaba para dejar


que las chicas tuvieran la mesa.

Maldita sea, Adalyn, recomponte.

—¿Cómo estuvieron tus nuggets? —preguntó una Maria de aspecto


sospechoso mientras se sentaba a su lado.

—Asombrosos.

Cuando Maria fue a abrir la boca, ella la detuvo.

—Lo juro por Dios, si dices que tu ensalada también lo estuvo, te


quitaré los tacones y te haré un Maria.

La rubia bonita cerró la boca.

Los ojos azules y grandes de Elle se volvieron curiosos.

—¿Qué es un Mari…?

—Maria… —Lake comenzó rápidamente, sabiendo que el tema debía


cambiarse—, ¿puedes decirle a Adalyn que no hay una regla implícita de
que si vas a McDonalds a la una de la madrugada, automáticamente te
consideran una culo-gordo, sin importar tu tamaño, pero si vas con una
amiga, ¿se considera 'genial'?

Mientras se estiraba para robar un nugget jugoso, no tardó un


segundo en responder:

—No puedo porque existe.


7
Channing Maldito Tatum
Traducido por Vale

A l cruzar la puerta de su casa, resopló y comenzó a mascullar por lo


bajo:

—Estúpido idiota. Cara-culo. Cretino…

—¿Qué sucede contigo?

—N-nada —respondió rápidamente, tomada por sorpresa. No había


visto a Vincent sentado en el sofá cuando entró.

La miró sospechosamente por un momento.

—¿Estás segura de eso?

Recordando cómo Angel la había ignorado por completo en el camino


a casa, estaba a punto de abrir la boca y decirle cuánto odiaba a los
hombres en ese momento, cuando en su lugar salió, “Sí”. Igual de bien. Lo
guardaría hasta que realmente se cabreara.

—¿Por qué estás aquí?

—La última vez que revisé, esta era todavía mi casa.

Tirándose al sofá, se hundió en él.

—Oh, sí, olvidé que tienes, como, cinco casas.

—Tengo tres. —Levantando tres dedos, comenzó a enumerarlas—: Mi


papá, mi pent-house, y aquí.

—¿No estás siempre en la casa Caruso? Eso es como cuatro.


—No pasamos juntos mucho tiempo desde que nos conseguimos los
pent-house. Además... —Vincent hizo una pausa por un segundo—. Lucca
puede o no haberme expulsado de la casa por el momento.

Explotando de risa, apenas podía pronunciar las palabras.

—¿Te expulsó? ¿Qué hiciste ahora?

—No le gustaba la forma en que le sonreía a Chloe; dijo que estaba


coqueteando con ella.

—¿Lo hacías? —Se rió aún más fuerte.

—¡No! ¡Esa es solo mi jodida cara! —gritó sobre sus carcajadas,


frustrándose.

Eso era cierto; solo era su cara. Su hermanastro era un niño bonito,
nacido con una cara hermosa. Sus llamativos ojos azules no ayudaban
tampoco. El coqueteo era fácil para él con las innumerables chicas y
mujeres que se habían arrojado sobre él, y ahora ni siquiera tenía que
tratar de coquetear. Era solo... su rostro. Era como si Jonah Hill te
sonriera; solo sería un buen gesto. Pero si Channing Tatum te sonriera,
entonces... No sé tú, pero me voy a la tumba clamando que Channing
maldito Tatum coqueteó conmigo.

También se estaba perdiendo de lo obvio: él estaba asquerosamente


feliz con su mejor amiga. A veces realmente extrañaba las viejas y
cachondas formas de su hermano cuando quería McDonalds a la una de la
madrugada.

—Lo siento. —Trató de contener la risa—. Debe ser tan difícil ser
hermoso.

Vincent asintió, claramente sin entender su sarcasmo.

—Es una maldición.

—Oh Dios. —Adalyn se levantó, yendo a la cocina. Ya había tenido


suficiente mierda de gente bonita después de Maria hoy—. Al menos Maria
tiene cerebro —se susurró a sí misma.

—¿Dijiste algo? —preguntó Vincent, siguiéndola detrás.


—No. —Agarrando una manzana del mostrador, mordió mientras
miraba a su hermano, que parecía que tenía algo que decir—. ¿Vas a
decirme por qué estás aquí o no?

Cogiendo su propia manzana, dio un gran mordisco a lo que parecía


la mitad de la manzana.

—Vine a pasar el rato con mi hermana favorita, es todo.

—Única hermana —corrigió.

—Y —continuó Vincent, claramente llegando al punto—, para ver


cómo fue tu día.

—¿Cómo fue mi día? —Mirándolo fijamente, rápidamente se dio


cuenta de por qué estaba allí—. ¿Tiene Angel algo que ver con eso?

—Tal vez.

—Mi día fue bueno. Puedes irte ahora. Adiós.

—No seas así, Adalyn. Lucca es el que me hizo preguntarte. Quería


asegurarse de que te sientas cómoda con Angel.

¿Lucca?

—¿Por qué no me lo preguntaría él mismo?

Vincent tomó otro bocado de la manzana, obviamente sin querer


responder hasta que lo empujó lo suficiente.

—Probablemente porque sabe que estás enamorada de él.

—¡No lo estoy! —mintió, por supuesto.

Poniendo los ojos en blanco, vio a través de ella.

—Como el infierno no lo estás. No me sorprendería si él diciendo


‘cariño’ fuera tu tono de llamada y su cara tu protector de pantalla.

¿Discúlpame?

En realidad, esa no es una mala idea...

—¿No tienes órdenes que necesitas seguir o algo así?


—Bien. —Mientras arrojaba la semilla de su manzana, su tono se
puso serio—. Por el momento, Angel será tu guardaespaldas, y aunque no
me gusta, Lucca insistió. Me dirás si hace o dice algo que la familia debería
saber, ¿verdad?

Tragando el nudo en la garganta, esperaba que de alguna manera se


hubiera vuelto una mejor mentirosa en los últimos treinta segundos.

—Por supuesto.

Sus ojos azul bebé la miraron un momento más antes de asentir y


comenzar a irse, haciéndola suspirar de alivio. Había visto en sus ojos que
no confiaba en Angel por un segundo.

—¿Vincent? —llamó tranquilamente, haciéndolo parar.

Dando media vuelta, ahora vio la esperanza en sus ojos de que había
algo que sabía sobre Angel que él no.

—¿Sí?

—¿De casualidad tienes una foto de Lucca?

***

Angel estaba sentado en su cama, haciendo rodar el anillo de


herradura entre sus dedos antes de colocarlo en su mesita de noche.

¿El anillo te pertenece? la voz de la morena sonó en su cabeza.

Sacando su teléfono, buscó a través de sus contactos, luego miró la


imagen que ahora llenaba la pantalla. Era una versión ligeramente más
joven de él con su brazo envuelto alrededor de una hermosa y sonriente
niña.

Bella.
8
Querido Padre Celestial, Si quieres
mantenerme virgen…
Traducido por Rimed

E lla respiró hondo cuando el auto se detuvo. Había decidido volver a


empezar con Angel e iba a darle un pase por ayer, dado que había
sido su primer día de trabajo. Ese debe haber sido por qué él la había
tratado de aquella forma.

Cuando el auto se detuvo, se deslizó dentro, cerrando la puerta tras


ella, y sonrió ampliamente, determinada a hacer de este un gran día.

—Buenos días, chicos.

—Buenos días —respondió Tom, poniendo el auto en marcha.

No era la respuesta de él la que había estado esperando.

Sentada ahí pacientemente, esperando, se dio cuenta de que el


tatuado no iba a darle una respuesta.

Bien…

Adalyn respiró hondo nuevamente, queriendo intentarlo otra vez.

—Así que, ¿cómo estuvo tu primer día, Angel?

—Bien. —Fue una rápida y casi irritada respuesta.

Ella no pudo evitar que las palabras salieran de su boca, sin


importarle que Tom estuviera allí también:

—¿Tienes algún maldito problema conmigo o algo?


El auto quedó en silencio por unos cuantos momentos antes de que
su fría e indiferente voz cortara el aire.

—¿Además de que hablas jodidamente demasiado? No realmente.

Sorprendida, su mandíbula cayó. Cabrón.

Tom rio.

—Por una vez, creo que se quedó sin palabras.

—Tengamos esperanza —murmuró Angel en voz baja, haciendo reír


a Tom más fuerte.

Sus ondas castañas destellearon mientras observaba con odio al


ladrón, sexista, pedazo de mi…

Una malvada sonrisa comenzó a aparecer en sus labios. Sé como


arreglar esto.

Alcanzando su bolso, sacó su teléfono y buscó entre sus contactos.


Seleccionó el nombre que quería, para enviar un mensaje de texto,
escribiendo rápidamente lo que quería decir. Entonces presionó Enviar sin
perder el tiempo.

Adalyn bajó la vista hacia su celular con una mirada petulante. Al


leer el nombre en la parte superior, finalmente sintió satisfacción. Lucca.

Volviendo a mirar a Angel, lo vio voltear finalmente hacia ella,


observando un leve atisbo de preocupación reflejado en sus ojos. Sin
embargo, no era preocupación por ella. Era por él. No sabía que era
demasiado tarde.

Los ojos de ella viajaron nuevamente a la pantalla, leyendo el


mensaje que había enviado.

Necesito hablarte sobre Angel.

***
Al pasar el día de escuela con Angel, no podía evitar concentrarse en
él. Concluyo que no tenía una maldita idea de quién era. Él era como un
enigma. Mientras más intentaba descifrarlo, menos sentido tenía.

Debería ser amable conmigo, ¿No? Lo vi robar el anillo…

Ese era el mayor misterio de todos. Él debería querer ser amable con
ella para que mantuviera su boca cerrada, pero estaba haciendo todo lo
contrario, como si estuviera intentando hacerla enojar.

No entendía su actitud descuidada. Estaba jodidamente segura de


que no era un guardaespaldas, considerando que nunca estaba alerta del
modo en que lo estaban los Caruso.

Un Caruso siempre estaba con sus ojos observando constantemente


el cuarto, algo que nunca había visto hacer a Angel. Se preguntaba si esa
era la razón de sus tatuajes y su duro aspecto. Quizás quería la apariencia
de no-jodas-conmigo para no tener que preocuparse de que nadie se
metiera con él. Supuso que probablemente funcionaba, sabiendo que no
mucha gente aquí veía a hombres cubiertos de la cabeza a los pies con
tatuajes.

Era como una extraña… criatura, y no había modo en que existiera


nadie como él.

—¿Adalyn? ¡Adalyn! —Lake chasqueó sus dedos frente a su rostro,


obteniendo al fin su atención.

Adalyn se paró rápidamente, tomando sus cosas.

—Lo siento.

—¿Estás bien? Estas actuando extraña hoy.

—Sí. ¿A que te refieres con actuando extraña? —Desvió el tema,


dirigiéndose a la puerta.

Le tomó un segundo a Lake descifrar lo que estaba distinto en ella.

—No lo sé. Estás terriblemente callada, supongo.

—Probablemente debido a que Angel me dijo que hablaba


demasiado.
—¿Él hizo qué? ¿Tom lo escuchó decir eso? —preguntó ella.

—Sip. Se rio. —Adalyn cruzó la puerta abierta, esperando de cierta


forma que esta golpeara a Angel en la cara.

—Que imb… —Lake se detuvo cuando vio a los dos guardaespaldas


al otro lado de la puerta.

Poniendo los ojos en blanco cuando vio a Angel descansando su


cabeza contra la pared detrás de él en aburrimiento, Adalyn imaginó que él
no duraría mucho más, así que quizás hablar con Lucca ya no era
necesario.

Continuó caminando pasándolos, comenzando el viaje de vuelta al


auto dado que estaban saliendo de su última clase del día.

Apuesto a que él no va a durar otra más…

Una fría mano se envolvió alrededor de la suya, tirándola hacia


atrás. No fue hasta que la espalda de Angel se las arregló de alguna forma
para terminar frente a ella que se dio cuenta que era la de él.

Angel súbitamente extendió su otra mano y brazo, deteniendo al


estudiante que casi había estrellado su patineta en ella.

Por la sonrisa que tenía el de la patineta y las risas de un pequeño


grupo de estudiantes que estaban mirando, se volvió evidente que no
habría sido un accidente si él hubiese chocado con ella.

Angel torció sus dedos cubiertos en tinta en la camisa del


estudiante.

—Podrías jodidamente haberla matado.

Adalyn bajó su mirada a la mano que se había apretado levemente


alrededor de la suya mientras él pronunciaba esas palabras. Un extraño
sentimiento se apoderó de ella, recordándole la sensación que había tenido
cuando lo había conocido, haciendo que se diera cuenta que ese
sentimiento nunca se había ido, sino que simplemente se había escondido
profundamente en ella mientras él más la ignoraba.

El chico de cabello grasiento sonrió aún más, claramente ignorando


la seria mierda en la que acababa de meterse.
—Tenía que asegurarme que ustedes, los matones, estuvieran
haciendo su trabajo.

En lo que Tom daba un paso al frente, Angel empujó al patinador


con un poderoso movimiento, haciéndolo caer al piso.

—Ahora lo estás haciendo. —Entonces extendió un pie, haciendo


girar a la patineta en el aire y luego tomándola con su mano libre.

Que demo…

La mano de ella fue tironeada para que comenzara a caminar al lado


de él.

¿Eso realmente acaba de ocurrir?

—¡Oye! ¡Esa es mi patineta! —El chico que seguía tumbado en el piso


grito detrás de ellos.

Está bien, ocurrió, pero, ¿Él simplemente la giro… y luego la atrapó?

Ese sentimiento que crecía en ella se volvió más fuerte.

Maldición, ¡Detente! ¡No lo pienses!

Cuando él soltó su mano al dejar el edificio, ella lo sintió


nuevamente: esa extraña sensación que ocurría cuando sus pieles se
separaban. Sentía como que otra parte de ella se iba con él mientras ella
atrapaba otra pieza de él. Era distinto a cualquier cosa que hubiera
sentido antes, un sentimiento que debería aterrorizarla y ponerla de
rodillas del miedo de perderse ante él. Pero no lo hacía. Al menos, no aún.

Cuando Angel continuó caminando, la dejó aun demasiado pasmada


para moverse.

Lake se paró junto a ella, aparentemente igual de sorprendida.

—Eso fue, um…

—Jodidamente caliente —terminó por ella Adalyn, incapaz ya de no


pensarlo.

Observaron mientras él caminaba confiadamente con la patineta aun


en su mano.
—Sip. —La voz de Lake era un poco intensa.

—¿Crees que sabe como andar en ella? —Su voz pudo haber sido
también un poco intensa.

—Solo podemos rezar.

Cuando las dos chicas comenzaron a rezar, rezaron por dos cosas
distintas.

Querido Padre Celestial, si quieres mantenerme virgen… no le dejes


montar esa maldita patineta.
9
Una bala con tu nombre
Traducido por Mary Rhysand

¿ A dónde vamos? —Adalyn preguntó cuándo él no se giró en dirección


a su casa.

Tom miró directo a sus ojos a través del espejo retrovisor.

—Lucca pidió verte.

Sus ojos se ampliaron antes de asentir quedamente. Oh mierda.

El viaje en el auto fue en silencio durante el camino hacia el hotel


casino, y la caminata hacia la oficina de Lucca fue más silenciosa. Cuando
salieron del elevador, hubo un momento cuando Angel la miró, diciéndole
que sabía lo que planeaba hacer. Su mirada no dio pie a argumentos, sin
embargo. No, había algo más en ella. Decepción.

Tocando la puerta, exhaló, sin darse cuenta hasta ahora que había
estado conteniendo el aliento todo el camino.

—Pasa.

Entró en el cuarto lleno de humo, tomando asiento frente al hermoso


demonio. Sus ojos verde azulados prácticamente brillaban en el oscuro
cuarto.

Finalmente, fue su voz la que rompió el silencio.

—¿Querías hablar conmigo sobre Angel?

—Uhm, sí… —Se aclaró la garganta, tratando de ordenar sus


pensamientos. Se imaginó tomando el anillo del escritorio de Lucca—. Él…
—Se calló, bajando la mirada hacia la mano que había sostenido la de
Angel.
—¿Él qué? —preguntó Lucca.

Era tiempo de que tomara una decisión. Solo esperaba no


arrepentirse.

Respirando profundamente, aclaró su mente.

—Angel es un imbécil.

Una lenta sonrisa apareció.

—¿Un imbécil? ¿Cómo?

—Sip. Y sexista.

—¿Sexista? —Ahora él lucía un poco confuso.

Asintiendo, ella continuó.

—Me oíste; es sexista. Solo les habla a los hombres.

—Bueno… —Él se tomó un momento, pareciendo procesar esto—.


Está allí para protegerte, no para hablarte.

—Al menos podría darme los jodidos buenos días.

—Sí, podría. —Sonrió ligeramente antes de desaparecerla—.


¿Piensas que de algún modo no es capaz de protegerte?

—No —admitió en derrota.

—¿Y hay algo más que haya hecho que pueda cambiar mi opinión de
él?

Su última oportunidad era esta. Si alguna vez le diría lo que Angel


hizo, sería ahora. Sin embargo, susurró la palabra que sellaría su destino:

—No.

—Entonces este es un asunto entre tú y Angel para resolver.

Ella asintió solemnemente mientras se ponía de pie y se dirigía hacia


la puerta.
—¿Estás segura que no hay nada más que quieras decirme? —Su
oscura voz la detuvo mientras le daba toquecitos al cigarrillo incidido entre
sus labios.

¿Él lo sabe?

—S-sí.

—Muy bien.

Adalyn hizo una pequeña plegaria, agradeciéndole a Dios que Lucca


no supiera sobre el anillo.

Trató de irse una vez más, pero de nuevo él la detuvo.

—Habitación 22008.

¿Qué? Volvió a mirarlo, confundida.

Humo cálido escapó de su boca mientras dijo:

—Ve a hablar con él.

***

Miraba fijamente al número 22008 ante ella, preguntándose sí en


serio podía hacerlo o si esto era una prueba. Su mente le decía que esto
era una mala idea, mientras su cuerpo ya estaba alzando su mano para
golpear la puerta.

¿En serio Lucca le dijo que esto estaba bien? Sus nudillos
encontraron la puerta por ella.

Fueron los minutos más largos de su vida antes de que la puerta


finalmente se abriera para revelar a un ángel vestido en jeans y una
camiseta negra que revelaba en totalidad su manga tatuada por primera
vez para ella. Tomó todo lo que tenía dejar de mirar la piel tatuada y
levantar la vista hacía su cara.

—H-hola. Me preguntaba si podíamos hablar.


Sin moverse de la puerta, Angel señaló a la cámara en el pasillo que
estaba enfocada en su puerta.

—No creo que sea una buena idea.

—De hecho, Lucca me dijo que viniera.

Él la miró por unos segundos antes de finalmente moverse para


hacerle paso.

Caminado dentro, vio que el cuarto era solo una típica habitación de
hotel con una cama grande, un televisor, una mesita y sillas. No era en el
piso del pent-house pero era el piso debajo de la residencia de los Caruso.

Mientras cerraba la puerta detrás él, se puso nerviosa, nunca


considerando que llegaría tan lejos.

Angel fue quien fue rompió el hielo mientras cruzaba sus tatuados
brazos sobre su pecho.

—Entonces, ya que estás aquí y no Lucca, decidiste no decirle sobre


el anillo.

—No sé qué…

—No me mientas, joder Adalyn. No soy estúpido —la cortó fríamente.

—Quizás si no fueras tan imbécil conmigo, no hubiera querido


decirle —dijo como un hecho.

Como si no estaba lo suficientemente nerviosa, Angel caminó hacia


ella.

—Entiendo que no soy una persona amable, y no te trato diferente a


los demás. ¿Me has visto hablar con los otros Caruso, aparte de Tom? —
No esperó que respondiera, sabiendo ya la respuesta—. Hablo con Tom
porque tengo que hacerlo, así que no te preocupes, dulzura; no eres
especial. No me gusta nadie.

—Entonces hazte un favor y solo vete, imbécil —espetó.

Habiendo tenido sufriente de su actitud ya, caminó hacia la puerta.


—Entendiste mal. —Agarrando su muñeca mientras pasaba, tiró de
ella para que mirara en sus oscuros ojos—. ¿Crees que malditamente
quiero estar aquí? Estoy obligado a estar aquí.

—¿Q-qué?

—Soy daño colateral, dulzura. Lucca me está manteniendo aquí para


conservar la paz entre las familias, para mantener a los Lucciano en línea.

Todo tenía sentido ahora. Había estado preguntándose por qué


demonios él estaba allí después de que Chloe había sido secuestrada por
su padre. No podía evitar hacer la pregunta que ahora llenaba el especio
entre ellos…

—¿Qué pasa si tu familia no se mantiene en línea?

—¿Qué crees? —Aflojando el agarre mortal en su muñeca, alzó su


mano, haciendo una pistola con sus dedos, luego colocándolos a un lado
de su cien.

Adalyn tragó la bilis subiendo por su garganta. La mirada detrás de


sus ojos le mostró que algo no se hallaba bien con él. La estaba dejando
entrar; dejándole ver lo que sus ojos verdaderamente guardaban.

Retrocedió lentamente, miedo apoderándose de ella, aunque no sabía


si era de ella o de él en este punto, pero podía verlo, ver como se sentía él.

Se hallaba atrapado. Atrapado como un animal.

—Deberías haberle dicho lo que hice. —La siguió hasta que el


respaldo de sus piernas golpearon la mesa de noche y no hubo un
centímetro de espacio entre ellos—. Porque tarde o temprano…

Ella cerró los ojos cuando él movió el gatillo falso de su dedo que
sostenía hacia su cráneo. Fue como el sonido de un arma disparando en
su mente.

Sintiendo una palmeada en su cabeza, abrió los ojos de nuevo para


que sus dedos aún se asemejaban a la forma de una pistola, pero ahora
apuntaba hacia ella. Respirando pesadamente, trató de retroceder de
nuevo, pero la mesa de noche la mantuvo en su sitio. Todo lo que podía
hacer fue aferrarse a ella para mantenerse estable.
—Ahora, si él descubre que lo sabes… —Ligeramente presionó la
punta de su dedo tatuado profundo en su piel—, puede haber una bala
con tu nombre, también.

—Estás enfermo —susurró, dándose cuenta lo profundo que era.

Él movió sus fríos dedos por su rostro hasta que desaparecieron a su


lado. Disparando sus ojos grises hacia ella, se volvieron fríos de nuevo.

—Tal padre, tal hijo.

—Me rehusó a creerlo.

La mandíbula de Angel se apretó. No se dio cuenta que había


cometido un error. Le había dejado ver el mal, sí. Sin embargo, no se dio
cuenta que ella había encontrado la paranoia y detrás de eso, las
cicatrices.

—No hubieras empujado a ese chico fuera del camino hoy si fueras
como él. Solo lo hubieras dejado que me golpeara. —Eso en serio lo creía.

Inclinándose hacia abajo, susurró en su oreja, dándole una


advertencia que nunca les daba a otros hasta que era demasiado tarde:

—No me subestimes, Adalyn. Será lo último que hagas.

¿Me acaba de amenazar?

Observándolo alejarse, comenzó a apartar sus manos de la mesita de


noche cuando sintió algo metálico moverse contra su piel.

—Deberías irte ahora.

Adalyn caminó hacia la puerta que él sostenía abierta, mirándolo a


sus ojos una última vez. Ahora entendía mejor al ángel caído. Iba a tener
que ser más cuidadosa.

Sus ojos viajaron hacia su cuello donde el lobo negro estaba tatuado.
Solo podías mantener enjaulado a un animal por un tiempo antes de que
se rompiera; ya sea rindiéndose o volviéndose loco tratando de liberarse.

—Adiós, Angel.
10
Jaque Mate, Cabrón
Traducido por krispipe

A ngel estaba sentado en el suelo, mirando la puerta de madera que


sostenía un candado de metal, sabiendo que había estado en silencio
durante mucho tiempo.

Levantándose, se dirigió a la sala de estar, donde encontró a Dominic


limpiando la Glock de su padre en la mesa. A pesar de que Dominic solo
tenía trece años, su padre le había estado enseñando sobre armas desde
que tenía diez. A estas alturas, su hermano podía desarmar un arma y
volver a armarla en segundos.

Lucifer estaba sentado junto a él en la mesa, contando el dinero que


Angel asumió que era suyo en primer lugar.

Sentándose en el sofá, agarró en mando y encendió el televisor,


poniendo un programa que probablemente no debería estar viendo ya que
disparos se desencadenaron desenfrenadamente.

—Apaga esa mierda, Angel —espetó Lucifer sin levantar la vista del
dinero que estaba contando.

Su dedo pequeño se movió sobre el botón durante un momento antes


de presionarlo. Luego otra vez, y otra vez, y otra vez.

—¡Dije que lo apagaras! —gruñó Lucifer cundo el volumen de la


televisión solo subió.

Lo ignoró mientras sostenía el mando fuertemente en sus manos


sudorosas.

Con el ruido haciendo imposible contar el dinero, Lucifer dejó el fajo


antes de volar para pararse frente a su hijo.
—Levántate.

Angel miró a su aterrador padre, que estaba furioso. Se levantó sobre


sus temblorosas piernas, sabiendo que si no lo hacía lo que estaba por venir
sería mucho peor.

Cuando el dorso de una mano se encontró con su mejilla, envió a su


cuerpo escuálido de ocho años volando hacia el suelo. Entonces todo se
volvió borroso mientras una mano lo agarraba de la muñeca y lo arrastraba
por el piso. El chasquido del metal fue todo lo que pudo oír cuando Dominic
comenzó a montar el arma que había estado limpiando.

Estaba siendo arrastrado por el pasillo cuando vio a su hermano


mayor bloquear la vista hacia la sala.

Dominic levantó la Glock. Estrechando sus ojos, apuntó a la parte


posterior de la cabeza de su padre con su dedo acercándose al gatillo.

Una sonrisa apareció en los labios de Angel mientras lo arrastraban


por el suelo.

CLICK.

Aunque los dos hermanos sabían que no estaba cargada, ambos


esperaban que el sonido del arma fuera el de una no vacía. Vio cómo
Dominic desaparecía de la vista mientras él era arrastrado a una
habitación, pero antes de que desapareciera por completo, vio el orgullo
visible en los ojos de su hermano mayor por primera vez.

Cuando su brazo cayó al suelo, escuchó una llave entrar en una


cerradura, haciéndole girar su cabeza para ver a su padre abrir lentamente
la puerta cerrada con candado.

El pequeño cuerpo tembloroso revelado dentro del pequeño armario


comenzó a moverse cuando la luz golpeó su rostro. Era como si Angel
estuviera viéndose a sí mismo en el futuro muy cercano cuando su hermano
gemelo idéntico era sacado del armario y él arrastrado dentro.

—A-An…gel —Matthias intentó hablar, pero su voz era débil. Con


horror en su rostro, comenzó a darse cuenta de lo que Angel había hecho.

Los dos tenían un vínculo, una conexión, así que cuando Angel no
había escuchado un ruido desde el armario en horas, sabía que Matthias se
había roto. Y sabía que si no hacía algo pronto, se habría ido demasiado
lejos.

Con la puerta cerrándose y la oscuridad estableciéndose, Angel solo


podía esperar que cuando la puerta se abriera de nuevo, él fuera la misma
persona que cuando la puerta se cerró…

…Despertando le la pesadilla, Angel se sentó en la cama, su cuerpo


desnudo cubierto de sudor. Encendiendo la lámpara de la mesilla de
noche, se pasó las manos por el pelo y tomó largas y profundas
respiraciones.

No fue hasta un minuto más tarde, cuando sus ojos volvieron a su


mesita de noche, que se dio cuenta de que no tenía el anillo de herradura
que había robado.

Levantándose, miró alrededor del suelo para ver si había caído


antes de que una imagen de Adalyn presionada contra la mesita de noche
apareciera en su mente.

Esa maldita put…

***

Adalyn giró el pesado anillo alrededor de su dedo mientras lo


miraba, sonriendo de oreja a oreja.

Jaque mate, cabrón.


11
Estás tan jodida como los hombres que
te gustan
Traducido por NaomiiMora

C on su segunda clase terminando, Adalyn se preguntó si Angel


siquiera se había dado cuenta de que había tomado el anillo; no le
había dado ninguna indicación en todo el día. Al menos esperaba una
mirada de desprecio pero ni siquiera le había dado eso.

Lake y ella fueron las últimas en abandonar la clase. Incluso su


profesor las había sacado a empellones para el almuerzo.

—¿Te importa si hablo con Adalyn a solas? —le preguntó Angel a


Tom cuando las chicas salieron.

Oh Dios, lo sabe.

Tom lo miró duramente antes de asentir.

—Gracias. Los alcanzaremos en la cafetería —le aseguró.

Como Lake parecía preocupada, dudando en marcharse, Adalyn


trató de darle su propia confianza. A decir verdad, sin embargo, por dentro
estaba empezando a cagar ladrillos.

Mordiéndose el labio inferior durante varios minutos mientras


miraban a Tom y Lake alejarse, se preguntó por qué no había dicho nada
todavía. No fue hasta que desaparecieron completamente que se dio
cuenta de porqué había esperado.
Angel la agarró con firmeza por la cintura, arrastrándola hacia atrás
dentro del aula vacía.

—¿Q-qué estás h…?

Los hizo girar ciento ochenta grados, tirándola hacia atrás contra la
puerta y quitándole el aire. Atrapándola contra la puerta ahora cerrada,
Angel presionó su duro cuerpo contra el de ella.

—¿Dónde está? —espetó.

—No sé lo que estás…

Levantó un largo y tatuado dedo hacia sus labios.

—Mentirme no te hace ningún favor.

Ante ella estaba un hombre muy peligroso, alguien que tenía que
recordar estaba atrapado y capaz de romperse en cualquier momento. Pero
todavía es un idiota.

—Ahora, dime dónde está el anillo. —Movió su dedo hacia su


mandíbula para que pudiera hablar.

Ella sonrió, dulce como un pastel.

—Por tu culo.

Él movió sus manos por su cuerpo, revisando los bolsillos de su


abrigo, luego los bolsillos de sus jeans, y luego dirigiéndose a su trasero
para revisar los bolsillos allí.

—¡No soy lo bastante estúpida como para llevarlo conmigo! —Trató


de ahuyentarlo, pero la agarró de las muñecas, luego las aplastó contra la
puerta detrás de ella—. Lucca te matará cuando le diga lo que me estás
haciendo.

—Probablemente. —Bajando sus muñecas, las jaló bruscamente


detrás de su espalda para que pudiera sostenerla fácilmente con una
mano. Con su mano libre ahora, tomó ligeramente la parte de atrás de su
cuello, su aliento caliente acariciando su rostro cuando dijo—: Pero no lo
harás porque estás disfrutando demasiado de nuestro pequeño juego.
—Eso no es…

—Ahora te estás mintiendo a ti misma, dulzura. —Angel acarició


suavemente su cuello y mandíbula con los labios—. Desde el momento en
que vi que mirabas a Lucca, supe que estás tan jodida como los hombres
que te gustan. Simplemente no te das cuenta todavía.

Adalyn se odió a sí misma por saber que probablemente tenía razón.


Que tenía razón. La forma en que hacía que su cuerpo gritara por afecto le
decía eso. Apenas estaba aferrándose su control, queriendo rogarle por un
beso.

Ahora pasó sus labios sobre los de ella, prometiendo ese beso.

—Dime dónde está el anillo.

Mierda. Deseaba desesperadamente sentir sus labios sobre los de


ella, pero no podía. Por una vez, tenía finalmente a Angel justo donde lo
quería.

—En algún lugar donde nunca lo encontrarás.

Claramente perdiendo su paciencia, lo intentó de nuevo:

—Ese anillo no te pertenece a ti ni a mí. Pertenece a alguien muy


importante para mí. Si no lo devuelves, no me importará lo que tendré que
hacer para conseguirlo.

—Te lo devolveré —prometió—, cuando seas más amable conmigo.

La mano alrededor de su cuello se tensó ligeramente mientras


presionaba su cuerpo más fuerte contra el suyo.

—¿Estás segura de que quieres hacer esto, dulzura?

Mientras le sonreía al loco delante de ella, cada vello en su cuerpo se


erizaba. Era una señal que cualquier otra persona habría tenido estando
asustado, pero para ella, era una señal de que estaba tentada, una señal
que había estado esperando.

—Oh sí.
***

Angel estaba sentado en silencio a unas pocas mesas de distancia,


viendo a la chica que empezaba a causarle muchos problemas comer su
almuerzo. Estaba resultando ser exactamente como lo que había pensado
que haría cuando había visto sus ojos iluminarse al ver a Lucca.

Solo había un jodido problema...

Le estaba empezando a gustar exactamente eso.

Ella podría ser realmente, realmente, realmente estúpida, pero tenía


bolas, y podría decir que su palabra significaba algo para ella. Iba a
apestar cuando tuviera que deshacerse de ella, pero sabe demasiado.

Se preguntó si ese brillo seguiría en sus ojos si viera al verdadero


Lucca, el coco. Si ese destello estaría en sus ojos el momento antes de que
deslizara el cuchillo en su espalda. Sería una pena si así fuera; si
apreciaba la verdadera oscuridad y las partes jodidas de un hombre.

Era un rasgo difícil de encontrar, ya que los hombres como él solo


tenían dos opciones. Ocultaban esa parte de sí mismos, o tenían la suerte
de encontrar a alguien tan jodida como ellos.

DING.

Ángel sacó su teléfono, mirando el texto que había recibido.

Era una pena con respecto a Adalyn, pero el hecho era que ambos ya
estaban tomados. Lo malo de esto era que ambos querían personas que no
los querían. El corazón de Adalyn quería al coco, y él quería una chica que
estaba enamorada de su hermano gemelo. Una chica de la que tenía que
esconder su verdadero yo.

Sin dejar de mirar su teléfono, volvió a leer el mensaje.

¿Dónde estás? Te extraño.


12
¿Cómo se siente saber que tus días
están contados?
Traducido por NaomiiMora

E l cadáver en el suelo miraba sin ver hacia el cielo mientras Lucca y


Sal miraban a su soldado caído. Lucca tenía un cigarrillo entre sus
labios mientras se ponía en cuclillas, necesitando revisar el cuerpo en
busca de otros signos de muerte. Desafortunadamente, la bala en su
cráneo les decía todo lo que necesitaban saber.

Dante inspiró profundamente, absorbiendo el aire helado e


intentando calmar la sangre que comenzaba a hervir dentro de él. Luego
cortó el silencio entre ellos con su tono frío:

—Sal, ve a ver qué puedes encontrar en las cámaras.

Sal asintió antes de desaparecer.

—¿Angel pudo haber hecho esto? —preguntó Dante una vez que Sal
se había retirado, sin querer hablar sobre eso delante de él.

El hecho era que el padre biológico de Sal era Lucifer. Y a pesar de


que Dante lo había sacado de las calles, Angel todavía era su hermano.
Nunca se había formado un vínculo fraternal entre él y los otros hijos de
Lucifer, aun así la sangre era sangre.

Lucca dio un duro golpe del bastón en su boca, todavía en cuclillas,


examinando cuidadosamente el cuerpo.

—No lo sé todavía.
—Incluso si no fuera Angel… —Miró el cuerpo que había llevado al
callejón trasero de su hotel casino, un mensaje—, la posibilidad de que
fuera un Luciano es jodidamente alta, especialmente desde que acabamos
de sacar a Lucifer.

Volviendo a ponerse de pie, Lucca comenzó a retirarse, necesitando


descubrir qué había pasado.

—Espero que ella lo valga —le dijo Dante en voz baja, incapaz de
contenerse más.

Lucca se detuvo al instante cuando volvió la cabeza hacia atrás.

—¿Que acabas de decir?

—Aquello después de Drago… —Bajó la mirada al cuerpo de uno de


sus mejores hombres—, y ahora Tom, espero que ella lo valga.

Dándose la vuelta, Lucca comenzó a acechar a su padre,


acercándose más y más hasta que estuvo a solo unos centímetros de
distancia. Luego se sacó el cigarrillo de la boca y sopló humo directamente
en la cara de su padre mientras colocaba la colilla justo en el pecho de la
chaqueta del traje de Dante.

—Jodidamente te mataré si alguna vez me vuelves a hablar de esa


manera. Y ambos sabemos que no dudaré.

Los ojos azul verdoso que miraban a Dante eran tan helados y
prometedores como la voz de su hijo. No había una cuestión de que si lo
haría. Sabía de primera mano de lo que Lucca era capaz.

—Entiende que, sin importar nada, Chloe siempre valdrá la pena.


Incluso si tuviera que meter una puta bala en el cerebro de mi propio
padre y enterrarlo a metro ochenta, lo haré. —Dejando caer la colilla al
suelo, desempolvó las cenizas de la chaqueta de su padre, revelando el
agujero quemado en el caro traje italiano—. Puedo quitarte todo. Tu
familia, tus hombres, esta ciudad. Podría tomarlo todo mañana si quisiera,
y nadie me cuestionaría. Me seguirían porque saben lo que podría ser esta
familia si yo la dirigiera.

La mandíbula de Dante se flexionó mientras miraba a su creación, lo


que había traído a este mundo.

—Estás envejeciendo, Padre... —Lucca sonrió levemente—. Dime,


¿qué se siente saber que tus días están contados? ¿Sabes que podría
terminar tu reinado en cualquier momento?

Mientras miraba a su hijo alejarse, podía sentirlo. La corona que


llevaba puesta en la cabeza por lo que parecía ser la mayor parte de su
vida estaba empezando a deslizarse.

***

Angel fue despertado en medio de la noche por un par de malvados


ojos azul verdosos. Esperó a que la hoja le cortara la garganta, sabiendo
que tenía que ser el final.

La muerte nunca lo había asustado. Solo asustaba a los que tenían


algo que perder.

—Levántate —siseó Lucca.

¿Que…?

Rápidamente se levantó, vistiéndose con algo de ropa.

—Ven, siéntate —ordenó Lucca, sacando un Zippo de su bolsillo.

Mientras Angel se sentaba frente a Lucca en la pequeña mesa con


dos sillas, Sal entró, hojeando objetos y atravesando la habitación y su
mierda.

Mierda, ella le dijo.

Asegurándose de mantener la calma, comenzó a devanarse el cerebro


con formas para salir de esto.

—¿No vas a preguntar por qué estamos aquí?

Angel le devolvió la mirada, sin miedo a la mirada incriminatoria que


Lucca le daba.

—Estaba esperando que tú me lo dijeras.

—¿Qué hiciste hoy, Angel?

—Hice lo que he hecho todos los días hasta ahora. Me levanto, y


luego Tom y yo recogemos a Adalyn. Vamos a la escuela, la dejamos ahí, y
luego volvemos aquí. He estado en mi habitación desde que regresé.

Cuando su colchón fue arrojado al suelo y con lo exhaustivamente


que se lo estaba mirando, comenzó a entender que algo había sucedido.

—¿Que está pasando?

Los ojos de Lucca no se apartaron de los suyos mientras se ponía un


cigarrillo en los labios y abría su encendedor, sin querer perderse ni una
sola expresión en el rostro de Angel.

—Tom fue encontrado en el callejón con una bala entre los ojos.

Mierda.

—Y, por lo que sabemos, tú fuiste el último en verlo con vida.

Esto era diferente a robar un jodido anillo. Este era el asesinato de


un respetado, de confianza y querido miembro de la familia. Demonios,
incluso él no tenía ningún problema con Tom.

Angel era un extraño, alguien que no pertenecía aquí, un miembro


de una familia cuyo odio por los Caruso era profundo. Esto era una mierda
y profunda y colosal que se había arrojado sobre él, una que podía hacer
que los Luciano dejaran de existir después de lo que Lucifer había hecho.
Todavía no se había dado su confianza, y el puente entre ellos ni siquiera
se había construido aún.

Angel se apretó el puente de la nariz, comenzando a recordar los


acontecimientos de esta tarde, sintiendo el peso de su familia sobre sus
hombros.

—Me dejó en el estacionamiento. Cuando lo dejé allí, estaba vivo... —


Mirando a los ojos de Lucca, lo dejó entrar, esperando que pudiera ver la
verdad—. Lo juro por Dios, estaba vivo cuando lo dejé.

—¿Estás seguro de eso? —Lucca arrojó humo a la habitación.

—Sí. ¿Por qué demonios mataría al hombre al que asignaste para


que me vigilara? —Angel cerró los ojos, dejándole ver lo suficiente—. No
eres estúpido, Lucca. Sé que me has descifrado. Sabes que soy más
inteligente que eso. Que si matara a un Caruso, no habría elegido a Tom ni
lo habría dejado en la puerta de tu casa. Y ambos sabemos que no lo
hubiera hecho con una jodida bala.

—No, supongo que no. —Lucca sabía que las armas no eran su
estilo—. Pero Dominic podría haberlo hecho, ¿no? Pasó directamente por la
parte posterior de su cabeza y salió por el frente. Fue un endemoniado
disparo con una pistola. —Levantó un dedo para señalar justo entre los
ojos de Angel—. Uno que solamente he visto que un hombre consiguiera
desde un centenar de metros de distancia.

—Dominic no lo hizo —aseguró Angel.

—¿Cómo sabes si no estuviste allí?

Angel sonrió.

—Porque él le habría disparado desde el frente.

Golpeando las cenizas con el suelo de la habitación del hotel, Lucca


dio golpe largo y fuerte, convirtiendo más del cigarrillo en cenizas.

—¿Quién crees que lo hizo, entonces?

—Yo debería hacerte esa pregunta. Si alguien lo supiera, serías tú.


Te he visto… —Hizo una pausa, acordándose de un viejo recuerdo—, en el
lado opuesto de las vías, mirándonos. Nos has estado observando durante
años, antes de ser el segundo al mando, antes de convertirte en el coco.

Ese comentario hizo que Sal dejara de mirar la ropa de Angel para
escuchar.

—Eres bueno, Lucca. No te habría visto si no me hubieras dejado.

Curvó un extremo de sus labios; luego desapareció casi antes de que


hubiera aparecido.

—No sé de lo que estás hablando.

Hubo silencio en la habitación por solo un momento antes de que la


voz de Sal lo rompiera.

—Está limpio. No puedo encontrar nada.

—Asegúrate de revisar mi teléfono. No quiero que se les pase nada —


les dijo Angel, queriendo que supieran que no tenía nada que esconder.

Sal le dio una gran sonrisa.

—Lo hice incluso antes de entrar a la habitación.

—Por supuesto, lo hiciste, Salvatore.

Angel arrastró su nombre mientras miraba a su medio hermano, el


único hijo de Lucifer que salió sano. Irónico para el único que había sido
criado en las calles y tomado bajo el ala de Dante. Era poético, realmente.
El hijo que su padre nunca había deseado terminó convirtiéndose en el
hijo que siempre quiso por las manos de su enemigo. Angel se preguntó si
Sal sabía quién era su padre y si estaba mirando directamente a la cara de
su propio hermano.

—Simplemente voy como Sal.

—Eso no es por lo que el resto del mundo te conoce —dijo antes de


que Sal saliera de la habitación, dejándolos solos.

Volviéndose a Lucca, no pudo evitar preguntar, sabiendo que de


todas las personas él tenía que saber la verdad:

—¿Lo sabe?

Lucca arrojó más cenizas al suelo.

—¿Por qué no le preguntas a él?

—Está mejor sin saber, ¿verdad? —No era una gran pregunta, sino
un hecho entre ellos.
Poniendo el cigarrillo sobre la mesa, Lucca advirtió:

—Ten cuidado, Angel. Cualquier cosa que hagas será juzgada de


aquí en adelante. Habrá Caruso que te culparán por esto, incluso si tu
nombre queda limpio.

Cuando Lucca comenzó a alejarse, Angel casi no podía creerlo.

—Entonces, ¿me crees?

La voz de Lucca era mortífera fue mortífera cuando dijo:

—¿Crees que aún estarías respirando si pensara por un segundo que


tú lo hiciste?

Ni por un segundo.

Cuando Lucca se fue, Angel miró la desordenada habitación hasta


que sus ojos se detuvieron en la mesita de noche donde solía estar el
anillo. Si lo hubieran encontrado, podría haber sido motivo de guerra. Esa
mocosa de alguna manera le había salvado la jodida vida.

Bueno, mierda.
13
Asesino Diferente
Traducido por NaomiiMora

E l escuchar las noticias rompió su corazón, la destrozó. Tom había estado


vigilándola a ella y a Lake por un tiempo, y ahora simplemente... se había
ido.

Había escuchado las acusaciones en susurros hacia Angel, pero no creía


que lo había hecho. No tendría ningún sentido. Al menos, decidió no creerlo hasta
que pudiera mirarlo a los ojos otra vez. Entonces lo sabría.

Si alguna vez vuelvo a verlo.

Dudaba que nunca más lo dejaran salir del hotel del casino.

Cuando el auto se detuvo para llevarla a la escuela, su mandíbula


prácticamente cayó al piso cuando vio a Angel sentado en el asiento del pasajero.
Casi no podía creerlo. Definitivamente era una buena señal el que estuviera allí,
porque eso significaba que Lucca no creía que Angel lo hubiera hecho. Lucca no
se arriesgaba con las chicas. Los que los vigilaban eran los más leales a los
Caruso. Por eso le gustaba Angel aunque era un idiota para ella, porque no creía
que Lucca lo hubiera elegido para vigilarla si no tenía una cualidad redentora con
respecto a él.

Deslizándose dentro del auto, tomó nota del conductor. Lo había visto un
par de veces antes y recordó que su nombre era Joey.

Al ver a Joey como el reemplazo de Tom, realmente le dolió que se hubiera


ido.

—Buenos días. —Trató de mantener su voz fuerte.

Sin responder, Joey comenzó a conducir con una mirada en su rostro fría
como una piedra.

Puede que Angel no la haya mirado, pero al menos finalmente dijo:

—Buenos días, Adalyn.


Mirándolo hoy, parecía... diferente. No asesino diferente; solo diferente.
Como si hubiera algo detrás de su voz. Que tal vez sabía que necesitaba escuchar
un “buenos días” después de escuchar lo de Tom.

Probablemente solo quiere recuperar el anillo.

El resto del camino fue en silencio, probablemente todos pensaban lo


mismo. Sin embargo, una cosa era segura; no quería saber lo que pensaba Joey.
También parecía diferente, pero en su caso, era un asesino diferente.

Joey se estacionó al lado del Escalade que llevaba al resto de las chicas
esperando a que llegaran. Cuando salieron del auto para reunirse con ellas, todas
se callaron cuando vieron a Angel.

—Estoy sorprendida de que no te hayan matado todavía —dijo Maria, sin


contenerse.

Adalyn miró los rostros de los hombres Caruso, sabiendo a qué se refería y
por qué Joey tenía una expresión tan odiosa. Todos piensan que lo hizo.

—Estoy aquí de pie porque no lo hice —le dijo Angel no solo a ella, sino a
Joey, a los otros Caruso, y a una sombría Lake y a Elle.

—Eso es lo que dice mi hermano. —La rubia alta y de piernas largas lo


miró de arriba abajo—. Por ahora, de todos modos.

El disgusto en los rostros de los Caruso solo creció. Prácticamente podías


sentir el calor de su furia irradiando de sus cuerpos, mientras que Angel de
alguna manera se veía indiferente y calmado.

Los tacones de Maria chasquearon en el pavimento mientras se acercaba a


él.

—Dios te ayude si tuviste algo que ver con eso. Estoy segura de que las
manos de Joey están ansiosas de matar al asesino de su primo.

Un gruñido bajo vino de Joey.

—No puedo esperar.

En los labios de Maria había una sonrisa casi malvada mientras Elle y ella
se marchaban, dirigiéndose a sus clases con sus guardias. Eso dejaba al resto el
caminar hacia su primera clase.

Está completamente loca, ¿no?


Comenzando a caminar, se sorprendió un poco cuando fue ligeramente
atraída hacia atrás por el brazo para caminar un poco detrás de Lake y Joey.
Angel luego la acercó más, susurrando solo para que sus oídos escucharan:

—Necesito hablar contigo... a solas. Di que quieres nuggets de pollo del


patio de comida y asegúrate de que tus amigos no te sigan.

—Está bien —susurró con un escalofrío por su dureza mientras dejaba


caer su brazo y ponía distancia entre ellos una vez más.

No sabía de lo que quería hablar, solo podía suponer que tenía que ver con
Joey. Sin embargo, una parte de ella tenía que saberlo. ¿Era tonta por estar de
acuerdo? Probablemente. Pero los nuggets estaban involucrados, y eso era todo lo
que necesitaba.

Mientras llegaban al salón de clases, por la expresión feroz de Joey, solo


podía preguntarse si Angel todavía estaría vivo y respirando cuando regresara.
Antes de entrar, silenciosamente le dio una cara de buena maldita suerte.

En el segundo en que las chicas tocaron sus asientos, comenzaron a


hablar, con Adalyn inclinándose primero.

—Necesito otro favor.

—Oh Dios, no otra vez —gimió Lake, incapaz de guardar más secretos de
Vincent.

—Solo necesito que no quieran ir por nuggets de pollo para poder hablar a
solas con Angel, porque no creo que Joey nos dé muchas oportunidades —habló
rápidamente, como si el favor no fuera gran cosa.

—Adalyn, ¿crees que es seguro?

—No va a intentar nada en un lugar público. Si lo hace, gritaré.

Lake asintió, sabiendo muy bien que era capaz de eso.

—¿Crees que lo hizo?

Adalyn no respondió de inmediato, pensando cuidadosamente si lo hizo o


no.

—No creo que lo haya hecho.

—¡Bueno, eso no suena muy convincente! —Lake susurró con dureza.


—No puedo decirlo con certeza porque no estaba allí, pero mi instinto me
dice que no. Realmente no tiene sentido el matar a Tom. Eso es demasiado obvio,
si lo piensas.

Lake guardó silencio, pensando en sus palabras, claramente conociendo


que lo que Adalyn decía tenía sentido.

—Espero por tu bien que no lo haya hecho.

Estaba confundida.

—¿Mi bien?

—Sí, porque te gusta; puedo notarlo. —Su mejor amiga la detuvo antes de
que pudiera objetar—. Y alguien tan caliente como él no debería desperdiciarse.
¿Alguna vez descubriste si puede andar en patineta?

Comenzó a reír, pensando que podría ser más por el bien de Lake que por
el de ella.

—No, pero algo me dice que no debería decirte si descubro que puede.

—Creo que te odiaría para siempre si me ocultaras esa visión.

Realmente no te culparía.

—¿Pero me haces un favor? —preguntó Lake.

—¿Qué?

—No me digas si no puede. —Cualquiera prácticamente podía ver en sus


ojos a Angel montando la patineta—. Lo arruinarás.

Las chicas continuaron hablando de la muerte de Tom durante la clase y


durante todo el día, tratando de descubrir quién podría haberlo hecho. Una cosa
era segura; no se veía bien para Angel o su familia.

Una vez terminadas las clases de la mañana, se dirigieron a la cafetería


para reunirse con Elle y Maria, y las encontraron comiendo la ensalada del día.

—¿Maria te está contagiando, Elle?

—Es bueno comer una ensalada de vez en cuando —le dijo Elle, pero por la
forma en que la estaba mirando, Adalyn no estaba segura de si estaba tratando
de convencerse a sí misma o a ella.

—Sí, una ensalada grande y abundante con pollo, no una simple ensalada
—la corrigió Adalyn.
—Sí, voy a conseguir una hamburguesa con queso. —Lake miró
boquiabierta a un estudiante que acababa de sentarse con una.

Elle miró por encima para ver lo que estaba mirando. Incapaz de resistirse,
dijo:

—¿Puedes tomar una extra para mí?

Con todas riéndose todos menos una, Maria la miró decepcionada.

—Débil.

—No te preocupes, Elle. —Adalyn le sonrió—. Soy débil también, porque


voy a conseguir Nuggets de pollo. Diviértanse todas. —Rápidamente se giró para
irse con Angel, esperando que se quedara así.

—¿A dónde crees que vas, Luciano? —La dura voz de Joey fue la que los
detuvo.

—Llevarla a buscar sus Nuggets —respondió Angel.

Puso una mano en el pecho de Angel, deteniéndolo.

—Jodidamente no lo creo.

—Lucca me la asignó. —Mirándolo con muerte en los ojos, mantuvo su voz


firme—. Ella es mi responsabilidad.

Todas las chicas se quedaron allí, atónitas ante lo que se desarrollaba ante
ellas. Me gusta este Angel.

—No te dejaré solo con ella.

—Entonces síguenos. —Angel se adelantó, arrojando la mano de Joey de


su pecho.

—Ni siquiera te daría la tarjeta de crédito para pagarle la comida —Joey


prácticamente le escupió.

—No lo hagas. Pagaré por eso. —Se encogió de hombros, todavía


alejándose.

Prácticamente riendo, Joey no pudo evitar darle un último empujón.

—Tu dinero está sucio.


Angel se detuvo. Dando media vuelta, se acercó a Joey, pecho contra
pecho, su voz tenía un tono mortal ahora que su familia había sido traída a la
conversación.

—¿Exactamente qué te hace pensar que tu dinero está limpio?

Adalyn sabía a qué se refería con eso. Los Caruso tampoco ganaban su
dinero cien por ciento legalmente.

—Es más limpio que el dinero de armas de tu familia.

—El dinero sucio es dinero sucio. Y desafortunadamente para ti, eres tan
sucio como yo.

Joey acercó su rostro al de Angel.

—¿Cómo duermes por la noche cuando oyes que un niño murió por un
arma que tu familia vendió?

Los ojos de Adalyn se agrandaron. Conocía la mirada que estaba llegando a


los ojos de Angel. Necesitaba alejarlo ahora.

Poniéndole una mano en el brazo, tiró para sacarlo de ahí, agradeciendo


cuando finalmente comenzó a alejarse.

—Quita tus jodidas manos de él —espetó Joey—. Nadie va a ninguna parte.


Puedes comer una hamburguesa o una ensalada como el resto de ellas, o no
comer en absoluto. Realmente no me importa una mierda.

—Como dije, ella es mi responsabilidad, así que no le hables de esa manera


—amenazó Angel mientras empujaba a Adalyn detrás de él.

—Puedo hablarle jodi…

—En realidad, no puedes —intervino una voz suave. No fue hasta que
todos volvieron la cabeza hacia Maria que ella continuó—. Debes irte ahora.

Oh, mierda.

El rostro de todos, incluido el de Angel, tenía la misma expresión de oh


mierda que acababa de filtrarse en sus mentes.

Hubo varios momentos incómodos de silencio antes de que Joey lograra


asentir, luego dejó la cafetería. Prácticamente podías ver el vapor que salía de él
por la vergüenza de recibir un regaño de la Maria Caruso y no había nada que
pudiera hacer al respecto.

—¿Adalyn?
Tragando, miró a la princesa de la mafia, que sin lugar a dudas gobernaba
todo.

—¿Sí?

—Siéntate y come una hamburguesa —dijo con un chasquido de sus


dedos.

Una cosa que Adalyn no era... era estúpida.

—Está bien.
14
Reglas por las que Vivir y Morir
Traducido por krispipe

A dalyn y Lake estaban en el baño ese mismo día más tarde, secándose
las manos, cuando alguien que definitivamente no era una mujer
entró por la puerta.

—¿Qué diablos? —farfulló Lake, mirando en el espejo su reflejo.

—Angel, ¿estás loco? —gritó Adalyn, mirando a su alrededor para ver


si había alguien más allí.

—Probablemente —dijo antes de mirar a Lake. Lo que salió de su


boca después no fue una solicitud sino una demanda—. Necesito que
hagas algo por mí.

—¿Qué? —respondió Lake nerviosamente.

—Mira la puerta y dime si ese idiota comienza a regresar.

Las chicas parecieron confundidas por un segundo. Entonces Lake


descubrió que se refería al guardaespaldas de Maria, que había tomado el
lugar de Joey.

—¿Te refieres a Todd?

—Sí, él. Creo que está tratando de follar con algún profesor, pero
necesito que esta puerta esté protegida.

De acuerdo, tal vez Todd es un idiota.

Sintiéndose aprensiva, Lake miró a su amiga, sin saber si esto era


una buena idea. Cuando Adalyn asintió, sin embargo, se rindió, sabiendo
que estaría justo al otro lado de esa puerta si todo sucedía allí.
Una vez que la puerta se cerró con la partida de Lake, Adalyn
observó a Angel moverse, esperando que se detuviera delante de ella, pero
no lo hizo. En su lugar, lentamente comenzó a caminar a su alrededor,
rodeándola con un movimiento parecido a un látigo mientras sus ojos
danzaban por todo su cuerpo. Con un escalofrío en su piel, empezó a tener
la sensación de que se estaba convirtiendo en su presa.

—¿Q-qué estás haciendo?

Esta vez cuando fue detrás de ella, ligeramente sacó algunos


zarcillos de sus hombros, colocándolos al frente.

—¿Por qué no me tienes miedo? Incluso ahora mismo, cuando


deberías, no lo tienes.

Su lengua asomó para lamer su labio inferior mientras pensaba en


sus palabras. Él tenía razón. Su piel podría haberse enfriado, y
nerviosismo sonó en su voz al verlo caminar alrededor, pero no era por
miedo. Era por haber sido despertado. Sin embargo, ella no podía decirle
eso.

—Simplemente no me asustas.

—¿Qué pasa si maté a Tom? —Esas palabras parecieron resonar por


toda la habitación.

Fijando sus ojos en los de él cuando dobló la parte delantera, ella se


quedó inmóvil.

—¿Lo hiciste?

—He hecho muchas cosas malas, dulzura. —Abrió sus ojos


sombreados para mostrarle que no era un hombre de mucha moral—. Pero
matar a Tom no fue una de ellas.

El hormigueo en su piel solo se intensificó. No podía explicar cómo o


por qué, pero sabía que estaba indudablemente diciendo la verdad. Era
como si su alma se lo estuviera diciendo.

Angel se acercó más, esta vez deteniéndose justo en frente de ella. La


respiración de Adalyn desapareció cuando él tocó su grueso labio inferior
con un dedo largo y comenzó a masajear y burlarse de la zona sensible.
Dando un último paso hacia adelante, presionó su cuerpo contra el de ella
mientras murmuraba oscuramente:

—Tienes suerte de haber salvado mi vida robando el anillo.

Su cuerpo estaba gritando ahora. No podía comprender


completamente lo que él le estaba diciendo.

—¿E-eh?

Una leve sonrisa separó sus labios al saber el efecto que tenía sobre
ella.

—Registraron mi habitación la pasada noche y no encontraron nada,


gracias a ti, dulzura.

Adalyn no sabía si debería de estar orgullosa de ese hecho, pero en


este momento, de alguna jodida forma, lo estaba.

¿Qué me está haciendo?

—Supongo… —Angel movió su mano hacia abajo para agarrar


firmemente su barbilla, levantándola y haciéndola poner de puntillas—,
que quería decir gracias.

Su cálida voz fue lo último que oyó antes de que acercara su cálida
boca a la de ella.

Fue un beso simple, casi inocente, pero tenía una aspereza que la
sacudió hasta el fondo. Era como verdadera, absoluta, dulce felicidad; del
tipo que no sabías que existía hasta que estabas muerto de miedo por su
final. Era un sentimiento que no debería tener con un hombre como Angel
y con un beso así, que lo hacía la cosa más íntima y hermosamente
impresionante que jamás hubiera experimentado.

Uno que sería imposible olvidar porque era…

Simplemente perfección.

Apartando sus labios de los de ella, la mantuvo justo donde la


quería, sujetando fuertemente su barbilla, sin dejarla caer de sus dedos de
los pies por el momento. Había una última cosa que tenía que decir.
—Tal vez acabas de salvar tu propia vida, dulzura, o tal vez la hayas
costeado. —Con eso, una confusa Adalyn fue liberada.

Lo vio alejarse, su mente lentamente volviendo a estar en línea. No


sabía si él quería decir que tomar el anillo la había salvado o costado la
vida, o…

Si había sido eso beso.

***

Mierda.

Eso no era lo que había planeado—besarla así—pero había sido tan


maleable, tan sumisa debajo de él. Cómo ella anhelaba a un hombre sin
moral, uno que era malvado, corrupto, un hombre… como él.

Nunca antes había conocido a alguien como ella. Alguien que quería
esas cualidades en un hombre aún era todo lo contrario a ella misma.
Adalyn era pura y divertida, pero por dentro, tenía un lado desesperado
por salir. Un lado qué él era capaz de sacar. Un lado que nunca había
experimentado antes porque las mujeres con las que había tratado eran
malvadas por fuera o demasiado buenas por dentro.

Podía ser su verdadero yo con ella, pero era una mercancía que solo
vendría con una etiqueta de alto precio.

Había ciertas cosas que los hombres de Luciano nunca debían


hacer, una lista de reglas por las que vivir y morir, y besarla, a una
Caruso, estaba en la lista de ‘no hacer’. Una cosa era segura ahora…

Habría un infierno que pagar.


15
Fuerza de Mil Balas
Traducido por krispipe

U no… Dos…Tres…Cuatro… Angel no sabía cuánto tiempo había pasado


desde que la puerta del armario había sido cerrada.

Cinco…Seis…Siete…Ocho… Todo lo que sabía era que estaba


hambriento, sediento, y dolorido.

Nueve…Diez…Once…Doce… Y a pesar que estaba tan oscuro como el


carbón allí, sentía como si el ya pequeño espacio se hubiera hecho cada vez
más pequeño con cada hora que pasaba.

Trece…Catorce…Quince… Era casi como un juego para ver quién se


quebraría…

QUEBRARÍA.

…primero. Para ver quién se rompería…

ROMPERÍA…

…Antes de que Angel pudiera incluso despertar lo suficiente y


moverse de su cama, uno de los hombres enmascarados estaba sacándolo
de allí. Los ruidos que había estado escuchando eran su puerta siendo
arruinada, pero su pesadilla había sido demasiado fuerte para ser sacado
de ella. En este momento, ya era demasiado tarde…

Tres hombres con máscaras de esquí negras fue todo lo que pudo ver
antes de levantar los brazos para protegerse la cara.

Acostado allí en el suelo de su habitación de hotel, recibió la paliza


de su vida.
Las obscenidades que dijeron fueran las que había escuchado desde
su nacimiento.

—Jodido pedazo de mierda.

—Todos los Luciano sois iguales.

—Hijos de puta perezosos.

—Repugnante perra tatuada.

Todas palabras que había escuchado repetidamente, palabras que


habían sido grabadas en su piel como los tatuajes que habían sido
impresos en su cuerpo. Excepto que estaban más profundas que sus
tatuajes. Arañaban cicatrices en su alma.

Casi no había una parte de su cuerpo que no hubiera sido golpeada


cuando los hombres enmascarados se detuvieron para recuperar el aliento.
Una persona normal se habría desmayado del dolor, pero esto solo lo hizo
sentir más vivo.

—Deberíamos haberlos matado a cada uno de ustedes con su


maldito padre enfermo.

Angel comenzó a reír como loco a través del dolor de sus heridas
mientras miraba al hombre que había sido el más vocal. Recordando esa
voz, sabía exactamente a quién pertenecía.

—¿De verdad crees que te escondes de mí con esa máscara? ¡Por qué
no te la quitas y te enfrentas a mí como un hombre! —escupió en el suelo,
sangre golpeando los zapatos del hombre.

Quitándose la máscara reveló a un Joey intenso, que le dio una


promesa vitalicia.

—Voy a matarte un día. Voy a matarlos a cada uno de ustedes hasta


que el nombre Luciano no exista.

Cualquier gris en los ojos de Angel se desvaneció en las esferas


negras que ahora perforaban a Joey con una fuerza de mil balas que lo
desafiaron a cumplir su promesa.

—Estoy jodidamente impaciente.


Oyendo un ruido, Joey se volvió a poner la máscara antes de que él y
otra figura enmascarada se dirigieran a la puerta. El último, que parecía
ser el mayor atacante, se quedó un momento más para contarle al
maltratado Angel una cosa.

—No vine aquí por Tom —dijo la voz vacía mientras se inclinaba para
tomar el cuello de Angel entre sus manos, su agarre lentamente comenzó a
apretarse más y más—. Esto es por Drago.

Con su vida huyendo, Angel comenzó a archivar cada detalle que


podía sobre el hombre: su tamaño, su voz, sus ojos…

…Hasta que todos desaparecieron.

***

Cuando el Escalade llegó a su casa a la mañana siguiente, el corazón


de Adalyn se hundió tanto que casi se cae de rodillas. Instintivamente
supo que algo estaba mal.

Era una locura cómo algo que solía ser tan normal ahora podía
sentirse tan mal. Pensó que echaba de menos ser recogida en el Escalade
con las otras chicas, pero resultó que no lo hacía en absoluto. Resultó que
estaba de vuelta a lo que una vez parecía desmoronar su futuro.
16
Te Encontraré
Traducido por Rose_Poison1324

¿ Has oído algo? —Los ojos de Adalyn suplicaron a Lake que supiera
algo, cualquier cosa. Su alma le dijo que él podría estar en problemas,
lo que la asustó, y después de preguntar e irse a su habitación de hotel,
apareció vacía.

Habían pasado tres días desde la última vez que había visto a Angel.
Tres días desde ese beso de su vida. Y a pesar de que probablemente
estaba mejor sin verlo nunca más, no pudo evitar preguntarse qué
exactamente estaba sucediendo entre ellos. Encontrar su ‘pequeño juego’
la atrajo más que antes, no quería que terminara tan pronto.

Todo lo que Lake podía hacer era sacudir la cabeza solemnemente.

—Algo malo le pasó. —Sintió que se derrumbaba—. Puedo sentirlo.

—Creo que algo sucedió —admitió Lake finalmente mientras se


acercaba a su amiga, manteniéndola la voz baja—. Cada vez que le
pregunté a Vincent sobre él, no respondió realmente.

Adalyn tragó el vómito que estaba subiendo. Cada vez que alguien
desaparece en la mafia, significa solo una cosa.

—¿Qué pasa si él…?

—Aún no lo sabes —Lake trató de consolar.

No, Adalyn no lo sabía. No sabía nada; ese era el problema. Al menos


necesitaba saber lo que le sucedió. Siempre era mejor saber que no saber.
No importaba el costo.

***
—¿Qué estás haciendo? —preguntó Sal cuando Adalyn siguió
caminando.

Ella no abrió la boca ni se giró, decidida a verlo.

Sal siguió yendo tras ella.

—No puedes hacer eso. Él está con alguien.

—Pruébame —le ladró.

Cuando levantó la mano para golpear la puerta, Sal intentó


detenerla, pero ella lo pateó en las bolas.

— ¿Qué mierda?

—¿Dónde está él? —Golpeó la puerta cuando Sal cayó al suelo.

—Tú pequeña p…

—¡Sé que estás ahí, Lucca! —gritó, y siguió golpeando la puerta.

Cuando la puerta de su oficina finalmente y rápidamente se abrió,


casi golpea el pecho de Lucca.

Un demonio muy infeliz y furioso la miró.

—Lo siento, pero ella me dio una patada en las... bolas. —La voz de
Sal era muy aguda.

—¿Dónde está? —preguntó con una expresión determinada. No le


importaba qué tan aterrador o que tan increíblemente caliente lucía Lucca
cuando estaba enojado; no se iría hasta que tuviera respuestas.

—Vete —fue todo lo que él dijo antes de que comenzara a cerrar la


puerta, pero se detuvo cuando un pequeño cuerpo con largo cabello negro
salió de detrás de él.

Una ceja con cicatrices se levantó.

—¿Quién?
Adalyn estaba sorprendida de que Chloe hubiera aparecido detrás de
él. ¿Se había estado escondiendo detrás de él? ¿Qué estaban haciendo allí?
¡Concéntrate, Adalyn!

—Angel —Adalyn finalmente respondió.

Cuando un leve matiz de dolor apareció en los ojos de Chloe ante la


mención de su nombre, toda la furia de Adalyn la abandonó. Entendió que
Angel era el hijo de Lucifer, pero no era quien era para ella.

Sintió que comenzaba a suplicarle.

—Ha estado desaparecido, y nadie me dice dónde está.

Chloe la miró por un momento, luego inclinó su cabeza hacia Lucca.

—¿Dónde está?

Lucca lenta y visiblemente comenzó a perder el control. Luego volvió


su cabeza hacia Adalyn, silenciosamente matándola con la mirada antes
de rendirse.

—Sal, levántate.

Sal logró pararse con sus manos protegiendo sus posesiones.

—Déjala verlo —fue todo lo que dijo antes de que la puerta se cerrara
de golpe en su rostro.

—¡Gracias, Chloe! —gritó Adalyn, sonriendo a la puerta.

Se dio la vuelta para ver a un Sal muy cabreado, era la primera vez
que lo veía enojado, lo cual fue extraño.

Dándole una sonrisa impotente, trató de reírse.

—Lo siento. No sé qué me pasó.

Silencio fue todo lo que obtuvo.

—¿Están... bien? —preguntó ella, recordando cómo podría haberlos


pateado un poco demasiado fuerte.

—No. No, no lo están. —Se ajustó ligeramente antes de irse.

Oops.
Adalyn siguió a Sal, sin saber a dónde la estaba llevando hasta que
bajaron del elevador en el noveno piso, luego fueron a una habitación de
hotel al azar. Vio como Sal sacaba una tarjeta de su bolsillo, luego la
deslizó adentro, desbloqueando la puerta.

—¿Aquí? —preguntó en voz baja, de repente nerviosa, sin saber qué


esperar del otro lado de la puerta.

Asintiendo, Sal abrió la puerta para que entrara.

Entrando a la habitación que se parecía mucho a en la que Angel


había estado antes, prácticamente saltó cuando la puerta se cerró detrás
de ella. Luego fue de puntillas más lejos, sin verlo hasta que la cama
apareció a la vista. Jadeó ante la vista, casi incapaz de creerlo.

Caminando hacia él, las lágrimas comenzando a llenar sus ojos, vio
que estaba todo negro y azul, severamente golpeado. Colocando una mano
en el brazo de Ángel durmiendo, rápidamente la retiró cuando él se
despertó con una fuerza que no se veía que debería haber sido posible en
su condición. Parecía como si hubiera despertado de una pesadilla y
estuviera listo para luchar.

—¿Qué diablos estás haciendo aquí? —espetó, tratando de sentarse


lentamente y ponerse cómodo. La forma en que se había despertado no
había ayudado a sus heridas.

—Lo siento. No quise asustarte. Yo solo... —Tratando de calmar sus


nervios por el susto, tomó aliento, preguntándose si debería admitir la
verdad. Entonces lo hizo—: Estaba preocupada por ti.

Mirándola fijamente por un momento, él se relajó, perdiendo su


expresión dura.

—¿Estabas preocupada por mí?

—Sí. Pensé que algo podría haberte sucedido, y parece que tenía
razón. —Cuando dio un paso hacia él, sus ojos se nublaron un poco al
verlo así. Había hematomas cubriendo su rostro y otras partes que ella
podía ver que no estaban cubiertas por su camiseta aunque eran difíciles
de ver con todos sus tatuajes oscuros.

Al darse cuenta de su angustia, él pareció tomar un temperamento


diferente.
—Solo me golpearon un poco, es todo.

¿Está siendo... dulce?

Ella soltó una risita mientras trataba de secarse los ojos.

—¿Un poco?

Él intentó reírse pero no era realmente capaz.

—De acuerdo, tal vez golpearon la mierda fuera de mí, pero para ser
justos, eran tres.

—¿Tres? ¿Quiénes eran? —Tuvo suerte de estar mirando a un


hombre y no a un puré de patatas.

—No imp…

—Sí, lo hace. —Lo miró fijamente, dándose cuenta de que tenían que
ser Caruso—. Joey era uno de ellos, ¿no? ¿Qué pasa si lo vuelve a hacer?

Ese dulce temperamento desapareció en un instante.

—Ese es mi problema, dulzura, no tuyo. Lidiaré con ello.

Al ver la mirada de retribución en sus ojos, Adalyn asintió


lentamente.

—¿Cómo me encontraste? ¿Quién incluso te deja entrar?

Mordiéndose el labio, debatió sobre decirle la verdad.

—Pude haber pateado a Sal en las bolas tratando de hablar con


Lucca para que me dijera dónde estabas. Sal me dejó entrar. —Sonrió en
la última parte.

Divertido, Angel curvó sus labios, sonriendo.

—¿De verdad lo hiciste?

—Lo hice —admitió Adalyn con una sonrisa—. Nadie me decía dónde
estabas o a dónde fuiste, y no pude contactarme contigo. Pensé que
podrías haber muerto.

—Dame tu teléfono —exigió.


Haciendo lo que le pidió, se lo entregó sumisamente.
Tocando la pantalla, logró escribir con el brazo que no se había lastimado
demasiado.

—Te estoy dando mi número, pero sabes que mi teléfono está siendo
vigilado, así que solo contácteme si me necesitas.

—Está bien. —Se sintió mejor ahora sabiendo que podría encontrarlo
si desaparecía de nuevo.

Cuando él devolvió su teléfono, ella extendió la mano para agarrarlo,


luego se encontró atrapada y arrastrada a la cama para sentarse a su lado.
Conmocionada al principio, en el segundo que él puso su mano en su
mandíbula, se derritió en eso.

—Adalyn, hay algo más que necesito de ti. —Su tono se volvió tan
oscuro como sus ojos que ahora la perforaban—. Puse una dirección en tu
teléfono debajo de mi contacto.

Su corazón estaba latiendo fuera de su pecho sin saber si le gustaba


a dónde iba esto.

—Si algo me sucede, necesito que te asegures de que mi amigo y solo


mi amigo obtenga el anillo.

Negando con la cabeza, no le gustó lo que estaba diciendo.

—No te va a pasar nada.

Lentamente rozó sus nudillos contra su mejilla.

—No pertenezco aquí, dulzura; tú lo sabes.

Se lo había dicho tan simplemente, y sabía que tenía razón, tan


triste como ese hecho era. Recordó lo que ella misma le había dicho
cuando lo conoció. Estás en territorio enemigo. Mientras él estuviera allí,
nunca estaría a salvo.

Asintiendo, accedió a hacerlo por él.

—Prométemelo. —Él no preguntó, sino ordenó que escucharlo de


ella.

Susurrando su promesa, le dio lo que quería.


—Lo prometo, Angel.

—Gracias. —Sonrió y continuó su movimiento solo por un segundo


más antes de dejarla ir—. Será mejor que te vayas antes de que Sal o
Lucca vuelvan para ver cómo estás.

—¿Te volveré a ver? —Adalyn se mordió el labio, no queriendo


apartarse de su lado. No sabía lo que esto significaba para Angel, si podía
o cuándo volvería a mirarla en la escuela, o incluso si Lucca lo permitiría,
teniendo en cuenta que los Caruso lo odiaban tanto.

—No sé cuándo podré volver a verte, pero te encontraré, dulzura —


hizo su propia promesa esta vez—. Aún necesito el anillo que me robaste,
¿recuerdas?

—Oh, sí. —Sonrió, pero definitivamente no lo recuperarás pronto.

Tomando aliento, aseguró que volvería a verlo, comenzó a irse, pero


luego recordó que al menos necesitaba un nombre a quién devolverle el
anillo.

—¿Cuál es el nombre de tu amigo?

Levantándose de la cama, herida y herida por el nombre que le había


dado, se alejó de él.

Escuchar ese nombre, le había quemado el alma. Fue en la forma en


que lo había dicho, la forma en que había formado ese hermoso nombre, la
forma en que sonó cuando había pasado por sus labios, y la mirada en sus
ojos mientras lo hacía. Era algo que solo una mujer entendería cuando el
hombre por el que se estaba enamorando decía el nombre de otra mujer.

Era un nombre que nunca olvidaría, sin importar cuan


desesperadamente lo quisiera.

Bella.
17
Soy y siempre tendré sangre Luciano
Traducido por Rimed

¿ Cómo te sientes? —preguntó Lucca, tomando asiento en la esquina


del cuarto.

Angel ni siquiera volteó su cabeza para mirarlo, sabiendo quien era.

—¿Cómo mierda crees? Tus hombres casi me golpean hasta la


muerte.

Encendiendo y apagando su encendedor, comenzó a girar el fuego


entre sus dedos.

—Lo siento por eso.

Maldito cabrón, ni siquiera se estaba disculpando por sus hombres.

—¿Puedes nombrarlos? —preguntó él, cerrando su encendedor.

Entonces Angel lo miró, sabiendo exactamente por qué quería saber.


¿Y dejarte tener toda la diversión?

—No.

Asintiendo, Lucca se levantó, aproximándose hacia él para que no


tuviera que utilizar energía para mirarlo.

—Te prometo esto, no volverá a ocurrir.

—Así que, supongo que aún no me dejarás ir. —Se volvió a hundir
en la cama, derrotado. Había pensado que al menos el que le sacaran la
mierda le daría una tarjeta de salida de prisión.

—No puedo hacer eso. No hasta que nuestras familias encuentren


nuevamente la paz y no hasta que averigüe quien asesinó a Tom.
Mierda. Iba a estar rodeado de Caruso por siempre.

—Puedo, sin embargo, comenzar a tratarte como a uno de mis


hombres —dijo simplemente Lucca.

Sorprendido, Angel no sabía si lo había oído correctamente.

—¿Qué?

—A partir de mañana, serás un soldado de la familia Caruso y serás


compensado como tal por el momento. Esto significa que respondes ante
mí o mi padre. —La última parte era la más importante y venía con una
advertencia del segundo al mando. Si aceptaba, significaría que ahora el
moriría y llevaría sangre de los Caruso, para quienes estaba trabajando
ahora, quienes había llegado a creer eran sus enemigos jurados por toda
su existencia. Por otra parte, golpeado, sangrando y atrapado no tenía
mucha opción. Su sangre era Luciano y eso no iba a cambiar.

Angel asintió, esperando silenciosamente que ese consentimiento no


regresara a atormentarlo.

Antes de que Lucca se fuera, había algo que el quería.

—Tengo una condición.

—¿Cuál es?

Bajando la mirada hacia Lucca, le hizo saber que sería un factor


decisivo.

—Haré mi trabajo y protegeré a Adalyn sin que ninguno de tus


hombres me vigile.

—Bien. —Lucca lo miró de vuelta, su voz dando un giro mortal—.


Sin embargo, Angel, si traicionas mi confianza, será lo último que hagas.

***
Una semana después…

Mientras ella salía al exterior, el aire parecía fresco. Iba a comenzar a


nevar en cualquier momento. Adalyn agradecería un cambio en este
momento. Había sido una larga semana desde la última vez que había
visto a Angel; solo esperaba que él siguiera respirando.

La escuela no parecía lo mismo sin él. A decir verdad, su vida no


parecía la misma sin él. Él había resultado ser la sorpresa de su vida, y
ella realmente sentía que había cambiado su vida para siempre. Había
algunas personas que podían hacerte eso, incluso si solo los conocías por
un segundo. Simplemente nunca puedes olvidarlos.

Mientras esperaba que el Escalade la recogiera, se sorprendió de


descubrir que nunca apareció. En su lugar, estaba el auto que Tom solía
usar para recogerla.

Genial, otro más.

No fue hasta que el auto se detuvo junto a ella que fue capaz de ver
quien estaba tras el oscuro cristal.

Angel, llevando lentes de sol, bajó la ventana del pasajero cuando


ella simplemente se quedó de pie sorprendida.

—¿Vas a entrar, dulzura?

—Aún estás vivo —susurró ella, aún aturdida, sin esperar en lo más
mínimo que volviera tan pronto.

Cuando permaneció sin entrar, él abrió su puerta y salió para ir


hacia el otro lado. Divertido, abrió la puerta del pasajero para ella.

—Soy mucho más difícil de matar que eso.

Los labios de ella se curvaron en una sonrisa y fue finalmente capaz


de entrar en el auto.

—Puedo ver eso.

Viéndolo cerrar su puerta antes de volver a subirse, pudo ver por sus
movimientos lentos que aún no volvía a la normalidad, y mirando su perfil
ahora, podía ver el motivo por el que llevaba lentes oscuros, su rostro
seguía con moretones.
Todavía mirando a los moretones, de hecho le dolió por él.

—¿Duele?

—No —respondió él con sinceridad—. El dolor no es realmente un


problema para mí.

Mirando sus manos con tinta mientras giraba el volante, sabía que él
debía ser un fenómeno.

—Apuesto que no con tantos tatuajes.

—Disfruto ser tatuado —admitió con una sonrisa medio siniestra.

Lo sabía.

—¿Cuántos tienes?

—Demasiados para contar.

Su ceja se levantó mientras se volvía demasiado curiosa para su


propio bien.

—¿Qué tan cubierto estás?

Él estuvo callado por un momento antes de responder.

—Casi completamente.

Eso no ayudó a su imaginación. Solo hacía que quisiera saber qué


tan extraño era. Sin embargo, supuso que no sería educado preguntar si
su trasero o su pene estaban tatuadas también, así que en su lugar hizo
una pregunta razonable.

—¿Qué edad tenías cuando te hiciste el primero?

—Dieciséis.

—¿Dieciséis? ¿Es eso siquiera legal? —No era de extrañar que ya


estuviera cubierto en tatuajes.

Sonriendo, él rio.

—Con permiso de algún padre, sí. Pero en mi caso, era ilegal. Tengo,
sin embargo, un gran artista de tatuajes, así que salió bien.
—¿Te metiste en problemas?

—No. Los tatuajes no son gran cosa en nuestra familia. Casi todos
tienen.

—Oh. —Los Luciano eran muy diferentes de los Caruso, eso estaba
claro.

Con el silencio llenando el auto y ahora que su asombro de verlo se


había ido, se dio cuenta de que la estaba llevando a la escuela solo.

—¿Nadie más vino contigo?

Él miró en el espejo retrovisor a los autos que seguían detrás de él.

—Lucca accedió a confiar en mí, pero asumo que sigo siendo


vigilado.

¿Lucca accedió a confiar en él?

—Así que, ¿qué significa eso?

—Me pidió trabajar con él legítimamente mientras estoy aquí. —


Bueno, aquí como forzado a estar aquí.

—¿En serio? —Casi no podía creerlo. Esto era inaudito.

Angel asintió mientras se estacionaba junto a la Escalade.

—Así que, ¿es como si fueras un Caruso?

Mirando los rostros de las chicas y los Caruso que eran una mezcla
de incredulidad y disgusto lo decía todo.

—No, soy y siempre tendré sangre Luciano.


18
Mierda que solo sucede en Novelas
Románticas
Traducido por Rose_Poison1324

L ake y Adalyn se miraron cuando Angel no se quedó afuera de la


puerta, sino que las siguió dentro de su salón de clases.

—¿Qué estás haciendo? —preguntó Adalyn cuando terminó


sentándose detrás de ellos.

Angel se reclinó en su asiento, poniéndose cómodo.

—No quiero quedarme afuera como un perro. Puedo vigilarlas mejor


a las dos desde aquí, ¿no?

—Tiene razón —dijo Lake, acordando demasiado fácil con él.

Entrecerrando los ojos, miró a su amiga. Solo quieres mirarlo.

—No estoy seguro si está permitido.

La punta de su labio se inclinó hacia arriba.

—Es una gran clase en una gran universidad, dulzura; nadie va a


notar una persona extra.

Lake prácticamente se desmayó cuando lo escuchó decir dulzura.

—Sí, nadie lo notará.

Adalyn tuvo que contenerse para no poner los ojos en blanco a su


amiga y a Angel, que parecía estar recibiendo una patada de Lake estando
de acuerdo con él.
Mirando hacia el frente, pudo ver a las chicas mirando hacia atrás
para verlo también. Era difícil no perdérselo, considerando que se
destacaba como un pulgar dolorido con todos sus tatuajes. Su amiga era
una de esas chicas, también, que no podía mirar hacia otro lado y no
había vuelto la cabeza hacia el frente para ocuparse de sus propios
asuntos.

—¿No tienes dolor? —preguntó Lake, preocupada por sus moretones


y su condición.

Angel hizo una leve mueca de dolor detrás de sus sombras.

—Un poc…

—Está bien —Adalyn cortó bruscamente sus charadas mientras los


miraba a los dos.

—¡Adalyn, deja de ser tan grosera! Míralo. Claramente está


sufriendo. —Lake intentó acercarse para ver los moretones en su rostro
cuando levantó sus lentes de sol.

—Oh, estará lastimado cuando logre que Lucca lleve un bate de


béisbol a su trasero —murmuró con enojo para sí misma en voz baja.

—¿Dijiste algo? —Lake le preguntó cuando Angel había vuelto a


colocar abruptamente las sombras en su cara.

Dando una sonrisa falsa, silenciosamente los asesinó a ambos en su


cabeza.

—Sí, dije pobre bebé.

—¿Quién te haría eso? —preguntó Lake con voz educada.

Desearía haberlo hecho yo.

—No lo sé, Lake. Tal vez deberías preguntarle a tu novio —enfatizó


Adalyn con otra sonrisa de un millón de dólares, para recordarle que tenía
un ¡jodido novio!

Lake volvió a inclinar la cabeza hacia adelante, antes de hablar en


voz baja después de aclararse la garganta.

—Lo haré.
Adalyn, por otro lado, miró hacia atrás a un Angel contento, cuyos
ojos claramente sonreían detrás de las sombras. Eso es. Lo odio de nuevo.
Y tú... Volvió la cabeza hacia su amiga y abrió la boca para que solo ella lo
escuchara.

—Entonces ya sabes…

Lake estaba prácticamente en tierra de ensueño, fantaseando con


que Angel estaba en una patineta otra vez, pero logró mirar a Adalyn para
escuchar lo que tenía que decir.

Sentada en línea recta, su rostro adoptó una expresión muy


petulante, orgullosa de las palabras que estaban a punto de salir de su
boca.

—Él no puede.

Desplomándose, era como si hubiera dejado escapar todo el aire


cuando Lake apoyó la barbilla en su mano.

—Muchas gracias.

—No hay problema. —Adalyn continuó sentada allí, sintiéndose


satisfecha, sin importarle si le había dicho una mentira o no. A decir
verdad, no le había preguntado todavía. De cualquier forma, no iba a dejar
que Lake averiguara si podía.

Ahora empeorado, sintió que la clase parecía arrastrarse y, con


Angel sentado detrás de ella, no podía sentarse cómodamente, sintiéndolo
mirándola. No podía esperar a que terminara, y cuando finalmente lo hizo,
se puso de pie de repente, agarrando sus cosas y saliendo rápidamente de
esa habitación apretada.

Tenían que alcanzarla; Lake tuvo que trotar prácticamente.

—¿Disminuirás la velocidad? —Lake resopló una vez que la alcanzó.

—Te estaba dando tiempo a solas con el novio número dos. —Adalyn
no se molestó en bajar la voz.

A Lake le importaba si la escuchaba, ya que él estaba detrás a poca


distancia, susurrándole a ella:
—Lo siento. No puedo evitarlo. Son los lentes de sol. Se ve como
alguien que conocí mientras estaba en Treepoint, Kentucky...

—Oh Dios, no esta historia otra vez. —Poniendo los ojos en blanco,
no quería escuchar esta bologna ficticia de nuevo. Agarrándola por los
hombros, le dio a Lake un pequeño apretón—. Te lo hemos dicho antes;
chicos súper sexys y calientes en clubes de motociclistas son una mierda
que solo ocurre en novelas románticas, especialmente cuando están
cubiertos de tatuajes y tienen nombres como Razer y Viper.

—Realmente sucede…

—¿Alguno de ellos era feo o incluso un poco pasado de peso? —


preguntó Adalyn con seriedad.

Lake tuvo que pensarlo un segundo.

—No…

—¿Ves? ¡Ficticio! —La soltó y siguió caminando—. Tus abuelos locos


tal vez solo te metieron algunas de sus píldoras locas, eso es todo.

Lake no iba a dejarlo ir. Mirando detrás de ella, se aseguró de


mantener la voz baja.

—Angel está cubierto de tatuajes, y es caliente.

—Sí, pero esto es la vida real, y no conduce una motocicleta.

—Ooo... tal vez sí. Deberíamos preguntarle.

Adalyn agarró el brazo de su amiga, apretándolo como las fauces de


la vida.

—¡O no! —dijo Lake en un chillido agudo, tirando de su brazo hacia


atrás—. Solo estoy tratando de demostrar mi punto que realmente me
pasó. Me pregunto si sus hermanos y el resto de los Luciano son
atractivos. Entonces tal vez puedas creerme.

Hmm... Eso podría ser algo que podría tener detrás, teniendo en
cuenta que Angel ya no estaba trabajando para ella. Rápidamente mirando
hacia él, honestamente no podía estar enojada con su amiga. Angel era
como una joya rara en su mundo con sus tatuajes.
—De ninguna manera. Apuesto a que tiene todas las miradas en su
familia. Sería otra novela romántica si alguno se parecía a él.

—Sí, probablemente tengas razón —dijo Lake en derrota—. Lo siento


si te molestó. Sabes que amo a Vincent. Estoy emocionada por ti, porque
es el primero que te ha gustado y que no tiene novia. Además, hablamos
de Lucca todo el tiempo, así que no pensé que te importaría. No hablaré de
lo bueno que se ve de nuevo —prometió.

—En primer lugar, ya no me gusta. —Se detuvo cuando Lake fue


quien puso los ojos en blanco—. Y en segundo lugar, tienes razón. Sé que
no quieres decir nada porque si hubieras escogido a alguien caliente que
no fuera mi hermano, probablemente también actuaría de la misma
manera. —Y esa era la verdad. A ella solo no le gustó cómo Angel estaba
ordeñando el hecho de que Lake obviamente lo encontraba atractivo.

—Quieres decir, estarías actuando como yo, pero multiplicado por


mil.

De acuerdo, eso también puede ser cierto.

Ella rió; no había cómo negarlo.

—Probablemente.

Feliz de que fueran amigas otra vez, Lake se puso seria, queriendo
estar del lado bueno de su amiga.

—Está bien, entonces odiamos a Angel otra vez, ¿entendido?

Adalyn asintió triunfante.

—Sí.

Entrando en su próxima clase y tomando sus asientos, Angel se


sentó perezosamente detrás de ellas otra vez.

Antes de que comenzara la clase, un enorme par de tetas entró en su


vista y una chica que casi podía rivalizar con Maria como una supermodelo
se detuvo frente a ella.

—¿Él es tu novio? —le preguntó a Adalyn mientras miraba a Angel


como si quisiera arrancar su ropa. También le había hecho la pregunta lo
suficientemente fuerte a donde él pudiera escuchar fácilmente.
Mirándola extrañamente, Adalyn no podía creer que esta chica se lo
hubiera preguntado.

—Mmm no.

—Bien. —Ella sonrió, ya yendo hacia él—. ¿Te gustaría salir alg…?

—No, gracias —Angel la interrumpió con una voz fría sin siquiera
mirarla.

Parpadeando con santa-mierda-de-verdad-acaba-de-suceder, esa-


mierda-fue-fría, soy-una-niña-heterosexual-e-incluso-veo-dos caras, tanto
Lake como Adalyn no podían creer lo que estaban presenciando cuando la
chica se alejó, prácticamente avergonzada. Girando sus cabezas para
mirarse, solo pudieron mirarse la una a la otra en estado de shock por
unos minutos.

De acuerdo, tal vez estamos en una novela romántica.

Tragando saliva, Lake parecía que se estaba poniendo caliente


mientras hacía lo mejor por susurrar:

—Entonces, ¿nos cae bien de nuevo?

—Definitivamente.
19
Podría mostrarte en cualquier
momento, dulzura
Traducido por Yiany

T odas las chicas decidieron comer en la cafetería, considerando que


era día de pizza. Incluso Maria había arrojado su ensalada por la
ventana para comerse una rebanada.

—¿Qué le sucedió? —preguntó Elle, mirando a Angel en donde


estaba sentado a unas pocas mesas de distancia. Estaba claramente
desinformada.

—Le dieron una paliza —le dijo Adalyn simplemente, sin estar
segura de si podría dar más información que esa. Todos eran Caruso, y la
princesa de la mafia estaba sentada a la mesa.

Dejando su pizza, la chica que no quería estar cerca de él debido a


que su amiga fue capturada por los Luciano, Elle casi parecía preocupada.

—¿Quién le hizo eso?

¿Se vuelve irresistible cuando está herido o algo así?

Sin saber qué decirle, Adalyn trató de esquivarla.

—Uh... no estoy…

—Caruso —le dijo Maria, arrojando su pizza. Fue casi inesperada la


forma cómo lo había dicho. Para una chica a quien realmente no le
gustaba y que tenía fuertes raíces en la familia que tanto amaba, había un
poco de desdén en su voz cuando dijo el apellido.

Elle parecía horrorizada.


—¿De verdad? ¿Cuáles?

Mirando a Maria, Adalyn se preguntó si lo sabía. Sin embargo,


cuando no respondió, Adalyn simplemente se encogió de hombros, sin
querer pronunciar el nombre de Joey.

—No lo sé todavía.

—¿Me pregunto si Nero lo sabría? —Los ojos de Elle no se habían


apartado de él.

—Voy a preguntarle a Vincent, también —acordó Lake, también


mirándolo.

Por el amor de Dios, ¿qué está pasando? ¡Ya tienen hombres sexys y
calientes! ¡Especialmente Elle! ¡Nero es solo el hermano ligeramente menos
ardiente de Lucca! Esa familia tenía algo extraño en su sangre, como si
descendieran de Dios mismo. Miró a Angel ahora. ¡Y él fue creado por
Satanás! De acuerdo... tal vez por un Satanás realmente guapo, ¡pero aun
así! Mierda, está caliente.

Le tomó todo a Lake tener que apartar la mirada de él.

—Maria, tengo una pregunta.

—¿Sí? —respondió la rubia, que también descendía de Dios.

—¿Has visto alguno de los hermanos de Angel o los otros Luciano?

—Algunos. ¿Por qué?

Sin perder el tiempo, Lake fue directo al grano.

—¿Están calientes?

Adalyn se encontró arrastrándose hasta el borde de su asiento,


esperando las siguientes palabras que salieran de la boca de Maria.
Incluso Elle se inclinó más cerca, su interés despertó también.

Moviendo su cabello detrás de su hombro, Maria recogió su pizza.

—Nop.

—Te lo dije. —Adalyn sonrió con sinceridad ante una Lake con el
alma destrozada antes de tomar un gran mordisco de su pizza.
Esa mierda es para los cuentos de hadas.

***

Al salir de la última clase del día, Adalyn ya no sabía cómo se sentía


con respecto a Angel. Le gustaba, y luego no, especialmente cuando la
ignoraba como solía hacerlo cuando estaban en la cafetería. Él solo le
había prestado atención cuando Lake estaba cerca.

Imbécil.

En el camino hacia el auto, sus ojos se vieron atraídos por el tipo


que había intentado arrollarla con la patineta, junto con algunos tipos
detrás de él, quienes habían estado riendo y mirando ese día. Estaban
haciendo que Lake y ella se sintieran incómodas con sus miradas.

—¿Están solas hoy, chicas? —Se acercó el patinador.

Angel se les acercó por detrás, caminando en el medio mientras


colocaba su brazo alrededor de Adalyn, mostrándole que no lo estaban.

El patinador pareció sorprendido por un momento al volver a verlo,


sin reconocerlo al principio. Entonces notó su apariencia áspera. Continuó
siguiéndolos desde una corta distancia con su grupo respaldándolo.

—Me preguntaba qué te había pasado. Debería haber sabido que


alguien te puso en tu lugar.

Angel continuó empujando a las chicas, actuando como si no


existieran.

Cuando no dejaron de seguirlos, Adalyn comenzó a enojarse.

—¿Te irías a la m…?

Tirando de ella hacia su costado, Angel la calló.

Caminando frente a ellos, el patinador se detuvo en seco, forzándolos


a detenerse abruptamente también.
—¿Qué acaba de decir tu perra? —Había una mirada en sus ojos que
le dijo que lo había enojado.

¿Disculpa? ¿Su perra?

—Creo que dijo que te vayas a la mierda —respondió Angel en tono


amenazante.

Con los amigos del patinador rodeándolos, se acercó a Angel.

—Eso no fue inteligente. Te ves inútil en este momento.

—Pensaría mucho si quieres hacer esto, chico, porque no tengo nada


que perder. No voy a la escuela aquí, y no doy una mierda si no puedo
volver a dar un paso en el campus.

Algunos de sus amigos lo respaldaron, sabiendo que tenía razón.


Había una audiencia de estudiantes mirándolos ahora. No podrían mentir
sobre no comenzar la pelea.

El patinador miró a su alrededor, viendo todos los ojos puestos en él,


y con su respaldo no dispuesto, estaba perdido.

—Quiero mi tabla de regreso. —Sonrió antes que sus ojos se


movieran hacia Adalyn, sobre quien Angel todavía tenía su brazo—. Porque
para mí, parece que tienes algo que perder.

Angel dejó caer su brazo sobre los hombros de Adalyn, luego se


acercó a él, mostrando al niño que ya no estaba jugando y que, incluso
herido, estaba lo suficientemente bien como para enfrentarlo ahora mismo.

—Deberías haber pensado en eso antes de intentar atropellarla,


cabrón.

Podías ver al patinador contemplar golpearlo por un segundo, justo


antes de que se acobardara y se alejara.

—La próxima vez entonces.

—Ora para que no haya —aconsejó Angel con una promesa letal.

Disgustada por lo que había sucedido, Adalyn esperó hasta que el


idiota se fuera antes de dar su opinión.

—Qué imbécil.
—¿Qué diablos le pasa? —Lake estuvo de acuerdo.

—No vuelvas a hablar con él —ordenó Angel a Adalyn antes de mirar


a Lake—. Ninguna de ustedes.

Lake aceptó con facilidad, asintiendo con la cabeza, pero Adalyn no


lo hizo. No le gustaba cómo le había impedido decirle al imbécil que se
fuera a la mierda.

No estaba a punto de tomar su orden, se alejó y se dirigió al auto


como lo había estado intentando antes que el idiota los detuviera. Puedo
decirle que se vaya a la mierda si quiero.

Después de que todos estuvieron callados durante el resto de la


caminata, Lake subió al ya lleno Escalade, mientras Adalyn iba
directamente a la puerta del auto. Sin embargo, Angel no lo desbloqueó,
esperando hasta que el Escalade saliera antes de finalmente presionar el
botón del control remoto que desbloqueaba las puertas del auto.

Tan pronto como oyó que los seguros se desenganchaban, abrió la


puerta del auto, a punto de entrar, cuando una mano le rodeó el vientre y
la sostuvo firmemente en su lugar. Se congeló cuando él extendió sus
dedos sobre su piel tensa y presionó su cuerpo delgado en su espalda.

Inclinándose, le susurró suavemente al oído:

—¿Por qué te alejaste de mí, dulzura?

—P-porque no estoy de acuerdo con eso. —Dios, realmente esperaba


poder mantenerse fuerte, pero parecía moldearle cuando estaba así.

Angel la giró en un movimiento rápido, sonriendo hacia su expresión


conmocionada pero emocionada. Parecía haber un destello en sus ojos
mientras se burlaba:

—Tu amiga estuvo de acuerdo conmigo lo suficientemente fácil.

Su apresurada respuesta llegó con una sonrisa.

—Eso es porque te encuentra atractivo.

—¿Estás diciendo que tú no me encuentras atractivo? —Movió un


dedo por su cuello hasta la punta de su barbilla, obligándola a mirarlo
cuando respondió.
Tragando, mintió:

—No.

—¿Qué he dicho sobre la mentira, dulzura? —La miró, conociéndola


demasiado bien.

—No lo hice —mintió impotente, de nuevo—. Parecía que te gustaba


esta mañana. Tal vez deberías dejarme en paz y molestarla en su lugar.

—No puedo hacer eso porque no me gusta. —Movió sus labios hacia
la piel sobre su mandíbula—. Tú me gustas.

¡No seas débil, Adalyn!

—Bueno, tú no me gustas.

Acercándose a sus labios, estaba tan cerca de besarla de nuevo.

—¿Estás segura?

—Mmhmm.

—Está bien, entonces. —Apartó su cara de la de ella, poniéndose de


pie y lejos de su alcance. Su cuerpo prácticamente gritó de dolor.

—E-espera...

—¿Sí?

—Podrías gustarme un poco —confesó suavemente.

Su tono se hizo más serio, no iba a ceder.

—Entonces, si te gusto, promete no volver a hablar con él nunca


más.

—Pero se lo merecía...

—Se merece mucho más que eso —le dijo Angel ferozmente, sin
apartar los ojos de los suyos—. Pero conozco la gente como él, Adalyn. Se
alimentan de tu enojo. Quieren una razón para lastimarte. Pelear con ellos
les da eso. Viste cómo reaccionó cuando dijiste algo. He aprendido que
ignorarlos no les da esa oportunidad.
Recordando cómo había reaccionado Angel, sin decir nada hasta que
ella le había dicho que se fuera a la mierda, se dio cuenta de que podía
estar en lo cierto. Su mente no estaba feliz con eso, pero su cuerpo,
realmente loco, quería ese beso.

—Bien, lo prometo.

Con una leve sonrisa, lentamente bajó su cabeza hacia la de ella.


Tomando su labio inferior entre sus dientes, le dio un delicado tirón antes
de soltarlo.

Adalyn podría haber muerto en ese momento, amando la forma en


que se sentía ser atrapada por él. Anticipándose a lo que estaba por venir,
apretó los muslos mientras una ola de calor fluía por su vientre.

—Bien. —Golpeó ligeramente su culo con la mano que había estado


descansando en la parte baja de su espalda—. Ahora, entra.

Su mandíbula casi cayó al suelo y el aliento que había estado


conteniendo se soltó mientras se apartaba de su alcance. Debería haber
adivinado que haría eso.

Decidió archivar eso para más tarde, subió al auto, algo agradecida
por que realmente no la había besado. Porque Dios sabe si se hubiera
detenido.

Lo vio entrar y encender el auto; fue extraño ver una actitud casi
lúdica venir de él hoy. No pudo dejar de sonreír casi todo el camino hasta
su casa. Tenía que admitir que su ‘pequeño juego’ seguro que era
divertido.

—¿Qué quisiste decir esta mañana cuando le dijiste a Lake que no


podía?

Ella prácticamente negó con la cabeza antes de darse cuenta de lo


que estaba hablando.

—Oh, queríamos saber si sabías montar una patineta, pero le dije


que no podías.

—Sin embargo, sé cómo montar. —Se rio mientras ponía el auto en


parqueo una vez que llegaron a la entrada de su casa.
Bueno... mierda. Sus mejillas comenzaron a ponerse de un tono
rosado brillante cuando alcanzó la puerta del auto y la abrió. Con visiones
de él andando en patineta, estaba segura de que no confiaba en sí misma
para estar cerca de él.

Una lenta sonrisa apareció en sus labios.

—Podría mostrarte alguna vez, dulzura.

¡VETE, ADALYN!

Saliendo del auto rápidamente, se detuvo antes de retroceder para


cometer un último error.

—No montas en motocicleta, sin embargo, ¿verdad?

—No, pero sé cómo. Solía hacer motocross mucho, pero no he


montado en un buen tiemp...

Dando un portazo, miró hacia el cielo.

—¿Por qué, Dios, por qué?


20
El momento justo antes de romperse
Traducido por Rose_Poison1324

A través de la gran ventana de vidrio, miró hacia la ciudad debajo de


ella mientras golpeaba sus tacones. Había esperado lo que pareció
una hora antes de que la puerta detrás de ella finalmente se abriera.

Sin volverse para ver quién era, habló al aire, casi como si estuviera
hablando con el universo.

—¿Qué es lo que hace que una persona simplemente… —Levantando


unos dedos con manicura, los chasqueó—, se rompa?

—¿De quién estamos hablando? —preguntó Lucca, deteniéndose a


su lado para mirar la ciudad.

A decir verdad, quería saber por qué alguien lo haría, pero en este
momento, se conformaría con uno solo.

—Joey.

Como no quería andarse por las ramas, siguió adelante.

—¿Para qué viniste aquí, Maria?

—Quiero saber qué vas a hacer con él.

—No lo he decidido todavía.

—¿Y los otros? ¿Sabes quiénes eran? —Una expresión dura se filtró
en la bonita cara de la rubia.

—¿Qué te importa? —Lucca miró a su hermana—. Pensé que no te


gustaba Angel.

Su despiadada voz coincidía con su alma despiadada.


—No, pero tampoco me gustan los traidores.

—A mí tampoco —estuvo de acuerdo él, mirando de nuevo a la


ciudad.

—Entonces, ¿quiénes eran?

Con un suspiro, no pareció complacido cuando respondió:

—Todavía no lo he averiguado.

Negando con la cabeza, ella lo miró por el rabillo de los ojos.

—Creo que podrías estar perdiendo tu toque, hermano.

—¿Y crees que podrías hacerlo mejor? —Divertido por su propia


pregunta, no anticipó la respuesta de su hermana pequeña.

—Oh, sé que podría —le dijo sin un atisbo de duda en su mente. Se


giró para enfrentarlo, sin dejar que la subestime—. ¿De verdad crees que
serías el que se sentaría en el trono si no hubiera nacido mujer?

Los intensos ojos verde azulados de Lucca tenían una pregunta


propia.

—¿Sabes para qué sirven las reglas Maria?

Ahora fue su respuesta la que no había anticipado.

—Están destinadas a evitar que los hombres débiles se rompan, y se


les dan a los grandes hombres para que rompan.

***

Uno... Dos... Tres... Cuatro... Angel no sabía cuánto tiempo había


pasado desde que la puerta del armario se había cerrado.

Cinco... Seis... Siete... Ocho... Todo lo que sabía era que tenía hambre,
sed y dolor.
Nueve... Diez... Once... Doce... Y a pesar de que estaba negro como el
carbón allí, se sentía como que el pequeño espacio se había hecho cada vez
más pequeño con cada hora que pasaba.

Trece... Catorce... Quince... Era casi como un juego para ver quién se
quebraría primero. Para ver quién se rompería primero. O su padre lo haría
abriendo la puerta, o la mente de Angel se rompería antes de que su padre
incluso llegara a la puerta.

La mejor parte del juego era que ninguno de ellos sabría quién ganó
hasta que se abriera la puerta. Era un juego enfermo de supervivencia, y los
dos serían condenados si perdían.

Dieciséis... Diecisiete... Dieciocho... El conteo ayudó a mantenerlo


sano. No sabía cuántas veces había regresado al uno, pero mantenía su
mente ocupada cuando no podía dormir en la oscuridad.

Un rayo de luz finalmente apareció debajo de la puerta, dándole un


pequeño destello de brillo. Pensando que su padre había entrado en la
habitación, pensó que finalmente era libre.

No fue hasta que un caramelo se deslizó debajo de la puerta que se


dio cuenta de que estaba lejos de ser salvado.

Angel solo miró el caramelo con una lágrima corriendo por su rostro.

—¿Estás aguantando, Angel? —La voz preocupada de Dominic llegó


desde el otro lado cuando no lo tomó.

Limpiándose la lágrima, tomó el regalo.

—Estoy bien —logró salir de su garganta seca.

—Chúpalo todo el tiempo que puedas; ayudará.

Desenvolvió el duro pedazo de caramelo rojo brillante; el sabor a


cereza explotó en su boca y su garganta seca comenzó a producir saliva.

La sombra debajo de la puerta mostraba que su hermano todavía


estaba allí.

—¿Cómo está Matthias?

El silencio creció hasta que Dominic finalmente respondió:


—Está mejor.

Esa respuesta le dio escalofríos en la espalda. Hasta que no fuera


liberado, no sabría si su gemelo salió bien del otro lado.

—Eres diferente a él.

La voz de Dominic era casi siniestra, como si no perteneciera a un


adolescente. Por otra parte, un niño como él nunca había llegado a ser un
niño, y mucho menos un adolescente. Había cinco años entre ellos. Cinco
largos años que Dominic tuvo que pasar en esta tierra solo con el diablo.
Cómo había sobrevivido, nadie lo sabía. Nadie sabía incluso si Dominic tenía
la respuesta a eso.

—Tienes que ser el fuerte, Angel. Puede que no te rompas si él lo hace.


Pero si te rompes, él se rompe.

Sus palabras de sabiduría fueron todo lo que le dejó cuando se fue,


dejándolo en la oscuridad.

No fue hasta horas después, con esas palabras girando en su cabeza,


que se dio cuenta de la severidad de ellas.

Mantener a su gemelo significaba proteger a Matthias y sacrificarse a


la oscuridad. Era algo que había hecho una vez, pero ahora entendía que
iba a tener que hacerlo todo el tiempo. La debilidad de Matthias tendría que
convertirse en su fuerza. Su miedo tendría que convertirse en el amigo de
Angel.

Colocando sus manitas en la puerta, sintió alrededor, trazando las


paredes a su alrededor. Con cada toque, lo que alguna vez fueron paredes
se convirtieron lentamente en su jaula.

Mientras respiraba con dificultad, la sensación de atrapamiento


comenzó a cerrarse a su alrededor. Si tenía suerte, estaría allí hasta el
momento justo antes de romperse. La próxima vez, solo podía esperar que
podría durar más, y más, repetidamente, cada vez siendo liberado justo
antes de perderlo todo. Entonces tal vez algún día…

***
...Un sudoroso Angel se despertó de otra pesadilla. Sabiendo que
había tenido demasiadas seguidas, se obligó a levantarse de la cama y
agarró su almohada.

Mirando la puerta corrediza, finalmente la abrió para revelar un


armario.

Angel arrojó su almohada en el suelo del armario antes de entrar y


tumbarse en el suelo.

La superficie dura lastimó sus heridas al principio, pero luego se las


arregló para sentirse lo suficientemente cómodo para dormir. No fue hasta
que cerró la puerta de nuevo y se encerró en lo que saludó como a su vieja
amiga.

Fue algo gracioso... Cuando retiró las manos de su jaula, la


oscuridad no le permitió mirarlo. Solo estaba allí si decidía acercarse y
tocarlo.
21
Ustedes gilipollas son feos
Traducido por Dew’

A
briendo la puerta, Adalyn entró en el hermoso y oscuro
departamento.

—¿Sabes cómo tocar? —gruñó Vincent desde el sofá.

—Sí, simplemente no quiero. —Dirigiéndose al sofá, decidió ser aún


más un dolor en el culo tratando de meterse entre él y Lake.

—¡Hay todo un maldito sofá, Adalyn! —Trató de luchar contra su


hermana, pero con Lake riéndose en lugar de tratar de ayudar, se rindió y
se levantó del sofá—. ¡Me estás volviendo jodidamente loco!

Satisfecha, se hundió en el sofá, acostada y apoyando la cabeza en el


regazo de Lake.

—Solo estoy tratando de pasar el rato con mi mejor amiga.

—¡Bien, ella es mi novia!

—Eso es irrelevante. Ella fue mi mejor amiga primero.

—Lake, ¿no vas a decir nada? —Vincent la miró en busca de ayuda.

—Quiero decir... —Los ojos de Lake fueron y vinieron entre ellos, sin
saber qué decir al principio—, fuimos mejores amigas por años antes de
empezar a salir contigo.

Adalyn rió disimuladamente.

—Sí, porque estabas demasiado ocupado prostit…

—Iré arriba antes de matarte.

—¡Adiós! —le gritó mientras subía las escaleras.


Lake golpeó ligeramente el hombro de Adalyn.

—Eso no fue muy agradable.

—No estaba equivocada, ¿verdad?

—Bueno... —Lake entrecerró los ojos, pensando en todas las chicas


que se habían arrojado a Vincent a lo largo de los años.

—La verdad duele —respondió Adalyn por ella.

Riendo, Lake comenzó a pasar sus dedos por el cabello de Adalyn


mientras estaba en su regazo, esperando hasta que Vincent estuviera fuera
del alcance del oído.

—Entonces, ¿cómo estuvo el aventón a casa ayer con Angel?

Su rostro se sonrojó de nuevo a un tono rosado, recordando lo que


había dicho.

—Bien.

—¡Dímelo! —Notando el color de sus mejillas, Lake supo que algo


había sucedido.

—Nop. No más fantasías de Angel para ti.

—Vamos, Adalyn. Yo te diría. ¡Al menos dame algo!

No puedes decirle que puede andar en patineta porque entonces


serías una mentirosa, y definitivamente no puedes decirle que puede andar
en motocicleta porque estoy bastante segura de que dejaría a Vincent por él.

Conformándose, le hizo un guiño a su amiga.

—Es un gran adulador.

—Oh Dios. Tienes suerte ad…

—¿De qué están hablando? —Vincent preguntó, volviendo a bajar las


escaleras.

—Solo le estaba preguntando a Lake si quería ir a ver la nueva


película de Jumanji esta noche.
—Oh, sí, me he estado muriendo por verla. —Lake prácticamente
olvidó que habían estado discutiendo sobre Angel—. ¿Nos llevarías,
Vincent?

—Diablos no. Tengo que trabajar —le dijo, poniéndose la chaqueta


antes de ir a Lake para darle un beso de despedida.

—Ew. —Adalyn tenía una vista completa de ellos besándose


ligeramente desde donde estaba.

—¿Por qué no vas a preguntarle a Elle y a Nero si quieren ir? Nero


puede ver de todo. —Prácticamente se rio a carcajadas todo el camino
hacia la puerta ante la idea de ir con su mejor amigo.

Adalyn prácticamente saltó del sofá.

—Suena bien para mí. Vámonos.

Agarrando sus chaquetas y sus cosas, las chicas salieron por la


puerta unos minutos detrás de Vincent. Todo lo que tuvieron que hacer
fue tocar a la puerta de al lado y, un solo un minuto después, Nero
respondió.

Los ojos de Adalyn prácticamente se iluminaron al ver al precioso


hermano Caruso de ojos verdes.

—Nos preguntábamos si tú y Elle querían ir a ver Jumanji.

Nero comenzó a cerrar la puerta.

—No que…

—Oooo... ¡Lo hago! ¿Podemos ir por favor? —Elle corrió hacia la


puerta, suplicándole.

Pasándose una mano por el pelo, pareció pensar rápidamente.

—En realidad, no puedo. Tengo que trabajar.

—¿Tal vez Amo nos llevaría? —preguntó Adalyn.

Tanto Nero como Elle respondieron al unísono:

—No lo hará.
Está bien…

No queriendo ser el último recurso, Nero rápidamente agarró su


chaqueta, le dio un beso a Elle, y se dirigió al trabajo, al igual que Vincent.

—Ustedes dos necesitan nuevos novios —resopló Adalyn, sin ideas—


. ¿Qué vamos a hacer ahora?

—Vamos a pedirle a Chloe que vaya. Lucca podría llevarnos.

Elle cerró la puerta detrás de ella, cruzando el pasillo para llamar a


la otra puerta. Cuando nadie respondió, sacó su teléfono y se lo llevó a la
oreja. Solo estuvo hablando por teléfono durante unos segundos antes de
colgar, pareciendo un poco confundida.

—Están en la casa de Lucca. ¿Ella dijo que están trabajando en el


jardín?

—Es prácticamente invierno —Adalyn declaró lo obvio, sabiendo que


había sido una mentira. Una jodidamente horrible—. Vamos a robar las
llaves de Nero y a llevarnos.

—Sabes que ya no podemos hacer eso, Adalyn. No es seguro —le


recordó Elle.

Sabiendo que tenía razón, especialmente con la muerte de Luciano y


Tom, todavía no le gustaba.

—Esto es una mier…

—¡Lo sé! Podemos preguntarle a Maria; ella viene con


guardaespaldas —Lake interrumpió con orgullo.

Elle volvió a acercarse el teléfono a la oreja y, ni un segundo


después, se abrió una puerta al otro lado del pasillo, Maria les indicó que
se acercaran.

Todas las chicas bajaron y entraron en el apartamento donde se


alojaba la familia Caruso de vez en cuando.

—Debo llamar a Lucca y preguntar si podemos ir con solo mis dos


hombres —les dijo Maria antes de levantar el teléfono. También estuvo solo
hablando por teléfono durante unos segundos—. Dijo que necesitábamos
un hombre más si todas nos íbamos, pero como es sábado y no tenía
planeado que saliéramos, todos están ocupados.

—Genial —murmuró Adalyn, sus planes se arruinaron porque los


muchachos preferían trabajar antes que llevarlas al cine—. Si tuviera novio
y él no me llevara, rompería con él.

—No voy a romper con Vincent —le dijo Lake por lo que pareció la
milésima vez.

—Sí, tenían que ir a trabajar —agregó Elle.

Poniendo los ojos en blanco con tanta fuerza que prácticamente


salieron de su órbita, Adalyn dijo:

—Claro, que lo hicieron.

—Tengo una idea. —Maria llamó a Lucca otra vez, haciéndoles


escuchar su plan al preguntarle—: ¿Y si Angel quisiera ir?

La mandíbula de Adalyn casi toca el suelo. ¿La princesa de la mafia


quería un Luciano para llevarlas?

—¿En serio?

Los ojos de Lake se iluminaron.

—Buena idea.

Por supuesto, pensarías eso.

—Sí. —Los ojos de Elle se iluminaron también.

No, ¡tú tampoco! ¡Nunca tendré una oportunidad con él!

Cuando colgó el teléfono, Maria le sonrió a Adalyn.

—Lucca dijo, que si le preguntamos y él quiere, entonces podemos


irnos.

Ella comenzaba a sentirse incómoda.

—¿Por qué me miras así?

—Porque tú vas a preguntarle.


—¿Por qué yo?

—Es tu novio, no el mío —le dijo Maria, manteniendo la puerta


abierta—. Dirige el camino.

—No es mi novio —corrigió mientras se dirigía a la puerta. Aunque


podría desearlo.

Todas las chicas y los dos guardaespaldas de Maria se dirigieron a la


habitación de Angel ahora.

Cuando bajaron del elevador, de repente y extrañamente se puso un


poco nerviosa cuando llegó a la puerta.

—Chicas, es sábado. Probablemente está ocupado y no quiera lidiar


con nosotras. Tuvo que hacerlo toda la semana.

La rubia alta la obligó a seguir.

—¿Quieres ver la película o no?

Mordiéndose el labio, Adalyn miró hacia la puerta mientras


esperaban a unos metros de distancia. Insegura de si hacerlo o no,
eventualmente dijo, al diablo, y llamó a la puerta.

Pasaron solo unos momentos antes de que la puerta se abriera de


repente y apareciera un Angel siniestro y sonriente.

Le resultaba difícil concentrarse en lo que había venido a hacer,


teniendo en cuenta que solo llevaba jeans y una camiseta de color oscuro
que dejaba al descubierto muchos de sus tatuajes.

Lake y Elle estaban prácticamente rompiéndose el cuello para tener


una mejor visión de él.

Cuando siguió mirando, Angel intentó ayudarla.

—¿Sí?

—Lo siento, mmm. —Se aclaró la garganta, tratando de tener sus


pensamientos bajo control—. Queríamos ir al cine, pero necesitamos una
persona más para vigilarnos a todas para poder irnos. Nadie más quiere,
así que, básicamente, me preguntaba si querías ver una película con
nosotras.
—Por supuesto. Dame un segundo —Angel respondió
instantáneamente.

Habiendo esperado el rechazo, su mandíbula golpeó el suelo por


segunda vez hoy cuando volvió adentro para agarrar sus cosas.

—Espera... ¿es tu novio? —comenzó a preguntarse Elle.

—No —susurró ella, mirando feo a Maria por decir eso antes.

—Quizás necesitemos nuevos novios, entonces —la rubia fresa


admitió, empezando a enfadarse un poco porque Angel había aceptado
fácilmente, mientras que Nero prefería trabajar antes que llevarlas.

Ángel abrió la puerta y salió, vestido con una sudadera gris oscura.

—Entonces, ¿qué vamos a ver, dulzura?

Adalyn prácticamente se derritió en el suelo.

—Jumanji.

—Suena bien para mí.

—Oh, definitivamente necesitamos otros nuevos. —En la voz de Lake


había un toque de celos.

***

—¿Trataron de que también las llevaras al cine? —Vincent rompió a


reír al ver a Nero entrar a la sala de seguridad para mirar las cámaras.

—Eres un idiota. Sé que les ordenaste que me preguntaran. —Nero


se dejó caer sobre la silla—. Era mi maldito día libre también.

Vincent se rió aún más fuerte.

—No me jodas. Podrías haber tenido tus días libre si los hubieras
tomado.
—No puedo manejarlas a todas por mi cuenta, ¡idiota! Especialmente
no con tu hermana loca. Es demasiada mala influencia. Ni siquiera puedo
controlar a Elle con ella.

—Lo siento, a diferencia de ti, en realidad tuve que trabajar hoy. —


Golpeándolo en el hombro, le contó su verdadero plan—. Y ahora te tengo
a ti para hacerme compañía.

Nero se pasó una mano por el cabello negro para no golpearlo en la


cara.

—Te lo juro por Dios, Vincent, un día, te mataré si Lucca no me


golpea primero.

—Ustedes están celosos porque soy más inteligente y mejor parecido


que ustedes —dijo Vincent, indiferente.

La risa llegó desde el otro lado de la sala, donde Sal estaba en una
computadora de alta tecnología, rodeado por monitores.

—El hecho de que pienses eso solo me hace jodidamente querer


matarte más. —Nero tuvo que levantarse y poner distancia entre ellos para
que no se sintiera tentado.

Es verdad. Vincent decidió admitirlo en su cabeza en lugar de en voz


alta esta vez.

Habían pasado casi treinta minutos cuando Sal habló mientras


seguía tocando violentamente su teclado.

—Nero, la costa está clara para ir a casa, si quieres.

—¿Qué quieres decir? —preguntó Nero, dándose la vuelta.

—Las chicas fueron al cine, y Elle fue con ellas.

Sin perder el tiempo, se levantó.

—Me voy, entonces.

—¡Maldición! —Vincent se sintió derrotado de que su plan había


fallado—. ¿Quién las llevó?

—Maria decidió unirse, por lo que tienen a sus hombres.


Nero se detuvo, la preocupación grabada en su rostro.

—¿Eso es todo lo que llevaron? Dos hombres no son suficientes para


todas ellas.

—Oh no, no te preocupes; Lucca les dijo que eso no era suficiente,
así que consiguieron a alguien más.

—Está bien, genial. —Nero se dio la vuelta para irse otra vez.

No fue suficiente para Vincent. ¿Quién se habría quedado para


llevarlos? Todos los demás estaban trabajando. Y los que no, estaban en
casa con sus familias.

—¿Quién? —preguntó.

—Angel —respondió Sal mientras tecleaba.

Nero se detuvo en seco.

—¿Ángel?

—¿Ángel? —Vincent se levantó de su silla.

Sal finalmente se dio la vuelta.

—Sí, ¿ese es un problema?

—Mierda, sí, lo es —Vincent le dijo directamente—. No puedo


permitir que lleve a mis chicas al cine. Lucca puede confiar en él, pero
seguro como la mierda que yo no lo hago.

Nero guardó silencio, pero por la expresión de su rostro, tampoco


pareció gustarle.

—Nos está haciendo ver como pendejos en este momento. Además,


¿realmente confías en él con Elle? —Vincent miró a Nero, ya sabiendo la
respuesta.

—Mierda —maldijo Nero—. ¿Ya se fueron?

—Sí, unos cinco minutos ante…

—Me voy. —Sus ojos verdes se iluminaron ferozmente.


—A la mierda, yo también. —Vincent comenzó a seguirlo,
independientemente de si estaba a punto de ser rechazado—. Sal, ¿puedes
cubrirme? Te lo deberé.

—Al irse me están haciendo un favor —murmuró Sal.

—Celos... —Empezaba a cansarse de la mierda de todos. No es mi


culpa que haya sido bendecido con esta cara—. Es por eso que ustedes
gilipollas son feos.
22
Un Boleto sin regreso al Infierno
Traducido por Rose_Poison1324

L as chicas se quedaron allí, mirando a Angel con asombro mientras


iba a buscar sus boletos para el cine. Bueno, todas excepto Maria.

Moviendo sus rubios mechones detrás de su hombro, trató de


atraerlas.

—Si ustedes tres lo miran fijamente por más tiempo, van a


ahuyentarlo como la mierda.

—Sí, ustedes dos ya tienen hombres, dejen de mirarlo como un trozo


de carne —les dijo Adalyn.

Elle finalmente apartó los ojos de él para mirarla.

—Miras a Nero como a él y no me oyes quejarme.

—Sí, pero eres amable, y Nero nunca te dejaría. ¿Lo ves? —


Señalando al sexy y tatuado chico malo, continuó—: Me gustaría tenerlo.
No significa que lo haré, pero me gustaría. Y si por un maldito milagro
Dios me deja tenerlo, ¡definitivamente no seré capaz de retenerlo si ustedes
dos no lo dejan!

Maria prácticamente resopló.

—Estás más loca de lo que pensaba si crees que Dios quiere que
estés con él.

—¿Por qué no? —Claro, él era caliente, malo, y tal vez no la persona
más agradable, pero demonios, eso era exactamente lo que estaba
buscando.

Los ojos de la rubia viajaron sobre él.


—Tiene alrededor de cien pecados en todo su cuerpo, y un boleto sin
regreso al infierno, te lo prometo.

—Bueno, si es así, quiero ir con él —exhaló, pensando en todas las


cosas pecaminosas que quería hacer con él.

—Mmhmm... —Lake y Elle susurraron.

Una tos justo detrás de ellas hizo que se giraran para ver a Nero y
Vincent.

Elle parecía un ciervo deslumbrado.

—¿Qué están haciendo aquí?

—S-sí, ¿pensé que tenían que trabajar? —Lake estaba igual de


sorprendida.

Vincent hizo un gran espectáculo.

—Nos sentimos muy mal por no poder llevarlas chicas, así que le
pedimos a Sal si podía cubrirnos.

—Apuesto a que lo hicieron. —Si ellas creen en esa mierda, las


golpearé.

Angel regresó con los boletos y se los pasó a cada chica. No pudieron
evitar darle una gran sonrisa con el más dulce "gracias" que alguna vez
haya escuchado.

Nero agarró la cintura de Elle, tirando de ella hacia atrás para


pararse a su lado.

Vincent también rápidamente arrebató a Lake poniendo su brazo


alrededor de ella y tirando de ella a su lado. Hubo un poco de precipitación
en su voz cuando dijo:

—Oye, hombre, vamos a necesitar dos más.

Deslizando el último boleto en su bolsillo, no pareció importarle.

—Entonces iré a buscarlos antes de que se agoten.


Vincent comenzó a ver rojo, y Nero parecía ponerse un poco enojado,
también, mientras se inclinaba y arrebataba un boleto de la mano de
Todd, el guardaespaldas de Maria.

Bueno, eso fue un poco grosero.

El chico guapo no podía creer que lo dejaron para que se las


arreglara solo, pero luego encontró un boleto en su mano.

—Iré por ellos. —Maria apenas los había puesto en su mano antes de
irse corriendo.

***

Sus ojos no se movieron mientras se deslizaba por el piso. Fue casi


como una experiencia fuera del cuerpo. Su mente no entendió lo que
estaba haciendo hasta que sus cuerpos se golpearon el uno al otro.

Su reflejo fue rápido, girando para atraparla y estabilizarla.

—¿Estás bien?

—Lo siento mucho. No debo haber estado prestando atención. —Ella


actuó sorprendida y un poco desorientada.

Mirando a Todd, quien la había seguido, le hizo saber que estaba


bien. Por favor quédate quieto.

—Creo que estás haciendo de esto un hábito. —Él se rió.

Ella se permitió mirar a sus ojos dorados.

—Oh no, no tú otra vez. Ahora me siento horrible.

—No lo hagas. —Continuó sosteniéndola, sin dejarla ir—. ¿Cuál es


tu nombre otra vez? Maria, ¿verdad?

Sonriendo, estaba feliz de que lo recordara.

—Sí. Lo siento. Me recuerdas el tuyo...

—Kayne Evans.
—Eso es correcto. —Era difícil apartar la mirada de él.

Ambos miraron a los ojos del otro por unos momentos hasta que
finalmente dejó caer sus manos de ella después de darse cuenta de que
aún no la había dejado ir.

Aclarando su garganta, se movió en la línea.

—¿Qué película vinieron a ver tú y tu novio?

— ¿Eh? —Girando para ver a un intimidante Todd, se rió—. Oh, él


no es mi novi…

—¡Aquí tienes! —Una morena se acercó a Kayne, sonriendo.

Kayne parecía desprevenido al principio, como si no la hubiera


esperado.

—Hola Kendra.

Acomodando su abrigo de pieles, Maria rápidamente se dio cuenta


de que estaban allí para ver una película juntos.

Un momento de silencio incómodo pasó entre ellos.

—Kendra, ella es Maria.

—¿Es una de tus estudiantes? —preguntó la morena.

—No —la corrigió antes de que una comisura de su boca se


levantara levemente—. Parece que nos topamos el uno con el otro.

—Sí, lo hacemos. —Maria se rió entre dientes.

Es extraño, pensó mientras miraba al sexy hombre dorado.

Casi se olvidó de la mujer parada a su lado, demasiado cautivada


por la chispa que sentía entre ellos. Por eso había chocado con él otra vez,
pero esta vez a propósito. Ella había querido ver si sentía eso de nuevo.
Nunca antes lo había tenido con otra persona, se lo había perdido, había
soñado con eso todas las noches, casi olvidando como se había sentido
hasta que vio su silueta al final de la fila. Ahí fue cuando se encontró a si
misma corriendo hacia él, queriendo ver si podía conseguir esa sensación
otra vez.
—Creo que es nuestro turno —Kendra interrumpió sus miradas.

—Cierto. Bueno, fue bueno verte otra vez Maria, y con suerte me
toparé contigo otra vez. —Terminó con otra sonrisa.

—Con suerte —deseó, viéndolo alejarse con la mano en la pequeña


espalda de la mujer.

Fue entonces cuando lo sintió. Una sacudida... en su frío... muerto...


corazón.

***

Al ver a Maria alejarse tan rápido, a Adalyn le pareció extraño que


renunciara voluntariamente a su boleto para conseguir uno ella misma,
pero no fue capaz de pensar mucho en ello debido a las crecientes
sensaciones alrededor de ella.

—¿Quieres algo de palomitas? —le preguntó Angel.

—Sí. —Lake sonrió.

Lo mismo hizo Elle.

—Yo también.

A los chicos claramente no les gustaban las respuestas de las chicas,


así que cada uno empujó a sus mujeres al puesto de palomitas y dulces.
Sin embargo, Vincent fue quien le dio a Angel una mirada caliente.

—Nosotros nos encargamos. Vamos, Adalyn.

Ella no sabía lo que él esperaba, pero no se movió mientras miraba


la parte posterior de él haciéndose pequeña. Pensó que se sorprendería
mucho cuando descubriera que no lo había seguido como una buena
hermanita pequeña.

Mirando a Angel, no pudo evitar reírse.

—No creo que les gustes mucho, especialmente a mi hermano.


—¿Ese es tu hermano? —preguntó, sorprendido, mientras veía a
Vincent arrastrar a Lake con él.

—Sip.

—Ustedes no se parecen en nada.

Quieres decir, ¿qué él es ridículamente apuesto y yo no?

—Eso es porque somos hermanastros.

Poniéndole una mano en el brazo para llevarla hacia el puesto de


palomitas, murmuró entre dientes:

—Bueno, eso es bueno.

—¿Eh? —Incapaz de escuchar con toda la gente, se había perdido lo


que él había dicho.

—¿Quieres mantequilla en tus palomitas?

—Oh, sí, por favor.

Mientras esperaban en una de las muchas filas, no pudo evitar


sentir que cuanto más se quedaba allí, más incómoda se sentía. Buscando
alrededor la fuente de su malestar, sus ojos aterrizaron en tres hombres
tatuados con trajes desaliñados.

Instantáneamente, su corazón lo sabía. Luciano.

Con la boca seca por su mirada intensa, las palabras finalmente


lograron salir:

—¿Están...?

—Sí —respondió él rápida y silenciosamente sin siquiera girar la


cabeza para mirarlos. Jalándola para estar a su lado, los bloqueó de su
vista y a ellos de ella—: Deja de mirarlos, dulzura.

Ella giró la cabeza hacia el frente, sin necesidad de que se lo dijeran


dos veces. Adalyn no estaba segura de si le dijo eso porque su mirada
podría enfadarlos, pero no estaba ansiosa por descubrirlo.

Dándose cuenta de su nerviosismo, él trató de calmarla.


—No te lastimarán mientras mantengas tu mirada para ti misma.

Bueno, eso respondía a eso.

Algo sobre esto se sintió extraño para ella. No podía recordar haber
visto un Luciano antes mientras estaba fuera. Si lo hubiera hecho, al
menos no habían hecho evidente quiénes eran. Entonces, ¿por qué ahora?
Sobre todo porque era la primera vez que Angel y ella iban a algún lado
además de la escuela.

—¿Cómo es que nunca he visto un Luciano fuera?

—Solo los ves porque están revisando si estoy bien y que los Caruso
están sosteniendo su parte del trato.

—Oh. —Lamiéndose los labios, supuso que eso la haría sentir


mejor—. Así que, eso es bueno, entonces, ¿ven que estás bien y vivo?

—No exactamente. —Dio un paso adelante en la fila, manteniendo su


expresión tranquila—. Me ven con una chica Caruso, a punto de disfrutar
de una película. Me están mirando cómo miran a los Caruso.

Cada vello en su cuerpo se levantó por sus palabras. Si lo miraban


de esa manera, a uno de los hijos de Lucifer, no era bueno.

—¿Deberías ir a hablar con ellos?

—No —fue todo lo que dijo mientras se acercaba al mostrador para


ordenar. Afortunadamente, fue rápido, y para cuando tuvieron sus cosas,
el resto de su grupo los encontró.

La expresión dura de Vincent, Nero y Maria les dijo que sabían que
los otros Luciano estaban allí.

—Vámonos —dijo Vincent, esta vez poniendo un brazo sobre ambas


Lake y ella.

No mires, no mires, no mires.

Se le heló la sangre cuando pasaron junto a los Luciano en su


camino al cine.

Mierda, voy a mirar.


Se había propuesto dar un rápido vistazo, pero no podía apartar la
mirada.

Quien parecía ser el más joven Luciano estaba de pie en el medio y le


sonrió maliciosamente, revelando una cubierta dorada con facetas en
diamantes.

Nuevamente, no podía explicarlo, y no sabía cómo lo sabía, pero una


cosa era cierta. Esa sonrisa dorada de muerte era para ella y solo para
ella.
23
Elevador del Infierno
Traducido por Dew’

S osteniendo las puertas del elevador abiertas una vez que llegaron al
piso del ático, Angel dejó que todos se bajaran primero. Cuando
Adalyn salió por última vez, dijo:

—Puedo llevarte a casa cuando estés lista. Simplemente llama a mi


puerta.

Ella vaciló, mirando a Lake, quien en silencio le decía que


continuara. No tardó un segundo en volver al elevador, sin querer dejar a
Angel por el momento.

—Es bastante tarde. Deberíamos irnos ahora.

—En realidad, yo te llevaré. —Vincent se movió para volver al


elevador, pero Lake lo tomó de la mano con fuerza.

—No, te necesito.

—¿Para qué? —preguntó bruscamente, más concentrado en que


Angel se llevara a su hermana a casa. Pero cuando Lake susurró en su
oído y comenzó a arrastrarlo hacia su habitación, Vincent ya no peleaba
contra ella.

—¡Adiós! —Adalyn se rió, saludando con la mano a su ahora


distraído hermano mientras la puerta comenzaba a cerrarse.

De acuerdo, quizás Lake saliendo con mi hermano no sea tan malo


después de todo.

Con la puerta cerrada, y con Angel y ella solos, observó cómo los
números comenzaban a marcar hacia abajo. Había algo diferente entre
ellos ahora. No había sido obligado a salir con ella, y hoy no era solo un
trabajo. Las cosas habían cambiado y casi puso su relación de cabeza,
haciéndole preguntarse si se había ido solo para recuperar el anillo o
porque realmente podría disfrutar de su compañía.

Todo lo que tenía que hacer era... descubrirlo.

Incapaz de evitar sonreír, continuó mirando los números.

—Gracias por venir con nosotras. La pasé muy bien esta noche.

—Lo hi…

Adalyn gritó cuando el elevador se oscureció y se detuvo


abruptamente. Cuando ella cayó en los brazos de Angel por la sacudida, él
la atrapó y la sostuvo. Cagándose del miedo, no estaba dispuesta a dejarlo
ir.

—¿Qué diablos pasó?

—No tengo ni puta idea. —Aferrándose a ella en caso de que


comenzara a funcionar de nuevo, presionó algunos botones, pero no tenía
sentido. Parecía que la energía no llegaba al elevador.

Sacó su teléfono celular y llamó rápidamente a un número antes de


llevárselo al oído. Sonó solo un par de veces.

—Lucca, ¿puedes oírme? ¿Lucca...? Estamos atrapados en el


elevad… —Colgando el teléfono, maldijo—: Mierda.

—Oh Dios. ¿Qué es?

—Había demasiada estática en el otro extremo. No pude escucharlo.


No estoy seguro de lo que pasó.

Ella sacudió temblorosamente su teléfono, tratando de enviar un


mensaje de texto a Vincent, pero no estaba funcionando.

Oh, mierda. Oh, mierda. Oh, mierda.

—Oh, mierda. Oh, mierda. Oh, mierda.

—Todo estará bien, Adalyn. —Le apretó los brazos, tratando de hacer
que se concentrara en él—. Creo que la energía se acaba de ir en el hotel.
Debería de regresar pronto.
Ella tomó un largo y profundo respiro, tratando de calmar sus
nervios. Echando un vistazo alrededor de la caja oscura y apretada en la
que estaban, sin embargo, solo esperaba que él tuviera razón. No es hasta
que estás atrapada en un elevador suspendido que te das cuenta de que
podrías haber tenido miedo de esto desde el principio.

—Siéntate, dulzura. —Angel la ayudó a bajar al piso para ayudarla a


sentirse más segura.

Se quedaron allí sentados durante varios minutos en silencio,


esperando que el elevador comenzara a moverse nuevamente. Con cada
minuto que pasaba, el espacio se volvía más pequeño. Para cuando habían
transcurrido treinta minutos sin movimiento ni ayuda del mundo exterior,
ella hizo lo único que podía hacer a estas alturas. Bajó la cabeza y
rápidamente tocó su frente, su pecho y cada hombro, haciendo la señal de
la cruz.

Querido Señor, esto no es lo que pedí cuando quería pasar más tiempo
con Angel. Ningún hombre vale esta mier…

—¿Qué estás haciendo?

—Orando a nuestro Señor y Salvador para que no deje que este


elevador caiga quince pisos hasta nuestra muerte.

Riendo, Angel envolvió un brazo alrededor de la parte posterior de


sus hombros.

—Te lo prometo, dulzura, todo estará bien.

—¿Cómo demonios es que estás tan tranquilo en este momento? —


Ella se presionó hacia él, preguntándose qué tipo de mierda más debería
disfrutar ya que esto claramente no lo estaba afectando. Las paredes
parecían prácticamente cerrarse sobre ella, aunque sabía que eran objetos
sólidos e inamovibles.

Encogiéndose de hombros, nada parecía perturbarlo.

—Tienes que recordar que he estado sentado en una mierda de


habitación de hotel diminuta desde hace un tiempo.

—¿De verdad?
—De alguna manera he estado prisionero, dulzura —le recordó.

—Vaya. —Ella lo miró, dándose cuenta de la profundidad de su


situación y de cómo debía haberse sentido si esta situación no le parecía
tan mala—. Tratar con esta familia y estar lejos de la tuya, luego tener que
lidiar conmigo... Lo siento. Esto debe ser toda una mierda para ti.

—No eres tan mala. No puedo decir lo mismo sobre el resto... —


Cuando terminó su frase, mantuvo un tono diferente—, pero voy a
sobrevivir.

Al ver la determinación en sus oscuras profundidades fue cuando


notó algo sobre él por primera vez. Su presencia contenía algo que le
recordaba a Chloe. Cada vez que miraba a la chica con cicatrices, una
palabra venía a su mente. Y ahora, en este momento, mirando a Angel, esa
palabra volvió a ella. Sobreviviente.

No conocía su historia, y no creía que un hombre como él pudiera


confiar en alguien lo suficiente como para contarlo, especialmente a una
chica Caruso, pero tal vez, solo tal vez, podría dejarla entrar lo suficiente
como para aprender algo.

—¿Los extrañas?

Le tomó un tiempo responder.

—Sí —finalmente admitió en el pequeño espacio que compartían.

—Bueno, espero que te vayas a casa pronto. —Sus palabras salieron


un poco ásperas.

Le habían resultado difíciles de decir, sin saber si era porque no


quería que él se fuera todavía o porque eso era exactamente lo que quería
para sí misma: irse a casa y salir de este elevador. Cuanto más tiempo
estaba atrapada allí, más se sentía como si estuviera sofocándose y
quedándose sin aire.

Angel metió la mano en el bolsillo de su pantalón y sacó un dulce


envuelto en una envoltura.

—Chúpate esto y trata de no masticarlo. Tengo algunos más, si eso


ayuda.
—¿Mantienes dulces contigo? —preguntó ella, encontrándolo
extraño. Eso era algo que las mujeres solían tener en su bolso.

Encogiéndose de hombros, respondió simplemente:

—Hábito.

Mientras desenvolvía el dulce y se lo ponía en la boca, lo encontró


extrañamente reconfortante, incluso si solo era un poco. Mientras dejaba
que los jugos fluyeran a su boca, se preguntó cómo sabía que sería útil.
Solo deseaba que se volviera a encender el elevador, ya que la caja de
metal comenzaba a enfriarse.

—No sé cuánto tiempo más voy a soportar aquí, Angel. —Mientras


su pecho subía y bajaba, el espacio comenzó a sentirse aún más
pequeño—. Esto realmente está empezando a asustarme, maldi…

Él estrelló sus labios sobre los de ella con fuerza y rapidez, haciendo
que al instante se olvidara de que estaba atascada. Supuso que ese había
sido su objetivo, pero estaba segura de que iba a tomar lo que pudiera
conseguir y exprimirlo para que valga la pena.

Este beso fue exactamente lo que había estado esperando de él. Era
exigente, rudo y desvergonzado, haciéndole abrir la boca para él.
Agradecidamente ella lo hizo, dejando que su lengua entrara para jugar
con la de ella. Su cuerpo frío se calentó al instante de adentro hacia
afuera, haciéndola sentir como si estuviera a punto de quemarse con vida.

Angel sabía exactamente lo que le estaba haciendo. Buscando en su


boca, capturó el pequeño dulce que aún no había chupado y lo tomó en la
suya, robándolo.

Le robó el caramelo con un movimiento sensual de su lengua, y


ahora saboreó la dulzura de la cereza en su boca caliente. Incapaz de
ayudarlo, ella gimió, lo que se hizo eco en la caja de metal, intensificando
la experiencia.

Intentando acercarse a él, Adalyn quería más. Mucho.

Él la ayudó a tumbarse, moviéndola a su regazo para darles un


acceso más fácil.
Oh Dios. El elevador cayéndose era la menor de sus preocupaciones
ahora.

Dejando que su lengua se deslizara en su boca, buscó el caramelo,


imitando lo que había hecho moviendo su lengua y capturándolo. Sin
embargo, no iba a dejarlo ir fácilmente. Pero antes de tomarlo,
juguetonamente le mordió la lengua, haciéndolo alejarse.

Sonriéndole, finalmente mordió el caramelo.

—Gané.

Ni siquiera pasó un segundo antes de que él la volteara sobre su


espalda, y su duro cuerpo se cerniera sobre ella.

—Me mordiste, dulzura. —Tomando su barbilla, sus ojos acalorados


se clavaron en los de ella—. Eso no fue muy inteligente.

Conteniendo la respiración, sintió que cada músculo se tensaba.

—Podría tomarte aquí mismo… —Deslizó su mano entintada sobre


su garganta, dándole un ligero apretón—, y nadie podría detenerme.

Deslizando su mano hacia abajo, comenzó a desabotonar su abrigo,


llegando lentamente a cada uno, revelando el suéter ligero de debajo.

—Nadie podría oírte gemir —continuó mientras levantaba el material


caliente y extendía su fría mano sobre su vientre inferior—. O gritar.

Ella se derritió debajo de él; eso era exactamente lo que jodidamente


buscaba por sí misma. Pero, como siempre, él lo sabía.

—¿Es eso lo que quieres? —Él movió su mano, deslizándose sobre su


pequeña cintura y costillas, colocándola justo debajo de sus pechos.

Mierda, sí.

Ella solo logró asentir.

Con su mano entintada, se metió debajo del delgado material de


encaje, ahuecando su pecho derecho. Sus pezones bronceados se pusieron
aún más duro bajo su control.

—Dilo, entonces —exigió con dureza.


—¡S-sí! —gritó cuando él le frotó el pezón con los dedos.

Luego liberó su mano de su pecho, solo para moverse a la cintura de


sus jeans. Tragó saliva cuando él desabotonó el botón superior, dejando al
descubierto el borde de sus sedosas bragas negras.

Moviendo sus labios a unos centímetros de los de ella, le dio una


última advertencia, listo para deslizar las yemas de sus dedos hacia abajo
desde donde descansaban firmemente bajo la seda.

—¿Estás segura de esto, dulzura?

Tomando una respiración final, sin saber si se arrepentiría hasta que


fuera demasiado tarde, alzó la boca para encontrarse con la de él, dándole
la respuesta tomando otro bocado y succionándole el labio inferior.

Él fue rápido, deslizando sus largos dedos dentro de ella, obligándola


a soltar rápidamente su labio con el fuerte gemido que se le escapó.

Ella estaba mojada, caliente y lista, lo que facilitaba la toma. El


único problema que tuvo fue su tensión.

Adalyn pensó que estaba viendo estrellas por sentirlo dentro de ella.
Separó las piernas tanto como pudo para tratar de ayudarlo a que se
sintiera mejor, pero era tan apretada.

Al ver su angustia, él frenó sus dedos abajo, moviéndolos dentro y


fuera de su vagina resbaladiza un centímetro a la vez.

—¿Cómo es que todavía eres virgen cuando prácticamente me has


rogado que te folle?

No era realmente una pregunta, sino una declaración, ya que Adalyn


nunca lo había hecho en secreto cuando se sentía atraída por un hombre.
Y con su sabor en ellos, era una maravilla cómo había podido permanecer
virgen durante tanto tiempo. Con su cabeza en las nubes, sin embargo, lo
único que salió de su boca fue su aliento caliente y pesado.

Esta vez, cuando Angel sacó su dedo, le deslizó uno más, estirando
sus paredes. Casi gritó de dolor esta vez, pero luego colocó su pulgar en su
sensible clítoris, convirtiéndolo en placer.
Él no hizo ningún esfuerzo por esconderse de ella, mostrándole
exactamente quién y qué clase de amante era. No hubo falsedad, ni
dulzura, ni pureza. En cambio, era exigente, rudo y pecaminoso... pero tan
perversamente placentero.

Adalyn lo sostuvo por los hombros, sintiendo que el fuego ardía en


su interior con cada movimiento del pulgar experto y los dedos hundidos,
pero nunca la dejaba quemarse, solo tiraba más gasolina al fuego.

—Por favor... —gimió.

—¿Te quieres venir, dulzura? —le susurró al oído con voz áspera.

Moviendo sus caderas, trató de hacerlo ella misma, pero él todavía


no la dejaba, jugando con ella como si fuera masilla en sus manos.

—¡Sí, por favor!

Angel le dio otro duro beso, prestando atención a su grueso labio


inferior antes de morder la carne sensible. Luego sacó sus dedos de ella y
deslizó su mano fuera de sus pantalones.

Dándole una sonrisa torcida, la miró fijamente y le dio una última


advertencia:

—No puedes ganar, Adalyn. Yo ganaré todo el tiempo.

Cuando su boca se abrió, las luces del elevador se encendieron y el


suelo debajo de ellos comenzó a moverse.

Él se levantó de encima de ella, parándose en un movimiento rápido.

Que dem…

Al mirar los números que se posaban sobre la puerta del elevador,


los vio subir más y más, llevándolos a la cima.

Como no tenía tiempo para pensar, se abrochó los pantalones


rápidamente antes de pararse, y luego comenzó a abrocharse el abrigo
mientras Angel se quedaba perezosamente allí con una sonrisa en su
rostro.

Todo fue un borrón. Ni siquiera sabía si eso realmente había


sucedido.
¿Acabo de...?

¿Él solo...?

La expresión de su cara y el fuego aun ardiendo dentro de ella le


dijeron que realmente lo había hecho.

—Tú idio…

Las puertas del elevador se abrieron, revelando parado ahí a Lucca,


esperando pacientemente.

Oh, mierda.

La conmoción, el horror y la vergüenza en su rostro fueron


suficientes para hacerle desear que el elevador cayera más de veinte pisos
hasta su muerte.

—Hubo un apagón en la ciudad —reveló Lucca, bloqueando el cierre


de las puertas, sin moverse para dejarlos salir del elevador del Infierno.

Tragando ruidosamente, ella no supo qué decir cuando Angel solo


asintió.

Los ojos endemoniados de Lucca se movieron entre ellos por unos


momentos.

—Adalyn, ve a quedarte con Lake esta noche.

A su orden, no perdió el tiempo, saltando fuera del elevador y


deslizándose a su lado.

—Bueno.

—Angel, sígueme.

Ella se detuvo en seco y se volvió para mirar a Lucca dirigirse a su


oficina.

Cuando Angel pasó junto a ella, cruzando el umbral del elevador, no


vio a un hombre que estuviera asustado, preocupado o arrepentido. Vio a
un hombre que estaba complacido.
Tomando dos de sus largos dedos y tatuados, los llevó a su boca,
lamiendo los que habían estado profundamente dentro de ella, antes de
irse, dándole la espalda.

Ella inclinó su cabeza hacia un lado, reproduciendo esa mirada en


su rostro cuando él los había lamido para probarla. Dios... maldición.
24
Dos reyes en una ciudad
Traducido por Rimed

M irando fijamente al cuerpo sin vida, él permaneció inmóvil hasta


que su hermano menor se agachó para tocar la única bala que
había ido directo entre los ojos.

—Está limpio, tal como Lucca lo describió con su hombre. No es de


extrañar que dijera que podrías haberlo hecho tú. —Matthias frotó la
sangre entre sus dedos después de tocar la herida de bala.

Cuando su hermano no respondió, él levantó la mirada.

—¿Dominic?

—Revisa su cuerpo —demandó él tras otro momento de reflexión.

Matthias comenzó a revisar el cuerpo, encontrando que el joven


Luciano estaba en perfectas condiciones. Levantándose, espero por más
instrucciones.

—Pon a Lucca al teléfono —siseó Dominic antes de agacharse él


mismo para examinar el cuerpo más de cerca.

Algo sobre esto no estaba bien. Podía sentirlo en sus entrañas y en el


pavimento bajo sus zapatos. Un suave rugido estaba por sacudir esta
ciudad hasta su mismo centro y luego, todo se derrumbaría.

Poniendo sus dedos en los fríos y púrpuras labios, los separó,


revelando una rejilla de oro y diamante que estaba perfectamente en su
lugar.

Ese rugido bajo él parecía vibrar más cerca de la superficie. Está en


camino, una guerra entre las dos familias más antiguas de esta ciudad que
han batido en duelo desde su concepción. Una guerra que había sido
ganada con facilidad por los Caruso en el pasado, pero esta vez, sería
diferente, debido a solo dos hombres.

Lucca Caruso.

Y Dominic Luciano.

Dos reyes en una ciudad. Una ciudad que caería esta vez, mientras
ambos hombres eran reyes y cualquiera de ellos preferiría verla caer que
ver al otro ganar.

Solo estoy esperando por el momento perfecto.

***

Angel se sentó frente a Lucca, sin preocuparse en lo más mínimo.


Las cámaras no habían estado funcionando en el elevador, y a menos que
ella abriera su boca, Lucca no sería capaz de probar una mierda.

Una sonrisa oculta apareció detrás de sus ojos con el pensamiento


de Adalyn teniendo que contar la historia de lo que él le acababa de hacer
en el elevador. Apostaría un millón de dólares de que no sería capaz de
obligarse a decirlo.

Ninguna familia sabría lo que había pasado en el elevador esta


noche. Se aseguraría de ello.

Aun mirando al demonio, no estaba seguro de lo que Lucca iba a


decir, pero la última cosa que esperaba fue lo que salió de su boca.

—Andre está muerto.

—¿Qué? —Angel sacudió su cabeza, intentando entender las


palabras.

Abriendo de golpe su Zippo, Lucca encendió un cigarro.

—Dominic lo encontró durante el apagón con el mismo agujero de


bala que Tom tenía entre los ojos.
Esto no era bueno. Alguien realmente estaba intentando comenzar
una guerra entre las familias, y tal como con Tom, probablemente él había
sido uno de los últimos en verlo con vida.

Sin saber si quería compartir la información con Lucca, preguntó:

—¿Tengo permiso de ver a mi familia y dar mis respetos?

Lucca lo miró duramente por un momento antes de decir con


firmeza:

—No.

Angel debería haber sabido que Lucca no lo dejaría, no con esta


tormenta de mierda entre ellos.

—¿Eso es todo?

Con un rápido asentimiento, Lucca lo despidió. Sin embargo, antes


de que Angel pudiera irse, Lucca decidió darle un consejo.

—Yo sería muy cuidadoso con Adalyn si fuera tú.

Mentir era fácil para él.

—No he hecho na…

—Creo que me has malentendido. —Lucca inhaló profundamente


mientras tomaba una calada—. Tú eres el que debería preocuparse de ella.

Algo le dijo a Angel que debería preguntarle a Lucca sobre ella, pero
no lo hizo. En su lugar, cerró la puerta detrás de él, yendo en contra de su
instinto. No había competencia entre él y Adalyn. Tal como le había dicho
en el elevador… Yo ganaré todo el tiempo.

DING.

Una vez que llegó a su cuarto de hotel, Angel sacó el teléfono de su


bolsillo. Un correo de voz había sido dejado, y antes de que siquiera
escuchara la suave y entristecida voz salir del teléfono, su estómago se
hundió.

—¿Angel…? Es Andre. Él… solo necesito verte.


Tirando su teléfono a través del cuarto, Angel lo estrelló contra la
pared, las paredes que lo mantenían aquí, lejos de su familia, lejos de ella.

Respiró profundamente varias veces antes de alcanzar su bolsillo,


sacando un caramelo y metiéndose en la boca. Cerrando sus ojos, se
concentró en…

…El sabor a cereza se había disipado casi completamente en su boca


luego del tercero que Dominic le había traído. Su boca ahora se sentía más
seca que nunca.

Se sostuvo a sí mismo con fuerza, balanceándose silenciosamente


hacia adelante y atrás, sintiendo como su mente comenzaba a deslizarse en
el oscuro, oscuro abismo.

Alcanzando el final, Angel tristemente se había quedado sin tiempo…

El sonido del cerrojo saliendo de su lugar, seguido por la luz


filtrándose en el pequeño closet, lo tenía cerrando sus ojos y cubriéndolos
con sus pequeñas manos. Era casi como si el sol en persona estuviera en
aquel espacio.

Entrecerrando los ojos, levantó la mirada para ver la miserable cara


del diablo mirándolo. Era una mirada que nunca olvidaría por el resto de su
vida. Una mirada de pura furia. Ahí fue cuando supo que había ganado.

—Limpia esta mierda —siseó Lucifer a Dominic, quien estaba de pie


en la puerta, antes de que se diera la vuelta y se fuera.

Cerrando sus ojos nuevamente, sintió una mano tocando su frente.

—Lo hiciste bien, Angel.

Angel no se molestó en abrir sus ojos mientras preguntaba:

—¿L-lo hice?

—Lo hiciste. —Tomando su brazo, Dominic lentamente intentó


levantarlo—. Ahora vamos a limpiarte.

La vergüenza de haberse ensuciado varias veces hizo que no quisiera


levantarse, pero su hermano no lo dejaría, forzándolo a intentarlo.
Angel no podía siquiera moverse al principio, pero eventualmente logró
levantarse lo suficiente para apoyarse en Dominic. Cada paso dolía y se
sentía extraño.

Deteniéndose a medio camino del baño, no sabía cuánto más podría


caminar, hasta que sus ojos vagaron a su cuarto, viendo a Matthias
acurrucado en su cama.

Angel estaba mirando a alguien que se veía como su hermano, más ya


no lo era.

Cayendo de rodillas, quería que todo simplemente terminara.

Dominic se sentó junto a él, sus ojos yendo y viniendo entre sus
hermanos gemelos.

—Bella me preguntó hoy donde estaban tú y Matthias.

—¿E-en serio? —Algo en el fondo de él se iluminó.

—Sí, creo que te extraña.

Ese algo en el fondo de él…se movió mientras se impulsaba del suelo


para ponerse de pie. Dando un paso…

…Angel caminó hacia su teléfono, recogiéndolo. Mientras miraba a la


agrietada pantalla, su dedo se movió sobre el nombre de Matthias antes de
presionar llamar.

—¿Sí, hermano? —preguntó su gemelo.

Sonriendo, solo tenía una pregunta para él.

—¿Cara o sello?
25
¿Qué Angel es su Angel?
Traducido por Dew’

A l día siguiente, escabulléndose


Adalyn comenzó el viaje hacia
realmente debería hacer esto. Cuando
de la casa de Vincent y Lake,
el elevador, preguntándose si
presionó el botón, decidió no dar
marcha atrás, incluso cuando caminó por el pasillo y golpeó la puerta
frente a la que ahora estaba parada.

Cuando se abrió la puerta, revelando a Angel, parecía estar algo...


apagado.

Cruzando sus brazos, se apoyó contra el marco de la puerta


mientras recorría descaradamente sus ojos por todo su cuerpo.

Ella comenzó a sentirse cohibida por su evidente mirada fija, lo que


la hizo arrepentirse severamente de ir a verlo. Si hubiera sabido que él
actuaría así después del viaje en elevador desde el infierno, no habría
venido.

Aclarando su garganta, ella salió con eso:

—Después de lo que dijiste ayer, me sentí mal porque estuvieras


atrapado aquí todo el día. —Cuando él todavía no hablaba, continuó—:
Pensé que tal vez podríamos hacer algo que no implique que seas mi
niñera, si quieres.

—Adalyn. —Una sonrisa finalmente tocó sus labios que iluminaron


sus ojos—. Vaya, estas extremadamente bonita... hoy.

Confundida, se miró a sí misma.

—Dormí en lo de Lake, así que literalmente me veo igual que ayer. —


Espera… ¿me acaba de llamar bonita?
—Correcto, lo sé. —Extendiendo la mano, agarró un mechón de su
espeso cabello castaño—. Entonces, ¿qué tienes en mente, dulzura?

Con esa mirada oscura en sus ojos, pensó que no estaban en la


misma página. Quería ir a su habitación de hotel y hacer que él terminara
apropiadamente lo que había empezado ayer, pero las cámaras estaban
encendidas hoy, y estaría condenada si dejaba que le hiciera eso otra vez.

—Tú eres el que ha estado aquí atrapado. ¿Qué quieres hacer?

Envolviendo su cabello alrededor de su dedo, le dio un ligero tirón.

—Oh, puedo pensar en varias cosas que podemos hacer.

El calor corrió a sus mejillas, sin saber de dónde había caído este
Ángel, pero santa mierda, si no pensara en algo rápido, le importaría una
mierda que la vieran entrar en su habitación.

Tratando de pensar rápido, vio la patineta que había robado por el


rabillo del ojo. Oh sí.

Sonrió de oreja a oreja.

—Tengo una idea.

Sus cejas se alzaron.

—¿Cuál es?

—Muéstrame lo que puedes hacer en esa patineta.

Angel sonrió, sin tomar un segundo para responder.

—Claro, dulzura.

Lo vio darse la vuelta para ponerse rápidamente una sudadera, luego


agarró la patineta y cerró la puerta detrás de ellos.

—Vámonos. —Puso su brazo libre alrededor de ella, arrastrándola


por el pasillo.

Adalyn se rio de su repentino entusiasmo.

—¿A dónde vamos? El elevador es hacia el otro lado.

—Hoy tomaremos las escaleras.


—Probablemente sea una buena idea después de la última noche —
estuvo de acuerdo; afortunadamente, solo estaban nueve pisos más arriba.

Él la miró de manera extraña por un momento, pero continuó


caminando.

—¿Qué te dijo Lucca? —susurró ella—. ¿Crees que sabe lo que pasó
en el elevador?

Al abrir la puerta de la escalera, sonrió.

—Oh no, solo hablamos sobre cosas familiares.

Ella se detuvo, mirándolo por un segundo. ¿No era su tatuaje en...?

Sacudiendo la cabeza, atravesó la puerta, y luego bajaron los


escalones, atravesaron el casino y salieron al estacionamiento.

—Esto servirá. —Sonrió antes de arrojar su patineta y saltar sobre


ella.

La boca de Adalyn se abrió por la velocidad en la que él despegó. Su


cabeza se movió y giró mientras lo miraba zigzaguear a través del enorme
estacionamiento. Cuando saltó en el aire, girando la patineta con los pies,
casi se desmayó. De ninguna manera en el infierno Lake puede verlo hacer
esto.

Dirigiéndose directamente hacia ella, Angel giró su patineta en el


último segundo y comenzó a rodearla en círculos.

—¿Quieres aprender a montar, dulzura?

Era difícil para ella pensar mientras veía al sexy chico malo girar a
su alrededor.

—No... no creo que pueda.

—Claro que puedes. —Se bajó, acercándose detrás de ella y


agarrándola por la cintura. Inclinándose, le susurró al oído—: Te ayudaré.

Adalyn no tuvo que repetirlo dos veces. Puso un pie en la patineta y


empujó ligeramente con la otra para que se moviera. Tambaleándose y
cayéndose a cada segundo, estaba agradecida de que Angel la sostuviera.
Lo intentó una y otra vez, pero incluso con los pasitos de bebé, no podía
dejar de caerse, haciéndola morir de la risa.

—Creo que estoy indefensa aquí.

Al encontrarlo divertido también, él la abrazó con más fuerza.

—Nah, tengo todo el día para enseñarte.

Continuó pasando un buen momento con él mientras le enseñaba


inútilmente cómo montar una patineta. Después de aproximadamente
una hora, se había graduado y podía sostener solo su mano mientras se
deslizaba en la tabla sobre el concreto debajo de ella. Sin embargo, cuando
golpeó su primera roca mientras se reía con tanta fuerza, casi voló
directamente fuera de la patineta. Sin embargo los reflejos agudos de
Angel, hicieron que la atrapara.

—Caray, dulzura. —La abrazó con fuerza, moviendo su rostro más


cerca del de ella—. Creo que merezco algo por salvar tu vida.

Mirándole fijamente, se mordió el labio inferior.

—¿Qué deseas?

Cuando sus labios tocaron los de ella, debería haber estado


preparada, sabiendo muy bien a que había venido, sin embargo, todavía no
se había preparado.

Este beso era diferente al resto que le había dado, no áspero ni


exigente como los demás, sino sensual y preciso mientras le pasaba la
lengua por el labio inferior donde la había mordido. Pudo no haber sido lo
que había esperado, pero seguro que era igual de sexy. Casi no podía creer
que era Angel hasta que abrió los ojos otra vez.

—Es un comienzo —le dijo con una sonrisa.

Adalyn se rió de él.

—¿Eso es un comienzo? ¿Qué más quieres?

—Pensé que podrías devolverme el anillo, ya que te salvé la vida y


todo.
—Oh, ahora veo por qué has sido tan amable conmigo hoy. —
Alejándose de sus brazos, no iba a hacerle saber que podría estar
funcionando.

Tomando su mano, la atrajo hacia sí de nuevo.

—Vamos, dulzura; te dejaré tener mucho más que un beso si me


das...

—No, no lo harás —una voz baja habló detrás de ellos.

Nada en este mundo la hubiera preparado para lo que vio cuando se


dio la vuelta.

Adalyn abrió la boca para gritar, pero una mano tatuada la cubrió
antes de que pudiera escapar un sonido.

¿Que…? Mientras continuaba gritando en su mano, sus ojos iban y


venían.

Aterrizaron en la persona con la que acababa de patinar. ¿Angel?

Luego miró al encapuchado. ¿Y a Angel?

—Supongo que no le dijiste que tenías un gemelo —dijo el Angel


número uno o dos, o quién demonios fuera que no le estuviera tapando la
boca.

Ella gritó aún más fuerte. ¡Un gemelo!

El Angel encapuchado mantuvo su boca apretada, tratando de


amortiguar el sonido.

—Obviamente no, gilipollas, o no hubieras llegado tan lejos con ella.

La sonrisa de Angel sin capucha rápidamente se convirtió en


preocupación.

—Se va a desmayar si no logras que se detenga.

—¡Adalyn, cálmate! —susurró Angel con una capucha.

Deteniéndose de repente, se dio cuenta de que el encapuchado era el


Angel que ella conocía.
En el momento en que retiró la mano de su boca, hizo todo lo posible
para mantener la voz baja mientras preguntaba:

—¿Quién diablos es él? ¿Y por qué se parece a ti?

—Vaya, eso fue rápido. —Angel, quien-demonios-sea, se rio de ella al


instante que supo qué Angel era su Angel.

—Este es Matthias, mi hermano gemelo —dijo Angel como si no


fuera lo suficientemente obvio.

Santa madre de Dios... Estaré maldita.

Incapaz de dejar de mirar entre los dos seres idénticos frente a ella,
miró sus tatuajes que eran todos iguales pero volteados, en lados
opuestos. Se suponía que debería haber sabido que no era Angel, pero,
una vez más, ¿qué malditos gemelos se hacen tatuajes en todo el cuerpo?

Sin palabras, nada más que tartamudez salió de su boca.

—Tal vez deberías haber continuado dejándola creer que era tú.

—Lo hubiera hecho si no estuvieras tratando de follarla —espetó


Angel.

Matthias rodó sus ojos sobre ella.

—Creo que a ella le gusto más. Todavía podría tener un…

—Lárgate de aquí antes de que alguien más nos encuentre a los dos
será mejor que lo que yo haré contigo —amenazándolo, le lanzó una última
mirada de advertencia.

—Bien —suspiró Matthias antes de mirar directamente a las


profundidades marrones de Adalyn—. Pensé que podríamos compartirla
esta vez, porque no puedo decir que te culpo.

¿Compartirme? Querido Dios…

Estaría dispuesta a morir e ir al cielo por un cam…

Angel la agarró por la barbilla, obligándola a apartar la mirada de


Matthias y mirarlo.
—Si alguna vez lo besas de nuevo, no creeré que no sabías que no
era yo.

Tragando, asintió en comprensión.

—¿Te gusta más él? —Continuó mirándola, listo para detectar una
mentira.

Ella sacudió rápidamente su cabeza.

—Bien. —Volteó la patineta, atrapándola en su mano—. No quería


tener que matarlo.
26
Pamela Anderson en Baywatch
Traducido por Aelinfirebreathing

U m, ¿por qué exactamente tu hermano estaba pretendiendo ser tú


ayer exactamente? —preguntó Adalyn cuando estaban casi en la
escuela. Había tenido la noche para pensar acerca de lo que había
sucedido ayer, y viéndolo a él tener un maldito gemelo la distrajo de eso.

Angel ligeramente se detuvo meditando mientras estaba


conduciendo, pareciendo debatir qué decirle antes de hablar.

—Un Luciano murió la noche que nos quedamos atrapados en el


elevador.

Su piel se heló.

—¿Qué?

—Uno de los chicos que vino a verme en el cine fue asesinado de la


misma forma que Tom.

Mordió su labio nerviosamente. Algo en ella ya sabía quién era, pero


tenía que preguntar.

—¿C-cuál?

—El que se quedó en el medio. El que llevaba el interrogatorio.

Santa mierda. Lo que sea que estuviera pasando entre las familias
no era bueno, y definitivamente no era bueno por lo que malditamente
fuera lo que estuviera pasando entre ella y Angel.

Tragando con fuerza, trató de no pensar mucho en eso.

—Así que ustedes dos se intercambiaron…


—Porque necesitaba hablar con la familia —terminó por ella,
aparcando el auto.

Saliendo del auto, los dos se unieron al grupo, solo para ver a
Vincent de pie junto a Lake.

—Uh, ¿por qué estás aquí? —preguntó Adalyn, confundida.

Lake miró fijamente a sus zapatos, luciendo como un cachorro que


había acabado de hacer algo malo.

—Desde la muerte de Tom, Lucca necesitaba un reemplazo. —Sus


ojos azul bebé miraron directamente a Angel—. Me ofrecí voluntario
porque, ¿quién mejor que yo para cuidar a mi chica y a mi hermana?

Adalyn pestañeó repetidamente mientras Vincent pasaba su brazo


alrededor de Lake y comenzó a acompañarla a clase. Pobre Lake.

Angel estaba completamente imperturbable y lucía como si solo


hubiera sido aplastado por un gatito.

—¿Se da cuenta que es bastante difícil encontrar amenazante a un


chico tan bonito como él, cierto?

Estuvo a punto de abrir la boca, pero entonces decidió cerrarla para


mantener esa información sobre su hermano para ella misma. Será una
sorpresa divertida.

Se dirigieron al salón de clases; Lake y Vincent esperaron en la


puerta por ellos, pero cuando las chicas entraron y Angel fue a seguirlas,
su hermano lucía confundido.

—¿Qué estás haciendo?

—¿Las cuido desde dentro del salón? —le dijo Angel.

Poniendo su mano en su hombro, Vincent lo detuvo.

—Se supone que esperemos fuera y vigilemos la puerta.

Angel miró fijamente a su mano, pareciendo que estuviera a punto


de golpearlo. Para sorpresa de Adalyn, sin embargo, parecía cambiar de
táctica.
—¿Ves este salón de clases? —Señaló a todo el salón de cerca de
unos cien estudiantes quienes estaban medio dormidos—. Cualquiera de
ellos podría ser un asesino, o peor, podría tratar de coquetear con tu chica.
Tenemos que asumir que todo el mundo es una amenaza, así que me
siento justo detrás de ellos, hasta el fondo, donde puedo mantener un ojo
en todo el mundo.

La mente del niño bonito pareció explotar.

—Buena decisión.

Poniendo los ojos en blanco cuando Vincent entró al salón con Lake,
murmuró bajo su aliento:

—¿No es muy inteligente, o si?

Con eso, Adalyn estaba de acuerdo.

—Nop. No lo es.

Tomando asiento junto a Lake, estaba lista para susurrar para que
los chicos no pudieran escuchar, cuando su amiga le dio un golpecito.

—Está molesto conmigo —arrojó Lake.

Adalyn comenzó a reír, sabiendo exactamente hacia dónde iba esto.

—Dijo que lo estaba observando demasiado, y que parecía que estar


atraída por Angel. Creo que incluso Elle se metió en problemas con Nero,
porque escuché a Vincent en el teléfono con él, prometiendo que
mantendría un ojo en Elle cerca de él también.

—Bueno, ¿qué dijiste? —Tratar de aguantar la risa era casi


imposible.

—Le pregunté si él estaría atraído por Pamela Anderson en


Baywatch si estuviera a su alrededor.

Si Adalyn hubiera tenido agua en la boca, se habría ahogado.

Lake se hundió en su asiento, dándose cuenta que tal vez comparar


el aspecto de Angel con el de posiblemente uno de los mayores símbolos
sexuales de todos los tiempos no había sido la mejor idea.

—Y por eso es que está aquí.


—Yo diría eso —arrojó Adalyn a su amiga.

Gracias a Dios que no le dije que podía montar patineta. No habría


habido realmente una posibilidad para ella de estar con Angel si lo hubiera
hecho.

Esta clase y la próxima se pasaron con Lake asegurándose de


desviar sus ojos para no mirar fijamente a Angel. Para la hora que llegó el
almuerzo, Adalyn estaba orgullosa de que Lake había llegado tan lejos sin
siquiera echarle una mirada secreta mientras su novio no estaba mirando.
Una cosa era segura, merecía una medalla porque hoy él lucía
especialmente caliente para ella, ahora que la mayoría de sus moretones
se habían aclarado.

Todos decidieron comer en la cafetería hoy ya que había papas fritas


en el menú. Incluso Angel, quien usualmente no comía en el trabajo, tomó
unas cuantas.

Tomando asiento junto a Lake, su mesa había cambiado un poco


desde que Vincent ahora se sentaba con ellos.

Los ojos de Maria siguieron a Angel, quien comenzaba a dirigirse a


su mesa de siempre a unos cuantos pies de ellos.

—¿Angel? Siéntate con nosotros. —Señaló con su tenedor la silla


vacía junto a Adalyn.

Todos se detuvieron ante el hecho de que quería incluirlo. Y esta vez,


Adalyn literalmente se ahogó con su agua.

¿Maria Caruso realmente acababa de invitar a un Luciano a sentarse


con ella?

Él pareció estar ligeramente maravillado antes de dejar su bandeja


en la mesa.

Santa mierda, ella lo hizo.

Mirando a Maria, luego a Angel, quien ahora se sentaba junto a ella,


se dio cuenta que era un momento monumental que trajo alegría
inexplicable a su corazón. Hacer que, a la princesa de la mafia, quien
nació sin un corazón, le guste el hijo de Lucifer significaba que, tal vez un
día, las dos familias podrían verdaderamente llevarse bien.
Incluso Lake y Elle estaban sonriendo ante la generosidad de Maria.
Bueno, al menos hasta que una mirada asustada apareció en los ojos de
Vincent. Estaba haciendo obvio que no estaba tan encantado con su
invitación.

—¿Desde cuándo has querido estar a cinco pies de un Luciano? —


Vincent decidió regañarle.

Echando su cabello tras su hombro, le dio una sonrisa de muerte al


niño bonito.

—Desde que tú comenzaste a sentirte amenazado por uno.

Oh.

Dios.

Mío.

Rostros en shock alrededor de la mesa esperaron a ver qué haría


Vincent.

Él solo tomó su comida y comenzó a comer. No había nada que


pudiera decir. Era casi como ver a un león inclinarse ante una leona.

Déjale a Maria poner a cualquier hombre en su lugar. Era una


verdadera inspiración.

La incomodidad en la mesa se fue desvaneciendo poco a poco


mientras más tiempo pasaban allí, con las chicas haciendo la mayor parte
de la conversación. Angel no habló mientras se sentó perezosamente,
comiendo junto a ella, lo cual estaba bien por ella mientras alcanzaba y
robaba un par de sus patatas fritas. Cerca de la quinta, sin embargo,
finalmente lo hizo.

—Roba otra patata, dulzura, y lo lamentarás —dijo en tono bajo.

Adalyn le sonrío dulcemente mientras lo alcanzaba, robando una


última patata.

—No puedes hacer nada con mi hermano aquí. —Lanzándola dentro


de su boca cuando él no la detuvo, sintió su sonrisa ensancharse. Robó un
par de patatas extra antes de que comenzaran a irse por buena medida.
Ja. Eso es.

Con el almuerzo terminado, todos se levantaron a dejar sus


bandejas, pero Vincent había tomado la de Lake de sus manos,
deshaciéndose de esta él mismo.

Angel tomó la de Adalyn de sus manos también, haciéndola


sonrojarse ligeramente, pero cuando se inclinó a susurrarle a Lake, su
rostro se volvió rojo por una razón diferente.

—Adalyn mintió. Sí sé cómo montar la patineta.


27
Quiero el número de tu hermano
Traducido por krispipe

M irando a Lake caminar hacia adelante al lado de Vincent, Adalyn


desvió la mirada a Angel.

—Si le dices que sabes cómo conducir una motocicleta… quiero el


número de tu hermano.

Había visto a Lake oficialmente darse por vencida de no mirarlo


después de que él le había dicho que sabía montar patineta. Incluso
Vincent, que prácticamente la estaba alejando de Angel para la seguridad
del Escalade, había perdido la esperanza de que dejara de mirarlo. Era
difícil para Adalyn culparla, pero podía culpar a Angel por decirle la
verdad, que claramente no podía manejar.

Él la rodeó con el brazo, sin importarle si Vincent decidía mirar


atrás.

—Ni en sueños, dulzura.

Adalyn no pudo evitar reír. Era bueno saber que siempre podría
amenazarlo con Matthias si lo necesitaba.

Continuando caminando hacia el auto, hicieron todo lo posible para


mantenerse al día con la pareja enfrente de ellos hasta que vieron al
patinador imbécil con sus amigos acercándose a ellos. Entonces se
apresuraron, intentando alcanzar a Lake y Vincent antes de que los
alcanzaran.
—Hoy es el día, perra. —La voz del patinador era fuerte y enojada,
haciéndose más fuerte cuanto más se acercaba—. Quiero recuperar mi
tabla, y también voy a robar a tu zorra, cuando terminemos contigo.

—¡Vincent! —gritó Lake cuando soltó su mano y comenzó a levantar


su puño—. Prometiste que dejarías de meterte en peleas…

Vincent envió al idiota volando hacia el concreto, noqueándolo con


un golpe preciso en la cara. El sonido del patinador golpeando el suelo hizo
que sus amigos se congelaran en su lugar antes de que todos lentamente
retrocedieran, viendo la mirada enloquecida en los ojos azules de Vincent.

—Maldita sea. —Lake solo sacudió la cabeza cuando Vincent tomó


su mano otra vez y pasaron junto al cuerpo sin vida.

Adalyn y Angel miraron al patinador por varios momentos en


silencio. Cuando ella finalmente miró a Angel, podía verlo escrito en su
cara de chico malo—había juzgado mal a Vincent, no viendo la
personalidad dividida y la locura certificable.

Asintiendo, rodeó nuevamente a Adalyn con un brazo, pareciendo


aprobar el lado no tan guapo de Vincent.

—Funciona para mí.

Sabía que sería más divertido dejarlo descubrir por su cuenta.

—Hola, tortolitos. —La voz de Maria sonó detrás de ellos mientras


también se dirigía hacia el auto con sus guardaespaldas.

Su comentario no impidió que Angel mantuviera su brazo alrededor


de Adalyn.

—Esta noche hay fiesta sorpresa en para el cumpleaños del padre de


Vincent. La hacemos en mi casa. Todos están invitados. —Maria comenzó
a pasarlos. Incluso en sus tacones de aguja, sus largas piernas los
alcanzaron. Miró hacia atrás y levantó una ceja cuidada—. Eso te incluye,
Luciano.

Adalyn entrecerró los ojos hacia Maria mientras la rubia se alejaba.


Sabía que había visto algo detrás de los ojos de Maria que le decía a
Adalyn que la princesa de la mafia estaba tramando algo. No sabía lo que
era aún, pero sabía que si Angel iba al cumpleaños del consejero la rubia
conseguiría lo que quería.

Sin saber cómo se sentía acerca de él yendo a una guarida de leones


llena de Caruso solo, rezó porque la respuesta fuera no cuando preguntó:

—No vas a ir, ¿o sí?

Sus profundidades grises le dijeron que también había allí para él.

—Nunca rechazas una buena fiesta, dulzura.

***

—¿Qué estás haciendo aquí? —Lucca se acercó a Vincent y Nero—.


Te dije que no eras bienvenido a mi casa.

—Es el jodido cumpleaños de mi papá; ¿esperabas que no viniera? —


Vincent lo miró como si estuviera loco.

—Sí —dijo Lucca fríamente.

—Vamos, Lucca; te dije que mi cara se veía como…

—Entonces mantén esa maldita cara lejos de Chloe. —El segundo al


mando no lo dejó terminar.

Nero sacudió la cabeza hacia su amigo cuando lo miró en busca de


ayuda.

—Idiota, te dije unas mil veces que eso no es una excusa.

Puso los ojos en blanco, luego aterrizaron en un cuerpo tatuado.

—¿Qué carajo está haciendo él aquí?

—A diferencia de ti, fue invitado —escupió Lucca.

Vincent no podía creerlo.

—¿Quieres decir que lo invitaste sobre mí?


—Sí. —La respuesta de Lucca fue dura cuando buscó a Chloe,
viéndola hablando con Maria y Leo en la esquina de la habitación.

Ambos chicos sabían por qué lo había hecho—para ver si Angel la


angustiaba. Sin embargo, ella no parecía haberlo notado entrar.

Apurando el agua en su taza, Vincent deseó que fuera licor mientras


miraba a Angel caminar hasta unas acogedoras Adalyn, Lake, y Elle.

—Lo odio.

Volviéndose hacia niño bonito, el segundo al mando estaba


interesado en lo que tenía que decir.

—¿Por qué?

Casi no pudo decir las atroces palabras.

—Porque creo que podría ser más atractivo que yo.

Lucca miró a Nero antes de irse para el lado de Chloe.

—Mantenlo jodidamente alejado de mí.


28
Muerto y Desaparecido
Traducido por krispipe

L a fiesta había ido simplemente bien. ¿Tal vez había estado


preocupada sin razón?

Estoy segura de que Lucca puso el temor de Dios en cada Caruso aquí
para que no tocaran a Angel de ninguna manera.

Estaba llegando el final de la fiesta cuando se abrió la puerta de


entrada y Amo entró en la habitación.

Había pasado un tiempo desde que Adalyn lo había visto por última
vez. Cada vez que preguntaba sobre él, todos parecían cambiar de tema.
Era muy extraño considerando que Nero, Vincent y Amo habían sido
inseparables durante toda su vida, pero ahora ella nunca lo veía cerca.

Levantándose del enorme sofá, sin dejar que nadie la hiciera cambiar
de opinión, caminó directamente hacia el gran gigante.

—Hola, Amo.

—Hola. —Ni siquiera se molestó en alzar la mirada mientras se


servía un trago.

Una frialdad se apoderó de ella, solo mirándolo. No lo había visto


hasta que se acercó. No era el Amo que recordaba. Había círculos oscuros
debajo de sus ojos, y una cierta presencia a su alrededor que no había
estado allí antes. Una presencia que era muy oscura y aún más
inquietante.

Comenzó a arrepentirse de acercarse a saludarlo, ahora entendía por


qué todos habían cambiado de tema cuando ella lo había mencionado.

—Yo… hace mucho que no te veo.


—He estado ocupado.

Cuando finalmente la miró, ella deseó que no lo hubiera hecho. Solo


necesitó una mirada para saber que el Amo que una vez había conocido…
había muerto y desaparecido.

¿Qué le sucedió?

—Hola. —Angel se acercó para pararse junto a ella.

Gracias a Dios, había venido a salvarla. Ella comenzó a presentarle:

—Amo, este es Ange…

—Sé quién es —la voz muerta de Amo se correspondía con la mirada


mortal que le dirigió al Luciano.

Angel no quitó sus ojos de él, devolviéndole la mirada mortal.

—Adalyn, creo que Lake te necesita. Estaba preguntando por ti.

Tragando saliva, asintió, sabiendo que Lake no había preguntado


realmente por ella.

Se sintió mal cuando dejó a Angel con Amo. Había claramente


historia entre los dos. Cual era… estaba demasiado asustada para
preguntar.

***

Angel había venido a esta fiesta por una razón y sólo una razón.
Toda la noche había buscado en los ojos de cada Caruso para encontrar al
hombre que estaba buscando, y ahora estaba parado justo en frente de él.

Los dos se miraron en silencio, esperando que el otro hablara


mientras sus ojos comunicaban su odio visible.

Sus ojos no se apartaban de los muertos que recordaría mientras


viviera. Esto fue por Drago.

—Sé quién eres —la voz grave de Angel salió como un cruel susurro.
Amo dio el paso más pequeño hacia él, tratando de intimidarlo solo
con su altura.

—¿Se supone que eso debería de asustarme?

—Debería.

Angel se mantuvo firme, sin miedo al tamaño de Amo. Angel era


unos años mayor que él. Sabía que solo estaba mirando a un chico que
acababa de convertirse en hombre. La razón por la que sabía eso era
porque él, también, solía tener esa mirada en sus ojos, cuando no sabía el
tipo de hombre que quería ser o donde pertenecía.

—¿Ves a Joey aquí? Te ahorraré tiempo de buscar alrededor y te diré


que no está. He visto muchos Caruso entrar y salir de aquí toda la noche
para desear a su consejero un feliz cumpleaños, pero a él no lo he visto.
¿Qué tal el tercer chico? ¿Lo ves a él? No sé quién era, pero supongo que
no lo has visto en un tiempo tampoco.

Amo mantuvo la boca cerrada, sin decir una palabra.

—¿Qué crees que hizo Lucca con ellos? —Mientras sonreía, una
curva malvada curvo sus labios. Ambos sabían los juegos a los que Lucca
le gustaba jugar—. ¿Cuánto tiempo crees que tienes antes que uno de ellos
se rompa y le diga? ¿Qué crees que te hará a ti el coco entonces?

Amo cuadró su mandíbula; finalmente hubo un destello de algo que


no solo estaba muerto detrás de sus ojos.

—¿Por qué no le dices?

—Te quería para mí. —Angel lo miró directamente a los ojos, viendo
la delgada hebra de miedo que intentaba esconder—. Pero he cambiado de
opinión. Dejaré que Lucca te tenga.

Amo dio otro paso hacia él, su pecho casi tocando el de Angel ahora
mientras le daba su propia amenaza.

—Eres y siempre serás solo un peón en un peligroso juego de


ajedrez. Eres una pieza en una tabla para Lucca, igual que yo. Y cuando
termine contigo, solo te mantendrá cerca para su enfermo, jodido
entretenimiento.
—Él te hizo algo, ¿no es así, Amo? —Angel mantuvo la sonrisa
malvada, sabiendo que cualquier castigo que Lucca le hubiera dado era
mejor que cualquier cosa que él mismo pudiera hacer, y cuanto más
esperara Angel que Lucca viniera a por Amo, mejor—. Que sepas que
cuando el coco finalmente venga a por ti, no fui yo quien le dijo que perdió
el control de uno de sus hombres más jóvenes y débiles.

Mientras se alejaba, una risa malvada escapó.

—Lo descubrirá por sí mismo.

—Estás haciendo exactamente lo que él quiere —advirtió Amo.

Angel se detuvo y se giró para mirarlo.

—¿Qué acabas de decir?

—Siempre está cinco pasos por delante de ti, y sabe cada


movimiento que vas a hacer antes de que tú incluso los hagas, porque es
exactamente el movimiento que él quería que hicieras. Te quiere aquí, y te
quiere con ella. —La mirada de Amo se movió hacia Adalyn, que estaba al
otro lado de la habitación—. Ella es una distracción para mantenerte aquí
voluntariamente. —Sus ojos muertos se movieron hacia él—. No pensaste
que realmente te dejaría ir, ¿verdad?

Angel miró a Adalyn, luego al demonio que era más capaz e


inteligente de lo que cualquiera sabía.

—Te estás volviendo cada vez menos Luciano cada día que estás
aquí, pero te prometo esto… nunca te convertirás en un Caruso. No serás
nada.

—¿Nada? ¿Como tú? —preguntó, viendo el caparazón vacío de un


hombre—. Has perdido, Amo. Perdiste contra él. Pero hay una diferencia
entre nosotros. Yo. No. Pierdo.

Nunca.

Esos ojos muertos le dieron una última promesa desde la


experiencia.

—Lucca siempre gana.


29
Una pareja hecha del Cielo y el Infierno
Traducido por krispipe

T omando un asiento vacío al lado de Chloe, Adalyn no apartó sus ojos


chocolate de Angel, mirando su intercambio silencioso desde lejos.
Cuando su intercambio terminó con Amo finalmente saliendo por la puerta
de entrada por la que acababa de entrar, respiró hondo y se volvió hacia la
belleza llena de cicatrices.

Chloe había seguido sus ojos, viendo a Angel por primera vez esta
noche. Piel de gallina se elevó visiblemente en su piel pálida.

—Él te asusta… —susurró Adalyn sin saberlo. Nunca había sido


capaz de hablar con Chloe sobre las cosas horribles que le había sucedido
a manos de Lucifer, y nunca había sido de su incumbencia. Viéndola mirar
a Angel, completamente aterrorizada, comenzó a involucrarse.

Necesito saber si estoy cometiendo un error.

Pálidos y embrujados ojos grises, desviaron la mirada del Ángel caído


hacia ella.

—¿T-te hizo algo? —preguntó Adalyn nerviosa.

Chloe comenzó a retorcerse las manos.

—Lo siento. No debería haberte preguntado eso. —Se mordió el labio,


el arrepentimiento estableciéndose. Tomando otra profunda respiración,
admitió algo que la asustaba—. Solo pregunté porque… creo que me
gusta… un montón.

Chloe dejó de moverse, ahora solo apretando ligeramente sus manos.


Ella podía vero, la verdad sobre cómo se sentía Adalyn sobre Angel.
Tomando su propia respiración profunda, se centró en sus palabras.

—Cuando L-Lu… —Deteniéndose, no pudo conseguir que el nombre


del diablo pasara por sus labios—. Cuando él me llevó, Angel y su gemelo
me rodearon todo el tiempo. —La voz de Chloe se redujo a casi un susurro,
como si se estuviera dando cuenta de algo por primera vez—. C-creo que
me estaban protegiendo.

Adalyn miró al chico malo tatuado, una sonrisa formándose en sus


labios. Sabiendo sobre Matthias y pensando en cómo cada hermano la
había rodeado también, creía completamente que habían estado
protegiendo a Chloe esa noche.

—Es solo… —Ojos grises miraron de vuelta a Angel, el miedo aún


aparente—. Se parecen a él.

Piel de gallina se deslizó ahora sobre la piel bronceada de Adalyn.

—S-si no se vieran mucho más jóvenes, no tuvieran todos esos


tatuajes… c-creería que estaba mirando directamente al diablo.

Los ojos de Adalyn viajaron a lo largo de la cicatriz de Chloe,


enviando un escalofrío tan profundo que sacudió sus huesos. Lo siento
mucho, Chloe.

—Ven afuera conmigo, cariño —una voz baja apareció con la mano
extendida.

Ver a la chica herida tomar la mano del demonio le provocó un dolor


en el corazón y continuó haciéndolo mientras salieron por la puerta de
atrás hacia la glorieta, donde se sentaron. Sin pensar, Adalyn se había
levantado del sofá, descubriendo que estaba mirando una de las muchas
ventanas, solo para observarlos un poco más.

Demasiado cautivada, ni siquiera había notado a Angel parado a su


lado hasta que su voz la cazó.

—Realmente lo amas, ¿verdad?

Su instinto era mentir, pero no podía encontrarlo en sí misma para


hacerlo.

—¿Es malo que quiera ser ella? ¿Que quiera un amor como ese?
—Sí, lo es. —La respuesta fue dura y la tomó por sorpresa—. Su
amor es retorcido, casi enfermo. —Poniendo un dedo sobre el vidrio, señaló
a la pareja—. Quiero que los mires, Adalyn. Míralos de verdad.
Individualmente, están jodidos a su manera y necesitan al otro para
sobrevivir. Están condenados a separarse. Que Dios los ayude si uno fuera
a soportar la vida más tiempo que el otro. Su amor es el más raro de todos.
Uno enfermo que solo se vuelve bello para esas dos almas y esas dos almas
solas.

La belleza con cicatrices y el coco, una pareja hecha del cielo y el


infierno.

—¿Es ese realmente el amor que quieres? ¿Es él realmente el hombre


que quieres? —Angel tomó su barbilla en su mano, obligándola a mirarlo—
. Sé cosas sobre el coco que no solo te provocarían pesadillas en tus
sueños, Adalyn, sino también cuando abras los ojos.

Mirando a los ojos del hijo de Lucifer, pudo sentir su corazón


dividirse en dos.

—Ya no sé lo que quiero.

Angel dejó caer sus dedos fríos y tatuados de su cara.

—Puedo decirte ahora, dulzura, no voy a ser yo.

Su visión se nubló.

—Adiós, Adalyn.
30
Mi más débil creación
Traducido por Yiany

¿ Querías hablar conmigo? —preguntó Lucca, sentándose en su silla.

Angel miró a la ciudad que estaba detrás de él, sin hablar durante
varios minutos, dejando que todo lo que había sucedido desde que
llegó se hundiera. Cuando finalmente habló, miró al demonio directamente
a los ojos.

—¿Cuánto tiempo me vas a mantener aquí, Lucca?

—Cuando ya no tenga que preocuparme de que tu familia venga tras


la mía, te dejaré ir, y ni un momento antes.

Negando con la cabeza, se dio cuenta.

—Mientras existan nuestras familias, siempre existirá esa


posibilidad, Lucca.

El segundo al mando se llevó un cigarrillo a los labios y encendió el


extremo con un rápido movimiento de su muñeca.

—Entonces será mejor que te sientas cómodo.

No pensaste que realmente te dejará ir, ¿verdad?

Esa voz burlona le resonó en la oreja cuando su sangre comenzó a


hervir, podía verlo. La jaula en la que estaba atrapado estaba siendo
cerrada con llave y la llave estaba siendo tirada... y no había nada que
pudiera hacer al respecto.

Se levantó, necesitaba alejarse de él antes de hacer algo que sin


duda lamentaría. Cuando colocó su mano en el picaporte, la voz regresó.
Él te quiere aquí, y te quiere con ella.
Angel ya había tomado la decisión en lo que a ella concernía, pero
era hora de escribirla en piedra.

Girando, su voz baja hizo eco en la habitación.

—Ya no soy capaz de vigilar a Adalyn, quiero una posición diferente.


No me importa lo que sea, siempre y cuando no tenga que volver a verla
nunca más.

—¿Es realmente lo que quieres? —El humo salía de su boca con


cada palabra que decía. Asintiendo, supo que era hora de que se
mantuviera un paso por delante del coco—. Bien. —Lucca se levantó,
parándose frente a él. Sus ojos azul verdosos se entrecerraron sobre él
mientras inhalaba profundamente en el cigarrillo—. ¿Sabes por qué te
elegí, Angel? ¿Por qué, de todos los Luciano, te elegí?

Era una pregunta que se hacía todos los días. Una pregunta a la que
finalmente estaba por obtener respuesta.

—Pensé que eras diferente, más inteligente, más fuerte. Pensé que
traías a la mesa más que el resto de ellos. Sabía que eras el único que
podía manejarlo, y ahora… —Lucca entrecerró aún más sus ojos—, no
estoy tan seguro de si vas a lograrlo.

Angel solo podía quedarse allí parado, viéndolo volver a tomar su


asiento detrás del escritorio.

—Quería al niño que vi ese día en las vías del tren, pero ya no lo veo
cuando te miro. Demuéstrame que estoy equivocado, Angel, o bien podrías
saltar por la ventana de tu habitación.

Abriendo la puerta, Angel había escuchado suficiente.

Mientras volvía a su habitación de hotel, parecía que cada pared


comenzaba a cerrarse a su alrededor. Por lo tanto, cuando llegó a la
seguridad de su habitación, se fue directamente al armario oscuro,
cerrándose la puerta a sí mismo.

El oscuro y pequeño espacio lo rodeó mientras colocaba sus manos


sobre la pared del armario, cerrando sus ojos...
...Mientras el sonido del tren a lo lejos se acercaba, bajó la mirada a
sus pies. Estaban dentro de la vía del tren de metal.

Miró a su hermano gemelo de dieciséis años, que estaba justo a su


lado.

—Si jodidamente se mueven antes de decírselo, consiguen el armario


durante cinco días —les gritó Lucifer desde unos pocos pies de distancia—.
Pero el primero en moverse, lo tiene por cuatro.

La luz del tren ahora se podía ver a medida que se acercaba cada vez
más, iluminando el cielo nocturno que los rodeaba.

Angel echó un vistazo para ver a Matthias cerca, sus ojos a la luz.

—¡Un Luciano no le teme a nada! —La voz corrupta de Lucifer


coincidía con la ferocidad del tren que se dirigía hacia ellos.

La luz del tren ahora tocaba sus pieles, cuando la bocina del tren
comenzó a sonar para que se apartaran del camino.

—No un tren, ni una bala, ni un hombre, ni a la oscuridad. ¡No


tememos nada! —El diablo continuó gritando, sin dar la orden de moverse.

Deslizando sus pies en posición, estaba listo para correr primero, no


por temor, sino por la idea de que su hermano no durara cuatro días en el
armario solo.

La voz maligna retumbó la palabra

—¡Salgan!

Angel despegó, moviéndose de las vías del tren, solo esperando ser
quien corriera primero, pero cuando miró hacia atrás, Matthias seguía
parado allí con los ojos cerrados mientras el claxon sonaba aún más fuerte
en sus oídos.

Ni siquiera le tomó un segundo ver esa mirada pacífica en la cara de


su hermano para saber que su hermano no tenía planes de abandonar la
vía del tren. La dulce liberación de la muerte era lo único que podía salvarlos
de su padre, y Matthias lo quería.

El poder con el que Angel despegó, corriendo hacia su hermano,


sacudió la tierra. El miedo era algo que su padre se había asegurado que no
tuviera, pero no fue hasta que pensó en su vida sin su hermano que se dio
cuenta de que era capaz de tenerlo.

El tren que circulaba a toda velocidad hacia Matthias no iba a


alcanzarlo primero, porque esa no era una opción. O iba a salvar a su
hermano, o ambos iban a morir de la misma manera que habían venido a
este mundo. Juntos.

Mientras corría directamente hacia él, sus vidas enteras brillaron ante
sus ojos en un solo momento mientras envolvía sus brazos alrededor de su
hermano y saltaba.

Cuando pasó la fuerza del viento impetuoso, casi creyó que Matthias
había obtenido lo que quería, hasta que se dio cuenta de que ningún dolor o
sufrimiento los había saludado. Aun así, se aferró a su hermano con fuerza,
sin dejarlo ir durante varios minutos mientras pasaba el largo tren.

La mirada en la cara de su hermano antes de que lo hubiera salvado,


una mirada que no había visto en él durante años, finalmente pensando que
había encontrado la paz... Pero Angel se la había quitado; por lo tanto, no lo
salvó después de todo.

Una mano en la parte posterior de su camisa sacó a Angel de encima


de Matthias, y luego se vio obligado a enfrentar a su padre.

El puño de Lucifer se encontró con su cara con tal fuerza que envió a
Angel volando al suelo. Escupiendo sobre su cuerpo caído, levantó su pie y
lo bajó al cuello para asfixiar a su hijo.

—No mereces llevar el apellido.

Angel llevó sus manos al zapato de su padre, tratando de liberar algo


de presión para respirar.

—A diferencia de ti, Matthias es fuerte... esperando saltar hasta el


último segundo. —Hundió su zapato un poco más profundo—. Eres mi
creación más débil hasta ahora. —Asfixiándose, sintió que su fuerza vital
comenzaba a abandonarlo.

—Te convertiré en un hombre, o morirás en el intento. —Liberando el


pie de su cuello después de cavar más fuerte, escupió sobre él por última
vez—. Siete días te metes en el armario cuando llegues a casa.
Angel respiró profundamente, dejando que el aire llenara sus
pulmones una vez más mientras yacía en la grava, viendo a su hermano
siendo ayudado por su padre antes de irse.

La sangre que goteaba en su ojo empañó su visión cuando la


oscuridad comenzó a barrerlo después de perder demasiado aire, fue justo
antes de que lo reclamara que escuchó pasos acercándose a él y un par de
ojos azul verdoso lo miraron cuando todo... solo... desapareció...
31
Las primeras cuatro etapas del adiós
Traducido por Dew

M ientras caminaba al aire libre el día siguiente, Adalyn se sentía


enferma. Hasta que el Escalade se detuvo y no pudo encontrar a
Angel, se dio cuenta de que su miedo se había hecho realidad.

Toda la noche había estado en negación, llorando y prometiéndose a


sí misma que, hasta que él no apareciera a la mañana siguiente, creería
que Angel finalmente se había despedido.

Adiós, Adalyn.

Ahora sabía que tenía carácter definitivo.

***

Antes de que los nudillos de Adalyn pudieran encontrarse con la


puerta, se abrió de golpe y Lucca apareció, dejándola entrar a su oficina.

Mientras tomaba el asiento detrás del escritorio, ella decidió


permanecer de pie, demasiado ansiosa por sentarse. Había pasado una
semana desde que Angel le dijo adiós y desapareció. Incluso la habitación
del hotel en la que se había alojado estaba vacía.

—¿Dónde está? —preguntó, yendo directo a eso. Estaba enojada


consigo misma por preguntar, pero aún más enojada de que desapareciera
de la forma que lo hizo sin siquiera darle la oportunidad de hablar.

Lucca se reclinó en su silla.


—No puedo decírtelo, Adalyn.

—¿Por qué? —Casi gritó la palabra, sabiendo que estaba mal estar
tan enojada, pero era inexplicable.

Él guardó silencio por unos momentos antes de decirle la verdad.

—Me dijo que no quiere verte ni hablar contigo.

Cuando las lágrimas finalmente cayeron, cambiaron su visión. Por


primera vez, vio al hombre del que estaba enamorada, con ojos diferentes,
dándose cuenta de que en realidad no estaba enamorada de él. Estaba
obsesionada con él, con la idea de él, de amar al segundo al mando, de
amar al coco.

¿Cómo finalmente lo supo después de todo este tiempo? Porque


hasta este momento, no había sentido lo que era realmente amar a
alguien.

Esta vez, cuando Lucca habló, había una leve ternura en su voz.

—Lo siento, Adalyn.

Limpiándose las lágrimas, lo miró, sin saber si lamentaba que Angel


desapareciera de su vida o por hacerme enamorarme de Angel.

***

Sentada en su cama, no pudo evitar mirar por el rabillo del ojo el


anillo que estaba en su mesita de noche. La había perseguido todos los
días durante un mes, ya que era lo único que le quedaba de él. Lo único
que le hizo saber que todo había sido real y no solo un sueño.

Adalyn recogió el anillo de herradura, girándolo entre sus dedos.


Tenía la esperanza, incluso esperado, que él regresara a su vida, incluso
por un momento, para recuperar el anillo. Lo había estado guardando,
planeando usarlo para negociar con él cuando lo hiciera, pero no lo hizo. Y
eso solo empeoró el daño, considerando que era tan importante para él. Le
demostró que preferiría que lo guardara hasta el final de los tiempos que
volver a verla.
Era tan cruel y tan hiriente que destrozó cada parte de ella hasta el
punto en que no sabía si alguna vez podría confiar en sí misma para amar
de nuevo.

Había algunas heridas que cortaban profundamente, pero otras


simplemente te mataban.

***

—¿Cuánto me amas? —Adalyn se aferró al anillo que había


escondido en el bolsillo de su chaqueta.

Lake la miró con cautela mientras estaban sentadas en el mostrador,


fingiendo estar interesadas en sus deberes.

—Depende de lo que quieres que haga. Si quieres copiar mi tarea, te


amo lo suficiente como para compartirla. Pero si quieres que haga algo que
me meta en problemas con Vincent, es discutible.

—Vaya, eso duele. Entonces, ¿estás eligiendo a mi hermano otra


vez? Pensé que eran ¿chicas antes que penes?

—¡Adalyn! —se quejó su amiga, sabiendo que era difícil para ella
decir que no cuando sacó esa tarjeta—. No puedo meterme en problemas
con Vincent ahora mismo. Finalmente me ama de nuevo.

—¿Cuándo fue la última vez que tuvimos problemas? Ya nunca nos


divertimos. —La voz de Adalyn se apagó, demasiado deprimida para
continuar.

—Eh... ¿Estás tratando de hacerme sentir culpable?

Mirándola, por fin, después de un mes y una semana, había


esperanza en sus ojos.

— ¿Está funcionando?

—Maldita sea. —Lake cerró su libro con un fuerte golpe seco—. ¿En
cuántos problemas me voy a meter?
Adalyn sonrió, esperando que aún quedara algo de aventura en
Lake.

—De la clase en la que robamos las llaves de Vincent y nos vamos de


aquí.

El arrepentimiento ya estaba escrito en la cara de su mejor amiga.

—Bueno, jódeme.

De pie, Adalyn estaba más que lista, habiendo pensado lo suficiente


en él. Las primeras cuatro etapas del adiós fueron difíciles; era hora de que
conociera la última.
32
Y la última
Traducido por Aelinfirebreathing

C uando los vecindarios cambiaron de ser cuidadosamente mantenidos


a unos que se volvieron desaliñados y viejos, se preguntó si esta
había sido realmente una buena idea. Para el momento en que Lake
desaceleró el auto a paso de tortuga, no pensó que lo fuera.

—Adalyn…

Pero no iba a dejar que su amiga supiera eso, porque su decisión


había sido hecha en el segundo que había puesto el anillo en su bolsillo.

—Voy a hacerlo, Lake. ¿Qué es lo peor que puede pasar?

—Un asesino con un hacha podría abrir la puerta. —Su amiga se


detuvo por un momento—. O ella podría ser más bonita que tú.

Le había dicho a Lake en el camino sobre Angel, sobre el anillo, y el


nombre que le habían dado, que había puesto una chispa en sus ojos.

Tragando dolorosamente, desabrochó el cinturón de seguridad.


Luego los nervios realmente comenzaron a golpearla mientras salía del
auto. Preferiría que fuera un asesino con un hacha quien abriera la puerta.

Dándole a Lake una mirada determinada, Adalyn subió al porche de


la pequeña y vieja casa y abrió la chillona puerta de tela metálica para
llamar a la puerta principal. Trató de no estar tan asustada por las barras
que cubrían las ventanas, pero era más fácil decirlo que hacerlo.

Cuando nadie respondió, intentó una última vez, llamando más


fuerte.

Escuchando la puerta desbloquearse muchas veces, se alejó,


preparándose para la persona detrás de esta. Pero cuando la puerta
finalmente estaba abierta, revelando una mujer joven hermosa, su aliento
fue casi sacado a golpes de ella.

—¿Hola? —La hermosa mujer parecía agotada.

—H-hola. —Nerviosa, Adalyn trató de atrapar su aliento—. ¿Eres


Bella?

Parecía un poco nerviosa, especialmente que Adalyn supiera su


nombre.

—Sí. ¿Quién lo pregunta?

—Um, mi no.... —Cuando humo comenzó a correr detrás de Bella,


observó mientras la mujer la dejaba con rapidez.

Sin saber qué hacer, escuchando quejidos frenéticos viniendo de


dentro de la casa, decidió ir adentro para ver si Bella necesitaba ayuda.

Cuando entró, sus ojos escanearon el diminuto hogar que estaba


meticulosamente limpio y ordenado. Incluso podía ver los senderos vacíos
de la alfombra que iban en la misma dirección. Loa cojines en el sofá
estaban espaciados de forma tan pareja que Adalyn se preguntó si había
usado una regla.

Fue fácil encontrar el camino a la pequeña cocina que estaba


consumida por el humo. Sacudiéndolo fuera de su rostro, vio a Bella
abriendo la ventana de la cocina para liberar el aire pesado, luego sacando
una cacerola de pescado quemada del horno.

Observando a Bella arquear su cabeza de la frustración, pensó en


cómo esto estaba siendo muy diferente a lo que había pensado que sería. Y
mientras más tiempo miraba fijamente a la mujer, más caía su corazón.

Podía ver por qué Angel había tenido esa mirada en sus ojos cuando
había dicho su nombre. Su nombre si le hacía justicia porque ningún
hombre sería capaz de resistir la exquisita belleza de esta elegante mujer.
Sus sucios rizos rubio naturales caían sobre sus hombros con un brilloso
resplandor que perfectamente complementaba sus cejas oscuras y fuertes.
Era sin duda preciosa, sin necesitar un poco de maquillaje ni ropas
elegantes para demostrarlo.
Adalyn sacó el anillo de su bolsillo, dándole un último apretón antes
de dirigirse hacia la belleza frustrada quien parecía estar al final de su
cuerda.

—Creo que esto es tuyo.

Ella miró el anillo fijamente; lágrimas comenzaron a salir en el borde


de los ojos de la rubia mientras lo tomaba, apretándolo en un fuerte puño.

—¿Dónde conseguiste esto?

Adalyn trató de abrir su boca, pero no pudo. No podía encontrarse


en ella misma para dejar salir las palabras.

Lágrimas comenzaron a caer por los altos pómulos de Bella.

—Es el anillo de mi padre…

Eso justo ahí era exactamente por qué Angel trató tan malditamente
fuerte obtenerlo para ella, y ahora finalmente entendía todo.

Si Lucca había sido el del anillo, las posibilidades de su padre de


estar muerto eran ciertas. El anillo, el cual era la última cosa que tenía
para recordar a Angel, era ahora la última cosa que Bella tenía para
recordar a su padre.

La vida era así de divertida, o retorcida y jodida, dependiendo de


cómo la mirabas.

Bella secó las lágrimas.

—Por favor dime dónde lo encontraste. Tengo que saber.

Mirando a la hermosa mujer por un segundo más, se preguntó si


sabía que tenía a su propio ángel guardián. Un ángel que hubiera matado
por tener.

—Lo siento. No puedo. —Adalyn retrocedió antes de correr derecho


de la puerta hasta el auto, Era fuerte, pero no era lo suficientemente fuerte
para seguir mirando a la chica que había robado el corazón de Angel
mucho antes que ella tuviera una maldita oportunidad.
Con cada milla, Lake condujo en silencio, Adalyn sintió su corazón
aligerarse más y más. Las primeras cuatro etapas del adiós estaban
terminadas, y la última la había lavado finalmente.

Aceptación. Era una palabra de diez letras que se detenía frente a ti


antes de que finalmente estuvieras… liberada.

Mientras miró a su amiga, por la primera vez en un rato, una


sonrisa apareció en sus labios.

—¿Podemos hacer una última parada?

—Por supuesto. —Lake sonrió de vuelta—. ¿A dónde quieres ir?

Sonriendo aun con más amplitud, podía ya prácticamente probar las


Nuggets.

—McDonalds.

***

La puerta se abrió ampliamente mientras se acercaba.

—¡Angel!

Atrapando a Bella cuando saltó a sus brazos, los envolvió a su


alrededor, levantándola del suelo y sosteniéndola contra él. Por medio
segundo, se olvidó de todo mientras olía sus rizos rubios y la esencia de
vainilla dulce que colgaba de ellos. La sostuvo un poco más. Solamente
duró por un momento…

…—¡Angel! —Bella le dio un gran abrazo cuando caminó dentro de la


escuela.

Envolviendo sus brazos flacos alrededor de ella, sonrió, sabiendo que,


incluso a los ocho años, este momento justo aquí era lo que hacía merecer la
pena vivir el infierno de su padre por los años venideros.

—Te extrañé tanto —le susurró.


El horror que había pasado en el closet pareció todo desaparecer.

—Te extrañé tam…

—¿Matthias…? —La pequeña niña de los rizos lo dejó ir, caminando


lentamente hasta el hermano idéntico con tristeza enmarcando su rostro—.
¿Estás bien?

Matthias observó con la expresión vacía, pareciendo mirar a través de


ella. Sus oscuros ojos grises estaban traumatizados, y si mirabas lo
suficientemente cerca, podías ver los horrores retenidos en ellos.

Con agua reluciendo en sus ojos jóvenes, Bella levantó una mano,
alcanzando al hermano que alcanzaría siempre en los años por venir.

—¿Matthias?...

…Sosteniéndola por un segundo más, sintió la mirada de Bella sobre


su hombro y sintió la decepción que su naturaleza gentil no pudo
esconder.

¿Ves? Siempre solo duraba por un momento.

Dejándola de vuelta en el suelo, tomó una respiración profunda y la


dejó ir.

—Solo soy yo. Mathias no pudo escapar.

Su sonrisa vaciló ligeramente.

—Oh…

No la había visto en lo que parecía una eternidad, estando atrapado


en esa habitación del hotel-casino. Miserable por no ser capaz de verla,
había pedido a Matthias intercambiar lugares de nuevo por solo unas
horas. Regresar a ella ahora parecía diferente.

Alcanzándola, pasó con suavidad sus nudillos tatuados por su


pómulo como usualmente hacía cuando veía la tristeza aparecer en su
rostro. Cada vez que lo hizo, sin fallo, deseó que pudiera aliviarla de la
misma forma que cuando Matthias lo hizo, deseó que pudiera aliviarla de
la forma que Matthias hizo cuando ella lo vio. Nunca había sido capaz de
lograr su objetivo, y no se había dado cuenta hasta este momento que
nunca iba a ser logrado.

Bella estaba y siempre estaría enamorada de Matthias, sin importar


que él le había mostrado un pequeño interés. No importaba cuán idénticos
eran en el exterior, no compartían la misma alma, y Matthias era lo que su
alma llamaba.

Solo se hace hermoso para esas dos almas y esas dos almas
solamente… Recordó las palabras que le había dicho a Adalyn la última
vez que la había visto, haciéndolo darse cuenta que estaba justamente
igual de ciego. Angel no había tomado su propio consejo.

Arrastrando sus nudillos por su piel durante un segundo más, supo


que esta sería la última vez que haría eso. La alegría y el amor que había
sentido por ella mientras la tocaba se había ido. No estaba destinado para
ella, y pudo finalmente ver con claridad que ella no estaba destinada para
él.

Mientras comenzó a quitar su mano se detuvo, viendo un anillo


colgando de una cadena alrededor de su cuello. Angel arrastró su mano
abajo, recogiéndolo. Lo reconoció inmediatamente.

—¿De dónde sacaste esto? —preguntó, frotándolo entre sus dedos,


asegurándose que fuera real y no un espejismo.

—Una chica vino hasta mí cerca de un mes atrás. —Tomándolo de


su mano, lo miró fijamente—. No me dijo su nombre o dónde lo encontró,
pero cuando me lo dio, se sintió como si lo hubiera estado manteniendo
seguro. Y cuando lo tomé… ella pareció disgustada.

Angel miró el anillo que estaba ahora siendo girado en la mano de


Bella, un anillo que había estado tratando de devolverle
desesperadamente.

Cuando se había alejado de la vida de Adalyn, había seguido


queriendo conseguirlo de vuelta, pero si hubiera visto a la preciosa morena
de nuevo, no estaba tan seguro que hubiera podido ser capaz de alejarse
de ella una segunda vez.
Finalmente, en el fondo, supuso que sabía por qué no podía verla de
nuevo, pero no era hasta ahora que podía admitirlo a sí mismo. Estaré
atrapado para siempre.

Era tiempo de que Angel tomara una decisión, una que podía
cambiar el curso de su vida para siempre. Y una vez hecha esa decisión,
no había vuelta atrás.

Observando a la chica de la que había estado enamorado su vida


entera, dijo algo que debería haber dicho dos meses atrás.

—Adiós, Bella.
33
Una eternidad aquí, contigo
Traducido por Dew

C uando Adalyn salió de su casa el lunes por la mañana, el auto negro


ya la estaba esperando. Abrió la puerta del mismo y se metió en el
asiento trasero cuando su corazón se detuvo por completo.

Pasó un mes llorando y el segundo superando al hombre que ahora


estaba sentado en el asiento del conductor como si nada hubiera pasado.

No. No. no.

Saltó fuera del auto, dio un portazo y comenzó a correr dentro de la


casa.

Angel salió rápidamente y corrió tras ella.

—¡Adalyn!

—¡Déjame en paz! —le ladró.

—Por favor. —Extendiendo la mano, tocó ligeramente su brazo,


deteniéndola—. Solo quiero hablar.

Adalyn contempló la mano tatuada de su brazo mientras las


lágrimas comenzaban a cerrarse en sus ojos mientras recordaba cómo, con
cada día que pasaba, podía recordar cada vez menos dónde estaba cada
tinta de color sobre su pálida piel. Solo hizo que deseara y se preguntara
cómo sería volver a verlo, sentirlo de nuevo.

Pero ya no era esa chica.

Apartando su brazo de su agarre, con ojos desafiantes llenos de


lágrimas, miró directamente a los grises.
—Quería hablar hace meses, pero no me lo permitiste.

—No pude —le dijo con sinceridad antes de abrir los ojos, dejándola
ver lo que estaba escondiendo, incluso a sí mismo. Susurró las palabras;
Ya no había escondite—: Estoy asustado como la mierda, Adalyn.

Ella se quedó parada, paralizada, escuchando cada palabra.

—Estoy atrapado aquí sin saber si alguna vez me dejará irme. Si me


permito tenerte, me temo que me quedaré para siempre.

Una sola lágrima se deslizó por su rostro.

—¿Entonces por qué volver a mi vida?

—No pertenezco aquí, dulzura. Ambos lo sabemos. —Angel se acercó


a ella, queriendo limpiar sus lágrimas—. Pero creo que podría pertenecer
contigo.

—¿Por qué ahora? ¿Qué cambió? —preguntó en voz baja.

Tenía que hacerlo.

Alcanzándola con un dedo frío y entintado, envolvió un mechón de


su espeso cabello castaño alrededor de él.

—Me di cuenta de que podría pasar una eternidad aquí, atrapado, o


podría pasar una eternidad aquí, contigo.

Mientras miraba al ángel caído, se dio cuenta de que el amor que


sentía por él no había desaparecido. En cambio, podía sentirlo crecer a
cada segundo que pasaba. Fue muy tentador solo acercarse...

Te va a romper de nuevo, susurró una voz pequeña, recordándole


que había seguido y había aceptado las cosas como estaban. Si le daba a
Angel otra oportunidad, la dejaría cuando Lucca lo liberara. Ella no creía
que pudiera sobrevivir.

Adalyn retiró el hilo de su mano, viéndolo desenredarse alrededor de


su largo dedo.

—Ya te alejaste de mí una vez, Angel. Ahora, soy yo alejándome de ti.

Orgullosamente caminó por el porche y abrió la puerta de su casa.


—Sé que le devolviste el anillo. Quiero agradecerte. —Su voz le
impidió entrar aún—. Pensé que estaba enamorado de ella, pero ella
siempre ha estado enamorada de otra persona. ¿Eso te recuerda a
alguien?

Apretando la manija de la puerta, no quería darse la vuelta y


mirarlo, temerosa de perder la compostura.

—Te lo estoy diciendo en este momento, cualquier amor que haya


tenido por Bella se ha ido, y estoy dispuesto a mirar más allá de cualquier
amor que aún puedas tener por Lucca. —Angel intentó por última vez que
volviera aceptarlo—. No merecías lo que te hice, y por eso, lo siento,
Adalyn. No es excusa, pero estoy jodido. Es cómo he sobrevivido. No puedo
prometerte mucho por eso, pero estoy dispuesto a intentar hacerte feliz, si
me lo permites.

Ella le devolvió la mirada mientras más lágrimas corrían por su


rostro. Esta vez, necesito promesas.

Sacudiendo la cabeza, tomó una decisión.

—No creo poder volver a confiar en ti nunca más.

Angel le dio la única promesa que pudo mientras la veía cerrarle la


puerta.

—Puedo esperar. No voy a ir a ninguna parte, dulzura.

***

El martes por la mañana, después de llamar a Lucca y decirle que no


iría a la escuela con Angel, la tomaron con la guardia baja para encontrar
tanto el Escalade como un auto negro estacionado afuera.

Al ver a Angel esperar mientras se apoyaba en el capó del auto, y


luego mirar el Escalade que contenía a todos sus amigos, se dio cuenta de
que se le daba una oportunidad.
Adalyn tomó aliento y caminó por la calzada. Primero se acercó al
auto de Angel, pero ni siquiera volvió la cabeza cuando pasó junto a él, ni
siquiera la más mínima tentación. Era casi como si no existiera.

***

Cuando llegó el miércoles, se encontró con las mismas dos opciones.


Aun así, encontró la elección fácil. Escalade.

***

Cuando llegó el viernes, descubrió que su resolución empezaba a


resbalar. Pensando que solo sería más fácil pasarlo, descubrió que lo
opuesto era la verdad; solo se hizo más difícil. Se prometió a sí misma que
no lo miraría, pero de nuevo, sus ojos se movieron ligeramente. Sin
embargo, esa no fue la peor parte. Esta vez, algo más sucedió dentro de
ella.

Sintió su piel gritar por la suya; las piezas faltantes que se habían
robado el uno al otro con cada encuentro todavía estaban allí. Se sentía
como una correa de la que era imposible alejarse, pero de alguna manera,
lo hizo y se metió en la gran camioneta. Gracias Dios.
34
Un hombre que fuera Hecho
Traducido por Yiany

D espués del fin de semana, se sintió renovada cuando abrió la puerta


el lunes por la mañana. No había forma de que él todavía...

¡¿Por qué?!

Mordiéndose el labio con fuerza, comenzó el viaje por el camino de


entrada, comenzando a rezar. Querido Dios, por favor dame la fuerza para
caminar más allá de este hombre increíblemente arrogante. Repitió la
oración una y otra vez en su cabeza y, con solo una pequeña mirada, fue
capaz de pasar junto a un Angel que aún esperaba con paciencia.

La puerta del Escalade se abrió, y Maria salió del asiento trasero


para permitirle entrar. No pudo evitar notar la extraña mirada que ella le
dio cuando subió y trepó a la tercera fila entre Elle y Lake.

La rubia alta hizo una pausa por un momento antes que finalmente
volviera a entrar, cerrando la puerta detrás de ella. Suspiró cuando el auto
comenzó a alejarse, luego la voz de Maria llenó el espacio confinado.

—Espera.

Todos la miraron cuando el auto se detuvo de repente.

—Todos salgan —ordenó la princesa de la mafia, y fue


inmediatamente obedecida cuando las puertas se abrieron de golpe y todos
comenzaron a salir. Cuando Adalyn comenzó a irse, Maria la empujó hacia
atrás—. No tú, quédate.

Que…

Sus ojos se agrandaron cuando su trasero inmediatamente cayó


sobre el asiento a su lado.
Vincent no quería cerrar la puerta, asumiendo claramente de lo que
iba a hablar. Pero cuando Maria lo miró amenazante, cerró la puerta de un
portazo.

En el espacio ahora privado, la princesa la miró fijamente.

—¿Qué diablos estás haciendo?

—Bueno, iba a la univ…

—Quise decir, ¿qué diablos estás haciendo montando aquí? —


siseó—. No puedo ver que lo rechaces más.

Decir que Adalyn estaba aturdida por las palabras que salían de la
boca de la princesa sería un eufemismo. Nunca en un millón de años
habría pensado que Maria podría preocuparse por algo que involucrara a
un Luciano lo suficiente como para entrometerse; sin embargo, podía ver,
mirándola a los ojos, que en el fondo, por alguna razón lo hacía.

Intentando mantener su voz fuerte, le dijo a la rubia:

—Me dejó, Maria.

—Bueno... —La rubia levantó una ceja—. Está aquí ahora, ¿no?

—Sí... pero me lastimó. ¿Cómo se supone que debo confiar en él otra


vez?

La mirada feroz de Maria se clavó en la de ella.

—Ha estado aquí todos los días durante la última semana, y aunque
sigues rechazándolo, sigue volviendo. Abre los ojos y míralo. Si piensas
que va a rendirse, estás equivocada, Adalyn. Los hombres como Angel
nunca pierden —le prometió, sus ojos se volvieron más cautivadores
cuanto más hablaba—. Si no puedes encontrar dentro de ti confiar en él,
entonces estaba equivocada sobre el tipo de hombre que estabas
buscando, porque pensé que querías un hombre que fuera Hecho.

—Lo hago —susurró.

—De todos los Luciano, Lucca lo eligió. Hay una razón por la que
hizo eso; solo tienes que ser lo suficientemente valiente para descubrir
cuál es esa razón.
Tragándose el nudo que subía por su garganta, Adalyn admitió la
verdadera razón por la que no quería volver con él. Todo hombre hecho
siempre necesitaba una cosa.

—Tengo miedo... él podría romperme.

María se acercó, levantando su barbilla con uñas largas y bien


cuidadas. Al pronunciar cada palabra que pasaba por sus labios con una
intensidad como ninguna otra, le dijo a Adalyn:

—Entonces. No. Lo. Dejes.

***

Angel volvió a su auto después de ser rechazado una vez más. Había
venido todos los días, deseando que le diera una oportunidad más, pero no
lo hizo. Al menos no todavía.

Teniendo tiempo de sobra, volvería todos los días si era necesario,


para que volviera a confiar en él. En lo que a él respectaba, su pequeño
juego no había terminado, y tenía planes de ganar.

Sus ojos se dirigieron al espejo retrovisor, viendo todas las puertas


del Escalade abiertas y luego a todos saliendo, casi todos. Contuvo la
respiración cuando un rayo de esperanza brilló sobre él.

Vamos, Adalyn. Apretó sus tatuados nudillos alrededor del volante


con tanta fuerza que comenzó a imprimir el cuero.

Todavía conteniendo la respiración, miró fijamente en el espejo


mientras veía las puertas abrirse una vez más. Pero cuando todos
volvieron a entrar y las puertas se cerraron detrás de ellos, la esperanza
que tenía de que lo perdonara hoy se desvaneció.

Ángel puso su mano sobre la llave que estaba en el contacto, listo


para girarla, cuando sus ojos se dirigieron hacia el espejo retrovisor.

Una lenta sonrisa comenzó a retorcerse en sus labios.


***

Habiendo dicho su parte, Maria chasqueó los dedos, dándoles a los


demás el visto bueno para volver a meterse en el auto.

Todo dependía de ella ahora.

Adalyn evitó las miradas de sus amigos y su hermano, incapaz de


mirarlos a los ojos cuando subieron al auto y cerraron las puertas. Cuando
escuchó que el auto volvía a encenderse, sintió que su corazón comenzaba
a acelerarse y salir de su pecho. Se encontró más desgarrada que nunca,
la tentación más fuerte que nunca. Aun así, no se movió para salir del
auto.

Pensé que querías un hombre que fuera hecho.

Esas palabras se arremolinaron en su mente, recordándole que eso


era exactamente lo que quería y rogaba en un hombre, pero se alejaba de
uno. Uno de verdad.

Disgustada, supuso que una parte de ella quería que se disculpara


repetidamente y le suplicara que lo perdonara, pero eso no era quién era
Angel. Ya había dicho la palabra "lo siento", y no iba a suplicar jamás, o lo
perdonaba o no lo hacía y venir aquí cada mañana era su forma de
demostrándole que había querido decir lo que dijo. Podía tomarlo por lo
que era, o podría continuar alejándose, pero la elección era suya.

Puso su mano en el pomo de la puerta y abrió la puerta, tomando la


decisión de la que algún día podría arrepentirse con solo una cosa
segura... Sería un infierno de viaje.

Vincent no estaba feliz, gritando con su voz aguda:

—¿Qué estás...?

—No te atrevas —lo interrumpió Maria—. Estoy segura que Lake lo


tomará si no quieres que tu hermana lo tenga.

Sus ojos azul bebé ardieron ligeramente en ella antes que se sentara,
cediendo.
Lake y Elle aplaudieron y dieron vítores amortiguados desde el
interior del auto cuando Adalyn cerró la puerta detrás de ella. Luego
caminó hacia el auto negro, pero cuando se abrió la puerta del lado del
conductor, revelando a un Angel sonriente, sus pies tomaron velocidad
hasta que estaba corriendo. Entonces dio un salto de fe y saltó a sus
brazos.

Era el momento que había estado esperando cuando la rodeó con


sus brazos y la sostuvo contra él.

Por alguna extraña razón, a pesar de que su sangre fluía por los
Caruso y su Luciano, esto se sentía correcto.

Algunas lágrimas se deslizaron por sus mejillas mientras se


acurrucaba en su cuello.

—Si me dejas así otra vez, te mataré.

Angel se rio.

—¿Es eso una amenaza, dulzura?

—No. —Besando su cuello, sonrió—. Es una promesa.

Después de que la volvió a poner en el suelo, él usó su pulgar para


secar las lágrimas de su rostro antes de agarrarla por la barbilla, alzándola
para estacar su reclamo sobre ella.

Para cuando tocó sus labios con los de ella, su boca ya estaba
abierta para él, pero por mucho que quisiera besarlo, no lo hizo, quería
que él fuera quien la besara para poder ver cuánto realmente la deseaba.

Este beso fue diferente al resto que le había dado. La misma pasión,
el mismo dominio, pero también podría probar algo nuevo.

Necesidad.

Adalyn le devolvió el beso entonces, con la misma necesidad


mostrándose a través de su beso cuando un gemido pasó por sus labios y
a su cálida boca.

Cuando se apartó, su voz salió en un gruñido bajo cuando ordenó:

—Sube al auto.
—¿Por qué? —preguntó aturdida, sin saber si lo había escuchado
bien.

—Porque si no te llevo a la universidad en este momento, no vas a ir.

Los intensos ojos grises que miraba le indicaron qué tipo de


necesidad sentía. Tragó fuerte, teniendo aproximadamente tres segundos y
medio para entrar en el auto antes que su virginidad se fuera para
siempre.

—Ahora —gruñó, dándole una última advertencia. Adalyn no era


estúpida... Corrió hacia la puerta del pasajero.

Dios, no estoy segura si el matrimonio será para mí.


35
Los sueños de un chico malo se hacen
realidad
Traducido por Dew

A dalyn sostuvo su mano con fuerza, sonriendo mientras caminaban


hacia el auto.

—¿También tienes un descanso de invierno, o Lucca va a hacer que


trabajes?

Él apretó su mano tatuada alrededor de la de ella.

—No estoy seguro. No me ha dicho nada todavía.

—¿Qué? —Vincent se detuvo en seco, causando que Lake, que


estaba caminando bajo su brazo, se detuviera—. Él ya me dijo que tengo
vigilancia en el casino.

—Mmm... Estoy seguro de que no me lo ha dicho todavía. —Angel le


dio una sonrisa hábil.

El chico guapo pensó por un segundo antes de continuar:

—Sí, probablemente tengas razón.

Adalyn se rio en silencio, feliz de que había sido Angel quien robara
su corazón. Hubiera sido realmente difícil tener una vida amorosa con su
hermano, pero Angel era inteligente, sabía exactamente cómo manejarlo.

Ella estaba más feliz que nunca. Terminó con su primer semestre de
la universidad, rodeado de sus amigos y familiares, y haciendo que sus
sueños de chico malo se hagan realidad.
Habían estado juntos por algún tiempo, tomando un tiempo lento y
asegurándose de que la familia Caruso se ajustara a la posibilidad de que
las dos familias se mezclaran. Había sido una batalla cuesta arriba, pero
estaban seguros de que Lucca había puesto el temor de Dios en todos sus
hombres. También pensó que así era como Vincent se había adaptado
rápidamente a Angel.

Al acercarse al Escalade, vio que la rubia alta y hermosa que estaba


parada junto a Elle sonreía mientras se acercaban.

—Hola, tortolitos.

O tal vez esa era Maria.

—Hola, princesa. —A diferencia de todos los demás, Angel no tenía


miedo de ella y podría regresársela de inmediato. Parecía haber un
entendimiento entre los dos. Incluso Adalyn no estaba segura de qué era
eso, pero sabía que tenía que ver con un respeto mutuo.

Cuando oyeron ruedas girando sobre el pavimento, viniendo


directamente hacia ellos, todos volvieron la cabeza.

Uh-oh…

—¿Qué de...? —La boca de Elle se abrió, y Lake se congeló como una
estatua cuando Matthias rodó sobre ellos en su patineta, para pararse
justo al lado de Angel, su completa imagen invertida.

—Te extrañé, hermano.

—¿Qué diablos estás haciendo aquí? —preguntó Angel.

Los ojos de Matthias se dirigieron a una chica bonita y joven que


pasó junto a ellos.

—Bueno, vine para ver qué tipo de trabajo tenías aquí, y ahora me
gustaría ser voluntario para tomar tu lugar.

—Muy mal. —Angel envolvió su brazo con fuerza alrededor de


Adalyn. Ella pensó que la estaba abrazando terriblemente cerca...

—¡Espera! —Los ojos de Elle se movieron de un lado a otro—. ¿Qué?


Los ojos de Lake rodaron hacia la parte posterior de su cabeza
mientras se desmayaba, su cuerpo quedándose flácido.

Adalyn fue a atraparla, pero Vincent ya lo había hecho, gritando de


frustración.

—¡Qué diablos!

—Supongo que ella tampoco sabía que tenías un gemelo —preguntó


Matthias, mirando a la chica caída.

—Jesucristo —murmuró Maria, poniendo los ojos en blanco cuando


Elle y Adalyn comenzaron a abanicar a Lake—. Ustedes necesitan
mantener su mierda junta.

—Bueno, hola... —Matthias finalmente notó a Maria, bajando la


mirada por su cuerpo mientras rodaba su patineta hacia ella—. No te he
visto en mucho tiempo. Te ves bien, princesa.

Maria colocó el tacón aguja de su pie evitando que la patineta se


acercara.

—Ni lo intentes. —Estaba claro por la mirada en sus ojos que el


respeto que tenía por Angel no se transfirió a su gemelo, o cualquier otro
Luciano para el caso.

—Solo avíseme si cambias de opinión, princesa. —Matthias le dio


una sonrisa siniestra mientras retrocedía, capaz de tomar una indirecta.

Lake había comenzado a recuperarse, pero se desmayó después de


escuchar a Matthias hablar de esa manera.

—Que se joda esta mierda. —Vincent la levantó y la arrojó sobre su


hombro. Refunfuñando por lo bajo, fue a colocarla en el auto—. Ahora
sabe que hay dos jodidos más bonitos que yo.

Adalyn no pudo evitar reírse de su hermano, quien había tratado


desesperadamente de ocultarle ese pequeño secreto a su novia.

—Probablemente deberías irte mientras tengas la oportunidad —le


dijo Angel a su hermano.

Matthias estuvo de acuerdo, pero antes de despegar con su patineta,


le dio a Maria otra:
—Hasta luego, princesa.

La rubia entrecerró sus ojos mientras se marchaba. Mirando a


Angel, le dio un mensaje:

—Es mejor que no lo haga.

Entendiendo, Angel asintió mientras tomaba la mano de Adalyn


nuevamente, llevándola hacia el auto.

—Ustedes son completamente opuestos, ¿no? —preguntó ella


cuando estaban solos.

—En todos los sentidos menos en apariencia.

Mirándolo, sintió que comenzaba a hacer clic.

—¿Es por eso que todos tus tatuajes están al revés, porque eres
opuesto?

—No. —Su voz adquirió un tono oscuro cuando reveló la verdadera


razón por la que se reflejaban—. Mi padre nos obligó a hacer eso para
poder distinguirnos.

Todos los vellos de su cuerpo se levantaron. Era la primera vez que


le hablaba sobre su padre. Después de escuchar quién era y qué le había
hecho a Chloe, solo eso la había convencido de que nunca más quería
escuchar.

—Oh.

Cuando su respuesta fue silencio, pensó que no quería contarle más


sobre eso.

Angel siguió caminando hacia el auto, donde él le abrió la puerta,


pero ella no quería entrar aún. Necesitando pasar un poco más de tiempo
con él antes de llevársela a su casa, se puso de puntillas y le dio un duro
beso en los labios.

Él agarró la pequeña cintura de la pequeña italiana, manteniéndola


en su lugar.

—¿Para qué fue eso, dulzura?


—Solo pensé en darte un beso, para que supieras lo que te vas a
perder durante las vacaciones de invierno.

—Entonces, ¿no quieres seguir viéndome? —preguntó con una


sonrisa.

—Oh, lo hago. Eso fue en caso de que no quisieras verme. —Se


inclinó y envolvió sus brazos alrededor de su cuello, manteniéndolo ahí por
un poco más de tiempo—. ¿Dónde se supone que debemos pasar el rato
todos los días?

Angel fue quien le dio un beso en los labios esta vez.

—Entra, dulzura. Tengo algo que mostrarte.


36
Entre el cielo y el infierno
Traducido por Yiany

D e ninguna manera... —suspiró Adalyn mientras entraba en el ático


vacío. Estaba desnudo, sin muebles, y mucho más pequeño que los
otros que había visto en el piso superior, pero la vista era absolutamente
increíble—. ¿Cómo…? ¿Cuándo…?

—Lucca me dio las llaves anoche y dijo que era mío si lo quería —le
dijo Angel.

Lo miró, notando la expresión vacía en su rostro. La felicidad que


inicialmente sintió comenzó a alejarse, reemplazada por tristeza.

—¿No lo quieres?

—No es que no lo quiera, es lo que significa si lo tomo.

Lanzó su lengua para lamer su labio, nerviosa por lo que él estaba a


punto de decir.

Angel caminó hacia ella, y luego comenzó a rodearla en círculos.

—El hecho de que incluso me lo haya ofrecido me dice que no piensa


dejarme ir. —Sus ojos grises se movieron sobre su cuerpo—. Y si lo tomo,
eso significaría que acepto el hecho de que quedaré atrapado aquí...

Ella respiró pesadamente, y su corazón comenzaba a latir más y más


rápido cuanto más acechaba a su alrededor. Se detuvo justo en frente de
ella, trayendo un solo dedo tatuado a la base de su barbilla, lentamente
inclinando su cabeza más y más alto. Luego dijo la palabra que contenía
una garantía final:

—Para siempre.
Los golpes en su pecho se hicieron más fuertes.

—¿Sabes lo que “siempre” para mí significa para ti, dulzura?

Ella contuvo el aliento.

—Una eternidad conmigo —le dijo las palabras con tal fuerza que
parecieron sacudir la habitación.

Oyó el fuerte golpeteo en su pecho sonando en sus oídos.

—¿Es eso lo que quieres, dulzura? —Presionó la punta de su dedo en


su barbilla aún más—. Porque si no, será mejor que salgas de esta
habitación ahora mismo.

Sus ojos se dirigieron hacia la puerta, sabiendo que esta sería su


última oportunidad.

Deslizándolos de regreso a través de la habitación, lo miró


directamente a los ojos, diciéndole exactamente lo que quería.

—Te quiero.

Angel la agarró del cuello, tirándola ligeramente hacia él, dejándola


verlo por todo lo que era.

—¿Estás segura de eso?

Él era todo lo que siempre quiso, y algo más.

—Absolutamente.

Acercándola a él, la agarró con fuerza, sellándolo con un beso.

Sin esperar lo que vendría después, descubrió que sus pies habían
sido arrastrados por el suelo cuando Angel la llevó escaleras arriba hasta
la habitación abuhardillada. Todo sucedió tan rápido, y no fue hasta que
la arrojó sobre un colchón que había sido colocado en el medio del piso
que volvió a la realidad.

Mirando la cama que estaba cubierta con sábanas blancas y


almohadas, se apoyó en los codos y lo miró confundida.

—¿Pensé que te dio las llaves anoche? —Los ojos fieros de Angel se
movieron sobre ella con aprobación.
—Lo hizo.

—¿Pero...? Y si lo tomo, eso significaría que acepto el hecho de que


quedaré atrapado aquí... para siempre.

—Lo acepté en cuanto me entregó las llaves. —Dobló las rodillas,


cayendo sobre la cama, luego movió su cuerpo para cubrir el de ella—.
Estaría atrapado con o sin ti, dulzura.

Se quedó sin aliento cuando bajó la cara hacia ella, robando un beso
rápido. Luego otro.

Cada beso que robaba se hacía más largo, más apasionado mientras
le robaba el corazón con ellos.

Presionó su cuerpo contra el de ella más fuerte, haciéndola caer


completamente hacia atrás, mientras se volvía más exigente con su boca.
No tenía miedo de su hambre, de hecho, comparaba su intensidad con sus
propias necesidades, presionando con más fuerza sus pechos contra él
mientras frotaba su lengua con la suya, lanzándola a su boca para tentarlo
más.

Ella movió sus manos a su cintura, deslizándolas bajo su camiseta y


explorando la carne musculosa debajo, nunca había tocado el cuerpo de
un hombre antes, lo encontró vigorizante, su propio cuerpo hormigueaba
por la sensación de sentir su fresca piel.

Un gruñido escapó de su garganta, diciéndole que tenía que proceder


con precaución, pero Adalyn había esperado lo suficiente, todavía estaba
necesitada desde el momento en que no le dio una liberación esa noche en
el elevador.

Moviéndose más abajo, deslizó sus dedos en la cintura de sus jeans.


Cualquier restricción que le quedara se esfumó.

Él rápidamente le quitó el suéter y el fino sujetador antes de ir a su


cintura y bajar sus pantalones vaqueros y sus bragas de una sola vez
elevando sus caderas.

Con ella completamente expuesta ante él, el destello de necesidad


brillando a través de sus profundidades gris oscuro los hizo más ligeros.
Viajaron desde su delicada cara a sus pechos pequeños y redondos, hasta
su diminuta cintura y sus pequeñas caderas.
—Maldita sea, eres hermosa.

Una oleada de calor inundó sus mejillas.

No queriendo estar sola en su desnudez, lo miró con pesadas


pestañas y dijo:

—Déjame verte.

Cuando Angel se quitó la camisa, exponiendo cada centímetro, sus


ojos se agrandaron, era una vista gloriosa.

Extendiendo la mano, no pudo resistirse a deslizar la punta de los


dedos sobre los tatuajes, rastreándolos, queriendo recordar cada uno.
Comenzó a tocar su pecho, bajó a sus abdominales magros, y luego bajó
hasta donde los vio meterse dentro de sus jeans.

—¿Cómo puede una persona ser tan perfecta? —susurró para sí


misma, incapaz de dejar de seguir su rastro.

—No soy perfecto, dulzura. —Angel detuvo sus manos mientras se


inclinaba, lanzando su lengua para lamer rápidamente un pezón tenso—.
Estoy lejos de eso.

Prácticamente gimió cuando su cálida lengua la tocó. Agarrándole


los hombros, clavó sus uñas en su piel, deseando y necesitando que
continuara. Para cuando se llevó el pecho a la boca, succionando el área
sensible, estaba casi lista para venirse.

Cuando envolvió una pierna alrededor de su cintura y lo acercó más,


su vagina expuesta rastrilló contra sus jeans, y sintió su dura longitud que
estaba tan cerca pero tan lejos.

Él se desabotonó los jeans, liberándose en un instante, su necesidad


era demasiada para soportarla más.

Sosteniéndose por encima de ella, colocó la punta de su eje en su


abertura y dio un pequeño empujón dentro de ella sin previo aviso.

La fría realidad de lo que estaba haciendo se apresuró cuando Angel


entró en ella, moviéndose lentamente a través de su canal, invadiendo
donde nadie había ido antes. La cruda verdad era que, con cada
embestida, se enamoraba más y más profundamente de él. Quería a Angel,
le gustaba la forma en que se sentía en su contra; el hormigueo, las
corrientes eléctricas que la atravesaban a cada empuje que solo seguía
creciendo en intensidad.

Al principio, él se movió lenta y suavemente. Luego, mientras se


conducía más profundo, comenzó a moverse más rápido y más fuerte,
meciendo sus caderas contra ella mientras colocaba besos ligeros a lo
largo de su mandíbula. Fue una sensación que nunca había
experimentado, la intimidad era como nada que nunca hubiera imaginado
y que fuera con un Luciano lo hacía aún más irresistible.

Enterró su rostro en su hombro para amortiguar los sonidos que


estaba haciendo mientras se movía dentro de ella. Cada golpe enviaba
ondas a través suyo cuando envolvió ambas piernas alrededor de su
cintura y comenzó a moverse contra él.

Sus uñas debieron de estar clavándose en su piel demasiado


dolorosamente porque él las apartó y las mantuvo clavadas en la parte
superior del colchón sobre su cabeza.

Angel estaba controlando no solo sus movimientos sino también los


de ella mientras aumentaba la apasionada intensidad entre ellos. Ella solo
podía ir a donde él la condujera, y donde la condujo era un lugar mágico
justo entre el Cielo y el Infierno. Con Adalyn llevándolo al Cielo con cada
embestida profunda en su cuerpo puro, sin mancha, y Angel llevándola
directamente al Infierno mientras entraba en ella, reclamándola y
contaminándola como si fuera para siempre suya.

El hijo del diablo y la belleza italiana.

Finalmente había encontrado su propia versión del amor que había


anhelado desesperadamente. Mi propia pareja hecha en el Cielo y el
Infierno.
37
Las pesadillas que había soportado
Traducido por Rimed

D espertando en medio de la noche, Adalyn tocó la cama junto a ella,


encontrándola vacía.

—¿Angel?

Su voz hizo eco en el espacio vacío.

Cuando no obtuvo respuesta, se sentó, intentando abrir sus ojos y


ver en la oscuridad. No lo encontró en ningún lugar en el segundo piso.

Mientras recuerdos de él dejándola la atormentaban, salió de la


cama y bajó las escaleras. Atravesó el departamento, encontrándolo vació.

Por favor, Dios, no de nuevo. Su corazón se detuvo, sabiendo que


todo había sido demasiado bueno para ser cierto.

Adalyn deambuló por los vacíos pisos del departamento, esperando y


rezando que no fuera lo que pensaba, intentando detenerse a sí misma de
sacar conclusiones. Fue ahí cuando escuchó una pesada respiración
proveniente de un armario. Se detuvo en su lugar.

Caminó hacia la puerta y giró el pomo, aguantando la respiración


por lo que pudiese encontrar tras ella. Lo que encontró rompió su corazón
en dos.

Un Angel durmiendo en el frío y duro piso. Lágrimas invadieron sus


ojos chocolate.

—Angel —susurró suavemente, sin querer despertarlo de un susto


mientras se sentaba y apoyaba una mano en su brazo.
Él despertó de un salto en el momento en que ella lo tocó y ella quitó
su mano rápidamente.

En el momento en el que se dio cuenta que era ella, la lucha en sus


ojos grises se calmó.

Adalyn se arrepintió inmediatamente de haberlo despertado en vez


de simplemente volver arriba y pretender que no lo había pillado
durmiendo en un armario. No parecía ser algo sobre lo que él quisiera
hablar, y mucho menos que ella lo supiera.

—Lo siento. —Ella fue a levantarse, pero él la detuvo.

Sin decir una palabra, Angel la arrastró al confinado espacio,


haciendo que se sentara y luego apoyando su cabeza en su regazo.

Su corazón de alguna forma se rompió un poco más mientras lo veía


y pasaba sus dedos por su cabello. No esperaba que él le diera alguna
explicación, ni necesitaba una. Los oscuros círculos bajo sus ojos y las
pesadillas que podía ver en ellos le dijeron todo lo que necesitaba saber por
ahora.

Cuanto más pasaba sentada allí, pasando sus dedos por el cabello
de él, más se daba cuenta que él podría nunca decirle el porqué, y eso
estaba bien para ella. Para que un hombre tan orgulloso como Angel la
dejara ver esto debía significar que realmente confiaba en ella. Sabía que
pocas personas en la tierra, si es que siquiera había alguna, conocían este
secreto, por lo que estaba satisfecha.

Muy pocas veces en la vida de una persona había momentos


sinceramente preciados, y este era uno de los suyos.

De todos los Luciano, Lucca lo eligió a él.

Por lo que fuera que Angel había pasado, ahora podía sentir
exactamente cuan sobreviviente era realmente, y se sintió honrada de
estar en su presencia.

Continuó deslizando sus dedos mientras él se dormía, pensó sobre el


día que podría darse varios años a futuro, cuando él le contaría sobre las
pesadillas que había soportado.
—Puedo esperar. No iré a ningún lado, Angel.
38
Un monstruo lo había creado
Traducido por Mais

É
l pensó que los recuerdos recurrentes se pondrían mejor después de
haber estado con Adalyn, pero no lo habían hecho. Ella había
ayudado a suavizarlos, pero de alguna manera siempre lograban volver,
tomándolo en mitad de la noche.

Mirando al demonio detrás del escritorio, era momento que Angel


siga adelante. Y he llegado a hacer exactamente eso.

—Sé que está vivo.

Los ojos verdes azulados de Lucca brillaron.

—¿Quién?

—Sabes precisamente quién —dijo él, esperando que corte la


mierda—. Si conozco al coco, que creo que lo hago, entonces sé que lo has
mantenido vivo.

—¿Qué es lo que quieres Angel? —preguntó Lucca, sin negar nada.

Una sonrisa maliciosa apareció en sus labios.

—Quiero que me lleves a verlo.

***

La venda fue retirada de su rostro después que fue llevado a un viejo


y húmedo edificio en una ubicación desconocida. Miró alrededor, viendo
una enorme puerta de metal deslizarse en frente de él. Caminó hacia esta
y colocó sus manos en el metal frío. Podía sentir lo que quería detrás de la
puerta.

Antes de poder abrirla, Lucca le advirtió:

—Si piensas en jodidamente matarlo, todo lo que le hice… te lo haré


a ti.

No lo dudo.

Agarrando la manija de la puerta, deslizó la pesada puerta y con


cada pulgada que se movía, luz ingresaba al oscuro cuarto hasta que
alcanzó la pared trasera, resaltando el frágil cuerpo que estaba curvado en
una esquina.

Angel entró a la habitación, moviéndose hacia esta, cuando luces


brillantes y fluorescentes fueron encendidas, iluminando el espacio con
intensidad antes de que la puerta fuera cerrada de golpe detrás de él.

El frágil hombre cubrió sus ojos, protegiéndolos de las luces


brillantes, mientras rápidamente se ponía de pie de la pared sucia detrás
de él. Se veía como si se estuviera acobardando del intruso, pero luego sus
ojos finalmente se ajustaron y parpadeó varias veces antes de darse cuenta
quién era, y una sonrisa loca escapó de su garganta.

—Matthias, ¿eres tú?

Bajando la mirada hacia él, Angel notó cada marca que marcaba el
cuerpo desnudo y sucio de su padre. Cada una de estas no había existido
en su pura pálida piel antes de esta situación actual. Si no sabía mejor,
hubiese creído que veinte años habían pasado desde que lo había visto por
última vez. Esa era la cantidad de años que parecía haber envejecido.

Sus ojos viajaron desde su cabeza cicatrizada hasta su cuerpo


magullado, y luego hacia la cadena que ataba su tobillo contra una tubería
en la esquina.

Angel tomó otro paso hacia el hombre que había convertido veintitrés
años de su vida en un infierno viviente.

—Hola padre.
Lucifer se recostó cuando vio a Angel moverse más hacia la luz, su
expresión de esperanza se había ido.

—Oh, eres tú.

—Siempre he sabido cómo decepcionarte, ¿verdad?

—Sin fallar —siseó Lucifer.

Acercándose, Angel se sentó en el suelo sucio al lado de su padre,


colocando su propia espalda contra la pared. Obtuvo el vistazo completo
que su padre disfrutaría el resto de sus días.

—¿Por qué viniste aquí? ¿A regodearte?

—Antes de venir aquí, pensé que de hecho podrías haberme rogado


de liberarte. —Girando su cabeza, miró hacia esos malvados y oscuros
ojos—. Pero me doy cuenta ahora que fue estúpido.

—Soy un Luciano. Nosotros no rogamos —prácticamente espetó


Lucifer.

No, no lo hacemos, Angel acordó.

Sentando en el silencio frío, finalmente hizo la pregunta que no pudo


antes.

—¿Qué es lo que hace que me odies tanto?

—Todos mis hijos trajeron algo a la mesa, excepto tú. —Las cejas de
Lucifer se juntaron, tratando de encontrar la palabra—. Tú eres neutral.

Confundido, preguntó:

—¿Neutral?

—Mis hijos me querían o… me temían. —Lucifer estuvo orgulloso de


decirlo ya que sus labios se retorcieron en una sonrisa, pero luego
rápidamente se le quitó—. Tú no tenías nada de ello en ti. Por lo tanto, no
valías nada para mí.

Sabía que su padre había mentido sobre cómo un Luciano no


debería tenerlo miedo a nada cuando todo lo que quería era insertar miedo
no solo en sus hombres sino en sus propios hijos. El miedo que Lucifer
había anhelado más era miedo de él.
—Matthias, sin embargo… —Risa loca retumbó en las paredes—.
Recuerdo cuando lo rompí. Lo hizo tan fácilmente. Incluso así, apuesto a
que podía asustarlo para que me libere.

Habiendo escuchado suficiente mierda ser escupida de la boca de


Satanás, Angel se puso de pie, la tentación de matarlo demasiado fuerte.

—¡Él me necesita! ¡Mis hijos me necesitan! ¡El apellido de esta


familia no continuará sin mí porque la familia no es nada sin mí! —La
cadena alrededor de su tobillo se sacudió mientras trataba de detener a
Angel, agarrando la pierna baja de él para obtener el objeto de metal que
sabía que guardaba ahí.

Angel lo detuvo, colocando su zapato en la mano de su padre.

—Estás equivocado Lucifer. —Usando todo su peso, presionó más


fuerte, escuchando huesos comenzar a romperse—. Somos más fuertes sin
ti, y haré todo lo que esté en mi poder para jodidamente asegurarme que
vivas lo suficiente para verlo. —Liberando su mano, comenzó a alejarse
mientras la risa fanática de Lucifer sonaba de nuevo, haciendo eco
repetidamente.

—Te hice un deservicio, manteniéndote en ese armario por todo ese


tiempo. Te hizo perezoso y complaciente. Ese armario fue el único espacio
que merecías y es todo lo que jamás merecerás.

Angel salió, apagando el interruptor de luz. La oscuridad lo envolvió


a él, a su padre, y a la misma habitación en la que estaban. El único
sonido a ser escuchado era el sonido más suave y silencioso de las
cadenas alrededor del pecho de Lucifer mientras subían y bajaban.

Cerrando sus ojos, Angel casi pudo saborear el aroma a cereza del
caramelo que había llegado a amar.

Mientras escuchaba cuidadosamente, el sonido suavemente creció


mientras la respiración de Lucifer se aceleraba, levantándose y cayéndose
a diferente ritmo.

—Un Luciano no teme a nada —susurró Angel—. No a un tren, no


una bala, no a un hombre, ni siquiera…

El sonido creció.
—….la oscuridad.

Abriendo sus ojos, abrió la puerta, dejando que la luz entre a la


habitación por solo unos pocos segundos más. Luego se alejó de lo que
esperaba fuera la última vez que vería ese rostro, un rostro que
aterradoramente se parecía al suyo, recordándole cada vez que se veía al
espejo que un monstruo lo había creado. Un rostro y cuerpo que él y su
hermano gemelo habían marcado con tatuajes, desesperados por cubrir
ese hecho. Cada tatuaje que se habían tatuado en su piel pálida había
hecho más fácil verse en el espejo, hasta que finalmente podían enfrentar
sus reflejos sin destruir un espejo. Podía volver loco hasta el hombre más
fuerte cuando cada vez que te veías, no te veías a ti mismo sino a alguien
más, alguien que había abusado de ti y torturado toda tu existencia.

Y de los dos… uno lo había hecho.

Angel colocó su mano en la puerta, obteniendo una última mirada,


con una cosa final por decir.

—Es irónico pensar que me entrenaste para el mismo lugar donde tú


estás ahora. Yo te ganaría, sabes. Duré veintitrés años en mi infierno y no
me rompí ni una vez. Ese es el motivo por el que me odias jodidamente
tanto. Solo no puedes admitirlo. —Sonriendo, Angel comenzó a cerrar la
puerta, dejando que la oscuridad se lo lleve—. Solo para que sepas, es un
infierno mucho más grande que el armario en donde me mantuviste. Dime,
Lucifer; ¿cuánto tiempo tú vas a aguantar?

Cerrando la puerta de golpe se sintió como terapia, liberador, como


si finalmente hubiera cerrado un libro en su vida y estuviera listo para
empezar uno nuevo.

—¿Cómo fue? —la voz inquietante de Lucca sonó detrás de él.

Angel lo pensó un momento.

—Mejor de lo que pensé que sería.

—Bien.

Angel se giró, sus ojos grises mirando fijamente hacia los ojos del
demonio.

—Voy a necesitar algo más de ti.


Lucca lo miró con ojos malvados, esperando.

—No lo vas a matar… hasta que cada uno de mis hermanos logre
llegar a él.
39
La despedida final
Traducido por Mais

B ajando la mirada hacia la ciudad, ella continuamente golpeó sus


tacones contra el suelo duro.

—Él está esperando afuera —le dijo Lucca mientras se situaba a su


lado.

Siempre había amado este lugar aquí, donde era completamente


capaz de ver lo que podría haber sido suyo.

—Maria… —él trató de obtener su atención.

Escuchando el grito ahogado, lanzó sus ojos hacia su hermano.

—¿Sabe lo que le está esperando?

—Pensé que podías sorprenderlo.

Miró hacia la ventana de nuevo, sus ojos observando los muchos


edificios, hipnotizada mientras Lucca estaba a su lado, viendo exactamente
lo que le pertenecía a él y no a ella. Maria disfrutaba mucho hacer esto con
su hermano, lo encontraba relajante. Suponía que él también, por el
número de horas que pasaban haciéndolo mientras hablaban.

Escuchando el amortiguado y ferviente rezo, fue sacada de sus


pensamientos de nuevo.

—Entonces hermano… —Mirando a Lucca, volvió al tema en


cuestión—, ¿has descubierto quién es el asesino?

Él pareció estar enojado mientras las palabras pasaban sus labios.

—No se ha revelado aún a mí.


—¿Y qué va a hacer el coco con Amo? —preguntó con una sonrisa de
suficiencia puesta en su perfecto rostro, muriendo por obtener una
respuesta a esta última pregunta.

Un par demoniaco de ojos verdes azulados casi enciende la


habitación.

—Esperaba que tuvieras algo en mente.

El grito se volvió más fuerte ahora, haciendo que ella golpee sus
stilettos de nuevo.

—Podemos volver a eso.

Maria fue hacia la ventana y presionó un botón en la pared que


lentamente deslizó las sombras sobre ellos.

—Mándalo dentro.

—Entra —ordenó Lucca a la persona al otro lado de la puerta.

Girándose, observó la puerta comenzar a abrirse mientras los gritos


crecían en intensidad.

***

Abriendo la puerta, Angel miró la habitación, viendo a Lucca y Maria


de pie ante un hombre atado a una silla. La vista no cambió su expresión.

Entró y cerró la puerta detrás de él, luego pisó el plástico que estaba
explayado en el suelo debajo de la silla. Miró fijamente al hombre que
estaba atado y amordazado.

—¿Es mío?

Lucca asintió.

Siempre era fácil encontrar el miedo en los ojos de un hombre,


especialmente ante la despedida final. El hombre que ahora veía trató de
encontrar ese mismo miedo en los ojos de Angel, pero tristemente, se
quedó corto.
Inclinándose hacia abajo, Angel sacó el objeto de metal que
mantenía escondido debajo de su pierna del pantalón. Abriéndolo con el
movimiento de su muñeca, giró el cuchillo de mariposa en el aire. Giró tan
rápido que se volvió borroso al punto que ya no podía saber exactamente
qué parte era el mango o la daga, hasta que cortó el cuello del hombre que
lloraba.

—Adiós Joey.
40
Una eternidad como esta
Traducido por Mais

Cuando la puerta se abrió, Adalyn corrió, saltando en sus brazos y


envolviéndose alrededor de él.

Angel la atrapó y la aferró contra él.

—¿Qué haces aquí, dulzura?

—Te conseguí un regalo. —Colocó un beso en sus labios antes de


bajar de un salto y tomar su mano, llevándolo arriba.

Estaba un poco nerviosa de mostrarle, esperando no haberse


sobrepasado. Dios, por favor deja que lo ame.

Angel se detuvo de pronto una vez que llegaron a lo alto de las


escaleras.

—¿T-te gusta?

Caminando hacia la cama de dosel tamaño queen, Angel movió las


cortinas negras que cubrían las barras. Luego giró la cabeza para mirarla
antes de estirar una mano tatuada.

—Ven aquí.

Ella caminó hacia él, colocando su mano en la de él.

Cuando él continuó mirándola por varios minutos, ella sintió la


necesidad de explicarse, rápidamente divagando por su nerviosismo.

—Pensé que podría ayudarte a dormir. Cuando cierres la corti…

Angel capturó sus labios, dándole un beso que nunca olvidaría.


Ligeramente mareada, le sonrió.

—Entonces, ¿te gusta?

—Eso depende, dulzura.

Antes de que pueda terminar de preguntar “¿De qué?”, se encontró


rápidamente girada, su parte de arriba del cuerpo encontrando el suave
colchón mientras era inclinada sobre la cama.

Deslizando lejos su cabello grueso de su rostro, él se inclinó hacia


ella, cubriendo su cuerpo con el de él, para susurrarle en su oído:

—En cómo te veas en este.

Sus ojos prácticamente rodaron a la parte posterior de su cabeza,


sintiendo el calor comenzar a quemar dentro de ella ante sus palabras. No
creía que él se había movido lo suficientemente rápido cuando
rápidamente retiró la parte alta de sus pantalones vaqueros y luego
liberaba su pene para burlarse de su abertura. Adalyn movió su trasero
hacia atrás, haciendo que él entierre su polla profundamente dentro de
ella.

Forzada a gritar en las sábanas por la posición en la que la tenía


atrapada, gritó cada vez más fuerte con cada golpe en ella.

El lugar a dónde él la llevaba siempre era tan hermoso… pero esta


vez cuando la llevó entre el Cielo y el Infierno, se sintió diferente. Más
especial de alguna manera.

Gimiendo su dulce liberación, no pensó que pasar una eternidad así


fuera tan malo.

Te amo Angel, dijo Adalyn en su cabeza, demasiado asustada de


decirlo en voz alta en caso que él haya cambiado de idea para siempre.

***

Adalyn se acomodó en la oscuridad para correr la punta de su dedo


sobre cuatro puntos de diamante bajo su ojo.
—No me has dicho aún si este tatuaje tiene significado.

—Cada punto representa a un hermano Luciano. —Angel comenzó a


trazar el diamante en su espalda con un dedo tatuado, empezando en lo
alto—. El más alto es por mi hermano mayor, Dominic. Los dos a los lados
somos Matthias y yo. Y el de abajo es por mi hermano menor, Cassius.

Recostando su cabeza en su pecho, ella se acurrucó en él.

—¿Tienes hermanas?

Él se quedó en silencio unos pocos minutos, pensando sobre sus


palabras cuidadosamente.

—Sí.

—¿No quieres hablar de ello? —preguntó educadamente.

—Aún no, pero pronto, dulzura —prometió Angel.

Ella colocó un beso en su pecho, capaz de aceptar eso.

—De acuerdo.

Sonriendo contra el pequeño y oscuro espacio que compartían bajo


el dosel, no estaba seguro qué había hecho para merecer a una chica como
ella. Tal vez era el sufrimiento por el que había pasado. Si ese era el caso,
valía la pena.

Angel se recostó, respirando su grueso cabello marrón que olía a


cerezas. No se había dado cuenta que olía así hasta que había vuelto a ella
después de dos meses. Al segundo en que había corrido a sus brazos,
había olido ese aroma dulce cereza, haciéndolo preguntarse cómo diablos
se había perdido de eso en los momentos que había pasado con ella.

Supuso que tenía que ver con Bella. Ella había nublado su visión de
Adalyn. Al segundo en que le había dicho adiós, sin embargo, finalmente
había sido capaz de ver a Adalyn por la hermosa, preocupada y ferozmente
leal mujer que era. Ella le había dicho varias veces ahora que él había
convertido sus sueños en realidad, pero ella había alejado sus pesadillas.
Para siempre.

Una visión de un nuevo libro abriéndose lentamente apareció en su


mente. Era tiempo de que empezara un nuevo comienzo.
—Adalyn… —Colocó un largo y dedo tatuado debajo de su mentón,
haciendo que alce la mirada hacia él—. Te amo.
Supervivencia
Estoy atrapado por las paredes que me sostienen.
Atrapado por la mente que se burla.
Atrapado por los huesos que me mantienen aquí.
Pero no debo rendirme,
Ya que debo ganar,
Para ver tu rostro,
Cuando te des cuenta,
Que yo,
Nunca
Jamás
Me rendiré

Sarah Brianne

Por favor, si tú o alguien que conoces necesitan alguna vez


ayuda, sigue este enlace para obtener más información y ayuda.

NO ESTÁS SOLO.

http://www.victimsofcrime.org/help-for-crime-
victims/national-hotlines-and-helpful-links
Próximamente
Se sabe que habrá un siguiente libro, probablemente de
Maria, pero todavía no hay nada anunciado. Lo
estaremos traduciendo en el foro, por supuesto.

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