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En 1929, durante el gobierno de Emilio Portes Gil y por influencia de José Vasconcelos, se
oficializó el Día de la Raza como día nacional. Sin embargo, no fue la primera vez que en
México se conmemoró el descubrimiento de América. Nos remontamos al año de 1892
cuando, en el marco del cuarto centenario del aniversario de la llegada de Colón, se declaró
el 12 de octubre como día de fiesta nacional, enfatizando y celebrando el mestizaje, así como
la hermandad de americanos y europeos. Dicha celebración fue todo un acontecimiento en
varias ciudades del país, especialmente en la capital. Según testimonios de la prensa, “la
ciudad, aun en los barrios más humildes y apartados, se encontraba engalanada […] y los
colores del pabellón mexicano se combinaban con los de la bandera española y las colonias
extranjeras”.1 Esta muestra de afecto, fue una clara fraternización con la comunidad de
España en nuestro país. Durante dicha celebración, Porfirio Díaz desveló el monumento a
Colón que aún se yergue sobre la avenida Buenavista.
No obstante, con el paso de los años, el entusiasmo y el interés por la celebración ha ido en
declive. En 1917, Venustiano Carranza retomó el motivo de la festividad, nombrándola como
la conocemos: Día de la Raza. Pero aquella vez el bullicio no fue mayor que una ceremonia
solemne en la Universidad Nacional de México.2
Tras el decreto oficial de 1929, el Día de la Raza se ha constituido como mero día de
conmemoración sin más trascendencia que la de ser un dato académico propio para los niños.
En la segunda mitad del siglo XX, muchos países hispanoamericanos han optado por cambiar
el nombre de la celebración. En Argentina, desde 2007, es el Día de la Diversidad Cultural
Americana; en Bolivia, el Día de la Descolonización; en Ecuador, Día de la Interculturalidad
y la Plurinacionalidad. Incluso, en Estados Unidos el Columbus Day ha sido motivo para
concientizar acerca de las condiciones sociales de las comunidades piel roja.
Desde el siglo XIX hemos celebrado la hermandad del nuevo y el viejo continente, pero ¿no
deberíamos agregar a ello la celebración de nuestra hermandad con los pueblos indígenas?
Vasconcelos apeló al mestizaje como objeto de celebración; pero para nosotros no es el
mestizaje –esa raza cósmica–, la que debe ser festejada, sino la supervivencia de nuestra
historia que se enraíza especialmente en nuestras comunidades indígenas, fuente de la mayor
parte de nuestro patrimonio cultural.
1
“Fiestas del Centenario”, La Vanguardia”, año VI, núm. 9, 14 de octubre de 1892, p.2.
2
Vid. Carranza, Venustiano, El 12 de octubre de 1492, México, Universidad Nacional de México, 1917.
Día de la Raza