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¿UNA ILUSIÓN?

Iba camino a mi casa, con unas copitas demás. Llegué a la plaza de armas y tomé un
descanso. Los árboles hablaban en el peso de la noche confiando sus secretos. De pronto,
escuché un ruido muy extraño, mi cuerpo se heló.

Aquel ruido que venía de lejos, crecía poco a poco, hasta que el júbilo de mi borrachera se
quebró y el miedo se apoderó de mí. Mi corazón latía fuertemente y en mi garganta se hacía
un nudo que me ahogaba. La borrachera se fue lentamente de mi cuerpo. Yo seguía ahí
clavado en la banca esperando que el miedo se vaya. Pero el ruido crecía, crecía y creía y
el miedo también. No sabía qué hacer, solo me quedó esperar. Y el ruido venía hacia la
plaza y se acercaba más y más. Quería correr, pero no podía. De pronto apareció una
enorme animal. Mis ojos se abrieron más con la sorpresa y del miedo de ver aquel animal
que hacían un enorme ruido con las largas cadenas que jalaba y sonaban al contacto del
piso. Era una enorme chancha la que pasaba por ahí arrastrando sus cadenas como un
condenado que viene del infierno por almas buenas. En ese momento recordé las historias
de las brujas de mi pueblo que se convierte en chanchas para recorrer las calles del pueblo
asustando a la gente y realizar su brujería. Estaba allí clavado en la fría banca viendo aquel
terrorífico espectáculo. La chancha pasó y no notó mi presencia. El animal se alejaba,
haciendo mucho ruido con sus enormes cadenas. Me armé de valor y la seguí refugiado
en la oscuridad de la noche. Mi corazón quería salirse de mi pecho, pero mi cerebro la
apaciguaban. De pronto el enorme animal se paró y poco a poco se fue transformando en
una persona de cabello largo que caí sobre su cara. Por más que abrí más mis ojos no pude
distinguir quien era. El miedo volvió a mi cuerpo, quise gritar, pero no pude. Cerré mis ojos,
por un breve momento, luego los abrí y vi que aquel ser infernal había desaparecido.

Estaba amaneciendo cuando llegué a mi casa. Mi mujer estaba preparando el desayuno


para que llevara al campo. Era un sabroso chilcanito de caballa, con sus camotitos
sancochados. Cuando me vio mi mujer me dijo: “¿Recién llegas?” Rápidamente le cambié
el tema y le conté lo que me había pasado. Ella me miró y molesta me dijo: “¡Eso te pasa
por borracho. Tal vez has visto ilusiones!” Me rasque la cabeza, “Tal vez mi mujer tenga
razón: Solo había sido una ilusión.

Más tarde, en el pueblo, se corrió el chisme de lo que me había pasado, de aquella bruja
que se convierte en chancha y arrastra cadenas para asustar a la gente del pueblo

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