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TESIS ECLÉCTICA SOBRE LAS TEORÍAS MODERNAS

DE LA ACCIÓN
(ARMONÍA ENTRE CONCRETAS Y ABSTRACTAS)

Luis Alfredo BRODERMANN FERRER*

Uno de los conceptos fundamentales para el desarrollo del estudio inte-


gral del derecho procesal es la acción. Dicho concepto, fue tratado du-
rante muchos siglos bajo la influencia románica, como el mismo derecho
subjetivo material.1 Considerado como uno de últimos defensores de la
posición clásica Federico Carlos de Savigny, bajo el estudio del actio ro-
mana, sostuvo que la acción es la transformación del derecho subjetivo
material, cuando examinamos a este último bajo la relación especial de
su violación.2

* Profesor por oposición de teoría general del proceso de la licenciatura en derecho de


la Universidad Autonóma Metropolitana, Unidad Azcapotzalco, México, Distrito Federal.
1 En efecto, los periodos románicos respecto de la Acción que incluso llegaron a
prevaler conjuntamente fueron tres: (i) las acciones de ley, vigente hasta la aplicación de
la Ley Eubutia —siglo VI o VII de Roma; año 597 ó 583— (actio sacramentum, pignoris
carpio, manus injectio, condictio y judicius postulatio); (ii) el formulario (donde se dis-
tinguió el ius del iudicium), que predominó hasta el reinado de Diocleciano (año 1047 de
Roma; 294 de J. C). En este periodo nace el postulado de Celso nihil aliud est actio qua-
mius sibi debeatur iudicio persequendi, en el sentido de que la acción es un derecho de
perseguir en juicio lo que nos es debido (acciones personales) y, (iii) el extraordinario
(donde sin exceso de ritualismos o fórmulas, el juez conoce de la acción resolviendo la
causa); en este periodo que perduró en todo el reinado de Diocleciano en todo el Imperio
se modifica la definición de Celso para abarcar también las acciones reales, de ahí, que la
acción se considera no sólo como el derecho de perseguir en juicio lo que nos es debido,
sino también, de perseguir en juicio lo que nos pertenece. Ortolán, Joseph L., Explica-
ción histórica de las instituciones del emperador Justiniano, México, Tribunal Superior
de Justicia del Distrito Federal, 2003, t. I, p. 147.
2 Al efecto Savigny, precursor de la escuela pancivilista (siglo XVIII), establece
“…Cuando examinamos un derecho bajo la relación especial de su violación nos aparece
en un estado nuevo, el estado de defensa, y así la violación, de igual manera que las insti-
tuciones establecidas para combatirla, reobran sobre el contenido y la esencia del derecho

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182 LUIS ALFREDO BRODERMANN FERRER

Fue hasta el siglo XIX con el nacimiento de la corriente denominada


procesalismo científico, que dicho concepto se emancipó de la posición
clásica, logrando su autonomía, bajo teorías modernas que estimaban a la
naturaleza de la acción desde dos puntos de vista: uno concreto y otro
abstracto.3
También considerado como uno de los eventos excepcionales en el
desarrollo de dicha corriente, se distingue la prolusión de Chiovenda, ex-
puesta en la Universidad de Bolonia el 3 de febrero de 1903, bajo el títu-
lo La acción en el sistema de los derechos.4
En dicha ponencia, el jurista italiano afirma que la acción, la jurisdic-
ción y el proceso, son los tres conceptos fundamentales que sostienen in-
tegralmente al derecho procesal, lo que años después fue reconocido co-
mo la trilogía estructural del proceso.5 Crítico de dicha postura, Alcalá
Zamora y Castillo, estableció que más que una trilogía estructural se tra-
taba de un trípode desvencijado. El maestro español, refiriéndose a la ac-
ción, señalaba su debilidad apoyándose en las discusiones sobre las teorías
modernas de su naturaleza abstracta o concreta.6

mismo. Ahora bien: el conjunto de modificaciones en el derecho operadas por aquella


causa, lo designó con el nombre de derecho de acciones”. Savigny, Federico Carlos de,
Sistema del derecho romano actual, México, Suprema Corte de Justicia de la Nación,
2004, t. IV, p. 8.
3 El parteaguas que considera el nacimiento de la doctrina del procesalismo científico
fue la polémica sobre el actio romana sostenida entre Windscheid y Muther (1856-1857), y
la obra afamada de Oskar von Bülow de título Excepciones y presupuestos procesales, 1868.
Por dichos sucesos se consideró la madurez del derecho procesal al alcanzar éste por fin su
autonomía, en razón de sostener a la acción y a la relación jurídica procesal como derechos
distintos, autónomos y de carácter público.
4 Chiovenda en dicha conferencia expone postulados que consideran a la acción co-
mo un derecho potestativo, manifestando que se trata de un poder frente al adversario (no
en su contra). Lo anterior, en razón de que la acción no impone alguna obligación al de-
mandado, ya que tal derecho sólo opera en su esfera jurídica en razón de los efectos que
la tutela jurisdiccional otorga al derecho subjetivo invocado, permitiendo la actuación del
Estado para la aplicación en concreto de la ley. Chiovenda, Giusseppe, La acción en el
sistema de los derechos, Colombia, Temis, 1949, pp. 15-19.
5 El argentino Podetti establece que al ser la acción, jurisdicción y proceso los con-
ceptos fundamentales de la ciencia procesal, los mismos en su conjunto conforman lo que
él nombró “La trilogía estructural del proceso”. Alcalá Zamora y Castillo, Niceto, Proce-
so, autocomposición y autodefensa, México, UNAM, 2000, p. 104.
6 En este sentido don Niceto señala: “…de la acción ignoramos lo que es (pugna en-
tre las teorías abstractas y las concretas) y dónde está (si en el campo del derecho mate-
rial o en el derecho procesal). Idem.
ESTUDIOS EN HOMENAJE A HÉCTOR FIX-ZAMUDIO 183

Así, la acción se ha convertido en el concepto más polémico de la ciencia


procesal, por el cual se han realizado numerosos estudios bajo un sin fin de
disertaciones.
Empero, siempre debemos darnos espacio para retomar su estudio pre-
sentando posturas actuales, con el afán de seguir en el espíritu dialéctico
en torno al discurso, la crítica y la propuesta renovable.
En tal virtud, en este ensayo en honor al doctor Héctor Fix-Zamudio, pre-
tendo bajo la breve exposición de las posturas más relevantes acerca de las
teorías modernas de la acción, llamar la atención del lector hacia la armonía
práctica de su naturaleza abstracta y concreta, con el propósito de fortalecer
dicho concepto desde un punto de vista ecléctico.
Las teorías modernas sobre la acción, por las cuales se abandonó la
postura clásica de la misma, advirtieron que la acción no era el mismo
derecho subjetivo material elevado a la segunda potencia, sino que era
un derecho distinto, autónomo, dirigido hacia el Estado y por lo tanto
de carácter público.7
En tal sentido, los procesalistas científicos eran coincidentes en que la
acción ya no era un derecho subjetivo privado sino un derecho subjetivo
público, teniendo como base para ello los estudios de Muther en su afa-
mada polémica que sostuvo con Windscheid sobre el actio romana.8

7 Calamandrei explica la postura clásica de los pancivilistas (escuela exegética del


siglo XVIII) que consideraban a la acción como parte del derecho sustancial al expresar,
que bajo una relación privada, la acción, es el derecho de obtener del deudor, mediante la
sujeción impuesta por el Estado, la prestación debida; por lo que la acción no es un dere-
cho diferente al subjetivo que le da contenido, sino que es una manifestación del mismo:
“…el derecho subjetivo elevado a la segunda potencia…” y así, ya en la etapa moderna
(siglo XIX), se desvanece dicha posición para avanzar hacia la autonomía de la acción
por considerarla un derecho subjetivo público. En tal orden de ideas, el jurista italiano
aduce que: “… la acción se coloca francamente en el campo del derecho público, como
expresión de una relación que se da no entre particular y particular, sino entre el ciudada-
no y el Estado…”. Calamandrei, Piero, Instituciones de derecho procesal civil, Buenos
Aires, EJEA, 1986, t. I, pp. 242-244.
8 La tesis sostenida por Windscheid basa el concepto de la acción en el de la preten-
sión (Anspruch), entendiendo a ésta como el derecho violado que produce en el lesionado
un estado de insatisfacción, por lo que el sentido de la acción será verificar la existencia
de tal derecho. Por su parte, Muther en réplica a la tesis de Windscheid concibe a la ac-
ción como un derecho de los particulares frente al Estado, siendo ésta un derecho subjeti-
vo público que se solicita para sujetar al demandado a través de la coacción del Estado;
por tanto el derecho de Acción tiene también como presupuesto un derecho de carácter
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Sin embargo, eran disidentes al sostener que la acción como un dere-


cho dirigido al Estado tenía como objetivo: (i) la tutela concreta en apo-
yo de su razón (posición concreta), o (ii) la tutela abstracta sin importar
tener razón, como un simple interés de obrar (posición abstracta).
De ahí, que la postura concreta consideraba a la acción como un dere-
cho para obtener de los órganos de justicia una sentencia favorable,
cuando la postura abstracta no le importaba el sentido de la misma.
Precursor de la posición concreta lo fue Wach, con su teoría de la ac-
ción como un derecho del ciudadano a obtener del Estado la tutela jurídi-
ca, clasificando a la acción entre los llamados derechos cívicos.9
Por su parte, precursores de la posición abstracta lo fueron Plósz y De-
genkolb quienes consideraban al concepto de acción como un derecho
público abstracto de tutela, sin importar el contenido del pronunciamien-
to jurisdiccional.10
Aunque influenciado por las ideas de Wach cuando introdujo el proce-
salismo científico a Italia, Chiovenda, seguidor de la posición concreta,
critica al jurista alemán en su teoría, considerando a la acción no como
un derecho correlativo, sino como un derecho potestativo.11

privado y su correlativa violación. Windscheid, Bernhard y Muther, Theodor, Polémica


sobre la “actio”, Buenos Aires, EJEA, 1974, pp. 5-15 y 248-254.
9 En efecto, Wach considera que al derecho de acción como una potestad en contra
del Estado (derecho a la tutela jurisdiccional en exigencia a una administración de justi-
cia) y frente al demandado, ya que los derechos subjetivos siempre son susceptibles de su
efectividad, es decir deben ser realizables a través de la coacción del Estado. Por tanto,
quien ejerza la acción debe cubrir como requisitos básicos la necesidad de una declara-
ción de certeza y la comprobación del derecho subjetivo que contiene su pretensión.
Wach, Adolf, La pretensión de declaración de certeza, Buenos Aires, EJEA, 1962, pp.
38-51.
10 Los precursores de la concepción abstracta de la acción son coincidentes en aseve-
rar que tal derecho es frente al Estado e independiente del contenido de la sentencia. Por
su parte Plósz considera a la acción un poder del accionante hacia el juez y al adversario,
que tiene como fundamento un derecho subjetivo para garantizar la constitución de la re-
lación jurídico procesal; siendo que Degenkolb la concibe bajo la buena fe de los litigan-
tes, ya que afirma que cualquier sujeto que cree (incluso sin tener fundamento) poseer un
derecho, puede ejercer la acción frente al Estado para sujetar a la parte contraria. Notas
de la 36 a la 40 del libro, op. cit., nota 3, pp. 28-41.
11 Gran aportación al estudio científico de la acción lo fueron los estudios al respecto
de Chiovenda, al establecer que la acción es un derecho potestativo por excelencia. Lo
anterior en razón de que el derecho de acción posee como característica el producir un
estado jurídico nuevo frente a un adversario, ya sea con la cesación del derecho ajeno o
la liberación de la obligación propia. Así el maestro establece “…que entre los derechos
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Chiovenda sostenía a diferencia de Wach, que el Estado no tiene obli-


gación frente al particular para ejercer la tutela concreta, sino que el Esta-
do al ejercer su función jurisdiccional, la desarrolla como una facultad que
por naturaleza pasiva (nemo iudex sine actore) espera a la acción como
condición para dicho ejercicio.
En tal sentido, Chiovenda define a la acción como: “el poder jurídico de
dar vida a la condición para la actuación de la voluntad concreta de la
ley”.12
A su vez, el Maestro italiano critica fuertemente la postura abstracta
aduciendo que el propio Plósz y Degenkolb cometen imprecisiones, por
lo que no logran separar plenamente la acción del derecho material.
Plósz aducía que se requería el pronunciamiento de un determinado tí-
tulo y, Degenkolb argumentaba que se necesitaba la afirmación existente
de un interés primario jurídicamente relevante.
Con tales postulados según dicho del jurista italiano, más que fortale-
cer una posición abstracta, los científicos germánicos confirmaban la po-
sición concreta de la acción.13
Ya en la etapa del procesalismo científico italiano, Carnelutti, opositor
de Chiovenda, sostiene la ficción de que efectivamente el derecho de ac-
ción persigue una tutela abstracta, apoyándose en que la función pública
que ejerce el Estado no tutela el derecho material del pretensor, sino que
su objeto es “la justa composición de la litis”.14
Al apoyar sus magnas obras (Sistema e Instituciones) alrededor del
concepto “litigio”, Carnelutti veía a la acción como un poder jurídico pa-
ra llevar la litis material a la composición jurisdiccional (heterocomposi-
ción pública) no importando el resultado del fallo.

potestativos se comprenden no solo aquellos que tienden a la producción de un estado ju-


rídico nuevo, sino también aquellos que tienden a hacer corresponder el estado de hecho
en sentido más o menos amplio al estado de derecho, esto es, las acciones de declaración
de mera certeza y de condena y la acción ejecutiva. La esencia de los derechos de la pri-
mera clase (los potestativos) está en el poder de determinar el nacimiento de la condición
para que una voluntad concreta de ley sea tal y se haga efectiva en el campo de los he-
chos, ididem, pp. 19.
12 Ibidem, p. 5.
13 Ibidem, p. 45.
14 Carnelutti, Francesco, Instituciones de derecho procesal civil, Buenos Aires, El
Foro, 1997, t. I, p. 316.
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Como se observa a este respecto, el sentimiento de la obra del polémi-


co profesor de Padua era demostrar que el Estado al ejercer jurisdicción,
no era protector de intereses particulares sino componedor de conflictos.
De ahí que sostenía que la naturaleza de la acción era abstracta, ya que
dicho derecho (público y autónomo), protege no al interés sustancial de
las partes deducido en la litis, sino al interés general consistente en el
cumplimiento por parte del juez de su obligación procesal de dictar una
sentencia con el fin de dirimir el litigio.15
Seguidor de Carnelutti, el maestro Alcalá Zamora por su fuerte in-
fluencia como profesor e investigador en nuestro país, fundó escuela ba-
jo la posición abstracta de la acción sin que tuviese una seria oposición al
efecto.16

15 El jurista italiano advierte que el derecho de acción (derecho subjetivo procesal de


las partes frente al Estado) es diferente e independiente del derecho subjetivo material
que lo fundamenta. Por lo tanto, la distinción entre tales derechos será en razón de su
contenido y el sujeto pasivo de los mismos cuando afirma que: “…el derecho subjetivo
material tiene por contenido la prevalencia del interés en litis y por sujeto pasivo a la otra
parte; el derecho subjetivo procesal tiene por contenido la prevalencia del interés en la
composición de la litis y por sujeto pasivo al juez …”, ibidem, pp. 315-318.
16 Impulsando el procesalismo científico con las ideas europeas, Alcalá Zamora crea
escuela en México influyendo por cuanto a la posición abstracta de la acción a procesalis-
tas mexicanos de la talla de Fernando Flores García quien en su obra Teoría general de la
composición del litigio, México, Porrúa, 2003, p. 187, hace un análisis de los argumentos
contrarios a la teoría monolítica de la acción, mostrándose seguidor de la teoría abstracta al
afirmar que se puede ejercitar la acción procesal sin tener base sustancial o, que ante una
sentencia absolutoria el actor en el juicio tuvo la acción, aunque no haya tenido la razón.
Igualmente, bajo dicha posición, Santiago Oñate otorga a la acción tres niveles: (i) el priva-
do, por satisfacer el interés particular del accionante; (ii) el público, al ser la acción el dere-
cho a una sentencia obtenida mediante un proceso no importando el sentido de la misma, y
(iii) el social, por ser un poder jurídico del individuo frente al Estado para la composición
del litigio y, por ende, de las pugnas y luchas sociales. Oñate Laborde, Santiago, La acción
procesal en la doctrina y en el derecho positivo mexicano, tesis profesional, México, 1972,
pp. 370-377. Cipriano Gómez Lara, también seguidor de tal corriente, entiende por acción
“…el derecho, la potestad, la facultad o actividad, mediante la cual un sujeto de derecho
provoca la función jurisdiccional…”, Sistemática procesal, Colección cuadernos procesa-
les, México, Oxford, 2007, pp. 77 y 78. Asimismo, José Ovalle Favela, define a la acción
como “…el derecho subjetivo procesal que se confiere a las personas para promover un
juicio ante el órgano jurisdiccional, obtener una sentencia de éste sobre una pretensión liti-
giosa y, lograr, en su caso la ejecución forzada de dicha resolución…”, Teoría general del
proceso, México, Oxford, 1999, p. 164. Llama la atención el comentario que realiza el que-
ridísimo maestro Héctor Fix-Zamudio en su libro titulado Constitución y proceso civil en
Latinoamérica, México, UNAM, 1974, p. 55, en el sentido de no olvidar la dialéctica en
ESTUDIOS EN HOMENAJE A HÉCTOR FIX-ZAMUDIO 187

Al respecto, Alcalá sostenía: “…la acción se traducía en una posibili-


dad jurídicamente encuadrada de recabar los proveimientos jurisdiccio-
nales necesarios para obtener el pronunciamiento de fondo y, en su caso,
la ejecución respecto de una pretensión litigiosa;…”.17
Mención especial merece el queridísimo maestro Humberto Briseño
Sierra, único mexicano que se atrevió a incursionar en el estudio científi-
co de la acción, proponiendo bajo la postura abstracta su teoría: “la ac-
ción como instancia proyectiva”.18
Como se advierte, la doctrina de la posición abstracta ha sido acogida
en México como la más aceptable y dominante.
Empero, ello no significa que dejemos atrás la posición concreta.
Como ejemplo, podemos mencionar la dialéctica diacrónica que reali-
zaron en años recientes los procesalitas españoles Gómez Orbaneja y de
la Oliva, al retomar discusiones sobre la naturaleza de la acción siguien-
do los lineamientos de Wach acerca de la acción como tutela concreta.
De esta manera, se enfrentaron a la gran presencia de la escuela abs-
tracta que en España legaron procesalistas de la talla de Jaime Guasp;
Alcalá Zamora; Prieto Castro y Fairén Guillén entre otros.19

torno a la polémica de la acción, afirmando que muy lamentablemente la doctrina y la ju-


risprudencia se ha inclinado por la teoría que concibe a la acción como un derecho abstrac-
to de obrar, reconociendo la importancia de no olvidar los fundamentos de la naturaleza
concreta de la acción.
17 Alcalá-Zamora y Castillo, Niceto, “Enseñanzas y sugerencias de algunos procesalis-
tas sudamericanos acerca de la acción”, Estudios de teoría general e historia del proceso
(1945-1972), México, UNAM, Instituto de Investigaciones Jurídicas, 1974, t. I, p. 349.
18 El gran maestro mexicano concibe a la acción como un derecho que se proyecta en
el curso del proceso dado que la dirección del acto provocatorio lleva hasta un tercer su-
jeto, por lo que cuando se acciona resultan vinculadas tres personas (accionante, juez y
reaccionante). Lo anterior nos hace entender la naturaleza dialéctica del proceso, como
una lucha de pretensiones en movimiento: “acciona el actor cuando demanda, cuando
prueba y cuando alega, como acciona el demandado cuando prueba, cuando recurre,
cuando contrademanda, cuando prueba y alega su reconvención”. Briseño Sierra, Hum-
berto, Derecho procesal, México, Cárdenas, 1969, t. II, pp. 205 y ss.
19 En efecto, Guasp afirma que la acción es un mero poder jurídico de obtener la ac-
tividad jurisdiccional, por lo que al considerarla como un derecho constitucional de peti-
ción, ésta se ubica más en el ámbito político-constitucional que en procesal, ya que en es-
te último lo que se encuentra es la pretensión procesal y no la Acción. Guasp, Jaime, La
pretensión procesal, Madrid, Civitas, 1985, pp. 50-64. Por su parte, Prieto Castro asevera
que la acción es un instrumento del derecho a la justicia. Prieto Castro, Leonardo, Cues-
tiones de derecho procesal, Madrid, Reus, 1947, pp. 49-57. También, Fairén Guillén, si-
guiendo la posición abstracta de la Acción establece que ésta es: “…un medio de promo-
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Lo anterior llamó la atención del procesalista constitucional mexicano


Eduardo Ferrer Mac-Gregor, advirtiendo en un ensayo el actual abandono
que existe en México de la discusión científica sobre este polémico tema.20
Otro ejemplo, sería el caso de J. Couture, considerado como el padre
del procesalismo científico latinoamericano.
Si bien el maestro uruguayo respalda la posición abstracta de la ac-
ción, cuando desarrolla la bilateralidad de dicho concepto (excepción),
igualmente reconoce como válida la posición concreta.
En efecto, Couture reconoce el plano abstracto de dicho concepto
cuando presenta su tesis de la acción como un poder jurídico para activar
la jurisdicción.21
Empero, cuando trata la naturaleza de la excepción, clasificando a la mis-
ma, la considera tanto en el plano abstracto como en el plano concreto.22
Ahora bien, en atención a dichos sucesos históricos y tomando en cuen-
ta nuestro contexto actual, cómo debemos de comprender a la acción.
¿Qué la misma es abstracta o es concreta?, ¿debemos de transportar
las teorías modernas (abstractas y concretas) a la práctica para advertir la
fuerza de sus postulados o, simplemente nos debemos quedar en un foro
científico dialéctico circundando entre definiciones, conceptos e institu-

ver la resolución pacífica y autoritaria de los conflictos intersubjetivos de intereses y


derechos aparentes…”, Fairén Guillén, Víctor, Teoría general del derecho procesal, Mé-
xico, UNAM, 1992, p. 77.
20 Al respecto, Eduardo Ferrer afirma el desinterés de los procesalistas mexicanos en
el estudio de la acción al establecer “…Puede apreciarse… que no existe un debate cien-
tífico entre estas dos posturas (abstracta y concreta de la acción) ni existe la preocupa-
ción por profundizar en su estudio como acontece en otros países. Ferrer, Mac-Gregor,
Eduardo, “Sobre la naturaleza jurídica de la acción”, Cuadernos Procesales, México,
UNAM, año III, núm. 5, julio 1999, p. 1.
21 Así, el maestro uruguayo define a la acción como “…el poder jurídico que tiene
todo sujeto de derecho, de acudir a los órganos jurisdiccionales para reclamarles la satis-
facción de una pretensión”. Dicha tesis sostiene, que al ser la pretensión un estado de la
voluntad jurídica, la Acción puede ser ejercida como un poder jurídico del individuo al
que puede o no asistirle un derecho subjetivo material…”, Couture, Eduardo J., Funda-
mentos de derecho procesal civil, Buenos Aires, Depalma, 1990, p. 58.
22 Al efecto Couture señala que la excepción entendida como un contraderecho (pro-
pia), puede asimilarse en un sentido concreto, puesto que se opone al derecho invocado
por el actor destruyéndolo. Por otro lado, la excepción entendida como defensa (impro-
pia), es considerada desde el punto de vista abstracto, ya que sólo implica un derecho a la
libertad que le asiste al demandado de cuestionar los elementos constitutivos de la acción
con el objeto de que se rechace la pretensión del actor. Ibidem, 63-94.
ESTUDIOS EN HOMENAJE A HÉCTOR FIX-ZAMUDIO 189

ciones?, ¿cuál de las teorías se adapta más a la realidad del proceso en


México?, ¿tendremos necesariamente que adoptar una postura en exclu-
siva por considerarlas antagonistas?, ¿existe armonía entre las mismas?,
¿podemos integrar una con la otra bajo una consideración ecléctica?
En lo particular, siento que dichas interrogantes las podemos resolver
adentrándonos al estudio de los puntos objetivos del concepto, bajo dos
situaciones: (i) su ejercicio y, (ii) su enjuiciamiento.
Por cuanto a su ejercicio, cuando Plósz y Degenkolb referían que la
acción requería de título o interés primario, en mi opinión lo manejaban
bajo el supuesto de una expectativa y perspectiva, es decir, como la posi-
bilidad de obtener una sentencia favorable o desfavorable.
El hecho de que la acción necesariamente tenga que descansar en títu-
lo o causa, no significa tener la razón (como lo postula la posición con-
creta), sino simplemente una expectativa sujeta a juicio (subjudice).
En efecto, la acción como un derecho humano y universal23 permite
que toda persona como atributo de su personalidad pueda ejercer el mis-
mo; sin embargo, para que no quede en un ejercicio abierto, deberá cu-
brir ciertos requisitos o condicionantes sin los cuales no podría nacer el
multicitado derecho.
Calamandrei menciona en su magna obra Instituciones24 que por doc-
trina dominante se consideran tres elementos para el ejercicio de la ac-
ción, a los que ubicó como constitutivos (refiriéndose al surgimiento de
este derecho):

— El hecho específico jurídico (que es la coincidencia entre el hecho


especifico real con el legal).
— La legitimación ad causam, y
— El interés procesal (pretensión).

A su vez, Redenti en su obra Derecho procesal civil,25 señala igual-


mente tres elementos, pero con el carácter de constructivos de la acción,
a decir:

23 El artículo 10 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, aprobada


por la Asamblea de las Naciones Unidas el 10 de diciembre de 1948, otorga a la acción el
carácter de derecho humano al entenderla como un poder que jurídico compete al indivi-
duo en cuanto tal, como un atributo de su personalidad.
24 Calamandrei, op. cit., nota 7, pp. 256-275.
25 Redenti, Enricco, Derecho procesal civil, Buenos Aires, EJEA, 1957, t. I, pp. 47.
190 LUIS ALFREDO BRODERMANN FERRER

— Causa.
— Sujetos.
— Objeto (inmediato y mediato).

El autor refiere el carácter constructivo porque a través de dichos ele-


mentos se edifica el derecho de acción.
Podemos advertir el símil entre ambos (constitutivo y constructivo),
dado que son presupuestos o condiciones para el ejercicio de la acción
como una expectativa.
Asimismo, advertimos la armonía que existe entre ambos elementos
dado que se identifican entre sí, bajo la siguiente tabla:

ELEMENTOS CONSTITUTIVOS ELEMENTOS CONSTRUCTIVOS

El hecho específico jurídico Causa


La legitimación ad causam Sujetos
El interés procesal Objeto

Examinemos de manera sucinta cada uno de ellos.


Referente al hecho específico jurídico, éste lo debemos identificar con
el interés jurídico material subjetivo (posición clásica) y los intereses ju-
rídico materiales colectivos y legítimos (posición moderna).
El interés jurídico material subjetivo parte de la base de la existencia
de un derecho legítimamente tutelado personal, directo y actual; que al
ser transgredido faculta al legitimado, ya sea de manera singular o plural
(litisconsorcio), para pedir su restitución con efectos inter partes.
Por lo regular, los derechos subjetivos materiales se han clasificado
doctrinalmente en: (i) correlativos, dirigidos a una prestación (absolutos
y relativos, reales y personales) y, (ii) potestativos.26

26 “...a la división fundamental de los derechos en derechos dirigidos a una presta-


ción, y potestativos, corresponde la división de las sentencias en sentencias de condena, y
constitutivas, según que el bien a que se dirige la acción, sea de naturaleza que pueda
realizarse también fuera del proceso mediante la prestación de una obligación, o bien,
consiste en la modificación del estado jurídico existente”. Chiovenda, Giuseppe, Curso
de derecho procesal civil, México, Pedagógica Iberoamericana, 1995, pp. 5-9, 71.
ESTUDIOS EN HOMENAJE A HÉCTOR FIX-ZAMUDIO 191

Por otro lado, el interés jurídico material colectivo, parte de la base de


la existencia:

i) De un derecho subjetivo (para el caso de las individuales homogé-


neas y las transindividuales colectivas determinadas), o
ii) De un derecho objetivo (para el caso de las transindividuales difu-
sas o colectivas indeterminadas).

Dichos intereses colectivos, al ser transgredidos facultan a una repre-


sentación in utilibus, para que la restitución beneficie a la colectividad
con efectos erga omnes.
Por lo regular, los intereses colectivos (intermedios entre el ámbito
público y privado), vienen a ser reconocidos dentro de la nueva genera-
ción de derechos fundamentales (tercera), representados por los derechos
de solidaridad.27
Por último, el interés material legítimo si bien está tutelado por normas
de derecho, su grado de afectación es distinto.
En efecto, en el interés legítimo el grado de afectación es a las normas
de acción y en el interés jurídico clásico es a las normas de relación, em-
pero, ambos coinciden en que deben incidir en la esfera jurídica del agra-
viado (lesión subjetiva).
El interés legítimo se denota esencialmente en materia administrativa,
cuando pretende el gobernado, por habérsele afectado su esfera jurídica, la
mera anulación de un acto administrativo contrario a las normas de acción,
referidas éstas a la organización, contenido y procedimiento que anteceden a
la acción administrativa que persiguen o tutelan el interés público.28

27 En México son reconocidos constitucionalmente los derechos de solidaridad rela-


cionados con la identidad cultural, como el derecho a la educación y promoción cultural
(artículo 3o.); de libertad de cultos (artículo 24); derechos de autor (artículo 28); de pro-
tección a colectividades y grupos minoritarios y vulnerables, indígenas, mujeres y niños
(artículo 4o.); Ávila Ortiz, Raúl, Constitucionalismo cultural hacia una nueva etapa
constitucional en México, en derechos humanos. Memoria del IV Congreso Nacional de
Derecho Constitucional III, México, UNAM, 2001, pp. 162 y 163. Podemos agregar la
protección de los consumidores (artículo 28). Por otra parte, los relacionados con el desa-
rrollo: es decir, a la actividad económica nacional; al pleno ejercicio de la libertad y a la
dignidad de los individuos, grupos y clases sociales (artículo 25); a la paz pública (artícu-
lo 29); al patrimonio artístico y cultural y al medio ambiente sano (artículo 27).
28 Los requisitos constitutivos para ejercer la acción correspondiente al interés legíti-
mo se advierten de la tesis I.4o. A. 357 A; p. 1309; tribunales colegiados de circuito (Mé-
xico); Novena Época; agosto de 2002; materia administrativa; de título: “INTERÉS
192 LUIS ALFREDO BRODERMANN FERRER

Los intereses subjetivos clásicos y los legítimos se harán valer a través


de acciones individuales.
Por su parte, los intereses colectivos se harán valer a través de acciones
individuales homogéneas así como por acciones colectivas determinadas o
indeterminadas, estas últimas también reconocidas como difusas.29
En atención a todo lo anteriormente expuesto, nos permitimos presen-
tar el esquema 1 (p. 193), que visualiza la medida de dichos intereses.
El segundo elemento de la acción considerado como la legitimación
ad causam, se puede analizar tomando en cuenta las posiciones del inte-
rés jurídico.
Desde el punto de vista clásico, la legitimación ad causam la detenta
el titular o titulares directos del derecho subjetivo, con sus respectivas
modalidades de sustitución procesal.30
Por otro lado, en la corriente moderna, tendríamos que analizar los su-
puestos de legitimación respecto de los intereses legítimo y colectivo.

LEGÍTIMO. CONCEPTO” Igualmente, la diversa tesis de la misma materia y año; número:


I.13º. A.43ª; de título: “INTERÉS LEGÍTIMO, CONCEPTO DE,…”; tesis jurisprudencial
141/2002-SS: “INTERÉS LEGÍTIMO E INTERÉS JURÍDICO. AMBOS TÉRMINOS TIENEN DIFE-
RENTE CONNOTACIÓN EN EL JUICIO CONTENCIOSOS ADMINISTRATIVO”, Semanario Judi-
cial de la Federación y su Gaceta, Novena Época, Segunda Sala, t. XVI, diciembre de
2002. p. 241; Tesis jurisprudencial 142/2002-SS: “INTERÉS LEGÍTIMO NOCIÓN DE, PARA
LA PROCEDENCIA DEL JUICIO ANTE EL TRIBUNAL DE LO CONTENCIOSO ADMINIS-
TRATIVO DEL DISTRITO FEDERAL”, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta,
Novena Época, Segunda Sala, t. XVI, diciembre de 2002, p. 242.
29 Barbosa Moreira expone: “Se calificará como difuso... el interés de los habitantes
de cierta región en la preservación de la pureza del agua de los ríos que la bañan, indis-
pensable para el uso personal y doméstico; sería colectivo, en cambio, el interés de los
estudiantes de una universidad en la regularidad de las clases”, Barbosa Moreira, José
Carlos, “La iniciativa en la defensa judicial de los intereses difusos y colectivos un as-
pecto de la experiencia brasileña”, Revista Uruguaya de Derecho Procesal, núm. 2,
1992, p. 235.
30 La legitimación anómala (concepto acuñado por Calamandrei en su obra Institu-
ciones… cit., nota 7, pp. 364-368), nos hace advertir situaciones anormales o especiales
que no son lógicas de una legitimación normal. Al efecto podemos advertir la sustitución
procesal, ésta se da en diversas facetas, a decir: (i) sustitución procesal por causahabien-
cia ya sea universal o particular; (ii) por el ejercicio legal permitido de terceros acreedo-
res como en el caso de la acción oblicua o la acción pauliana y, (iii) por estatus o catego-
rías, ya sea privada (como en el caso de las relaciones personales o familiares), o pública
(donde interviene el Ministerio Público).
ESTUDIOS EN HOMENAJE A HÉCTOR FIX-ZAMUDIO 193

ESQUEMA 1

Singular
Subjetivo
Acción individual
Legítimo Plural o litisconsorcio

Interés Acción de grupo Individual homogénea

Colectivo
Determinada
Acción colectiva
Indeterminada o difusa

En el caso del interés legítimo dado que se requiere de una lesión sub-
jetiva, se seguirán los lineamientos clásicos antes expuestos.
Cuando el interés es colectivo, también se seguirán dichos lineamien-
tos clásicos en tratándose de intereses individuales homogéneos y de in-
tereses colectivos determinados, en virtud de que, igualmente, se requie-
re de lesión subjetiva.
Empero, en dichos supuestos colectivos, se debe distinguir que la legi-
timación se regirá por los principios de representación in utilibus y se-
cundum eventum litis.31

31 Bajo el principio de la representación in utilibus, un tercero que no ha litigado


puede beneficiarse de la sentencia ajena cuando ésta sea favorable; sin embargo, no le al-
canzarán los efectos cuando la misma se haya dictado en sentido negativo. Así, el princi-
pio secundum eventum litis, permite, en caso de sentencia desfavorable a la acción colec-
tiva (precluyendo la misma), que todavía se mantenga el derecho subjetivo para en su
caso, intentar la acción individual basada en la lesión subjetiva. Al efecto, consúltese:
Liebman, Enrico Ttullio, Eficacia y autoridad de la sentencia y otros estudios sobre la
cosa juzgada, México, Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal, invierno
2002-2003, p. 103, y, Gidi, Antonio, Las acciones colectivas y la tutela de los derechos
194 LUIS ALFREDO BRODERMANN FERRER

En cambio, cuando el interés es colectivo indeterminado la legitimación


es transindividual o difusa, con efectos erga omnes, dado que la lesión es
objetiva de carácter abstracto.
Lo anterior significa que la misma le pertenece a toda persona que sien-
ta el deber de defender los derechos humanos de solidaridad de carácter
difuso como el ambiental y el patrimonial cultural, entre otros. El esquema
2 ( p. 195) nos ayuda a visualizar el alcance de la legitimación.
El tercer y último elemento de la acción es el interés o pretensión proce-
sal.32 Dicho elemento relacionado con el objeto de la acción, se le puede
considerar de manera inmediata como la declarativa de mera certeza del
derecho; la constitutiva de un nuevo estado jurídico y la de condena.33

difusos colectivos e individuales en brasil Un modelo para países de derecho civil, Méxi-
co, UNAM, 2004, p. 99.
32 La pretensión se traduce en la voluntad para trasladar la causa o el interés jurídico ma-
terial (hecho específico jurídico) a la composición, ya sea en su plano paraprocesal (mediante
mecanismos como son la transacción o el arbitraje) o, en su ámbito procesal (mediante la ac-
ción para la tutela jurisdiccional que se desarrolla en el proceso). La definición más reconoci-
da en materia de litigio (pretensión litigiosa que deviene de una transgresión o violación al
derecho subjetivo protegido), es la del gran maestro Carnelutti, quien la define como: “…la
exigencia de la subordinación del interés ajeno al interés propio…”. Carnelutti, Francisco,
Sistema de derecho procesal civil, México, Cárdenas, 1998, t. I, p. 44.
33 Atento a lo que consideraba el maestro Calamandrei, denominándolas como las
garantías jurisdiccionales, menciona en su obra tres principales y una accesoria, a decir,
la correspondiente a la declaración de certeza como la formulación del hecho específico
jurídico (coincidencia del hecho específico legal con el real), bajo el silogismo judicial,
que el juez siempre tiene que producir en toda sentencia, ya sea a favor de la pretensión
(positiva) o a favor de la excepción (negativa), formulando en este último caso lo que se
conoce como el interés absolutorio; por otra parte, la relativa a la constitución de un nue-
vo estado jurídico, como en el caso de la adopción, divorcio, y cualquier otra circunstan-
cia que se requiera de una declaración jurisdiccional para lograr un cambio de estatus ju-
rídico; por último, dentro de las principales, la que el autor considera como de
transgresión al precepto jurídico y que no es más que la concerniente a la condena en su
doble naturaleza directa o indirecta (como se explica en la cita siguiente), por otra parte,
tenemos a la accesoria también llamada por el autor como garantía de garantías y que es
la cautelar en su doble aspecto, real (como el embargo), personal (como el arraigo). Al
efecto, consúltese la obra de este gran jurista Instituciones, cit., nota 7, pp. 139-159.
ESTUDIOS EN HOMENAJE A HÉCTOR FIX-ZAMUDIO 195

ESQUEMA 2

· Clásica
Subjetiva · Legítima
Individual · Homogénea

Legitimación Colectiva
Subjetiva
determinada
ad causam Transindividual

Objetiva Difusa
Transindividual

A su vez, de manera mediata, la condena tendrá una restitución directa


o indirecta.34

34 Por la naturaleza de la obligación, en el caso de la restitución directa el Estado


constriñe al obligado al cumplimiento de su obligación (condena) mediante el apercibi-
miento de la vía de apremio, esta última donde el Estado bajo el imperio de la executio
buscará que se dé el exacto cumplimiento a través de terceros o por el propio Estado,
afectando la esfera jurídica del condenado realizando actos de disposición en satisfacción
del interés del pretensor, titular del derecho (véase el artículo 517, fracciones II y III del
CPCDF). Por su parte, la restitución indirecta o por equivalente, por tratarse de una obli-
gación insustituible; es decir, que requiere del cumplimiento personalísimo del obligado,
el Estado se muestra impotente para lograr la ejecución forzada específica y transforma
la sanción primaria incoercible, en una secundaria a través del resarcimiento del daño
que se verá ejecutada valuable en dinero. En el caso el juez apercibirá a que se dé el
cumplimiento voluntario, aplicando medidas de apremio como presión psicológica (mul-
ta y/o arresto), y ante la resistencia se iniciará la transformación por la vía de apremio o
forzosa del equivalente, que se traduce en el pago de daños y perjuicios por la vía inci-
196 LUIS ALFREDO BRODERMANN FERRER

Cuando la pretensión es subjetiva o legítima, la misma tendrá efectos


sobre las partes y terceros que litigaron por el principio tradicional res
inter alios iudicatas aliis non praciudicare (D.42.1.63;44.2.1).
Sin embargo, cuando la pretensión es colectiva, ésta se debe analizar
bajo dos aspectos:

i) Si es procedente la misma, beneficiará al individuo o al grupo de


individuos no presentes bajo el principio de la representación in
utilibus.
ii) Si resulta desfavorable, bajo el principio secundum eventum litis,
perjudicará únicamente a la acción colectiva, dejando a salvo el de-
recho para hacer valer la acción sólo en forma individual.
Por lo visto, analizando los elementos constitutivos para el ejercicio
de la acción podemos advertir tanto el contenido como el alcance de la
misma para determinar su naturaleza abstracta y/o concreta.
Por su contenido:

— La acción individual o colectiva que proteja tanto intereses subje-


tivos; legítimos; individuales homogéneos, y, los colectivos deter-
minados, dada su característica de lesión subjetiva, será considera-
da de naturaleza concreta.35

dental (véase el artículo 517 fracción I del CPCDF). Para mayor abundamiento se debe
de consultar la obra del gran maestro Calamandrei, ibidem, pp. 145-148.
35 Tenemos entre otros ejemplos, para los derechos subjetivos, los intereses clásicos
tanto derechos correlativos como derechos potestativos cuya clasificación se ha mencio-
nado en este ensayo (véase el párrafo relativo a la cita 26, al igual que sus comentarios);
así mismo, los intereses legítimos, los cuales en nuestro derecho mexicano están esen-
cialmente relacionados con los actos administrativos (véase párrafo relativo a la cita 28 y
los criterios jurisprudenciales mencionados en la misma), en el entendido de que como se
menciona en dichos criterios el interés legítimo requiere siempre de una afectación en la
esfera del agraviado (lesión subjetiva); los intereses individuales homogéneos (colecti-
vos), en México solamente están reconocidos en los derechos de los consumidores, a tra-
vés de la acción de grupo establecida en el artículo 26 de la Ley Federal de Protección al
Consumidor (LFPC); por cuanto a los intereses colectivos determinados, en México sola-
mente encontramos como Acción colectiva con efectos erga omnes determinados la rela-
tiva al juicio de inconformidad previsto por el artículo 49 de la Ley General del Sistema
de Medios de Impugnación en Materia Electoral para la anulación de votación en las
elecciones a nivel federal. Al efecto el doctor Cipriano Gómez Lara en su ponencia “Una
acción de clase en materia electoral federal en México”, publicada en las memorias de las
XIII Jornadas Iberoamericanas de derecho procesal, México, UNAM, 1993, pp. 297-305;
ESTUDIOS EN HOMENAJE A HÉCTOR FIX-ZAMUDIO 197

— La acción colectiva que proteja el interés difuso, transindividual,


dada su característica de lesión objetiva será considerada de natu-
raleza abstracta.36

Por su alcance:
La sentencia será favorable (expectativa) o desfavorable (perspectiva).
En efecto, el hecho de que ejerzamos la acción bajo el supuesto de que
siempre se requiere de un título, ya sea subjetivo (posición clásica), legí-
timo o colectivo (posición moderna), no significa tener la razón o que se
logre por ello una sentencia favorable.
Chiovenda al criticar a sus adversarios alemanes Plósz y Degenkolb
(cuando señalaban que para el ejercicio de la acción se requería título), lo
hizo analizando la acción desde el punto de vista de su contenido (posi-
ción concreta), más no por cuanto a su alcance (posición abstracta).
Cuando uno ejerce la acción mediante la interposición de una deman-
da, lo único que, en su caso, se le otorgará al accionante por haber de-

resalta a dicha acción como la única colectiva determinada en México. En efecto, los dere-
chos humanos de solidaridad que se mencionan en la cita 27 de este ensayo, como entre
otros de protección a colectividades y grupos minoritarios y vulnerables, indígenas, mu-
jeres y niños (artículo 4o. de la Constitución); así como la dignidad de los individuos,
grupos y clases sociales (artículo 25 de la Constitución), solamente hasta ahora pueden
ser protegidos a través de intereses subjetivos individuales, mediante acciones de la mis-
ma naturaleza. Sin embargo, una vez que en México se dé una reforma integral para las
acciones colectivas, se podrá legislar en las codificaciones correspondientes la protección
de estos grupos en lo conducente. Consúltese el ensayo de mi autoría titulado “Los efec-
tos de la sentencia en las acciones colectivas”, Alegatos, México, UAM-AZC, núm. 63,
mayo-agosto, 2006, pp. 335-356.
36 La única acción colectiva difusa, de naturaleza abstracta reconocida en nuestro de-
recho mexicano es la acción de inconstitucionalidad prevista en la fracción II del artículo
105 constitucional. Al efecto, consúltese al doctor Héctor Fix-Zamudio en su obra Estu-
dio de la defensa de la Constitución en el ordenamiento mexicano, México, Porrúa,
2007, pp. 231-246; así como a Camazano, Joaquín, La acción de inconstitucionalidad,
México, UNAM, 2000, pp. 51-59.
Por otro lado, los derechos humanos de solidaridad relacionados con intereses di-
fusos como del desarrollo de la actividad económica nacional; al pleno ejercicio de la li-
bertad y a la paz pública (artículo 29 de la Constitución), y, al patrimonio artístico y cul-
tural y al medio ambiente sano (artículo 27 de la Constitución), actualmente sólo se
protegen bajo acciones individuales basadas en el interés legítimo de naturaleza subjeti-
va, estando pendientes de una reforma integral para que se puedan proteger mediante ac-
ciones colectivas que van más acorde a su naturaleza. Al efecto, nuevamente me remito
al ensayo de mi autoría titulado Los efectos de la sentencia, cit.
198 LUIS ALFREDO BRODERMANN FERRER

mostrado dicho título, será la admisión de la respectiva demanda dándole


con ello la posibilidad de obtener en el supuesto una expectativa hacia
una resolución favorable, lo que se traduce en el interés.37
Por lo visto, el interés (expectativa) al que se refieren los artículos 1o.
del CPCDF y del CFPC, respectivamente (véase cita 37), requieren de tí-
tulo, porque sin éste no hay posibilidad de solicitar, bajo la pretensión
procesal, una declarativa de certeza del derecho; una constitutiva de esta-
do jurídico, o una condena.
En tal orden de ideas, al ejercer la acción debemos apoyar la armonía
de las teorías modernas sobre la misma bajo un plano ecléctico, soste-
niendo que la misma:

— Por su contenido, puede ser concreta si la lesión es subjetiva (inte-


reses subjetivos; legítimos; individuales homogéneos o colectivos
determinados) o abstracta si la lesión es objetiva (interés colectivo
difuso), y
— Por su alcance y/o posibilidad (bajo la ficción del interés), siem-
pre será abstracta, dada la expectativa de una sentencia favorable
o la perspectiva de una sentencia desfavorable.

En efecto, el juez cuando se enfrenta a la acción en su primera fase


(admisión), solamente analiza la existencia de dichos elementos sin pre-
juzgar su razón o comprobación para, en su caso, conceder interés y ad-
mitirla. No es lo mismo admitir la acción que declararla fundada.
En tal orden de ideas, la naturaleza de la acción por su ejercicio será
ecléctica, tanto concreta y abstracta, en razón de su contenido; como abs-
tracta en virtud de su alcance o posibilidad.
Por otra parte, cuando el juez dicta la sentencia y resuelve declarar si
se tiene (fundada) o no se tiene (infundada) dicho derecho de acción, su
análisis sobre la misma (enjuiciamiento) es diferente.

37 Así, bajo dicha ficción, el texto de los artículos primero de la legislación civil pro-
cesal, tanto federal como del Distrito Federal, los cuales son coincidentes en establecer
que “Sólo puede iniciar un procedimiento judicial o intervenir en él, quien tenga interés
en que la autoridad judicial declare o constituya un derecho o imponga una condena, y
quien tenga el interés contrario…”.
ESTUDIOS EN HOMENAJE A HÉCTOR FIX-ZAMUDIO 199

Así, vemos que en la práctica se dictan sentencias donde el juez consi-


dera fundada o infundada la acción ya sea porque se comprobaron o no
sus elementos constitutivos.38
Realicemos el análisis:
En el enjuiciamiento de la acción, la misma debe tratarse bajo dos as-
pectos: (i) la prejudicialidad y (ii) la judicialidad.
En la prejudicialidad se revisarán las cuestiones de la acción, que se
traducen en los elementos formales de la misma.39
Es decir, la formalidad de la acción estriba en revisar ciertos requisitos
sin los cuales no se puede estudiar la causa o fondo del asunto.
Al efecto, en la doctrina se reconoce a la legitimación ad causam y al
interés procesal (pretensión), como ya lo hemos venido exponiendo a lo
largo de este trabajo.40
Estudiando dichos elementos formales, el juez solamente lo hará como
presupuesto, sin entrar al estudio del fondo del asunto, por lo tanto no es-
tá juzgando si la acción es fundada o infundada. Lo que está realizando
el juez es la confirmación de que se han reunido los requisitos de preju-
dicialidad, para entonces decidir si la acción merece ser acogida.
Simplemente se está juzgando, o mejor dicho revisando si se demos-
traron dichos elementos para otorgar el derecho de dictar una sentencia
de fondo. En tal orden de ideas, se habla de la cosa juzgada formal.41
Ahora bien, una vez que el juez haya estudiado dichos requisitos for-
males en conjunto con las excepciones impropias (defensas) opuestas al
efecto, declarando en su caso la procedencia de los mismos, entrará a la
segunda fase del enjuiciamiento (judicialidad).
En esta última fase el juez entrará al fondo del asunto estudiando el
tercer elemento ya considerado material de la acción (causa), y a su vez

38 En este sentido, cuando el juez en la práctica señala que quedó probada la acción,
debería en su lugar decir que quedaron probados los hechos constitutivos de la acción, así
lo sostiene Ovalle Favela en su libro Teoría general…, cit., nota 17, pp. 167 y 168. Pode-
mos agregar siguiendo la posición del Maestro Ovalle que el juez debe precisar más bien
que la acción es fundada, porque se demostraron o probaron sus elementos constitutivos.
39 Así lo sostienen entre otros, Chiovenda, op. cit., nota 4, pp. 176-182; Calamandrei,
op. cit., nota 7, pp. 301-303, y Alsina, Hugo, Las cuestiones prejudiciales en el proceso
civil, EJEA, 1959, pp. 1-4.
40 Calamandrei, ibidem, pp. 261-273.
41 Liebman, Eficacia y autoridad… cit., pp. 76-78.
200 LUIS ALFREDO BRODERMANN FERRER

las excepciones impropias (defensas) perentorias que se hayan opuesto al


efecto.
Si se reúne dicho tercer elemento y ninguna defensa prospera, el juez
seguirá con su pronunciamiento hacia el último paso, estudiando las ex-
cepciones propias (contraderechos) opuestas, para en su caso, analizar si
existe algún derecho del demandado que pueda destruir el derecho en que
se funda la acción.
Lo anterior se puede advertir gráficamente de la siguiente manera:

Prejudicialidad Judicialidad
acción acción
Primer paso Segundo paso Tercer paso

Cuestiones
formales de Causa Excepciones propias
la acción Contraderechos

Defensas Defensas
dilatorias perentorias

Bajo este análisis del enjuiciamiento en su doble aspecto (prejudiciali-


dad y judicialidad), el derecho de acción vuelve a ser ecléctico.
Por la prejudicialidad; de carácter:
— Abstracto, si se declararon comprobados los elementos formales
(cuestiones) de la acción (pretensión).
En este supuesto, el juez no analiza si al demandante le asiste o no
la razón, sino simplemente si tiene derecho a que materialmente la
acción (pretensión) sea juzgada, lo que sucederá en la siguiente fa-
se al analizar la causa (judicialidad).
ESTUDIOS EN HOMENAJE A HÉCTOR FIX-ZAMUDIO 201

— Abstracto, si se declaró improcedente la acción (pretensión) da-


do las excepciones impropias (defensas), de carácter dilatorio
frente a las cuestiones o elementos formales de la misma.
En este caso, el juez estará impedido para seguir a la siguiente fase
(judicialidad) y, por lo tanto, ya no se podrá estudiar si al deman-
dante le asiste o no la razón.

Por la judicialidad, de carácter:


— Concreto, si se declaró fundada la acción (pretensión), porque se
demostró su elemento material, es decir, la causa, otorgándole la
razón con una sentencia favorable (expectativa lograda), lo que se
traduce en un derecho justicial material o ley especial.42
— Abstracto, si se declaró infundada la acción (pretensión) dada las
excepciones impropias (defensas) de carácter perentorio frente a la
causa.
— Concreto, si se declaró infundada la acción (pretensión) por ser
procedentes las excepciones propias (contraderechos) de carácter
perentorio que se hicieron valer frente al derecho en que se funda
la acción.
Lo anterior, se robustece bajo el análisis de la bilateralidad de la ac-
ción, es decir que la misma le pertenece al actor al hacer valer sus preten-
siones, y al demandado al hacer valer sus excepciones.
En efecto, siguiendo los lineamientos de Couture quien trasladó como
se ha dicho las teorías modernas (abstracta y concreta) a la naturaleza de
las excepciones,43 podemos advertir que:
— Las excepciones impropias o defensas son de naturaleza abstracta
dado que no están respaldadas por un contraderecho, sino simple-

42 Al efecto, Goldschmidt, siguiendo la posición concreta de la acción, establece que


la misma es un objeto concreto del proceso que requiere, por cubrir ciertos requisitos, el
pronunciamiento de una sentencia favorable; de este modo llama a la acción como un de-
recho justiciario de carácter material. Goldschmidt, James, Derecho procesal civil, Méxi-
co, Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal, invierno 2002-2003, pp. 96 y 97.
Por su parte, Calamandrei afirma que en la sentencia el juez declara la certeza del dere-
cho y una vez que adquiere la fuerza de cosa juzgada, vale no porque sea justa, sino por-
que tiene, para el caso concreto, la misma fuerza de ley (lex specialis), Calamandrei, op.
cit., nota 7, p. 164.
43 Véase cita 22.
202 LUIS ALFREDO BRODERMANN FERRER

mente se traducen en la libertad que tiene el demandado (principio


contradictorio) de cuestionar los elementos constitutivos y cons-
tructivos de la acción (pretensión).
— Las excepciones propias, por su contenido son de naturaleza con-
creta, al advertirse la existencia de un contraderecho que destruye
la acción (pretensión).
Bajo este análisis (excepciones) el derecho de acción vuelve a ser ecléc-
tico armonizando las posiciones abstractas y concretas de las teorías mo-
dernas.
Con base en todo lo expuesto en el presente ensayo elaborado en ho-
nor al doctor Héctor Fix-Zamudio, pretendo a manera de conclusión es-
quematizar el contexto global de la acción bajo su bilateralidad (preten-
sión/excepción), tanto por su ejercicio como por su enjuiciamiento, con
el evento de visualizar la tesis ecléctica sobre las teorías modernas de la
acción (armonía entre concretas y abstractas),44 véase esquema 3 (página
siguiente).
La teoría y la investigación no se deben abandonar, ya que de lo con-
trario viviremos en un mundo material sin razón ni sentido.
La discusión dialéctica debe de prevalecer sobre el trabajo técnico, el
abogado no puede ejercer su profesión sin estudio.
Ser investigador jurídico es una responsabilidad, más bien, es una ne-
cesidad para el bien de nuestro país.
Gracias a nuestros investigadores se han logrado rescatar conceptos
olvidados y en muchas de las veces desconocidos, que han surgido por la
profundidad y pasión en el estudio del derecho.

Como ejemplo tenemos al doctor Fix-Zamudio, quien se ha caracteriza-


do por su entrega, pasión y dignidad en el campo de la investigación de
una manera por demás responsable.
A diferencia de otros que solamente aprovechan los cargos para sus in-
tereses egoístas, Fix-Zamudio se dedicó tiempo completo (sacrificando a
veces hasta sus intereses personales y familiares), con el afán de aportar
como siempre lo ha venido haciendo cada día más al derecho mexicano.

44 Agradezco a la señorita, pasante en derecho, Yazmin García Salazar su apoyo


brindado en esta investigación.
ESQUEMA 3. TESIS ECLÉCTICA SOBRE LAS TEORÍAS MODERNAS DE LA ACCIÓN
(ARMONÍA ENTRE CONCRETAS Y ABSTRACTAS)

• Interés clásico
Lesión subjetiva • Interés legítimo
(Concreta) • Interés individual homogéneo
Contenido • Interés colectivo determinado

Pretensión Lesión objetiva


(Abstracta) Intereses colectivos difusos

Alcance Expectativa
Interés o
EJERCICIO o
(Abstracta)
Posibilidad Perspectiva

Propia
Contraderecho
(Concreta)

Excepción
Libertad de cuestionar los
Acción

Impropia Defensas elementos constitutivos de la


(Abstracta) pretensión

• Elementos constitutivos formales de la pretensión


(Abstracta)
Prejudicialidad
• Excepción impropia (defensa) dilatoria
(Abstracta)
ENJUICIAMIENTO
Elemento constitutivo material (causa) de la pretensión
(Concreta)
Judicialidad
Excepción impropia (defensa) perentoria
(Abstracta)
Excepción propia (contraderecho)
(Concreta)
204 LUIS ALFREDO BRODERMANN FERRER

Fix-Zamudio es un ejemplo para todos nosotros como lo fue en su mo-


mento para él maestros de la talla de Calamandrei y Niceto Alcalá y Za-
mora.
Para aquellos que no conocen su trabajo, los invito a darse tiempo pa-
ra disfrutar todavía con nosotros al gran personaje defensor de los dere-
chos humanos, defensor de la justicia.
Si bien no pude tener la oportunidad de tomar clases con el gran maes-
tro, me considero su alumno y fiel seguidor. Mis respetos.

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OVALLE FAVELA, José, Teoría general del proceso, México, Oxford,
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PRIETO CASTRO, Leonardo, Cuestiones de derecho procesal, Madrid, Reus,
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206 LUIS ALFREDO BRODERMANN FERRER

REDENTI, Enricco, Derecho procesal civil, Buenos Aires, EJEA, 1957, t. I.


SAVIGNY, Federico Carlos de, Sistema del derecho romano actual, Méxi-
co, Suprema Corte de Justicia de la Nación, 2004, t. IV.
WACH, Adolf, La pretensión de declaración de certeza, Buenos Aires,
EJEA, 1962.
WINDSCHEID, Bernhard y MUTHER, Theodor, Polémica sobre la “actio”,
Buenos Aires, EJEA, 1974.

2. Revistas

BARBOSA MOREIRA, José Carlos, “La iniciativa en la defensa judicial de


los intereses difusos y colectivos un aspecto de la experiencia brasile-
ña”, Revista Uruguaya de Derecho Procesal, núm. 2, 1992.
BRODERMANN, FERRER, Luis A., “Los efectos de la sentencia en las accio-
nes colectivas”, Alegatos, México, UAM-AZC, núm. 63, mayo-agosto
de 2006.
FERRER MAC-GREGOR, Eduardo, “Sobre la naturaleza jurídica de la ac-
ción”, Cuadernos Procesales, México, UNAM, año III, núm. 5, julio
de 1999.

3. Legislación

Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.


Código Federal de Procedimientos Civiles.
Código de Procedimientos Civiles para el Distrito Federal.
Ley Federal de Protección al Consumidor.
Ley General del Sistema de Medios de Impugnación en Materia Electoral.

4. Criterios jurisprudenciales

Tesis I.4o. A. 357 A; Tribunales colegiados de circuito, México, Novena


Época; agosto de 2002, p. 1309, materia administrativa; de título: “INTE-
RÉS LEGÍTIMO. CONCEPTO”.
Tesis, año 2002; núm. I.13o. A. 43ª; Tribunales colegiados de circuito,
México, Novena Época, agosto de 2002, materia administrativa; de tí-
tulo “INTERÉS LEGÍTIMO, CONCEPTO DE,…”.
ESTUDIOS EN HOMENAJE A HÉCTOR FIX-ZAMUDIO 207

Tesis jurisprudencial 141/2002-SS: “INTERÉS LEGÍTIMO E INTERÉS JURÍDI-


CO. AMBOS TÉRMINOS TIENEN DIFERENTE CONNOTACIÓN EN EL JUICIO
CONTENCIOSOS ADMINISTRATIVO”, Semanario Judicial de la Federa-
ción y su Gaceta, Novena Época, t. XVI, diciembre de 2002, p. 241.
Contradicción de tesis 69/2002-SS entre las sustentadas por los tribu-
nales colegiados Segundo, Cuarto y Décimo Tercero, todos en materia
administrativa del Primer Circuito. 15 de noviembre de 2002. Unani-
midad de 4 votos. Ausente Sergio Salvador Aguirre Anguiano. Ponen-
te: Sergio Salvador Aguirre Anguiano; en su ausencia hizo suyo el
asunto Juan Díaz Romero; secretario: Eduardo Ferrer Mac-Gregor Poisot.
Tesis jurisprudencial 142/2002-SS: “INTERÉS LEGÍTIMO NOCIÓN DE, PARA LA
PROCEDENCIA DEL JUICIO ANTE EL TRIBUNAL DE LO CONTENCIOSO ADMI-
NISTRATIVO DEL DISTRITO FEDERAL”, Semanario Judicial de la Federa-
ción y su Gaceta, Novena Época, t. XVI, diciembre de 2002, p. 242.
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LA UNIDAD DE LA RELACIÓN
JURíDiCo-PROCESAL

Luis Alfredo Brodermann Ferrer*

Sin duda alguna, los dos grandes desarrollos intelectuales que lograron es-
tablecer el parteaguas donde el derecho procesal llegó a su madurez fue el
tratamiento del concepto fundamental de la acción bajo su autonomía res-
pecto del derecho sustantivo, y el establecimiento, por ende, de una nueva
relación jurídica denominada “procesal” (relación jurídico-procesal), diversa
de la material, por lo cual el universo del derecho se dividió en dos mundos:
el material y el procesal, ligándose entre sí por la acción,1 pero distinguidos
por su relación jurídica bajo diversos conceptos, principios e instituciones,
y por lo cual surge a mediados del siglo XIX la corriente del procesalismo
científico,2 cuya principal aportación fue resaltar dicha autonomía y forta-

* Profesor por oposición de Teoría general del proceso de la licenciatura en derecho de


la Universidad Autónoma Meropolitana, Unidad Azcapotzalco, México.
1 Goldschmidt desarrolla la diferencia entre la “acción procesal”, que es la que se dirige
hacia el Estado, de carácter público y la “acción privada”, que es la que actúa frente al sujeto
obligado. Goldschmidt, James Paul, “La acción procesal es un derecho justiciario de carácter
material”, Derecho procesal civil, Berlín, Julius Sringer, 1929, p. 96. Tribunal Superior de Justicia
del Distrito Federal, 2002-2003.
2 Se consideran como el nacimiento del procesalismo científico donde el derecho proce-
sal alcanza su madurez, los siguientes eventos relacionados con las obras históricas en cues-
tión: i) La polémica sobre la actio de Bernhard Windscheid y Theodor Muther (1856), donde
bajo el concepto Anspruch (pretensión) se diferenció el derecho a la prestación que se exige
mediante el proceso, estableciendo la “autonomía de la acción”; ii) Excepciones y presupuestos
procesales, de Oskar von Bülow (1868), donde se desarrolla el concepto de relación jurídica
procesal como la naturaleza del proceso, bajo prescripciones jurídicas denominadas por dicho
autor “presupuestos procesales”; iii) Handbuch (Manual del derecho procesal civil alemán) (1885) y,
La pretensión de declaración (1888) de Adolf Wach, donde el maestro demuestra que el plano del
interés (o sea, la violación de un derecho) por el cual se exige la realización de la voluntad
concreta de la ley, no puede ser llevado a cabo más que a través del proceso, siendo un derecho
por sí mismo, autónomo, distinto del derecho del actor que tiende a la prestación del obligado;
iv) por último, la conferencia de Chiovenda, “La acción en el sistema de los derechos”, pro-
nunciada en la Universidad de Bolonia en 1903, donde establece que la acción es un derecho
potestativo o facultativo, autónomo, distinto del derecho subjetivo material, que no opone

255

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256 Luis Alfredo BRODERMANN FERRER

lecer el desarrollo del derecho procesal ya como ciencia, volviéndose en tal


sentido necesario su estudio para el conocimiento integral del derecho.
Alemanes3 e italianos4 fueron sus precursores, siguieron los españoles5
quienes por necesidad (guerra civil) y aprovechando su léxico, tuvieron la
oportunidad de exportar hacia el continente americano traducciones de
obras alemanas e italianas, amén de las propias, evolucionando en una nue-
va y creciente ola de procesalistas.6
En general, la mayoría de los investigadores de la corriente del proce-
salismo científico, aunque con sus propias teorías sostuvieron la idea de la
naturaleza del proceso en torno a una relación jurídica denominada proce-
sal, basada en el criterio de unidad,7 y solamente Goldschmidt criticó seve-
ramente la misma, imponiendo su posición sobre la naturaleza del proceso
como una situación jurídica procesal,8 empero, se ha venido considerando
que ambas teorías pueden coexistir entre sí.9

obligación alguna. Es decir, la acción es “un poder jurídico frente al adversario no contra al
adversario, cuyo efecto es la verificación de la condición para la actuación concreta de la ley”.
3 Véase anexo 1.
4 Véase anexo 2.
5 Véase anexo 3.
6 Véase anexo 4.
7 Hegel; Bethmann-Hollweg; Bülow; Kholer; Binding; Wach; Hellwig; Kisch; Stein;
Schonke; Rosenberg; Chiovenda; Calamandrei; Redenti; Liebman; Ugo Rocco; Alsina; Al-
calá Zamora; Couture; Becerra Bautista y Vescovi entre otros grandes procesalistas científi-
cos que defendieron esta posición con sus respectivos puntos de vista.
8 Goldschmidt sostenía que las categorías o nexos procesales (“expectativas” de una

sentencia favorable o “perspectiva” de una desfavorable; “posibilidad u ocasión procesal”


por realización de actos procesales que impliquen una ventaja procesal como el de propo-
ner y producir pruebas; “cargas” como los actos realizados por las partes para prevenir un
perjuicio procesal y en definitiva una sentencia desfavorable, como la carga de contestar la
demanda, de ofrecer pruebas, de alegar; “la dispensa de una carga procesal” determinada
por la ley, como la negativa ficta por no contestar una demanda en los casos del estado civil
de las personas) no se adecuaban al concepto de la relación jurídica en el sentido tradicional,
a decir del autor, “...no son ni sometimientos bajo imperativos ni poderes sobre tales...” sino
que representaban más bien “situaciones jurídicas” que señalaba como “el estado de una
persona desde el punto de vista de la sentencia judicial que se espera con arreglo a las nor-
mas jurídicas”, Goldschmidt, James, Principios generales del proceso, México, Editorial Obregón
y Heredia, 1983, pp. 35-37.
9 Sobre la compatibilidad de las doctrinas de la relación jurídica y de la situación ju-
rídica, véase Alsina, “La teoría de la situación jurídica no se opone, antes bien, integra al
concepto de relación jurídica”, Revista de Derecho Procesal, año X (1952), primera parte, pp. 1
y ss., que fue el trabajo presentado al Congreso Internacional de Juristas, organizado por la
Facultad de Derecho de la Universidad Mayor de San Marcos, de Lima, en conmemoración
del IV centenario de su fundación, cita 39 expuesta por el procesalista científico español
Santiago Sentís Melendo, en Calamandrei. El hombre y la obra, escrito por el propio Santiago
Sentís Melendo, p. 50, de Instituciones de derecho procesal, según el nuevo Código, de Piero Cala-

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LA UNIDAD DE LA RELACIÓN JURíDiCo-PROCESAL 257

A diferencia de la acción, que necesariamente por su contenido nace


del mundo material (no puede existir el derecho de acción más que descan-
sando en un interés jurídico sustantivo), la relación jurídico-procesal nace,
se integra, desarrolla y extingue dentro del proceso jurisdiccional; es decir,
dentro del mundo procesal, siendo esta relación el eje de dicho mundo, a tal
grado que sin su existencia no puede tener cabida el proceso jurisdiccional.
En efecto, se requiere del derecho de acción para promover y activar
la jurisdicción como tutela de los intereses jurídico-materiales protegidos;
empero, el procedimiento por el cual se desarrolla dicha tutela, seguido por
normas procesales y de administración de justicia, debe necesariamente cir-
cundar alrededor de una relación jurídica entre los sujetos procesales (las
partes, terceros y el juez) y entre los mismos funcionarios jurisdiccionales
(juez, secretario y auxiliares), lo que constituye íntegramente la relación ju-
rídica (procesal y judicial) autónoma de la material.10

mandrei (1943), traducción y estudio preliminar por Santiago Sentís Melendo, Buenos Aires,
Ediciones Jurídicas Europa-América (1986). También Alcalá Zamora, Niceto, “suponer que
mediante el aprovechamiento de elementos de una y otra doctrina acaso se llegue a la explica-
ción satisfactoria”, cita 195 de Proceso, autocomposición y autodefensa, México, UNAM, 1991.
Igualmente, Prieto Castro (Tratado, t. 1, p. 15), con mayor profundidad expone que las teo-
rías privatistas (contrato y cuasicontrato) y las teorías publicistas (relación jurídica y situación
jurídica) respecto de la naturaleza del proceso no se excluyen sino que se complementan, adu-
ciendo: “...la teoría del contrato veía sólo el aspecto externo... actos orientados hacia la misión
final: la sentencia; la de la relación jurídica procesal es un examen de su contextura interna que
da un sentido ‘unitario’ a los actos del procedimiento; la de la situación jurídica es la fundamen-
tación sociológica del proceso, visto éste no como una unidad jurídica sino como una realidad
de la vida social; aquélla [la de la relación jurídica] explica ‘cómo debe ser’ el proceso cuyo fin
es que quien tenga razón triunfe; éste explica [la de la situación jurídica] ‘cómo es’ el proceso
en la realidad y en el cual triunfa quien mejor defiende su derecho mediante el cumplimiento
de las cargas procesales”. Citado por Alsina, Hugo (12/1) p. 424 de su obra Tratado teórico prác-
tico de derecho procesal civil y comercial, 2a. ed., Buenos Aires, Ediar, t. I, 1963.
Ya se vislumbraba dicha integración desde la escuela moderna alemana de principios del
siglo XX cuando el propio James Goldschmidt en su obra Principios generales del proceso, pp. 40
y 41, ante las críticas de Kohler y Rosenberg por la tesis de estos últimos de que la relación
jurídico-procesal se desenvuelve en situaciones, aduce que “...la situación procesal no es una
situación de la relación pública abstracta, sino del derecho material, o más precisamente
aquella situación en que las partes se encuentran con respecto a este derecho a consecuencia
de que el mismo se ha hecho valer procesalmente...”.
10
Rocco expone: “Una cosa es, pues, la obligación que el órgano o el oficio jurisdiccional
tiene, como tal, de prestar su actividad en orden a los ciudadanos (actor o demandado), a la
cual responde un derecho de los ciudadanos a que se conceda dicha prestación, y otra cosa
es la obligación que el funcionario del orden judicial tiene frente al Estado, de cumplir las
funciones de su oficio. La primera es una relación procesal, puesto que encuentra su fuente
en las leyes procesales y regula las relaciones que nacen del proceso civil y del ejercicio de
la jurisdicción; la segunda es una relación igualmente de derecho público, pero no procesal,
puesto que regula las relaciones entre el Estado y los funcionarios del orden judicial, es decir,

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258 Luis Alfredo BRODERMANN FERRER

Tan es así, que se ha llegado a determinar que científicamente es más


propio utilizar el concepto de relación jurídico-procesal para calificar el pro-
cedimiento procesal y no el de proceso como comúnmente se le conoce.11
Wach en su Handbuch (1885)12 la distinguió como uno de los principales
pilares de la ciencia procesal, sosteniendo su integración total, a diferencia
de Kohler y Hellwig (el primero establecía que únicamente existía entre las
partes y el segundo entre el juez y las partes). El maestro señalaba que la
relación jurídica procesal circundaba alrededor del juez con las partes y de
las partes entre sí y con el juez, formando una relación total integral, esque-
matizada por una relación triangular.

una relación de servicio público (relación de derecho público judicial)”. Rocco, Ugo, Tratado
de derecho procesal civil, trad. de Santiago Sentís Melendo y Máximo Ayerra Redín, Buenos
Aires, Depalma, 1983, p. 287.
11
Bülow, en su afamada obra Excepciones y presupuestos procesales, manifiesta respecto del
término proceso”, lo siguiente: “En lugar de considerar al proceso como una relación de de-
recho público, que se desenvuelve de modo progresivo, entre el tribunal y las partes, ha destacado siempre
únicamente aquel aspecto de la noción de proceso que salta a la vista de la mayoría: su mar-
cha o adelanto gradual, el procedimiento, unilateralidad que tiene su origen en la jurisprudencia
romana de la Edad Media y que ha sido favorecida por la concepción germánica del dere-
cho. Se ha hecho, lamentablemente, de la palabra ‘proceso’ un monumento imperecedero y
un punto de apoyo muy difícil de abatir. Quien pretenda extraer la idea de la palabra, será
llevado, desde el principio, por la expresión ‘proceso’ hacia un camino, si no falso, bastante
estrecho. Sin embargo, los juristas romanos no se habían quedado con la idea superficial
del proceso como pura serie de actos del juez y de las partes, sino que habían concebido la
naturaleza de aquél como una relación jurídica unitaria (judicium)”, Oskar von Bülow (1868),
Excepciones y presupuestos procesales, México, Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal,
Dirección General de Anales de Jurisprudencia y Boletín Judicial, 2001, pp. 3 y 4. Igualmen-
te Calamandrei: cuando desarrolla en su obra Instituciones, que doctrinalmente se habla de
relación jurídico-procesal cuando la ley habla de “proceso” o “procedimiento” y la utilidad
doctrinal la considera muy importante en tres fases, a saber: i) la relación jurídico-procesal es
la fórmula mediante la cual se expresa la “unidad” y la “identidad” jurídica del proceso dado
que la serie de actos complejos que constituya el procedimiento procesal circundan alrededor
de una relación jurídica única; ii) la relación procesal permite entender la “continuidad del
proceso”, no importando sus “transformaciones”, dado que la relación jurídico-procesal es
“dinámica” con un fin determinado, que es el de alcanzar la providencia jurisdiccional final
y mientras no se suspenda o se termine por cuestiones determinadas en la ley continuará con
dicha finalidad y por último; iii) la noción relación jurídico-procesal es útil para señalar la
diferencia entre “proceso” y “causa”; entre “derecho procesal” y “derecho sustancial”; entre
la “acción” y la “regularidad del proceso”, esto último cuando se refiere a los “presupuestos
procesales”. Calamandrei, Piero, Instituciones de derecho procesal civil, Buenos Aires, EJEA, 1986,
pp. 342 y 345.
12
Wach expone: “Los sujetos de las relaciones procesales son por lo menos tres: el actor,
el demandado y el tribunal... Las relaciones de estas personas entre sí sólo muestran las di-
versas facetas de una misma relación jurídica”. Wach, Adolf, Manual de derecho procesal civil, t.
I, trad. de Tomás A. Banzhaf; estudio preliminar Niceto Alcalá-Zamora y Castillo, Buenos
Aires, Ediciones Jurídicas Europa-América, 1977, p. 70.

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LA UNIDAD DE LA RELACIÓN JURíDiCo-PROCESAL 259

A D

Habría únicamente que puntualizar que dichos autores consideraban a


la RJP respecto de las causas contenciosas, y por lo tanto su relación trila-
teral y compleja por el conflicto de intereses (pretensión-resistencia), lo que
no sucede en la RJP de las causas no contenciosas, por obedecer esta última
a un solo interés (pretensión).
Por lo tanto, dicha relación jurídico-procesal, en su contexto global, del
proceso contencioso (trilateral) y del proceso voluntario (bilateral),13 siguien-
do la doctrina de Wach, se tendría que vislumbrar de la siguiente manera:

Relación
jurídico-procesal

Contenciosa Voluntaria
Juez Juez

Actor Demandado Pretensor

13
El proceso voluntario, también llamado “proceso no contencioso” (véase Alcalá Za-
mora Niceto, Proceso, cit., p. 144) o “jurisdicción voluntaria”, que implica por su naturaleza
una relación jurídico-procesal bilateral, por su trascendencia merece su espacio particular
(al efecto, trabajaremos un ensayo dirigido sobre el tema); empero, no dejemos de advertir
que la naturaleza compleja (transformaciones) de la relación jurídico-procesal que se desa-
rrollaran a lo largo de este ensayo se pueden igualmente dar en un proceso no contencioso
o voluntario (nos estamos refiriendo a las incidencias respecto de presupuestos procesales,
así como impugnaciones de resoluciones y actos de causación llevados a cabo en un juicio
voluntario no contencioso, de orden bilateral).

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260 Luis Alfredo BRODERMANN FERRER

Predecesor de Wach fue Bülow (1868), quien mediante su célebre obra


desarrolló el concepto, estableciendo sus características, calificándola de au-
tónoma (de la relación jurídica material), pública (dada la presencia del es-
tado jurisdicción y la dirección de la acción) y compleja (dada su caracterís-
tica transformadora), cuyo contenido (derechos y obligaciones) se desarrolla
en movimiento (diversas etapas del proceso) bajo el concepto de “unidad”.14
Al esbozar la problemática, el propio Bülow advierte la necesidad de
nominar las prescripciones o elementos constitutivos para el surgimiento
de dicha relación jurídica, denominándolos “presupuestos procesales”,15 ex-
presión como tal que vino a resolver por el principio de igualdad, los de-
fectos procesales no sólo a través de las excepciones dilatorias que oponía
el demandado, sino también a través de incidentes opuestos por el actor y el
pronunciamiento de los mismos de oficio por parte del juez; es decir, la de-
nominación “presupuesto procesal” venía a ser un concepto más amplio
para establecer el debido contenido de la relación jurídico-procesal, lo cual
necesariamente atañe a los sujetos procesales que la integran.16

14 Bülow escribe: 1) “Desde que los derechos y las obligaciones procesales se dan entre
los funcionarios del Estado y los ciudadanos… esa relación pertenece, con toda evidencia,
al derecho público y el proceso resulta, por lo tanto, una “relación jurídica pública”; 2) “El
proceso es una relación jurídica que avanza gradualmente y que se desarrolla paso a paso”;
3) “...la relación jurídica procesal está en un constante movimiento y transformación”. Oskar
von Bülow, Excepciones y presupuestos procesales, cit., pp. 1-3.
15 “En suma, en esos principios (Bülow se refiere a las prescripciones jurídicas sobre
competencia; capacidad procesal; legitimación de su representante; cualidades propias de
una materia litigiosa civil [integración de la litis]; la redacción y comunicación [emplaza-
miento] de la demanda; y el orden entre varios procesos, es decir, conexidad, prejudicialidad
y prevención) están contenidos los elementos constitutivos de la relación jurídica procesal;
idea tan poco tenida en cuenta hasta hoy, que ni una vez ha sido designada con un nombre
definido. Proponemos, como tal, la expresión presupuestos procesales”. Bülow, Excepciones, cit.,
pp. 5 y 6.
16 Chiovenda llegó a definir el concepto de presupuestos procesales como las condiciones
o elementos necesarios para tener derecho a una sentencia cuando aduce en su magna obra
Principios de derecho procesal civil, cit., p. 129: “Llámense presupuestos procesales, como vimos, las
condiciones por las que se obtiene cualquier resolución favorable o desfavorable sobre la
demanda”. Obra laureada por la R. Academia Dei Lincei con el premio real para ciencias
jurídicas, México, Cárdenas, Editor y Distribuidor, 2001. Discípulo de Chiovenda, Cala-
mandrei, siguiendo a su maestro, expone que los presupuestos procesales son “las condicio-
nes que deben existir a fin de que pueda tenerse un pronunciamiento cualquiera, favorable
o desfavorable, sobre la demanda, esto es, a fin de que se concrete el poder-deber del juez
de proveer sobre el mérito... los presupuestos procesales se deberían, pues denominar más
exactamente: presupuestos del conocimiento del mérito extremos exigidos para decidir el
mérito; condiciones de la providencia de mérito...”. Calamandrei cita a Redenti (Profili) y a
Betti (Dir. proc. civ.), pp. 351 y 353, Instituciones de derecho procesal civil (1943); Piero Calamandrei,
op. cit.

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LA UNIDAD DE LA RELACIÓN JURíDiCo-PROCESAL 261

La doctrina ha venido clasificando a los presupuestos procesales en sub-


jetivos y objetivos; generales y especiales; de la acción, del proceso, de la
pretensión y de la sentencia.17
Tomando en consideración el vínculo existente entre presupuesto pro-
cesal (contenido) y relación jurídico-procesal (continente), y siguiendo las
ideas de Bülow, nos atrevemos a clasificar dichos presupuestos procesales
en: a) los necesarios para hacer surgir la relación jurídico-procesal; b) los ne-
cesarios para integrarla; c) los necesarios para regularizarla y desarrollarla,
y d) los necesarios para extinguirla.18
Como se advierte, el debido conocimiento y desarrollo de los presu-
puestos procesales nos llevará necesariamente al control del proceso como
una relación jurídica. Empero, aparte de su contenido (presupuestos pro-
cesales), cómo entender y estudiar la relación jurídico-procesal. ¿En qué
descansa su unidad? ¿En qué consiste su regulación dada la complejidad de
la misma? En otras palabras, los presupuestos procesales entendemos que

17
El maestro uruguayo Enrique Véscovi nos refiere la clasificación doctrinal: a) subje-
tivos (relativos a los sujetos del proceso, como son la capacidad procesal “legitimación ad
processum”; personalidad de las partes “parte material y parte formal” y la competencia tanto
objetiva respecto del juzgador como subjetiva del juzgador y sus funcionarios secretarios) y
objetivos (al propio proceso como entre otros, el “emplazamiento”, la “conexión”; la “preclu-
sión de la acción”, y la “caducidad de la instancia”); b) generales (comunes a todo proceso,
capacidad, competencia, emplazamiento, etcétera) y especiales (a cierto tipo de juicios como
el ejecutivo donde el título ejecutivo es presupuesto o requisito indispensable); c) presupues-
tos de la acción (capacidad del juez y de las partes y caducidad de la acción (así como la pre-
clusión de la acción); d) presupuestos al proceso, para que se constituya la relación jurídica
procesal válida y se desarrolle la misma (emplazamiento del demandado “caducidad de la
instancia”; la “vía”; otorgamiento de “vistas” por el contradictorio); e) de la pretensión y de
la sentencia (como lo son el interés, posibilidad jurídica y legitimación en la causa) aunque
el autor considera estos dos últimos como presupuestos materiales o condiciones para que la
sentencia sea favorable y no propiamente presupuestos procesales; en otras palabras cuestio-
nes prejudiciales de la acción. Véscovi, Enrique, Teoría general del proceso, 2a. ed., Santa Fe de
Bogotá-Colombia, Temis, 1999, pp. 81-83.
18
El maestro mexicano Ovalle Favela presenta en su obra Derecho procesal civil, Méxi-
co, Harla, 1995, pp. 71-74, una clasificación de los presupuestos procesales en previos a la
demanda y previos a la sentencia. Siguiendo al gran maestro, ahora pretendemos integrar
dicha clasificación, para su mejor entendimiento; es decir, previo a la sentencia como pre-
tendemos ahora, existen situaciones diversas acerca de la relación jurídico-procesal que la
deben distinguir (integración; regularización y desarrollo de la misma); siendo que, por otra
parte, el concepto de extinción de la relación jurídico-procesal se nos hace más apropiado
para analizar la duración de la misma por las diversas situaciones procesales al efecto (ca-
ducidad de la instancia, muerte de las partes, desistimiento de la demanda y/o instancia,
resolución por sentencia interlocutoria de alguna cuestión [como una excepción procesal]
que dé por terminado el juicio con efecto de cosa juzgada formal entre otros), amén de la
propia sentencia definitiva.

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262 Luis Alfredo BRODERMANN FERRER

son las condiciones para integrarla, desarrollarla y hasta extinguirla, pero su


unidad y complejidad no necesariamente se estudia a través de los mismos.
La respuesta a dichos cuestionamientos la hemos encontrado “en la dia-
léctica procesal”, es decir, el estudio del movimiento procesal a través de su
objeto de litis (por el efecto del contradictorio).19
En efecto, siguiendo la dialéctica procesal, hemos advertido bajo trilo-
gías teóricas20 (principal, accesoria e impugnativa), las diversas relaciones
jurídico-procesales ordinarias y complejas existentes en un proceso jurisdic-
cional, pero siempre bajo el criterio de “unidad”; es decir, de dependencia e
inautonomía, sobre la primera (principal).
Para tales motivos, nos hemos apoyado en una fusión de estructuras o
conceptos fundamentales procesales que devienen de los estudios de Wach
y de Chiovenda, respecto de la acción y de la relación jurídico-procesal (que
son los dos fundamentos en que descansan sus respectivas obras)21 con un

19 Calamandrei expone: “La estructura dialéctica que, como se verá, es propia del proceso,
exige que todos los actos realizados por una parte sean llevados a conocimiento de la parte
contraria, a fin de que ésta pueda reaccionar oportunamente en defensa propia: el principio
el contradictorio es la expresión fundamental de esta exigencia... El carácter dialéctico del proceso: la relación
procesal... Estas personas que colaboran en el proceso (los sujetos del proceso) son, al menos,
tres: el órgano jurisdiccional, que tiene el poder de dictar la providencia jurisdiccional, y las partes:
esto es, la persona que pide la providencia (actor en el proceso de cognición; acreedor en
el proceso de ejecución) y aquella frente a la cual la providencia se pide (demandado, en el
proceso de cognición, deudor en el proceso de ejecución: iudicium est actus trium personarum, ac-
toris, rei, judicis... Es este el carácter que se podría denominar dialéctico [el autor cita que dicha
expresión se le debe a Redenti en su obra “Profili”, p. 59, quien habla de la estructura dialéc-
tica del proceso], del proceso en virtud del cual, el proceso se desarrolla como una lucha de
acciones y de reacciones, de ataques y de defensas, en la cual cada uno de los sujetos provoca,
con la propia actividad, el movimiento de los otros sujetos, y espera, después, de ellos un
nuevo impulso para ponerse en movimiento a su vez...”. Calamandrei, Piero, Instituciones, cit.,
pp. 332, 333 y 334.
20 Al maestro Humberto Briseño Sierra le gustaba teorizar alrededor de trilogías, como
lo hizo en el capítulo “Teoría de la impugnación”, pp. 396-7 de su libro Compendio de derecho
procesal, México, Humanitas, Centro de Investigación y Posgrado, 1989, cuando señaló: “tres
son los recursos procedimentales... tres las razones suficientes... tres los resultados...”, y como
discípulo seguimos su escuela en tal sentido.
21 Alcalá-Zamora comenta: “Al alzar su sistema sobre dos pilares, a saber, la acción y la
relación jurídica procesal, Chiovenda sigue la trayectoria de Wach... en el desarrollo de los
dos conceptos, Chiovenda está muy fuertemente influido por Wach...”, Alcalá-Zamora y
Castillo, Niceto, Estudios de teoría general e historia del proceso, México, UNAM, 1992, t. II, p. 557.
Igualmente, Chiovenda, (siguiendo las huellas de Wach) desarrolló su obra más importante
Principios de derecho procesal civil, bajo dos conceptos fundamentales: “La acción” y la “Relación
jurídica procesal”, que según palabras de su autor “...son las dos bases fundamentales de
mi sistema...”. Chiovenda, Giuseppe, Curso de derecho procesal civil, obra compilada y editada,
México, Editorial Pedagógica Iberoamericana, 1995, Introducción.

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LA UNIDAD DE LA RELACIÓN JURíDiCo-PROCESAL 263

tercer concepto o estructura fundamental del proceso y base del sistema de


Carnelutti: “la litis”.22
De ahí que podemos concluir que en un proceso contencioso, “la acción
y la relación jurídico-procesal bajo una unidad girarán alrededor de la litis,
sufriendo las respectivas transformaciones”.23
Es decir, todo proceso contencioso comienza por la acción (poder jurí-
dico), que deviene de una transgresión al precepto jurídico material (causa),
naciendo una nueva y diversa relación jurídica entre los sujetos de litis co-
nocida como “procesal”, donde además intervienen otros sujetos, como lo
son el juez y en su caso los terceros, conformándose lo que denominaremos
como la “litis principal o material” (ordinaria o compleja según sea el caso)
y que, una vez resuelta bajo sentencia firme, resultaría en una cosa juzgada
formal material, la cual en su desarrollo integra la relación jurídico-procesal
“principal”.
A su vez, en el desarrollo de dicho proceso también se podrían advertir
“cuestiones litigiosas accesorias” a dicha “litis principal”, que no necesaria-
mente devienen del mundo material, sino que nacen y se desarrollan en el
mundo procesal (proceso), y que son contiendas sobre la relación jurídico-
procesal, ahora denominada “litis accesoria procesal”, que se traducen una
vez resueltas por sentencia en cosa juzgada formal; o, que si bien devienen
del mundo material al ser cuestiones de la acción (como la falta de legiti-
mación ad causam, entre otras); se traducen en cosa juzgada formal, consi-
derando a las cuestiones litigiosas tanto de la acción como de la relación
jurídico-procesal en lo que hoy denominamos “accesorias de la acción y de
la relación jurídico-procesal”, lo que en doctrina se ha venido reconociendo

22
Carnelutti basó toda su magna obra (Sistema y/o principios) alrededor de la “litis”; al
efecto, Calamandrei expone: “...es necesario, a ejemplo de Chiovenda, considerar la ‘acción’
como uno de los conceptos fundamentales del sistema procesal; parece, en efecto, que la
construcción del proceso, hecha por Carnelutti sobre el concepto de ‘litis’, en lugar de hacer-
la sobre la ‘acción’, choca, en un cierto sentido, con la realidad del proceso actual en el que
el juez se halla en contacto, no con la ‘litis’ sino con la ‘acción’, en cuanto es llamado, no a
establecer cuál es la regulación jurídica que corresponde mejor a la realidad social directa-
mente observada, sino simplemente a decidir si merece ser acogida, en relación a un hecho
específico ya encuadrado por el ajuste en un esquema jurídico, la propuesta de providencia
que le es presentada por su necesario colaborador”. Calamandrei, Piero, Instituciones..., cit.,
pp. 236 y 237.
23 Al respecto, el procesalista científico uruguayo, J. Couture considera que “La relación
jurídica procesal consiste en el conjunto de ligámenes [siguiendo al maestro Kisch], de vincu-
laciones, que la ley establece entre las partes y los órganos de la jurisdicción recíprocamente,
y entre las partes entre sí. El hecho de que esos ligámenes y vínculos sean muchos, no obsta a
que el proceso sea en sí mismo una ‘unidad’, una relación jurídica”. Couture, J. Fundamentos
de derecho procesal civil, Uruguay, Editorial Nacional (1942), p. 122.

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264 Luis Alfredo BRODERMANN FERRER

como la “prejudicialidad en el proceso”,24 conjuntándose en lo que hoy en-


tenderemos como “litis accesoria material o procesal”, conformándose una
relación jurídico-procesal diversa de la principal que ahora entenderemos
como “accesoria” por su naturaleza de dependencia de la relación jurídico-
procesal “principal” antes aludida.25
Por último, existe una diversa litis que se conforma en el proceso, sobre
todo en los de grado biinstancial, cuando se impugnan por los sujetos agra-
viados (partes o terceros) las resoluciones y actos de causación jurisdiccio-
nales, lo cual hemos denominado “litis impugnativa”, que una vez resuelta
por sentencia (de revisión) se traduce en una cosa juzgada formal material si
se revisa la causa, y en una cosa juzgada formal si se revisan las cuestiones;
conformando la tercera y diversa relación jurídico-procesal denominada
“impugnativa”, donde viene a integrarse la figura del juez de revisión frente
al juez de decisión, este último quien emitió la resolución o conformó el acto
de causación jurisdiccional.26
Al efecto, podemos advertir un símil entre la litis y la relación jurídico-
procesal, y la proyección de ambas respecto de la providencia jurisdiccional
(cosa juzgada), lo que se puede esquematizar de la siguiente manera:
24
Alsina, en su obra, nos indica los tres grados de prejudicialidad (sobre la causa, cuestio-
nes y punto); en la primera trata la situación relacionada con otros procesos o en tratándose
de un mismo proceso en litis compleja, como una reconvención; la segunda todo lo relativo
a cuestiones litigiosas sobre la acción y la relación jurídico-procesal que no tienen nada que
ver con la causa, fondo o mérito del asunto; y la última se refiere a dichas cuestiones litigiosas
pero en rebeldía o sea, no controvertidas, pero advertidas de oficio por el juez. Alsina, Hugo,
Las cuestiones prejudiciales en el proceso civil, Buenos Aires, Ediciones Jurídicas Europa-América,
1952, pp. 45 y 46.
25 Liebman hace una distinción entre las sentencias que juzgan sobre los presupuestos
procesales o en general cualquier proveimiento dictado en el proceso asumiendo que tienen
un efecto meramente interno en el mismo, donde fueron dictadas las sentencias que resuelven la
causa o relación material deducida en juicio, las cuales tienen un efecto no sólo en el proceso,
sino también fuera de él. El primero es un efecto formal de la cosa juzgada según la clasifi-
cación doctrinal por dicho autor retomada cuando se refiere a que la “inmutabilidad” de la
sentencia como acto procesal que únicamente tiene por su contenido [cuestiones] efectos in-
ternos en el proceso se entenderá como cosa juzgada formal, y cuando dicha inmutabilidad
se refiere al contenido material o sustancial [causa] y sus efectos que es el segundo (material), se
entenderá como cosa juzgada formal material. Liebman, Enrico Tullio, Eficacia y autoridad de
la sentencia, México, Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal, Dirección General
de Anales de Jurisprudencia y Boletín Judicial, 2002, pp. 76, 77 y 78.
26 Los actos de causación jurisdiccional, según la clasificación de Goldschmidt, son los
que están en la periferia del proceso y que no son actos de obtención (estos últimos tratan
de influir la sique del juez como la demanda, reconvención, excepciones, alegatos, etcétera);
como en tratándose de los que interviene el juez: el emplazamiento, citaciones, requerimien-
tos, celebración de vistas; de audiencias; de inspecciones oculares, etcétera, Goldschmidt,
James, Principios generales…, cit., pp. 65-96.

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LA UNIDAD DE LA RELACIÓN JURíDiCo-PROCESAL 265

Litis/relación Contenido Efecto


jurídico-procesal
Principal Causa Cosa juzgada
formal material

(Acción)
Accesoria Cuestiones Cosa juzgada formal

(Acción/Relación
jurídico-procesal)
Impugnativa Error de Decisión Cosa juzgada
formal material/
Cosa juzgada formal
Causa/Cuestiones

(Acción) (Acción/Relación
jurídico-procesal)

Imagínese que “X”, en su carácter de arrendatario, que celebró con


“Y”, en su carácter de arrendador, un contrato de arrendamiento (relación
jurídica material), deja de pagar oportunamente la renta violando lo dis-
puesto por el artículo 2425 del CCDF (transgresión del precepto jurídico
material), y por lo tanto, “Y” demanda a “X” ante los tribunales jurisdic-
cionales competentes la rescisión del referido contrato y demás prestacio-
nes conducentes (acción) bajo la motivación de dicho incumplimiento en
el pago de la renta (causa). Emplazado “X” al juicio, contesta la demanda
oponiendo como excepción propia principal o sustantiva la emanada del
artículo 2431 del CCDF, por no disponer de la cosa arrendada, constituyén-
dose e integrándose por ende una litis y relación jurídico-procesal “princi-
pal” de tipo ordinario (que será resuelta por sentencia definitiva que en su
momento constituirá cosa juzgada formal material).
A su vez, también al contestar la demanda, el demandado opone la ex-
cepción procesal de litispendencia (cuestión litigiosa de la relación jurídico-
procesal) aduciendo que “Y” ya lo ha demandado en otro juicio bajo la
misma causa y las mismas prestaciones, constituyéndose e integrándose, por
ende, una litis y relación jurídico-procesal “accesoria procesal” (que será
resuelta en una audiencia de previo por sentencia interlocutoria y que en su
momento constituirá cosa juzgada formal).

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266 Luis Alfredo BRODERMANN FERRER

Igualmente, al contestar la demanda, “X” opone la excepción impropia


de falta de legitimación ad causam de “Y” (cuestión litigiosa de la acción), dado
que, si bien este último celebró el contrato de arrendamiento referido, poste-
riormente vendió el inmueble materia del arrendamiento a “Z”, por lo que
“Y” ya no tiene vínculo jurídico al respecto con “X”, sino que ahora existe
una legitimación anómala (por causahabiencia de “Z”, que adquirió los dere-
chos y obligaciones de “Y”) que vincula a “X” con dicha parte “Z”, constitu-
yéndose e integrándose por ende una litis y relación jurídico-procesal “acce-
soria material” (lo que en su caso será resuelto en la sentencia definitiva antes
de entrar a estudiar el fondo o causa o mérito del asunto y, si prospera dicha
excepción con firmeza legal ejecutoria, constituirá cosa juzgada formal).
Por último, antes de contestar la demanda, “X” en tiempo y forma
interpuso formal recurso de apelación (pretensión impugnativa) en contra
del acuerdo admisorio de la demanda, dado que de la propia demanda se
deduce (por la narración de los hechos) que “Z” es el nuevo propietario del
bien arrendado y causahabiente por ende del arrendamiento en cuestión,
lo que constituye una diversa litis y relación jurídico-procesal “(impugnativa)”,
que descansa en el error cometido por el juez de decisión al admitir la de-
manda en tales circunstancias, y que hará valer “X” en vía de agravio (cues-
tión que una vez resuelta por sentencia interlocutoria firme que en su caso
revoque o confirme la resolución apelada, constituirá cosa juzgada formal).
Como se analiza, en el ejemplo expuesto en líneas anteriores se pudo
advertir tres litis y, por lo tanto, tres relaciones jurídico-procesales dentro
de un mismo proceso con efectos diversos de cosa juzgada formal o cosa
juzgada formal material según sea el caso, demostrando que la armonía de
estos tres elementos o conceptos fundamentales (acción, relación jurídico-
procesal y litis) bajo la dialéctica procesal, nos advierte la relación de trans-
formación en el proceso, lo que se puede conceptuar de la siguiente manera:

Acción Relación jurídico-procesal Litis


Principal Principal Principal
Accesoria Accesoria Accesoria
Impugnativa Impugnativa Impugnativa

Hay que resaltar que en todo caso las diversas transformaciones de la


relación jurídico-procesal giran alrededor de la causa o litis principal que
dio origen a la misma por su característica de unitaria.27

27
Rocco expone en su obra: “Según lo hemos dicho, Carnelutti ha negado el carácter
de ‘unidad’ y ‘unicidad’ de la relación jurídica procesal, pero nosotros no logramos concebir

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LA UNIDAD DE LA RELACIÓN JURíDiCo-PROCESAL 267

La cualidad de “unidad” de la relación jurídico-procesal que los maes-


tros Wach y Chiovenda siempre defendieron en sus estudios28 es el soporte
y base de las demás litis accesorias o impugnativas con sus respectivas rela-
ciones jurídico-procesales.
De ahí que se comprende la postura legal del artículo 705 del CPCDF
en el sentido de mantener subjudice las apelaciones interpuestas en la instruc-
ción donde se resolverán litis impugnativas sobre cuestiones procesales en su
caso, siempre y cuando se apele la sentencia definitiva, que a su vez resuelve
el principal o “litis material”, la cual sostiene la relación jurídico-procesales
“principal”, base de la unidad del proceso y sostén de todas las demás rela-
ción jurídico-procesales existentes en el mismo, dado que, de lo contrario, si
la sentencia definitiva causa estado de firmeza legal alcanzando la cosa juz-
gada formal material, automáticamente deja de tener interés (en virtud del
efecto de cosa juzgada, lo que deviene en la inmutabilidad e irrevocabilidad
de dicha sentencia) las apelaciones pendientes de resolver.29

dicha relación, en sus distintas fases y desarrollos, sino con un carácter de ‘unidad’ y esto
porque, como lo hemos dicho reiteradamente, la prestación de la actividad jurisdiccional,
varía en sus actos, en sus estadios, en sus grados, es siempre ‘una y única’, por lo cual es ‘una
y única’ también la relación jurídica que es el desenvolvimiento de la actividad jurisdiccional
viene a formarse”. Rocco, Ugo, Tratado, cit., p. 410
28
Wach expone en su obra Handbuch (1885): “Se ha dicho que el proceso civil es una
relación jurídica unitaria que se va desenvolviendo y liquidando paso por paso en el procedi-
miento... lo que interesa es si esas relaciones se articulan, como subordinadas y relativamente
inautónomas, dentro de un amplio conjunto unitario... Pero el hecho de que las personas
sean varias no excluye la suposición de que la relación jurídica sea una... La relación jurídica
procesal es susceptible de transformación y de desarrollo. Al cambiar los sujetos procesales
al suceder una persona a otra en el papel de parte, al pasar una causa del juzgado al tribunal
regional, al cambiar el objeto (modificación de la demanda), al pasar la causa a una instancia
superior, etc.; no se fundamenta una relación jurídica nueva; hay solamente una transforma-
ción”. Wach, Adolf, Manual (Handbuch, 1885), cit., pp. 64, 65, 67, 69 y 70. A su vez, Chioven-
da expone en su afamada obra Principios (1906): “Nos queda por ver qué efectos son los que
produce en el proceso, inmediatamente y por sí misma, la demanda, la que, en cuanto acto
constitutivo de la relación procesal, independientemente de que sea o no fundada (y éstos son
los llamados efectos procesales de la demanda). Estos efectos se traducen en el principio de
la unidad de la relación procesal. Todos los actos del proceso se encuentran unidos entre sí
por un vínculo común, y hay que referirlos todos a la demanda judicial, de la que dependen.
Como la actuación futura de la ley se toma como si ocurriera en el momento de la demanda,
la relación procesal se considera contenida, como en embrión, en el acto y momento de la
demanda”. Chiovenda, Giuseppe, Curso de derecho procesal civil, cit., p. 372.
29
El artículo 705 del CPCDF expone: “Si no se presentara apelación en contra de la
sentencia definitiva, se entenderán consentidas las resoluciones y autos que hubieran sido
apelados en efecto devolutivo de tramitación conjunta con la definitiva, salvo lo dispuesto en
el párrafo tercero del artículo 692 Quáter”.

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268 Luis Alfredo BRODERMANN FERRER

Con lo anterior podemos concluir siguiendo los lineamientos de la es-


cuela de Carnelutti,30 que:
La litis es el desarrollo del proceso jurisdiccional, y por ende de su re-
lación jurídico-procesal y las transformaciones de la misma, conforme se
vaya integrando una contención que gire sobre la causa (acción) conside-
rada como litis principal, donde puedan existir contiendas accesorias (litis
accesorias) sobre cuestiones (acción o de la relación jurídico-procesal) estas
últimas siempre dependerán de la relación jurídico-procesal principal, lo
que nos hace reiterar su “unidad”.
En el ejemplo, podemos imaginar una contienda de divorcio, donde
además de resolver por el juez de decisión la causal de divorcio (causa) so-
bre la que depende la existencia de la relación jurídico-procesal principal,
también existen diversas contiendas que giran alrededor de dicha relación
jurído-procesal principal, como puede ser la de resolver excepciones proce-
sales planteadas respecto de la demanda; impugnaciones respecto de irre-
gularidades procesales por vicios u omisiones en actos de causación (como
lo son irregularidades cometidas en una audiencia de pruebas y alegatos);
incidentes pendientes de resolver, como el ejemplo de una inhibitoria de in-
competencia planteada ante el juez que se considera competente, etcétera.
Todas ellas (las cuestiones) consideradas “prejudiciales” por su carácter
de previo,31 tienen como efecto de que se resuelvan antes de la sentencia de-

30
En su obra Instituciones, Carnelutti distingue el litigio material del litigio procesal, o
más bien el derecho material del derecho procesal, cuando relaciona el derecho y el proceso.
“El proceso sirve al derecho, para su constitución o para su integración [el autor se refiere al
DSM]; el derecho sirve al proceso garantizado el desenvolvimiento de él [el autor se refiere
al DSP]...”, y, entonces Carnelutti advierte que pueden existir litis dentro del proceso (litis
procesales), que puedan amenazar el desenvolvimiento y el éxito del proceso, refiriéndose
al conflicto de intereses de los sujetos que intervienen en el proceso, estableciendo para ello
que “...no hay otro camino que seguir que el de componer tales conflictos por medio del
derecho...” [el autor se refiere a los conflictos internos dentro del proceso (que el juez no
quiera decidir; que el testigo no quiera declarar, etcétera) y por lo tanto de los poderes y
deberes procesales (facultad, derecho subjetivo, de potestad, de carga, de obligación, de res-
ponsabilidad), en consecuencia no cree en la teoría de que el proceso es una relación jurídica,
sino que los conflictos de intereses dentro del proceso componen lo que él llama relaciones
jurídicas procesales, cuando expone: “...hoy el proceso no es ya una relación jurídica, aunque
para su desenvolvimiento la ley, atribuyendo a las partes, a los defensores, a los oficiales, a los
encargados, a los terceros, poderes y deberes, compone entre ellos relaciones que, puesto que
atañen al proceso, son relaciones jurídicas procesales”. Carnelutti, Francesco, Instituciones del
proceso civil, Buenos Aires, Librería El Foro, 1997, vol. I, pp. 289-291.
31 El artículo 137 bis, fracción X, inciso b), del CPCDF, establece la suspensión del pro-
ceso [se refiere el no dictar la sentencia definitiva] en los casos que sea necesario esperar una
resolución de una cuestión previa o conexa (principio de prejudicialidad). Veáse Alsina, H.,
Las cuestiones prejudiciales..., cit., pp. 45 y 46.

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LA UNIDAD DE LA RELACIÓN JURíDiCo-PROCESAL 269

finitiva para evitar que, según hemos venido exponiendo, se termine la rela-
ción jurídico-procesal principal sobre la cual giran en “unidad” dichas con-
tiendas accesorias o incidencias,32 y por lo cual se ha venido denominando
“accesoria” a la relación jurídico-procesal que deviene de las mismas, por
su carácter de dependiente de la relación jurídico-procesal “principal”, al
igual que la relación jurídico-procesal “impugnativa”, que de la misma for-
ma guarda dependencia con la relación jurídico-procesal “principal”:

PRINCIPAL

Accesoria Impugnativa

En efecto, la relación jurídico-procesal principal es la que sostiene al


proceso; sobre ella giran todas las demás contiendas accesorias planteadas
en el mismo, si aquélla termina por alguna razón (desistimiento de la de-
manda, de la instancia o de la acción; muerte de alguna de las partes en
tratándose de acciones personalísimas como la del divorcio; caducidad de
la instancia principal o la propia sentencia definitiva; entre otras), necesa-
riamente por su efecto de dependencia, seguirán la misma suerte las demás
relaciones jurídico-procesales que giran alrededor de la principal, ya sean
accesorias, ya sean impugnativas.
En el siguiente esquema33 pretendemos expresar las diversas transfor-
maciones de la relación jurídico-procesal girando alrededor de la propia
relación jurídico-procesal “principal”:

32
El maestro Briseño Sierra nos enseña que el procedimiento [refiriéndose a la relación
jurídico-procesal], en su totalidad es una complicada red de actuaciones que se unen por la
conversión [suma de unidades], dado que, al terminar todos los procedimientos vuelven a
su unidad teleológica, y por lo tanto, señala, “Ésta viene a homogeneizar las actuaciones, de
manera que lo previo, lo prejudicial, los desplazamientos que entrañan las impugnaciones
intermedias, todo, vuelve a la unidad...”, Briseño, Humberto, Compendio..., cit., p. 357.
33
Agradezco como siempre la colaboración de la actual coordinadora de la revista Ius
Procesal, próxima a editarse en la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Azcapot-
zalco, la licenciada Yazmín García Salazar por su apoyo en la realización de los cuadros
sinópticos de este ensayo.

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LITIS CONTENIDO RELACIóN JURÍDICO-PROCESAL CONTENIDO

PRINCIPAL JD

ORDINARIA PRINCIPAL
(A) (D)

ACCIóN CAUSA
JD
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RECONVENCIONAL
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EXTRAORDINARIA (AP) (DP)


(DR) (AR)
(Compleja)
JD
DE TERCEROS
(AP) (DR) (AR) (DP)

(T)
CUESTIONES
JD
DE PARTES (AI) (DI)
ACCESORIA
ACCIóN RJP
(A) (D) (A) (D)

JD
INCIDENCIAS (AI) (DI)

Instituto de Investigaciones Jurídicas


DE TERCEROS
(A) (T) (D) (A) (T) (D)
FONDO
JR

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ERRORES
AGRAVIO FORMA DE PARTES AGRAVIADO (JD)

CAPACIDAD
IMPUGNATIVA VICIOS CONSENTIMIENTO (A) (T) (D) TERCERO
ERRORES DE TERCEROS PERJUDICADO
(LATU FORMALIDAD
SENSU)
OMISIONES (A) (T) (D)
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LA UNIDAD DE LA RELACIÓN JURíDiCo-PROCESAL 271

Como el lector observará de las actitudes de las partes, sobre todo del
demandado e inclusive de terceros, la relación jurídico-procesal sufrirá
transformaciones.
No es lo mismo que se siga una causa en rebeldía del demandado o
que éste simplemente se defienda negando la demanda (relación jurídico-
procesal principal ordinaria donde existe una relación entre actor, juez y
demandado), que cuando el demandado tome la actitud de pretender “re-
conviniendo” al actor por diversa causa conexa (existiendo con ello una litis
principal compleja constituida por dos causas: una principal y otra recon-
vencional, donde la relación jurídico-procesal se transforma, en virtud de
que el actor de la causa principal se convierte al mismo tiempo en demanda-
do de la reconvención planteada por el demandado principal, advirtiendo
una relación jurídico-procesal principal, pero compleja).
Y más aún, existiendo litisconsorcio activa o pasiva, donde la pluralidad
de partes por el efecto de solidaridad en ciertos casos hace que la relación
jurídico-procesal trascienda a la RJM, como en el ejemplo de una acción
reivindicatoria sobre un predio en copropiedad que intenta uno de los co-
propietarios en contra del poseedor infructuosamente, en virtud de que pros-
peró la excepción propia sustantiva de prescripción positiva o usucapión,
que si bien dicho contraderecho no fue reclamado en reconvención por no
estar presentes en la relación jurídico-procesal los demás copropietarios, el
efecto de la prosperidad de la referida excepción, que constituye una decla-
ración de certeza negativa (sentencia absolutoria) tiene trascendencia sobre
los demás copropietarios, por ser un precedente que afecta a los mismos
(RJM) aunque no hayan litigado, por el efecto solidario de la relación jurí-
dico procesal en relación con el alcance de la acción.34
Los ejemplos son variados, sobre todo en tratándose de cuestiones del
estado civil, que por disposición de la ley (artículo 93 del CPCDF) la rela-

34
“Acción reivindicatoria. Ejercicio de la, por los copropietarios (legislación del estado
de Puebla). Si en un juicio reivindicatorio, el bien materia de la acción, pertenece a diversos
copropietarios, la sentencia que se pronuncie favorece a todos los condueños, a pesar de que
en el juicio no intervengan todos. Y aunque el Código de Procedimientos Civiles del Esta-
do de Puebla no prevé el caso de un comunero que ejercita la acción reivindicatoria sin el
concurso de los demás copropietarios, debe de aplicarse el principio general del derecho que
llena el vacío de la ley de acuerdo con los artículos 14 constitucional y 18 del Código Civil
de Puebla, principio que permite que un comunero pueda deducir las acciones relativas a la
cosa común como dueño. En tal virtud, las acciones ejercitadas por uno de los copropieta-
rios benefician al otro, puesto que mientras se encuentren en la indivisión, cada uno de ellos
participa de su parte alícuota que se extiende a todo el bien y a cada una de sus moléculas”.
Amparo directo 1950/60. Luz y Senorina Tetzicatl. 27 de abril de 1962. Unanimidad de
cuatro votos. Ponente: Gabriel García Rojas.

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272 Luis Alfredo BRODERMANN FERRER

ción jurídico-procesal existente en el proceso, aunque no integre a terceros


porque no fueron llamados a juicio, les afecta (como si hubieran litigado) la
sentencia por su trascendencia pública (interés público inquisitorial de la ac-
ción sobre cuestiones familiares).35
Asimismo, cuando se integra la relación jurídico-procesal principal por
la denuncia a pleito de un tercero en términos del artículo 22 del CPCDF,
donde en forma tripartita (actor, demandado y tercero) se advierten los in-
tereses litigiosos a resolver por el juez, constituyéndose igualmente una rela-
ción jurídico-procesal “principal y compleja”.
Y qué decir de la “litis accesoria” (cuestiones litigiosas de la acción y de
la relación jurídico-procesal), donde la transformación de las partes y terce-
ros principales se advierte con mayor claridad, en el ejemplo de un inciden-
te de caducidad de la instancia promovido por el demandado en términos
de los artículos 88 y 137 bis del CPCDF, donde el demandado principal se
vuelve actor incidentista, y el actor principal se vuelve demandado inciden-
tista en dicho juicio incidental, o cualquier juicio incidental promovido por
un tercero (tercerías accesorias) como lo puede ser la relativa a la de exclu-
yente de dominio sobre una cosa embargada propiedad de dicho tercero, en
términos del artículo 659 del CPCDF, donde el actor incidentista es el pro-
pio tercero y la parte actora en lo principal demandado incidentista, siendo
tercero interesado en su caso de dicha contienda la propia demandada prin-
cipal. Como se dijo, existen un sin fin de ejemplos donde podemos advertir
la característica de transformación de la relación jurídico-procesal.36
Asimismo, en el esquema aludido se visualiza la tercera relación jurí-
dico-procesal (impugnativa), donde, como se ha venido sosteniendo, a di-
ferencia de la principal y de la accesoria la relación jurídico-procesal sufre
una transformación el juez.
En efecto, se integra a dicha relación jurídico-procesal “impugnativa”
una nueva figura: “el juez de revisión”, que vendrá a sustituir al “juez de

35
Liebman expone: “Se puede presentar la eficacia erga omnes de las sentencia en las
cuestiones de estado como una consecuencia de su naturaleza especialísima, que justificaría
en estos casos la desviación de la regla general de la eficacia inter partes de la cosa juz-
gada... este es el resultado, más o menos confesado, al que llegan la doctrina francesa [el
autor cita entre otros autores franceses a Merlin; Aubry; Josserand; Planiol y Ripert; Colín
y Capitant y Sovatier, entre otros]; y la alemana [el autor cita entre otros autores alemanes
a Rosenberg y a Goldschmidt]. Liebman, Enrico Tullio, Eficacia y autoridad de la sentencia,
México, TSJSF, 2002, pp. 228 y 229.
36
Para mayor profundidad en el tema de los incidentes (litis accesoria) sugiero que se
analice el ensayo del suscrito editado en la revista Alegatos, núm. 59, enero-abril, 2005, de la
UAM Atzcapotzalco denominado: “Los incidentes en el proceso civil”.

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LA UNIDAD DE LA RELACIÓN JURíDiCo-PROCESAL 273

decisión” que ha venido actuando en la relación jurídico-procesal principal


y accesoria, para que ahora el juez de revisión se pueda avocar a resolver la
“litis impugnativa”, y dicho juez de decisión que ahora será revisado en sus
actuaciones se ubicará en la relación jurídico-procesal “impugnativa” como
si fuera la parte a quien se dirige la acción impugnativa de cualquier parte o
tercero de la relación jurídico-procesalprincipal o accesoria.
Por ejemplo, en un recurso de queja por desechamiento de la demanda
en términos de los artículos 723-727 del CPCDF, el actor principal, quien
interpondrá el recurso, será el pretensor de la instancia impugnativa dirigi-
da a su vez al juez de revisión, que viene a ser una sala superior del TSJDF
por ser un recurso de naturaleza vertical y el juez de decisión de la relación
jurídico-procesal “principal”, que es el juzgador de primera instancia, será
transformado a su vez en la parte reclamada de dicho recurso y quien ten-
drá en tal carácter que rendir su informe justificado, defendiendo los intere-
ses de la resolución dictada por él (artículo 725, CPCDF).
Inclusive, hay ocasiones en que el juez de revisión es el propio juez de
decisión, y esto se entiende en virtud de la naturaleza de los jueces de deci-
sión, quienes actúan en estricta aplicación del derecho, como lo sostienen
nuestros artículos 14 y 16 constitucionales, y de ahí que ellos no tengan in-
terés alguno en las contiendas de las partes y terceros.
A tal evento, tenemos los recursos horizontales (artículos 684-687 del
CPCDF), como la revocación (primera instancia) y la reposición (segunda
instancia), donde el propio juez de decisión que en dicha “litis impugnativa”
se convierte en juez de revisión, y al resolver sobre la impugnación plantea-
da puede revocar o modificar su decisión jurisdiccional advirtiendo el error
por el agravio esgrimido.
Y más aún, en los incidentes impugnativos de nulidad de actuaciones
por vicios procesales en términos de los artículos 74, 78 y 88 del CPCDF,
donde el propio juez de decisión, ahora actuando como juez de revisión,
advirtiendo los vicios procesales conducentes, determina bajo resolución
jurisdiccional la anulación respectiva dirimiendo la “litis impugnativa” co-
rrespondiente.37
La “unidad” de la relación jurídico-procesal existe, ya lo demostramos,
por la necesidad de la causa principal frente a cualquier cuestión, enten-
diendo que: “Si no hay causa principal no pueden existir las cuestiones,
porque estas últimas giran alrededor de la primera”.

37
Igualmente, para mayor comprensión del tema tratado véase mi ensayo denominado
“La instancia procesal impugnativa civil” (teoría de la impugnación), a editarse por la revista
Alegatos, de la UAM Azcapotzalco.

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274 Luis Alfredo BRODERMANN FERRER

Por lo tanto, de igual manera se puede concluir que: “Si no hay relación
jurídico-procesal principal no pueden existir las demás relaciones jurídico-
procesales (accesorias e impugnativas), porque estas últimas giran alrededor
de la primera”.
Conociendo a través de la dialéctica procesal la relación jurídico-pro-
cesal y su efecto de transformación con relación a la acción y la litis, pero
siempre bajo un reconocimiento de “unidad” y dependencia en razón de la
causa principal, como se ha venido esbozando a lo largo de este ensayo, se
podrá profundizar acerca de la complejidad del proceso.
En efecto, como lo hemos venido sosteniendo, el procedimiento com-
plejo del proceso contencioso dentro de su concepción unitaria gira alre-
dedor de tres fases: una principal, que sostiene la “unidad” de la relación
jurídico-procesal, y las otras dos (accesoria e impugnativa), dependientes de
la primera, que hacen advertir su efecto de transformación.
Por lo tanto podemos ya visualizar al proceso contencioso por cuanto
a su procedimiento y atento a la dialéctica procesal de la relación jurídico-
procesal, de la siguiente manera:

LITIS IMPUGNATIVA
(RELACIóN JURÍDICO-PROCESAL IMPUGNATIVA)
(RELACIóN JURÍDICO-PROCESAL PRINCIPAL

DEMANDA

PRELIMINAR INSTRUCCIóN JUICIO PRINCIPAL


LITIS PRINCIPAL

EJECUCIóN
POSTULATORIA

PROBATORIA

PRECONCLUSIVA

SENTENCIA
DEFINITIVA

LITIS INCIDENTAL
(RELACIóN JURÍDICO-PROCESAL INCIDENTAL)

En efecto, el proceso contencioso gira en torno a la litis principal, de ahí


la relación jurídico-procesal (principal).
El recorrido del mismo en sus diferentes etapas indicadas en el esquema
anterior: preliminar (a que se refiere el título quinto: “Actos prejudiciales”
del CPCDF); instrucción (tomando como ejemplo cualquier procedimien-
to de juicio, como el relativo al juicio ordinario, título sexto del CPCDF);

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LA UNIDAD DE LA RELACIÓN JURíDiCo-PROCESAL 275

juicio (el capítulo correspondiente a la sentencia y cosa juzgada a que se


refieren los artículos 426 y relativos del CPCDF), y ejecución (fase referida
en el capítulo de la vía de apremio regulada por los artículos 500 y relativos
del CPCDF), constituyen lo que en la dialéctica procesal se reconoce como el
procedimiento principal o juicio principal, donde se plantea, integra, prue-
ba, juzga y ejecuta la causa, fondo o mérito del asunto (litis principal).
Asimismo, las cuestiones accesorias al principal debatidas en el desa-
rrollo del proceso se resolverán a través de incidentes, los cuales se desa-
rrollarán desde la fase preliminar de providencia precautoria (artículos 237
del CPCDF), pasando por la instrucción (entre otros, el incidente de sus-
tanciación de incompetencias por declinatoria e inhibitoria (artículos 163
y relativos del CPCDF); el relativo a la audiencia previa, de conciliación y
excepciones procesales (artículo 272-A y siguientes del CPCDF); los reser-
vados para que se resuelvan en la sentencia definitiva (como, entre otros, el
relativo a excepciones supervenientes a que se refiere el artículo 273, y el in-
cidente de tachas de testigos referido en el artículo 371, ambos del CPCDF),
y los incidentes que se tramiten después de la sentencia definitiva, en la fase
de ejecución (como en el caso del incidente de liquidación de cantidades
ilíquidas señalando en el artículo 515 del CPCDF).
Por último, la fase o instancia impugnativa (medios de impugnación),
como entre muchos ejemplos, los recursos verticales, como el de apelación
ordinaria (artículo 688, y relativos del CPCDF); apelación extraordinaria
(derogada en el CPCDF); el de queja (723, CPCDF); los recursos horizon-
tales, como el de revocación (primera instancia) o reposición (segunda ins-
tancia) a que se refieren los artículos 684 y 686 y relativos del CPCDF; los
incidentes impugnativos, como, entre otros, los de nulidad de actuaciones
a que se refieren los artículos 74, 77 y 78 del CPCDF; el de revocación del
auto declaratorio de concurso (artículo 740 del CPCDF), y el de nulidad de
confesión a que se refiere el artículo 320 del CPCDF, entre otros.
Principal, accesoria e impugnativa, fases que componen junto con sus
respectivas litis y relación jurídico-procesal el sistema de dialéctica procesal
sobre el cual circunda la complejidad del proceso contencioso.
De ahí que de manera conclusiva, a través de trilogías conceptuales
(como lo diría nuestro querido maestro Humberto Briseño Sierra), véase
cita 20, relacionando la litis con la acción y la relación jurídico-procesal po-
demos advertir el efecto de transformación (complejidad) del proceso con-
tencioso, pero siempre bajo un esquema de “unidad”.
Por lo tanto, nos atrevemos a establecer bajo el sistema de la dialéctica
procesal que:

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276 Luis Alfredo BRODERMANN FERRER

Tres, son las clases de acciones que se pueden desarrollar en un proce-


so contencioso dependiendo del interés que persigan (principal, accesoria,
impugnativa).
Tres, son las fases o recorridos del procedimiento de un proceso con-
tencioso (principal, accesoria, impugnativa).
Tres, son las clases de excepciones que se pueden oponer (siguiendo
el contradictorio), atento a dichas fases (principal, accesoria impugnativa).
Tres, son las clases de incidencias que pueden ocurrir en el desarrollo
del proceso contencioso (principal, accesoria, impugnativa).
Tres situaciones de litis pueden existir dentro de las incidencias (la
cuestión a dilucidar de dicha incidencia; los incidentes dentro de dicha inci-
dencia; y las impugnaciones dentro de dicha incidencia).
Tres, son los tipos de litis que puede desarrollarse en su caso en un pro-
ceso contencioso (principal, accesoria, impugnativa).
Tres, son las motivaciones en que descansan respectivamente las tres
litis en su caso, en un proceso contencioso. Causa (litis principal) cuestiones
(litis accesoria) y agravio/error (litis impugnativa).
Tres, son las clases de relación jurídico-procesal que pueden existir de
manera ordinaria o compleja en el proceso contencioso (principal, acceso-
ria, impugnativa).
Tres, son los tipos de prueba que se desarrollan en su caso en dicho
proceso contencioso (principal, accesoria, impugnativa).
Tres, son los tipos de sentencias que pueden por su naturaleza dictarse
en un proceso contencioso (principal, accesoria, impugnativa).
Bajo dicha dialéctica, en este ensayo nos hemos permitido desarrollar
la relación jurídico-procesal en su alcance total, sosteniendo la importan-
cia del conocimiento y control pleno de la misma, no sólo como concepto
fundamental de nuestra ciencia procesal (aspecto científico), sino también
como uno de los elementos indispensables para la debida estructura del pro-
ceso (aspecto técnico), que nos permitirá acceder simplemente al derecho de
que se nos otorgue una sentencia, no importando su sentido.
Estudiando científica y técnicamente la relación jurídico-procesal po-
dremos saber más sobre la complejidad del proceso bajo su concepción
unitaria, responsabilidad que como estudiosos del derecho y abogados
postulantes debemos de asumir para el debido control del procedimiento
procesal, evitando con ello en caer en trampas, dilaciones o accidentes pro-
cesales, que nos lleven a un caos procesal que nos impida llegar a la decla-
ración de certeza del derecho justicial material.
Ya lo decía el maestro Wach cuando replicó a Zitelman:

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LA UNIDAD DE LA RELACIÓN JURíDiCo-PROCESAL 277

El derecho, ciertamente —afirmó—, es un orden de vida, y quien desee com-


prenderlo y manejarlo, ha de conocer la vida; pero todo el derecho es crea-
ción del espíritu, es un pensamiento, que no cabe ver ni aprehender. Por eso,
por mucho que el estudiante mire y remire durante su aprendizaje práctico
los fenómenos que ante él se desarrollan, si carece de conocimientos procesa-
les no llegará a comprenderlos.
La contemplación aislada no da respuesta alguna; sólo quien conozca el
derecho procesal, conocerá el proceso.38

Anexos

Anexo 1

De los alemanes podemos mencionar de los más importantes del procesa-


lismo científico, entre otros: i) Hegel (1831), quien vislumbra la concepción
del proceso como una relación jurídica autónoma, ii) Bethmann-Hollweg
(1840), quien sustenta la concepción de Hegel del proceso como relación
jurídica; iii) Klein (1854-1926), en Austria, encabeza la escuela de los pro-
cesalistas legisladores, además de ser considerado el transformador de la
justicia civil austriaca, culminada en 1895, ideando la audiencia prelimi-
nar para dirimir todas las “cuestiones procesales respecto de la relación Ju-
rídico-procesal”; iv) Windscheid (1856), quien concibe a la acción como
la pretensión (Anspruch) perseguible en juicio; v) Muther (1857), quien le
otorga el carácter público a la acción, al afirmar su dirección hacia el Esta-
do; vi) Bülow (1868) define y desarrolla el concepto de la relación jurídica
como naturaleza del proceso que se compone por lo que él mismo denomi-
nó “presupuestos procesales”; vii) Degenkolb “Einlas sungzwang und Ur-
teilsnorm”. Leipzig (1877) y Plosz “Beitrage zur theorie des Klagerechts”;
Leipzig (1880), precursores de la teoría abstracta de la acción, como un de-
recho a una sentencia; viii) Wach (1885) considera que la relación jurídico-
procesal es de las partes entre sí, así como de las partes hacia el juez. Misma
relación jurídico-procesal que a través del desarrollo del proceso (por su dia-

38
Cuando en 1920 Zitelman sostuvo en el congreso de estudiantes de Götingen que
“emprender el estudio del derecho procesal sin conocer previamente el proceso de un modo
práctico, es tan inconcebible como pretender nadar en terreno seco, mediante fórmulas teó-
ricas”, tal temeraria tesis hizo que se elevara la réplica contundente de Wach que ahora se
cita en lo conducente, extraído del prólogo dedicado por Niceto Alcalá-Zamora y Castillo
a su obra Handbuch traducida al español. Wach, Adolf, Manual de derecho procesal civil, cit., pp.
XXVIII-XXIX.

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278 Luis Alfredo BRODERMANN FERRER

léctica) se transforma, pero siempre manteniendo una “unidad”. Considera


a la acción como un derecho autónomo, público, dirigido hacia el Estado,
para exigir la tutela concreta (protección de exigencia jurídica); sus obras
Handbuch (1885) y La pretensión de declaración (1888) influyen a Chiovenda por
el tratamiento de la acción y de relación jurídico-procesal, como los dos
pilares del sistema procesal civil; ix) Kholer (1891) afirma que la relación
jurídico-procesal es sólo entre las partes ya que considera a la acción de ca-
rácter privado; x) Hellwig (1901), sostiene que la relación jurídico-procesal
se dirige de las partes hacia el juez; xi) Kisch (1909) establece que la relación
jurídico-procesal no se compone de derechos y obligaciones, sino que entre
las partes sólo existen estados de ligámenes; xii) Goldschmidt (1925) concibe
al proceso como una “situación jurídica” de la que se advierten “nuevas”
categorías procesales, entre ellas “la carga”; xiii) Rosenberg (1927), reco-
nocido por sus estudios sobre la carga de la prueba en el proceso civil y la
sistematización de derecho procesal civil alemán. Respecto de la relación
jurídico-procesal en su Tratado de derecho procesal civil (1929) la considera sigu-
lar y unitaria, porque nace y termina con el proceso; se mantiene desde el
comienzo hasta el final a pesar de todas las modificaciones (por cambio del
tribunal o de parte); y a su vez se desarrolla mediante las actuaciones proce-
sales (situaciones jurídicas de las partes) que carecen de significado y efecto
si no se llega a resolución en el fondo del proceso.

Anexo 2

De los italianos, de los más importantes del procesalismo científico, se


consideran: 1) Chiovenda (1903); su conferencia dictada en Bolonia (“La
acción en el sistema de los derechos”) posteriormente fue considerada
como la trilogía estructural de proceso (acción, jurisdicción y proceso), ubi-
caba a la acción dentro de la categoría de los derechos potestativos. Su obra
Principios (1906), afamada y laureada, se basa en el proceso de conocimiento
bajo dos pilares (la acción y la relación jurídico-procesal) Principii di diritto
processuale civile transformada más tarde en Diritto processuale civile traducido
en 1957 al español por Sentís Melendo y Ayerra Redín, trasladó la doctrina
alemana a la italiana por la influencia de Wach y Klein; ii) Alfredo Rocco
(1906), entre sus obras más destacadas la Sentenza civile, donde advierte la
esencia de la declaración de certeza jurisdiccional; iii) Marco Tullio Zan-
zuchi (1916) “Nuove demande, nuove eccezioni e nuove prove in apello; iv) Paulo
d’Onofrio (1931) “Breves consideraciones acerca del estado actual de los
estudios de derecho procesal en Italia (traducción Pablo Macedo); v) Lie-
bman (1935) establece la diferencia entre la cosa juzgada formal y la cosa

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LA UNIDAD DE LA RELACIÓN JURíDiCo-PROCESAL 279

juzgada material. Defiende a la separación entre el proceso de cognición y


el de ejecución; fundador por su exilio de la escuela procesal de Sao Pau-
lo (Brasil); vi) Carnelutti (1936-1939) crea todo un sistema procesal en el
que los principios e instituciones procesales giran alrededor del “litigio”.
A diferencia de Chiovenda, no sólo trata el proceso de conocimiento, sino
que entra al proceso de ejecución; defensor de la escuela abstracta de la
acción, como el medio para la justa composición de la litis; romántico, ni
una sola nota bibliográfica en su obra Sistema. Postula la existencia de una
“teoría general del proceso”; considera que el proceso se integra por un con-
junto de relaciones jurídicas, o sea, no considera la tesis unitaria de la relación
jurídico-procesal; vii) Emilio Betti (1936); Diritto procésale civile italiano; viii)
Tito Caraacini (1937), discípulo de Redenti Il liticonsorzio nelle fasi dei gravame;
ix) Redenti (1938), advirtió los elementos constructivos de la acción a los
que denominó “presupuestos” del examen de mérito así como el carácter
dialéctico del proceso en su famosa obra Profeli practici del diritto processuale
civile; x) discípulos de Carnelutti: Cristofolini (1938), colaborador en la que
construye siguiendo las huellas de Carnelutti un “sistema del diritto procé-
sale”, Revista de Derecho Procesal que dirigía Carnelutti; Prime Auzenti (1949)
analiza los cambios realizados en treinta años respecto de la prueba bajo
el pensamiento de Carnelutti; Vittorio Denti (1957) el más seguidor de la
técnica de Carnelutti, La verificazione delle prove documentali; Foschini (1956),
que construye siguiendo las huellas de Carnelluti un sistema del diritto procé-
sale penale; considerando al proceso como una “entidad jurídica compleja”
resultante de una combinación de una pluralidad (actos, relaciones y situa-
ciones) bajo una unidad normativa, estática y dinámica; xi) Calamandrei
(1943), desarrolla con amplitud los tres conceptos fundamentales de la teoría
general del proceso (acción, jurisdicción y proceso), siguiendo los lineamien-
tos de la escuela de Chiovenda; junto con Carnelutti y Redenti forman el
triunvirato para forjar el nuevo Código de Procedimientos Civiles Italiano
(1940); siguiendo a Chiovenda considera la teoría de relación jurídica la
más adecuada al proceso, indicando que es una relación de colaboración
entre las partes y el juez para el fin común de llegar a la (cosa juzgada); xii)
Mauro Cappelletti (1947), que siguiendo las enseñanzas de Calamandrei,
su maestro, incursionó en el análisis de la justicia constitucional, y que des-
pués serían la influencia (maestro y discípulo) de uno de los más afamados
procesalistas constitucionalistas de nuestro país, el mexicano Héctor Fix-
Zamudio; xiii) Allorio (1955), su principal aportación es su concepción de
la acción, no como un derecho, sino como un poder que impone el deber
del juez de decidir sobre la pretensión; xiv) Ugo Rocco (1951) en cuya obra
Teoría general del proceso civil (traducida en castellano por el mexicano Felipe de

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280 Luis Alfredo BRODERMANN FERRER

J. Tena), defiende su teoría de la acción como un derecho a la jurisdicción


como única; por lo mismo, enciende una severa crítica a las demás teorías
alemanas e italianas existentes; igualmente critica a Carnelutti, porque este
último no cree en el concepto unitario de la relación jurídico-procesal, sino
en su propia teoría de pluralidad de relaciones; xv) Gian Antonio Miche-
lli; discípulo de Calamandrei; renovador del tema jurisdicción voluntaria;
xvi) Carlo Furno (1948), discípulo de Calamandrei Accertamento convenzionale
e confessione strajudiziale; xvii) Satta (1948), Derecho procesal Civil, Instituciones de
derecho de quiebra.

Anexo 3

De los españoles, se reconocen dentro de la corriente del procesalismo


científico surgida a partir de 1920 a: Leonardo Prieto Castro (1941) expo-
ne en su Tratado, que las teorías privatistas (contrato y cusicontrato) y las
teorías publicistas (la de la relación jurídica y la de la situación jurídica)
no se excluyen, sino antes bien se complementan, José R. Xirau (1928)
discípulo de Chiovenda, prologó la edición castellana de La condena en cos-
tas del propio Chiovenda. Reconocido como uno de los precursores del
procesalismo científico español como investigador, historiador y traduc-
tor. José Casais Santaló (1922 y 25) traduce los Principios de Chiovenda; i)
Rafael de Pina (1940) realiza diversos estudios acerca de la naturaleza del
proceso, conjuntando la concepción de Chiovenda sobre la RJP y la teoría
de la situación jurídica de Goldschmidt; ii) Guasp (1942) traduce la obra de
Carnelutti Instituciones del nuevo proceso civil italiano; precursor de la escuela
institucionalista, que concibe al proceso como una institución integrante
del sistema jurídico positivo de cada nación; iii) Alcalá Zamora (1945),
reconocido por sus estudios sobre historia del derecho procesal, además
de sus vastas traducciones a la lengua española de las grandes obras de
procesalistas de Europa; fue un gran investigador procesal; entre otros, su
libro Proceso, autocomposición y autodefensa, 1947, es considerado una de las
mejores obras de la ciencia procesal contemporánea. Radicó sus últimos
años en México, seguidor de Carnelutti y de la escuela de la abstracción
de la acción, dejó profunda huella e influencia en nuestros procesalistas
mexicanos, como, entre otros, Héctor Fix-Zamudio, Santiago Oñate La-
borde y Cipriano Gómez Lara; iv) Víctor Fairén Guillén (1949) establece
lo que llamó la transformación de la demanda, en donde la alegación de
los hechos por las partes hace que se altere el objeto fáctico del proceso;
menciona como requisito para el ejercicio de la pretensión la relación de
los hechos aducidos por las partes con alguna figura jurídica; v) Sentís Me-

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LA UNIDAD DE LA RELACIÓN JURíDiCo-PROCESAL 281

lendo (1959) trae a la lengua española los mejores trabajos de procesalistas


europeos, principalmente de Calamandrei y Chiovenda, y realiza los me-
jores prólogos a dichas obras. Aunado a ello, su trabajo como investigador,
historiador y traductor de la mejor literatura de nuestra ciencia procesal.

Anexo 4

En Latinoamérica podemos ubicar entre los más renombrados procesalis-


tas científicos a: i) Podetti (Argentina 1942 y 1944), enunció y desarrolló
la Trilogía estructural del proceso, respecto de la conferencia de Chiovenda en
Bolonia; en su “Teoría y técnica del proceso civil y Trilogía estructural de
la ciencia del proceso civil” (Revista de Derecho Procesal Argentina); ii) Couture
(Uruguay 1931), discípulo de Carnelutti, desarrollando el concepto proce-
so sin litigio en su obra El divorcio por voluntad de la mujer y, posteriormente
seguidor de Chiovenda; considerado como el padre del derecho procesal
latinoamericano; enuncia el traspaso de las teorías concreta y abstracta de
la acción a las excepciones sustantivas; además de su clasificación mixta,
respecto de las excepciones procesales, siendo éstas, aquellas que teniendo
forma de dilatorias poseen un contenido perentorio; su obra Fundamentos de
derecho procesal civil considerada el clásico latinoamericano sobre el proce-
salismo científico civil (1942); iii) Alsina (Argentina 1943), su obra Tratado
teórico práctico de derecho procesal civil y comercial mereció el primer premio de la
Comisión Nacional de Cultura a la Producción Jurídica, realiza grandes es-
tudios sobre la prejudicialidad de la acción. Establece que la teoría de la “si-
tuación jurídica” no se opone sino que se integra a la teoría de la “relación
jurídica procesal” (1952); iv) Buzaid (Brazil, 1943) realiza estudios sobre la
acción en cuanto al mérito, y advierte la noción de cuestiones, establecien-
do la diferencia entre el interés sustancial y el interés procesal. Aunado a
ello, propone la implementación de la “audiencia preliminar” en el código
brasileño siguiendo la influencia de Klein de la codificación austriaca; v)
Alberto Vázquez del Mercado, México (1944), cuya biblioteca procesal se
consideraba la más amplia de derecho procesal en México. Investigador y
traductor de obras y artículos de procesalistas afamados (Chiovenda: Sobre
la cosa juzgada; Cosa juzgada y competencia; Relación jurídica procesal y litispenden-
cia) (Carnelutti: Exceso de poder; contra el proceso fraudulento”); vi) Eduardo Pa-
llares (1946), reconocido por su Diccionario de derecho procesal civil, además de
su Tratado de las acciones, en donde hace un desarrollo teórico-práctico de las
acciones más reconocidas en el sistema jurídico mexicano; respecto de la re-
lación jurídico-procesal, escribió en la Revista de Escuela Nacional de Jurispru-
dencia de México (julio-septiembre 1946) su artículo: “Críticas de la doctrina

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Este libro forma parte del acervo de la Biblioteca Juridica Virtual del Instituto de Investigaciones Juridicas de la UNAM
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282 Luis Alfredo BRODERMANN FERRER

sobre la relación jurídica procesal”; vii) Becerra Bautista (México, 1950)


su afamada obra derecho procesal civil sigue siendo el texto más completo
de la materia para México, por la profundidad en que el maestro trataba
los diversos temas del derecho procesal; viii) Héctor Fix-Zamudio, México
(1960), investigador emérito del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la
UNAM, quien ha compenetrado el procesalismo científico (bajo la influen-
cia de Piero Calamandrei, Eduardo J. Couture, Mauro Capelletti y Niceto
Alcalá-Zamora y Castillo) al derecho procesal constitucional logrando su
plena autonomía. Como lo señala uno de sus discípulos, el procesalista
científico mexicano contemporáneo, Eduardo Ferrer Mac-Gregor: “...su
vocación inmensurable por el estudio de la defensa de la Constitución, de
los derechos humanos y de las instituciones procesales, lo convierte en uno
de los grandes pensadores de la segunda mitad del siglo XX, continuando
sus frutos y su incansable labor en los albores del nuevo milenio...”; ix)
Briseño Sierra (México, 1969), considerado el único procesalista mexicano
que aporta una teoría sobre la naturaleza de la acción La acción como instan-
cia proyectiva. Como parte de la escuela abstracta concibe a la acción como
una instancia que se proyecta a lo largo del proceso; a su vez, respaldando
la teoría del proceso como institución (siguiendo las huellas del español
Guasp), considera al proceso en su estructura y elementos como una “serie
de actos proyectivos institucionales”, considerado uno de los mejores inves-
tigadores contemporáneos en Latinoamérica, respecto de la ciencia proce-
sal; x) Hernando Devis Echandía, Colombia (1984), su obra Teoría general
del proceso considerada como de las más completas en la actualidad; xi) Jorge
A. Clariá Olmedo, Argentina (1989), procesalista moderno cuyos plantea-
mientos tratados en su libro Derecho procesal son de suma trascendencia,
sobre todo el de “teoría de la norma procesal” y la “excepción procesal”;
xii) Véscovi, Uruguay (1999), reconocido por sus estudios acerca de figuras
de derecho procesal moderno que benefician el acceso a la administración
de justicia, tales como las acciones de clase o de grupo, además de sus re-
flexiones acerca de la jurisdicción en América Latina.

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Instituto de Investigaciones Jurídicas
La dialéctica procesal
Fase principal

Luis Alfredo Brodermann Ferrer*

El artículo propone un método dialéctico para The present article proposes a dialectic method
desarrollar el estudio del proceso con el objetivo to develop the study of the procedure having
de: Demostrar una nueva forma académica de as an aim: on one side, to demonstrate a new
impartir los fundamentos del derecho procesal civil; academic way to impart the foundations of the
profundizar en el conocimiento de los conceptos, Civil Procedural Law; and on the other, to deepen
principios e instituciones procesales del derecho the knowledge of the concepts, principles and
procesal civil con el propósito de proponer nuevas procedural institutions of the Civil Procedural
formas de entendimiento al respecto, criticando Law. The purpose: to propose new ways of
la actual legislación procesal civil local (F:F) understanding it—criticizing the existing civil
y, proponer una reforma integral al Código de procedural laws in the locality (F.F)—, to propose
Procedimientos Civiles para el Distrito Federal, an integral reform to the Code of Civil Procedures
bajo una nueva estructura, más simplificada, pero for the Federal District, under a new structure—
con la profundidad requerida y al alcance de toda more simplified, but with the required depth—
la sociedad. El ensayo presenta tablas y gráficas at society’s hand. The essay presents dialectic
dialécticas que se dividen en: principal, para los tables and figures that are divided in: principal,
efectos de la causa, fondo o mérito del asunto; for the cause, background, and worth of the
accesoria, para los efectos de las cuestiones de matter; and accessory, for the action and the
la acción y de la relación jurídica procesal e, impugning and legal procedural relation
impugnativa, para los efectos de la revisión de las —to revise the jurisdictional resolutions and
resoluciones jurisdiccionales y actos de causación. causation.

Sumario: 1. ¿Cuál es la diferencia? / 2. ¿Qué sucede si el padre no desea reconocerlo?


/ Bibliografía

* Profesor por oposición de la uea Teoría General del Proceso de la licenciatura en Derecho de la Universidad
Autónoma Metropolitana, Azcapotzalco, México.

[349]
Sección Artículos de Investigación

En el devenir histórico el derecho procesal ha sido estudiado como una técnica, por
medio de procedimientos, de fórmulas, de ritos, cuyo objetivo necesariamente era
resolver un conflicto de intereses de relevancia jurídica en pugna.
Fue hasta el siglo xix con el nacimiento de la corriente denominada “procesalis-
mo científico”, que el derecho procesal fue tratado como ciencia, bajo consideracio-
nes que establecieron el parteaguas para una nueva relación jurídica autónoma: “la
relación jurídica procesal”.

  Partiendo de la premisa que el proceso como realidad es previo al proceso como literatura, el Maestro Nice-
to Alcalá Zamora y Castillo (México, 1974) en su libro Estudios de teoría general e historia del proceso
1945-1972, Ed. Instituto de Investigaciones Jurídicas, t. II, unam, México, Primera edición, 1974, pp.
293-325; señala los cinco periodos en que ha visto su evolución la doctrina procesal. Así, en el siglo xi de
la era cristiana se desarrolló lo que se conoce como el periodo primitivo, en el cual diversas obras, sin que
formasen literatura procesal, de carácter histórico-religioso como la “Biblia”; de índole jurídico-legal como
el “Código de Hammurabi” o anecdótico como el caso de la “Historia de los jueces de Córdoba”, desarro-
llaron básicamente ideas respecto de la justicia y su funcionamiento. Fue durante los siglos xii y xiii que
surgió en Bolonia la escuela judicialista, a la que hoy en día le debemos la división del proceso en fases,
llamadas en ese entonces “tiempos”, así como la introducción del principio de preclusión en el proceso. En
cuanto a la escuela practicista, ésta se caracteriza por ver al proceso como un arte y no como una ciencia,
sin método, donde abundan los trabajos con opiniones forenses del proceso, mezclando conceptos de ca-
rácter procesal con los de derecho sustantivo. El procedimentalismo (fase intermedia entre el practicismo
y el procesalismo científico), surgió gracias a la Revolución francesa y a la Codificación napoleónica. Las
obras publicadas en dicho periodo circundan básicamente sobre conceptos como la organización judicial,
competencia y el procedimiento. Los estudios que se realizan son meramente descriptivos, sin realizar
planteamientos teóricos respecto de los tópicos estudiados; se habla de la escuela “exegética”. Finalmente,
en el procesalismo científico, que surge hacia mediados del siglo xix, se observa al proceso ya como una
ciencia, desterrando por completo las concepciones privatistas del mismo y se abre paso a la independencia
del derecho procesal respecto del derecho material. Francessco Carnelutti (Italia, 1949) por su parte, en
su obra Sistema de derecho procesal civil explica que el desarrollo de la ciencia procesal italiana se basa
en cuatro periodos a saber: i) La escuela exegética, inspirada en la corriente exegética francesa (predo-
minio de los comentarios a los preceptos legales); Borsari, (Italia, 1872), Ricci (Italia, 1876) y Cuzzeri
(Italia, 1908); ii) el periodo de las teorías particulares, donde la investigación descansa en la búsqueda
de principios relativos a las instituciones en particular; Mattirolo y Mortara (Italia, 1902-1906); iii) el
periodo de la teoría general del proceso de conocimiento en el cual de manera dogmática se realiza la
sistematización (escuela sistemática [1872-1937]) de los principios relativos únicamente al proceso de
conocimiento, siguiendo a la escuela alemana de Wach, desarrollado por Giuseppe Chiovenda; Principios
(Italia, 1913-1923) e Instituciones (Italia, 1933 y 1934) y; finalmente, iv) el periodo de la teoría general
del proceso, donde se logra la síntesis de los principios del derecho procesal, estudiando cualquier tipo de
proceso bajo una “unidad”; Carnelutti, Lecciones (Italia, 1920-1931) y Sistema (Italia, 1943). Carnelu-
tti, Francessco, Sistema de derecho procesal civil, Editorial Cárdenas, t. I, México, pp. 4 y ss.
  El estudio del proceso como una ciencia que se compone de conceptos e instituciones que le dan indepen-

dencia de otras ramas del derecho se debe gracias a tres eventos excepcionales. El primero de ellos lo fue
la discusión sostenida por los alemanes Windscheid, Bernhard y Muther, Theodor, (Alemania, 1856) res-
pecto del actio romana, en donde gracias al concepto de pretensión (anspruch) introducido por Windscheid
y la dirección de la acción hacia el Estado y no hacia el particular señalada por Muther, se logra dar paso
a las teorías modernas de la acción que la conciben ya como un derecho autónomo del derecho subjetivo
material deducido en juicio. Windscheid y Muther, Polémica sobre la actio, ejea, Buenos Aires, 1974.
Por otra parte, en 1868 se publica en Gissen Alemania el libro del maestro Oscar von Bülow (Alemania,
1868) Excepciones y presupuestos procesales. Tal obra permite apreciar al proceso como una relación ju-

350  alegatos, núm. 66, México, mayo/agosto de 2007


La dialéctica procesal..., pp. 349-376

Por ello, a diferencia de los exegéticos que estudiaban el derecho procesal como
un mero procedimiento, los científicos procesales hacían teoría del derecho procesal,
profundizando en los conceptos, instituciones, fundamentos y principios que armoni-
zaban el espíritu de la ciencia más joven del Derecho.
De ahí que procesalistas de dicha corriente como Wach, sostenían que antes de
ejercer el arte de la abogacía o de la jurisdicción, se tenía que estudiar el espíritu del
derecho procesal, polémica que sostuvo para enfrentarse a los detractores de dicha
posición que establecían que no se podía estudiar el derecho procesal bajo teorías,
sino bajo prácticas, es decir, que solamente en el ejercicio forense se podía entender
el derecho procesal.
Este tratamiento del derecho procesal como ciencia, bajo el desarrollo de teorías,
permite conocer su profundo espíritu dialéctico (abstracto y especulativo), en torno
a la discusión, la crítica, la propuesta renovable para el conocimiento integral de este
mundo del Derecho, integrado por nuevas categorías jurídicas que se encuentran
reguladas por diversas y distintas instituciones jurídicas, en franca división científica
con el derecho material sustantivo.

rídica procesal pública, autónoma de la relación jurídica material, forzosa por encontrar su fuente en la ley
y compleja gracias a los sujetos que intervienen en ella y a las instancias en las que se desarrolla. Bülow,
Excepciones y presupuestos procesales, Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal, México, 2001.
Por último, el evento que estableció determinantemente la concepción del proceso como una ciencia lo fue
la prolusión de Chiovenda (Italia, 1903) en la Universidad de Bolonia el 3 de febrero de 1903, bajo el título
de La acción en el sistema de los derechos donde al exponer que la acción es un derecho potestativo que no
tiene correlatividad, otorga al mismo tiempo independencia al proceso del derecho material, toda vez que
como él lo explica, el proceso descansa en dos pilares que le dan autonomía, la acción y la relación jurídica
procesal. Chiovenda, La acción en el sistema de los derechos, Temis, Colombia, 1986.
  Fue en 1920 cuando Zitelmann sostuvo en el congreso de estudiantes de Göttingen que “emprender el estu-

dio del derecho procesal sin conocer previamente el proceso de un modo práctico, es tan inconcebible como
pretender nadar en terreno seco, mediante fórmulas teóricas”, ante tal afirmación fue que el Maestro Adolf
Wach replicó, en lo conducente: “... todo el derecho es creación del espíritu, es un pensamiento, que no
cabe ver ni aprender...”. “...la contemplación aislada no da respuesta alguna; sólo quien conozca el derecho
procesal, conocerá el proceso”, y, por tanto, el estudio de aquél tiene que preceder a la preparación práctica,
para que pueda ser entendido en conjunto y en cada una de sus manifestaciones...” Cita extraída del prólogo
al libro Manual de derecho procesal civil (Handbuch), Wach, Adolf (Alemania, 1885), Cárdenas, México,
1977, p. XXVIII.
  Para James Goldschmitd (Alemania, 1925), las categorías procesales dependerán de los nexos jurídicos

que tengan las partes durante todo el procedimiento. Así que, quien realice regularmente todos los actos
procesales tendrá una expectativa de una sentencia favorable; y como consecuencia de ello, dicha parte se
encontrará en la posibilidad de proporcionarse mediante su actuación una ventaja procesal para allegarse
finalmente de una posibilidad u ocasión procesal frente al contrario. Por otro lado, quien en su actuación
durante el proceso dependa únicamente de las omisiones de actos procesales tendrá por lo regular una pers-
pectiva de una sentencia desfavorable y en consecuencia de ello tendrá siempre una carga procesal, puesto
que buscará evitarse el perjuicio ya vislumbrado en la sentencia definitiva y sólo excepcionalmente la propia
ley puede perdonarle la carga impuesta por medio de una dispensa de carga. Goldschmidt, Principios ge-
nerales del proceso, Editorial Obregón Heredia, México, 1983, pp. 30-36.

351
Sección Artículos de Investigación

Esta concepción científica del proceso trae consigo el surgimiento de tratadistas,


escuelas, posiciones que hacen del derecho procesal sin necesidad de llevarlo al te-
rreno práctico, todo un campo de reflexión, tanto científico como filosófico, al grado
de que algunos personajes teóricos nunca necesitaron ejercer la abogacía o la jurisdic-
ción como arte o técnica del derecho procesal para comprender, explicar y desarrollar
con profundidad y pasión el mismo.
Así es como nace y se desarrolla, el foro científico procesal (distinto del foro de
los tribunales), donde se especulaba por medio de prolusiones, ensayos, artículos y
tratados.
Comienza a cobrar importancia y relevancia la investigación científica, la contem-
plación histórica, los discursos procesales; la dialéctica como fuente de discusión,
para abrir caminos de un nuevo Derecho que había sido tratado únicamente por cuan-
to a su exterior, por cuanto a su forma, por cuanto a su diseño, pero nunca respecto de
su interior, de su corazón.
Entonces, se logra así la excelsitud científica con el desarrollo de temas apasio-
nantes, tales como:

La discusión Windscheid/Muther (1856) en torno a la polémica de la actio



romana, misma que dio pauta a la autonomía de la acción, haciendo surgir en
Alemania, la escuela moderna bajo dos corrientes alrededor de la naturaleza de

  Entre otros distinguidos procesalistas podemos mencionar al alemán Goldschmidt, al español Alcalá Za-
mora, al argentino Hugo Alsina y al uruguayo Eduardo J. Couture quienes netamente fueron investiga-
dores y profesores de cátedra del derecho procesal, pero no tenemos referencia alguna de que hayan sido
abogados litigantes, jueces o magistrados jurisdiccionales; salvo Goldschmidt quien durante la primera
gran guerra fue presidente de un tribunal arbitral (no jurisdiccional) para cuestiones económicas, de energía
y de comercio exterior.
  La dialéctica ha sido entendida desde dos concepciones distintas. Desde el punto de vista discursivo, la

dialéctica consiste “en refutar la tesis del adversario sin arriesgar tesis propias, mediante preguntas que lo
induzcan a una contradicción y en razón de ella afirma la falsedad de las tesis originales”. Del Palacio Díaz,
Alejandro, La utopía de la razón, la filosofía del derecho y del Estado de Hegel y el materialismo Histórico,
Fontamara, México, 1989, p. 11. Así, Aristóteles la ha definido como “el razonamiento en el que sentadas
ciertas cosas se da a la vez, a través de lo establecido, algo distinto de lo establecido”. Apuntes tomados de
la cátedra impartida en la Universidad Panamericana por el Dr. Roberto Ibáñez Mariel en el Doctorado
por Investigación, 2005-2007. Por otro lado existe otra acepción de dialéctica concebida como una forma
de alcanzar el conocimiento absoluto definida por Hegel: “como el principio motor del concepto que hace
posible el movimiento esencial del pensamiento.” George Wilhelm, Friedrich Hegel, parágrafos 31 y 140
f), Filosofía del derecho, Casa Juan Pablos, México 2004, pp. 61 y 145.
  Haciendo una comparación de las escuelas practicista y procedimentalista (conocimiento empírico del de-

recho procesal) con la procesalista (estudio científico del derecho procesal), el Maestro Alcalá Zamora a
manera de metáfora establece: “...que si bien el procedimentalista se detiene en la anatomía del fenómeno
procesal, el procesalista científico penetra en su fisiología”. Alcalá Zamora, Estudios..., op cit, p. 299.

352  alegatos, núm. 66, México, mayo/agosto de 2007


La dialéctica procesal..., pp. 349-376

la acción: (i) Abstracta, a través de sus precursores Plósz, Leipzig y Degenkolb


(1880) y (ii) Concreta, mediante sus precursores Muther y Wach (1885).
 El desenvolvimiento, bajo dicha autonomía, respecto de la teoría de la rela-
ción jurídica procesal y la integración al proceso del concepto “presupuesto
procesal”, que tristemente nunca pudo lograr llevar a la legislación alemana el
Maestro Bülow (1868), inclusive, que actualmente todavía no se acaba de en-
tender, ni regular correctamente, dada su profundidad y complejidad, diría yo,
más bien su grandiosidad.
 La crítica, que en su momento realizó Goldschmidt (1925) a la teoría de la
naturaleza del proceso como una relación jurídica procesal en razón de su posi-
ción, de que el proceso más bien es una situación jurídica procesal, advirtién-
dose nuevas categorías procesales, las cuales cabe decir hoy en día rigen las
relaciones de los sujetos en el proceso.
Respecto de ambas teorías (relación y situación jurídica), el español Alcalá Za-
mora (1947) y el argentino Hugo Alsina (1952), coincidieron en la propuesta de
fusionarlas siguiendo los lineamientos de los alemanes Josef Kolher y Rosen-
berg.10
 La estructura básica del proceso sostenida por dos pilares (la acción y la rela-
ción jurídica procesal) atento a lo expuesto por el Maestro Wach (1885; 1888)
y que fue la inspiración para muchos procesalistas, como el italiano Giussep-
pe Chiovenda quien influenciado por dicha doctrina y la codificación alemana
(Klein) hizo surgir el procesalismo científico en Italia con su famosa prolusión
en Bolonia (1903).

  La polémica respecto del actio romana sostenida entre Windscheid y Muther fue la que marcó la separa-
ción entre los estudios de carácter histórico de tal concepto y los realizados en la dogmática moderna. Así,
la doctrina de Windscheid fue la de la pretensión, vista ésta desde el plano sustancial que le da contenido a
la acción, de modo que esta última sólo puede ser analizada desde el punto de vista procesal. Por su parte, el
argumento constructivo expuesto por Muther frente a las ideas de Windscheid logra establecer que la ac-
ción es un derecho que se dirige al Estado, quien tiene frente al ciudadano una obligación de tutela jurídica.
Polémica, op cit, p. 5 y ss.
  En 1868 se dio a luz el afamado libro de Bülow, Excepciones y presupuestos procesales. En tal obra, el

Maestro sostiene que el proceso es una relación jurídica procesal pública, autónoma, forzosa y compleja.
Para integrar la Relación Jurídica Procesal se deben acreditar sus elementos constitutivos a los que Bülow
decidió denominar “presupuestos procesales”. Bülow, op cit., pp. 1-17.
10 Véase Alsina (Argentina, 1943): La teoría de la situación jurídica no se opone, antes bien, se integra al

concepto de la relación jurídica. Revista de derecho procesal, año X (1952), siguiendo a Piero Calaman-
drei (Un maestro del liberalismo procesal, Rev, Der, Proc, (A), 1951, p. 162). También consúltese Alcalá
Zamora, Niceto cita 195 del Proceso autocomposición y autodefensa (1947) unam, México 1991. Igual-
mente, véase a Leonardo Prieto Castro en su tratado, tomo I, página 15, citado por Hugo Alsina (nota a pie
de página 12/1) p. 424 de su obra Tratado teórico práctico de derechos procesal civil y comercial, tomo I
(1941-43). ediar Editores. Buenos Aires, segunda edición, 1963. Por último, ante las críticas de los alema-
nes Kolher y Rosemberg, el mismo Goldschmidt en su obra Principios…, op cit., pp. 40 y 41.

353
Sección Artículos de Investigación

En la misma, Chiovenda considera como base de la estructura de la ciencia


procesal, tres conceptos fundamentales (acción, jurisdicción y el proceso), de-
sarrollados por su discípulo Piero Calamandrei (1943) en su magna obra Insti-
tuciones; y lo que años después fue reconocido como la trilogía estructural del
proceso gracias al argentino Ramiro Podetti (1944).
Dicha trilogía fue agresivamente debatida por Alcalá Zamora (1947) al señalar
que, más bien, dicha estructura pareciera ser un trípode desvencijado por la
especulación existente alrededor de los tres referidos conceptos.11
 El talento de Francessco Carnelutti (1936) cuyas magnas obras (Sistema e Ins-
tituciones), circundaron sobre el concepto del “litigio”.
Perteneciente a la corriente abstracta de la acción, opositor de Chiovenda; ro-
mántico, ni una sola nota bibliográfica en su obra Sistema; postula la existencia
de una “Teoría General del Proceso”.
Junto con Calamandrei y Redenti forma el triunvirato, apoyados por Conforti,
para forjar el nuevo código de procedimientos civiles italiano (1940).12
 La agresividad y la soberbia de Ugo Rocco (1951) en la crítica acerca de las
teorías de la escuela moderna sobre la naturaleza de la acción (concretas y abs-
tractas) para concluir que la más aceptable es la que él propone.13
 La influencia del procesalismo científico de la doctrina alemana y sobre todo
de la doctrina italiana que fue exportada a Latinoamérica, principalmente por
los españoles Sentís Melendo (en Argentina); y Alcalá Zamora (en México) así
como por el italiano Liebman (1935), este último discípulo de Chiovenda, fun-
dador de la escuela procesal de Sao Paulo (Brasil).

11 En efecto, Alcalá Zamora en su obra Proceso, autocomposicón y autodefensa, señala dicha imprecisión en
los siguientes términos: “...del proceso sabemos dónde está, pero no lo que es (si una relación o una situa-
ción jurídica, etc); de la jurisdicción conocemos lo que es, pero no dónde está (si en el derecho procesal o en
el constitucional); y de la acción ignoramos lo que es (pugna entre las teorías abstractas y las modernas) y
dónde está (si en el campo del derecho material o en el del derecho procesal)”. Alcalá Zamora, Proceso...,
op cit., pp. 103 y 104.
12 Carnelutti, Enrico Redenti, Calamandrei y Conforti conformaron la comisión redactora del proyecto del

Codice de Procedura Civile. Código que tuvo vigencia en Italia desde 21 de abril de 1943, para ser refor-
mado en 1948 y 1950. Alcalá Zamora Estudios..., op. cit., p. 315.
13 En efecto, Ugo Rocco (Italia, 1951) siguiendo los lineamientos de la teoría abstracta de la acción, define a

ésta como “...el derecho de pretender la intervención del Estado y la prestación de la actividad jurisdiccio-
nal, para la declaración de certeza o la realización coactiva de los intereses (materiales o procesales) tute-
lados en abstracto por las normas de derecho objetivo”. De tal definición puede apreciarse que el maestro
italiano concibe al derecho de acción como un derecho subjetivo público individual que le corresponde a
todo ciudadano por existir hacia ellos la obligación del Estado de prestación de la garantía jurisdiccional.
  De esta manera, Ugo Rocco afirma que el derecho de acción es un derecho preprocesal y procesal; ya
que el ejercicio del derecho de acción implica dos actividades fundamentales; la primera tendiente a la
constitución del proceso (preprocesal); y, la segunda tendiente a su desenvolvimiento (procesal). Rocco,
Ugo, Tratado de derecho procesal civil, Temis, t. I, Colombia, Primera edición 1969, pp. 154-189

354  alegatos, núm. 66, México, mayo/agosto de 2007


La dialéctica procesal..., pp. 349-376

Dicha influencia se extendió por todo el Continente americano haciendo surgir


figuras del procesalismo científico entre otros como el uruguayo J. Couture,
reconocido por su obra Fundamentos (1942), donde propone el traspaso de las
teorías concreta y abstracta de la naturaleza de la acción a las excepciones; así
como su clasificación mixta respecto de las excepciones procesales.
Igualmente, se consideran al argentino Hugo Alsina (1943) quien profundiza
en diversos conceptos procesales como la “prejudicialidad”; así como a Hum-
berto Briseño Sierra (1969), único procesalista mexicano que aporta una teoría
sobre la naturaleza de la acción: “la acción como instancia proyectiva”, si-
guiendo la posición abstracta.14
 La dialéctica diacrónica al retomar los procesalistas españoles de la era post-
modernista (Gómez Orbaneja y De la Oliva, entre otros), la teoría de la natu-
raleza de la acción como tutela concreta, siguiendo los lineamientos de Wach
(1889).
Por tales circunstancias cuestionan la influencia que ha tenido en la doctrina
española la teoría de la abstracción de la acción (Alcalá Zamora, Fiaren Guillén,
De la Plaza y Prieto Castro, entre otros).15

Y así, podemos seguir sin cansarnos de nombrar y renombrar a grandes procesa-


listas científicos que se detuvieron en el diálogo y en la crítica para la propuesta y
desarrollo de conceptos fundamentales e institucionales.
Los procesalistas científicos han sido de una enorme influencia y contribuido a la
madurez del derecho procesal, ya en su estadio de ciencia y que, inclusive, han tenido
trascendencia al terreno del ejercicio profesional.
A tal grado, que en años recientes la Suprema Corte de Justicia mexicana ha acep-
tado oficialmente (ya que de hecho y desde años atrás, el Poder Judicial Federal ha
venido citando la doctrina en tesis y jurisprudencia), que los jueces puedan utilizar la
doctrina tanto sustantiva como procesal, como auxiliar para resolver las controver-
sias al dictar las sentencias respectivas.

14 El gran Maestro mexicano concibe a la acción como un derecho que se proyecta en el curso del proceso
puesto que la dirección del acto provocatorio lleva hasta un tercer sujeto, por lo que cuando se acciona
resultan vinculadas tres personas (accionante, juez y reaccionante). Lo anterior nos hace entender la natu-
raleza dialéctica del proceso, como una lucha de pretensiones en movimiento: “Acciona el actor cuando
demanda, cuando prueba y cuando alega, como acciona el demandado cuando prueba, cuando recurre,
cuando contrademanda, cuando prueba y alega su reconvención”. Briseño Sierra, Humberto (México,
1969), Derecho procesal, t. II, Cárdenas, México, 1969, pp. 205 y ss.
15 Sobre la teoría de la acción como tutela concreta véase el libro La pretensión de declaración, de Adolf

Wach (Alemania 1889), ejea, Buenos Aires, 1962. Asimismo, respecto de la nueva posición de los pro-
cesalistas españoles, consúltese el artículo de la autoría de Eduardo Ferrer Mac-Gregor Poisot (México
1999), Sobre la naturaleza jurídica de la acción, en Revista Cuadernos Procesales, núm. 5, año III, julio de
1999, unam, México.

355
Sección Artículos de Investigación

Dicha doctrina está básicamente influenciada por su etapa moderna del procesalis-
mo científico.16
En efecto, desde hace años, nuestro más alto tribunal para la interpretación de prin-
cipios, y de diversas instituciones procesales necesarias para la solución de circuns-
tancias o conflictos, se ha venido apoyando en diversos tratadistas del procesalismo
científico.17
Como lo observamos, la dialéctica es la base del procesalismo científico por su
carácter especulativo, abstracto y especializado, donde intervienen conocedores de
la materia con el propósito de dialogar bajo cuestionamientos y críticas, sosteniendo
posturas doctrinales respetables.
Pero también como lo señalaba el Maestro Redenti, el proceso en su estructura
es dialéctico. 18
En efecto, la característica contradictoria del proceso (auditur altera pars) nos
lleva a su naturaleza dialéctica y por medio de la misma se desarrolla dicho proce-
dimiento jurisdiccional.
Por ende, podemos sostener que el proceso bajo su estudio científico y bajo su
desarrollo técnico, es dialéctico.

16 Al respecto, es aplicable la tesis LXIII/2001, de la Segunda Sala de la Suprema Corte de Justicia de la


Nación, que puede consultarse en la página cuatrocientos cuarenta y ocho, del tomo XIII, mayo de dos mil
uno, del Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, que dice: “DOCTRINA. PUEDE ACUDIRSE
A ELLA COMO ELEMENTO DE ANÁLISIS Y APOYO EN LA FORMULACIÓN DE SENTENCIAS,
CON LA CONDICIÓN DE ATENDER, OBJETIVA Y RACIONALMENTE, A SUS ARGUMENTACIO-
NES JURÍDICAS.”
17 Como ejemplo podemos citar las siguientes tesis donde involucran a distintos procesalistas de dicha corrien-

te: “LITIS. CONCEPTO ESTRICTO DE ESTA INSTITUCIÓN PROCESAL EN EL DERECHO MO-


DERNO.” (Carnelutti); “ACCIÓN, DERECHO SUSTANTIVO COMO ELEMENTO DE LA.” (Chio-
venda, Calamandrei y Micheli); “DESISTIMIENTO EN ESCRITO PRIVADO. DEBE RATIFICARSE
O PERFECCIONARSE POR OTROS MEDIOS.” (Chiovenda, Alsina y Devis Echandia); “TERCEROS
EXTRAÑOS, ACEPTACIÓN DE.” (Podetti); “SENTENCIA, NATURALEZA DE LA.” (Couture); “IN-
CIDENTE DE FALTA DE PERSONALIDAD EN MATERIA LABORAL. ETAPAS PROCESALES Y
PLAZO EN EL QUE PUEDEN HACERSE VALER.” (Von Bülow); “PRECLUSIÓN PROCESAL EN
EL PROCEDIMIENTO CIVIL. CONCEPTO.” (Guasp, Carnelutti, Chiovenda).
18 El proceso, ahora se sabe, puede ser entendido como una relación jurídica en la que intervienen, normal-

mente, las partes (actor y demandado) y el juzgador; mismos sujetos procesales que por su diverso interés
en el proceso ocupan variadas posiciones en el diálogo de la contienda. Esta cambiante en las acciones y
reacciones de los sujetos en el proceso es a lo que se debe el carácter dialéctico del mismo. Al respecto
Calamandrei (Italia, 1943), citando al maestro Redenti (Italia,1938), en su obra Instituciones de derecho
procesal civil refiere lo siguiente: “Estos actos realizados por diversas personas se vinculan entre sí, como
componentes de un procedimiento único e individualizado, no ya por su exterior aproximación espacial y
temporal, y no sólo por su conexión teleológica; sino también porque desde el inicio hasta el final de la serie,
cada uno de ellos nace como consecuencia de aquél que lo ha precedido, y, a su vez, obra como estímulo
del que sigue”. Calamandrei, Instituciones de derecho procesal civil, t. I, ejea, Buenos Aires, 1986, pp.
333-334. Véase también a Redenti Derecho procesal civil, t. I, ejea, Buenos Aires, 1957.

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La dialéctica procesal..., pp. 349-376

Por medio de dicha dialéctica procesal se entenderá el verdadero espíritu procesal.


En tal virtud, el complejo procedimiento que implica el proceso jurisdiccional, se
debe de comprender bajo un análisis profundo de sus etapas dialécticas, conjuntando
el estudio científico con el técnico, es decir, la teoría con la práctica.
Así, el desenvolvimiento procesal nos permitirá ordenar los tiempos de estudio
de cada concepto y estructura desde la etapa de preexistencia de proceso hasta su
culminación.
Mediante este sistema o método (que ahora llamamos dialéctico) pretendemos
resolver muchas dudas y problemas que hoy enfrentamos:

i) Tanto en la academia, con el propósito de lograr una mejor técnica de enseñanza.


ii) Como ante los tribunales, en este último caso, por una deficiente legislación
procesal ante las necesidades de una nueva y renovada administración de justi-
cia (circundando principalmente sobre el derecho procesal civil y en específico
sobre el Código de Procedimientos Civiles para el Distrito Federal).

Como estructura básica, el método dialéctico, estará apoyado sobre los dos pilares
expuestos por Wach y retomados por Chiovenda en la doctrina italiana, “la acción y
la relación jurídica procesal”,19 circundando sobre un tercer pilar, básico del siste-
ma desarrollado por Carnelutti: “la litis”.20
Al profundizar sobre estos tres conceptos principales y otros diversos accesorios
como lo son “la causa” y “las cuestiones”; “la prejudicialidad”; “el interés jurídico”;
“la pretensión”; “la excepción”; “la sentencia”; “el derecho justicial” y “la cosa juz-
gada”, entre otros, llevaremos a cabo, por medio de dicho método dialéctico, la tarea
de desarrollar el estudio del proceso con el objetivo de:

Demostrar una nueva forma académica de impartir los fundamentos del dere-

cho procesal civil.
Profundizar en el conocimiento de los conceptos, principios e instituciones

procesales del derecho procesal civil con el propósito de proponer nuevas for-
mas de entendimiento al respecto, criticando la actual legislación procesal civil
local (D.F.).
Proponer una reforma integral al Código de Procedimientos Civiles para el

Distrito Federal, bajo una nueva estructura, más simplificada, pero con la pro-
fundidad requerida y al alcance de toda la sociedad.

19 Calamandrei, Instituciones..., op. cit., p. 335.


20 Calamandrei, Instituciones..., op. cit., p. 336.

357
Sección Artículos de Investigación

Como punto de partida del método dialéctico, debemos de establecer las fases del
recorrido del mismo, tomando en cuenta su naturaleza y objetivo a perseguir de
cada una de ellas. Asimismo, dentro de cada fase debemos distinguir sus diferentes
estadios, bajo conceptos fundamentales bien definidos.
La primera y más importante de dichas fases donde se desarrolla y se juzga la
causa o mérito del asunto (cosa juzgada material) y sin la cual no pueden existir las
demás fases del proceso, la hemos distinguido como la principal.
En ella se integra la relación jurídica procesal de las partes, la cual siguiendo los
lineamientos de Wach se irá igualmente transformando hacia las dos fases siguientes.21
La segunda fase, la hemos distinguido como la accesoria donde se desarrolla y
se juzgan las cuestiones tanto de la acción como de la relación jurídica procesal;
lo que se ha denominado en la doctrina como “prejudicialidad”.22
En ella, se desarrollarán principalmente los incidentes, juicios accesorios que ten-
drán el efecto de cosa juzgada formal ya sea material (acción), ya sea procesal (rela-
ción jurídica procesal).23

21 Hablar del proceso, explica el Maestro Wach (Alemania 1885), es hablar de la relación jurídica. A tal efecto
Wach explica: “... Así como son netamente distintas la legitimación para accionar, la pretensión de tutela
jurídica dirigida a lograr una sentencia de fondo y la pretensión ejecutiva, lo son también las relaciones
procesales que se forman en ellas al efecto de su liquidación: la relación procesal en el procedimiento previo
(sobre los presupuestos procesales: procedimiento in jure), en el procedimiento principal (sobre la relación
jurídica material: procedimiento in judicio) y en la instancia ejecutiva. De ahí resulta que cuando en el
proceso se han de cumplir tres finalidades: resolver sobre el proceso, resolver sobre el fondo y llevar a cabo
la ejecución, el proceso funda, desarrolla y liquida de cualquier manera tres relaciones jurídicas procesales
relativamente independientes.”. De tal forma, se puede concluir que si bien es cierto el proceso se constituye
por una diversidad de relaciones jurídicas y éstas conforman una unidad alrededor de la relación jurídica
procesal principal, también lo es, que la relación jurídica procesal verá su desarrollo y transformación de-
pendiendo de la instancia en que se actúe y de los sujetos que en ella intervengan. Wach, Adolf, Manual…,
op. cit., pp. 64-70.
22 Al respecto Hugo Alsina (Argentina 1943) señala, al hacer referencia al silogismo como el método utiliza-

do para el dictado de las sentencias, que la sentencia es una serie complicada de deducciones que suponen
un juicio crítico en donde encuentran constante comparación la norma con las situaciones de hecho plantea-
das durante el proceso. Es en tal trabajo intelectual y crítico que hace el juzgador (y los abogados al rendir
sus alegatos) que se presentan diversas complicaciones, ya que en la mayoría de las ocasiones el juzgador
para resolver respecto de la causa llevada a juicio se enfrenta también a cuestiones respecto de las cuales es
necesario que se pronuncie previamente, por depender de éstas la decisión respecto del mérito del asunto.
Tal fenómeno es el que recibe el nombre de prejudicialidad. Dicha institución procesal fue clasificada por
el Maestro argentino en tres diversos grados a saber: “... a) Cuando el proceso se desenvuelve en forma
llana, sin contradicción del demandado, no ofrece más que puntos prejudiciales. b) Cuando el punto es
controvertido nace la cuestión prejudicial (de donde el nombre de “incidente” que debe ser resuelto por el
mismo juez, pero sin efecto de cosa juzgada). c) Cuando prejudicialmente debe ser resuelta por disposición
de la ley o a propuesta de las partes otra causa [...] por el mismo juez o por otro de distinta jurisdicción, con
efecto de cosa juzgada (principaliter), nace la causa prejudicial. Punto, cuestión y causa prejudicial son
los tres grados de la prejudicialidad...” Hugo Alsina, Las cuestiones prejudiciales en el proceso civil, ejea,
Buenos Aires, 1970, pp. 15-19.
23 Para mayor profundidad véase el artículo de mi autoría “Los incidentes en el proceso civil”, revista Alega-

tos, núm. 59, enero-abril, 2005, pp. 157 y ss.

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La dialéctica procesal..., pp. 349-376

La tercera y última fase, la hemos distinguido como la impugnativa, donde se


desarrolla y se juzgan las revisiones por los errores jurisdiccionales. Aquí, la rela-
ción jurídica procesal de las partes tiene un cambio trascendental: aparece la figura
del juez de revisión que vendrá a juzgar los actos del juez de decisión.24
Como se observará, en cada una de estas fases la dialéctica será diversa, más
bien como diría Carnelutti la litis será distinta y bajo la enseñanza de Chiovenda la
dirección de la acción en cada una de ellas será diferente.25
A su vez, si bien las pruebas al efecto, se regirán por los principios universales
procesales, serán distinguidas dentro de dichas fases como principales, accesorias
o impugnativas.
Las sentencias se advertirán como definitiva para la principal, interlocutorias
para las accesorias y de revisión para la fase impugnativa; los juicios por ende, se
conocerán como del principal; accesorios o impugnativos.
Los intereses procesales serán diversos, por ejemplo en el principal y en los acce-
sorios serán declarativos y de ejecución, estos últimos ocasionalmente; y en la fase
impugnativa, serán meramente declarativos.
Así, podemos entender que el proceso es una larga carretera principal con rami-
ficaciones hacia lo accesorio y lo impugnativo, todas las cuales corren en paralelo a
partir de que se integra la relación jurídica procesal.26
En su dialéctica, tendremos discusiones en razón de sus respectivos conflictos in-
tersubjetivos de intereses jurídicamente calificados, mismos que versarán sobre:

i) La causa, fondo o mérito del asunto (principal).


ii) Las cuestiones formales de la acción y/o de la relación jurídica procesal (acce-
soria).
iii) Los errores jurisdiccionales cometidos en las dos fases anteriores persiguiendo
un reacertamiento, anulación o regularización (impugnativa).

24 Al efecto véase mi artículo “La instancia procesal impugnativa civil (teoría de la impugnación)”, revista
Alegatos, núm. 58, septiembre-diciembre; uam, México, 2004, pp. 391 y ss.
25 Chiovenda expone “...a la división fundamental de los derechos en derechos dirigidos a una prestación, y

potestativos, corresponde la división de las sentencias en sentencias de condena, y constitutivas, según que
el bien a que se dirige la acción sea de naturaleza que pueda realizarse también fuera del proceso mediante
la prestación de una obligación, o bien, consiste en la modificación del estado jurídico existente”. Chioven-
da, Curso de derecho procesal civil, Pedagógica Iberoamericana, México, 1995, p. 71.
26 La Relación Jurídica Procesal se integra a través del emplazamiento, consúltese entre otras tesis y juris-

prudencias las siguientes: “EMPLAZAMIENTO...” Novena época, Primera Sala; 1ª/J58/2001; “JUICIO
CIVIL...” Novena época; Tribunales Colegiados de Circuito; III.1º.C.144C; “EMPLAZAMIENTO POR
EDICTOS...” Novena época; Tribunales Colegiados de Circuito; VI.2º.C.176K; “DESISTIMIENTO DE
LA DEMANDA...” Octava época; Tribunales Colegiados de Circuito; apéndice 2000; t. IV, civil, P:R:
TCC.

359
Sección Artículos de Investigación

Por lo tanto, los tres planos o fases de la dialéctica procesal del proceso, son: la
dialéctica principal; la dialéctica accesoria y la dialéctica impugnativa.
Desarrollaremos entonces las tres fases aludidas sin pretender profundizar en los
conceptos lo que será materia de distintos ensayos, puesto que el propósito de éste
será meramente enunciativo hacia la comprensión de dicho método dialéctico.
Para delinear la fase dialéctica principal27 seguiremos ciertos lineamientos doc-
trinales.
El primer concepto, siguiendo la escuela de Carnelutti, es “el conflicto de intereses
jurídicos protegidos materiales”,28 el cual lo divide en dos momentos o estadios:

El conflicto de intereses jurídicos, cuya composición se pretende lograr en el



estadio del derecho.
El conflicto de intereses jurídicos, cuya composición se pretende lograr en el

estadio del proceso.

1. ¿Cuál es la diferencia?
El primer conflicto de intereses jurídicos se distingue porque existe entre las partes
una coordinación de voluntades pretendiendo que la composición del conflicto se
logre por el cumplimiento coordinado de las obligaciones emergentes en el plano del
Derecho.
En este primer conflicto nace la relación jurídica material.
El segundo conflicto de intereses jurídicos se distingue por una pugna de volun-
tades (resistencia pretensión resistencia), que hace nacer el concepto del
“litigio” y cuya composición se pretende lograr por medio de ciertos mecanismos
legales creados para ello (autocomposición y heterocomposición),29 adentrándose

27 Siguiendo las ideas de Hegel, el método dialéctico consiste en afirmar, revolucionariamente, que la verdad
no surge de la identidad, sino de la oposición, ya que para éste, de la oposición de dos términos surgirá un
tercer término. Xirau, Ramón, Introducción a la historia de la filosofía, unam, México, 1983, p. 297. De
esta manera, en la instancia principal, el movimiento dialéctico partirá de la pretensión, considerada ésta
como la antítesis, porque la misma supone la causa por la transgresión a un precepto legal en virtud de la
inobservancia de la conducta en él estatuida (negación), para encontrar en el proceso, gracias al contradicto-
rio, su tesis en la resistencia del demandado, quien refuta la pretensión excepcionándose frente a la causa,
ya sea negándola o afirmándola pero, en este último caso, oponiendo un derecho (contraderecho) más
fuerte frente a ésta. Finalmente, ante las dos posiciones opuestas (antítesis-tesis) surgirá, en la sentencia, la
verdad justicial respecto de la causa llevada al proceso (síntesis). A tal método hemos decidido reconocerlo
como: “El método dialéctico de refutación.”
28 Carnelutti, Sistema..,.t. I, op. cit., p. 29.
29 Alcalá Zamora (México 1947) define a la autocomposición como “el instrumento para la solución del

conflicto de manera parcial (frente a la imparcialidad)”, ya que en la solución del conflicto uno (unilateral)
o ambos (bilateral) litigantes consienten el sacrificio de su propio interés.

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La dialéctica procesal..., pp. 349-376

al campo paraprocesal o de equivalencia jurisdiccional (renuncia; sometimiento;


transacción y arbitraje);30 o inclusive ya en el plano del proceso jurisdiccional (de-
sistimiento, allanamiento, convenio judicial y sentencia).
En este segundo conflicto nace la relación litigiosa material.
Si bien, en ambos casos existe como común denominador: “el conflicto de inte-
reses jurídicamente protegidos”, en el estadio del derecho existe una coordinación
de la voluntad (relación jurídica material) de los interesados para la composición del
conflicto.
Como ejemplo tendríamos la celebración de un contrato de compraventa sobre un
bien determinado, donde el vendedor tendrá el derecho (interés protegido propio) de
recibir el precio pactado en dicho contrato por la obligación del comprador (interés
protegido ajeno tendiente a coordinarse para cumplir con el diverso interés).
A su vez, el comprador tendrá el derecho (interés protegido propio) de recibir la
transmisión de la propiedad y posesión del bien como obligación de parte del ven-
dedor (interés jurídico ajeno tendiente a cumplir con el interés diverso en coordina-
ción).
Empero, si alguna de las partes no cumple cabalmente con sus obligaciones al
efecto, existirá un rompimiento de la relación jurídica material (causa litigiosa o cau-
sa contenciosa) que se traduce propiamente hablando en una pugna de voluntades:
nace el “litigio”.
Por ende, el interés jurídico de tener derecho a una prestación toma otra dirección,
la del interés jurídico de tener derecho a la exigencia de una sanción por medio de
la pretensión (anspruch).31

  Por otro lado, define también a la heterocomposición como “la solución imparcial del conflicto por un
tercero (ajeno a la controversia)”. Alcalá Zamora, Niceto, Proceso..., op. cit., pp. 13-19.
30 La solución de la pugna de intereses puede verse también en el plano paraprocesal; es decir, que en diversas

legislaciones existirán medios alternativos para la solución del litigio, que si bien es cierto no tienen las
características de la función jurisdiccional, también lo es que cumplen con su finalidad de dirimir conflictos
de relevancia jurídica, tales medios son denominados por Carnelutti (Italia 1933) como equivalentes juris-
diccionales y ejemplo de ellos se pueden enunciar la transacción, la renuncia, la conciliación, la autocom-
posición del litigio, el arbitraje, etc. Carnelutti, Instituciones de derecho procesal civil, Librería El Foro,
Buenos Aires, 1997, pp. 109 y ss.
31 En mi concepto, el interés jurídico parte de la base de la existencia de un derecho legítimamente tutelado

personal, directo y actual que al ser transgredido; ya sea por el particular (en el orden privado) o por la au-
toridad (en el orden público), faculta al transgredido o a los transgredidos (litisconsorcio), para acudir ante
el órgano jurisdiccional demandando la restitución a que tienen derecho, lo que se traduce en “el poder de
exigencia jurisdiccional” (interés jurídico en segundo plano, como medida o limite de la acción).
  Windscheid (Alemania 1856) define a la pretensión (anspruch) como el equivalente moderno del actio
romana. De manera que concibe a la primera como una situación jurídica sustancial, distinta del derecho de
acción en sentido procesal. La pretensión entonces, deriva en el proceso mediante la acción (la pretensión
es el priuss y la acción es el posterius). En tal concepto, la pretensión no es entendida como un acto diri-
gido al deudor, sino como una pretensión jurídica tutelada por el ordenamiento jurídico que prescribe las
pretensiones jurídicamente perseguibles, tomando en cuenta que su base es el interés jurídico material (2a.

361
Sección Artículos de Investigación

Ese cambio de dirección del interés jurídico, a finales del siglo xviii, Federico
Carlos de Savigny, como uno de los últimos representantes de la escuela clásica sobre
la naturaleza de la acción, lo desarrollaba como el mismo derecho subjetivo material
elevado a la segunda potencia.32
Empero, años después, Muther y Wach lo ubican como elemento de la pretensión a
la tutela jurisdiccional y por lo tanto, sostienen que la acción no es el mismo derecho
subjetivo material privado, sino uno diverso porque ya no se dirige al coasociado,
sino al Estado exigiendo la tutela jurídica por violación del derecho primario.
Así, nace la “autonomía de la acción” como un derecho subjetivo público inde-
pendiente, pilar de la escuela moderna surgida en el siglo xix, siendo el parteaguas
del procesalismo científico.33

ESCUELA CLÁSICA ESCUELA MODERNA


(UN DERECHO CON DOS (DOS DERECHOS C/U
INTERESES; UNO PRIMARIO CON SU PROPIO
Y OTRO A LA SEGUNDA INTERÉS)
POTENCIA)

DSM DSM

INTERÉS INTERÉS INTERÉS INTERÉS


JURÍDICO JURÍDICO JURÍDICO JURÍDICO
COORDINADO1 EN PUGNA2 COORDINADO1 EN PUGNA1
(PRESTACIÓN) (SANCIÓN) (PRESTACIÓN) (SANCIÓN)

DSP DSP
ACCIÓN COMO
EL MISMO DSM (PRIVADO) (PÚBLICO)
A LA SEGUNDA
POTENCIA
(SAVIGNY)
PRETENSIÓN ACCIÓN

potencia) que se dirige al Estado, denominado sanción. Réplica de Windscheid a Muther en Polémica…
op. cit., p. 78.
32 Al respecto véase a Savigny (Alemania 1840) en el libro Tratado de derecho romano actual, t. IV, Supre-

ma Corte de Justicia de la Nación, México, 2005, p. 9; igualmente lo cita Windscheid,(Alemania 1856),


Polémica..., op. cit., p. 5, y lo interpreta Calamandrei Instituciones..., op. cit., p. 242.
33 En 1856 (Alemania) en un intento de demostrar que el concepto romanístico del actio no coincidía con el

de acción moderno (Klagerecht) surge la discusión de los catedráticos Windscheid y Muther, quienes sin
proponérselo logran dar autonomía a dicho concepto. Así, de la tesis sostenida por Windscheid se advierte
el concepto de pretensión en el cual ve la emanación el derecho subjetivo que será deducido en juicio. En
la crítica de Muther se aprecia el carácter público que le otorga a la acción, al establecer que ésta se dirige
hacia el Estado y no al obligado como lo entendían hasta ese momento las teorías privatistas. Comentarios
acerca de la nota extraída del prólogo hecho por Giovanni Pugliese al libro La polémica… op. cit., sobre el
actio, pp. I-VI.

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Así, vemos cómo el conflicto de intereses pasa del estadio del derecho al estadio
del proceso; observamos también cómo la relación jurídica material se vuelve de una
relación coordinada de voluntades a una relación litigiosa.
Inclusive, dicha relación jurídica material que nace en el campo del derecho puede
tener un vínculo involuntario (también reconocido como situación jurídica) que se
establece fuera de la coordinación de voluntades, pero que todavía no cae en el su-
puesto del litigio.
En el ejemplo, tenemos el nacimiento de un hijo fuera de matrimonio, donde en
principio, no existe la intención coordinada de su reconocimiento.34

2. ¿Qué sucede si el padre no desea reconocerlo?


Nace así la pugna de intereses y nace en consecuencia el litigio.
Sin embargo, si lo reconoce sin casarse necesariamente, hay coordinación de vo-
luntades, y la situación jurídica (involuntaria) se convierte en una relación jurídica
(voluntaria).
Por lo tanto, debemos de considerar como uno de los elementos constitutivos de
la acción, el vínculo jurídico (legitimación ad causam), que une a las partes en el
conflicto de intereses, tomando en cuenta cuando la acción deriva:

i) De una relación jurídica (voluntaria) como en el ejemplo de las acciones perso-


nales que provienen de una convención (acuerdo), verbigracia: compraventa,
arrendamiento, comodato, entre otros; y, su pugna respectiva por el incumpli-
miento, o en su caso por el vicio ya sea de capacidad, del consentimiento o de
formalidad.
ii) De una situación jurídica, como en el caso de la acción real reivindicatoria,
cuyo vínculo nació involuntariamente. Así, dicho vínculo, si no se compone
en el estadio del derecho, surgirá la pugna o sea, donde nunca hubo una co-
ordinación de voluntades, bajo el supuesto del despojo del bien sufrido por el
propietario.
Por último, algunas acciones del estado civil como lo es la del ejemplo referido,
de la acción relativa al reconocimiento de un hijo procreado fuera del matrimo-
nio (situación jurídica), cuyo vínculo igualmente nació involuntariamente y al
no componerse, nace la pugna (el no reconocimiento del hijo).

360 del Código Civil del D.F. establece que “La filiación también se establece por el reconocimiento
34 El Art.

de padre, madre o ambos o por una sentencia ejecutoriada que así lo declare”.

363
Sección Artículos de Investigación

Asimismo, la pugna de voluntades no necesariamente existirá en razón de una


causa contenciosa derivada de la transgresión o violación del precepto legal.
Doctrinalmente y en forma clásica, se ha establecido que el interés jurídico de
exigencia hacia la tutela jurisdiccional, se da en relación a una coincidencia entre la
norma legal y el hecho acontecido, bajo el siguiente silogismo:

Premisa Mayor Hecho específico legal (norma objetiva).


Premisa Menor Hecho específico real (caso concreto).
Conclusión Hecho específico jurídico (coincidencia entre el hecho especí-
fico real [causa contenciosa] con el hecho específico legal [nor-
ma legal]).35

Empero, esa causa contenciosa también puede derivar de una simple pugna de
intereses; es decir, donde no hay transgresión o violación del precepto legal por coin-
cidencia entre el hecho especifico real con el hecho específico legal.
En el ejemplo de una acción communni dividundu, donde la causa no necesa-
riamente parte de una transgresión del precepto jurídico, sino simplemente de una
resistencia a la pretensión de liquidar de común acuerdo la copropiedad.
Es decir, el copropietario no viola ni transgrede precepto legal alguno, solamente
está en desacuerdo respecto de la liquidación de la copropiedad, y de ahí que exista la
resistencia, es decir la pugna entre dos voluntades.

• Primera voluntad: pretensión a liquidar la copropiedad.


• Segunda voluntad: mera resistencia a liquidar la copropiedad.

Esa simple pugna de voluntades origina igualmente el litigio.

35 Elhecho específico jurídico, siguiendo a Calamandrei (Italia, 1943), es aquel elemento de la acción que
nace generalmente de la coincidencia entre el hecho específico legal y el hecho específico real, es decir,
en el derecho subjetivo invocado a través de la acción debe verificarse una concurrencia entre los hechos
históricamente ocurridos y aducidos por el actor en su escrito inicial de demanda, y las consideraciones de
hecho previstas en abstracto por las normas jurídicas.
  En tal orden de ideas, es de afirmarse que el hecho específico jurídico motivo de la transgresión del precep-
to jurídico que a su vez es materia de la causa planteada en el proceso, se actualizará al momento en que el
coasociado inobserva o se adecua a las conductas previstas en la ley sustantiva (dependiendo de si la norma
material es permisiva [Código Civil] o prohibitiva [Código Penal]). Así, se establece que en tal requisito de
procedencia de la acción debe existir siempre una relación ya sea positiva o negativa, entre el hecho y la
norma sustancial que le sirve de contenido. Calamandrei, Instituciones..., op. cit., pp. 259-261.

364  alegatos, núm. 66, México, mayo/agosto de 2007


plano del derecho plano paraprocesal plano del proceso
(RENUNCIA; SOMETIMIENTO; (DESISTIMIENTO, ALLANAMIENTO,
TRANSACCIÓN, ARBITRAJE) CONVENIO JUDICIAL, SENTENCIA)
VÍNCULO JURÍDICO
(LEGITIMACIÓN AD CAUSAM)

RJM

VOLUNTARIA INVOLUNTARIA

(RELACIÓN) (SITUACIÓN)

COORDINACIÓN PUGNA DE CAUSA INTERÉS PRETENSIÓN ACCIÓN


DE VOLUNTADES VOLUNTADES LITIGIOSA JURÍDICO
PROTEGIDO
(SANCIÓN)

TRANSGRESIÓN SIMPLE HECHO


DEL PUGNA ESPECÍFICO
PRECEPTO REAL HECHO PRIVADA PÚBLICA
JURÍDICO COINCIDENTE ESPECÍFICO
CON EL HECHO JURÍDICO
ESPECÍFICO
LEGAL

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La dialéctica procesal..., pp. 349-376
Sección Artículos de Investigación

Entonces, podemos entender que en el litigio el elemento significativo es la falta


de coordinación de voluntades, porque existe ya una discusión, una pugna, un diá-
logo de intereses opuestos; nace la dialéctica procesal en su doble plano:

i) Paraprocesal (antes del proceso) y,


ii) Procesal (dentro del proceso).

Dicha pugna dialéctica se constituirá esencialmente por la resistencia a la coor-


dinación de intereses o voluntades y la pretensión de quien tiene el interés jurídico
protegido de exigir dicho derecho subjetivo material a la segunda potencia: “la san-
ción”.
En efecto, la ley al salvaguardar todos los derechos subjetivos materiales36 tiene
dos direcciones que constituyen los dos intereses jurídicos protegidos por la misma:

Uno dirigido a la observancia de la conducta legal, resultando en una presta-



ción (obligación) bajo una coordinación voluntaria de los coasociados (todo
esto en el plano del derecho) y,
Otro dirigido a la exigencia de aplicación de la sanción por existir pugna de

intereses.

Así entonces, al estar prohibida la autotutela,37 los coasociados acuden a pedir tal
exigencia (pretensión) ante el Estado (jurisdicción) por vía del poder jurídico de la
acción.
Surge entonces el plano del proceso bajo el presupuesto del litigio.38

36 En opinión de Chiovenda (Italia, 1933) existen dos tipos de derechos, los dirigidos a una prestación (ab-
solutos y relativos; reales y personales) y los potestativos. En la primera categoría existirán los derechos
absolutos y relativos, dependiendo de los sujetos a quienes se dirige el mandato de ley. Serán absolutos
cuando a todos los sujetos se les prohíba realizar acciones en respecto de un sujeto (propiedad, servidumbre,
derecho de personalidad) y, relativos aquéllos que por nacer de una obligación se dirigen a determinados
sujetos (obligación de pago, prestación de servicios, etc.). Así mismo, se encuentran los derechos reales
que son absolutos y que garantizan por un lado, respecto de una cosa exterior propiedad del sujeto, el goce
ilimitado de disposición y, por otro lado, el goce limitado de una cosa cuya propiedad es de un diverso sujeto
(derecho sobre cosa ajena).
  También se encuentran los personales, siendo los derechos que nacen de una relación entre dos o más
personas que se obligan unas a otras a cumplir con determinada prestación. En contraposición, existen los
derechos potestativos en donde la obligación de una persona a cumplir con determinada prestación no exis-
te, son, mejor dicho, entendidos como un poder jurídico para que en su momento se actúe en consecuencia
(v. gr. revocación de un mandato; de una donación). Chiovenda, Curso…, op. cit., pp. 5-9.
37 El artículo 17 constitucional establece en lo conducente: “Ninguna persona podrá hacerse justicia por sí

misma, ni ejercer violencia para reclamar su derecho...”


38 La litis es el conflicto (intersubjetivo) de intereses calificado por una pretensión resistida (discutida). De tal

definición se desprende que el litigio tendrá dos elementos a saber: i) uno material, que lo será el conflicto
de intereses y, ii) otro formal, que lo conformarán la pretensión (exigencia de subordinación de un interés

366  alegatos, núm. 66, México, mayo/agosto de 2007


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Empero, recordemos también que antes del proceso se encuentra el plano para-
procesal, donde intervienen la renuncia; el sometimiento, el arbitraje o la transacción
como mecanismos de composición.39
En virtud de lo anterior, cuando entramos al terreno del litigio como presupuesto
del proceso (base de la dialéctica procesal), podemos advertir claramente la dife-
rencia entre el derecho subjetivo perteneciente a la relación material de naturaleza
esencialmente privada (derecho subjetivo material) y, el diverso derecho subjetivo
que nace de la pugna de voluntades, perteneciente al plano del litigio (la relación
litigiosa).
Dicha relación litigiosa, tiene dos escenarios de composición:

i) Fuera del proceso (paraprocesal) y será reconocido como un diverso derecho


subjetivo de carácter privado (pretensión) y,
ii) Dentro del proceso, como un derecho subjetivo público (acción).

Empero, en ambos casos, se rompe la posibilidad de composición del conflicto


dentro del plano del derecho.40
La siguiente gráfica nos ayudará a comprender tal situación:

PRIMER
SEGUNDO RESISTENCIA
ESTADIO
ESTADIO
DEL INTERES PLANO PLANO
DEL INTERÉS
PROTEGIDO DEL DEL
PROTEGIDO PRETENSIÓN ACCIÓN Excepción
COORDINACIÓN DERECHO LITIGIO
PUGNA DE (ANTITESIS) (TESIS)
DE
VOLUNTADES
VOLUNTADES

PLANO PLANO
PARAPROCESAL DEL
PROCESO

ajeno a un interés propio), y la resistencia (será la no adaptación a la subordinación de un interés propio al


interés ajeno). Carnelutti, Instituciones del proceso civil, op cit, vol. I, p. 28 y sigtes.
39 Al efecto, nos remitimos a la cita 30 en la cual se trata a los equivalentes jurisdiccionales según Carnelutti.
40 Ver cita anterior No. 38.

367
Sección Artículos de Investigación

Y ya en el plano del proceso, esa dialéctica se desarrollará bajo la doble concep-


ción de la naturaleza de la acción, donde existirán expectativas y perspectivas.41
En efecto, el actor pretende y espera la posibilidad de una declaración de certeza
positiva que le dé razón a su causa, y por lo tanto, tutele su interés jurídico protegido.
A su vez, el demandado tiene derecho de acción en un diferente plano: “la ex-
cepción”.
Por medio del derecho de excepción el demandado podrá cuestionar cómo fue
planteada la acción-pretensión del actor por cuanto a sus elementos constitutivos y
constructivos,42 lo que se reconoce como excepción impropia o defensa.43
Por otro lado, si logra el actor su expectativa de demostrar dichos elementos, el de-
mandado en contra podrá hacer valer excepciones propias para destruir la pretensión
del actor con un contraderecho, mismo que elimina el derecho subjetivo y/o interés
jurídico protegido que persigue dicho actor.
En ambos casos, defensas o excepciones propias, el actor las deberá de hacer va-
ler simultáneamente al contestar la demanda a no ser que sean supervenientes.44

41 Acorde a las ideas del Maestro Calamandrei (Italia, 1943) perfiladas en su obra Instituciones, se puede
establecer que cuando la acción es entendida como una actividad de las partes dirigida al juzgador para
solicitar una declaración de certeza; se aprecia que la acción no es propia del actor que pide una declaración
de certeza positiva (expectativa), sino que la misma se bifurca para dar cabida, también, a la solicitud del
demandado que peticiona mediante la excepción que la acción deducida en juicio sea rechazada, obteniendo
en consecuencia una declaración de certeza negativa (perspectiva). Calamandrei, Instituciones... op cit, pp.
237 y ss.
42 Calamandrei, Instituciones..., pp. 256 y ss. op. cit., y Redenti, Derecho procesal civil, ejea, Buenos Aires,

1957, t. I, p. 47.
43 Al respecto Couture (Uruguay, 1931) señala que para aquéllos que entienden a la excepción en sentido

concreto, ésta será el contraderecho (derecho autónomo) que tiene el demandado frente al derecho que es
advertido por el actor a través de la acción. Sin embargo, para quienes conciben a la excepción desde el
punto de vista abstracto (niegan el contraderecho), ésta será el derecho de libertad que tiene el demandado
para que la acción entablada sea rechazada por el juzgador. Couture, Fundamentos de derecho procesal
civil, Depalma, 1942, pp. 95 y ss.
44 Excepciones y defensas. Existen excepciones en sentido propio y excepciones en sentido impropio o de-

fensas. Las primeras descansan en hechos que por sí mismos no excluyen la acción, pero dan al demandado
la facultad de destruirla mediante la oportuna alegación y demostración de tales hechos. En cambio, las
defensas o excepciones impropias, se apoyan en hechos, que por sí mismos excluyen la acción, de modo
que una vez comprobadas por cualquier medio, el juez está en el deber de estimarlas de oficio, invóquelas
o no, el demandado. Son ejemplos de excepciones en sentido propio, la compensación, la prescripción, etc.
Son ejemplo de excepciones impropias o defensas, el pago, la novación, la condonación del adeudo, la con-
fusión, etc. La prescripción puede hacerse valer por vía de excepción puesto que, como se acaba de indicar,
se trata de una excepción en sentido propio.
  Amparo directo 6726/1956. Eufemio Varela Martínez. Enero 23 de 1958. Unanimidad de 4 votos. Ponen-
te Mtro. Gabriel García Rojas. 3a. Sala. Sexta época. Volumen VII, cuarta parte, p. 193.
  Tesis de la 3a. Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, citada en la p. 75 del CÓDIGO DE
PROCEDIMIENTOS CIVILES PARA EL DISTRITO FEDERAL, comentado y concordado por Jorge
Obregón Heredia, Edit. Obregón Heredia, Décima Segunda Edición, México, Distrito Federal, 1996.

368  alegatos, núm. 66, México, mayo/agosto de 2007


La dialéctica procesal..., pp. 349-376

Por ende, el demandado persigue por la excepción propia o impropia una declara-
ción de certeza negativa.45
La división es clara, la excepción impropia o defensa es una excepción sustanti-
va respecto de la acción que se puede hacer valer incluso de oficio por el juez; sola-
mente requiere comprobación sin necesidad de petición al contestar a la demanda y,
no reconoce el derecho de la acción-pretensión del actor, cuestionando sus elementos
constitutivos.
En este caso de la fase dialéctica principal, como la misma trata únicamente la
causa, fondo o mérito del asunto, la defensa se regirá cuestionando tal elemento, es
decir, que no existe causa contenciosa o litigiosa porque no hubo transgresión o inob-
servancia, o simplemente no hubo pugna de intereses y por lo tanto, su dirección será
perentoria (destruir la acción).
Ejemplo de excepciones impropias o defensas perentorias son entre otras, la
sine actione agis, el pago; la remisión de deuda; la quita; la novación; la condenación
del adeudo; la confusión; la non adimpleti contractus; la non rite adimpleti contrac-
tus; entre otras.
Por otro lado, la excepción propia también es una excepción sustantiva respecto
de la acción y bajo su naturaleza.
La misma es un contraderecho, que tiene el demandado para destruir el derecho
de acción-pretensión del actor y, por ende, siempre su dirección será perentoria y
solamente se podrá desarrollar en esta fase principal, ya que su decisión será materia
de sentencia definitiva cuando se estudie la causa, fondo o mérito del asunto.
Su petición siempre será necesaria, es decir, será a instancia de parte al contestar
la demanda si no precluye tal derecho y, al igual que la impropia o defensa requiere
de comprobación (prueba).
Ejemplos de excepciones propias o contraderechos perentorios es la nulidad; la
prescripción negativa; la prescripción positiva o usucapión; la echazón; el corte de ra-
mas o raíces en predio contiguo; la retención de equipaje (hospedaje); la persecución
de animales en predio ajeno; entre otros.
En tal orden de ideas, la resistencia en esta fase dialéctica principal por virtud
de las excepciones impropias y propias de naturaleza perentoria, nos presenta un
esquema de transformación ya en el plano procesal, coincidentes por cuanto al fondo
(sustantivas) y finalidad (perentorias).
Empero, dichas excepciones son diferentes, puesto que, una no reconoce el dere-
cho de acción-pretensión y por ende pretende destruirlo en ese sentido (impropia o
defensa); y la otra, si bien lo reconoce, lo destruye por igual pero con motivo de un
contraderecho (excepción propia).
El siguiente cuadro advierte la dialéctica correspondiente:

una mayor profundidad en el tratamiento del tema ver mi artículo “La excepción”, revista Alegatos,
45 Para

núm. 56-57, enero-agosto, uam, México, 2004, pp. 181 y ss.

369
DIALÉCTICA PROCESAL PRINCIPAL (ACCIÓN CAUSA)

370 
DERECHO PRESUPUESTO PROCESO
(LITIGIO) SD

RESISTENCIA PRETENSIÓN RESISTENCIA


(LITIGIO) (TESIS) DJM
(ANTITESIS)

CJM
(SÍNTESIS)

1 2
Sección Artículos de Investigación

ANTE LA
RESISTENCIA
NACE LA EXIGE LA IMPROPIA O PROPIA
CAUSA DEFENSA

alegatos, núm. 66, México, mayo/agosto de 2007


SUBORDINACIÓN
CONTENCIOSA

ACEPTA LA CAUSA
NIEGA LA CAUSA PERO RECHAZA
1 2 1 2 Y POR LO TANTO, Y/O REFUTA LA
RECHAZA Y/O PRETENSIÓN
POR POR SIMPLE
PUGNA DE REFUTA LA (ANTÍTESIS) CON
TRANSGRESIÓN AL
PRECEPTO VOLUNTADES PARAPROCESAL PROCESAL PRETENSIÓN UN
JURÍDICO AL RESISTIRSE (ANTÍTESIS) CONTRADERECHO
(INOBSERVANCIA) A CUALQUIER
2
1 PETICIÓN SIN
BUSCANDO (BUSCA DESTRUIR
PRIVADA PÚBLICA DESTRUIR LA LA ACCIÓN.
INOBSERVAR
EL DERECHO ACCIÓN.
PRETENSIÓN ACCIÓN

PERENTORIA PERENTORIA
La dialéctica procesal..., pp. 349-376

Expectativas y perspectivas son intereses en pugna, que dialécticamente serán


enfrentados bajo reglas dentro de un procedimiento (proceso) que ha sido creado para
ese propósito.
A su vez, el proceso será respaldado por una serie de principios procesales que
mantendrán el equilibrio de dicha dialéctica entre las partes, circundando, el “contra-
dictorio” (auditur altera pars).
Entre otros, podemos mencionar el de integración de la litis; el de preclusión de las
cargas procesales; el de economía procesal; el de equidad procesal; el de igualdad de
las partes; el de inmediación y el de cosa juzgada; por mencionar algunos principios
al efecto.
Siguiendo su desarrollo, se alcanzará en el proceso la natural composición del liti-
gio bajo cuatro libertades de las partes en pugna:

La libertad de acción en su doble concepción (pretensión-excepción).



La libertad de prueba de sus respectivos intereses.

La libertad de alegar haber probado su razón.

La libertad de recibir el juicio de un tercero (juez) que componga el litigio,

dirimiendo el respectivo conflicto de intereses jurídicos de las partes.

Mediante dicho pasaje procesal se llegará al fin de la pugna, de la discusión, del


diálogo, de la dialéctica procesal principal donde se resolverá la causa, fondo o mé-
rito del asunto materia de litis, en una sentencia denominada definitiva.
En dicha sentencia definitiva el juez, por regla, deberá de analizar de oficio si el ac-
tor alcanzó a demostrar los hechos constitutivos de su pretensión-acción (estudiando
en consecuencia al mismo tiempo las excepciones impropias o defensas).
Siguiendo el juez la secuela, si prospera el derecho de pretensión-acción, pasará a
estudiar las excepciones propias, contraderechos, que si bien reconocen el derecho de
acción, lo destruyen por su naturaleza perentoria.
En dicha sentencia, el juez al aplicar el derecho transformará o más bien elevará el
interés jurídico protegido (sanción) a una declaración de certeza jurisdiccional (po-
sitiva o negativa según la expectativa o perspectiva de las partes), a lo que el Maestro
Goldschmidt denominó “derecho justicial material”.46
A su vez, la sentencia definitiva por la cualidad de sus efectos, bajo el principio de
la cosa juzgada (res judicata), encontrará el límite jurisdiccional.

46 Goldschmidt, James, Derecho justicial material, Buenos Aires, ejea, 1959, pp. 20-21.

371
Sección Artículos de Investigación

Por medio de dicha institución procesal (cosa juzgada) el acto jurisdiccional47 se


torna y distingue en irreversible, inmutable y ejecutable (bis eadem re ne sit actio),48
lo que Enrico Tullio |Liebman clasificó como cosa juzgada material.49

COMPOSICIÓN PRINCIPAL
DE LA ACCIÓN
(CAUSA)
SD
(DEFINITIVA)

PLANO SIMPLE PLANO COMPLEJO


(DEMANDA) (RECONVENCIÓN)

AM   E2 AM   E2 AM   E2
    E1     E1     E1

DERECHO JUSTICIAL MATERIAL


(DECLARACIÓN DE CERTEZA DE LA AM = Acción material (causa)
ACCIÓN POSITIVA (EXPECTATIVA) E1 = Excepción impropia o defensa perentoria.
O NEGATIVA (PERSPECTIVA). E2 = Excepción propia o contraderecho perentorio.

COSA JUZGADA MATERIAL

Finalmente, llegamos a la culminación de la dialéctica en su fase principal, donde


se resuelve la litis de fondo, que es la que deviene del mundo material (sustantivo)
conocida como causa, o mérito del asunto.
Como se observará, la fase principal, no sólo es de cognición (declarativa y en su
caso constitutiva), sino también será en el supuesto requerido, de ejecución (de con-
dena), o sea, de restitución ya sea directa o indirecta.50

47 Donellus define a la jurisdicción como “la potestad de conocer y de juzgar de una causa, con la potestad
anexa de ejecutar lo juzgado”. (notio, judicium y executio).Citado por Becerra Bautista (México, 1950) en
El proceso civil en México, México, Porrúa, 2003, p. 5.
48 Para mayor profundidad en el tema, remitirse a mi artículo “La autoridad de la cosa juzgada”, revista Ale-

gatos, núm. 19, septiembre-diciembre, México, uam, 1986, p. 95 y ss.


49 Liebman, Enrico Tullio (Italia, 1935), Eficacia y autoridad de la sentencia y otros estudios sobre la cosa

juzgada tsjdf, México, 2002, pp. 76-78.


50 La condena directa será entendida como la ejecución, ya sea por el demandado, el juez o un tercero y la

indirecta es la considerada personalísima porque no puede ser sustituida por el juez o un tercero, entonces,

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La dialéctica procesal..., pp. 349-376

La libertad de recibir el juicio de un tercero (juez) que componga el litigio, dirimiendo el respectivo
conflicto de intereses jurídicos de las partes.

Entonces, ya tenemos la primera y más importante parte (la principal) de nuestra


tabla dialéctica procesal, guía del método que hemos venido exponiendo:51

RJP Principal
Fase principal Causa Principal
(Acción) Litis Principal

Voluntaria
DSM

Relación Jurídica Material


Involuntaria

cuando no se pueda realizar por el obligado se pasará a su equivalente, o sea, al pago de daños y perjuicios.
Véase a Calamandrei Instituciones... op. cit., p. 217 y ss.
51 Agradezco la colaboración en la presente investigación de los CC. YAZMÍN GARCÍA SALAZAR y GUI-

LLERMO PÉREZ ROMÁN.

373
Sección Artículos de Investigación

Causa, fondo o mérito del asunto; hecho específico real; nace la pugna
C

de voluntades (resistencia). Transgresión del precepto jurídico.


Hecho específico jurídico material. Interés Jurídico Material Protegido
Lm

a tutelar (sanción) DSM2 (Derecho subjetivo material a la segunda po-


tencia).
Pm

Pretensión (Anspruch). Voluntad de exigir la subordinación del interés


ajeno al propio (en el plano material).
Am

Acción. Poder jurídico para hacer valer la pretensión en el proceso (en


el plano material).
Excepción sustantiva impropia o defensa (perentoria).
CJM DJM SD Pp E2 E1

Excepción sustantiva propia o contraderecho (perentoria).


Prueba Principal.
Sentencia Definitiva que resuelve la causa, fondo o mérito del asunto.
Declaración de Certeza Material. Transformación del interés jurídico
material en derecho justicial material.
Cosa Juzgada Material; irreversible, inmutable y ejecutable, por cuanto
al fondo o mérito del asunto.

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