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República de Colombia

Corte Suprema de Justicia

CORTE SUPREMA DE JUSTICIA


SALA DE CASACIÓN LABORAL

M a g i s t r a d o P o n e n t e : G U S TAV O J O S É G N E C C O M E N D O Z A

Radicación No. 29332

Acta No. 75

Bogotá D.C., catorce (14) de diciembre de dos mil siete (2007).

Resuelve la Corte el recurso de casación


que interpuso la parte demandada contra la sentencia del
Tribunal de Barranquilla, dictada el 16 de agosto de 2005
en el proceso ordinario laboral que promovió HILDA
NERIS ALTAMAR GONZÁLEZ contra NAVIERA FLUVIAL
COLOMBIANA S.A., Naviera.

I. ANTECEDENTES

Hilda Neris Altamar González demandó a


Naviera para reclamar, entre otros derechos, la pensión de
jubilación.

Para fundamentar esa petición afirmó que le


prestó servicios a la empresa demandada desde el 7 de
febrero de 1957 hasta el 13 de marzo de 1994 y que no
fue afiliada a la seguridad social para la cobertura de los
riesgos de invalidez, vejez y muerte.
Radicación No. 29332

Naviera se opuso a las pretensiones, negó


la existencia del contrato y alegó que el 28 de abril de
1994 celebró una conciliación con la demandante a la que
le pagó cuatro millones de pesos por cualquier concepto
derivado directa o indirectamente de una eventual relación
de trabajo. Y propuso las excepciones de cosa juzgada,
compensación y prescripción.

El Juzgado Segundo Laboral de Barranquilla


mediante sentencia de 25 de marzo de 2003 declaró
probada la excepción de cosa juzgada y por eso absolvió.

II. LA SENTENCIA DEL TRIBUNAL

La parte demandante interpuso el recurso


de apelación en contra de la providencia anterior y el
Tribunal de Barranquilla la revocó y en su lugar condenó a
Naviera a pagarle a la demandante una pensión de
jubilación a partir del 15 de marzo de 1996, en los
términos del artículo 260 del Código Sustantivo del
Trabajo y en cuantía equivalente al salario mínimo legal
vigente para el año de 1996, más los reajustes de ley. De
lo demás, la absolvió.

Dijo el Tribunal:

“Al realizar un examen minucioso se encuentra


vertido en el proceso un nutrido acervo probatorio
consistente en órdenes de pago a favor de la demandante
por actividades desarrolladas en lavado y planchado de ropa
de dotación de remolcadores de la empresa demandada,
para los periodos de los años 1971, 1973, 1975, 1976, 1977,

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1978, pruebas documentales visibles a (fls. 10 a 258),


tratase de pruebas que no han sido redargüidas de falsa
durante el desenvolvimiento del proceso, es de inferir que la
demandante prestó servicios personales a la empresa
demandada de manera discontinua, y que del mismo modo,
recibía remuneración de la empresa por la labor prestada en
las labores de lavado y planchado”.

Observó el Tribunal igualmente que


militaba en contra de la sociedad demandada la
presunción de certeza establecida en el artículo 210
del Código de Procedimiento Civil y de esta prueba
y de la documental citada concluyó en la existencia
del contrato de trabajo, de la siguiente manera:

“Del análisis de las pruebas precedentes se


infiere sin el menor asomo de dudas que debe
presumirse la existencia entre las partes litigantes de un
contrato de trabajo en el lapso de tiempo comprendido
entre el 7 de febrero de 1957 hasta el 13 de marzo de
1994”.

Y en punto a la conciliación dijo


textualmente:

“Al examinar minuciosamente el acervo


probatorio se observa que al proceso se allegó el acta
de conciliación suscrita por las partes litigantes el día 28
de abril de 1994, ante el Juzgado Sexto Laboral del
Circuito, ver (fls. 5 a 6 y 263 a 264), y en su parte
pertinente las partes de consuno acuerdan lo siguiente:

“<Con el uso de la palabra la Sra. HILDA


NERIZ ALTAMAR, de OSPINO sostuvo haber sido
trabajadora asalariada de la empresa, vinculada
mediante contrato de trabajo por muchos años por lo
cual solicita el reconocimiento y pago de sus derechos y
prestaciones sociales.

“<Por su parte el apoderado de la NAVIERA


FLUVIAL COLOMBIANA S. A. manifestó que las
relaciones entre las partes fueron de índole civil ya que
la Sra. ALTAMAR DE OSPINO con plena autonomía,
directamente o por intermedio de otras personas
designadas por ella, recibiendo un precio determinado,
asumiendo todos los riesgos y valiéndose de sus propios

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medios, realizó la tarea de lavado de ropa de los


trabajadores de la empresa, así como el lavado de otros
implementos.

“<Sin embargo, para precaver las


contingencias de un pleito se ofrece a la Sra. ALTAMAR
de OSPINO el pago de CUATRO MILLONES de pesos
($4'000.000.00) siempre que la reclamante declare a la
NAVIERA FLUVIAL COLOMBIANA S. A. a paz y salvo por
todo concepto derivado directa o indirectamente de una
eventual relación de trabajo, especialmente por
concepto de salarios, prestaciones, vacaciones, auxilios,
indemnizaciones, etc. Nuevamente con el uso de la
palabra la Sra. ILDA NERIZ ALTAMAR DE OSPINO
manifestó que aceptaba la propuesta conciliatoria y que
al recibir los $4.000.000.00 declarará ipso facto a la
NAVIERA FLUVIAL COLOMBIANA S. A. a paz y salvo por
todo concepto, desistiendo de sus pretensiones y
expectativas. Acto seguido el apoderado de la empresa
manifestó que con la presentación de copia auténtica de
esta diligencia se cancelaría a la Sra. ALTAMAR de
OSPINO la suma conciliada mediante cheque girado a
su nombre por la NAVIERA FLUVIAL COLOMBIANA
S.A.>.

“Adentrándonos al asunto de estudio se


considera que del párrafo transcrito se desprende sin el
menor asomo de dudas que en el acta antes referida no
se encuentra conciliado de manera explícita la pensión
de jubilación, lo cual se traduce la inexistencia de
controversia con respecto a esta prestación social en
especial, quedando relevado dentro de esta acta lo
atinente a la pensión de jubilación, además, se
considera que en el presente caso se encuentra
demostrado que a la data del fenecimiento del contrato
de trabajo que acaeció el 13 de marzo de 1994, se
encontraba consolidado el derecho a la pensión de
jubilación por encontrarse cabalmente cumplidos los
requisitos del artículo 260 del CS de T, por ser la
normativa que rigió la relación de trabajo existente en la
fecha que se inició el susodicho vínculo y lo comprendió
durante su vigencia, se trata de una situación concreta
en favor de la demandante, de tal manera, que estamos
frente a un derecho cierto e indiscutible que goza de la
prerrogativa de derecho irrenunciable, por ello, la
estipulación consignada en el acta de conciliación que
comprenda el arreglo o la renuncia de la jubilación,
contiene un objeto ilícito por cuanto que produce un
menoscabo a este derecho de la demandante, de tal
manera, que la pensión de jubilación se encuentra
sustraída del arreglo conciliatorio que de mutuo acuerdo
suscribieron las partes litigantes. En ese orden de ideas,
llegamos a la conclusión insoslayable que se encuentran

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cabal cumplidos los requisitos para que la demandada


reconozca a la demandante el derecho a la pensión de
jubilación, cuyo monto en ningún caso será inferior al
salario mínimo legal vigente, más los ajustes legales y
dado que la demandada en la contestación de la
demanda propuso la excepción de prescripción.

“Solo cabe, entonces el reconocimiento de las


mesadas pensionales exigibles a partir del 15 de marzo
de 1996, siendo de anotar que la demanda fue
presentada el 15 de marzo de 1999. Por lo tanto, se
declarará parcialmente probada la excepción de
prescripción. En consecuencia, se revocará la sentencia
materia de esta apelación”.

III. EL RECURSO DE CASACIÓN

Persigue que la Corte case la sentencia del


Tribunal y que en sede de instancia confirme la del
Juzgado.

Con esa finalidad formula dos cargos, que


no fueron replicados.

PRIMER CARGO

Acusa la sentencia recurrida de violar por la


vía indirecta y por aplicación indebida los artículos 260 del
Código Sustantivo del Trabajo, 14, 35, 36 y 142 de la Ley
100 de 1993 y 72 y 76 de la Ley 90 de 1946, que pone en
relación con otras disposiciones.

Dice que el Tribunal incurrió en los


siguientes errores de hecho manifiestos:

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“1. No dar por demostrado, estándolo, que la


demandante y la demandada conciliaron todas las
prestaciones sociales, y entre ellas obviamente la
pensión de jubilación.

“2. Dar por demostrado, sin estarlo, que la


pensión de jubilación en el caso debatido, al momento
de la conciliación, era un derecho cierto e indiscutible.

“3. No dar por demostrado, estándolo, que en


la conciliación no hubo ningún vicio del consentimiento.

“4. No dar por demostrado, estándolo, que la


conciliación celebrada entre las partes nunca fue
anulada”.

Señala como pruebas mal apreciadas el


acta de conciliación (folios 5 a 6), las órdenes de pagos
emitidas por la sociedad demandada a favor de la
demandante (folios 10 a 258) y la confesión ficta.

Para la demostración dice que el fallo


recurrido es contradictorio en la medida en que pregona el
desconocimiento del acuerdo conciliatorio en lo atinente al
tema pensional y a renglón seguido sostiene que el mismo
no se puede tener como tal porque al momento de la
suscripción del acta respectiva la demandante ya tenía
cumplidos los requisitos del artículo 260 del Código
Sustantivo del Trabajo. Agrega que la contradicción es
palpable porque del acta no se pueden desprender
simultáneamente las dos inferencias.

Afirma que como la conciliación indica que


la demandante concilió "todo concepto derivado directa o
indirectamente de una eventual relación de trabajo", y
además de manera especial concilió lo referente a

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Radicación No. 29332

"salarios, prestaciones, vacaciones, auxilios,


indemnizaciones, etc.", no queda duda de que lo referente
a la pensión de jubilación sí fue objeto del avenimiento
conciliatorio, dado que es innegable que la pensión de
jubilación es una prestación social.

De otra parte dice que no es cierto que al


momento de la terminación del contrato o de la
celebración de la conciliación la demandante tuviese un
derecho consolidado a la pensión de jubilación pues en el
acta consta que las partes hicieron referencia a una
eventual relación de trabajo, lo que acredita que no le
dieron el carácter de derecho cierto e indiscutible. Y
agrega que lo dicho lo corrobora la circunstancia de que la
demandante hubiese conciliado los derechos eventuales
de una hipotética relación laboral a cambio de una gruesa
suma de dinero, como lo era para la época de los hechos
la suma de cuatro millones de pesos y que además haya
declarado "a paz y salvo a la empresa por todo concepto
derivado directa o indirectamente de una eventual relación
de trabajo, especialmente por concepto de salarios,
prestaciones, vacaciones, auxilios, indemnizaciones, etc."

Dice que el Tribunal estimó


equivocadamente los documentos de folios 10 a 258
porque no acreditan la existencia de la subordinación, sino
simplemente de unas órdenes de pagos a favor de la
demandante por actividades de lavado y planchado de
ropa de diferentes personas, pagos que si bien fueron

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hechos por la sociedad se realizaron en diferentes


periodos, en forma intermitente y sin que correspondiera a
una continuada dependencia de la demandante respecto
de la accionada. Y agrega que lo mismo puede inferirse de
la denominada confesión ficta.

IV. CONSIDERACIONES DE LA CORTE

El recurrente intercala en el cargo el tema


de la sentencia que le permitió concluir al Tribunal que la
vinculación de servicio personal que tuvieron las partes
fue laboral y no de naturaleza civil y por eso se asume en
primer término el estudio de esa cuestión.

En este punto el cargo es insuficiente


porque se limita a presentar su personal apreciación sobre
el alcance probatorio de los documentos de folios 10 a
258 y la confesión ficta. Esos documentos son unas
órdenes de pagos que la empresa emitió para cancelar los
servicios de lavandería que la demandante le prestó. En
realidad el Tribunal no dijo que esos documentos
demostraran la subordinación, o que la demostraran de
manera continua, pues reconoció que sólo cubrían algunos
años. Lo fundamental estuvo en que, al unir esa prueba
documental con la confesión ficta, entendió que la relación
merecía la calificación de laboral. Y esta premisa de la
sentencia no aparece correctamente refutada, como que el
recurrente se limita a decir que los documentos y la

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confesión presunta no demuestran de manera continua la


subordinación de la demandada a la empresa.
Por otra parte, que la conciliación que
celebraron las partes hubiera comprendido la pensión de
jubilación no tiene la misma claridad o contundencia como
se presenta en el cargo. El Tribunal dijo que el acta no
contenía una manifestación expresa sobre la pensión de
jubilación y de esa afirmación dedujo que no había sido
objeto de negociación. El recurrente a su turno sostiene
que la relación estaba en discusión y que por esa razón
todo eventual derecho quedó conciliado, máxime cuando
ese negocio recayó sobre las prestaciones, siendo una de
ellas la pensión de jubilación. Y agrega que la suma
pagada era, para la época, una cantidad considerable.

Sobre el particular, cumple advertir que es


cierto, como lo asentó el Tribunal, que en el documento
que contiene la conciliación efectuada entre los ahora
contendientes no se hizo alusión directa a la pensión de
jubilación y que tampoco hay constancia que respecto de
esa específica pretensión existiera una divergencia entre
las partes, de modo que no leyó mal ese documento pues
se atuvo a su tenor literal.

Con todo, si se entendiese que el desacierto


del Tribunal fue ostensible al no percatarse que la pensión
de jubilación sí fue materia de conciliación, importa anotar
que para restarle entidad a ese acto como impeditivo del
derecho pensional demandado ese fallador se apoyó en su

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inferencia según la cual para la fecha en que terminó el


contrato de trabajo ese derecho se había consolidado por
encontrarse cabalmente cumplidos los requisitos
establecidos en el artículo 260 del Código Sustantivo del
Trabajo, de tal manera que se estaba en presencia de un
derecho cierto e indiscutible. Para rebatir ese soporte del
fallo la sociedad recurrente afirma que el derecho
pensional no se había consolidado porque las partes se
refirieron en el acuerdo conciliatorio a una eventual
relación de trabajo, lo que evidencia que para ellas no
evidenciaba la existencia de un contrato de trabajo.

Observa la Corte que no incurrió en un


desacierto el Tribunal porque el carácter de cierto e
indiscutible de un derecho laboral, que impide que sea
materia de una transacción o de una conciliación, surge
del cumplimiento de los supuestos de hecho o de las
condiciones establecidas en la norma jurídica que lo
consagra. Por lo tanto, un derecho será cierto, real,
innegable, cuando no haya duda sobre la existencia de
los hechos que le dan origen y exista certeza de que no
hay ningún elemento que impida su configuración o su
exigibilidad. Lo que hace, entonces, que un derecho sea
indiscutible es la certeza sobre la realización de las
condiciones para su causación y no el hecho de que entre
empleador y trabajador existan discusiones, diferencias o
posiciones enfrentadas en torno a su nacimiento, pues, de
no ser así, bastaría que el empleador, o a quien se le
atribuya esa calidad, niegue o debata la existencia de un

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derecho para que éste se entienda discutible, lo que


desde luego no se correspondería con el objetivo de la
restricción, impuesta tanto por el constituyente de 1991
como por el legislador, a la facultad del trabajador de
disponer de los derechos causados en su favor; limitación
que tiene fundamento en la irrenunciabilidad de los
derechos laborales consagrados en las leyes sociales.

Por lo tanto, no se equivocó el Tribunal si,


por entender que la actora había cumplido con los
requisitos establecidos en el artículo 260 del Código
Sustantivo del Trabajo, el derecho a la pensión de
jubilación allí establecido era cierto e indiscutible y no
podía ser materia de una conciliación.

Y en este caso acontece que la demandante


nunca puso en duda la existencia del derecho que ahora
reclama, como tampoco la de los demás que concilió,
porque, como surge con claridad del documento que
contiene el acuerdo, en forma paladina “…sostuvo haber
sido trabajadora asalariada de la empresa, vinculada
mediante contrato de trabajo por muchos años por lo cual
solicita el reconocimiento y pago de sus derechos y
prestaciones sociales”. (Folio 5). Y ello no se desvirtúa
por la circunstancia de que en la aludida acta se hiciera
referencia a una “eventual relación de trabajo”, pues es
claro que la promotora del pleito acudió a celebrar ese
convenio asumiendo que tenía derecho al reconocimiento
de derechos laborales y prestaciones sociales.

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Radicación No. 29332

Como se dijo, está dentro de lo posible


considerar que la intención de las partes que suscribieron
ese acuerdo pudo ser efectuar una negociación global que
le pusiera punto final a cualquier controversia y la
redacción del acta de conciliación en principio podría
llevar a esa conclusión. Pero no estuvo desencaminado el
Tribunal al dejar a un lado de ese negocio extintivo la
pensión de jubilación, por las razones arriba expuestas.

La suma pagada tampoco muestra de


manera contundente que se hubiera cubierto la pensión de
jubilación. Admite una interpretación distinta de la que
propone el cargo: si medió una prestación personal del
servicio por un espacio de tiempo superior a los 30 años,
desde 1957 hasta 1994, la suma pagada difícilmente podía
haber cubierto las mesadas del tiempo de vida probable y
en esas condiciones el reconocimiento de la suma
conciliada también podría interpretarse en el sentido de
que el acuerdo no incluyó la pensión.

El cargo en consecuencia no prospera, pues


no demuestra que el Tribunal hubiera incurrido en un error
protuberante.

SEGUNDO CARGO

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Acusa la sentencia recurrida de violar, por


vía directa y por interpretación errónea, los artículos 19,
32 y 78 del Código Procesal del Trabajo de la Seguridad
social en relación con el artículo 260 del Código
Sustantivo del Trabajo y con otros preceptos legales.

El cargo critica la sentencia por haber


considerado que, por haber recaído la conciliación en una
pensión de jubilación, adolece de objeto ilícito por ser esa
prestación un derecho irrenunciable, o sea, por pertenecer
al derecho público.

Sustenta su crítica diciendo que la


conciliación es acto procesal y no únicamente acuerdo de
voluntades, por el papel protagónico del funcionario
conciliador, con efectos de cosa juzgada que impide el
replanteamiento del conflicto jurídico. Y respalda su
posición con jurisprudencia de esta Sala de la Corte.

V. CONSIDERACIONES DE LA CORTE

Cuando la sentencia es compleja en sus


considerandos por contener argumentos jurídicos y
probatorios que sustentan la decisión, es admisible que en
cargo separado, y después de utilizar con buen suceso la
vía indirecta, el recurrente se valga de la directa para
romper el soporte jurídico en que se hubiere apoyado el
fallador, que es lo que hace aquí Naviera para demostrar

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Radicación No. 29332

la equivocación del sentenciador en cuanto al tema


jurídico de la sentencia que impugna.

Pero si el cargo indirecto, el que cuestiona


la valoración probatoria que haya hecho el Tribunal, no ha
prosperado, el que se proponga por infracción directa,
aplicación indebida o interpretación errónea no da lugar a
la anulación del fallo. Y aquí la cuestión es que, aunque
se admitiera que el Tribunal se equivocó al entender que
las pensiones de jubilación no pueden ser conciliadas,
como estimó que la pensión de la demandante no quedó
incluida en el negocio conciliatorio, de nada sirve
imputarle la comisión de un yerro hermenéutico, pues
aunque él se hubiera dado habría condenado al
reconocimiento de la pensión.

Con todo, importa anotar que en lo medular


de su alegato la recurrente sostiene que como la
conciliación es un acto procesal asimilable a las
sentencias judiciales, hace tránsito a cosa juzgada. Pero
esa cuestión jurídica la tiene definida de tiempo atrás la
jurisprudencia de la Sala que, no obstante reconocer el
efecto de cosa juzgada que por mandato legal producen
las conciliaciones laborales, ha precisado que no es un
acto procesal sino, ante todo, un acto o declaración de
voluntad que está sujetó para su validez y eficacia al
cumplimiento de los requisitos que de manera general
exige el artículo 1502 del Código Civil.

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Así lo explicó la extinta Sección Segunda de


esta Sala de la Corten la sentencia del 6 de julio de 1992,
radicación 4624:

“Dado que por uno de los opositores se plantea


que la conciliación es un - así lo dice - "acto autónomo,
definitivo, inmutable, como imposible de cualquier litigio
ulterior" , conclusión ésta de quien defiende la sentencia del
Tribunal que debe entenderse el litigante estima fundada en
las sentencias del Tribunal Supremo del Trabajo y de esta
misma Sala de Casación que cita y transcribe en su
memorial de réplica, se hace necesario por ello responder
previamente este argumento de la inmutabilidad de la
conciliación y la imposibilidad de todo litigio ulterior, que
presenta el replicante.

1, y por esto, con el fin de hacer claridad sobre


el tema, conviene precisar que las verdaderas doctrinas que
expresan cada uno de los tres fallos traídos a colación por el
opositor son las de que la omisión de la conciliación genera
la nulidad de la actuación procesal subsiguiente a dicha
etapa (sent. de 15 de diciembre de 1949, G. de T., Tomo 11/,
págs. 808 a 828); que la conciliación mantiene su validez y
fuerza de cosa juzgada aun cuando el arreglo no sea
resultado de la acción directa y activa del funcionario ante
quien se celebra (sent. de 14 de marzo de 1969, G. J.,
TomoCXXIX, págs. 538 a 542) Y que la conciliación conserva
su esencia jurídica y produce el efecto de cosa juzgada que
la ley le atribuye tanto cuando se celebra por la organización
sindical en beneficio general de sus miembros como cuando
el sindicato sólo representa específicamente a un trabajador
individual (sent. de 3 de diciembre de 1976, G.

. Esta que se sintetiza es la jurisprudencia


contenida en cada uno de los tres fallos, y no la que
entiende el opositor ,para quien basta simplemente que se
realice una conciliación para que dicho "acto autónomo,
definitivo, inmutable" haga, imposible "cualquier litigio
ulterior". Pero como en verdad esto no es as!, pues,
contrariamente a lo que arguye este demandado y a como lo
entendió el Tribunal, el efecto de cosa juzgada que los
artículos 20 y 78 del CPT le otorgan a la conciliación
celebrada por fuera del juicio y dentro de él, únicamente se
produce si además de cumplirse a cabalidad con los
requisitos externos de validez del acto se configura un real
acuerdo conciliatorio que no vulnera para nada la ley.

Este y no otro es el verdadero criterio


jurisprudencial que resulta, entre otras, de las siguientes
sentencias de ambas secciones de la sala: Casación de /O

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de agosto de 1988, ordinario de Francisco Luis Tamayo


contra Martín Emilio Rodríguez Zapata, radicación 2343,
Gaceta Judicial, Tomo CXCIV, páginas 293 a 314; Casación
de 25 de agosto de 1987, ordinario de Víctor González
Arrautt contra Mario Restrepo Villegas, radicación 0335 y
Casación de 19 de febrero de 1991, ordinario de la Flota
Mercante Grancolombiana SA. contra Julio César Uribe
Acosta, radicación 4018, estas dos últimas aún no
publicadas.

Que esta que aquí se indica es la jurisprudencia


que cabe decantar tanto de los fallos que se rememoran
como de todas las demás sentencias que ocupándose de
alguna manera del tema de la conciliación ha producido la
Corte, resulta de la circunstancia de que siempre,
invariablemente, se ha aceptado como procedente la
demanda de nulidad que se intenta para invalidar la
conciliación en todo o en parte.

3. Que la conciliación pueda llegar a ser


anulada en todo caso en que ella resulta violatoria de la ley
por no haberlo advertido as! oportunamente el funcionario
judicial o administrativo que le imparte aprobación, es
consecuencia de que ciertamente y como bien lo explica la
parte recurrente, en toda conciliación se conjugan dos
actuaciones que pueden ser debidamente diferenciadas por
corresponder a dos distintos momentos de este acto jurídico
complejo: la primera, el acuerdo de voluntades de quienes
por este medio finalizan un conflicto jurídico ya surgido o
precaven uno eventual; y el segundo, la aprobación que le
imparte el funcionario (juez o inspector del trabajo) por no
parecerle lo convenido por las partes contrario a la ley.

No está por demás anotar que esta manera de


entender la conciliación no tiene nada de novedoso, sino que
así desde hace ya varios lustros también lo explicó y enseñó
un desaparecido comentarista de nuestra legislación laboral
tan autorizado como lo fue el profesor GULLERMO
CAMACHO HENRÍQUEZ, quien en su obra derecho del
Trabajo" sostiene que:

11... Toda conciliación envuelve necesariamente


o un desistimiento de alguna de las partes, trabajador o
patrono, por haberse convencido de la injusticia o ilegalidad
de sus pretensiones, o contiene una transacción que es lo
que general mente sucede.

"Con la transacción por vía conciliatoria,


encontramos que el mencionado contrato se envuelve dentro
de un acto público de tipo procesal o simplemente
administrativo. La conciliación no desvirtúa, pues, lo
fundamental del contrato de transacción, ni impide los
problemas que con ella pueden presentarse, especialmente

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Radicación No. 29332

los relativos a derechos ciertos e indiscutibles ya las


renuncias de estos derechos" (op. cit., Tomo 1, Ed. Temis,
196/, pág. 158) y este mismo autor afirma que “La
conciliación puede rescindirse o anularse de la misma
manera que las transacciones, y especialmente por falta de
personería cuando las realiza un mandatario sin autorización
suficiente.

"Es de suponer que la conciliación puede violar


derechos sustanciales, a pesar de que la presencia de un
funcionario del Estado que la aprueba, permite inferir que
esas violaciones serán excepcionales, aunque no imposibles.
Cuando por error o impericia se apruebe una conciliación
violatoria de derechos, esa conciliación es anulable" (ibídem,
pág. 159 - se subraya).

4. Para terminar estas consideraciones


relacionadas con la naturaleza de la conciliación y si cabe o
no su eventual revisión judicial mediante proceso ordinario
en el que se prueben vicios en el consentimiento que afecten
la declaración de voluntad de los celebrantes o cualquier
otro hecho configurante de una nulidad, conviene igualmente
recordar que por la Sala Plena de la Corte Suprema de
Justicia se definió así la conciliación:

"Desde el punto de vista jurídico la conciliación


es un sistema o procedimiento legal que permite a las partes
en conflicto, en uso de su voluntad autónoma, ensayar
fórmulas de composición de sus intereses encontrados. Es
un recurso de auto-regulación de la sociedad frente al
Estado en sus expresiones funcionales de dispensación de la
justicia con miras a agilizar y garantizar la operatividad de
ésta.. Con frecuencia se le otorga a los acuerdos que con
ese mecanismo se adopten el carácter de definitivos, es
decir, de fuentes de cosa juzgada.

"Naturalmente, desde antiguo se conocen en el


universo jurídico y en nuestro propio sistema de derecho,
instrumentos que apuntan a idéntica finalidad, como son la
transacción y el arbitramento, no siendo realmente fácil
captar distinciones sustanciales entre la conciliación y la
transacción. Más bien se las puede discernir en perspectivas
históricas y externa o formal, por varias facetas, así:

" La conciliación tiene origen en el derecho


internacional público, mientras que la transacción se inspira
en la tradición contractual del derecho privado. La
conciliación es una instancia oficial, judicial o prejudicial,
para llegar a un acuerdo amigable; en tanto que la
transacción es contrato.

" Por sus efectos, tanto a la conciliación como a


la transacción se les conceden por ley los de cosa juzgada,

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Radicación No. 29332

sin perjuicio de los efectos contractuales de la segunda. Por


la materia, ambas figuras encuentran su ámbito de
aplicación conforme a las prescripciones de la ley; sin
embargo, se suelen limitar los asuntos objeto de transacción,
"en cuanto estos conciernan al interés público (artículos
2472,2473, 2474 del Código Civil), por el carácter privado de
esa modalidad contractual; en tanto que la conciliación ha
sido autorizada, como instancia oficial, indistintamente para
asuntos de naturaleza, privada o mixta (laboral ,familia,
contencioso administrativo, civil), con fundamento en las
conveniencias sociales que inspiran su existencia como
actuación no litigiosa. En la conciliación, como instancia
oficial que es, funge como conciliador un funcionario público
o un particular transitoriamente investido de esa función
oficial, quién no necesariamente debe tener la categoría de
juez o magistrado; en la transacción, como contrato que es,
sólo actúan en principio las partes.

"Como criterio de deslinde de fondo, quizá la


única diferencia perceptible reside en que elemento
sustancial de la transacción es la renuncia recíproca a
pretensiones en aras del arreglo, lo que no ocurre
necesariamente en la modalidad que la ley denomina
conciliación, pues en esta es factible que una de las partes
se pliegue (íntegramente a las pretensiones de otra.

" Por lo demás -y esto es lo que marca la


diferencia esencial con el arbitramento el conciliador no
tiene poder para administrar justicia,. la conciliación no tiene
la naturaleza de un procedimiento orientado a producir un
fallo, sino la de un conducto legal que procura llevar las
partes a un arreglo amigable de sus diferencias sin que
pueda decirse en sentido estricto que sea una etapa del
litigio, ni siquiera cuando se realiza con motivo de la
tramitación judicial del mismo, por cuanto el proceso se
suspende durante ese paso legal" (se subraya).

Como resulta de lo trascrito y especialmente de


los apartes que se destacan mediante subraya, la Sala Plena
de la Corte, al conceptualizar sobre la institución de la
conciliación, se inclina, sin reservas, por la tesis que ve en
ella un desarrollo de la autonomía de la voluntad y desecha
la tesis según la cual la conciliación es un acto procesal.
Esta "doctrina constitucional" -que al tenor de lo dispuesto
en el artículo 40. de la ley 153 de 1887, es norma para
interpretar las leyes-, permite zanjar la discusión acerca de
la naturaleza de la conciliación y tomar partido por la tesis
de que se trata esencialmente de un acuerdo de voluntades
sometido a una solemnidad ad substantiam actus.; y por ser
un acto o declaración de voluntad queda la conciliación
sujeta para su validez y eficacia a que se cumplan los
requisitos que de manera general exige el artículo 1502 del
Código Civil”.

18
Radicación No. 29332

El cargo, en consecuencia, no es atendible.

En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema


de Justicia, Sala de Casación Laboral, administrando
justicia en nombre de la República de Colombia y por
autoridad de la ley, NO CASA la sentencia del Tribunal de
Barranquilla, dictada el 16 de agosto de 2005 en el
proceso ordinario laboral que promovió HILDA NERIS
ALTAMAR GONZÁLEZ contra NAVIERA FLUVIAL
COLOMBIANA S.A., Naviera.

Sin costas en casación.

CÓPIESE, NOTIFÍQUESE, PUBLÍQUESE Y D E V U É LVA S E EL


EXPEDIENTE AL TRIBUNAL DE ORIGEN.

G U S TAV O J O S É G N E C C O M E N D O Z A

19
Radicación No. 29332

ELSY DEL PILAR CUELLO CALDERÓN EDUARDO LÓPEZ VILLEGAS

L U I S J AV I E R O S O R I O L Ó P E Z F R A N C I S C O J AV I E R R I C A U R T E G Ó M E Z

C A M I L O TA R Q U I N O G A L L E G O I S A U R A VA R G A S D Í A Z

MARÍA ISMENIA GARCÍA MENDOZA


Secretaria

20

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