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Breve historia de...

la rosca de Reyes
¿Por qué sacar el muñeco nos obliga a comprar tamales para todos los invitados? o ¿A qué se debe su
forma circular?, son algunos de los detalles que esconde esta historia.
Cada 6 de enero, luego de la visita de los Reyes Magos, el elemento imprescindible es la rosca. Se trata
de una tradición que se ha arraigado de forma profunda entre la sociedad mexicana, sin embargo, su origen
se registra en Europa y es, como ocurre con otras celebraciones decembrinas, profundamente religioso.
La rosca simboliza un pasaje bíblico conocido como Epifanía, en el que los Reyes Magos se encontraron
con el niño Dios. Según las creencias cristianas, su forma ovalada representa al infinito del amor que se
profesa a Dios. Otra interpretación de esta forma circular se atribuye a su similitud con las coronas de los
Reyes Magos. La tradición de partir la Rosca de Reyes surgió en Francia durante la Edad Media.
En aquel tiempo, la gente tenía la costumbre —considerada pagana por la Iglesia— de elegir un rey para
las fiestas. El proceso de elección era sencillo: se escondía un haba en una rosca de pan dulce adornada con
azúcar y frutas. Quien la encontrara era proclamado, de manera simbólica, como rey. El haba oculta
simbolizaba la huida de José y María para esconder a Jesús, porque el rey Herodes —según se cuenta en el
Evangelio de Mateo— había ordenado el asesinato de todos los niños menores de dos años.
Se desconoce a partir de cuándo se empezó a esconder dentro de la rosca un muñeco de porcelana,
pero las leyendas urbanas cuentan que algunas personas han sido capaces de tragarse la figurilla para eludir
el compromiso que dicta la tradición y que da paso a la celebración del Día de la Candelaria, donde los
padrinos confeccionan un ropón al niño Jesús, lo visten de gala y regalan a los comensales atole y tamales el
2 de febrero.

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