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El ser-ahí o ser humano sólo puede vivir refiriéndose a los entes que le rodean.
Ningún ser humano puede lograr, aunque sólo sea por un momento, dejar de
pensar en nada o no ocuparse de algo. El ser-ahí está siempre relacionándose
con los entes externos, integrándolos en sus propios sentimientos o estados de
ánimo, comprendiendo y realizando con ellos parajes o todos de significatividad,
dando razones, realizando descubrimientos, abriendo posibilidades, proyectando,
existiendo, erigiendo el mundo que forma parte de su propio ser.
Nos daríamos cuenta de que somos unos seres delicados y efímeros que en
realidad no controlan nada y dejaríamos de vivir por los demás, es decir,
dejaríamos de atender a los que nos aconsejan y empezaríamos a atendernos a
nosotros mismos a encargarnos de nosotros y todo lo que haríamos seria por
nuestra propia voluntad, por lo que en realidad queremos seriamos conscientes de
que "somos ahora eso que hacemos pero que luego seremos otra cosa".
Ante esta realidad, temible y angustiosa, el hombre quiere negarla. Para hacerlo,
el hombre se entrega a la existencia inauténtica, es decir, a la negación de que el
hombre es un ser-para-la-muerte