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“Los primeros instintos y emociones del ser humano forjaron su respuesta al ámbito en que

se hallaba sumiso. Los sentimientos definidos basados en el placer y el dolor nacían en


torno a los fenómenos comprensibles, mientras que alrededor de los fenómenos
incomprensibles se tejían las personificaciones, las interpretaciones maravillosas, las
sensaciones de miedo y terror tan naturales en una raza cuyos conceptos eran elementales
y su experiencia limitada. Lo desconocido, al igual que lo impredecible, se convirtió para
nuestros primitivos antecesores en una fuente ominosa y omnipotente de castigos y de
favores que se dispensaban a la humanidad por motivos tan inescrutables como
absolutamente extraterrenales, y pertenecientes a unas esferas de cuya existencia nada se
sabía y en la que los humanos no tenían parte alguna.
Del mismo modo, el fenómeno de los sueños contribuyó a elaborar la noción de un mundo
irreal y espiritual, y, en general, todas las condiciones de la vida salvaje en la alborada de la
humanidad condujeron hacia el sentimiento de lo sobrenatural de una manera tan poderosa,
que no podemos asombrarnos al considerar cuan profundamente la especie humana esta
saturada del antiguo legado de religiosidad y superstición.”

Temas del terror:


Lo desconocido (se lo personifica para comprenderlo), lo psicológico (especialmente ligado
a los sueños), las angustias y el peligro de la muerte: “la incertidumbre y el peligro unidos a
cualquier vislumbre de lo desconocido, conforman un universo de amenazas espirituales de
índole maléfica.”

“Debe respirarse en ellos una definida atmósfera de ansiedad e inexplicable temor ante lo
ignoto y el más allá; ha de insinuarse la presencia de fuerzas desconocidas, y sugerir, con
pinceladas concretas, ese concepto abrumador para la mente humana: la maligna violación
o derrota de las leyes inmutables de la naturaleza, las cuales representan nuestra única
salvaguardia contra la invasión del caos y los demonios de los abismos exteriores”

“La atmósfera es siempre el elemento más importante, por cuanto el criterio final de la
autenticidad de un texto no reside en su argumento, sino en la creación de un estado de
ánimo determinado”

“Podemos juzgar un cuento fantástico, entonces, no a través de las intenciones del autor o a
la pura mecánica del relato, sino a través del nivel emocional que es capaz de suscitar por
medio de sus más pequeñas sugerencias sobrenaturales. Si es capaz de enervar las
sensaciones adecuadas, su "efecto" lo hace merecedor de los atributos de la literatura
fantástica, sin importar los medios utilizados. El único comprobante de lo auténticamente
sobrenatural es el siguiente: saber si suscita o no en el lector un profundo sentimiento de
inquietud al contacto con lo desconocido, una actitud de aprensión frente al avance
insidioso del espanto, como si se estuviese escuchando el batir de unas alas tenebrosas o
el movimiento de criaturas informes en el límite más remoto del universo conocido. Y
naturalmente, cuanto mejor se logre evocar esa atmósfera a lo largo de todo el cuento, tanto
mejor será su efecto artístico en ese tipo de literatura”.

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