Restaurando relaciones.

Una manera distinta de hacer justicia 1

Materiales para la discusión

construcción de paz en el salvador

Restaurando relaciones
Una manera distinta de hacer justicia

Howard Zehr

Asociación Bienestar Yek Ineme

2 Restaurando relaciones. Una manera distinta de hacer justicia

5AHEAMateriales para la discusión

Número 6, año 2001

Con la serie Materiales para la discusión, Yek Ineme quiere poner a

disposición de los interesados en el tema de Construcción de paz, documentos
de difícil adquisición, que son importantes en el área y no están disponibles
para su difusión o bien sólo se encuentran en otras lenguas. El criterio fun-
damental es poner en circulación, aunque sea de manera limitada, materiales
relevantes para la formación y la discusión.

Fuente original:
Howard Zehr, Changing Lenses. A new focus for Crime and Justice
Herald Press, Scottdale, 1990
Traducción de Frida Díaz
Reproducido por Asociación Bienestar Yek Ineme
Publicación sin fines de lucro y sólo para su difusión educativa.
Esta publicación es posible gracias a
ICCO (Holanda) y
Diakonía (Suecia)

San Salvador, junio de 2001

 Restaurando relaciones. Una manera distinta de hacer justicia 3

Restaurando relaciones
Una manera distinta de hacer justicia
Howard Zehr

En este texto, el autor nos presenta dos lentes constrastantes para la búsqueda de la justicia.
Por un lado, tenemos el lente retributivo que limita el hacer justicia a determinar la culpa y
administrar la pena al ofensor; en cambio, el lente restaurativo, pretende implicar a la víctima, al
ofensor y a la comunidad en la búsqueda de la justicia y, a la vez, promueve, en los casos posibles,
la reconciliación.
Desde la óptica de la justicia restaurativa se concluye que a las víctimas no les basta la simple
condena del agresor. A las víctimas se le debe prestar ayuda para que puedan continuar la vida con
esperanza. Si la justicia no conlleva a un, a veces lento y desgarrador, proceso de reconciliación, es
difícil que la esperanza ilumine el futuro; por ello, la justicia restaurativa promueve el encuentro
entre víctima-ofensor como paso hacia la experiencia del perdón; experiencia que implica
necesariamente que el ofensor asuma responsablemente el daño cometido.

Parte 1. Un lente restaurativo

Mientras estoy pensando en escribir
este capítulo, me tomo un tiempo para ir a
los juzgados. Un chico de 18 años, mi vecino,
es citado para ser sentenciado. Se ha
declarado culpable de acosar a la joven de
al lado. Su madre me ha pedido ayuda. Ella
no quiere que vaya a prisión donde puede
llegar a ser víctima de sí mismo, pero quiere
que el comportamiento se detenga. “Si
hubiera sido alguien más”, me dice, “hubiera
querido amarrarlo. Pero Ted sólo necesita
ayuda”.
Ted ha molestado a otros antes,
incluso a una de mis hijas.
“Voy a postergar este proceso”, dice
el juez. “Francamente, no sé que hacer.
Howard, tal vez puedas ayudar”.
¿Por dónde empieza uno en esta
clase de casos? Empiezo formulando los
problemas en una manera convencional. Ha
violado la ley. ¿Qué requiere la ley? ¿Qué
aceptará la Corte? ¿Qué debe hacer la ley
con él? Entonces me acuerdo de lo que he
estado escribiendo, y mi marco de referencia
empieza a cambiar.
El marco de referencia: hace una
diferencia. ¿Cómo interpretamos lo que ha
pasado? ¿Qué factores son relevantes? ¿Qué
respuestas son posibles y apropiadas? Los
lentes a través de los que vemos determinan
cómo enfocamos el problema y la “solución”.
Ese lente es el punto central.
He estado involucrado en la fotografía
por muchos años. Una de las lecciones que
he aprendido es cuán profundamente el lente
a través del que veo afecta los resultados.
Mi elección del lente determina en qué
circunstancias puedo trabajar y cómo veo. Si
escojo un lente con una apertura máxima
pequeña, la imagen será oscura y las
fotografías de buena calidad serán difíciles
de obtener en niveles bajos de luz.
La longitud focal del lente también
hace la diferencia. Un lente gran angular es
altamente inclusivo. Este incorpora dentro
del encuadre una multitud de sujetos, pero
lo hace a costa de una cierta distorsión. Los
objetos que están más cercanos se vuelven
 4 Restaurando relaciones. Una manera distinta de hacer justicia
Visualizamos el crimen a través de un lente retrib
través utiv
retributivo. El
utivo.
proceso de “justicia criminal” que usa ese lente falla en
proceso
conocer m uc
muc has de las necesidades y
uchas yaa sea de la víctima
o del ofensor
ensor..
ofensor
más grandes, dejando los objetos del fondo
pequeños. También, la forma de los objetos
en las esquinas del encuadre son alteradas.
Los círculos se vuelven elipses.
Un lente de telefoto es más selectivo.
El campo de su visión es más estrecho,
incorporando menos objetos dentro del
encuadre. También “distorsiona”, pero de
manera diferente del lente gran angular. Con
un lente de telefoto, los objetos son grandes
pero las distancias son comprimidas. Los
objetos aparecen más cerca de la cámara –y
más cerca unos con otros– de lo que están
a simple vista.
La elección del lente, entonces,
afecta lo que está en la foto. También
determina las relaciones y proporciones de
los elementos incluidos. De forma similar, el
lente que usamos para examinar el crimen y
la justicia afecta lo que incluimos como
variables relevantes, lo que consideramos ser
su importancia relativa y lo que consideramos
resultados apropiados.
Visualizamos el crimen a través de
un lente retributivo. El proceso de “justicia
criminal” que usa ese lente falla en conocer
muchas de las necesidades ya sea de la
víctima o del ofensor. El proceso descuida a
las víctimas mientras fracasa en alcanzar sus
objetivos declarados de mantener a los
ofensores responsables y disminuir el crimen.
Tales fracasos han llevado al
diseminado sentido de crisis actual. Una serie
de reformas se han intentado. Las novedades
de ahora como el monitoreo electrónico y
supervisión intensiva son simplemente lo más
reciente de una larga lista de “soluciones”.
Pero este sistema ha mostrado, por sí mismo,
resistencia remarcable al perfeccionamiento
significativo, absorbiendo y subvirtiendo
esfuerzos en la reforma. Un proverbio francés
parece verdadero: “Mientras más cambian
las cosas, más se van quedando igual”.
La razón para tal fracaso, estoy
argumentando, descansa en nuestra elección
del lente: es decir, en las suposiciones que
hacemos del crimen y la justicia. Estos
supuestos, que gobiernan nuestras
respuestas frente al comportamiento
indebido, están de hecho más allá de la
experiencia del crimen. Más aún, están fuera
de nuestras raíces cristianas y aún de mucha
de nuestra historia en el Occidente. Para
encontrar nuestra salida de esta confusión,
tendremos que buscar más allá de los
castigos alternativos, y aún más allá de las
alternativas del castigo. Tendremos que
buscar maneras alternativas de visualizar al
problema y la solución. El profesor Kay
Harris, un especialista en sentencias, nos
recuerda que es cuestión de alternar valores,
no de alternar tecnologías de castigo.1
Nuestros fracasos son señales
negativas que identifican una necesidad de
cambio, pero hay señales positivas que
señalan una dirección. Las experiencias y las
necesidades de las víctimas y los ofendidos
indican algunas de las preocupaciones que
debemos señalar. La tradición bíblica ofrece
algunos principios. Nuestra experiencia
histórica y los “argumentos experimentales”
más recientes sugieren posibles
acercamientos. Tal vez estas señales pueden
servir como elementos para un nuevo lente.
Un nuevo lente, tal vez, pero
¿también un nuevo paradigma? Un
paradigma es más que una visión o una
propuesta. Requiere una teoría bien
 Restaurando relaciones. Una manera distinta de hacer justicia 5

articulada, combinada con una gramática
consistente y unas “física” de aplicación –y
cierto grado de consenso. No necesita
resolver todos los problemas, pero deben
resolverse los más urgentes y debe señalarse
una dirección. Dudo que estemos ahí todavía.
Más realistas en esta situación son
las visiones alternativas, enraizadas en el
principio y la experiencia, que pueden ayudar
a guiar nuestra búsqueda de soluciones a la
presente crisis. Podemos adoptar un lente
diferente, aunque no puede ser todavía un
paradigma totalmente maduro. Tales visiones
pueden ayudar a dar dirección a lo que debe
ser un viaje compartido de experimentación
y exploración.
En esta indagación, estamos en
búsqueda de una visión de lo que lo estándar
tiene que ser, qué es normativo, no lo que
sería un resultado realista en todas las
situaciones. El lente moderno construye
sobre lo inusual, lo extraño. Hace de los
procedimientos en tales casos, normativos
para las ofensas “ordinarias”. Algunos
ofensores son tan inherentemente peligrosos
que necesitan ser readaptados. Alguien debe
tomar la decisión, guiado por reglas y
protecciones cuidadosas. Algunas ofensas
son tan infames que requieren especial
manejo. Pero estos casos especiales no
deben ajustarse a la norma. Nuestro
acercamiento, entonces, debe ser para
identificar qué significa el crimen y qué debe
pasar normalmente cuando ocurre, mientras
se reconoce la necesidad de ciertas
excepciones. Por ahora, entonces, no nos
preocuparemos de si nuestra visión puede
acoplarse a todas las situaciones. Más bien
trataremos de visualizar qué debe ser la
norma.
Una manera de empezar esta
exploración es bajar el crimen desde su alto
grado de abstracción. Esto significa
entenderlo como la Biblia lo entiende y como
nosotros lo experimentamos: como daño y
una violación a la gente y a las relaciones.
La justicia, entonces, debe enfocarse en
reparar, en hacer las cosas bien. En este ca-
so, los dos lentes en contraste deberían ser
esbozados según el recuadro más abajo.
Crimen: Violación de las Personas y las
Relaciones
Una persona experimenta alguna
vez, incluso en crímenes menores contra la
propiedad, un ataque a su persona. Las
víctimas se sienten personalmente violadas,
aún cuando el daño directo es solamente a
su propiedad. La visión de paz nos recuerda
que este nivel material es importante para
un sentido de bienestar.
Pero la visión de paz también nos
recuerda que el crimen representa una
violación de las relaciones humanas. El
crimen afecta nuestro sentido de confianza,
resultando en sentimientos de desconfianza,
desavenencia y, a veces, de racismo.
Frecuentemente crea barreras entre amigos,
personas queridas, parientes y vecinos. El
crimen afecta nuestras relaciones con
aquellos a nuestro alrededor.
El crimen también representa una
relación de ruptura entre la víctima y el
ofensor. Casi siempre, si ellos no tuvieron
una relación previa, el crimen crea una
relación. Y esa relación es usualmente hostil.

Justicia Retributiva
El crimen es una violación al estado, definida por el incumplimiento de la ley y por
la culpabilidad. La justicia determina la culpa y administra la pena en una contienda entre
el ofensor y el estado, dirigido por reglas sistemáticas.

Justicia Restaurativa
El crimen es una violación de las personas y las relaciones. Crea obligaciones para
hacer las cosas bien. La justicia involucra a la víctima, al ofensor y a la comunidad en una
búsqueda de soluciones que promueven arreglo, reconciliación y seguridad.
6 Restaurando relaciones. Una manera distinta de hacer justicia
Dejándola irresuelta, esa relación hostil en
serie afecta el bienestar de la víctima y del
ofensor.
El crimen representa un perjuicio
para la víctima pero también puede involucrar
un daño para el ofensor. Muchos crímenes
surgen del daño, porque los ofensores han
sufrido abusos cuando eran niños. También,
carecen de las habilidades y formación para
tener trabajos significativos y vidas posibles.
Por ello, buscan maneras de sentirse valiosos
y con poder. Entonces, el crimen es una
manera de solicitar ayuda y hacer valer su
persona. Hacen daño en parte por el daño
que les han hecho a ellos. De vez en cuando,
ellos son, entonces, aún más dañados en el
proceso de “justicia”. Esta dimensión crece
en parte por problemas grandes de la justicia
distributiva. Es también parte integral de la
visión de paz.
El crimen es entonces, en su esencia,
una violación de una persona hecha por otra
persona, una persona que por sí misma
podría ser herida. Es una violación de la
relación justa que debe existir entre los
individuos. Hay también una dimensión social
más grande para el crimen. De hecho, los
efectos del crimen se extienden, afectando
a los demás. La sociedad también tiene una
apuesta en los resultados y un rol que
desempeñar. Todavía, estas dimensiones
públicas no deberían ser el punto de partida.
El crimen no es en primer lugar una ofensa
en contra de la sociedad, mucho menos
contra el estado. El crimen es primero una
ofensa contra las personas, y es aquí donde
debemos empezar.
Esta dimensión interpersonal del
crimen nos recuerda que el crimen implica
conflicto2. De hecho, muchos estudiosos
europeos que trabajan hacia nuevos lentes
para visualizar el crimen, nos han instado a
definir al crimen como una forma de conflicto.
Después de todo, el crimen crea conflictos
interpersonales y a veces surgen del conflicto.
Ciertamente el crimen es relacionado con
otros daños y conflictos en la sociedad.
Propiamente enfocadas, muchas situaciones
conflictuales pueden ser oportunidades para
aprender y crecer ya sea que las definamos
o no como crímenes.
Marie Marshall Fortune ha advertido
que medir el conflicto del crimen puede ser
engañoso y peligroso3 En situaciones de
violencia doméstica, por ejemplo, tenemos
muy frecuentemente actos violentos definidos
con serias consecuencias como simplemente
un resultado del conflicto. Esto ha tendido a
silenciar la responsabilidad del
comportamiento culpabilizando a la víctima.
Esto también asume que la violencia es
simplemente una escalada en el conflicto. La
violencia no es, nos recuerda Fortune,
simplemente una escalada en el conflicto.
Es categóricamente diferente. Una cosa es
tener una diferencia de opinión y discutir.
Otra muy diferente es atacar físicamente a
otra persona.
En razón de sus dimensiones
interpersonales, el crimen obviamente implica
conflicto. Igualarlo con el conflicto, de todos
modos, podría ser confuso y puede oscurecer
algunas dimensiones importantes.
¿Y qué hay sobre el término crimen?
Algunos nos dirían que evitemos el término
completamente. El crimen es el resultado
de un sistema legal que hace distinciones
arbitrarias entre varios daños y conflictos. Es
una creación artificial que reúne dentro de
una cesta, una variedad de comportamientos
y experiencias inconexas. Las separa de otros
daños y violaciones y por eso obscurece el
significado real de la experiencia.
A raíz de esto, el criminólogo y
abogado alemán Louk Hulsman ha sugerido
el término situaciones problemáticas4 . Este
término provechosamente nos recuerda la
conexión entre “crímenes” y otros tipos de
daños y conflictos. También sugiere las
posibilidades de aprendizaje que son
inherentes en tales situaciones. Pero las
situaciones problemáticas son ambigüas y,
para daños serios, puede parecer minimizar
las dimensiones del daño. Ciertamente, ¡es
difícil imaginar “situaciones problemáticas”
tomando el lugar del “crimen” en una
 Restaurando relaciones. Una manera distinta de hacer justicia
discusión ordinaria!
Un término alternativo sería de
ayuda, pero hasta ahora no he encontrado
un reemplazo aceptable. Por ahora, me
quedaré con crimen, manteniendo en mente
sus inadecuaciones.
El crimen involucra heridas que
necesitan cura. Esas heridas representan
cuatro dimensiones básicas del daño:
1. A la víctima
2. A las relaciones interpersonales
3. Al ofensor
4. A la comunidad
El lente retributivo se enfoca
primariamente en la última, las dimensiones
sociales. Lo hace de una manera que
Interpretaciones del Crimen
Le nte Re tributivo
El crim en es definido com o una violación
de las norm as.
Los daños son definidos abstractam ente.
El crim en es visto categóricam ente
diferente de otros daños.
El estado es visto com o víctim a.
El estado y el ofensor son vistos com o las
partes fundam entales.
Las necesidades y los derechos de las
víctim as son ignorados.
Las dim ensiones interpersonales son
irrelevantes.
La naturaleza conflictual del crim en es
obscurecida.
Los daños del ofensor son periféricos.
7
convierte a la comunidad en abstracta e
impersonal. La justicia retributiva define al
estado como víctima, define el mal
comportamiento como la violación de las
normas, y mira la relación entre la víctima y
el ofensor como irrelevante. Los crímenes,
entonces, son categóricamente diferentes de
otros tipos de males.
Un lente restaurativo identifica a las
personas como víctimas y reconoce la
centralidad de las dimensiones
interpersonales. Las ofensas son definidas
como daños personales y a las relaciones
interpersonales. El crimen es una violación
de la gente y de las relaciones.
Le nte Re staurativo
El crim en es definido com o el daño a las
personas y las relaciones (es decir, ruptura
de relaciones).
Los daños son definidos concretam ente.
El crim en es reconocido com o relacionado
a otros daños y conflictos.
Las personas y las relaciones son víctim as.
La víctim a y el ofensor son vistos com o
partes prim arias.
Las necesidades y los derechos de las
víctim as son centrales.
Las dim ensiones interpersonales son
centrales.
La naturaleza conflictual del crim en es
reconocida.
Los daños del ofensor son im portantes.
8 Restaurando relaciones. Una manera distinta de hacer justicia
Hasta ahora hemos limitado la
mayoría de nuestra discusión a los daños y
conflictos que normalmente llamamos
crímenes. Tal enfoque limitado, sin embargo,
no es bíblico. La Biblia guarda para nosotros
una visión de cómo la gente debe vivir en
armonía, en un estado de paz, de buenas
relaciones. Los comportamientos que
nosotros llamamos crimen violan tales
relaciones, pero eso también lo hace una
variedad de otros daños, incluyendo actos
de injusticia y opresión del que tiene poder
contra el que no lo tiene. Para hacer bíblica
nuestra interpretación, tendremos que ver a
la injusticia en su esencia, sin líneas artificiales
entre crímenes y otras injusticias. Debemos
ver todo el continuum de los daños. Los
crímenes se mezclan con otros daños y
conflictos entre individuos que normalmente
llamamos civiles. Pero aquellas injusticias
se acompañan de injusticias de poder y
riqueza. Los profetas del Antiguo Testamento
nos recuerdan que la injusticia estructural es
un pecado, y que tal injusticia en serie
engendra más injusticia.
Restauración: La Meta
Si el crimen es una daño, ¿qué es la
justicia? De nuevo, una interpretación bíblica
señala el camino. Si el crimen daña a la
gente, la justicia debería ser una búsqueda
por hacer bien las cosas para y entre las
personas. Cuando un mal ocurre, la pregunta
central no debería ser “¿qué se le debe hacer
al ofensor?” o “¿qué se merece el ofensor?”
En vez de esto, la pregunta primaria tiene
que ser “¿qué se puede hacer para hacer
bien las cosas ?”
En lugar de definir a la justicia como
una retribución, definiremos la justicia como
restauración. Si el crimen es daño, la justicia
sanará las heridas y promoverá la cura. Los
actos de restauración –no más allá del daño–
compensarán el daño del crimen. No
podemos garantizar la recuperación total, por
supuesto, pero la justicia verdadera podría
apuntar a proveer un contexto en el que el
proceso puede comenzar.
Si el daño del crimen tiene cuatro
dimensiones, las energías reparativas deben
dirigirse hacia esas dimensiones. La primera
meta de la justicia, entonces, debe ser la
restitución y la cura de las víctimas.
El restablecimiento de las víctimas
no implica que uno puede o debe olvidar o
minimizar la violación. Más bien, implica un
sentido de recuperación, un grado de
acercamiento. La persona violada debería
empezar otra vez a sentir que la vida tiene
sentido y que está segura y en control. El
violador debe ser incentivado a cambiar. El
o ella debe recibir la libertad para empezar
la vida nuevamente. El restablecimiento
abarca un sentido de recuperación y una
esperanza para el futuro.
El restablecimiento de la relación
entre la víctima y el ofensor debe ser una
segunda preocupación importante para la
justicia. El movimiento de reconciliación
víctima-ofensor ha identificado esta meta
como reconciliación.
La reconciliación implica un
arrepentimiento y un perdón plenos. Supone
establecer una relación positiva entre la
víctima y el ofensor. La experiencia VORP5
sugiere que esto es posible. Pero sería irreal
esperar que la reconciliación ocurra en todos
los casos. En muchos casos, ninguna
reconciliación será lograda. En otros casos,
una relación satisfactoria puede ser resuelta,
lo que no implica intimidad o confianza
completa. De ninguna manera los
participantes deben sentirse forzados hacia
la reconciliación. Ron Kraybill, anterior
director del Servicio de Conciliación Menonita,
nos recuerda que la reconciliación tiene un
ritmo y una dinámica propia. Aún si nosotros
conscientemente queremos la reconciliación,
nuestras emociones pueden ir en otra
dirección.
A la preocupación de la razón de
lo qué se debe hacer, el corazón
responde con lo que es. La cabeza
puede fijar una dirección para el
corazón, pero el corazón debe
caminar a su propio paso. La
 Restaurando relaciones. Una manera distinta de hacer justicia
reconciliación del corazón es un ciclo
con etapas a lo largo del camino6.
De acuerdo a Ron Claassen, director
de la VORP en Fresno, California, debemos
ver la reconciliación como un continuum7. En
un extremo es franca hostilidad. En el otro,
es la restauración o creación de una relación
fuerte, positiva. Cuando un crimen ocurre,
la relación es usualmente hostil al final de la
escala. Dejándola intacta, la relación
usualmente se mantiene ahí o hasta puede
convertirse en una hostilidad mayor. El
objetivo de la justicia, entonces, debe ser que
la relación se mueva hacia la reconciliación.
Tal restablecimiento de relaciones, aunque
sea sólo parcial, es un paso importante para
el restablecimiento de los individuos. La
justicia no puede garantizar o forzar la
reconciliación, pero debe proveer
oportunidades para que tal reconciliación
ocurra.
He estado involucrado en casos de
VORP en los que un pequeño progreso hacia
una relación de reconciliación parece haber
ocurrido. Habiéndose encontrado para
discutir la ofensa y su solución, la víctima y
el ofendido mantienen la hostilidad. Pero la
naturaleza de su hostilidad ha cambiado. Ya
no se enfurecen por una abstracción, un
estereotipo de una víctima o un ofensor.
Ahora se enfurecen por una persona
concreta. Hasta esto representa un avance.
Los ofensores también necesitan el
restablecimiento. Por supuesto, deben ser
responsables por su comportamiento. No
pueden ser “dejados a la libre”. Pero esta
responsabilidad puede ser un paso hacia el
cambio y el restablecimiento. Y sus otras
necesidades deben recibir atención.
La comunidad también necesita del
restablecimiento. El crimen mina el sentido
de unidad de una comunidad, y esa herida
necesita ser curada.
La experiencia de la justicia es una
necesidad humana básica. Sin tal
experiencia, el restablecimiento y la
reconciliación son difíciles o incluso
imposibles. La justicia es una precondición
9
para el acercamiento.
Un sentido pleno de justicia puede,
por supuesto, ser raro. Sin embargo, hasta
la “justicia aproximada” puede ayudar 8 .
Incluso una experiencia parcial puede
preparar el trabajo de base, el cual es
necesario para un sentido de recuperación y
acercamiento. Por ejemplo, cuando un
ofensor no ha sido identificado, o se rehúsa
a adquirir responsabilidad, la comunidad
puede jugar el papel de proveer una
experiencia de justicia. Puede
verdaderamente escuchar y valorar a las
víctimas, acordándose de que lo que pasó
estuvo mal y escuchando y atendiendo sus
necesidades. La aproximación de la justicia
es mejor que la ausencia de esta, y ayuda al
proceso de restablecimiento.
¿Cómo debemos visualizar la
justicia? La diosa de los ojos vendados con
una balanza en mano simboliza bien lo
impersonal, orientada al proceso, naturaleza
del paradigma contemporáneo. ¿Cuál es
nuestra alternativa?
Una posibilidad es imaginar la justicia
como curando un daño. Mi colega Dave
Worth, respondiendo a un borrador de este
capítulo, describió bien esta imagen:
Un nuevo tejido debe crecer para
llenar el espacio donde el viejo fue
desgarrado. Las condiciones
apropiadas y los nutrientes deben
estar presentes para permitir que el
nuevo tejido crezca. Debe haber
seguridad, limpieza y tiempo. A
veces hay una cicatriz, y a veces hay
un agravamiento. Pero cuando es
sanado podemos movernos,
funcionar y crecer. Y a través de
nuestra experiencia de daño y
recuperación, podemos comprender
las condiciones que conlleva ese
daño y las condiciones que conlleva
esa recuperación. Entonces,
podemos trabajar en cambiar lo
primero y ofrecer lo segundo a otros
que han sido lastimados.
Wilma Derksen, cuya hija fue
10 Restaurando relaciones. Una manera distinta de hacer justicia
brutalmente asesinada, ha sugerido otra
metáfora que encuentro todavía más útil. El
crimen crea un vacío, entonces la justicia llena
ese hueco9.
El acercamiento bíblico a la justicia
demuestra que la justicia restaurativa debe
ser a menudo justicia transformativa10. Para
hacer las cosas bien, puede que no sea
meramente necesario regresar las situaciones
y la gente a su condición original, sino seguir
adelante. En los casos de abuso de pareja,
por ejemplo, no es suficiente enmendar los
daños. La justicia verdadera no se puede
dar a menos que la gente y las relaciones
sean transformadas en algo que sea
saludable para que el daño no ocurra. La
justicia puede significar, más bien, moverse
en una nueva dirección, y no regresar a la
situación del pasado.
La justicia puede implicar más que
meramente llenar un vacío y nivelarlo. El
vacío puede necesitar ser llenado hasta
rebalsar. Otra vez, Dave Worth resume esta
imagen de justicia mejor de lo que yo lo hago.
2 Corintios 5,18 hace una
conexión entre reconciliación y nueva
creación. Esa es tal vez la esencia
de la reconciliación: algo nuevo ha
pasado entre dos personas. No algo
basado en la manera que era en el
pasado, sino en la manera en que
debe ser. La reconciliación es
verdaderamente una progresiva
búsqueda del acercamiento al
problema.
[De saturación] es de lo que
trata la justicia. No estamos
hablando de un acercamiento legal
de la justicia de tipo “llenar hasta el
borde”. No estamos hablando de
escalas de justicia. Estamos
hablando de una situación en la que
la justicia verdadera ha ocurrido, lo
que ha hecho que una cosa nueva
suceda. Una cosa que no deja a la
gente ni más bajo, ni igual, sino que
llena y se desborda para que puedan
salir y propagar la justicia a los otros
a su alrededor. Tal vez el problema
con el actual acercamiento legal a la
justicia es que no llena a la gente,
por lo que no queda justicia para dar
a los demás.
La justicia empieza con las necesidades
La justicia que tiene por objetivo
llenar y esparcirse debe empezar por
identificar, buscar y conocer las necesidades
humanas. Con el crimen, el punto principal
deben ser las necesidades de aquellos
violados. Cuando un crimen ocurre (a pesar
de si un “ofensor” es identificado) las
primeras preguntas deben ser, “¿quién ha
sido dañado?”, “¿cómo han sido dañados?”,
“¿cuáles son sus necesidades?”. Tal
acercamiento puede, por supuesto, estar
lejos de la justicia retributiva, la cuál se
pregunta primero “¿quién lo hizo?” “¿qué se
les debe hacer ?”, y entonces raramente se
mueve más allá de ese punto.
Las víctimas tienen una variedad de
necesidades las cuales deben ser conocidas;
una es experimentar aunque sea una justicia
aproximada. En muchos casos, la primera y
más urgentes de las necesidades son de
apoyo y de un sentido de seguridad.
Luego de esto, sin embargo, viene
una variedad de otras necesidades, algunas
ya citadas anteriormente. Las víctimas
necesitan de alguien que las escuche. Deben
tener oportunidades para contar su historia
y dejar escapar sus sentimientos, tal vez una
y otra vez. Deben decir su verdad. Y
necesitan a los demás para que sufran con
ellos, para que lamenten con ellos el mal que
ha sido hecho.
En algún momento del proceso, las
víctimas necesitan sentirse vindicadas.
Necesitan saber que lo que les pasó estuvo
mal y fue inmerecido, y que los otros lo
reconozcan como malo. Necesitan saber que
algo se ha hecho para corregir el mal y reducir
las oportunidades de su repetición. Quieren
oír a los otros, que reconozcan su dolor y
den validez a su experiencia.
El lenguaje al decir la verdad, del
 Restaurando relaciones. Una manera distinta de hacer justicia
lamento y vindicación a veces puede ser duro
y lleno de ira. Debemos aceptar eso y
realmente oírlo. Sólo entonces la gente puede
salir adelante. Mort MacCallum-Paterson ha
concluido que los llantos de angustia de las
víctimas de un crimen son muy parecidos a
los llantos de angustia encontrados tan
frecuentemente en el Antiguo Testamento.
Los gritos de dolor y de demanda por
venganza son “llantos de oración” destinados
a los oídos de Dios, rogando por su compasión
y lamento. A menudo suenan con furia y
venganza, pero no son necesariamente
demandas para la acción de la comunidad.
Como el padre de una víctima de asesinato
dijo a Paterson, “Podemos soñar como si
estuviéramos pidiendo la pena de muerte.
Realmente no lo hacemos... pero qué más
podemos decir?” . Paterson señala,
¿Qué más podemos decir? Ese
es el punto. No hay palabras más
fundamentales que un llanto
sangriento como una forma de
expresar la pena, el dolor y la furia
de los sobrevivientes de las víctimas
de asesinato. Aunque esas palabras
se vuelvan activas haciendo
estrategias hacia el objetivo de
ejecutar al asesino se requiere otro
paso. Se requiere una decisión más
lejana. El lamento como tal no
contiene la decisión, pero... el
lamento sí contiene el lenguaje.
Toma la forma de un insulto. En
efecto, es una oración donde Dios
maldecirá a aquel que tome la vida
de la víctima11.
La retribución puede ser una forma
de vindicación, pero también lo es la
restitución. En un pequeño libro titulado,
Mending Hurts, John Lampen, del Irlanda del
Norte, dice que la restitución es por lo menos,
tan respuesta humana básica como lo es la
retribución12 .
La restitución representa la
recuperación de las pérdidas, pero su
importancia real es simbólica. La restitución
implica un reconocimiento del mal y una
11
afirmación de responsabilidad. Hacer el bien
es por sí mismo una forma de vindicación,
una forma que puede promover el
restablecimiento más que la retribución.
La retribución frecuentemente deja
un legado de odio. Tal vez sea más
satisfactorio, como una experiencia de
justicia, a que no la haya en absoluto, pero
hace muy poco por manejar las hostilidades.
Tales hostilidades pueden impedir el
restablecimiento. Esa es la belleza del perdón.
Manejando las hostilidades, se permite tanto
a la víctima como al ofensor tomar el control
de sus propias vidas. Como la reconciliación,
sin embargo, el perdón no es fácil y no puede
ser forzado. Para muchos una experiencia de
justicia es una precondición necesaria para
que el perdón ocurra. Para algunos, el perdón
no parecerá posible.
Tanto la retribución como la
restitución tienen que ver con arreglar un
desbalance. Mientras la retribución y la
restauración tienen una importancia
simbólica, la restitución, sin embargo, es una
manera más concreta para reconstruir la
equidad. También, la retribución busca
arreglar el equilibrio bajando al ofensor al
nivel al que la víctima ha sido reducida. Esto
trata de derrotar al malhechor, anulando su
demanda de superioridad y confirmando el
sentido de validez de la víctima. La
restitución, por otro lado, busca levantar a la
víctima a su nivel previo. Reconoce su valor
moral y reconoce el rol del ofensor y las
posibilidades de arrepentimiento. Por eso,
también reconoce el valor moral del ofensor13.
La mayoría de nosotros asumimos
que la retribución es altamente valorada en
la agenda de las víctimas. Muchos estudios
de las víctimas, sin embargo, sugieren una
imagen diferente. Las víctimas están
frecuentemente abiertas a sentencias no
encarcelables indemnizatorias, de hecho, más
frecuentemente que el público14 .
Más todavía, muchas veces clasifican
una rehabilitación para el ofensor como un
valor importante. La ayuda al ofensor,
después de todo, es una forma de atender el
12 Restaurando relaciones. Una manera distinta de hacer justicia
Hacer el bien es central para la justicia. Hacer el bien no
es una actividad mar ginal, opcional. Es una ob
marginal, ligación.
obligación.
problema de seguridad y prevención de
futuros males.
Las víctimas también necesitan ser
empoderadas. La justicia no puede ser hecha
simplemente hacia y para ellas. Ellas deben
sentirse necesitadas y escuchadas en el
proceso. Desde una dimensión del mal que
fuera, se les robó el poder, una dimensión
de la justicia es devolverles el poder.
Mínimamente, esto significa que debe ser una
clave determinar cuáles son sus necesidades,
cómo deben conocerse, y cuándo deben ser
atendidas. Pero las víctimas deben tener
algún rol en todo el proceso.
Las víctimas necesitan tranquilidad,
reparación, vindicación, empoderamiento,
pero especialmente necesitan encontrar
sentido. Recordemos la intuición de Ignatieff:
la justicia provee un marco de referencia para
encontrar significados. Las víctimas necesitan
encontrar respuestas a las preguntas sobre
lo que pasó, por qué y qué se ha hecho al
respecto. Necesitan atender las seis
preguntas que ya he sugerido y que proveen
pasos para la recuperación. Sólo las mismas
víctimas pueden contestar algunas de estas
preguntas, aunque puede ser que nosotros
les ayudemos en su búsqueda. Sin embargo,
algunas de estas preguntas son de hechos
concretos. Quién lo hizo, por qué, qué clase
de personas son, qué se está haciendo al
respecto. Mínimamente, la justicia debe
proveer tal información.
Por lo tanto, las víctimas con
frecuencia buscan la vindicación. Esta
vindicación incluye la denuncia del mal, el
lamento, el decir la verdad, la no privación,
la no minimización. Ellos buscan la equidad,
incluyendo la reparación, la reconciliación y
el perdón. Ellos perciben una necesidad de
empoderamiento, incluyendo participación y
seguridad. Otra necesidad es la tranquilidad,
incluyendo el apoyo, el “sufrir con alguien”,
seguridad, clarificación o responsabilidad y
prevención. Y ellos tienen una necesidad por
el sentido, incluyendo la información, la
imparcialidad, la justicia, respuestas y un
sentido de proporción.
Las víctimas se sienten violadas por
el crimen y estas violaciones generan
necesidades. Las comunidades se sienten
violadas también, y sin embargo, ellas
también tienen necesidades. Debido a que
uno no puede ignorar las dimensiones
públicas del crimen, el proceso de justicia en
muchos casos no puede ser totalmente
privado. También la comunidad quiere
asegurarse de que lo que pasó estuvo mal,
que algo se hizo al respecto y que se han
dado pasos para evitar su repetición. Aquí
mucha información puede ser importante a
medida que ayude a reducir estereotipos y
miedos infundados. Aquí también la
restitución puede jugar un papel importante
en proveer un símbolo de restauración de
unidad. De hecho, el rol del simbolismo es
importante. El crimen mina el sentido de
unidad en una comunidad. Para una
comunidad, la reparación muchas veces
requiere alguna clase de acción simbólica que
contenga elementos de denuncia de la
ofensa, vindicación, tranquilidad y reparo.
Las dimensiones públicas del crimen
son importantes, pero no deben ser el punto
principal. También la comunidad necesita ser
retada en algunas de sus supuestos sobre el
crimen. Una de estos supuestos es que el
orden y la seguridad total son posibles, por
lo menos dentro de un marco de una sociedad
libre.
En una reciente fiesta de recaudación
de fondos para la organización que opera
nuestro VORP local, me senté en una mesa
donde estaba un joven pudiente. Una
espectacular tormenta se estaba acercando,
y algunos nos habían abandonado por la
 Restaurando relaciones. Una manera distinta de hacer justicia
seguridad de su hogar. Mientras nos
sentamos a ver la tormenta, él preguntó
sobre la organización a la que acabábamos
de contribuir, y eso guió a una discusión sobre
la justicia. Él me contó, con una franqueza
considerable, de su propia batalla interna con
la pregunta. Él conocía desde su niñez a un
hombre que era un perpetuo ladrón. Parte
de él estaba preocupado por la rehabilitación
y el bienestar de ese amigo. Por otra parte,
se vio a sí mismo como conservador y sentía
que el ladrón merecía un duro castigo. “A
veces, dijo pienso que debemos hacer lo que
hace Irán: cortar un brazo, castigar
severamente. Entonces, estaríamos
seguros”. “Tal vez, – repliqué – pero ¿te
gustaría vivir aquí entonces?”.
El orden y la libertad son dos
opuestos en un continuum. La libertad
completa, por lo menos en el sentido de
libertad de hacer lo que deseamos sin
controles formales o informales,
probablemente podría ser caótica e insegura,
un mundo estilo Hobbes. El completo orden,
por otra parte, aún si este fuera posible,
vendría con el precio de la libertad. Si el
castigo severo fuera disuadir el crimen, por
ejemplo, este tendría que ser veloz y seguro.
¿El precio? Nosotros tendríamos que estar
dispuestos a cometer errores y dar el poder
arbitrario a autoridades centrales – un poder
que seguramente sería malgastado. A
muchos de nosotros no nos gustaría vivir en
tal mundo. Entonces nos vemos a nosotros
mismos moviéndonos hacia atrás y adelante
en algún lugar entre el continuum, buscando
equilibrar la libertad y el orden. Los
conservadores a nuestro alrededor se
encuentran más cerca del extremo del orden,
los liberales más cerca del extremo de la
libertad.
Hay todavía un error en los
supuestos usuales de la libertad y el orden.
La mayor parte del tiempo pensamos en el
orden como reglas, controles formales y
penas. Sin embargo, olvidamos que a través
de la historia el orden ha sido mantenido por
controles informales – por los sistemas de
13
creencias, por las presiones y obligaciones
sociales, por las recompensas del
conformismo. Esto también es cierto en
nuestra vida cotidiana. Asumir que el orden
se deriva simplemente de las leyes y que el
castigo es examinar lo que mantiene la
sociedad en conjunto.
El punto en todo esto es que no
podemos vivir en completa seguridad y
retener otros valores que mantenemos
costosamente. Al mismo tiempo, nuestra
libertad está también en riesgo cuando no
llamamos a la gente a responsabilizarse
cuando su intención de ejercer su voluntad
infringe la libertad de los demás.
El crimen crea obligaciones
Una discusión de necesidades nos
lleva rápidamente a preguntas sobre
responsabilidad y obligación. Las violaciones
crean obligaciones.
La obligación principal, por supuesto,
está en la parte de quien ha causado la
violación. Cuando alguien hace el mal al otro,
él o ella tiene la obligación de hacer las cosas
bien. Esto es de lo que debería tratar la
justicia. Esto significa alentar a los ofensores
a entender y reconocer el daño que han
hecho y entonces tomar medidas, aunque
sean incompletas o simbólicas, para hacer
de ese mal un bien.
Hacer el bien es central para la
justicia. Hacer el bien no es una actividad
marginal, opcional. Es una obligación.
Idealmente, el proceso de justicia puede
ayudar a los ofensores a reconocer y asumir
sus responsabilidades voluntariamente. Esto
puede pasar. Siempre pasa en el proceso
VORP. Más a menudo, sin embargo, las
personas aceptan esta responsabilidad a
disgusto al principio. Muchos ofensores no
sienten ganas de hacerse vulnerables
tratando de entender las consecuencias de
sus acciones. Después de todo, ellos han
construido edificios de estereotipos y
racionalizaciones para protegerse contra,
exactamente, esta clase de información.
Muchos están desganados para tomar la
14 Restaurando relaciones. Una manera distinta de hacer justicia
responsabilidad para hacer el bien. En
muchas ocasiones, asumir el castigo de uno
mismo es más fácil. Mientras puede doler por
un tiempo, no implica responsabilidad y no
amenaza con racionalizaciones y
estereotipos. Los ofensores a menudo
necesitan un fuerte incentivo o incluso
coerción para aceptar sus obligaciones.
El movimiento VORP en
Norteamérica e Inglaterra ha discutido
muchas veces esto. Obviamente, esta
aceptación de responsabilidad es mejor
cuando es voluntaria. También es obvio que
se puede abusar de la coerción. Todavía, en
principio, no me opongo al requerimiento de
que los ofensores deben asumir sus
responsabilidades. Después de todo, si
alguien daña a otro, el o ella ha creado una
deuda, una obligación. El ofensor debe
reconocer eso y voluntariamente aceptar
responsabilidades. El proceso de justicia debe
alentar a esto.
Sin embargo, las personas
frecuentemente no asumirán
voluntariamente sus responsabilidades. Una
de las razones por las que muchos ofensores
se meten en problemas es la falta de ciertas
clases de responsabilidades. Uno no puede
superar tal irresponsabilidad rápidamente. Lo
que la sociedad puede decir a los ofensores,
entonces, es simple: “Tú has hecho mal al
violentar a una persona. Tienes la obligación
de convertir ese mal en bien. Puedes escoger
hacerlo voluntariamente, y te permitiremos
participar en encontrar cómo eso debe
hacerse. Sin embargo, si no eliges aceptar
esta responsabilidad, tendremos que decidir
por ti lo que se necesita hacer y se requerirá
que lo hagas”.
Uno puede requerir a los ofensores
aceptar la obligación de hacer el bien. Uno
les puede alentar fuertemente a tomar una
responsabilidad más completa enfrentándose
a las víctimas. Sin embargo, uno no puede y
no debe forzarlos a hacer eso. ¡Y uno,
ciertamente, no debe forzar a las víctimas a
participar! Forzar encuentros, tiene la
posibilidad de no ser bueno ni para la víctima
ni para el ofensor, y bien puede salir el tiro
por la culata. Podemos pedirle a los ofensores
hacer el bien, pero no pueden ser totalmente
responsables sin un grado de voluntarismo.
Un propósito tanto del castigo como
de la reparación es enviar mensajes. El fin
utilitario del castigo es decir a los ofensores:
“No cometas ofensas porque está en contra
de la ley. Aquellos que hacen el mal merecen
ser heridos”. La reparación o restitución
busca enviar un mensaje diferente. “No
cometas ofensas porque dañan a los demás.
Aquellos que dañan a los demás tendrán que
convertirlo en bien”. El mensaje de nuestras
acciones no siempre se va a pique, como ha
señalado el autor británico Martín Wright.
Pero cuando esto pasa, necesitamos estar
seguros de que es el mensaje correcto15.
Refiriéndose a la necesidad de enviar
el mensaje de que el crimen es malo, Wright
también observa:
Podemos denunciar el crimen
más constructivamente haciendo
cosas por la víctima (y pidiendo a
los ofensores que lo hagan), y no en
contra del ofensor.16
El crimen crea una deuda de hacer
el bien, y esa deuda se mantiene a pesar de
si el perdón se da. Cuando ofendemos, no
podemos asumir esto porque hemos
experimentado el perdón de Dios o aún del
que hemos dañado, ninguna otra obligación
se mantiene. Aún así, también es verdad
que las víctimas pueden escoger perdonar
aún la obligación concreta que se le debe.
Raramente un ofensor está dispuesto a
compensar completamente lo que la víctima
y el ofensor han perdido. Herman Bianchi ha
notado que el crimen crea una
responsabilidad, y que el perdón trata de
retirar la responsabilidad para aquello que
no puede ser reestablecido.
Tan pronto como sea posible, los
ofensores deben hacer enmiendas. Sin
embargo, en muchos casos hay demoras
considerables antes de que los ofensores
sean identificados. Con frecuencia los
ofensores nunca son identificados
 Restaurando relaciones. Una manera distinta de hacer justicia
completamente. También, muchas de las
necesidades que la víctima y la comunidad
tienen como resultado del crimen, están más
allá del alcance de los ofensores para
establecer el bien. Y los ofensores tienen
necesidades también. Esta es la
responsabilidad de la sociedad: atender las
necesidades que los individuos por sí solos
no pueden atender. Ciertas obligaciones
sobre parte de la comunidad son por lo tanto
generadas también por el crimen.
Los ofensores también tienen
necesidades
Bíblicamente, la justicia no se hace
porque sea merecida, sino porque se
necesita. Aunque en un modelo retributivo
o de castigo/premio pueda que los ofensores
no “merezcan” que se priorice sus propias
necesidades, el interés propio de la sociedad
dicta que estas necesidades sean parte de
una respuesta justa. Identificar y atender
las necesidades de los ofensores es un
elemento clave de la justicia restaurativa.
En la historia con la que empecé, Ted
necesita recibir tratamiento. El sistema legal
interpreta su comportamiento como “abuso
sexual”. Este comportamiento es parte de un
patrón más grande de inadecuación y
disfunción. Dejando esto desatendido, sólo
empeorará las cosas. Parte del tratamiento
que se necesita implica ayudar a Ted a
reconocer el impacto de sus acciones en su
joven víctima.
Los ofensores tienen muchas
necesidades, por supuesto. Necesitan
enfrentar sus estereotipos y racionalizaciones
sobre la víctima y el evento. Pueden necesitar
aprender a ser más responsables y desarrollar
habilidades interpersonales y de trabajo. Y,
con frecuencia, necesitan apoyo emocional.
Además, necesitan aprender a manejar la ira
y la frustración en formas más adecuadas
El crimen crea una deuda de hacer el bien, y esa deuda se
mantiene a pesar de si el per
perdón
dón se da.
15
para desarrollar una imagen propia positiva
y saludable. Muy a menudo necesitan ayuda
en el manejo de la culpa. Como en el caso
de las víctimas, hasta que tales necesidades
son conocidas, el acercamiento es imposible.
En lo que respecta al crimen, las
necesidades de las víctimas forman el punto
principal para la justicia restaurativa. Pero
uno no debe desatender las necesidades del
ofensor y de la comunidad.
Un asunto de responsabilidad
Necesidades y responsabilidades –
es un asunto de responsabilidad. Cuando el
daño está hecho, los ofensores necesitan ser
responsables, y en formas que representen
las consecuencias naturales de sus acciones.
Esta responsabilidad significa entendimiento
y reconocimiento del daño y tomar medidas
para hacer las cosas bien.
Hay una tercera dimensión
intermediaria de responsabilidad por los
ofensores: participar en la responsabilidad
de decidir qué se necesita hacer. El juez
Challeen habla de sentencia responsable17.
Debido a que el comportamiento de
los ofensores refleja irresponsabilidad,
simplemente el decirles lo que va a pasar los
deja “libres”, alentando más
irresponsabilidad. En su Corte, por lo tanto,
él dice a los ofensores las dimensiones que
deben atender. Entonces les dice que
regresen con una propuesta de cómo ellos
esperan conocer estos requerimientos y cómo
la sentencia será monitoreada y hacerla
cumplir. VORP trabaja en esto haciendo que
los ofensores negocien y estén de acuerdo
con la restitución.
En un nuevo experimento de
“reparaciones juveniles” operado por el
Centro para la Justicia Comunitaria en
Indiana, los jóvenes ofensores deben venir a
nuestro programa antes de que la “sentencia”
16 Restaurando relaciones. Una manera distinta de hacer justicia
sea decidida. Ahí ellos son incentivados a
entender que su comportamiento hace daño:
(1) a la víctima, (2) a la comunidad, y (3) a
ellos mismos. El personal trabaja con ellos
para ayudarlos a proponer una “sentencia”
que atienda a los tres. A través de VORP,
por ejemplo, pueden aprender de las
necesidades de las víctimas y hacer la
restitución. A través del servicio comunitario
ellos buscan compensar a la comunidad. A
través de tutorías, terapia de arte, u otras
actividades ellos atenderán algunas de sus
propias necesidades. Todavía no está claro
cuán exitoso será este experimento, pero el
Interpretaciones de la responsabilidad
Le nte Re tributivo
El com portam iento indebido crea culpa
La culpa es absoluta:o es culpable o no.
La culpa es indeleble.
La ofensa es abstracta.
La ofensa es redim ida asum iendo un
castigo.
La "ofensa" es contra la sociedad en
abstracto.
Los costos se asum en al tom ar de su
propia "m edicina".
Se asum e el com portam iento librem ente
escogido.
La libre voluntad o determ inism o social.
punto es éste: la obligación debe empoderar
y alentar la responsabilidad. Y debe tomar
seriamente los tres niveles de la obligación:
la víctima, la comunidad y el ofensor.
Los ofensores deben sostener la
responsabilidad, pero también lo debe hacer
la sociedad. La sociedad debe ser
responsable de las víctimas, ayudando a
identificar y conocer sus necesidades. Del
mismo modo, la comunidad completa debe
atender las necesidades de los ofensores,
buscando no simplemente restaurar sino
transformar. La responsabilidad es
multidimensional y transformacional.
Le nte Re staurativo
El com portam iento indebido crea
responsabilidades y obligaciones.
Grados de responsabilidad
La culpa se rem ueve con el
arrepentim iento y la reparación.
La ofensa es concreta.
La ofensa es redim ida haciendo el bien.
La ofensa es prim ero contra a la víctim a.
El costo es asum ir responsabilidades.
Reconoce la diferencia entre la realización
potencial y actual de la libertad hum ana.
Reconoce el rol del contexto social en las
opciones sin negar la responsabilidad
personal.
 Restaurando relaciones. Una manera distinta de hacer justicia
El proceso debe empoderar e informar
Jueces y abogados a menudo
asumen que lo que la gente más quiere es
ganar sus casos. Pero estudios recientes
demuestran que el proceso importa mucho y
que el proceso de justicia criminal a menudo
no se siente tanto como justicia. No sólo lo
que pasa sino cómo se decide es
importante18 .
La justicia debe ser vivida, no
simplemente hecha por los otros y reportada
a nosotros. Cuando alguien simplemente nos
informa que la justicia ha sido hecha y que
ahora debemos irnos a casa (como víctimas)
o a la cárcel (como ofensores), no
experimentamos eso como justicia. La
justicia que es vivida, experimentada
actualmente no puede ser siempre
placentera. Pero sabremos que habrá pasado
porque la hemos vivido en vez de haberla
hecho. No simplemente la justicia, sino la
experiencia de la justicia debe ocurrir.
El primer paso en la justicia
restaurativa es conocer las necesidades
inmediatas, particularmente las de la víctima.
Siguiendo eso, la justicia restaurativa debe
buscar identificar necesidades más grandes
y obligaciones. En la identificación de estas
necesidades y obligaciones, el proceso debe,
en la medida de lo posible, poner el poder y
la responsabilidad en las manos de aquellos
directamente involucrados: la víctima y el
ofensor. Esto también debe dejar espacio
para la participación de la comunidad. En
segundo lugar, debe dirigir la relación víctima-
ofensor facilitando la interacción y el
intercambio de información sobre los eventos,
sobre cada uno, y sobre las necesidades de
ambos. En tercer lugar, debe enfocarse en
la solución del problema, atendiendo no sólo
las necesidades presentes, sino también las
intenciones futuras.
Ya hablé sobre la importancia de la
participación tanto de la víctima como del
ofensor. Para las víctimas, el
desempoderamiento es un elemento central
de la violación. El empoderamiento es crucial
para la recuperación y la justicia. Para los
17
ofensores, la irresponsabilidad y un sentido
de desempoderamiento pueden haber sido
uno de los obstáculos en el camino a la
ofensa. Sólo participando en la “solución”
pueden moverse hacia la responsabilidad y
el acercamiento.
La comunidad tiene un papel que
jugar también. Parte de la tragedia de la
sociedad moderna es nuestra tendencia de
llevar nuestros problemas a los expertos. Esa
es nuestra tendencia con respecto a la salud,
la educación y la crianza de los niños. Y esto
ciertamente se aplica a los daños y conflictos
que llamamos crimen. Al hacer eso, perdemos
el poder y la habilidad de resolver nuestros
propios problemas. Aún peor,
desaprovechamos oportunidades de
aprender y crecer de estas situaciones. Las
respuestas restaurativas deben reconocer
que la comunidad tiene un rol que
desempeñar en la búsqueda de la justicia.
Una parte importante de la justicia
es el intercambio de la información sobre
cada uno, sobre los hechos de la ofensa,
sobre necesidades. Las víctimas quieren
respuestas a sus preguntas sobre lo que pasó,
por qué pasó y quién hizo esto. Los ofensores
necesitan entender lo que han hecho y a
quién. Los rostros deben tomar el lugar de
los estereotipos. Las malas atribuciones
necesitan ser puestas a prueba. El
intercambio de tal información es crucial, e
idealmente puede ocurrir a través de la
interacción directa. En ese contexto, la
pregunta de qué hacer con respecto a lo que
pasó en el pasado y lo qué va a pasar en el
futuro puede ser atendida. Tales resultados
necesitan ser registrados en la forma de
acuerdos y arreglos que son medibles y
monitoreados.
La mediación entre la víctima y el
ofendido es una aproximación a la justicia
que cumple este criterio. La mediación
víctima-ofensor empodera a los participantes,
pone a prueba las malas atribuciones, provee
un intercambio de información e incentiva
acciones destinadas a hacer el bien. A través
del uso de mediadores de la comunidad,
18 Restaurando relaciones. Una manera distinta de hacer justicia
provee participación para la comunidad. La
mediación es totalmente compatible con un
acercamiento restaurativo a la justicia.
Sin embargo, la mediación asume
ciertas precondiciones. La seguridad debe
estar garantizada. Los participantes deben
recibir el apoyo emocional que necesitan y
deben estar dispuestos a participar.
Mediadores experimentados son esenciales.
El momento de la intervención debe ser el
justo.
Cuando tales precondiciones son
alcanzadas, la mediación debe ser conducida
apropiadamente y debe atender asuntos
claves. Mark Umbreit ha señalado la
importancia de un estilo de mediación
“empoderante” y no uno en el que el
mediador impone su agenda y personalidad,
ya sea directamente o través de la
manipulación19 .
Uno no debe esquivar el intercambio
de información y expresión de sentimientos
en el camino de los acuerdos. Ron Claassen
enseña a sus mediadores de VORP que, para
que la mediación esté completa, tres
preguntas deben ser contestadas
satisfactoriamente:
Primero, ¿ha sido la injusticia
reconocida y aceptada?, ¿ha admitido y
aceptado el ofensor responsabilidad por sus
actos?, ¿han sido contestadas las preguntas
de la víctima?, ¿ha tenido el ofensor una
oportunidad para explicar qué ha pasado en
su vida?
Segundo, ¿ha habido un acuerdo
respecto a qué se necesita hacer para
restaurar la equidad en la medida de lo
posible?
Tercero, ¿han sido discutidas
intenciones futuras?, ¿piensa el ofensor
hacerlo otra vez?, ¿se siente segura la
víctima?, ¿hay previsión para el seguimiento
y el monitoreo de los acuerdos?
En lenguaje bíblico, Claassen resume
las tres categorías como confesión, restitución
y arrepentimiento20.
Pero la medición no siempre es
apropiada. El miedo también puede ser
demasiado grande, aún con apoyo y garantía
de seguridad. Los desbalances de poder entre
las partes pueden ser demasiado tajantes e
imposibles de superar. La víctima o el ofensor
pueden estar indispuestos. La ofensa puede
ser demasiado hiriente o el sufrimiento
demasiado severo. Una de las partes puede
estar emocionalmente inestable. El contacto
directo entre la víctima y el ofendido podría
ayudar extremadamente, pero la justicia no
puede depender solamente de tal interacción
directa.
Hay, en tales casos, otras maneras
de mantener atendida la interacción y el
intercambio de información. El uso de
víctimas suplentes, iniciadas por programas
en Canadá e Inglaterra, es un ejemplo. Aquí
los ofensores conocen otras víctimas, distintas
de la suya, como un paso para asumir
responsabilidad y compartir información. Esto
particularmente puede ser de ayuda en
situaciones cargadas emocionalmente como
delitos sexuales o cuando los casos se
mantienen irresueltos21.
La mayoría de las terapias de abuso
sexual tratan a las víctimas y a los ofensores
separadamente. Esto provee poco
reconocimiento o maneras de trabajar en el
abuso de la confianza implicada en la ofensa.
Ofrece pocos caminos para el acercamiento.
Se da poca atención a cómo los eventos de
la ofensa son percibidos o a malas
atribuciones sobre el evento o los individuos.
La “terapia del ofensor sexual
sensible a la víctima”, desarrollada por el
terapista Walter Berea, es diferente22. Este
desarrollo terapéutico tiene tres grados. El
primero es el nivel del “cuadro de distribución
de comunicación”. Aquí el terapista hace
contacto con el oficial de prueba, terapistas
previos y, quizás más inusualmente, con la
víctima. El contacto con la víctima provee
información más completa sobre los eventos,
permite que la víctima sepa que el ofensor
está en terapia y permite al terapista indagar
si las necesidades de la víctima están siendo
conocidas.
En el segundo nivel de la terapia las
 Restaurando relaciones. Una manera distinta de hacer justicia
malas atribuciones sobre la víctima son
puestas a prueba. Al ofensor se le ayuda a
aceptar su responsabilidad y a entender las
consecuencias de su comportamiento.
Durante este tiempo, escribe una carta de
disculpa a la víctima. Para la víctima, este
nivel le provee un tiempo para asegurarse
que no debe culparse u ofenderse así misma.
El último nivel de esta terapia tiene
un énfasis reconciliador. Las opciones incluyen
de hecho recibir la carta de disculpa que el
ofensor ha escrito, una reunión cara a cara,
o un contrato de “no contacto” con el ofensor
en el futuro. La elección es de la víctima. Tal
acercamiento toma en serio el daño y las
dimensiones interpersonales de la ofensa, así
como las necesidades tanto de la víctima
como del ofensor.
“Justicia Genesee –realizada con
orgullo en el Estado de Nueva York”. Así reza
el logo de un programa operado por el
departamento de policía del condado de
Batavia, Nueva York. Preocupado por la
sobrepoblación en las cárceles y por las
necesidades de la víctima, este programa fue
diseñado específicamente para casos de
violencia grave: homicidio involuntario, asalto
y homicidio. Cuando tal ofensa ocurre, ayuda
inmediata e intensiva es ofrecida a las
víctimas y sobrevivientes. El apoyo ofrecido
es complejo. Se concentra no sólo en sus
necesidades legales, sino también en
necesidades emocionales y espirituales.
Las personas del equipo caminan a
través de la experiencia de victimización con
las víctimas. En el proceso ellos les ayudan
en proveer información completa al “sistema”
sobre su experiencia. Durante ese proceso,
a las víctimas se les permite cierta implicación
en decisiones tales como fianzas e incluso
sentencias, por ejemplo, a través de un
encuentro entre la víctima y el ofensor. Dado
todo el apoyo y la participación, los deseos
de la víctima casi siempre se vuelven
sorpresivamente creativos y de redención.
Mínimamente, sus necesidades son discutidas
y las distintas dimensiones del daño son
reconocidas.
19
Los ideales de una interacción directa
entre la víctima y el ofensor, y del
empoderamiento no siempre pueden ser
completamente alcanzados. Algunas
decisiones de terceras partes no pueden ser
evadidas. Los casos con implicaciones
importantes para la comunidad no pueden
simplemente dejarse en las manos de la
víctima y el ofensor. Debe haber también
cierto tipo de vigilancia de la comunidad.
Pero estos casos no necesitan establecer la
norma de cómo vemos y respondemos al
crimen. Aún en tales casos, necesitamos
mantener frente a nosotros una visión de lo
que realmente es el crimen y qué realmente
debe pasar.
La justicia implica rituales
Nuestro sistema legal practica
muchos rituales. De hecho, las pruebas están
en una amplia dimensión de rituales, drama,
teatro. Pero normalmente olvidamos las
necesidades más importantes del ritual.
Uno de estos puntos necesarios se
da cuando una ofensa ocurre. Aquí es donde
el ritual del lamento, establecido tan
elocuentemente en los Salmos, es apropiado.
La “Justicia Genesee” ha reconocido esta
necesidad facilitando los servicios religiosos
del lamento y del restablecimiento para
aquellos que están interesados.
Pero a medida que la justicia se
cumple –ya sea completa o
aproximadamente- también necesitamos
rituales de acercamiento. Louk Hulsman los
ha llamado “rituales de reordenamiento”.
Ellos pueden ser importantes tanto para la
víctima como para el ofensor.
Tales rituales proveen un espacio en
el que la Iglesia puede desempeñar un rol
particularmente importante.
¿Hay un lugar para el castigo?
He debatido que el castigo no debe
ser el enfoque de la justicia. Pero ¿hay lugar
en un concepto restaurativo para algunas
formas de castigo? Ciertamente, las opciones
tales como la restitución serán entendidas
20 Restaurando relaciones. Una manera distinta de hacer justicia
por algunos como castigo, aunque un castigo
más merecido y lógico. En un importante
estudio de VORP, por ejemplo, los ofensores
describen sus resultados como castigo pero
son vistos más positivamente que el castigo
tradicional. Tal vez el lenguaje del castigo
surge debido a una falta de terminología
alternativa (aunque algunos sí usaban el
lenguaje de “hacer el bien” para describir la
justicia). Sin embargo, aceptar la
responsabilidad es doloroso y hay una
necesidad de ser entendido en parte como
castigo. De manera similar, el aislamiento de
aquellos que son peligrosos, aún bajo las
mejores condiciones, es doloroso.
La verdadera pregunta, entonces, no
es si las personas van a experimentar
algunos elementos de justicia restaurativa
como castigo, sino que si el castigo
pretendido como tal tiene lugar. Christie ha
discutido que si la pena, pretendida como
pena, es usada, debería al menos ser usado
sin un propósito ulterior23.
La pena debería ser aplicada
simplemente como castigo, no como una
forma de alcanzar otros fines tales como
rehabilitación o control social. Aplicar la pena
con otros fines utilitarios es ser deshonesto
y usar a la gente como mercancía. Él hace la
analogía con el dolor. Cuando lamentamos
una muerte, lloramos por el motivo de
lamentarnos, no por otro propósito. Christie
también sugiere que imponemos el dolor sólo
bajo condiciones que reducirán el nivel de
pena de dolor.
Tal vez el castigo no pueda ser
eliminado completamente desde un
acercamiento restaurativo, pero no debe ser
normativo y sus usos y propósitos deben ser
prescritos cuidadosamente. El ejemplo bíblico
sugiere que el fin, naturaleza y contexto del
castigo es crítico. En el contexto bíblico, por
ejemplo, el castigo usualmente no es el final.
Pretende liberar y crear paz. La justicia bíblica
es administrada en un contexto de amor. Las
posibilidades de perdón y reconciliación son
la luz al final del túnel. El castigo es limitado,
mientras que el amor no tiene límite. Redimir
el amor, no el castigo, es la responsabilidad
humana primaria.
Cuando nosotros como sociedad
castigamos, debemos hacerlo en un contexto
que es justo y merecedor. El castigo debe
ser visto como justo y legítimo, anota
Ignatieff, porque no podemos experimentar
la justicia a menos que provea una estructura
de significados que tengan el sentido de la
experiencia. Para que el castigo parezca
justo, el resultado y el proceso necesitan
relatar el mal original. Sin embargo, el
contexto social también debe ser visto como
justo, y esto hace surgir preguntas extensas
de justicia social, económica y política.
Si hay lugar para el castigo en un
acercamiento restaurativo, su lugar no debe
ser central. Necesitará ser aplicado bajo
condiciones que controlen y reduzcan el nivel
de la pena y en un contexto en el que la
restauración y la recuperación son las metas.
Tal vez haya posibilidades para el “castigo
restaurativo”. Dicho esto, sin embargo, me
acelero a agregar que las posibilidades para
el castigo destructivo son mayores.
Dos lentes
Anteriormente resumí brevemente
los lentes retributivos y restaurativos. Estas
dos perspectivas pueden ser formuladas de
alguna otra manera más extensa. De acuerdo
a la justicia retributiva, (1) el crimen atenta
contra el Estado y sus leyes; (2) la justicia se
enfoca en establecer la culpa, (3) así, la dosis
de la pena pueden ser medidas; (4) la justicia
se busca a través de un conflicto entre
adversarios (5) en el cual el ofensor es puesto
en lucha contra el Estado; (6) las reglas y las
intenciones exceden el peso en los resultados.
Una parte gana y otra pierde.
De acuerdo a la justicia restaurativa,
(1) el crimen atenta contra las personas y
las relaciones; (2) la justicia apunta a
identificar necesidades y obligaciones (3)
para que las cosas puedan hacerse bien; (4)
la justicia incentiva el diálogo y la discusión
mutua, (5) da roles centrales a las víctimas
y ofensores, y (6) es juzgado por la magnitud
 Restaurando relaciones. Una manera distinta de hacer justicia 21

en las que las responsabilidades son parece muy diferente de la justicia que tiene
asumidas, las necesidades son conocidas y la culpa y la pena en su centro. El siguiente
el restablecimiento (de los individuos y las cuadro tiende a contrastar algunas
relaciones) es reforzado. características e implicaciones de los dos
La justicia que busca primero conceptos de justicia.
conocer las necesidades y hacer el bien
Interpretaciones de la justicia
Le nte Re tributivo Le nte Re staurativo

El arreglo de la culpa es central. La solución del problem a es central

Se enfoca en el pasado Se enfoca en el futuro

Las necesidades son secundarias Las necesidades son prim arias

Modelo de batalla; contra el adversario El diálogo es norm ativo

Enfatiza diferencias Busca las cosas en com ún

La im posición del dolor es considerada La restauración y la reparación son

norm ativa consideradas norm ativas

U n daño social es agregado a otro Enfatiza el reparo de los daños sociales

El daño del ofensor se equilibra por el El daño del ofensor se equilibra por el
daño hacia el ofensor hacer el bien

Se enfoca en el ofensor; la víctim a es Las necesidades de la víctim a son centrales

ignorada

El Estado y el ofensor son elem entos La víctim a y el ofensor son elem entos
claves. claves

Las víctim as carecen de inform ación La inform ación se provee a las víctim as

La restitución es rara La restitución es norm al

La "verdad" de las víctim as es secundaria Las víctim as tienen la oportunidad de

"decir su verdad"

El sufrim iento de las víctim as es ignorado El sufrim iento de las víctim as es

lam entado y reconocido

A cción del Estado para con el ofensor; el Se le da un rol al ofensor en la solución

ofensor es pasivo

Hay m onopolio del Estado en respuesta al Los roles de la víctim a, el ofensor y la

hacer el m al com unidad son reconocidos

El ofensor no tiene responsabilidad por la El ofensor tiene responsabilidad en la

resolución resolución

Los resultados refuerzan la El com portam iento responsable es

irresponsabilidad del ofensor reforzado
22 Restaurando relaciones. Una manera distinta de hacer justicia

Interpretaciones de la justicia (cont.)

Le nte Re tributivo Le nte Re staurativo

Hay rituales de denuncia y exclusión Hay rituales de lam ento y reordenam iento
personal

El ofensor es denunciado A ctos dañinos son denunciados

Los lazos del ofensor con la com unidad La integración del ofensor en la
debilitados com unidad es reforzada

El ofensor es visto fragm entariam ente, Los ofensores son vistos integralm ente
condicionado por la ofensa

Hay un sentido de equilibrio a través de la Hay un sentido de equilibrio a través de la

retribución restitución

El equilibrio es corregido m enospreciando El equilibrio es corregido apoyando tanto a

al ofensor la victim a com o al ofensor

La justicia puesta a prueba según sus La justicia puesta a prueba por sus
propósitos y el proceso m ism o "frutos".

La justicia es cum plir las reglas correctas La justicia es las buenas relaciones

Las relaciones víctim a-ofensor son Las relaciones víctim a-ofensor son
ignoradas centrales

El proceso es alienante El proceso apunta hacia la reconciliación

Reacción basada en la conducta pasada del Reacción basada en las consecuencias del
ofensor com portam iento del ofensor

El arrepentim iento y el perdón El arrepentim iento y el perdón son

desalentados reforzados

Profesionales son los actores claves La víctim a y el ofensor son centrales; la

ayuda profesional esta disponible

Los valores com petitivos e individualistas La m utualidad y la cooperación son

son reforzados reforzadas

Ignora el contexto del com portam iento El contexto en su totalidad es relevante

social, económ ico y m oral

A sum e resultados com o perder y ganar Hace posible resultados donde todos
ganan
 Restaurando relaciones. Una manera distinta de hacer justicia
Justicia retributiva, justicia
restaurativa. El mundo se mira muy diferente
a través de estos dos lentes. Tenemos la
justicia retributiva. Puede que no haga lo
que se deba hacer, o aún lo que sus
Parte 2. ¿Hacia dónde dirigirnos?
¿Cómo vamos a implementar
plenamente un sistema restaurativo? Es
divertido especular.
Las posibilidades del sistema
Algunos han recomendado que
“civilicemos” la ley24. A diferencia de la ley
criminal, la ley civil define los males en
términos de daño y responsabilidades en vez
de culpa. Los resultados, por lo tanto, se
enfocan en el acuerdo y la restitución en
vez del castigo. Ello permite que se den
grados de responsabilidad sin definirlos en
términos de ganar o perder. Como el estado
no es la víctima, los participantes actuales
mantienen el grado central, reteniendo el
poder significativo y la responsabilidad en el
proceso. Debido a que los resultados no son
primariamente punitivos, las defensas del
procedimiento son menos preocupantes y los
hechos relevantes son menos circunscritos.
¿Y si modificáramos los procedimientos civiles
para asegurar ciertas defensas? ¿Y si
aseguráramos que las víctimas tengan
defensores en el proceso, velando por las
decisiones de terceras partes cuando no
podemos alcanzar acuerdos o cuando las
preguntas de peligro estuvieran implicadas?
¿Y si retiráramos los casos del procedimiento
criminal y los procesáramos a través de un
proceso civil modificado?
La aplicación de leyes criminales es
lo que dispara el paradigma retributivo. Sin
embargo la ley criminal es un relativamente
nuevo agregado a la sociedad occidental y
opera bajo supuestos que están de muchas
formas en divergencia con el resto de la vida.
La estructura existente de la ley civil podría
proveer un marco de referencia alternativo
23
practicantes dicen que hace, pero “funciona”
en el sentido de que sabemos cómo llevarlo
a cabo. ¿y qué hay sobre la perspectiva más
esquiva que he llamado justicia restaurativa?
¿A dónde vamos desde aquí?
para un concepto de justicia que pasó por
alto algunos de estas supuestos.
Tal vez no debemos soñar con
desmantelar el sistema retributivo, pero sí
con desarrollar un sistema paralelo con
opciones que podamos usar. Herman Bianchi
ha discutido que la existencia de dos vías
paralelas, justicia del Estado y justicia de la
Iglesia, en el período medieval fue de alguna
manera una cosa buena. La existencia de dos
vías proveía oportunidades para los
participantes en ciertos casos. Aun más, cada
vía servía como una conciencia y revisión en
la otra.
El desarrollo de una vía de justicia
separada ha sido la estrategia de las Juntas
Comunitarias en San Francisco. Estos
programas han estado desarrollando
estructuras basadas en la vecindad para
resolver disputas fuera del “sistema”. Estos
programas forman a la gente de la comunidad
a servir como trabajadores de un caso y como
mediadores, e impone un alto valor en la
educación de la comunidad y en el
empoderamiento. Sus procesos de mediación
sirven como una alternativa para Cortes
civiles o criminales. De hecho, se rehusan a
tomar un caso mientras está en el proceso
legal. Los programas son un medio de educar
y empoderar a la comunidad para resolver
sus propios problemas.
Las Juntas Comunitarias y otros
programas de resolución de disputas
aparecen muy prometedoras. Ellos
representan una manera de realmente
implementar una visión de justicia que oriente
a una comunidad a la solución de los
problemas. Sin embargo, tales formas de
“justicia informal” se encuentra bajo ataque
24 Restaurando relaciones. Una manera distinta de hacer justicia
en años recientes25 .
Varias advertencias parecen válidas.
Los resultados puede que no tengan
uniformidad y por lo tanto, contradigan un
sentido básico de justicia. La justicia informal
puede ser reservada primariamente para los
pobres y con menos poder, negándole acceso
a otras formas de justicia. A la víctimas se
les puede dar mucho poder. Al final, el estado
y el sistema de justicia formal puede, de
hecho, recibir más, no menos, poder y
legitimación. El movimiento de resolución
de la disputa está siendo incentivado a
considerar sus supuestos y metas
cuidadosamente.
El modelo japonés es
particularmente interesante en este contexto.
John O. Haley, un especialista leyes
japonesas, reporta que un doble sistema
judicial opera en Japón26.
Las vías formales informales e
informales separadas operan paralelamente
una con la otra, pero con una dependencia
y una interacción considerable entre ellas.
Un patrón común es que los casos serios
pueden empezar en uno pero transferirse al
otro.
Una vía es un estilo Occidental, un
sistema formal criminal con muchas
características que nos son familiares. El
proceso se enfoca en la culpa y el castigo. Es
gobernada por las reglas formales y es
operada por profesionales como los fiscales
públicos. Esta vía es usada para muchos
crímenes. Sin embargo, pocos casos recorren
todo el camino a través del sistema,
terminando en largos encarcelamientos u
otras penas legales severas. Los casos son
constantemente transferidos. Para un
observador externo, el sistema en conjunto
parece remarcablemente indulgente.
Esta aparente indulgencia y la falta
de implicación a largo plazo por el sistema
legal formal es el resultado de una segunda,
menos formal, vía para la cual no hay paralelo
con el Occidente. Haley lo resume de esta
manera:
Un patrón de confesión,
arrepentimiento y absolución domina
cada grado de reforzamiento de la
ley en Japón. Los participantes en el
proceso incluyen no sólo a las
autoridades en nuevos roles sino que
también al ofensor y a la víctima.
Para el interrogatorio policial inicial
a través de la vista judicial final a la
sentencia, la vasta mayoría de
aquellos acusados de ofensas
criminales confiesan, profesan
arrepentimiento, negocian por el
perdón de sus víctimas y el
sometimiento de piedad de la
autoridad. A cambio de ellos, son
tratados con extraordinaria
indulgencia; ellos ganan por lo
menos el prospecto de la absolución
institucional siendo excluidos del
proceso formal en conjunto.
Los casos son transferidos del
sistema legal formal en cada paso del
proceso. Sólo una fracción entra en la
acusación y aún una fracción más pequeña
entra completamente en juicio. Una minoría
más pequeña es encarcelada y pocos
cumplen sentencia de más de un año. Esto
no significa, sin embargo, que los ofensores
japoneses no son convictos. De hecho, ¡las
tasas de condena se registran en Japón como
un 99.5%!.
Una variedad de factores influyen en
las decisiones para apartar los casos del
proceso formal o imponer sentencia que no
sean punitivas. Algunas de estas
consideraciones son similares a las
occidentales, tal como la seriedad de la
ofensa y la naturaleza del ofensor. Agregado
a esto, sin embargo, están algunas variables
únicas: la voluntad del ofensor de reconocer
la culpa, para expresar arrepentimiento y
hacer compensación a la víctima, y la
voluntad de la víctima de recibir
compensación y perdonar.
Las tasas de condena en Japón son
altas porque los ofensores son capaces de
confesar y tomar la responsabilidad. Las
raíces de la buena voluntad son en parte
 Restaurando relaciones. Una manera distinta de hacer justicia
El punto básico del pr oceso criminal en Japón es
proceso
corregir
corregir,, y esto gobierna las decisiones de las autoridades.
culturales, por supuesto. Sin embargo, en
parte es debido al entendimiento de que si
ellos lo hacen, el resultado está dispuesto a
enfocar más la compensación y la corrección
que el castigo. En lo complejo, el sistema
legal punitivo en la sociedad occidental no
incentiva a la confesión, mientras el sistema
japonés parece para hacerlo normativo.
Las víctimas tienen un rol importante
que desempeñar en este proceso. La
restitución por las pérdidas es esperada. Y
ellos tienen una voz en las decisiones de las
autoridades para informar, acusar o
sentenciar al ofensor. Aunque ellos no
controlan el proceso, tampoco asumen el rol
de adversario o acusador.
Los occidentales se sorprenden de
la voluntad de las autoridades de aislar los
casos del sistema legal formal. Esto es
solamente por nuestro supuesto que el
proceso formal es primario y que su enfoque
principal es establecer la culpa y aplicar
castigo. El punto básico del proceso criminal
en Japón es corregir, y esto gobierna las
decisiones de las autoridades.
Por lo tanto, los roles (de las
autoridades) no están limitados a las
vías formales de detención,
acusación y juicio. Más bien, una
vez que están convencidos
personalmente que un sospechoso
es un ofensor, sus preocupaciones
por pruebas evidenciales de
culpabilidad se transforma en una
preocupación sobre la actitud del
sospechoso y prospecta por la
rehabilitación y la reintegración
dentro de la sociedad, incluyendo la
aceptación de la autoridad. La
indulgencia es considerada una
respuesta apropiada si el proceso
correccional ha comenzado.
Haley dice que el patrón típico
25
japonés de respuesta al crimen es:
la admisión de la culpabilidad,
expresión de remordimiento,
incluyendo la negociación directa con
la víctima para la restitución y el
perdón como precondiciones para el
tratamiento de la indulgencia
escatimando recursos para el
encarcelamiento a largo plazo.
Los occidentales asumen que tal
respuesta de “indulgencia” puede fallar en
determinar el crimen. Sin embargo, Haley
concluye que este patrón de respuesta es de
hecho en parte responsable por el bajo grado
de crimen en Japón.
Haley se maravilla de que los
japoneses han institucionalizado los
conceptos de arrepentimiento y perdón
mientras que el Occidente no. Lo imperativo
del arrepentimiento y el perdón es por lo
menos tan fuerte en la tradición judeo-
cristiana como lo es en la japonesa. Aunque
la del Occidente ha
fallado en desarrollar propuestas
institucionales para implementar
tales mandatos morales. En su lugar,
las instituciones y los procesos
legales de la ley occidentales reflejan
y refuerzan las demandas de la
sociedad por la retribución y la
venganza.
Mientras que el patrón japonés esta
obviamente atado a la cultura japonesa,
Haley cree que tenemos mucho que aprender
de ese ejemplo. Sugiere posibilidades
fascinantes para unir sistemas formales e
informales, adversarios y no adversarios. El
modelo japonés sugiere un lugar por la
maquinaria formal de justicia y por el estado
mientras se deja un espacio para la
restauración y dar a la víctima y el ofensor
un rol más extenso. Mientras que occidente
no puede simplemente imitar este modelo,
26 Restaurando relaciones. Una manera distinta de hacer justicia
sugiere que la justicia debe ser tanto personal
como formal. Jerome Auerbach se ha
preocupado por los peligros de la ley sin
justicia pero especialmente de la justicia sin
ley. Los patrones japoneses dan esperanza
de que éstas no son las únicas dos
posibilidades.
Las posibilidades son fascinantes. Sin
embargo, debo admitir un escepticismo
considerable a proyectos para la
implementación amplia al sistema,
ciertamente a este grado. Me sentí aliviado
cuando oí a Kay Harris, en un congreso sobre
justicia restaurativa, pidiéndonos continuar
desarrollando la visión y resistir presiones
para la “práctica prematura”27 .
Todavía se necesita hacer mucho
trabajo conceptual. Señale antes que la
justicia restaurativa no es un paradigma.
Muchos asuntos se mantienen sin desarrollar
o sin respuesta. La comunidad es una
expresión esquiva, término a menudo
abusado. ¿Qué significa y cómo puede darse
en realidad en un acercamiento restaurativo?
¿Cuál es el rol propio del estado?
He enfatizado las responsabilidades
de los ofensores, pero ¿qué hay sobre las
responsabilidades para los ofensores? ¿qué
hacemos con los “un poco peligrosos”? ¿los
encarcelamos? Si lo hacemos, ¿cómo
tomamos estas decisiones? ¿Hay un lugar
para el castigo? ¿Cómo la idea de justicia
restaurativa, en el área del crimen, se
engrana con preguntas más amplias de
justicia económica, social y política? El
material bíblico asume una conexión cercana,
¿pero qué significa esto en términos prácticos
hoy?
Más aún, ¿En qué magnitud refleja
mi formulación una perspectiva
norteamericana blanca, de clase media,
masculina? El trabajo de Kay Harris sobre un
concepto feminista de justicia apunta en
algunas de las mismas direcciones, pero no
completamente 28 . La idea de justicia
restaurativa necesita ser probada en contra
de las perspectivas de una variedad de
culturas, tradiciones y experiencias.
Aunque uno puede presentar a la
justicia restaurativa como un paradigma
totalmente maduro, sin embargo, debo
admitir que me debo mantener receloso a la
implementación amplia del sistema.
Una de las deficiencias de la teoría
del cambio de paradigma de Kuhn es que
trata el cambio de paradigma como una
actividad intelectual, olvidando las dinámicas
políticas e institucionales de las variaciones
del paradigma. Los intereses y los procesos
políticos e institucionales ciertamente afectan
si el cambio ocurre y cuál forma finalmente
toman. El paradigma retributivo está muy
atado a los intereses y funciones del Estado
moderno. Eso tendrá un impacto considerable
si el paradigma cambia y si lo hace, en la
forma que toma.
La historia de cambio en el área del
derecho y la justicia no es de mucha ayuda.
Los esfuerzos de cambio han sido casi
siempre co-optados y desviados de sus
visiones originales, a veces en formas
perversas y dañinas. El origen de las prisiones
es un caso a señalar, y debe quedarse como
un constante recuerdo y advertencia a
aquellos que pensamos en el cambio. Tal vez,
tales “mejoras” han ido mal porque no
cuestionaron supuestos fundamentales, como
sugerí anteriormente. Pero los problemas son
más complejos que eso.
Algunas veces, las llamadas
alternativas han usado un nuevo lenguaje
para arropar ideas que no eran nuevas29. A
menudo las ideas tienen implicaciones
escondidas que toman tiempo en emerger. Y
una variedad de presiones, internas y
externas, tienden a apartar de su finalidad
tales esfuerzos de sus direcciones originales.
A veces, terminan reformándolos para
suministrar intereses y metas muy diferentes
a aquellas proyectadas.
Antes que soñemos tan en grande,
tenemos una obligación de pensar las
implicaciones cuidadosamente. Debemos ser
lo más correctos posibles sobre las dinámicas
de cambio y debemos proyectar cómo
nuestros sueños pueden ir mal.
 Restaurando relaciones. Una manera distinta de hacer justicia
Entretanto
Mientras contemplamos
posibilidades más amplias, debemos también
proponer metas y actividades intermedias.
Hay cosas que podemos y debemos hacer
aquí y ahora, en el tiempo intermedio.
Debemos continuar el diálogo, la
“palaver”30 con aquellos que simpatizan y con
aquellos que no. Debemos probar, explorar
y desarrollar nuestra visión.
Debemos también convertirnos en
granjeros de la justicia, plantando nuestros
argumentos de experimentación y de
demostración. Debemos plantar más VORPs,
por ejemplo, y probar más formas y
aplicaciones de VORP. Debemos ofrecer más
servicios a las víctimas que operan dentro
de un marco restaurativo. Estos incluyen
todos los rituales importantes que mostrarán
que nosotros como comunidad
permanecemos con ellos en su sufrimiento,
en denunciar el mal, y en buscar la
recuperación. Así mismo, necesitamos ofrecer
nuevos servicios a los ofensores y sus
familias. Sobre todo, necesitamos explorar
alternativas de castigo que ofrecen
posibilidades de tomar la responsabilidad, el
reparo y el empoderamiento.
Por medio de VORP, sabemos algo
de los planteamientos restaurativos al crimen
de propiedad. Ahora es tiempo para aplicar
la prueba del “caso duro”. ¿Y qué hay del
asesinato?, ¿Y qué hay del abuso infantil y
de pareja? ¿de la violación?, ¿cuáles son las
posibilidades y cuáles son los límites? ¿qué
procedimientos funcionan y cuáles no? ¿qué
resguardos necesitamos?
La discusión y la prueba de tales
asuntos ha empezado, pero falta mucho
trabajo. Esto requerirá creatividad, asumir
riesgos, y soñar también con realismo, trabajo
duro y precaución. Requerirá cooperación
entre teóricos y practicantes, entre “expertos”
y personas de confianza. La participación de
víctimas y ofensores principales será esencial.
A medida que nosotros y otros
propongan nuestras “alternativas”, tendremos
que probar constantemente si realmente son
27
alternativas. ¿Realmente reflejan valores
alternativos? ¿O son simplemente tecnologías
alternativas? ¿Están constituidas con un
enfoque restaurativo? ¿ Nos mueven en esa
dirección?
Debemos desarrollar estrategias y
aproximaciones intermedias, pero debemos
pensar bien dónde nos pueden llevar.
Mínimamente, debemos cuestionar lo
siguiente de nuestros esfuerzos: ¿refuerzan
o no valores de castigo?, ¿pueden ser usados
para construir nuevos modos de control o
castigo?, ¿proveerán una reserva de
experiencia, sirviendo como “argumentos”
experimentales o de demostración, ¿toman
elementos claves de una visión restaurativa?
¿Qué son esos elementos claves de
una visión restaurativa? Tal vez podemos
empezar a desarrollar indicadores
restaurativos que midan nuestros esfuerzos.
He intentado hacer una lista más completa,
pero primariamente serían preguntas como
estas: ¿busca el programa o el resultado
enderezar el daño de la víctima? ¿toma en
cuenta las necesidades del ofensor? ¿toma
en cuenta las responsabilidades y
necesidades de la comunidad? ¿toma en
cuenta la relación víctima-ofensor? ¿fomenta
la responsabilidad del ofensor? ¿son la víctima
y el ofensor alentados a participar tanto en
el proceso como en el resultado?
Lo Nuevo dentro de lo Viejo
Entretanto, la Iglesia tiene un rol
clave que desempeñar. El especialista en el
Antiguo Testamento, Millard Lind nos
recuerda que la justicia bíblica permanece
entonces como ahora, en marcado contraste
con la justicia estatal. Él propone una
pregunta importante: “¿cómo los cristianos
relacionan este nuevo y transformado modelo
de justicia con los sistemas de justicia de este
mundo?”, ¿Cuál es la responsabilidad de la
comunidad cristiana?
Lind señala cuatro respuestas de la
iglesia a través de los siglos. La primera es
una estrategia de retiro. En algunos puntos
la Iglesia ha tratado de apartarse del mundo.
28 Restaurando relaciones. Una manera distinta de hacer justicia
Sin embargo, la estrategia de retiro es una
estrategia de desesperanza porque ignora el
carácter “agresivo” de la justicia de Dios, que
es para ser compartida con otros. Una
segunda respuesta es la de Constantino, una
estrategia de capitulación. Esta ha sido la
respuesta predominante de la Iglesia, que
ha adoptado extensamente las supuestos del
mundo secular. Una tercera estrategia es
ésa adoptada por la Ilustración, una
estrategia que niega la tensión entre modelos
de justicia.
La estrategia de Cristo, sin embargo,
presenta una cuarta opción: crear lo nuevo
en medio de lo viejo. En Ensayos Fáciles,
Peter Maurin capturó este espíritu de buena
manera en sus palabras sobre el obrero
católico.
El obrero católico cree en la
creación de una nueva sociedad
dentro de la estructura de lo viejo
con la filosofía de lo nuevo, que no
es una filosofía nueva sino una
filosofía muy vieja, una filosofía tan
vieja que se ve como nueva.
La estrategia de Cristo fue crear una
nueva sociedad (la Iglesia) con nuevos
principios operativos y supuetos que podrían
operar en el medio, y servir como un ejemplo
y un reto, de lo viejo31.
Parte de las respuestas a las
preguntas de Lind, entonces, es tomar
nuestra propia acción juntos. Con demasiada
frecuencia dentro de la Iglesia hemos
ignorado a las víctimas y hemos respondido
a las faltas con un lente retributivo prestado
de la amplia sociedad. El apóstol Pablo
advirtió que los cristianos deben evitar temer
sus disputas en las cortes estatales que
operan bajo ideas inapropiadas. Su punto no
era simplemente negativo. Él asumió que la
Iglesia debe desarrollar sus propias
estructuras alternativas para implementar la
justicia conveniente. Seguramente debemos
reexaminar los lentes que usamos para
manejar el daño y el conflicto dentro de la
Iglesia y crear nuevas estructuras que
incorporan una interpretación restaurativa.
De esta forma, la Iglesia puede proveer un
modelo a otros32.
Cuando operamos fuera de la
estructura de la Iglesia, necesitamos tomar
nuestro lente restaurativo con nosotros,
permitiéndole formar e informar de lo que
hacemos. La Iglesia también debe guiar el
camino en el establecimiento de estructuras
alternativas dentro de las estructuras
antiguas. Debemos tomar la guía en plantear
los argumentos que pueden servir como
pruebas y modelos.
Si vamos a desarrollar alguna vez
una alternativa para la justicia retributiva que
es de hecho un paradigma genuino,
tendremos que movernos más allá de la
teoría a una nueva gramática y unas nuevas
“físicas”. Esto es, necesitamos un nuevo
lenguaje, pero también un establecimiento
de principios y procedimientos para la
implementación que puede “tener sentido”
del paradigma. La Iglesia tiene una
responsabilidad especial en este proceso.
Si no hay nada más
La justicia retributiva está
profundamente integrada en nuestras
instituciones políticas y nuestra psique. Tal
vez es demasiado esperar que cambie en
maneras fundamentales. Todavía debemos
reconocer la importancia de los paradigmas
que usamos y liberarnos a cuestionar estos
paradigmas. Podemos también empezar a
usar un nuevo lente para informar y formar
lo que decidamos que se merecer hacer. Y
podemos empezar a usar otro lente en las
áreas de nuestras vidas donde tenemos
algún control: dentro de nuestras familias,
nuestras iglesias, nuestras vidas y nuestras
vidas diarias.
Si la justicia restaurativa no es un
paradigma, tal vez por lo menos pueda servir
como lo que un escritor ha llamado “teoría
sensitiva”33. Tal vez por lo menos nos haga
pensar cuidadosamente antes de que
impongamos la pena.
Los observadores han buscado
entender por qué Holanda ha tenido tan
 Restaurando relaciones. Una manera distinta de hacer justicia 29

pocos niveles de encarcelamiento desde la encarcelamiento formaron toda una

II Guerra Mundial. Un estudio reciente ha
concluido que la renuencia de imponer prisión
refleja menos el resultado de una filosofía
particular de sentencia que el resultado de
una “mala conciencia” sobre la prisión34.
La experiencia del encarcelamiento
a manos de los nazis y un currículum de una
escuela de leyes que cuestionaba el
generación de juristas. El resultado ha sido
una duda de imponer una pena en la forma
de encarcelamiento. Si no hay nada más,
las discusiones sobre nuestros lentes
pueden contribuir a un medio social en el
que la imposición de la pena sea un último
recurso, una declaración de fracaso, más
que el centro de la justicia.

Notas
1
Ver M. Kay Harris, “Strategies, Values and the Emerging Generation of Alternatives to Incarcera-
tion”, New York University Review of Law and Social Change, XII, No. 1 (1983-4), 141-170, y
“Observations of a ´Friend of the Court´ on the Future of Probation and Parole,” Federal Probation,
LI, No. 4 (December 1987), pp. 12-21.
2
Ver, p. ej., Louk Hulsman´s work, citado arriba. Ver también John R. Blad, Hans van Mastrigt, and
Niels A. Uldriks, eds., The Criminal Justice System as a Social Problem: An Abolitionist Perpective
(Rotterdam, Netherlands: Erasmus Universiteit, 1987).
3
Marshall Fortune lanza este concepto en una consulta sobre justicia restaurativa y “casos dificiles”
mantenida en Guelph, Ontario, en 1986.
4
Cf. “Critical Criminology and the Concept of Crime,” Contemporary Crises: Law, Crime and
Social Policy, 10 (1986), pp. 63-80.
5
N.del Editor: VORP es el Programa de Reconciliación entre Víctima y Ofensor por sus siglas en
inglés
6
Ron Kraybill, “From Head to Heart: The Cycle of Reconciliation,” Mennonite Conciliation Service
Conciliation Quarterly, 7, No. 4 (fall, 1988), p. 2.
7
Ron Claassen and Howard Zehr, VORP Organizing: A Foundation in the Church (Elkhart, Indiana:
Mennonite Central Committee, 1988), p. 5.
8
Marie Marshall Fortune sugirió esta terminología en la consulta Guelph. Cf. Fortune, “Making
Justice: Sources of Healing for Incest Survivors,” Working Together, Verano, 1987, p. 5; y “Justice-
Making in the Aftermath on Woman-Battering,” Domestic Violence on Trial, ed. Daniel Sonkin (New
York: Springer Publishers, 1987), pp. 237-248.
9
Wilma Derksen, Have You Seen Candace? (Wheaton, III.: Tyndale, 1992).
10
Estoy agradecido a Mair Marshall Fortune por este término.
11
Morton MacCallum-Paterson, “Blood Cries: Lament, Wrath and the Mercy of God,” Touchstone,
May 1987, p. 19.
12
John Lamper, Mending Hurts (London: Quaker Home Service, 1987), p. 57.
13
Cf. Jeffrie G. Murphy and Jean Hampton, Forgiveness and Mercy (Cambridge, England: Cam-
bridge University Press, 1988).
14
Ver, por ejemplo, Russ Immarigeon, “Surveys Reveal Broad Support for Alternative Sentencing,”
National Prison Project Journal, No. 9 (Fall, 1986), pp. 1-4.
15
“Mediation” (Mediation UK 5, No. 2 (March 1989), p. 7.
16
Martín Wright, “From Retribution to Restoration: A New Model for Criminal Justice,” New Life:
The Prison Service Chaplaincy Review, 5 (1988), p. 49.
17
Dennis A. Challeen, Making It Right: A Common Sense Approach to Crime (Aberdeen, South
Dakota: Mielius and Peterson Publishing, 1986).
18
Ver “Mediation,” June 1988; and Martín Wright, Making Good: Prisons,Punishment and Beyond
30 Restaurando relaciones. Una manera distinta de hacer justicia

(London: Burnett Books, 1982), pp. 246ff.

19
Mark Umbreit, Victim Understanding of Fairness: Burglary Victims in Victim Offender Mediation
(Minneapolis: Minnesota Citizens Council on Crime and Justice, 1988), pp. 25ff.
20
Claassen and Zehr, VORP Organizing, pp. 24-25.
21
Ver, por ejemplo, Russ Immarigeon, “Reconciliation Between Victims and Imprisoned Offenders:
Program Models and Issues” (Akron, Pa.: Mennonite Central Committee, 1994). Y otro ejemplo de
un programa pionero es uno que atiende la violencia grave dirigido por Fraser Region Community
Justice Initiatives Association, 101-20678 Eastleigh Crescent, Langley, BC Canada V3A 4C4.
22
Walter H. Berea, “The Systematic/Attributional Model: Victim-Sensitive Offender Therapy,” in
James M. Yokley, ed., The Use of Victim-Offender Communication in the Treatment of Sexual Abuse:
Three Intervention Models (Orwell, Vt.: Safer Society Press, 1990).
23
Ver los trabajos previamente citados
24
Cf. Martín Wright, Making Good (London: Burnett Books, 1982), pp. 249-250.
25
Ver Roger Matthews, ed., Informal Justice? (London: Sage Publications, 1988).
26
Yo he redactado una ponencia no publicada. “Mediation and Criminal Justice: The Japanese Model-
Confession, Repentance, and Absolution,” presentado a The CLE Seminar “Creative Justice Through
Mediation,” Seattle, Washington, on October 29, 1988. Ver tambien John O. Haley, “Victim-Of-
fender Mediation: Lessons from the Japanese Experience.” Mediation Quarterly, 12, No. 3 (special
issue, spring 1995), pp. 233-248.
27
Ver M. Kay Harris, “Alternative Visions in the Context of Contemporary Realities, “ in Justice:
The Restorative Vision, Issue No. 7 of New Perspectives on Crime and Justice: Occasional Papers
(Akron, Pennsylvania: Mennonite Central Committee, 1989), pp. 31-40
28
Ver “Moving into the New Millenium: Toward a Feminist Vision of Justice,” in Harold Pepinksy
and Richard Quinney, eds., Criminology as Peacemaking (Bloomington, Ind.: Indiana University
Press, 1991).
29
Matthews, Informal Justice? p. 102.
30
Usamos este termino (del portugués palavra, hablar) para nuestras discusiones por la sugerencia
de Herman Bianchi. Recientemente Russ Immarigeon de el Consejo de Iglesias de Maine, señaló que
según The American Heritage Dictionary es definida como “idle chatter (cotilleo)” o “hablar
intencionalmente para agradar o seducir” o “un parlamentar entre exploradores europeos y
representantes de las poblaciones locales, especialmente en Africa.” ¿Estamos capacitados para “idle
chatter”? preguntó él. ¿Y por qué “especialmente en Africa”?
El diccionario muestra otra acepción más neutral nivel de significado relacionado con la discusión y
el debate pero quizás estas otras connotaciones deberíamos recordarlas.
31
Ver John H. Yoder, The Original Revolution (Scottdale, Pennsylvania: Herald Press, 1971).
32
Para materiales sobre resolución de conflictos dentro de la Iglesia contactar con el Servicio Menonita
de Conciliación, Box M. Akron, PA 17501
33
Sebastian Scheerer, “Towards Abolitionism,” Contemporaty Crises: Law, Crime and Social Policy,
10, No. 1 (1986), p.9.
34
Willem De Haan, “Abolitionism and the Politics of `Bad Conscience,´” The Howard Journal of
Criminal Justice, 26, No. 1 (February 1987), pp. 15-32.
 Restaurando relaciones. Una manera distinta de hacer justicia 31

Nota sobre el autor

HOWARD ZEHR, escritor y consultor sobre cuestiones de justicia criminal.

Fue director de la Oficina de Justicia Criminal del Comité Central Menonita de
EEUU. Fue pieza fundamental en el desarrollo del primer Programa de
Reconciliación Víctima - Ofensor en los EEUU y ha ayudado a otras comunidades
a implementar programas similares.
Graduado del Morehouse College en Atlanta, Georgia, M.A. de la Universidad
de Chicago y Ph.D. en historia europea de la Universidad de Rutgers con
especialidad en historia social.

Nota sobre el texto

El texto presentado aquí corresponde a los capítulos 10 y 11 de su libro Chang-

ing Lenses. A New Focus for Crime and Justice, donde recoge el enfoque básico de
la justicia restaurativa en contraste con la justicia retributiva y examina los límites
y posibilidades de implementación de un marco restaurativo para el sistema de
justicia.
32 Restaurando relaciones. Una manera distinta de hacer justicia

Materiales para la discusión

Números publicados

Adam Curle, El Alcance y los dilemas de los estudios por la paz

Harold Shenk, Un modelo de justicia restaurativa para El Salvador
Riane Eisler, Violencia y Derechos Humanos: uniendo la esfera pública y privada
Argentina Trejo, Construcción de paz y convivencia escolar
James Gilligan, Para una teoría de la violencia

Próximos números
Kenneth Boulding, Paz, Justicia y las caras del poder
James Gilligan, Visión epidemiológica de la violencia estructural
Equipo Yek Ineme, Antología sobre Noviolencia

Otras publicaciones de Yek Ineme

Boletín Yek Ineme n.1, enero-abril, 2001
Boletín Yek Ineme n. 2 mayo-agosto, 2001 (en prensa)
Construyendo Cultura de Paz, n. 1:
Introducción al análisis y transformación de conflictos
Construyendo Cultura de Paz, n. 2:
Relaciones de poder y toma de decisiones
(en prensa)

Yek Ineme
Yek Ineme significa en lengua náhuatl está bien y hemos generalizado su
significado a bien-estar para proyectar el estado integral de bienestar que exige la
paz.
La Asociación Bienestar Yek Ineme quiere aportar en el área de Construcción
de Paz y Transformación de Conflictos. Actualmente impulsa una Escuela de
Hacedores de Paz con cursos dirigidos a personal de instituciones interesadas en la
construcción de paz, así como a gente de comunidades. Brinda servicios de asesoría
sobre transformación de conflictos y difunde por diversos medios aportes propios y
de otros sobre la paz, la violencia y los conflictos. La serie Materiales para la
Discusión es un esfuerzo en esta área.