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ARTE Y CULTURA EN EL

URUGUAY DEL PRIMER


TERCIO DEL SIGLO XIX

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ALGUNAS PRECISIONES SOBRE ESTA SEPARATA

Con la publicación de esta separata, Dossier se propone un aporte de carácter cultural a la celebración del
Bicentenario que el gobierno uruguayo viene llevando a cabo en consonancia con un gran número de estados
latinoamericanos. Si por un lado resulta discutible la elección de 2011 como año para festejar el llamado “Bicentenario-
Uruguay” (¿por qué no 2030, guardando coherencia con los grandes festejos del Centenario realizados en 1930?),
queda claro que no hay objeciones históricas para considerar esa fecha como el inicio del proceso de emancipación
de la Banda Oriental del Río Uruguay respecto a la Corona de España.

La antología de textos que hemos seleccionado intenta ofrecer una fotografía panorámica —y razonada— del
estado de las artes en estas tierras “lejanas” y “salvajes” durante el primer tercio del siglo XIX, periodo que deja en
el centro cronológico a los nueve años de la llamada “gesta artiguista” (1811-1820). Son tres décadas en las cuales
el estilo neoclásico reina tanto en las disciplinas artísticas como en la arquitectura que se practican en el futuro
territorio uruguayo. La presencia del espíritu romántico, que ya campeaba en las principales ciudades europeas,
sólo puede percibirse aquí en el terreno de las ideas políticas. y de manera parcial. Sin duda que esta realidad se
debió al rezago que en este sentido tenía España respecto a Francia, Inglaterra o Alemania; lo que se suma a la
condición periférica del Río de la Plata en relación a los centros de poder político y cultural.

Los fragmentos que hemos reunido en esta antología provienen de fuentes muy diversas. El material que el
lector encontrará en estas páginas se concentra —por razones obvias— en el ámbito montevideano, a la vez que
respeta en lo posible el recorte cronológico que nos propusimos. Por supuesto que algunos de los textos ofrecidos
desbordan el marco temporal de las tres primeras décadas del siglo XIX. Es el caso de la “vívida” e ilustrativa nota
de José Pedro Barrán, cuyo alcance se extiende hasta 1860. Creímos que de esta forma se puede aquilatar con una
mayor perspectiva las carencias elementales de infraestructura (y las costumbres “bárbaras” asociadas) existentes
en la mayor parte del siglo XIX para que pudiera desarrollarse con seriedad un país independiente. Lo mismo
sucede con el fragmento de la tesis en que Gustavo Verdesio plantea nuevos paradigmas para considerar el inicio de
la literatura uruguaya, donde el autor se remonta a la época en que Hernandarias introdujo la ganadería, esto es,
primera década del siglo XVII.

Por último, es necesario precisar que todos los textos —en su mayoría fragmentos— están acompañados al final
por las respectivas referencias a las fuentes de las que fueron tomados. Cada vez que se agregó alguna palabra o
frase al texto original se lo señala entre paréntesis, lo mismo en el caso de los cortes. Por razones de espacio y
diseño, se quitaron todas las notas al pie de página que figuraban en los artículos reproducidos.

Eduardo Roland
Editor de DOSSIER

EL AMBIENTE GEOGRÁFICO calefacción, aliados con los ladrillos calientes en las camas,
resultaban insuficientes en invierno. El frío era el estado
Y HUMANO (1800-1860) natural de todos los habitantes entre mayo y setiembre, y
por eso deseaban tanto “el veranillo de San Juan”.
Por José Pedro Barrán El ojo contemplaba muy pocas cosas que se debieran al
hombre. Los sembrados eran pequeñas islas verdes en torno

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na primera comprobación: la naturaleza dominaba a no más de diez villas y ciudades. Lo edificado en éstas era
al hombre. escaso y la naturaleza se colaba, penetraba, por doquier, y
El Uruguay de 1800 o 1860 no tenía casi puentes, la continuidad de la edificación no era frecuente sino en
ni un solo kilómetro de vías férreas, los ríos separaban las torno a las plazas principales. Luego de la Guerra Grande,
regiones en el invierno durante meses, las diligencias dirá Juan Lindolfo Cuestas: “Los pueblos parecían aldeas,
demoraban cuatro o cinco días en unir Montevideo con la las calles sin empedrado, donde los pastos crecían a la altura
no muy lejana Tacuarembó. de un hombre”.
La noche era invencible. Las velas alumbraban poco y el Pero no eran sólo las cosas del hombre las escasas, lo
gas, recién instalado en 1856, iluminaba escasas cuadras de era también el hombre, como que el país en 1800 tenía
la capital desde su nauseabunda usina. El calor y el frío eran unos veinte o treinta habitantes y en 1860 no más de
ingobernables; el carbón vegetal y la leña, únicas fuentes de 230.000. La densidad, ni siquiera un habitante y medio por

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kilómetro cuadrado, demuestra que la presencia humana medida de seguridad indispensable contra el ataque de
era rara, infrecuente en el paisaje. jaurías de perros convertidos en salvajes. A veces,
La medición del tiempo, ese supremo factor distorsionador sorprendíamos a distancia un cuerpo de ejército de
de la naturaleza, estaba regulada en el Montevideo de 1850 cimarrones alineados circularmente en batalla. Los dos
más por las campanadas del reloj de la Iglesia Catedral y los guías, colocados a la cabeza del semicírculo avanzaban
toques de oración que por los enormes y raros relojes de lentamente […] Después […] la carrera de los perros
bolsillo que pasaban como joyas de generación en generación. adquiría una velocidad progresiva […] encerrando al pequeño
El tiempo estaba determinado por la altura del sol, sobre grupo de ganado en un círculo fatal Allí comenzaba una
todo porque los trabajos predominantes –en la campaña y batalla en regla […] Un perro, dos, tres o cuatro, lanzados
aun en la ciudad– se realizaban siguiendo el reloj biológico sobre los cuernos de un toro, de una vaca, caían destripados
de la madrugada, la mañana, el mediodía, la hora de la siesta […] Pero era preciso ceder al número y era raro que un
y la tarde. Únicamente los saladeros, durante la zafra, violaban solo individuo, vaca o jumento, saliera sano y salvo […]
esta regla. Entonces los perros victoriosos se instalaban en el campo
La naturaleza era agresiva con el hombre. Los ríos no de batalla y devoraban sus víctimas hasta que no quedaban
se podían vadear sino en puntos determinados y sus saltos más que huesos esparcidos”.
y corrientes no habían sido disciplinados. Las ciénagas, los El gobierno de Manuel Oribe –abandonadas muchas
esteros y los bosques abundaban. estancias durante la Guerra Grande y reproducidos esos
Eran también numerosos los animales salvajes, al grado perros salvajes– tuvo que ordenar a sus comandantes
de que el litoral del Río Uruguay fue calificado en 1859 por departamentales varias matanzas. En Colonia, en 1850,
el marino norteamericano J.A. Peabody, como “la mejor fueron muertos 3.034, y “sólo en Rincón del Tacuarí,
región de caza que haya visto nunca”. Venados, carpinchos, departamento de Cerro Largo, fueron sacrificados en 1852
gatos monteses, jabalíes, zorros, lobos, garzas, pavas de trece mil perros cimarrones”.
monte, avestruces y hasta pumas poblaban densamente También era salvaje el ganado vacuno. Descuidado en
sus respectivos hábitats. las grandes propiedades de la primera mitad del siglo
Los perros cimarrones volvían difíciles los desplaza- diecinueve, abandonado a su suerte durante las
mientos del hombre y azarosa la vida del ganado menor. Un permanentes guerras civiles, un tercio o la mitad se bailaba
francés creyó verlos en 1845, desde su estancia en el “alzado” o “cimarrón” en los montes y llanuras, tan bravío
departamento de Colonia, organizados en bandas que como peligroso para las peonadas que querían recuperarlo.
atacaban a todo el rodeo nacional: “De noche acam-pábamos
en los valles, cerca de los bosques […] Ante todo, ***
rodeábamos el campamento de grandes cantidades de leña El aspecto de Montevideo merece una consideración
a la que prendíamos fuego cuando venía la noche. Era una especial. Era la capital, el primer puerto natural del Río de

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Foto: Rodrigo López.

la Plata y el receptáculo de la fuerte inmigración francesa, Recién hacia 1856-57 comenzaron a funcionar los
italiana y española que llegó a partir de 1835. Uno esperaría primeros caños maestros que cubrían sólo determinadas
hallar allí un paisaje más humanizado. Lo estaba, sin dudas, manzanas del casco urbano. Algunos, además, no llegaban
en relación al rural, pero, ¡cuán poco en relación al de hoy! al mar y otros estaban rotos en partes de su trayecto. La
Los huecos –baldíos dentro del pequeño casco edificado norma de las buenas construcciones era el pozo negro y la
que concluía en 1857 no mucho más allá de la Plaza letrina, la de las mediocres y malas, echar las deyecciones
Independencia– existían a cada paso. En los manantiales “simplemente a la calle, o en el mejor de los casos
que estaban al costado del Teatro Solís, en 1856 se cazaban transportarlas a la costa más próxima y arrojarlas al mar”.
chorlos y “becacinas” fuera de los portones, es decir, de la […]
Plaza Independencia, las perdices se amontonaban “como Montevideo, depósito de los productos de un país
pedregullo”, así como en los alrededores del Cementerio ganadero –cueros, abundante carne, tasajo– ya desde el
Central, en Ramírez, Punta Carretas y la actual avenida D. período colonial gozaba de mala fama por el olor de los
Fernández Crespo. Crecían enormes cardos un poco por cueros apilados en los huecos, por la carne putrefacta tirada
todos lados pero eran famosos los de las calles Yaguarón y en las calles por haber caído de carros que la conducían a
Ejido. Los pantanos abundaban y se cegaron –por muy poco los expendios y que nadie recogía dado su escaso valor, por
tiempo– a raíz de la epidemia de fiebre amarilla en 1857. los mataderos demasiado cercanos al casco urbano, al grado
Hasta 1868, en que tal vez un edicto policial logró que el Cabildo en noviembre de 1800 compartió la opinión
prohibirlos definitivamente, los cerdos merodeaban en las de los “facultativos” y atribuyó a la abundancia de las
calles, así como hasta mucho más tarde se abrieron tambos. “exhalaciones […] la principal causa de las epidemias
Las piaras a veces escapaban entre la algazara de los niños temporales que se padecen, de que la tierna juventud se
y herían y chillaban y... ensuciaban. Los hombres a caballo críe enteca y débil […]”.
andaban frecuentemente al galope a pesar de las medidas La matanza de los numerosos perros abandonados o
policiales. salvajes (o rabiosos) por los celadores de la Policía provocaba
Montevideo era también una ciudad de olores fuertes. también “exhalaciones”. Los cuerpos de los perros eran
Todo conspiraba para producirlos. Era costumbre de muchos abandonados en las calles días enteros y en el verano la
de sus habitantes orinar y defecar en las calles y en ciertos prensa comenzaba su retahíla de quejas. Así, por ejemplo,
huecos que se hicieron por ello famosos. Tal hecho hizo que en la esquina de Río Negro y Durazno había el 16 de febrero
la Junta de Higiene propusiera en 1855: “Para que en las de 1869 “cuatro enormes mastines en completo estado de
calles no haya charcos de orines y de inmundicias se prohibirá putrefacción que obligan a los transeúntes a cambiar de
hacer necesidades en ellas, y para conseguirlo se fijarán dirección tapándose las narices a cinco cuadras a la redonda”.
avisos en aquellos parajes donde se haya hecho costumbre La fiesta de los sentidos no sólo se nutría de olores. Las
orinar y se encargarán celadores para la vigilancia”. fuentes de sonido eran escasas y casi todas naturales: el

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hombre, los animales, el agua, el viento y las tormentas; y a la independencia: no conocen medida para nada, no
sólo los carros y carretas con sus golpes sobre alguna calle hacen alto en el pudor”.
empedrada escapaban a esta regla. Pero en realidad lo No sé si se puede decir mejor un probable efecto del
que volvía fino y alerta al oído era su experiencia del silencio. mundo que captaban aquellos orientales. La variedad
En otras palabras, el hombre no había logrado desplazar cromática, la ejercitación del olfato, las descargas de
al paisaje natural en la ciudad más grande del país: piaras adrenalina ante lo que ocultaban esas malezas presentes
de cerdos, perros salvajes, tal vez rabiosos, vivos o por doquier, la noche más noche, el silencio inmenso,
putrefactos, perdices, orines y excrementos, pantanos, flores ambientaron el uso alerta y permanente de los sentidos,
silvestres, cardos y prolongados suénelos, eran el variado incluidos aquellos que la civilización hace perecer: el olfato,
nutriente cotidiano de los sentidos del montevideano. el oído, el tacto. No sólo se miraba, también se palpaba, se
¿Cómo influye en nuestra forma de vivir lo que alimenta olía, se escuchaba. Cuando veamos a esos hombres
siempre nuestros sentidos, percibir todos los colores, la conducirse de modo que nos parezca incomprensible, su
rotundidad de la noche, la invencibilidad del frío, captar un no tener “medida para nada” ni hacer “alto en el pudor” o el
mundo de olores fuertes, de paisajes que, se sabe, ocultan juego, recordemos, no para explicarlo, sino para añadir otra
peligros, de silencios quebrados polo de tiempo en tiempo? pincelada al cuadro, este paisaje.
Según el naturalista español Félix de Azara, el entorno
geográfico de 1800 hacía que los habitantes de la Banda
Oriental no vieran “reglas en nada, sino lagos, ríos, desiertos Fragmento extraído del libro Historia de la sensibilidad en el Uruguay.
Tomo I: La cultura “bárbara” (1800-1860). Montevideo: Ediciones de la
y pocos hombres vagos y desnudos corriendo tras de las Banda Oriental; páginas 17 y 22. [El texto reproducido figura en el
fieras y los toros”, por lo cual se acostumbraron a “lo mismo Capítulo I (“El entorno”) bajo el subtítulo “1. Un paisaje sin reglas”]

TRES MIRADAS CRÍTICAS Pero sucede que a partir de 1810 los acontecimientos se
precipitan en esta parte del mundo, y en un momento, se
SOBRE LOS INICIOS DE LA diría que en una fecha que puede determinarse con precisión
–el 10 de octubre de 1811– se hace presente, en los hechos,
LITERATURA URUGUAYA la conciencia colectiva de los orientales. Ese día, en una
asamblea formal, nace una comunidad, cuando los paisanos
de esta campaña deciden emigrar en masa, dejar sus casas,
1 - Carlos Maggi sus campos y ganados –todo lo que fuera bienes–y con lo
puesto y lo que pudiera caber en las carretas, carros y
«Hacia el siglo diecinueve, lo que actualmente abarca la carruajes disponibles, marchar con sus familias hasta el litoral
República Oriental del Uruguay era todavía un territorio casi oeste para instalarse del otro lado del río Uruguay, sobre su
desierto y bárbaro: una subcolonia lateral a Buenos Aires, orilla derecha. Este movimiento dramático, que se lleva a
cuya única riqueza consistía en el ganado que se reproducía cabo para escapar de manos del enemigo a quien se
libremente en estos campos y que, sin mayor cuidado, se franqueara la ocupación, fue llamado La Derrota o La Redota
mataba de modo desordenado e irracional, para aprovechar por los paisanos que integraron la caravana, y la historia lo
el cuero. Nada en las vaquerías del mar o en la Banda Oriental recogió como el Éxodo del Pueblo Oriental. A partir de
–como se llamara a esta orilla del Plata– había alcanzado el entonces, esta comunidad tuvo problemas propios que
esplendor o el refinamiento virreinal que conocieron México, requerían soluciones propias y, aun cuando toda historia tiene
Lima y aun Buenos Aires, Charcas o Córdoba. Esto era pobre una anterior que la puede explicar y justificar, lo cierto es que
y desmantelado; un territorio de indios bravos, una frontera pocas veces se produce tan rotundamente un cambio radical,
barrida por las incursiones portuguesas; los escasos pueblos una forma exterior que aglutina y define por sí largos procesos
se diseminaban en el desamparo, poco poblados, primitivos que venían preparándose y que de pronto se manifiestan,
y faltos del instrumental imprescindible. La vida era hechos un haz, en determinado acontecimiento exterior; en
asombrosamente rústica. Hacía muy poco que Montevideo, nuestro caso: una derrota total, la necesidad de abandonarlo
la principal ciudad, había superado su condición de simple todo, la pérdida física de la comarca en la cual se vivía.
fuerte de avanzada; empezaba a trabajar intensamente como
puerto comercial y sus escasos catorce mil habitantes Literatura y revolución
encontraban nuevos quehaceres en el tráfico de las
mercaderías que cruzaban el río, llegaban desde más allá Este país tiene, pues, un período colonial particularmente
del océano o partían a Europa. menesteroso y una brusca aparición de su personalidad,
En un medio que se acerca a los tiempos de la que se condensa de pronto. A propósito de un proceso
independencia en grado tan deficitario desde el punto de histórico tan particular, el sentido tradicional que se da a la
vista material y cultural, sería vano intentar la historia de expresión literatura ha despistado casi sin excepción a los
algo que en el sentido usual de la palabra no existía: literatura estudiosos del tema y, en consecuencia, prácticamente todo
propiamente dicha. lo escrito sobre el primer período de las letras nacionales

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se refiere a “obras literarias” que son convencionales y
endebles –casi siempre olvidables en sí mismas–, y deja de
lado valiosas páginas que se escribieran a fines del siglo
dieciocho y principios del diecinueve, que no presentan las
características exteriores de la poesía, la narración, el teatro,
o los demás géneros descritos en los manuales. Pero la
función del crítico consiste en descubrir los verdaderos
valores allí donde estén, se encuentren donde se encuentren,
ordenarlos y ponerlos de manifiesto; y en nuestro caso
sucede que, por lo regular, hay más y mejor literatura,
literatura más aprovechable, en los escritos políticos,
históricos y científicos de la época, que en las páginas de
querida y no lograda creación lírica o narrativa. Corresponde,
pues, revisar los juicios tradicionales.
Sin perjuicio de las referencias […] a las obras
propiamente literarias, en este capítulo que inicia la historia
de la literatura nacional estudiaremos varios escritos de
muy diverso carácter que aunque no son obras de ficción,
dicen lo suyo con eficacia y se sirven de la palabra para
lograr efectos que a veces trascienden los límites que a sí
mismos se fijan.
[…] El ensayo, las memorias, cartas y apuntes y aun los
escritos administrativos o políticos están siempre rodeando escuelas y períodos ha proporcionado voces con timbre
la pura literatura y participando de ella, porque es imposible propio –claramente discernibles en el gran concierto de las
deslindar tajantemente cuándo el uso de la palabra es arte voces hispanoa-mericanas– indicadoras de una sensibilidad
y cuándo no. Quienes iniciaron la historia de este país y y una problemática peculiares.
quienes vieron, más pasivamente, cómo se iniciaba, Esta originalidad es la de la sociedad de la cual nace y a
escribieron movidos por distintas razones y al hacerlo fijaron, la cual interpreta, pero a la vez la literatura será uno de los
según su sensibilidad, la manera de ser de las gentes y de instrumentos eficaces para constituirla, por los rasgos que
los objetos y un cierto modo de decir tales realidades. Ni en la distinguen y que subsisten a través de sus variadas épocas:
materia de géneros, ni en materia de nacionalidades y aun l) un tesonero esfuerzo de recono-cimiento –que es
de lenguas, se puede ser muy riguroso cuando todo está constante descubrimiento– de la realidad, aplicado
empezando a hacerse, en medio de la mayor miseria y preferentemente a una geografía humana; 2) una
confusión. Nuestra medida ha sido el interés actual de lo orientación doctrinal, muchas veces explícitamente confesa,
escrito y también la intrínseca eficacia en el empleo del que otorga ambición educativa a sus más altos exponentes;
lenguaje, su capacidad de actuar literariamente sobre el 3) un afán de integración de los distintos sectores de la
lector. Se ha manejado como criterio selectivo la sociedad y de su coparticipación en una empresa histórica
funcionalidad de los textos, su valor de uso y de goce para aplicando un ideario democrático; 4) una curiosidad alerta
la comunidad a la cual más interesan’’. por las novedades extranjeras que al nacionalizarse alcanzan
una nota extremada y audaz; 5) un uso vivo del idioma,
Carlos Maggi. Capítulo Oriental. Historia de la literatura uruguaya. más cerca del habla que de la escritura académica, donde
Tomo I. Montevideo: Ediciones de la Banda Oriental, 1987; páginas 17
y 18. [Originalmente el texto lleva como título general “La colonia y la se reconoce la entonación y el léxico de una sociedad abierta.
patria vieja: actores y testigos”. Reproducido con la autorización expresa Surgido tardíamente a la vida colonial y en una región
del autor.] carente de alguna alta cultura autóctona, Uruguay recogerá
escasísimos elementos indígenas (palabras, usos) sirviendo
de asiento a un pueblo de trasplante europeo. Pero aun
2 - Ángel Rama éste llega tarde para hacer suya la cultura del orden colonial,
remedante de las tradiciones medievales y renacentistas
‘‘Desde que Pérez Castellano, el primer intelectual nativo, españolas (en religión, en letras, en lengua, en ideales) y
describe su ciudad, hasta hoy […], período en que nace, en cambio justo a tiempo para integrarse en el espíritu
crece y se organiza independien-temente una literatura que, reformista de la burguesía del dieciocho. Por eso Uruguay,
en rigor, podemos llamar uruguaya. Nacida del tronco y por ende su literatura, son hijos de la modernidad. De ahí
hispano, fraguada en el crisol virreinal que luego será su apertura a las noticias de ultramar, de ahí su empírica
revolucionario-americano y luego regional-rioplatense, elaboración de la cambiante realidad, que serán reforzadas
desde sus orígenes consigue, a falta de las excelencias que por las circunstancias culturales del diecinueve y el veinte».
irá conquistando gradualmente, un matiz diferencial –
original– que le confiere autonomía dentro de las literaturas Ángel Rama. 180 años de literatura. [Fascículo II de Historia ilustrada
de la civilización uruguaya.] Montevideo: Editores Reunidos / Arca
americanas de lengua española. No sólo su contribución a Editorial, 1968; texto impreso en la retiración de la carátula, sin número
ellas ha sido de primer orden, sino que en cada una de las de página.

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3 - Gustavo Verdesio

«La mayoría de las historias de la literatura uruguaya


comienzan alrededor del año 1811. Es el año fundamental
de la gesta artiguista y de su poeta: Bartolomé Hidalgo. Los
cielitos de este último son el inevitable punto de partida de
la literatura de este país. Las posibles causas de esto son
fáciles de deducir: primero, la importancia de la patriada
artiguista en la formación de la nacionalidad oriental (o
uruguaya); segundo, la supuesta inexistencia de textos
literarios (en el sentido restringido de “bellas letras”)
producidos en fecha anterior en estas tierras. Estos
presupuestos (no siempre explicitados, aunque sí asumidos
por los historiadores de la literatura uruguaya) pueden y,
me parece, deben ser revisados.
Lo que concretamente se propone es incluir nuevos (viejos,
en realidad) textos, de fecha anterior a 1811, dentro del corpus
de la literatura nacional. La inquietud que podría surgir aquí
es si puede hablarse de una literatura uruguaya antes de la
existencia de la propia nacionalidad. Lamentablemente ésta
es una pregunta que esta propuesta de trabajo no pretende
ni puede responder. Primero, porque para poder dar cuenta
de tal cuestionamiento habría que elucidar previamente el
alcance del término “nación”; segundo, porque también habría
que dejar claro qué se entiende por “literatura”. De modo
que para prevenirnos de tan difícil empresa, y al solo efecto
de dotar de mayor flexibilidad a nuestra labor de investigación,
proponemos sustituir la primera y conflictiva noción (“nación”)
por la de comunidad imaginada, y la segunda (“literatura”) ‘Retrato del Presbítero Pérez Castellano. Acuarela de
por la de discursos coloniales. Juan Manuel Besnes e Irigoyen. Colección Museo Histórico Nacional

Comunidad imaginada Esta reconstrucción del proceso de formación de nuestra


comunidad imaginada será, inevitablemente, otro
Con respecto al concepto “nación” (y sus derivados tales constructo; una reorganización de textos previamente
como “nacionalidad”), partimos de la base de que es un interpretados (bien dice Derrida que la escritura genera
artefacto cultural. Es algo construido, no algo dado. De ahí inevitablemente escritura). Esto no debe espantar al lector
que pueda decirse que una nacionalidad es menos un bienintencionado, ya que todo trabajo histo-riográfico es
despertar a la autoconciencia que una invención. La una reorganización de datos. Es una labor de interpretación.
nacionalidad sería entonces algo construido por una De esta opinión es, entre otros, Cornejo Polar, que subraya
comunidad determinada. Y como bien apunta Benedict “la naturaleza agudamente ideológica de las operaciones
Anderson, es una comunidad imaginada, dado que aun en que fijan la imagen del pasado y diseñan la ruta que conduce,
el país más pequeño es imposible que todos sus miembros desde él, hasta el presente, nuestro presente”.
se conozcan entre sí; de modo que la comunión de todos Además, ninguna interpretación es inocente: responde
los miembros existe tan sólo en la mente de cada uno de a las condiciones y al lugar desde el que se la enuncia. La
ellos. Y es imaginada, además, en tanto que comunidad, nuestra, qué remedio, tendrá como locus nuestro hic et
entendiendo como tal una especie de relación de tipo nunc: el Uruguay de hoy. Esto quiere decir que el proceso
horizontal (por encima de las desigualdades de clase, de formación de nuestra comunidad imaginada será
relación de tipo vertical), que implica una especie de abordado desde nuestra situación actual, desde nuestra
fraternidad limitada. Decimos comunidad (relación comunidad imaginada tal y como la vivimos hoy.
horizontal) limitada porque ninguna “nación”, por más grande La hipótesis que se maneja es que esos períodos y
que sea, puede confundirse a sí misma con el resto de la hechos históricos, desde la introducción de la ganadería en
humanidad (o sea, el conjunto de las otras comunidades Uruguay hasta la gesta artiguista, por ejemplo, contribuyen
que conforman eso que llamamos humanidad). a producir las condiciones para la formación de una
El concepto de comunidad imaginada puede entonces peculiaridad oriental o uruguaya. El punto de partida escogido
sernos de utilidad para abordar la formación de lo que no es tan antojadizo como parece, dado que si pensamos a
llamamos habitualmente la nacionalidad oriental (o Uruguay tal como lo conocemos hoy, habremos de concluir
uruguaya). Puede ayudamos a detectar las distintas etapas que no podemos imaginárnoslo sin ganadería. Para que la
en que la comunidad a la que hoy pertenecemos se ha ido República Oriental del Uruguay sea lo que es, tuvo que ocurrir
autogenerando. algo: la introducción del ganado. De lo contrario

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DOS TEXTOS FUNDACIONALES

José María Pérez Castellano: Carta a la Italia (1787)


Por Ángel Rama
El modelo del intelectual en la Colonia fue el escritor dieciochesco español, de Feijóo a Jovellanos […]. En el Plata ese modelo quedó
representado por Manuel de Labardén, y la literatura por los tres géneros que cultivó: la poesía, el teatro (ambos de estilo neoclásico)
y el informe económico social para servir al país o los estudios de ciencias naturales y relativos a técnicas de explotación. De conformidad
con los patrones ideológicos del dieciocho, el intelectual se puso al servicio de la sociedad a la cual pertenecía, atendiéndola en todas las
manifestaciones que reclamaban su concurso (un proyecto de alcantarillado, el examen de las especies regionales, una oda, un tratado
sobre agricultura, un plan educativo, una pieza patriótica) interpretando de este modo los designios de la burguesía mercantil que
comenzaba a ambicionar la independencia y con cuyos proyectos estuvo mancomunado.
A la primera generación de pobladores nacidos en Montevideo pertenece José Manuel Pérez Castellano (1743-1815), hijo de
fundadores, quien es testigo del engrandecimiento que surge del Reglamento de Libre Comercio (1778) y lo cuenta en carta a su maestro
de latinidad, don Benito Riva, en 1787. Esta descripción de la Banda Oriental oficia, en nuestra literatura, de acta inaugural: es un
“primitivo” por el gozoso candor con que enumera las pequeñas maravillas de la vida pueblerina, la alegría descubridora para los sabores
de la incipiente nacionalidad y la torpona escritura con que se ejercita en las bellas letras. Conseguirá mejorarla en sus Observaciones
sobre agricultura, escritas en 1813 a pedido del gobierno patrio y donde entre consejos y recetas se contienen bellas páginas sobre la
vida de la media burguesía chacarera y una amorosa ‘apropiación’ de la realidad que se inicia con el elogio del cerco.
Aunque treinta años menor, Dámaso Larrañaga (1771-1848) continúa esa misma línea representativa de una conducta iluminista,
aunque con mayor rigor y con más vastos conocimientos: a la Descripción de Pérez Castellano se corresponden los Diarios de viaje de
Larrañaga, y las apuntaciones sobre agricultura corresponden al Diario de la Chácara (1818-1823) del último. Larrañaga agrega, en un
nivel científico más serio, sus estudios de zoología, botánica, mineralogía, historia, educación, y la serie de proyectos de los que nacieron
importantes instituciones: la Biblioteca Pública (1816), la Escuela Lancasteriana (1821) y su proyecto de 1832 que inicia el proceso
fundacional de la Universidad.
Ángel Rama. 180 años de literatura; página XIII. [En el original el texto figura bajo el subtítulo “1787: un acta inaugural”

Dámaso Antonio Larrañaga: Viaje de Montevideo a Paysandú (1815)


Por Carlos Maggi
Durante el invierno de 1815, en los primeros días de junio, un intelectual nacido y criado en Montevideo cruza el país en un carruaje
tirado por mulas y a lo largo de dos semanas de marcha ininterrumpida, llega a Paysandú, un pueblo de indios, cuya población total no
pasa de veinticinco vecinos. En ese momento Paysandú era, sin embargo, la capital de un extraño país en vías de formación, cuyo
inmenso territorio abarcaba el Uruguay actual, las Misiones Orientales –que son parte de Brasil– y las provincias argentinas de Entre Ríos,
Santa Fe, Córdoba, Corrientes y Misiones.
El escritor que viaja para entrevistarse con el jefe de la Liga de los Pueblos Libres es un hombre de poco más de cuarenta años y su
nombre, Dámaso Antonio Larrañaga. Bajo la forma de un diario, Larrañaga compone una excelente narración con el material de su
travesía y así describe un país casi salvaje y extraño, que a primera vista parece tener muy remota relación con Uruguay. Pero son
muchas y muy precisas sus observaciones sobre las plantas y las piedras, los animales domésticos y los animales salvajes, la gente común
y su modo de vivir, y el tiempo transcurrido desde que eso fue escrito hasta ahora es demasiado breve: poco más de un siglo y medio.
Después de la primera sorpresa, se reconoce nuestro pasado inmediato.
Traza también Larrañaga tres espléndidos retratos: el joven oficial revolucionario, el guerrillero que acaba de afirmar el poder
del Protector ganando la batalla de Guayabo: Frutos Rivera, de veinte y pocos años. El joven pálido y romántico, también
veinteañero, que sirve a su tío como secretario y marca los escritos oficiales con el estilo apasionado y tragedizante que
corresponde a su temperamento y a su edad: Miguel Barreiro. Y retrata por fin, como nadie lo ha hecho, al propio Jefe de los
Orientales y de la Liga Federal, José Artigas, a quien coloca en el centro del “tren y boato” que se usaba en su casa de gobierno,
donde la austeridad alcanzaba extremos realmente increíbles.
El Viaje de Montevideo a Paysandú es una de esas obras que logra ser buena literatura sin proponérselo. La intención del autor es
claramente documental, pero la precisión y rapidez del estilo, la selección de los temas incidentales y una casual pero envidiable
estructura, dan a estas páginas la fuerza de un relato compuesto, capaz de integrar, legítimamente, la historia de nuestra narrativa.
La prosa de Larrañaga, en su fluir, cumple con casi todas las exigencias de claridad, funcionalidad, concisión y efecto que luego
articulará Horacio Quiroga en su Decálogo del cuentista. Es la prosa de un gran periodista que informa directa y escuetamente sobre
cosas y hechos, pero es además la obra de un narrador.
Queriéndolo o no, Larrañaga hace crecer, con mesurada progresión, una vivencia, hasta culminarla en el momento final: el encuentro
con Artigas.
El relato, instrumentado con objetos y modos de hacer que resultan atrayentes por su primitivismo, se hace entretenido línea
a línea, pero impone al lector sensible un grupo de sensaciones de trasfondo, cuyo efecto, tenuemente doloroso, se va sumando:
la soledad, el desamparo, la falta de medios, la visión de un territorio y su raleada población agobiados por la pobreza y la guerra.
La carencia de los objetos más comunes es casi obsesiva y va sumándose y componiéndose como un gran friso que dice lo que es
un país apenas colonizado. […]
Capítulo Oriental. Historia de la literatura uruguaya. Tomo I; página 19. [En el original figura bajo el subtítulo “Estructura y estilo”.]

D 9
obtendríamos, acaso, un país pesquero y consumidor de la existencia de estudios de lo que podría denominarse una
cervatillos. La comunidad imaginada que hoy somos es literatura uruguaya colonial.
incapaz de pensarse a sí misma sin la existencia de la vaca. Pero si llevamos los orígenes de la literatura uruguaya
hasta la época colonial, encontraremos (ya hemos
Discursos coloniales encontrado) un determinado corpus de textos de los que
habrá que dar cuenta. Los documentos: cartas de relación,
Otro propósito de estos prolegómenos es precisamente el relaciones, etcétera, serán por fin el largamente postergado
de, mediante el análisis y revisión de los presupuestos citados objeto de nuestro estudio. Por ello, y para evitar equívocos,
(cuestión de la nacionalidad, noción ‘belleletrística’ de parece conveniente sustituir el término literatura (al menos
literatura), proponer una nueva forma de abordar la provi-soriamente) por el de discursos coloniales, como
literatura uruguaya, así como fijar nueva fecha para su propone Walter Mignolo. Al igual que nuestros colegas
nacimiento. La nueva perspectiva que se propone es la de latinoamericanos, tendremos oportunidad de estudiar
considerar la literatura desde un punto de vista más amplio, informes a la corona, relaciones de servicios, cartas de
que permita incluir en su corpus textos hasta ahora no relación, y toda la gama de textos coloniales que componían
considerados como literarios. Los historiadores literarios el universo discursivo durante la ocupación española de
uruguayos más conspicuos (y también los más oscuros) estas tierras. Los uruguayos quedaremos habilitados a
coinciden por lo menos en una actitud, que podría describirse analizar nuestros Colones y Corteses: por ejemplo, los
como ‘belleletrística’: sólo las bellas letras (ficción, poesía, informes de Hernando Arias de Saavedra sobre sus
teatro, etcétera) son reputadas manifestaciones literarias. expediciones a ¡las tierras del Uruguay” (que así se las
La principal consecuencia de esta postura es que los textos llamaba a principios del siglo diecisiete)».
que no encajan en los apretados y restringidos límites de la
cultura (en sentido restringido y no antropológico), tales
como documentos historiográficos, tratados filosóficos, de Gustavo Verdesio. Fragmento del artículo “Prolegómenos para un
estudio. Sobre la literatura uruguaya colonial”. Publicado en Cuadernos
agricultura, etcétera, no merecen ser estudiados. La de Marcha número. Montevideo, setiembre de 1990; páginas 43 a 45.
exclusión de estos documentos ha impedido, hasta ahora, [Reproducido con la autorización expresa del autor.]

¿NEOCLASICOS, SEUDOCLÁSICOS O CLÁSICOS?


Por Carlos Real de Azúa

No se ha apagado todavía la duda del nombre. ¿Neoclasicismo o seudoclasicismo? ¿Nueva forma o mala imitación,
falsificación de lo irrepetible? Ser clásico es ser maduro, logrado, definitivo. ¿Se programa esto, se hace bandera de
una escuela? Y los escritores que se enrolan en ella ¿son seudo (o neo) clásicos o seudo (o neo) clasicistas? El
primer término (con sus dos variedades) alude a un resultado; el segundo, con sus variedades también, menta un
esfuerzo, una aspiración. Parece más neutro, menos exigente, más idóneo: clasicistas.
Neoclasicismo, seudoclasicismo y clasicistas dominaron en Europa en parte no muy larga del siglo dieciocho y,
con el apoyo borbónico, penetraron y triunfaron en España hacia la segunda mitad de la centuria. Impusieron una
literatura de normas fijas, presuntas deducciones de una Razón muy segura de sí misma y de su armonía con la
Naturaleza; esas normas se condensaron en “preceptivas”, “poéticas” y “retóricas”, a las que se quiso considerar
dotadas de una fuerza coactiva casi policial. Pobre de fantasía y de contenido emocional, el neoclasicismo se movió
casi siempre en el área de lo sensato y lo correcto; creyó cumplidos sus fines en una decorosa artesanía que buscó
acercarse sin pausa al “modelo” y para ello repitió indefinidamente unos mismos motivos, unas mismas formas y
enlaces de palabras, unas pocas imágenes. Abusó casi siempre de la figuración mitológica (dioses y héroes, musas,
ninfas), del hipérbaton (inversión de la construcción normal), de las invocaciones, del énfasis y el “tono elevado”.
Tuvo predilección por los grandes temas de la ciencia, la historia y la filosofía, por las grandes rapsodias del progreso,
la razón, la libertad intelectual y nacional. Su pensamiento es, como lo anterior lo dice, el de la Ilustración o las
“luces”; cuando ese pensamiento se hizo meditativo y bajó las pompas y los fuegos, el resultado –valgan como
ejemplo el inglés Pope, Voltaire e, incluso, nuestro Berro– fue el mejor posible.
Y como el clasicismo era un teclado muy amplio, también sintió especial afinidad con la vena bucólica y pastoril
que arrancaba de Grecia y Roma y elevó y dignificó el Renacimiento. Con este gusto recreó un mundo, al mismo
tiempo muy artificial y muy revelador, que lo liga y hasta lo entrevera con otro estilo menor, el rococó.
Y todavía, si en términos de literatura hispanoamericana hablamos, junto al neo o seudoclasicismo y al rococó
hay que señalar, si bien marcada por ambos, una línea tradicional española de índole satírico-festiva, realista,
humorística, que se multiplicó en las letrillas, los epigramas, la parodia burlesca de la épica y multitud de formas
afines en espíritu e intención. ser director del Coliseo de Montevideo; bajo la dominación portuguesa permaneció
en Montevideo, pero no figuró entre los adulones de Lecor. A partir de 1818 vivió en Buenos Aires, donde se casó
con Juana Cortina. En 1822 murió de tuberculosis, en Morón, pero nunca se ha podido establecer en qué sitio
están sepultados sus restos.
Carlos Real de Azúa. En: Capítulo Oriental. Historia de la literatura uruguaya. Tomo I; páginas 34 y 35. [Originalmente el texto
lleva como título general “Los clasicistas y los románticos”, y como subtítulo “El estilo inicial”]

10 D
LA ARQUITECTURA arquitectónicas sólo se evidencian cuando logran romper
violentamente la armadura que protegía la cultura hispánica:
NEOCLÁSICA el caso portugués es notorio en la Banda Oriental. Y en
cuanto a las modalidades arquitectónicas indígenas, hay que
DE LA ÉPOCA COLONIAL decir que fueron paralizadas en toda América, aun cuando
fueran, como ocurrió en algunos casos, de calidad superior
a la aportada por el invasor.
Por Antonio Lucchini Todas estas condicionantes concurrieron para convertir
las operaciones arquitectónicas realizadas en la Banda

L
a actividad arquitectónica desarrollada dentro de los Oriental en hechos destinados a satisfacer necesidades
límites del actual territorio uruguayo durante la época originadas en el puro impulso colonizador sin que en ellos
colonial se encuentra condicionada por una serie de tuvieran arte ni parte los pueblos autóctonos. Y para que,
circunstancias que le confieren, en buena parte, además, esas operaciones debieran ser planeadas y
características peculiares con respecto a la desarrollada en realizadas por técnicos españoles, formados en España,
el resto del imperio español americano. aportando a la empresa formas e ideas (más formas que
La primera de esas circunstancias está constituida por ideas) elaboradas en la metrópoli. La arquitectura colonial
la notoria predominancia, en el territorio, del factor es, en suma, arquitectura española realizada en el territorio
estratégico sobre el económico. Esta prevalencia es el oriental con el mismo criterio y análoga actitud cultural que
resultado de dos hechos, uno natural y otro geopolítico: por los aplicados en otros lugares del imperio. Y es, por tanto,
un lado, la Banda Oriental se halla desprovista de minas de en la metrópoli donde se encuentra la explicación de la obra
metales preciosos o de pesquerías de perlas, objetivos que radicada en Uruguay cuyo origen data de la segunda mitad
guiaron la conquista española; por otro, se encuentra del siglo dieciocho y aun del primer tercio del diecinueve.
enclavada en la conflictiva zona limítrofe de los dos imperios Salvo, naturalmente, la excepción portuguesa.
coloniales ibéricos. Sólo cuando se reconozca en la Banda El personal técnico actuante en aquella época se reparte
Oriental la presencia de otra riqueza capaz de remplazar la en tres grupos: el religioso, el castrense, el académico. El
minera, empezará a cobrar influencia en aquélla el factor primero, de origen primordialmente jesuítico, dejó poca
económico, sin llegar, no obstante, a superar la incidencia huella de sus obras; las ruinas de la Capilla de las Huérfanas
de las razones de orden estratégico. Esta circunstancia [departamento de Colonia] son un ejemplo, sin que, por lo
impuso a la arquitectura, además de programas y personal demás, hayan podido ser determinados con exactitud sus
militar, también cortedad de recursos, agravada todavía por autores. Resulta así, en este estudio, intrascendente
la posición extrema del territorio en el circuito de distribución ocuparnos de este aspecto del problema. De todos modos,
de bienes característico del régimen económico español. la Compañía de Jesús no preparaba sus arquitectos; por
No será, pues, la Banda Oriental, lugar donde se fabriquen ello los miembros de la sociedad que ejercieron la
fabulosas fortunas, como sucedió en México o en Perú. arquitectura aportaron las ideas y formas correspondientes
Una segunda circunstancia, consecuente de las a los lugares de su formación, muchas veces alejados de
características del grupo social indígena radicado en el España. Si escasa es la incidencia de este personal, en
territorio, obra en doble sentido. En primer lugar, lo cambio resulta trascendente la de los otros dos grupos de
rudimentario de su cultura y la renuencia a la encomienda y técnicos. Aunque la formación de éstos sea distinta, factores
la misión –regímenes de asimilación previstos por el peculiares dieron al conjunto de la obra por todos ellos
conquistador– determinaron la imposibilidad de formar o realizada, cierta aparente similitud. Un estudio más
de hallar, en aquel núcleo social, tanto personal técnico como
formas o sistemas de ideas capaces de ordenar la actividad
arquitectónica del invasor, de haber determinado éste usarlo
para sus propios requerimientos. Y también fue consecuencia
la falta de necesidades traducibles a programas
arquitectónicos, originados en dichos núcleos sociales, que
impusieran edificios destinados a incorporar los pueblos
locales al régimen español. No hay, por ello, en el actual
territorio uruguayo ni capillas abiertas, como las aparecidas
en México para convertir masas indígenas a la religión
católica, ni ciudades misioneras como las emplazadas en el
extremo, actualmente brasileño, de la Banda Oriental.
Una tercera circunstancia termina por condicionar la
actividad arquitectónica colonial: el carácter hermético de
la conquista española. Reacia a admitir la introducción de
modos culturales ajenos al castellano, no sólo excluye otros
modos españoles, sino los de los demás países europeos y,
desde luego, los de los propios pueblos indígenas. Sucede
así, con respecto a los modos europeos, que sus influencias ‘El Cabildo’. Grabado de la colección Assunçao, 1885. Obra de Tomás Toribio.

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particularizado muestra, sin embargo, diferencias que, claro proporcionan antecedentes formales de las obras militares
está, tienen su explicación en la distinta extracción ideológica españolas existentes en Uruguay: modo francés asimilado
de los grupos. por España y proyectado como metrópoli sobre la Banda.
Tanto la organización del cuerpo de ingenieros militares El sentido funcional, antidecorativista, opuesto al
como la de la clase de arquitectos académicos fueron obras barroquismo arquitectónico, hace coincidir en los hechos y
de la dinastía borbónica. Ésta introdujo, para llevarlas a en su exterioridad la obra de los ingenieros militares con la
cabo, las instituciones que Vauban y Colbert habían creado de los arquitectos académicos, empeñados, éstos también,
en Francia para Luis XIV, el jefe de la familia Borbón. Ocurren, en respetar la figura de las grandes formas básicas
por tanto, en el siglo dieciocho, iniciándose la estructuración originadas directamente de la disposición planimétrica y en
de la primera con medio siglo de antelación a la de la corregir el desorden ornamental mediante pocos y sobrios
segunda. dispositivos de expresión. Un segundo hecho contribuye a
acentuar dicha similitud: la escasez de recursos que, al
Ingenieros militares seleccionar naturalmente los objetivos de aplicación, reduce
lo superfluo, la ornamentación, e impone a todos, ingenieros
[…] La fortificación de la plaza de Montevideo, de la que y arquitectos, parquedad en sus obras.
forma parte la Ciudadela y la fortaleza del Cerro (obra Mas, ¿existe alguna razón para que, después de habernos
secundaria) constituyen el ejemplo más característico de ocupado de la arquitectura militar, sigamos mencionando
edificios cuyas formas responden a ideas estrictamente aún a los ingenieros castrenses? ¿Hay razones que
militares. También se inscribe en este cuadro formal e justifiquen nuevas referencias a quienes, en virtud de las
ideológico la fortaleza de Santa Teresa, obra destinada a ordenanzas que regían su actividad específica, estaban
cerrar, por la costa atlántica, el camino de acceso a la Banda impedidos de ocuparse de obras civiles y religiosas?
Oriental. La respuesta a estas preguntas es afirmativa. Y sus
Antibes y Sarre Louis, plazas proyectadas por Vauban, fundamentos son consecuencia directa de la escasez que,
en cuanto a personal técnico arquitectónico, afligía a la Banda
Oriental. Carente ésta de arquitectos civiles y reducida la
intervención de los religiosos, la obra menor y la particular
fueron realizadas por modestos alarifes. Esta solución no
era sin embargo viable, tratándose de obras de gran porte
o de carácter público. Hubo, pues, de recurrirse al personal
castrense, perteneciente al arma de ingeniería militar
estacionado en el territorio. Por este medio se realizó buena
cantidad de obras importantes. Las iglesias parroquiales de
San Carlos y Maldonado, tal vez la capilla de la Caridad,
fueron proyectadas y dirigidas por ingenieros militares.
Incluso los planos de la catedral de Montevideo son obra de
uno de estos ingenieros.
Naturalmente, los ingenieros militares aplicaban, en estos
casos, el criterio y los modos técnicos utilizados para realizar
su obra específica. Respetaban las grandes formas
proporcionadas por la tradición arquitectónico-religiosa, que
para el caso y para ellos remplazaban las que en su actividad
normal provenían de las exigencias militares. Luego sobre
ellas no agregaban ornamentación o apenas lo hacían muy
sobriamente: las proporciones fallan a menudo, pero en
cambio siempre está presente la austeridad.
Cuando el empleo de estos mismos ingenieros militares
no garantiza la calidad formal exigida para determinados
monumentos, ha de recurrirse a personal adiestrado
especialmente para trabajos de tal jerarquía: el arquitecto
académico.
En el mismo cuadro de organización que comprende el
arma de ingeniería militar se encuentran las academias. En
este caso el móvil determinante es la necesidad de unificar
la expresión arquitectónica. La arquitectura española, que
había conocido épocas de rígida coherencia estilística, cayó
en el desorden que afectó al período final de la dinastía
austríaca. Sus sucesores, los borbones, emprendieron el
reordenamiento de la vida española comenzando por los
Iglesa parroquial de Colonia (hoy catedral), obra de Tomás Toribio. aspectos más urgentemente necesitados. Por tanto, recién

12 D
Fortaleza de Santa Teresa.

a mediados del siglo dieciocho los grandes monarcas apartan las ideas que adjuntaban al artista plena libertad
ilustrados, Fernando VI y Carlos III, conceden sus patronatos de concepción ornamental y aun de las que circunscribían
a las academias de bellas artes. Este proceso se inicia en esta concepción al ámbito de lo regional. El campo dentro
1752, cuando el primero de aquéllos lo hace con la academia del cual analizan el problema formal está limitado al de un
de Madrid, puesta bajo la advocación de San Fernando. estilo previamente elegido, y no por azar: el clásico, pues
La idea de unificar la arquitectura y la actividad con ella éste responde a la cultura antigua, prestigiada entonces
relacionada resulta de haber trascendido a aquel campo por el recuerdo glorioso del imperio romano. Este prestigio
artístico otras ideas más generales; entre ellas, en primer se extiende implícitamente tanto al arte que dio base al
término, la de absolutismo. Pues las academias, las romano como al que pretendió reencarnarlo: el griego y el
borbónicas, son instituciones concebidas para canalizar, a renaciente respectivamente, comprendiendo en éste al
través suyo, las energías de la nación en materia artística, ahora llamado manierismo.
mediante la vinculación de los creadores con los centros El fundamento teórico del objetivo arquitectónico, la
políticos. De ese modo se hace llegar hasta aquéllos la belleza formal ideal, lo da el único tratadista de la
influencia directriz de estos centros. Pero además de esta antigüedad, Vitrubio, que también aporta los medios para
relación funcional o mecánica, la comunidad entre ambas alcanzarla. Estos medios están compuestos por dispositivos
instituciones, la artística y la política, responde a conceptos ornamentales. Los componentes son el fruto de un análisis
más esenciales. En efecto: priva en la academia, en su de los elementos de arquitectura, refinado hasta obtener la
armazón ideológica, la idea de universalismo aplicada al determinación precisa de sus dimensiones óptimas. Su
arte, del mismo modo que esta idea se halla en el organización en sistemas llamados órdenes resulta también
absolutismo ilustrado aplicada a la política. de relaciones modulares, de naturaleza matemática y aun
Una y otra conciben respectivamente un único estilo y antropomórfica, también afinadas hasta la perfección. Así
una sola política, válidos para cualquier territorio del imperio determinado, el orden elegido se dispone sobre los
y para cualquier momento de su aplicación. Ambas son, volúmenes originados en la planimetría. Y oficia sobre
por principio, enemigas de lo particular y por tanto de los aquéllos de rectificador de su dimensionado, estableciendo,
regionalismos. Éstos desaparecen, tanto en el arte como por esa vía, una comunidad genérica entre todas las formas
en la administración territorial. No es casual, pues, que el y los edificios regulados por un modo. Las academias
régimen centralizado llamado de las intendencias, aplicado realizan esta tarea arqueológica y discursiva apoyándose
a costa de las potestades municipales, coincida con el en la obra práctica y teórica del clasicismo antiguo y
desarrollo de las academias, cuya finalidad última es acabar prosiguen manejando la del clasicismo moderno,
con los múltiples vocabularios expresivos diseminados a concluyendo por elaborar un tercero: el neoclasicismo.
través del imperio. Desde luego, el esfuerzo realizado por las academias
A partir de estas coincidencias generales las academias en el campo doctrinario tiene sentido en tanto concurra a
ahondan en su propio campo ideológico y adjetivan la idea hacer efectivo los objetivos previstos. De ahí que toda
universalista de modo de dar sentido preciso a la función academia de arquitectura conlleve la creación de una escuela,
que ha de cumplir en el campo arquitectónico. Por eso cuya finalidad supone adoctrinar arquitectos según los

D 13
principios teóricos elaborados. El arquitecto académico provienen del acervo tradicional español –la Catedral de
resulta al final el agente monopolizador de la obra Pamplona y el Ayuntamiento de Salamanca son
arquitectónica real. La proyectará y dirigirá con arreglo al antecedentes, elegidos al azar– pero la organización
pensamiento que a él mismo lo conformó. Y con esta misma expresiva responde a las modalidades propias del clasicismo
actitud fiscalizará la obra ajena, concebida con arreglo a moderno […]. Por eso dichas formas son prismas o
planos visados por la compañía académica. La unidad semiesferas de diferentes dimensiones, anotadas mediante
ornamental y la comunidad formal planeará así sobre la ornamentos dispuestos en las partes más características
arquitectura a lo largo y a lo ancho del imperio borbón. El de dichos volúmenes: las aristas, los meridianos y la cúspide,
Observatorio de Madrid, la Casa de la Moneda en Santiago o en las líneas que se yuxtaponen.
de Chile, la Lonja de Barcelona, la Iglesia de San Francisco Los vanos son igualmente destacados, adicionando
en Buenos Aires y las obras que Tomás Toribio y su hijo ornamentación sobre las líneas de ruptura del plano que los
realizaron en la Banda Oriental son testimonio de la unidad contiene, salvo el que corresponde a la entrada. Éste,
estilística de esta arquitectura. centrado, concentra el motivo ordenador y de él fluye, por
sus proporciones, el carácter genérico del que se embebe
Tomás Toribio, primer arquitecto civil todo el edificio.
en Montevideo Si un ingeniero militar, sin calidad de arquitecto
académico, hubiera conducido estas obras, las hubiera
La introducción del espíritu académico neoclásico borbón terminado antes de ornamentarlas.
en la Banda Oriental está a cargo justamente de Tomás La obra realizada por Tomás Toribio se completa, en la
Toribio (Villa de Porcuna, Jaén, 1756-Montevideo, 1810), Banda Oriental, con la iglesia parroquial de Colonia y con su
arquitecto egresado de la escuela de la Real Academia de propia residencia; y muy probablemente con la Capilla de la
Nobles Artes de San Fernando. Su viaje a estos territorios Caridad, atribuida a veces a del Pozo y Marquy, ingeniero
es consecuencia directa de la función de contralor adjudicada militar; su filiación estilística induce a adjudicarla, sin
por la academia a sus egresados. Llega tanto para conducir embargo, a Tomás Toribio.
la obra iniciada por Saa y Faría para la catedral
montevideana, con arreglo a los cánones neoclásicos, como
para proyectar el edificio destinado a Cabildo y Reales Extraído de Ideas y formas en la arquitectura nacional. Fascículo 6 de
la Colección “Nuestra Tierra”. Montevideo: Editorial Nuestra Tierra,
Cárceles en la misma localidad. Una y otra dan fe de la 1969; páginas 6 a 14. [El texto seleccionado figura bajo el título
eficacia académica y testimonian el orden y la sobriedad “Modalidades neoclásicas” y el subtítulo “1. Ideas y formas introducidas
propios de sus edificios. Las formas básicas de ambos por personal técnico educado en España”].

LA PINTURA EN LOS ORÍGENES (apartando la obra de unos pocos acuarelistas y dibujantes


nativos) se imprimían en el extranjero. Los dibujos
DE LA NACIONALIDAD ejecutados por algunos franceses e ingleses de paso por
nuestras costas eran llevados luego a las planchas metálicas
Por Gabriel Peluffo Linari
o a la litografía por talleres especializados, instalados en
las metrópolis europeas. En consecuencia, satisfacían
necesidades de mercado propias de esos países. Aun cuando
El relato gráfico su conocimiento pudo haber despertado alguna curiosidad
en pobladores de nuestra ciudad, no puede señalarse esa

F
ijar un punto de partida cronológico para esta reseña labor como particu-larmente precursora de una práctica
parece ser una de las dificultades iniciales. En primer artística nacional. Esta última dependía esencialmente de la
lugar, porque el carácter “nacional” de cualquier posibilidad de crear una infraestructura técnica para la
expresión artística no se avala por la simple circunstancia enseñanza y para la producción, que hasta la segunda mitad
de que sea producida en este territorio; hace falta determinar del siglo fue prácticamente inexistente. En primer lugar
su grado de necesidad social, su funcionalidad dentro de la porque no existió interés, por parte de las metrópolis
comunidad que le da sentido. En segundo lugar, porque la coloniales, en establecer aquí una enseñanza ‘oficial’ de las
información disponible acerca de este tipo de mani- Bellas Artes, y en segundo término, porque aún no habían
festaciones culturales va perdiendo nitidez a medida que entrado las oleadas inmigratorias donde vendrían los
retrocedemos en el tiempo, hasta frag-mentarse y diluirse maestros artesanos y artistas a instalar sus talleres en
más allá de la Guerra Grande. Montevideo.
Resulta discutible considerar la abundante producción Recién hacia 1840 ocurren dos hechos significativos: en
gráfica de los visitantes extranjeros –pequeñas infor- 1838 el belga José Gielis instala el primer taller litográfico
maciones ilustradas del Nuevo Mundo– como el origen de de Montevideo; dos años después, a bordo de la corbeta –
una actividad artística nacional, ya que esos trabajos también belga– La Oriental, el abate Louis Conté introducía

14 D
el primer equipo de daguerrotipia conocido en el país. Ambas
técnicas prosperan desde entonces: la primera dando lugar
a la edición nacional de temas paisajísticos e históricos desde
talleres de ‘litografía artística’ (como los de Wiegeland y
Godel hacia fines de siglo), la segunda aplicada
especialmente a la demanda del retrato, consolidado a partir
de la Guerra Grande.

Los primeros retratistas

Paralelamente a la documentación gráfica de costumbres,


se desarrolla lentamente primero, y con mayor vigor hacia
mediados del siglo, la pintura del retrato. Este género fue
manejado tempranamente en la técnica del óleo (y a veces
la aguada, para las miniaturas) de acuerdo a la tradición
europea, dado que obedeciendo a una demanda particular,
el original no requería ser reproducido, exigiéndose en
cambio de él que fuera perdurable, para cumplir su misión
de perpetuar imágenes en el seno familiar.
En sus primeras manifestaciones, el retrato no tuvo en
el medio nacional el carácter aristocrático laudatorio en el
mismo grado que tuvo en Europa; ni tampoco los ribetes ‘Retrato de Doña Antonia Viana de Vargas’, del pintor italiano
obsesivos de una manía pequeñoburguesa como en Francia, Cayetano Gallino.
pero significó sí un preciado registro familiar, y tuvo, claro
está, un sentido consagratorio: fue una forma de perduración
en la memoria social, que tanto atrajo a la oligarquía retrato como una presencia insustituible en su parafernalia
terrateniente como al colono sacrificado, quien testimoniaba doméstica, también ese género de pintura siguió
de ese modo sus esfuerzos por conquistar un rol social practicándose con un sentido atento al homenaje individual
relevante. o al afecto íntimo rendido por el artista a sus amigos,
Si bien es cierto que la oligarquía nacional, consolidada familiares, o reconocidas personalidades de la vida cultural
a partir de la Guerra Grande, demandó definitivamente el y política de la época.

‘Paso del Ibicuy’. Óleo sobre papel de Juan Manuel Besnes e Irigoyen, 1830. Colección Museo Histórico Nacional.

D 15
‘Vista del Mercado de Montevideo’. Acuarela de Juan Manuel Besnes e Irigoyen, 1848.

Los retratistas llegados a Montevideo desde 1800 han retratos (a veces también caricaturas) y costumbres que
dejado escasos testimonios. Se sabe acerca de la existencia traducen una verdadera preocupación testimonial.
y parcialmente de la obra del sueco José Guth, quien hacia Su creación está eximida de todo compromiso con
1820 realizara varios retratos de conocidas figuras del doctrinas estéticas consagradas en los centros académicos
patriciado, así como de la llegada del francés Amadeo Gras europeos; el candor intimista de sus ‘registros’ gráficos lo
y del italiano Cayetano Gallino, a mediados de la década del acerca más a la tradición ‘primitiva’, de hondo sentido
treinta. Posteriormente, otros retratistas extranjeros se popular. Su obra, de inspiración esencialmente artesanal –
sumaron a esta actividad, contándose entre los de mayor fue hábil litógrafo– aparece dirigida a testimoniar la realidad
resonancia los pintores Baltasar Verazzi y Pedro Valenzani. ambiente, tanto como a contribuir a la creación de los
Algunos de ellos practicaron el retrato miniaturista, una primeros símbolos alegóricos de la nacionalidad.
antigua costumbre europea resurgida con furor en el París Suele atribuírsele (aunque es dudoso) la autoría del
de 1830, donde los pequeños retratos en color se escudo nacional, pero más allá de la certeza o no de estos
consideraban un imprescindible indicador de prestigio social, hechos, resulta probable el valioso aporte de Besnes en el
con el agregado de ser “práctico y portátil”, adaptándose a campo de la primitiva emblemática nacional. Su habilidad
las distintas aplicaciones que –desde adorno para pequeños de calígrafo invistió de categoría ornamental a importantes
estuches hasta ilustración de tarjetas personales– le encontró documentos jurídicos y políticos del Estado, y la inquietud
rápidamente la pequeño burguesía parisiense. […] popular de su fantasía decorativa alcanzó los ‘bolsillos’ (o
‘ridículos’) de tela, teñidos por su mano en los inicios de la
Juan Manuel Besnes e Irigoyen Guerra Grande. Del mismo modo decoró pañuelos de hilo
con motivos “patrióticos”, nacionalizando un diseño que hasta
Vinculada a la tradición de los cronistas gráficos extranjeros entonces se importaba definitivamente estampado sobre
en Montevideo, pero con la diferencia de que se trataba de paños adquiridos en Francia e Inglaterra.
un extranjero afincado y arraigado espiritualmente desde Besnes, que según Fernández Saldaña conoció y trató a
1809 (fecha aproximada en que llegó de España) a la vida Gielis, dueño del primer taller litográfico montevideano en
social y política de Uruguay, se destaca la presencia de Juan 1838, aprendió con él esta técnica, dando lugar entonces a
Manuel Besnes e Irigoyen [San Sebastián, 1789-Montevideo, las primeras litografías impresas en el país, sobre la base a
1865]. su vez de dibujos realizados por un artista definitivamente
La importancia de su actuación puede ser abordada afincado en suelo uruguayo.
desde varios aspectos de la vida cultural nacional, ya que En el Museo Histórico, se conserva una litografía de
desempeñó funciones de secretaría de gobierno durante la Besnes que representa la “entrada de Rivera en Montevideo”,
época de Elío, ocupó luego –durante los gobiernos de Rivera– y data precisamente de 1838.
cargos de confianza política, llegando a desempeñar una La ingenuidad y la frescura técnica de las acuarelas
amplia labor de supervisión docente en los más importantes representando paisajes, retratos y marinas realizadas por
centros de enseñanza de Montevideo. Pero lo que en esta Besnes, están también presentes en sus cuadros al óleo
reseña interesa destacar es su actividad como pintor, referidos a episodios históricos nacionales. En el dedicado
dibujante y calígrafo, por cuyos méritos en ese sentido fue al ‘Paso del Ibicuy’, por ejemplo, debiendo individualizar
nombrado en 1843 “Litógrafo del Estado”. personajes y elementos del cuadro (ya que la finalidad no
Sus dibujos y acuarelas –gran parte de los cuales se es solamente estética sino testimonial y didáctica), recurrió
encuentran hoy en el Museo Histórico Nacional– son al dibujo de letras con pincel realizadas sobre ciertas zonas
pequeños y exquisitos comentarios gráficos de paisajes, de la escena, a efectos de referir a ellas las explicaciones

16 D
escritas que ubicó luego al margen de la pintura misma. prestigiados por el magisterio de la cultura francesa en
Algo similar efectuó en algunos de sus combates navales nuestro medio; pero es también el marco en que dicha
en acuarela que se conservan en el Museo Histórico, sobre técnica del grabado fue perdiendo insensiblemente jerarquía
los cuales escribió con tinta (a la pluma) la identidad y artística en la escala de valoración social, cuando se vertió
procedencia de las distintas embarcaciones. En la obra de casi exclusivamente al servicio de los monogramas
Besnes, ese recurso agrega una gracia y despreocupación publicitarios y etiquetas comerciales una vez entrado el siglo
esteticista que va más allá de lo lúdico o lo ingenuo personal, veinte.
para indicar la plena vigencia de una actividad artística donde Prueba de la ‘continuidad’ con que Besnes concebía la
permanecen indiferenciadas las fronteras de lo caligráfico, actividad artística, desde el esmerado estudio caligráfico
lo figurativo, lo ilustrativo, lo decorativo o lo iconográfico de hasta el cuadro al óleo de pretensiones académicas
carácter histórico testimonial. (continuidad por otra parte que ya indicaba la imprecisión
Así como Juan Manuel Blanes inauguró y tipificó –aun en conceptual entre una actividad ‘artística’ y otra industrial o
el supuesto de que haya sido a pesar de sus intenciones artesanal) es el hecho de que enviara a la Exposición de
contrarias– la tradición ‘docta’ académica de la pintura París de 1855 tanto sus diversas obras caligráficas como
nacional dentro del marco doctrinario de las bellas artes, una copia al óleo de Rubens (‘Descendimiento de la cruz’).
Besnes e Irigoyen representa con la máxima dignidad y Por esta última recibió la distinción de una medalla otorgada
solvencia la tradición ‘a-docta’ gráfico artesanal de nuestra por una sociedad inglesa, mientras que por sus otros
iconografía: la del diseñador de símbolos, distintivos y trabajos recibió una misiva de sus corresponsales en París
‘divisas’, la del calígrafo y decorador, la del relator gráfico donde le planteaban la duda: “Queda ahora por saber si,
profundamente compenetrado con la vida y la idiosincrasia en el caso que los objetos que Ud. nos ha dirigido fuesen
de su medio. admitidos, se considerarán las obras hechas a pluma como
Esta tradición artesanal de las artes gráficas, que con cuadros, o como objetos de industria del país”.
tanta autenticidad y rigor supo asumir Besnes en su obra,
es la misma que hizo de la litografía una actividad artística Extraído de Historia de la pintura en el Uruguay. 1- El imaginario nacional
- regional (1830-1930). Montevideo: Ediciones de la Banda Oriental,
‘superior’ mientras estuvo volcada a los temas históricos o 2009; páginas 10, 11, 15 Y 16. [Reproducido con autorización expresa
documentales, a la alegoría académica o a otros temas del autor].

EL FOLCLORE MUSICAL de tamboriles que recorren las calles de Montevideo durante


los meses del verano. […]
URUGUAYO
Danzas y canciones rurales

Por Lauro Ayestarán En la primera mitad del siglo diecinueve tres grandes danzas
–en las que vive el señorío de “los buenos tiempos viejos” y
la fresca gracia campesina– se hallan vastamente extendidas

S
obre Uruguay se proyectan cuatro grandes ciclos en Uruguay: ellas son la media caña, el cielito y el pericón.
folclóricos que, sin descartarse unos a otros, Estas tres danzas tienen características muy similares; desde
conviven en la extensión de su territorio: 1) un ciclo el punto de vista de su notación todas se cifran en compás
de danzas y canciones rurales rioplatenses que forma una
unidad folclórica con las provincias argentinas de Buenos
Aires y Entre Ríos, donde se da el estilo, la cifra, la milonga,
la vidalita, el pericón, etcétera; 2) un ciclo norteño que
participa, juntamente con el estado brasileño de Río Grande
del Sur, de algunas danzas y canciones del llamado fandango
riograndense: entre otras destacan la chimarrita, el
carangueijo, la tirana (a este ciclo pertenece, además, una
fuerte y curiosa expresión de polifonía popular de los ritos
fúnebres que es el Tercio de Velorio); 3) el cancionero
europeo antiguo –como lo llama el eminente investigador
argentino Carlos Vega– que sobrevive intacto en el territorio
de Uruguay a través del repertorio infantil: más de cien
canciones, arcaicas muchas de ellas, comunes a los pueblos
de la cultura occidental; 4) las danzas dramáticas de los
esclavos africanos que derivaron hacia el candombe en el
siglo diecinueve, cuya supervivencia queda hoy en las Lauro Ayestarán en su trabajo ‘‘de campo’’ grabando a un músico
comparsas de carnaval y en la riquísima “llamada” o batería de campaña.

D 17
de tres octavos en sus fórmulas de acompañamiento, se La vidalita, canción nostálgica y breve, canta las penas de
hallan en modo mayor y se hallan cortadas en períodos de amor ausente.
ocho o dieciséis compases; sus coreografías provienen de Una de las formas más típicas del folclore rural de
la antigua contradanza con sus formaciones en calle y sus Uruguay es la payada de contrapunto, suerte de desafío o
complejas ruedas, cadenas y molinetes. Son conducidas disputa cantada en verso sobre la base melódica de la
por un director de baile llamado “bastonero” y pertenecen milonga o la cifra, entre dos cantores. La payada, en pleno
al ciclo de las danzas de pareja suelta interdependientes, reverdecimiento en los tiempos actuales, puede ser “a lo
alternando sus movimientos lentos con otros más vivos humano” (cuando trata de asuntos profanos) o “a lo divino”
adornados con “castañetas” (fricción de los dedos pulgar y (cuando se refiere a hechos trascendentales o
mayor) y zapateos. El pericón sobrevivió en plena lozanía sobrenaturales). El payador tiene evidente prefiguración en
hasta 1920 como danza espontánea en los bailes rurales y los trovadores de la Edad Media europea, cuyo joc parti
fue danza nacional por excelencia de Uruguay, al punto de tiene gran similitud –como operación poético-musical– con
que se le llamaba “El Nacional” o “Pericón Nacional”. En el la payada de contrapunto.
orden de la canción folclórica, Uruguay posee, entre otras, El instrumento criollo por excelencia es la guitarra,
cuatro especies líricas: el estilo –llamado también “triste”– exactamente igual a la española aunque se afina a veces
la milonga, la cifra y la vidalita. Se entonan a solo, de otras maneras. A fines del siglo dieicnueve se extiende
acompañadas por la guitarra –con seis órdenes simples de por Uruguay el acordeón diatónico con cuatro bajos y una
cuerdas al igual que la española– que tañe el mismo cantor. sola hilera de botones en su registro melódico, y alcanza
Su melodía es de carácter silábico y en la letra de las tres gran predicamento como instrumento para acompañar las
primeras predomina la estrofa literaria de la décima o danzas. Posteriormente se popularizó el acordeón de dos
“espinela”, algunas de ellas organizadas bajo la forma del hileras melódicas y cuatro bajos.
“trovo” que es la antigua y rica forma del siglo de oro español Desaparecidas las tres danzas corales precitadas, se
llamada “décima en glosa”. El estilo, la más rica especie folclorizaron a fines del siglo diecinueve cinco especies de
folclórica, acepta numero-sísimas variantes en su morfología salón que cambiaron de caracteres al irradiarse al ámbito
musical, tiene un carácter lírico, a veces desgarrador, y su campesino: la polca, el vals, el chotis, la danza o habanera
curva melódica es de gran articulación y extensión; y la mazurca. A la primera se le llama polca canaria, y lleva
construido sobre la escala heptacordal, muy a menudo se a veces superpuesta una cuarteta de milonga en el canto; a
halla sobre el modo de mi –“dórico” griego o “frigio” la mazurca se la llama ranchera. En el mismo período se
gregoriano– y su sección intermedia modula a veces al modo organiza la coreografía del tango, la más característica danza
homónimo mayor, respondiendo a la estructura formal ABA. ciudadana en el ambiente rioplatense cuya rica coreografía
La cifra es una suerte de “recitativo parlante” que se ordena introduce el ciclo de la pareja abrazada.
en serie de dos versos intercalados por rápidos rasgueos o
trémolos de la guitarra y sirve para el relato de “sucedidos” Cancionero norteño
o hazañas memorables. La milonga, sobre un bajo continuo
que oscila armónicamente de la “tónica” a la “dominante”, Conjuntamente con las especies folclóricas ya enu-
se emplea para expresar la gracia y la picardía populares. meradas, en los departamentos norteños de Uruguay se

LA MÚSICA INDÍGENA
En los días del descubrimiento de América, el actual territorio de la República Oriental del Uruguay se hallaba
habitado por un grupo de tribus chaná-charrúas que vivían en la edad de piedra y que desaparecieron en los
albores del siglo diecinueve después de cruentas luchas […].Uruguay es el único país americano de tierra firme que
no posee fuente indígena viviente. Los charrúas practicaban danzas y cantos de combate y disponían de instrumentos
musicales tales como bocinas, tambores de tronco y un “arco musical” mono-hetero-corde cuyo resonador era la
cavidad bucal del ejecutante. No ha quedado vestigio alguno de pautación sonora y debido a que jamás convivieron
en relación pacífica con los conquistadores y colonizadores, su música no influyó en el folclore musical uruguayo.
Queda por estudiar los vestigios de una segunda cultura indígena, la tupí-guaraní, que penetró en la Banda Oriental
en gran escala a mediados del siglo dieciocho después de la expulsión de los jesuitas y la destrucción de las Misiones
Orientales que se hallaban al noroeste, fuera del actual territorio uruguayo. Con esta fuente indígena inmigrante se
fundaron las principales villas y ciudades y el país entero la refleja hoy en su nomenclatura geográfica cargada de
nombres tupí-guaraníes. No obstante, la ausencia de estudios sistemáticos sobre la música guaranítica en el ámbito
actual del antiguo Paraguay nos impide, por ahora, formular juicios y fijar procedencias. Quedan simples recuerdos
documentales de los arperos y guitarristas indios del pueblo de Soriano que, en ocasión de las fiestas de la
coronación de Fernando VII en 1808; salieron por las calles con estos instrumentos, tamboras y triángulos. El más
curioso testimonio data de 1680, cuando el primer ataque de los españoles a la Colonia del Sacramento levantada
por los portugueses en posesión española, en que los indios venidos de las Misiones llevaron sus pinkollos –flautas
dulces o de pico– y pífanos, para animarse en el rudo juego de la guerra.

18 D
da otra serie de danzas como la chimarrita, la tirana, y el
carangueijo. Al igual que las anteriores vive su música,
no así, espontá-neamente, su coreografía. Son danzas
cantadas que constan de semiperíodos de ocho compases
sobre la base de una cuarteta octosílaba; se entonan en
castellano, en portugués o en una suerte de lengua auxiliar
fronteriza en la que se mezclan accidentalmente
expresiones de ambos idiomas. La entonación del rosario
de cinco misterios –el tercio– y de numerosas oraciones
populares –las excelencias– organiza el llamado “tercio
de velorio” que se distribuye entre un solista llamado
capellán (o capelao) y un coro de deudos del difunto que
interpreta la mitad o un fragmento mayor de las preces.
Se mueve en formas unisonales dentro del sistema
responsorial, pero a veces surge una segunda voz que
marcha a una “quinta” o una “cuarta” de distancia,
organizándose así una especie de organum popular. En
algunos momentos la melodía se articula en ritmo libre,
de extraordinaria riqueza. Proviene del canto religioso
popular católico ibérico de los siglos quince y dieciséis, y
por momentos alcanza un fuerte carácter dramático. ‘Candombe’. Óleo sobre cartón. Colección privada.
A este ciclo pertenece también las folías del divino,
rogativas cantadas en procesión al Espíritu Santo en
épocas de sequía o peste. Por último cabe destacar que
en este cancionero aparece una suerte de ceremonia
similar a las congadas de Brasil, en la cual se recordaba
religiosa cantada –sincretismo de religiones africanas con
una escena de la coronación de los reyes congos. Su
la católica– conocida con el nombre de caboclos, la “línea
sincretismo con el culto católico estaba reflejado en la
blanca” de las religiones afrobrasileñas, donde se asiste
imagen de San Benito que presidía la ceremonia.
a estados de trance de los oficiantes similares a “la bajada
Desaparecido el candombe a fines del pasado siglo, en
del santo” de los batuques de Porto Alegre o a las
los tiempos presentes viven lozanos un instrumento, el
macumbas de Río de Janeiro.
tamboril, membranófono de un solo parche que se halla
claveteado y se templa al fuego, y algunos personajes
Cancionero europeo antiguo
dramáticos como el gramillero, el escobero, la Mama vieja
y la negrita. Con cuatro registros de tamboriles (chico,
En todo Uruguay supervive intacto –como en el resto de
repique, piano y bajo) se forman comparsas hasta de
América– una suerte de pedestal arcaico que se expresa
cincuenta o más ejecutantes y bailarines que recorren
en el cancionero infantil. Está representado por más de
las calles durante el carnaval. Paralelamente se organizan
cien melodías a una sola voz sin acompañamiento
pequeños conjuntos de tres hasta diez ejecutantes que
instrumental que sirven de arrullos, rondas, romances,
realizan las ‘Llamadas’ que se inician a principios de
villancicos y juegos dramáticos. Algunas de ellas como el
diciembre y duran hasta el comienzo de la Semana Santa.
‘Mambrú’ se incorporaron en el siglo dieciocho, otras como
La rítmica de los tamboriles, que siempre se ejecutan
‘Se va, se va la lancha’ en el diecinueve, pero la mayor
caminando, es rica y compleja, y su aprendizaje se
parte datan de épocas anteriores, como ‘Yo la quiero ver
transmite de acuerdo con los más puros mecanismos del
bailar’ que es el baile español de ‘La gerigonza’ del siglo
folclore.
dieciséis. En cuanto a los romances, debe destacarse que
La recolección sistemática del folclore musical de
viven en Uruguay 32 arcaicos, entre ellos el de ‘Gerineldo’,
Uruguay fue iniciada en 1943 por el autor de estas líneas,
‘La monja por fuerza’, ‘Las señas del esposo’, ‘Delgadina’,
para la sección de Musicología del Museo Histórico
‘La cautiva’, etcétera. La canción de cuna más socializada
Nacional, que cuenta hasta la fecha con más de cuatro
en Uruguay, el ‘Arrorró’, está prefigurada en una de las
mil grabaciones “de campo” en discos y cintas magnéticas.
Cantigas de Alfonso El Sabio. A muchas de ellas les falta
Las coreografías fueron tomadas en la actualidad (o
el séptimo grado, su ámbito melódico es reducido y
reconstruidas de acuerdo con los testimonios históricos)
ostentan un carácter eminentemente silábico.
por la profesora Flor de María Rodríguez de Ayestarán.
Música afrouruguaya
Extraído del libro El folklore musical uruguayo. Montevideo: Arca
La población de origen africano en Uruguay, que según el Editorial (4ª edición), 1985; páginas 8 a 13. [Se trata de un volumen
censo panamericano de 1947 representa el tres por póstumo que recoge veinte artículos publicados en diversas revistas
y periódicos. El fragmento que reproducimos forma parte del texto
ciento, practicó desde mediados del siglo dieciocho una que abre el volumen, a manera de primer capítulo, titulado
rica pantomima coreográfica llamada candombe, muy “Uruguay”]

D 19
LA MÚSICA CULTA O DE la propia España) prosperaron en estas colonias al no existir
los grandes y preparados coros polifónicos.
TRADICIÓN ESCRITA Es entonces el llamado ‘‘canto popular religioso’’,
proveniente del ciclo trovadoresco europeo, la única vertiente
que se extendería en la Banda Oriental. Representado por
villancicos, pastorelas, gozos, salves y el cancionero infantil,

E
n el siglo dieciocho y comienzos del diecinueve, las estas piezas cantadas fueron acompañados generalmente
principales ciudades del actual Uruguay recibieron por arpa de mano (la del renacimiento español), por vihuela
la cultura musical europea a través de tres y –las menos de las veces– por un violín.
instituciones: la iglesia, el salón y el teatro. Pero sin duda Hay registros de casos puntuales y aislados como el que
que fue en el seno de la iglesia donde se cultivó y desde tuvo lugar en los festejos realizados por el Cabildo de Soriano
donde se inició la difusión de la música culta (o de tradición (referido por Lauro Ayestarán) en ocasión de la ascensión
escrita) entre los habitantes de la entonces colonia española. al trono de Fernando VII, en 1808. Allí los cantos de los
Por supuesto que el móvil fundamental fue, en principio, indios misioneros fueron acompañados por flautas y
más funcional que artístico, en el sentido de que la música tamboriles.
servía a la finalidad de transmitir el dogma religioso a los
creyentes o a posibles nuevos feligreses. La aparición del órgano

La música religiosa El segundo período que mencionamos al inicio gira alrededor


de un importante hecho musical: la aparición del órgano en
La música religiosa se desarrolló en el futuro territorio las iglesias como sustituto del arpa. Lógicamente que tras
uruguayo en tres etapas: la primera abarca desde la llegada él surgen los primeros organistas y maestros de capilla
de los españoles hasta 1750 (año que coincide con la muerte coloniales. Las obras de este momento, que culminan en
de Bach: fecha convencional para marcar el final del misas a tres y cuatro voces con acompañamiento de órgano
barroco); la segunda va hasta la época de la Independencia, y hasta de orquesta y con una polifonía bastante cuidada
y tiene lugar en el ámbito de una vida colonial más son, históricamente, las que deben tener más interés para
organizada; y la tercera, se inicia en 1830 y coincide con el nosotros dentro de la música religiosa en el siglo pasado.
advenimiento de de la ópera italiana, de la cual las obras Ellas se podían escuchar en la Iglesia Matriz y en la de San
religiosas de este período reciben notoria influencia tanto Francisco, preferentemente. Este período tiene una obra
por la expresión teatral como por la impronta romántica. cumbre: la Misa para día de difuntos de Fray Manuel Úbeda.
Por razones cronológicas resu-miremos aquí sólo las dos La Capilla de la Cofradía de San José y Caridad
primeras etapas, previas a la llegada de la ópera italiana y (Hermandad de la Caridad), la Catedral e Iglesia de San
del romanticismo musical. Francisco eran en Montevideo los tres lugares en donde se
De las tres vertientes claramente diferenciadas que desenvolvió la música religiosa en esta época. La Iglesia de
presentaba la música sacra en la España renacentista de la San Carlos (departamento de Maldonado) es la más
conquista (el canto religioso popular, la alta polifonía y el importante y casi la única para este período en el interior
canto gregoriano), sólo el canto religioso de carácter popular del país.
se practicó en estas tierras australes. Ni la polifonía (formada La referencia primera que se tiene es que ya en 1772
por toda la amplia literatura vihuelística y por la obra de San Francisco poseía un órgano y que los folleros (que tiraban
compositores como Victoria, Morales y Guerrero), ni el canto a mano de los fuelles) eran casi siempre esclavos negros.
gregoriano (en desuso desde inicios del siglo dieciocho en Tiburcio Ortega (nacido en Buenos Aires en 1759) fue el

EL ANCHO Y AJENO BARROCO SUDAMERICANO

Por Lauro Ayestarán

El Uruguay quedó ajeno al desarrollo del barroco sudamericano que recién se está descubriendo y cuyos
ejemplos memorables torcerán el curso de la historia de la música en la cultura occidental, porque debe
saberse que entre 1600 y 1750 la América hispana produjo un movimiento musical de la más levantada
categoría que culminó en 1701 con la ópera La púrpura de la rosa, letra de Calderón de la Barca, música del
maestro de capilla de la catedral de Lima, Tomás de Torrejón y Velasco, representada en la Casa del Virrey,
que puede confrontarse sin desmedro con las óperas de Lully, Rameau y Handel. En estos momentos se están
publicando e interpretando los villancicos policorales de ese período que yacen en las canturías de las iglesias
de la América del Sur y que alcanzan a más de diez mil obras producidas en el Nuevo Mundo en esa época,
en una vasta área que abarca los actuales países de Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia. En ese entonces
Uruguay era una inmensa estancia (con tres o cuatro poblaciones incipientes), donde se desarrollaba la
ganadería en cantidades fabulosas.

20 D
primer maestro de capilla de la época, igualmente era
instrumentista de violín y clarinete. Y también fue integrante
de la orquesta de la Casa de Comedias.
Bruno Barrales era un negro nacido en Uruguay (5 de
octubre de 1766), que habiendo empezado de campanero
en San Francisco a los once años, llegó a organista de la
Matriz y fue muy ponderado. Benito de San Francisco de
Asís fue un verdadero personaje de la época, un negro
liberto que se desempeñó como organista de San Francisco
durante más de cuarenta años.
El músico más integral que tuvo San Francisco durante
la colonia fue un compositor español, excepcional organista,
llamado Blas Perera, que después se radicó en Buenos Aires
creando el Himno Argentino e inaugurando el Teatro Coliseo
como director de orquesta. Hay que destacar igualmente a
Hermenegildo Ortega, uno de los hijos de Tiburcio,
instrumentista de viento también, como otro de los músicos
que dieron relevancia a San Francisco.
Aparte de Úbeda, hay dos compositores de bastante
importancia que fueron asimismo organistas. El primero,
Fray José María de Arzac, sacerdote franciscano que dirigió
conjuntos en la Catedral entre los años 1832 y 1836, es Blas Perera.
autor de un Dies Irae que se conserva en el Archivo de San
Francisco. El otro, Juan José de Sostoa (español nacido entre Dies Irae, Ofertorio, Sanctus y Benedictus. Faltan los dos
1740 y 1750) que llegó siendo niño a Uruguay, donde se números finales de toda misa de difuntos, es decir, el Agnus
ordenó sacerdote y falleció en Montevideo en mayo de Dei y el Communio.
1813. Fue presbítero beneficiario de la Matriz y compuso Puede considerarse su factura como un trabajo funcional
una Misa a dúo (también en el Archivo de San Francisco). muy correcto, falto por supuesto de gran expresividad, las
voces se mueven siempre dentro de intervalos cortos y en
La primera composición erudita general la obra está en la tonalidad de fa mayor, salvo el
Gradual y el Dies Irae. Es la primera composición que se
El sacerdote Fray Manuel de Úbeda, nacido en Valencia (circa conserva en la historia musical del Río de la Plata y si bien
1760), llegó al Río de la Plata en 1801 y fue el autor de la no deja de tener su valor estético, el histórico es, para
primera obra musical culta compuesta en Uruguay: la ‘‘Misa nosotros, mucho mayor. Fue transcripta por el musicólogo
para día de difuntos, a 4 vozes con acompañamiento raje y Lauro Ayestarán con la colaboración de los maestros Vicente
flauta por el R° P° Fr. Manuel Ubeda, Trinit° Calzado, en Ascone y Alberto González.
Año de 1802’’, tal como reza la carátula del manuscrito
Texto redactado en base al libro de Susana Salgado Breve historia de
original. Contiene siete partes, alterando el orden normal la música culta en el Uruguay. Montevideo: Monteverde y Cía. (2ª
de la misa. Están así colocadas: Introito, Kyrie, Gradual, edición), 1980.

EL TEATRO DESDE 1808 convirtieron en financista de la operación al portugués don


Manuel Cipriano de Melo (segundo comandante del
HASTA LA LLEGADA DEL Resguardo de la Aduana), que “tomó cuatro mil pesos de
los fondos de la caja del Regimiento de Infantería, suma
ROMANTICISMO que garantizó en hipoteca de algunas casas suyas”
(Ayestarán: La música en el Uruguay, 1953). El edificio se
Por Walter Rela levantó en un barracón situado en la calle del Fuerte,
empezando a funcionar como teatro en 1793. De esa fecha
a 1880, en que concluyó su demolición, cambió varias veces
La colonia de nombre (Coliseo en 1814; Teatro del Comercio en 1843;
Nacional y San Felipe en 1855).

A
l iniciarse la década final del siglo dieciocho, el Según expediente custodiado en la Escribanía de Gobierno
“governador político y militar de esta plaza”, don y Hacienda, Cipriano de Melo declara que se le impulsó a
Antonio Olaguer y Feliú, temeroso de la influencia de “que hiciese dicha Casa de Comedias, en un corral alquilado,
ideologías extrañas al estilo de vida montevideano, ordenó para divertir los ánimos de los habitantes de este Pueblo que
construir la Casa de Comedias. podrían padecer alguna quiebra en su fidelidad, con motivo
Los pocos recursos de la Gobernación y del Cabildo de la libertad, que había adoptado la República Francesa”.

D 21
Revolución e independencia política

El rechazo de las segundas invasiones inglesas modificó el


equilibrio político acelerando el proceso emancipador. El
debilitamiento de la institución colonial, el desprestigio
personal de algunos de sus representantes, y el
fortalecimiento de los criollos que tomaron conciencia de
sus posibilidades fueron las concurrentes más importantes
del período prerrevolucionario.
La literatura rioplatense reflejó el sentimiento de
liberación política de España, a través del cancionero civil
en que alientan triunfos patriotas y se reclama unión y
fraternidad en la lucha común.
Casa de Comedias. Dibujo de Menk Freire. Bartolomé Hidalgo es entre los orientales quien se
destaca con perfil propio como poeta popular. A su obra
Antes de 1793 no se conoció más que la Caja de Títeres culta, junto con otras composiciones, corresponden dos
de Juan Camacho (que de acuerdo con documentos actuó en obras de teatro: Sentimiento de un patriota y El triunfo. La
1792) como espectáculo circunstancial, según queda primera se representó en Montevideo el 30 de enero de
confirmado en un párrafo del proceso ante la Real Audiencia 1816 en la Casa de Comedias, bajo auspicio del gobierno
(controversia entre el gobernador y los cabildantes) que dice: patrio. En su momento sirvió de instrumento a la causa de
“/el gobernador/ á su arbitrio, y sin consulta, acuerdo ó noticia Hispanoamérica, y así lo deben de haber entendido los que
del cavildo dispuso en el año 1793, establecer diversión pública alentaron su presentación, desde que era demasiado notoria
de Comedias, quando basta entonces no las avia ávido”. la posición expansionista de la monarquía lusitana,
Cuando las tropas inglesas ocuparon Montevideo (3 de concretada un año más tarde.
febrero de 1807) se procedió a clausurar la Casa de Consolidado el dominio portugués en la ciudad (1817),
Comedias, usándose el local como “almacén y casa de la Casa de Comedias, con la complacencia del Cabildo, vivió
almoneda, por algunos comerciantes”. (Diario de la desusado esplendor que no bacía sino exteriorizar las
expedición del brigadier general Craufurd). Esta situación costumbres sociales, el boato y las intenciones políticas del
fue precaria, puesto que la reconquista de la plaza se produjo Barón de la Laguna. A las reformas internas (sustitución del
en el mes de setiembre, y a comienzos de 1808 la actividad sebo como alumbrado y aplicación de colgaduras en los
escénica renació con total apoyo del Cabildo y los habitantes. palcos) siguieron las de repertorio (con el abandono de
En ese año se representó en función solemne La lealtad Moratín y la tonadilla escénica española). Desde 1824, los
más acendrada y Buenos Aires vengada, con la que un brasileños, siguiendo la línea de sus mayores, favorecieron
ciudadano de esta ciudad se propuso en forma dramático- el desarrollo de los espectáculos teatrales (se introduce la
alegórica celebrar el feliz triunfo del pueblo de Buenos Aires música italiana al mismo tiempo que en Río de Janeiro y
contra los invasores ingleses (1806), al que habían Buenos Aires) hasta el fin de la dominación (1828).
contribuido los monte-videanos con un modesto pero efectivo Lograda la independencia, en el año de la jura de la
ejército auxiliar. De su autor, el presbítero Juan Francisco Constitución (1830) se conoce Filian, hijo de Dermidio,
Martínez, se conocen algunos datos biográficos. Con fecha unipersonal de Manuel Araucho. En 1831, el actor y escritor
6 de julio de 1808 figura un oficio firmado por el gobernador Joaquín Culebras ofrece una loa o coloquio mitológico
Ruiz Huidobro librándole el título de preceptor y maestro de intitulado La contienda de los dioses, en que aparecen Júpiter,
latinidad y gramática castellana, y autorizándolo a ejercer Marte, Apolo, la Paz y la Fortuna, disputándose en el Olimpo
la docencia dentro del territorio. En octubre de 1808, a la tutela del naciente Estado Oriental. El poeta Carlos
consecuencia de la exitosa presentación de su drama, el Villademoros estrena, en 1835, Los Treinta y Tres, con la
Cabildo local lo recomienda como censor de teatro, pretensión de evocar en endecasílabos el desembarco
argumentando además que era un “sugeto de conocido libertador de la Agraciada. Toda la producción del momento,
talento y literatura”, todo lo que el gobernador Elío acepta, impregnada del más rancio neoclasicismo, es tan ajena al
confirmándolo en el cargo de inmediato. interés dramático como al colorido local.
Cuando en 1811 los patriotas orientales enfrentaron a
los españoles, Martínez no dudó en seguir el camino de la Romanticismo
revolución. Dos últimas noticias se tienen de su vida: maestro
de una escuela pública en la villa de Soriano (1813) y Al asumir Manuel Oribe la presidencia de la República (1835),
capellán del 9º regimiento que emprendió la campaña en el se hizo pesar la influencia de Rosas en los asuntos de política
Alto Perú (1814). interna oriental. Esto creó fricciones y prolongadas luchas
Sobre la pieza teatral de Martínez hay formado concepto que culminaron con la llamada Guerra Grande (1839-1852),
de que, sin méritos literarios, sólo alcanzó el cronológico. durante parte de la cual Montevideo soportó el sitio de Oribe
En definitiva fue el honesto intento de dramatizar, en las (1843-1851). En esos años las fuerzas se alinearon en
postrimerías de la dominación hispánica, un trascendente campos ideológicos definidos: el gobierno de la Defensa,
acto cívico que excedió sus posibilidades poéticas. apoyado por argentinos antirrosistas, españoles,

22 D
garibaldinos, franceses, y el del Cerrito, con Oribe y los (“fusión” temporal de los dos partidos tradicionales, Blanco
rosistas. Derrotado por Urquiza, Oribe firmó la paz de y Colorado). En ese clima de violencias políticas se recibió
Octubre (1851) bajo declaración de que “no habrá vencidos el romanticismo.
ni vencedores”, pero la lucha contra Rosas siguió hasta
Extraído libro Breve historia del teatro uruguayo. I – De la Colonia al
Caseros. La “Paz de Octubre” pareció traer alivio a la 900. Buenos Aires: Editorial Universitaria de Buenos Aires, 1966; páginas
turbulenta vida nacional, inaugurando la corriente fusionista 5 a 10. [Reproducido con autorización expresa del autor].

BAILES TRADICIONALES [Para ajustarnos al recorte cronológico propuesto por esta


separata, dejamos afuera el análisis de las últimas dos
EN URUGUAY generaciones mencionadas por el autor].
Sin perjuicio, simultáneos con alguno de estos grupos,
Por Fernando Assunçao tenemos, en primer lugar, el baile sólo de hombres
(individual), en desafío, característico de los gauchos, que

E
l carácter o la definición de ‘folclórico’ de un hecho acompaña en su ciclo de vigencia a los bailes de las
o un producto cultural –sea material o espiritual– generaciones primera y segunda. Por otra parte, las danzas
está dado por su condición de colectivo, anónimo, de salón, más o menos popularizadas en los ambientes
tradicional, transmitido oralmente de generación en rurales, tales los minués afandangados, montonero, nacional
generación en una comunidad cerrada (o semi), de o federal, las cuadrillas y los lanceros, que convivieron con
características propias y, lo fundamental, que sea o esté la segunda y la tercera generaciones anotadas. También
vigente, es decir funcional. los bailes folclóricos de origen luso-brasileño, tradi-
Por eso no podemos referirnos hoy a danzas o bailes cionalizados en el medio rural uruguayo, transferidos, sobre
folclóricos en el medio rural uruguayo, pues todas aquellas todo a través de la gran frontera seca, conviviendo con la
formas, generaciones o individuos que lo fueron, hoy ya no etapa agónica de la segunda y durante la tercera generación,
lo son, precisamente porque han perdido ese carácter de según se verá oportunamente (aunque en algún caso puntual
vigentes. Ni siquiera el prestigioso vals –valse para nuestros pudieron coexistir con la primera), a saber la chimarrita o
paisanos– ni el tango. Tampoco el pericón, al que gustamos chamarrita, conocida como simarrita por nuestros paisanos,
definir como nacional, cuya expresión actual es producto de y el caranguiyo (caranguejo su nombre original).
la enseñanza y no de la natural transmisión, espontánea, Vale hacer mención, en el medio urbano montevideano,
en el nivel popular, y consecuentemente de su vigencia, de la danza de origen afro, el candombe, vigente en la
igualmente natural, entre ese mismo pueblo rural. actualidad entre grupos restringidos, estando sus orígenes
Debido a lo señalado, sólo podemos hablar de especies en el siglo dieciocho, aunque ahora muy descaracterizado
históricas, tradicionales y populares sí, cuando vigentes, pero como expresión carnavalera (en una festividad desdibujada
hoy transmitidas sólo como evocaciones, o interpretaciones por la profesionalización), que es objeto de un trabajo
proyectadas en el tiempo, a través de la enseñanza más o monográfico en esta misma obra.
menos escolástica o normativa de las mismas. Antes de entrar específicamente al estudio de cada una
Hecha esta imprescindible aclaración, vamos a ver, como de las mencionadas generaciones y sus especies o individuos
cuestión igualmente previa, las características o perfiles de (según los casos), tenemos que señalar que cada generación
la sociedad rural, el contexto cultural en el cual, a través del se prolonga sobre la vigencia de la siguiente y llega a recibir,
tiempo y las circunstancias, se fueron dando esas expresiones en muchos casos, influencias de la subsiguiente, es decir que
populares de la danza. no se pueden señalar verdaderas fronteras entre ellas, sino,
El proceso histórico que venimos resumiendo, los factores en realidad, un fluido devenir, superponerse, interrelacionarse
apuntados y las circunstancias respectivas fueron definiendo, e influenciarse, recíprocamente. Vamos a ello.
entre otros aspectos de la cultura rural (y aun de la urbana),
las formas de expresión por la danza, en los niveles folclóricos Bailes de dos
o, cuando menos, populares y tradicionales (o tradi-
cionalizados). Así, a efectos de sistematizar este estudio, Son de la más rancia tradición española e hispánica, más
podemos referirnos a cuatro generaciones bien definidas de aún la segunda que la primera. Sus orígenes tenemos que
bailes populares tradicionales, más o menos consecutivas, buscarlos en los bailes populares que caracterizaron al
desde fines del siglo dieciocho o comienzos del diecinueve, barroco español e hispanoamericano, por excelencia los
todo a lo largo de éste y hasta la tercera década del veinte. bailes rurales y urbanos (y hasta urbanos en aquellas aldeas
Esas cuatro generaciones fueron: 1) la de los bailes vivos tan sui generis de aquellos extremos de la “Mar Océana”),
de dos, de pareja suelta e independiente; 2) la de los bailes del llamado Siglo de Oro (desde fines del siglo dieciséis
a cuatro o a ocho, graves vivos-vivos, de parejas sueltas hasta fines del diecisiete. Difundidos muy profusa y
interdependientes, verdaderas danzas colectivas, con una dinámicamente por el teatro popular de ese mismo Siglo
suerte de fórmulas coreográficas; 3) la de los bailes de de Oro, a través de plumas como las de Cervantes, Lope de
pareja enlazada; 4) la de los bailes de pareja abrazada. Vega y Calderón. En tal sentido sus más famosos

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‘El cielito’. Litografía de Morel, 1845.

antepasados fueron la zarabanda y la chacona, con el con que fueron conocidos, lo que, en muchos casos conduce
escarramán, el pipirigallo […] y toda aquella generación de a confusiones, pues, el mismo título o nombre se aplica a
bailes vivos, alegres, desgarrados, que mimaban el juego formas diversas en distintos países o regiones de nuestra
del amor con contoneos, arremetidas, castañetas y subida Hispanoamérica.
carga de erotismo, pasos saltaditos y vivos, zapateos o Dos especies se practicaron activamente en la campaña
escobilleos y, hasta ombligadas y culadas, generalmente de nuestro país, ciertamente desde fines del siglo dieciocho
indicadas las figuras por el canto de uno de los acompañantes y, en especial en la primera mitad del diecinueve. El propio
o por los propios bailarines, a los que el famoso Padre fandango, del que infelizmente sabemos mucho menos de
Mariana anatemizara y calificara de “caterva insolente”. lo que desearíamos, y el gato, llamado también gato mismo.
De aquel lejano origen y perviviendo desde el siglo Un individuo musical estrechamente emparentado con
diecisiete a comienzos del veinte (en algunos lugares muy ambos, tuvo también su auge, coetáneamente con ello, la
apartados y luego transferida, parcialmente, a los bailes y huella, hueya o güeya.
juegos infantiles), por estos pagos quedó la firmeza, llamada Otra forma de baile popular tradicional, en nuestro caso
tras-trasera, tras-trasero, tras-tras, pindajo, galandún o más suburbano que rural, ligado a aquella generación del
pingacho, en diversos lugares de nuestra América y de la Siglo de Oro y al ciclo del fandango, vinculada al baile popular-
península ibérica. Baile vivo, de cortejo amoroso, pareja teatral llamado la tirana, fue la refalosa. Baile vivo, de cortejo
suelta e independiente, de brazos abiertos con castañetas con pañuelo, con escobilleos y hasta zapateos del hombre,
de los dedos, con algún escobilleo (y zarandeo de pollera derivado o parte (musical-coreográfica) de la gran zamacueca,
de parte de la mujer), con figuras marcadas por el canto ésta de particular auge en toda la franja del Pacífico
acompañante, entre ellas culada y ombligada. Fue en nuestro suramericano, bajo nombres y especies como la zamba,
medio rural y hasta suburbano o urbano, un individuo, que zambita, cueca, cuequita y marinera. Esta refalosa al parecer
no una especie musical. Hoy se la practica sólo como forma llegó al área urbana de Montevideo con las tropas rosistas al
extinta de folclore, en carácter de proyección evocativa, por mando del Brigadier General don Manuel Oribe, durante el
enseñanza normada. Su interpretación escénica debe denominado Sitio Grande (1843-1852). Se extinguió su
hacerse con acompañamiento de guitarra y canto, y ropas vigencia en el último tercio del siglo diecinueve. Hoy se practica,
correspondientes a gauchos y paisanas. como los antes mencionados, en espectáculos evocativos de
Con los mismos lejanos orígenes, pero ya formando carácter nativista, por enseñanza metodizada, aunque carezca,
parte del denominado “ciclo del fandango”, en España e como en buena medida ocurre con aquéllos, de una fórmula
Hispanoamérica, que no es sino consecuencia o heredero coreográfica más o menos definida. El acompañamiento
natural de aquella generación del Siglo de Oro, proyectada musical debe ser la guitarra, con o sin canto.
en los medios rurales (y urbanos) del siglo dieciocho.
También (y como siempre) el teatro popular (de tonadillas, Fragmentos extraídos del artículo “Bailes tradicionales” de Fernando
Assunçao, incluido en el libro de autores varios La danza en el Uruguay.
etcétera) contribuyó a su difusión, a las letras acompañantes Montevideo: Ediciones de la Plaza, 2001. [Los primeros cuatro párrafos
(siempre en lo español e hispánico los bailes populares figuran en la página 77 (bajo el subtítulo “Introducción”), mientras que
fueron “canciones de bailar”), e incluso a darle los nombres el resto del texto se encuentra entre las páginas 82, 83 y 84.]

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ALGUNAS DE LAS PRINCIPALES DANZAS EUROPEAS BAILADAS
EN LOS SALONES COLONIALES MONTEVIDEANOS

La contradanza
La contradanza es, sin duda, el baile europeo que más incidencia tuvo en el ámbito rioplatense, tanto por haber
reinado casi doscientos años en los salones coloniales como por haber generado la coreografía de las principales
danzas folclóricas de la Banda Oriental. Sus orígenes de remontan a comienzos del siglo dieciséis en la campiña
inglesa, en donde se la conocía con el nombre de ‘‘country-dance’’ (danza campesina). Hacia 1550 se difundió en
la corte de Isabel I de Inglaterra y en 1685 se expandió a Holanda y a Francia, donde adquirió la denominación de
‘‘contredance’’, término que si bien parece mantener fidelidad al significado original, cambia el sentido: se refiere a
‘‘bailar en contra’’, ya que los bailarines (hombres y mujeres) bailan frente a frente, en formación de calle. Promovida
por la corte de los Borbones, desde 1710 este baile se instaló en España con el nombre de contradanza, y
posteriormente se extendió a las colonias americanas. Llegó a la Banda Oriental en la primera mitad del siglo
dieciocho, y se sabe que en las Misiones Orientales los jesuitas la enseñaron a los indígenas varones, niños y adultos
(las mujeres no participaban de las actividades musicales ni de la danza). Según Lauro Ayestarán, dos celebraciones
en Colonia del Sacramento y en Rocha respectivamente, sirven de referencia para situar la contradanza en Uruguay
hacia 1752. Durante el siglo diecinueve la contradanza vivió su auge en los salones montevideanos, en el teatro, y
también se bailó en las plazas públicas de los pueblos de campaña los días de fiesta o de celebraciones patrióticas.
Su rica coreografía está constituida por numerosas figuras que dieron origen a danzas folclóricas como el pericón,
el cielito y la media caña. Algunas de sus figuras más conocidas son: la rueda, la calle, la cadena, el molinete y la
reja. Musicalmente se desarrolla en períodos iguales de ocho compases con indicador 2/4 o 6/8. Hacia 1880
desapareció como danza socializada, siendo sustituida en los salones por las cuadrillas y los lanceros.

El minué
El minué es una danza barroca francesa que se introdujo en la corte de Luis XIV, durante el siglo diecisiete. Se
supone que su origen es campesino (de Poitou), y que fue introducido en las cortes por el compositor real Jean
Baptiste Lully. La gracia rítmica de esta danza se extendió por toda Europa con rapidez, apoderándose de los
salones de palacio durante el siglo dieciocho. El baile se realizaba con cambios de pareja, siguiendo un orden
jerárquico preestablecido, en tanto, los demás danzantes permanecían observando hasta que llegara su turno. La
pareja de turno representaba figuras alusivas al coqueteo, con la mirada fija. La manera de bailarlo era con una rosa
roja en la boca, además las mujeres debían calzar tacones. Hay documentos de 1664 que lo reseñan, pero la
primera descripción precisa de la rutina de la danza data de 1706, porque los profesores de danza lo pretendían
mantener con sus reglas puras a salvo de popularizaciones o simplificaciones. Al igual que la contradanza, el minué
comenzó a bailarse a partir de 1750 en el Río de la Plata, donde por un siglo fue el preferido en los salones criollos.
En plena época de la Independencia el minué europeo, ya muy conocido y practicado, sufrió una transformación
y comenzó a bailarse el minué montonero llamado a la sazón ‘‘el nacional’’ o –simplemente– ‘‘montonero’’. Los
cambios más importantes son los agregados de castañetas, algunos cambios de actitudes y de adornos. Musicalmente
se compone de un moderato seguido por un allegro y termina muchas veces con una coda. En los documentos
argentinos, al allegro de este minué montonero se le dio el nombre de ‘‘cielito’’.

El vals
Alemanes y franceses han disputado desde siempre la paternidad del vals: los primeros ven su origen en el landler,
mientras que los segundos dicen que deriva de la volte, danza citada por D’Arbeau en su célebre tratado Orchésographie,
de 1589. Como sea, el vals hace su presentación en sociedad por 1780, siendo sus epicentros Viena y París. Su llegada
a Uruguay es en torno al 1800. La gran novedad consiste en que es la primera danza de sociedad de pareja tomada e
independiente, y ello fue la causa por la que provocó en algunos recatados ambientes verdaderas olas de asombro e
indignación. Los valses de origen vienés empezaron a escucharse en nuestros salones poco antes de la Guerra Grande,
y más o menos en 1840, su auge y su prestigio llegaron a los límites del entusiasmo. La gran cantidad de valses que se
imprimieron en Montevideo durante una larga época es asombrosa, siendo una prueba de que tanto su práctica bailable
como instrumental fue avasallante y gozó de altísima consideración social.

La gavota
La gavota (gavotte, gavot o gavote), también de origen francés y popular, tomó su nombre del pueblo de Gavot,
región del Delfinado. Con un tiempo de 4/4 o 2/2, y velocidad moderada, la distinción básica de la gavota original
consiste en que las frases se inician siempre en la mitad del compás, es decir en la tercera nota. En algunas regiones son
acompañadas por canto, con solistas alternando con un grupo u otros solistas. La gavota requiere cruzar los pies dos
veces en cada patrón rítmico y cada paso es seguido por un salto. Muchos movimientos de pantomima suelen formar
parte de la danza de la gavota. En el Río de la Plata se introdujo junto con la contradanza, el minué y el paspié. Se bailó
primero en el escenario del teatro y luego irrumpió en el salón, perdurando aproximadamente hasta mediados del siglo
diecinueve.

Texto redactado en base a informaciones extraídas de los libros de Susana Salgado y Lauro Ayestarán antes referidos.

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