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Comunidad en Resistencia Tierra Libre

La izquierda moderna/colonial, de la cual hemos sido parte, no ha sabido dar respuesta a la realidad actual. No
da cuenta de los diversos pueblos que componen nuestro territorio. Sigue utilizado las mismas categorías de los
partidos modernos, anclados en teorías eurocéntricas, positivistas y patriarcales, que no permiten conocer,
sentir y reflexionar de manera adecuada sobre nuestras condiciones de vida. Es por esto que no es suficiente la
pretensión revolucionaria, sino vivir la militancia como una nueva forma de vida en el servicio a la liberación,
que rompa de manera progresiva y radical la dependencia que tenemos a la Modernidad, el capital y el
patriarcado.

El continente y el territorio en el cual habitamos ha sido condenado al despojo de los bienes naturales como
única forma de desarrollo económico. Condenando a nuestra gente a perder la tierra, sus comunidades y su
cuerpo. Se transforma la naturaleza en un objeto transable, destruible y vendible, como una mercancía que
también somete a las personas.

La destrucción de estatuas y símbolos en nuestras plazas regionales no son casualidad, son monumentos que
representan lo peor del proceso de genocidio que vivieron nuestros pueblos ancestrales y que posteriormente
construyeron la república racista, segregadora y oligárquica de Chile al igual que en todo el Abya Yala. Esta
práctica de lucha es una clara señal de que nuestros pueblos están en un proceso refundacional, un momento
de descolonización y no solo reformador del Estado colonial.

Nuestra crítica es al horizonte de civilización, no sólo al capital en cuanto explotación económica. Así mismo
tampoco puede ser sólo intelectual: es necesario que se exprese en nuestra vida cotidiana, desde cómo nos
alimentamos, cómo nos relacionamos con nuestra gente, pueblos y tierra a través de la práctica revolucionaria.

Desde una pretensión descolonizadora queremos contribuir al desarrollo de un proyecto estratégico


revolucionario, es decir, que desde la acción en nuestra realidad concreta, en Chile y América Latina,
encontremos el horizonte y camino para la liberación. Una realidad, un tiempo y espacio en crisis donde
comienza a aparecer un más allá posible a esta época histórica, es decir, la Modernidad y, por tanto, el
capitalismo, el patriarcado y la colonialidad.

Pensamos que la comunidad en resistencia cumple un rol fundamental para recuperar y defender la tierra y
nuestros cuerpos. Ahí radica la tarea fundamental. Estamos ante el Pachakuti, el tiempo invertido, en donde de
las entrañas de la tierra empieza brotar toda la fuerza de la historia milenaria que despierta en nuestros
pueblos sencillos, empobrecidos, humillados y negados. Fuerza que emerge en el weichan de cada día, en la
defensa irrenunciable a la dignidad de nuestra madre tierra. En donde la militancia tiene que cobrar otro
sentido, ya no como mera adscripción orgánica o activismo, sino como forma de vida y de muerte en el servicio
de la justicia. Así como ya no basta la intencionalidad revolucionaria para que la militancia lo sea, no solo hace
falta vivir como gente revolucionaria sino morir como tal.

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