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Parcial domiciliario de Filosofía

Nombre y apellido: Camilo Duarte

Catedra: Rossi

Comisión: 13

Profesor: Sergio Friedemann

Fecha de entrega: 26/06


Luego de varias mateadas en la pulpería de San Antonio de Areco, Karl Marx y Georg
Hegel escucharon a dos gauchos hablar de sus poemas y, posteriormente, recitaron
algunos. Karl quedó fascinado ante estas prosas, sentía que era un debate altamente
filosófico, por eso le dijo a su amigo que escuche con atención lo que estaban hablando
en la mesa de al lado. Hegel (así le decían sus amigos) también quedó perplejo, y tomó
la valentía de acercarse a esta mesa para dialogar con estos señores. Sus nombres eran
José Hernández y Atahualpa Yupanqui, eran gauchos muy reconocidos en esa zona y
hasta incluso se sorprendieron que no los reconocieran, pero luego de que les aclararan
que eran dos filósofos alemanes vacacionando en Argentina, les pareció mucho más
entendible.

Luego de una larga charla, los dos gauchos procedieron a irse y, a método de gratitud
por compartir unos mates, les dejaron dos poemas inéditos que hablaban sobre el
trabajo. En este momento comienza una acalorada discusión entre los dos grandes
filósofos alemanes, ya que, si bien coincidían en varios puntos, había varios otros temas
en los cuales no podían llegar a un acuerdo.

Para comenzar, Hegel remarca que el poema de José Hernández le permite ejemplificar
las posiciones del señor y el siervo. Primero, deja en claro la posición que tiene cada
uno: “obedezca el que obedece y será güeno el que manda”. El siervo debe obedecer
mientras el señor manda. Luego, señala un fragmento muy interesante de esta prosa: “no
se exponga a sufrir una triste situación; sangra mucho el corazón del que tiene que
pedir”. El esclavo debe elegir entre obedecer o sufrir o, mejor dicho, entre esclavitud o
muerte; por eso sangra mucho el corazón del que tiene que pedir, ya que uno debe
trabajar para obtener lo suyo.

Luego de una copa de vino, Hegel siguió con sus interpretaciones de los poemas,
mientras Marx escuchaba muy atentamente. En este caso, eligió analizar el poema del
otro gaucho, Atahualpa Yupanqui, para poder seguir ejemplificando su teoría. De estos
versos se podían sacar varios planteos, como por ejemplo –dijo Hegel- que el trabajo es
lo más importante en la vida del siervo, ya que les permite desarrollarse como sujetos y
se hacen conscientes de ellos mismos. Solo pueden llegar a este punto debido a la
angustia, ya que el espíritu solo conquista su verdad cuando es capaz de encontrarse a si
mismo en el absoluto desgarramiento (el concepto de alienación en Hegel y Marx,
selección de fragmentos).De esta forma, al ser consciente de la servidumbre a la que
había estado sometido, el siervo llega a la libertad –conceptual- , momento que es
categorizado como estoicismo. Es el intento, en el pensamiento, de la rebelión contra el
amo, la idea de que uno puede ser libre (Rubén Dri, la fenomenología del espíritu o la
odisea del sujeto). Pero luego llega el escepticismo (aclarando Hegel, que se va por las
ramas), el momento donde el pensamiento teórico de la libertad llega a la práctica, y el
sujeto empieza a dudar de todo, entrando así en una fase de completa confusión.
(CONSULTAR PROFESOR)

Así terminó el cuasi monólogo del filósofo nacido en Sttugart, rodeado de gente en una
pequeña pulpería y con un vaso de vino en la mano. Pero la discusión apenas
comenzaba, ya que Marx estaba esperando su turno muy entusiasmado.

Karl comentó que primero quería dar su propia opinión acerca de ambos poemas, así
luego podía comparar con las conclusiones sacadas por su colega alemán. Empezó
planteando que el poema de José Hernández era la representación del trabajo enajenado,
era una demostración de lo que el trabajador piensa que debe hacer, es el capital
enajenando al trabajador para convertirlo en una máquina que solo debe vivir trabajar.
“El trabajar es la ley” dice la primer frase de este poema, dejando en claro que es el
objetivo del hombre, pero no solo dice habla de trabajar, sino que se refiere a trabajar
para alguien, para el que manda, “obedezca el que obedece y será güeno el que manda”,
refiriéndose claramente al patrón, al burgués que nos ordena y se apropia de nosotros y
de nuestro producto mientras estamos trabajando. Es por eso que el trabajador se siente
fuera de sí mientras trabaja, porque pertenece a otro mientras cumple su función; el
trabajador realiza su ocupación únicamente para satisfacer las necesidades que tiene
fuera de este (Marx, trabajo enajenado). “Es preciso alquirir”, dice, continuando la frase
anteriormente nombrada.

Terminando el primer poema, Marx decide pasar a la prosa de Atahualpa Yupanqui.


Antes de que comience su explicación, Hegel le comenta –entre risas y más vino- que lo
vio emocionado mientras Atahualpa recitaba su poema, aunque Karl lo intentó ocultar.

Comenzando con su teoría, plantea que el poema entero es una muestra del pensamiento
revolucionario en contra de la burguesía y su dominio al proletariado. “Unos trabajan de
trueno y es para otros la llovida”, refiere a la apropiación del producto del trabajador,
como lo planteé anteriormente cuando hablé que uno no pertenece a sí mismo cuando
mientras trabaja.

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