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Estudios de Psicología

Studies in Psychology

ISSN: 0210-9395 (Print) 1579-3699 (Online) Journal homepage: https://www.tandfonline.com/loi/redp20

El comportamiento humano y los problemas


ambientales

José Antonio Corraliza

To cite this article: José Antonio Corraliza (2001) El comportamiento humano y los problemas
ambientales, Estudios de Psicología, 22:1, 3-9, DOI: 10.1174/021093901609541

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Published online: 23 Jan 2014.

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El comportamiento humano y los
problemas ambientales
JOSÉ ANTONIO CORRALIZA
Universidad Autónoma de Madrid

Resumen
Este número de Estudios de Psicología está dedicado al estudio de la conciencia ambiental, como concepto intermedio
que describe como las personas viven los problemas ambientales. Igualmente, se incluye en este término el estudio de las
variables antecedentes y predictoras del comportamiento ambiental. Este número tiene como objetivo presentar algunos
de los logros metodológicos en el estudio de este tema, así como mostrar los desarrollos conceptuales y empíricos que se han
producido en los últimos diez años en el contexto de la investigación psicosocial española.
Palabras clave: Psicología ambiental, preocupación ambiental, actitudes ambientales.

Human behaviour and environmental


problems
Abstract
This paper is devoted to the study of environmental consciousness as an intermediate category that describes how
individuals experience environmental problems. This is a term that also covers the study of antecedent and variables
which are useful to predict environmental behaviour. Some methodological achievements, as well as some of the concep-
tual and empirical developments produced in the last decade within Spanish psychosocial research are reviewed.
Keywords: Environmental Psychology, environmental concern, environmental attitudes.

Correspondencia con el autor: Departamento de Psicología Social y Metodología. Facultad de Psicología. Universi-
dad Autónoma de Madrid. Campus de Cantoblanco. 28049 Madrid. E-mail: josea.corraliza@uam.es

© 2001 by Fundación Infancia y Aprendizaje, ISSN: 0210-9395 Estudios de Psicología, 2001, 22 (1), 3-9
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INTRODUCCIÓN

Uno de los aspectos más destacables del momento presente reside en la enorme
capacidad de atención que suscitan los temas ambientales. La “cuestión ambien-
tal”, expresión utilizada para referirse tanto a los retos y desafíos relacionados con
la gestión, ordenación y aprovechamiento del medio natural, como al impacto, las
huellas y secuelas que la actividad humana produce en el medio ambiente, se ha
convertido en uno de los ejes en torno a los cuales se articulan los discursos sobre
la organización social y sobre el ser humano mismo. La cuestión ambiental proba-
blemente se haya convertido en la cuestión social por excelencia, en los primeros
pasos del siglo veintiuno. En torno a la cuestión ambiental se polarizan los pro-
gramas políticos, los modelos de organización social, los sistemas ideológicos y de
construcción del mundo, los estilos de vida y los patrones de conducta personales.
Los temas ambientales, que hasta ahora formaban parte de la agenda de grupos
profesionales y científicos especializados, se han extendido, y se han convertido en
referentes para otras profesiones y campos científicos; al mismo tiempo, estos
temas ambientales forman parte de conversaciones cotidianas e, incluso, motivos
presentes en el universo de las preocupaciones personales. Este número de la revis-
ta Estudios de Psicología pretende poner de manifiesto algunas de las más relevantes
líneas de investigación relacionadas con este tema. Se propone el término de
conciencia ambiental para describir el estudio del conjunto de las creencias, acti-
tudes, normas y valores que tienen como objeto de atención el medio ambiente en
su conjunto o aspectos particulares del mismo, tales como la escasez de recursos
naturales, la disminución de especies, la degradación de espacios naturales o la
percepción e impacto de las actividades humanas sobre el clima, entre otros. Se
propone, pues, este término para referirse al tipo de relación que la persona esta-
blece con el medio ambiente o una parte del mismo procurando asumir las exi-
gencias de preservación y conservación. Se evita, de esta forma, el uso del término
ecologismo (traducción del inglés environmentalism), cuyo uso presenta en castella-
no dificultades de comprensión por la diferente resonancia social del mismo.
Durante mucho tiempo, el medio ambiente ha sido un equivalente del con-
cepto de naturaleza. Y, en este sentido, se han desarrollado líneas de investigación
sobre el modo en que las personas conceptualizan el medio natural, y la forma en
que construyen, personal y socialmente, las estrategias de relación con él (véase,
por ejemplo, los influyentes trabajos de Kaplan y Kaplan, 1989, 1998). En estos
trabajos la “naturaleza” ha sido equivalente al concepto específico de naturaleza
salvaje, o lo que es lo mismo, “naturaleza por conquistar”. Así considerado, el
ambiente ha sido fuente de inspiración literaria y artística, ámbito de experiencia
y desarrollo de juicios estéticos e, incluso, escenario de recuperación de experien-
cias de estrés y del equilibrio en el funcionamiento psicológico (Hartig, 1996). En
la actualidad, la naturaleza y el medio ambiente constituyen, antes que nada, un
motivo de preocupación socialmente compartido. Diferentes estudios de opinión
muestran la progresiva implantación entre distintos sectores sociales de la preocu-
pación ambiental; en efecto, datos registrados en muestras españolas muestran
que la tasa de personas que declaran, global o específicamente, estar preocupados
por el medio ambiente es elevada, siempre superior al 60% de la muestra encues-
tada (véase, por ejemplo, Corraliza y Martín, 1996). Y evidencias similares se
registran en trabajos similares realizados en otros países (véase, por ejemplo, Dun-
lap, Gallup y Gallup, 1993). Este elevado nivel de preocupación social por los
temas ambientales también se ha extendido a la investigación psicológica. Desde
hace más de treinta años, se han venido publicando diferentes trabajos con el fin
de explicar distintos aspectos relacionados con el estudio de la conciencia ambien-
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tal, y en 1991 se publicó en España el primer trabajo que abordaba esta cuestión
desde un punto de vista psicosocial (Aragonés y Amérigo, 1991). Más reciente-
mente, resulta especialmente llamativo el hecho de que en el año 2000, este pro-
blema de investigación haya sido aparecido tratado monográficamente en dos
fuentes, diferentes, de gran impacto: una sección monográfica del Psychology in the
Public Forum (American Psychologist) editada por Stuart Oskamp, y un número
monográfico del Journal of Social Issues (Zelezny y Schutz, 2000).
El problema, que aún sigue abierto, consiste no tanto en definir y describir la
preocupación ambiental, sino, sobre todo, en explicar los distintos niveles de
conciencia ambiental en función de variables sociales, psicológicas y de visiones
del mundo. Tal y como señalara Dietz, Stern y Guagnano (1998), la literatura
sobre este problema ha realizado esfuerzos notables por medir la conciencia
ambiental y de manera preferente por intentar explicar las variables que influyen
en la conciencia ambiental en general. Según estos autores, los trabajos sobre este
tema pueden ser agrupados en dos categorías: los que centran su atención en el
descubrimiento de los factores sociodemográficos asociados con la conciencia
ambiental, y los que, tomando como referencia valores, creencias y otros cons-
tructos psicosociales, pretende explicar las variaciones en la conciencia ambien-
tal. A estas dos categorías de trabajo, ha de añadirse la de aquellas investigacio-
nes que, considerando las actitudes, valores y creencias ambientales como varia-
bles antecedentes, pretende explicar y ayudar a predecir la conducta ecológica.
La cuestión ambiental ha llegado a ser un heurístico clave en la definición de
la situación social. En realidad, una de las más equívocas (y más utilizadas)
expresiones en el discurso sobre la crisis ecológica es, sin duda, la expresión de
«problemas-del-medio ambiente». Fenómenos como la explosión demográfica o
procesos de degradación del entorno tales como la disminución de la biodiversi-
dad, la deforestación, la desertización o el derroche de recursos naturales disponi-
bles no resultan descritos con precisión con la expresión de «problemas-del-
medio-ambiente». En realidad, son problemas de la humanidad. Esto quiere
decir que tanto en sus causas como en sus consecuencia, los indicadores de la cri-
sis medioambiental son, en realidad, indicadores de las pautas en las que se
estructura la vida humana.
Como escribieran Maloney y Ward (1973) en uno de los primeros trabajos
reclamando la intervención del psicólogo frente a los problemas ambientales, la
crisis ecológica puede ser descrita como una crisis consecuencia de conductas
maladaptadas” (p. 583). La crisis ecológica está, pues, estrechamente relacionada
más con los modos de vida, la organización social y el comportamiento humano
que con dinámicas independientes de la naturaleza. Los psicólogos, desde hace ya
algunos años, han desarrollado líneas de investigación centradas en la descripción
tanto de las causas comportamentales de los problemas ambientales, como de las
soluciones a los problemas ambientales que pueden venir de modificaciones del
comportamiento humano. Una comprensiva recopilación de los cambios requeri-
dos en los comportamientos humanos con el fin de evitar o reducir la gravedad de
los problemas ambientales ha sido realizada por Gardner y Stern (1996). Estos
autores destacan la importancia que tiene la organización social en su conjunto a
la hora de enumerar los comportamientos individuales vinculados a la degrada-
ción ambiental, llamando la atención sobre el hecho de que los estudios realizados
desde 1973 muestran que, aunque las conductas individuales no son las causantes
de la mayor cantidad de emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera, un por-
centaje cercano al cincuenta por ciento (el 47,2%) de las emisiones de dióxido de
carbono están causadas por conductas de consumo doméstico de energía y de los
transportes (véase, Stern, 2000, p. 524, tabla 1). La conducta individual, pues, no
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es la causante directa de la mayor cantidad de emisiones, pero gran parte de las
decisiones individuales afectan también al monto total de estas emisiones que
tanta importancia tienen en el cambio climático. En una línea de contribuciones
matizadamente diferenciada por la insistencia en el papel de la información y la
educación, Oskamp (1995) destaca también que es esencial darse cuenta de que,
dada la gravedad de los problemas ambientales, una solución meramente técnica
no reduciría la gravedad de los mismos, y aboga, en consecuencia, por la necesi-
dad de incorporar las ciencias sociales que, según este autor escribe, “juegan un
papel crucial, ya que los problemas ambientales están causados por el comporta-
miento humano y, sin duda, influirán sobre él” (Oskamp, 2000b, p. 501).
La reflexión sobre la cantidad y gravedad de los problemas ambientales cons-
tituye hoy el corazón de muchas de las preocupaciones sociales y políticas. Fenó-
menos como las generalizadas emisiones de CO2 a la atmósfera, la disminución
de la biodiversidad, la reducción de la superficie arbolada, la progresiva deserti-
zación, el derroche de recursos naturales, entre otros, constituyen síntomas de lo
que se puede denominar la «crisis ambiental». La pregunta central es si con el
actual modelo de organización social y estructuración de espacios urbanos se pro-
duce un irresponsable incremento del consumo de recursos naturales. El World-
watch Institute, por ejemplo, describe el actual momento histórico como la «era
del despilfarro» de los recursos naturales. En este sentido, subraya el hecho de
que, en el período que va desde 1940 hasta 1976, en los Estados Unidos se han
consumido más recursos minerales, que los que se han gastado en toda la historia
de la humanidad hasta 1940.
Son muchas las explicaciones y posibles tratamientos de estos problemas. Ni
sobre unas ni sobre otros existe un consenso generalizado entre los expertos o res-
ponsables de la gestión de los mismos. De lo que no se duda es de la importancia
estratégica que estos problemas tienen para la supervivencia. La «cuestión
ambiental», tal y como se presenta en la actualidad, tiene dimensiones tan com-
plejas que ni las explicaciones ni las eventuales soluciones pueden ser formuladas
desde una perspectiva unidimensional. De alguna forma, puede decirse que la
cuestión ambiental tiene su origen en una gran «equivocación» de la especie
humana en la relación con la naturaleza. En este escrito quiero destacar que exis-
te una profunda relación entre las dimensiones de la crisis ambiental y los modos
y estrategias del comportamiento humano y la organización social. Esta es la
perspectiva en la que se están realizando investigaciones en el ámbito de las
Ciencias Sociales, en general, y en el de la Psicología, en particular. Estos trabajos
se han centrado sobre dos interrogantes que son las dos caras de una misma
moneda: ¿en qué medida el comportamiento humano incide sobre aspectos deci-
sivos del medio ambiente (natural, construido, etc.)?; y su reverso, ¿en qué medi-
da el medio ambiente, tal y como está siendo configurado, influye sobre compor-
tamiento humano? En línea con las anteriores cuestiones, ante este panorama, en
un reciente trabajo Oskamp (2000a), se hace a sí mismo dos preguntas centrales:
¿es posible un futuro sostenible para la humanidad? y la segunda, más importan-
te en el contexto de esta publicación, es: ¿cómo puede la psicología ayudar (a la
consecución de este futuro sostenible)?

ESTRUCTURA DE LOS CONTENIDOS

El estudio de la conciencia ambiental presenta un panorama extenso y muy


amplio, vinculado a la tradición psicosocial del estudio de las actitudes, confir-
mando que aún sigue siendo cierta la intuición de Allport (1935) de que “el con-
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cepto de actitud es probablemente el concepto más distintivo e indispensable en
la Psicología Social contemporánea”, y, en línea con lo que Eagly y Chaiken
(1993) afirman, el estudio de las actitudes ha permitido desarrollar un surtido
muy amplio de conceptos explicativos y descriptivos relacionados, al tiempo que
han facilitado diferentes desarrollos teóricos y empíricos. En la actualidad, los
contenidos se han diversificado, y al tiempo que se han acometido desarrollos
empíricos de alcance muy variado, se hace necesario definir ejes conceptuales de
contenidos igualmente diferentes. Los artículos y trabajos que siguen reflejan la
amplitud de enfoques y conceptos específicos que se utilizan en la investigación
sobre conciencia ambiental. Asumiendo el patrimonio psicosocial generado en
torno al estudio de las actitudes, se indaga, desde perspectivas y con aproximacio-
nes metodológicas diferentes, en distintas variables específicas con el fin de cons-
truir una aportación que sea de utilidad en tres ámbitos: (a) el ámbito metodoló-
gico, mediante el diseño y construcción de instrumentos de medida de la concien-
cia ambiental; (b) el ámbito teórico, mediante el establecimiento de relaciones
entre los distintos conceptos específicos explicativos de las relaciones entre las per-
sonas y los problemas ambientales, y (c) el ámbito de la relevancia social, median-
te la búsqueda de recursos para promover la conciencia proambiental.
Los trabajos que siguen a continuación constituyen una contribución a la des-
cripción y explicación de algunos aspectos básicos relacionados con el estudio de
la conciencia ambiental. A partir de una referencia clásica en este ámbito de
estudio (Stern y Oskamp, 1987), se puede definir un marco de referencia que
incluye los siguientes parámetros en el estudio de la conciencia ambiental:
a) Factores contextuales, incluyendo variables descriptivas de la posición en
la estructura social (edad, sexo, clase social, etc.) y del nivel educativo y el tipo de
socialización recibida.
b) Visiones del mundo e ideológicas, que describen el contenido de la repre-
sentación de las relaciones entre la humanidad y el medio ambiente.
c) Actitudes, creencias y valores específicos que determinan una orientación
también específica de las personas frente al medio ambiente.
d) Indicadores conductuales de la acción ambiental, incluyendo tanto infor-
mes de investigación sobre conductas reales y efectivas como intenciones de
acción.
Sobre todos estos aspectos se recoge información basada en investigaciones
empíricas que se han realizado en los últimos años en los distintos equipos de
investigación que han contribuido al desarrollo de esta línea de investigación. Al
mismo tiempo, se pretende ofrecer algunos contenidos que sean relevantes, tanto
en el contexto académico y formativo, como en el contexto de la puesta en mar-
cha de programas para promover conciencia proambiental.
En primer lugar, se incluye la contribución de R. de Castro, que describe el
universo conceptual en el que se desarrollan los estudios sobre la conciencia
ambiental, y estableciendo una relación de los conceptos específicos más relevan-
tes para el estudio de las actitudes ambientales. Se presenta igualmente una sín-
tesis de los esquemas de relación entre estos conceptos, con el fin de formular el
denominado modelo de comportamiento ambiental. Distintos autores (Nann
Winter, 2000), han subrayado la falta de integración teórica y conceptual, expli-
cándose de esta forma los desiguales resultados, y la falta de conocimiento acu-
mulativo (Staats, en prensa).
La conciencia ambiental, y los estudios relacionados con este concepto, son,
como se ha dicho, consecuencia en gran medida de la extensión de la preocupa-
ción social por los temas ambientales. El término que de forma más generalizada
se ha utilizado como referente de una alternativa social, económica y política se
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resume en el concepto de “desarrollo sostenible”. Desde su formulación en los
años 80, y su consolidación como referente en la Cumbre de la Tierra (Río de
Janeiro, 1992), el término “desarrollo sostenible” ha llegado a ser uno de los con-
ceptos más vinculados a la acción humana proambiental. El trabajo de J. I. Ara-
gonés, G. Raposo y C. Izurieta analiza el contenido de este término profusamen-
te utilizado. Estos autores comparan el contenido literal del término, con el que
se deriva del discurso social sobre el desarrollo sostenible. En este sentido, este
trabajo describe, utilizando la terminología de Stern y Oskamp antes menciona-
da, algunas de las visiones del mundo e ideológicas, que describen el contenido
de la representación del desarrollo sostenible.
Un grupo de contribuciones, desde perspectivas y desarrollos metodológicos
diferenciados, reflejan el tercero de los contenidos mencionados por Stern y
Oskamp: el estudio de las actitudes, valores y creencias ambientales.
Así, el trabajo de J. Berenguer, J. A. Corraliza, R. Martín y L. Oceja analiza la
influencia interactiva de las variables actitudinales y contextuales sobre la con-
ducta ambiental y el sentimiento subjetivo de obligación moral frente al
ambiente. Se destaca, entre otros aspectos, el importante papel que tienen las
normas sociales y la percepción de la conducta de los otros en que una persona
asuma patrones de acción proambiental. En cualquier caso, se asumen los límites
de una explicación estática de la conducta ambiental, y se propone una explica-
ción situacional y contingente de la misma.
La contribución de B. Hernández, V. del Corral, S. Hess y E. Suárez describe
la estructura de las creencias sobre las que las personas establecen la relación con
la naturaleza. Al mismo tiempo, ha confirmado una estructura de los sistemas de
las creencias ambientales relativamente estables en dos muestras, pertenecientes
a contextos socioculturales diferentes. En ambas muestras, se confirma la impor-
tancia de una visión dualista entre las creencias naturalistas, y aquéllas otras an-
tropocéntricas y basadas en aspiraciones relacionadas con el progreso material.
El trabajo de M. Amérigo y A. González supone, en primer término, el uso
adaptado de la versión más reciente de la escala del Nuevo Paradigma Ecológico.
Los resultados confirman la estructura sobre la que se basa la escala, y establecen
su utilidad no sólo como instrumento descriptivo, sino también como instru-
mento útil para predecir respuestas ante dilemas sociales relevantes para la
conciencia ambiental.
La investigación presentada por C. San Juan, B. Rodríguez y A. Vergara reco-
ge resultados en los que se muestra la relación entre el grado de preocupación
ambiental y el tipo de orientación ecológica con la intención de acciones proam-
bientales, así como con conductas reales en un escenario específico (campus uni-
versitario). Específicamente, sus resultados muestran el grado en el que disminu-
yen los predictores actitudinales cuando la acción ambiental requiere un alto
nivel de implicación personal y un nivel mayor de sacrificio.
El trabajo de R. García-Mira y J. E. Real, basado en la diferenciación entre
problemas ambientales de carácter local frente a problemas ambientales de
carácter global, pretende confirmar la existencia del fenómeno de la “hiperme-
tropía” ambiental. Los resultados confirman que, en efecto, se perciben como
más graves los problemas globales que los locales, y se subraya la importancia de
este efecto para el diseño de programas de educación y formación ambiental.
El trabajo de R. Martín, J. A. Corraliza y J. Berenguer introduce en la investi-
gación sobre la conciencia ambiental el papel que juega el estilo de vida. Concre-
tamente, define una estrategia para determinar segmentos de población según
estilos de vida, y encuentra que existen diferencias relevantes entre los distintos
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estilos de vida en relación al modo en que entiende la relaciones con la naturaleza
y asume las exigencias de proambientalidad.
Finalmente, se incluye una contribución de E. Pol, T. Vidal y M. Romeo
donde, partiendo de un modelo conceptual denominado de las cuatro esferas, se
analiza los recursos utilizados en una amplia serie de campañas publicitarias de
promoción ambiental. Se muestra la importancia del análisis de los contenidos
explícitos, así como de los referentes implícitos de estas campañas. Al tiempo
que subraya la importancia del referente ambiental en la promoción publicitaria,
destaca los riesgos de banalización que pueden llegar a producirse.
En suma, se incluye en este número una visión panorámica de los estudios de
la conciencia ambiental. Por un lado, los supuestos teóricos y conceptuales y, por
otro, el contenido de los supuestos ideológicos centrales (el concepto de desarro-
llo sostenible). Además, se recogen evidencias sobre los factores actitudinales
básicos en la predicción de la conducta ambiental: las creencias, las contingencias
situacionales, las normas sociales, los dilemas sociales, los estilos de vida y el des-
plazamiento de la preocupación hacia los problemas globales. Se llama la aten-
ción, finalmente, sobre el papel de los contenidos explícitos y referenciales de los
mensajes publicitarios.

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